1.

1 Hubo un varón en tierra de Uz, llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, y temeroso de Dios, y apartado del mal.

2 Y le nacieron siete hijos y tres hijas.

3 Y su hacienda era siete mil ovejas, y tres mil camellos, y quinientas yuntas de bueyes, y quinientas asnas, y muchísimos criados; y era aquel varón grande más que todos los orientales.

4 E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban a llamar a sus tres hermanas, para que comiesen y bebiesen con ellos.

5 Y acontecía que, habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Por ventura habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado a Dios en sus corazones. De esta manera hacía Job todos los días.

6 Y un día vinieron los hijos de Dios a presentarse delante del SEÑOR, entre los cuales vino también Satanás.

7 Y dijo el SEÑOR a Satanás: ¿De dónde vienes? Y respondiendo Satanás al SEÑOR, dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.

8 Y el SEÑOR dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios, y apartado de mal?

9 Y respondiendo Satanás al SEÑOR, dijo: ¿Teme Job a Dios de balde?

10 ¿No le has tú cercado a él, y a su casa, y a todo lo que tiene en derredor? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto su hacienda ha crecido sobre la tierra.

11 Mas extiende ahora tu mano, y toca todo lo que tiene, y verás si no te blasfema en tu rostro.

12 Y dijo el SEÑOR a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante del SEÑOR.

13 Y un día aconteció que sus hijos e hijas comían y bebían vino en casa de su hermano el primogénito,

14 y vino un mensajero a Job, que le dijo: Estaban arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos,

15 y acometieron los sabeos, y los tomaron, e hirieron a los criados a filo de espada; solamente escapé yo para traerte las nuevas.

16 Aun estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y los criados, y los consumió; solamente escapé yo para traerte las nuevas.

17 Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los caldeos hicieron tres escuadrones, y dieron sobre los camellos, y los tomaron, e hirieron a los criados a filo de espada; y solamente escapé yo para traerte las nuevas.

18 Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito;

19 y he aquí un gran viento que vino del lado del desierto, e hirió las cuatro esquinas de la casa, y cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para traerte las nuevas.

20 Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y trasquiló su cabeza, y cayendo en tierra adoró;

21 y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo tornaré allá. El SEÑOR dio, y el SEÑOR quitó; sea el nombre del SEÑOR bendito.

22 En todo esto no pecó Job, ni atribuyó locura a Dios.

2.

1 Y otro día aconteció que vinieron los hijos de Dios para presentarse delante del SEÑOR, y vino también entre ellos Satanás compareciendo delante del SEÑOR.

2 Y dijo el SEÑOR a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondió Satanás al SEÑOR, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.

3 Y el SEÑOR dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado de mal, y que aún retiene su perfección, habiéndome tú incitado contra él, para que lo arruinara sin causa?

4 Y respondiendo Satanás dijo al SEÑOR: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su alma.

5 Mas extiende ahora tu mano, y tócalo a él mismo, y a su carne, y verás si no te blasfema en tu rostro.

6 Y el SEÑOR dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida.

7 Y salió Satanás de delante del SEÑOR, e hirió a Job de una maligna sarna desde la planta de su pie hasta la coronilla de su cabeza.

8 Y tomaba una teja para rascarse con ella, y estaba sentado en medio de ceniza.

9 Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu simplicidad? Blasfema a Dios, y muérete.

10 Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las locas, has hablado. Está bien: recibimos el bien de Dios, ¿y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.

11 Y tres amigos de Job, Elifaz temanita, y Bildad suhita, y Zofar naamatita, luego que oyeron todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque habían concertado de venir juntos a condolerse de él, y a consolarle.

12 Los cuales alzando los ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron a voz en grito; y cada uno de ellos rasgó su manto, y esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo.

13 Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que el dolor era muy grande.

3.

1 Después de esto abrió Job su boca, y maldijo su día.

2 Y exclamó Job, y dijo:

3 Perezca el día en que yo fui nacido, y la noche que dijo: Varón es concebido.

4 Aquel día fuera tinieblas, y Dios no curara de él desde arriba, ni claridad resplandeciera sobre él.

5 Aféenlo tinieblas y sombra de muerte; reposara sobre él nublado, que lo hiciera horrible como día caluroso.

6 Aquella noche ocupara oscuridad, ni fuera contada entre los días del año, ni viniera en el número de los meses.

7 ¡Oh, si fuere aquella noche solitaria, que no viniera en ella canción!

8 Maldijéranla los que maldicen al día, los que se aparejan para levantar su llanto.

9 Las estrellas de su alba fueran oscurecidas; esperaran la luz, y no viniera , ni viera los párpados de la mañana;

10 por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba, ni escondió de mis ojos la miseria.

11 ¿Por qué no morí yo desde la matriz, o fui traspasado saliendo del vientre?

12 ¿Por qué me previnieron las rodillas? ¿Y para qué los senos que mamase?

13 Pues que ahora yaciera yo, y reposara; durmiera, y entonces tuviera reposo,

14 con los reyes y con los consejeros de la tierra, que edifican para sí los desiertos;

15 o con los príncipes que poseen el oro, que llenan sus casas de plata.

16 O ¿por qué no fui escondido como abortivo, como los pequeñitos que nunca vieron luz?

17 Allí los impíos dejaron el miedo, y allí descansaron los de cansadas fuerzas.

18 Allí también reposaron los cautivos; no oyeron la voz del exactor.

19 Allí está el chico y el grande; allí es el siervo libre de su señor.

20 ¿Por qué dio luz al trabajado, y vida a los amargos de ánimo?

21 Que esperan la muerte, y no la hay; y la buscan más que tesoros.

22 Que se alegran sobremanera, y se gozan cuando hallan el sepulcro.

23 Al hombre que no sabe por donde vaya, y que Dios lo encerró.

24 Porque antes que mi pan, viene mi suspiro; y mis gemidos corren como aguas.

25 Porque el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que temía.

26 Nunca tuve paz, nunca me aseguré, ni nunca me reposé; y me vino turbación.

4.

1 Y respondió Elifaz el temanita, y dijo:

2 Si probáremos a hablarte, te será molesto; pero ¿quién podrá detener las palabras?

3 He aquí, tú enseñabas a muchos, y las manos flacas corroborabas.

4 Al que vacilaba, enderezaban tus palabras, y las rodillas de los que arrodillaban esforzabas.

5 Mas ahora que a ti te ha venido, te es molesto; y cuando ha llegado hasta ti, te turbas.

6 ¿Es éste tu temor, tu confianza, tu esperanza, y la perfección de tus caminos?

7 Acuérdate ahora, ¿quién haya sido inocente que se perdiese? Y ¿adónde los rectos han sido cortados?

8 Como yo he visto que los que aran iniquidad y siembran injuria, la siegan.

9 Perecen por el aliento de Dios, y por el espíritu de su furor son consumidos.

10 El bramido del león, y la voz del león, y los dientes de los leoncillos son arrancados.

11 El león viejo perece por falta de presa, y los hijos del león son esparcidos.

12 El negocio también me era a mí oculto; mas mi oído ha percibido algo de ello.

13 En imaginaciones de visiones nocturnas, cuando el sueño cae sobre los hombres,

14 me sobrevino un espanto y un temblor, que estremeció todos mis huesos.

15 Y un espíritu que pasó por delante de mí, hizo que se erizara el vello de mi carne.

16 Se paró un fantasma delante de mis ojos, cuyo rostro yo no conocí, y quedo, oí que decía:

17 ¿Por ventura será el hombre más justo que Dios? ¿Será el varón más limpio que el que lo hizo?

18 He aquí que en sus siervos no confía, y en sus ángeles halló locura.

19 ¡Cuánto más en los que habitan en casas de lodo, cuyo fundamento está en el polvo, y que serán quebrantados de la polilla!

20 De la mañana a la tarde son quebrantados, y se pierden para siempre, sin haber quien lo considere.

21 ¿Su hermosura, no se pierde con ellos mismos? Mueren, y no lo saben.

5.

1 Ahora pues da voces, si habrá quien te responda; y ¿si habrá alguno de los santos a quien mires?

2 Es cierto que al loco la ira lo mata, y al codicioso consume la envidia.

3 Yo he visto al loco que echaba raíces, y en la misma hora maldije su habitación.

4 Sus hijos estarán lejos de la salud, y en la puerta serán quebrantados, y no habrá quien los libre.

5 Su mies comerán los hambrientos, y la sacarán de entre las espinas, y los sedientos beberán su hacienda.

6 Porque la iniquidad no sale del polvo, ni el castigo reverdece de la tierra.

7 Antes como las chispas se levantan para volar por el aire , así el hombre nace para la aflicción.

8 Ciertamente yo buscaría a Dios, y depositaría en él mis negocios;

9 el cual hace grandes cosas, que no hay quien las comprenda; y maravillas que no tienen cuento.

10 Que da la lluvia sobre la faz de la tierra, y envía las aguas sobre las faces de las plazas.

11 Que pone a los humildes en altura, y los enlutados son levantados a salud.

12 Que frustra los pensamientos de los astutos, para que sus manos no hagan nada.

13 Que prende a los sabios en su astucia, y el consejo de sus adversarios es entontecido.

14 De día se topan con tinieblas, y en mitad del día andan a tientas como de noche.

15 Y libra de la espada al pobre, de la boca de los impíos, y de la mano violenta.

16 Que es esperanza al menesteroso, y la iniquidad cerró su boca.

17 He aquí, que bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga; por tanto no menosprecies la corrección del Todopoderoso.

18 Porque él es el que hace la plaga, y él la ligará; el hiere, y sus manos curan.

19 En seis tribulaciones te librará, y en la séptima no te tocará el mal.

20 En el hambre te redimirá de la muerte, y en la guerra de las manos del cuchillo.

21 Del azote de la lengua serás encubierto; ni temerás de la destrucción cuando viniere.

22 De la destrucción y del hambre te reirás, y no temerás de las bestias del campo;

23 pues aun con las piedras del campo tendrás tu concierto, y las bestias del campo te serán pacíficas.

24 Y sabrás que hay paz en tu tienda; y visitarás tu morada, y no pecarás.

25 Y entenderás que tu simiente es mucha, y tus renuevos como la hierba de la tierra.

26 Y vendrás en la vejez a la sepultura, como el montón de trigo que se coge a su tiempo.

27 He aquí lo que hemos inquirido, lo cual es así: Oyelo, y juzga tú para contigo.

6.

1 Y respondió Job y dijo:

2 ¡Oh, si pesasen al justo mi queja y mi tormento, y se alzasen igualmente en balanza!

3 Porque mi tormento pesaría más que la arena del mar; y por tanto mis palabras son cortadas.

4 Porque las saetas del Todopoderoso están en mí, cuyo veneno bebe mi espíritu; y terrores de Dios me combaten.

5 ¿Acaso gime el asno montés junto a la hierba? ¿Muge el buey junto a su pasto?

6 ¿Por ventura se comerá lo desabrido sin sal? ¿O habrá gusto en la clara del huevo?

7 Las cosas que mi alma no quería tocar antes , ahora por los dolores son mi comida.

8 ¡Quién me diese que viniese mi petición, y que Dios me diese lo que espero;

9 y que quisiera Dios quebrantarme; y que soltase su mano, y me despedazase!

10 Y en esto crecería aún consolación, si me asase con dolor sin haber misericordia; no que haya contradicho las palabras santas.

11 ¿Cuál es mi fortaleza para esperar aún? ¿Y cuál mi fin para dilatar mi vida?

12 ¿Es mi fortaleza la de las piedras? O mi carne, ¿es de acero?

13 ¿No me ayudo cuanto puedo, y con todo eso el poder me falta del todo?

14 El atribulado es consolado de su compañero; pero se ha abandonado el temor del Omnipotente.

15 Mis hermanos me han mentido como arroyo; se pasaron como las riberas impetuosas,

16 que están escondidas por la helada, y encubiertas con nieve.

17 Que al tiempo del calor son deshechas, y en calentándose, desaparecen de su lugar;

18 apártanse de las sendas de su camino, suben en vano y se pierden.

19 Las miraron los caminantes de Temán, los caminantes de Saba esperaron en ellas;

20 pero fueron avergonzados por su esperanza; porque vinieron hasta ellas, y se hallaron confusos.

