1 Estos son los dichos del Predicador, hijo de David, que reinó en Jerusalén. ¡Vana ilusión, vana ilusión! ¡Todo es vana ilusión!
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3 ¿Qué provecho saca el hombre de tanto trabajar en este mundo?
4 Unos nacen, otros mueren, pero la tierra jamás cambia.
5 Sale el sol, se oculta el sol, y vuelve pronto a su lugar para volver a salir.
6 Sopla el viento hacia el sur y gira luego hacia el norte. ¡Gira y gira el viento! ¡Gira y vuelve a girar!
7 Los ríos van todos al mar, pero el mar nunca se llena; y vuelven los ríos a su origen para recorrer el mismo camino.
8 No hay nadie capaz de expresar cuánto aburren todas las cosas; nadie ve ni oye lo bastante para quedar satisfecho.
9 Nada habrá que antes no haya habido; nada se hará que antes no se haya hecho. ¡Nada hay nuevo debajo del sol!
10 Nunca faltará quien diga: “¡Esto sí que es nuevo!” Pero aun eso ya ha existido siglos antes de nosotros.
11 Las cosas pasadas han caído en el olvido, y en el olvido caerán las cosas futuras entre los que vengan después.
12 Yo, el Predicador, fui rey de Israel en Jerusalén,
13 y me entregué de lleno a investigar y estudiar con sabiduría todo lo que se hace en este mundo. ¡Qué carga tan pesada ha puesto Dios sobre los hombres para humillarlos con ella!
14 Y pude darme cuenta de que todo lo que se hace en este mundo es vana ilusión, es querer atrapar el viento.
15 ¡No se puede enderezar lo torcido ni hacer cuentas con lo que no se tiene!
16 Entonces me dije a mí mismo: “Aquí estoy yo, hecho un gran personaje, más sabio que cuantos antes de mí reinaron en Jerusalén; entregado por completo a profundizar en la sabiduría y el conocimiento y en la estupidez y la necedad, tan solo para darme cuenta de que también esto es querer atrapar el viento.”
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18 En realidad, a mayor sabiduría, mayores molestias; cuanto más se sabe, más se sufre.
1 También me dije a mí mismo: “Ahora voy a hacer la prueba de divertirme; me daré buena vida.” ¡Pero hasta eso resultó vana ilusión!
2 Y concluí que la risa es locura y el placer de nada sirve.
3 Con mi mente bajo el control de la sabiduría quise probar el estímulo del vino, y me di a él para saber si eso es lo que más le conviene al hombre durante sus contados días en este mundo.
4 Realicé grandes obras, me construí palacios y tuve mis propias viñas.
5 Cultivé mis huertos y jardines, y planté toda suerte de árboles frutales.
6 Construí albercas para el riego de los árboles plantados;
7 compré esclavos y esclavas, y aun tuve criados nacidos en mi casa; también tuve más vacas y ovejas que cualquiera otro antes de mí en Jerusalén.
8 Junté montones de oro y plata, tesoros que antes fueron de otros reyes y de otras provincias. Tuve cantores y cantoras, placeres humanos y concubina tras concubina.
9 Fui un gran personaje, y llegué a tener más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. Además de eso, la sabiduría no me abandonaba.
10 Nunca me negué ningún deseo; jamás me negué ninguna diversión. Gocé de corazón con todos mis trabajos, y ese gozo fue mi recompensa.
11 Me puse luego a considerar mis propias obras y el trabajo que me había costado realizarlas, y me di cuenta de que todo era vana ilusión, un querer atrapar el viento, y de que no hay nada de provecho en este mundo.
12 Después me puse a reflexionar sobre la sabiduría, la estupidez y la necedad: ¿qué más podrá hacer el que reine después de mí, sino lo que ya antes ha sido hecho?
13 Y encontré que es más provechosa la sabiduría que la necedad, como también es más provechosa la luz que la oscuridad.
14 El sabio usa bien los ojos, pero el necio anda a oscuras. Sin embargo, me di cuenta de que a todos les espera lo mismo,
15 y me dije: “Lo que le espera al necio también me espera a mí, así que de nada me sirve tanta sabiduría. ¡Hasta eso es vana ilusión!
16 Porque nunca se acordará nadie del sabio ni del necio; con el correr del tiempo se olvida todo, y sabios y necios mueren por igual.”
