1

1 Estos son los nombres de los israelitas que llegaron con Jacob a Egipto, cada uno con su familia:

2 Rubén, Simeón, Leví, Judá,

3 Isacar, Zabulón, Benjamín,

4 Dan, Neftalí, Gad y Aser.

5 Los descendientes de Jacob sumaban en total setenta personas. José ya estaba en Egipto.

6 José y sus hermanos, y todos los de aquella generación, murieron;

7 pero como los israelitas tenían muchos hijos, se multiplicaron de tal manera que llegaron a ser muy poderosos. El país estaba lleno de ellos.

8 Más tarde hubo un nuevo rey en Egipto, que no había conocido a José y que dijo a su pueblo:

9 “Mirad, el pueblo israelita es más numeroso y más poderoso que nosotros;

10 así que debemos hacer algo para impedir que sigan aumentando, porque podría suceder que, en caso de guerra, se pusieran de parte de nuestros enemigos para pelear contra nosotros, y se fueran de este país.”

11 Por eso los egipcios pusieron capataces encargados de someter a los israelitas a trabajos muy duros. Les hicieron construir las ciudades de Pitón y Ramsés, que el faraón, rey de Egipto, utilizaba para almacenar provisiones.

12 Pero cuanto más los maltrataban, más aumentaban. Así que los egipcios les tenían mucho miedo.

13 Los egipcios esclavizaron cruelmente a los israelitas.

14 Les amargaron la vida sometiéndolos a rudos trabajos: preparar barro y hacer adobes, y atender a todos los trabajos del campo. En todo esto los israelitas eran tratados con crueldad.

15 Además el rey de Egipto habló con Sifrá y Puá, que eran parteras de las hebreas, y les dijo:

16 –Cuando atendáis a las hebreas en sus partos, fijaos en el sexo del recién nacido. Si es niña, dejadla vivir, pero si es niño, ¡matadlo!

17 Sin embargo, las parteras tuvieron temor de Dios y no hicieron lo que el rey de Egipto les había ordenado, sino que dejaron vivir a los niños.

18 Entonces el rey de Egipto las mandó llamar y les dijo: –¿Por qué habéis dejado vivir a los niños?

19 –Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias –contestaron ellas–. Al contrario, son muy robustas y dan a luz antes de que nosotras lleguemos a atenderlas.

20 De esta manera el pueblo israelita seguía creciendo en número, y cada vez se hacía más poderoso. Además, como las parteras tuvieron temor de Dios, él las favoreció y les concedió una familia numerosa.

21

22 El faraón, por su parte, ordenó a todo su pueblo: “Echad al río a todos los niños hebreos que nazcan; solo a las niñas dejadlas vivir.”

2

1 Un hombre de la tribu de Leví se casó con una mujer de la misma tribu,

2 la cual quedó embarazada y tuvo un hijo. Al ver ella que el niño era hermoso, lo escondió durante tres meses.

3 Pero no pudiendo mantenerlo escondido por más tiempo, tomó un canastillo de junco, al que selló todas las rendijas con asfalto natural y brea para que no le entrara agua; luego puso al niño en el canastillo, y lo dejó entre los juncos, a la orilla del río Nilo.

4 Además dijo a una hermana del niño que se quedara a cierta distancia, y que estuviera al tanto de lo que pasara con él.

5 Más tarde, la hija del faraón bajó a bañarse al río y, mientras sus sirvientas paseaban por la orilla, vio el canastillo entre los juncos. Entonces mandó a una de sus esclavas que se lo trajera.

6 Al abrir el canastillo y ver que dentro había un niño llorando, la hija del faraón sintió compasión de él y dijo: –Este es un niño hebreo.

7 Entonces la hermana del niño propuso a la hija del faraón: –¿Te parece bien que llame a una nodriza hebrea, para que le dé el pecho a este niño?

8 –Ve por ella –contestó la hija del faraón. Entonces la muchacha fue a buscar a la madre del niño,

9 a quien la hija del faraón dijo: –Toma a este niño y críamelo, y yo te pagaré por tu trabajo. La madre del niño se lo llevó y lo crió,

10 y cuando ya hubo crecido se lo entregó a la hija del faraón, que lo adoptó como hijo suyo y lo llamó Moisés, pues dijo: –Yo lo saqué del agua.

11 Moisés, siendo ya adulto, salió un día a visitar a sus hermanos de raza, y se dio cuenta de que sus trabajos eran muy duros. Y vio que un egipcio estaba golpeando a uno de sus hermanos hebreos.

12 Entonces miró bien por todas partes y, no viendo a nadie por allí, mató al egipcio y lo enterró en la arena.

13 Al día siguiente volvió a salir, y vio que dos hebreos se estaban peleando. Entonces preguntó al que maltrataba al otro: –¿Por qué golpeas a uno de tu propia raza?

14 Aquel hebreo le contestó: –¿Y quién te ha puesto a ti por jefe y juez entre nosotros? ¿Acaso piensas matarme, como mataste al egipcio? Al oir esto, Moisés tuvo miedo, pues se dio cuenta de que ya se había descubierto la muerte del egipcio.

15 Y en efecto, en cuanto el faraón supo que Moisés había dado muerte a un egipcio, lo mandó buscar para matarlo; pero Moisés huyó y se fue a vivir a la región de Madián. Allí se sentó cerca de un pozo.

16 Reuel, sacerdote de Madián, tenía siete hijas. Aquel día, ellas habían ido al pozo a sacar agua para llenar los bebederos y dar de beber a las ovejas de su padre,

17 pero unos pastores vinieron y las echaron de allí. Entonces Moisés se levantó a defenderlas, y dio de beber a las ovejas.

18 Cuando ellas volvieron a donde estaba su padre, este les preguntó: –¿Cómo es que hoy habéis regresado tan pronto?

19 Ellas le contestaron: –Un egipcio nos defendió de los pastores, y luego sacó el agua por nosotras y dio de beber a las ovejas.

20 Entonces Reuel les dijo: –¿Y dónde está ese hombre? ¿Por qué le dejasteis solo? ¡Id a llamarle, para que venga a comer!

21 Y así Moisés aceptó quedarse a vivir en la casa de Reuel. Después Reuel le dio a su hija Séfora por esposa,

22 y ella tuvo un hijo al que Moisés llamó Guersón, porque dijo: “Soy un extranjero en tierra extraña.”

23 Con el correr del tiempo murió el rey de Egipto. Pero los israelitas seguían quejándose y lamentando su esclavitud. Entonces Dios escuchó sus lamentos

24 y atendió sus quejas, acordándose del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob.

25 Los vio Dios, y se dio cuenta de su condición.

3

1 Moisés cuidaba las ovejas de su suegro Jetró, que era sacerdote de Madián. Un día, llevándolas a través del desierto, llegó hasta el monte de Dios, que se llama Horeb.

2 Allí el ángel del Señor se le apareció en una llama de fuego, en medio de una zarza. Moisés miró atentamente y se dio cuenta de que la zarza ardía en el fuego, pero no se consumía.

3 Entonces pensó: “¡Qué cosa tan extraña! Voy a ver por qué no se consume la zarza.”

4 Cuando el Señor vio que Moisés se acercaba a mirar, le llamó desde la zarza: –¡Moisés! ¡Moisés! –Aquí estoy –contestó Moisés.

5 Entonces Dios le dijo: –No te acerques. Y descálzate, porque el lugar donde estás es sagrado.

6 Y añadió: –Yo soy el Dios de tus antepasados. Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Moisés se cubrió la cara, pues tuvo miedo de mirar a Dios;

7 pero el Señor siguió diciendo: –Claramente he visto cómo sufre mi pueblo que está en Egipto. Los he oído quejarse por culpa de sus capataces, y sé muy bien lo que sufren.

8 Por eso he bajado, para salvarlos del poder de los egipcios; voy a sacarlos de ese país y voy a llevarlos a una tierra grande y buena, donde la leche y la miel corren como el agua. Es el país donde viven los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos.

9 Mira, he escuchado las quejas de los israelitas, y he visto también que los egipcios los maltratan mucho.

10 Por lo tanto, ponte en camino, pues te voy a enviar al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas.

11 Entonces Moisés respondió a Dios: –¿Y quién soy yo para presentarme al faraón y sacar de Egipto a los israelitas?

12 Dios le contestó: –Yo estaré contigo. Y esta es la señal de que yo mismo te envío: cuando hayas sacado de Egipto a mi pueblo, todos vosotros me adoraréis en este monte.

13 Pero Moisés le respondió: –El problema es que cuando yo vaya y les diga a los israelitas: ‘El Dios de vuestros antepasados me ha enviado a vosotros’, ellos me preguntarán: ‘¿Y cuál es su nombre?’ Entonces, ¿qué podré decirles?

14 Dios le contestó: –YO SOY EL QUE SOY. Tú, pues, dirás a los israelitas: ‘YO SOY me ha enviado a vosotros.’

15 Además, Dios dijo a Moisés: –Di también a los israelitas: ‘El Señor, el Dios de vuestros antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me ha enviado a vosotros.’ Este es mi nombre eterno; este es mi nombre por todos los siglos.

16 Ve, reúne a los ancianos de Israel y diles: ‘El Señor, el Dios de vuestros antepasados, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, se me apareció y me dijo que ha puesto su atención en vosotros, y que ha visto el trato que os dan en Egipto.

17 También me dijo que os va a librar de los sufrimientos en Egipto y os va a llevar al país de los cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos; a una tierra donde la leche y la miel corren como el agua.’

18 Los ancianos te harán caso; entonces tú irás con ellos a ver al rey de Egipto y le dirás: ‘El Señor, el Dios de los hebreos, ha salido a nuestro encuentro. Por tanto, déjanos ir al desierto, a una distancia de tres días de camino, a ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios.’

19 Sin embargo, yo sé muy bien que el rey de Egipto no os dejará salir, si no es por la fuerza.

20 Por tanto, yo mostraré mi poder y heriré de muerte a los egipcios con todas las cosas asombrosas que haré en su país; después de eso, el faraón os dejará salir.

21 Además, yo haré que los israelitas se ganen la buena voluntad de los egipcios, de modo que cuando salgáis no os vayáis con las manos vacías.

22 Cada mujer pedirá a su vecina, o a cualquier otra mujer que viva con ella, objetos de plata y de oro, y vestidos con los que vestiréis a vuestros hijos e hijas. Así despojaréis a los egipcios de todo lo que tienen.

4

1 –Ellos no me creerán, ni tampoco me harán caso –contestó Moisés–. Al contrario, me dirán: ‘El Señor no se te ha aparecido.’

2 –¿Qué es eso que tienes en la mano? –preguntó el Señor. –Un bastón –contestó Moisés.

3 –Arrójalo al suelo –ordenó el Señor. Moisés lo arrojó al suelo, y en el mismo instante el bastón se convirtió en una serpiente. Moisés echó a correr para alejarse de ella,

4 pero el Señor le dijo: –Extiende la mano y tómala por la cola. Moisés extendió la mano y, al tomarla, la serpiente se convirtió otra vez en bastón.

5 –Esto es para que crean que se te ha aparecido el Señor, Dios de tus antepasados, Dios de Abraham, Isaac y Jacob

6 –dijo el Señor–. Y ahora mete tu mano en el pecho. Moisés metió su mano en el pecho y, al sacarla, vio que estaba enferma de lepra y blanca como la nieve.

7 Entonces Dios le dijo: –Vuelve a meter tu mano en el pecho. Moisés lo hizo así y, al sacar la mano de nuevo, ya estaba tan sana como el resto del cuerpo.

8 Luego el Señor le dijo: –Si con la primera señal no te creen ni te hacen caso, te creerán con la segunda;

9 pero si no te creen ni te hacen caso con ninguna de estas dos señales, saca agua del río y derrámala sobre el suelo. En cuanto el agua que saques del río caiga al suelo, se convertirá en sangre.

10 –¡Ay, Señor! –respondió Moisés–. Yo no tengo facilidad de palabra, y esto no es solo de ayer ni de ahora que estás hablando con este siervo tuyo, sino de tiempo atrás. Siempre que hablo se me traba la lengua.

11 Pero el Señor le contestó: –¿Y quién le ha dado la boca al hombre? ¿Quién, si no yo, lo hace mudo, sordo, ciego o que pueda ver?

12 Así que, anda, que yo estaré contigo cuando hables y te enseñaré lo que debes decir.

13 Moisés insistió: –¡Ay, Señor, por favor, envía a alguna otra persona!

14 Entonces el Señor se irritó con Moisés, y le dijo: –¡Pues ahí está tu hermano Aarón, el levita! Yo sé que él habla muy bien. Además, él viene a tu encuentro y se va a alegrar mucho de verte.

15 Habla con él y explícale todo lo que tiene que decir. Yo, por mi parte, estaré con él y contigo cuando habléis, y os daré instrucciones sobre lo que hayáis de hacer.

16 Tú hablarás a Aarón como si fuera yo mismo, y Aarón, a su vez, comunicará al pueblo lo que tú le digas.

17 Llévate este bastón, porque con él harás cosas asombrosas.

18 Moisés volvió a casa de su suegro Jetró y le dijo: –Tengo que regresar a Egipto, donde están mis hermanos de raza. Quiero ver si todavía viven. –Vete, pues, y que te vaya bien –contestó Jetró.

19 Estando aún Moisés en la región de Madián, el Señor le dijo: –Regresa a Egipto, porque ya han muerto todos los que querían matarte.

20 Moisés tomó entonces a su esposa y a su hijo, los montó en un asno y regresó a Egipto. En la mano llevaba el bastón de Dios.

21 Después el Señor dijo a Moisés: –Cuando llegues a Egipto, pon toda tu atención en hacer ante el faraón las maravillas que te he dado el poder de realizar. Yo, por mi parte, haré que él se ponga terco y que no deje salir a los israelitas.

22 Entonces dirás al faraón: ‘Así dice el Señor: Israel es mi hijo primogénito

23 y te he dicho que dejes salir a mi hijo, para que vaya a adorarme; pero como no has querido dejarlo salir, yo mataré a tu primogénito.’

24 Durante el camino, en el lugar donde Moisés y su familia iban a pasar la noche, el Señor salió al encuentro de Moisés y quiso matarlo.

25 Entonces Séfora tomó un cuchillo de piedra y cortó el prepucio a su hijo; luego, tocando con el prepucio del niño los pies de Moisés, le dijo: "En verdad, tú eres para mí un esposo de sangre".

26 Entonces el Señor dejó ir a Moisés. Y Séfora dijo que Moisés era un esposo de sangre debido a la circuncisión.

27 Mientras tanto, el Señor había dicho a Aarón: "Ve al desierto a encontrarte con Moisés." Y Aarón fue y encontró a Moisés en el monte de Dios. Allí le saludó con un beso.

28 Entonces Moisés contó a Aarón todas las cosas que el Señor le había ordenado decir, y también las grandes maravillas que le mandaba hacer.

29 Luego fueron los dos a reunir a los ancianos de Israel,

30 y Aarón les contó todo lo que el Señor había dicho a Moisés, haciendo además ante la gente las maravillas que Dios le había ordenado que hiciera.

31 La gente quedó convencida. Y al saber que el Señor había puesto su atención en ellos y que había visto cómo sufrían, se inclinaron en actitud de adoración.

5

1 Después de esto, Moisés y Aarón fueron a decirle al faraón: –Así ha dicho el Señor, el Dios de Israel: ‘Deja ir a mi pueblo al desierto, para que celebre allí una fiesta en mi honor.’

2 Pero el faraón contestó: –¿Y quién es ‘el Señor’, para que yo le obedezca y deje ir a los israelitas? Ni conozco al Señor, ni tampoco voy a dejar ir a los israelitas.

3 Entonces ellos dijeron: –El Dios de los hebreos ha venido a nuestro encuentro; así que vamos a ir al desierto, a una distancia de tres días de camino, para ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios, no sea que nos haga morir con una peste o a filo de espada.

4 Pero el rey de Egipto les dijo: –Moisés y Aarón, ¿por qué distraéis a la gente de su trabajo? ¡Marchaos y seguid trabajando!

5 También les dijo el faraón: –Ahora que hay tantos israelitas en el país, ¿vais a hacer que dejen de trabajar?

6 Aquel mismo día el faraón ordenó a los capataces y jefes de grupo:

7 –Desde ahora ya no daréis paja a los israelitas para que hagan adobes, como se ha venido haciendo; ¡que vayan ellos mismos a recoger la paja!

8 Pero exigidles la misma cantidad de adobes que han hecho hasta ahora. ¡Ni un solo adobe menos! Son unos holgazanes, y por eso gritan: ‘¡Vayamos a ofrecer sacrificios a nuestro Dios!’

9 Haced trabajar más duro a esa gente; mantenedlos ocupados, para que no hagan caso de mentiras.

10 Los capataces y jefes de grupo salieron y fueron a decir a la gente: –El faraón ha ordenado que no se os siga dando paja.

11 Desde ahora vosotros mismos tendréis que recogerla donde la encontréis. Pero no por eso se os va a rebajar la cantidad de adobes que tenéis fijada.

12 Los israelitas se dispersaron por todo Egipto, en busca de rastrojo, para usarlo como paja.

13 Todos los días los capataces del faraón les exigían la misma cantidad de adobes que hacían cuando se les daba la paja, y además golpeaban a los jefes de grupo israelitas, y les decían: –¿Cómo es que ni ayer ni hoy habéis completado la misma cantidad de adobes que antes hacíais?

14

15 Los jefes de grupo israelitas fueron a quejarse al faraón, y le dijeron: –¿Por qué trata así Su Majestad a estos siervos suyos?

16 Ya no se nos da paja; sin embargo se nos exige que hagamos adobes, y además se nos golpea. ¡La culpa es de la gente de Su Majestad!

17 Pero el faraón contestó: –¡Vosotros no sois más que unos holgazanes! Por eso andáis diciendo: ‘Vayamos a ofrecer sacrificios al Señor.’

18 ¡Id a trabajar! Y aunque ya no se os dé la paja, tendréis que entregar la misma cantidad de adobes.

19 Los jefes de grupo israelitas se vieron en aprietos cuando se les dijo que no debían reducir la producción diaria de adobes.

20 Al salir de su entrevista con el faraón, se encontraron con Moisés y Aarón, que los estaban esperando,

21 y les dijeron: –Que el Señor mire lo que habéis hecho, y os castigue. Porque vosotros tenéis la culpa de que el faraón y sus funcionarios nos miren mal. Vosotros mismos les habéis puesto la espada en la mano para que nos maten.

22 Entonces Moisés dijo al Señor en oración: –Señor, ¿por qué tratas mal a este pueblo? ¿Para qué me enviaste?

23 Desde que vine a hablar en tu nombre con el faraón, él ha maltratado aún más a tu pueblo y tú no has hecho nada para salvarlo.

6

1 El Señor le contestó: –Ahora verás lo que voy a hacer con el faraón, porque solo por la fuerza los dejará salir de su país; es más, él mismo les dirá que se vayan.

2 Dios se dirigió a Moisés, y le dijo: –Yo soy EL SEÑOR.

3 Me manifesté a Abraham, Isaac y Jacob con el nombre de Dios todopoderoso, pero no me di a conocer a ellos con mi verdadero nombre: EL SEÑOR.

4 Hice además un pacto con ellos, y me comprometí a darles la tierra de Canaán, o sea la región en la que vivieron por algún tiempo como extranjeros.

5 Y ahora que he sabido que los israelitas sufren, y que los egipcios los obligan a trabajar, me he acordado de mi pacto.

6 Por lo tanto, ve a decir a los israelitas que yo, el Señor, voy a librarlos de su esclavitud y de los duros trabajos a que han sido sometidos por los egipcios. Desplegaré mi poder y los salvaré con grandes actos de justicia.

7 Os tomaré por pueblo mío, y yo seré vuestro Dios. Así sabréis que yo soy el Señor vuestro Dios, que os libró de los duros trabajos a que habíais sido sometidos por los egipcios.

8 Os llevaré al país que prometí dar a Abraham, Isaac y Jacob, y que os daré a vosotros en propiedad. Yo soy el Señor.

9 Moisés repitió esto a los israelitas, pero ellos no le hicieron caso, pues estaban muy desanimados por lo duro de su esclavitud.

10 Entonces el Señor dijo a Moisés:

11 –Ve a decirle al faraón que deje salir de Egipto a los israelitas.

12 Pero Moisés contestó al Señor: –Si ni siquiera los israelitas me hacen caso, ¿cómo me va a hacer caso el faraón siendo yo tan torpe para hablar?

13 Entonces el Señor mandó a Moisés y Aarón que dijeran a los israelitas y al faraón que tenían órdenes precisas de sacar de Egipto a los israelitas.

14 Estos son los jefes de familia, por parte de sus padres. Los hijos de Rubén, el primogénito de Israel, fueron: Hanoc, Falú, Hesrón y Carmí. Éstos son los clanes de Rubén.