21 Ahora ciertamente vosotros sois como ellas; que habéis visto el tormento, y teméis.

22 ¿Os he dicho yo : Traedme, y pagad por mí de vuestra hacienda;

23 y libradme de la mano del angustiador, y redimidme del poder de los violentos?

24 Enseñadme, y yo callaré; y hacedme entender en qué he errado.

25 ¡Cuán fuertes son las palabras de rectitud! Mas ¿qué reprende el argumento de vosotros?

26 ¿No estáis pensando las palabras para reprender, y echáis al viento palabras perdidas?

27 También os arrojáis sobre el huérfano, y hacéis hoyo delante de vuestro amigo.

28 Ahora pues, si queréis, mirad en mí, y ved si mentiré delante de vosotros.

29 Tornad ahora, y no haya iniquidad; volved aún a mirar por mi justicia en esto.

30 Si hay iniquidad en mi lengua; o si mi paladar no discierne los tormentos.

7.

1 Ciertamente tiempo determinado tiene el hombre sobre la tierra, y sus días son como los días del jornalero.

2 Como el siervo anhela la sombra, y como el jornalero espera el reposo de su trabajo,

3 así poseo yo los meses de vanidad, y las noches de trabajo me dieron por cuenta.

4 Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré? Y mido la noche, y estoy harto de devaneos hasta el alba.

5 Mi carne está vestida de gusanos, y de terrones de polvo; mi piel hendida y abominable.

6 Mis días fueron más ligeros que la lanzadera del tejedor, y fenecieron sin esperanza.

7 Acuérdate que mi vida es un viento, y que mis ojos no volverán para ver el bien.

8 Los ojos de los que ahora me ven, no me verán más; tus ojos serán sobre mí, y dejaré de ser.

9 La nube se acaba, y se va; así el que desciende al sepulcro, que nunca más subirá;

10 no tornará más a su casa, ni su lugar le conocerá más.

11 Por tanto yo no reprimiré mi boca; hablaré con la angustia de mi espíritu, y me quejaré con la amargura de mi alma.

12 ¿Soy yo un mar, o dragón, que me pongas guarda?

13 Cuando digo: Mi cama me consolará, mi cama atenuará mis quejas;

14 entonces me quebrantarás con sueños, y me turbarás con visiones.

15 Y mi alma tuvo por mejor el ahogamiento, y quiso la muerte más que a mis huesos.

16 Abominé la vida ; no quiero vivir para siempre; déjame, pues, que mis días son vanidad.

17 ¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas, y que pongas sobre él tu corazón,

18 y lo visites todas las mañanas, y todos los momentos lo pruebes?

19 ¿Hasta cuándo no me dejarás, ni me soltarás hasta que trague mi saliva?

20 Si he pecado, ¿qué te haré, oh Guarda de los hombres? ¿Por qué me has puesto contrario a ti, y que a mí mismo sea pesado?

21 ¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, y si me buscares de mañana, ya no seré hallado.

8.

1 Y respondió Bildad suhita, y dijo:

2 ¿Hasta cuándo hablarás tales cosas, y las palabras de tu boca serán como un viento fuerte?

3 ¿Por ventura pervertirá Dios el derecho, o el Todopoderoso pervertirá la justicia?

4 Porque tus hijos pecaron contra él, él los echó en el lugar de su pecado.

5 Si tú de mañana buscares a Dios, y rogares al Todopoderoso;

6 si fueres limpio y derecho, cierto luego se despertará sobre ti, y hará próspera la morada de tu justicia.

7 De tal manera que tu principio habrá sido pequeño, en comparación del grande crecimiento de tu postrimería.

8 Porque pregunta ahora a la edad pasada, y disponte para inquirir de sus padres de ellos;

9 porque nosotros somos desde ayer, y no sabemos, siendo nuestros días sobre la tierra como sombra.

10 ¿Por ventura ellos no te enseñarán, te dirán, y de su corazón sacarán estas palabras?

11 ¿Crece el junco sin lodo? ¿Crece el prado sin agua?

12 Aun él en su verdor sin haber sido cortado, y antes de toda hierba se seca.

13 Tales son los caminos de todos los que olvidan a Dios; y la esperanza del impío perecerá.

14 Porque su esperanza será cortada, y su confianza es casa de araña.

15 El se apoyará sobre su casa, pero no permanecerá en pie; se asirá a ella, más no se afirmará.

16 A manera de un árbol , está verde delante del sol, y sus renuevos salen sobre su huerto;

17 se van entretejiendo sus raíces junto a una fuente, y enlazándose hasta un lugar pedregoso.

18 Si le arrancaren de su lugar, éste le negará entonces, diciendo: Nunca te vi.

19 Ciertamente este será el gozo de su camino; y de la tierra de donde se traspusiere , retoñecerán otros.

20 He aquí, Dios no aborrece al perfecto, ni toma la mano de los malignos.

21 Aun llenará tu boca de risa, y tus labios de júbilo.

22 Los que te aborrecen, serán vestidos de confusión; y la habitación de los impíos perecerá.

9.

1 Y respondió Job, y dijo:

2 Ciertamente yo conozco que es así; ¿y cómo se justificará el hombre con Dios?

3 Si quisiere contender con él, no le podrá responder a una cosa de mil.

4 El es sabio de corazón, y fuerte en fuerza, ¿quién se endureció contra él, y quedó en paz?

5 Que arranca los montes con su furor, y no conocen quién los trastornó;

6 que remueve la tierra de su lugar, y hace temblar sus columnas;

7 que manda al sol, y no sale; y sella las estrellas.

8 El solo extiende los cielos, y anda sobre las alturas del mar.

9 El que hizo la Osa, y el Orión, y las Pléyades, y los lugares secretos del mediodía;

10 el que hace cosas grandes e incomprensibles, y maravillosas, sin número.

11 He aquí que él pasará delante de mí, y yo no lo veré; y pasará, y no lo entenderé.

12 He aquí, arrebatará; ¿quién le hará restituir? ¿Quién le dirá: Qué haces?

13 Dios no tornará atrás su ira, y debajo de él se encorvan los que ayudan a la soberbia.

14 ¿Cuánto menos le responderé yo, y eligiré mis palabras con él?

15 Que aunque yo sea justo, no responderé; antes habré de rogar a mi juez.

16 Que si yo le invocase, y él me respondiese, aún no creeré que haya escuchado mi voz.

17 Porque me ha quebrado con tempestad, y ha aumentado mis heridas sin causa.

18 Que aún no me ha concedido que tome mi aliento; mas me ha llenado de amarguras.

19 Si habláramos de su potencia, fuerte por cierto es; si de su juicio, ¿quién me emplazará?

20 Si yo me justificare, me condenará mi boca; si me predicare perfecto, él me hará inicuo.

21 Si yo me predicare imperfecto, no conozco mi alma; condenaré mi vida.

22 Una cosa resta es a saber que yo diga: Al perfecto y al impío él los consume.

23 Si es azote, mate de presto, y no se ría de la prueba de los inocentes.

24 La tierra es entregada en manos de los impíos, y él cubre el rostro de sus jueces. Si no es él el que lo hace , ¿quién es? ¿Dónde está?

25 Mis días han sido más ligeros que un correo; huyeron, y nunca vieron bien.

26 Pasaron con los navíos de Ebeh; o como el águila que se arroja a la presa.

27 Si digo: Quiero olvidar mi queja, dejaré mi aburrimiento, y me esforzaré.

28 Temo todos mis trabajos; sé que no me perdonarás.

29 Si yo soy impío, ¿para qué trabajaré en vano?

30 Aunque me lave con aguas de nieve, y aunque limpie mis manos con la misma limpieza,

31 aún me hundirás en el hoyo; y mis propios vestidos me abominarán.

32 Porque no es hombre como yo, para que yo le responda, y vengamos juntamente a juicio.

33 No hay entre nosotros árbitro que ponga su mano sobre nosotros ambos.

34 Quite de sobre mí su verdugo, y su terror no me perturbe.

35 Y hablaré, y no le temeré; porque en este estado no estoy en mí.

10.

1 Mi alma es cortada en mi vida; por tanto soltaré mi queja sobre mí, y hablaré con amargura de mi alma.

2 Diré a Dios: No me condenes; hazme entender por qué pleiteas conmigo.

3 ¿Te parece bien que oprimas, y que deseches la obra de tus manos, y que resplandezcas sobre el consejo de los impíos?

4 ¿Tienes tú ojos de carne? ¿Ves tú como ve el hombre?

5 ¿Son tus días como los días del hombre, o tus años como los tiempos humanos,

6 para que inquieras mi iniquidad, y busques mi pecado,

7 sobre saber tú que no soy impío, y que no hay quien de tu mano me libre?

8 Tus manos me formaron y me compusieron todo en contorno, ¿y así me deshaces?

9 Acuérdate ahora que como a lodo me diste forma; ¿y en polvo me has de tornar?

10 ¿No me fundiste como leche, y como un queso me cuajaste?

11 Me vestiste de piel y carne, y me cubriste de huesos y nervios.

12 Vida y misericordia me concediste, y tu visitación guardó mi espíritu.

13 Y estas cosas tienes guardadas en tu corazón; yo sé que esto está cerca de ti.

14 Si pequé, ¿me acecharás, y no me limpiarás de mi iniquidad?

15 Si fuere malo, ¡ay de mí! Y si fuere justo, no levantaré mi cabeza, estando hastiado de deshonra, y de verme afligido.

16 Y vas creciendo, cazándome como león; tornando y haciendo en mí maravillas.

17 Renovando tus plagas contra mí, y aumentando conmigo tu furor, remudándose sobre mí ejércitos.

18 ¿Por qué me sacaste del vientre? Habría yo muerto, y no me vieran ojos.

19 Fuera, como si nunca hubiera sido, llevado desde el vientre a la sepultura.

20 ¿No son mis días poca cosa? Cesa pues, y déjame, para que me esfuerce un poco.

21 Antes que vaya para no volver, a la tierra de tinieblas y de sombra de muerte;

22 tierra de oscuridad, y tenebrosa sombra de muerte, donde no hay orden, y que resplandece como la misma oscuridad.

11.

1 Y respondió Zofar naamatita, y dijo:

2 ¿Las muchas palabras no han de tener respuesta? ¿Y el hombre parlero será justificado?

3 ¿Tus mentiras harán callar a los hombres? ¿Y harás escarnio, y no habrá quien te avergüence?

4 Tú dices: Mi manera de vivir es pura, y yo soy limpio delante de tus ojos.

5 Mas ¡oh, quién diera que Dios hablara, y abriera sus labios contigo,

6 y que te declarara los secretos de la sabiduría! Porque mereces dos tantos según la ley; y sabe que Dios te ha olvidado por tu iniquidad.

7 ¿Alcanzarás tú el rastro de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso?

8 Es más alto que los cielos; ¿qué harás? Es más profundo que el infierno; ¿cómo lo conocerás?

9 Su dimensión es más larga que la tierra, y más ancha que el mar.

10 Si cortare, o encerrare, o juntare, ¿quién le responderá?

11 Porque él conoce a los hombres vanos; y ve la iniquidad, ¿y no entenderá?

12 El hombre vano se hará entendido, aunque nazca como el pollino del asno montés.

13 Si tú preparares tu corazón, y extendieres a él tus manos;

14 si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, y no consintieres que more maldad en tus habitaciones;

15 entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, y serás fuerte y no temerás;

16 y olvidarás tu trabajo, y te acordarás de él como de aguas que pasaron;

17 y en mitad de la siesta se levantará bonanza; resplandecerás, y serás como la misma mañana;

18 y confiarás, que habrá esperanza; y cavarás, y dormirás seguro;

19 y te acostarás, y no habrá quien te espante; y muchos te rogarán.

20 Mas los ojos de los malos se consumirán, y no tendrán refugio; y su esperanza será agonía del alma.

12.

