1

1

Después de la muerte de Moisés, el siervo de Jehová, Dios habló al ayudante de Moisés, Josué, hijo de Nun, y le dijo:

2

—Ahora que Moisés mi siervo ha muerto, tú conduce a mi pueblo a través del río Jordán y hazlo entrar en la tierra prometida.

3 A ti te digo lo mismo que le dije a Moisés: yo les daré toda la tierra que conquistes para Israel:

4 desde el desierto de Neguev en el sur hasta las montañas del Líbano en el norte, y desde el mar Mediterráneo en el occidente hasta el río Éufrates en el oriente, incluyendo toda la tierra de los heteos.

5 Nadie podrá hacerte frente mientras vivas, porque yo estaré contigo como estuve con Moisés; no te abandonaré, ni dejaré de ayudarte.

6 Esfuérzate y sé valiente, porque tú dirigirás a este pueblo con éxito y conquistarán toda la tierra que prometí a sus antepasados.

7 Solamente si te esfuerzas y eres valiente para obedecer al pie de la letra la ley que Moisés te dio triunfarás en todo lo que hagas.

8 Que no se aparte nunca de tu boca este libro de la ley. Medita en él día y noche y obedécelo al pie de la letra. Solamente así tendrás éxito.

9 Sí, esfuérzate y sé valiente, no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.

10

Josué dio instrucciones a los jefes de Israel

11 para que el pueblo se preparara para cruzar el río Jordán. Les dijo:

—Dentro de tres días cruzaremos y conquistaremos la tierra que Jehová nos ha dado y viviremos en ella.

12

Luego reunió a los jefes de las tribus de Rubén, Gad y de la media tribu de Manasés

13 y les recordó el acuerdo que habían tomado con Moisés: "Jehová nuestro Dios les ha dado a ustedes una patria aquí, en este lado del río Jordán", les había dicho Moisés.

14 "Pero ahora dejen aquí a las mujeres, niños y ganado, y marchen bien armados al frente de las demás tribus que cruzarán el Jordán para conquistar el territorio de la otra orilla.

15 Vayan con ellos hasta que se complete la conquista. Solamente entonces podrán establecerse aquí en esta orilla del río Jordán".

16

Ellos estuvieron completamente de acuerdo y se comprometieron a obedecer a Josué como comandante en jefe.

17

[17-18] Te obedeceremos de la misma manera que obedecimos a Moisés —le dijeron—, y quiera Jehová Dios estar contigo como estuvo con Moisés. Si alguno, no importa quién, se rebela contra tus mandatos, morirá. Solamente esfuérzate y sé valiente.

2

1

Josué envió dos espías desde el campamento de Israel en Sitim para que cruzaran el río Jordán y observaran la situación en la otra orilla, especialmente en Jericó. Llegaron a la posada de una mujer llamada Rahab, que era prostituta.

2 pero alguien informó, al rey de Jericó que dos israelitas, sospechosos de ser espías, habían llegado a la ciudad aquella tarde.

3 El rey envió un grupo de soldados a la casa de Rahab para que los entregara.

—Son espías israelitas —le explicaron—. Los jefes de Israel los enviaron para averiguar la mejor manera de atacarnos.

4

Pero ella los había escondido, y le dijo al oficial que comandaba el grupo:

—Sí, unos hombres estuvieron aquí temprano, pero no sabía que eran espías.

5 Dejaron la ciudad al atardecer, cuando las puertas estaban por cerrarse, y no sé hacia dónde fueron. Si se dan prisa quizás los puedan alcanzar.

6

En realidad ella los había llevado a la azotea y los había escondido bajo unos manojos de lino que se estaban secando allí.

7 Los soldados fueron hasta el río Jordán buscándolos, y al salir tuvieron el cuidado de dejar las puertas de la ciudad bien cerradas.

8 Rahab subió a hablar con los espías antes que se durmieran.

9

—Sé perfectamente que su Dios les va a entregar mi país —les dijo—. Todos les tenemos miedo. Nos aterrorizamos con sólo oír la palabra "Israel".

10 Hemos sabido lo que Jehová hizo por ustedes al cruzar el Mar Rojo cuando salieron de Egipto. También sabemos lo que ustedes hicieron a Sehón y a Og, los dos reyes amorreos que habitaban al otro lado del Jordán; sabemos cómo asolaron la tierra de ellos y destruyeron completamente sus pueblos.

11 Esta noticia nos ha asustado. Nadie ha quedado con ánimo de pelear contra ustedes después de oír estas cosas, porque su Dios es el Dios supremo del cielo; no un dios ordinario.

12 [12-13] Ahora les ruego que me prometan por el sagrado nombre de su Dios que cuando Jericó sea conquistada respetarán mi vida y la de mi padre, mi madre, mis hermanos y hermanas y la de todas sus familias. Esto es lo justo después de lo que los he ayudado.

13

14

Si no nos traicionas, nos encargaremos de que tú y tu familia no sufran daño —le prometieron—. Te defenderemos con nuestras propias vidas.

15

Como la casa de ella estaba sobre la muralla de la ciudad, ella los bajó por una ventana con una cuerda.

16

—Huyan a las montañas; escóndanse allí tres días hasta que los hombres que los buscan hayan regresado, y luego podrán continuar su camino.

17

Antes de irse los hombres le dijeron:

—No podemos hacernos responsables de lo que ocurra

18 si no dejas esta cuerda colgando en la ventana y si tus parientes, tu padre, tu madre, tus hermanos o cualquier otro no están dentro de la casa.

19 Si salen a la calle, no respondemos por ellos; pero te prometemos que ninguno que esté dentro de la casa será muerto ni sufrirá daño alguno.

20 Pero si nos traicionas, este juramento ya no nos obligará de ninguna manera.

21

—Acepto las condiciones —contestó ella, y dejó la cuerda escarlata colgando de la ventana cuando ellos se fueron.

22

Los dos espías subieron a las montañas y permanecieron allí tres días hasta que los hombres que los estaban buscando regresaron a la ciudad después de buscar inútilmente por todo el camino.

23 Entonces los dos espías, descendiendo de la montaña, cruzaron el río Jordán e informaron a Josué todo lo que les había sucedido.

24 —Jehová ciertamente nos dará toda la tierra —dijeron—, porque el pueblo está muerto de miedo a causa de nosotros.

3

1

Temprano en la mañana del día siguiente Josué y todo el pueblo de Israel salieron de Sitim y llegaron a las riberas del río Jordán, donde acamparon durante varios días antes de cruzarlo.

2

Al tercer día, los oficiales recorrieron el campamento

3 dando estas instrucciones:

—Cuando vean que los sacerdotes llevan el Arca de Dios síganlos.

4 Ustedes jamás han estado en el lugar a donde van a entrar ahora, de modo que ellos los guiarán. Sin embargo, permanecerán novecientos metros detrás de ellos dejando esa distancia entre ustedes y el Arca. No se acerquen más de esto.

5

Josué le dijo al pueblo entonces:

—Purifíquense ceremonialmente, porque mañana Jehová hará un gran milagro.

6 En la mañana, Josué les dijo a los sacerdotes:

—Tomen el Arca y guíennos en el cruce del río.

Y ellos emprendieron la marcha.

7 Jehová le dijo a Josué:

—Hoy comenzaré a exaltarte para que todo Israel sepa que yo estoy contigo de la misma manera que estuve con Moisés.

8 Ordena a los sacerdotes que llevan el Arca que se detengan a la orilla del río.

9

Josué reunió a todo el pueblo y les dijo:

—Acérquense y oigan lo que Jehová nuestro Dios ha dicho.

10 Hoy sabrán en forma cierta que el Dios vivo está entre nosotros y que Él expulsará a los cananeos, a los heteos, a los heveos, a los fereceos, a los gergeseos, a los jebuseos y a los amorreos, pueblos que ahora viven en la tierra que ustedes van a ocupar.

11 ¿Se dan cuenta? El Arca de Dios, Señor de toda la tierra, nos guiará a través del río.

12

"Ahora elijan doce hombres, uno de cada tribu, para una tarea especial.

13 Cuando los sacerdotes que transportan el Arca toquen el agua con sus pies, el río cesará de correr, como si fuera retenido por un dique y las aguas se amontonarán como contra un muro invisible.

14

[14-15] Era la época de la siega y el Jordán se desbordaba; pero cuando el pueblo comenzó a cruzar el río, en cuanto los pies de los sacerdotes tocaron el agua en la orilla,

15

16 repentinamente, lejos de allí, en la ciudad de Adam, cerca de Saretan, el agua comenzó a amontonarse como si hubiera un dique. Después de este punto, el agua siguió corriendo hasta el Mar Salado, de modo que el lecho del río quedó seco. Entonces todo el pueblo cruzó el río por la parte que estaba cerca de la ciudad de Jericó,

17 y los sacerdotes que llevaban el Arca se quedaron en tierra seca en medio del Jordán esperando que todo el pueblo cruzara.

4

1

Cuando el pueblo terminó de cruzar el río, Jehová le dijo a Josué:

2 [2-3] —Di a los doce hombres escogidos de cada tribu que cada uno tome una piedra del lugar donde están parados los sacerdotes, en medio del Jordán, y la lleve hasta el lugar donde acamparán esta noche, a fin de edificar un monumento que sirva para conmemorar este gran suceso.

3

4

Josué llamó a los doce hombres

5 y les dijo:

—Vayan al centro del Jordán donde está el Arca. Cada uno de ustedes tomará una piedra y la sacará en hombros, doce en total, una por cada tribu.

6 Las usaremos para levantar un monumento a fin de que en el futuro, cuando sus hijos pregunten por qué está aquí este monumento,

7 puedan decirles: "Es para recordar que el río Jordán dejó de correr cuando el Arca de Dios lo cruzó". El monumento será para el pueblo de Israel un recuerdo permanente de este asombroso milagro.

8

Enseguida los hombres hicieron como Josué les había ordenado. Sacaron doce piedras del río Jordán, una por cada tribu, como Jehová le había ordenado a Josué, y las llevaron al lugar donde iban a acampar durante la noche y levantaron un monumento.

9 Josué también levantó otro monumento de doce piedras en el centro del río, en el lugar donde estaban de pie los sacerdotes. Y están allí hasta el día de hoy.

10 Los sacerdotes que transportaban el Arca estuvieron en medio del río hasta que se cumplieron todas las órdenes que Jehová le había dado a Josué por medio de Moisés. Mientras tanto, el pueblo había cruzado el río.

11 Cuando todos habían pasado, el pueblo observó a los sacerdotes mientras transportaban el Arca y la sacaban del río.

12

[12-13] Los ejércitos de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés, completamente armados como Moisés había ordenado, formados por cuarenta mil hombres, precedieron a las otras tribus de Jehová en su marcha por las llanuras de Jericó.

13

14

Fue un día maravilloso para Josué. Jehová lo engrandeció ante los ojos de todo Israel y ellos lo respetaron, de la misma manera que a Moisés, todos los días de su vida,

15 Jehová le dijo entonces a Josué:

16

Diles a los sacerdotes que salgan del Jordán.

17

Josué dio la orden,

18 y en cuanto los sacerdotes salieron del lecho del Jordán el agua comenzó a correr como de costumbre y se desbordaba por las orillas como antes.

19 Este milagro ocurrió el veinticinco de marzo. Ese día Israel cruzó el río Jordán y acampó en Gilgal al costado oriente de la ciudad de Jericó;

20 y allí se levantó el monumento con las doce piedras del río Jordán.

21

Josué explicó nuevamente el propósito de las piedras:

—En el futuro, cuando sus descendientes pregunten por qué están aquí estas piedras y qué significan,

22 les dirán que estas piedras están puestas aquí para recordarnos este maravilloso milagro: Que toda la nación de Israel cruzó el río Jordán sobre tierra seca.