15 Los hijos de Simeón fueron: Jemuel, Jamín, Óhad, Jaquín, Sóhar y Saúl, que fue hijo de una cananea. Estos son los clanes de Simeón.

16 Leví vivió ciento treinta y siete años. Estos son los nombres de sus hijos, de mayor a menor: Guersón, Quehat y Merarí.

17 Los hijos de Guersón, por orden de clanes, fueron: Libní y Simí.

18 Quehat vivió ciento treinta y tres años, y sus hijos fueron: Amram, Ishar, Hebrón y Uziel.

19 Los hijos de Merarí fueron: Mahli y Musí. Estos son los clanes de Leví, de mayor a menor.

20 Amram se casó con su tía Jocabed, que dio a luz a Aarón y a Moisés. Amram vivió ciento treinta y siete años.

21 Los hijos de Ishar fueron: Coré, Néfeg y Zicrí.

22 Los hijos de Uziel fueron: Misael, Elsafán y Sitrí.

23 Aarón se casó con Eliseba, hija de Aminadab y hermana de Nahasón, la cual dio a luz a Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar.

24 Los hijos de Coré fueron Asir, Elcaná y Abiasaf. Estos son los clanes de los coreítas.

25 Eleazar, uno de los hijos de Aarón, se casó con una de las hijas de Futiel, la cual dio a luz a Finees. Estos son los jefes de familia de los levitas, por orden de clanes.

26 Aarón y Moisés son los mismos a quienes el Señor dijo que sacaran de Egipto a los israelitas, formados como un ejército.

27 Y son los mismos Moisés y Aarón que hablaron con el faraón, rey de Egipto, para sacar de este país a los israelitas.

28 El día en que el Señor habló a Moisés en Egipto,

29 le dijo: –Yo soy el Señor. Dile al faraón, rey de Egipto, todo lo que voy a decirte.

30 Pero Moisés le contestó: –Señor, yo soy muy torpe para hablar, así que, ¿cómo va a hacerme caso el faraón?

7

1 Entonces el Señor dijo a Moisés: –Mira, voy a permitir que actúes en mi lugar ante el faraón, y que tu hermano Aarón hable por ti.

2 Tú dirás a Aarón todo lo que yo te ordene; luego él hablará con el faraón para que deje salir de su país a los israelitas.

3 Pero yo haré que el faraón se ponga terco, y realizaré muchas señales y cosas asombrosas en Egipto.

4 El faraón no os hará caso, pero yo descargaré mi poder sobre Egipto, y con grandes actos de justicia sacaré de allí a mis ejércitos, es decir, a mi pueblo, los israelitas.

5 Y cuando haya mostrado mi poder sobre Egipto, y haya sacado de allí a los israelitas, los egipcios sabrán que yo soy el Señor.

6 Moisés y Aarón lo hicieron todo tal como el Señor se lo había ordenado.

7 Moisés tenía ochenta años, y Aarón ochenta y tres, cuando hablaron con el faraón.

8 El Señor dijo a Moisés y Aarón:

9 –Si el faraón os pide que hagáis un milagro, le dirás a Aarón que tome su bastón y lo arroje al suelo ante el faraón, para que se convierta en una serpiente.

10 Moisés y Aarón fueron a ver al faraón, e hicieron lo que el Señor había ordenado: Aarón arrojó su bastón al suelo delante del faraón y de sus funcionarios, y el bastón se convirtió en una serpiente.

11 El faraón, por su parte, mandó llamar a sus sabios y magos, los cuales, con sus artes mágicas, hicieron también lo mismo:

12 cada uno de ellos arrojó su bastón al suelo, y cada bastón se convirtió en una serpiente. Pero el bastón de Aarón se comió los bastones de los sabios y magos.

13 A pesar de eso, el faraón se puso terco y no les hizo caso, tal como el Señor lo había dicho.

14 Después el Señor dijo a Moisés: –El faraón se ha puesto terco y no quiere dejar salir a los israelitas.

15 Pero mañana temprano irás a verle, cuando baje al río. Espérale en la orilla y lleva contigo el bastón que se convirtió en serpiente.

16 Allí le dirás: ‘El Señor, el Dios de los hebreos, me ha enviado a decirte: Deja ir a mi pueblo, para que me adore en el desierto. Pero hasta ahora no has hecho caso.

17 Por tanto, el Señor ha dicho: Ahora vas a saber que yo soy el Señor. Cuando yo golpee el agua del río con este bastón que tengo en la mano, el agua se convertirá en sangre.

18 Los peces morirán, y el río apestará tanto que los egipcios tendrán asco de beber de esa agua.’

19 Además el Señor dijo a Moisés: –Dile a Aarón que tome su bastón y que extienda su brazo sobre los ríos, arroyos, lagunas y depósitos de agua de Egipto; sobre todo lo que tenga agua, para que se convierta en sangre. ¡Así habrá sangre hasta en los recipientes de madera y de piedra!

20 Moisés y Aarón hicieron lo que el Señor les había ordenado. Aarón levantó su bastón y golpeó el agua del río a la vista del faraón y de sus funcionarios, y toda el agua se convirtió en sangre.

21 Los peces murieron, y el propio río apestaba tanto, que los egipcios no podían beber agua de él. ¡Había sangre por todo Egipto!

22 Pero los magos egipcios hicieron lo mismo por medio de sus artes mágicas, así que el faraón se puso terco y no hizo caso a Moisés y Aarón, tal como el Señor lo había dicho.

23 El faraón regresó a su palacio sin dar importancia a este asunto,

24 pero todos los egipcios tuvieron que hacer pozos en las orillas del río para sacar agua limpia, pues el agua del río no se podía beber.

25 Siete días después de que el Señor golpeara el agua del río,

8

1 el Señor dijo a Moisés: –Ve a ver al faraón y dile: ‘Así dice el Señor: Deja ir a mi pueblo, para que me adore.

2 Porque si tú no lo dejas ir, yo castigaré con ranas a todo tu país.

3 El río hervirá de ranas, que saldrán y se meterán en tu palacio, en el lugar donde duermes, sobre tu cama, en las casas de tus funcionarios y de tu gente, en tus hornos y en donde amasan tu pan.

4 Las ranas saltarán sobre ti, sobre tus funcionarios y sobre toda tu gente.’

5 El Señor dijo a Moisés: –Dile a Aarón que extienda su bastón sobre los ríos, arroyos y lagunas, para que de allí salgan ranas y llenen el país de Egipto.

6 Aarón lo extendió sobre las aguas de Egipto, y todo el país se llenó de las ranas que salieron de ellas.

7 Sin embargo, los magos hicieron lo mismo por medio de sus artes mágicas, y también trajeron ranas sobre el territorio egipcio.

8 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón, y les dijo: –Pedidle al Señor que nos quite las ranas a mí y a mi gente, y dejaré que la tuya vaya a ofrecer sacrificios al Señor.

9 Moisés contestó al faraón: –Dime cuándo quieres que yo le pida por ti, por tus funcionarios y por tu gente, para que las ranas se alejen de ti y de tu palacio, y se queden solo en el río.

10 –Mañana mismo –dijo el faraón. Y Moisés contestó: –Así se hará, para que sepas que no hay nadie como el Señor nuestro Dios.

11 Las ranas se irán de tu palacio y se quedarán solamente en el río. Ya no te molestarán ni a ti, ni a tus funcionarios, ni a tu gente.

12 Moisés y Aarón salieron del palacio del faraón. Después Moisés pidió al Señor que alejara las ranas que había enviado sobre el faraón.

13 El Señor hizo lo que Moisés le pedía, y murieron las ranas que había en casas, patios y campos.

14 La gente recogía las ranas muertas y las amontonaba, y por todas partes olía mal.

15 Sin embargo, en cuanto el faraón se vio libre de su problema, se puso terco y no hizo caso a Moisés y Aarón, tal como el Señor lo había dicho.

16 El Señor dijo a Moisés: –Dile a Aarón que extienda su bastón y que golpee con él el polvo de la tierra, para que se convierta en mosquitos en todo Egipto.

17 Así lo hicieron. Aarón extendió su bastón y golpeó el polvo del suelo, y todo el polvo de Egipto se convirtió en mosquitos que atacaban a hombres y animales.

18 Los magos trataron también de producir mosquitos por medio de sus artes mágicas, pero no pudieron. Mientras tanto, los mosquitos atacaban a hombres y animales.

19 Entonces los magos dijeron al faraón: –¡Aquí está la mano de Dios! Pero el faraón se puso terco y no les hizo caso, tal como el Señor lo había dicho.

20 El Señor dijo a Moisés: –El faraón va a ir mañana temprano al río, así que levántate de madrugada y ve a decirle: ‘Así ha dicho el Señor: Deja ir a mi pueblo, para que me adore.

21 Porque si no lo dejas ir, yo enviaré tábanos sobre ti, sobre tus funcionarios y tu gente, y sobre tus casas. Se llenarán de tábanos las casas de los egipcios, y hasta el suelo mismo.

22 Pero cuando eso suceda, haré una excepción con la región de Gosen, donde vive mi pueblo. Allí no habrá ni un solo tábano. Así sabrás que yo, el Señor, estoy en este país.

23 Haré distinción entre mi pueblo y el tuyo. Esto tendrá lugar mañana.’

24 Así lo hizo el Señor, y una espesa nube de tábanos invadió el palacio del faraón, las casas de sus funcionarios y todo el territorio egipcio. Los tábanos dejaron el país completamente arruinado.

25 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón, y les dijo: –Id a ofrecer sacrificios a vuestro Dios, pero sin salir del país.

26 Moisés contestó: –No estaría bien hacerlo así, porque los animales que ofrecemos al Señor nuestro Dios son sagrados para los egipcios. Si los egipcios nos vieran sacrificar los animales que ellos adoran, estoy seguro de que nos matarían a pedradas.

27 Debemos ir al desierto, a tres días de camino, y ofrecer allí sacrificios al Señor nuestro Dios, tal como él nos lo ordene.

28 Entonces el faraón dijo: –Os dejaré ir al desierto para que ofrezcáis sacrificios al Señor vuestro Dios, pero con la condición de que no os vayáis demasiado lejos. Y pedidle también por mí.

29 Moisés contestó: –En cuanto yo salga de aquí, le pediré al Señor que mañana se alejen los tábanos de ti, de tus funcionarios y de tu pueblo, siempre y cuando no sigas engañándonos ni impidiendo que los israelitas vayan a ofrecer sacrificios al Señor.

30 En cuanto Moisés salió del palacio del faraón, oró al Señor,

31 y el Señor hizo lo que Moisés le pidió: los tábanos se alejaron del faraón, de sus funcionarios y de su gente.

32 Pero el faraón volvió a ponerse terco, y no dejó ir a los israelitas.

9

1 Entonces el Señor dijo a Moisés: –Ve a ver al faraón y dile: ‘Así dice el Señor, el Dios de los hebreos: Deja ir a mi pueblo, para que me adore.

2 Si no lo dejas ir, sino que lo sigues deteniendo,

3 el Señor descargará su poder sobre tus ganados que están en el campo, y habrá una peste muy grave. Morirán los caballos, los asnos, los camellos, las vacas y las ovejas.

4 Pero el Señor hará distinción entre los ganados de Israel y los de Egipto, para que no muera ningún animal de los israelitas.’

5 Además el Señor puso un plazo, pues dijo: –Yo haré esto mañana.

6 Al día siguiente, el Señor lo hizo. Todo el ganado egipcio murió, pero del ganado israelita no murió ni un solo animal.

7 El faraón mandó a ver el ganado de Israel, y resultó que ningún animal había muerto. Sin embargo, se puso terco y no dejó ir a los israelitas.

8 Entonces el Señor dijo a Moisés y Aarón: –Tomad puñados de ceniza de un horno, y que arroje Moisés la ceniza a lo alto, en presencia del faraón.

9 La ceniza se convertirá en polvo y se extenderá por todo el país, produciendo llagas en todos los hombres y animales de Egipto.

10 Moisés y Aarón tomaron ceniza de un horno y fueron a ver al faraón. Y arrojó Moisés la ceniza a lo alto, y tanto hombres como animales quedaron cubiertos de llagas.

11 Los magos no pudieron hacer frente a Moisés, porque ellos, como todos los egipcios, estaban cubiertos de llagas.

12 Pero el Señor hizo que el faraón se pusiera terco y que no hiciera caso a Moisés y Aarón, tal como el Señor le había dicho a Moisés.

13 Entonces el Señor dijo a Moisés: –Mañana levántate temprano y ve a decirle al faraón: ‘Así ha dicho el Señor, el Dios de los hebreos: Deja ir a mi pueblo, para que me adore;

14 porque esta vez voy a enviar todas mis plagas contra ti, y contra tus funcionarios y tu gente, para que sepas que no hay otro como yo en toda la tierra.

15 Yo podría haberte mostrado mi poder castigándote a ti y a tu pueblo con una plaga, y ya habrías desaparecido de la tierra;

16 pero te he dejado vivir para que veas mi poder y para darme a conocer en toda la tierra.

17 A pesar de esto, tú sigues oponiéndote a mi pueblo y no lo dejas ir.

18 Pues bien, mañana a estas horas haré que caiga una fuerte granizada, como no ha caído otra igual en toda la historia de Egipto.

19 Así que manda poner en lugar seguro tu ganado y todo lo que tienes en el campo, porque el granizo, al caer, matará a todos los hombres y animales que estén al aire libre y no bajo techo.’

20 Algunos funcionarios del faraón tuvieron miedo de la advertencia del Señor, y pusieron a sus esclavos y animales bajo techo;

21 pero hubo otros que no la tomaron en serio, y los dejaron al aire libre.

22 Entonces el Señor dijo a Moisés: –Levanta tu brazo hacia el cielo, para que en todo Egipto caiga granizo sobre hombres y animales, y sobre las plantas de los campos egipcios.

23 Moisés levantó su brazo hacia el cielo, y el Señor envió truenos, rayos y granizo sobre la tierra. Hizo que granizara en todo Egipto,

24 y el granizo y los rayos caían sin cesar. Jamás en toda la historia de Egipto había caído una granizada tan fuerte.

25 El granizo destrozó todo lo que había en el territorio egipcio: destruyó hombres y animales, y todas las plantas del campo, y desgajó además todos los árboles del país.

26 A pesar de eso, en la tierra de Gosen, donde vivían los israelitas, no cayó un solo granizo.

27 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón, y les dijo: –Reconozco que he pecado. La culpa es mía y de mi pueblo, y no del Señor.

28 Demasiados truenos y granizo hemos tenido ya, así que no voy a deteneros más. Pedidle al Señor por nosotros, y yo os dejaré ir.

29 Moisés le contestó: –Tan pronto como yo salga de la ciudad, levantaré mis manos en oración al Señor. Entonces dejará de granizar y no habrá más truenos, para que sepas que la tierra es del Señor.

30 Pero yo sé bien que ni tú ni tus funcionarios tenéis todavía temor de Dios el Señor.

31 Los sembrados de lino y de cebada quedaron destrozados, pues la cebada estaba ya en espiga, y el lino en flor.

32 Pero al trigo y al centeno no les pasó nada, porque brotan más tarde.

33 Cuando Moisés salió de la ciudad, después de haber estado con el faraón, levantó sus manos al Señor en oración. Inmediatamente dejó de granizar y de llover, y no hubo más truenos.

34 Pero en cuanto el faraón vio que ya no llovía, ni granizaba, ni había truenos, volvió a pecar. Y no sólo él se puso terco, sino también sus funcionarios.

35 El faraón se puso terco y no dejó ir a los israelitas, tal como el Señor lo había dicho antes por medio de Moisés.

10

1 El Señor dijo a Moisés: –Ve a ver al faraón, pues yo he hecho que él y sus funcionarios se pongan tercos, para mostrarles las grandes maravillas que puedo hacer,

2 y para que tú cuentes a tus hijos y nietos la forma en que me burlé de los egipcios y las grandes maravillas que hice entre ellos. Así sabréis que yo soy el Señor.

3 Moisés y Aarón fueron a ver al faraón y le dijeron: –Así dice el Señor, el Dios de los hebreos: ‘¿Hasta cuándo te negarás a humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me adore;

4 porque si te sigues oponiendo a dejarlo ir, mañana haré que vengan langostas sobre tu país,

5 las cuales cubrirán la tierra en tal cantidad que no se podrá ver el suelo. Se comerán lo poco que haya quedado después del granizo, y se comerán también todos los árboles del campo.

6 Llenarán tus palacios, las casas de tus funcionarios y las casas de todos los egipcios. ¡Será algo como nunca vieron tus padres ni tus abuelos desde sus días hasta los nuestros!’ Al terminar de hablar, Moisés dio media vuelta y salió del palacio del faraón.

7 Entonces los funcionarios del faraón dijeron: –¿Hasta cuándo nos va a causar problemas este hombre? Deje Su Majestad que esa gente vaya a adorar a su Dios, el Señor. ¿Todavía no se da cuenta Su Majestad de que Egipto está arruinado?

8 El faraón mandó llamar otra vez a Moisés y Aarón, y les dijo: –Id a adorar al Señor vuestro Dios, pero antes decidme quiénes vais a ir.

9 Moisés contestó: –Tenemos que ir con nuestros niños y ancianos, hijos e hijas, y con nuestras ovejas y vacas, pues para nosotros es una gran fiesta en honor del Señor.

10 Pero el faraón les dijo: –¡Claramente se ven vuestras malas intenciones! ¿Cómo creéis que el Señor os va a acompañar, y que yo voy a dejar que os vayáis vosotros y vuestros niños?

11 Pues no va a ser así. Id vosotros, los hombres adultos, a adorar al Señor, ya que eso es lo que queréis. Y el faraón ordenó que los echaran de su presencia.

12 Pero el Señor dijo a Moisés: –Extiende tu brazo sobre Egipto, para que vengan las langostas y acaben con todas las plantas del país y con todo lo que quedó después del granizo.

13 Moisés extendió su brazo sobre Egipto, y el Señor hizo venir un viento del este que sopló sobre el país todo el día y toda la noche. Al día siguiente, el viento del este había traído las langostas,

14 que invadieron todo el país. Nunca antes hubo, ni habrá después, tantas langostas como aquel día,

15 pues cubrieron la tierra en tal cantidad que no se podía ver el suelo, y se comieron todas las plantas y toda la fruta que había quedado en los árboles después del granizo. No quedó nada verde en ningún lugar de Egipto: ni en el campo ni en los árboles.

16 El faraón mandó llamar inmediatamente a Moisés y Aarón, y les dijo: –He pecado contra el Señor vuestro Dios, y contra vosotros,

17 pero os ruego que tan solo esta vez perdonéis mi pecado, y que oréis por mí al Señor vuestro Dios, para que por lo menos aleje de mí esta plaga mortal.

18 En cuanto Moisés salió del palacio del faraón, oró al Señor.

19 Entonces el Señor cambió el rumbo del viento, y lo convirtió en un fuerte viento del oeste que se llevó las langostas y las arrojó al mar Rojo. No quedó en todo Egipto una sola langosta.

20 Pero el Señor hizo que el faraón se pusiera terco y que no dejara ir a los israelitas.

21 Entonces el Señor dijo a Moisés: –Extiende tu brazo hacia el cielo, para que en todo Egipto haya una oscuridad tan espesa que hasta se pueda tocar.

22 Moisés levantó su brazo hacia el cielo, y hubo una oscuridad tan grande en todo Egipto

23 que, durante tres días, nadie podía ver a su vecino ni moverse de su lugar. En cambio, en todas las casas de los israelitas había luz.

24 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés, y le dijo: –Id a adorar al Señor, y llevaos también a vuestros hijos; pero dejad aquí vuestras ovejas y vuestras vacas.

25 Pero Moisés contestó: –Al contrario, tú mismo nos vas a dar los animales que vamos a sacrificar y quemar en honor del Señor nuestro Dios.

26 Además, nuestros ganados irán con nosotros. Ni un solo animal debe quedarse, porque tenemos que escoger algunos de ellos para rendir culto al Señor. Mientras no lleguemos allá, no sabremos qué vamos a necesitar para adorar al Señor.

27 Pero el Señor hizo que el faraón se pusiera terco y que no los dejara ir.

28 Además el faraón dijo a Moisés: –Vete de aquí, y cuidado con venir a verme otra vez, porque el día que vuelvas a presentarte ante mí, morirás.

29 Moisés contestó: –Bien lo has dicho: no volveré a verte.

11

1 El Señor dijo a Moisés: –Todavía voy a traer otra plaga sobre el faraón y los egipcios. Después de esto, el faraón no solo va a dejar que salgáis, sino que él mismo os echará de aquí.

2 Pero ahora di a los israelitas, hombres y mujeres, que pidan a sus vecinos y vecinas objetos de oro y plata.

3 El Señor hizo que los egipcios fueran muy amables con los israelitas. Además, los funcionarios del faraón consideraban a Moisés como un hombre extraordinario, y lo mismo pensaban todos en Egipto.