1 Y respondió Job, y dijo:

2 Ciertamente que vosotros sois el pueblo; y con vosotros morirá la sabiduría.

3 También tengo yo seso como vosotros; no soy yo menos que vosotros; ¿y quién habrá que no pueda decir otro tanto?

4 El que invoca a Dios, y él le responde, es burlado de su amigo; y el justo y perfecto es escarnecido.

5 La antorcha es tenida en poco en el pensamiento del próspero; la cual se aparejó contra las caídas de los pies.

6 Las tiendas de los ladrones están en paz; y los que provocan a Dios, y los que traen dioses en sus manos viven seguros.

7 Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, que ellas te enseñarán; y a las aves de los cielos, que ellas te lo mostrarán;

8 o habla a la tierra, que ella te enseñará; los peces del mar te lo declararán también .

9 ¿Qué cosa de todas éstas no entiende que la mano del SEÑOR la hizo?

10 En su mano está el alma de todo viviente, y el espíritu de toda carne humana.

11 Ciertamente el oído prueba las palabras, y el paladar gusta las viandas.

12 En los viejos está la ciencia, y en la larga edad la inteligencia.

13 Con Dios está la sabiduría y la fortaleza; suyo es el consejo y la inteligencia.

14 He aquí, él derribará, y no será edificado; encerrará al hombre, y no habrá quien le abra.

15 He aquí, él detendrá las aguas, y se secarán; él las enviará, y destruirán la tierra.

16 Con él está la fortaleza y la existencia; suyo es el que yerra, y el que hace errar.

17 El hace andar a los consejeros desnudos de consejo, y hace enloquecer a los jueces.

18 El suelta la atadura de los tiranos, y les ata el cinto a sus lomos.

19 El lleva despojados a los príncipes, y trastorna a los valientes.

20 El impide el labio a los que dicen verdad, y quita a los ancianos el consejo.

21 El derrama menosprecio sobre los príncipes, y enflaquece la fuerza de los esforzados.

22 El descubre las profundidades de las tinieblas, y saca a luz la sombra de muerte.

23 El multiplica los gentiles, y él las destruye; esparce los gentiles, y las torna a recoger.

24 El quita el seso de las cabezas del pueblo de la tierra, y les hace que se pierdan vagando sin camino;

25 que palpen las tinieblas, y no la luz; y los hace errar como borrachos.

13.

1 He aquí que todas estas cosas han visto mis ojos, y oído y entendido mis oídos.

2 Como vosotros lo sabéis, lo sé yo; no soy menos que vosotros.

3 Mas yo hablaría con el Todopoderoso, y querría disputar con Dios.

4 Que ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira; sois todos vosotros médicos nulos.

5 Ojalá callarais del todo, porque os fuera en lugar de sabiduría.

6 Oíd, pues, ahora mi disputa, y estad atentos a los argumentos de mis labios.

7 ¿Habéis de hablar iniquidad por Dios? ¿Habéis de hablar por él engaño?

8 ¿Habéis vosotros de hacerle honra? ¿Habéis de pleitear vosotros por Dios?

9 ¿Sería bueno que él os escudriñase? ¿Os burlaréis de él como quien se burla de algún hombre?

10 El os redargüirá duramente, si en lo secreto le hicieses tal honra.

11 De cierto su alteza os había de espantar, y su pavor había de caer sobre vosotros.

12 Vuestras memorias serán comparadas a la ceniza, y vuestros cuerpos como cuerpos de lodo.

13 Escuchadme, y hablaré yo, y que me venga después lo que viniere.

14 ¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes, y pondré mi alma en mi palma?

15 He aquí , aunque me matare, en él esperaré; pero defenderé delante de él mis caminos.

16 Y él mismo me será salud, porque no entrará en su presencia el impío.

17 Oíd con atención mi razón, y mi denuncia con vuestros oídos.

18 He aquí ahora, si yo me apercibiere a juicio, sé que seré justificado.

19 ¿Quién es el que pleiteará conmigo? Porque si ahora yo callara, moriría.

20 A lo menos dos cosas no hagas conmigo; y entonces no me esconderé de tu rostro:

21 Aparta de mí tu mano, y no me asombre tu terror.

22 Llama luego , y yo responderé; o yo hablaré, y respóndeme tú.

23 ¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo? Hazme entender mi prevaricación y mi pecado.

24 ¿Por qué escondes tu rostro, y me cuentas por tu enemigo?

25 ¿A la hoja arrebatada has de quebrantar? ¿Y a una arista seca has de perseguir?

26 ¿Por qué escribes contra mí amarguras, y me haces cargo de los pecados de mi juventud?

27 Pones además mis pies en el cepo, y guardas todos mis caminos, imprimiéndolo a las raíces de mis pies.

28 Siendo el hombre como carcoma que se va gastando, como vestido que se come de polilla.

14.

1 El hombre nacido de mujer, corto de días, y harto de sinsabores;

2 que sale como una flor y es cortado; y huye como la sombra, y no permanece.

3 ¿Y sobre éste abres tus ojos, y me traes a juicio contigo?

4 ¿Quién hará limpio de inmundo? Nadie.

5 Si sus días están determinados, y el número de sus meses está cerca de ti; tú le pusiste términos, de los cuales no pasará.

6 Si tú lo dejares, él dejará de ser ; entre tanto deseará, como el jornalero, su día.

7 Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; retoñecerá aún, y sus renuevos no faltarán.

8 Si se envejeciere en la tierra su raíz, y su tronco fuere muerto en el polvo,

9 al olor del agua reverdecerá, y hará copa como nueva planta.

10 Mas cuando el hombre morirá, y será cortado; y perecerá el hombre, ¿adónde estará él?

11 Las aguas del mar se fueron, y se agotó el río, se secó.

12 Así el hombre yace, y no se tornará a levantar; hasta que no haya cielo no despertarán, ni recordarán de su sueño.

13 ¡Oh quién me diera que me escondieses en la sepultura, que me encubrieras hasta apaciguarse tu ira, que me pusieses plazo, y de mí te acordaras!

14 Si el hombre muriere, ¿por ventura vivirá? Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi transformación.

15 Entonces llamarás, y yo te responderé, a la obra de tus manos desearás.

16 Pues ahora me cuentas los pasos, y no das dilación a mi pecado.

17 Tienes sellada en manojo mi prevaricación, y enmiendas a mi iniquidad.

18 Y ciertamente el monte que cae se deshace, y las peñas son traspasadas de su lugar;

19 las piedras son quebrantadas con el agua impetuosa, que se lleva el polvo de la tierra, de tal manera haces perder al hombre la esperanza.

20 Para siempre serás más fuerte que él, y él se va; demudarás su rostro, y lo enviarás.

21 Sus hijos serán honrados, y él no lo sabrá; o serán afligidos, y no entenderá de ellos.

22 Mas mientras su carne estuviere sobre él se dolerá, y su alma se entristecerá en él.

15.

1 Y respondió Elifaz temanita, y dijo:

2 ¿Por ventura el sabio responderá sabiduría ventosa, y llenará su vientre de viento solano?

3 ¿Disputará con palabras inútiles, y con razones sin provecho?

4 Tú también disipas el temor, y menoscabas la oración delante de Dios.

5 Porque tu boca declaró tu iniquidad, pues has escogido el hablar de los astutos.

6 Tu misma boca te condenará, y no yo; y tus mismos labios testificarán contra ti.

7 ¿Naciste tú primero que Adán? ¿O fuiste formado antes que los collados?

8 ¿Oíste tú por ventura el secreto de Dios, que detienes en ti solo la sabiduría?

9 ¿Qué sabes tú que no sepamos? ¿Qué entiendes que no se halle en nosotros?

10 Entre nosotros también hay cano, también hay viejo, mayor en días que tu padre.

11 ¿En tan poco tienes las consolaciones de Dios? ¿Tienes acaso alguna cosa oculta cerca de ti?

12 ¿Por qué te enajena tu corazón, y por qué guiñan tus ojos,

13 que respondas a Dios con tu espíritu, y sacas tales palabras de tu boca?

14 ¿Qué cosa es el hombre para que sea limpio, y que se justifique el nacido de mujer?

15 He aquí que en sus santos no confía, y ni los cielos son limpios delante de sus ojos,

16 ¿cuánto menos el hombre abominable y vil, que bebe la iniquidad como agua?

17 Escúchame; yo te mostraré, y te contaré lo que he visto;

18 lo que los sabios nos contaron de sus padres, y no lo encubrieron;

19 a los cuales fue dada la tierra a ellos sólos, y no pasó extraño por medio de ellos.

20 Todos los días del impío, él es atormentado de dolor, y el número de años es escondido al violento.

21 Estruendos espantosos hay en sus oídos; en la paz le vendrá quién lo asuele.

22 El no creerá que ha de volver de las tinieblas, y siempre está mirando al cuchillo.

23 Desasosegado viene a comer siempre, porque sabe que le está aparejado día de tinieblas.

24 Tribulación y angustia le asombrarán, y se esforzarán contra él como un rey apercibido para la batalla.

25 Por cuanto él extendió su mano contra Dios, y se esforzó contra el Todopoderoso,

26 él le acometerá en la cerviz, en lo grueso de las hombreras de sus escudos;

27 porque cubrió su rostro con su gordura, e hizo pliegues sobre los ijares;

28 y habitó las ciudades asoladas, las casas inhabitadas, que estaban puestas en montones.

29 No enriquecerá, ni será firme su potencia, ni extenderá por la tierra su hermosura.

30 No se escapará de las tinieblas; la llama secará sus ramas, y con el aliento de su boca perecerá.

31 No será afirmado; en vanidad yerra; por lo cual en vanidad será trocado.

32 El será cortado antes de su tiempo, y sus renuevos no reverdecerán.

33 El perderá su agraz como la vid, y derramará su flor como la oliva.

34 Porque la congregación de los hipócritas será asolada, y fuego consumirá las tiendas de soborno.

35 Concibieron dolor, y dieron a luz iniquidad; y las entrañas de ellos meditan engaño.

16.

1 Y respondió Job, y dijo:

2 Muchas veces he oído cosas como estas; consoladores molestos sois todos vosotros.

3 ¿Tendrán fin las palabras ventosas? O ¿qué es lo que te anima a responder?

4 También yo hablaría como vosotros. Deseo que vuestra alma estuviera en lugar de la mía, que yo os tendría compañía en las palabras, y sobre vosotros movería mi cabeza.

5 Pero yo os alentaría con mis palabras, y la consolación de mis labios detendría el dolor .

6 Mas si hablo, mi dolor no cesa; y si dejo de hablar , no se aparta de mí.

7 Pero ahora me ha fatigado; has tú asolado toda mi compañía.

8 me has arrugado; el testigo es mi magrez, que se levanta contra mí para testificar en mi rostro.

9 Su furor me arrebató, y me ha sido contrario; crujió sus dientes contra mí; contra mí aguzó sus ojos mi enemigo.

10 Abrieron contra mí su boca; hirieron mis mejillas con afrenta; contra mí se juntaron todos.

11 Me ha entregado Dios al mentiroso, y en las manos de los impíos me hizo temblar.

12 Próspero estaba, y me desmenuzó; y me arrebató por la cerviz, y me despedazó, y me puso por blanco suyo.

13 Me cercaron sus flecheros, partió mis riñones, y no perdonó; mi hiel derramó por tierra.

14 Me quebrantó de quebranto sobre quebranto; corrió contra mí como un gigante.

15 Yo cosí saco sobre mi piel, y cargué mi cabeza de polvo.

16 Mi rostro está enlodado con lloro, y mis párpados entenebrecidos;

17 a pesar de no haber iniquidad en mis manos, y de haber sido limpia mi oración.

18 ¡Oh tierra! No cubras mi sangre, y no haya lugar donde se esconda mi clamor.

19 Por cierto aún ahora en los cielos está mi testigo, y mi testigo en las alturas.

20 Mis disputadores son mis amigos; mas a Dios destilarán mis ojos.

21 ¡Deseo que pudiese disputar el hombre con Dios, como puede con su prójimo!

22 Mas los años contados vendrán, y yo andaré el camino por donde no volveré.

17.