23 Les dirán que el Señor Jehová, nuestro Dios, secó el río delante de sus ojos y lo mantuvo seco hasta que todos cruzamos; es lo mismo que Jehová había hecho cuarenta años antes en el Mar Rojo.

24 Él hizo esto para que todas las naciones de la tierra comprendan que Jehová es el Dios todopoderoso. Por lo tanto, debemos adorarlo para siempre.

5

1

Cuando las naciones que estaban al oeste del río Jordán (los cananeos y los amorreos que vivían a lo largo de la costa del Mediterráneo) oyeron que Jehová había secado el río Jordán para que el pueblo de Israel pudiera cruzarlo, se les disipó completamente el valor y quedaron paralizados de temor.

2

[2-3] Jehová entonces le dijo a Josué que apartara un día para circuncidar a toda la población masculina de Israel. El Señor les dio orden de hacer cuchillos de piedra con este propósito. El lugar donde se realizó el rito de la circuncisión fue denominado Colina de los Prepucios.

3

4 [4-5] Esta segunda ceremonia de circuncisión se realizó porque, aunque cuando salieron de Egipto todos los israelitas ya estaban circuncidados, aquella generación entera había muerto durante los años de peregrinación en el desierto y ninguno de los hijos nacidos desde entonces había sido circuncidado.

5

6 Porque el pueblo de Israel había peregrinado en el desierto durante cuarenta años hasta que todos los hombres que al salir de Egipto tenían edad suficiente para cargar armas murieron. No habían obedecido a Jehová, y Él juró que no los dejaría entrar en la tierra que había prometido a Israel, tierra de la que fluye leche y miel.

7 Así que Josué hizo circuncidar a los hijos de ellos, los cuales habían crecido para tomar el lugar de sus padres.

8 [8-9] Y Jehová le dijo a Josué:

—Hoy he quitado de ustedes la vergüenza de no estar circuncidados.

Por esta razón el lugar donde se realizó esto se llamó Gilgal (quitar), y así se llama todavía. Después de la ceremonia todos descansaron en el campamento hasta que sus heridas sanaron.

9

10

Mientras estaban acampados en Gilgal, en los llanos de Jericó, celebraron la Pascua durante la tarde del día catorce del mes.

11 Al día siguiente, comenzaron a comer de lo que sacaban de los huertos y campos sembrados que habían invadido, e hicieron panes sin levadura.

12 Al otro día ya no hubo maná y jamás volvieron a verlo. Desde entonces comenzaron a vivir de lo que producía la tierra de Canaán.

13

Un día que Josué recorría los alrededores de la ciudad de Jericó apareció un hombre junto a él con una espada desenvainada. Josué se dirigió a él y le preguntó:

—¿Eres amigo o enemigo?

14

—Yo soy el comandante en jefe del ejército de Jehová —respondió.

Josué cayó de rodillas delante de él, lo adoró y le dijo:

—Da tus órdenes a tu siervo, Señor.

15

—Quítate el calzado —le ordenó el Comandante—; porque este es terreno santo.

Y Josué obedeció.

6

1

Los habitantes de Jericó mantenían las puertas de la ciudad bien cerradas porque tenían miedo de los israelitas. Nadie podía salir ni entrar.

2

—Jericó, su rey, y todos sus guerreros ya están derrotados —Jehová le dijo a Josué—, porque los he entregado en tus manos.

3 Tu ejército caminará alrededor de la ciudad una vez al día durante seis días,

4 seguido por siete sacerdotes que caminarán delante del Arca, cada uno con una trompeta hecha de cuerno de carnero. En el séptimo día caminarán siete veces alrededor de la ciudad, y los sacerdotes irán tocando sus trompetas.

5 Entonces, cuando ellos den un trompetazo largo y estridente, todo el pueblo dará un gran grito y las murallas de la ciudad caerán; entonces entrarán en la ciudad desde todas las direcciones.

6

[6-9] Josué reunió a los sacerdotes y les dio las instrucciones: Los hombres armados irían a la cabeza de la procesión, seguidos por los siete sacerdotes que tocarían continuamente sus trompetas. Detrás de ellos irían los sacerdotes que transportan el Arca, seguidos por una retaguardia.

7

8

9

10 Josué entonces ordenó:

—¡Que haya completo silencio y no se oiga otra cosa que el sonido de las trompetas! Ninguna otra palabra saldrá de su boca hasta que les ordene gritar; y entonces, ¡griten!

11

El Arca fue transportada alrededor de la ciudad ese día, después de lo cual cada uno regresó al campamento a pasar la noche allí.

12 [12-14] A la madrugada del día siguiente se levantaron, y marchando en el mismo orden del día anterior, rodearon la ciudad y regresaron nuevamente al campamento. Siguieron haciéndolo así durante seis días.

13

14

15 Al amanecer del séptimo día comenzaron nuevamente, pero esta vez dieron siete vueltas alrededor de la ciudad en lugar de una.

16 La séptima vez, mientras los sacerdotes tocaban un trompetazo largo y estridente, Josué ordenó a la gente:

—¡Griten! ¡Jehová nos ha entregado la ciudad!

17

Él les había dicho previamente: "Mátenlos a todos, menos a Rahab la prostituta y a los que estén en su casa, porque ella protegió a nuestros espías.

18 No tomen botín porque todo debe ser destruido. Si no lo hacen, toda la nación de Israel sufrirá un gran desastre.

19 Pero todo el oro, la plata y los utensilios de bronce y de hierro serán consagrados a Jehová y serán llevados a su tesorería".

20

Cuando el pueblo oyó el sonido de la trompeta, gritaron lo más fuerte que pudieron. Repentinamente las murallas de Jericó se derrumbaron delante de ellos, y el pueblo de Israel entró en la ciudad desde todas direcciones y la capturaron.

21 Destruyeron cuanto había en ella: hombres, mujeres, ancianos y jóvenes; bueyes, ovejas y burros, en una palabra, todo. Entonces Josué les dijo a los espías:

—Cumplan lo prometido. Vayan y rescaten a la ramera y a todos los que están con ella.

22

23

Los jóvenes la encontraron y la sacaron, juntamente con su padre, su madre, sus hermanos, posesiones y demás parientes que estaban con ella, y los instalaron fuera del campamento de Israel.

24 Luego quemaron la ciudad y todo lo que había en ella, salvo lo que era de plata, oro, bronce y hierro, que fue guardado para entregarlo en la tesorería de Jehová.

25 De esta manera Josué salvó a Rahab la ramera y a los familiares que estaban con ella en su casa. Todavía viven entre los israelitas porque ella escondió a los espías que Josué envió a Jericó.

26

Entonces Josué lanzó una terrible maldición sobre cualquiera que reedificara la ciudad de Jericó. Advirtió que cuando fueran puestos los cimientos, el hijo mayor del constructor moriría, y cuando fueran colocadas las puertas moriría el hijo menor.

27

Jehová estaba con Josué, y su nombre se hizo famoso en todas partes.

7

1

Hubo un gran pecado entre los israelitas. Alguien desobedeció el mandato de Dios de destruir todo salvo lo que estaba reservado para los tesoros de Jehová. Acán, hijo de Carmi, nieto de Zabdi y bisnieto de Zera, de la tribu de Judá, tomó parte del botín para sí, y Jehová se enojó con toda la nación a causa de esto.

2

Poco después de la derrota de Jericó, Josué envió a sus hombres a reconocer la ciudad de Hai que queda al oriente de Betel.

3 A su regreso le dijeron a Josué:

—Es una ciudad pequeña y bastará con dos o tres mil hombres para destruirla; no es necesario que vayamos todos nosotros a tomarla.

4

Mandaron, pues, a unos tres mil soldados a tomarla, y fueron completamente derrotados.

5 Unos treinta y seis israelitas murieron durante el ataque, y muchos otros murieron mientras huían perseguidos por los hombres de Hai por toda la bajada hasta Sebarim. El pueblo israelita se paralizó de temor ante estos acontecimientos.

6 Josué y los ancianos de Israel rasgaron su ropa y se postraron delante del Arca de Jehová echando polvo sobre sus cabezas.

7 Josué clamó a Jehová:

—Oh Jehová, ¿por qué nos hiciste cruzar el río Jordán si ibas a permitir que los amorreos nos dieran muerte? ¿Por qué no nos quedamos en la otra orilla?

8 Oh Jehová, ¿qué voy a hacer ahora que Israel ha huido delante de sus enemigos?

9 Porque cuando los cananeos y los demás pueblos cercanos lo oigan, nos rodearán, nos atacarán y nos exterminarán. Y cuando esto ocurra, ¿qué habrá de la honra que merece tu gran nombre?

10

Pero Jehová le dijo a Josué:

—Levántate, ¿por qué estás postrado?

11 Israel ha pecado y ha desobedecido mis órdenes, y ha tomado botín cuando yo les dije que no lo tomaran. No solamente lo han tomado, sino que han mentido acerca de ello y lo han escondido entre sus pertenencias.

12 Por esta razón Israel está siendo derrotado, por esta razón tus hombres están huyendo delante de sus enemigos. ¡Están malditos! No permaneceré con ustedes a menos que se libren completamente de este pecado.

13

Levántate y dile al pueblo: "Cada uno de ustedes debe pasar por los ritos de la purificación en preparación para mañana, porque Jehová su Dios dice que alguien ha robado lo que a Él le pertenecía y no podremos derrotar a nuestros enemigos hasta que acabemos con este pecado.

14 Mañana por la mañana deben comparecer por tribus y Jehová señalará cuál es la tribu culpable. Luego la tribu se presentará por clanes y Jehová señalará cuál es el clan al que pertenece el hombre culpable. Luego el clan comparecerá por familias y entonces señalará la familia culpable y, por último, cada miembro de esa familia comparecerá por sí solo.

15 El que haya robado lo que pertenece a Jehová será quemado junto con todo lo que tiene, porque ha violado el pacto de Jehová y ha traído calamidades sobre Israel".

16

Al día siguiente, siendo muy temprano, Josué presentó las tribus de Israel delante de Jehová y fue señalada la tribu de Judá.

17 Entonces se presentaron los clanes de Judá y fue señalado el clan de Zera. Luego se presentaron las familias de aquel clan delante de Jehová y fue apartada la familia de Zabdi.

18 Los hombres de la familia de Zabdi se presentaron uno por uno y Acán fue señalado como culpable del pecado.

19 Josué entonces le dijo a Acán:

—Hijo mío, da gloria al Dios de Israel y haz tu confesión. Dime lo que has hecho.

20

Acán contestó:

—He pecado contra Jehová, el Dios de Israel.

21 Vi un hermoso manto importado de Babilonia, casi dos kilos y medio de plata y una barra de oro como de seiscientos gramos. Sentí tanto deseo de poseer todo aquello que lo tomé y lo escondí en la tierra debajo de mi tienda. Allí están, y la plata está debajo de todo.

22

Josué envió a algunos hombres a buscar el botín. Corrieron a la tienda y hallaron las cosas robadas donde Acán había dicho, y la plata estaba debajo de todo.

23 Trajeron todo a Josué y lo dejaron en tierra frente a Jehová.

24 Josué y todos los israelitas tomaron a Acán, la plata, el manto; el oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus burros, sus ovejas, la tienda y todo lo que él tenía, y lo llevaron al valle de Acor.

25 Allí Josué dijo a Acán:

—¿Por qué has traído esta calamidad sobre nosotros? Jehová ahora traerá calamidad sobre ti.