4 Moisés dijo al faraón: –Así ha dicho el Señor: ‘A la medianoche pasaré por todo Egipto,

5 y morirá el primogénito de cada familia egipcia, desde el primogénito del faraón que ocupa el trono, hasta el primogénito de la esclava que trabaja en el molino. También morirán todas las primeras crías de los animales.

6 En todo Egipto habrá gritos de dolor, como nunca los ha habido ni los volverá a haber.’

7 Y para que sepáis que el Señor hace diferencia entre egipcios e israelitas, ni siquiera ladrarán los perros a ningún hombre o animal de los israelitas.

8 Entonces vendrán a verme todos estos funcionarios tuyos, y de rodillas me pedirán: ‘Marchaos tú y toda la gente que te sigue.’ Antes de eso, no me iré. Y, muy enojado, Moisés salió de la presencia del faraón.

9 Después el Señor dijo a Moisés: –El faraón no os va a hacer caso, y así serán más las maravillas que yo haré en Egipto.

10 Moisés y Aarón hicieron todas estas maravillas delante del faraón, pero como el Señor había hecho que se pusiera terco, el faraón no dejó salir de Egipto a los israelitas.

12

1 El Señor habló en Egipto a Moisés y Aarón, y les dijo:

2 “Este mes será para vosotros el principal, el primer mes del año.

3 Decidle esto a toda la comunidad israelita: ‘El día diez de este mes, cada uno de vosotros tomará un cordero o un cabrito por familia, uno por cada casa.

4 Y si la familia es demasiado pequeña para comerse todo el animal, entonces el dueño de la casa y su vecino más cercano lo comerán juntos, repartiéndoselo según el número de personas que haya y la cantidad que cada uno pueda comer.

5 El animal deberá ser de un año, macho y sin defecto, y podrá ser un cordero o un cabrito.

6 Lo guardaréis hasta el catorce de este mes, y ese día todos y cada uno en Israel lo matarán al atardecer.

7 Tomarán luego la sangre del animal y untarán con ella todo el marco de la puerta de la casa donde coman el animal.

8 Esa noche comerán la carne asada al fuego, con hierbas amargas y pan sin levadura.

9 No comáis ni un solo pedazo crudo o hervido. Todo el animal, lo mismo la cabeza que las patas y las entrañas, tiene que ser asado al fuego,

10 y no dejaréis nada para el día siguiente. Si algo queda, lo quemaréis.

11 Ya vestidos y calzados, y con el bastón en la mano, comed de prisa el animal, porque es la Pascua del Señor.

12 Esa noche yo pasaré por todo Egipto, y heriré de muerte al primogénito de cada familia egipcia y a las primeras crías de sus animales, y dictaré sentencia contra todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor, lo he dicho.

13 ‘La sangre os servirá para que señaléis las casas donde os encontréis. Así, cuando yo hiera de muerte a los egipcios, ninguno de vosotros morirá, pues veré la sangre y pasaré de largo.

14 Este es un día que debéis recordar y celebrar con una gran fiesta en honor del Señor. Lo celebraréis como una ley permanente que pasará de padres a hijos.

15 Comeréis pan sin levadura durante siete días; por lo tanto, desde el primer día no habrá levadura en vuestras casas. Cualquiera que coma pan con levadura durante esos siete días, será eliminado del pueblo de Israel.

16 Tanto el primer día como el séptimo los dedicaréis a una reunión santa. En esos días no se trabajará, a no ser para preparar la comida de cada persona.

17 La fiesta de los panes sin levadura es un día que debéis celebrar, porque en ese mismo día os saqué de Egipto. Lo celebraréis como una ley permanente que pasará de padres a hijos.

18 Comeréis pan sin levadura desde la tarde del día catorce del primer mes hasta la tarde del día veintiuno del mismo mes.

19 No habrá levadura en vuestras casas durante siete días, porque cualquiera que coma pan con levadura será eliminado de la comunidad israelita, tanto si es extranjero como si es del país.

20 Por lo tanto, no comáis nada que tenga levadura. Dondequiera que viváis, comeréis pan sin levadura.’ ”

21 Moisés mandó llamar a todos los ancianos israelitas y les dijo: “Id y tomad un cordero o un cabrito para vuestras familias, y matadlo para celebrar la Pascua.

22 La sangre debe quedar en una palangana; tomad después un manojo de ramas de hisopo, mojadlo en la sangre y untad con ella todo el marco de la puerta de la casa. Ninguno de vosotros debe salir de su casa antes del amanecer.

23 Cuando el Señor pase para herir de muerte a los egipcios, verá la sangre por todo el marco de la puerta y pasará de largo por esa casa. Así el Señor no dejará que el destructor entre en vuestras casas.

24 Esta orden la respetaréis vosotros y vuestros descendientes, como una ley eterna.

25 Cuando hayáis entrado ya en la tierra que el Señor os va a dar, tal como lo ha prometido, seguiréis celebrando esta ceremonia.

26 Y cuando vuestros hijos os pregunten: ‘¿Qué significa esta ceremonia?’,

27 les contestaréis: ‘Este animal se sacrifica en la Pascua, en honor del Señor. Cuando él hirió de muerte a los egipcios, pasó de largo por las casas de los israelitas que vivían en Egipto, y así salvó a nuestras familias.’ ” Entonces los israelitas se inclinaron en actitud de adoración,

28 y luego fueron e hicieron todo tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés y Aarón.

29 A la medianoche, el Señor hirió de muerte al primogénito de cada familia egipcia, lo mismo al primogénito del faraón que ocupaba el trono, que al primogénito del que estaba preso en la cárcel, y también a las primeras crías de los animales.

30 El faraón, sus funcionarios y todos los egipcios se levantaron aquella noche, y hubo grandes gritos de dolor en todo Egipto. No quedó una sola casa donde no hubiera algún muerto.

31 Aquella misma noche el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón, y les dijo: –Marchaos, apartaos de mi gente, vosotros y los israelitas. Id a adorar al Señor, tal como dijisteis.

32 Llevaos también vuestras ovejas y vacas, como queríais, y marchaos. Y rogad a Dios por mí.

33 Los egipcios apremiaron a los israelitas para que se fueran pronto de su país, pues pensaban que todos iban a morir.

34 Los israelitas sacaron la masa, todavía sin levadura, y con artesa y todo la envolvieron en sus ropas y se la echaron al hombro.

35 Además, siguiendo las órdenes de Moisés, pidieron a los egipcios objetos de oro y plata, y vestidos.

36 El Señor hizo que los egipcios dieran de buena gana todo lo que los israelitas pedían, y así los israelitas despojaron a los egipcios.

37 Los israelitas se dirigieron de Ramsés a Sucot. Sin contar mujeres y niños, eran unos seiscientos mil hombres de a pie, en edad militar.

38 Con ellos se fue muchísima gente de toda clase, además de muchas ovejas y vacas.

39 Como no habían tenido tiempo de preparar comida, pues los egipcios los habían echado de su país, hicieron tortas sin levadura con la masa que habían sacado de Egipto, la cual estaba sin fermentar.

40 Los israelitas habían vivido en Egipto cuatrocientos treinta años,

41 y el mismo día en que se cumplieron los cuatrocientos treinta años, todos los ejércitos del Señor salieron del país.

42 Aquella noche el Señor estuvo vigilante para sacarlos de Egipto. Y aquella es la noche del Señor, la noche en que, en su honor, los israelitas también deberán estar vigilantes generación tras generación.

43 El Señor dijo a Moisés y Aarón: “Esta es la ley para la Pascua: Ningún extranjero podrá comer del animal sacrificado,

44 pero el esclavo comprado por dinero sí podrá comer de él, si antes ha sido circuncidado.

45 Ningún extranjero, ya sea que esté de paso o que viva como asalariado, podrá comer del animal,

46 el cual deberá comerse en una sola casa. No se sacará de la casa ni un solo pedazo de carne del animal sacrificado, ni se le quebrarán los huesos.

47 Esto lo hará toda la comunidad israelita.

48 Sin embargo, si un extranjero vive entre vosotros y quiere celebrar la Pascua en honor del Señor, primero hará que se circunciden todos los hombres de su familia, y después podrá celebrarla, pues entonces será como los nacidos en el país. Pero no podrá comer del animal nadie que no esté circuncidado.

49 La misma ley se aplicará a los nacidos en el país y a los extranjeros que vivan entre vosotros.”

50 Los israelitas lo hicieron todo tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés y Aarón.

51 Aquel mismo día, el Señor sacó de Egipto a los ejércitos israelitas.

13

1 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

2 “Conságrame los primogénitos, porque todo primer hijo de los israelitas me pertenece, lo mismo que toda primera cría de vuestros animales.”

3 Entonces Moisés dijo al pueblo: “Acordaos de este día en el que, con gran poder, el Señor os ha sacado de Egipto, donde vivíais como esclavos. No comeréis pan con levadura.

4 Vosotros salís en este día, en el mes de Abib,

5 y en este mismo mes deberéis celebrar la fiesta, una vez que el Señor os haya llevado a la tierra donde la leche y la miel corren como el agua, es decir, al país de los cananeos, hititas, amorreos, heveos y jebuseos, que ya había prometido a vuestros antepasados que os daría.

6 Comeréis pan sin levadura durante siete días, y en el séptimo día haréis fiesta en honor del Señor.

7 Durante los siete días se comerá pan sin levadura, y en ninguna parte de vuestro territorio habrá levadura o pan con levadura.

8 En ese día diréis a vuestros hijos: ‘Esto se hace por lo que el Señor hizo con nosotros cuando salimos de Egipto.

9 Y, como si llevarais una marca en el brazo o en la frente, esto os hará recordar que siempre debéis hablar de la ley del Señor, pues él os sacó de Egipto con gran poder.

10 Por eso debéis celebrar esta ceremonia año tras año, en la fecha señalada.’

11 “Cuando el Señor os haya llevado al país de los cananeos, es decir, cuando os entregue el país, según la promesa que os hizo a vosotros y a vuestros antepasados,

12 tendréis que dedicarle todos vuestros primeros hijos varones y todos los primeros machos que les nazcan a vuestros animales, porque pertenecen al Señor.

13 En el caso de la primera cría de una asna, daréis un cordero o un cabrito como rescate por el asno, pero si no dais el cordero, entonces le romperéis el cuello al asno. También daréis una ofrenda como rescate por cada primogénito vuestro,

14 y cuando el día de mañana vuestros hijos os pregunten: ‘¿Qué quiere decir esto?’, les responderéis: ‘El Señor nos sacó con gran poder de Egipto, donde vivíamos como esclavos.

15 Cuando el faraón se puso terco en no dejarnos salir, el Señor hirió de muerte al primogénito de cada familia egipcia y a todas las primeras crías de sus animales; por eso ofrecemos al Señor todos los machos que nacen primero, y damos una ofrenda como rescate por nuestro primogénito.

16 Por lo tanto, como si llevarais una marca en el brazo o en la frente, esta ceremonia os hará recordar que el Señor nos sacó de Egipto con gran poder.’ ”

17 Cuando el faraón dejó salir al pueblo israelita, Dios no los llevó por el camino que va al país de los filisteos, que era el más directo, pues pensó que los israelitas no querrían pelear cuando tuvieran que hacerlo, y que preferirían regresar a Egipto.

18 Por eso les hizo dar un rodeo por el camino del desierto que lleva al mar Rojo. Los israelitas salieron de Egipto formados como un ejército.

19 Moisés se llevó consigo los restos de José, pues José había hecho que los hijos de Israel le prometieran hacerlo así. Les había dicho: “En verdad, Dios vendrá a ayudaros; y cuando esto suceda, os llevaréis mis restos de aquí.”

20 Los israelitas salieron de Sucot y acamparon en Etam, donde comienza el desierto.

21 De día, el Señor los acompañaba en una columna de nube, para señalarles el camino; y de noche, en una columna de fuego, para alumbrarlos. Así pudieron viajar día y noche.

22 La columna de nube siempre iba delante de ellos durante el día, y la columna de fuego durante la noche.

14

1 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

2 “Diles a los israelitas que regresen y acampen frente a Pi-hahirot, entre Migdol y el mar, frente a Baal-sefón. Que monten sus campamentos enfrente de este lugar, junto al mar.

3 Así el faraón pensará: ‘Los israelitas no saben a dónde ir. Andan perdidos por el desierto.’

4 Pero yo voy a hacer que el faraón se ponga terco y los persiga; entonces mostraré mi poder en él y en todo su ejército, y los egipcios sabrán que yo soy el Señor.” Los israelitas lo hicieron así.

5 Mientras tanto, el rey de Egipto recibió aviso de que los israelitas se habían escapado. Entonces el rey y sus funcionarios cambiaron de parecer en cuanto a ellos, y se dijeron: “¿Pero cómo pudimos permitir que los israelitas se fueran y dejaran de trabajar para nosotros?”

6 En seguida el faraón ordenó que prepararan su carro de combate, y se llevó su ejército.

7 Tomó seiscientos de los mejores carros, además de todos los carros de Egipto, que llevaban cada uno un oficial.

8 El Señor hizo que el faraón se pusiera terco y persiguiera a los israelitas, aun cuando ellos habían salido ya con gran poder.

9 Los egipcios, con todo su ejército, con carros y caballería, salieron a perseguir a los israelitas, y los alcanzaron a la orilla del mar, junto a Pi-hahirot y frente a Baal-sefón, donde estaban acampados.

10 Cuando los israelitas se dieron cuenta de que el faraón y los egipcios se acercaban, se llenaron de espanto y pidieron ayuda al Señor.

11 Y a Moisés le dijeron: –¿Acaso no había sepulcros en Egipto, que nos sacaste de allá para hacernos morir en el desierto? ¿Por qué nos has hecho esto? ¿Por qué nos sacaste de Egipto?

12 Esto es precisamente lo que te decíamos en Egipto: ‘Déjanos trabajar para los egipcios. ¡Más nos vale ser sus esclavos que morir en el desierto!’

13 Pero Moisés les contestó: –No tengáis miedo. Manteneos firmes y fijaos en lo que el Señor va a hacer hoy para salvaros, porque nunca más volveréis a ver a los egipcios que hoy veis.

14 No os preocupéis, que el Señor va a pelear por vosotros.

15 Entonces el Señor dijo a Moisés: –¿Por qué me pides ayuda? ¡Ordena a los israelitas que sigan adelante!

16 Y tú, levanta tu bastón, extiende tu brazo y parte el mar en dos, para que los israelitas lo crucen en seco.

17 Yo voy a hacer que los egipcios se pongan tercos y los persigan; entonces mostraré mi poder en el faraón y en todo su ejército, y en sus carros y caballería.

18 Cuando haya mostrado mi poder en el faraón, y en sus carros y caballería, los egipcios sabrán que yo soy el Señor.

19 En aquel momento el ángel de Dios y la columna de nube, que marchaban al frente de los israelitas, cambiaron de lugar y se pusieron detrás de ellos.

20 Así la columna de nube quedó entre el ejército egipcio y los israelitas; para los egipcios era una nube oscura, pero a los israelitas los alumbraba. Por eso los egipcios no pudieron alcanzar a los israelitas en toda la noche.

21 Moisés extendió su brazo sobre el mar, y el Señor envió un fuerte viento del este que sopló durante toda la noche y partió el mar en dos. Así el Señor convirtió el mar en tierra seca,

22 y por tierra seca lo cruzaron los israelitas, entre dos murallas de agua, una a la derecha y otra a la izquierda.

23 Toda la caballería y los carros del faraón entraron detrás de ellos, y los persiguieron hasta la mitad del mar;

24 pero a la madrugada el Señor miró de tal manera al ejército de los egipcios, desde la columna de fuego y de nube, que provocó un gran desorden entre ellos;

25 descompuso además las ruedas de sus carros, de modo que apenas podían avanzar. Entonces los egipcios dijeron: –Huyamos de los israelitas, pues el Señor pelea a favor de ellos y contra nosotros.

26 Pero el Señor dijo a Moisés: –Extiende tu brazo sobre el mar, para que el agua vuelva y caiga sobre los egipcios, y sobre sus carros y caballería.

27 Moisés extendió su brazo sobre el mar y, al amanecer, el agua volvió a su estado normal. Cuando los egipcios trataron de huir, se toparon con el mar, y así el Señor los derribó en medio de él.

28 Al volver el agua a su estado normal, cubrió los carros y la caballería y todo el ejército que había entrado en el mar para perseguir a los israelitas. Ni un solo soldado del faraón quedó vivo.

29 Sin embargo, los israelitas cruzaron el mar por tierra seca, entre dos murallas de agua, una a la derecha y otra a la izquierda.

30 Aquel día el Señor salvó a los israelitas del poder de los egipcios, y los israelitas vieron los cadáveres de los egipcios a la orilla del mar.

31 Al ver los israelitas el gran poder que el Señor había desplegado contra Egipto, mostraron reverencia ante el Señor y tuvieron confianza en él y en su siervo Moisés.

15

1 Entonces Moisés y los israelitas entonaron este canto en honor del Señor: “Cantaré en honor del Señor, que tuvo un triunfo maravilloso al derribar en el mar caballos y jinetes.

2 Mi canto es al Señor, que es mi fuerza y salvación. Él es mi Dios, y he de alabarle; es el Dios de mi padre, y he de enaltecerle.

3 El Señor es un gran guerrero. El Señor, ¡ése es su nombre!

4 El Señor derribó en el mar los carros y el ejército del faraón. ¡Sus mejores oficiales se ahogaron en el mar Rojo!

5 Cayeron hasta el fondo, como piedras, y el mar profundo los cubrió.

6 Oh, Señor, fue tu mano derecha, fuerte y poderosa, la que destrozó al enemigo.

7 Con tu gran poder aplastaste a los que se enfrentaron contigo; se encendió tu furor y ardieron como paja.

8 Soplaste con furia, y el agua se amontonó; las olas se levantaron como un muro; ¡el centro del mar profundo se quedó inmóvil!

9 El enemigo había pensado: ‘Los perseguiré hasta alcanzarlos, y repartiré lo que les quite, hasta quedar satisfecho. Sacaré la espada y mi brazo los destruirá.’

10 Pero soplaste, y el mar se los tragó; se hundieron como plomo en el agua tempestuosa.

11 Oh, Señor, ¡ningún dios puede compararse a ti! ¡Nadie es santo ni grande como tú! ¡Haces cosas maravillosas y terribles! ¡Eres digno de alabanza!

12 ¡Desplegaste tu poder y se los tragó la tierra!

13 Con tu amor vas dirigiendo a este pueblo que salvaste; con tu poder lo llevas a tu santa casa.

14 Las naciones temblarán cuando lo sepan, los filisteos se retorcerán de dolor,

15 los capitanes de Edom se quedarán sin aliento; los jefes de Moab temblarán de miedo, y perderán el valor todos los cananeos.

16 Oh, Señor, ¡que tiemblen llenos de espanto! ¡Que se queden como piedras por la fuerza de tu brazo, hasta que haya pasado tu pueblo, el pueblo que has hecho tuyo!

17 Oh, Señor, llévanos a vivir a tu santo monte, al lugar que escogiste para vivir, al santuario que afirmaste con tus manos.

18 ¡El Señor reina por toda la eternidad!”

19 Cuando los carros y la caballería del faraón entraron en el mar, el Señor hizo que las aguas cayeran sobre ellos; pero los israelitas cruzaron el mar como por tierra seca.

20 Entonces la profetisa María, hermana de Aarón, tomó una pandereta, y todas las mujeres la siguieron, bailando y tocando panderetas,

21 mientras ella les cantaba: “Cantad en honor del Señor, que tuvo un triunfo maravilloso al derribar en el mar caballos y jinetes.”

22 Moisés hizo que los israelitas se alejaran del mar Rojo y alcanzaran el desierto de Sur; y durante tres días caminaron por él, sin encontrar agua.

23 Cuando llegaron a Mará, no pudieron beber el agua que allí había, porque era amarga. Por eso llamaron Mará a aquel lugar.

24 La gente empezó a murmurar contra Moisés, y preguntaba: “¿Qué vamos a beber?”

25 Entonces Moisés pidió ayuda al Señor, y él le mostró un arbusto. Moisés echó el arbusto al agua, y el agua se volvió dulce. Allí el Señor los puso a prueba, y les dio una ley y una norma de conducta.

26 Les dijo: “Si ponéis toda vuestra atención en lo que yo, el Señor vuestro Dios, os digo, y si hacéis lo que a mí me agrada, obedeciendo mis mandamientos y cumpliendo mis leyes, no os enviaré ninguna de las plagas que envié sobre los egipcios, pues yo soy el Señor, el que os sana.”

27 Después llegaron a Elim, donde había doce manantiales de agua y setenta palmeras, y acamparon junto al agua.

16

1 Toda la comunidad israelita salió de Elim y llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí. Era el día quince del mes segundo después de su salida de Egipto.