1 Mi aliento está corrompido, mis días son cortados, y me está aparejado el sepulcro.

2 Ya no hay conmigo sino escarnecedores, en cuyas amarguras se detienen mis ojos.

3 Pon ahora, dame fianzas contigo; ¿quién tocará ahora mi mano?

4 Porque a éstos has tú escondido su corazón de entendimiento; por tanto, no los ensalzarás.

5 El que denuncia lisonjas a su prójimo, los ojos de sus hijos desfallezcan.

6 El me ha puesto por parábola de pueblos, y delante de ellos he sido como tamboril.

7 Y mis ojos se oscurecieron de desabrimiento, y todos mis pensamientos han sido como sombra.

8 Los rectos se maravillarán de esto, y el inocente se despertará contra el hipócrita.

9 El justo retendrá su carrera, y el limpio de manos aumentará la fuerza.

10 Pero volved todos vosotros, y venid ahora, que no hallaré entre vosotros sabio.

11 Mis días se pasaron, y mis pensamientos fueron arrancados, los designios de mi corazón.

12 Me pusieron la noche por día, y la luz se acorta delante de las tinieblas.

13 Si yo espero, el sepulcro es mi casa; en las tinieblas hice mi cama.

14 A la huesa tengo dicho: Mi padre eres tú; a los gusanos: Mi madre y mi hermano.

15 ¿Dónde pues estará ahora mi esperanza? Y mi esperanza ¿quién la verá?

16 A los rincones de la huesa descenderán, y juntamente descansarán en el polvo.

18.

1 Y respondió Bildad suhita, y dijo:

2 ¿Cuándo pondréis fin a las palabras? Entended, y después hablemos.

3 ¿Por qué somos tenidos por bestias? ¿En vuestros ojos somos viles?

4 Oh tú, que despedazas tu alma con tu furor, ¿será dejada la tierra por tu causa, y serán traspasadas de su lugar las peñas?

5 Ciertamente la luz de los impíos será apagada, y no resplandecerá la centella de su fuego.

6 La luz se oscurecerá en su tienda, y su candil se apagará sobre él.

7 Los pasos de su potencia serán acortados, y su mismo consejo lo echará a perder .

8 Porque red será echada en sus pies, y sobre red andará.

9 Lazo prenderá su calcañar; esforzará contra él los sedientos.

10 Su cuerda está escondida en la tierra, y su torzuelo sobre la senda.

11 De todas partes lo asombrarán temores, y con sus mismos pies lo ahuyentarán.

12 Su fuerza será hambrienta, y a su costilla estará aparejado quebrantamiento.

13 Comerán los ramos de su cuero, y el primogénito de la muerte tragará sus miembros.

14 Su confianza será arrancada de su tienda, y al rey de los espantos será conducido.

15 En su tienda morará como si no fuese suya; piedra de azufre será esparcida sobre su morada.

16 Abajo se secarán sus raíces, y arriba serán cortadas sus ramas.

17 Su memoria perecerá de la tierra, y no tendrá nombre por las calles.

18 De la luz será lanzado a las tinieblas, y echado fuera del mundo.

19 No tendrá hijo ni nieto en su pueblo, ni quien le suceda en sus moradas.

20 Sobre su día se espantarán los por venir, como ocupó el pavor a los que fueron antes.

21 Ciertamente tales son las moradas del impío, y éste es el lugar del que no conoció a Dios.

19.

1 Y respondió Job, y dijo:

2 ¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma, y me moleréis con palabras?

3 Ya me habéis vituperado diez veces; ¿no os avergonzáis de descomediros delante de mí?

4 Sea así que realmente haya yo errado, conmigo se quedará mi yerro.

5 Mas si vosotros os engrandeciéreis contra mí, y redarguyeres mi oprobio contra mí,

6 sabed ahora que Dios me ha derribado, y me ha envuelto en su red.

7 He aquí yo clamaré agravio, y no seré oído; daré voces, y no habrá juicio.

8 Cercó de vallado mi camino, y no pasaré; y sobre mis veredas puso tinieblas.

9 Me quitó mi honra, y quitó la corona de mi cabeza.

10 Me arrancó por todos lados, y me sequé; y ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado.

11 E hizo inflamar contra mí su furor, y me contó para sí entre sus enemigos.

12 Vinieron sus ejércitos a una, y trillaron sobre mí su camino, y asentaron campamento en derredor de mi tienda.

13 Hizo alejar de mí mis hermanos, y ciertamente mis conocidos se extrañaron de mí.

14 Mis parientes se detuvieron, y mis conocidos se olvidaron de mí.

15 Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño; forastero fui yo en sus ojos.

16 Llamé a mi siervo, y no respondió; de mi propia boca le suplicaba.

17 Mi espíritu vino a ser extraño a mi mujer, aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba.

18 Aun los muchachos me menospreciaron; levantándome, hablaban contra mí.

19 Todos mis íntimos amigos me aborrecieron; y los que yo amaba, se tornaron contra mí.

20 Mi piel y mi carne se pegaron a mis huesos; y he escapado con la piel de mis dientes.

21 Oh vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí; porque la mano de Dios me ha tocado.

22 ¿Por qué me perseguís como Dios, y no os saciáis de mis carnes?

23 ¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! ¡Quién diese que se escribieran en un libro!

24 ¡Que con cincel de hierro y con plomo fuesen en piedra esculpidas para siempre!

25 Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo;

26 y después desde esta mi piel rota, y desde mi propia carne tengo que ver a Dios.

27 Al cual yo tengo que ver por mí, y mis ojos lo han de ver, y no otro, aunque mis riñones se consuman dentro de mí.

28 Mas debierais decir: ¿Por qué lo perseguimos? Ya que la raíz del negocio en mí se halla.

29 Temed vosotros delante de la espada; porque sobreviene el furor de la espada a causa de las injusticias, para que sepáis que hay un juicio.

20.

1 Y respondió Zofar naamatita, y dijo:

2 Por cierto mis pensamientos me hacen responder, y por tanto me apresuro.

3 La reprensión de mi censura he oído, y me hace responder el espíritu de mi inteligencia.

4 ¿No sabes esto que fue siempre, desde el tiempo que fue puesto el hombre sobre la tierra,

5 que la alegría de los impíos es breve, y el gozo del hipócrita por un momento?

6 Si subiere su altura hasta el cielo, y su cabeza tocare en las nubes,

7 con su mismo estiércol perecerá para siempre; los que le hubieren visto, dirán: ¿Qué es de él?

8 Como sueño volará, y no será hallado; y se disipará como visión nocturna.

9 El ojo que le habrá visto, nunca más le vera; ni su lugar le echará más de ver.

10 Sus hijos pobres andarán rogando; y sus manos devolverán lo que él robó.

11 Sus huesos están llenos de los pecados de su juventud, y con él serán sepultados en el polvo.

12 Si el mal se endulzó en su boca, si lo ocultaba debajo de su lengua;

13 si le parecía bien, y no lo dejaba, sino que lo detenía entre su paladar;

14 su comida se mudará en sus entrañas, hiel de áspides será dentro de él.

15 Comió haciendas, mas las vomitará; de su vientre las sacará Dios.

16 Veneno de áspides chupará; lo matará lengua de víbora.

17 No verá los arroyos, las riberas de los ríos de miel y de manteca.

18 Restituirá el trabajo ajeno conforme a la hacienda que tomó; y no tragará, ni gozará.

19 Por cuanto quebrantó y desamparó a los pobres, robó casas, y no las edificó;

20 por tanto, no sentirá él sosiego en su vientre, ni escapará con su codicia.

21 No quedó nada que no comiese; por tanto su bien no será durable.

22 Cuando fuere lleno su bastimento, tendrá angustia; las manos todas de los malvados vendrán sobre él.

23 Cuando se pusiere a llenar su vientre, Dios enviará sobre él el furor de su ira, y la hará llover sobre él y sobre su comida.

24 Huirá de las armas de hierro, y el arco de acero le atravesará.

25 Desenvainará y sacará saeta de su aljaba, y relumbrante pasará por su hiel; sobre él vendrán terrores.

26 Todas tinieblas están guardadas para sus secretos; fuego no soplado lo devorará; su sucesor será quebrantado en su tienda.

27 Los cielos descubrirán su iniquidad, y la tierra se levantará contra él.

28 Los renuevos de su casa serán trasportados; serán derramados en el día de su furor.

29 Esta es la parte que Dios apareja al hombre impío, y la heredad que Dios le señala por su palabra.

21.

1 Y respondió Job, y dijo:

2 Oíd atentamente mi palabra, y sea esto por vuestros consuelos.

3 Soportadme, y yo hablaré; y después que hubiere hablado, escarneced.

4 ¿Por ventura hablo yo a algún hombre? Y si es así ¿por qué no se ha de angustiar mi espíritu?

5 Miradme, y espantaos, y poned la mano sobre la boca.

6 Aun yo mismo , cuando me acuerdo, me asombro, y toma temblor mi carne.

7 ¿Por qué viven los impíos, y se envejecen, y aún crecen en riquezas?

8 Su simiente con ellos, compuesta delante de ellos; y sus renuevos delante de sus ojos.

9 Sus casas seguras de temor, ni hay azote de Dios sobre ellos.

10 Sus vacas conciben, no abortan; paren sus vacas, y no malogran su cría.

11 Salen sus chiquitos como manada de ovejas, y sus hijos andan saltando.

12 Al son de tamboril y cítara saltan, y se regocijan al son del órgano.

13 Gastan sus días en bien, y en un momento descienden a la sepultura.

14 Dicen pues a Dios: Apártate de nosotros, que no queremos el conocimiento de tus caminos.

15 ¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos? ¿Y de qué nos aprovechará que oremos a él?

16 He aquí que su bien no está en manos de ellos; el consejo de los impíos lejos esté de mí.

17 ¡Oh cuántas veces el candil de los impíos es apagado, y viene sobre ellos su contrición, y con su ira Dios les reparte dolores!

18 Serán como la paja delante del viento, y como el tamo que arrebata el torbellino.

19 Dios guardará para los hijos de ellos su violencia; y le dará su pago, para que conozca.

20 Verán sus ojos su quebranto, y beberá de la ira del Todopoderoso.

21 Porque ¿qué deleite tendrá el de su casa después de sí, siendo cortado el número de sus meses?

22 ¿Por ventura enseñará él a Dios sabiduría, juzgando él las alturas?

23 Este morirá en la fortaleza de su hermosura, todo quieto y pacífico.

24 Sus senos están llenas de leche, y sus huesos serán regados de tuétano.

25 Y este otro morirá en amargura de ánimo, y no habiendo comido jamás con gusto.

26 Igualmente yacerán ellos en el polvo, y gusanos los cubrirán.

27 He aquí, yo conozco vuestros pensamientos, y las imaginaciones que contra mí forjáis.

28 Porque decís: ¿Qué es de la casa del príncipe, y qué de la tienda de las moradas de los impíos?

29 ¿No habéis preguntado a los que pasan por los caminos, por cuyas señas no negaréis?

30 Que el malo es guardado del día de la contrición, del día de las iras son llevados.

31 ¿Quién le denunciará en su cara su camino? Y de lo que él hizo, ¿quién le dará el pago?

32 Porque él ya será llevado a los sepulcros, y en el montón permanecerá.

33 Los terrones del arroyo le serán ya dulces; y tras de él será llevado todo hombre, y antes de él han ido innumerables.

34 ¿Cómo, pues, me consoláis en vano, dado que vuestras respuestas quedan por mentira?

22.

1 Y respondió Elifaz temanita, y dijo:

2 ¿Por ventura traerá el hombre provecho a Dios? Porque para sí mismo es provechoso el sabio.

3 ¿Por ventura tiene su contentamiento el Omnipotente en que tú seas justificado, o le viene algún provecho de que tú hagas perfectos tus caminos?

4 ¿Por ventura te castigará acaso, o vendrá contigo a juicio porque te teme?

5 Por cierto tu malicia es grande, y tus maldades no tienen fin.

6 Porque sacaste prenda a tus hermanos sin causa, e hiciste desnudar las ropas de los desnudos.

7 No diste de beber agua al cansado, y detuviste el pan al hambriento.

8 Pero el hombre pudiente tuvo la tierra; y habitó en ella el honrado.

9 A las viudas enviaste vacías, y los brazos de los huérfanos fueron quebrados.

10 Por tanto hay lazos alrededor de ti, y te turba espanto repentino;

11 o tinieblas, para que no veas; y abundancia de agua te cubre.

