1

1

Estos son los mensajes que recibió Isaías, hijo de Amoz, en unas visiones que tuvo durante los reinados de Uzías, Jotán, Acaz y Ezequías, todos ellos reyes de Judá. En estos mensajes Dios le mostró lo que habría de ocurrirles a Judá y a Jerusalén en los días por venir.

2

Escuchen, cielo y tierra, lo que dice el SEÑOR:

Los hijos que crié y cuidé por tanto tiempo y tan tiernamente se han vuelto contra mí.

3 Hasta los animales —el burro y el buey— conocen a su amo y agradecen sus cuidados, ¡pero no así mi pueblo Israel! Haga lo que haga por ellos, les tiene sin cuidado.

4 ¡Qué nación tan pecadora! Andan encorvados bajo la carga de su culpa. También sus padres fueron malvados. Nacidos para el mal, le volvieron las espaldas al SEÑOR y menospreciaron al Santo de Israel. Ellos mismos se han alejado de mi auxilio.

5

[5-6] Oh pueblo mío, ¿no han recibido suficiente castigo? ¿Por qué obligarme a azotarlos una y otra vez? ¿Es su intención ser rebeldes toda la vida? De la cabeza a los pies están enfermos, débiles y desfallecidos, cubiertos de magulladuras, verdugones y heridas infectadas, sin ungir ni vendar.

6

7 Su patria está en ruinas, sus ciudades incendiadas. Mientras ustedes se la pasan mirando, los extranjeros destruyen y saquean cuanto ven.

8 Y ahí se quedan ustedes, indefensos y abandonados como si fueran una de esas chozas inútiles que usan los vigilantes en el campo luego de terminada la cosecha, pero cuando el producto de la cosecha ya ha sido saqueado y robado.

9

Si el SEÑOR todopoderoso no hubiera intervenido para salvar a unos cuantos de nosotros, habríamos sido destruidos como lo fueron Sodoma y Gomorra.

10 ¡Es una buena comparación! Escuchen, jefes de Israel, hombres de Sodoma y Gomorra, como ahora les llamo. ¡Escuchen al SEÑOR! ¡Escuchen lo que les dice!

11 Sus sacrificios me tienen harto, no me los traigan más. No quiero sus carneros engordados, no quiero ver la sangre de sus ofrendas.

12 [12-13] ¿Cómo he de querer los sacrificios de ustedes si ni siquiera son capaces de sentir dolor por sus pecados? El incienso que me traen hiede en mis narices. Sus santas celebraciones de la luna nueva y el sábado, y sus días de ayuno especial —aun sus más santas reuniones—, ¡todo es fraude! No quiero nada más con ellos.

13

14 Los detesto a todos, no puedo verlos ni pintados.

15 De ahora en adelante, cuando oren con las manos levantadas al cielo, no miraré ni escucharé. Por más oraciones que hagan, no escucharé, porque sus manos son manos de asesinos, están manchadas con la sangre de víctimas inocentes.

16

¡Oh, lávense, límpiense! Que no les vea yo nunca más cometer esas maldades; dejen sus malos caminos.

17 Aprendan a hacer el bien, a ser justos y a ayudar a los pobres, a los huérfanos y a las viudas.

18

¡Vengan y aclaremos las cuentas! —dice el SEÑOR—, por profunda que sea la mancha de sus pecados, yo puedo quitarla y dejarlos tan limpios como la nieve recién caída. ¡Aunque sus manchas sean rojas como el carmesí, yo puedo volverlas blancas como la lana!

19 Si me dejan ayudarlos, que me puedan obedecer, yo los enriqueceré.

20 Pero si continúan volviéndome las espaldas y negándose a escucharme, morirán a manos de sus enemigos. Yo, el SEÑOR, se los aseguro.

21

¡Oh Jerusalén, que fuiste mi fiel esposa, ahora eres una ramera! ¡Corres tras otros dioses! Fuiste «La Ciudad de la Justicia», pero hoy eres guarida de asesinos.

22 Fuiste como plata purificada, pero ahora estás mezclada con ruin aleación. Fuiste muy pura, pero ahora estás diluida como vino aguado.

23 Tus caudillos son rebeldes, compinches de ladrones; todos son sobornables y no defienden a las viudas ni a los huérfanos.

24 Por tanto, así dice el Señor, el SEÑOR todopoderoso, el Poderoso de Israel, dice: ¡Derramaré mi ira sobre ustedes, enemigos tuyos!

25 Yo mismo los derretiré en la fundición y les sacaré la escoria.

26

Y después les daré buenos jueces y sabios consejeros como los que antes tenían. Entonces nuevamente la ciudad de ustedes se llamará «La Ciudad de la Justicia» y «La Ciudad Fiel».

27 Los que regresen al SEÑOR deben ser justos y buenos, y entonces serán redimidos.

28 Pero todos los pecadores serán totalmente aniquilados, porque rehúsan venir a mí.

29 Los cubriré de vergüenza, y enrojecerán pensando en aquellas ocasiones en que sacrificaban ante los ídolos en sus bosques de encinas «sagradas».

30 Perecerán como lo hace un árbol marchito o un huerto sin agua.

31 Los más fuertes de ustedes desaparecerán como paja en el fuego; sus maldades son la chispa que enciende la paja, y nadie podrá apagarla.

2

1

Este es otro mensaje que dio el SEÑOR a Isaías respecto de Judá y Jerusalén:

2 En los días finales Jerusalén y el templo del SEÑOR se convertirán en la mayor atracción del mundo, y gente de muchas tierras acudirá a adorar al SEÑOR.

3

«Vamos», dirán todos, «subamos al monte del SEÑOR, al templo del Dios de Israel; allí nos enseñará él sus leyes, y las obedeceremos».

Porque en aquellos días el mundo será gobernado desde Jerusalén.

4 El SEÑOR zanjará las disputas internacionales, todas las naciones transformarán las armas de guerra en herramientas de paz, por fin cesarán las guerras y terminará el adiestramiento militar.

5 ¡Vamos, oh Israel, caminemos en la luz del SEÑOR y obedezcamos sus leyes!

6

El SEÑOR los ha rechazado porque dieron cabida a extranjeros del oriente que practican la magia y se comunican con los malos espíritus, como hacen los filisteos.

7

Israel posee grandes tesoros de oro y plata y gran cantidad de caballos y carros.

8 Además, su tierra está llena de ídolos. Son productos humanos y, sin embargo, los adoran.

9 Grandes y pequeños, todos se inclinan religiosamente ante ellos; por este pecado no los perdones.

10

Huyan a las cuevas de las rocas y ocúltense aterrorizados de su gloriosa majestad,

11 porque el día viene en que sus altivas miradas serán humilladas; sólo el SEÑOR será exaltado.

12

En aquel día el SEÑOR todopoderoso marchará contra los orgullosos y altivos y los humillará hasta que estén postrados en el polvo.

13

Todos los altos cedros del Líbano y las poderosas encinas de Basán se van a humillar,

14 así como los altos montes y las colinas,

15 y todo muro y alta torre,

16 y todos los orgullosos navíos del océano y barcas de cabotaje. En aquel día todos serán quebrantados ante el SEÑOR.

17 Toda la gloria de la humanidad se humillará; los orgullosos yacerán en el polvo, y sólo el SEÑOR será exaltado.

18 Todos los ídolos serán abolidos y destruidos por completo.

19

Cuando el SEÑOR se levante de su trono para sacudir la tierra, sus enemigos irán arrastrándose temerosos a los agujeros de las rocas y a las cuevas, huyendo de la gloria de su majestad.

20 Por fin abandonarán sus ídolos de oro y plata a los topos y a los murciélagos,

21 y se arrastrarán a las cavernas para ocultarse entre ásperas rocas en lo alto de los riscos, tratando de escapar del espanto que el SEÑOR provoca y de la gloria de su majestad cuando él se alce para castigar la tierra.

22 ¡Mezquino es el ser humano! ¡Frágil como su aliento! ¡Jamás confíen en él!

3

1

El SEÑOR todopoderoso les cortará a Jerusalén y a Judá la fuente de agua y alimentos,

2 y matará a sus dirigentes; destruirá sus ejércitos, jueces, profetas, ancianos,

3 oficiales militares, comerciantes, abogados, magos y políticos.

4 Los reyes de Israel serán como niñitos y gobernarán infantilmente.

5 Y reinará la peor de las anarquías: cada cual pisoteará a su prójimo, el vecino luchará contra su vecino, los jóvenes se rebelarán contra la autoridad, los delincuentes se reirán de las personas honorables.

6

En aquellos días un hombre dirá a su hermano: «Tú tienes ropa de más; reina pues sobre nosotros y encárgate de este desorden.»

7

«¡No!», responderá aquél. «¡Nada puedo hacer! No tengo ni comida ni ropa de sobra. ¡No me metas en esto!»

8

La administración civil de Israel estará en completa ruina porque los judíos han hablado contra su SEÑOR y no quieren adorarlo, ofenden su gloria.

9 Hasta la mirada de sus rostros los traiciona y pone de manifiesto su culpa. Y se vanaglorian de que su pecado es igual al pecado de Sodoma. ¡Ni vergüenza les da! ¡Qué catástrofe! Se han acarreado su propia condenación.

10

Pero todo le saldrá bien al justo. Díganle: «¡Qué hermosa recompensa te espera!»

11 Pero al malvado díganle: «Tu condenación es segura. También tú recibirás la paga que mereces. Ya viene el castigo que te has ganado».

12

¡Oh pueblo mío! ¿Acaso no ves qué necios gobernantes tienes? ¡Débiles como mujeres, necios como chicuelos jugando a que son reyes! ¿Dirigentes? ¡No; guías ineptos! Por senda florida los llevan a la destrucción.

13

¡Se levanta el SEÑOR! Es el gran fiscal que presenta la acusación contra su pueblo.

14 Los primeros que caerán bajo su ira serán los consejeros y los príncipes, porque han defraudado a los pobres. Han llenado sus graneros con el trigo robado a los indefensos campesinos.

15

«¿Cómo se atreven a moler a mi pueblo así en el polvo?», les dirá el SEÑOR todopoderoso.

16

Luego juzgará a las altivas mujeres judías, que orgullosas pasan contoneándose con sus pulseras tintineantes en los tobillos, con ojos lascivos que recorren la multitud para atraerse la mirada de los hombres.

17 ¡Tiña les va a mandar el Señor como adorno a sus cabezas! El SEÑOR exhibirá la desnudez de ellas a los ojos de todos.

18 No se oirá más el orgulloso tintineo al paso de ellas, porque el Señor las desnudará de su belleza artificiosa y sus adornos,

19 de sus collares, pulseras y velos de sedoso tul.

20 Se acabaron las chalinas y las cadenas para los tobillos, las cintas para el cabello, los aretes y los perfumes,

21 los anillos y las joyas,

22 los vestidos de fiesta, las batas de casa, los sombreritos, las peinetas y los bolsos,

23 los espejos, la linda ropa interior, los hermosos vestidos y velos.

24 En vez de exhalar dulce perfume, tendrán pestilencia; en vez de cinturón usarán cuerdas; el bien cuidado cabello se les caerá; vestirán saco en lugar de vestidos. Toda su belleza se esfumará; les quedará únicamente vergüenza y deshonor.

25 [25-26] Sus maridos morirán en batalla y ellas, desoladas, se sentarán en tierra llorando.

4

1

En aquel tiempo quedarán vivos tan pocos hombres, que siete mujeres se pelearán por cada uno de ellos y dirán:

«¡Queremos casarnos contigo! Nosotras aportaremos nuestra comida y nuestra ropa, basta que nos dejes llevar tu apellido para que nadie se mofe de nosotras por ser solteronas».

2

[2-4] Aquellos de quienes está escrito que escaparán a la destrucción de Jerusalén serán lavados y purificados de toda su inmundicia moral por medio de los horrores que pasarán y por el fuego. Constituirán el santo pueblo de Dios y la tierra les producirá la mayor abundancia y sus más ricos frutos.

3

4

5 Entonces el SEÑOR dará sombra a toda Jerusalén —a cada hogar y a los sitios públicos—. Les dará un dosel de humo y nube durante todo el día y nube de fuego por la noche, que cubran la Tierra Gloriosa

6 para protegerla del calor del día y de las lluvias y tormentas.

5

1

Ahora entonaré para el que amo un canto sobre su viña. Mi Amado tiene una viña en una fértil colina.

2 La aró, le quitó todas las piedras y plantó un viñedo con las más escogidas vides. Edificó una torre para el vigilante y en las rocas cavó un lagar. Estuvo en espera de la vendimia, pero las uvas que se produjeron eran silvestres y agrias, y no dulces como él las esperaba.

3

Ya han oído el caso, hombres de Jerusalén y de Judá, sean ustedes los jueces.

4 ¿Qué más podría haber hecho yo? ¿Por qué en vez de uvas dulces mi viña me las produjo uvas agrias?

5 Derribaré las cercas y dejaré que mi viña sea pisoteada por las vacas y ovejas que en ella pastan.

6 No la podaré ni la escardaré sino dejaré que la invadan maleza y espinos. Ordenaré a las nubes que no lluevan más sobre ella.

7

Les he presentado la historia del pueblo de Dios. Mi pueblo es la viña de la que les he hablado. Israel y Judá son su agradable parcela. Dios esperaba que le produjeran cosecha de justicia, pero halló que sólo cometieron hechos sangrientos. Esperaba que actuaran con rectitud, pero a sus oídos llegaron sólo gritos de opresión.

8

Ustedes compran propiedades y las acaparan para que otros no tengan donde vivir. Edifican sus casas en medio de extensos terrenos para vivir a sus anchas en la tierra.

9 Pero el SEÑOR todopoderoso ha decretado para ustedes un espantoso destino; con mis propios oídos lo escuché:

«Quedarán desiertas muchas casas hermosas, y su dueños morirán o desaparecerán».

10 ¡Cinco hectáreas de viñedos producirán sólo veinticuatro litros de jugo! ¡Doscientos cuarenta litros de semilla no darán más que veinticuatro litros de cosecha!

11

¡Ay de los que madrugan a embriagarse y siguen el jolgorio hasta altas horas de la noche! ¡Ay de ustedes, borrachos!

12 Ustedes llevan buena música a sus grandes fiestas; las orquestas son magníficas. Pero no piensan en el SEÑOR ni de él se preocupan.

13 Por lo tanto les enviaré desterrados a tierras muy lejanas, pues no saben ni les importa todo lo que por ustedes he hecho. Los hombres de grandeza y respeto entre ustedes morirán de hambre y los del vulgo morirán de sed.

14

Ya el infierno se relame esperando a Jerusalén, como si fuera delicioso bocado. Devorados serán los grandes y pequeños de ella, así como sus ebrias multitudes.

15 En aquel día los altivos serán derribados hasta el polvo, los orgullosos serán humillados.

16 Pero el SEÑOR todopoderoso es exaltado por sobre todo, pues sólo él es santo, justo y bueno.

17 En aquellos días pastarán los rebaños entre las ruinas. Corderos, becerros y cabritos pastarán allí.

18

¡Ay de los que llevan sus pecados a rastras como toro enlazado!

19 Hasta se burlan del Santo de Israel y desafían al SEÑOR a que los castigue. «¡Vamos, castíganos, SEÑOR!», dicen. «¡A ver qué puedes hacer!»

20 Dicen que lo bueno es malo y lo malo es bueno, que lo negro es blanco y lo blanco negro, dulce lo amargo y amargo lo dulce.

21

¡Ay de los que se creen muy sabios y astutos!

22 ¡Ay de los valientes de la embriaguez, los que se vanaglorian de cuánto licor resisten!

23 Aceptan soborno para pervertir la justicia; dejan libre al malvado y encarcelan al inocente.

24 Por tanto Dios se encargará de ellos y los dará al fuego. Desaparecerán como la paja en las llamas. Las raíces se les pudrirán y las flores se les marchitarán, porque han desechado las leyes de Dios y han menospreciado la Palabra del Santo de Israel.

25 Por eso está encendida contra su pueblo la ira del SEÑOR, por eso ha extendido su mano para aniquilarlos. Temblarán las colinas y los cadáveres podridos de su pueblo serán echados como basura a las calles. Pero aún así no se aplaca su ira, todavía levanta su mano sobre ellos.

26

El SEÑOR dará señal a las naciones lejanas, silbará a los de los confines de la tierra y acudirán en tropel hacia Jerusalén.

27 Ellos jamás se fatigan, ni tropiezan ni se detienen; llevan sus cintos apretados y calzan fuertes botas; corren sin detenerse a descansar ni a dormir.

28 Tienen agudas flechas, arcos curvados. Los cascos de sus caballos echan chispas y las ruedas de sus carros giran como el viento. Rugen como leones y saltan sobre su presa. Se apoderan de mi pueblo y se lo llevan a lejano cautiverio, sin que haya quien los libre.

29

30 Gruñen sobre sus víctimas como mar rugiente. Nube de tinieblas y dolor cubre a Israel. Negro es el cielo.

6

1

¡Yo vi al Señor el año que murió el rey Uzías! Ocupaba un trono sublime, y el templo estaba lleno de su gloria.

2 Sobre él revoloteaban poderosos serafines de seis alas. Con dos alas se cubrían el rostro, con otras dos se cubrían los pies y con dos volaban.

3 En gran coro antifonal cantaban:

—Santo, Santo, Santo es el SEÑOR todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria.

4

¡Qué tremendo canto! Hizo temblar el templo hasta sus cimientos, y súbitamente todo el santuario se llenó de humo.

5

Entonces dije: «¡Esta es mi muerte! Porque soy un pecador de boca impura, miembro de una raza pecadora, de inmunda boca, y sin embargo he mirado al Rey, al SEÑOR todopoderoso».

6

Entonces uno de los serafines voló hacia el altar y con unas tenazas sacó una brasa.

7 Con ella me tocó los labios y dijo:

—Con esto se te declara «inocente», porque esta brasa tocó tus labios. Todos tus pecados quedan perdonados.

8

—¿A quién enviaré por mensajero a mi pueblo? ¿Quién irá?, oí al Señor preguntar.

Y yo dije:

—Señor ¡yo voy! Envíame a mí.

9

Él dijo:

—¡Ve! Pero dile esto a mi pueblo: «Aunque una y otra vez oyen mis palabras, no quieren entenderlas. Por más que me ven hacer milagros repetidas veces, no quieren entender su significado».

10 Quítales la inteligencia, tápales los oídos y ciérrales los ojos. No quiero que vean, oigan ni entiendan, ni que se vuelvan a mí para que los sane.

11

Entonces dije:

—Señor, ¿cuánto tiempo pasará antes que estén dispuestos a escuchar?

Y él respondió:

—No será sino hasta que sus ciudades sean destruidas y no quede persona con vida, y todo el país esté desolado,

12 y todos sean llevados como esclavos a países lejanos, y toda la tierra de Israel quede desierta.

13 Pero la décima parte, un remanente, sobrevivirá; y aunque Israel sea invadido y destruido una y otra vez, será como árbol talado que aún conserva vida para retoñar.

7

1

Durante el reinado de Acaz, hijo de Jotán y nieto de Uzías, Jerusalén fue atacada por el rey Rezín de Siria y el rey Pecaj de Israel, hijo de Ramalías. Pero no la tomaron, la ciudad resistió.

2 Sin embargo, cuando a la corte real llegó la noticia, «Siria está aliada con Israel contra nosotros», el corazón del rey y de su pueblo tembló de miedo como las hojas del bosque se estremecen bajo la tormenta.

3

El SEÑOR le ordenó a Isaías:

Ve al encuentro del rey Acaz en compañía de tu hijo Sear Yasub. Lo hallarás al final del acueducto que va de la fuente de Gihón al estanque de arriba, junto al camino que baja al campo del blanqueador.

4 Dile que no se angustie más, dice el SEÑOR. Dile que no tiene por qué asustarse de la furia de esos dos fracasados, Rezín y Pecaj.

5 Sí, cierto, los reyes de Siria e Israel vienen contra él. Los enemigos dicen:

6 «Invadiremos a Judá y llenaremos de pánico a su pueblo. Luego pelearemos hasta llegar a Jerusalén y pondremos por rey suyo al hijo de Tabel».

7

Pero el SEÑOR Dios dice: Este plan no triunfará,

8 porque Damasco seguirá siendo capital sólo de Siria, y el reino de Rezín no extenderá sus fronteras. Y dentro de sesenta y cinco años también Efraín será aplastado y quebrantado.

9 Samaria es la capital de Efraín solamente, y el poder del rey Pecaj no aumentará. ¿No me creen? Si quieren mi protección, tienen que aprender a creer lo que digo.

10

No mucho después de esto, el SEÑOR envió este otro mensaje al rey Acaz:

11 Acaz, pídeme una señal para demostrarte que en realidad aplastaré a tus enemigos como lo tengo dicho. Pide lo que quieras que haga en cualquier lugar del globo terraqueo.

12

Pero el rey se negó y dijo:

—¡Jamás importunaré al SEÑOR con nada semejante!

13

Entonces Isaías respondió:

—Oh casa de David, no te basta con agotarme la paciencia, ¡tienes que agotársela también a Dios!

14 Bueno, el Señor mismo elegirá la señal: ¡Una joven dará a luz un niño! y ella le pondrá por nombre Emmanuel (que significa «Dios está con nosotros»).

15 [15-16] Para cuando este niño sea destetado y pueda distinguir entre el bien y el mal, los dos reyes a quienes tanto temes —los reyes de Israel y Siria— habrán muerto.

16

17

«Pero más adelante el SEÑOR mandará terrible maldición sobre ti, tu nación y tu familia. Habrá tanto terror como nunca se vio desde la división del imperio de Salomón en los reinos de Israel y Judá. ¡El poderoso rey de Asiria vendrá con su gran ejército!»

18 En aquel tiempo el SEÑOR silbará llamando al ejército del Alto Egipto y al de Asiria, para que cual moscas desciendan sobre ti y te destruyan como si fueran abejas de aguijón mortal.

19 Acudirán en hordas inmensas que se esparcirán por todo el país, hasta los valles desolados, las cuevas y los espinales, así como hacia toda la tierra fértil.

20 En aquel día el Señor tomará esta «navaja», estos mercenarios asirios que contrataste para salvarte, y la usará para rasurarte de cuanto posees: tu tierra, tus cosechas y tu pueblo.

21

[21-22] Cuando finalmente dejen de saquear, toda la nación será sólo un pastizal. Y afortunado será el granjero a quien al menos le quede una vaca y dos ovejas. Pero los abundantes pastos producirán mucha leche y todos los que queden se alimentarán de leche cuajada y miel silvestre.

22

23 En aquel tiempo los lozanos viñedos se convertirán en zarzales.

24 Toda la tierra será un vasto espinar, coto de caza donde abunden los animales salvajes.

25 Nadie irá a las fértiles laderas donde antes había huertos, pues estarán cubiertas de espinos. Vacas, ovejas y cabras pastarán allí.

8

1

El SEÑOR volvió a darme un mensaje: Hazte un gran letrero y anuncia en él el nacimiento del hijo que voy a darte. ¡Escríbelo con mayúsculas! Su nombre será Maher Salal Jasbaz (que significa pronto serán destruidos sus enemigos).

2

Les pedí a Urías, el sacerdote y a Zacarías, hijo de Jeberequías, ambos de notoria honradez, que me vigilaran mientras yo escribía para que dieran testimonio que yo lo había escrito (antes de que el niño fuera siquiera concebido).

3 Entonces tuve relaciones sexuales con mi esposa y ella concibió y me dio un hijo, y el SEÑOR dijo:

«Ponle por nombre Maher Salal Jasbaz.

4 Ese nombre profetiza que dentro de un par de años, antes que ese niño tenga edad para decir papá o mamá, el rey de Asiria invadirá a Damasco y a Samaria, y se llevará todas sus riquezas».

5

Luego el SEÑOR volvió a hablarme y dijo:

6

«Puesto que el pueblo de Jerusalén piensa rechazar mi tierna solicitud y sus habitantes están ansiosos de pedirles a los reyes Rezín y Pecaj que acudan en su auxilio,

7 [7-8] yo abrumaré a mi pueblo con la impetuosa corriente del Éufrates; el rey de Asiria con todos sus poderosos ejércitos se abalanzará contra ellos. ¡Esta inundación llenará todos sus canales y barrerá toda la tierra de Judá, oh Emanuel, llenándola de cabo a cabo».

8

9

[9-10] Por mucho que hagan Siria e Israel, enemigos nuestros, no triunfarán; serán despedazados. Escúchenme ustedes, todos nuestros enemigos: Alístense para hacernos la guerra, y perecerán. ¡Sí, perecerán! Reúnan sus consejos de guerra, desarrollen su estrategia, preparen planes de ataque contra nosotros, ¡y perezcan! porque Dios está con nosotros.

10

11

El SEÑOR Dios lo ha declarado del modo más firme: Bajo ninguna circunstancia sigan a Judá en sus planes de rendirse a Siria e Israel.

12 Que nadie los llame traidores por su lealtad al Dios verdadero. No se llenen de pánico como tantos de sus vecinos cuando piensan en el ataque de Siria e Israel contra ustedes.

13 ¡No teman nada sino al SEÑOR todopoderoso! Si a él le temen, no tienen por qué temerle a nada más.

14 [14-15] Él será su seguridad. Pero Israel y Judá han rechazado su protección y por tanto tropezaron contra la Roca de su salvación y yacen aplastados por ella. ¡La presencia de Dios entre ellos los ha puesto en peligro!

15

16

Escribe todo lo que voy a hacer, dice el SEÑOR, y séllalo para el futuro. Encárgalo a algún hombre justo para que lo haga llegar a los justos de las generaciones futuras.

17

Aunque el SEÑOR esté ahora oculto, voy a esperar a que nos ayude. En él reposa mi única esperanza.