2 Allí, en el desierto, comenzaron todos a murmurar contra Moisés y Aarón,

3 y les decían: –¡Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto! Allí nos sentábamos junto a las ollas de carne, y comíamos hasta hartanos; pero vosotros nos habéis traído al desierto para matarnos a todos de hambre.

4 Entonces el Señor dijo a Moisés: –Voy a hacer que os llueva comida del cielo. La gente saldrá a diario a recoger únicamente lo necesario para el día. Quiero ver quién obedece mis instrucciones y quién no.

5 El sexto día, al preparar lo que han de llevar a casa, deberán recoger el doble de lo que recogen cada día.

6 Moisés y Aarón dijeron entonces a los israelitas: –Por la tarde sabréis que el Señor fue quien os sacó de Egipto,

7 y por la mañana veréis la gloria del Señor, pues ha oído que murmurasteis contra él. Porque, ¿quiénes somos nosotros para que nos critiquéis?

8 Y añadió Moisés: –Por la tarde, el Señor os dará carne para comer, y por la mañana os dará pan en abundancia, pues ha oído que murmurasteis contra él. Porque, ¿quiénes somos nosotros? No habéis murmurado contra nosotros, sino contra el Señor.

9 Luego Moisés dijo a Aarón: –Di a todos los israelitas que se acerquen a la presencia del Señor, pues él ha escuchado sus murmuraciones.

10 En el momento en que Aarón estaba hablando con los israelitas, todos ellos miraron hacia el desierto, y la gloria del Señor se apareció en una nube.

11 Y el Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

12 –He oído murmurar a los israelitas. Habla con ellos y diles: 'Al atardecer comeréis carne, y por la mañana comeréis hasta quedar satisfechos. Así sabréis que yo soy el Señor vuestro Dios.'

13 Aquella misma tarde llegaron codornices, las cuales llenaron el campamento; y por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento.

14 Después que el rocío se hubo evaporado, algo muy fino, parecido a la escarcha, quedó sobre la superficie del desierto.

15 Los israelitas, no sabiendo qué era aquello, al verlo se decían unos a otros: “¿Y esto qué es?” Moisés les dijo: –Este es el pan que el Señor os da como alimento.

16 Y esta es la orden que ha dado el Señor: ‘Recoja cada uno de vosotros lo que necesite para comer y, según el número de personas que haya en su casa, tome más o menos dos litros por persona.’

17 Los israelitas lo hicieron así. Unos recogieron más y otros menos,

18 según la medida señalada; y ni sobró al que había recogido mucho, ni faltó al que había recogido poco. Cada uno había recogido la cantidad que necesitaba para comer.

19 Luego Moisés les dijo: –Nadie debe dejar nada para mañana.

20 Sin embargo, algunos no hicieron caso a Moisés y dejaron algo para el otro día; pero lo que guardaron se llenó de gusanos, y apestaba. Entonces Moisés se enojó con ellos.

21 Cada uno recogía por la mañana lo que necesitaba para comer, pues el calor del sol lo derretía.

22 Pero el sexto día recogieron doble porción de comida, es decir, unos cuatro litros por persona; entonces los jefes de la comunidad fueron a contárselo a Moisés,

23 y Moisés les dijo: –Eso es lo que el Señor ha ordenado. Mañana es sábado, día de reposo consagrado al Señor. Cocinad hoy lo que tengáis que cocinar, y hervid lo que tengáis que hervir, y guardad para mañana todo lo que os sobre.

24 De acuerdo con la orden de Moisés, ellos guardaron para el día siguiente lo que les había sobrado, y no apestaba ni se llenó de gusanos.

25 Entonces Moisés dijo: –Comedlo hoy, que es sábado, el día consagrado al Señor, pues en este día no encontraréis nada en el campo.

26 Podréis recogerlo durante seis días, pero el séptimo día, que es sábado, no habrá nada.

27 Algunos de ellos salieron el séptimo día a recoger algo, pero no encontraron nada.

28 Entonces el Señor dijo a Moisés: –¿Hasta cuándo vais a seguir desobedeciendo mis mandamientos y mis enseñanzas?

29 Tened en cuenta que yo, el Señor, os he dado un día de reposo; por eso, el sexto día os doy comida para dos días. Así que el séptimo día debe quedarse cada uno en su casa y no salir de ella.

30 Entonces la gente reposó el día séptimo.

31 Los israelitas llamaron maná a lo que recogían. Era blanco, como semilla de cilantro, y dulce como hojuelas con miel.

32 Después Moisés dijo: –Esta es la orden que ha dado el Señor: ‘Llenad de maná una medida de dos litros y guardadlo para vuestros descendientes, para que vean la comida que yo os di en el desierto cuando os saqué de Egipto.’

33 A Aarón le dijo: –Toma una canasta y pon en ella unos dos litros de maná. Ponla después en la presencia del Señor, y que se guarde para vuestros descendientes.

34 De acuerdo con la orden que el Señor dio a Moisés, Aarón puso la canasta ante el arca del pacto, para que fuera guardada.

35 Los israelitas comieron maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a tierras habitadas; es decir, lo comieron hasta que llegaron a las fronteras de la tierra de Canaán.

36 (La ración era de unos cuatro kilos)

17

1 Toda la comunidad israelita salió del desierto de Sin, siguiendo su camino poco a poco, de acuerdo con las órdenes del Señor. Después acamparon en Refidim, pero allí no había agua para que el pueblo bebiera,

2 así que se enfrentaron con Moisés, reclamándole: –¡Danos agua para beber! –¿Y por qué me venís a mí con reclamaciones? ¿Por qué ponéis a prueba a Dios? –contestó Moisés.

3 Pero el pueblo tenía sed; y murmuraron contra Moisés. Decían: –¿Para qué nos hiciste salir de Egipto? ¿Para matarnos de sed, junto con nuestros hijos y nuestros animales?

4 Moisés clamó entonces al Señor, diciendo: –¿Qué voy a hacer con esta gente? ¡Un poco más y me matarán a pedradas!

5 El Señor le contestó: –Pasa delante del pueblo y hazte acompañar de algunos ancianos de Israel. Llévate también el bastón con que golpeaste el río, y ponte en marcha.

6 Yo estaré esperándote allá, en el monte Horeb, sobre la roca. Cuando golpees la roca, saldrá agua de ella para que beba la gente. Moisés lo hizo así, a la vista de los ancianos de Israel,

7 y llamó a aquel lugar Meribá, porque los israelitas le habían ido con reclamaciones; y también lo llamó Masá, porque habían puesto a prueba a Dios al decir: “¿Está o no está el Señor con nosotros?”

8 Los amalecitas se dirigieron a Refidim para pelear contra los israelitas.

9 Entonces Moisés dijo a Josué: –Escoge algunos hombres y sal a pelear contra los amalecitas. Yo estaré mañana en lo alto del monte, con el bastón de Dios en la mano.

10 Josué hizo lo que Moisés le ordenó, y salió a pelear contra los amalecitas. Mientras tanto, Moisés, Aarón y Hur subieron a lo alto del monte.

11 Cuando Moisés levantaba su brazo, los israelitas dominaban en la batalla; cuando lo bajaba, dominaban los amalecitas.

12 Pero como a Moisés se le cansaban los brazos, tomaron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentara en ella. Luego Aarón y Hur le sostuvieron los brazos, uno por un lado y otro por el otro. De esta manera los brazos de Moisés se mantuvieron firmes hasta que el sol se puso,

13 y Josué derrotó al ejército amalecita a filo de espada.

14 Entonces el Señor dijo a Moisés: –Escribe esto en un libro, para que sea recordado; y dile a Josué que voy a borrar por completo el recuerdo de los amalecitas.

15 Moisés hizo un altar, al que puso por nombre “El Señor es mi bandera”,

16 y dijo: “¡La bandera del Señor en la mano! ¡El Señor está en guerra con Amalec de una generación a otra!”

18

1 Jetró, sacerdote de Madián y suegro de Moisés, supo todo lo que Dios había hecho por Moisés y por su pueblo Israel, y supo también que el Señor los había sacado de Egipto.

2 Moisés había despedido a su esposa Séfora, y Jetró la había recibido a ella

3 y a sus dos hijos, uno de los cuales se llamaba Guersón, porque Moisés había dicho: “He sido un extranjero en tierra extraña”,

4 y el otro se llamaba Eliézer, porque había dicho: “El Dios de mi padre vino en mi ayuda, y me salvó de la espada del faraón.”

5 Moisés había acampado en el desierto, junto al monte de Dios, y allá fue Jetró, acompañado por la esposa y los hijos de Moisés.

6 Y dijo a Moisés: –Yo, tu suegro Jetró, he venido a verte, junto con tu esposa y sus dos hijos.

7 Moisés salió a recibir a su suegro. Se inclinó delante de él y lo besó; y después de saludarse entraron en la tienda de campaña.

8 Allí Moisés contó a su suegro todo lo que el Señor había hecho al faraón y a los egipcios en favor de Israel, todas las dificultades que habían tenido en el camino y la forma en que el Señor los había salvado.

9 Jetró se alegró por la mucha bondad que Dios había mostrado a los israelitas al salvarlos del poder de los egipcios,

10 y dijo: –Bendito sea el Señor, que os ha librado a vosotros, pueblo de Israel, del poder del faraón y de los egipcios; que os ha librado del poder opresor

11 y de la insolencia con que ellos os trataron. Ahora estoy convencido de que el Señor es más grande que todos los dioses.

12 Jetró tomó un animal para quemarlo en honor de Dios, y también otras ofrendas. Luego Aarón y todos los ancianos de Israel fueron a comer con el suegro de Moisés, en presencia de Dios.

13 Al día siguiente, Moisés se sentó y dictó sentencia sobre los problemas de los israelitas, los cuales estuvieron todo el día de pie delante de él.

14 Al ver lo que Moisés estaba haciendo con ellos, su suegro le dijo: –¿Qué es lo que haces con esta gente? ¿Por qué solamente tú te sientas, y todos ellos permanecen en pie todo el día?

15 Moisés le contestó: –Es que el pueblo viene a verme para consultar a Dios.

16 Cuando tienen dificultades entre ellos, vienen a verme, para que yo decida quién es el que tiene la razón; entonces les hago saber las leyes y enseñanzas de Dios.

17 Pero su suegro Jetró le advirtió: –No está bien lo que haces,

18 pues tú te cansas y se cansa también la gente que está contigo. La tarea sobrepasa tus fuerzas, y tú solo no vas a poder realizarla.

19 Escucha bien el consejo que te voy a dar, y que Dios te ayude. Tú debes presentarte ante Dios en lugar del pueblo, y someterle esos problemas.

20 A ellos, instrúyelos en las leyes y enseñanzas, y hazles saber cómo deben vivir y qué deben hacer.

21 Por lo que a ti toca, escoge entre el pueblo hombres capaces, que tengan temor de Dios y que sean sinceros, hombres que no busquen ganancias deshonestas, y a unos dales autoridad sobre grupos de mil personas, a otros sobre grupos de cien, a otros sobre grupos de cincuenta y a otros sobre grupos de diez.

22 Ellos dictarán sentencia entre el pueblo en todo momento; los problemas grandes te los traerán a ti, y los problemas pequeños los atenderán ellos. Así te quitarás ese peso de encima, y ellos te ayudarán a llevarlo.

23 Si pones esto en práctica, y si Dios así te lo ordena, podrás resistir; la gente, por su parte, se irá feliz a su casa.

24 Moisés hizo caso a su suegro, y puso en práctica todo lo que le había dicho:

25 escogió a los hombres más capaces de Israel y les dio autoridad sobre grupos de mil personas, de cien, de cincuenta y de diez.

26 Ellos dictaban sentencia entre el pueblo en todo momento; los problemas difíciles se los llevaban a Moisés, pero todos los de menor importancia los resolvían ellos mismos.

27 Después Moisés y su suegro se despidieron, y su suegro regresó a su país.

19

1 Los israelitas llegaron al desierto del Sinaí al tercer mes de haber salido de Egipto.

2 Después de salir de Refidim, llegaron al desierto del Sinaí y acamparon allí mismo, frente al monte.

3 Y Moisés subió a encontrarse con Dios, pues el Señor le llamó desde el monte y le dijo: –Anuncia estas mismas palabras a los descendientes de Jacob, a los israelitas:

4 ‘Vosotros habéis visto lo que hice con los egipcios, y que os he traído a donde yo estoy como si vinierais sobre las alas de un águila.

5 Así que, si me obedecéis en todo y cumplís mi pacto, seréis mi pueblo preferido entre todos los pueblos, pues toda la tierra me pertenece.

6 Vosotros me seréis un reino de sacerdotes, un pueblo consagrado a mí.’ Diles todo esto a los israelitas.

7 Moisés fue y llamó a los ancianos del pueblo, y les expuso todo lo que el Señor le había ordenado.

8 Entonces los israelitas contestaron a una voz: –Haremos todo lo que el Señor ha ordenado. Moisés llevó al Señor la respuesta del pueblo,

9 y el Señor le dijo: –Mira, voy a presentarme ante ti en medio de una nube espesa, para que la gente me oiga hablar contigo y así tengan siempre confianza en ti. Moisés repitió al Señor la respuesta del pueblo,

10 y el Señor le dijo: –Ve y prepara al pueblo hoy y mañana para que me rinda culto. Que se laven la ropa

11 y se preparen para pasado mañana, porque pasado mañana bajaré yo, el Señor, al monte Sinaí, a la vista de todo el pueblo.

12 Pon límites alrededor del monte, para que la gente no pase, y diles que respeten el monte y que no suban a él ni se acerquen a sus alrededores, porque todo el que se acerque será condenado a muerte.

13 Pero nadie le pondrá la mano encima, sino que será muerto a pedradas o a flechazos. No importa si se trata de un hombre o un animal: no se le dejará con vida. La gente podrá subir al monte sólo cuando se oiga el toque del cuerno de carnero.

14 Moisés bajó del monte a preparar al pueblo, para que rindiera culto a Dios. La gente se lavó la ropa,

15 y Moisés les dijo: –Preparaos para pasado mañana, y mientras tanto no tengáis relaciones sexuales.

16 Al amanecer del tercer día hubo relámpagos y truenos, y una espesa nube se posó sobre el monte. Un fuerte sonido de trompetas hizo que todos en el campamento temblaran de miedo.

17 Entonces Moisés llevó al pueblo fuera del campamento para encontrarse con Dios, y se detuvieron al pie del monte.

18 Todo el monte Sinaí echaba humo, debido a que el Señor había bajado a él en medio de fuego. El humo subía como de un horno, y todo el monte temblaba violentamente.

19 El sonido de trompetas fue haciéndose cada vez más fuerte; Moisés hablaba, y Dios le contestaba con voz de trueno.

20 El Señor bajó a la parte más alta del monte Sinaí, y llamó a Moisés para que subiera a aquel mismo lugar. Moisés subió,

21 y el Señor le dijo: –Baja y advierte a la gente que no traspase el límite ni trate de verme, no sea que muchos de ellos caigan muertos.

22 Aun los sacerdotes, que pueden acercarse a mí, deberán purificarse, para que yo no haga destrozos entre ellos.

23 Moisés contestó al Señor: –El pueblo no se atreverá a subir a este monte Sinaí, pues tú nos ordenaste ponerle un límite y declararlo sagrado.

24 Y el Señor le dijo: –Anda, baja; después subirás con Aarón. Pero los sacerdotes y el pueblo no deben traspasar el límite para subir a donde yo estoy, no sea que yo haga destrozos entre ellos.

25 Moisés bajó y repitió esto a los israelitas.

20

1 Dios habló, y dijo todas estas palabras:

2 “Yo soy el Señor tu Dios, que te sacó de Egipto, donde eras esclavo.

3 “No tengas otros dioses aparte de mí.

4 “No te hagas ningún ídolo ni figura de lo que hay arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en el mar debajo de la tierra.

5 No te inclines delante de ellos ni les rindas culto, porque yo soy el Señor tu Dios, Dios celoso que castiga la maldad de los padres que me odian, en sus hijos, nietos y bisnietos;

6 pero que trato con amor por mil generaciones a los que me aman y cumplen mis mandamientos.

7 “No hagas mal uso del nombre del Señor tu Dios, pues el Señor no dejará sin castigo al que use mal su nombre.

8 “Acuérdate del sábado, para consagrárselo al Señor.

9 Trabaja seis días y haz en ellos todo lo que tengas que hacer,

10 pero el séptimo día es de reposo consagrado al Señor tu Dios. No hagas trabajo alguno en ese día, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo o tu esclava, ni tus animales, ni el extranjero que viva contigo.

11 Porque el Señor hizo en seis días el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y descansó el día séptimo. Por eso el Señor bendijo el sábado y lo declaró día sagrado.

12 “Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios.

13 “No mates.

14 “No cometas adulterio.

15 “No robes.

16 “No digas mentiras en perjuicio de tu prójimo.

17 “No codicies la casa de tu prójimo: no codicies su mujer, ni su esclavo o su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que le pertenezca.”

18 Todos los israelitas fueron testigos de los truenos y relámpagos, del sonido de trompetas y del monte envuelto en humo; pero tenían miedo y se mantenían alejados.

19 Así que dijeron a Moisés: –Háblanos tú, y obedeceremos; pero que no nos hable Dios, no sea que muramos.

20 Moisés les contestó: –No tengáis miedo. Dios ha venido para poneros a prueba y para que siempre sintáis temor de él, a fin de que no pequéis.

21 Y mientras el pueblo se mantenía alejado, Moisés se acercó a la nube oscura en la que estaba Dios.

22 El Señor dijo a Moisés: “Diles esto a los israelitas: ‘Ya habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros.

23 No hagáis ídolos de oro o plata para adorarlos como a mí.

24 Hacedme un altar de tierra, y ofrecedme en él los animales de vuestros rebaños y ganados como holocaustos y sacrificios de reconciliación. Yo vendré y os bendeciré en cada lugar en el que quiera que se recuerde mi nombre.

25 Y si me hacéis un altar de piedras, que no sean piedras labradas, porque al labrar la piedra con herramientas se la hace indigna de un altar.

26 Y mi altar no debe tener escalones, para que vosotros, al subir, no mostréis ninguna parte desnuda de vuestro cuerpo.’

21

1 “Estas son las leyes que les darás:

2 “Si compras un esclavo hebreo, trabajará durante seis años, pero al séptimo quedará libre, sin que tenga que pagar nada por su libertad.

3 Si llegó solo, se irá solo; si tenía mujer, su mujer se irá con él;

4 si su amo le da una mujer, y ella le da hijos o hijas, la mujer y los hijos serán de su amo, y el esclavo se irá solo.

5 Pero si el esclavo no acepta su libertad porque ama a su mujer, a sus hijos y a su amo,

6 entonces el amo lo llevará ante Dios, lo arrimará a la puerta o al marco de la puerta, y con un punzón le atravesará la oreja. Así será esclavo suyo para siempre.

7 “Si alguien vende a su hija como esclava, ella no saldrá libre como los esclavos varones.

8 Si el amo decide no tomarla por esposa, porque la muchacha no le gusta, deberá permitir que paguen su rescate; pero aunque la rechace, no podrá venderla a ningún extranjero.

9 Si la da por esposa a su hijo, deberá tratarla como a una hija.

10 Si toma una segunda esposa, no reducirá la comida a la primera, ni la ropa, ni sus derechos de esposa.

11 Pero si no hace ninguna de estas tres cosas, ella quedará libre, sin tener que pagar nada por su libertad.

12 “El que hiera a alguien y lo mate, será condenado a muerte.

13 Pero si no lo hizo a propósito, sino que estaba de Dios que muriese, yo te diré después a qué lugar podrá ir a refugiarse.

14 Pero al que se levante contra su prójimo y lo mate a sangre fría, lo buscarás aunque se refugie en mi altar, y lo condenarás a muerte.

15 “El que hiera a su padre o a su madre, será condenado a muerte.

16 “El que secuestre a una persona, ya sea que la haya vendido o que aún la tenga en su poder, será condenado a muerte.

17 “El que insulte a su padre o a su madre, será condenado a muerte.

18 “En caso de pelea, si un hombre hiere a otro de una pedrada o de un puñetazo, y le hace caer en cama, pero no lo mata,

19 el que hirió será declarado inocente tan sólo si el herido se levanta y puede salir a la calle con ayuda de un bastón, pero tendrá que pagarle las curaciones y el tiempo perdido.

20 “Si alguien golpea con un palo a su esclavo o esclava y lo mata, se le hará pagar su crimen.

21 Pero si vive un día o más, ya no se le castigará, pues el esclavo es de su propiedad.

22 “Si dos hombres se pelean y llegan a lastimar a una mujer embarazada, haciéndola abortar, aunque sin poner en peligro su vida, el culpable deberá pagar como multa lo que el marido de la mujer exija, según la decisión de los jueces.

23 Pero si la vida de la mujer es puesta en peligro, se exigirá vida por vida,

24 ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie,

25 quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.

26 “Si alguien golpea en el ojo a su esclavo o esclava y lo deja tuerto, tendrá que darle la libertad a cambio de su ojo.