12 ¿Por ventura Dios no está en la altura de los cielos? Mira la altura de las estrellas, cómo son altas.

13 ¿Y dirás tú: Qué sabe Dios? ¿Cómo juzgará por medio de la oscuridad?

14 Las nubes son su escondedero, y no ve; y por el cerco del cielo se pasea.

15 ¿Quieres tú guardar la senda antigua, que pisaron los varones perversos?

16 Los cuales fueron cortados antes de tiempo, cuyo fundamento fue como un río derramado.

17 Que decían a Dios: Apártate de nosotros, y ¿qué nos ha de hacer el Omnipotente?

18 El les había llenado sus casas de bienes. Por tanto el consejo de ellos lejos sea de mí.

19 Verán los justos y se gozarán; y el inocente los escarnecerá, diciendo:

20 ¿Por ventura fue cortada nuestra sustancia, habiendo consumido el fuego el resto de ellos?

21 Amístate ahora con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien.

22 Toma ahora la ley de su boca, y pon sus palabras en tu corazón.

23 Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado; alejarás de tu tienda la iniquidad;

24 y tendrás más oro que tierra, y como piedras de arroyos oro de Ofir.

25 Y el Todopoderoso será tu defensa, y tendrás plata a montones.

26 Porque entonces te deleitarás en el Omnipotente, y alzarás a Dios tu rostro.

27 Orarás a él, y él te oirá; y tú pagarás tus promesas.

28 Determinarás asimismo una cosa, y te será firme; y sobre tus caminos resplandecerá luz.

29 Cuando los otros fueren abatidos, dirás tú: Ensalzamiento habrá; y Dios salvará al humilde de ojos.

30 Un inocente escapará de una isla (o de un reino ); y en la limpieza de tus manos será guardado.

23.

1 Y respondió Job, y dijo:

2 Hoy también hablaré con amargura; que es más grave mi llaga que mi gemido.

3 ¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios ! Yo iría hasta su silla.

4 Ordenaría juicio delante de él, y llenaría mi boca de argumentos.

5 Yo sabría lo que él me respondería, y entendería lo que me dijese.

6 ¿Por ventura pleitearía conmigo con grandeza de fuerza? No; antes él la pondría en mí.

7 Allí el recto disputaría con él; y escaparía para siempre del que me condena.

8 He aquí yo iré al oriente, y no lo hallaré; y al occidente, y no lo percibiré.

9 Si al norte él obrare, yo no lo veré; al mediodía se esconderá, y no lo veré.

10 Mas él conoció mi camino; me probó, y salí como oro.

11 Mis pies tomaron su rastro; guardé su camino, y no me aparté.

12 Del mandamiento de sus labios nunca me separé; guardé las palabras de su boca más que mi comida.

13 Pero si él se determina en una cosa, ¿quién lo apartará? Su alma deseó, e hizo.

14 Por tanto él acabará lo que me es necesario; y muchas cosas como éstas hay en él.

15 Por lo cual yo me espantaré delante de su rostro; consideraré, y lo temeré.

16 Dios ha enternecido mi corazón, y el Omnipotente me ha espantado.

17 ¿Por qué no fui yo cortado delante de las tinieblas, y cubrió con oscuridad mi rostro?

24.

1 Puesto que no son ocultos los tiempos al Todopoderoso, ¿por qué los que le conocen no ven sus días?

2 Toman los términos, roban los ganados, y pacen los campos ajenos .

3 Se llevan el asno de los huérfanos; prenden el buey de la viuda.

4 Hacen apartar del camino a los pobres; y todos los pobres de la tierra se esconden de ellos .

5 He aquí, como asnos monteses en el desierto, salen a su obra madrugando para robar; el desierto es su mantenimiento y de sus hijos.

6 En el campo siegan su pasto, y los impíos vendimian la viña ajena .

7 Al desnudo hacen dormir sin ropa, y que en el frío no tenga cobertura.

8 De la inundación de los montes fueron humedecidos, y abrazan las peñas sin tener en qué cubrirse.

9 Quitan el pecho a los huérfanos, y de sobre el pobre toman la prenda.

10 Al desnudo hacen andar sin vestido, y a los hambrientos quitan las gavillas.

11 De dentro de sus paredes exprimen el aceite, pisan los lagares, y mueren de sed.

12 De la ciudad claman los hombres, y las almas muertas dan voces, pero Dios no puso estorbo.

13 Ellos son entre los rebeldes a la luz, nunca conocieron sus caminos, ni estuvieron en sus veredas.

14 A la luz se levanta el matador, mata al pobre y al necesitado, y de noche es como ladrón.

15 El ojo del adúltero está aguardando la noche, diciendo: No me verá nadie; y esconde su rostro.

16 En las tinieblas minan las casas, que de día para sí señalaron; no conocen la luz.

17 Porque la mañana es a todos ellos como sombra de muerte; si son conocidos, terrores de sombra de muerte los toman .

18 Son livianos sobre las aguas; su porción es maldita en la tierra; nunca vienen por el camino de las viñas.

19 La sequía y el calor arrebatan las aguas de la nieve; y el sepulcro a los pecadores.

20 El Misericordioso se olvidará de ellos; de ellos sentirán los gusanos dulzura; nunca más habrá de ellos memoria, y como un árbol será quebrantada la iniquidad.

21 A la mujer estéril que no concebía, afligió; y a la viuda nunca hizo bien.

22 Mas a los violentos adelantó con su poder; se levantó, y no fió a nadie en la vida.

23 Si algunos le dieron a crédito, y se afirmó en ellos ; sus ojos tuvo puestos sobre los caminos de ellos.

24 Fueron ensalzados por un poco, y desaparecieron, y son abatidos como cada cual; serán encerrados, y cortados como cabezas de espigas.

25 Y si no es así , ¿quién me desmentirá ahora, o reducirá a nada mis palabras?

25.

1 Y respondió Bildad suhita, y dijo:

2 El señorío y el temor están con Dios ; El hace paz en sus alturas.

3 ¿Por ventura sus ejércitos tienen número? ¿Y sobre quién no está su luz?

4 ¿Cómo pues se justificará el hombre con Dios? ¿Y cómo será limpio el que nace de mujer?

5 He aquí que ni aun la misma luna será resplandeciente, ni las estrellas son limpias delante de sus ojos.

6 ¿Cuánto menos el hombre que es un gusano, y el hijo de hombre, también gusano?

26.

1 Y respondió Job, y dijo:

2 ¿En qué ayudaste al que no tiene fuerza? ¿Has salvado con tu brazo al que no tiene fortaleza?

3 ¿En qué aconsejaste al que no tiene ciencia, y mostraste bien tu sabiduría?

4 ¿A quién has anunciado palabras, y de quién es el espíritu que de ti sale?

5 Cosas muertas son formadas debajo de las aguas, y de sus cavernas.

6 El sepulcro es descubierto delante de él, y el infierno no tiene cobertura.

7 Extiende el aquilón sobre vacío, cuelga la tierra sobre nada.

8 Ata las aguas en sus nubes, y las nubes no se rompen debajo de ellas.

9 El aprieta la faz de su trono, y extiende sobre él su nube.

10 El cercó con término la superficie de las aguas, hasta que se acabe la luz y las tinieblas.

11 Las columnas del cielo tiemblan, y se espantan de su reprensión.

12 El rompe el mar con su potencia, y con su entendimiento hiere la hinchazón suya .

13 Su espíritu adornó los cielos; su mano creó la serpiente huidora.

14 He aquí, éstas son partes de sus caminos; ¡y cuán poco es lo que hemos oído de él! Porque el estruendo de sus fortalezas, ¿quién lo entenderá?

27.

1 Y volvió Job a tomar su propósito, y dijo:

2 Vive el Dios que me quitó mi derecho, y el Omnipotente, que amargó mi alma,

3 que todo el tiempo que mi alma estuviere en mí, y hubiere hálito de Dios en mis narices,

4 mis labios no hablarán iniquidad, ni mi lengua pronunciará engaño.

5 Nunca tal me acontezca que yo os justifique; hasta morir no quitaré de mí mi integridad.

6 Mi justicia tengo asida, y no la cederé; no me reprochará mi corazón en todos mis días.

7 Sea como el impío mi enemigo, y como el inicuo mi adversario.

8 Porque ¿cuál es la esperanza del hipócrita, por mucho que hubiere robado, cuando Dios arrebatare su alma?

9 ¿Por ventura oirá Dios su clamor cuando la tribulación viniere sobre él?

10 ¿Por ventura se deleitará en el Omnipotente? ¿Invocará a Dios en todo tiempo?

11 Yo os enseñaré lo que hay en la mano de Dios; no esconderé lo que hay acerca del Omnipotente.

12 He aquí que todos vosotros lo habéis visto, ¿por qué pues os desvanecéis con vanidad?

13 Esta es para con Dios la suerte del hombre impío, y la herencia que los violentos han de recibir del Omnipotente.

14 Si sus hijos fueren multiplicados, serán para el cuchillo; y sus pequeños no se saciarán de pan.

15 Los que de ellos quedaren, en muerte serán sepultados; y no llorarán sus viudas.

16 Si amontonare plata como polvo, y si preparare ropa como lodo;

17 la habrá preparado él, mas el justo se vestirá, y el inocente repartirá la plata.

18 Edificó su casa como la polilla, y como cabaña que el guarda hizo.

19 El rico dormirá, mas no será recogido; abrirá sus ojos, y no verá a nadie.

20 Asirán de él terrores como aguas; torbellino lo arrebatará de noche.

21 Lo tomará el solano, y partirá; y tempestad lo arrebatará del lugar suyo.

22 Dios, pues, descargará sobre él, y no perdonará. Hará él por huir de su mano.

23 Batirán sus manos sobre él, y desde su lugar le silbarán.

28.

1 Ciertamente la plata tiene su oculto nacimiento , y el oro lugar de donde lo sacan.

2 El hierro es tomado del polvo, y de la piedra es fundido el metal.

3 A las tinieblas puso término; y a toda obra perfecta que él hizo, puso piedra de oscuridad y de sombra de muerte.

4 Sale el río junto al morador, y las aguas sin pie, más altas que el hombre, se fueron.

5 Tierra de la cual nace el pan, y debajo de ella estará como convertida en fuego.

6 Lugar que sus piedras serán zafiro, y tendrá polvos de oro.

7 Senda que nunca la conoció ave, ni ojo de buitre la vio;

8 nunca la pisaron animales fieros, ni león pasó por ella.

9 En el pedernal puso su mano, y trastornó los montes de raíz.

10 De los peñascos cortó ríos, y sus ojos vieron todo lo preciado.

11 Detuvo los ríos en su nacimiento, e hizo salir a luz lo escondido.

12 Mas ¿dónde se hallará la sabiduría? ¿Y dónde está el lugar de la prudencia?

13 El hombre nunca supo su valor, ni se halla en la tierra de los vivientes.

14 El abismo dice: No está en mí; y el mar dijo: Ni conmigo.

15 No se dará por oro, ni su precio será a peso de plata.

16 No puede ser apreciada con oro de Ofir, ni con ónice precioso, ni con zafiro.

17 El oro no se le igualará, ni el diamante; ni se cambiará por vaso de oro fino.

18 De coral ni de perlas no se hará mención; la sabiduría es mejor que las piedras preciosas.

19 No se igualará con ella esmeralda de Etiopía; no se podrá apreciar con oro fino.

20 ¿De dónde pues vendrá la sabiduría? ¿Y dónde esta el lugar de la inteligencia?

21 Porque encubierta está a los ojos de todo viviente, y a toda ave del cielo es oculta.

22 El infierno y la muerte dijeron: Su fama hemos oído con nuestros oídos.

23 Dios entiende el camino de ella, y él solo conoce su lugar.

24 Porque él mira hasta los fines de la tierra, y ve debajo de todo el cielo.

25 Haciendo peso al viento, y poniendo las aguas por medida;

26 cuando él hizo ley a la lluvia, y camino al relámpago de los truenos.

27 Entonces la vio él, y la tasó; la preparó y también la inquirió.

28 Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal la inteligencia.

29.