18 Yo y los hijos que Dios me ha dado tenemos nombres simbólicos que revelan los planes del SEÑOR todopoderoso para su pueblo: Isaías significa «El SEÑOR salvará (a su pueblo)»; Sear Jasub significa «Un remanente volverá»; y Maher Salal Jasbaz significa «Tus enemigos serán pronto aniquilados».

19 ¿Por qué, pues, procuran averiguar el futuro consultando a brujas y médium? No escuchen sus bisbiseos y murmullos. ¿Podrán los vivos obtener de los muertos la revelación del futuro? ¿Por qué no se lo preguntan a su Dios?

20

¡Contrasta las palabras de estas brujas con la palabra de Dios!, dice él. Si sus mensajes difieren de los míos, es que no proceden de mí, porque no hay en ellas luz de verdad.

21 Mi pueblo será llevado cautivo, claudicante, fatigado y hambriento. Y llevados del hambre, en su desvarío sacudirán el puño contra el cielo y maldecirán a su rey y a su Dios.

22 Adondequiera que vuelvan la mirada hallarán tribulación, angustia y negra desesperación. Y serán lanzados a las tinieblas.

9

1

Pero ese tiempo de tinieblas y desesperación no será eterno. Aunque pronto la tierra de Zabulón y Neftalí caigan bajo el menosprecio y el castigo de Dios, en lo futuro estas mismas tierras, Galilea y Transjordania del norte, donde están los caminos que llevan al mar, se verán llenas de gloria.

2 El pueblo que anda en tinieblas verá una gran luz, una luz que iluminará a todos los que moran en la tierra de amenaza de muerte.

3 Porque Israel volverá a ser grande, lleno de gozo como los segadores en el tiempo de la mies y como los hombres que se reparten el botín capturado.

4 Porque Dios quebrantará las cadenas que oprimen a su pueblo y el látigo que los azota, tal como destruyó la gran hueste de los madianitas valiéndose del pequeño grupo de Gedeón.

5 En aquel glorioso día de paz ya no se fabricará armamento, no habrá más uniformes de guerra manchados de sangre. Todo eso será quemado.

6

Porque nos ha nacido un niño, se nos ha dado un hijo y él tendrá el gobierno sobre su hombro. Estos serán sus títulos de realeza: «Admirable», «Consejero», «Dios poderoso», «Padre eterno», «Príncipe de paz».

7 Su siempre creciente y pacífico reinado no acabará jamás. Gobernará con perfecta equidad y justicia desde el trono de David su padre. Traerá verdadera justicia y paz a todas las naciones del mundo. Esto ocurrirá porque el Dios todopoderoso se ha empeñado en realizarlo.

8

[8-10] El SEÑOR ha hablado contra el jactancioso Israel que dice que si bien nuestra tierra yace ahora en ruinas, la reconstruiremos mejor que antes. ¡Han talado los sicómoros, pero los repondremos con cedros!, dicen.

9

10

11 [11-12] La respuesta del SEÑOR a su jactancia es traer a sus enemigos contra él: los sirios al este y los filisteos al oeste. Con sus fauces devorarán a Israel y aun así la ira del SEÑOR contra ustedes no estará satisfecha; todavía tiene cerrado el puño para aplastarlos.

12

13 Pero a pesar de todo este castigo no se arrepentirán ni se volverán a él, al SEÑOR todopoderoso.

14 [14-15] Por lo tanto el SEÑOR, en un solo día, destruirá a los jefes de Israel y a los profetas mentirosos.

15

16 Los caudillos han llevado a su pueblo cuesta abajo hacia la ruina.

17

Por eso el Señor no se complace en sus mancebos, y no se apiada siquiera de las viudas ni de los huérfanos, pues todos son malvados, mentirosos de inmunda boca. Por eso es que aún no está satisfecha su ira y su puño está aún listo para aplastarlos a todos.

18 Él quemará toda esta maldad, estos espinos y zarzas. Y las llamas consumirán también los bosques y de sus incendios subirá una gran columna de humo.

19 [19-20] La tierra está ensombrecida por las nubes negras provocadas por tal incendio, por la ira del SEÑOR todopoderoso. Pasto de las llamas es el pueblo. Cada cual lucha contra su hermano para robarle el alimento, pero nunca tendrá suficiente. ¡Finalmente, llegarán hasta comerse a sus propios hijos!

20

21 Manasés contra Efraín, Efraín contra Manasés, y ambos contra Judá. Pero ni aun después de todo esto se satisface la ira de Dios. Aún pende sobre ellos su mano para aplastarlos.

10

1

¡Ay de los jueces prevaricadores y de los que promulgan leyes injustas!, dice el SEÑOR,

2 de modo que no haya justicia para los pobres, las viudas y los huérfanos. Sí, es cierto que hasta roban a las viudas y a los niños sin padre.

3

¡Ay! ¿Qué harán cuando yo los visite en el día en que de lejanas tierras haga caer sobre ustedes la desolación? ¿A quién se volverán entonces en busca de socorro? ¿En dónde pondrán a salvo sus tesoros?

4 Yo no los ayudaré, tropezarán como prisioneros y yacerán entre los muertos. Y aún así no estará satisfecha mi ira, sino que aún tendré el puño listo para golpearlos.

5

[5-6] Asiria es el látigo de mi ira, su fuerza militar es el arma que empleo contra esta nación impía, sentenciada y condenada. Ella los esclavizará, los saqueará y pisoteará como tierra bajo sus pies.

6

7 Pero el rey de Asiria no sabrá que fui yo quien lo envió. Pensará solamente que ataca a mi pueblo como parte de su plan de dominio mundial.

8 Dirá que pronto cada uno de sus príncipes será rey de un país conquistado.

9

«Destruiremos a Calno así como destruimos a Carquemis», dirá, «y Jamat caerá ante nosotros como cayó Arfad; y destruiremos a Samaria como destruimos a Damasco.

10 Sí, hemos aniquilado muchos reinos cuyos ídolos eran mucho más grandes que los de Jerusalén y Samaria.

11 Así que cuando hayamos derrotado a Samaria y sus ídolos, destruiremos a Jerusalén y los suyos».

12

Luego que el Señor se haya valido del rey de Asiria para realizar sus fines, se enfrentará con los asirios y los castigará también, porque son hombres orgullosos y altivos.

13 Se vanaglorian diciendo: Por nuestra propia fuerza y sabiduría hemos ganado esas guerras. Somos grandes y sabios. Por nuestra propia fuerza derribamos las murallas y destruimos a los pueblos, y nos llevamos sus tesoros.

14 Por nuestra propia grandeza hemos saqueado sus nidos de riquezas y hemos reunido reyes como los granjeros recogen huevos, y nadie puede mover un dedo ni abrir la boca contra nosotros.

15

Pero el SEÑOR dice:

«¿Pretenderá el hacha tener más poder que el hombre que la maneja? ¿Será la sierra más importante que el serrador? ¿Podrá la vara golpear a menos que la mano la mueva? ¿Podrá el bordón caminar por sí solo?»

16

¡Por esa su perversa jactancia, oh rey de Asiria, el SEÑOR todopoderoso enviará una plaga entre tus orgullosas tropas, y las herirá!

17 Dios, la Luz y el Santo de Israel, será el fuego y la llama que las destruirá. En una sola noche quemará esos espinos y zarzas, los asirios que destruyeron la tierra de Israel.

18 El enorme ejército de Asiria es como un bosque imponente, pero será destruido. El SEÑOR los destruirá en cuerpo y alma, como cuando el enfermo se consume.

19 De aquel magno ejército sólo unos cuantos quedarán, tan pocos que un niño podrá contarlos.

20

Y finalmente, los que hayan quedado en Israel y Judá confiarán en el SEÑOR, el Santo de Israel, en vez de temer a los asirios.

21 Un remanente de ellos retornará al Dios poderoso.

22 Pero aunque Israel sea ahora tan numeroso como las arenas de la playa, sólo unos pocos quedarán para regresar en aquel día. Con toda justicia ha resuelto Dios destruir a su pueblo.

23 Ya el SEÑOR Dios todopoderoso, el dueño de ustedes, ha decidido consumirlos.

24 Por lo tanto, el SEÑOR Dios todopoderoso dice:

«¡Oh pueblo mío de Jerusalén, no temas a los asirios cuando te oprima como hace mucho hicieron los egipcios!

25 No será por mucho tiempo; dentro de poco cesará mi ira contra ti y se encenderá contra ellos para destruirlos».

26

El SEÑOR todopoderoso enviará su ángel para acabar con ellos en una gran matanza como cuando Gedeón venció a Madián en la roca de Oreb, o como cuando Dios ahogó a los ejércitos egipcios en el mar.

27 En aquel día pondrá Dios fin a la esclavitud de su pueblo, les quitará de la cerviz el yugo de esclavitud y destruirá a los enemigos como está decretado.

28

[28-29] ¡Miren! ¡Ya vienen los poderosos ejércitos de Asiria! Ya están en Ayat, ahora llegan a Migrón, ya acumulan parte de sus tropas en Micmás y franquean el paso, van a pasar la noche en Gueba. El miedo se apodera de Ramá: todo el pueblo de Guibeá, la ciudad de Saúl, huye para salvarse.

29

30

¡Bien pueden gritar aterrorizados, oh pueblo de Galín! Griten avisándole a Lais, pues se acerca el poderoso ejército. ¡Pobre Anatot, qué destino te espera!

31 Anda de huida el pueblo de Madmena, y los habitantes de Guebín se preparan para escapar,

32 pero el enemigo se detiene a pasar en Nob el resto del día. Amenaza con el puño a Jerusalén que está en el monte Sión.

33

De pronto, ¡miren, miren! El Señor, el SEÑOR todopoderoso viene derribando los regios árboles. Está acabando con todo aquel vasto ejército, con grandes y pequeños por igual, oficiales y reclutas.

34 Él, el Poderoso, truncará al enemigo como el hacha del leñador corta los árboles del bosque en el Líbano.

11

1

La descendencia real de David será interrumpida, cortada como se hace con un árbol, pero del tronco surgirá un renuevo, una nueva rama de la antigua raíz.

2 Y sobre él reposará el Espíritu del SEÑOR, el Espíritu de sabiduría, entendimiento, consejo y poder; el Espíritu de entendimiento y reverencia por el SEÑOR.

3 Su delicia será obedecer al SEÑOR. No los juzgará por las apariencias, por falsas pruebas o por chismes,

4 sino que defenderá a los pobres y explotados. Regirá contra los malvados que los oprimen.

5 Porque estará revestido de equidad y verdad.

6

En ese tiempo el lobo y el cordero se echarán juntos, y el leopardo y las cabras estarán en paz. Los becerros y el ganado engordado estarán a salvo entre los leones, y un niñito los pastoreará a todos.

7 Las vacas pacerán entre los osos; los cachorros y los terneros se echarán juntos y los leones comerán hierba como hacen las vacas.

8 Los pequeñitos andarán seguros gateando entre las serpientes venenosas, y el niñito que meta la mano en un nido de víboras no sufrirá ningún daño.

9 Nada habrá perjudicial ni destructivo en todo mi monte sagrado, pues así como las aguas llenan el mar, de igual modo la tierra estará llena del conocimiento del SEÑOR.

10

En aquel día, el que creó la dinastía real de David será estandarte de salvación para todo el mundo. Las naciones acudirán a él, pues el sitio en donde viva será un lugar glorioso.

11 En aquel tiempo el SEÑOR hará volver por segunda vez a los pocos que permanecieron fieles de entre de su pueblo, trayéndolos a Israel desde Asiria, el Alto y el Bajo Egipto, Etiopía, Elam, Babilonia, Jamat y todas las lejanas tierras costeras.

12 Alzará una bandera entre las naciones como señal para que éstas se congreguen. De todos los confines de la tierra recogerá a los israelitas dispersos.

13 Y finalmente acabarán los celos entre Israel y Judá, no pelearán más entre sí,

14 sino que juntos se lanzarán contra las naciones asentadas en su tierra al oriente y al occidente, uniendo sus fuerzas para derrotarlas y ocuparán las naciones de Edom, Moab y Amón.

15

El SEÑOR les abrirá paso por entre el Mar Rojo, y alzando su mano sobre el Éufrates mandará un fuerte viento que lo dividirá en siete partes que puedan cruzarse fácilmente.

16 Construirá el SEÑOR una calzada desde Asiria para el pequeño grupo de fieles que allá mora, tal como antiguamente lo hizo para todo Israel cuando éste retornó de Egipto.

12

1

En aquel día dirán:

—¡Alaben al SEÑOR! Estuvo airado conmigo, pero ahora me consuela.

2 ¡Miren! ¡Dios ha acudido a salvarme! Estaré confiado y no temeré, porque el SEÑOR es mi fuerza y mi canción, ¡él es mi salvación!

3 ¡Oh, qué gozo es beber hasta saciarse de la fuente de salvación!

4

En aquel admirable día dirán:

—¡Den gracias al SEÑOR! ¡Alaben su nombre! Cuéntenle al mundo de su maravilloso amor. ¡Cuán poderoso es!

5 ¡Cántenle al SEÑOR, pues ha realizado maravillas! Den a conocer su alabanza en la redondez del mundo.

6 Cante jubiloso su canto de reconocimiento todo el pueblo de Jerusalén. Porque grande y poderoso es el Santo de Israel, que mora entre ustedes.

13

1

Ésta es la visión que Dios le mostró a Isaías, hijo de Amoz, respecto a la caída de Babilonia.

2

Vean cómo ondean las banderas mientras sus enemigos la atacan. ¡Grítenles, oh Israel, y háganles señas cuando marchan contra Babilonia a destruir los palacios de los ricos y poderosos!

3 Yo, el SEÑOR, he apartado estos ejércitos para la tarea; he llamado a los que se gozan en su fuerza para que hagan esta obra, para satisfacer mi ira.

4 Escuchen el tumulto en los montes. ¡Escuchen a los ejércitos en marcha! Es el tumulto y el clamor de muchas naciones. El SEÑOR todopoderoso los ha congregado aquí,

5 desde lejanos países. Son las armas que emplea contra ti, oh Babilonia. Son portadores de su ira y destruirán toda tu tierra.

6

Griten aterrorizados, porque ha llegado el día del SEÑOR, el tiempo en que el Todopoderoso los aplastará.

7 Tienen los brazos paralizados de miedo; hasta los más recios corazones se derriten

8 y están llenos de miedo. El terror los atenaza con terribles dolores como los de la mujer a punto de dar a luz. Se miran unos a otros, indefensos, mientras las llamas de la ciudad incendiada se reflejan en sus pálidos rostros.

9

Pues vean, viene el día del SEÑOR, el terrible día cuando dará rienda libre a su cólera y gran ira. Entonces será destruido el país y con él todos los pecadores.

10 El cielo se oscurecerá sobre ellos. No darán su luz las estrellas, ni el sol ni la luna.

11

Y yo castigaré al mundo por su maldad, a los inicuos por su pecado. Yo aplastaré la arrogancia de los orgullosos y la altivez de los ricos.

12 Pocos quedarán con vida cuando yo acabe mi obra destructora. Escasearán los hombres como escasea el oro; valdrán más que el oro de Ofir.

13 En mi ira y furor sacudiré los cielos y entonces la tierra se saldrá de su órbita en los cielos.

14

Los ejércitos de Babilonia correrán hasta agotarse, huyendo hacia su país como si fueran venados perseguidos por los perros, como ovejas errantes abandonadas de su pastor.

15 Los que no huyan caerán en la matanza.

16 Sus pequeños serán estrellados contra el pavimento ante sus propios ojos; sus casas serán saqueadas, y violadas sus esposas por las hordas invasoras.

17 Porque yo incitaré a los medos contra Babilonia, y no habrá plata ni oro suficientes para aplacarlos.

18 El ejército atacante no se apiadará de los jóvenes de Babilonia, ni de sus infantes o niños de pecho.

19

Y así Babilonia, el más glorioso de los reinos, flor y nata de la cultura caldea, será completamente arrasada como lo fueron Sodoma y Gomorra cuando Dios les envió fuego del cielo;

20 jamás volverá a surgir Babilonia. Generaciones vendrán y pasarán pero su tierra no volverá a ser habitada ni los nómadas volverán a acampar en ella. Los pastores jamás pernoctarán allí con sus ovejas.

21 Las fieras del desierto tendrán allí su morada y por sus casas andarán bestias ululantes. Las habitarán los avestruces, y los demonios tendrán allí sus danzas.

22 Hienas y chacales tendrán su guarida en sus palacios. Contados están los días de Babilonia, pronto será el día de su caída.

14

1

Pero el SEÑOR tendrá misericordia de los israelitas, pues todavía son especial posesión suya. Los llevará de regreso para poblar nuevamente la tierra de Israel. Y muchas naciones vendrán y se unirán a ellos allí y serán sus leales aliados.

2 Las naciones del mundo les ayudarán a regresar, y los que lleguen a vivir en su tierra les servirán. Los que esclavicen a Israel serán esclavizados. ¡Israel gobernará a sus enemigos!

3

En el día maravilloso en que el SEÑOR dé a su pueblo reposo de la pena y el temor, de la esclavitud y las cadenas,

4 ustedes se mofarán del rey de Babilonia y dirán: «¡Grandísimo matón, por fin te llegó tu día,

5 porque el SEÑOR ha aplastado tu impío poder y ha quebrantado tu perverso gobierno!».

6 Tú perseguiste a mi pueblo con incesantes golpes rabiosos y tuviste a las naciones entre tus crueles garras. La tuya fue una tiranía desenfrenada.

7 ¡Mas por fin toda la tierra está en reposo y tranquilidad! Todo el mundo comienza a cantar.

8 Hasta los árboles de los bosques —los pinos y cedros del Líbano— entonan este cántico jubiloso: «Quebrantado está tu poder, nadie más nos inquietará; por fin tenemos paz».

9

Los moradores del infierno se apiñan para recibirte cuando entras en su dominio. Caudillos de todo el mundo y los más poderosos reyes, muertos hace mucho, están allí para verte.

10 Exclaman a una voz: «¡Ahora eres tan débil como nosotros!»

11 Se esfumaron tu grandeza y poder; contigo quedan enterrados. Cesó toda dulce música en tu palacio; ahora tu sábana son larvas y tu frazada, gusanos.

12

¡Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la aurora! ¡Cómo has sido derribado en tierra, tú que fuiste tan poderoso luchando contra las naciones del mundo!

13 Porque te extasiabas pensando: «Subiré al cielo y gobernaré a los ángeles.

14 Treparé hasta lo más elevado del cielo y seré como el Altísimo».

15 Pero en vez de ello, serás hundido en lo más profundo del abismo infernal.

16 Allá todos te mirarán con asombro y preguntarán: «¿Será éste aquel que hacía temblar la tierra y los reinos del mundo?

17 ¿Será éste aquel que destruía el mundo, convirtiéndolo en un degolladero, demoliendo sus grandes ciudades sin tener misericordia de sus prisioneros?»

18

En regia gloria reposan en sus tumbas los reyes de las naciones,

19 pero tu cuerpo está tirado como si fuera rama desgajada; yace en un sepulcro abierto, cubierto por los cadáveres de los muertos en batalla; yace como carroña en el camino, pisoteado y deshecho por los cascos de los caballos.

20 Para ti no habrá monumento, porque has destruido a tu nación y has asesinado a tu pueblo. Tu hijo no te sucederá en el trono.

21 Maten a los hijos de este pecador. No dejen que se levanten a conquistar la tierra ni a reconstruir las ciudades del mundo.

22

Yo mismo me he alzado contra él, dice el SEÑOR todopoderoso, y troncharé a sus hijos y a los hijos de sus hijos para que jamás se sienten en su trono.

23 Convertiré a Babilonia en páramo para los puercos espinos, lleno de pantanos y ciénagas. Barreré el país con escoba de destrucción, dice el SEÑOR todopoderoso.

24

Dios ha jurado hacerlo, diciendo: Tal es mi propósito y mi plan.

25 He resuelto quebrantar el ejército asirio cuando esté en Israel, y aplastarlo en mis montes. Mi pueblo no será más esclavo suyo.

26 Este es mi plan para toda la tierra; lo realizaré por mi gran poder que alcanza toda la redondez del mundo.

27 El SEÑOR, el Dios de la batalla, ha hablado; ¿quién podrá cambiar sus planes? Cuando su mano se mueve, ¿quién puede detenerlo?

28

Ésta es la comunicación que recibí el año que murió el rey Acaz:

29

No se regocijen, filisteos, de que haya muerto el rey que los hería. Cierto que esa vara está quebrada, pero su hijo será para ustedes peor azote de lo que fue su padre. De la serpiente nacerá una víbora, una víbora de fuego que los destruirá.

30 Yo pastorearé a los pobres de mi pueblo; ellos pacerán en mis pastos. En paz se acostarán los menesterosos. Pero a ti, a ti te raeré mediante el hambre y la espada.

31 Lloren, ciudades filisteas, condenadas están. Condenada está toda su nación, porque un ejército perfectamente entrenado baja desde el norte contra ti.

32 ¿Y qué les diremos a los cronistas? Díganles que el SEÑOR fundó a Jerusalén y él ha resuelto que los pobres de entre su pueblo hallen refugio dentro de sus muros.

15

1

Este es el mensaje de Dios para Moab:

En una sola noche serán destruidas Ar y Quir, ciudades suyas.

2 Tu pueblo en Dimón irá doliente a sus templos para llorar por el destino de Nebo y Medeba. En señal de duelo se rasurarán la cabeza y se cortarán la barba.

3 Irán por las calles vestidos de saco penitencial, y en todo hogar se oirá su llanto.

4 Los gritos de las ciudades de Hesbón y Elalé llegan lejos, hasta Yahaza. Los más valientes guerreros de Moab lloran completamente aterrorizados.

5

¡Mi corazón llora por Moab! Sus habitantes huyen a Zoar y a Eglat Selisiyá. Llorando suben la cuesta de Luhit, y su llanto se oye por todo el camino de Joronayin.

6 ¡Hasta el río Nimrín está desolado! Secas están sus hermosas riberas y ya no hay tiernas plantas.

7 Los desesperados fugitivos toman sólo aquellos bienes que pueden llevar en la mano y huyen a través del arroyo de los Sauces.

8 De un extremo al otro, toda Moab es tierra de llanto.

9 La corriente cercana a Dimón se volverá roja de sangre, ¡pero aún no he terminado con Dimón! Presa de leones serán los sobrevivientes: los que huyan y los que se queden.

16

1

Los refugiados de Moab que están en Selá envían corderos como oferta de alianza hacia el rey de Judá.

2 Las mujeres de Moab son dejadas en los bajos del río Arnón, como aves sin nido.

3 Los embajadores que van con el regalo a Jerusalén suplican que se les dé consejo y auxilio:

—Dennos refugio, protéjannos, no nos entreguen a nuestros enemigos.

4 [4-5] Dejen que nuestros desterrados moren entre ustedes, ocúltenlos de nuestros enemigos. Dios los recompensará por su bondad para con nosotros. Si dejan que los fugitivos de Moab se establezcan entre ustedes, una vez pasado el terror, Dios establecerá el trono de David para siempre, y en ese trono pondrá a un rey justo e íntegro.

5

6

¿Es éste el altivo Moab de quien tanto hemos oído? ¡Su arrogancia e insolencia ahora se han esfumado!

7 Por eso llora toda Moab. Sí, Moab llorará por la abatida Quir Jaréset

8 y por las abandonadas haciendas de Hesbón y los viñedos de Sibma. Los caudillos enemigos talaron las mejores vides; sus tropas llegaron hasta Jazer en el desierto y aun hasta el mar.

9 Así que lloro y me lamento por Jazer y por los viñedos de Sibma. Correrá mi llanto por Hesbón y Elalé, porque ha caído la destrucción sobre sus frutos de verano y sus mieses.

10 Huyó la alegría, huyó el júbilo de la cosecha. Ya no se escuchará el canto alegre en los viñedos, nunca más exprimirán sus pies las uvas para el vino en los lagares. Yo puse fin a todos los goces de la cosecha.

11

¡Ay, lloro, lloro, lloro por Moab, y grande será mi pena por Quir Jaréset!

12 El pueblo de Moab clamará angustiado a sus ídolos en la cumbre de las colinas, pero de nada les valdrá; llamarán a sus dioses en los templos de sus ídolos, pero nadie acudirá en su auxilio.

13 [13-14] Todo esto respecto a Moab ha sido dicho antes, pero ahora el SEÑOR dice que dentro de tres años, sin falta, la gloria de Moab terminará y que pocos de entre su pueblo quedarán vivos.

17

1

Este es el mensaje de Dios para Damasco, capital de Siria:

¡Miren! ¡Damasco ha desaparecido! Ya no es ciudad; se ha convertido en un montón de ruinas.

2 Las ciudades de Aroer están desiertas. En ellas pastan las ovejas, tranquilas y sin miedo, sin nadie que las espante.

3 La fuerza de Israel y el poder de Damasco se acabarán, y el remanente de Siria será destruido. Porque como la gloria de Israel desapareció, también la de ellos se esfumará, declara el SEÑOR todopoderoso.

4 Sí, la gloria de Israel será menguada cuando la pobreza invada el país.

5 Israel quedará tan abandonada como los trigales cosechados del valle de Refayin.

6 ¡Ay, poquísimos de sus habitantes quedarán, así como unas cuantas aceitunas quedan olvidadas en el árbol cuando pasa la cosecha: dos o tres en las más altas ramas, cuatro o cinco en las puntas de las ramas más pequeñas! Así les ocurrirá a Damasco e Israel: serán despojados de sus habitantes y sólo quedarán a salvo unos cuantos pobres.