17 Llegué a odiar la vida, pues todo lo que se hace en este mundo resultaba en contra mía. Realmente, todo es vana ilusión, ¡es querer atrapar el viento!
18 Llegué a odiar también todo el trabajo que había realizado en este mundo, pues todo ello tendría que dejárselo a mi sucesor.
19 Y una cosa era segura: que él, ya fuera sabio o necio, se adueñaría de cuanto, con tanto trabajo y sabiduría, logré alcanzar en este mundo. ¡Y esto también es vana ilusión!
20 Al ver lo que yo había hecho en este mundo, lamenté haber trabajado tanto,
21 pues hay quien pone sabiduría, conocimientos y experiencia en su trabajo, tan sólo para dejárselo todo a quien no trabajó para obtenerlo. ¡Y también esto es vana ilusión y una gran injusticia!
22 En fin, ¿qué saca el hombre de tanto trabajar y preocuparse en este mundo?
23 Toda su vida es de sufrimientos, es una carga molesta; ni siquiera de noche descansa su mente. ¡Y esto también es vana ilusión!
24 Lo mejor que puede hacer el hombre es comer, beber y disfrutar del fruto de su trabajo, pues he encontrado que también esto viene de parte de Dios.
25 Porque, ¿quién puede comer o gozar, si no es por él?
26 De hecho, Dios da sabiduría, conocimiento y alegría a quien él mira con buenos ojos; pero al que peca, le deja la carga de prosperar y amontonar tesoros para luego dárselos a quien él mira con buenos ojos. ¡También esto es vana ilusión y querer atrapar el viento!
1 En este mundo todo tiene su hora. Hay una momento para todo cuanto ocurre:
2 Un momento para nacer y un momento para morir. Un momento para plantar y un momento para arrancar.
3 Un momento para matar y un momento para sanar. Un momento para destruir y un momento para edificar.
4 Un momento para llorar y un momento para reir. Un momento para el duelo y un momento para la fiesta.
5 Un momento para lanzar piedras y un momento para recogerlas. Un momento para abrazarse y un momento para separarse.
6 Un momento para intentar y un momento para desistir. Un momento para guardar y un momento para desechar.
7 Un momento para rasgar y un momento para coser. Un momento para callar y un momento para hablar.
8 Un momento para amar y un momento para odiar. Un momento para la guerra y un momento para la paz.
9 ¿Qué provecho saca el hombre de tanto trabajar?
10 Me doy cuenta de la carga que Dios ha puesto sobre los hombres para humillarlos con ella.
11 Él, en el momento preciso, todo lo hizo hermoso; puso además en la mente humana la idea de lo infinito, aun cuando el hombre no alcanza a comprender en toda su amplitud lo que Dios ha hecho y lo que hará.
12 Yo sé que lo mejor que puede hacer el hombre es divertirse y disfrutar de la vida,
13 pues si comemos, bebemos y contemplamos los beneficios de nuestro trabajo es porque Dios nos lo ha concedido.
14 Y también sé que todo lo que Dios ha hecho permanecerá para siempre. No hay nada que añadir ni nada que quitar; Dios lo ha hecho así para que delante de él se guarde reverencia.
15 Nada existe que no haya existido antes, y nada existirá que no exista ya. Dios hace que el pasado se repita.
16 He podido ver también que en este mundo hay corrupción y maldad donde debiera haber justicia y rectitud.
17 Por lo tanto, digo que Dios juzgará al hombre honrado y al malvado, porque hay un momento para todo lo que ocurre y para todo lo que se hace.
18 También digo, en cuanto a la conducta humana, que Dios está poniendo a prueba a los hombres para que se den cuenta de que también ellos son como animales.
19 En realidad, hombres y animales tienen el mismo destino: unos y otros mueren por igual, y el aliento de vida es el mismo para todos. Nada de más tiene el hombre que el animal: todo es vana ilusión
20 y todos paran en el mismo lugar. Del polvo fueron hechos todos, y al polvo todos volverán.
21 ¿Quién puede asegurar que el espíritu del hombre sube a las alturas de los cielos y que el espíritu del animal baja a las profundidades de la tierra?
22 Me he dado cuenta de que no hay nada mejor para el hombre que disfrutar de su trabajo, pues eso es lo que le ha tocado, ya que nadie lo traerá a que vea lo que habrá de ocurrir después de su muerte.
