1

1

Visión de Isaías hijo de Amoz, la cual vio acerca de Judá y Jerusalén en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá.

2

Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí.

3 El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; pero Israel no conoce, mi pueblo no tiene discernimiento.

4 ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, raza de perversos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, despreciaron al Santo de Israel, le volvieron la espalda.

5 ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente.

6 Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.

7 Vuestra tierra está desolada, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra comida por extranjeros delante de vosotros, y asolada como asolamiento de extraños.

8 Y queda la hija de Sión como enramada en viña, y como cabaña en melonar, como ciudad sitiada.

9 Si Jehová de los ejércitos no nos hubiese dejado un resto pequeño, habríamos llegado a ser como Sodoma, y semejantes a Gomorra.

10

Gobernantes de Sodoma, oíd la palabra de Jehová; escuchad la instrucción de nuestro Dios, pueblo de Gomorra.

11 ¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos.

12 ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios?

13 No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; novilunios y sábados, el convocar asamblea, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes.

14 Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas.

15 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.

16 Lavaos, limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo;

17 aprended a hacer el bien; buscad la justicia, reprimid al opresor, defended la causa del huérfano, amparad a la viuda.

18 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.

19 Si queréis y obedecéis, comeréis el bien de la tierra;

20 si rehusáis y sois rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho.

21

¡Cómo se ha convertido en ramera la ciudad fiel! Llena estaba de justicia, en ella habitaba la equidad; pero ahora, los homicidas.

22 Tu plata se ha convertido en escorias, tu vino está mezclado con agua.

23 Tus príncipes, rebeldes y compañeros de ladrones; todos aman el soborno, y van tras las recompensas; no hacen justicia al huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.

24 Por tanto, dice el Señor, Jehová de los ejércitos, el Fuerte de Israel: Ea, tomaré satisfacción de mis adversarios, me vengaré de mis enemigos;

25 y volveré mi mano contra ti, y limpiaré hasta lo más puro tus escorias, y quitaré todas tus impurezas.

26 Restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como eran antes; entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel.

27 Sión será rescatada con justicia, y los convertidos de ella con rectitud.

28 Pero los rebeldes y pecadores a una serán quebrantados, y los que dejan a Jehová serán consumidos.

29 Porque se avergonzarán de las encinas que amasteis, y os afrentarán los huertos que escogisteis.

30 Porque seréis como encina a la que se le cae la hoja, y como huerto al que le faltan las aguas.

31 Y el hombre fuerte será como estopa, y su trabajo, como centella; y ambos serán encendidos juntamente, y no habrá quien apague.

2

1

Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén.

2 Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será asentado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y confluirán a él todas las naciones.

3 Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.

4 Y juzgará entre las naciones, y será árbitro de muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.

5

Venid, oh casa de Jacob, y caminemos a la luz de Jehová.

6 Pues tú has desechado a tu pueblo, la casa de Jacob, porque están llenos de supersticiones traídas del oriente, y de agoreros, como los filisteos; y pactan con hijos de extranjeros.

7 Su tierra está llena de plata y oro, sus tesoros no tienen fin. También está su tierra llena de caballos, y sus carros son innumerables.

8 Además su tierra está llena de ídolos, y todos adoran la obra de sus manos y lo que fabricaron sus dedos.

9 Y se inclina el hombre, y el varón se humilla; por tanto, no los perdones.

10 Métete en la peña, escóndete en el polvo, de la presencia temible de Jehová, y del resplandor de su majestad.

11 La altivez de los ojos del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y será exaltado Jehová solo en aquel día.

12 Porque Jehová de los ejércitos tiene reservado un día que vendrá sobre todo soberbio y altivo, sobre todo enaltecido, y será abatido;

13 sobre todos los cedros del Líbano altos y erguidos, y sobre todas las encinas de Basán;

14 sobre todos los montes altos, y sobre todos los collados elevados;

15 sobre toda torre alta, y sobre todo muro fortificado;

16 sobre todas las naves de Tarsis, y sobre todos los objetos preciados.

17 La altivez del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y solo Jehová será exaltado en aquel día.

18 Y desaparecerán totalmente los ídolos.

19 Y los hombres se meterán en las cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, por la presencia temible de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levante para sacudir con fuerza la tierra.

20 Aquel día arrojará el hombre a los topos y murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que él se hizo para adorarlos,

21 y se meterá en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia temible de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando se levante para sacudir con fuerza la tierra.

22 Desentendeos del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque ¿qué vale realmente?

3

1

Porque he aquí que el Señor Jehová de los ejércitos quita de Jerusalén y de Judá sustento y apoyo, todo sustento de pan y todo socorro de agua;

2 el hombre fuerte y el hombre de guerra, el juez y el profeta, el adivino y el anciano;

3 el capitán de cincuenta y el hombre de rango, el consejero, el sabio hechicero y el hábil encantador.

4 Y les pondré jóvenes por príncipes, y muchachos serán sus gobernantes.

5 Y el pueblo se hará violencia unos a otros, cada cual contra su vecino; el joven se insolentará contra el anciano, y el villano contra el noble.

6 Pues alguno agarrará a su hermano, de la familia de su padre, y le dirá: Tú tienes manto, tú serás nuestro príncipe, y toma en tus manos esta ruina;

7 pero él jurará aquel día, diciendo: No seré vuestro médico; porque en mi casa ni hay pan, ni manto; no me hagáis príncipe del pueblo.

8 Pues arruinada está Jerusalén, y Judá ha caído; porque la lengua de ellos y sus obras han sido contra Jehová para desafiar su presencia gloriosa.

9 La expresión de sus rostros testifica contra ellos; porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma de ellos!, porque amontonaron mal para sí.

10 Decid al justo que le irá bien, porque comerá de los frutos de sus acciones.

11 ¡Ay del impío! Mal le irá, porque según las obras de sus manos le será pagado.

12 A mi pueblo le oprime un mozalbete, y mujeres se enseñorean de él. Pueblo mío, los que te guían te engañan, y tuercen el curso de tus caminos.

13 Jehová está en pie para litigar, y está para juzgar a los pueblos.

14 Jehová vendrá a juicio contra los ancianos de su pueblo y contra sus príncipes; porque vosotros habéis devorado la viña, y el despojo del pobre está en vuestras casas.

15 ¿Qué pensáis vosotros que machacáis a mi pueblo y moléis las caras de los pobres?, dice el Señor, Jehová de los ejércitos.

16

Asimismo dice Jehová: Por cuanto las hijas de Sión son altivas, y andan con el cuello erguido y con ojos desvergonzados; cuando andan van danzando, y haciendo son con los pies;

17 por tanto, el Señor rapará la cabeza de las hijas de Sión, y Jehová descubrirá sus vergüenzas.

18 Aquel día quitará el Señor el atavío del calzado, las redecillas, las lunetas,

19 los collares, los pendientes y los brazaletes,

20 las cofias, las cadenillas de los tobillos, los ceñidores, los pomitos de olor y los zarcillos,

21 los anillos, y los joyeles de las narices,

22 las ropas de gala, los mantoncillos, los chales, los bolsos,

23 los espejos, el lino fino, los turbantes y las mantillas.

24 Y en lugar de los perfumes aromáticos habrá hediondez; y cuerda en lugar de cinturón, y calvicie en vez de peinado artificioso; en lugar de ropa de gala, ceñimiento de cilicio, y marca de fuego en vez de hermosura.

25 Tus varones caerán a espada, y tus fuertes, en la guerra.

26 Sus puertas se entristecerán y enlutarán, y ella, desamparada, se sentará en tierra.

4

1

Echarán mano de un hombre siete mujeres en aquel día, diciendo: Nosotras comeremos de nuestro pan, y nos vestiremos de nuestras ropas; solamente permítenos llevar tu nombre, quita nuestro oprobio.

2

En aquel día, el renuevo de Jehová será para hermosura y gloria, y el fruto de la tierra para grandeza y honra, a los sobrevivientes de Israel.

3 Y acontecerá que el que quedare en Sión, y el que fuere dejado en Jerusalén, será llamado santo; todos los que en Jerusalén estén registrados entre los vivientes,

4 cuando el Señor lave las inmundicias de las hijas de Sión, y limpie la sangre de Jerusalén de en medio de ella, con espíritu de juicio y con espíritu de devastación.

5 Y creará Jehová sobre toda la morada del monte de Sión, y sobre los lugares de sus convocaciones, nube y oscuridad de día, y de noche resplandor de fuego que eche llamas; porque sobre toda gloria habrá un dosel,

6 y habrá un toldo para sombra contra el calor del día, para refugio y escondedero contra el turbión y contra el aguacero.

5

1

Ahora cantaré por mi amado el cantar de mi amado acerca de su viña. Tenía mi amado una viña en una ladera fértil.

2 La había cavado y despedregado y plantado de vides escogidas; había edificado en medio de ella una torre, y excavado también en ella un lagar; y esperaba que diese uvas, y dio agrazones.

3 Ahora, pues, habitantes de Jerusalén y varones de Judá, juzgad ahora entre mí y mi viña.

4 ¿Qué más se podía haber hecho a mi viña, que yo no lo haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado agrazones?