27 Si le salta un diente, también tendrá que darle la libertad a cambio de su diente.

28 “Si un buey embiste a un hombre o a una mujer y le causa la muerte, se matará al buey a pedradas y no se comerá su carne, pero no se castigará al dueño del buey.

29 Pero si el buey tenía ya la costumbre de embestir y llega a matar a alguien, se le matará a pedradas, lo mismo que al dueño, si es que el dueño lo sabía pero no hacía caso.

30 Si en vez de la pena de muerte le imponen una multa, tendrá que pagar la multa que le impongan a cambio de su vida.

31 Esta misma ley vale tanto si el embestido es un muchacho como si es una muchacha.

32 Y si el buey embiste a un esclavo o a una esclava, se matará al buey a pedradas, y al amo del esclavo o de la esclava se le pagarán treinta monedas de plata.

33 “Si alguien deja abierto un pozo, o cava un pozo y no lo tapa, y en él cae un buey o un asno,

34 el dueño del pozo tendrá que compensar al dueño del animal por esa pérdida, pero podrá quedarse con el animal muerto.

35 “Si el buey de uno embiste y mata al buey de otro hombre, venderán el buey vivo y se repartirán por mitad el dinero y la carne del buey muerto.

36 Pero si se sabe que el buey tenía la costumbre de embestir y que su dueño no hacía caso, este tendrá que compensar al otro dueño con un buey vivo a cambio del muerto, y el buey muerto será para él.

22

1 “En caso de que alguien robe un buey o una oveja, y lo mate o lo venda, tendrá que pagar cinco reses por el buey y cuatro ovejas por la oveja.

2 “Si un ladrón es sorprendido en el momento del robo, y se le hiere y muere, su muerte no se considerará asesinato.

3 Pero si ya es de día, su muerte sí se considerará asesinato. “El que robe tendrá que pagar el precio de lo que haya robado, y si no tiene dinero, él mismo será vendido para pagar lo robado.

4 “Si se le encuentra el animal robado en su poder y con vida, tendrá que pagar el doble, sea un buey, un asno o una oveja.

5 “Si alguien suelta a sus animales para que pasten en un campo o viñedo, y sus animales pastan en el campo de otro, tendrá que pagar el daño con lo mejor de su propio campo o de su propio viñedo.

6 “Si alguien enciende fuego, y el fuego se extiende a las zarzas y quema el trigo amontonado, o el que está por recoger, o toda la siembra, esa persona tendrá que pagar los daños causados por el fuego.

7 “Si alguien confía a otra persona dinero u objetos de valor, y a esta persona se los roban de su propia casa, el ladrón tendrá que pagar el doble, si es que lo encuentran;

8 pero si no lo encuentran, entonces el dueño de la casa será llevado ante Dios para ver si no ha echado mano de lo que el otro le confió.

9 “Si alguien se apropia de un buey, un asno o una oveja, o de algún vestido, o de cualquier otra cosa que se haya perdido y que alguna persona reclame como suya, el caso de ambas personas se llevará ante Dios, y el que resulte culpable pagará el doble al otro.

10 “Si alguien confía a otra persona un asno, un buey, una oveja o cualquier otro animal, y el animal muere, o es lastimado, o es robado sin que nadie lo vea,

11 esa persona hará un juramento al dueño, en el nombre del Señor, de que no echó mano de lo que el otro le confió. El dueño aceptará su palabra, y el otro no pagará nada.

12 Pero si le robaron el animal ante sus propios ojos, tendrá que pagárselo al dueño.

13 Si el animal fue despedazado por un animal salvaje, para no pagar nada se deberán presentar como prueba los restos del animal muerto.

14 “Si alguien pide a otro que le preste un animal, y el animal muere o resulta lastimado sin estar presente el dueño, el que lo pidió prestado tendrá que pagar el daño;

15 pero si el dueño está presente, no tendrá que pagar nada. Si el animal había sido alquilado, el costo del alquiler será el único pago.

16 “En caso de que alguien seduzca a una mujer virgen que no esté comprometida, y la deshonre, tendrá que pagar la compensación acostumbrada y casarse con ella.

17 Aun si el padre de la joven no quisiera dársela por esposa, tendría que pagar la dote que se acostumbra a dar por una mujer virgen.

18 “No dejes con vida a ninguna hechicera.

19 “El que se entregue a actos sexuales con un animal, será condenado a muerte.

20 “El que ofrezca sacrificios a otros dioses, en vez de ofrecérselos solamente al Señor, será condenado a muerte.

21 “No maltrates ni oprimas al extranjero, porque vosotros también fuisteis extranjeros en Egipto.

22 “No maltrates a las viudas ni a los huérfanos,

23 porque si los maltratas y ellos me piden ayuda, yo iré en su ayuda,

24 y con gran furor, a golpe de espada, os quitaré la vida. Entonces quienes quedarán viudas o huérfanos serán vuestras mujeres y vuestros hijos.

25 “Si prestas dinero a alguna persona pobre de mi pueblo que viva contigo, no te portes con ella como un prestamista, ni le cobres intereses.

26 Si esa persona te da su ropa como garantía del préstamo, devuélvesela al ponerse el sol,

27 porque esa ropa es lo único que tiene para protegerse del frío. Si no, ¿sobre qué habrá de acostarse? Y si él me pide ayuda, en su ayuda iré, porque yo sé tener compasión.

28 “No ofendas nunca a Dios, ni maldigas al que gobierna a tu pueblo.

29 “No tardes en traerme ofrendas de todas tus cosechas y de todo tu vino. “Me darás tu primogénito,

30 lo mismo que la primera cría de tus vacas y de tus ovejas. Pueden quedarse siete días con su madre, pero a los ocho días de nacidos me los darás.

31 “Vosotros seréis hombres consagrados a mí. “No comáis la carne de animales despedazados por las fieras en el campo; echádsela a los perros.

23

1 “No des informes falsos, ni te hagas cómplice del malvado para ser testigo en favor de una injusticia.

2 “No sigas a la mayoría en su maldad. “Cuando hayas de declarar en un caso legal, no te dejes llevar por la mayoría, inclinándote por lo que no es justo;

3 pero tampoco favorezcas indebidamente las demandas del pobre.

4 “Si encuentras el buey o el asno que tu enemigo había perdido, devuélveselo.

5 No dejes de ayudar a aquel que te odia; si ves que su asno cae bajo el peso de la carga, ayúdale a quitar la carga de encima.

6 “No le desconozcas al pobre sus derechos en un asunto legal.

7 “Apártate de las acusaciones falsas y no condenes a muerte al hombre inocente y sin culpa, porque yo no declararé inocente al culpable.

8 “No aceptes soborno, porque el soborno vuelve ciegos a los hombres y hace que los inocentes pierdan el caso.

9 “No oprimas al extranjero, pues vosotros fuisteis extranjeros en Egipto y ya sabéis lo que es vivir en otro país.

10 “Cultiva la tierra y recoge las cosechas durante seis años,

11 pero el séptimo año no la cultives: déjala descansar, para que la gente pobre de tu país coma de ella y para que los animales salvajes coman lo que sobre. Haz lo mismo con tus viñedos y tus olivos.

12 “Haz durante seis días todo lo que tengas que hacer, pero descansa el día séptimo, para que descansen también tu buey y tu asno, y recobren sus fuerzas tu esclavo y el extranjero.

13 “Cumplid todo lo que os he dicho, y que jamás se escuche de vuestros labios el nombre de otros dioses.

14 “Haz fiesta en mi honor tres veces al año.

15 Celebra la fiesta del pan sin levadura y, de acuerdo con lo que te he ordenado, come en ella pan sin levadura durante siete días. La fecha señalada es el mes de Abib, porque en ese mes saliste de Egipto. Y nadie podrá venir a verme, si no trae algo.

16 “Celebra también la fiesta de la cosecha de los primeros frutos de lo que sembraste en el campo, lo mismo que la fiesta de la cosecha de fin de año, cuando recojas todo lo que hayas sembrado.

17 “Todos los hombres se presentarán ante el Señor tres veces al año.

18 “En los sacrificios de animales, no ofrezcas juntos su sangre y el pan con levadura, ni guardes su grasa para el día siguiente.

19 “Los mejores primeros frutos de tu tierra debes llevarlos al templo del Señor tu Dios. “No cocines el cabrito en la leche de su madre.

20 “Mira, yo enviaré mi ángel delante de ti, para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que te he preparado.

21 No te alejes de él; obedécele y no le seas rebelde, porque él actúa en mi nombre y no perdonará vuestros pecados.

22 Pero si de veras le obedeces y haces todo lo que yo he ordenado, seré enemigo de tus enemigos y me opondré a quienes se te opongan.

23 Mi ángel irá delante de ti, y te llevará al país de los amorreos, hititas, ferezeos, cananeos, heveos y jebuseos, a quienes yo arrancaré de raíz.

24 No sigas el mal ejemplo de esos pueblos. No te arrodilles ante sus dioses, ni los adores; al contrario, destruye por completo sus ídolos y piedras sagradas.

25 Adora al Señor tu Dios, y él bendecirá tu pan y tu agua. “Yo alejaré de ti la enfermedad,

26 y haré que no mueras antes de tiempo. No habrá en tu país ninguna mujer que aborte o que sea estéril.

27 “Yo haré que se extiendan el miedo y los gritos de angustia delante de ti, en cualquier nación por donde pases, y haré que tus enemigos huyan ante ti.

28 Haré que el pánico se extienda a tu paso, y así huirán de tu presencia los heveos, los hititas y los cananeos.

29 No los arrojaré de tu presencia en un año, para que la tierra no se eche a perder ni aumenten los animales salvajes y te hagan daño.

30 Los arrojaré de tu presencia poco a poco, hasta que tengas muchos hijos y tomes posesión de la tierra.

31 Tus fronteras las he marcado así: desde el mar Rojo hasta el mar de los filisteos, y desde el desierto hasta el río Éufrates. Yo he puesto en tus manos a los habitantes de ese país, y tú los arrojarás de tu presencia.

32 “No entres en tratos con ellos ni con sus dioses,

33 ni los dejes quedarse en tu país, para que no te hagan pecar contra mí. Pues llegarías a adorar a sus dioses, y eso sería tu perdición.”

24

1 El Señor dijo a Moisés: –Sube junto con Aarón, Nadab, Abihú y setenta de los ancianos de Israel al lugar donde yo estoy; pero quedaos a cierta distancia y arrodillaos allí.

2 Tan sólo tú podrás acercarte a mí; los demás no deben acercarse, ni la gente subirá contigo.

3 Moisés fue y le contó al pueblo todo lo que el Señor había dicho y ordenado, y todos a una voz contestaron: –¡Haremos todo lo que el Señor ha ordenado!

4 Entonces Moisés escribió todo lo que el Señor había dicho, y al día siguiente, muy temprano, se levantó y construyó un altar al pie del monte, y colocó doce piedras sagradas, una por cada tribu de Israel.

5 Luego mandó a unos jóvenes israelitas que mataran toros y los ofrecieran al Señor como holocaustos y sacrificios de reconciliación.

6 Moisés tomó la mitad de la sangre y la puso en unos tazones, y la otra mitad la roció sobre el altar.

7 Después tomó el libro del pacto y se lo leyó al pueblo, y ellos dijeron: –Pondremos toda nuestra atención en hacer lo que el Señor ha ordenado.

8 Entonces Moisés tomó la sangre y, rociándola sobre la gente, dijo: –Esta es la sangre que confirma el pacto hecho por el Señor con vosotros sobre la base de todas estas palabras.

9 Moisés subió al monte con Aarón, Nadab, Abihú y setenta ancianos de Israel.

10 Allí vieron al Dios de Israel: bajo sus pies había algo brillante como un suelo de zafiro y claro como el mismo cielo.

11 Dios no hizo daño a estos hombres notables de Israel, los cuales vieron a Dios, y comieron y bebieron.

12 El Señor dijo a Moisés: –Sube al monte, donde yo estoy, y espérame allí, pues voy a darte unas tablas de piedra en las que he escrito la ley y los mandamientos para instruir a los israelitas.

13 Moisés se levantó y, junto con su ayudante Josué, subió al monte de Dios.

14 A los ancianos les dijo: –Esperadnos en este lugar hasta que regresemos. Aquí se quedan Aarón y Hur con vosotros, y si alguien tiene algún problema, que se lo presente a ellos.

15 Dicho esto, Moisés subió al monte, el cual quedó cubierto por una nube.

16 La gloria del Señor vino a posarse sobre el monte Sinaí, y durante seis días la nube lo cubrió. Al séptimo día el Señor llamó a Moisés desde la nube.

17 La gloria del Señor se presentó a los ojos de los israelitas como un fuego devorador, sobre la parte más alta del monte.

18 Moisés entró en la nube, subió al monte, y allí se quedó cuarenta días y cuarenta noches.

25

1 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

2 “Diles a los israelitas que recojan una ofrenda para mí. La recogerán de entre todos los que quieran darla voluntariamente y de corazón;

3 y la ofrenda que recogerán será la siguiente: oro, plata, cobre,

4 tela morada, tela de púrpura, tela roja, lino fino, pelo de cabra,

5 pieles de carnero teñidas de rojo, pieles finas, madera de acacia,

6 aceite para lámparas, perfumes para el aceite de consagrar y para el incienso aromático,

7 y piedras de cornalina y otras piedras finas para montarlas en el efod y el pectoral del sumo sacerdote.

8 Y hacedme un santuario para que yo habite entre ellos.

9 Pero ese lugar donde yo he de habitar, y todos sus muebles, tienes que hacerlos exactamente iguales a los que te voy a mostrar.

10 “Haz un arca de madera de acacia, que mida un metro y diez centímetros de largo, sesenta y cinco centímetros de ancho y sesenta y cinco centímetros de alto.

11 Recúbrela de oro puro por dentro y por fuera, y ponle un ribete de oro alrededor.

12 Hazle también cuatro argollas de oro, y pónselas en las cuatro patas, dos a un lado y dos al otro.

13 Haz también varas de madera de acacia, recúbrelas de oro

14 y pásalas por las argollas que están a los costados del arca, para que pueda ser levantada con ellas,

15 y ya no vuelvas a quitarlas; déjalas ahí, en las argollas del arca,

16 y coloca en el arca la ley que te voy a dar.

17 “Haz una tapa de oro puro, que mida un metro y diez centímetros de largo por sesenta y cinco centímetros de ancho,

18 con dos seres alados de oro labrado a martillo en los dos extremos.

19 La tapa y los seres alados serán de una sola pieza; uno de ellos estará a un extremo de la tapa, y el otro al otro extremo,

20 el uno frente al otro, pero con la cara vuelta hacia la tapa, y sus alas quedarán extendidas por encima de la tapa, cubriéndola con ellas.

21 Coloca después la tapa sobre el arca, y pon dentro del arca la ley que te voy a dar.

22 Allí me encontraré contigo, y desde lo alto de la tapa, de entre los dos seres alados que están sobre el arca del pacto, te haré saber todas mis órdenes para los israelitas.

23 “Haz una mesa de madera de acacia, que mida noventa centímetros de largo, cuarenta y cinco centímetros de ancho y sesenta y cinco centímetros de alto.

24 Recúbrela de oro puro y ponle un ribete de oro alrededor.

25 Hazla con un entrepaño de siete centímetros de ancho, y ponle al entrepaño un ribete de oro;

26 haz también cuatro argollas de oro, y pónselas en las cuatro esquinas que corresponden a las cuatro patas,

27 de tal manera que queden junto al entrepaño, para que se pasen las varas por ellas y se pueda transportar la mesa.

28 Haz de madera de acacia las varas con las que se ha de transportar la mesa, y recúbrelas de oro;

29 y haz de oro puro sus platos, cucharones, jarras y copas para las ofrendas de líquidos.

30 Pon siempre en la mesa, en presencia mía, el pan que se me consagra.

31 “Haz también un candelabro de oro puro, labrado a martillo. Su base, tronco, copas, cálices y pétalos formarán una sola pieza,

32 y de los costados le saldrán seis brazos, tres de un lado y tres del otro.

33 Cada uno de los seis brazos que salen del tronco del candelabro tendrá tres copas en forma de flor de almendro, con su cáliz y sus pétalos,

34 y el tronco mismo tendrá cuatro copas, también en forma de flor de almendro, con su cáliz y sus pétalos.

35 Cada uno de los tres pares de brazos que salen del candelabro tendrá un cáliz en su parte inferior.

36 Los cálices y los brazos formarán una sola pieza con el candelabro, el cual ha de ser de oro puro labrado a martillo.

37 Hazle también siete lámparas, y colócalas de tal modo que alumbren hacia el frente;

38 y que sus tenazas y platillos sean también de oro puro.

39 Usa treinta y tres kilos de oro puro para hacer el candelabro y todos sus utensilios,

40 y presta atención para hacerlos iguales a los modelos que se te mostraron en el monte.

26

1 “Haz el santuario con diez cortinas de lino torcido, tela morada, tela de púrpura y tela roja; borda en ellas artísticamente dos seres alados.

2 Todas estas cortinas deben tener la misma medida: doce metros y medio de largo por dos de ancho.

3 Cose cinco cortinas juntas, una sobre la otra, y lo mismo las otras cinco,

4 y pon ojales de cordón morado en el borde de la primera cortina de un grupo, y también en el borde de la última cortina del otro grupo.

5 Haz cincuenta ojales a la cortina del primer grupo y otros cincuenta a la del segundo, de manera que queden el uno frente al otro.

6 Haz también cincuenta ganchos de oro para enganchar un grupo de cortinas al otro, de modo que el santuario forme un todo.

7 “Haz también once cortinas de pelo de cabra para formar una tienda de campaña que cubra el santuario.

8 Todas estas cortinas deben tener la misma medida: trece metros y medio de largo por dos de ancho.

9 Cose cinco cortinas juntas por una parte y seis por otra, y dobla la sexta cortina por la parte delantera de la tienda de campaña.

10 Haz luego cincuenta ojales en el borde de la cortina que cierra el primer grupo, y otros cincuenta ojales en el borde de la cortina del segundo grupo.

11 Haz también cincuenta ganchos de bronce y engánchalos en los ojales, de modo que la tienda de campaña forme un todo.

12 Y como las cortinas de la tienda serán más largas, la mitad de la parte sobrante quedará colgando a espaldas del santuario.

13 Así el santuario quedará cubierto por el largo sobrante, que colgará por los dos lados: cuarenta y cinco centímetros por un lado y cuarenta y cinco centímetros por el otro.

14 “Haz para la tienda de campaña una cubierta de pieles de carnero teñidas de rojo, y una cubierta de pieles finas para la parte superior.

15 “Haz unas tablas de madera de acacia para el santuario, y ponlas bien derechas.

16 Cada tabla debe medir cuatro metros y medio de largo por sesenta y cinco centímetros de ancho,

17 y ha de tener dos espigas, para que cada tabla quede ensamblada con la otra. Haz así todas las tablas del santuario.

18 Harás, pues, veinte tablas para el lado sur,

19 y pondrás cuarenta bases de plata debajo de ellas. Cada tabla tendrá dos bases debajo, para sus dos espigas.

20 “También para el otro lado del santuario, o sea el lado norte, harás veinte tablas

21 con sus cuarenta bases de plata, para que debajo de cada tabla haya dos bases.

22 Para la parte posterior del santuario, o sea el lado oeste, haz seis tablas,

23 y dos tablas más para las esquinas de la parte posterior.

24 Estas tablas deben formar pareja y quedar unidas por la parte de arriba hasta el primer anillo. Así ha de hacerse con las dos tablas para las dos esquinas.

25 Habrá entonces ocho tablas con sus correspondientes dieciséis bases de plata, o sea dos bases debajo de cada tabla.

26 “Haz cinco travesaños de madera de acacia para las tablas de un lado del santuario,

27 otros cinco travesaños para las tablas del otro lado, y cinco travesaños más para las tablas de la parte trasera, la que da al oeste.

28 El travesaño central tiene que pasar de un lado a otro, a la mitad de las tablas.

29 Después recubre de oro las tablas, y hazles argollas de oro para pasar por ellas los travesaños, ya recubiertos de oro.

30 En fin, construye el santuario exactamente igual al modelo que se te mostró en el monte.

31 “Haz un velo de tela morada, tela de púrpura, tela roja y lino torcido, y borda artísticamente en él dos seres alados.

32 Y luego, con unos ganchos de oro, cuélgalo de cuatro postes de madera de acacia, los cuales estarán recubiertos de oro y montados sobre cuatro bases de plata.

33 Cuelga entonces el velo debajo de los ganchos, y allí, tras el velo, pon el arca del pacto. Así la cortina os servirá de división entre el Lugar Santo y el Lugar Santísimo.

34 Coloca después la tapa sobre el arca del pacto, en el Lugar Santísimo.

35 Pon la mesa fuera del velo, en el lado norte del santuario, y el candelabro en el lado sur, frente a la mesa.

36 “Haz para la entrada de la tienda de campaña una cortina de tela morada, tela de púrpura, tela roja y lino torcido, bordada artísticamente.