1 Dirigí luego mi atención a los actos de opresión que se cometen en este mundo. Vi que los oprimidos lloran, y no hay quien los consuele; sus opresores les hacen violencia, y no hay quien los consuele.
2 Por eso consideré más felices a los que ya han muerto que a los que aún viven;
3 aunque en mejores condiciones que estos dos están los que aún no han nacido, pues todavía no han visto la maldad que se comete en este mundo.
4 Vi también que el mucho trabajar y el éxito en una empresa provocan la envidia de unos contra otros, y esto también es vana ilusión y querer atrapar el viento.
5 La gente dice: “El necio se cruza de brazos y se destruye a sí mismo”,
6 pero yo digo: “Más vale un puñado de descanso que dos de fatiga por querer atrapar el viento.”
7 Al volverme hacia otro lado vi otra vana ilusión en este mundo:
8 un hombre solo, sin amigos ni hijos ni hermanos, que jamás se toma un momento de reposo y que nunca se cansa de contemplar sus riquezas ni se pregunta: “¿Y para quién trabajo tanto? ¿Para qué me niego el bienestar?” Pues también esto es vana ilusión y una pesada carga.
9 Más valen dos que uno, pues mayor provecho obtienen de su trabajo.
10 Y si uno de ellos cae, el otro lo levanta. ¡Pero ay del que cae estando solo, pues no habrá quien lo levante!
11 Además, si dos se acuestan juntos, uno a otro se calientan; pero uno solo, ¿cómo va a entrar en calor?
12 Uno solo puede ser vencido, pero dos podrán resistir. Además, la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente.
13 Por otra parte, más vale el joven pobre pero sabio que el rey viejo pero necio, porque este ya no admite consejos.
14 Aunque el joven que reine en lugar de aquel rey haya llegado de la cárcel al trono o haya subido de la pobreza al reinado, veo que la gente de este mundo le dará su apoyo.
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16 Y sin embargo, aunque esa gente sobre la cual ha de reinar sea en número incontable, ni a ella ni a quienes vengan después los dejará satisfechos. Y también esto es vana ilusión y querer atrapar el viento.
1 Cuando vayas al templo de Dios, cuida tu conducta: en vez de ofrecer sacrificios como la gente tonta que no se da cuenta de que hace mal, acércate dispuesto a obedecer.
2 No te apresures, ni de labios ni de pensamiento, a hacer promesas a Dios, pues Dios está en el cielo y tú en la tierra. Por eso, habla lo menos que puedas,
3 porque por mucho pensar se tienen pesadillas, pero por mucho hablar se dicen tonterías.
4 Cuando hagas una promesa a Dios, no tardes en cumplirla, porque a él no le agradan los necios. Cumple lo que prometes,
5 pues vale más no prometer, que prometer y no cumplir.
6 No permitas que tus labios te hagan pecar, ni luego digas ante el enviado de Dios que lo hiciste por error. ¿Por qué hacer que Dios se enoje por lo que dices y destruya lo que has hecho?
7 Por lo tanto, en medio de tantas pesadillas y de tantas palabras y cosas sin sentido, tú debes mostrar reverencia a Dios.
8 No te sorprendas si en algún país ves que se oprime al pobre y que se hace violencia a la justicia y al derecho, porque a un alto oficial le encubre otro más alto, y oficiales aún más altos encubren a los otros dos.
9 ¡Y a eso se le llama progreso del país y estar el rey al servicio del campo!
10 El amante del dinero, siempre quiere más; el amante de las riquezas, nunca cree tener bastante. Esto es también vana ilusión,
11 porque cuanto más se tiene, más se gasta. ¿Y qué se gana con tener, aparte de contemplar lo que se tiene?
12 El que trabaja, coma poco o mucho, siempre duerme a gusto; al rico, en cambio, sus riquezas no le dejan dormir.
13 Una cosa realmente lamentable he visto en este mundo: que el amontonar riquezas va en perjuicio de su dueño,
14 pues un mal negocio puede acabar con toda esa riqueza, y si él tiene un hijo, ya no tendrá después nada que dejarle.
15 Y tal como vino a este mundo, así se irá: tan desnudo como al nacer y sin poder llevarse nada del fruto de su trabajo.