5 Os mostraré, pues, ahora lo que voy a hacer yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; desportillaré su cerca, y será hollada.

6 Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán las zarzas y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella.

7 Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel; y los hombres de Judá, planta deliciosa suya. Esperaba justicia, y he aquí violencia; rectitud, y he aquí alaridos.

8

¡Ay de los que juntan casa a casa, y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo, hasta quedaros vosotros solos en medio de la tierra!

9 Ha llegado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos, que muchas casas han de quedar asoladas, sin morador aun las grandes y hermosas.

10 Y diez yugadas de viña producirán un bato, y un homer de semilla producirá un efa.

11 ¡Ay de los que se levantan muy de mañana para seguir la embriaguez; de los que trasnochan, hasta que el vino los enciende!

12 Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos.

13 Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, por falta de conocimiento; y sus notables perecieron de hambre, y su multitud se secó de sed.

14 Por eso ensanchó sus fauces el Seol, y sin medida extendió su boca; y allá descenderá la gloria de ellos, y su multitud, y su fausto, y sus turbas gozosas.

15 El hombre será humillado, y el varón será abatido, y serán bajados los ojos de los altivos.

16 Pero Jehová de los ejércitos será exaltado mediante su justicia, y el Dios Santo es santificado por sus juicios justos.

17 Entonces los corderos serán apacentados como en sus propios pastizales; y los cabritos devorarán los campos desolados de los ricos.

18 ¡Ay de los que traen la iniquidad con cuerdas de vanidad, y el pecado como con bridas de carreta,

19 los cuales dicen: Venga ya, apresúrese su obra, y veamos; acérquese, y cúmplase el plan del Santo de Israel, para que lo sepamos!

20 ¡Ay de los que al mal llaman bien, y al bien, mal; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!

21 ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!

22 ¡Ay de los que son fuertes para beber vino, y hombres de vigor para mezclar bebida;

23 los que justifican al impío mediante soborno, y al justo quitan su derecho!

24 Por tanto, como la lengua del fuego consume el rastrojo, y la llama devora la paja, así será su raíz como podredumbre, y su flor se desvanecerá como polvo; porque desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel.

25 Por esta causa se encendió el furor de Jehová contra su pueblo, y extendió contra él su mano, y le hirió; y se estremecieron los montes, y sus cadáveres yacían como basura en medio de las calles. Con todo esto no ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.

26 Alzará pendón a naciones lejanas, y silbará al que está en el extremo de la tierra; y he aquí que vendrá rápida y velozmente.

27 No habrá entre ellos cansado, ni quien tropiece; ninguno se dormirá, ni le tomará sueño; a ninguno se le desatará el cinto de los lomos, ni se le romperá la correa de sus sandalias.

28 Sus saetas estarán afiladas, y todos sus arcos tensados; los cascos de sus caballos parecerán como de pedernal, y las ruedas de sus carros como torbellino.

29 Su rugido será como de león; rugirá a manera de leoncillo, bramará y arrebatará la presa; se la llevará con seguridad, y nadie se la quitará.

30 Y bramará sobre él en aquel día como el bramido del mar; entonces mirará hacia la tierra, y he aquí tinieblas y tribulación, y en sus cielos se oscurecerá la luz.

6

1

En el año en que murió el rey Uzías, vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y la orla de su manto llenaba el templo.

2 Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban.

3 Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo es Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.

4 Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz de los que clamaban, y la casa se llenó de humo.

5 Entonces dije: ¡Ay de mí!, que estoy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de un pueblo de labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.

6 Entonces voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas;

7 y tocando con él mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y expiado tu pecado.

8 Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá de nuestra parte? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí.

9 Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, pero no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis.

10 Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, no sea que, viendo con sus ojos, y oyendo con sus oídos, y entendiendo con su corazón, se convierta, y sea sanado.

11 Entonces dije yo: ¿Hasta cuándo, Señor? Y respondió él: Hasta que las ciudades estén asoladas y sin moradores, y no haya hombre en las casas, y la tierra esté hecha un desierto;

12 hasta que Jehová haya echado lejos a los hombres, y multiplicado los lugares abandonados en medio de la tierra.

13 Y si quedare aún en ella la décima parte, ésta volverá a ser destruida; pero como el roble y la encina, que al ser cortados aún queda un tocón, así la simiente santa será su tocón.

7

1

Aconteció en los días de Acaz hijo de Jotam, hijo de Uzías, rey de Judá, que Rezín rey de Siria y Peka hijo de Remalías, rey de Israel, subieron contra Jerusalén para combatirla; pero no la pudieron tomar.

2 Y vino la noticia a la casa de David, diciendo: Siria se ha confederado con Efraín. Y se le estremeció el corazón, y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del monte a causa del viento.

3 Entonces dijo Jehová a Isaías: Sal ahora al encuentro de Acaz, tú, y Sear-jasub tu hijo, al extremo del acueducto del estanque de arriba, en el camino del campo del Batanero,

4 y dile: ¡Alerta, pero ten calma!; no temas, ni desmaye tu corazón a causa de estos dos cabos de tizón que humean, por el ardor de la ira de Rezín y de Siria, y del hijo de Remalías.

5 Ha maquinado tu ruina el sirio, con Efraín y con el hijo de Remalías, diciendo:

6 Subamos contra Judá y hagámosla pedazos, y repartámosla entre nosotros, y pongamos en medio de ella por rey al hijo de Tabeel.

7 Con todo, Jehová el Señor dice así: No se mantendrá, ni será así.

8 Porque la cabeza de Siria es Damasco, y la cabeza de Damasco, Rezín; y la cabeza de Efraín es Samaria, y la cabeza de Samaria el hijo de Remalías.

9 Y dentro de sesenta y cinco años Efraín será quebrantado hasta dejar de ser pueblo. Si vosotros no creéis, de cierto no permaneceréis firmes.

10 Habló de nuevo Jehová a Acaz, diciendo:

11 Pide para ti señal de Jehová tu Dios, demandándola ya sea de abajo en lo profundo, o de arriba en lo alto.

12 Y respondió Acaz: No la pediré, y no tentaré a Jehová.

13 Dijo entonces Isaías: Oíd ahora, casa de David. ¿Os es poco el ser molestos a los hombres, para que también lo seáis a mi Dios?

14 Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.

15 Comerá mantequilla y miel, cuando sepa desechar lo malo y escoger lo bueno.

16 Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes que tú temes será abandonada.

17 Jehová hará venir sobre ti, sobre tu pueblo y sobre la casa de tu padre, días cuales nunca vinieron desde el día que Efraín se apartó de Judá, esto es, hará venir al rey de Asiria.

18 Y acontecerá aquel día, que silbará Jehová a la mosca que está en los confines de los ríos de Egipto, y a la abeja que está en la tierra de Asiria;

19 y vendrán y acamparán todas en los valles desiertos, y en las cavernas de las piedras, y en todos los zarzales, y en todos los abrevaderos.

20 En aquel día, el Señor rapará con navaja alquilada de los que habitan al otro lado del río, esto es, con el rey de Asiria, la cabeza y el pelo de los pies, y aun la barba también afeitará.

21 Acontecerá en aquel tiempo, que criará un hombre una vaca y dos ovejas;

22 y a causa de la abundancia de leche que darán, comerá mantequilla; porque mantequilla y miel comerá todo el que quede en medio de la tierra.

23 Acontecerá también en aquel tiempo, que el lugar donde había mil vides que valían mil siclos de plata, será para espinos y zarzas.

24 Con saetas y arco irán allá, porque toda la tierra será espinos y zarzas.

25 Y en ninguno de los montes que se desbrozaban con la azada se podrá entrar, por el temor de los espinos y de los cargos, sino que serán para pasto de bueyes y para ser hollados por los ganados.

8

1

Me dijo Jehová: Toma una tabla grande y escribe en ella con caracteres legibles tocante a Maher-salal-has-baz;

2 y yo tomaré para mí por testigos fieles al sacerdote Urías y a Zacarías hijo de Jeberequías.

3 Entonces me llegué a la profetisa, la cual concibió, y dio a luz un hijo. Y me dijo Jehová: Ponle por nombre Maher-salal-has-baz.

4 Porque antes que el niño sepa decir: Padre mío, y Madre mía, la riqueza de Damasco y los despojos de Samaria serán llevados delante del rey de Asiria.

5

Otra vez volvió Jehová a hablarme, diciendo:

6 Por cuanto desechó este pueblo las aguas de Siloé, que corren mansamente, y se regocijó con Rezín y con el hijo de Remalías;

7 he aquí, por tanto, que el Señor hace subir sobre ellos aguas de ríos, impetuosas y copiosas, esto es, al rey de Asiria con todo su poder; el cual desbordará todos sus ríos, e invadirá todas sus riberas;

8 y pasando hasta Judá, inundará y pasará adelante, anegando a su paso hasta la garganta; y extendiendo sus alas, abarcará la anchura de tu tierra, oh Emanuel.

9 Reuníos, pueblos, y seréis quebrantados; oíd, todos los que sois de lejanas tierras; ceñíos, y seréis quebrantados; disponeos, y seréis quebrantados.