7 Entonces por fin se acordarán de Dios su Creador y respetarán al Santo de Israel.

8 En aquel día ya no pedirán ayuda a sus ídolos, ni adorarán a lo fabricado por sus manos. Ya no reverenciarán las imágenes de Aserá ni a las imágenes del sol.

9

Sus mayores ciudades quedarán tan desoladas como las lejanas colinas montañosas y las alturas de los montes, y serán como las abandonadas ciudades de los amorreos, desiertas desde que los israelitas se acercaron a ellos hace tanto tiempo.

10 ¿Por qué? Porque se han apartado del Dios que puede salvarlos, la Roca que puede esconderlos. Por lo tanto, aunque hagan raros y valiosos cultivos,

11 y aunque se den tan bien que florezcan la misma mañana en que se siembran, jamás cosecharán. Su única cosecha será una montaña de pena y de incurable dolor.

12

¡Miren! ¡Vean los ejércitos que marchan atronadores contra la tierra de Dios!

13 Pero aunque rujan como las olas que rompen en los arrecifes, Dios les impondrá silencio. Huirán esparcidos como paja al viento, como torbellino de polvo antes de la tormenta.

14 Al anochecer Israel espera aterrorizado, pero al rayar el alba sus enemigos habrán muerto. Esta es la justa recompensa de quienes saquean y destruyen al pueblo de Dios.

18

1

¡Ah, tierra que está más allá de las cabeceras del Nilo, donde los alados botes de vela se deslizan por el río!

2 ¡Tierra que en rápidas embarcaciones envía embajadores Nilo abajo, vuelvan a ti veloces mensajeros! ¡Oh vigorosa y ágil nación temida por doquier, nación conquistadora y destructora cuyo país está dividido por el Alto Nilo! Este es el mensaje para ti:

3

Cuando se alce mi estandarte de batalla sobre el monte, ¡sépase notificado el mundo entero! Cuando suene la trompeta, ¡escuchen!

4 Porque esto me ha dicho el SEÑOR: «Que avance ahora tu poderoso ejército contra la tierra de Israel». Dios observará impasible desde su templo en Jerusalén, sereno como en placentero día estival o en hermosa mañana de otoño durante la siega.

5 Pero antes que lancen el ataque y mientras estén madurando sus planes como uvas, él los cortará como con podadora. Podará los zarcillos que se extienden.

6 Tu poderoso ejército quedará muerto en el campo para que lo devoren las aves del monte y las fieras salvajes. Los buitres andarán desgarrando cadáveres todo el verano y las fieras roerán huesos todo el invierno.

7 Pero vendrá el tiempo en que aquella vigorosa y potente nación terror de todos, lejanos y cercanos, (aquella nación conquistadora y destructora, cuya tierra dividen los ríos), traerá ofrendas al SEÑOR todopoderoso en Jerusalén, donde él ha puesto su nombre.

19

1

Este es el mensaje de Dios respecto a Egipto:

¡Miren! ¡Cabalgando en veloz nube el SEÑOR viene contra Egipto! ¡Los ídolos de Egipto tiemblan, los corazones de los egipcios se derriten de miedo!

2 Yo los pondré a pelear unos contra otros: hermano contra hermano, vecino contra vecino, ciudad contra ciudad, provincia contra provincia.

3 Sus sabios consejeros ya no hallan qué hacer. Piden sabiduría a sus ídolos, consultan a médium, hechiceros y brujas para que los orienten.

4

Yo entregaré a Egipto en manos de un amo duro y cruel, un rey despiadado, dice el verdadero amo de ustedes, el SEÑOR todopoderoso.

5 Y las aguas del Nilo no subirán ni inundarán los campos. Las acequias quedarán resquebrajadas y secas,

6 pestilentes sus canales por las cañas podridas,

7 todo lo verde por las riberas del río se marchitará y el viento se lo llevará. Los cultivos se secarán, todo morirá.

8 Llorarán los pescadores por falta de trabajo, ni los que pescan con anzuelo ni los que usan redes tendrán qué hacer.

9 Los tejedores carecerán de lino y de algodón, pues las cosechas se perderán.

10 Los hombres, grandes y pequeños, estarán abatidos y quebrantados.

11

¡Qué necios consejeros tiene Zoán! El mejor de sus consejos para el rey de Egipto es completamente insensato y equivocado. ¿Continuarán vanagloriándose de su sabiduría? ¿Osarán hablarle al faraón de los muchos sabios que hay entre sus ascendientes?

12 ¿Qué fue de tus «sabios consejeros», faraón? ¿A dónde se les fue la sabiduría? Si son sabios, que te digan lo que el SEÑOR le hará a Egipto.

13 Los «sabios» de Zoán también son necios y los de Menfis absolutamente ilusos. Son los mejores que puedes hallar, pero han arruinado a Egipto con su necio consejo.

14 El SEÑOR les envió espíritu de necedad para que todo lo que sugieran sea equivocado. Hacen que Egipto se tambalee como un borracho enfermo.

15 Nada ni nadie podrá salvar a Egipto, nadie puede mostrarle el camino.

16

En aquel día los egipcios serán tan débiles como mujeres, temblando de miedo ante el puño alzado de Dios.

17 La simple mención del nombre de Israel les infundirá terror en el corazón, porque el SEÑOR todopoderoso ha trazado sus planes contra ellos.

18

En aquel tiempo, cinco de las ciudades de Egipto seguirán al SEÑOR todopoderoso y comenzarán a hablar el idioma hebreo. Una será Heliópolis (La Ciudad del Sol).

19 Y habrá en aquellos días un altar al SEÑOR en el corazón de Egipto, y un monumento al SEÑOR en sus fronteras.

20 Ésta será señal de lealtad al SEÑOR todopoderoso. Entonces, cuando clamen al SEÑOR pidiendo ayuda contra quienes los oprimen, él les enviará un Salvador, y éste los librará.

21

En aquel día el SEÑOR se dará a conocer a los egipcios. Sí, ellos conocerán al SEÑOR y le darán sus sacrificios y ofrendas, le harán promesas a Dios y las cumplirán.

22 El SEÑOR herirá a Egipto y luego lo restaurará, porque los egipcios se volverán al SEÑOR y él escuchará la súplica de ellos y los sanará.

23

En aquel día Egipto e Irak estarán unidos por una carretera y egipcios e iraquíes viajarán libremente entre uno y otro país, y adorarán al mismo Dios,

24 e Israel será su aliado. Los tres estarán juntos e Israel será para ellos bendición.

25 Porque el SEÑOR bendecirá a Egipto y a Irak por causa de su amistad con Israel. Él dirá:

«Bendito sea Egipto, pueblo mío; bendito sea Irak, nación que yo hice; bendito sea Israel, heredad mía».

20

1

El año que Sargón, rey de Asiria, envió al comandante en jefe de su ejército contra la ciudad filistea de Asdod y la tomó,

2 el SEÑOR ordenó a Isaías, hijo de Amoz, que se quitara la ropa, inclusive los zapatos, y anduviera desnudo y descalzo. E Isaías hizo como se le mandó.

3 Entonces el SEÑOR dijo: Mi siervo Isaías, que durante estos tres años ha andado desnudo y descalzo, es símbolo de la tremenda tribulación que traeré sobre Egipto y Etiopía.

4 Porque el rey de Asiria se llevará cautivos a los egipcios y etíopes, obligándolos a andar desnudos y descalzos, tanto a jóvenes como a ancianos, con las nalgas al viento para vergüenza de Egipto.

5 [5-6] ¡Y qué turbación la de los filisteos que confiaban en el «poder de Etiopía», y en su «glorioso aliado» Egipto! Y dirán: «Si esto le ocurre a Egipto, ¿qué será de nosotros?»

21

1

Este es el mensaje de Dios respecto a Babilonia:

Desde el desierto viene contra ustedes un desastre rugiente, como son los torbellinos arrasadores del sur.

2 Veo una espantosa visión: ¡Oh, qué horrendo! Dios me dice lo que hará: ¡los veo saqueados y destruidos! Elamitas y medos participarán en el asedio. Babilonia caerá, y entonces llegará a su fin el gemido de todas las naciones que ella esclavizó.

3 Tengo retortijones y dolor de estómago, siento agudas punzadas de horror, como de mujer que da a luz. Me desmayo al oír lo que Dios planea, estoy horrorizado, me ciega la angustia.

4 Yo desvarío, el corazón me late impetuoso, soy presa de espantoso miedo. Todo reposo nocturno —¡qué agradable era!— ha desaparecido; estoy en mi lecho desierto y tembloroso.

5

¡Miren! ¡Están preparando un gran banquete! Llenan de manjares las mesas, arman sus sillas para comer... ¡Vamos! ¡Pronto, tomen los escudos y alístense para el combate! ¡Los están atacando!

6

[6-7] Mientras tanto en mi visión el Señor me había dicho:

Coloca un vigía sobre la muralla de la ciudad para que grite lo que vea: Cuando vea pares de jinetes cabalgando en burros y camellos, dile: «¡Ya está!»

7

8

[8-9] Coloqué, pues, al vigía sobre la muralla y al fin él gritó:

—Señor, día y noche he estado aquí en mi puesto; ahora por fin, ¡mire! ¡Allá vienen jinetes apareados!

Entonces oí una voz que clamaba:

—¡Cayó, cayó Babilonia, y todos los ídolos de Babilonia yacen despedazados por tierra!

9

10

¡Oh pueblo mío, trillado y aventado, les he dicho cuanto el SEÑOR todopoderoso, el Dios de Israel, ha dicho!

11

Este es el mensaje de Dios para Edom:

Alguien de entre ustedes continuamente me llama: «Guarda, ¿qué de la noche? Guarda, ¿qué de la noche? ¿Cuánto tiempo falta?»

12

El guarda responde: «El día de su juicio está amaneciendo. Vuélvanse a Dios para que yo pueda darles mejores noticias. Búsquenlo, y luego vuelvan a preguntar».

13

Este es el mensaje de Dios respecto a Arabia:

«¡Oh caravanas procedentes de Dedán, ustedes se ocultarán en los desiertos de Arabia!

14 Pueblo de Temá: Traigan comida y agua para estos cansados fugitivos.

15 Vienen huyendo de las espadas desnudas, las agudas flechas y los terrores de la guerra.

16 Mas pasará un largo año a partir de ahora, dice el SEÑOR, y el gran poder del enemigo de ellos, la poderosa tribu de Cedar, acabará.

17 Sólo unos cuantos de sus aguerridos arqueros sobrevivirán».

El SEÑOR, el Dios de Israel, ha hablado.

22

1

Este es el mensaje de Dios respecto a Jerusalén:

¿Qué sucede? ¿A dónde van todos? ¿Por qué corren a las azoteas? ¿Qué miran?

2 Hay gran conmoción en la ciudad. ¿Qué le ocurre a esta activa y alegre ciudad? ¡Cadáveres! ¡Cadáveres por doquier, muertos por la plaga y no por la espada!

3 Todos tus caudillos huyen; se rinden sin pelear. La gente se escabulle, pero también ella es capturada.

4 Déjenme llorar, no traten de consolarme, déjenme llorar por mi pueblo al ver cómo lo destruyen.

5 ¡Ay, qué día de angustiosa tribulación! ¡Qué día de confusión y terror ha enviado el SEÑOR Dios todopoderoso! Derruidos están los muros de Jerusalén, y las laderas de los montes hacen eco al grito de muerte.

6 [6-7] Elamitas son los arqueros, sirios conducen los carros, los hombres de Kir sostienen los escudos. Estos enemigos llenan los más hermosos valles de Jerusalén y se apiñan contra sus puertas.

7

8

Dios ha retirado su solícita protección. Corren al arsenal en busca de armas.

9 [9-11] Inspeccionan los muros de Jerusalén para ver qué hay que reparar. Ven las casas y tiran algunas para conseguir piedras para reparar los muros. En el interior de la ciudad construyen un depósito de reserva con agua del estanque de abajo. Pero de nada valdrán sus presurosos planes pues no han pedido la ayuda de Dios, el cual hizo que les sobreviniera este desastre. Fue él quien lo planeó desde hace mucho.

10

11

12 El SEÑOR Dios todopoderoso los llamó a arrepentirse, a llorar, lamentar y rasurarse la cabeza dolidos por sus pecados, y a vestirse de saco penitencial para mostrar arrepentimiento.

13 Pero en vez de ello, cantan, danzan y juegan, comen y beben.

«Comamos, bebamos y alegrémonos, dicen, ¡qué más da, si mañana moriremos!

14

El SEÑOR Dios todopoderoso me ha revelado que este pecado no se les perdonará hasta el día de su muerte.

15 [15-16] Además, el mismo SEÑOR Dios todopoderoso me ha dicho esto: Ve y dile a Sebna, el administrador del palacio: «¿Quién te imaginas que eres, tú que edificas para ti este hermoso sepulcro en la roca?

16

17 Porque el SEÑOR que te permitió vestirte con tal magnificencia, te arrojará y te enviará en cautiverio. ¡Oh gran hombre,

18 el Señor te hará un bodoque en su mano y te lanzará a tierra lejana y estéril! ¡Allá morirás, tú que te crees varón glorioso, tú que deshonras a tu nación!

19

Sí, te echaré de tu puesto, dice el SEÑOR, y te derribaré de tu elevada posición.

20 Y llamaré luego a mi siervo Eliaquín, hijo de Jilcías, para sustituirte.

21 Él tendrá tu uniforme, título y jurisdicción, y será un padre para el pueblo de Jerusalén y para todo Judá.

22 Le daré autoridad sobre todo mi pueblo. Lo que diga él se hará, nadie podrá detenerlo.

23 [23-24] Lo convertiré en fuerte y firme percha que sostenga a mi pueblo. Sobre él echarán carga. Él llevará con toda honra su nombre.

24

25 Pero aquella otra percha que parece estar tan firme en la pared, el SEÑOR la arrancará. Saldrá y caerá en tierra, y cuanto ella sostenga la acompañará en la caída, porque el SEÑOR ha hablado.

23

1

Este es el mensaje de Dios para Tiro:

¡Lloren, naves de Tarsis que regresan de tierras lejanas! ¡Lloren por su puerto, porque ha desaparecido! Los rumores que oyeron en Chipre eran verdaderos.

2 [2-3] Sólo el silencio de muerte reina por todas partes. Hay silencio en donde antes existía su agitado puerto, cuando estaba lleno de naves de Sidón que traían mercancías del otro lado del océano, desde Egipto y de las orillas del Nilo. Tú eras el emporio del mundo.

3

4 Avergüénzate, Sidón, fortaleza del mar, porque has quedado sin hijos.

5 Cuando Egipto se entere, tendrá gran dolor.

6 Huyan llorando a Tarsis, hombres de Tiro.

7 Esta silenciosa ruina es lo que queda de la que un día fue su fecunda tierra. ¡Qué grande fue tu historia! ¡Pensar en todos los colonos que enviaste a tierras lejanas!

8

¿Quién ha acarreado este desastre a Tiro, la que edificó imperios y fue reina de los mercaderes del mundo?

9 ¡El SEÑOR todopoderoso lo ha hecho para abatir tu orgullo y para mostrar su desprecio por toda arrogante grandeza humana!

10 ¡A la mar, a la mar, naves de Tarsis, que ya no tienen puerto!

11 El SEÑOR extiende su mano sobre los mares, hace temblar los reinos de la tierra. El SEÑOR ha hablado contra esta gran ciudad mercantil, para destruir su arrogante fortaleza.

12

Él dice: Nunca más te regocijarás ni tendrás vigor. ¡Oh deshonrada virgen hija de Sidón, aunque huyas a Chipre no hallarás reposo!

13

Tiro será echada a las fieras por los babilonios, no por los asirios. Aquellos la asediarán, arrasarán sus palacios y la convertirán en montón de ruinas.

14 ¡Aúllen, naves que surcan los océanos, porque destruido está el puerto que las acogía!

15

[15-16] Setenta años yacerá Tiro en el olvido. Luego en los días de otro rey, la ciudad resucitará. Entonará dulces cantos como la ramera que después de largo tiempo ausente de sus amantes, vuelve a recorrer las calles en su busca y ellos la recuerdan.

16

17 Sí, después de setenta años el SEÑOR revivirá a Tiro, pero ésta no habrá cambiado; volverá a sus antiguas maldades en todo el mundo.

18 Sin embargo ¡día lejano vendrá en que sus negocios rendirán fruto para el SEÑOR! No estarán atesorados, sino que entonces se emplearán para obtener buen alimento y fina ropa para los sacerdotes del SEÑOR.

24

1

¡Miren! ¡El SEÑOR está arrasando la tierra de Judá y la está convirtiendo en vasto campo desolado y destruido! Miren cómo saca a su pueblo de sus territorios y lo esparce por la tierra.

2 Sacerdotes y pueblo, siervos y señores, esclavas y amas, compradores y vendedores, prestamistas y los que toman prestado, banqueros y deudores: ¡nadie escapará!

3 La tierra será totalmente vaciada y saqueada. El SEÑOR ha hablado.

4

[4-5] La tierra sufre por los pecados de su pueblo. La tierra languidece, los cultivos se marchitan, los cielos niegan la lluvia. El país está corrompido por el crimen; el pueblo ha torcido las leyes de Dios y ha quebrantado sus mandamientos eternos.

5

6 Por lo tanto sobre ellos cae la maldición de Dios: quedan aislados, destruidos por la sequía, pocos quedarán con vida.

7

Todos los goces de la vida huirán, la vendimia fracasará, no habrá vino, los festejadores suspirarán y llorarán.

8 No se escucharán más las melodiosas cuerdas del arpa ni la pandereta, se acabaron los días dichosos.

9 Ya no existen los gozos del vino y el canto, el licor se torna amargura en la boca.

10

La ciudad es un caos. Casas y tiendas están fuertemente atrancadas, como defensa contra el saqueo.

11 Se forman turbamultas que recorren las calles pidiendo vino. Se acabó el gozo, la alegría ha sido expulsada de la tierra.

12 La ciudad quedó en ruinas, sus puertas están derribadas.

13 Por todo el país sucede lo mismo; sólo queda un remanente.

14

Pero todos los que queden gritarán y cantarán de gozo: los del occidente alabarán la majestad de Dios

15 [15-16] y los del oriente les responderán con alabanzas. Escúchenlos cantarle al SEÑOR desde los puntos más alejados de la tierra, cantando la gloria del Justo.

Pero yo tengo el corazón abrumado de dolor, porque aún prevalecen por todas partes la maldad y la traición.

16

17 El terror y cautiverio del infierno son aún su experiencia cotidiana, hombres del mundo.

18 Cuando huyan despavoridos caerán en un hoyo, y si de él escapan, darán en una trampa, porque es del cielo que viene sobre ustedes la destrucción. El mundo tiembla bajo sus pies.

19 La tierra se ha derrumbado en completa ruina. Todo está perdido, abandonado y confuso.

20 El mundo se tambalea como lo hace un ebrio, se agita como una tienda en la tormenta. Cae para no levantarse más, porque inmensos son los pecados de la tierra.

21

En aquel día el SEÑOR castigará en el cielo a los ángeles caídos, y en la tierra a los orgullosos gobernantes del mundo.

22 Serán acorralados como prisioneros y puestos en calabozos hasta que se les juzgue y condene.

23 Entonces el SEÑOR todopoderoso subirá a su trono en Sión y gobernará gloriosamente en Jerusalén, a la vista de todos los dignatarios de su pueblo. Tan grande será el resplandor de esa gloria que hará desvanecer la brillantez del sol y de la luna.

25

1

¡Oh SEÑOR, honraré y alabaré tu nombre, porque tú eres mi Dios, tú haces grandes maravillas! Hace tiempo las planeaste y ahora las has ejecutado, tal como dijiste.

2

Tú conviertes en ruinas las grandes ciudades. Las más firmes fortalezas son transformadas en escombros. Hermosos palacios en lejanas tierras desaparecen y jamás son reconstruidos.

3 Por todo ello, temblarán de miedo ante ti las naciones fuertes; despiadadas naciones te obedecerán y glorificarán tu nombre.

4

Mas para los pobres, oh SEÑOR, tú eres como refugio ante la tormenta, sombra contra el calor, amparo contra los hombres crueles que son como tenaz aguacero capaz de deshacer un muro de tierra.

5 Como las nubes refrescan la tierra cálida y seca, así enfriarás tú el orgullo de las naciones implacables.

6 Aquí en el monte Sión en Jerusalén, el SEÑOR todopoderoso brindará un admirable festín para todos los habitantes del mundo: habrá deliciosos manjares, vinos claros añejados y la mejor carne.

7 En aquel día alejará él la nube de tristeza, el ambiente fúnebre que cubre la tierra.

8 El SEÑOR le quitará el poder a la muerte para siempre. El Señor secará toda lágrima y ahuyentará para siempre todas las injurias y burlas que se dirigen contra su tierra y su pueblo. ¡El SEÑOR ha hablado! ¡Sin duda cumplirá su palabra!

9

En aquel día proclamará el pueblo:

«Éste es nuestro Dios, en quien confiamos, a quien hemos esperado. Ahora por fin está aquí». ¡Qué día de regocijo!

10 Porque la buena mano del SEÑOR reposará cuidadosa sobre Jerusalén, y Moab será aplastado como si fuera paja bajo sus pies y luego se pudrirá.

11 Dios los echará abajo, como el nadador que empuja el agua con sus manos. Acabará con el orgullo y las malas obras de ellos.

12 ¡Destruidas y hechas polvo serán las altas murallas de Moab!

26

1

¡Escúchenlos cantar! En aquel día toda la tierra de Judá entonará esta canción:

«¡Fuerte es nuestra ciudad! ¡Estamos rodeados por los muros de su salvación!»

2

Ábranles a todos las puertas de la ciudad, pues pueden entrar todos cuantos aman al SEÑOR.

3 Él cuidará en perfecta paz a todos los que confían en él y cuyos pensamientos buscan a menudo al SEÑOR.

4

Confíen siempre en el SEÑOR Dios, porque en el Señor hay fortaleza eterna.

5

El SEÑOR humilla a los orgullosos y convierte en polvo a la ciudad altiva; las murallas de ésta se derrumban

6 y él se la entrega a los pobres.

7

Pero el camino de los buenos no es áspero ni empinado; Dios no les da una senda traicionera y áspera, sino una que ha sido por él mismo allanada.

8

¡Oh SEÑOR, nos deleita cumplir tu voluntad! ¡El anhelo de nuestro corazón es hacer famoso tu nombre!

9

Toda la noche te busco; busco a Dios con todo fervor; sólo cuando vengas a juzgar la tierra y a castigarla, el pueblo se apartará de su maldad y hará lo que es justo.

10

Tu bondad para con los malos no los hace buenos, sino que ellos siguen empecinados en el mal sin tener respeto por tu majestad.

11 No escuchan cuando tú amenazas, no alzan la vista para ver tu puño levantado. ¡Muéstrales cuánto amas a tu pueblo! ¡Quizá eso los avergüence! ¡Sí, que los consuma el fuego reservado para tus enemigos!

12

SEÑOR, concédenos paz, pues todo lo que tenemos y somos de ti procede.

13 ¡Oh, SEÑOR Dios nuestro, hace tiempo que adoramos a otros dioses, pero ahora te adoramos sólo a ti!

14 Aquéllos a quienes servimos, muertos y desaparecidos están, jamás retornarán. Viniste contra ellos y los destruiste, y hace tiempo que fueron olvidados.

15 ¡Oh, alaben al SEÑOR! ¡Él ha dado mucha fortaleza a nuestra nación! ¡El SEÑOR ha ensanchado las fronteras de nuestra patria!

16

SEÑOR, angustiados te buscaron. Cuando les llegó tu castigo, entonces exhalaron su temerosa oración.

17

¡Cómo echábamos de menos tu presencia, SEÑOR! Sufrimos como mujer que está a punto de dar a luz y que grita y se retuerce de dolor.

18 También nosotros nos retorcíamos en nuestra agonía, pero nada, nuestros esfuerzos no produjeron liberación.

19 Pero esta seguridad tenemos: ¡Los que pertenecen a Dios volverán a vivir! ¡Sus cuerpos volverán a levantarse! ¡Los que moran en el polvo despertarán y cantarán de gozo! ¡Porque la luz del Dios de la vida se derramará como rocío sobre ellos!

20

¡Vete a casa, pueblo mío, y atranca las puertas! Escóndete un poquito hasta que la ira del SEÑOR contra tus enemigos haya pasado.

21 ¡Miren! Baja del cielo el SEÑOR para castigar al pueblo de la tierra por sus pecados. La tierra no esconderá más a los homicidas. Los culpables serán descubiertos.

27

1

En aquel día el SEÑOR tomará su tremenda y veloz espada y castigará al Leviatán, rauda serpiente, serpiente tortuosa, dragón marino.

2

En aquel día de la liberación de Israel entónese este himno:

3

«Israel es mi viña y yo, el SEÑOR, cuidaré las viñas fructíferas. Cada día las regaré y las vigilaré día y noche para mantener alejados a todos los enemigos.

4 [4-5] Mi ira contra Israel ya terminó. Si hallo que la acosan zarzas y espinas, las quemaré, a menos que estos enemigos tuyos se rindan y supliquen mi paz y mi protección.

5

6 Vendrá el tiempo en que Israel echará raíces, retoñará y florecerá llenando toda la tierra con sus frutos».

7

[7-8] ¿Ha castigado Dios a Israel tanto como a los enemigos de éste? No, pues ha devastado a sus enemigos en tanto que a Israel lo ha castigado sólo levemente, exiliándolo a tierras lejanas como arrastrado por tormenta del oriente.

8

9 Y ¿por qué lo hizo Dios? Fue para limpiarlo de sus pecados, y librarlo de todos sus ídolos y de los altares para éstos. Ahora jamás volverán a ser adorados.