16 Eso es de veras lamentable: que tal como vino al mundo, así también se irá. ¿Y qué sacó de tanto trabajar en vano?
17 Para colmo, toda su vida se la pasó en tinieblas, y con muchas molestias, dolores y resentimientos.
18 He encontrado que lo mejor y más agradable es comer, beber y gozar del fruto de tanto trabajar en este mundo durante la corta vida que Dios nos da, pues eso es lo que nos ha tocado.
19 Por otra parte, a todo aquel a quien Dios da abundantes riquezas, le da también la facultad de comer de ellas y de tomar lo que le corresponde, pues el disfrutar de tanto trabajo viene de parte de Dios.
20 Y como Dios le llena de alegría el corazón, no se preocupa mucho por el curso de su vida.
1 En este mundo hay otro mal muy común entre los hombres, según he podido ver:
2 Dios da a algunos abundantes riquezas y esplendor, y nunca les falta nada de lo que desean; pero no les permite gozar de todo ello, sino que otros lo disfrutan. ¡Esto es también una ilusión vana y realmente lamentable!
3 Un hombre puede tener cien hijos y vivir muchos años: pues bien, yo sostengo que por mucho que él viva, si no disfruta cabalmente de lo bueno y si ni siquiera recibe sepultura, un niño abortado vale más que él.
4 Pues aunque ese niño se pierda en la nada, en la oscuridad, donde su nombre quedará ignorado,
5 y aunque no llegue a ver el sol ni a saber nada, al menos tendrá más descanso que aquel hombre
6 que podría vivir dos mil años y no disfrutar jamás de sus bienes. Y a fin de cuentas, ¡todos van al mismo lugar!
7 El hombre trabaja y trabaja para comer, pero nunca queda satisfecho.
8 ¿Qué tiene el sabio que no tenga el necio, a no ser sus conocimientos para hacer frente a la vida?
9 Vale más aquello que uno ve, que aquello que se imagina. Pero también esto es vana ilusión, es querer atrapar el viento.
10 Lo que ahora existe, hace mucho que recibió su nombre, y se sabe cuál es. Nadie puede luchar con quien es más poderoso que él.
11 Una cosa es cierta: donde abundan las palabras, abundan también los disparates, y nada se gana con ello.
12 De hecho, nadie sabe lo que es mejor para el hombre durante los contados días de esta vana ilusión que es su vida. Sus días pasarán como una sombra, ¿y quién podrá decirle lo que ha de ocurrir en este mundo después de su muerte?
1 Vale más la buena fama que el buen perfume. Vale más el día en que se muere que el día en que se nace.
2 Vale más ir a un funeral que ir a divertirse, pues la muerte es el fin de todo hombre, y los que viven debieran recordarlo.
3 Vale más llorar que reir, pues podrá hacerle mal al semblante pero le hace bien al corazón.
4 El sabio piensa en la muerte, pero el necio, en ir a divertirse.
5 Vale más oir reprensiones de sabios que alabanzas de necios.
6 Las risas del necio se parecen al crujir de las zarzas en el fuego, y también son vana ilusión.
7 La violencia entorpece al sabio y el soborno corrompe su carácter.
8 Vale más terminar un asunto que comenzarlo. Vale más ser paciente que valiente.
9 No te dejes llevar por el enojo, porque el enojo es propio de gente necia.
10 Nunca te preguntes por qué todo tiempo pasado fue mejor, pues no es una pregunta inteligente.
11 Buena y provechosa es la sabiduría para los que viven en este mundo, si además va acompañada de una herencia.
12 Porque la sabiduría protege lo mismo que el dinero, pero la sabiduría tiene la ventaja de darle vida al sabio.
13 Fíjate bien en lo que Dios ha hecho: ¿quién podrá enderezar lo que él ha torcido?
14 Cuando te vaya bien, disfruta del bienestar; pero cuando te vaya mal, ponte a pensar que lo uno y lo otro son cosa de Dios, y que el hombre nunca sabe qué ha de traerle el futuro.
15 Durante esta vana ilusión que es la vida, he visto hombres buenos que mueren a pesar de su bondad, y malvados que a pesar de su maldad viven muchos años.