10 Trazad un plan, y fracasará; proferid palabra, y no se cumplirá; porque Dios está con nosotros.

11 Porque Jehová me dijo de esta manera con su mano fuerte sobre mí, y me enseñó que no caminase por el camino de este pueblo, diciéndome:

12 No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo.

13 A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo.

14 Entonces él será por santuario; pero a las dos casas de Israel, por piedra para tropezar, y por peña de escándalo, y por lazo y por red al morador de Jerusalén.

15 Y muchos entre ellos tropezarán, y caerán, y serán quebrantados; y serán atrapados y apresados.

16 Ata el testimonio, sella la instrucción entre mis discípulos.

17 Esperaré, pues, a Jehová, el cual escondió su rostro de la casa de Jacob, y en él confiaré.

18 He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová somos por señales y presagios en Israel, de parte de Jehová de los ejércitos, que mora en el monte de Sión.

19

Y cuando os digan: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran y bisbisean, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos?

20 ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.

21 Y pasarán por la tierra fatigados y hambrientos, y acontecerá que teniendo hambre, se enojarán y maldecirán a su rey y a su Dios, levantando el rostro en alto.

22 Y mirarán a la tierra, y he aquí tribulación y tinieblas, oscuridad y angustia; y serán sumidos en densas tinieblas.

9

1

Mas no habrá ya más oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el pasado a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles.

2 El pueblo que andaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que moraban en tierra de sombra de muerte les ha comenzado a brillar la luz.

3 Multiplicaste la nación, y aumentaste la alegría. Se alegran delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten los despojos.

4 Porque tú quebraste su pesado yugo, la vara de su hombro y el cetro de su opresor, como en el día de Madián.

5 Porque toda bota que calza el guerrero en la batalla, y todo manto revolcado en sangre, serán quemados, pasto del fuego.

6 Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre: Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.

7 Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, para restaurarlo y consolidarlo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos realizará esto.

8

El Señor profirió una palabra en Jacob, y cayó en Israel.

9 Y la sabrá todo el pueblo, Efraín y los moradores de Samaria, que con soberbia y con altivez de corazón dicen:

10 Los ladrillos cayeron, pero edificaremos con sillares; cortaron los sicómoros, pero en su lugar pondremos cedros.

11 Pues bien, Jehová levantará a los adversarios de Rezín contra él, y juntará a sus enemigos;

12 del oriente los sirios, y los filisteos del poniente; y a boca llena devorarán a Israel. Ni con todo eso ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.

13 Pero el pueblo no se convirtió al que lo castigaba, ni buscó a Jehová de los ejércitos.

14 Por eso Jehová cortará de Israel cabeza y cola, palmera y junco en un mismo día.

15 El anciano y noble de rango es la cabeza; el profeta que enseña mentira, es la cola.

16 Porque los directores de este pueblo son engañadores, y los dirigidos por ellos se pierden.

17 Por tanto, el Señor no tomará contentamiento en sus jóvenes, ni de sus huérfanos y viudas tendrá compasión; porque todos son impíos y malvados, y toda boca habla insensateces. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.

18 Porque la maldad se encendió como fuego, zarzas y espinos devorará; y se encenderá en lo espeso del bosque, y subirá en densas espirales de humo.

19 Por la ira de Jehová de los ejércitos se abrasa la tierra, y será el pueblo como pasto del fuego; el hombre no tendrá piedad de su hermano.

20 Cada uno hurtará a la mano derecha, y tendrá hambre, y comerá a la izquierda, y no se saciará; cada cual comerá la carne de su propio brazo;

21 Manasés a Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos a una contra Judá. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.

10

1

¡Ay de los que dictan leyes injustas, y decretan vejaciones,

2 para privar de justicia a los pobres, y para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas, y robar a los huérfanos!

3 ¿Y qué haréis en el día del castigo? ¿A quién os acogeréis para que os ayude, cuando venga de lejos el asolamiento? ¿En dónde dejaréis vuestra gloria?

4 Sólo les queda inclinarse entre los presos, y caer entre los muertos. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.

5

Oh Asiria, báculo de mi furor, en cuya mano he puesto la vara de mi ira.

6 Le mandaré contra una nación impía, y sobre el pueblo objeto de mi ira le enviaré, para que saquee despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles.

7 Aunque él no lo pensará así, ni su corazón lo imaginará de esta manera, sino que su intención es destruir y exterminar muchas naciones.

8 Porque él dice: Mis príncipes, ¿no son todos reyes?

9 ¿No es Calnó como Carquemis, Hamat como Arfad, y Samaria como Damasco?

10 Como se apoderó mi mano de los reinos de los ídolos, siendo sus imágenes más que las de Jerusalén y de Samaria;

11 como hice a Samaria y a sus ídolos, ¿no haré también así a Jerusalén y a sus imágenes?

12 Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sión y en Jerusalén, dirá: Yo castigaré el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la altivez de sus ojos.

13 Porque dijo: Con el poder de mi mano lo he hecho, y con mi sabiduría, porque soy inteligente; borré las fronteras de los pueblos, y saqueé sus tesoros, y derribé potente a los que estaban sentados en sus tronos.

14 Y mi mano tomó las riquezas de los pueblos como quien toma un nido; y como se recogen los huevos abandonados, así me apoderé yo de toda la tierra; y no hubo quien moviese un ala, ni abriese su boca y graznase.

15 ¿Se jactará el hacha frente al que con ella corta? ¿Se ensoberbecerá la sierra contra el que la mueve? ¡Como si la vara moviese al que la levanta; como si levantase el bastón al que no es un leño!

16 Por esto el Señor, Jehová de los ejércitos, enviará enflaquecimiento entre sus robustos, y debajo de su opulencia encenderá una hoguera como fuego de incendio.

17 Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama, que abrase y consuma en un día sus zarzas y sus espinos.

18 La gloria de su bosque y de su campo fértil la consumirá totalmente en alma y cuerpo, y vendrá a ser como enfermo que languidece.

19 Y los árboles que queden en su bosque serán tan pocos, que un niño los podrá contar.

20 Acontecerá en aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel y los que hayan quedado de la casa de Jacob, nunca más se apoyarán en el que los hirió, sino que se apoyarán con firmeza en Jehová, el Santo de Israel.

21 Un remanente volverá, el remanente de Jacob volverá al Dios fuerte.

22

Porque aunque tu pueblo, oh Israel, sea como la arena del mar, sólo un remanente de él volverá; la destrucción decretada rebosará justicia.

23 Pues el Señor, Jehová de los ejércitos, realizará en medio de la tierra un exterminio ya decidido.

24 Por tanto, el Señor, Jehová de los ejércitos, dice así: Pueblo mío, morador de Sión, no temas de Asiria, aunque con vara te herirá, y contra ti alzará su palo, a la manera de Egipto;

25 pues de aquí a muy poco tiempo, se consumará mi furor, y mi enojo los destruirá.

26 Y levantará Jehová de los ejércitos un azote contra él como en la matanza de Madián en la peña de Oreb, y alzará su vara sobre el mar como lo hizo en Egipto.

27 Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de tu gordura.

28 Vino hasta Ajat, pasó hasta Migrón; en Micmás contó su ejército.

29 Pasaron el vado; pernoctaron en Geba; Ramá tembló; Guibeat de Saúl huyó.

30 ¡Grita en alta voz, hija de Galim! ¡Escucha, Lais! ¡Pobrecilla de ti, Anatot!

31 Madmená se desbandó; los moradores de Gebim huyen a refugiarse.

32 Ese mismo día hará un alto en Nob; alzará su mano contra el monte de la hija de Sión, el collado de Jerusalén.

33 He aquí que el Señor, Jehová de los ejércitos, desgajará el ramaje con gran poder, y los árboles de gran altura serán cortados, y los altos serán derribados en tierra.

34 Y cortará con hierro la espesura del bosque, y el Líbano caerá frente al Fuerte.

11

1

Saldrá una vara del tronco de Isay, y un retoño brotará de sus raíces.

2 Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.

3 Y su deleite estará en el temor de Jehová. No juzgará según las apariencias, ni decidirá por lo que sepa de oídas;

4 sino que juzgará con justicia a los pobres, y decidirá con equidad en favor de los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el aliento de sus labios matará al impío.

5 Y será la justicia cinturón de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de sus riñones.

6 Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará.

7 La vaca y la osa pacerán en compañía; sus crías se echarán juntas; y el león comerá paja como el buey.

8 Y el niño de pecho jugará sobre el agujero del áspid, y el recién destetado extenderá su mano hacia el escondrijo de la víbora.

9 No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.

10 Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isay, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su morada será gloriosa.

11 Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patrós, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las islas del mar.

12 Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra.

13 Y se disipará la envidia de Efraín, y los enemigos de Judá serán destruidos. Efraín no tendrá envidia de Judá, ni Judá afligirá a Efraín;

14 sino que volarán sobre los hombros de los filisteos al occidente, saquearán también a los de oriente; Edom y Moab les servirán, y los hijos de Amón los obedecerán.

15 Y secará Jehová la lengua del mar de Egipto; y con un viento abrasador agitará su mano sobre el río, y lo dividirá en siete corrientes, y hará que pasen por él en sandalias.