1 Y volvió Job a tomar su propósito, y dijo:

2 ¡Quién me volviese como en los meses pasados, como en los días cuando Dios me guardaba,

3 cuando hacía resplandecer su candela sobre mi cabeza, a la luz de la cual yo caminaba en la oscuridad;

4 como fue en los días de mi juventud, cuando Dios era familiar en mi tienda;

5 cuando aún el Omnipotente estaba conmigo, y mis hijos alrededor de mí;

6 cuando lavaba yo mis caminos con manteca, y la piedra me derramaba ríos de aceite!

7 Cuando salía a la puerta a juicio, y en la plaza hacía aparejar mi silla,

8 Los jóvenes me veían, y se escondían; y los viejos se levantaban, y estaban en pie.

9 Los príncipes detenían sus palabras; ponían la mano sobre su boca;

10 la voz de los principales se ocultaba, y su lengua se pegaba a su paladar;

11 cuando los oídos que me oían, me llamaban bienaventurado, y los ojos que me veían, me daban testimonio.

12 Porque libraba al pobre que gritaba, y al huérfano que carecía de ayudador.

13 La bendición del que se iba a perder venía sobre mí; y al corazón de la viuda daba alegría.

14 Me vestía de justicia, y ella me cubría como un manto; y mi diadema era juicio.

15 Yo era ojos al ciego, y pies al cojo.

16 A los menesterosos era padre; y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia.

17 Y quebraba los colmillos del inicuo, y de sus dientes hacía soltar la presa.

18 Y decía yo : En mi nido moriré, y como arena multiplicaré días.

19 Mi raíz está abierta junto a las aguas, y en mis ramas permanecerá rocío.

20 Mi honra se renueva conmigo, y mi arco se renueva en mi mano.

21 Me oían, y esperaban; y callaban a mi consejo.

22 Tras mi palabra no replicaban, mas mi razón destilaba sobre ellos.

23 Me esperaban como a la lluvia, y abrían su boca como a la lluvia tardía.

24 Si me reía a ellos, no lo creían; y no abatían la luz de mi rostro.

25 Aprobaba el camino de ellos, y me sentaba en cabecera; y moraba como rey en el ejército, como el que consuela llorosos.

30.

1 Mas ahora los más mozos de días que yo, se ríen de mí; cuyos padres yo desdeñara ponerlos con los perros de mi ganado.

2 Porque ¿para qué yo habría menester la fuerza de sus manos, en los cuales pereció el tiempo?

3 Por causa de la pobreza y del hambre andaban solos; huían a la soledad, al lugar tenebroso, asolado y desierto.

4 Que cogían malvas entre los arbustos, y raíces de enebro para calentarse.

5 Eran echados de entre los hombres , y todos les daban gritos como al ladrón.

6 Habitaban en las barrancas de los arroyos, en las cavernas de la tierra, y en las piedras.

7 Bramaban entre las matas, y se congregaban debajo de las espinas.

8 Hijos de viles, y hombres sin nombre, más bajos que la misma tierra.

9 Y ahora yo soy su canción, y soy hecho a ellos refrán.

10 Me abominan, se alejan de mí, y aun de mi rostro no detuvieron su saliva.

11 Porque Dios desató mi cuerda, y me afligió, por eso se desenfrenaron delante de mi rostro.

12 A la mano derecha se levantaron los jóvenes; empujaron mis pies, y pisaron sobre mí las sendas de su contrición.

13 Mi senda derribaron, se aprovecharon de mi quebrantamiento, contra los cuales no hubo ayudador.

14 Vinieron como por portillo ancho, se revolvieron por mi calamidad.

15 Se han revuelto turbaciones sobre mí; combatieron como viento mi voluntad, y mi salud como nube que pasa.

16 Y ahora mi alma está derramada en mí; días de aflicción se apoderan de mí.

17 De noche taladra sobre mí mis huesos, y mis pulsos no reposan.

18 Con la grandeza de la fuerza del dolor mi vestidura es mudada; me ciñe como el cuello de mi ropa.

19 Me derribó en el lodo, y soy semejante al polvo, y a la ceniza.

20 Clamo a ti, y no me oyes; me presento, y no me atiendes.

21 Te has vuelto cruel para mí; con la fortaleza de tu mano me eres adversario.

22 Me levantaste, y me hiciste cabalgar sobre el viento, y derretiste en mí el ser.

23 Porque yo conozco que me conduces a la muerte; y a la casa determinada a todo viviente.

24 Mas él no extenderá la mano contra el sepulcro; ¿clamarán por ventura los sepultados cuando él los quebrantare?

25 ¿Por ventura no lloré yo al afligido? Y mi alma ¿no se entristeció sobre el menesteroso?

26 Cuando esperaba el bien, entonces me vino el mal; y cuando esperaba la luz, vino la oscuridad.

27 Mis entrañas hierven, y no reposan; días de aflicción me han sobrecogido.

28 Denegrido anduve, y no por el sol; me he levantado en la congregación, y clamé.

29 He venido a ser hermano de los dragones, y compañero de los búhos.

30 Mi piel está denegrida sobre mí, y mis huesos se secaron con ardentía.

31 Y se ha tornado mi arpa en luto, y mi órgano en voz de lamentadores.

31.

1 Hice pacto con mis ojos; ¿cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?

2 Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, y qué heredad el Omnipotente de las alturas?

3 ¿Por ventura no hay quebrantamiento para el impío, y extrañamiento para los que obran iniquidad?

4 ¿Por ventura no ve él mis caminos, y cuenta todos mis pasos?

5 Si anduve con mentira, y si mi pie se apresuró a engaño,

6 péseme Dios en balanzas de justicia, y conocerá mi perfección.

7 Si mis pasos se apartaron del camino, y si mi corazón se fue tras mis ojos, y si algo se apegó a mis manos,

8 siembre yo, y otro coma, y mis verduras sean arrancadas.

9 Si fue mi corazón engañado acerca de mujer, y si estuve acechando a la puerta de mi prójimo,

10 muela para otro mi mujer, y sobre ella otros se encorven.

11 Porque es maldad e iniquidad, comprobada.

12 Porque es fuego que devoraría hasta el sepulcro, y desarraigaría toda mi hacienda.

13 Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva, cuando ellos pleitearan conmigo,

14 ¿qué haría yo cuando Dios se levantase? Y cuando él visitara, ¿qué le respondería yo?

15 ¿Por ventura el que en el vientre me hizo a mí, no lo hizo a él? ¿Y no nos dispuso un mismo autor en la matriz?

16 Si estorbé el contento de los pobres, e hice desfallecer los ojos de la viuda;

17 y si comí mi bocado solo, y no comió de él el huérfano;

18 (porque desde mi juventud creció conmigo el huérfano como con padre, y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda);

19 si he visto que pereciera alguno sin vestido, y al menesteroso sin cobertura;

20 si no me bendijeron sus lomos, y del vellón de mis ovejas se calentaron;

21 si alcé contra el huérfano mi mano, aunque viese que me ayudarían en la puerta;

22 mi espalda se caiga de mi hombro, y mi brazo sea quebrado de mi canilla.

23 Porque temí el castigo de Dios, contra cuya alteza yo no tendría poder.

24 Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi confianza eres tú;

25 si me alegré de que mi hacienda se multiplicase, y de que mi mano hallase mucho;

26 si he mirado al sol cuando resplandecía, y a la luna cuando iba hermosa,

27 y mi corazón se engañó en secreto, y mi boca besó mi mano,

28 esto también fuera maldad comprobada; porque habría negado al Dios soberano.

29 Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía, y me regocijé cuando le halló el mal;

30 que ni aun entregué al pecado mi paladar, pidiendo maldición para su alma;

31 cuando mis domésticos decían: ¡Quién nos diese de su carne! Nunca nos hartaríamos.

32 El extranjero no tenía fuera la noche; mis puertas abría al caminante.

33 Si encubrí, como los hombres mis prevaricaciones, escondiendo en mi seno mi iniquidad;

34 si temí a la gran multitud, y el menosprecio de las familias me atemorizó, y callé, y no salí de mi puerta,

35 ¡quién me diera quien me oyese! He aquí mi señal es que el Omnipotente testificará por mí, aunque mi adversario me hiciera el proceso.

36 Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, y me lo ataría en lugar de coronas.

37 Yo le contaría el número de mis pasos, y como príncipe me llegaría a él.

38 Si mi tierra clamara contra mí, y llorarán todos sus surcos;

39 si comí su sustancia sin dinero, o afligí el alma de sus dueños;

40 en lugar de trigo me nazcan espinos, y abrojos en lugar de cebada. Se acaban las palabras de Job.

32.

1 Y cesaron estos tres varones de responder a Job, por cuanto él era justo en sus ojos.

2 Entonces Eliú hijo de Baraquel, buzita, de la familia de Ram, se enojó con furor contra Job; se enojó con furor, por cuanto se justificaba a sí mismo más que a Dios.

3 Se enojó asimismo con furor contra sus tres amigos, por cuanto no hallaban qué responder, habiendo condenado a Job.

4 Y Eliú había esperado a Job en la disputa, porque todos eran más viejos de días que él.

5 Pero viendo Eliú que no había respuesta en la boca de aquellos tres varones, su furor se encendió.

6 Y respondió Eliú hijo de Baraquel, buzita, y dijo: Yo soy menor de días y vosotros viejos; por tanto he tenido miedo, y he temido de declararos mi opinión.

7 Yo decía: Los días hablarán, y la muchedumbre de años declarará sabiduría.

8 Ciertamente espíritu hay en el hombre, e inspiración del Omnipotente los hace que entiendan.

9 No los grandes son los sabios, ni los viejos entienden el derecho.

10 Por tanto yo dije: Escuchadme; declararé yo también mi sabiduría.

11 He aquí yo he esperado a vuestras razones, he escuchado vuestros argumentos, entre tanto que buscábais palabras.

12 Y aun os he considerado, y he aquí que no hay de vosotros quién redarguya a Job, y responda a sus razones.

13 Para que no digáis: Nosotros hemos hallado sabiduría ; que conviene que Dios lo derribe, y no el hombre.

14 Ahora bien, Job no dirigió a mí sus palabras, ni yo le responderé con vuestras razones.

15 Se espantaron, no respondieron más; se les fueron las hablas.

16 Y yo esperé, porque no hablaban, antes pararon, y no respondieron más.

17 Por eso yo también responderé mi parte, también yo declararé mi opinión.

18 Porque lleno estoy de palabras, y el espíritu de mi corazón me constriñe.

19 De cierto mi corazón está como el vino que no tiene respiradero, y se rompe como odres nuevos.

20 Hablaré pues y respiraré; abriré mis labios, y responderé.

21 No haré ahora acepción de personas, ni usaré con hombre de títulos lisonjeros.

22 Porque no sé hablar lisonjas; de otra manera en breve mi Hacedor me consuma.

33.

1 Por tanto, Job, oye ahora mis razones, y escucha todas mis palabras.

2 He aquí yo abriré ahora mi boca, y mi lengua hablará en mi garganta.

3 Mis razones declararán la rectitud de mi corazón, y mis labios proferirán pura sabiduría.

4 El espíritu de Dios me hizo, y la inspiración del Omnipotente me dio vida.

5 Si pudieres, respóndeme; dispón tus palabras, estás delante de mí.

6 Heme aquí a mí en lugar de Dios, conforme a tu dicho: De lodo soy yo también formado.

7 He aquí que mi terror no te espantará, ni mi mano se agravará sobre ti.

8 De cierto tú dijiste a oídos míos, y yo oí la voz de tus palabras que decían :

9 Yo soy limpio y sin rebelión; y soy inocente, y no hay maldad en mí.

10 He aquí que Dios buscó achaques contra mí, y me tiene por su enemigo;

11 puso mis pies en el cepo, y guardó todas mis sendas.

12 He aquí en esto no has hablado justamente; yo te responderé que mayor es Dios que el hombre.

13 ¿Por qué tomaste pleito contra él? Porque él no dirá todas sus palabras.

14 Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios al que no ve.

15 Por sueño de visión nocturna, cuando el sueño cae sobre los hombres, cuando se adormecen sobre el lecho;

16 entonces revela al oído de los hombres, y les señala su castigo;

17 para quitar al hombre de la mala obra, y apartar del varón la soberbia.