16 No hay que pasarse de bueno ni tampoco pasarse de listo. ¿Para qué arruinarse uno mismo?
17 No hay que pasarse de malo ni tampoco pasarse de tonto. ¿Para qué morir antes de tiempo?
18 Lo mejor es agarrar bien esto sin soltar de la mano aquello. El que honra a Dios saldrá bien de todas estas cosas.
19 Da más fuerza la sabiduría al sabio, que diez gobernantes a una ciudad.
20 Sin embargo, nadie en la tierra es tan perfecto que haga siempre el bien y nunca peque.
21 No hagas caso de todo lo que se dice, y así no oirás cuando tu siervo hable mal de ti.
22 Aunque también tú, y lo sabes muy bien, muchas veces has hablado mal de otros.
23 Todo esto lo examiné con sabiduría, pues me había propuesto ser sabio; pero estaba fuera de mi alcance.
24 ¡Fuera de mi alcance está todo lo que existe! ¡Es demasiado profundo y nadie puede comprenderlo!
25 Me dediqué entonces a adquirir conocimientos, y a estudiar y buscar algunas sabias conclusiones. Y pude darme cuenta de que es malo ser necio, y una locura ser estúpido.
26 He encontrado algo más amargo que la muerte: la mujer que tiende trampas con el corazón y aprisiona con los brazos. El que agrada a Dios escapará de ella, pero el pecador caerá en sus redes.
27 En mi intento por encontrar la razón de las cosas, yo, el Predicador, he descubierto
28 que todavía no he dado con lo que realmente busco. He hallado un hombre entre mil, pero ni una sola mujer entre todas.
29 Lo que he encontrado es que Dios hizo perfecto al hombre, pero el hombre se ha complicado la vida.
1 ¿Quién puede compararse al sabio? ¿Quién conoce el sentido de las cosas? La sabiduría ilumina la cara del hombre, y hace que cambie su duro semblante.
2 Cumple las órdenes del rey, pues así lo has jurado ante Dios.
3 No salgas de su presencia con demasiada prisa. No tomes parte en asuntos malvados, porque él puede hacer lo que se le antoje.
4 La palabra del rey tiene autoridad final, y nadie puede pedirle cuenta de sus actos.
5 Al que cumple una orden no le pasará nada malo, y el que es sabio entiende cuándo y cómo debe cumplirla.
6 En realidad, hay un momento y un modo de hacer todo lo que se hace, pero el gran problema del hombre
7 es que nunca sabe qué va a suceder ni hay nadie que se lo pueda advertir.
8 No hay quien tenga poder sobre la vida, como para retenerla, ni hay tampoco quien tenga poder sobre la muerte. No hay quien escape de esta batalla. Al malvado no lo salvará su maldad.
9 Todo esto he visto al entregarme de lleno a conocer lo que se hace en este mundo y el poder que el hombre tiene de hacer daño a sus semejantes.
10 También he visto que a gente malvada que se mantuvo alejada del lugar santo, la alaban el día de su entierro; y en la ciudad donde cometió sus maldades, nadie después las recuerda. Y esto no tiene sentido,
11 porque el no ejecutarse en seguida la sentencia para castigar la maldad trae consigo que el hombre piense solamente en hacer lo malo.
12 ¡Y así resulta que el que peca y sigue pecando, vive muchos años! (Lo que yo sabía es que a quienes honran a Dios y guardan reverencia ante él, les va bien;
13 y que, por el contrario, a los malvados les va mal y su vida pasa como una sombra, porque no muestran reverencia ante Dios.)
14 Por eso se da en este mundo el caso inexplicable de hombres buenos que sufren como si fueran malos, y hombres malos que gozan como si fueran buenos. ¡Yo digo que esto tampoco tiene sentido!
15 Por eso me declaro a favor de la alegría. Y lo mejor que puede hacer el hombre en este mundo es comer, beber y divertirse, porque eso es lo único que le queda de su trabajo en los días de vida que Dios le da en este mundo.
16 Mientras más me entregué a aprender, a saber y a observar todo lo que se hace en este mundo –llega un momento en que no puede uno dormir a ninguna hora–,
17 más cuenta me di de que el hombre no puede comprender lo que Dios hace ni lo que ocurre en este mundo. Por más que luche buscando la respuesta, no la encontrará; aun cuando el sabio diga conocerla, en realidad no ha logrado encontrarla.
1 A todo esto me he entregado de lleno, tan solo para descubrir que las obras de buenos y de sabios están en las manos de Dios. Nada sabe el hombre del amor ni del odio, aun cuando los tenga ante sus ojos.