16 Y habrá un camino para el remanente de su pueblo, el que quedó de Asiria, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto.

12

1

En aquel día dirás: Yo te alabo, oh Jehová; pues aunque te enojaste contra mí, tu indignación se apartó, y me has consolado.

2 He aquí Dios es mi salvación; confiaré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha venido a ser mi salvación.

3 Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación.

4 Y diréis en aquel día: Alabad a Jehová, invocad su nombre, declarad en los pueblos sus obras, proclamad que su nombre es sublime.

5 Cantad a Jehová, porque ha hecho cosas sublimes; sea sabido esto por toda la tierra.

6 Da gritos de júbilo y canta, oh moradora de Sión; porque grande es en medio de ti el Santo de Israel.

13

1

Oráculo sobre Babilonia, que vio Isaías hijo de Amoz.

2 Levantad bandera sobre un alto monte; gritadles, agitad la mano, para que entren por las puertas de los nobles.

3 Yo mandé a mis consagrados; sí, yo llamé a mis valientes para ejecutar mi ira, a los que se alegran de mi victoria.

4 Estruendo de multitud en los montes, como de mucha gente; estruendo de ruido de reinos, de naciones reunidas; Jehová de los ejércitos pasa revista a las tropas para la batalla.

5 Vienen de tierra lejana, de lo más lejano de los cielos, Jehová y las armas de su ira, para destruir toda la tierra.

6 Aullad, porque cerca está el día de Jehová; vendrá como terrible azote del Todopoderoso.

7 A causa de ello, toda mano se debilitará, y desfallecerá todo corazón de hombre,

8 y se llenarán de terror; angustias y apuros se apoderarán de ellos; tendrán dolores como mujer de parto; se asustará cada cual al mirar a su compañero; sus rostros, rostros de llamas.

9 He aquí que el día de Jehová viene, terrible, y lleno de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores.

10 Pues las estrellas de los cielos y sus constelaciones no darán su luz; el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor.

11 Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; pondré fin a la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los tiranos.

12 Haré más escaso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ofir al hombre.

13 Por tanto, haré estremecer los cielos, y la tierra será sacudida de su lugar, por la indignación de Jehová de los ejércitos en el día del ardor de su ira.

14 Y como gacela perseguida, y como oveja sin pastor, cada cual enfilará hacia su pueblo, y cada uno huirá a su tierra.

15 Cualquiera que sea hallado será alanceado; y cualquiera que por ellos sea apresado, caerá a espada.

16 Sus niños serán estrellados ante sus ojos; sus casas serán saqueadas, y violadas sus mujeres.

17 He aquí que yo despierto contra ellos a los medos, que no estiman la plata, ni codician el oro.

18 Con arco derribarán a los jóvenes, y no tendrán misericordia del fruto del vientre, ni su ojo perdonará a los niños.

19 Y Babilonia, la joya de los reinos, prez y orgullo de los caldeos, será como cuando destruyó Dios a Sodoma y Gomorra.

20 Nunca más será habitada, ni se morará en ella de generación en generación; ni levantará allí tienda el árabe, ni los pastores tendrán allí majada;

21 sino que dormirán allí las fieras del desierto, y sus casas se llenarán de hurones; allí habitarán avestruces, y allí saltarán las cabras salvajes.

22 En sus castillos aullarán hienas, y chacales en sus casas de recreo. Su hora está al llegar, y sus días no se prolongarán.

14

1

Porque Jehová tendrá compasión de Jacob, y todavía escogerá a Israel, y le hará establecerse en su tierra; y a ellos se unirán extranjeros, y se juntarán a la familia de Jacob.

2 Y los tomarán los pueblos, y los traerán a su lugar; y la casa de Israel los poseerá por siervos y criadas en la tierra de Jehová; cautivarán a los que los cautivaron, y dominarán sobre los que los oprimieron.

3 En el día en que Jehová te dé reposo de tus trabajos, de tu desazón, y de la dura servidumbre en que te hicieron servir,

4 pronunciarás esta sátira contra el rey de Babilonia, y dirás: ¡Cómo terminó el opresor! ¡Cómo acabó la ciudad insolente!

5 Quebrantó Jehová el bastón de los impíos, el cetro de los déspotas;

6 el que hería a los pueblos con furor, con llagas permanentes, el que se enseñoreaba de las naciones con ira, con acoso sin tregua.

7 Toda la tierra está en reposo y en paz; prorrumpe en aclamaciones.

8 Aun los cipreses se regocijaron a causa de ti, y los cedros del Líbano, diciendo: Desde que tú pereciste, no ha subido cortador contra nosotros.

9 El Seol abajo se estremeció por ti; despertó muertos que en tu venida saliesen a recibirte, hizo levantar de sus tronos a todos los príncipes de la tierra, a todos los reyes de las naciones.

10 Todos ellos dan voces, y te dicen: ¿Tú también te debilitaste como nosotros, y llegaste a ser como nosotros?

11 Descendió al Seol tu pompa, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán.

12 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo del Alba! Cortado fuiste por tierra, tú que abatías a las naciones.

13 Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; por encima de las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte de la Reunión me sentaré, en el extremo norte;

14 sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.

15 Mas tú has sido derribado hasta el Seol, a lo profundo del abismo.

16 Se inclinan hacia ti los que te ven, te contemplan, diciendo: ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que sacudía los reinos;

17 que puso el mundo como un desierto, que asoló sus ciudades, que a sus presos nunca abrió la cárcel?

18 Todos los reyes de las naciones yacen con honor cada uno en su morada;

19 pero tú eres echado de tu sepulcro como un brote abominable, recubierto de muertos pasados a espada, que descendieron al fondo de la fosa; como cadáver pisoteado.

20 No serás contado con ellos en el sepelio; porque tú destruiste tu tierra, mataste a tu pueblo. No será nombrada para siempre la descendencia de los malignos.

21 Preparad para sus hijos el matadero, por la maldad de sus padres; que no se levanten, ni posean la tierra, ni llenen de ciudades la faz del mundo.

22 Yo me levantaré contra ellos, dice Jehová de los ejércitos, y raeré de Babilonia el nombre y el remanente, hijos y nietos, dice Jehová.

23 Y la convertiré en patrimonio de erizos, y en pantanos; y la barreré con la escoba de destrucción, dice Jehová de los ejércitos.

24

Jehová de los ejércitos juró diciendo: Ciertamente se hará de la manera que lo he pensado, y será confirmado como lo he determinado;

25 que quebrantaré al asirio en mi tierra, y en mis montes lo hollaré; y su yugo será apartado de ellos, y su carga será quitada de sus hombros.

26 Éste es el designio que está acordado sobre toda la tierra, y ésta, la mano extendida sobre todas las naciones.

27 Porque Jehová de los ejércitos lo ha determinado, y ¿quién lo impedirá? Y su mano extendida, ¿quién la hará retroceder?

28

En el año en que murió el rey Acaz fue esta profecía:

29 No te alegres, oh Filistea, toda tú, por haberse quebrado la vara del que te hería; porque de la raíz de la culebra saldrá víbora; y su fruto, dragón volador.

30 Y los más pobres de los pobres serán apacentados, y los menesterosos se acostarán confiados; mas yo haré morir de hambre tu raíz, y destruiré lo que de ti quede.

31 Aúlla, oh puerta; grita, oh ciudad; derrítete toda tú, Filistea; porque vendrá una humareda del norte, y no desertará de sus tropas ni uno solo.

32 ¿Y qué se responderá a los mensajeros de las naciones? Que Jehová fundó a Sión, y que a ella se acogerán los afligidos de su pueblo.

15

1

Profecía sobre Moab. Cierto, de noche fue destruida Ar de Moab, puesta en ruinas. Cierto, de noche fue destruida Kir de Moab, reducida a ruinas.

2 Subió a Báyit y a Dibón, a los lugares altos, a llorar; sobre Nebo y sobre Medeba aullará Moab; toda cabeza de ella será rapada, y toda barba rasurada.

3 Se ceñirán de cilicio en sus calles; en sus terrados y en sus plazas aullarán todos, deshaciéndose en llanto.

4 Hesbón y Elealé gritarán, hasta Jáhaz se oirá su voz; por lo que aullarán los guerreros de Moab, se lamentará el alma de cada uno dentro de él.

5 Mi corazón dará gritos por Moab; sus fugitivos huirán hasta Zoar, novilla de tres años. Por la cuesta de Luhit subirán llorando, y lamentarán su destrucción por el camino de Horonáyim.

6 Las aguas de Nimrim serán consumidas, y se secará la hierba, se marchitará el césped, todo verdor perecerá.

7 Por tanto, las riquezas que habrán adquirido, y las que habrán reservado, las llevarán más allá del arroyo de los sauces.

8 Porque el llanto rodeó los límites de Moab; hasta Eglaim llegó su alarido, y hasta Beer-elim su clamor.

9 Pues las aguas de Dimón se llenarán de sangre; porque yo traeré sobre Dimón males mayores, un león sobre los que escapen de Moab, y sobre los que queden en su suelo.

16

1

Enviad corderos al señor de la tierra, desde Sela del desierto al monte de la hija de Sión.