10 Tus ciudades amuralladas quedarán silenciosas y vacías, abandonadas las casas, invadidas las calles por malas hierbas, y las vacas pacerán por la ciudad rumiando ramas y arbustos.

11

Mi pueblo es como secas ramas de árbol, quebradas y puestas como leña debajo de las ollas. Son una nación necia, un pueblo fatuo e insensato, puesto que se aparta de Dios. Por lo tanto, no se apiadará de sus habitantes el que los hizo, ni les mostrará misericordia.

12

Pero vendrá el tiempo en que uno por uno los recogerá el SEÑOR como quien escoge granos con la mano, seleccionándolos de aquí y de allá de entre su gran era que se extiende desde el río Éufrates hasta los límites de Egipto.

13 En aquel día sonará la gran trompeta y muchos que estaban para morir entre sus enemigos, asirios y egipcios, serán librados y llevados a Jerusalén para que adoren al SEÑOR en su santo monte.

28

1

¡Ay de la ciudad de Samaria! Samaria, rodeada de su rico valle, orgullo y deleite de los borrachos de Israel. ¡Ay de su belleza que se marchita, máximo esplendor de una nación cuyos hombres yacen ebrios por las calles!

2 Porque el SEÑOR enviará un poderoso ejército, el asirio, contra ti, el que como enorme granizada se abatirá sobre ti y te derribará en tierra.

3 La altiva ciudad de Samaria —sí, el gozo y deleite de los borrachos de Israel— será lanzada a tierra y pisoteada por pies enemigos.

4 La que fue gloriosa, cuya belleza se marchita lentamente, rodeada por fértil valle, súbitamente desaparecerá; manos codiciosas la arrebatarán como a higo temprano, el que es ávidamente arrancado y devorado.

5

Entonces por fin el propio SEÑOR todopoderoso será su corona de gloria, la diadema de belleza para los que queden de su pueblo.

6 El SEÑOR dará a sus jueces anhelo de justicia y a sus soldados gran valor para que peleen hasta el último hombre defendiendo sus puertas.

7 ¡Pero hoy está gobernada por borrachos! Sus sacerdotes y profetas vacilan y se tambalean, cometiendo estupideces y errores.

8 Sus mesas están cubiertas de vómito, por todas partes hay inmundicia.

9

«¿Quién se imagina ser este Isaías», dice el pueblo, «para hablarnos de esta forma? ¿Somos acaso niños que casi no saben hablar?

10 ¡Nos dice las cosas una y otra vez, renglón por renglón, con palabras tan simples!»

11

Pero no quieren escuchar, ¡el único idioma que entienden es el castigo! Por eso Dios los castigará enviando contra ellos extranjeros que hablan extraña jerga, ¡sólo así le escucharán!

12 Podrían disfrutar de reposo en su propia tierra si obedecieran a Dios y fueran generosos y buenos. Eso les dijo el SEÑOR, pero no quisieron oírle.

13 Entonces el SEÑOR se lo dirá claramente, y se lo repetirá una y otra vez con palabras sencillas hasta donde pueda. Pero ellos tropezarán en este mensaje sencillo y directo; caerán y serán quebrantados, atrapados y capturados.

14

Oigan por tanto la palabra del SEÑOR, burlones gobernantes de Jerusalén:

15 Han firmado pacto con la muerte, dicen, y se han vendido al diablo a cambio de su protección contra los asirios. «No podrán tocarnos», dicen, «pues estamos protegidos por uno que los engañará y los burlará».

16

Pero el SEÑOR Dios dice:

«¡Miren, estoy poniendo en Sión una piedra como fundamento; es de gran belleza y probada en su resistencia y rectitud, muy segura para edificar sobre ella! El que crea jamás tendrá que huir otra vez.

17 Tomaré la cuerda y la plomada de justicia para examinar la rectitud y resistencia de los cimientos que han construido. Su apariencia es excelente, pero es tan débil que una granizada los derribaría. Vendrá el enemigo como corriente de agua y lo arrasará, y ustedes se ahogarán.

18 Yo romperé su pacto con la muerte y el diablo para que cuando irrumpa el torrente enemigo sean pisoteados por tierra.

19 Una y otra vez volverá aquel torrente y los arrastrará hasta que finalmente comprendan con horror lo verdaderas que son mis advertencias».

20

El lecho que hicieron es demasiado corto, no caben en él; las frazadas son demasiado angostas y no los cubren.

21 Súbita y airadamente vendrá el SEÑOR, como en el monte Perasín y en Gabaón, para hacer algo extraño e inaudito: ¡destruir a su propio pueblo!

22 Así que no más burlas para que su castigo no sea aún mayor, pues el SEÑOR Dios todopoderoso me ha dicho claramente que está resuelto a aplastarlos.

23

[23-24] Escúchenme, escuchen mi súplica: ¿Siembra continuamente el labrador sin cosechar jamás? ¿Abre el surco eternamente sin sembrar nunca?

24

25 ¿No siembra al fin sus diversos granos, cada cual en una sección del terreno?

26 Él sabe exactamente qué debe hacer, porque Dios ha hecho que vea y entienda.

27 Él no trilla todo grano de la misma manera. No golpea el eneldo con un mazo, sino con un palo. No se pasa la rueda trilladora sobre el comino, sino que suavemente se le da con una vara.

28 El trigo se aplasta con facilidad, y por eso no lo golpea mucho.

29 El SEÑOR Dios todopoderoso es un maestro admirable y da sabiduría al labrador.

29

1

¡Ay de Jerusalén, la ciudad de David! Año tras año presentan múltiples ofrendas,

2 pero yo enviaré un gran castigo sobre ustedes que les causará llanto y dolor. Porque Jerusalén será como indica su nombre, «Ariel», que significa «altar cubierto de sangre».

3 Yo seré su enemigo, yo rodearé a Jerusalén y la sitiaré, y luego construiré fuertes en torno a ella para destruirla.

4 Su voz será como un susurro de fantasma desde el sitio en donde yacerán enterrados sus habitantes.

5

Pero súbitamente sus implacables enemigos serán rechazados como si fueran paja barrida por el viento.

6 En un instante yo, el SEÑOR todopoderoso, me arrojaré sobre ellos con trueno, terremoto, torbellino y fuego.

7 Y todas las naciones que combaten contra Jerusalén se desvanecerán como una quimera.

8 Como el hambriento sueña con comer pero queda hambriento, y como el sediento sueña con beber pero queda atormentado por la sed al despertar, así sus enemigos soñarán victoriosas conquistas pero en vano.

9

¿Se quedan maravillados, incrédulos? ¿No lo creen? ¡Pues adelante, y continúen ciegos si así ha de ser! ¡Torpes están, y no por la embriaguez! ¡Se tambalean, y no por el vino!

10 Porque el SEÑOR ha derramado sobre ustedes espíritu de profundo sueño. Ha cerrado los ojos de sus profetas y videntes

11 para que todos estos sucesos futuros sean para ellos como libro sellado. Cuando se lo entregan a uno para que lo lea, éste dice:

—No puedo, porque está sellado.

12

Se lo dan a otro, y dice:

—Lo siento, no sé leer.

13

Y entonces el Señor dice:

Puesto que este pueblo dice que me pertenece pero no me obedece, y puesto que su adoración se limita a palabras y repeticiones de fórmulas de memoria,

14 me vengaré espantosamente de estos hipócritas, y entonteceré a sus más sabios consejeros.

15

¡Ay de quienes procuran ocultar del SEÑOR sus planes, que procuran esconderle lo que hacen! «Dios no puede vernos», se dicen, «no sabe lo que está ocurriendo.»

16

¡De qué estupidez son capaces! El Alfarero, ¿no es mayor que las vasijas que hace? ¿Le dirán: «No fue él quien nos hizo»? ¿La máquina llama tonto a su inventor?

17

Pronto, no tardará mucho, el páramo del Líbano volverá a ser un campo fructífero, lozano y fértil bosque.

18 En aquel día los sordos oirán la palabra del libro, y desde su tristeza y tinieblas los ciegos conocerán mis planes.

19 Los mansos rebosarán nuevo júbilo procedente del SEÑOR y los pobres se gozarán en el Santo de Israel.

20 Desaparecerán los opresores y los burladores ya no existirán, y morirán cuantos traman maldades:

21 el violento que riñe por un quítame allá esas pajas, el que acecha escondido para atacar al juez que lo condenó, y los que valiéndose de cualquier excusa cometen injusticias.

22

Por eso dice el SEÑOR que liberó a Abraham:

Ya mi pueblo no volverá a palidecer de miedo ni será más avergonzado.

23 Pues cuando vean el explosivo aumento de población y la prosperidad de su economía en expansión, temerán y se gozarán en la fama de mi nombre, y alabarán al Santo de Israel, y con admiración estarán en su presencia.

24 Los que estaban equivocados creerán en la verdad y los quejosos estarán dispuestos a recibir enseñanza.

30

1

¡Ay de mis hijos rebeldes!, dice el SEÑOR, ¡piden consejo de todos menos de mí, y resuelven hacer precisamente lo que yo no quiero! Hacen pactos sin mi consentimiento, y cometen pecados una y otra vez.

2 Porque sin consultarme han descendido a Egipto en busca de auxilio y han puesto su esperanza en que el faraón los proteja.

3 Pero al confiar en el faraón se verán desengañados, humillados y avergonzados, pues él no podrá librarlos con base sólo en promesas.

4 Pues aunque su poder se extienda hasta los territorios de Zoán y Janes,

5 todo terminará en vergüenza para ti. Él no podrá ayudarte en lo más mínimo.

6

Véanlos avanzar lentamente a través del terrible desierto hacia Egipto, con burros y camellos cargados de tesoros para pagar el auxilio de Egipto. Atraviesan los yermos habitados por leones y veloces víboras. ¡Pero Egipto no les dará nada en cambio!

7 Las promesas de Egipto no valen nada, «Dragón Renuente» lo llamo yo.

8

Vé ahora y escribe esta palabra mía respecto a Egipto, para que permanezca hasta el fin del tiempo, eternamente, como denuncia de la incredulidad de Israel. Escríbela,

9 porque si no la escribes, dirán que nunca los previne.

«¡Oh, no!», dirán, «¡jamás nos dijiste eso!», porque son rebeldes empecinados.

10

[10-11] A mis profetas les dicen:

«¡A callar! ¡Basta de mensajes suyos!»

O dicen:

«No nos digan la verdad, dígannos algo agradable, dígannos mentiras alegres. Olvídense ya de esas cosas tristes que anuncian, ya hemos oído más que suficiente de su Santo de Israel».

11

12

Esto es lo que responde el Santo de Israel:

«Ya que desprecian lo que digo, y en cambio confían en fraudes y mentiras, y no quieren arrepentirse,

13 inesperada calamidad les sobrevendrá, como muro alto y agrietado que está a punto de derrumbarse.

14 Como a plato frágil los aplastará Dios, sin tenerles misericordia. No quedará pedazo de tamaño suficiente que sirva para llevar brasas del fogón, ni un poquito de agua del pozo».

15

Porque el SEÑOR Dios, el Santo de Israel dice:

«Sólo volviéndose a mí y confiando en mí serán salvados. En la quietud y confianza en mí está su fuerza, pero nada de eso tendrán.

16 “No”, dicen, “de Egipto obtendremos auxilio, ellos nos darán veloces caballos para entrar en batalla”. ¡Pero la única velocidad que percibirán será la de sus enemigos que los persiguen!

17 Uno de ellos perseguirá a mil de ustedes, cinco de ellos serán suficientes para esparcirlos a ustedes hasta que no queden ni dos juntos. Ustedes serán como árboles solitarios en las cumbres de los montes lejanos».

18

Pero el SEÑOR aún espera que acudan a él para poder demostrarles su amor. Él los conquistará para bendecirlos, tal como lo ha dicho, porque el SEÑOR es fiel a su promesa. Bienaventurados son cuantos esperan confiados en la ayuda del SEÑOR.

19

¡Oh, pueblo mío de Jerusalén, no llores más, pues al oír el clamor de tu llanto él derramará su gracia sobre ustedes, él les responderá!

20 Aunque les dé pan de adversidad y agua de aflicción, estará con ustedes para enseñarles. Con sus propios ojos verán a su Maestro.

21 Y si abandonan las sendas de Dios y se extravían, escucharán tras ustedes una voz que dirá:

—No, éste es el camino, caminen por aquí.

22

Y destruirán todos sus ídolos de plata y todas sus imágenes de oro, y arrojarán todo como inmundicia que les repugna tocar.

—¡Uf!, les dirán, ¡fuera!

23

Entonces Dios los bendecirá con lluvia en el tiempo de la siembra y con grandes cosechas y abundantes pastos para su ganado.

24 Los bueyes y los burros que aran la tierra comerán trigo cuya paja será llevada por el viento.

25 En aquel día en que Dios intervenga para destruir a sus enemigos, les dará corrientes de agua que bajarán de cada monte y collado.

26 La luna será tan brillante como el sol, y la luz de éste más esplendorosa que la de siete días claros. Así será el tiempo cuando el SEÑOR comience a sanar a su pueblo y a curarle las heridas que le causó.

27

Miren, de lejos acude el SEÑOR, ardiendo en ira, rodeado de espeso humo que sube. Tiene los labios llenos de furor y sus palabras consumen como fuego.

28 Su ira se derrama como torrente sobre todos ellos para arrasarlos. Zarandeará en las altivas naciones como si estuvieran en un tamiz; luego les pondrá una brida y las llevará al patíbulo.

29

Pero el pueblo de Dios entonará un cántico de solemne gozo, como los que se entonan de noche en las fiestas sagradas. A su pueblo se le alegrará el corazón como cuando un flautista guía al grupo de peregrinos que se dirigen a Jerusalén, al monte del SEÑOR, la Roca de Israel.

30 Y el SEÑOR hará oír su majestuosa voz y descargará su potente brazo sobre sus enemigos con gran indignación, con llamas consumidoras, torbellinos, tremendas tormentas e inmensos granizos.

31

La voz del SEÑOR castigará a los asirios, quienes le habían servido de vara de castigo.

32 Y cuando el SEÑOR los hiera, su pueblo celebrará con música y cantos.

33 Hace tiempo está lista la hoguera funeraria de Moloc, el dios asirio, listo el montón de leña. El aliento del SEÑOR como fuego de volcán la encenderá.

31

1

¡Ay de quienes corren a Egipto en busca de ayuda y confían en su poderosa caballería y sus carros, en vez de poner la mirada en el Santo de Israel y consultarlo a él!

2 Por su sabiduría, el SEÑOR enviará grandes males a su pueblo y no cambiará de opinión. Se alzará contra ellos por el mal que han hecho, y también a sus aliados los aplastará.

3 Porque estos egipcios no son más que hombres, ¡no son Dios! ¡Débil carne son sus caballos, y no espíritus poderosos! Cuando el SEÑOR cierre el puño ante ellos, tropezarán y caerán en medio de aquellos a quienes procuran ayudar. Juntos sufrirán la derrota.

4

[4-5] Pero el SEÑOR me ha dicho esto:

Cuando un león, aunque sea cachorro, mata una oveja, no se cuida de los gritos y ruidos del pastor, devora sin detenerse. De igual manera vendrá el SEÑOR y combatirá sobre el monte Sión. ¡No habrá quien lo amedrente! El SEÑOR todopoderoso se cernirá sobre Jerusalén como ave que revolotea en torno a su nido. Descenderá a la ciudad y la librará.

5

6

¡Por lo tanto, oh pueblo mío, por más que ustedes sean malvados rebeldes, vengan, vuélvanse a Dios!

7 Yo sé que vendrá el día glorioso en que cada uno de ustedes arroje sus ídolos de oro e imágenes de plata que en su tiempo de iniquidad se habían hecho.

8 Y los asirios serán destruidos, pero no por espada manejada por algún hombre: ¡la espada de Dios los herirá! Se llenarán de pánico y huirán, y los vigorosos mancebos asirios serán llevados como esclavos.

9 Hasta sus generales temblarán aterrorizados y huirán al ver las banderas de guerra de Israel, dice el SEÑOR. Porque la llama de Dios arde vivamente en Jerusalén.

32

1

¡Miren, un rey justo viene acompañado de príncipes honrados!

2 Él protegerá a Israel de la tormenta y el viento, le dará refrigerio como río en el desierto, como la refrescante sombra de una potente roca en tierra calurosa y árida.

3 Entonces por fin se abrirán los ojos de Israel para ver a Dios, el pueblo escuchará la voz de su Dios.

4 Hasta los alborotadores estarán llenos de sensatez y comprensión, y los que tartamudean inseguros, hablarán con toda claridad.

5

En aquellos días no serán admirados los descreídos, los charlatanes. Los ricos estafadores no serán tenidos por hombres generosos y sobresalientes.

6 Todo el mundo sabrá con sólo verlo quién es malo, y los hipócritas no engañarán a nadie. Sus mentiras respecto a Dios y sus fraudes contra los necesitados estarán a la vista de todos.

7 Se descubrirán las triquiñuelas de los malvados, así como las mentiras con las cuales oprimían a los pobres en los tribunales.

8 Pero los buenos serán generosos con el prójimo, y Dios los bendecirá por todo lo que hacen.

9

Escúchenme, mujeres que viven en la ociosidad, escúchenme y les diré su recompensa:

10 Dentro de poco, algo más de un año, tendrán súbita preocupación, ustedes que están despreocupadas. Porque se perderá la cosecha de frutas y no se realizará la siega.

11 Tiemblen, mujeres de vida cómoda, renuncien a la despreocupación. Quítense su linda ropa, pónganse saco penitencial por su dolor.

12 Golpéense los pechos de pena por las ricas haciendas que pronto se les irán de las manos, y por las fértiles viñas de antaño.

13 Porque sus tierras se llenarán de espinos y zarzas, desaparecerán sus alegres casas y felices ciudades.

14 Deshabitados quedarán los palacios y las mansiones, y vacías las ciudades populosas. Montaraces manadas de burros y cabras pastarán en los montes donde estaban las torres de vigía.

15 Hasta que al fin desde el cielo se derrame el Espíritu sobre nosotros. Entonces volverán a producirse enormes cosechas,

16 entonces la justicia regirá en todo el país

17 y, fruto de la justicia, la paz. La quietud y la confianza reinarán para siempre.

18 Mi pueblo vivirá en seguridad y tranquilidad en su tierra.

19 Pero los asirios serán destruidos y arrasadas sus ciudades.

20

Y Dios bendecirá grandemente a su pueblo. En dondequiera que siembren se producirán abundantes cosechas, y sus rebaños y manadas pastarán en verdes prados.

33

1

¡Ay de ustedes, asirios, que lo han destruido todo a su alrededor sin haber sufrido jamás en carne propia la destrucción! ¡Exigen que otros cumplan lo que les prometen, y ustedes los traicionan! Ahora les toca a ustedes ser traicionados y destruidos.

2

¡Pero a nosotros, oh SEÑOR, muéstranos misericordia, porque en ti hemos confiado! Sé nuestra fuerza cada día y nuestro auxilio cuando sobrevenga la tribulación.

3 Al escuchar tu voz huye el enemigo; cuando tú te alzas, se desbandan las naciones.

4 Como las langostas despojan las eras y las viñas, despojará Jerusalén al derrotado ejército de Asiria.

5

Excelso es el SEÑOR, quien tiene su morada en el cielo. Él convertirá a Jerusalén en hogar de justicia, bondad y rectitud.

6 Hay para Judá abundancia de salvación guardada en lugar seguro, junto con sabiduría, conocimiento y reverencia a Dios.

7

Pero ahora sus embajadores lloran con amargo desengaño, porque Asiria ha rechazado su clamor de paz.

8 Sus caminos están arruinados, los viajeros se desvían por caminos apartados. Los asirios han quebrantado su pacto de paz, y nada les importan las promesas hechas en presencia de testigos; a nadie respetan.

9 Hay tribulación en toda la tierra de Israel; el Líbano ha sido destruido; Sarón se ha vuelto un desierto; Basán y el Carmelo han sido saqueados.

10

Pero el SEÑOR Dios dice:

Yo me levantaré y demostraré mi poder y fuerza.

11 Nada ganarán ustedes los asirios con todos sus esfuerzos, su propio aliento se volverá fuego que los consumirá.

12 Sus ejércitos arderán y serán reducidos a cal, como si fueran espinos cortados y echados al fuego.

13

¡Escuchen lo hecho por mí, oh naciones lejanas! ¡Y ustedes las cercanas, reconozcan mi poderío!

14 Los pecadores de mi pueblo tiemblan de miedo.

«¿Cuál de nosotros», claman, «podrá vivir así en presencia de este consumidor Fuego Eterno?»

15

Les voy a decir quién puede vivir aquí: todas las personas honradas y justas que rehúsan obtener ganancias mediante fraude, que refrenan sus manos de recibir soborno, que se niegan a confabular con quienes planean homicidios, que cierran los ojos a todo lo que los atraiga al mal.

16 Las personas que sean así morarán en lo alto. Las rocas de los montes serán sus seguras fortalezas, obtendrán alimento y tendrán toda el agua que necesiten.

17

Sus ojos verán al Rey en su belleza, y a los montes celestiales en la lejanía.

18 Y su corazón recordará los tiempos de terror cuando los oficiales asirios desde fuera de las murallas contaban sus torres y calculaban cuánto botín obtendrían de su ciudad caída.

19 Pronto se habrán ido. Este pueblo fiero y violento que habla una jerga incomprensible, desaparecerá.

20

Verás en cambio a Jerusalén en paz, sitio en que se adora a Dios, ciudad tranquila y firme.

21 El glorioso SEÑOR nos será como amplio río de protección, que ningún enemigo podrá atravesar.

22 Porque el SEÑOR es nuestro juez, nuestro legislador y nuestro rey. Él nos cuidará y nos librará.

23 Caídas están las velas de los enemigos, en mástiles quebrados y jarcias inútiles. El pueblo de Dios se repartirá los tesoros de ellos; hasta los cojos obtendrán su parte del botín.

24 El pueblo de Israel ya no dirá: «Estamos enfermos y desesperados», porque el SEÑOR les perdonará sus pecados y los bendecirá.

34

1

Vengan a escuchar este mensaje, naciones de la tierra, oigan mis palabras el mundo y cuanto hay en él.

2 El SEÑOR está enfurecido contra las naciones, su ira se abalanza contra los ejércitos. Él los destruirá por completo, provocándoles gran mortandad.

3 Sus muertos quedarán sin sepultar, y el hedor de los cuerpos putrefactos llenará la tierra, y la sangre correrá por los montes.

4 En aquel día los cielos se fundirán y desaparecerán como quien enrolla un pergamino, y como si fueran hojas, o fruta madura, caerán las estrellas.

5

Y cuando mi espada haya acabado su obra destructora en los cielos ¡tengan cuidado! porque entonces se descargará sobre Edom, el pueblo que he condenado.

6

La espada del SEÑOR está saciada de sangre, está harta de carne, como si hubiera estado degollando ovejas y cabras para el sacrificio. Porque como si hubiera gran sacrificio, enorme matanza, hará el SEÑOR en Edom.

7 Morirán los más vigorosos, tanto entre los muchachos como entre los veteranos. La tierra quedará empapada en sangre y el suelo rebosante de grasa.

8 Porque es el día de venganza, el año de retribución por lo que Edom le ha hecho a Israel.

9

Los arroyos de Edom estarán llenos de brea ardiente, y de fuego la tierra.

10 Este castigo de Edom no terminará nunca, su humo se elevará eternamente. La tierra quedará desierta generación tras generación; nadie volverá a vivir allí.

11 Gavilanes y puercoespines morarán allí, así como también lechuzas y cuervos. Porque Dios observará esta tierra y la hallará digna de ser destruida. Probará a sus nobles y los hallará dignos de muerte.

12 Será llamada «Tierra de Nada», y sus príncipes desaparecerán pronto.

13 Espinos cubrirán sus palacios y ortigas crecerán en sus fuertes, y se convertirá en guarida de chacales y hogar de avestruces.

14 Allí se mezclarán las fieras del desierto con las hienas y los lobos. Sus aullidos llenarán la noche. Allí los monstruos nocturnos chillarán uno contra otro; allí irán a asentarse los demonios.

15 La lechuza hará su nido, pondrá sus huevos y empollará sus pequeños, cobijándolos con sus alas, y los milanos acudirán cada uno con su compañera.

16

Escudriñen el Libro del SEÑOR y vean todo lo que hará. No se perderá ni un detalle, no habrá milano al que le falte su compañera, porque el SEÑOR lo ha dicho y su Espíritu hará que se cumpla.

17 Él ha medido y subdividido la tierra, y la ha entregado a esas dolientes criaturas; ellas la poseerán por siempre, generación tras generación.

35

1

Hasta los páramos y el desierto se regocijarán en aquellos días. Incluso, el desierto florecerá.

2 Sí, habrá abundancia de flores, cánticos y júbilo. Los desiertos se volverán verdes como los montes del Líbano, hermosos como los pastos del monte Carmelo y los prados de Sarón, porque allí exhibirá el SEÑOR su gloria, se apreciará la excelencia de nuestro Dios.

3

Alegra con estas noticias a todos los descorazonados,

4 alienta a los atemorizados. Diles: «Sean valientes, no teman, porque su Dios viene para destruir a sus enemigos, viene a salvarlos».

5 Y cuando él venga abrirá los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos,

6 los cojos saltarán como el ciervo y los mudos gritarán y cantarán. Entonces brotarán fuentes en los páramos y arroyos en el desierto,

7 los terrenos resecos se convertirán en estanques, con arroyos en la tierra sedienta. Donde habitaban los chacales del desierto, habrá carrizos y cañas.