37 Haz también, para la cortina, cinco postes de madera de acacia recubiertos de oro, con sus ganchos de oro, y funde cinco bases de bronce para los postes.

27

1 “Haz un altar cuadrado, de madera de acacia, que mida dos metros y veinticinco centímetros por cada lado, y un metro y veinticinco centímetros de alto.

2 Hazle cuatro cuernos para sus cuatro esquinas, los cuales deben formar una sola pieza con el altar; y recubre de bronce el altar.

3 Todos los utensilios del altar han de ser de bronce: los ceniceros, las palas, los tazones, los tenedores y los braseros.

4 Hazle también una rejilla de bronce, y pon cuatro argollas de bronce en las cuatro esquinas de la rejilla.

5 Coloca después la rejilla debajo del borde del altar, para que quede a media altura del altar.

6 Haz también para el altar unas varas de madera de acacia y recúbrelas de bronce.

7 Las varas deben pasar por las argollas y quedar a ambos costados del altar, para que se pueda transportar.

8 El altar ha de ser hueco y de madera, igual al que viste en el monte.

9 “Haz un atrio para el santuario. Por el lado sur, el atrio tendrá cortinas de lino torcido, extendidas a lo largo de cuarenta y cinco metros.

10 Sus veinte postes y sus veinte bases serán de bronce, y sus ganchos y anillos serán de plata.

11 Asimismo, por el lado norte, tendrá cortinas a lo largo de cuarenta y cinco metros, con sus veinte postes y veinte bases de bronce, y sus ganchos y anillos de plata.

12 Por el lado occidental habrá veintidós metros y medio de cortinas, extendidas a lo ancho del atrio, con diez postes y diez bases.

13 Por el lado oriental, a lo ancho del atrio, habrá también veintidós metros y medio de cortinas.

14 A un lado de la entrada habrá unos siete metros de cortinas, con tres postes y tres bases;

15 y, al otro lado, también unos siete metros de cortinas, con tres postes y tres bases.

16 En la entrada misma del atrio habrá nueve metros de cortinas de tela morada, tela de púrpura, tela roja y lino torcido, bordadas artísticamente, con cuatro postes y cuatro bases.

17 Todos los postes alrededor del atrio han de tener anillos de plata, ganchos de plata y bases de bronce.

18 El atrio medirá cuarenta y cinco metros de largo, veintidós metros y medio de ancho por los dos lados, y dos metros y veinticinco centímetros de alto. Las cortinas serán de lino torcido, y las bases, de bronce.

19 Todas las cosas necesarias para el culto en el santuario serán de bronce, lo mismo que todas sus estacas y las estacas del atrio.

20 “Ordena a los israelitas que te traigan aceite puro de oliva para mantener las lámparas siempre encendidas.

21 Aarón y sus hijos se encargarán de preparar las lámparas, para que ardan delante del Señor toda la noche en la tienda del encuentro con Dios, fuera del velo que está junto al arca del pacto. Esta es una ley permanente para los israelitas y sus descendientes.

28

1 “De entre los israelitas, mantén cerca de ti a tu hermano Aarón y a sus hijos Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar, para que sean mis sacerdotes.

2 Haz para tu hermano Aarón ropas especiales, que le den esplendor y belleza.

3 Habla con todos los que reúnan las mejores aptitudes, con aquellos a quienes he llenado de cualidades artísticas, para que hagan las ropas de Aarón y así él sea consagrado como mi sacerdote.

4 Las ropas que han de hacer son estas: el pectoral, el efod, la capa, la túnica bordada, el turbante de lino y el cinturón. Así que harán ropas especiales para tu hermano Aarón y para sus hijos, para que oficien como sacerdotes míos.

5 Los que hagan las ropas usarán oro, tela morada, tela de púrpura, tela roja y lino torcido.

6 “El efod ha de ser de oro, tela morada, tela de púrpura, tela roja y lino torcido, bordado artísticamente

7 y con dos tirantes unidos a sus dos extremos.

8 El cinturón que va sobre el efod para sujetarlo, formará una sola pieza con él, y será también de oro, tela morada, tela de púrpura, tela roja y lino torcido.

9 “Toma luego dos piedras de cornalina y graba en ellas los nombres de los hijos de Israel,

10 en el orden en que nacieron: seis nombres en una piedra y seis nombres en la otra.

11 El grabado de los nombres en las piedras lo hará un joyero, a la manera del grabado de un sello. Monta luego ambas piedras en monturas de oro

12 y ponlas sobre los tirantes del efod, como piedras para recordar a los hijos de Israel. Así Aarón llevará sobre sus hombros los nombres de ellos ante el Señor, para recordarlos.

13 Las monturas hazlas de oro;

14 y luego haz una cadena con dos cordones de oro puro, y ponla alrededor de las monturas.

15 “El pectoral, con los instrumentos del juicio, lo harás de la misma manera que el efod, es decir, bordado artísticamente. Hazlo de oro, tela morada, tela de púrpura, tela roja y lino torcido,

16 doble y cuadrado, de veintidós centímetros por cada lado.

17 Cúbrelo de piedras preciosas distribuidas en cuatro hileras. La primera hilera llevará un rubí, un crisólito y una esmeralda;

18 la segunda, un granate, un zafiro y un jade;

19 la tercera, un jacinto, una ágata y una amatista;

20 y la cuarta, un topacio, una cornalina y un jaspe. Las piedras estarán montadas en monturas de oro,

21 y tienen que ser doce, pues doce son los nombres de los hijos de Israel. En cada piedra se grabará, en forma de sello, el nombre de una de las doce tribus.

22 “Haz para el pectoral unas cadenas de oro puro, trenzadas como cordones.

23 Haz también dos argollas de oro y ponlas en los dos extremos del pectoral;

24 pon luego las dos cadenas de oro en las dos argollas que están en los dos extremos superiores del pectoral,

25 y pon las dos puntas de las dos cadenas sobre las dos monturas, asegurándolas sobre los tirantes del efod por su parte delantera.

26 Haz otras dos argollas de oro y ponlas en los dos extremos inferiores del pectoral, sobre la orilla interior que queda junto al efod.

27 Y haz dos argollas más, también de oro, y ponlas en la parte delantera de los tirantes del efod, pero por debajo, junto a las costuras y un poco por encima del cinturón del efod.

28 Entonces se unirán las argollas del pectoral a las argollas del efod con un cordón morado, para que el pectoral quede por encima del cinturón del efod y no se separe el uno del otro.

29 Así, cuando Aarón entre en el santuario llevando puesto el pectoral con los instrumentos del juicio, llevará también sobre su pecho los nombres de los hijos de Israel ante la presencia del Señor, para que él los recuerde siempre.

30 Pon sobre el pectoral el Urim y el Tumim, que son los instrumentos del juicio, para que Aarón los lleve sobre su pecho cuando se presente ante el Señor. Así Aarón llevará siempre, sobre su pecho, los instrumentos del juicio ante el Señor.

31 “Haz de tela morada toda la capa del efod,

32 con una abertura en el centro, para la cabeza. En la orilla de la abertura ha de hacérsele un dobladillo, como el de los chalecos de cuero, para que no se rompa.

33 Adorna el borde de la capa con granadas de tela morada, tela de púrpura y tela roja, combinadas con campanitas de oro alrededor de todo el borde;

34 es decir, que irá una campanita de oro y luego una granada, otra campanita de oro y otra granada, y así por todo el borde de la capa.

35 Aarón llevará puesta la capa cuando oficie como sacerdote, para que así, al entrar en el santuario ante el Señor, o al salir, se oiga el sonido de las campanas y él no muera.

36 “Haz una placa de oro puro y graba en ella, como si fuera un sello, las palabras ‘Consagrado al Señor’.

37 Pon la placa en el turbante, por la parte delantera, atada con un cordón morado para que quede fija.

38 Así estará siempre sobre la frente de Aarón, y Aarón cargará con las faltas que cometan los israelitas en las cosas santas y cuando consagren sus ofrendas; pero la placa hará que el Señor acepte las ofrendas.

39 “Haz la túnica bordada y de lino, y haz también de lino el turbante. El cinturón ha de ser bordado artísticamente.

40 A los hijos de Aarón hazles túnicas, cinturones y turbantes que les den esplendor y belleza.

41 “Así vestirás a tu hermano Aarón y a sus hijos, y luego derramarás aceite sobre su cabeza, para darles plena autoridad y consagrarlos como sacerdotes míos.

42 Hazles también calzones de lino que les cubran de la cintura a los muslos,

43 y que Aarón y sus hijos los lleven puestos cuando entren en la tienda del encuentro, o cuando se acerquen al altar, mientras oficien como sacerdotes en el santuario, para que no cometan ninguna falta y mueran. Esta es una ley permanente para él y sus descendientes.

29

1 “Para consagrarlos como mis sacerdotes, esto es lo que debes hacer con ellos: toma un becerro y dos carneros que no tengan ningún defecto;

2 con la mejor harina de trigo, haz panes y tortas sin levadura, amasadas con aceite, y hojuelas sin levadura rociadas con aceite,

3 y ponlas en un canastillo para llevarlas al santuario, junto con el becerro y los dos carneros.

4 Luego lleva a Aarón y a sus hijos a la entrada de la tienda del encuentro, y haz que se bañen;

5 toma después las ropas sacerdotales, y viste a Aarón con la túnica y la capa del efod, y con el efod mismo y el pectoral. Ajústale el cinturón del efod;

6 ponle el turbante en la cabeza y, sobre el turbante, la placa que lo consagra como sacerdote.

7 Toma entonces el aceite de consagrar y consagra a Aarón como sacerdote, derramando el aceite sobre su cabeza.

8 Haz también que se acerquen sus hijos y vístelos con las túnicas.

9 Tanto a Aarón como a ellos, les ajustarás el cinturón y les acomodarás el turbante. De esta manera les darás plena autoridad, y su sacerdocio será una ley permanente.

10 “Después lleva el becerro hasta la tienda del encuentro, para que Aarón y sus hijos pongan las manos sobre la cabeza del animal,

11 y allí, ante el Señor, a la entrada de la tienda del encuentro, mata el becerro.

12 Toma entonces con el dedo un poco de su sangre y unta con ella los cuernos del altar, y derrama al pie del altar toda la sangre que quede.

13 A los intestinos, hígados y riñones, quítales la grasa de que están cubiertos y quémala en el altar;

14 pero la carne, la piel y el estiércol del becerro quémalos en las afueras del campamento, pues es un sacrificio por el pecado.

15 “Toma uno de los dos carneros, y que Aarón y sus hijos le pongan las manos sobre la cabeza.

16 Después mátalo, y rocía su sangre por los cuatro costados del altar;

17 luego córtalo en pedazos, lava sus intestinos y sus patas y ponlos junto con los pedazos y la cabeza.

18 Entonces ofrece el carnero sobre el altar como holocausto en honor del Señor, como ofrenda quemada de olor agradable.

19 “Toma luego el otro carnero, y que Aarón y sus hijos le pongan las manos sobre la cabeza.

20 Mata el carnero, toma un poco de su sangre y unta con ella a Aarón y a sus hijos la parte inferior de la oreja derecha, el pulgar de la mano derecha y el dedo gordo del pie derecho. Luego rocía el resto de la sangre del carnero por los cuatro costados del altar.

21 Y de la sangre que quede sobre el altar, y del aceite para consagrar, toma un poco y rocíalo sobre Aarón y sobre su ropa, y sobre sus hijos y la ropa de ellos. Así quedarán consagrados Aarón y sus hijos, lo mismo que sus ropas.

22 “Después toma la grasa que el carnero tiene en la cola y sobre los intestinos y en el hígado, y toma también sus dos riñones y la grasa que los cubre, y su muslo derecho, porque es un carnero para la consagración de sacerdotes.

23 De los panes sin levadura que están en un canastillo ante el Señor, toma un pan redondo, un pan amasado con aceite y una hojuela;

24 ponlo todo en las manos de Aarón y de sus hijos, y celebra el rito de presentación ante el Señor.

25 Luego retira esto de sus manos y quémalo en el altar, junto con el holocausto de aroma agradable al Señor. Es una ofrenda quemada en honor del Señor.

26 “Para la consagración de Aarón toma también el pecho del carnero y celebra el rito de presentación ante el Señor. A ti te tocará esa parte.

27 Aparta el pecho presentado como ofrenda especial en ese rito, y el muslo que se ofrece como contribución, pues son las partes del carnero de la consagración que se reservan para Aarón y sus hijos.

28 Eso será para Aarón y sus hijos. Es una ley permanente para los israelitas: esta ofrenda será una contribución hecha por los israelitas al Señor como sacrificio de reconciliación.

29 “La ropa sagrada de Aarón la heredarán sus descendientes cuando sean consagrados y reciban plena autoridad como sacerdotes.

30 Y el sacerdote descendiente de Aarón que ocupe su lugar y que entre en la tienda del encuentro para oficiar en el santuario, deberá llevar puesta esa ropa durante siete días.

31 “Toma después el carnero de la consagración y cuece su carne en un lugar sagrado.

32 Aarón y sus descendientes comerán a la entrada de la tienda del encuentro la carne del carnero y el pan del canastillo.

33 Los comerán porque fueron ofrecidos para obtener el perdón de sus pecados, cuando fueron consagrados y recibieron plena autoridad como sacerdotes. Pero ningún extraño comerá de estas cosas, porque son sagradas.

34 Y si para el día siguiente queda algo del pan y de la carne de la consagración, quema lo que haya quedado, y que nadie lo coma, porque es sagrado.

35 “Haz todo esto con Aarón y sus hijos, de acuerdo con todas mis instrucciones. Dedica siete días a investirlos de autoridad,

36 y ofrece cada día un becerro como sacrificio para obtener el perdón de los pecados; purifica el altar, ofreciendo sobre él un sacrificio por el pecado, y derrama aceite sobre él, para consagrarlo.

37 Durante siete días ofrecerás sobre el altar sacrificios por el pecado. Así lo consagrarás a Dios, y será un altar santísimo. Cualquier cosa que toque el altar, quedará consagrada.

38 “Diariamente, sin falta, debes ofrecer sobre el altar dos corderos de un año.

39 Uno de ellos lo ofrecerás por la mañana, y el otro lo ofrecerás al atardecer.

40 Con el primer cordero ofrecerás unos dos kilos de la mejor harina, mezclada con un litro de aceite de oliva, y derramarás como ofrenda un litro de vino.

41 Lo mismo harás al atardecer con el otro cordero y con las ofrendas de harina y de vino, ofrendas quemadas de aroma agradable al Señor.

42 Estas ofrendas quemadas en mi honor son las que de padres a hijos se ofrecerán siempre en mi presencia, a la entrada de la tienda del encuentro, que es donde me encontraré contigo para hablarte.

43 Allí me encontraré con los israelitas, y el lugar quedará consagrado por mi presencia.

44 Consagraré la tienda del encuentro y el altar, y consagraré también a Aarón y a sus hijos como sacerdotes míos.

45 Yo viviré entre los israelitas, y seré su Dios.

46 Así sabrán que yo soy el Señor su Dios, el que los sacó de Egipto para vivir entre ellos. Yo soy el Señor su Dios.

30

1 “Haz también un altar de madera de acacia, para quemar incienso.

2 Tiene que ser cuadrado, de cuarenta y cinco centímetros de largo por cuarenta y cinco centímetros de ancho y noventa centímetros de alto; y los cuernos del altar formarán una sola pieza con el propio altar.

3 Recubre de oro puro su parte superior, sus cuatro lados y sus cuernos, y ponle un ribete de oro alrededor.

4 Ponle también unas argollas de oro debajo del ribete, dos en las esquinas de un lado y dos en las esquinas del otro, para pasar por ellas las varas con que va a ser transportado.

5 Haz las varas de madera de acacia y recúbrelas de oro.

6 Pon luego el altar ante el velo que está junto al arca del pacto, ante la tapa que la cubre, donde yo me encontraré contigo.

7 Todas las mañanas, a la hora de preparar las lámparas, Aarón quemará incienso aromático sobre este altar,

8 y lo quemará también al atardecer, a la hora de encender las lámparas. Esto se hará en la presencia del Señor siempre, a lo largo de los siglos.

9 No ofrezcas sobre este altar ningún otro incienso, ni holocaustos, ni ofrendas de cereales, ni tampoco ofrendas de vino derramado.

10 Este altar estará completamente consagrado al Señor, y una vez al año ofrecerá Aarón sobre los cuernos del altar la sangre del sacrificio para obtener el perdón de los pecados. Una vez al año, todos los años, sobre este altar se ofrecerá el sacrificio para obtener el perdón de los pecados.”

11 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

12 “Cuando hagas un censo de los israelitas, cada uno de ellos deberá dar una contribución al Señor como rescate por su vida, a fin de que no haya ninguna plaga mortal con motivo del censo.

13 Todo el que sea registrado dará como contribución al Señor cinco gramos de plata, que es la mitad del peso oficial del santuario.

14 Todos los registrados de veinte años en adelante darán esta contribución al Señor,

15 y al dar cada uno al Señor el rescate por su vida, ni el rico dará más de cinco gramos de plata, ni el pobre menos de cinco.

16 Así que recogerás la plata que los israelitas den como rescate por su vida, y la entregarás para el culto de la tienda del encuentro. Eso hará que el Señor se acuerde de los israelitas, y de que dieron el rescate por su vida.”

17 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

18 “Haz una palangana de bronce, con su base del mismo metal, que sirva para lavarse; ponla entre la tienda del encuentro y el altar, y llénala de agua.

19 Aarón y sus hijos tomarán agua de ella para lavarse las manos y los pies.

20 Y se los lavarán cuando entren en la tienda del encuentro, y cuando se acerquen al altar para oficiar y presentar al Señor la ofrenda quemada. Así no morirán.

21 Para que no mueran, deberán lavarse las manos y los pies. Esta será una ley permanente a lo largo de los siglos para Aarón y sus descendientes.”

22 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

23 “Escoge tú mismo las mejores plantas aromáticas: unos seis kilos de la mejor mirra, unos tres kilos de canela y unos tres kilos de caña aromática;

24 unos seis kilos de casia –pesados según el peso oficial del santuario– y tres litros y medio de aceite de oliva.

25 Prepara con todo esto el aceite santo de consagrar, de la misma manera que un perfumista prepara sus perfumes. Este será el aceite santo de consagrar,

26 y lo derramarás sobre la tienda del encuentro, el arca del pacto,

27 la mesa con todos sus utensilios, el candelabro con sus utensilios, el altar del incienso,

28 el altar de los holocaustos con todos sus utensilios, y la palangana con su base.

29 Así los consagrarás y serán cosas santísimas; cualquier cosa que las toque, quedará consagrada.

30 “Derrama también de ese aceite sobre Aarón y sus hijos, para consagrarlos como mis sacerdotes,

31 y di a los israelitas lo siguiente: ‘A lo largo de los siglos, este será mi aceite santo de consagrar.

32 No lo derraméis sobre cualquier hombre común, ni preparéis otro aceite igual a este. Es un aceite santo, y como cosa santa debéis tratarlo.

33 Si alguien prepara un aceite igual a este, o lo derrama sobre cualquier extraño, será eliminado de entre su gente.’ ”

34 El Señor dijo a Moisés: “Toma una misma cantidad de las siguientes especias: resina, uña aromática, incienso puro y gálbano aromático,

35 y prepara con ellas un incienso puro y santo, mezclándolo todo bien, como un perfumista al preparar sus perfumes.

36 Muele muy fina una parte y ponla ante el arca del pacto, en la tienda del encuentro, o sea donde yo me encontraré contigo. Este incienso será de lo más sagrado para vosotros,

37 y no prepararéis para vuestro propio uso otro incienso igual a este que has preparado. Es del Señor, y para ti será una cosa sagrada.

38 El que prepare un incienso igual para disfrutar de su aroma, será eliminado de entre su gente.”

31

1 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

2 “Mira, de la tribu de Judá he escogido a Besalel, hijo de Urí y nieto de Hur,

3 y le he llenado del espíritu de Dios, y de sabiduría, entendimiento, conocimientos y aptitud creativa

4 para hacer diseños y trabajos en oro, plata y bronce,

5 para tallar y montar piedras preciosas, para tallar madera y para hacer cualquier trabajo artístico.

6 Le he puesto como ayudante a Oholiab, hijo de Ahisamac, que es de la tribu de Dan. Y a todos los sabios les he dado más sabiduría, a fin de que hagan todo lo que te he ordenado:

7 la tienda del encuentro, el arca del pacto, la tapa que va sobre el arca, todos los utensilios de la tienda,

8 la mesa con sus utensilios, el candelabro de oro puro con sus utensilios, el altar del incienso,

9 el altar de los holocaustos con sus utensilios, la palangana con su base,

10 la ropa tejida, es decir, la ropa especial del sacerdote Aarón y la ropa de sus hijos para cuando oficien como sacerdotes,

11 el aceite de consagrar y el incienso aromático para el santuario. Deben hacerlo todo tal como te lo he ordenado.”