2 Y cual ave espantada, nidada dispersa, así serán las hijas de Moab en los vados de Arnón.

3 Da un consejo, facilita una decisión; pon tu sombra como noche en medio del día; esconde a los desterrados, no entregues a los que andan errantes.

4 Moren contigo los fugitivos moabitas; sé para ellos escondedero de la presencia del devastador; porque el atormentador fenecerá, el devastador tendrá fin, el pisoteador será consumido de sobre la tierra.

5 Será establecido sobre la misericordia un trono; y sobre él se sentará firmemente, de la dinastía de David, uno que juzgue y busque justicia, y esté presto a obrar con rectitud.

6 Hemos oído la soberbia de Moab; muy grandes son su soberbia, su arrogancia, su altivez y sus falsas jactancias.

7 Por tanto, aullará Moab por Moab; todos aullarán; gemiréis, en gran manera abatidos, por las tortas de uvas de Kir-heres.

8 Porque los campos de Hesbón se han marchitado, y las vides de Sibmá también; los jefes de las naciones pisotearon sus generosos sarmientos; habían llegado hasta Jazer, y se habían extendido por el desierto; se extendieron sus plantas, pasaron el mar.

9 Por lo cual lamentaré con llanto de Jazer por la viña de Sibmá; te regaré con mis lágrimas, oh Hesbón y Elealé; porque sobre tus cosechas y sobre tu siega caerá el grito de guerra.

10 Quitado es el gozo y la alegría del campo fértil; en las viñas no cantarán, ni se regocijarán; no pisará vino en los lagares el pisador; he hecho cesar el grito del lagarero.

11 Por eso, mis entrañas vibran como un arpa por Moab, y mi interior por Kir-heres.

12 Y cuando aparezca Moab cansado sobre los lugares altos, cuando venga a su santuario a orar, no le valdrá.

13 Ésta es la palabra que pronunció Jehová sobre Moab en aquel tiempo;

14 pero ahora Jehová ha hablado, diciendo: Dentro de tres años, como los años de un jornalero, será abatida la gloria de Moab, con toda su gran multitud; y los sobrevivientes serán muy pocos y débiles.

17

1

Profecía sobre Damasco. He aquí que Damasco dejará de ser ciudad, y será un montón de ruinas.

2 Las ciudades de Aroer están desamparadas, serán para los ganados; dormirán allí, y no habrá quien los espante.

3 Y dejará de existir el baluarte de Efraín, y el reino de Damasco; y lo que quede de Siria será como la gloria de los hijos de Israel, dice Jehová de los ejércitos.

4

En aquel tiempo la gloria de Jacob se debilitará, y se enflaquecerá la gordura de su carne.

5 Y será como cuando el segador recoge la mies, y con su brazo siega las espigas; será también como el que rebusca espigas en el valle de Refaím.

6 Y quedarán en él rebuscos, como cuando sacuden el olivo, dejando dos o tres olivas en las ramas de la punta, y cuatro o cinco en sus ramas más fructíferas, dice Jehová Dios de Israel.

7 En aquel día mirará el hombre a su Hacedor, y sus ojos contemplarán al Santo de Israel.

8 Y no mirará a los altares que son obra de sus manos, ni mirará a lo que hicieron sus dedos, ni a los símbolos de Aserá, ni a las imágenes del sol.

9 En aquel día sus ciudades fuertes serán abandonadas, como lo fueron las de los jiveos y los amorreos ante el avance de los hijos de Israel. Y todo será desolación.

10 Porque te olvidaste del Dios de tu salvación, y no te acordaste de la roca de tu refugio; por tanto, aunque siembres plantas hermosas, y plantes vides importadas,

11 el día que las plantes, las verás crecer, y florecer a la mañana; pero la cosecha será arrebatada en el día de la angustia, y del dolor desesperado.

12 ¡Ay!, multitud de pueblos que harán ruido como estruendo del mar, y retumbar de naciones que harán alboroto como bramido de muchas aguas.

13 Los pueblos harán estrépito como el ruido de muchas aguas; pero Dios los reprenderá, y huirán lejos; serán ahuyentados como el tamo de los montes delante del viento, y como el polvo delante del torbellino.

14 Al tiempo de la tarde, súbito terror, pero antes de la mañana el enemigo ya no existe. Ésta es la parte de los que nos aplastan, y la suerte de los que nos saquean.

18

1

¡Ay de la tierra de zumbido de alas, que está más allá de los ríos de Etiopía;

2 que envía mensajeros por el mar, y en naves de papiro sobre las aguas! Andad, mensajeros veloces, a una nación de elevada estatura y tez brillante, a un pueblo temible desde su principio y después, gente fuerte y conquistadora, cuya tierra es surcada por ríos.

3 Vosotros todos, los moradores del mundo y habitantes de la tierra, cuando se levante bandera en los montes, mirad; y cuando se toque trompeta, escuchad.

4 Porque Jehová me dijo así: Me estaré quieto, y los miraré desde mi morada, como sol claro después de la lluvia, como nube de rocío en el calor de la siega.

5 Porque antes de la siega, cuando, pasada la floración, comience a madurar el fruto en cierne, entonces podará con podaderas las ramitas, y cortará y quitará las ramas inútiles.

6 Y serán dejados todos para las aves de presa de los montes y para las bestias de la tierra; pasarán allí el verano las aves, e invernarán todas las bestias de la tierra.

7 En aquel tiempo será traída ofrenda a Jehová de los ejércitos, del pueblo de elevada estatura y tez brillante, del pueblo temible desde su principio y después, gente fuerte y conquistadora, cuya tierra es surcada por ríos, al lugar del nombre de Jehová de los ejércitos, al monte de Sión.

19

1

Profecía sobre Egipto. He aquí que Jehová monta sobre una ligera nube, y está llegando a Egipto; y los ídolos de Egipto temblarán delante de él, y se derretirá el corazón de los egipcios dentro de ellos.

2 Levantaré egipcios contra egipcios, y cada uno peleará contra su hermano, cada uno contra su prójimo; ciudad contra ciudad, y reino contra reino.

3 Y el espíritu de Egipto se desvanecerá en medio de él, y destruiré sus planes; y consultarán a sus imágenes, a sus hechiceros, a sus evocadores y a sus adivinos.

4 Y entregaré a Egipto en manos de un amo duro, y un rey violento se enseñoreará de ellos, dice el Señor, Jehová de los ejércitos.

5 Y las aguas del mar faltarán, y el río se agotará y secará.

6 Los canales apestarán, se agotarán y secarán las corrientes de Egipto; la caña y el carrizo se marchitarán.

7 La pradera de junto al río, de junto a la ribera del río, y toda sementera del río, se secarán, serán aventadas y desaparecerán.

8 Los pescadores también se entristecerán; harán duelo todos los que echan anzuelo en el río, y desfallecerán los que extienden red sobre las aguas.

9 Los que trabajan el lino fino y los que tejen redes serán confundidos,

10 porque todos sus tejedores estarán abatidos, y todos sus jornaleros entristecidos.

11 Ciertamente están locos los príncipes de Zoán; los más prudentes consejeros de Faraón dan consejos estúpidos. ¿Cómo diréis a Faraón: Yo soy hijo de los sabios, el hijo de los reyes antiguos?

12 ¿Dónde están ahora aquellos tus sabios? Que te digan ahora, y te hagan saber qué es lo que Jehová de los ejércitos ha determinado sobre Egipto.

13 Se han entontecido los príncipes de Zoán, se han engañado los príncipes de Menfis; engañaron a Egipto los que son la piedra angular de sus tribus.

14 Jehová ha infundido espíritu de vértigo en medio de él; e hicieron errar a Egipto en todas sus empresas, como se tambalea el ebrio en su vómito.

15 Y no le saldrá bien a Egipto cosa alguna que haga la cabeza o la cola, la palmera o el junco.

16

En aquel día los egipcios serán como mujeres; porque se asombrarán y temerán en la presencia de la mano levantada de Jehová de los ejércitos, que él agitará contra ellos.

17 Y la tierra de Judá servirá de espanto a Egipto; todo hombre que de ella se acordare, temerá por causa del plan que Jehová de los ejércitos trazó contra él.

18 En aquel tiempo habrá cinco ciudades en la tierra de Egipto que hablen la lengua de Canaán, y que juren por Jehová de los ejércitos; una será llamada la ciudad de destrucción.

19 En aquel tiempo habrá un altar para Jehová en medio de la tierra de Egipto, y un monumento a Jehová junto a su frontera.

20 Y será por señal y por testimonio a Jehová de los ejércitos en la tierra de Egipto; porque clamarán a Jehová a causa de sus opresores, y él les enviará un salvador y un defensor que los libre.

21 Y Jehová será conocido de Egipto, y los de Egipto conocerán a Jehová en aquel día, y harán sacrificio y oblación; y harán votos a Jehová, y los cumplirán.

22 Y herirá Jehová a Egipto; herirá y sanará, y se convertirán a Jehová, y les será propicio y los sanará.

23 En aquel tiempo habrá una calzada de Egipto a Asiria, y asirios entrarán en Egipto, y egipcios en Asiria; y los egipcios adorarán con los asirios a Jehová.