8 Y un gran camino atravesará lo que fue desierto, se le llamará «Camino Santo». Ningún hombre de corazón perverso podrá andar por él. Por él andará Dios con ustedes; ni el más torpe se extraviará.

9 No habrá en él leones en acecho, ni algún otro peligro, solamente los salvados pasarán por allí.

10 Estos redimidos del SEÑOR irán por ese camino a su hogar, a Sión, entonando cánticos de júbilo eterno. Nunca más habrá para ellos dolor ni suspiros. Allí sólo habrá felicidad y gozo.

36

1

Así que en el año catorce del reinado del rey Ezequías llegó Senaquerib, rey de Asiria, a atacar las ciudades amuralladas de Judá, y las conquistó.

2 Luego, al frente de un gran ejército, envió desde Laquis a su representante personal para que se entrevistara con el rey Ezequías en Jerusalén. Acampó cerca del acueducto del estanque de arriba, por el camino del campo donde se blanquean telas.

3

Eliaquín, hijo de Jilcías, primer ministro de Israel, Sebna escriba del rey, y Joa, hijo de Asaf, secretario real, se constituyeron en comité de tregua y salieron de la ciudad a su encuentro.

4 El embajador asirio les dijo que fueran a decirle a Ezequías: «El poderoso rey de Asiria dice que eres un necio si piensas que el rey de Egipto te ayudará.

5 ¿Qué valor tienen las promesas del faraón? Las palabras solas nada son ante la fuerza, ¡y tú confiando en su ayuda, te has rebelado contra mí!

6 Egipto es un aliado peligroso. Es vara afilada que te atravesará la mano si te apoyas en ella. Eso les ha pasado a cuantos han buscado apoyo en él.

7 Pero quizá digas: “¡Confiamos en el SEÑOR Dios nuestro!” ¿Ah, sí? ¿No es acaso el mismo a quien su rey insultó, derribando sus templos y altares en los montes y haciendo que todos los de Judá adoren únicamente en los altares aquí en Jerusalén?

8

[8-9] »Mi señor, el rey de Asiria, quiere hacer contigo una pequeña apuesta: ¿A que en tu ejército no te quedan dos mil hombres? Si te quedan, él te dará dos mil caballos para que ellos los monten. Con tan insignificante ejército, ¿cómo crees poder enfrentarte siquiera al más pequeño escuadrón de mi señor? Porque de Egipto no obtendrás socorro.

9

10 Es más: ¿crees que he venido acá sin que el SEÑOR me dijera que me apoderara de esta tierra? El SEÑOR me dijo: “Ve y destrúyela”».

11

Entonces Eliaquín, Sebna y Joa le dijeron:

—Te rogamos que nos hables en arameo que nosotros entendemos bastante bien. No nos hables en hebreo, porque te oirá la gente de la muralla.

12

Pero él respondió:

—Mi Señor quiere que todos los de Jerusalén escuchen esto y no solamente ustedes. Quiere que sepan que si no se rinden, esta ciudad será asediada hasta que cada uno tenga tanta hambre y tanta sed que se coma sus propios excrementos y se beba su propia orina.

13

Luego gritó en hebreo a los judíos que escuchaban desde la muralla:

—¡Escuchen las palabras del gran monarca, el rey de Asiria!

14 No dejen que los engañe Ezequías; nada que él haga los salvará.

15 No dejen que les haga confiar en el SEÑOR diciendo que el SEÑOR no permitirá que el rey de Asiria los conquiste.

16 No escuchen a Ezequías, porque éste es el ofrecimiento que el rey de Asiria les hace: Entréguenme un obsequio como prenda de rendición; abran las puertas y salgan, y yo haré que cada uno posea su hacienda, su huerto y agua,

17 hasta que haga los arreglos para llevarlos a un país muy semejante a éste, a una tierra de abundantes cosechas de trigo y uvas, un país de abundancia.

18 No permitan que Ezequías los prive de todo esto diciendo que el SEÑOR los librará de mis ejércitos. Los dioses de alguna otra nación, ¿han triunfado jamás sobre los ejércitos del rey de Asiria?

19 ¿No recuerdan lo que les hice a Jamat y a Arfad? ¿Los salvaron acaso sus dioses? ¿Y qué de Sefarvayin y Samaria? ¿Dónde están ahora sus dioses?

20 De todos los dioses de estas tierras, ¿cuáles han librado alguna vez de mi poder a su pueblo? ¡Nómbrenme siquiera uno! ¿Y creen que este Dios suyo pueda librar de mis manos a Jerusalén? ¡No sean ridículos!

21

Pero el pueblo permaneció en silencio, no respondió palabra porque Ezequías les había dicho que no replicaran nada.

22 Entonces Eliaquín, hijo de Jilcías, primer ministro, Sebna, el escriba real, y Joa, hijo de Asaf, secretario real, volvieron a donde estaba Ezequías con la ropa hecha trizas en señal de desesperación y le contaron todo lo ocurrido.

37

1

Cuando el rey Ezequías se enteró del resultado de la reunión, rasgó su ropa y se vistió de tela ordinaria de la que se usa para hacer sacos, como señal de humildad y duelo, y fue al templo a orar.

2 Y mientras tanto envió ante Isaías, el profeta hijo de Amoz, a Eliaquín su primer ministro, a Sebna su escriba real y a los sacerdotes más ancianos, todos vestidos de saco penitencial.

3 Le llevaron este mensaje:

«Hoy es día de tribulación, frustración y blasfemia; es tiempo grave, como de parturienta tratando de dar a luz cuando la criatura no sale.

4 Pero quizá el SEÑOR tu Dios haya oído la blasfemia del representante del rey de Asiria burlándose del Dios viviente. Sin duda no le dejará Dios salirse con la suya, sin duda Dios lo reprenderá por esas palabras. ¡Oh Isaías, ruega por los que hemos quedado!»

5 Así fue como le dieron a Isaías el mensaje del rey.

6

Isaías respondió:

«Díganle al rey Ezequías que el SEÑOR dice: “No te angusties por esas palabras del siervo del rey de Asiria ni por su blasfemia.

7 Porque al rey va a llegarle un mensaje de Asiria informándole que se le necesita allá inmediatamente, y él volverá a su tierra en donde yo haré que lo maten”».

8

[8-9] Entonces el enviado asirio partió de Jerusalén y fue a consultar con su rey, el cual había dejado Laquis y estaba poniéndole sitio a Libná. En esto el rey asirio recibió noticias de que Tiracá, príncipe heredero de Etiopía, venía contra él desde el sur. Al oírlo, volvió a enviar mensajeros a Ezequías a Jerusalén con este mensaje:

9

10

«¡No dejes que este Dios en quien confiaste te engañe prometiéndote que Jerusalén no será tomada por el rey de Asiria!

11 Acuérdate de lo que ha ocurrido dondequiera que han llegado los reyes de Asiria, pues han aplastado a todo el que se les ha opuesto. ¿Piensan que ustedes van a ser la excepción?

12 ¿Salvaron acaso sus dioses a las ciudades de Gozán, Jarán, Résef o al pueblo de Edén en Telasar? ¡No, los reyes asirios los destruyeron por completo!

13 Y no te olvides de lo ocurrido al rey de Jamat, al rey de Arfad y a los reyes de las ciudades de Sefarvayin, de Hená y de Iva».

14

Tan pronto como el rey Ezequías leyó esta carta, fue al templo y la extendió ante el SEÑOR,

15 y oró:

16 [16-17] «¡Oh SEÑOR todopoderoso, Dios de Israel, entronizado por encima de los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra! Tú solo hiciste el cielo y la tierra. Escucha mi súplica, mírame orar. Mira esta carta del rey Senaquerib, pues él se ha burlado del Dios viviente.

17

18 Cierto es, SEÑOR, que los reyes de Asiria han destruido a todas esas naciones tal como lo dice la carta,

19 y que han lanzado sus dioses al fuego, porque esos no eran dioses, sino simples ídolos, labrados en madera y piedra por los hombres. Naturalmente los asirios podían destruirlos.

20 ¡Oh SEÑOR Dios nuestro, sálvanos para que todos los reinos de la tierra conozcan que tú eres Dios, y solamente tú!».

21

Entonces Isaías, hijo de Amoz, envió este mensaje al rey Ezequías: «El SEÑOR Dios de Israel dice: “Esta es mi respuesta a tu plegaria contra Senaquerib, el rey de Asiria”.

22

»El SEÑOR le dice: “Mi pueblo —la indefensa y virgen hija de Sión— se ríe y se mofa de ti, y mueve la cabeza burlonamente.

23 ¿De quién te has burlado y mofado tú? ¿A quién has injuriado? ¿Contra quién enfilaste tu violencia y orgullo? ¡Fue contra el Santo de Israel!

24 Enviaste tus mensajeros a burlarse del Señor. Dices jactancioso: `Vine con mi potente ejército contra las naciones del oeste. Talé los más altos cedros y los mejores cipreses. Dominé tus más elevados montes y destruí tus bosques más tupidos'.

25 Te jactas de haber abierto pozos en muchas tierras conquistadas, y Egipto con todo su ejército no constituye obstáculo para ti.

26

»”Pero ¿todavía ignoras que fui yo quien decidí y permití todo esto desde hace mucho? Yo hice que todo ocurriera tal como lo planeé: que derribaras las ciudades amuralladas convirtiéndolas en ruinas.

27 Por eso te ofrecieron tan poca resistencia sus pueblos y fueron tan fácil presa para ti. Fueron tan indefensos como la hierba, como las tiernas plantas que aplastas con los pies, como la hierba de los tejados marchitada por el sol.

28

»”Pero yo te conozco bien, tus idas y venidas y cuanto haces, y la forma en que me has ofendido.

29 Eso fue por causa de tu ira contra el SEÑOR, ¡y yo lo escuché todo!, por eso te he puesto un gancho en la nariz y una brida en la boca y te he llevado de regreso a tu tierra por el camino en que viniste”».

30

Entonces Dios le dijo a Ezequías:

«Esta es la prueba de que yo soy quien libra del rey asirio a esta ciudad: Este año él levantará el asedio. Aunque ya es demasiado tarde para la siembra y no cuentes para este otoño con más trigo que el que por sí mismo se produzca, su rendimiento te dará semilla suficiente para el año entrante, y dentro de dos años, contando a partir de hoy, volverán a vivir en la abundancia.

31 Y los que han quedado en Judá arraigarán de nuevo en su suelo, florecerán y se multiplicarán,

32 porque de Jerusalén saldrá un remanente a repoblar el país. El poder del SEÑOR todopoderoso hará que ocurra todo esto.

33

»En cuanto al rey de Asiria: Sus ejércitos no entrarán en Jerusalén, ni dispararán en ella sus flechas, ni marcharán ante sus puertas, ni edificarán muro de asalto contra sus murallas.

34 Él regresará a su tierra por donde vino y jamás entrará en esta ciudad. Lo dice el SEÑOR.

35 Por mi propia honra y en recuerdo de mi siervo David la defenderé».

36

Aquella noche el ángel del SEÑOR salió y fue al campo de los asirios y mató a ciento ochenta y cinco mil soldados. Cuando al día siguiente se despertaron los sobrevivientes, vieron ante sí los millares de cadáveres.

37 Entonces Senaquerib, rey de Asiria, regresó a su tierra, a Nínive.

38 Y cierto día en que oraba en el templo de Nisroc su dios, sus hijos Adramélec y Sarézer lo mataron a espada, luego huyeron a la tierra de Ararat. Y su hijo Esarjadón ocupó el trono.

38

1

Poco antes de esto Ezequías cayó gravemente enfermo y el profeta Isaías, hijo de Amoz, fue a visitarlo y le dio este mensaje del SEÑOR:

Pon tus asuntos en orden pues vas a morir; no te restablecerás de esta enfermedad.

2

Al oír esto Ezequías volvió su rostro a la pared y oró:

3

Oh SEÑOR, ¿no recuerdas lo fiel que te he sido y que siempre he procurado obedecerte en cuanto has mandado? Y rompió en grandes sollozos.

4

Entonces el SEÑOR envió otro mensaje a Isaías:

5

«Ve y dile a Ezequías: El SEÑOR Dios de tu antepasado David escuchó tu oración, vio tus lágrimas y te dejará vivir quince años más.

6 Yo los libraré del rey de Asiria a ti y a esta ciudad. Yo te defenderé, dice el SEÑOR,

7 y ésta es mi garantía:

8 Haré que el sol retroceda diez grados en el cuadrante de Acaz. ¡Y el sol retrocedió diez grados que había recorrido en el reloj!»

9

Cuando el rey Ezequías se restableció, escribió este poema relativo a su experiencia:

10

«He recorrido solo la mitad de mi vida y tengo que dejarla. Se me despoja de mis años normales y tengo que traspasar las puertas del Seol.

11 Jamás volveré a ver al SEÑOR en la tierra de los vivientes. Jamás volveré a ver a mis amigos en este mundo.

12 Mi vida es arrastrada por el viento como si fuera tienda de pastor; es cortada como cuando el tejedor termina su trabajo en el telar. En un breve día mi vida pende de un hilo.

13

»Estuve gimiendo la noche entera; sentía como si leones me despedazaran.

14 Delirante, parloteaba como golondrina y gemía como paloma. Se me cansaban los ojos esperando auxilio. “¡Oh Dios!”, clamé, “¡estoy atribulado, ayúdame!”

15 ¿Pero qué puedo decir? Pues él mismo es quien envió esta enfermedad. Por la amargura de mi alma, el sueño huyó de mí.

16 ¡Oh Señor, buena es tu disciplina y ella conduce a la vida y la salud! ¡Ay, sáname y haz que viva!

17

»Sí, ahora lo comprendo: fue bueno que yo padeciera esta amargura, pues amorosamente me has librado de la muerte, has perdonado todos mis pecados.

18 Porque los muertos no pueden alabarte, no pueden rebosar de esperanza y gozo.

19 Los vivientes, sólo ellos, pueden alabarte como lo hago yo este día. Una generación da a conocer tu fidelidad a la siguiente.

20 ¡Quién lo dijera! ¡El SEÑOR me sanó! De hoy en adelante entonaré en el templo cánticos de alabanza cada día, con acompañamiento de orquesta».

21

Porque Isaías les había dicho a los siervos de Ezequías:

—Preparen un ungüento de higos, úntenselo en el divieso, y sanará.

22

Y Ezequías había preguntado:

—¿Qué señal me dará el SEÑOR en garantía de que me sanará?

39

1

Poco después, el rey de Babilonia (Merodac Baldán, hijo de Baladán) envió un regalo y saludos a Ezequías, pues había oído de la grave enfermedad que lo había aquejado y también que ya estaba restablecido.

2 Ezequías se lo agradeció y llevó a los enviados de Babilonia a recorrer el palacio y les mostró la casa del tesoro repleto de plata, oro, especias y perfumes. Los llevó también a la sala de sus piedras preciosas y desplegó ante ellos todos sus tesoros, sin ocultarles nada.

3

Entonces el profeta Isaías vino a donde estaba el rey y le dijo:

—¿Qué te dijeron? ¿De dónde son?

—De la lejana Babilonia, respondió Ezequías.

4

—¿Cuánto vieron?, preguntó Isaías. Y Ezequías respondió:

—Les mostré todo cuanto tengo, todos mis inestimables tesoros.

5

Entonces Isaías le dijo:

—Escucha este mensaje del SEÑOR todopoderoso:

6 El día viene en que todo cuanto posees, todos los tesoros acumulados por tus padres, serán llevados a Babilonia. No dejarán nada.

7 Y algunos de tus propios hijos serán tomados como esclavos; sí, serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia.

8

—Está bien, replicó Ezequías, todo lo que el SEÑOR dice es bueno. ¡Por lo menos habrá paz en mis días!

40

1

¡Consuelen, sí, consuelen a mi pueblo!, dice el Dios de ustedes.

2 Hablen tiernamente a Jerusalén y díganle que han terminado sus días de dolor y amargura. Sus pecados han sido perdonados, y el SEÑOR le dará el doble de bendiciones comparado con el castigo que ha recibido.

3

¡Escuchen! Oigo a alguien gritar:

—¡Abran para el SEÑOR un camino derecho y parejo a través del desierto!

4 ¡Rellenen los valles y nivelen las colinas, enderecen las sendas torcidas y allanen los sitios ásperos del camino!

5 ¡La humanidad entera contemplará la gloria del SEÑOR! El SEÑOR lo ha dicho y se cumplirá.

6

La voz ahora dice:

—¡Grita!

—¿Qué debo gritar?, pregunté.

—Di a gritos que todo hombre y mujer es como hierba que se marchita, y que toda su belleza se aja como las flores que languidecen.

7 La hierba se seca, la flor se marchita bajo el aliento de Dios. Igual le ocurre al frágil ser humano.

8 La hierba se seca, y se marchita la flor, pero la Palabra de nuestro Dios permanecerá viva para siempre.

9

¡Oh heraldo de buenas noticias, grítale a Jerusalén desde la cumbre de los montes! ¡Grítale más alto! ¡Sin temor! Diles a las ciudades de Judá: «¡Ya viene Dios!»

10

Sí, el SEÑOR Dios viene con gran potencia, gobernará con tremendo poder. Miren, trae consigo su recompensa, a cada cual le dará según sus hechos.

11 Como pastor apacentará su rebaño, llevará en brazos los corderillos y suavemente guiará las ovejas con cría.

12

¿Qué otro ha tenido los océanos en sus manos y medido el cielo con su regla? ¿Qué otro conoce el peso de la tierra y pesa las montañas y colinas?

13 ¿Quién puede dar consejos al Espíritu del SEÑOR o servirle de maestro o consejero?

14 ¿Ha necesitado él alguna vez consejo de alguien? ¿Ha requerido él instrucción respecto a lo conveniente y lo mejor?

15 No, porque comparados con él, los pueblos del mundo nada son, son apenas una gota en el mar o polvo en la balanza. Él levanta las islas como si no pesaran nada.

16 Ni todos los bosques del Líbano contienen leña suficiente para consumir un sacrificio que baste para honrarlo, ni son suficientes todos sus animales para ofrecérselos a nuestro Dios.

17 Para él todas las naciones son como nada, menos que nada, son a su vista simple vacío y espuma.

18

¿Cómo describir a Dios? ¿Con qué podemos compararlo?

19 ¿Con un ídolo? ¿Con una estatuilla hecha de molde, enchapada en oro y con cadenas de plata en torno al pecho?

20 Quien sea demasiado pobre para comprar dioses así de lujosos, hallará un tronco de árbol sin podrir y pagará para que un hombre le talle el rostro, y el leño se convierte en dios suyo. ¡Un dios que ni siquiera puede moverse!

21

¿Tan ignorantes son? ¿Tan sordos son a las palabras de Dios, a las palabras que él emitió antes que existieran los mundos? ¿Nunca han oído ni entendido?

22 Dios es quien está sentado por sobre el círculo de la tierra. ¡La gente aquí abajo ha de parecerle saltamontes! Dios es quien extiende el cielo como cortina y de él hace su tienda.

23 Dios sentencia a los grandes del mundo y los reduce a nada.

24 Apenas han comenzado, apenas comienzan a echar raíces cuando sopla sobre ellos, marchitando sus obras, y el viento se los lleva como paja.

25

¿Con quién me compararán? ¿A quién me dan por igual?, pregunta el Santo.

26

¡Alcen los ojos a los cielos! Quien creó los planetas y las estrellas, las llama a cada una con nombre cariñoso y las cuenta para cerciorarse de que ninguna se ha perdido o extraviado.

27

¡Oh Jacob, oh Israel! ¿Cómo pueden decir que el SEÑOR no ve sus tribulaciones y no procede con justicia?

28 ¿No comprenden todavía? ¿Aún no saben que el Dios eterno, el Creador de los sitios más lejanos de la tierra, jamás se fatiga ni desmaya? Nadie puede sondear las profundidades de su entendimiento.

29 Él da fuerzas al cansado y extenuado, y vigor al débil.

30 Hasta los jóvenes quedan sin aliento y los muchachos se dan por vencidos.

31 Pero los que esperan en el SEÑOR renovarán sus fuerzas: emprenderán vuelo como si tuvieran alas de águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no desfallecerán.

41

1

¡Escuchen, silenciosas ante mí, oh tierras de ultramar! Presenten sus más sólidos argumentos. Adelante, tienen la palabra. El tribunal está listo para su proceso.

2

¿Quién ha incitado a éste desde el oriente, que encuentra la victoria a cada paso? ¿Quién será, sino el SEÑOR? Dios le ha dado victoria sobre muchas naciones, y le ha permitido pisotear a reyes y atravesar con la espada ejércitos enteros.

3 Él los persigue y marcha adelante libre de peligro, aunque ande por sendas desconocidas.

4 ¿Quién ha realizado tales proezas, dirigiendo los asuntos de las generaciones de los seres humanos conforme éstas se suceden? ¡Yo, el SEÑOR, el primero y el último! ¡Sólo yo soy!

5

Las tierras de ultramar observan aterrorizadas y esperan noticias de las nuevas campañas de Ciro. Naciones remotas tiemblan y se movilizan para la guerra.

6 Cada varón anima a su vecino diciendo: «No te preocupes, no triunfará».

7

Pero van presurosos a hacerse un nuevo ídolo, el tallador corre al orfebre y el forjador ayuda en el yunque. «Muy bien», dicen, «está saliendo muy bien. Ahora podemos soldarle los brazos». Cuidadosamente le pegan las extremidades y luego aseguran el monigote en su sitio para que no se caiga.

8

¡Pero tú, oh Israel, eres mío, mi pueblo elegido, porque eres la descendencia de Abraham, y él fue amigo mío!

9 Te he llamado desde los confines de la tierra y he dicho que sólo a mí has de servir, pues yo te he elegido y no te desecharé.

10 No temas, pues yo estoy contigo, no te desanimes. Yo soy tu Dios, yo te fortaleceré, yo te ayudaré, yo te sostendré con mi triunfante mano diestra.

11

¡Mira, todos tus furiosos enemigos están echados, confusos y esparcidos! Todo el que se te oponga morirá.

12 En vano los buscarás, habrán desaparecido.

13 Yo te sostengo tomándote de la mano derecha —yo, el SEÑOR Dios tuyo— y te digo: ¡No tengas temor; estoy aquí para ayudarte!

14 Aunque seas despreciado, no temas, oh Israel, porque yo te auxiliaré. Yo soy el SEÑOR, tu Redentor; yo soy el Santo de Israel.

15 Serás nuevo instrumento trillador de agudos dientes para destrozar a todos los enemigos, convirtiendo en paja los montes.

16 Los lanzarás al aire, el viento los arrastrará, los torbellinos los esparcirán. Y estarán rebosantes de júbilo del SEÑOR, se gloriarán en el Dios de Israel.

17

Cuando los pobres y menesterosos busquen agua sin hallarla, y tengan la lengua reseca de sed, yo responderé cuando clamen a mí. Yo, el Dios de Israel, no los abandonaré jamás.

18 Abriré para ellos ríos en las altas mesetas. Les daré fuentes de aguas en los valles. En los desiertos habrá estanques de agua, y ríos alimentados por manantiales correrán por la tierra seca y sedienta.

19 Yo plantaré árboles —cedros, mirtos, olivos, cipreses, abetos y pinos— en la tierra estéril.

20 Todos verán este milagro y comprenderán que es Dios quien lo hizo, el Santo de Israel.

21

¿Pueden sus ídolos presentar tales obras? ¡Que vengan y muestren lo que pueden hacer! dice Dios, el Rey de Israel.

22 Que procuren decirnos qué ocurrió en el pasado lejano o qué guarda el futuro.

23 ¡Sí, a la prueba! ¡Si son dioses, dígannos lo que va a ocurrir en el porvenir, o realicen algún milagro que nos deje atónitos, estupefactos!

24 ¡Pero no! ¡Son menos que nada y nada pueden hacer! ¡Al que los elija, habría que examinarle la cabeza!

25

Pero yo he incitado (a Ciro) desde el norte y el este; él se lanzará contra las naciones, invocará mi nombre y yo le daré victoria sobre reyes y príncipes. Él los pisoteará como alfarero que anda sobre la arcilla.

26 ¿Quién sino yo les dijo que esto iba a ocurrir? ¿Qué otro lo predijo, forzándolos a reconocer que tenía razón? ¡Nadie más! ¡Ningún otro dijo nada!

27 Yo fui el primero que dijo a Jerusalén. «¡Mira, mira! ¡Ya viene el auxilio!»

28 Ninguno de sus ídolos les dijo esto, ninguno respondió cuando yo pregunté.

29 Fíjense, todos son objetos ridículos e indignos. Sus ídolos son tan vacíos como el viento.

42

1

Vean a mi Siervo, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien me deleito. En él he puesto mi Espíritu, él mostrará lo que es justicia a las naciones del mundo.

2 Será apacible, no gritará ni reñirá en las calles.

3 No quebrará la caña maltratada, ni apagará la llama vacilante. Se encargará de que se haga plena justicia a las víctimas de injusticia,

4 y no se dará por satisfecho hasta que la verdad y la justicia prevalezcan en toda la tierra, y hasta que las lejanas tierras de ultramar hayan puesto en él su confianza.

5

El SEÑOR Dios que creó el cielo y lo extendió, y creó la tierra y cuanto hay en ella, y que da vida, aliento y espíritu a todos en el mundo, es el que dice:

6

Yo, el SEÑOR, te he llamado para demostrar mi justicia, yo te cuidaré y te sostendré, porque te he dado a mi pueblo como confirmación personal de mi pacto con ellos. Serás también luz que guíe las naciones hacia mí.

7 Darás vista a los ciegos y libertarás a los que yacen en prisión de tinieblas y desaliento.

8 ¡Yo soy el SEÑOR! Ese es mi nombre y no daré a ningún otro mi gloria, no compartiré mi alabanza con ídolos tallados.