Los hombres de Israel los apedrearon y luego quemaron sus cuerpos

26 e hicieron un gran montón de piedras sobre ellos. Las piedras todavía están allí hasta el día de hoy, y ese lugar aún es conocido como el Valle de la Calamidad. Entonces Jehová calmó su ira.

8

1

Jehová le dijo a Josué:

—No temas ni desmayes, toma contigo toda la gente de guerra, y levántate y sube a Hai. La he entregado en tus manos para que la conquistes. He entregado en tus manos al rey de Hai y a todo su pueblo.

2 Harás con ellos lo mismo que hiciste con Jericó y su rey. Pero esta vez podrán quedarse con el botín y el ganado. Prepara una emboscada detrás de la ciudad.

3

[3-4] Antes que el grueso del ejército emprendiera la marcha hacia Hai, Josué envió treinta mil soldados de entre los más valientes para que se emboscaran detrás de Hai y estuvieran listos para entrar en acción.

4

5

—Este es el plan —les explicó—: Cuando ataque el grueso del ejército, los hombres de Hai saldrán a pelear de la manera que lo hicieron antes, y nosotros huiremos.

6 Dejaremos que nos persigan hasta que todos hayan salido de la ciudad. Dirán: "Los israelitas están huyendo nuevamente".

7 Entonces ustedes saldrán de su escondite y entrarán en la ciudad, porque Jehová nos la entregará.

8 Prendan fuego a la ciudad como Jehová lo ha ordenado. Bien, ya saben lo que tienen que hacer.

9 Se pusieron en marcha aquella noche y tendieron una emboscada entre Betel y el lado occidental de Hai. Pero Josué y el resto del ejército se quedaron en el campamento de Jericó.

10 A la mañana siguiente, temprano, Josué hizo que sus hombres se levantaran y emprendieron la marcha hacia Hai acompañados por los ancianos de Israel,

11 [11-13] y se detuvieron a la orilla de un valle al norte de la ciudad. Aquella noche Josué envió otros cinco mil hombres a que se unieran a los soldados que estaban emboscados en el lado occidental de la ciudad, y él pasó la noche en el valle.

12

13

14

El rey de Hai, al ver a los israelitas al otro lado del valle, salió en la madrugada y los atacó en la llanura del Arabá. No sabía que había una emboscada detrás de la ciudad.

15 Josué y el ejército israelita huyeron a través del desierto como si estuvieran completamente derrotados,

16 y todos los soldados de la ciudad salieron en su persecución. La ciudad quedó indefensa.

17 No quedó un solo soldado en Hai, y las puertas de la ciudad quedaron abiertas de par en par.

18 Entonces Jehová le dijo a Josué:

—Levanta tu lanza hacia Hai porque te entregaré la ciudad.

19

Cuando los hombres que estaban emboscados vieron la señal, salieron de su escondite y entraron en la ciudad y la tomaron y sin perder tiempo le prendieron fuego.

20 [20-21] Los hombres de Hai miraron hacia atrás y vieron que el humo de la ciudad llenaba el cielo, y no hallaron qué hacer. Pero cuando Josué y sus soldados vieron el humo, supieron que los hombres que habían estado emboscados habían entrado en la ciudad, de modo que dieron media vuelta y comenzaron a atacar a sus perseguidores.

21

22 Los israelitas que estaban dentro de la ciudad salieron y comenzaron a atacar a sus enemigos por la retaguardia. Los hombres de Hai cayeron en la trampa y todos murieron. Ninguno sobrevivió ni escapó,

23 salvo el rey de Hai que fue capturado y llevado a la presencia de Josué.

24

Cuando el ejército de Israel terminó la matanza de todos los que estaban fuera de la ciudad, regresaron y acabaron con todos los que quedaban en ella.

25 De esta manera todos los habitantes de Hai, doce mil en total, fueron exterminados en ese día.

26 Josué había mantenido su lanza señalando hacia Hai hasta que la última persona murió.

27 Solamente el ganado y el botín no fueron destruidos, porque los soldados de Israel conservaron estas cosas para sí mismos. Jehová le había dicho a Josué que podían hacerlo.

28 Así Hai se convirtió en un desolado montón de ruinas, y así permanece hasta el día de hoy.

29

Josué colgó al rey de Hai de un árbol hasta la tarde, pero cuando el sol estaba declinando bajó el cuerpo, lo arrojó frente al portón de la ciudad, y lo cubrió con un montón de piedras que todavía está allí.

30

Luego Josué construyó un altar a Jehová Dios de Israel en el monte Ebal

31 de la manera que Moisés le había ordenado en el libro de la ley. "Hazme un altar de piedras que no hayan sido labradas ni talladas con hierro", había dicho Jehová. Entonces allí los israelitas ofrecieron holocaustos y ofrendas de paz a Jehová.

32 Y mientras el pueblo de Israel observaba, Josué grabó sobre las piedras del altar cada uno de los Diez Mandamientos.

33

Todo el pueblo de Israel, incluidos los ancianos, los oficiales, los jueces, y los extranjeros que vivían entre el pueblo se dividieron en dos grupos, la mitad de ellos al pie del monte Gerizim y la otra mitad al pie del monte Ebal. Entre ellos estaban de pie los sacerdotes con el Arca, listos para pronunciar la bendición. (Todo esto fue hecho de acuerdo con las instrucciones que Moisés había dejado.)

34 Josué entonces les leyó todas las bendiciones y maldiciones que Moisés había escrito en el libro de la ley de Dios.

35 Cada mandamiento que Moisés les había dado fue leído delante de toda la asamblea, incluyendo a las mujeres, a los niños y a los extranjeros que vivían en medio de Israel.

9

1

Cuando los reyes de los alrededores oyeron lo que le había ocurrido a Jericó, rápidamente unieron sus ejércitos para defender sus vidas de los ataques de Josué y los israelitas.

2 Eran los reyes de las naciones que estaban al occidente del río Jordán, a lo largo de las costas del Mediterráneo hasta los montes del Líbano: los heteos, los amorreos, los cananeos, los fereceos, los heveos y los jebuseos.

3

[3-5] Pero cuando el pueblo de Gabaón oyó lo ocurrido a Jericó y a Hai, decidieron usar una estratagema para salvarse. Enviaron embajadores a Josué vestidos con ropa muy gastada; como si vinieran de un largo viaje, con zapatos muy remendados, monturas muy gastadas sobre sus burros, odres de vino muy viejos y secos, y pan enmohecido.

4

5

6 Cuando llegaron al campamento de Israel en Gilgal le dijeron a Josué y al pueblo de Israel:

—Hemos venido de una tierra distante a concertar un tratado de paz con ustedes.

7

Los israelitas les contestaron:

—¿Cómo sabremos que no son de por aquí cerca? Porque si son de las cercanías no podemos hacer ningún tratado con ustedes.

8

—Seremos sus esclavos —respondieron.

—Pero, ¿quiénes son ustedes? —preguntó Josué—. ¿De dónde vienen?

9

—Venimos de un país muy distante —le dijeron—. Hemos oído hablar del poder de Jehová su Dios y de todo lo que hizo en Egipto

10 y de lo que hicieron a los reyes de los amorreos, a Sehón rey de Hesbón y a Og rey de Basán.

11 Por esta razón nuestros ancianos y nuestro pueblo nos ordenaron: "Prepárense para un largo viaje. Vayan al pueblo de Israel y declárenles que nuestra nación les servirá y pidan la paz".

12 Este pan estaba caliente, recién salido de los hornos, cuando emprendimos el viaje. Ahora, como puedes ver, está seco y enmohecido.

13 Estos odres para el vino eran nuevos, pero ahora están viejos y quebrajados. La ropa y los zapatos se han gastado a causa de nuestro largo y difícil viaje.

14

[14-15] Josué y los demás dirigentes finalmente les creyeron. No se preocuparon de consultar a Jehová, sino que hicieron un pacto de paz con ellos. Luego los jefes de Israel ratificaron el pacto con un juramento.

15

16

Tres días después se descubrió la estratagema: eran vecinos.

17 El ejército de Israel salió a investigar y llegaron a las ciudades de ellos en tres días. Las ciudades eran Gabaón, Cafira, Beerot y Quiriat Jearim.

18 Pero no los mataron y las ciudades no sufrieron daño a causa del juramento que los dirigentes de Israel habían hecho delante de Jehová. El pueblo de Israel se enojó con sus dirigentes a causa de este tratado de paz.

19 Pero los dirigentes respondieron:

—Hemos jurado delante de Jehová Dios de Israel que no los tocaremos y así lo haremos.

20 Debemos dejarlos con vida, porque si quebrantamos nuestro juramento, la ira de Jehová se derramará sobre nosotros.

21

De esta manera ellos se convirtieron en siervos de los israelitas para cortar la leña y acarrear el agua.

22 Josué convocó a los dirigentes de esos pueblos y les preguntó:

—¿Por qué nos han mentido diciendo que vivían en una tierra distante cuando realmente viven casi entre nosotros?

23 Ahora caerá una maldición sobre ustedes. Desde este momento deben proporcionarnos esclavos que corten la leña y acarreen el agua para el servicio de nuestro Dios.

24

Ellos respondieron:

—Como se nos dijo que Jehová había dado órdenes a su siervo Moisés de conquistar Canaán y destruir a todos sus habitantes, tuvimos temor de perder la vida a la llegada de ustedes. Por eso es que lo hemos hecho.

25 Pero ahora estamos en sus manos. Pueden hacer con nosotros lo que quieran.

26

Josué no permitió que el pueblo de Israel les diera muerte,

27 pero hizo que fueran leñadores y aguadores para el pueblo de Israel y para el altar de Jehová dondequiera que fuera construido (porque Jehová aún no les había dado órdenes de edificarlo). Esto está todavía en vigor en el momento en que esto se escribe.

10

1

Cuando Adonisedec, rey de Jerusalén, oyó que Josué había capturado y destruido a Hai, y que había dado muerte a su rey de la misma manera que había hecho en Jericó, y supo que con una estratagema Gabaón había hecho paz con Israel y ahora eran aliados,

2 tuvo miedo, porque Gabaón era una gran ciudad, tan grande como las ciudades reales y mucho más grande que Hai, y sus hombres eran conocidos como buenos guerreros:

3 Entonces Adonisedec envió mensajeros a los siguientes reyes:

Hoham rey de Hebrón, Piream rey de Jarmut, Jafía rey de Laquis y Debir rey de Eglón.

Les decía:

4

—Vengan y ayúdenme a destruir a Gabaón, porque ellos han hecho alianza con Josué y el pueblo de Israel.

5

Los cinco reyes amorreos unieron sus ejércitos para atacar juntos a Gabaón.

6 Al saberlo los hombres de Gabaón enviaron un mensaje urgente a Josué que estaba en Gilgal:

—Ven y ayuda a tus siervos. Ven rápidamente y sálvanos. Todos los reyes que viven en las montañas están aquí con sus ejércitos.

7

Entonces Josué y el ejército israelita marcharon desde Gilgal en auxilio de Gabaón.

8

—No temas delante de ellos —Jehová le dijo a Josué—, porque ya están derrotados. Los he entregado en tus manos para que los destruyas. Ninguno de ellos podrá hacerte frente.

9

Viajaron, pues, toda la noche desde Gilgal y tomaron al ejército enemigo por sorpresa.

10 Jehová hizo cundir el pánico entre ellos y el ejército de Israel hizo una gran matanza en Gabaón y los persiguió hasta Bethorón, Azeca y Maceda, dándoles muerte a lo largo del camino.

11 Además, mientras el enemigo huía hacia Bethorón, Jehová les lanzó una lluvia de granizo que los siguió hasta Azeca. Murieron más hombres a causa del granizo que por las espadas de los israelitas.