24 En aquel tiempo Israel será tercero con Egipto y con Asiria para bendición en medio de la tierra;

25 porque Jehová de los ejércitos los bendecirá diciendo: Bendito el pueblo mío Egipto, y el asirio obra de mis manos, e Israel mi heredad.

20

1

En el año que vino el Tartán a Asdod, cuando lo envió Sargón rey de Asiria, y peleó contra Asdod y la tomó;

2 en aquel tiempo habló Jehová por medio de Isaías, hijo de Amoz, diciendo: Ve y quítate el cilicio de los lomos, y descálzate las sandalias de los pies. Y lo hizo así, andando desnudo y descalzo.

3 Y dijo Jehová: De la manera que anduvo mi siervo Isaías desnudo y descalzo tres años, como señal y presagio sobre Egipto y sobre Etiopía,

4 así llevará el rey de Asiria a los cautivos de Egipto y a los deportados de Etiopía, a jóvenes y a ancianos, desnudos y descalzos, y con las nalgas descubiertas para vergüenza de Egipto.

5 Y se asustarán y avergonzarán de Etiopía, su esperanza, y de Egipto, su gloria.

6 Y dirá en aquel día el morador de esta costa: Mirad en qué ha parado nuestra esperanza, adonde nos acogimos en busca de auxilio para ser libres de la presencia del rey de Asiria; y ¿cómo escaparemos nosotros?

21

1

Profecía sobre el desierto del mar. Como torbellino del Négueb, así viene del desierto, de una tierra de terror.

2 Una visión dura me ha sido mostrada. El traidor traiciona, y el saqueador saquea. Sube, oh Elam; sitia, oh Media. Todo su suspiro hice cesar.

3 Por eso, mis lomos se han llenado de dolor; angustias se apoderaron de mí, como angustias de mujer en parto. Estoy tan asustado que no puedo oír, y tan espantado que no puedo ver.

4 Desvaría mi corazón, el horror me ha intimidado; el crepúsculo de mis deseos se me volvió en espanto.

5 Ponen la mesa, extienden los manteles; comen, beben. ¡Levantaos, oh príncipes, engrasad el escudo!

6 Porque el Señor me dijo así: Ve, pon un centinela que haga saber lo que vea.

7 Y cuando vea hombres montados, jinetes de dos en dos, montados sobre asnos y montados sobre camellos, preste mucha atención.

8 Y él gritó como un león: Señor, sobre la atalaya estoy siempre día tras día, y paso las noches enteras de guardia;

9 y he aquí que vienen hombres montados, jinetes de dos en dos. Después habló y dijo: Cayó, cayó Babilonia; y todos los ídolos de sus dioses yacen rotos en tierra.

10 Oh pueblo mío, trillado y aventado, os he dicho lo que oí de Jehová de los ejércitos, Dios de Israel.

11

Profecía sobre Dumá. Me dan voces desde Seír: Guarda, ¿qué hay de la noche? Guarda, ¿qué hay de la noche?

12 El guarda respondió: La mañana viene, y después la noche; si queréis preguntar, preguntad; volveos, venid.

13

Profecía sobre Arabia. En el bosque pasaréis la noche en Arabia, oh caminantes de Dedán.

14 Salid al encuentro del sediento; llevadle agua, moradores de tierra de Temá, socorred con pan al fugitivo.

15 Porque ante la espada huye, ante la espada desnuda, ante el arco entesado, ante el peso de la guerra.

16 Porque así me ha dicho Jehová: De aquí a un año, conforme a los años de un jornalero, toda la gloria de Cedar será deshecha;

17 y los sobrevivientes del número de los flecheros, los fuertes hijos de Cedar, serán disminuidos; porque Jehová Dios de Israel lo ha dicho.

22

1

Profecía sobre el valle de la visión. ¿Qué te pasa ahora, que con todos los tuyos has subido sobre los terrados?

2 Tú, llena de alborotos, ciudad turbulenta, ciudad alegre; tus muertos no son muertos a espada, ni muertos en guerra.

3 Todos tus príncipes huyeron juntos, fueron apresados sin usar el arco; todos los que en ti se hallaron, fueron atados juntamente, aunque habían huido lejos.

4 Por eso dije: Dejadme, lloraré amargamente; no os afanéis por consolarme de la destrucción de la hija de mi pueblo.

5 Porque es día de alboroto, de angustia y de confusión, de parte del Señor, Jehová de los ejércitos, en el valle de la visión, para derribar el muro, y clamar al monte.

6 Y Elam tomó la aljaba, con carros y con jinetes, y Kir sacó el escudo.

7 Tus hermosos valles fueron llenos de carros, y los de a caballo acamparon a la puerta.

8 Entonces cayó la defensa de Judá; y miraste en aquel día hacia el arsenal de armas de la casa del bosque.

9 Visteis las brechas de la ciudad de David, que se multiplicaron; y recogisteis las aguas del estanque de abajo.

10 Y contasteis las casas de Jerusalén, y derribasteis casas para fortificar el muro.

11

Hicisteis una alberca entre los dos muros para las aguas del estanque viejo; pero no mirasteis al que hizo esto, ni tuvisteis respeto al que lo ideó antiguamente.

12 Por eso, el Señor, Jehová de los ejércitos, llamó en aquel día a llanto y a lamento, a raparse el cabello y a vestir cilicio;

13 pero lo que hubo fue jolgorio y alegría, matando vacas y degollando ovejas, comiendo carne y bebiendo vino, diciendo: Comamos y bebamos, porque mañana moriremos.

14 Esto fue revelado a mis oídos de parte de Jehová de los ejércitos: Que este pecado no será expiado hasta que muráis, dice el Señor, Jehová de los ejércitos.

15

Jehová de los ejércitos dice así: Ve, entra a este tesorero, a Sebná el mayordomo, y dile:

16 ¿Qué tienes tú aquí, o a quién tienes aquí, que labraste aquí sepulcro para ti, como el que en lugar alto labra su sepultura, o el que esculpe para sí morada en una peña?

17 He aquí que Jehová te hace rebotar con violencia, hombre, y te vuelve a agarrar.

18 Te enrolla en un ovillo y te arroja como una bola a un país extenso; allí morirás, y allí estarán los carros de tu gloria, oh vergüenza de la casa de tu señor.

19 Y te arrojaré de tu lugar, y de tu puesto serás apeado.

20 En aquel día llamaré a mi siervo Eliaquim, hijo de Hilcías,

21 y lo vestiré con tus vestiduras, y lo ceñiré con tu talabarte, y entregaré en sus manos tu autoridad; y será por padre al morador de Jerusalén, y a la casa de Judá.

22 Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá.

23 Y lo hincaré como una clavija en lugar firme; y será por asiento de honra a la casa de su padre.

24 Colgarán de él toda la honra de la casa de su padre, los hijos y los nietos, todos los vasos menores, desde las tazas hasta toda clase de jarros.

25 En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, la clavija hincada en lugar firme será quitada; será quebrada y caerá, y la carga que sobre ella se puso se echará a perder; porque Jehová habló.

23

1

Profecía sobre Tiro. Aullad, naves de Tarsis, porque destruida es Tiro hasta no quedar casa, ni adonde entrar; desde la tierra de Quitim les es revelado.

2 Callad, moradores de la costa; tú, a quien los mercaderes de Sidón, pasando el mar, abastecían.

3 Su provisión procedía de las sementeras que crecen con las muchas aguas del Nilo, de la mies del río. Y ella era el emporio de las naciones.

4 Avergüénzate, Sidón, porque el mar, la fortaleza del mar habló, diciendo: Nunca estuve de parto, ni di a luz, ni crié jóvenes, ni eduqué doncellas.

5 Cuando llegue la noticia a Egipto, se dolerán grandemente de las nuevas de Tiro.

6 Pasaos a Tarsis; aullad, moradores de la costa.

7 ¿Es ésa vuestra ciudad alegre, con muchos días de antigüedad, cuyos pies la han llevado a morar lejos?

8 ¿Quién decretó esto contra Tiro, la que repartía coronas, cuyos negociantes eran príncipes, cuyos mercaderes eran los notables de la tierra?

9 Jehová de los ejércitos lo decretó, para envilecer la soberbia de toda su gloria, y para abatir a todos los ilustres de la tierra.

10 Inunda tu tierra como el Nilo, oh hija de Tarsis, porque no tendrás ya más ceñidor.

11 Extendió su mano sobre el mar, hizo temblar los reinos; Jehová mandó respecto a Canaán, que sus fortalezas sean destruidas.

12 Y dijo: No te alegrarás más, oh oprimida virgen, hija de Sidón. Levántate para pasar a Quitim, y aun allí no tendrás reposo.

13 Mira la tierra de los caldeos. Este pueblo no existía; Asiria la fundó para las bestias del desierto. Levantaron sus torres de asalto, demolieron sus alcázares; está hecha una ruina.