9 Todo lo que yo profeticé se cumplió, y ahora volveré a profetizar; te diré el futuro antes que acontezca.

10

Entonen un canto nuevo al SEÑOR; entonen sus alabanzas, todos los que habitan en los más remotos rincones de la tierra. ¡Canta, oh mar! ¡Canten todos los que moran en tierras distantes de ultramar!

11 Únanse al coro, ciudades del desierto: Cedar y Sela. Y ustedes también, los que moran en las cumbres de los montes.

12 Que las costas del oeste glorifiquen al SEÑOR y canten su gran poder.

13

El SEÑOR será poderoso guerrero, lleno de ira contra sus enemigos. Lanzará un fuerte grito de guerra y vencerá.

14 Él callaba desde hace tiempo. Se había dominado, pero ahora desatará su ira. Gemirá y llorará como mujer que da a luz.

15 Aplanará los montes y collados y quemará su verdor. Secará los ríos y estanques.

16 Al ciego Israel lo conducirá por sendas que nunca antes vio. Ante ellos hará resplandecer las tinieblas, y allanará y enderezará el camino que les espera, no los abandonará.

17 Pero los que confían en ídolos y los llaman dioses tendrán enorme desengaño, serán desechados.

18

¡Oh, qué ciegos y sordos son para con Dios! ¿Por qué no quieren escuchar? ¿Por qué no quieren ver?

19 ¿Quién hay en el mundo tan ciego como mi pueblo, destinado a ser mi mensajero de la verdad? ¿Quién tan ciego como mi «consagrado», el «Siervo del SEÑOR»?

20 Ven y comprenden lo bueno, pero no hacen caso, no lo ponen por obra; oyen, pero no quieren entender.

21

El SEÑOR ha enaltecido su ley y la ha hecho verdaderamente gloriosa. Mediante ella había planeado mostrarle al mundo que él es justo.

22 ¡Pero qué espectáculo da su pueblo, los encargados de mostrarle a todo el mundo la gloria de su ley, pues son víctimas de robo y están esclavizados, encarcelados, atrapados, presa de todos, sin quién los proteja!

23 ¿No hay entre ustedes siquiera uno que saque enseñanzas de estas lecciones del pasado y vea la ruina que les espera?

24 ¿Quién permitió que a Israel se le robara y dañara? ¿No fue el SEÑOR? Fue el SEÑOR contra el cual pecaron, porque no quisieron ir a donde él los enviaba ni escuchar sus leyes.

25 Por eso derramó el SEÑOR tan grande furia e ira sobre su pueblo y lo destruyó en batalla. Sin embargo, aun sobre el fuego y quemándose, no entienden el porqué: ¡Está Dios, deseoso de que se arrepientan!

43

1

Ahora, oh Israel, el SEÑOR, quien te creó, dice: ¡No temas, pues yo te rescaté, yo te llamé por tu nombre, eres mío!

2 Cuando pases por aguas profundas de gran tribulación, yo estaré contigo. Cuando pases por ríos no te ahogarás. Cuando pases por fuego no te quemarás, las llamas no te consumirán.

3 Porque yo soy el SEÑOR tu Dios, tu Salvador, el Santo de Israel. Entregué Egipto, Etiopía y Seba a cambio de tu libertad, como rescate por ti.

4 Otros murieron para que tú vivieras. Yo cambié la vida de ellos por la tuya porque me eres precioso y honorable, y yo te amo.

5

No temas, pues yo estoy contigo. Yo te recogeré del este y del oeste,

6 del norte y del sur. Yo traeré a mis hijos e hijas de regreso a Israel desde los más apartados rincones de la tierra.

7 Vendrán todos los que me invocan como su Dios, pues para gloria mía los hice, yo los creé.

8 Tráelos de regreso a mí, aunque son ciegos y sordos a mi llamado.

9

Reúnan a las naciones. ¿Cuál de todos sus ídolos predijo jamás tales cosas? ¿Cuál puede predecir siquiera uno de los días que vendrán? ¿En dónde están los testimonios de cualquier cosa que hayan dicho ellos? Si no hay testigos, tienen que confesar que sólo Dios puede profetizar.

10

Pero yo tengo testigos, oh Israel, dice el SEÑOR. Ustedes son mis testigos, elegidos para conocerme y creerme, y para entender que sólo yo soy Dios. No hay otro Dios, jamás lo hubo ni lo habrá.

11 Yo soy el SEÑOR y no hay otro Salvador.

12 Siempre que han desechado sus ídolos yo les he mostrado mi poder. Con una palabra los he salvado. Me han visto hacerlo; ustedes son mis testigos de que es verdad.

13 Desde la eternidad hasta la eternidad yo soy Dios. Nadie puede contrariar lo que yo hago.

14

El SEÑOR, su Redentor, el Santo de Israel dice:

Por el amor que les tengo a ustedes enviaré contra Babilonia un ejército invasor que penetrará casi sin recibir daño alguno. Las jactancias de los babilonios se volverán gritos de dolor.

15 Yo soy el SEÑOR, su Santo, el Creador y Rey de Israel.

16 Yo soy el SEÑOR que abre camino por medio de las aguas, que construye un sendero a través del mar.

17 Yo llamé al poderoso ejército de Egipto con todos sus carros y caballos, para dejarlos sepultados bajo las ondas, muertos, acalladas sus vidas como llama de vela.

18

Pero olvídense de todo esto: ¡eso no es nada comparado con lo que voy a hacer!

19 Voy a realizar algo enteramente nuevo. ¡Miren, ya he comenzado! ¿No lo ven? Abriré camino a través del desierto del mundo para que mi pueblo vuelva a su patria, y para ellos crearé ríos en el desierto.

20 Las fieras del campo me darán gracias, así como los chacales y avestruces, por haberles dado agua en el desierto. Sí, manantiales en el desierto para que mi pueblo, mis elegidos, puedan tener refrigerio.

21 Yo hice a Israel para mí, y algún día este pueblo mío me honrará ante el mundo.

22

Pero ¡oh pueblo mío, no quieren pedirme auxilio, están hastiados de mí!

23 No me han traído las ovejas como ofrenda quemada, no me han honrado con sacrificios. ¡Y sin embargo muy poco es lo que les he pedido de ofrendas e incienso! No los he tratado como a esclavos.

24 No me han traído incienso de suave fragancia ni me han agradado sacrificando grasa de animales. No, lo único que me han presentado son pecados, y me han hastiado con todas sus fallas.

25

Yo, sí, sólo yo soy quien borra sus pecados por amor a mí mismo y nunca más los recordaré.

26 Recuérdenme esta promesa de perdón, pues de sus pecados hemos de hablar. Defiendan su causa para obtener mi perdón.

27 Desde el principio mismo sus antepasados pecaron contra mí, todos sus antecesores quebrantaron mi ley. Por eso es que he destituido a sus sacerdotes y destruido a Israel, exponiéndolo a la vergüenza.

44

1

Escúchame, siervo mío Israel, mi elegido:

2

Oh siervo mío, el SEÑOR, quien te hizo, quien te ayudará, dice: ¡No temas, oh Jerusalén, mis elegidos, no teman!

3 Yo proveeré agua abundante para su sed y para sus campos resecos. Y yo derramaré mi Espíritu y mis bendiciones sobre sus hijos.

4 Ellos prosperarán como hierba de regadío, como sauces en la ribera del río.

5 «Al SEÑOR pertenecemos», dirán orgullosos, «somos israelitas», y tatuarán en sus manos el nombre de Dios o el honorable nombre de Israel.

6

El SEÑOR, el Rey de Israel dice, sí, el Redentor de Israel, el SEÑOR todopoderoso es quien lo dice: Yo soy el primero y el último, no hay otro Dios.

7 ¿Quién otro puede decirles lo que va a ocurrir en los días venideros? Que se lo digan los ídolos si pueden y demuestren su poder, que vengan y hagan obras semejantes a las que yo he realizado desde antaño.

8 No tengan ningún temor. ¿Acaso no he proclamado yo desde épocas antiguas que los salvaría? Ustedes son mis testigos. ¿Hay acaso algún otro Dios? ¡No! ¡Ninguno que yo sepa! ¡No hay ninguna otra Roca!

9

¡Qué necios son quienes se fabrican ídolos para tenerlos como sus dioses! Sus esperanzas quedan sin cumplir. Ellos mismos son testigos de eso, porque sus ídolos ni oyen ni conocen. Con razón se avergüenzan quienes los adoran.

10 ¿Quién sino un necio se haría su propio dios, un ídolo que no puede ayudarle en lo más mínimo?

11 Todos los que adoran esas imágenes, avergonzados se presentarán ante el SEÑOR junto con todos esos carpinteros —hombres no más— que dicen haber hecho un dios. Unidos estarán en el terror.

12 El herrero ante la fragua hace el hacha golpeándola con todas sus fuerzas. Hambriento y sediento, se siente débil y desfalleciente.

13 Luego el tallador toma el hacha y la emplea para hacer un ídolo. Mide y marca un trozo de madera y talla la figura de un hombre. Ahora cuenta con un admirable ídolo que ni siquiera puede moverse del sitio donde lo ponen.

14 Corta cedros, selecciona el ciprés y el roble, planta el fresno en el bosque para que la lluvia lo nutra.

15 Y después de cuidarlo, emplea parte de la madera para hacer un fuego que lo caliente y para cocinar su pan, y después —realmente es así— toma el resto de la madera y se hace un dios, un dios para que los hombres lo adoren. Un ídolo, ¡un ídolo ante el cual postrarse y al cual alabar!

16 Quema parte del árbol para asar su carne, mantenerse caliente, comer y sentirse contento,

17 y con lo que sobra se hace su dios: un ídolo tallado. Se postra ante él, lo adora y le ora. «Líbrame», le dice. «Tú eres mi dios.»

18

¡Qué insensatez e ignorancia! Dios les ha cerrado los ojos para que no puedan ver y les ha cerrado el entendimiento.

19 El hombre aquel no se detiene a pensar o a preguntarse: «¿No es acaso sólo un trozo de madera? Lo usé como leña para calentarme, cocinar mi pan y asar mi carne, ¿cómo ha de ser un dios el pedazo sobrante? ¿He de postrarme ante un trozo de madera?»

20 El pobre necio engañado come cenizas. Confía en lo que jamás podrá darle ayuda alguna y, sin embargo, no logra preguntarse: «¿Será acaso falso esto, este ídolo que tengo en la mano?»

21

Presta atención, Israel, pues siervo mío eres. Yo te hice y no me olvidaré de ayudarte.

22 Yo he borrado tus pecados, se han esfumado como niebla matutina al llegar el mediodía. ¡Oh, regresa a mí, pues yo pagué el precio de tu libertad!

23

¡Canta, oh cielo, porque el SEÑOR ha hecho esta obra admirable! ¡Clama, oh tierra, prorrumpan en canción montañas y selvas y todo árbol porque el SEÑOR redimió a Jacob y su gloria es Israel!

24

El SEÑOR, tu Redentor, quien te hizo, dice: Todas las cosas por mi fueron hechas, sólo yo extendí los cielos. Yo solo hice la tierra y cuanto en ella hay.

25 Yo soy quien pongo al descubierto a los mentirosos falsos profetas haciendo que suceda algo distinto de lo que ellos anuncian. Yo hago que los sabios den consejo contrario del que deben, y los entontezco.

26 Pero lo que mis profetas dicen, eso hago. Si dicen que Jerusalén será librada y las ciudades de Judá volverán a ser habitadas, así será.

27 Cuando les hablo a los ríos diciéndoles: «¡Séquense!» se secan.

28 Cuando respecto a Ciro digo: «Él es a quien he escogido como pastor», indefectiblemente hará él lo que yo diga. Y Jerusalén será reconstruida y restaurado su templo, porque yo lo he dicho.

45

1

Este es el mensaje del SEÑOR para Ciro, ungido de Dios, a quien ha elegido para que conquiste muchas tierras. Dios dará poder a su mano derecha y él aplastará la fortaleza de poderosos reyes. Dios le abrirá las puertas de Babilonia, y las puertas no se le cerrarán más.

2 Yo iré delante de ti, Ciro, y allanaré los montes y derribaré las puertas de bronce y los barrotes de hierro.

3 Y te daré tesoros que se ocultan en lugares oscuros, riquezas secretas, y tú sabrás que yo lo hago. Yo, el SEÑOR, el Dios de Israel, es el que te llama por tu nombre.

4

¿Y por qué te he nombrado para esta obra? Por amor de Jacob, mi siervo; de Israel, mi elegido. Yo te llamé por tu nombre cuando no me conocías.

5 Yo soy el SEÑOR, y no hay otro Dios. Ya te fortaleceré y te enviaré a la victoria aunque no me conozcas,

6 y todo el mundo desde el oriente hasta el occidente sabrá que no hay otro Dios. Yo soy el SEÑOR y no hay ningún otro, sólo yo soy Dios.

7 Yo formo la luz y hago las tinieblas. Yo envío los buenos tiempos y los malos. Yo, el SEÑOR, soy el que hace esto.

8

Ábrase el cielo, derrame el cielo su justicia. Germinen unidas en la tierra la salvación y la justicia. Yo, el SEÑOR, las creé.

9

¡Ay del ser humano que lucha contra su Creador! ¿Acaso discute la vasija con su hacedor? ¿Disputa la arcilla con quien le da forma, diciéndole: «¡Alto, te has equivocado!»? ¿O exclama la vasija: «¡Qué torpe eres!»?

10 ¡Ay del recién nacido que les grita a su padre y a su madre!: «¿Por qué me han engendrado? ¿No saben hacer bien nada?»

11

El SEÑOR, el Santo de Israel, el Creador de Israel, dice: ¿Quién eres tú para darme órdenes respecto de la obra de mis manos?

12 Yo hice la tierra y creé al ser humano en ella. Con mis propias manos extendí el cielo y ordené las incontables miríadas de estrellas.

13 Yo levanté a Ciro para que cumpla mi justo propósito, y yo dirigiré todas sus sendas. Él restaurará mi ciudad y librará a mi pueblo cautivo, y no lo hará por recompensa.

14

El SEÑOR dice: Los egipcios, etíopes y sabeos estarán sujetos a ti. Acudirán a ti con todas sus mercancías, las cuales te pertenecerán. Irán tras ti como prisioneros en cadenas y se postrarán de rodillas ante ti diciendo: «¡El único Dios que hay, es tu Dios!»

15

Ciertamente, oh Dios de Israel, Salvador, te manifiestas en formas misteriosas y extrañas.

16 Todos los que adoran ídolos se verán desengañados y avergonzados,

17 pero Israel será salvado por el SEÑOR con eterna salvación; jamás sufrirán desengaño de su Dios por toda la eternidad.

18 Porque el SEÑOR creó el cielo y la tierra y lo puso todo en su sitio, e hizo el mundo para que fuera habitado, y no un caos vacío. Yo soy el SEÑOR, dice él, y no hay otro.

19

Nunca hablo en secreto, ni murmuro palabras en algún rincón oscuro. ¡No le dije a Israel que me pidiera lo que no pensaba darle! ¡No, porque yo, el SEÑOR, hablo solamente verdad y justicia!

20

Reúnanse y vengan, naciones que escapan de la mano de Ciro. ¡Qué insensatos son los que andan con ídolos de madera y oran a dioses que no pueden salvar!

21 Consulten entre ustedes, argumenten su causa. ¿Quién sino Dios dijo que todo esto se cumpliría? Porque no hay Dios sino yo, Dios justo y Salvador. No, ¡no hay ni uno!

22 Alce a mí los ojos el mundo entero en busca de salvación, porque yo soy Dios, y no hay otro.

23

Por mí mismo he jurado y jamás me retractaré, porque mi palabra es verdad, anuncio que toda rodilla en el mundo se doblará ante mí, y toda lengua jurará lealtad a mi nombre.

24

«En el SEÑOR reside toda mi justicia y fortaleza», dirá todo el pueblo. Y todos los que contra él estaban enojados, acudirán a él avergonzados.

25 En el SEÑOR todas las generaciones de Israel serán declaradas justas, y triunfarán.

46

1

En carreta de bueyes llevan a los ídolos de Babilonia, Bel y Nebo. ¡Pero miren! ¡Las bestias tropiezan! ¡El carro se vuelca! ¡Los dioses caen por tierra! ¿Es eso todo lo que pueden hacer? Si ni a sí mismos pueden salvarse de caer, ¿cómo podrán salvar de Ciro a sus adoradores?

2

3

Escúchenme, todos lo que han quedado de Israel: Yo los creé y los he cuidado desde su nacimiento.

4 Yo seré su Dios en toda su vida. Sí, hasta que su cabello se encanezca por la edad. Yo los hice y yo los cuidaré, los llevaré en mis manos y seré su Salvador.

5

¿A qué me compararán en el cielo o en la tierra? ¿A qué me igualarán?

6 ¿Me compararán con un ídolo hecho de oro y plata? Contratan un orfebre que tome su riqueza y con ella les haga un dios. ¡Después se postran y lo adoran!

7 Lo llevan en hombros y cuando lo ponen abajo, allí se queda, pues no puede moverse. Y cuando alguien le suplica no obtiene respuesta, pues no puede sacarlo de apuros.

8

¡No lo olviden, apóstatas,

9 no echen en olvido las muchas veces que con claridad les dije lo que acontecería en el futuro! Porque yo soy Dios, yo y nadie más, y no hay otro que me iguale,

10 que pueda predecir lo que va a suceder. Todo cuanto yo digo se cumple, pues yo hago cuanto quiero.

11 Del oriente llamaré aquella veloz ave de rapiña, a Ciro, aquel varón de tierras lejanas. Él acudirá y hará mi voluntad.

12 ¡Escúchenme, hombres empecinados y perversos,

13 porque yo les ofrezco liberación, no en un futuro lejano, sino ahora mismo! Presto estoy para salvarlos, y restauraré a Jerusalén y a Israel, gloria mía.

47

1

¡Oh Babilonia invicta, ven a sentarte en el polvo, porque tus días de gloria, pompa y honor llegaron a su fin! ¡Oh hija de Caldea, jamás volverás a ser aquella encantadora, tierna y delicada princesa!

2 Toma la pesada piedra y ponte a moler el trigo; quítate el velo, desvístete y exhíbete en público.

3 Desnuda serás puesta en vergüenza. De ti me vengaré y no me arrepentiré.

4

Así dice nuestro Redentor, el cual salvará a Israel del gran poder de Babilonia, el SEÑOR todopoderoso es su nombre, el Santo de Israel:

5

Siéntate callada y en tinieblas, oh Babilonia, jamás se te volverá a llamar «Reina de Reinos».

6 Porque enojado estuve con mi pueblo Israel y comencé a castigarlos un poco permitiendo que cayeran en tus manos, oh Babilonia. Pero fuiste despiadada con ellos. Hasta a los ancianos obligaste a llevar pesadas cargas.

7 Creíste que tu reino no terminaría jamás, reina de los reinos del mundo. No te diste la menor molestia por mi pueblo o en pensar en el destino de quienes lo maltratan.

8

¡Oh reino ebrio de placeres, que vives a tus anchas, vanagloriándote de ser el más grande de la tierra, escucha la sentencia que mi tribunal dicta sobre tus pecados! Tú dices: «Sólo yo soy dios. No enviudaré jamás, jamás perderé a mis hijos».

9 Pues bien, ambas cosas te ocurrirán en un instante, en un día te abrumará su plenitud: la viudez y la pérdida de tus hijos, a despecho de tu magia y brujería.

10

Segura te sentías en toda tu maldad. «Nadie me ve», decías. Tu «sabiduría» y tu «conocimiento» hicieron que te apartaras de mí y que proclamaras que tú misma eres dios.

11 Por eso te sobrevendrá súbito desastre, tan repentino que no sabrás de dónde viene, y no habrá entonces expiación que limpie tus pecados.

12

Invoca las hordas de demonios que adoraste todos estos años, pídeles que te ayuden a infundir nuevamente profundo terror en muchos corazones. Cuentas con montones de consejeros, tus astrólogos y contempladores de estrellas que procuran decirte qué guarda el futuro.

13

14 Pero son tan inútiles como hierba seca que arde en el fuego. Ni a sí mismos pueden librarse. Ningún auxilio recibirás de ellos. Su fuego no puede calentarte.

15 Y todos tus amigos de la infancia se desvanecerán y desaparecerán, incapaces de ayudar.

48

1

Escúchenme todos los que forman parte de mi pueblo; ustedes los que Juran lealtad al SEÑOR y lo invocan, pero son unos hipócritas y mentirosos.

2 Sí, porque ustedes ostentan el nombre de «Ciudad Santa» y dicen confiar en el Dios de Israel cuyo nombre es SEÑOR todopoderoso.

3 Una y otra vez les dije lo que iba a ocurrir en el futuro.

4 Yo sabía cuán tercos son. Tienen el cuello tan inflexible como el hierro, tienen la cabeza tan dura como el bronce.

5 Por eso les dije por anticipado lo que iba a hacer, para que no atribuyeran los hechos a sus ídolos, para que jamás pudieran decir: «Lo hizo el ídolo mío, mi imagen esculpida ordenó que sucediera».

6

Han escuchado mis predicciones y las han visto cumplirse, pero se niegan a reconocerlo. Les anunciaré ahora nuevos detalles que jamás había mencionado, secretos que ustedes no han oído.

7 Entonces no podrán decir: «¡Ya lo sabíamos!»

8

Sí, les voy a decir cosas totalmente nuevas, pues bien sé lo traidores que son, rebeldes desde la más tierna infancia, podridos por completo.

9 Mas por mí mismo y por la honra de mi nombre refrenaré mi ira y no los destruiré.

10 En el horno de aflicción los refiné, pero no encontré plata en ustedes. Carecen de valor; nada bueno hay en ustedes.

11 Pero por mí, por amor de mí mismo, los salvaré de mi ira y no los destruiré para que no digan sus dioses que me han vencido. No les permitiré que me arrebaten mi gloria.

12

¡Escúchame, pueblo mío, elegido mío! Sólo yo soy Dios. Yo soy el primero, yo soy el último.

13 Mi mano fue la que echó los cimientos de la tierra, la palma de mi mano derecha extendió el cielo alto. Hablé y existieron.

14

¡Vengan y escuchen, ustedes todos! Entre todos sus ídolos, ¿cuál les dijo jamás esto: «El SEÑOR ama a Ciro, de él se valdrá para acabar con el Imperio de Babilonia, y derrotará por completo los ejércitos caldeos»?

15 Pues yo se los estoy diciendo. Yo he llamado a Ciro, yo le he encomendado esto y haré que prospere.

16

¡Acérquense más y escuchen! Siempre les he dicho con claridad lo que ocurriría, para que pudieran entender claramente. Y ahora el SEÑOR Dios y su Espíritu me han enviado con este mensaje:

17 El SEÑOR, su Redentor, el Santo de Israel, dice: Yo soy el SEÑOR Dios de ustedes, que los castiga para su bien y que los guía por la senda que deben seguir.

18

¡Ay, ojalá que hubieran atendido mis leyes! Entonces habrían disfrutado de paz que fluiría como manso río, y de grandes oleadas de justicia.

19 Entonces habrían llegado a ser tan numerosos e incontables como los granos de arena de las playas del mundo, y su destrucción no habría sido necesaria.

20

¡Líbrense de su cautiverio! ¡Salgan de Babilonia, cantando en el camino! ¡Grítenle a los extremos de la tierra que el SEÑOR ha redimido a sus siervos los israelitas!

21 Cuando él los guió por los desiertos, no padecieron sed. Él abrió la roca y de ella brotó agua para que bebieran.

22 Pero no hay paz para el malvado, dice el SEÑOR.

49

1

Escúchenme, todos los habitantes de lejanas tierras: El SEÑOR me llamó antes de mi nacimiento, desde el vientre de mi madre me llamó por mi nombre.

2 Dios hizo que mis palabras fueran como espadas afiladas. Él me ha ocultado en la sombra de su mano, soy como aguda flecha en su aljaba.

3

Él me dijo:

Tú eres mi siervo, pueblo de Israel, y estoy muy orgulloso de ti.

4

Yo respondí:

«Pero me dije: todo lo que hago es en vano; me he quedado sin fuerzas, y no he logrado nada. Sin embargo, lo que hago se lo debo al poder de Dios, y él será quien me dé mi recompensa».

5

El SEÑOR me formó desde el vientre de mi madre para que le sirviera, él fue quien me encargó restaurar para él a su pueblo Israel y el que me ha dado fuerza para realizar esta tarea y me ha honrado por cumplirla. El SEÑOR me dijo:

6 «Te he llamado para que realices una obra más grande que la de restaurar a Israel y que hagas volver a los sobrevivientes de mi pueblo. ¡Yo te convertiré en luz de las naciones del mundo para que también a ellas les lleves mi salvación!

7

El SEÑOR, el Redentor y Santo de Israel dice a aquel que es despreciado, rechazado de la humanidad y que yace bajo la planta de los gobernantes del mundo: Los reyes se mantendrán reverentes cuando tú pases, los príncipes te harán profunda reverencia porque el SEÑOR te ha elegido y cumplirá lo que promete.

8

[8-9] El SEÑOR dice: En momento oportuno llegó tu petición. Te libraré de perjuicio prematuro, y te daré a Israel como prenda y señal, como prueba de que restableceré la tierra de Israel y la volveré a dar a su propio pueblo. Por medio de ti llamo a los cautivos de las tinieblas: «¡Salgan! ¡Salgan! ¡Yo les doy libertad!» Ellos serán ovejas mías que pastarán en verdes prados y en hermosas colinas.

9

10 No padecerán hambre ni sed, ni el ardiente sol ni el abrasador viento del desierto los volverán a tocar, pues por su misericordia el SEÑOR los guiará junto a aguas refrescantes.