12

Mientras los hombres de Israel estaban persiguiendo y arrasando al enemigo, Josué ordenó: "Sol, deténte sobre Gabaón y, luna, permanece quieta en el valle de Ajalón".

13

Y el sol y la luna no se movieron hasta que el ejército israelita acabó de destruir a sus enemigos. Esto está escrito con gran detalle en el libro de Jaser. El sol se detuvo en los cielos y permaneció quieto casi veinticuatro horas.

14 Nunca había ocurrido antes ni jamás ha vuelto a ocurrir, que el Señor haya detenido el sol y la luna en respuesta a la voz de un hombre. Jehová estaba peleando por Israel.

15 Después Josué y el ejército israelita regresaron a Gilgal.

16

Durante la batalla los cinco reyes escaparon y se escondieron en una caverna en Maceda.

17 Cuando le llevaron a Josué la noticia de que habían sido encontrados,

18 ordenó que se pusiera una gran piedra contra la entrada de la cueva y que se pusiera guardia para que los reyes no escaparan.

19 Luego ordenó al resto del ejército:

—Vayan en persecución del enemigo y atáquenlo por la retaguardia. No permitan que regresen a sus ciudades, porque Jehová nos ayudará a destruirlos completamente.

20

Josué y el ejército israelita siguieron la matanza y exterminaron a los cinco ejércitos, salvo un pequeño grupo que logró llegar a sus ciudades fortificadas.

21

Los israelitas regresaron al campamento en Maceda sin haber perdido un solo hombre. Después de esto, nadie se atrevió a atacar a Israel.

22

[22-23] Josué ordenó a sus hombres que quitaran la piedra de la entrada de la cueva y sacaran a los cinco reyes, que eran los de Jerusalén, Hebrón, Jarmut, Laquis, y Eglón.

23

24 Josué les dijo a los capitanes del ejército que pusieran sus pies sobre el cuello de los reyes.

25

—No teman ni desmayen —dijo Josué a sus hombres—. Sean fuertes y valientes, porque Jehová hará esto con todos nuestros enemigos.

26

Dicho esto, clavó su espada en cada uno de los reyes y los mató. Luego los colgó en cinco árboles hasta la tarde.

27

Cuando el sol se estaba ocultando, dio órdenes de que bajaran los cuerpos y los arrojaran en la cueva donde habían estado escondidos. Luego pusieron un gran montón de piedras sobre la entrada de la cueva. El montón aún está en ese lugar.

28 Aquel mismo día Josué destruyó la ciudad de Maceda y mató a su rey y a todos los que vivían en ella. Ninguna persona de la ciudad quedó viva. Al igual que en Jericó.

29 Luego los israelitas fueron a Libna.

30 Allí también Jehová les entregó la ciudad y a su rey. Los mataron a todos, al igual que en Jericó.

31

De Libna marcharon hacia Laquis y la atacaron.

32 Jehová se la entregó en el segundo día. Allí también mataron a toda la población, de la misma manera que lo habían hecho en Libna.

33

Durante el ataque a Laquis, Horam rey de Gezer, llegó con su ejército para tratar de ayudar en la defensa de la ciudad, pero los hombres de Josué le dieron muerte y destruyeron todo su ejército.

34 [34-35] Tomaron la ciudad de Eglón aquel mismo día y, al igual que en Laquis, dieron muerte a todos los que vivían en la ciudad.

35

36 Dejando Eglón, marcharon hacia Hebrón

37 y la capturaron con todos los pueblos vecinos, y dieron muerte a toda la población. Ni una sola persona quedó con vida. Luego regresaron a Debir,

38

39 a la cual capturaron rápidamente con todos los pueblos cercanos. Y allí también dieron muerte a todos como lo habían hecho en Libna y en Hebrón.

40

Josué y su ejército conquistaron todo el país; las naciones y reyes de la región montañosa; del Neguev, de las tierras bajas y de las montañas. Los destruyeron a todos como Jehová Dios les había ordenado,

41 dándoles muerte desde Cades Barnea a Gaza y desde Gosén a Gabaón.

42 Todo esto fue hecho en una sola campaña, porque Jehová Dios de Israel estaba peleando por su pueblo.

43 Entonces Josué y su ejército regresaron a su campamento en Gilgal.

11

1

Cuando el rey Jabín de Hazor se enteró de lo ocurrido, envió mensajes urgentes a los siguientes reyes:

Jobab rey de Madón;

al rey de Simrón;

al rey de Acsaf;

2

a todos los reyes de la región montañosa del norte;

a los reyes del Arabá al sur de Cineret,

a los de las llanuras,

a los reyes de las zonas montañosas de Dor en el occidente,

a los reyes de Canaán del oriente y

3 del occidente,

a los reyes de los amorreos, de los heteos, de los fereceos, de los jebuseos en las colinas, y de los heveos en las ciudades del monte Hermón en la tierra de Mizpa.

4

Todos estos reyes respondieron afirmativamente, movilizando sus ejércitos, y se unieron para aplastar a Israel. Los ejércitos, con sus caballos y carros abarcaban todo lo que se podía ver alrededor de las aguas de Merom.

5 Allí establecieron su campamento.

6 Jehová le dijo a Josué:

—No les tengas miedo, porque mañana a esta hora habrán muerto todos. Inutilizarás sus caballos y quemarás sus carros.

7

Josué y sus soldadas llegaron repentinamente a las aguas de Merom y atacaron.

8 Y Jehová entregó todo aquel gran ejército en manos de los israelitas, quienes los persiguieron hasta Sidón la grande y hasta un lugar llamado Misrefot Main (Minas de Sal) y hasta el valle de Mizpa al oriente. Ninguno de los enemigos sobrevivió a la batalla.

9 Josué y sus hombres hicieron como Jehová había ordenado: inutilizaron los caballos y quemaron todos los carros.

10

En el camino de regreso, Josué tomó a Hazor y mató a su rey. (Hazor había sido en su tiempo la capital de la federación de todos estos reinos.)

11 Dieron muerte a toda persona e incendiaron la ciudad.

12

Luego atacó y destruyó a las demás ciudades con sus reyes. Todos los habitantes fueron muertos de la manera que Moisés había ordenado mucho tiempo antes.

13 (Sin embargo, Josué no quemó las ciudades construidas sobre los montes, salvo Hazor.)

14 Todo el botín y el ganado de las ciudades arrasadas lo tomaron los soldados israelitas para sí mismos, pero mataron a toda la gente.

15 Así lo había ordenado Jehová a su siervo Moisés, y Moisés había pasado esta orden a Josué el cual hizo según se le había ordenado. Cuidadosamente obedeció todas las órdenes que Jehová le había dado a Moisés.

16

De modo que Josué conquistó toda la tierra: las montañas, el Neguev, la tierra de Gosén, las llanuras, el Arabá, y las montañas y las llanuras de Israel.

17 El territorio israelita ahora se extendía desde el monte Halac, cerca de Seir, hasta Baalgad en el valle del Líbano, al pie del monte Hermón. Josué mató a todos los reyes que vivían en aquellos territorios.

18 Tardó mucho tiempo en llevar a cabo todo esto.

19 Con ninguna de las ciudades hizo un pacto de paz, salvo con los heveos de Gabaón. Todos los demás fueron destruidos.

20 Jehová puso en los enemigos el deseo de pelear contra Israel en lugar de pedir la paz. Por eso los mataron sin misericordia, como Jehová se lo había ordenado a Moisés.

21

Durante este período Josué derrotó a todos los gigantes descendientes de Anac que vivían en las montañas de Hebrón, Debir, Anab, Judá e Israel. Los mató a todos y destruyó completamente sus ciudades. Ninguno quedó en la tierra de Israel, aunque algunos quedaron en Gaza, Gat y Asdod.

22

23

Josué, pues, tomó posesión de toda la tierra como Dios le había ordenado a Moisés. Se la entregó al pueblo de Israel como herencia, y la dividió entre las tribus. Finalmente la tierra reposó de todas las guerras.

12

1

Esta es la lista de los reyes del lado oriental del río Jordán cuyas ciudades fueron destruidas por los israelitas (el área abarca toda la región desde el valle del Arnón hasta el monte Hermón incluyendo las ciudades del desierto oriental):

2

Sehón, rey de los amorreos, que vivía en Hesbón. Su reino se extendía desde Aroer sobre la ribera del río Arnón, y desde el centro del valle del Arnón hasta el río Jaboc que es el límite de los amonitas. Esto abarca la mitad del área actual de Galaad que queda al norte del río Jaboc.

3

Sehón controlaba también el valle del río Jordán en el norte hasta las costas del lago de Galilea y al sur hasta el Mar Salado y las faldas del monte Pisga.

4

Og, rey de Basán, último de los refaítas, que vivía en Astarot y Edrei,

5 reinaba sobre un territorio que se extendía desde el monte Hermón hasta Salca, sobre el monte Basán en el oriente, y en el occidente se extendía hasta los límites de los reinos de Gesur y Maaca. Su reino también se extendía hacia el sur y abarcaba la mitad norte de Galaad hasta tocar la frontera del reino de Sehón, rey de Hesbón.

6 Moisés y el pueblo de Israel habían destruido estos pueblos, y Moisés les dio las tierras a las tribus de Rubén y Gad, y a la media tribu de Manasés.

7

Esta es la lista de los reyes destruidos por Josué y el ejército de Israel en el lado occidental del Jordán. Esta tierra, que queda entre Baalgad en el valle del Líbano y el monte Halac al occidente del monte Seir, Josué la repartió a las distintas tribus de Israel.

8 [8-24] Abarcaba las regiones montañosas, los valles, el arabá, las faldas de las montañas, el desierto de judea, y el Neguev. Los pueblos que vivían allí eran los heteos, los amorreos, los cananeos, los fereceos, los heveos y los jebuseos:

el rey de Hai, cerca de Betel;

el rey de Jerusalén;

el rey de Hebrón;

el rey de Jarmut;

el rey de Laquis;

el rey de Eglón;

el rey de Gezer;

el rey de Debir;

el rey de Geder;

el rey de Horma;

el rey de Arad;

el rey de Libna;

el rey de Adulara;

el rey de Maceda;

el rey de Betel;

el rey de Tapúa;

el rey de Hefer;

el rey de Afee;

el rey de Sarón;

el rey de Madón;

el rey de Hazor;

el rey de Simrón Merón;

el rey de Acsaf;

el rey de Taanac;

el rey de Meguido;

el rey de Cedes;

el rey de Jocneam del Carmelo;

el rey de Dor, de la provincia de Dor;

el rey de Goim en Gilgal;

y el rey de Tirsa.

13

1

Josué ya estaba muy anciano y Jehová le dijo:

—Has envejecido y aún falta conquistar muchas naciones.

2 [2-7] Esta es la lista de los territorios aún no ocupados:

Toda la tierra de los filisteos; la de los gesureos; el territorio que ahora pertenece a los cananeos desde el arroyo de Egipto hasta el límite meridional de Ecrón; Cinco ciudades de los filisteos:

Gaza, Asdod, Ascalón, Gat, y Ecrón; la tierra de los aveos en el sur; en el norte, toda la tierra de los cananeos, incluyendo Mehara que pertenece a los sidonios; que se extiende hacia el norte hasta Afec en el límite de los amorreos; la tierra de los giblitas, y toda la región montañosa, desde Baalgad al pie del monte Hermón en el sur hasta la entrada de Hamat en el norte; toda la región montañosa desde el Líbano hasta Misrefot Maim, incluyendo toda la tierra de los sidonios.

"Expulsaré a todas estas naciones de Israel para incluir su territorio en la división de la tierra entre las nueve tribus restantes y la media tribu de Manasés de la manera que te he ordenado.