12 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

13 “Habla tú mismo a los israelitas y diles esto: ‘Respetaréis mis sábados, porque esa es la señal entre vosotros y yo a lo largo de los siglos, para que se sepa que yo, el Señor, os he escogido.

14 El sábado será sagrado para vosotros, y deberéis respetarlo. El que no respete ese día, será condenado a muerte. Además, la persona que trabaje en ese día será eliminada de entre su gente.

15 Se podrá trabajar durante seis días, pero el día séptimo será día de reposo consagrado al Señor. Cualquiera que trabaje en sábado será condenado a muerte.’

16 Así que los israelitas han de respetar el reposo del sábado, como un pacto eterno a lo largo de los siglos.

17 Será una señal permanente entre los israelitas y yo.” Porque el Señor hizo el cielo y la tierra en seis días, y el día séptimo dejó de trabajar y descansó.

18 Cuando el Señor dejó de hablar con Moisés en el monte Sinaí, le entregó dos tablas de piedra con la ley escrita por el dedo mismo de Dios.

32

1 Al ver los israelitas que Moisés tardaba en bajar del monte, se juntaron alrededor de Aarón y le dijeron: –Anda, haznos dioses que nos guíen, porque no sabemos qué le ha pasado a este Moisés que nos sacó de Egipto.

2 Aarón les contestó: –Quitad a vuestras mujeres y a vuestros hijos e hijas los aretes de oro que llevan en las orejas, y traédmelos aquí.

3 Todos se quitaron los aretes de oro que llevaban en las orejas y se los llevaron a Aarón,

4 que los recibió, fundió el oro y lo trabajó a cincel hasta darle la forma de un becerro. Entonces todos dijeron: –¡Israel, este es tu dios que te sacó de Egipto!

5 Cuando Aarón vio esto, construyó un altar ante el becerro, y luego gritó: –¡Mañana haremos fiesta en honor del Señor!

6 Al día siguiente por la mañana se levantaron y ofrecieron holocaustos y sacrificios de reconciliación. Después el pueblo se sentó a comer y beber, y luego se levantaron a divertirse.

7 Entonces el Señor dijo a Moisés: –Anda, baja, porque tu pueblo, el que sacaste de Egipto, se ha echado a perder.

8 Muy pronto se han apartado del camino que yo les ordené seguir. Se han hecho un becerro de oro fundido, y lo están adorando, le presentan ofrendas y dicen: ‘¡Israel, este es tu dios que te sacó de Egipto!’

9 Además, el Señor dijo a Moisés: –Me he fijado en esta gente y me he dado cuenta de que son muy tercos.

10 ¡Ahora déjame en paz, que estoy ardiendo de ira y voy a acabar con ellos! Pero de ti haré una gran nación.

11 Moisés, sin embargo, trató de calmar al Señor su Dios con estas palabras: –Señor, ¿por qué va a arder tu furor contra tu pueblo, el que tú mismo sacaste de Egipto con gran despliegue de poder?

12 ¿Cómo vas a dejar que digan los egipcios: ‘Dios los sacó con la mala intención de matarlos en las montañas, para borrarlos de la superficie de la tierra’? Deja ya de arder en ira; renuncia a la idea de hacer daño a tu pueblo.

13 Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo y les dijiste: ‘Haré que vuestros descendientes sean tan numerosos como las estrellas del cielo, y toda esta tierra que os he prometido se la daré a ellos como su herencia para siempre.’

14 El Señor renunció a la idea que había manifestado de hacer daño a su pueblo.

15 Entonces Moisés se dispuso a bajar del monte trayendo en sus manos las dos tablas de la ley, que estaban escritas por ambos lados.

16 Dios mismo había hecho las tablas, y Dios mismo había grabado lo que estaba escrito en ellas.

17 Cuando Josué oyó los gritos de la gente, dijo a Moisés: –Se oyen gritos de guerra en el campamento.

18 Pero Moisés contestó: –No son cantos alegres de victoria ni cantos tristes de derrota: son otros los cantos que estoy oyendo.

19 En cuanto Moisés se acercó al campamento y vio el becerro y los bailes, se encendió su ira y arrojó de sus manos las tablas, haciéndolas pedazos al pie del monte.

20 En seguida tomó el becerro y lo arrojó al fuego, luego lo molió hasta convertirlo en polvo, y roció el polvo sobre el agua; entonces hizo que los israelitas bebieran de aquella agua.

21 Y dijo a Aarón: –¿Qué te hizo este pueblo, que le has hecho cometer un pecado tan grande?

22 Aarón contestó: –Señor mío, no te enojes conmigo. Tú bien sabes que a esta gente le gusta hacer lo malo.

23 Ellos me dijeron: ‘Haznos un dios que nos guíe, porque no sabemos qué ha podido pasarle a este Moisés que nos sacó de Egipto.’

24 Yo les contesté: ‘El que tenga oro, que lo aparte.’ Ellos me dieron el oro, yo lo eché en el fuego... ¡y salió este becerro!

25 Moisés, viendo que el pueblo estaba desenfrenado y expuesto a las burlas de sus enemigos, pues Aarón no lo había controlado,

26 se puso en pie a la entrada del campamento y dijo: –Los que estén de parte del Señor, júntense conmigo. Y todos los levitas se le unieron.

27 Entonces Moisés les dijo: –Así dice el Señor, el Dios de Israel: ‘Tomad cada uno de vosotros la espada, regresad al campamento y, yendo de puerta en puerta, matad cada uno a su hermano, amigo o vecino.’

28 Los levitas cumplieron las órdenes de Moisés, y aquel día murieron como tres mil hombres.

29 Entonces Moisés dijo: –Hoy habéis recibido plena autoridad ante el Señor, por haberos opuesto cada uno a su hijo o a su hermano. Así que hoy el Señor os bendice.

30 Al día siguiente, Moisés dijo a la gente: –Habéis cometido un gran pecado. Ahora voy a tener que subir a donde está el Señor, a ver si consigo que os perdone.

31 Y así Moisés volvió a donde estaba el Señor, y le dijo: –Realmente el pueblo cometió un gran pecado al hacerse un dios de oro.

32 Pero yo te ruego que los perdones; y si no los perdonas, ¡borra mi nombre del libro que has escrito!

33 Pero el Señor le contestó: –Solo borraré de mi libro al que peque contra mí.

34 Así que ve y lleva al pueblo al lugar que te dije. Mi ángel te guiará. Y cuando llegue el día del castigo, yo los castigaré por su pecado.

35 Y el Señor envió una plaga sobre el pueblo, por haber adorado al becerro que Aarón les había hecho.

33

1 El Señor dijo a Moisés: –Anda, vete de aquí con el pueblo que sacaste de Egipto. Id a la tierra que prometí a Abraham, Isaac y Jacob que daría a sus descendientes.

2 Yo enviaré mi ángel para que te guíe, y echaré fuera del país a los cananeos, amorreos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos.

3 Id a la tierra donde la leche y la miel corren como el agua. Pero yo no iré entre vosotros, no vaya a ser que os destruya en el camino, pues sois gente muy terca.

4 El pueblo se entristeció al escuchar estas duras palabras, y nadie se puso sus joyas,

5 pues el Señor había dicho a Moisés: –Diles a los israelitas: ‘Vosotros sois gente muy terca. ¡Si yo estuviera entre vosotros, aunque solo fuera un momento, terminaría por destruiros! Quitaos ahora mismo vuestras joyas, y ya veré luego qué hacer con vosotros.’

6 Y así, a partir del monte Horeb, los israelitas dejaron de usar sus joyas.

7 Moisés tomó la tienda de campaña y la puso a cierta distancia fuera del campamento, y la llamó “tienda del encuentro con Dios”. Cuando alguien quería consultar al Señor, iba a la tienda, que estaba fuera del campamento.

8 Y cuando Moisés iba a la tienda, toda la gente se levantaba y permanecía de pie a la puerta de su propia tienda de campaña, siguiendo a Moisés con la mirada hasta que éste entraba en la tienda.

9 En cuanto Moisés entraba en ella, la columna de nube bajaba y se detenía a la puerta de la tienda, mientras el Señor hablaba a Moisés.

10 Y cuando la gente veía que la columna de nube se detenía a la puerta de la tienda, cada uno se arrodillaba a la puerta de su propia tienda en actitud de adoración.

11 Dios hablaba con Moisés cara a cara, como quien habla con un amigo, y después Moisés regresaba al campamento. Pero su ayudante, el joven Josué, hijo de Nun, nunca se apartaba del interior de la tienda.

12 Moisés dijo al Señor: –Mira, tú me pides que yo dirija a este pueblo, pero no me dices a quién vas a enviar conmigo. También dices que tienes mucha confianza en mí y que me he ganado tu favor.

13 Pues si esto es cierto, hazme saber tus planes, para que yo pueda tener confianza en ti y pueda seguir contando con tu favor. Ten presente que este pueblo es tu pueblo.

14 –Yo mismo te acompañaré y te haré descansar –dijo el Señor.

15 Pero Moisés le respondió: –Si tú mismo no vas a acompañarnos, no nos hagas salir de aquí.

16 Porque si tú no nos acompañas, ¿de qué otra manera podrá saberse que tu pueblo y yo contamos con tu favor? Solo así, tu pueblo y yo podremos distinguirnos de los demás pueblos de la tierra.

17 –Esto que has dicho también lo voy a hacer, porque tengo confianza en ti y te has ganado mi favor –le afirmó el Señor.

18 –¡Déjame ver tu gloria! –suplicó Moisés.

19 Pero el Señor contestó: –Voy a hacer pasar toda mi bondad delante de ti, y delante de ti pronunciaré mi nombre. Tendré misericordia de quien yo quiera, y tendré compasión también de quien yo quiera.

20 Pero te advierto que no podrás ver mi rostro, porque ningún hombre podrá verme y seguir viviendo.

21 Dijo también el Señor: –Mira, aquí junto a mí hay un lugar. Ponte de pie sobre la roca.

22 Cuando pase mi gloria, te pondré en un hueco de la roca y te cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado.

23 Después quitaré mi mano, y podrás ver mis espaldas; pero mi rostro no debe ser visto.

34

1 El Señor dijo a Moisés: –Corta tú mismo dos tablas de piedra iguales a las primeras, para que yo escriba en ellas las mismas palabras que estaban escritas en las primeras tablas, las que hiciste pedazos.

2 Prepárate también para subir al monte Sinaí mañana por la mañana, y preséntate ante mí en la parte más alta del monte.

3 Nadie subirá contigo, ni deberá verse a nadie por todo el monte; tampoco habrá ovejas o vacas pastando frente al monte.

4 Moisés cortó dos tablas de piedra iguales a las primeras. Al día siguiente, muy temprano, tomó las dos tablas de piedra y subió al monte Sinaí, tal como el Señor se lo había ordenado.

5 Entonces el Señor bajó en una nube y estuvo allí con Moisés, y pronunció su propio nombre.

6 Pasó delante de Moisés, diciendo en voz alta: –¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios tierno y compasivo, paciente y grande en amor y verdad!

7 Por mil generaciones se mantiene fiel en su amor, y perdona la maldad, la rebeldía y el pecado; pero no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, en los bisnietos y en los tataranietos.

8 Rápidamente Moisés se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y adoró al Señor

9 diciendo: –¡Señor! ¡Señor!, si en verdad me he ganado tu favor, acompáñanos. Esta gente es realmente muy terca, pero perdónanos nuestros pecados y maldad, y acéptanos como tu pueblo.

10 El Señor dijo: “Prestad atención: yo hago ahora un pacto ante todo tu pueblo. Voy a hacer cosas maravillosas que no han sido hechas en ninguna otra nación de la tierra, y toda la gente entre la que vosotros os encontráis verá lo que el Señor puede hacer, pues será maravilloso lo que yo haré con vosotros.

11 “Cumplid lo que os he ordenado hoy, y yo arrojaré de vuestra presencia a los amorreos, cananeos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos.

12 “No hagáis pacto alguno con los que viven en el país en el que vais a entrar, para que no os hagan caer en sus redes.

13 Al contrario, derribad sus altares y destrozad por completo sus piedras y troncos sagrados.

14 “No adoréis a ningún otro dios, porque el Señor es celoso. Su nombre es Dios celoso.

15 “No hagáis pacto alguno con los que viven en esa tierra, no sea que cuando ellos se rebajen a adorar a sus dioses y les presenten ofrendas, os inviten a vosotros, y vosotros comáis también de ellas;

16 o que casen a sus hijas con vuestros hijos, y cuando ellas cometan inmoralidades adorando a sus dioses, hagan que vuestros hijos también se rebajen a adorarlos.

17 “Jamás os hagáis ídolos de metal fundido.

18 “Celebrad la fiesta del pan sin levadura y, de acuerdo con lo que os he ordenado, comed pan sin levadura durante siete días. La fecha señalada es el mes de Abib, porque en ese mes salisteis de Egipto.

19 “Todo primer hijo que tengáis será para mí, lo mismo que toda primera cría de vuestros vacas, ovejas y cabras, si la cría es macho.

20 En el caso de la primera cría de una asna, daréis un cordero o un cabrito en lugar del asno; y si no lo dais, le romperéis el cuello al asno. También daréis una ofrenda en lugar de cada primogénito vuestro. Y nadie vendrá a verme si no trae alguna cosa.

21 “Trabajad durante seis días, pero el día séptimo debéis descansar, aun en tiempo de siembra o de cosecha.

22 “Celebrad la fiesta de las Semanas, la de los primeros frutos de la cosecha de trigo y la de la cosecha de fin del año.

23 “Todos los hombres se presentarán tres veces al año ante el Señor, el Dios de Israel.

24 Yo arrojaré de vuestra presencia a las demás naciones y ensancharé vuestro territorio. Así nadie tratará de adueñarse de vuestra tierra mientras vosotros vais a presentaros ante el Señor vuestro Dios tres veces al año.

25 “En los sacrificios de animales no ofrezcáis juntos la sangre y el pan con levadura, ni guardéis para el día siguiente lo que sobre del animal sacrificado en la Pascua.

26 “Debéis llevar los mejores primeros frutos de vuestra tierra al templo del Señor vuestro Dios. “No cocinéis el cabrito en la leche de su madre.”

27 El Señor dijo a Moisés: “Escribe estas palabras, porque ellas son la base del pacto que yo hago contigo y con los israelitas.”

28 Moisés se quedó allí con el Señor cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber. Y escribió sobre las tablas las palabras del pacto, es decir, los diez mandamientos.

29 Después bajó Moisés del monte Sinaí llevando las dos tablas de la ley; pero al bajar del monte no se dio cuenta de que su cara resplandecía por haber hablado con el Señor.

30 Cuando Aarón y todos los israelitas vieron que la cara de Moisés resplandecía, sintieron miedo y no se acercaban a él.

31 Pero Moisés los llamó, y cuando Aarón y todos los jefes de la comunidad volvieron a donde estaba Moisés, él habló con ellos.

32 Poco después se acercaron todos los israelitas, y Moisés les dio todas las órdenes que el Señor le había dado en el monte Sinaí.

33 Cuando acabó de hablar con ellos, se puso un velo sobre la cara.

34 Cuando Moisés se presentaba ante el Señor para hablar con él, se quitaba el velo y se quedaba así hasta que salía. Entonces comunicaba a los israelitas las órdenes que había recibido del Señor.

35 Los israelitas veían que la cara de Moisés resplandecía, y él volvía a ponerse el velo sobre la cara y se lo dejaba puesto hasta que entraba a hablar de nuevo con el Señor.

35

1 Moisés reunió a toda la comunidad israelita y les dijo: “El Señor me ha dado órdenes de que se haga lo siguiente:

2 Se podrá trabajar durante seis días, pero el día séptimo será para vosotros un día sagrado, de completo reposo en honor del Señor. Cualquiera que trabaje en ese día, será condenado a muerte.

3 En sábado, viváis donde viváis, ni siquiera encenderéis fuego.”

4 Moisés se dirigió a toda la comunidad israelita y dijo: “Esto es lo que el Señor ha ordenado que se haga:

5 Recoged entre vosotros una ofrenda para el Señor. Todos los que quieran dar su ofrenda al Señor voluntariamente y de corazón, traerán oro, plata, bronce,

6 telas moradas, telas de púrpura y telas rojas, lino fino, pelo de cabra,

7 pieles de carnero teñidas de rojo, pieles finas, madera de acacia,

8 aceite para lámparas, perfumes para el aceite de consagrar y para el incienso aromático,

9 piedras de cornalina y otras piedras finas para montarlas en el efod y el pectoral del sumo sacerdote.

10 “Todos los que tengan aptitudes artísticas deben venir y hacer lo que el Señor ha ordenado:

11 el santuario con su tienda de campaña, la cubierta de la tienda de campaña, sus ganchos, sus tablas, sus varas, sus postes, sus bases,

12 el arca con sus varas, su tapa y el velo que la cubre,

13 la mesa con sus varas y todos sus utensilios, el pan consagrado al Señor,

14 el candelabro para el alumbrado, con sus utensilios y sus lámparas, el aceite para las lámparas,

15 el altar del incienso con sus varas, el aceite de consagrar, el incienso aromático, la cortina para la entrada del santuario,

16 el altar de los holocaustos con su rejilla de bronce, sus varas y todos sus utensilios, la palangana con su base,

17 las cortinas para el patio, con sus postes y bases, la cortina para la entrada del patio,

18 las estacas para el santuario y para el patio, con sus cuerdas,

19 la ropa tejida para oficiar en el culto del santuario, la ropa sagrada del sacerdote Aarón y la ropa sacerdotal de sus hijos.”

20 Toda la comunidad israelita se despidió de Moisés,

21 y después, todos aquellos que se sintieron movidos de corazón y con sincera voluntad, volvieron con una ofrenda para el Señor, para que se hiciera la tienda del encuentro y todo lo que le era necesario, así como la ropa especial.

22 Vinieron hombres y mujeres, y todos ellos traían, voluntariamente y de corazón, prendedores, anillos, argollas, pendientes de oro y toda clase de artículos de oro. Cada uno trajo la ofrenda especial de oro que había dedicado al Señor.

23 Los que tenían tela morada, tela de púrpura y tela roja, lino fino, pelo de cabra, pieles de carnero teñidas de rojo o pieles finas, lo traían.

24 Los que hacían una ofrenda de plata o de bronce, la traían ante el Señor; y los que tenían madera de acacia, la traían para que se hiciera todo lo necesario.

25 Las mujeres con aptitud artística para tejer a mano, traían sus tejidos de tela morada, tela de púrpura, tela roja y lino fino;

26 y las mujeres con aptitud artística y que sintieron deseos de hacerlo, torcieron pelo de cabra.

27 Los jefes trajeron piedras de cornalina y otras piedras finas para montarlas en el efod y el pectoral del sumo sacerdote,

28 perfume y aceite para el alumbrado, para el aceite de consagrar y para el incienso aromático.

29 Todos los hombres y mujeres israelitas que sintieron deseos de ayudar para que se hiciera lo que el Señor había ordenado a Moisés, trajeron su ofrenda voluntaria al Señor.

30 Moisés dijo a los israelitas: “Mirad, de la tribu de Judá ha escogido el Señor a Besalel, que es hijo de Urí y nieto de Hur,

31 y lo ha llenado del espíritu de Dios, y de sabiduría, entendimiento, conocimientos y aptitud creativa

32 para hacer diseños y trabajos en oro, plata y bronce,

33 para tallar y montar piedras preciosas, y para tallar madera y hacer cualquier trabajo artístico de diseño.

34 También le ha dado aptitud para enseñar. A él y a Oholiab, hijo de Ahisamac, que es de la tribu de Dan,

35 los ha llenado de aptitudes artísticas para hacer cualquier trabajo de tallado y de diseño, y de bordado en tela morada, tela de púrpura, tela roja y lino fino, y para tejer cualquier labor de diseño artístico.

36

1 Así pues, Besalel y Oholiab, junto con todos los que tengan aptitud artística, a quienes el Señor les haya dado sabiduría y entendimiento para hacer bien todo lo necesario para el culto del santuario, llevarán a cabo lo que el Señor ha ordenado.”

2 Moisés llamó a Besalel y a Oholiab, y a todos los que tenían aptitudes artísticas, a quienes el Señor había dado tales aptitudes y se habían ofrecido voluntariamente para ayudar en este trabajo.

3 Y recibieron de manos de Moisés las ofrendas que los israelitas habían traído, para comenzar a hacer lo necesario para el culto del santuario. Mientras tanto, los israelitas seguían trayendo ofrendas voluntarias día tras día.

4 Entonces los artesanos que estaban haciendo lo necesario para el santuario, suspendieron su trabajo y fueron

5 a decirle a Moisés: “La gente está trayendo más de lo que se necesita para el trabajo que el Señor ordenó hacer.”