18 Así detendrá su alma de corrupción, y su vida de ser pasada a cuchillo.

19 También sobre su cama es castigado con dolor fuerte en todos sus huesos,

20 que le hace que su vida aborrezca el pan, y su alma la comida suave.

21 Su carne desfallece sin verse, y sus huesos, que antes no se veían, aparecen.

22 Y su alma se acercará al sepulcro, y su vida a los enterradores.

23 Si tuviera cerca de él algún elocuente anunciador muy escogido, que anuncie al hombre su justicia;

24 que le diga que Dios tuvo de él misericordia, que lo libró de descender al sepulcro, que halló redención;

25 se enternecerá su carne más que de niño, y volverá a los días de su juventud.

26 Orará a Dios, y le amará, y verá su faz con júbilo; y él dará al hombre el pago de su justicia.

27 El mira sobre los hombres; y el que dijere: Pequé, y pervertí lo recto, y no me ha aprovechado;

28 Dios redimirá su alma, que no pase al sepulcro, y su vida se verá en luz.

29 He aquí, todas estas cosas hace Dios dos y tres veces con el hombre;

30 para apartar su alma del sepulcro, y para ilustrarlo con la luz de los vivientes.

31 Escucha, Job, y óyeme; calla, y yo hablaré.

32 Y si tuvieres palabras, respóndeme; habla, porque yo te quiero justificar.

33 Y si no, óyeme tú a mí; calla, y te enseñaré sabiduría.

34.

1 Además respondió Eliú, y dijo:

2 Oíd, sabios, mis palabras; y vosotros , doctos, estadme atentos.

3 Porque el oído prueba las palabras, como el paladar gusta para comer.

4 Escojamos para nosotros el juicio, conozcamos entre nosotros cuál sea lo bueno;

5 porque Job ha dicho: Yo soy justo, y Dios me ha quitado mi derecho.

6 En mi juicio fue mentiroso, mi saeta es gravosa sin haber yo prevaricado.

7 ¿Qué hombre hay como Job, que bebe el escarnio como agua?

8 Y va en compañía con los que obran iniquidad, y anda con los hombres maliciosos.

9 Porque dijo: De nada servirá al hombre el conformar su voluntad con Dios.

10 Por tanto, varones de entendimiento, oídme: Lejos esté de Dios la impiedad, y del Omnipotente la iniquidad.

11 Porque él pagará al hombre según su obra, y él le hará hallar conforme a su camino.

12 Sí, por cierto, Dios no hará injusticia, y el Omnipotente no pervertirá el derecho.

13 ¿Quién visitó por él la tierra? ¿Y quién puso en orden todo el mundo?

14 Si él pusiese sobre el hombre su corazón, y recogiese así su espíritu y su aliento,

15 toda carne perecería juntamente, y el hombre se tornaría en polvo.

16 Si pues hay en ti entendimiento, oye esto: Escucha la voz de mis palabras.

17 ¿Por ventura se enseñoreará el que aborrece el juicio? ¿Y condenarás tú al poderoso siendo justo?

18 ¿Por ventura se ha de decir al rey: Perverso; y a los príncipes: Impíos?

19 Cuánto menos a aquél que no hace acepción de personas de príncipes, ni el rico es de él más respetado que el pobre; porque todos son obras de sus manos.

20 En un momento mueren, y a media noche se alborotarán los pueblos, y pasarán, y sin mano será quitado el poderoso.

21 Porque sus ojos están puestos sobre los caminos del hombre, y ve todos sus pasos.

22 No hay tinieblas, ni sombra de muerte donde se encubran los que obran maldad.

23 No carga pues él al hombre más de lo justo, para que vaya con Dios a juicio.

24 El quebrantará a los fuertes sin pesquisa, y hará estar a otros en su lugar.

25 Por tanto él hará notorias las obras de ellos, cuando trastornará en noche, y serán quebrantados.

26 Como a malos los herirá en lugar donde sean vistos;

27 por cuanto así se apartaron de él, y no consideraron todos sus caminos;

28 haciendo venir delante de sí el clamor del pobre, y oyendo el clamor de los necesitados.

29 Y si él diere reposo, ¿quién inquietará? Si escondiere el rostro, ¿quién lo mirará? Esto sobre una nación, y lo mismo sobre un hombre;

30 haciendo que reine el hombre hipócrita para escándalos del pueblo.

31 Porque de Dios es decir: Yo perdoné, no destruiré.

32 Enséñame tú lo que yo no veo; que si hice mal, no lo haré más.

33 ¿Por ventura acabará por ti su obra, que no quieras tú, o quieras, o yo? Di lo que sabes.

34 Los hombres de entendimiento dirán conmigo, y el hombre sabio me oirá:

35 Que Job no habla con sabiduría, y sus palabras no son con entendimiento.

36 Deseo yo que Job sea probado ampliamente, para que haya respuestas contra los hombres inicuos.

37 Porque a su pecado añadió impiedad; bate las manos entre nosotros, y contra Dios multiplica sus palabras.

35.

1 Y procediendo Eliú en su razonamiento, dijo:

2 ¿Piensas ser conforme a derecho esto que dijiste: Más justo soy yo que Dios?

3 Porque dijiste: ¿Qué ventaja sacaras tú de ello? ¿O qué provecho tendré de mi pecado?

4 Yo te responderé razones, y a tus compañeros contigo.

5 Mira a los cielos, y ve, y considera que los cielos son más altos que tú.

6 Si pecares, ¿qué habrás hecho contra él? Y si tus rebeliones se multiplicaren, ¿qué le harás tú?

7 Si fueres justo, ¿qué le darás a él? ¿O qué recibirá de tu mano?

8 Al hombre como tú dañará tu impiedad, y al hijo del hombre aprovechará tu justicia.

9 A causa de la multitud de las violencias clamarán, y darán voces por la fuerza de los muchos.

10 Y ninguno dirá: ¿Dónde está Dios mi hacedor, que da canciones en la noche?

11 Que nos enseña más que a las bestias de la tierra, y nos hace sabios más que las aves del cielo.

12 Allí clamarán, y él no oirá, por la soberbia de los malos.

13 Ciertamente Dios no oirá la vanidad, ni la mirará el Omnipotente.

14 Aunque más digas, no lo mirará; haz juicio delante de él, y espera en él.

15 Mas ahora, porque en su ira no visita, ni se conoce con rigor,

16 por eso Job abrió su boca vanamente, y multiplica palabras sin sabiduría.

36.

1 Y Añadió Eliú, y dijo:

2 Espérame un poco, y te enseñaré; porque todavía hablo por Dios.

3 Tomaré mi sabiduría de lejos, y daré la justicia a mi hacedor.

4 Porque de cierto no son mentira mis palabras; antes se trata contigo con perfecta sabiduría.

5 He aquí que Dios es grande, y no aborrece; fuerte es en virtud de corazón.

6 No dará vida al impío, antes a los humildes dará su derecho.

7 No quitará sus ojos del justo; antes bien con los reyes los pondrá en silla para siempre, y serán ensalzados.

8 Y si estuvieren presos en grillos, y cautivos en las cuerdas de la bajeza,

9 él les anunciará la obra de ellos, y que sus rebeliones prevalecieron.

10 Y despierta el oído de ellos para castigo, y les dice que se conviertan de la iniquidad.

11 Si oyeren, y le sirvieren, acabarán sus días en bien, y sus años en deleites.

12 Mas si no oyeren, serán pasados a cuchillo, y perecerán sin sabiduría.

13 Pero los hipócritas de corazón lo irritarán más, y no clamarán cuando él los atare.

14 Fallecerá el alma de ellos en su juventud, y su vida entre los fornicarios.

15 Al pobre librará de su pobreza, y en la aflicción despertará su oído.

16 Asimismo te apartaría de la boca de la angustia a lugar espacioso, libre de todo apuro; y te asentará mesa llena de grosura.

17 Mas tú has llenado el juicio del impío, contra la justicia y el juicio que lo sustentan todo .

18 Por lo cual de temer es que no te quite con golpe, el cual no puedas apartar de ti con gran rescate.

19 ¿Por ventura estimará él tus riquezas, ni del oro, ni de todas las fuerzas de la potencia?

20 No anheles la noche, en la cual él corta los pueblos de su lugar.

21 Guárdate, no mires a la iniquidad; teniéndola por mejor que la pobreza.

22 He aquí que Dios es excelso con su potencia; ¿qué enseñador semejante a él?

23 ¿Quién le ha prescrito su camino? ¿Y quién le dirá: Iniquidad has hecho?

24 Acuérdate de engrandecer su obra, la cual contemplan los hombres.

25 La cual vieron todos los hombres; y el hombre la ve de lejos.

26 He aquí, Dios es grande, y nosotros no le conocemos; ni se puede rastrear el número de sus años.

27 Porque él detiene las goteras de las aguas, cuando la lluvia se derrama de su vapor;

28 cuando gotean de las nubes, gotean sobre los hombres en abundancia.

29 ¿Si entenderá también los extendimientos de las nubes, y los bramidos de su tienda?

30 He aquí que sobre él sobre extiende su luz, y cubrió las raíces del mar.

31 Con ellas castiga a los pueblos, y da comida a la multitud.

32 Con las nubes encubre la luz, y les manda que vayan contra ella.

33 La una da nuevas de la otra; la una adquiere ira contra la que viene.

37.

1 A esto también se espanta mi corazón, y salta de su lugar.

2 Oíd atentamente su voz terrible, y la palabra que sale de su boca.

3 Debajo de todos los cielos lo enderezará, y su luz se extenderá hasta los fines de la tierra.

4 Tras de él bramará el sonido, tronará su valiente voz, y aunque sea oída su voz, no los detiene.

5 Tronará Dios maravillosamente con su voz; él hace grandes cosas, y nosotros no lo entendemos.

6 Porque a la nieve dice: Sé en la tierra; lluvia tras lluvia, y lluvia tras lluvia en su fortaleza.

7 Con la vehemencia de la lluvia encierra a todo hombre; para que todos los hombres conozcan su voz.

8 La bestia se entrará en su escondrijo, y habitará en sus moradas.

9 Del mediodía viene el torbellino, y de los vientos del norte el frío.

10 Por el soplo de Dios se da el hielo, y las anchas aguas son constreñidas.

11 Además de esto con la claridad fatiga las nubes, y las esparce con su luz.

12 Y ellas se revuelven en derredor por sus designios, para hacer sobre la faz del mundo, en la tierra, lo que él les mandó.

13 Unas veces por azote, otras por causa de su tierra, otras por misericordia las hará aparecer.

14 Escucha esto, Job: Repósate, y considera las maravillas de Dios.

15 ¿Supiste tú por ventura, cuando Dios las ponía en concierto, y hacía levantar la luz de su nube?

16 ¿Has conocido tú por ventura las diferencias de las nubes, las maravillas del Perfecto en sabiduría?

17 ¿Y eran calientes tus vestidos cuando él daba el reposo a la tierra del mediodía?

18 ¿Extendiste tú por ventura con él los cielos firmes como un espejo firme?

19 Muéstranos, qué le hemos de decir; para que no hablemos disparates.

20 ¿Por ventura cuando yo hablare le será contado? ¿Cuando alguno se anegare le será dicho?

21 También alguna vez no se ve la luz clara en los cielos, y pasa un viento y los limpia.

22 De la parte del norte vendrá la serenidad por el Dios terrible de alabanza.

23 El es Todopoderoso, al cual no alcanzamos; grande en potencia, y en juicio, y en multitud de justicia no aflige.

24 Por tanto los hombres lo temerán; todos los sabios de corazón no lo verán.

38.

1 Y respondió el SEÑOR a Job desde la oscuridad, y dijo:

2 ¿Quién es ese que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría?

3 Ahora ciñe como varón tus lomos; yo te preguntaré, y hazme saber tú.

4 ¿Dónde estabas cuando yo fundaba la tierra? Hazmelo saber, si tienes inteligencia.

5 ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel?

6 ¿Sobre qué estan fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular,

7 cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios?

8 ¿Quién encerró con puertas el mar, cuando se derramaba por fuera como saliendo de madre;

9 cuando puse yo nubes por vestidura suya, y por su faja oscuridad?