3

4

5

6

7

8

La otra mitad de la tribu de Manasés y las tribus de Rubén y Gad ya habían recibido sus tierras en la ribera oriental del río Jordán, porque Moisés les había asignado esta tierra.

9 Su territorio se extendía desde Aroer a orillas del río Arnón, e incluía la ciudad en el valle, y toda la meseta de Medeba hasta Dibón.

10 Incluía además las ciudades de Sehón, rey de los amorreos, que reinaba en Hesbón, y se extendía hasta los límites de Amón,

11 y hasta Galaad, territorio de los geruseos y de los maacateos. Abarcaba todo el monte Hermón, la tierra de Basán con la ciudad de Salca,

12 y todo el territorio de Og, rey de Basán que había reinado en Astarot y Edrei. Fue el último de los refaítas; Moisés lo atacó y lo expulsó de allí.

13 Sin embargo, el pueblo de Israel no había expulsado a los gesureos ni a los maacateos, quienes viven entre los israelitas hasta este día.

14

Asignación de tierras:

Tierra asignada a la tribu de Leví:

Moisés no asignó tierra a la tribu de Leví, ya que los levitas recibían las ofrendas consagradas a Jehová.

15

Tierra asignada a la tribu de Rubén:

Según el número de habitantes, Moisés asignó a la tribu de Rubén el siguiente territorio:

16

Desde Aroer a orillas del río de Arnón, pasando a través de la ciudad de Arnón, hasta la meseta cerca de Medeba.

17 Incluía Hesbón y las otras ciudades de la llanura: Dibón, Bamotbaal, Betbaalmeón,

18 Jahaza, Cademot, Mefaat,

19 Quiriataim, Sibma, Zaret Sahar en el monte que está frente al valle,

20 Betpeor, Betjesimot, y las faldas del monte Pisga.

21

La tierra de Rubén también abarcaba las ciudades de la meseta y el reino de Sehón. Sehón era el rey de Hesbón que Moisés había matado juntamente con los otros jefes de Madián: Evi, Requem, Zur, Hur y Reba.

22 El pueblo de Israel también dio muerte a Balaam el adivino, hijo de Beor.

23 El río Jordán era el límite occidental de la tribu de Rubén.

24

[24-28] Tierra asignada a la tribu de Gad:

Moisés también asignó tierras a la tribu de Gad de acuerdo con su población. Este territorio incluía a Jazer, todas las ciudades de Galaad, y la mitad de la tierra de Amón hasta Aroer cerca de Rabá. También se extendía desde Hesbón hasta Ramatmizpa, y Betonim; desde Mahanaim hasta Lodebar. En el valle estaban Betaram y Betnimra, Sucot, Zafón y el resto del reino de Sehón de Hesbón. El río Jordán era el límite occidental y llegaba hasta el lago de Galilea. Luego el límite seguía hacia el este del río Jordán.

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26

27

28

29

Tierra asignada a la media tribu de Manasés:

Moisés había asignado el siguiente territorio a la media tribu de Manasés conforme a sus necesidades.

30 Su territorio se extendía por el norte desde Mahanaim, incluyendo todo Basán, el antiguo reino de Og y las sesenta ciudades de Jair en Basán.

31 La mitad de Galaad y las ciudades reales del rey Og de Basán, Astarot y Edrei, fueron entregadas a la mitad del clan de Maquis, quien era hijo de Manasés.

32

Así fue como Moisés dividió la tierra al oriente del río Jordán, donde el pueblo estuvo acampado frente a Jericó.

33 Pero Moisés no le había dado tierra a la tribu de Leví porque, como ya les había explicado, Jehová era su herencia.

14

1

Las tierras conquistadas en Canaán fueron asignadas a las nueve tribus y media restantes en Israel. La decisión en cuanto a la parte que recibiría cada tribu se tomó por sorteo delante de Jehová, y Él hizo que éstas salieran en la forma por Él deseada. Eleazar el sacerdote, Josué y los jefes de las tribus hicieron el sorteo.

2

3

[3-4] Moisés ya había entregado las tierras a las dos tribus y media que estaban al oriente del Jordán. La tribu de José se había dividido en dos: Manasés y Efraín. Los levitas no recibieron tierras, salvo las ciudades en que vivirían y las tierras de pastoreo que las rodeaban para el uso de sus rebaños.

4

5 La distribución de la tierra se realizó estrictamente de acuerdo con las órdenes dadas por Jehová a Moisés.

6

Tierra asignada a Caleb:

Una delegación de la tribu de Judá dirigida por Caleb, se presentó delante de Josué en Gilgal.

—Recuerda lo que Jehová le dijo a Moisés acerca de nosotros dos cuando estábamos en Cades Barnea —dijo Caleb a Josué—.

7 Yo tenía entonces cuarenta años, y Moisés nos había enviado a Cades Barnea para explorar la tierra de Canaán. Yo informé lo que juzgué que era la verdad;

8 pero los hermanos que fueron con nosotros atemorizaron al pueblo y lo desalentaron para que no entrara en la tierra prometida. Pero por cuanto yo había seguido las órdenes de Jehová mi Dios,

9 Moisés me dijo: "El sector de la tierra de Canaán en la que estuviste te pertenecerá a ti y a todos tus descendientes para siempre, porque le fuiste fiel a mi Dios y Señor."

10

Como podrás ver, Jehová me ha mantenido con vida y salud durante estos cuarenta y cinco años desde que comenzamos a vagar por el desierto, y ahora tengo ochenta y cinco años.

11 Estoy tan fuerte ahora como cuando Moisés nos envió en aquel viaje de exploración y aún puedo viajar y pelear como solía hacerlo en aquella época.

12 Por lo tanto, te pido que me des la región montañosa que Jehová me prometió. Recordarás que cuando exploramos la tierra vimos que los anaceos vivían allí en ciudades con murallas muy grandes, pero si Jehová está conmigo yo los echaré de allí, como él prometió.

13

[13-14] Josué lo bendijo y le dio Hebrón como herencia permanente, por cuanto había obedecido a Jehová Dios de Israel.

14

15 Antes de eso Hebrón se había llamado Quiriatarba, nombre de un gran héroe de los anaceos. Y hubo paz en al tierra.

15

1

Tierra asignada (por sorteo) a La tribu de Judá:

El límite sur de Judá empezaba en la frontera con Edom, cruzaba el desierto de Zin y terminaba en el extremo norte del Neguev.

2 [2-4] Más específicamente, este límite comenzaba en la orilla sur del Mar Salado, seguía a lo largo del camino que va hacia el sur de los montes Acrabim, y cruzando el desierto de Zin llegaba hasta Hezrón, al sur de Cades Barnea, y luego subía por Carca y Asmón hasta finalmente alcanzar el arroyo de Egipto, y de allí hasta el mar Mediterráneo.

3

4

5

El límite oriental se extendía a lo largo del Mar Salado hasta la desembocadura del río Jordán.

El límite norte comenzaba en la bahía donde el Jordán desemboca en el Mar Salado,

6 cruzaba hasta Bethogla, luego seguía hacia el norte de Betarabá hasta la piedra de Bohán, hijo de Rubén.

7 Desde aquel punto seguía a través del valle de Acor hasta Debir, donde cambiaba de rumbo hacia el noroeste, hacia Gilgal, frente a las lomas de Adumín sobre el lado sur del arroyo. Desde allí el límite se extendía hasta los manantiales de Ensemes, y de allí hasta la fuente de Rogel.

8 Luego pasaba a través del valle de Hinom, al sur de Jebús (donde está localizada la ciudad de Jerusalén). Luego seguía por el occidente hasta la cumbre de la montaña que está sobre el valle de Hinom y hacia el norte por el valle de Refaim.

9 Desde allí, desde la cumbre del monte, se extendía hasta el manantial de Neftoa, y de allí a las ciudades del monte Efrón antes de volver hacia el norte para rodear Baala (que es otro nombre de Quiriat Jearim).

10 [10-11] Luego torcía por el oeste de Baala hasta el monte de Seir, pasaba junto al pueblo de Quesalón, el lado norte del monte Jearim, y descendía hacia Betsemet. Torciendo hacia el norte, la línea limítrofe seguía hacia el sur de Timna, hacia las laderas de la montaña norte de Ecrón, donde doblaba a la izquierda, pasando al sur de Sicrón y del monte Baala. Luego volvía hacia el norte y pasaba junto a Jabneel para terminar en el Mediterráneo.

11

12

El límite occidental era la línea costera del Mediterráneo: Estos son los límites de la tierra que se le dio a los clanes de la tribu de Judah.

13

Tierra concedida a Caleb:

Jehová le dio órdenes a Josué de asignar algo de la tierra de Judá a Caleb, hijo de Jefone, de modo que le dio la ciudad de Arba (llamada también Hebrón), llamada así en honor al padre de Anac.

14 Caleb derrotó allí a los descendientes de los tres hijos de Anac: Sesai, Ahimán y Talmai.

15 Luego peleó contra los que vivían en la ciudad de Debir (anteriormente llamada Quiriatsefer).

16

Caleb ofreció a su hija Acsa como esposa a cualquiera que fuera y tomara Quiriatsefer.

17 Otoniel, hijo de Cenez, sobrino de Caleb, fue el que la conquistó, de manera que Acsa se casó con Otoniel.

18 Antes de irse con él, éste la persuadió a que le pidiera a su padre tierras de labranza como regalo de bodas. Ella entonces se bajó del burro para hablar con su padre y Caleb le preguntó:

—¿Qué deseas?

19

Dame otro regalo —ella le respondió—. La tierra que me diste es desierta; danos algunos manantiales también.

Él les concedió los manantiales de arriba y de abajo.

20

Ésta fue la asignación de tierras de la tribu de Judá:

21

[21-32] Las ciudades de Judá que estaban situadas a lo largo de las fronteras del Edom en el Neguev, a saber:

Cabseel, Edar, Jagur, Cina, Dimona, Adada, Cedes, Hazor, Imán, Zif, Telem, Bealot, Hazor-hadata, Queriot Hezrón (que es Hazor), Amam, Sema, Molada, Hazargada, Hesmón, Betpelet, Hazarsual, Beerseba, Bizotia; Baála, Iim, Esem, El-tolad, Quesil, Horma, Siclag, Madmana, Sansana, Lebaot; Silhim, Aín y Rimón.

En total estas ciudades con sus pueblos circundantes eran veintinueve.

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[33-36] Las siguientes ciudades situadas en los valles también fueron asignadas a Judá:

Estaol, Zora, Asena, Zanoa, Enganim, Tapúa, Enam, Jarmut, Adulam, Soco; Azeca, Saeraim, Aditaim, Gedera y Gederotaim.

En total eran catorce ciudades con sus correspondientes pueblos.

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37

[37-44] La tribu de Judá también recibió como herencia otras veinticinco ciudades con sus pueblos:

Zenán, Hadasa, Migdal-gad, Dileán, Mizpa, Jocteel, Laquis, Boscat, Eglón, Cabón, Lahmam, Quitlis, Gederot, Betdagón, Naama, Maceda, Libna, Eter, Asán, Jifta, Asena, Nezib, Keila, Aczib y Maresa.

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45

El territorio de la tribu de Judá abarcó además todos los pueblos y ciudades de Ecrón.

46 Desde Ecrón el límite se extendía hasta el Mediterráneo, e incluía las ciudades que están en las fronteras de Asdod con sus pueblos cercanos.

47 También estaba la ciudad de Asdod con sus pueblos, y Gaza con sus pueblos hasta el arroyo de Egipto y también toda la costa del Mediterráneo.