14 Aullad, naves de Tarsis, porque destruida es vuestra fortaleza.

15

Y acontecerá en aquel día, que Tiro será puesta en olvido por setenta años, como días de un rey. Después de los setenta años le sucederá a Tiro como en la canción de la ramera:

16 Toma un arpa, y rodea la ciudad, oh ramera olvidada; haz buena melodía, reitera la canción, para que seas recordada.

17 Y acontecerá que al fin de los setenta años visitará Jehová a Tiro; y volverá a comerciar, y otra vez fornicará con todos los reinos del mundo sobre la faz de la tierra.

18 Pero sus negocios y ganancias serán consagrados a Jehová; no se guardarán ni se atesorarán, porque sus ganancias serán para los que estuvieren delante de Jehová, para que coman hasta saciarse, y vistan espléndidamente.

24

1

He aquí que Jehová vacía la tierra y la despuebla, y trastorna su haz, y hace esparcir a sus moradores.

2 Y sucederá así como al pueblo, también al sacerdote; como al siervo, así a su amo; como a la criada, a su ama; como al que compra, al que vende; como al que presta, al que toma prestado; como al deudor, así al acreedor.

3 La tierra será enteramente vaciada, y completamente saqueada; porque Jehová ha pronunciado esta palabra.

4 La tierra estuvo de luto y se marchitó; enfermó, se amustió el mundo; se marchitaron los nobles del pueblo de la tierra.

5 Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque transgredieron las leyes, violaron el estatuto, quebrantaron el pacto sempiterno.

6 Por esta causa, la maldición consumió la tierra, ya que sus moradores fueron hallados culpables; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y disminuyeron los hombres.

7 Se perdió el vino, se marchitó la vid, gimieron todos los que eran de corazón alegre.

8 Cesó el regocijo de los panderos, se acabó el estruendo de los que se regocijan, cesó la alegría del arpa.

9 Ya no beberán vino cantando; el licor les sabrá amargo a los que lo beban.

10 Quebrantada está la ciudad desolada; toda casa se ha cerrado, para que no entre nadie.

11 Hay clamores por falta de vino en las calles; todo gozo se oscureció, se desterró la alegría de la tierra.

12 La ciudad quedó desolada, y con ruina fue derribada la puerta.

13 Pues así será en medio de la tierra, en medio de los pueblos, como olivo sacudido, como rebuscos después de la vendimia.

14 Éstos alzarán su voz, cantarán gozosos; desde el mar aclamarán la majestad de Jehová.

15 Glorificad por esto a Jehová en los lugares de la luz; en las orillas del mar sea exaltado el nombre de Jehová Dios de Israel.

16 De los últimos confines de la tierra oímos cánticos: Gloria al justo. Pero yo dije: ¡Mi desdicha, mi desdicha, ay de mí! Prevaricadores han prevaricado; y han prevaricado con prevaricación de traidores.

17

Terror, foso y trampa contra ti, oh morador de la tierra.

18 Y acontecerá que el que huya del pánico, caerá en el foso; y el que salga de en medio del foso, será preso en la trampa; porque se abrirán las ventanas de lo alto, y temblarán los cimientos de la tierra.

19 Será quebrantada del todo la tierra, enteramente desmenuzada será la tierra, en gran manera será la tierra sacudida.

20 Vacilará la tierra como un ebrio, y será removida como una choza; pues pesa sobre ella su pecado, y caerá, y nunca más se levantará.

21 Acontecerá en aquel día, que Jehová castigará al ejército de los cielos en lo alto, y a los reyes de la tierra sobre la tierra.

22 Y serán amontonados como se amontona a los encarcelados en mazmorras, y en prisión quedarán encerrados, y serán castigados después de muchos días.

23 La luna se avergonzará, y el sol se confundirá, cuando Jehová de los ejércitos reine en el monte de Sión y en Jerusalén, y delante de sus ancianos esté patente su Gloria.

25

1

Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas; tus designios antiguos son perfecta fidelidad.

2 Porque convertiste la ciudad en un montón; la ciudad fortificada, en ruina; el alcázar de los extraños, para que no sea ciudad, ni nunca jamás sea reedificado.

3 Por esto te dará gloria un pueblo fuerte, te temerá una ciudad de gentes terribles.

4 Porque fuiste fortaleza para el pobre, fortaleza para el menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como un turbión contra el muro.

5 Como el calor en lugar seco, así silenciarás el estrépito de los extranjeros; y como el calor debajo de una nube acallarás la canción de los tiranos.

6 Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a todos los pueblos banquete de manjares suculentos, banquete de vinos refinados, de gruesos tuétanos y de vinos purificados.

7 Y destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que cubre a todas las naciones.

8 Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor las lágrimas de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de sobre toda la tierra; porque Jehová ha hablado.

9 Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado para que nos salvase; éste es Jehová a quien hemos esperado; nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación.

10 Porque la mano de Jehová reposará en este monte; pero Moab será hollado en su mismo sitio, como es hollada la paja en el muladar.

11 Y cuando extienda sus manos por en medio de él, como las extiende el nadador para nadar, abatirá su soberbia y la destreza de sus manos;

12 y abatirá la fortificación de tus altos muros; la humillará y la echará a tierra, hasta el polvo.

26

1

En aquel día se cantará este cántico en tierra de Judá: Ciudad fuerte tenemos; salvación puso Dios por muros y antemuro.

2 Abrid las puertas para que entre una gente justa, que guarda fidelidad.

3 Tú guardas en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti confía.

4 Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová JAH está la Roca de los siglos.

5 Porque derribó a los que moraban en lugar excelso; humilló a la ciudad altiva, la humilló hasta la tierra, la derribó hasta el polvo.

6 La hollará el pie, los pies del afligido, los pasos de los menesterosos.

7 El camino del justo es rectitud; tú, que eres el sumamente recto, allanas el camino del justo.

8 Sí, en el camino de tus juicios, oh Jehová, te hemos esperado; tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra alma.

9 Con mi alma te he deseado en la noche, y con todo el aliento de mi pecho madrugo a buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia.

10 Aunque se tenga piedad del malvado, no aprenderá justicia; en tierra de rectitud hará iniquidad, y no mirará a la majestad de Jehová.

11 Jehová, tu mano está alzada, pero ellos no ven; verán al fin para vergüenza suya el celo que tienes por tu pueblo; y a tus enemigos fuego los consumirá.

12 Jehová, tú nos darás paz estable, porque también llevas a cabo por nosotros todas nuestras obras.

13 Jehová Dios nuestro, otros señores fuera de ti se han enseñoreado de nosotros; pero solamente con tu ayuda nos acordamos de tu nombre.

14 Los muertos no vivirán; las sombras no se levantarán; porque los castigaste, los destruiste y has borrado todo su recuerdo.

15

Aumentaste la nación, oh Jehová, aumentaste la nación y te hiciste glorioso; ensanchaste todos los confines del país.

16 Jehová, en la tribulación te buscaron; derramaron una oración cuando los castigaste.

17 Como la mujer encinta cuando se acerca el alumbramiento gime y da gritos en sus dolores, así hemos sido delante de ti, oh Jehová.

18 Concebimos, tuvimos dolores como si diéramos a luz, pero dimos a luz viento; ninguna liberación trajimos a la tierra, ni le han nacido habitantes al mundo.

19 Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo!, porque tu rocío es cual rocío de luz viva, y la tierra sacará a la vida sus sombras.

20 Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete por un breve momento, en tanto que pasa la indignación.

21 Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar al morador de la tierra por su maldad; y la tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella, y no encubrirá ya más a sus muertos.

27

1

En aquel día Jehová castigará con su espada dura, grande y fuerte al leviatán serpiente veloz, y al leviatán serpiente tortuosa; y matará al dragón que está en el mar.

2 En aquel día cantad acerca de la viña del vino rojo.

3 Yo Jehová la guardo, cada momento la regaré; la guardaré de noche y de día, para que nadie la dañe.

4 No hay enojo en mí. ¿Quién pondrá contra mí en batalla espinos y zarzas? Yo los hollaré, los quemaré a una,

5 a menos que se acojan a mi amparo. Haga conmigo paz; sí, haga paz conmigo.

6 Días vendrán cuando Jacob echará raíces, y florecerá y echará renuevos Israel, y la faz del mundo se llenará de frutos.

7 ¿Acaso le ha herido como él hirió a quien le hería, o ha sido muerto como fueron muertos los que lo mataron?

8 Con medida la castigas cuando la envías lejos. Él la arroja con su recio viento en el día del aire solano.

9 De esta manera, pues, será expiada la iniquidad de Jacob, y éste será el medio eficaz para apartar su pecado; cuando haga todas las piedras del altar como piedras de cal desmenuzadas, de modo que ya no se levanten más los símbolos de Aserá ni las imágenes del sol.

10 Porque la ciudad fortificada está desolada; es una mansión abandonada y dejada como un desierto; allí pastará el becerro, allí tendrá su majada, y consumirá sus ramas.

11 Cuando sus ramas se sequen, serán quebradas; vendrán mujeres a encenderlas; porque aquél no es pueblo de entendimiento; por tanto, su Hacedor no tendrá de él compasión, ni le mostrará su favor el que lo formó.

12 Acontecerá en aquel día, que trillará Jehová desde el río Eufrates hasta el torrente de Egipto, y vosotros, hijos de Israel, seréis reunidos uno a uno.