11 Y para ellos convertiré mis montes en sendas llanas, los caminos serán alzados por sobre los valles.

12 Miren, desde lejos retornará mi pueblo: desde el norte, el oeste y el sur.

13

¡Canta jubiloso, oh cielo; clama, oh tierra; prorrumpan en canciones, oh montes; porque el SEÑOR ha consolado a su pueblo y tendrá compasión de su dolor!

14

Pero ellos dicen: «Mi Señor nos ha abandonado, nos ha olvidado».

15

¡Jamás! ¿Podrá la madre olvidar a su criaturita y no amar a su propio hijo? Pues aunque eso fuera posible, yo no los olvidaré.

16 Miren, en la palma de mi mano he grabado su nombre y ante mí tengo perpetuamente el cuadro de las derribadas murallas de Jerusalén.

17 Pronto vendrán sus reedificadores y echarán a cuantos las están destruyendo.

18

Miren, pongan atención, pues el SEÑOR ha jurado que todos sus enemigos vendrán y serán esclavos suyos. Serán como joyas de exhibición, como adornos de recién casada.

19

Hasta los más desolados rincones de su tierra pronto estarán llenos de su pueblo y sus enemigos que los esclavizaban estarán lejos.

20 Las generaciones que nacieron en el exilio volverán y dirán: «¡Necesitamos más espacio! ¡Estamos muy amontonados!»

21 Entonces ustedes se dirán: «¿Quién nos ha dado a todos estos? Porque la mayoría de nuestros hijos fueron muertos y el resto fue llevado cautivo, dejándonos solos aquí. ¿Quién dio a luz a todos éstos? ¿De dónde vinieron?»

22

El SEÑOR, el dueño de ustedes dice: Miren, daré señal a los gentiles y ellos les traerán en brazos a sus hijos y en sus hombros a sus hijas.

23 Reyes y reinas les servirán, atenderán a todas sus necesidades. Ante ustedes se inclinarán hasta el suelo y lamerán el polvo de sus pies; entonces sabrán que yo soy el SEÑOR. Los que en mí esperan no serán avergonzados jamás.

24

¿Quién arrebatará de manos de un varón fuerte su presa? ¿Quién podrá exigirle al tirano que deje ir a sus cautivos?

25 Pero el SEÑOR dice: Hasta los cautivos del más poderoso y terrible tirano serán liberados, porque yo combatiré a quienes los combaten y salvaré a sus hijos.

26 Haré que sus enemigos se coman su propia carne y se embriaguen con ríos de su propia sangre. El mundo entero sabrá que yo, el SEÑOR, soy su Salvador y Redentor, el Poderoso de Israel.

50

1

El SEÑOR pregunta: ¿Los entregué yo en manos de mis acreedores? ¿Será por eso que no están presentes? ¿Está ausente su madre porque yo me divorcié de ella y la despedí? No, se han entregado ustedes mismos por sus pecados, y a su madre se la llevaron en pago de sus deudas.

2 ¿Me faltaron fuerzas para librarlos? ¿Será por eso que la casa está silenciosa y vacía cuando llego? ¿No tendré ya poder para librar? No, esa no es la razón. Yo puedo reprender al mar y dejarlo seco, puedo convertir los ríos en desiertos cubiertos de peces agonizantes.

3 Yo soy quien envía la oscuridad a través del cielo.

4

El SEÑOR Dios me ha dado sus palabras de sabiduría para que yo sepa qué debo decirles a todos estos fatigados. Cada mañana me despierta y abre mi entendimiento a su voluntad.

5 El SEÑOR Dios me ha hablado y yo escuché; no me rebelo ni me aparto.

6 Entrego mi espalda al látigo y mis mejillas a quienes me mezan la barba. No rehúso la vergüenza. En la cara me escupen.

7

Ya que el SEÑOR Dios me ayuda, no me desanimaré. Esa es la razón por la que me mantengo firme como roca, y sé que venceré.

8 Cerca está el que me hace justicia. ¿Quién se atreverá ahora a luchar contra mí? ¿Dónde están mis enemigos? ¡Que se presenten!

9 ¡Miren! ¡El SEÑOR, Dios mismo se ha puesto de parte mía! ¿Quién me declarará culpable? Todos mis enemigos serán destruidos como harapos, consumidos por la polilla.

10

¿Quién entre ustedes teme al SEÑOR y obedece a su siervo? Si alguno de ustedes anduviere en tinieblas, sin un solo rayo de luz, confíe en el SEÑOR, pónganse en las manos de su Dios.

11 Pero oigan los que se iluminan con su propia luz y se calientan con su propio fuego; Dios los llenará de dolor toda la vida.

51

1

¡Escúchenme todos los que aman la justicia y buscan al SEÑOR! Tengan en cuenta la cantera de que fueron sacados, la roca de donde fueron labrados.

2 Sí, piensen en sus antepasados Abraham y Sara, de los cuales provienen. Se angustian por ser tan pocos y tan pequeños, pero Abraham era solamente uno cuando yo lo llamé. Pero cuando yo lo bendije, se convirtió en una gran nación.

3 De igual modo, el SEÑOR bendecirá nuevamente a Israel y hará florecer sus desiertos, sus páramos serán tan hermosos como el huerto de Edén. Allí reinarán el gozo y la alegría, la acción de gracias y los hermosos cánticos.

4

¡Escúchame, pueblo mío; escucha, oh Israel, porque yo haré que el bien triunfe!

5 Mi justicia vendrá pronto, mi salvación está en camino. Yo gobernaré a las naciones, ellas me esperarán y anhelarán mi venida.

6 Mira al alto cielo, y fíjate en la tierra abajo, porque el cielo se desvanecerá como humo, la tierra se gastará como vestidura, y el pueblo de la tierra morirá como moscas. Pero mi salvación y mi justicia permanecerán para siempre.

7

¡Escúchenme, los que disciernen entre el bien y el mal y en su corazón aman mis leyes: no teman a las mofas ni calumnias del populacho!

8 Porque la polilla los consumirá como a vestiduras, el gusano se los comerá como a lana, pero mi justicia y misericordia serán para siempre, y mi salvación para toda su descendencia.

9

¡Despierta, oh SEÑOR! ¡Levántate y vístete con tu manto de fortaleza! ¡Álzate como antaño, cuando destruiste a los egipcios!

10 ¿No eres acaso hoy el mismo, el potente Dios que secó el mar, por el medio del cual abrió senda para sus liberados?

11 Llegará el día cuando todos los redimidos de Dios regresarán a su patria. Volverán a Jerusalén con cánticos y llenos de gozo y de alegría sin fin; y el dolor y el luto habrán acabado para siempre.

12

Yo, sí, yo soy el que te conforta y te da todo este gozo. Así pues, ¿por qué temer a los simples mortales que cual la hierba se marchitan y desaparecen?

13 Y sin embargo, te has olvidado de tu Creador, del que extendió los cielos e hizo la tierra. No le teman al que con furia quiere destruirlos. Ante mí, su furia desparece de inmediato.

14 Pronto, muy pronto ustedes los esclavos serán liberados. Las prisiones, el hambre y la muerte no son su destino.

15 Porque yo soy el SEÑOR Dios de ustedes, el SEÑOR todopoderoso, que para ustedes abrió senda seca a través del mar, entre las ondas rugientes.

16 Y yo he puesto en sus labios mis palabras y les he dado seguro refugio dentro de mi mano. Yo puse las estrellas en su sitio y modelé toda la tierra. Yo soy quien dice a Israel: «Tú eres mío».

17

¡Despierta, despierta, Jerusalén! Ya sufriste demasiado la furia del SEÑOR ¡Has sufrido tanto que ya ni puedes levantarte!

18 Ni uno de tus hijos quedó con vida para ayudarte ni indicarte qué debes hacer.

19 Estos dos males te han tocado en suerte: desolación y destrucción. Sí, hambre y espada. ¿Y quién ha quedado para compadecerte? ¿Quién ha quedado para consolarte?

20 Porque tus hijos, sin fuerzas, están tirados por las calles, indefensos como venados atrapados en la red. Contra ti ha derramado el SEÑOR su furia y reprensión.

21

Pero escuchen esto, ustedes habitantes de Jerusalén que viven tambaleándose de dolor y aflicción, esto dice el Señor,

22 el SEÑOR su Dios, el mismo que defiende a su pueblo: ¡Ya no volveré a tratarlos con ira, ni a castigarlos con severidad! ¡Todo eso se ha terminado!

23 Sí, en cambio, castigaré con la misma severidad a quienes los atormentaron a ustedes y los pisotearon, y pasaron marchando sobre sus espaldas.

52

1

¡Despierta, despierta, Jerusalén, y vístete de la fortaleza de Dios! Ponte tus hermosas vestiduras, Sión, ciudad Santa, porque nunca más entrarán por tus puertas los ejércitos extranjeros, esos que detestan a Dios.

2 Levántate del polvo, Jerusalén, arroja de tu cuello las cadenas de esclavitud, y siéntate en tu trono.

3 Porque el SEÑOR dice: Cuando te entregué al destierro, no pedí precio a tus opresores; ahora puedo volver a tomarte sin deberles ni un céntimo.

4 Hace mucho tiempo mi pueblo emigró a Egipto y vivió allí como esclavo, y ahora, sin causa alguna, Asiria lo ha maltratado.

5 Y ahora ¿qué ocurre?, pregunta el SEÑOR. ¿Por qué vuelve mi pueblo a estar cautivo y oprimido sin causa alguna? Quienes lo gobiernan se burlan de ellos, y me insultan día tras día.

6 Pero llegará el día en que mi pueblo me conocerá. ¡Sabrá quién es el que les dice: «¡Aquí estoy para salvarlos!»

7

¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies de quienes traen la feliz noticia de paz y salvación, la nueva de que el Dios de Israel reina!

8 Los centinelas gritan y cantan de júbilo, porque con sus propios ojos ven al SEÑOR traer de regreso a su pueblo.

9 Rompan en jubiloso cántico las ruinas de Jerusalén, porque el SEÑOR ha consolado a su pueblo, ha redimido a Jerusalén.

10 Ante los ojos de todas las naciones el SEÑOR desplegará su gran poder, y todas ellas contemplarán la salvación de nuestro Dios.

11

¡Salgan, salgan pronto! ¡Dejen sus cadenas de esclavitud! ¡No toquen nada de la inmundicia de Babilonia! Ustedes, los que traen de regreso los utensilios del templo, ¡Purifíquense y no toquen nada impuro!

12 No tienen que salir apresurados, ni salgan huyendo, ¡nadie los perseguirá! El SEÑOR, el Dios de Israel, marchará con ustedes y los rodeará y protegerá de todo peligro.

13

Miren, mi Siervo será prosperado, será grandemente exaltado.

14 [14-15] Pero al verlo, muchos se asombrarán. Sí, las naciones lejanas y sus gobernantes quedarán estupefactos y mudos ante su presencia. Porque verán y entenderán lo que jamás se les había dicho. Verán a mi siervo tan desfigurado que sería difícil tomarlo por ser humano.

53

1

¡Nadie cree lo que hemos proclamado! ¡Nadie ha sido testigo del poder de Dios!

2 Era como tierno retoño que brota de una raíz en tierra seca. No había nada de belleza en él. No tenía atractivo como para desearlo.

3 Todos lo despreciaron y lo rechazaron. Fue un hombre marcado por el dolor y habituado al más amargo sufrimiento. Todos evitábamos mirarlo, lo ignorábamos y lo considerábamos como harapo pisoteado en el camino.

4

Y sin embargo, el sufrimiento que él padeció es el que a nosotros nos correspondía, nuestras penas eran las que lo agobiaron. Y nosotros pensábamos que sus tribulaciones eran castigo de Dios por sus propios pecados,

5 ¡pero él fue herido y maltratado por los pecados nuestros! ¡Se le castigó para que nosotros tuviéramos paz, lo azotaron y nosotros fuimos sanados por su sufrimiento!

6 Nosotros fuimos quienes nos extraviamos como ovejas, nosotros, quienes seguimos nuestro propio camino. ¡Pero Dios echó sobre él la culpa y los pecados de cada uno de nosotros!

7

Fue oprimido y afligido, pero no pronunció ni una sola palabra de queja. Como si fuera un cordero lo llevaron al matadero; como muda oveja ante sus trasquiladores, permaneció callado ante quienes lo condenaban.

8 De la cárcel y del juicio se lo llevaron a la muerte. Pero ¿quién entre el pueblo de aquel tiempo se dio cuenta de que era por los pecados de ellos que él moría, que él sufría el castigo que a ellos correspondía?

9 Lo sepultaron como a delincuente en la tumba de un rico, pero él no había hecho mal alguno, jamás pronunció una palabra perversa.

10

Sin embargo, fue Dios mismo el que decidió humillarlo y hacerlo sufrir hasta la agonía. Pero el siervo ofreció su vida en sacrificio por nuestros pecados. Por eso, tendrá una larga vida y llegará a ver sus descendientes. Todos los planes de Dios se harán realidad por medio de sus manos.

11 [11-12] Y después de tanto sufrimiento comprenderá por qué fue necesaria su obediencia y su intercesión. Porque fue mediante su sufrimiento y por haber llevado sobre sí el pecado de muchos que mi siervo hará que ellos sean declarados inocentes y aceptados por Dios. Por lo tanto, yo le daré como premio toda la honra y todo poder.

54

1

¡Canta, mujer estéril! ¡Prorrumpe en grande y jubiloso cántico, Jerusalén, porque la que había sido abandonada tiene más bendiciones que la que conservó su marido!

2 ¡Amplía tu casa, construye cuartos adicionales, ensancha tu morada

3 porque pronto no tendrás espacio! Tus descendientes poseerán las ciudades que habían quedado durante el exilio y gobernarán a las naciones que se apoderaron de su tierra.

4

No temas, ya no vivirás avergonzada. La vergüenza de tu juventud y el dolor de la viudez no se recordarán más,

5 porque tu Creador será el «esposo» tuyo. SEÑOR todopoderoso es su nombre; él es tu Redentor, el Santo de Israel, el Dios de toda la tierra.

6 Porque el SEÑOR te ha llamado para que dejes tu dolor, joven esposa abandonada por tu marido.

7 Por un breve momento te abandoné, pero con mucha compasión te tomaré de nuevo.

8 En un momento de ira no quise saber nada de ti, pero con amor eterno nuevamente tendré compasión de ti, dice el SEÑOR, tu Redentor.

9 Así como en días de Noé juré que jamás permitiría que la inundación de las aguas cubriera la tierra y destruyera su vida, juro ahora que jamás volveré a derramar mi ira sobre ti como lo hice durante el exilio.

10 Podrán los montes marcharse y desaparecer las colinas, pero la misericordia mía no te dejará. Jamás será quebrantada mi promesa de paz para ti, dice el SEÑOR, quien tiene misericordia de ti.

11

¡Oh afligido pueblo mío, atormentado y atribulado, volveré a construir para ti cimiento de zafiros, y de piedras preciosas haré los muros de tus casas!

12 De ágata resplandeciente construiré tus torres, y tus puertas y murallas serán de fulgurantes gemas.

13 Y yo seré el maestro de todos tus ciudadanos y grande será la prosperidad de ellos.

14 Serás regida por un gobierno justo y honrado. Tus enemigos se mantendrán a distancia, vivirás en paz, el terror no se acercará.

15 Si alguna nación acude a combatirte, no será enviada por mí como castigo; por lo tanto será derrotada, porque yo estoy de tu parte.

16 Yo he creado al herrero que desde abajo de la fragua da viento a los carbones y fabrica las armas destructivas. Yo he creado los ejércitos que destruyen.

17 Pero aquel día ninguna arma que se vuelva contra ti triunfará, y se te hará justicia contra toda calumnia que se esgrima en los tribunales. Ésta es la herencia de los siervos del SEÑOR, ésta es la bendición que te he dado, dice el SEÑOR.

55

1

¡Oigan! ¿Alguien tiene sed? ¡Que venga y beba, aunque no tenga dinero! ¡Vengan, elijan el vino y la leche que gusten: todo es gratis!

2 ¿Por qué gastar su dinero en alimento que no nutre? ¿Por qué pagar por víveres que no aprovechan? Escuchen y les diré dónde obtener buen alimento que fortalece el alma.

3

Acudan a mí, y presten atención. Escuchen, porque está en juego su vida. Dispuesto estoy a firmar un pacto permanente con ustedes: hacer efectivas las promesas que le hice a David, mi rey amado.

4 A él lo puse por testigo para guiar a las naciones en el camino de la justicia y de mis enseñanzas.

5 De igual modo, ustedes también convocarán a las naciones, y éstas acudirán presurosas; vendrán a ustedes por todo lo que el SEÑOR, el Santo de Israel, ha hecho por ustedes, pues les ha mostrado su amor y los ha honrado.

6

Éste es el momento oportuno para buscar al SEÑOR. Ahora que está cerca es cuando deben llamarlo.

7 Los que siempre buscan hacer el mal, que abandonen sus malos pensamientos y ese estilo de vida, y vuélvanse al SEÑOR, pues él siempre está dispuesto a perdonarlos; el SEÑOR es un Dios compasivo.

8 Mis pensamientos y conducta son radicalmente diferentes a los de ustedes.

9 Porque así como el cielo es más alto que la tierra, mi conducta y mis pensamientos son más elevados que los de ustedes.

10

Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y permanecen en la tierra para regarla, haciendo que la tierra dé grano y produzca semilla para el sembrador y pan para el hambriento,

11 así es mi palabra. Yo la envío y siempre produce fruto. Realiza cuanto yo quiero y prospera en dondequiera la envíe.

12 En gozo y paz vivirán. Montes y collados, árboles del campo, todo el mundo que los rodea, se regocijará.

13 Donde hubo espinos crecerán abetos, donde crecían zarzas brotarán mirtos. Este milagro engrandecerá mucho el nombre del SEÑOR y será eterna señal del poder y del amor de Dios.

56

1

Practiquen la justicia y el derecho, dice el SEÑOR, porque pronto vengo a demostrarles mi poder liberador.

2 Dios bendecirá a todo el que se abstenga de practicar el mal y al que rehúse trabajar los días sábado, es decir, los días de reposo obligatorio.

3

El extranjero que se entrega al SEÑOR no debe ni siquiera pensar en que Dios lo va a rechazar. Tampoco el eunuco debe considerarse como árbol seco.

4 Esto digo a los eunucos que respetan mis días de reposo, me son fieles y me obedecen:

5 Yo les concederé el privilegio de tener sus nombres grabados de manera permanente en mi templo, dentro de mis muros. Tendrán un nombre eterno que nunca será borrado. ¡Eso es mejor que tener muchos hijos e hijas!

6

En cuanto a los extranjeros, aquellos que se unan al pueblo del SEÑOR, le sirvan, amen su nombre, sean siervos suyos, no profanen el sábado y hayan aceptado su pacto y sus promesas,

7 también los traeré a mi santo monte de Jerusalén y los llenaré de gozo dentro de mi Casa de Oración. Aceptaré sus sacrificios y ofrendas porque mi templo será llamado «Casa de Oración para todos los pueblos».

8 Porque el Señor que hace volver a los desterrados de Israel dice: «A otros traeré además de mi pueblo Israel».

9

¡Vengan, naciones enemigas! ¡Vengan a destruir a mi pueblo!

10 Porque sus líderes son unos incapaces. No se dan cuenta del peligro en el que está mi pueblo. Más bien se pasan la vida durmiendo y soñando.

11 Son codiciosos como perros, jamás se satisfacen; son pastores insensatos a quienes sólo preocupa su propio interés, procurando obtener cuanto más pueden, no importándoles el origen.

12

«Vamos», dicen. «Conseguiremos vino y haremos fiesta; embriaguémonos. ¡Esto se llama vivir; que siga la fiesta, y mañana será aún mejor!»

57

1

Mueren los buenos, perecen los justos antes de tiempo sin que nadie parezca preocuparse o preguntarse la razón. Nadie pareciera darse cuenta de que Dios los aleja de los malos días que vendrán.

2 Porque los justos que mueren descansarán en paz.

3

Pero ustedes, ¡vengan acá, hijos de brujas, descendientes de adúlteros y prostitutas!

4 ¿De quién se burlan haciendo muecas y sacando la lengua? ¡Hijos de pecadores y embusteros!

5 Debajo de los robles y de todo árbol frondoso tienen relaciones sexuales para adorar a los falsos dioses, y junto a los arroyos y en las cuevas de las rocas sacrifican a sus hijos como ofrenda en su honor.

6 Sus dioses son las piedras lisas de los valles, a las que adoran. A ellas les llevan vino y cereales como ofrenda. ¡Bien saben que toda esta conducta me llena de tristeza y enojo!

7

En lo alto de los montes ponen sus camas, porque allí han adorado ídolos.

8 Tras las puertas cerradas han colocado sus ídolos y han adorado a otros dioses y no a mí. Esto es adulterio, porque entregan su amor a estos ídolos en vez de amarme a mí.

9

Han llevado agradable incienso y perfume como ofrenda al dios Moloc. Han ido lejos, hasta el infierno mismo, en busca de nuevos dioses a quienes amar.

10 Se fatigan en su búsqueda, pero jamás cesan en su empeño, cobran fuerzas y prosiguen.

11 ¿Por qué les tienen más temor a esos dioses que a mí? ¿Por qué no me consagran ni la sobra de un recuerdo? ¿Será porque he sido demasiado bueno, y por eso no me temen?

12

Y luego vienen con su «justicia» y sus «buenas obras», ninguna de las cuales los salvará.

13 Ya verán que nada ni nadie en toda la gran colección de ídolos que tienen podrá ayudarlos cuando clamen pidiéndoles salvación. ¡Tan débiles son, que el viento puede llevárselos! Un soplo puede arrastrarlos. Pero todo el que confía en mí poseerá la tierra y heredará mi santo monte.

14

Yo diré: ¡Reconstruyan el camino, aparten rocas y piedras, preparen un glorioso camino para mi pueblo que regresa del cautiverio!

15

El que es alto y excelso y habita la eternidad, aquel cuyo nombre es santo, dice así: Yo moro en aquel elevado y santo sitio, pero también estoy donde habitan los pobres y los afligidos, y a ellos les doy ánimo y aliento.

16 Porque no lucharé contra ustedes para siempre, ni para siempre les mostraré mi enojo. Si así fuera, perecería todo lo que tiene vida en este mundo.

17 Estuve airado y herí a estos hombres codiciosos, pero ellos continuaron pecando, haciendo cuanto su malvado corazón anhelaba.

18 He visto lo que hacen, y sin embargo los sanaré, guiaré y consolaré, ayudándoles a llorar por sus pecados y a confesarlos.

19 ¡La paz, la paz esté con ellos, los cercanos y los lejanos, pues a todos los sanaré!

20 Pero los que aún me rechazan son como mar embravecido que jamás se aquieta, y sus olas arrastran lodo y suciedad.

21 ¡Para ellos no hay paz!, dice mi Dios.

58

1

El SEÑOR me dijo: ¡Grita bien fuerte, clama con voz de trompeta, no tengas miedo! ¡Reprende a mi pueblo sus pecados!

2 ¡Mi pueblo está lleno de hipócritas! Acuden al templo cada día y les encanta oír la lectura de mis leyes, como si fueran a obedecerla, como si no menospreciaran los mandamientos de su Dios. ¡Qué afán muestran porque se les enseñen leyes justas, y les encanta estar cerca de mí!

3

«Ante ti hemos ayunado», dicen, «¿por qué no te impresionas? ¿Por qué no ves nuestros sacrificios? ¿Por qué no escuchas nuestras plegarias? ¡Hemos hecho grandes penitencias, y ni siquiera te fijas!»

Pero yo les digo la razón: Es que mientras ayunan se dedican a hacer negocios, y explotan a sus trabajadores.

4 Además, el día de ayuno ustedes se las pasan en pura violencia, maltratándose unos a otros ¡Cómo quieren que escuche sus plegarias con esa clase de ayuno!

5 Si a eso que ustedes hacen le llaman ayuno, ¡a mí no me agrada para nada! Para mí nada tiene que ver con el ayuno que ustedes hagan penitencia y se mortifiquen y doblen la espalda como junco y se vistan de luto y se acuesten sobre ceniza.

6 ¡Eso no es ayuno!

El ayuno que a mí me agrada es que dejen de oprimir a quienes trabajan para ustedes y liberen a los que están esclavizados y que ¡acaben con toda injusticia!

7 Ayuno es que compartan su alimento con los hambrientos y que alberguen en sus hogares a los indefensos y menesterosos, que vistan a los que padecen frío y ayuden a todo aquel que necesite de su auxilio.

8 Los que practican esta clase de ayuno brillarán como la luz de la aurora, y el SEÑOR sanará todas sus heridas. Además, la justicia será su guía y la gloria del SEÑOR será su protección a sus espaldas.

9 Cuando me invoquen, yo les responderé. Si gritan pidiendo ayuda, yo les diré: «¡Sí, aquí estoy!»

Si ustedes hacen desaparecer la opresión, si dejan de acusar a los demás y de levantar calumnias,

10 si dan de comer al hambriento y ayudan a los que sufren, entonces su luz brillará entre las tinieblas, y su noche será como luminoso día.

11 Yo, el SEÑOR, los guiaré de continuo, y les daré de comer en el desierto y siempre tendrán fuerzas. Serán como huerto bien regado, como manantial que fluye sin cesar.

12 Sus hijos reedificarán las ruinas de sus ciudades, por tanto tiempo convertidas en desiertas ruinas, y a ustedes se los conocerá como «Reparadores de muros caídos», «reconstructores de casas en ruinas»

13

Dediquen el día de descanso para honrarme a mí. No hagan negocios ese día, no lo usen para hablar de cosas inútiles. Más bien, disfruten el día de descanso con alegría y como un día especial dedicado a mí.