48

[48-62] Judá recibió además estas cuarenta y cuatro ciudades en la región montañosa con sus pueblos circundantes:

Samir, Jatir, Soco, Dana, Quiriat-sana (que es Debir), Anab, Estemoa, Anim, Gosén, Holón, Gilo, Arab, Duma, Esán, Janum, Bet-tapúa, Afeca, Humta, Quiriat-arba (que es Hebrón), Sior, Maón, Carmel, Zif, Juta, Jezreel, Jocdeam, Zanoa, Caín, Gabaa, Timna, Halhul, Betsur, Gedor, Maarat, Betanot, Eltecón, Quiriatbaal (que es Quiriatjearim), Rabá, Betarabá, Midín, Secaca, Nibsán, la Ciudad de la Sal, y Engadi.

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Pero la tribu de Judá no pudo expulsar a los jebuseos que vivían en la ciudad de Jerusalén, de modo que los jebuseos viven allí en medio del pueblo de Judá hasta la fecha.

16

1

[1-4] Límite sur de las tribus de José (Efraín y la media tribu de Manasés):

Este límite se extendía desde el río Jordán en Jericó, a través del desierto y de la región montañosa, hasta Betel. De allí seguía hasta Luz y hasta Atarot, en el territorio de los arquitas; y hacia el occidente hasta la frontera de los jafletitas, hasta Bethorón la de abajo luego hasta Gezer y de allí hacia el mar Mediterráneo.

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Tierra asignada a la tribu de Efraín:

El límite oriental comenzaba en Atarotadar. De allí seguía hasta Bethorón la de arriba,

6 y luego hasta el mar Mediterráneo. El límite norte comenzaba en el mar, seguía hacia el oriente más allá de Micmetat, y luego pasaba hasta Taanatsilo y Janoa.

7 De Janoa volvía hacia al sur hacia Atarot y Naarat, y tocando Jericó terminaba en el río Jordán.

8 La mitad occidental del límite norte iba desde Tapúa y seguía la línea del arroyo de Caná hasta el mar Mediterráneo. Esta es la tierra que se le dio a los clanes de la tribu de Efraín.

9 La tribu de Efraín recibió además algunas de las ciudades del territorio de la media tribu de Manasés.

10 Los cananeos que vivían en Gezer jamás fueron expulsados, de modo que aún viven como esclavos en medio del pueblo de Efraín.

17

1

Tierra asignada por sorteo a la media tribu de Manasés (hijo mayor de José):

El clan de Maquir, hijo mayor de Manasés y padre de Galaad, ya había recibido la tierra de Galaad y de Basán (en la ribera oriental del río Jordán) porque eran grandes guerreros.

2

Los clanes de Abiezer, Helec, Asriel, Siquem, Hefer y Semida, hijos de Manasés, recibieron tierras en el lado occidental del Jordán.

3

Sin embargo, Zelofehad, hijo de Hefer que era descendiente de Galaad, Maquir y Manasés, no tenía hijos sino sólo cinco hijas cuyos nombres eran: Maala, Noa, Hogla, Milca y Tirsa.

4 Ellas se presentaron ante Eleazar el sacerdote, Josué y los jefes israelitas y les recordaron:

—Jehová le dijo a Moisés que nosotras debíamos recibir una propiedad similar a la de los hombres de nuestra tribu.

5

[5-6] Entonces, estas cinco mujeres recibieron una heredad junto con la de sus cinco tíos abuelos, de modo que la herencia total de esta tribu fue de diez porciones de tierra (además de la tierra de Galaad y Basán al otro lado del Jordán).

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7

El límite norte de la tribu de Manasés se extendía hacia el sur, desde la frontera de Aser hasta Micmetat, que está al este de Siquem. En el sur el límite iba desde Micmetat hasta las fuentes de Tapúa.

8 (La tierra de Tapúa pertenecía a Manasés, pero la ciudad de Tapúa, en la frontera del territorio de Manasés, pertenecía a la tribu de Efraín.)

9 La frontera de Manasés seguía por la ribera norte del arroyo de Caná hasta el mar Mediterráneo. (Varias ciudades del sur del arroyo pertenecían a la tribu de Efraín, aunque estaban localizadas en el territorio de Manasés.)

10 La tierra del sur del arroyo hasta el mar Mediterráneo fue asignada a Efraín, y la tierra del norte del arroyo y al oriente del mar fue concedida a Manasés. La frontera norte de Manasés era el territorio de Aser y su límite oriental era el territorio de Isacar.

11

La media tribu de Manasés también recibió las siguientes ciudades que estaban situadas en áreas asignadas a Isacar y a Aser: Betseán, Ibleam, Dor, Endor, Taanac y Meguido, y las tres colinas, cada una con sus respectivos pueblos.

12 Pero por cuanto los descendientes de Manasés no pudieron expulsar a los cananeos que vivían en aquellas ciudades, los cananeos se quedaron en ellas.

13 Sin embargo, más adelante, cuando los israelitas se fortalecieron, obligaron a los cananeos a trabajar como esclavos.

14

Un día los hijos de José fueron ante Josué y le preguntaron:

—¿Por qué nos has dado sólo una porción de tierra, cuando Jehová nos ha dado una población tan numerosa?

15

—Si el territorio montañoso de Efraín no es suficiente para ustedes —contestó Josué—, y pueden hacerlo, suban y desmonten los bosques donde habitan los fereceos y los refaítas.

16

—Sí —dijeron las tribus de José—, porque los cananeos de las tierras bajas que rodean a Betseán y del valle de Jezreel tienen carros de hierro y son demasiado fuertes para nosotros.

17

[17-18] Entonces tendrán los bosques de la montaña —respondió Josué— y puesto que ustedes son una tribu fuerte y numerosa no tendrán problemas para despejar el lugar y vivir en él. Estoy seguro de que pueden expulsar a los cananeos de los valles también, aun cuando ellos sean fuertes y tengan carros de hierro.

18

1

[1-2] Después de la conquista —aun cuando siete de las tribus de Israel aún no habían entrado a conquistar la tierra que Jehová les había dado—, todo Israel se reunió en Silo para levantar el Tabernáculo.

2

3 Josué les preguntó:

¿Cuánto tiempo van a esperar antes de exterminar a la gente que vive en la tierra que Jehová su Dios les ha dado?

4 Elijan tres hombres de cada tribu y yo los enviaré para explorar los territorios aún no conquistados y traer un informe de su extensión y de sus límites naturales, para poder repartirlos entre ustedes.

5 [5-6] Los exploradores harán un mapa dividido en siete secciones, y luego haremos un sorteo delante de Jehová para decidir qué secciones serán entregadas a cada tribu. El territorio de Judá quedará al sur, y el de los de la casa de José al norte.

6

7 Pero recuerden que los levitas no recibirán tierra: son sacerdotes de Jehová, y ese sacerdocio es su herencia. Por supuesto, las tribus de Gad, Rubén y la media tribu de Manasés no recibirán nada más, porque ya tienen la tierra que les concedió Moisés, siervo de Jehová, en el lado oriental del Jordán.

8

Los exploradores salieron a preparar un mapa del territorio y rendir un informe a Josué, para que éste pudiera asignar las secciones de tierra a las siete tribus por medio de un sorteo.

9 Los hombres hicieron lo que se les había ordenado, y dividieron el territorio en siete secciones, e hicieron una lista de las ciudades de cada sección. Luego regresaron ante Josué en el campamento de Silo.

10 Allí, en el Tabernáculo en Silo, Jehová le mostró a Josué por medio de suertes la sección que cada tribu debía recibir.

11

Tierra asignada a la tribu de Benjamín:

La sección asignada a la familia de Benjamín quedó entre los territorios asignados previamente a las tribus de Judá y José.

12

El límite norte comenzaba en el río Jordán, seguía hacia el norte de Jericó, y luego hacia el occidente por la región montañosa y el desierto de Betavén.

13 Desde allí torcía hacia el sur en dirección a Luz (llamada también Betel) y seguía hacia Ataro-tadar en la región montañosa de Bethorón de abajo.

14 Allí el límite volvía hacia el sur, pasaba por las montañas cerca de Bethorón, y terminaba en el pueblo de Quiriatbaal, a veces llamado también Quiriatjearim, una de las ciudades da la tribu de Judá. Este era el límite occidental.

15

El límite sur iba desde las afueras de Quiriatbaal hasta el manantial de Neftoa,

16 y allí descendía a las faldas de la montaña junto al valle de Hinom al norte del valle de Refaim. Desde allí continuaba a través del valle de Hinom, cruzaba al sur de la antigua ciudad de Jerusalén, donde vivían los jebuseos, y seguía descendiendo hasta Enrogel.

17 De allí continuaba hacia el noreste hasta Ensemes, y desde Ensemes hasta Gelilot (que está en el lado opuesto de la subida de Adumín). Entonces descendía hasta la piedra de Bohán, hijo de Rubén

18 desde donde seguía a lo largo del borde norte del Arabá.

19 El límite entonces descendía en el Arabá, corría hacia el sur hasta más allá de Bethogla y terminaba en la bahía norte del Mar Salado, donde desemboca el río Jordán.

20

El límite oriental era el río Jordán. Ésta fue la tierra asignada a la tribu de Benjamín,

21 [21-28] que contaba además con veintiséis ciudades:

Jericó, Bethogla, Emeccasis, Betarabá, Zemaraim, Betel, Avim, Pará, Ofra, Quefarhaamoni, Ofni, Geba, Gabaón, Ramá, Beerot, Mizpa, Cafira, Mozah, Requem, Irpeel, Tarala, Zela, Elef, Jebes (que es Jerusalén), Gabaa y Quiriatjearim.

19

1

Tierra asignada a la tribu de Simeón:

La tribu de Simeón recibió la siguiente porción de tierra, incluyendo parte de la tierra anteriormente asignada a Judá.

2

[2-7] Sus propiedades incluían estas dieciocho ciudades con sus respectivos pueblos:

Beer-seba, Seba, Molada; Hazarsual, Bala, Ezem, Eltolad, Betul, Horma, Siclag, Betmarcabot, Hazarsusa, Betlebaot, Saruhén, Aín, Rimón, Etet y Asán.

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6

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8

Las ciudades más al sur como Baalat Beer, que es Ramat en el Neguev, fueron también dadas a la tribu de Simeón.

9 Las propiedades de Simeón, pues, vinieron de parte de lo que antes había sido dado a Judá, porque la sección de Judá había sido demasiado grande para ellos.

10

Tierra asignada a la tribu de Zabulón:

La tercera tribu en recibir su asignación de tierras fue Zabulón. Sus límites comenzaban al costado sur de Sarid.

11 De aquí daban vuelta hacia el occidente, hasta cerca de Marala y Dabeset, y de allí hasta el arroyo Tutor al oriente de Jocneam.

12 En la otra dirección, la línea limítrofe iba hacia el este, hasta el límite de Quislottabor, y desde allí hasta Daberat y Jafía.

13 Luego continuaba hacia el oriente de Gathefer, Itacazín y Rimón, y volvía hacia Nea.

14 El límite norte pasaba por Hanatón y seguía hasta el valle de Jefteel.

15 [15-16] Las ciudades en estas áreas, además de las mencionadas, incluían a Catat, Naalal, Simrón, Idala y Belén, y todos los pueblos circundantes. En total eran doce ciudades. Esta es la tierra que se le dio a los clanes de la tribu de Zabulón.

16

17

[17-23] Tierra asignada a la tribu de Isacar:

La cuarta tribu en recibir su asignación de tierras fue Isacar. Sus fronteras incluían las siguientes ciudades:

Jezreel, Quesulot, Sunem, Hafaraim, Sihón, Anaharat, Rabit, Quisión, Abez, Remet, Enganim, Enhada, Betpases, Tabor, Sahazima y Betsemes.