6 Moisés hizo correr por todo el campamento la voz de que ni hombres ni mujeres siguieran haciendo más labores como ofrendas para el santuario. Así se impidió que el pueblo siguiera trayendo ofrendas,

7 pues no solo había material suficiente para llevar a cabo el trabajo, sino que sobraba.

8 Los que tenían más aptitudes artísticas que el resto de los trabajadores, hicieron el santuario. Lo hicieron de diez cortinas de lino torcido, tela morada, tela de púrpura y tela roja, en las que bordaron artísticamente dos seres alados.

9 Cada cortina medía doce metros y medio de largo por dos de ancho. Todas medían lo mismo.

10 Cinco cortinas las cosieron juntas, una sobre la otra, lo mismo que las otras cinco.

11 Luego hicieron unos ojales de cordón morado en el borde de la primera cortina de un grupo, y también en el borde de la última cortina del otro grupo.

12 Tanto a la cortina del primer grupo como a la del segundo grupo les hicieron cincuenta ojales, de tal manera que los ojales quedaran uno frente al otro.

13 También hicieron cincuenta ganchos de oro para enganchar un grupo de cortinas sobre el otro, y así el santuario formaba un todo.

14 Besalel hizo también once cortinas de pelo de cabra para formar una tienda de campaña que cubriera el santuario.

15 Cada cortina medía trece metros y medio de largo por dos de ancho. Todas medían lo mismo.

16 Cosió cinco cortinas juntas por una parte y seis por otra.

17 Luego hizo cincuenta ojales en el borde de la cortina que cerraba el primer grupo, y otros cincuenta ojales en el borde de la última cortina del segundo grupo.

18 También hizo cincuenta ganchos de bronce para unir completamente la tienda de campaña.

19 Para la tienda de campaña, Besalel hizo una cubierta de pieles de carnero teñidas de rojo, y para la parte superior hizo una cubierta de pieles finas.

20 Luego hizo las tablas de madera de acacia para el santuario, y las puso bien derechas.

21 Cada tabla medía cuatro metros y medio de largo por sesenta y cinco centímetros de ancho,

22 y tenía dos espigas para ensamblarla con otra tabla. Todas las tablas para el santuario las hizo así.

23 Hizo veinte tablas para el lado sur

24 y puso cuarenta bases de plata debajo de ellas. Cada tabla tenía debajo dos bases para sus dos espigas.

25 También para el otro lado del santuario, o sea el lado norte, hizo veinte tablas

26 con sus cuarenta bases de plata, para que debajo de cada tabla hubiera dos bases.

27 Para la parte posterior del santuario, o sea el lado oeste, hizo seis tablas,

28 y dos tablas más para las esquinas de la parte posterior.

29 Estas tablas formaban pareja y estaban unidas por la parte de arriba hasta el primer anillo. Esto fue lo que hizo con las dos tablas para las dos esquinas,

30 así que había ocho tablas con sus correspondientes dieciséis bases de plata, y debajo de cada tabla había dos bases.

31 Besalel hizo también cinco travesaños de madera de acacia para las tablas de un lado del santuario,

32 cinco travesaños para las tablas del otro lado del santuario, y otros cinco travesaños para las tablas de la parte posterior, la que daba al oeste.

33 El travesaño central lo hizo de modo que pasara de un lado al otro, a la mitad de las tablas.

34 Luego recubrió de oro las tablas, y les hizo argollas de oro para pasar por ellas los travesaños, ya recubiertos de oro.

35 Hizo además el velo de tela morada, tela de púrpura, tela roja y lino torcido, y en él tejió artísticamente dos seres alados.

36 Luego, con unos ganchos de oro, lo colgó de cuatro postes de madera de acacia, los cuales estaban recubiertos de oro y montados sobre cuatro bases de plata.

37 Para la entrada de la tienda de campaña hizo una cortina de tela morada, tela de púrpura, tela roja y lino torcido, bordada artísticamente.

38 También hizo cinco postes con ganchos y con sus cinco bases de bronce, y recubrió de oro la parte superior de los postes y sus anillos.

37

1 Besalel hizo el arca de madera de acacia: medía un metro y diez centímetros de largo, sesenta y cinco centímetros de ancho y sesenta y cinco centímetros de alto.

2 La recubrió de oro puro por dentro y por fuera, y le puso un ribete de oro alrededor.

3 También le hizo cuatro argollas de oro para sus cuatro patas, dos para un lado y dos para el otro.

4 Hizo además unas varas de madera de acacia y las recubrió de oro;

5 luego las pasó por las argollas que estaban a los costados del arca, para transportarla.

6 Hizo también una tapa de oro puro, que medía un metro y diez centímetros de largo por sesenta y cinco centímetros de ancho,

7 con dos seres alados de oro labrado a martillo en los dos extremos de la tapa.

8 La tapa y los seres alados formaban una sola pieza: uno de ellos salía de un extremo de la tapa y el otro salía del otro extremo,

9 así que quedaban uno frente al otro, pero con la cara vuelta hacia la tapa, y con sus alas extendidas por encima de la tapa, cubriéndola con ellas.

10 Besalel hizo también una mesa de madera de acacia, que medía noventa centímetros de largo, cuarenta y cinco centímetros de ancho y sesenta y cinco centímetros de alto.

11 La recubrió de oro puro y le puso un ribete de oro alrededor;

12 la hizo con un entrepaño de siete centímetros de ancho, y al entrepaño le puso un ribete de oro.

13 También le hizo cuatro argollas de oro, y se las puso en las cuatro esquinas correspondientes a las cuatro patas,

14 de manera que quedaran junto al entrepaño, para pasar las varas por ellas y así poder transportar la mesa.

15 Las varas para transportar la mesa las hizo de madera de acacia, y las recubrió de oro.

16 También hizo de oro puro los utensilios que debían estar sobre la mesa, es decir, sus platos, cucharones, jarras y copas para las ofrendas de líquidos.

17 Besalel hizo también el candelabro de oro puro labrado a martillo. Su base, tronco, copas, cálices y pétalos formaban una sola pieza;

18 de los costados le salían seis brazos, tres de un lado y tres del otro.

19 Cada uno de los seis brazos que salían del tronco tenía tres copas en forma de flor de almendro, con un cáliz y sus pétalos,

20 y el tronco mismo tenía cuatro copas, también en forma de flor de almendro, con su cáliz y sus pétalos.

21 Cada uno de los tres pares de brazos que salían del candelabro tenía un cáliz en su parte inferior.

22 Los cálices y los brazos formaban una sola pieza con el candelabro, el cual era de oro puro labrado a martillo.

23 También hizo de oro puro sus siete lámparas, sus tenazas y sus platillos.

24 Para hacer el candelabro y sus utensilios se usaron treinta y tres kilos de oro puro.

25 Besalel, con madera de acacia, hizo el altar del incienso. Era cuadrado, de cuarenta y cinco centímetros de largo, cuarenta y cinco centímetros de ancho y noventa centímetros de alto. Los cuernos del altar formaban una sola pieza con el propio altar.

26 Después recubrió de oro puro su parte superior, sus cuatro lados y sus cuernos, y le puso un ribete de oro alrededor.

27 También le puso unas argollas de oro debajo del ribete, dos en las esquinas de un lado y dos en las esquinas del otro, para pasar por ellas las varas y así poder transportar el altar.

28 Hizo las varas de madera de acacia, y las recubrió de oro.

29 Besalel preparó también el aceite santo de consagrar y el incienso de perfume puro, como lo preparan los perfumistas.

38

1 Con madera de acacia, Besalel hizo el altar de los holocaustos. Era cuadrado, de dos metros y veinticinco centímetros por cada lado, y un metro y veinticinco centímetros de alto.

2 Para sus cuatro esquinas le hizo cuatro cuernos, los cuales formaban una sola pieza con el altar y estaban recubiertos de bronce.

3 Hizo también de bronce todos los utensilios para el altar: los ceniceros, las palas, los tazones, los tenedores y los braseros.

4 También hizo una rejilla de bronce, y la puso debajo del borde del altar, a media altura del mismo.

5 Hizo también cuatro argollas para las cuatro esquinas de la rejilla de bronce, para pasar por ellas las varas.

6 Luego hizo las varas de madera de acacia para el altar, las recubrió de bronce

7 y las pasó por las argollas que estaban a los costados del altar, para transportarlo. El altar lo hizo hueco y de madera.

8 Con los espejos de las mujeres que servían a la entrada de la tienda del encuentro, Besalel hizo la palangana de bronce y su base del mismo metal.

9 Besalel hizo el atrio. Por el lado sur, el atrio tenía cuarenta y cinco metros de cortinas de lino torcido.

10 Sus veinte postes con sus veinte bases eran de bronce, y sus ganchos y anillos, de plata.

11 Por el lado norte había cortinas a lo largo de cuarenta y cinco metros, con sus veinte postes y veinte bases de bronce, y con sus ganchos y anillos de plata.

12 Por el lado occidental había veintidós metros y medio de cortinas, con diez postes y diez bases. Los ganchos de los postes y sus anillos eran de plata.

13 Por el lado oriental había también veintidós metros y medio de cortinas.

14 A un lado de la entrada había unos siete metros de cortinas, con tres postes y tres bases;

15 y al otro lado, a ambos lados de la entrada del atrio, había otros siete metros de cortinas, con tres postes y tres bases.

16 Todas las cortinas alrededor del atrio eran de lino torcido.

17 Las bases para los postes eran de bronce, los ganchos de los postes y sus anillos eran de plata, y la parte superior de los postes estaba recubierta de plata. Todos los postes del atrio tenían anillos de plata.

18 La cortina a la entrada del atrio estaba finamente bordada sobre tela morada, tela de púrpura, tela roja y lino torcido. Medía nueve metros de largo por dos metros y veinticinco centímetros de alto, igual que las cortinas del atrio.

19 Tenía cuatro postes con sus cuatro bases de bronce; sus ganchos y sus anillos eran de plata, y la parte superior de los postes estaba recubierta de plata.

20 Todas las estacas del santuario y del atrio que lo rodeaba, eran de bronce.

21 Por órdenes de Moisés y bajo la dirección de Itamar, hijo del sacerdote Aarón, los levitas llevaron la cuenta de los metales usados en la construcción del santuario del pacto.

22 Besalel, el hijo de Urí y nieto de Hur, de la tribu de Judá, hizo todo lo que el Señor había ordenado a Moisés que se hiciera.

23 Le ayudó Oholiab, hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan, que era herrero, tejedor y bordador en tela morada, tela de púrpura, tela roja y lino fino.

24 Todo el oro que se usó para hacer lo necesario para el santuario, fue oro ofrendado al Señor, y dio un total de novecientos sesenta y cinco kilos con treinta gramos, según el peso oficial del santuario.

25 La plata recogida en el censo de la comunidad llegó a tres mil trescientos diecinueve kilos con quinientos veinticinco gramos, según el peso oficial del santuario.

26 Todos los empadronados mayores de veinte años fueron seiscientas tres mil quinientas cincuenta personas, y cada uno de ellos dio cinco gramos y medio de plata, según el peso oficial del santuario.

27 Había también tres mil trescientos kilos de plata para fundir las bases para el santuario y las bases para el velo. Toda esa plata se usó en cien bases, o sea treinta y tres kilos de plata en cada base.

28 Con la plata que se recogió de toda la comunidad, Besalel hizo los ganchos de los postes, las cubiertas de su parte superior y sus anillos.

29 El bronce ofrendado al Señor llegó a dos mil trescientos treinta y seis kilos con cuatrocientos gramos,

30 y con ese bronce se hicieron las bases para la puerta de la tienda del encuentro, el altar de bronce y su rejilla de bronce, y todos los utensilios del altar,

31 así como las bases y las estacas para el atrio que rodeaba al santuario, y las bases para la puerta del atrio.

39

1 La ropa tejida para el servicio en el santuario se hizo de tela morada, tela de púrpura y tela roja. También se hizo así la ropa especial para Aarón, tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

2 Para hacer el efod se usó oro, tela morada, tela de púrpura, tela roja y lino torcido.

3 Se forjaron a martillo unas placas de oro, las cuales se cortaron en hilos para entretejerlos, a manera de bordado, en la tela morada, en la tela de púrpura, en la tela roja y en el lino.

4 Se le pusieron al efod dos tirantes unidos a sus dos extremos.

5 El cinturón que iba sobre el efod, para sujetarlo, estaba hecho de la misma manera: de oro, tela morada, tela de púrpura, tela roja y lino torcido, tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

6 Las piedras de cornalina se colocaron sobre monturas de oro, con los nombres de los hijos de Israel grabados en ellas como un sello.

7 Luego Besalel las puso sobre los tirantes del efod, para recordar a los hijos de Israel, tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

8 El pectoral estaba hecho también con un fino bordado como el del efod: de oro, tela morada, tela de púrpura, tela roja y lino torcido.

9 Era doble y cuadrado, y de veintidós centímetros por cada lado.

10 Estaba cubierto con cuatro hileras de piedras preciosas: la primera hilera tenía un rubí, un crisólito y una esmeralda;

11 la segunda, un granate, un zafiro y un jade;

12 la tercera, un jacinto, un ágata y una amatista;

13 y la cuarta, un topacio, una cornalina y un jaspe. Las piedras estaban montadas en monturas de oro, y

14 eran doce, por los doce nombres de los hijos de Israel; cada una de ellas tenía grabado en forma de sello el nombre de una de las doce tribus.

15 Sobre el pectoral hicieron unas cadenas de oro puro, torcidas como cordones.

16 También hicieron dos monturas de oro y dos argollas de oro; pusieron las argollas de oro en los dos extremos superiores del pectoral,

17 y las cadenas de oro sobre las dos argollas.

18 Las puntas de las dos cadenas las pusieron sobre las dos monturas y las aseguraron sobre los tirantes del efod por su parte delantera.

19 Hicieron otras dos argollas de oro y las pusieron en los dos extremos inferiores del pectoral, sobre la orilla interior que quedaba junto al efod.

20 E hicieron dos argollas más, también de oro, y las pusieron en la parte delantera de los tirantes del efod, pero por debajo, junto a las costuras y un poco por encima del cinturón del efod.

21 Luego unieron las argollas del pectoral a las argollas del efod con un cordón morado, para que el pectoral quedara por encima del cinturón del efod y no se separara del mismo, tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

22 Toda la capa del efod se hizo de un tejido de tela morada.

23 La orilla de la abertura del centro tenía un dobladillo como el de los chalecos de cuero, para que no se rompiera.

24 Adornaron el borde de la capa con granadas de tela morada, tela de púrpura, tela roja y lino torcido.

25 Hicieron también campanitas de oro puro y las combinaron con las granadas, poniéndolas entre ellas alrededor de todo el borde

26 de la capa para oficiar: una campanita y una granada, otra campanita y otra granada, tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

27 Las túnicas de lino para Aarón y sus hijos fueron hechas por un tejedor,

28 lo mismo que el turbante, los tocados y los calzones de lino torcido.

29 El cinturón de lino torcido, tela morada, tela de púrpura y tela roja, fue bordado artísticamente, tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

30 También hicieron la placa de oro puro que le consagraba como sacerdote, y en ella grabaron, a manera de sello, “Consagrado al Señor”.

31 Luego le pusieron un cordón morado para colocar la placa sobre el turbante por la parte superior, tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

32 La construcción del santuario, la tienda del encuentro con Dios, llegó a su fin. Los israelitas hicieron todo exactamente como el Señor se lo había ordenado a Moisés,

33 y entregaron a Moisés el santuario, o sea la tienda del encuentro, y todos sus utensilios: sus ganchos, tablas, travesaños, postes y bases,

34 la cubierta de pieles de carnero teñidas de rojo, la cubierta de pieles finas, el velo para cubrir el arca,

35 el arca del pacto y sus varas, la tapa,

36 la mesa y todos sus utensilios, el pan consagrado al Señor,

37 el candelabro de oro puro y sus lámparas –o sea, las lámparas que debían tenerse ordenadas–, y todos sus utensilios; el aceite para el alumbrado,

38 el altar de oro, el aceite de consagrar, el incienso aromático, la cortina para la entrada de la tienda del encuentro,

39 el altar de bronce con su rejilla de bronce, sus varas y todos sus utensilios, la palangana y su base,

40 las cortinas del atrio, sus postes y sus bases, la cortina para la entrada del atrio, las cuerdas y estacas del atrio, todos los utensilios para el servicio del santuario, o sea la tienda del encuentro,

41 la ropa tejida para oficiar en el santuario, la ropa especial del sacerdote Aarón y la ropa sacerdotal de sus hijos.

42 Los israelitas hicieron todo tal y como el Señor se lo había ordenado a Moisés,

43 y cuando Moisés vio que lo habían hecho así, les dio su bendición.

40

1 El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

2 “El día primero del mes primero debes instalar el santuario, la tienda del encuentro con Dios.

3 Pon dentro de ella el arca del pacto, y cúbrela con el velo.

4 Pon también dentro la mesa y el candelabro. Arregla bien la mesa y colócale al candelabro sus lámparas.

5 Pon el altar de oro para el incienso delante del arca del pacto, y cuelga la cortina de la entrada del santuario.

6 Pon luego el altar de los holocaustos a la entrada del santuario, la tienda del encuentro.

7 Pon después la palangana entre la tienda del encuentro y el altar, y llénala de agua.

8 Instala entonces el atrio alrededor y cuelga la cortina de la entrada del atrio.

9 “Toma después el aceite de consagrar y derrámalo sobre el santuario y sobre todo lo que está en él. Así lo consagrarás con todos sus utensilios, y será un lugar santo.

10 Derrama también aceite de consagrar sobre el altar de los holocaustos y sobre todos sus utensilios. Así lo consagrarás, y será un altar santísimo.

11 Derrama aceite sobre la palangana y su base, y así la consagrarás.

12 “Lleva después a Aarón y a sus hijos cerca de la puerta de la tienda del encuentro, y haz que se bañen

13 y que Aarón se ponga la ropa especial. Luego derrama aceite sobre él para consagrarlo como mi sacerdote.

14 Acerca luego a sus hijos, ponles las túnicas

15 y derrama aceite sobre ellos, como lo hiciste con Aarón, para que sean mis sacerdotes. Con este derramamiento de aceite sobre ellos, se establece un sacerdocio eterno, a lo largo de los siglos.”

16 Moisés lo hizo todo tal como el Señor se lo había ordenado.

17 Y así, al comenzar el segundo año después de la salida de Egipto, el día primero del mes primero fue instalado el santuario.

18 Moisés instaló el santuario y puso sus bases, colocó las tablas, puso los travesaños, levantó los postes,

19 extendió la tienda de campaña sobre el santuario y colocó la cubierta para la parte superior de la tienda, tal como el Señor se lo había ordenado.

20 Después Moisés tomó las tablas de la ley y las puso en el arca del pacto; luego le puso al arca sus varas, y su tapa para la parte superior, y la llevó al interior del santuario; colgó entonces el velo y cubrió el arca, tal como el Señor se lo había ordenado.

21

22 Luego puso la mesa dentro de la tienda del encuentro, al lado norte del santuario, pero fuera del velo.

23 Sobre la mesa dispuso bien el pan ante la presencia del Señor, tal como el Señor se lo había ordenado.

24 Puso también el candelabro dentro de la tienda del encuentro, frente a la mesa, al lado sur del santuario,

25 y encendió las lámparas ante la presencia del Señor, tal como el Señor se lo había ordenado.

26 El altar de oro lo puso dentro de la tienda del encuentro, delante del velo,

27 y en él quemó incienso aromático, tal como el Señor se lo había ordenado.

28 Después Moisés colgó la cortina para la entrada del santuario;

29 luego puso el altar de los holocaustos a la entrada del santuario, la tienda del encuentro, y en él, como ofrendas, quemó animales y cereales, tal como el Señor se lo había ordenado.

30 La palangana la puso entre la tienda del encuentro y el altar, y la llenó de agua, para lavarse.

31 De allí tomaban agua Moisés, y Aarón y sus hijos, para lavarse las manos y los pies.

32 Se lavaban cuando entraban en la tienda del encuentro y cuando se acercaban al altar, tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

33 Finalmente, Moisés instaló el atrio alrededor del santuario y el altar, y colgó la cortina de la entrada del atrio. Al terminar Moisés la construcción,

34 la nube cubrió la tienda del encuentro, y la gloria del Señor llenó el santuario.

35 Moisés no podía entrar en la tienda del encuentro, porque la nube se había asentado sobre ella y la gloria del Señor llenaba el santuario.

36 Cuando la nube se levantaba de encima del santuario, los israelitas levantaban el campamento y seguían su camino;

37 pero si no se levantaba la nube, tampoco ellos levantaban el campamento, sino que esperaban hasta que la nube se levantase.

38 A lo largo de todo el viaje de los israelitas, y a la vista de todos ellos, la nube del Señor estaba sobre el santuario durante el día, y durante la noche había un fuego sobre él.