14 Si hacen todo lo que les pido, yo seré su verdadera alegría, y los llevaré de triunfo en triunfo, y les entregaré la tierra que les prometí. Yo, el SEÑOR les confirmo que así será.

59

1

¡Escuchen ahora! No es que el SEÑOR se haya debilitado tanto que no pueda salvarlos, ni se ha vuelto sordo que no pueda escucharlos cuando claman.

2 El problema está en que sus pecados los han separado de Dios. Por causa del pecado él ha escondido su rostro de ustedes y ya no quiere escucharlos.

3 Porque las manos de ustedes están llenas de sangre por los crímenes que han cometido, y sobre todo eso, mienten y murmuran, y se oponen al bien.

4 Nadie se preocupa por ser justo y fiel. Sus litigios se fundan en mentiras; pasan el tiempo planeando males y ejecutándolos.

5 Dedican su tiempo y energía a trazar planes perversos cuyo fin es sangriento.

6 Engañan y estafan a todos. Cuanto hacen es pecaminoso; la violencia es su marca distintiva.

7 Sus pies corren hacia el mal y se apresuran a cometer homicidio; sólo piensan en pecar y a dondequiera que van dejan un rastro de dolor y de muerte.

8 Ignoran qué es la paz, o qué significa ser justo y bueno; continuamente hacen el mal, y quienes van en pos de ustedes tampoco gozan de paz.

9

Es por todo ese mal que no cuentan con las bendiciones de Dios; por eso es que él no castiga a quienes les hacen mal a ustedes. Con razón caminan en tinieblas y no en luz;

10 con razón andan a tientas como ciegos y tropiezan aun en pleno día. Aun cuando el sol brilla en su esplendor, para ustedes es como si fuera noche oscura. Se mantienen con vida, pero carentes de vigor.

11 Dan rugidos como osos hambrientos; se quejan con gemidos lastimeros como palomas. Buscan a Dios para que los proteja, pero él se abstiene, él les ha vuelto la espalda,

12 porque sus pecados siguen amontonándose en presencia del justo Dios, y dan testimonio en contra suya.

Ustedes mismos dicen: Sí, sabemos lo pecadores que somos,

13 conocemos nuestra desobediencia, hemos negado al SEÑOR Dios nuestro. Sabemos lo rebeldes e injustos que somos, pues minuciosamente tramamos nuestras mentiras.

14 Nuestros tribunales se oponen a la justicia y se desconoce en ellos la imparcialidad. La verdad cae muerta en las calles y la justicia no tiene lugar en sus vidas.

15 ¡Sí, desapareció la verdad y a todo el que se aparta del mal, lo despojan de todo! El SEÑOR contempló todo este mal y le desagradó ver que no se tomaban medidas contra el pecado.

16 Se asombró de que nadie interviniera y decidió salvarlos con su poder y su justicia.

17 Se vistió colocándose la justicia como armadura y puso en su cabeza la salvación como un yelmo. Se puso vestiduras de venganza y de santa furia.

18 Pagará a sus enemigos por sus maldades, con furia para sus enemigos de tierras lejanas.

19 Entonces, las naciones temblarán de miedo ante el SEÑOR, y le rendirán homenaje, porque vendrá como río caudaloso impulsado por un viento muy fuerte.

20 El SEÑOR vendrá a redimir a los moradores de Jerusalén y a todos los israelitas que se arrepientan de su pecado. ¡Él así lo ha afirmado!

21

El SEÑOR dice así: Yo hago un pacto con ustedes y les prometo que mi poder y mis enseñanzas nunca se apartarán de ustedes ni de sus descendientes.

60

1

¡Levántense moradores de Jerusalén! ¡Resplandezca la luz de Sión para que la vean todas las naciones! Porque de ustedes fluye la gloria del SEÑOR.

2 Tinieblas negras como la noche cubrirán a todos los pueblos de la tierra, pero la gloria del SEÑOR resplandecerá sobre su ciudad.

3 Todas las naciones acudirán a su luz; reyes poderosos vendrán a contemplar sobre ella la gloria del SEÑOR.

4

¡Alcen sus ojos y miren! Porque de lejanas tierras regresan familias enteras con sus niños en brazos.

5 Se llenarán de suprema alegría porque de todo el mundo vendrán a Jerusalén mercaderes trayendo riquezas de muchas tierras.

6 Multitud de camellos convergerán en ella, dromedarios de Madián, de Sabá y de Efa también, mercaderes de oro e incienso para añadirlos a la alabanza de Dios.

7 Para mis altares se reservarán los rebaños de Cedar y los carneros traídos de Nabayot, y en aquel día yo glorificaré mi grandioso templo.

8

Y ¿quiénes son esos que vuelan como nubes hacia Jerusalén, como palomas a sus nidos?

9 He reservado los navíos de muchos países, los mejores de ellos, para traer a los habitantes de Jerusalén de lejanas tierras, y a sus riquezas con ellos. Porque el SEÑOR, el santo de Israel, renombrado en todo el mundo, los ha enaltecido a los ojos de todos.

10

Extranjeros vendrán y reconstruirán las murallas de Jerusalén, y sus gobernantes y reyes se pondrán al servicio de ustedes, habitantes de Jerusalén. Pues aunque yo destruí a Jerusalén en mi arranque de ira, por mi amor sin límite me apiadaré de ella.

11 Sus portones permanecerán abiertos día y noche para que entre la riqueza de muchas naciones. Los reyes del mundo la abastecerán.

12 Porque las naciones que rehúsen servirles a ustedes, habitantes de Jerusalén, serán destruidas por completo.

13 De Jerusalén será la gloria del Líbano —los bosques de abetos, pinos y bojes— para embellecer mi santuario, el lugar donde he puesto mi trono.

14

Los hijos de quienes los oprimieron a ustedes, habitantes de Jerusalén, vendrán a humillarse y hasta les besarán los pies. Llamarán a Jerusalén «Ciudad del SEÑOR» y «Glorioso monte del Santo de Israel».

15 Aunque una vez Jerusalén fue despreciada, odiada y rechazada de todos, será hermosa para siempre, gozo para todos los descendientes de ustedes.

16

Poderosos reyes y aguerridas naciones proveerán de lo mejor de sus bienes para satisfacer toda las necesidades de todos ustedes, y finalmente todos los que habitan en Jerusalén reconocerán que yo, el SEÑOR, soy su Salvador y Redentor, el Poderoso de Israel.

17 En lugar de bronce les traeré oro; en vez de hierro traeré plata; en vez de madera les daré bronce, y en vez de piedra les traeré hierro. ¡La paz los gobernará y la justicia será su guía!

18 La violencia desaparecerá de su tierra, cesará toda guerra. Las murallas de Jerusalén tendrán por nombre «Salvación» y sus portones, «Alabanza».

19

Nadie en Jerusalén necesitará más de sol ni de luna para que los iluminen, porque el SEÑOR, el Dios de ustedes, será su luz perpetua; ¡él será su resplandor!

20 El sol nunca tendrá ocaso y la luna no menguará, porque el SEÑOR será luz permanente. Los días de luto por fin terminarán.

21 Todo los habitantes de Jerusalén practicarán la justicia y poseerán por siempre la tierra, porque aquí los plantaré con mis propias manos, y así se manifestará mi gloria.

22 La más pequeña familia se multiplicará hasta convertirse en un gran clan, el grupo pequeño llegará a ser poderosa nación. Yo, el SEÑOR, a su tiempo haré que todo esto se cumpla.

61

1

El Espíritu del SEÑOR todopoderoso está sobre mí, porque me eligió para traer buenas noticias a los pobres, para consolar a los afligidos y para anunciarles a los prisioneros que pronto van a quedar en libertad.

2 El SEÑOR me ha enviado a decir a los que lloran que ha llegado para ellos la hora de la compasión de Dios, y el día de su ira contra los enemigos de ellos.

3 A todos los que guardan luto en Israel les dará: belleza en vez de cenizas, júbilo en vez de llanto, y alabanza en vez de abatimiento. Porque para gloria de Dios, él mismo los ha plantado como vigorosos y esbeltos robles.

4

Entonces ellos reedificarán las antiguas ruinas, repararán las ciudades que hace largo tiempo fueron destruidas; las levantarán, aunque por generaciones han estado derruidas.

5 Los extranjeros serán los siervos de ustedes, les darán de comer a sus rebaños, ararán sus tierras y cuidarán sus viñedos.

6

Ustedes serán llamados sacerdotes del SEÑOR, ministros de Dios. Se nutrirán de los tesoros de las naciones y en sus riquezas se gloriarán todos ustedes.

7 En lugar de vergüenza y deshonra, gozarán doble porción de prosperidad y de alegría perpetua.

8

Porque yo, el SEÑOR, amo la justicia, detesto el robo y el mal. Fielmente recompensaré a mi pueblo por sus sufrimientos y con ellos estableceré pacto perpetuo.

9 Sus descendientes tendrán renombre y serán famosos entre las naciones. Todos reconocerán que son un pueblo bendecido por Dios.

10

Dice el profeta: ¡Dejen que les cuente la felicidad que Dios me ha dado! Me ha cubierto con vestiduras de salvación y me ha puesto un manto de justicia. Soy como novio vestido para celebrar la boda o como una novia enjoyada para el desposorio.

11

El SEÑOR mostrará a las naciones del mundo su justicia; todos lo alabarán. Su justicia será como un árbol con renuevos, o como huerto al comenzar la primavera, lleno de plantas que brotan por doquier.

62

1

Continuó hablando el profeta: Porque amo el monte Sión, porque mi corazón suspira por Jerusalén, no cesaré de orar por ella o de interceder por ella ante Dios hasta que resplandezca en su justicia y sea maravillosa en su salvación.

2 Jerusalén, las naciones verán tu justicia, los reyes serán deslumbrados por tu gloria y Dios te otorgará un nombre nuevo.

3 El SEÑOR te alzará en sus manos para que todos te vean: ¡espléndida corona para el Rey de reyes!

4 Jamás volverán a llamarte «La Abandonada» ni a tu nación «La Arruinada». Tu nuevo nombre será «Mi Preferida» y tu nación, «La Desposada», porque en ti se deleita el SEÑOR y te reclamará como posesión suya.

5 Jerusalén, así como un joven se casa con su novia, así se casa contigo el que te reconstruyó. El SEÑOR se regocija contigo, como el marido se alegra con su esposa.

6 ¡Oh Jerusalén, sobre tus muros he puesto centinelas que ni de día ni de noche dejan de decir: No descansen todos los que oran, y no den tregua a Dios hasta que reestablezca a Jerusalén y haga que se le respete y admire por toda la tierra.

7

8 El SEÑOR le juró solemnemente a Jerusalén: ¡Jamás volveré a entregarte en manos de tus enemigos, jamás volverán soldados extranjeros a arrebatarte el trigo y el vino!

9 Tú lo cultivaste y tú te quedarás con él, y por ello alabarás a Dios. En los atrios del templo beberán el jugo de su vendimia.

10

¡Salgan! ¡Salgan! —dice el profeta— ¡Preparen el camino para el retorno de mi pueblo! ¡Reparen los caminos, eliminen los peñascos, alcen la bandera de Israel!

11

Miren, el SEÑOR ha enviado sus mensajeros a todas las naciones y ha dicho:

Digan a mi pueblo: Yo, el SEÑOR, Dios de ustedes, vengo a salvarlos, yo les daré la libertad.

12

A los israelitas los llamarán «Pueblo Santo» y «Redimidos por el SEÑOR», y a Jerusalén la llamarán «Ciudad deseada» y «Ciudad no abandonada».

63

1

¿Quién es éste que viene de Edom, de la ciudad de Bosra, con sus magníficas vestiduras púrpuras? ¿Quién es éste con manto real, que marcha con grandeza y reflejando poder?

«¡Soy yo, el SEÑOR que te anuncio salvación; yo, el SEÑOR, poderoso para salvar!»

2

¿Por qué son tan rojas tus vestiduras, como si vinieras de exprimir uvas en el lagar?

3

«Porque he pisado yo solo el lagar. No hubo quien me ayudara. En mi ira, he pisoteado a mis enemigos como si fueran uvas, en mi furia pisoteé a mis adversarios. Es su sangre la que ves en mi ropa.

4 Porque ha llegado la hora de que yo vengue a mi pueblo, de que los libere de la tierra de sus opresores.

5 Miré, pero nadie acudió en su auxilio; quedé asombrado y estupefacto. Entonces ejecuté la venganza yo solo; sin auxilio, llevé a cabo el castigo.

6 Con furia aplasté a las naciones paganas, las hice tambalearse y caer por tierra».

7

De la amorosa bondad de Dios hablaré. Lo elogiaré por todo lo que ha hecho; me regocijaré por su gran bondad para con Israel, otorgada según su misericordia y amor.

8 Él dijo:

Míos son, sin duda no volverán a serme desleales.

Y él se convirtió en su Salvador,

9 y los libró de todas sus aflicciones. No fue ningún enviado del SEÑOR, sino que él en persona, motivado por su amor y piedad, los redimió, los levantó y los condujo todos aquellos años antiguos.

10

¡Pero ellos volvieron a rebelarse y ofendieron a su Santo Espíritu! Por eso se transformó él en su adversario y los combatió personalmente.

11 Entonces ellos recordaron los días de antaño cuando Moisés, siervo de Dios, sacó de Egipto a su pueblo y clamaron:

¿Dónde está el que sacó a Israel a través del mar, con Moisés como pastor suyo? ¿Dónde está el Dios que envió su santo Espíritu a morar entre su pueblo?

12 ¿Dónde está aquél cuyo gran poder abrió el mar ante ellos cuando Moisés levantó la mano, y estableció para siempre su fama?

13 ¿Quién los llevó por el fondo del mar? Fueron como airosos caballos que corren por el desierto, y jamás tropezaron.

14 Como ganado que pace en los valles, el Espíritu del SEÑOR les dio reposo. De este modo se dio a sí mismo magnífico renombre.

15

El pueblo de Israel oró a Dios y le dijo: ¡Oh SEÑOR, mira desde el alto cielo y contémplanos desde tu santa y gloriosa morada! ¿Dónde está el amor que nos tenías, tu poder, misericordia y compasión? ¿Dónde están ahora?

16 ¡Ciertamente aún eres nuestro Padre! Aunque Abraham y Jacob nos desconocieran, tú serías nuestro Padre, nuestro Liberador desde la antigüedad.

17 Oh SEÑOR, ¿por qué nos has endurecido el entendimiento, nos has hecho pecar y volvernos contra ti? ¡Regresa y ayúdanos, pues los que a ti pertenecemos te necesitamos tanto!

18 ¡Cuán poco tiempo poseímos a Jerusalén! Y ahora nuestros enemigos la han destruido.

19 Oh Dios, ¿por qué nos tratas como si no fuéramos tu pueblo, como si fuéramos una nación pagana que jamás te hubiera llamado «SEÑOR»?

64

1

El pueblo de Israel continuó su oración: ¡Oh, que surgieras de los cielos y descendieras a la tierra! ¡Cómo se estremecerían los montes en tu presencia!

2 El fuego consumidor de tu gloria abrasaría los bosques y haría hervir los océanos hasta secarlos. Ante ti temblarían las naciones; entonces tus enemigos sabrían dar razón de tu fama.

3

Así fue antiguamente cuando tú descendiste, pues realizaste obras portentosas, superiores a nuestras más grandes esperanzas, ¡y cómo temblaron los montes!

4 Porque desde que el mundo es mundo nadie vio ni oyó jamás de un Dios como el nuestro, que se manifiesta en favor de los que en él confían.

5 Acoges con agrado a quienes alegremente hacen el bien, a quienes van por sendas santas. Pero no somos santos; somos y hemos sido pecadores toda la vida. Por lo tanto, tu ira pesa sobre nosotros. ¿Cómo podrán salvarse las personas que son como nosotros?

6

Estamos completamente contaminados e inmundos de pecado. Todas nuestras buenas obras son como inmundos harapos. Como hojas de otoño nos decoloramos, nos marchitamos y caemos. Como viento, nos arrastran nuestros pecados.

7 Y, sin embargo, nadie invoca tu nombre ni te suplica misericordia. A causa de ello, tú te has apartado de nosotros y nos has abandonado por nuestra maldad.

8

¡Y no obstante, oh SEÑOR, tú eres nuestro Padre! Somos la arcilla y tú el alfarero: todos fuimos modelados por tu mano.

9 ¡Ay, no estés tan airado con nosotros, SEÑOR, ni recuerdes para siempre nuestros pecados! Mira y ve que todos somos pueblo tuyo.

10

Tus santas ciudades están destruidas, Jerusalén está desierta.

11 Nuestro santo y hermoso templo, en donde nuestros padres te alababan, está quemado, y todos sus hermosos objetos destruidos.

12 Después de todo esto, ¿aún te negarás a ayudarnos, SEÑOR? ¿Permanecerás callado y continuarás castigándonos?

65

1

El SEÑOR dice:

Gente que nunca antes preguntó por mí, ahora me busca. Naciones que nunca antes me buscaron, ahora me hallan.

2

Pero mi propio pueblo —no obstante que el día entero he tenido los brazos abiertos para recibirlos— se ha rebelado; sigue sus propias sendas y pensamientos perversos.

3 Todo el día me ofenden cara a cara adorando ídolos en muchos huertos y quemando incienso en las azoteas de sus casas.

4 Van por la noche a las tumbas y a las cuevas para adorar malos espíritus, y comen cerdo y otros alimentos prohibidos.

5 Pero unos a otros se dicen: «¡No te me acerques mucho, porque me contaminas, porque soy más santo que tú!» Ya no los soporto, día tras día me enfurecen.

6

Mira, aquí tengo escrito el decreto: ¡No guardaré silencio, daré a cada quien lo que se merece! Sí, les daré su merecido pago,

7 y no sólo por los pecados de ellos, sino por los de sus padres también, dice el SEÑOR, porque también ellos quemaban incienso en los montes y me ofendían en las colinas. Les voy a dar su merecido pago.

8

Pero no los destruiré a todos, dice el SEÑOR, porque así como entre los racimos de uvas malas aparecen algunas buenas (y alguien dirá: «¡No las arrojes todas; hay algunas uvas buenas!») no destruiré a todo Israel, porque tengo entre él algunos siervos fieles.

9 Preservaré algún remanente de mi pueblo para que posea la tierra de Israel; los que yo seleccione la heredarán y allí me servirán.

10 Y para aquellos de mi pueblo que me hayan buscado, los valles de Sarón volverán a estar llenos de rebaños y el valle de Acor será sitio para pastorear manadas.

11

Pero ya que el resto de ustedes ha abandonado al SEÑOR y su templo, y adoran dioses de la «Suerte» y del «Destino»,

12 yo los «destinaré» a la espada, y su «suerte» será terrible, pues cuando llamé no me respondieron, cuando hablé no quisieron escuchar. Deliberadamente pecaron ante mi vista y resolvieron hacer a sabiendas lo que yo desprecio.

13 Por lo tanto, el SEÑOR Dios dice: Ellos morirán de hambre, pero mis siervos tendrán qué comer; padecerán de sed mientras ellos beben; estarán tristes y avergonzados, pero ellos se gozarán;

14 llorarán de dolor, disgusto y desesperación, mientras ellos cantan de júbilo.

15 Su nombre será anatema entre mi pueblo, porque el SEÑOR Dios los matará y a sus siervos fieles les dará otro nombre.

16

Sin embargo, vendrán días cuando todos los que invoquen una bendición o presten juramento lo harán al Dios fiel; porque desecharé mi enojo y olvidaré el mal que hicieron.

17

Pues miren, estoy creando un nuevo cielo, y una tierra nueva, tan admirables que nadie volverá a recordar las cosas pasadas.

18 ¡Alégrense, regocíjense para siempre en mi creación! ¡Miren! Volveré a crear a Jerusalén como sitio de felicidad, y su pueblo siempre estará gozoso.

19 Y yo me regocijaré en Jerusalén, y en mi pueblo, y el sonido del llanto y del clamor no se volverá a escuchar allí jamás.

20

Jamás volverán a morir los niñitos de pocos días de nacidos, ya no se tendrá por viejos a los hombres de cien años. ¡Únicamente los pecadores morirán a edad tan temprana!

21 [21-22] En aquellos días, cuando un hombre edifique una casa, podrá vivir tranquilo en ella, no será destruida por ejércitos invasores como en el pasado. Mi pueblo plantará viñas y comerá de su fruto, sus enemigos no las confiscarán. Porque mi pueblo vivirá tanto como los árboles y disfrutará por mucho tiempo de lo obtenido con su afanoso esfuerzo.

22

23 Sus cosechas no serán devoradas por sus enemigos. Sus hijos no nacerán para ser carne de cañón. Porque son hijos de aquéllos a quienes el SEÑOR ha bendecido; y sus hijos también serán bendecidos.

24 Yo les responderé aun antes de que me invoquen; mientras estén aún contándome sus necesidades, yo procederé a contestar sus súplicas.

25 El lobo y el cordero comerán juntos, el león se alimentará de paja como el buey, y la serpiente venenosa no volverá a morder. En aquellos días nada ni nadie recibirán daño ni será destruido en todo mi santo monte, dice el SEÑOR.

66

1

El cielo es mi trono y la tierra es apoyo para mis pies. ¿Qué templo semejante a éste pueden construirme ustedes?

2 Mis manos hicieron la tierra y el cielo, los cuales son míos. Pero siento inclinación por el hombre de corazón humilde y contrito, que tiene reverencia ante mi palabra.

3

Pero los que eligen sus propios caminos deleitándose en sus pecados, son malditos. Dios no aceptará sus ofrendas. Cuando se hagan esa clase de sacrificios en el altar de Dios, Dios los rechazará. Si sacrifican un cordero o traen una ofrenda de grano, es tan aborrecible para Dios como poner un perro o sangre de puercos sobre su altar. Cuando le queman incienso, él lo considera como si estuvieran adorando a un ídolo.

4

Yo les enviaré grandes tribulaciones, todo cuanto ellos temían, pues cuando los llamé se negaron a responder, y cuando les hablé no quisieron escuchar. Por el contrario, ante mi propia vista hicieron lo malo, y a sabiendas escogieron lo que yo despreciaba.

5

Escuchen las palabras de Dios, todos los que le temen y tiemblan ante sus palabras: Sus hermanos los odian y los desechan por ser leales a mi nombre. «Den gloria a Dios», dicen burlándose, «gócense en el SEÑOR». Pero ellos serán avergonzados debido a estas burlas.

6

¿Qué es toda esa conmoción en la ciudad? ¿Qué terrible ruido viene del templo? ¡Es la voz del SEÑOR que se venga de sus enemigos!

7

[7-8] ¿Quién vio jamás algo tan extraño? Pues en un solo día, súbitamente nacerá una nación, Israel, aun antes que se produzcan los dolores del parto. En un momento, apenas comience la angustia de Israel, nace el niño, comienza la nación.

8

9 ¿Te llevaré al momento del parto y no darás a luz?, pregunta el SEÑOR tu Dios. ¡No, jamás!

10

¡Regocíjense con Jerusalén, alégrense con ella todos cuantos la aman, los que por ella han llorado!

11 ¡Deléitense en Jerusalén, beban profundamente de su gloria, tal como la madre alimenta tiernamente a su pequeño!

12 Como río inundará la prosperidad a Jerusalén, dice el SEÑOR, pues yo le enviaré las riquezas de los gentiles. Sus hijos serán amamantados por sus pechos, llevados en sus caderas y mecidos en su regazo.

13 Allí te consolaré como una madre lo hace con su pequeñín.

14 Cuando vean a Jerusalén, su corazón se regocijará; tendrán vigorosa salud. Todo el mundo verá la buena mano de Dios sobre su pueblo y su ira sobre sus enemigos.

15

¡Pues miren, el SEÑOR vendrá con fuego y con veloces carros de juicio para derramar la furia de su ira y su ardiente reprensión entre llamas de fuego!

16 Porque el SEÑOR castigará al mundo mediante fuego y su espada, y a muchos matará el SEÑOR.

17 Los que adoran ídolos que esconden tras un árbol del jardín, haciéndoles festín con carne de cerdo y de ratón y con toda carne prohibida, tendrán un mal fin, dice el SEÑOR.

18 Yo bien veo lo que hacen, sé lo que piensan, de modo que congregaré a todas las naciones y pueblos contra Jerusalén, en donde contemplarán mi gloria.

19 Realizaré un portentoso milagro contra ellos, y enviaré a los que escapen como misioneros a las naciones: a Tarsis, Fut, Lud, Mesec, Rosh, Tubal, Javán y a las tierras de ultramar que no han oído mi fama ni visto mi gloria. Ahí anunciarán mi gloria a los gentiles.

20 También traerán de regreso a sus hermanos que están entre todas las naciones como obsequio para el SEÑOR, transportándolos suavemente, a caballo y en carrozas, en literas, a lomo de mula y en camellos, a mi santo monte, a Jerusalén, dice el SEÑOR. Será como ofrenda que fluye al templo del SEÑOR en tiempos de cosecha, llevados como si fueran en vasos consagrados al SEÑOR.

21 Y nombraré a algunos de los que regresen como sacerdotes míos y levitas, dice el SEÑOR.

22

Tan ciertamente como mi nuevo cielo y nueva tierra permanecerán, así serán ustedes para siempre pueblo mío, con un nombre que jamás perecerá.

23 Toda la humanidad llegará a adorarme semana a semana y mes a mes.

24 Y saldrán y mirarán los cadáveres de los que se rebelaron contra mí, porque el gusano de ellos no morirá jamás, el fuego de ellos no se apagará, y serán un repulsivo espectáculo para toda la humanidad.