Eran dieciséis ciudades en total, cada una con los pueblos de alrededor. El límite de Isacar terminaba en el río Jordán. Esta es la tierra que se le dio a los clanes de la tribu de Isacar.

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24

[24-26] Tierra asignada a la tribu de Aser:

La quinta tribu en recibir su asignación de tierras fue Aser. Sus fronteras incluían estas ciudades:

Helcat, Halí, Belén, Acsaf, Alamelec, Amad y Miseal.

Sus límites del lado occidental iban desde Carmelo hasta Sihorlibnat,

25

26

27 daba vuelta hacia el oriente hasta Betdagón y seguían hasta Zabulón en el valle de Jefteel, pasando por el norte de Betemec y Neiel. Luego pasaba al este de Cabul,

28 Hebrón, Rehob, Hamón, Caná, hasta la gran Sidón.

29 De allí el límite volvía a Ramá y a la ciudad fortificada de Tiro y llegaba al mar Mediterráneo en Hosa. El territorio incluía también Mahalab, Aczib,

30 [30-31] Uma, Afec y Rehob, un total de veintidós ciudades con los pueblos que las rodeaban. Esta es la tierra que se le dio a los clanes de la tribu de Aser.

31

32

Tierra asignada a la tribu de Neftalí:

La sexta tribu en recibir su asignación de tierras fue la de Neftalí.

33 Su territorio comenzaba en Judá desde Alón Saananim, Adamineceb, Jabneel hasta Lacum e iba a salir al río Jordán.

34 El límite occidental comenzaba cerca de Helef, corría hasta más allá de Aznot Tabor, luego a Hucoc y colindaba con Zabulón en el sur, con Aser en el oeste y con el río Jordán al este.

35 [35-39] Las ciudades fortificadas que estaban en este territorio eran:

Sidim, Zer, Hamat, Racat, Cineret, Adamá, Ramá, Hazor, Cedes, Edrei, Enhazor, Irón, Migdalel, Horem, Betanat y Betsemes.

Eran en total diecinueve ciudades con sus correspondientes pueblos.

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Tierra asignada a la tribu de Dan:

La última tribu en recibir su asignación de tierras fue Dan.

41 [41-46] Las ciudades de su territorio eran:

Zora, Estaol, Irsemes, Saalabín, Ajalón, Jetla, Elón, Timnat, Ecrón, Elteque, Gibetón, Baalat, Jehud, Beneberac, Gatrimón, Mejarcón y Racón, además del territorio que está junto a Jope.

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47

Pero como parte de este territorio no estaba conquistado todavía, los guerreros de Dan tomaron la ciudad de Lesem, mataron a todos sus habitantes y vivieron allí, y llamaron a la ciudad Dan en honor a su antepasado.

48 Estas ciudades y sus pueblos constituyen la herencia de la tribu de Dan y sus familias.

49

Así fue que toda la tierra fue dividida entre las tribus con los límites señalados. La nación de Israel dio una porción especial de tierra a Josué,

50 porque Jehová había dicho que él podía tener las ciudades que quisiera. El escogió Timnatsera, en el territorio montañoso de Efraín, la reedificó y vivió allí.

51

Eleazar el sacerdote, Josué y los jefes de las tribus de Israel dirigieron el sorteo sagrado para repartir la tierra entre las tribus. Este sorteo fue hecho en la presencia de Jehová a la entrada del Tabernáculo en Silo.

20

1

Jehová le dijo a Josué:

2

—Dile al pueblo de Israel que designe ahora las ciudades de refugio, como le ordené a Moisés.

3 Si un hombre mata a otro accidentalmente, puede ir a una de estas ciudades y quedar protegido de los parientes del muerto, que podrían tratar de vengarse y matarlo.

4 Cuando el homicida accidental llegue a una de estas ciudades, se presentará ante el consejo de la ciudad, les explicará lo sucedido y ellos lo recibirán y le proporcionarán un lugar para vivir en medio de ellos.

5 Si un pariente del muerto viene a la ciudad con intenciones de matarlo para vengarse, el homicida no podrá ser entregado, porque la muerte fue accidental.

6

El hombre que causó la muerte deberá permanecer en la ciudad hasta que haya sido juzgado por todo el pueblo, y deberá vivir allí hasta la muerte del sumo sacerdote que estaba en el oficio en el tiempo del accidente. Entonces quedará libre para regresar a su ciudad y a su hogar.

7

Las ciudades elegidas como ciudades de refugio fueron: Cedes en Galilea, en la región montañosa de Neftalí; Siquem en las montañas de Efraín y Quiriat Arba (también llamada Hebrón) en la región montañosa de Judá.

8 Se designaron también tres ciudades con el mismo propósito al lado oriental del Jordán, frente a Jericó. Estas fueron: Beser en el desierto, en la tierra de la tribu de Rubén, Ramot de Galaad, en el territorio de la tribu de Gad, y Golán en Basán de la tribu de Manasés.

9 Estas ciudades de refugio acogerían por igual a los extranjeros que vivían en Israel y a los israelitas, haciendo que todo aquel que cometiera un homicidio accidental pudiera huir a ellas para tener un juicio justo y no ser muerto por venganza.

21

1

Los dirigentes de la tribu de Leví fueron a Silo a hacer una consulta al sacerdote Eleazar, a Josué y a los jefes de las tribus.

2

—Jehová instruyó a Moisés para que nos diera ciudades donde tuviéramos nuestras casas y tierras de pastoreo para nuestro ganado —dijeron.

3

Entonces les entregaron algunas de las ciudades recientemente conquistadas con sus tierras de pastoreo.

4 Trece de estas ciudades habían sido asignadas originalmente a las tribus de Judá, Simeón y Benjamín, y fueron dadas echando suerte a algunos de los sacerdotes del grupo de Coat de la tribu de Leví, descendientes de Aarón.

5 Las demás familias de Coat recibieron diez ciudades de los territorios de Efraín, Dan y de la media tribu de Manasés.

6 Los descendientes de Gersón recibieron trece ciudades seleccionadas por sorteo en el área de Basán. Estas ciudades fueron dadas por las tribus de Isacar, Aser, Neftalí y la media tribu de Manasés.

7 Los descendientes de Merari recibieron doce ciudades de las tribus de Rubén, Gad y Zabulón.

8 De esta manera se obedeció el mandato dado por Dios a Moisés, y por medio de sorteo se asignaron las ciudades y las tierras de pastoreo a los levitas.

9

[9-16] Los primeros en recibir su asignación fueron los sacerdotes descendientes de Aarón miembro de los levitas de la familia de Coat. Las tribus de Judá y Simeón les dieron las nueve ciudades nombradas a continuación con sus correspondientes tierras de pastoreo:

Hebrón, en las colinas de Judá, como ciudad de refugio, que también se llamaba Quiriat Arba. (Arba era el padre de Anac.) Los campos que estaban más allá de las ciudades y los pueblos circunvecinos habían sido dados a Caleb, hijo de Jefone:

Libna, Jatir, Estemoa, Holón, Debir, Aín, Juta y Betsemes.

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17

[17-18] La tribu de Benjamín les dio estas cuatro ciudades con sus tierras de pastoreo:

Gabaón, Geba, Anatot y Almón.

18

19

Así que en total fueron trece las ciudades entregadas a los sacerdotes, descendientes de Aarón.

20

[20-22] Las otras familias de los descendientes de Coat recibieron cuatro ciudades y tierras de pastoreo de la tribu de Efraín:

Siquem (ciudad de refugio), Gezer, Kibsaim, y Bethorón.

21

22

23

[23-24] Las siguientes cuatro ciudades con sus tierras de pastoreo fueron dadas por la tribu de Dan:

Elteque, Gibetón, Ajalón y Gatrimón.

24

25

La media tribu de Manasés entregó las ciudades de Taanac y Gatrimón con sus correspondientes tierras de pastoreo.

26 De modo que en total fueron diez las ciudades y tierras de pastoreo dadas a las demás familias de los coatitas.

27

Los levitas descendientes de Gersón, recibieron dos ciudades y tierras de pastoreo de la media tribu de Manasés:

Golán en Basán (ciudad de refugio) y Beestera.

28

[28-29] La tribu de Isacar dio cuatro ciudades:

Cisón, Daberat, Jarmut y Enganim.

29

30

[30-31] La tribu de Aser dio cuatro ciudades con sus tierras de pastoreo:

Miseal, Abdón, Helcat, y Rehob.

31

32

La tribu de Neftalí dio:

Cedes (ciudad de refugio en Galilea), Hamotdor, y Cartán.

33

Fueron trece ciudades con sus tierras de pastoreo las asignadas a los descendientes de la familia de Gersón.

34

[34-35] El resto de los levitas, los descendientes de Merari, recibieron cuatro ciudades de la tribu de Zabulón:

Jocneam, Carta, Dimna y Naalal.

35

36

[36-37] Rubén les dio:

Beser, Jahaza, Cademot y Mefaat.

37

38

[38-39] Gad les dio cuatro ciudades con sus tierras de pastoreo:

Ramot de Galaad (ciudad de refugio), Mahanaim, Hesbón y Jazer.

39

40

De modo que las familias de los descendientes de Merari recibieron doce ciudades en total.

41

[41-42] El total de las ciudades y tierras de pastoreo asignadas a los levitas fue de cuarenta y ocho.

42

43

De este modo Jehová le dio a Israel toda la tierra que le había prometido a sus antepasados, y ellos entraron y la conquistaron, y vivieron allí.

44

Y Jehová les dio paz, como lo había prometido, y nadie pudo hacerles frente. Jehová les ayudó a destruir a todos sus enemigos.

45 Cada cosa buena que Jehová les había prometido se cumplió.

22

1

Josué convocó a los ejércitos de las tribus de Rubén, de Gad, y de la media tribu de Manasés

2 y les dijo lo siguiente:

—Ustedes han cumplido lo que Moisés el siervo de Jehová les ordenó y han obedecido las órdenes que les he dado;

3 han cumplido, pues, las órdenes de Jehová nuestro Dios. No han abandonado a sus hermanos aunque la campaña ha durado tanto tiempo.

4 Ahora Jehová nos ha dado paz como nos la prometió. Por lo tanto, regresen a sus hogares, a la tierra que les fue entregada por Moisés el siervo de Dios en la otra orilla del río Jordán.

5 Sigan obedeciendo todos los mandamientos que Moisés les dio, amen a Jehová, y sigan el camino que Él ha trazado para sus vidas. Aférrense a Él y sírvanle con entusiasmo.

6

Josué entonces los bendijo y los despidió.

7 Moisés había asignado la tierra de Basán a la media tribu de Manasés, y la otra mitad de la tribu recibió tierras en la orilla occidental del río Jordán. Josué despidió a estos guerreros, los bendijo

8 y les dijo que compartieran sus grandes riquezas con sus parientes al regresar. Su botín consistía en ganado, plata, oro, bronce, hierro y ropa.

9

Los guerreros de Rubén, de Gad y de la media tribu de Manasés dejaron el ejército de Israel en Silo en tierra de Canaán, y cruzaron el río Jordán hacia sus tierras en Galaad.

10 Antes de cruzar, estando aún en Canaán, construyeron un gran monumento para que todos lo vieran. Este monumento tenía la forma de un gran altar.

11

Cuando el resto de Israel supo lo que habían hecho,

12 reunieron el ejército en Silo y se prepararon para ir a ofrecer batalla a sus propios hermanos.

13 Pero primero enviaron una delegación dirigida por el sacerdote Finees hijo de Eleazar. Cruzaron el río, llegaraon a Galaad, y hablaron a las tribus de Rubén, de Gad y de la media tribu de Manasés.