10 Y determiné sobre él mi decreto, y le puse puertas y cerrojo,

11 y dije: Hasta aquí vendrás, y no pasarás adelante, y allí parará la hinchazón de tus ondas.

12 ¿Has mandado tú a la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar,

13 para que ocupe los fines de la tierra, y que sean sacudidos de ella los impíos?

14 Trasmudándose como lodo de sello, y parándose como vestidura;

15 mas la luz de los impíos es quitada de ellos, y el brazo enaltecido es quebrantado.

16 ¿Por ventura has entrado hasta lo profundo del mar, y has andado escudriñando el abismo?

17 ¿Por ventura te han sido descubiertas las puertas de la muerte o has visto las puertas de la sombra de muerte?

18 ¿Has considerado tú hasta las anchuras de la tierra? Declara si sabes todo esto.

19 ¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz, y dónde está el lugar de las tinieblas?

20 ¿Si la tomarás tú en sus términos, y si entendieras las sendas de su casa?

21 ¿Si sabías cuando habías de nacer, y si el número de tus días había de ser grande?

22 ¿Has entrado tú en los tesoros de la nieve, y has visto los tesoros del granizo,

23 lo cual tengo yo reservado para el tiempo de la angustia, para el día de la guerra y de la batalla?

24 ¿Cuál sea el camino por donde se reparte la luz; por donde se esparce el viento solano sobre la tierra?

25 ¿Quién repartió conducto al turbión, y camino a los relámpagos y truenos,

26 haciendo llover sobre la tierra deshabitada, sobre el desierto, donde no hay hombre,

27 para saciar la tierra desierta e inculta, y para hacer producir de verdura renuevos?

28 ¿Por ventura la lluvia tiene padre? ¿O quién engendró las gotas del rocío?

29 ¿Del vientre de quién salió el hielo? Y la helada del cielo, ¿quién la engendró?

30 Las aguas se endurecen a manera de piedra, y se congela la faz del abismo.

31 ¿Detendrás tú por ventura las delicias de las Pléyades, o desatarás las ligaduras del Orión?

32 ¿Sacarás tú a su tiempo los signos de los cielos, o guiarás el Arcturo con sus hijos?

33 ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos? ¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra?

34 ¿Alzarás tú a las nubes tu voz, para que te cubra muchedumbre de aguas?

35 ¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan? ¿Y te dirán ellos: Henos aquí?

36 ¿Quién puso la sabiduría en el corazón? ¿O quién dio al entendimiento la inteligencia?

37 ¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría? Y los odres de los cielos, ¿quién los hace parar,

38 cuando el polvo se ha endurecido con dureza, y los terrones se pegan unos a otros?

39 ¿Cazarás tú la presa para el león? ¿Y saciarás el hambre de los leoncillos,

40 cuando están echados en las cuevas, o se están en sus guaridas para acechar?

41 ¿Quién preparó al cuervo su alimento, cuando sus polluelos claman a Dios, y andan errantes sin comida?

39.

1 ¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses? ¿O miraste tú las ciervas cuando están pariendo?

2 ¿Contaste tú los meses de su preñez, y sabes el tiempo cuando han de parir?

3 Como se encorvan, quebrantan sus hijos, pasan sus dolores.

4 Como después sanan los hijos, crecen con el grano; salen y nunca más vuelven a ellas.

5 ¿Quién echó libre al asno montés, y quién soltó sus ataduras?

6 Al cual yo puse casa en la soledad, y sus moradas en la tierra salada.

7 Se ríe de la multitud de la ciudad; no oye las voces del que demanda los peajes.

8 Rebusca los montes para su pasto, y anda buscando todo lo que está verde.

9 ¿Por ventura querrá el unicornio servirte a ti, ni quedar a tu pesebre?

10 ¿Atarás tú al unicornio con su coyunda para el surco? ¿Labrará los valles en pos de ti?

11 ¿Por ventura confiarás en él, por ser grande su fortaleza, y le fiarás tu labor?

12 ¿Fiarás de él que te tornará tu simiente, y que la allegará en tu era?

13 ¿Diste tú hermosas alas al pavo real, o alas y plumas al avestruz?

14 El cual desampara en la tierra sus huevos, y sobre el polvo los calienta,

15 y se olvida de que los pisará el pie, y que los quebrará alguna bestia del campo.

16 Se endurece para con sus hijos, como si no fuesen suyos, no temiendo que su trabajo haya sido en vano;

17 porque Dios lo hizo olvidar de sabiduría, y no le dio inteligencia.

18 A su tiempo se levanta en alto, y se burla del caballo y del que se monta en él.

19 ¿Diste tú al caballo la fortaleza? ¿Vestiste tú su cerviz de relincho?

20 ¿Por ventura le espantarás como a alguna langosta? El resoplido de su nariz es formidable;

21 escarba la tierra, se alegra en su fuerza, sale al encuentro de las armas;

22 hace burla del espanto, y no teme, ni vuelve el rostro delante de la espada.

23 Contra él suena la aljaba, el hierro de la lanza y de la pica;

24 y él con ímpetu y furor escarba la tierra, sin importarle el sonido de la trompeta;

25 antes los toques de trompeta le infunden ánimo; y desde lejos huele la batalla, el estruendo de los príncipes, y el clamor.

26 ¿Por ventura vuela el gavilán por tu industria, y extiende hacia el mediodía sus alas?

27 ¿Por ventura enaltece el águila por tu mandamiento, y pone en alto su nido?

28 Ella habita y está en la piedra, en la cumbre del peñasco y de la roca.

29 Desde allí acecha la comida; sus ojos observan de muy lejos.

30 Sus polluelos chupan la sangre; y donde hubiere muertos, allí está.

40.

1 Además de eso respondió el SEÑOR a Job y dijo:

2 ¿Es por ventura sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto.

3 Y respondió Job al SEÑOR, y dijo:

4 He aquí que yo soy vil, ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca.

5 Una vez hablé, y no responderé; aun dos veces, mas no volveré a hablar.

6 Entonces respondió el SEÑOR a Job desde la oscuridad, y dijo:

7 Cíñete ahora como varón tus lomos; yo te preguntaré, y explícame.

8 ¿Por ventura invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para justificarte a ti?

9 ¿Tienes brazo como Dios? ¿Y tronarás tú con voz como él?

10 Atavíate ahora de majestad y de alteza; y vístete de honra y de hermosura.

11 Esparce furores de tu ira; y mira a todo soberbio, y abátelo.

12 Mira a todo soberbio, y próstralo, y quebranta a los impíos en su asiento.

13 Encúbrelos a todos en el polvo, venda sus rostros en la oscuridad;

14 y yo también te confesaré que podrá salvarte tu diestra.

15 He aquí ahora behemot, al cual yo hice contigo; hierba come como buey.

16 He aquí ahora que su fuerza está en sus lomos, y su fortaleza en el ombligo de su vientre.

17 Su cola mueve como un cedro, y los nervios de sus genitales son entretejidos.

18 Sus huesos son fuertes como acero, y sus miembros como barras de hierro.

19 El es la cabeza de los caminos de Dios; el que lo hizo, acercará de él su cuchillo.

20 Ciertamente los montes llevan renuevo para él; y toda bestia del campo retoza allá.

21 Se echará debajo de las sombras, en lo oculto de las cañas, y de los lugares húmedos.

22 Los árboles sombríos lo cubren con su sombra; los sauces del arroyo lo cercan.

23 He aquí que él tomará el río sin inmutarse; y se confía que el Jordán pasará por su boca.

24 Su hacedor lo tomará por sus ojos en tropezaderos, y horadará su nariz.

41.

1 ¿Sacarás tú al leviatán con el anzuelo, o con la cuerda que le echares en su lengua?

2 ¿Pondrás tú garfio en sus narices, y horadarás con espinas su quijada?

3 ¿Por ventura multiplicará él ruegos para contigo? ¿Te hablará él lisonjas?

4 ¿Por ventura hará concierto contigo para que lo tomes por siervo perpetuo?

5 ¿Jugarás por ventura con él como con pájaro, y lo atarás para tus niñas?

6 ¿Por ventura harán banquete por causa de los compañeros? ¿Lo partirán entre los mercaderes?

7 ¿Cortarás tú con cuchillo su cuero, o con asta de pescadores su cabeza?

8 Pon tu mano sobre él; te acordarás de la batalla, y nunca más tornarás.

9 He aquí que tu esperanza acerca de él será burlada; porque aun a su sola vista se desmayarán.

10 Nadie hay tan osado que lo despierte; ¿quién pues podrá estar delante de mí?

11 ¿Quién me ha anticipado, para que yo restituya? Todo lo que hay debajo del cielo es mío.

12 Yo no callaré sus miembros, ni lo de sus fuerzas y la gracia de su disposición.

13 ¿Quién descubrirá la delantera de su vestidura? ¿Quién se llegará a él con freno doble?

14 ¿Quién abrirá las puertas de su rostro? Los órdenes de sus dientes espantan.

15 La gloria de su vestido son escudos fuertes, cerrados entre sí estrechamente.

16 El uno se junta con el otro, que viento no entra entre ellos.

17 Pegado está el uno con el otro, están trabados entre sí, que no se pueden apartar.

18 Con sus estornudos encienden lumbre, y sus ojos son como los párpados del alba.

19 De su boca salen hachas de fuego, centellas de fuego proceden.

20 De sus narices sale humo como de una olla o caldero que hierve.

21 Su aliento enciende los carbones, y de su boca sale llama.

22 En su cerviz mora la fortaleza, y delante de él es deshecho el trabajo.

23 Las partes de su carne están pegadas entre sí ; está firme su carne en él, y no se mueve.

24 Su corazón es firme como una piedra, y fuerte como la muela de abajo.

25 De su grandeza tienen temor los fuertes, y de sus desmayos se purgan.

26 Cuando alguno lo alcanzare, ni espada, ni lanza, ni dardo, ni coselete durará contra él .

27 El hierro estima por pajas, y el acero por leño podrido.

28 Saeta no le hace huir; las piedras de honda se le tornan aristas.

29 Tiene toda arma por hojarascas, y del blandir de la pica se burla.

30 Por debajo tiene agudas conchas; imprime su agudez en el suelo.

31 Hace hervir como una olla el mar profundo, y lo vuelve como una olla de ungüento.

32 En pos de sí hace resplandecer la senda, que parece que el mar es cano.

33 No hay sobre la tierra su semejante, hecho para nada temer.

34 Menosprecia toda cosa alta; es rey sobre todos los soberbios.

42.

1 Y respondió Job al SEÑOR, y dijo:

2 Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti.

3 ¿Quién es el que oscurece el consejo sin sabiduría? Por tanto yo denunciaba lo que no entendía; cosas que me eran ocultas, y que no las sabía.

4 Oye ahora, y hablaré; te preguntaré, y tú me harás saber.

5 De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven.

6 Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en el polvo y en la ceniza.

7 Y aconteció que después que habló el SEÑOR estas palabras a Job, el SEÑOR dijo a Elifaz temanita: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros, porque no habéis hablado por mí lo recto, como mi siervo Job.

8 Ahora pues, tomaos siete becerros y siete carneros, y andad a mi siervo Job, y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros; porque solamente por su respeto no os trataré afrentosamente, por cuanto no habéis hablado por mí con rectitud, como mi siervo Job.

9 Fueron pues Elifaz temanita, y Bildad suhita, y Zofar naamatita, e hicieron como el SEÑOR les dijo; y el SEÑOR tuvo respeto a Job.

10 Y tornó el SEÑOR la aflicción de Job, orando él por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.

11 Y vinieron a él todos sus hermanos, y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que el SEÑOR había traído sobre él. Y cada uno de ellos le dio una oveja, y una joya de oro.

12 Y el SEÑOR bendijo a la postrimería de Job más que a su principio; porque tuvo catorce mil ovejas, y seis mil camellos, y mil yuntas de bueyes, y mil asnas.

13 Y tuvo siete hijos y tres hijas.

14 Y llamó el nombre de la una, Jemima, y el nombre de la segunda, Cesia, y el nombre de la tercera, Keren-hapuc.

15 Y no se hallaron mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra; y les dio su padre herencia entre sus hermanos.

16 Y después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación.

17 Murió pues Job viejo, y lleno de días.