2 Al fin y al cabo, a todos les espera lo mismo: al justo y al injusto, al bueno y al malo, al puro y al impuro, al que ofrece sacrificios y al que no los ofrece; lo mismo al bueno que al pecador, al que hace juramentos y al que no los hace.
3 Esto es lo malo de cuanto pasa en este mundo: que a todos les espera lo mismo. Por otra parte, el pensamiento del hombre está lleno de maldad; la estupidez domina su mente durante toda su vida, y a fin de cuentas, ¡al cementerio!
4 Tiene más esperanza aquel a quien se concede seguir viviendo, pues vale más perro vivo que león muerto.
5 Además, los que viven saben que han de morir, pero los muertos no saben nada ni ganan nada, porque se les echa en el olvido.
6 Allí terminan su amor, su odio y sus pasiones, y nunca más vuelven a tomar parte en nada de lo que se hace en este mundo.
7 ¡Vamos, pues! Disfruta del pan que comes y goza del vino que bebes, porque a Dios le han agradado tus acciones.
8 Vístete siempre con ropas blancas; ponte siempre perfume en la cabeza.
9 Goza de la vida con la mujer amada, cada instante de esta vida sin sentido que Dios te ha dado en el mundo. ¡Éso sacarás de trabajar y fatigarte tanto debajo del sol!
10 Y todo lo que esté en tu mano hacer, hazlo con el mayor empeño; porque en el sepulcro, a donde al fin irás a parar, no se hace ni se piensa nada, no hay conocimientos ni sabiduría.
11 En este mundo he visto algo más: que no son los veloces quienes ganan la carrera ni los valientes quienes ganan la batalla; que no siempre los sabios tienen pan ni los inteligentes son ricos ni los instruidos son bien recibidos. Todos dependen de un momento de suerte.
12 Por otra parte, nunca sabe nadie cuándo le llegará su hora: así como los peces quedan atrapados en la red y las aves en la trampa, así también el hombre, cuando menos lo espera, se ve atrapado en un mal momento.
13 También he visto en este mundo algo que me parece encerrar una gran enseñanza:
14 una ciudad pequeña, con pocos habitantes, es atacada por un rey poderoso que levanta alrededor de ella una gran maquinaria de ataque.
15 Y en la ciudad vive un hombre pobre, pero sabio, que con su sabiduría podría salvar a la ciudad, ¡y nadie se acuerda de él!
16 Yo afirmo, sin embargo, que más vale ser sabio que valiente, aunque la sabiduría del hombre pobre no sea tenida en cuenta ni se preste atención a lo que dice.
17 Más se oyen las palabras tranquilas de los sabios que el griterío del rey de los necios.
18 Vale más la sabiduría que las armas de guerra. Un solo error causa grandes destrozos.
1 Una mosca muerta apesta y echa a perder el buen perfume. Cuenta más la tontería más ligera que la sabiduría más respetable.
2 La mente del sabio se inclina al bien, pero la del necio se inclina al mal.
3 El necio, en todo lo que hace muestra la pobreza de sus ideas, aun cuando vaya diciendo que los necios son los demás.
4 Si el que gobierna se enoja contigo, no pierdas la cabeza; el remedio para los grandes errores es tomar las cosas con calma.
5 Me he dado cuenta de un error que se comete en este mundo y que tiene su origen en los propios gobernantes:
6 que al necio se le da un alto cargo, mientras que la gente que vale ocupa puestos humildes.
7 He visto esclavos que van a caballo, y príncipes que caminan a pie como si fueran esclavos.
8 El que cava el hoyo, en él se cae. Al que rompe el muro, le muerde la serpiente.
9 El que labra piedras, con ellas se hiere. El que parte leña corre el riesgo de cortarse.
10 Si el hacha se embota y no se la vuelve a afilar, habrá que golpear con más fuerza. Vale más hacer las cosas bien y con sabiduría.
11 ¿De qué sirve un encantador, si la serpiente muerde antes de ser encantada?
12 Las palabras del sabio le atraen simpatías, pero las del necio son su propia ruina:
13 comienza diciendo puras tonterías y acaba diciendo las peores estupideces.
14 ¡Al necio no le faltan las palabras! ¿Quién puede decir lo que ha de suceder, si nadie sabe nada del futuro?