14 En la delegación había diez altos jefes de Israel, uno de cada una de las diez tribus, y cada uno de ellos era cabeza de un clan.

15 Cuando llegaron a la tierra de Galaad, les dijeron a las tribus de Rubén, Gad, y a la media tribu de Manasés:

16

—La congregación de Jehová quiere saber por qué han pecado ustedes contra el Dios de Israel apartándose de Él al edificar un altar en rebeldía contra Jehová.

17 ¡Todavía cargamos con la culpa de Peor, de la cual aún no hemos sido limpiados a pesar de la plaga que nos azotó,

18 y ya ustedes se vuelven a rebelar! Ustedes saben que si se rebelan hoy Jehová se enojará con todos nosotros mañana.

19 Si necesitan el altar porque su tierra es impura, únanse con nosotros a este lado del río, donde Jehová vive con nosotros en su Tabernáculo, y nosotros compartiremos nuestras tierras con ustedes. Pero no se rebelen contra Jehová edificando otro altar además del altar verdadero de nuestro Dios.

20 ¿No recuerdan que cuando Acán el hijo de Zera pecó contra Jehová, la nación entera fue castigada además del hombre que pecó?

21

Esta fue la respuesta del pueblo de Rubén, de Gad y de la media tribu de Manasés a los jefes de los clanes de Israel:

22

[22-23] —Jehová Dios de los dioses, sí, Jehová Dios de los dioses sabe que no hemos edificado el altar en rebeldía contra Él. Él sabe (y que lo sepa todo Israel también) que nosotros no hemos edificado el altar para ofrecer holocaustos, ofrendas de harina o sacrificios de paz. Que la maldición de Dios caiga sobre nosotros si hemos tenido tal intención.

23

24 Lo hemos hecho porque amamos a Jehová, y tenemos temor que en el futuro los hijos de ustedes digan a los nuestros: "¿Qué derecho tienen ustedes de venir a adorar a Jehová Dios de Israel?

25 Jehová ha colocado el río Jordán como barrera entre nuestro pueblo y el de ustedes. Ustedes no tienen parte en la tierra de Jehová". Y podría ser que nuestros hijos se apartaran de Jehová.

26 [26-27] Por eso decidimos edificar este altar simbólico para mostrar a nuestros hijos y a los hijos de ustedes que nosotros también podemos adorar a Jehová con holocaustos; ofrendas de paz y sacrificios, y ellos no podrán decir a nuestros hijos: "Ustedes no tienen nada que ver con Jehová nuestro Dios".

27

28 Si ellos dicen esto, nuestros hijos podrán responder: "Miren el altar de Jehová que nuestros padres hicieron según el modelo original del altar de Jehová. No es para ofrecer holocaustos ni sacrificios, sino es un símbolo de la relación que ambos tenemos con Jehová".

29 Lejos esté de nosotros el apartarnos de Jehová, o de rebelarnos contra Él construyendo otro altar para los holocaustos, para las ofrendas de harina y para los sacrificios. Solamente el altar que está delante del Tabernáculo puede ser usado para ello.

30

Cuando el sacerdote Finees y los altos jefes oyeron estas razones de las tribus de Gad, de Rubén y de Manasés, quedaron satisfechos.

31

Finees les respondió:

—Ahora sabemos que Jehová está entre nosotros porque ustedes no han pecado contra Él como habíamos pensado. Nos han librado de la destrucción.

32

Entonces Finees y los diez embajadores regresaron al pueblo de Israel y les contaron lo ocurrido,

33 y todo Israel se alegró y alabó a Dios, y no se habló más de pelear contra Rubén y Gad. Los pueblos de Rubén y Gad le pusieron nombre al altar y le llamaron Altar del Testimonio, porque dijeron: "Es un testimonio entre nosotros y ellos de que Jehová es nuestro Dios también".

23

1

Mucho tiempo después, cuando Jehová había dado a Israel victoria contra sus enemigos, y Josué estaba muy anciano,

2 éste convocó a los jueces y oficiales de Israel y les dijo:

—Ya estoy viejo,

3 y ustedes han visto lo que Jehová nuestro Dios ha hecho por nosotros durante mi vida. Él ha peleado en favor nuestro contra nuestros enemigos, y nos ha dado la tierra de ellos.

4 He distribuido entre ustedes las naciones aún no conquistadas así como las que destruimos. Toda la tierra desde el río Jordán hasta el Mediterráneo será nuestra,

5 porque Jehová nuestro Dios expulsará a todos los pueblos que viven allí ahora, y ustedes poseerán sus tierras, tal como el Señor lo prometió.

6

"Pero deben observar todas las ordenanzas escritas en el libro de las leyes de Moisés. No se desvíen de ellas ni un ápice.

7 No se les ocurra mezclarse con los pueblos paganos que aún viven en esta tierra. Ni siquiera mencionen el nombre de sus dioses, ni juren por ellos, ni los adoren.

8 Sigan a Jehová nuestro Dios como lo han hecho hasta ahora.

9 Él ha expulsado delante de ustedes a naciones más fuertes que ustedes; ninguna ha sido capaz de derrotarlos.

10 Cada uno de ustedes ha hecho huir a mil enemigos porque Jehová pelea por ustedes como prometió.

11 Así pues, sigan amándolo.

12

"Si no lo hacen, y comienzan a contraer matrimonio con personas de las naciones que los rodean,

13 tengan por cierto que Jehová nuestro Dios no expulsará a esas naciones de la tierra. Por el contrario, se convertirán en tropiezo y en trampa para ustedes, y serán como un azote en sus costados y como una espina en sus ojos, y ustedes desaparecerán de esta tierra que Jehová nuestro Dios les ha dado.

14

"Pronto seguiré el camino de todos los que habitan la tierra: Voy a morir.

"Ustedes saben bien que las promesas de Dios se han cumplido.

15 [15-16] Pero tan ciertamente como que Dios les ha dado las buenas cosas que les había prometido, Él traerá el mal si lo desobedecen. Si adoran a otros dioses, Él los exterminará en esta buena tierra que les ha dado. Su ira se encenderá contra ustedes y ciertamente perecerán.

24

1

Luego Josué convocó a todo el pueblo de Israel en Siquem, juntamente con sus ancianos, oficiales y jueces. Todos asistieron y se presentaron delante de Jehová.

2

Josué se dirigió a ellos con las siguientes palabras:

—Jehová Dios de Israel dice: "Nuestros antepasados, incluyendo a Taré el padre de Abraham y Nacor, vivieron al oriente del río Éufrates. Allí adoraban a otros dioses.

3 Pero yo elegí a su padre Abraham desde aquella tierra al otro lado del río, y lo conduje hasta la tierra de Canaán, y le di muchos descendientes por medio de Isaac su hijo.

4 Los hijos que a Isaac le di fueron Jacob y Esaú. A Esaú le di el territorio que queda alrededor del monte Seir, mientras que Jacob y sus hijos entraron en Egipto.

5

Entonces envié a Moisés y a Aarón para que enviaran terribles plagas sobre Egipto, y después saqué a mi pueblo de allí para que fueran libres.

6 Pero cuando llegaron al Mar Rojo los egipcios comenzaron a seguirlas con carros y caballos.

7 Israel clamó a mí y yo puse tinieblas entre ellos y los egipcios. También hice que el mar descendiera sobre los egipcios y los ahogara, y ustedes vieron lo que hice. Luego Israel vivió en el desierto durante muchos años.

8

Finalmente los hice entrar en la tierra de los amorreos al otro lado del río Jordán. Ellos pelearon contra ustedes, pero yo los destruí y les entregué a ustedes la tierra de ellos.

9 El rey Balac de Moab comenzó una guerra contra Israel y le pidió a Balaam, el hijo de Beor, que los maldijera.

10 Pero yo no le presté atención, sino hice que los bendijera, y así libré a Israel de sus manos.

11

Luego ustedes cruzaron el río Jordán y entraron en Jericó. Los hombres de Jericó pelearon contra ustedes, y así lo hicieron también otros pueblos: los amorreos, los fereceos, los cananeos, los heteos, los gergeseos, los heveos y los jebuseos. Uno por uno pelearon contra ustedes, pero yo los destruí a todos.

12 Envié delante de ustedes avispas para quitarles del paso a los dos reyes de los amorreos y su pueblo. No fue con sus espadas ni con sus arcos con los que obtuvieron ustedes la victoria.

13 Yo les di la tierra por la que no habían trabajado y ciudades que no habían edificado, las ciudades en las que ahora están viviendo. Les di viñedos y olivares para que se alimentaran, aunque ustedes no los plantaron.

14

Por lo tanto, teman a Jehová y sírvanle con sinceridad y verdad. Desechen para siempre los ídolos que sus antepasados adoraron más allá del Éufrates y en Egipto. Adoren a Jehová solamente.

15 Pero si les parece mal servir a Jehová, escojan hoy a quién van a servir, si a los dioses que sus antepasados adoraban más allá del Éufrates o a los dioses de los amorreos de esta tierra. Pero yo y los de mi casa serviremos a Jehová.

16

Entonces el pueblo respondió:

—Jamás abandonaremos a Jehová ni adoraremos a otros dioses.

17 Porque Jehová nuestro Dios es el que nos rescató de la esclavitud en Egipto. Él es el Dios que hizo poderosos milagros ante los ojos de Israel y nos defendió de nuestros enemigos cuando pasamos por sus tierras.

18 Fue Jehová el que echó delante de nosotros a los amorreos y a las otras naciones que vivían en la tierra. ¡Serviremos a Jehová porque Él es nuestro Dios!

19

Josué respondió al pueblo:

—No podrán adorar a Jehová su Dios, porque Él es santo y celoso y no perdonará sus rebeliones y pecados.

20 Si lo abandonan y adoran otros dioses, Él se volverá contra ustedes y los destruirá, aunque los haya cuidado durante tanto tiempo.

21

Pero el pueblo respondió:

—Nosotros serviremos a Jehová.

22

—Ustedes mismos son testigos de lo que han dicho; han elegido a Jehová para servirle —dijo Josué.

—Sí —respondieron ellos—, somos testigos.

23

—Entonces —dijo Josué— destruyan los ídolos que ahora poseen y obedezcan a Jehová el Dios de Israel.

24

Y el pueblo de Israel respondió a Josué:

—Serviremos a Jehová nuestro Dios y obedeceremos su voz.

25

Entonces Josué hizo un pacto con ellos aquel día en Siquem, un pacto permanente entre ellos y Dios. Y allí les dio leyes y mandamientos.

26 Josué anotó la respuesta del pueblo en el libro de las leyes de Jehová y tomó una gran piedra como recordatorio, y la puso bajo el encino que estaba junto al Tabernáculo.

27

Después Josué le dijo a todo el pueblo:

—Esta piedra ha oído cuanto Jehová ha dicho, de modo que será testigo contra ustedes si no cumplen lo prometido a Jehová.

28

Luego Josué despidió al pueblo para que volviera cada uno a sus tierras.

29

Poco después de esto murió Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, a la edad de ciento diez años.

30 Fue sepultado en su propiedad en Timnatsera, en las montañas de Efraín, al norte del monte de Gaas.

31

Israel obedeció a Jehová durante toda la vida de Josué y de los otros ancianos que habían sido testigos de las asombrosas obras que Jehová había hecho por Israel.

32

Los huesos de José que el pueblo de Israel había traído consigo desde Egipto, fueron sepultados en Siquem, en la parcela que Jacob había comprado por cien piezas de plata a los hijos de Hamor, situada en el territorio asignado a las tribus de los hijos de José.

33

También murió Eleazar el hijo de Aarón, y fue sepultado en Gueba, la ciudad de Finees su hijo, en las montañas de Efraín.