15 Tanto se mata el necio trabajando, que no sabe ni el camino a la ciudad.
16 ¡Ay del país que tiene por rey a un chiquillo, y en el que sus príncipes amanecen en banquetes!
17 ¡Dichoso el país que tiene un rey honorable, y en el que los gobernantes comen a la hora debida, para reponer sus fuerzas y no para emborracharse!
18 Al holgazán se le cae el techo; al que no hace nada, toda la casa.
19 El pan es para disfrutarlo, y el vino, para gozar de la vida; mas para eso hace falta dinero.
20 No critiques al rey ni siquiera con el pensamiento. No hables mal del rico, aunque estés a solas, porque las aves vuelan y pueden ir a contárselo.
1 Echa tu pan al agua; al cabo de algún tiempo lo encontrarás.
2 Comparte lo que tienes lo mejor que puedas, pues no sabes el mal que puede venir sobre el país.
3 Si las nubes están cargadas, la lluvia cae sobre la tierra. Caiga el árbol al norte o caiga el árbol al sur, en el lugar donde caiga allí se quedará.
4 El que mira al viento no siembra; el que mira a las nubes no cosecha.
5 Así como no sabes por dónde va el viento ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, tampoco sabes nada de lo que hace Dios, creador de todas las cosas.
6 Siembra tu semilla por la mañana y siémbrala también por la tarde, porque nunca se sabe qué va a resultar mejor, si la primera siembra o la segunda, o si las dos prosperarán.
7 Muy agradable es la luz, y es bueno que los ojos vean el sol;
8 pero aunque uno viva muchos años y disfrute de todos ellos, debe recordar que los días de oscuridad serán muchos y que todo lo que está por venir es vana ilusión.
9 Diviértete, joven, ahora que estás lleno de vida; disfruta de lo bueno ahora que puedes. Déjate llevar por los impulsos de tu corazón y por todo lo que ves, pero recuerda que de todo ello Dios te pedirá cuentas.
10 Aleja de tu mente las preocupaciones y echa fuera de ti el sufrimiento, porque aun los mejores días de la juventud son vana ilusión.
1 Acuérdate de tu Creador ahora que eres joven y que aún no han llegado los tiempos difíciles; ya vendrán años en que digas: “No me trae ningún placer vivirlos.”
2 Hazlo ahora, cuando aún no se apaga la luz del sol, de la luna y de las estrellas, y cuando aún hay nubes después de la lluvia.
3 Llegará un día en que tiemblen los guardianes del palacio y se doblen los valientes; quedarán tan pocas molineras, que dejarán de moler; las que miran a través de la ventana comenzarán a perder la vista.
4 Cuando llegue ese día, se cerrarán las puertas que dan a la calle; el ruido del molino se irá apagando; las aves dejarán oir su canto, pero las canciones dejarán de oirse;
5 la altura causará miedo, y en el camino habrá peligros. El almendro comenzará a florecer, la langosta resultará una carga y la alcaparra no servirá para nada. Pues el hombre va a su hogar eterno, y en la calle se escucha ya a los que lloran su muerte.
6 Acuérdate de tu Creador ahora, cuando aún no se ha roto el cordón de plata ni se ha hecho pedazos la olla de oro; ahora, cuando aún no se ha roto el cántaro a la orilla de la fuente ni se ha hecho pedazos la polea del pozo.
7 Después de eso, el polvo volverá a la tierra, como antes fue, y el espíritu volverá a Dios, que es quien lo dio.
8 Yo, el Predicador, repito: ¡Vana ilusión, vana ilusión! ¡Todo es vana ilusión!
9 Cuanto más sabio llegó a ser el Predicador, más conocimientos comunicó a la gente. También se dio a la tarea de estudiar gran número de proverbios y clasificarlos en su debido orden.
10 Hizo todo lo posible por encontrar las palabras más adecuadas para escribir convenientemente dichos verdaderos.
11 Los dichos de los sabios son como aguijones, y una vez reunidos en colecciones son como estacas bien clavadas, puestas por un solo pastor.
12 Lo que uno saca de ellos son grandes advertencias. El escribir muchos libros no tiene fin, y el mucho estudio cansa.
13 El discurso ha terminado. Ya todo está dicho. Honra a Dios y cumple sus mandamientos, porque eso es el todo del hombre.
14 Dios nos pedirá cuentas de cada uno de nuestros actos, sean buenos o malos, y aunque los hayamos hecho en secreto.