13 Acontecerá también en aquel día, que se tocará con gran trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido desterrados a Egipto, y adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén.

28

1

¡Ay de la corona de soberbia de los ebrios de Efraín, y de la flor caduca de la hermosura de su gloria, que está sobre la cabeza del valle fértil de los aturdidos por el vino!

2 He aquí, Jehová tiene uno que es fuerte y poderoso; como turbión de granizo y como torbellino trastornador, como ímpetu de recias aguas que inundan; él derriba a tierra con una mano.

3 Con los pies será pisoteada la corona de soberbia de los ebrios de Efraín.

4 Y la flor caduca de la hermosura de su gloria que está sobre la cabeza del valle fértil, será como la fruta temprana de la higuera, la que precede al verano, la cual, apenas la ve el que la mira, se la traga tan luego como la tiene a mano.

5 En aquel día Jehová de los ejércitos será por corona de gloria y diadema de hermosura al remanente de su pueblo;

6 y por espíritu de juicio al que se sienta en juicio, y por fuerzas a los que rechazan en la puerta a los atacantes.

7 Pero también éstos desvarían con el vino, y con el licor se entontecen; el sacerdote y el profeta desvarían por el licor, están trastornados por el vino; se aturdieron con el licor, desvarían en sus visiones, titubean en sus decisiones.

8 Porque toda mesa está llena de vómito y suciedad, hasta no haber lugar limpio.

9 ¿A quién se enseñará conocimiento, o a quién se hará entender el mensaje? ¿A los destetados?, ¿a los recién retirados de los pechos?

10 Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá;

11 porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua se hablará a este pueblo,

12 al cual se dijo: Éste es el lugar de reposo; dad reposo al cansado; y éste es el lugar de refrigerio; mas no quisieron escuchar.

13 La palabra, pues, de Jehová les será: mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá; de modo que vayan a caerse de espaldas, y sean quebrantados, caigan en la trampa y queden apresados.

14 Por tanto, vosotros los burladores, los falsos trovadores de este pueblo que está en Jerusalén, oíd la palabra de Jehová.

15 Por cuanto habéis dicho: Tenemos hecho un pacto con la muerte, e hicimos un convenio con el Seol; cuando pase el turbión del azote, no llegará a nosotros, porque hemos puesto nuestro refugio en la mentira, y en la falsedad nos esconderemos;

16 por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo pongo en Sión por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que crea en ella, no vacilará.

17 Pondré la justicia como cordel, y la rectitud como plomada; el granizo barrerá el refugio de la mentira, y las aguas inundarán el escondrijo.

18 Y será anulado vuestro pacto con la muerte, y vuestro convenio con el Seol no será firme; cuando pase el turbión del azote, seréis pisoteados por él.

19 Tantas veces como pase, os arrebatará; porque mañana tras mañana pasará, de día y de noche; y será un terrible espanto el entender el mensaje.

20 La cama será corta para poder estirarse, y la manta estrecha para poder envolverse.

21 Porque Jehová se levantará como en el monte Perazim, como en el valle de Gibeón se enojará; para hacer su obra, su extraña obra, y para realizar su tarea, su extraña tarea.

22 Ahora, pues, no os burléis, para que no se aprieten más vuestras ataduras; porque una destrucción ya determinada sobre toda la tierra he oído del Señor, Jehová de los ejércitos.

23

Estad atentos, y escuchad mi voz; atended, y oíd mi dicho.

24 El que ara para sembrar, ¿arará todo el día? ¿Romperá y quebrará los terrones de la tierra?

25 Cuando ha igualado su superficie, ¿no derrama el eneldo, siembra el comino, pone el trigo en hileras, y la cebada en el lugar señalado, y la avena en su borde apropiado?

26 Porque su Dios le instruye, y le enseña lo recto;

27 que el eneldo no se trilla con trillo, ni sobre el comino se pasa rueda de carreta; sino que con un palo se sacude el eneldo, y el comino con una vara.

28 ¿Se tritura el grano? No, no lo triturará para siempre, y aunque haga pasar sobre él con ruido las ruedas de su carreta y los cascos de sus caballos, no lo aplastará.

29 También esto salió de Jehová de los ejércitos, maravilloso en sus designios y grandioso en sabiduría.

29

1

¡Ay de Ariel, de Ariel, ciudad donde acampó David! Añadid un año a otro, las fiestas sigan su curso.

2 Mas yo pondré a Ariel en apretura, y estará desconsolada y triste; y será a mí como un altar de holocaustos.

3 Porque acamparé contra ti alrededor, y te sitiaré con vallas, y levantaré contra ti baluartes.

4 Entonces serás humillada, hablarás desde la tierra, y tu habla saldrá del polvo; y será tu voz desde la tierra como la de un fantasma, y tu habla susurrará desde el polvo.

5 Pero la muchedumbre de tus enemigos será como polvo menudo, y la multitud de las hordas terribles como tamo que pasa; sucederá repentinamente, en un momento.

6 Por Jehová de los ejércitos serás visitada con truenos, con terremotos y con gran ruido, con torbellino y tempestad, y llama de fuego consumidor.

7 Y será como sueño de visión nocturna la multitud de todas las naciones que pelean contra Ariel, y todos los que la atacan a ella y a su baluarte, y los que la ponen en apretura.

8 Y les sucederá como el que tiene hambre y sueña, y le parece que come, pero cuando despierta, su estómago está vacío; o como el que tiene sed y sueña, y le parece que bebe, pero cuando despierta, se halla cansado y sediento; así será la multitud de todas las naciones que pelean contra el monte de Sión.

9

Sorprendeos y quedaos atónitos; ofuscaos y cegaos; embriagaos, pero no de vino; tambalead, mas no de licor.

10 Porque Jehová derramó sobre vosotros espíritu de sopor y cerró vuestros ojos, oh profetas, y ha cubierto vuestras cabezas, oh videntes.

11 Y os será toda visión como palabras de libro sellado, el cual si dieran al que sabe leer, y le dijeran: Lee ahora esto; él dirá: No puedo, porque está sellado.

12 Y si se diere el libro al que no sabe leer, diciéndole: Lee ahora esto; él dirá: No sé leer.

13 Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado;

14 por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos.

15 ¡Ay de los que se esconden de Jehová para ocultar sus planes, y sus obras están en tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce?!

16 ¡Oh, qué perversidad la vuestra! ¿Acaso ha de reputarse la arcilla como el que la moldea? ¿Acaso dirá la obra de su hacedor: No me hizo? ¿Dirá la vasija de aquel que la ha formado: No entiende el oficio?

17

¿Acaso no se convertirá de aquí a muy poco tiempo el Líbano en campo fructífero, y el campo fértil será estimado por bosque?

18 En aquel tiempo, los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas.

19 Entonces los humildes aumentarán su gozo en Jehová, y aun los más pobres de los hombres exultarán en el Santo de Israel.

20 Porque los tiranos se habrán acabado, y el escarnecedor habrá desaparecido; serán destruidos todos los que se desvelan por hacer iniquidad,

21 los que hacen declarar culpable a un hombre con palabras; los que arman lazo al que juzga en la puerta, y pervierten la causa del justo por una nadería.

22 Por tanto, Jehová, que redimió a Abraham, dice así a la casa de Jacob: No será ahora avergonzado Jacob, ni su rostro se pondrá pálido;

23 porque verá a sus hijos, obra de mis manos, en medio de él, que santificarán mi nombre; sí, santificarán al Santo de Jacob, y temerán al Dios de Israel.

24 Y los extraviados de espíritu aprenderán inteligencia, y los murmuradores recibirán instrucción.

30

1

¡Ay de los hijos rebeldes, dice Jehová, para tomar consejo, pero no de mí; que traman proyectos, pero no de mi espíritu, añadiendo pecado a pecado!

2 Que se apartan para descender a Egipto, y no han consultado mi boca; para fortalecerse con la fuerza de Faraón, y refugiarse en la sombra de Egipto.

3 Pero la fuerza de Faraón se os cambiará en vergüenza; y el amparo en la sombra de Egipto, en confusión.

4 Aunque estén sus príncipes en Zoán, y sus embajadores lleguen a Hanés,

5 todos se avergonzarán del pueblo que no les aprovecha; no los socorre, ni les trae provecho; sino que les sirve de vergüenza y aun de oprobio.

6 Profecía sobre las bestias del Négueb: Por tierra de tribulación y de angustia, de donde salen la leona y el león, la víbora y la serpiente que vuela, llevan sobre lomos de asnos sus riquezas, y sus tesoros sobre jorobas de camellos, a un pueblo que no les será de provecho.

7 Sí, a Egipto, cuya ayuda es totalmente inútil; por eso llamo a ese pueblo: Rahab-hemsabet.

8 Ve, pues, ahora, y escribe esta visión en una tabla delante de ellos, y regístrala en un libro, para que en el tiempo venidero quede como testimonio eterno.

9 Que éste es un pueblo rebelde, hijos mentirosos, criaturas que no quieren escuchar la instrucción de Jehová;

10 que dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad ilusiones;

11 dejad ese camino, apartaos de esa senda, cesad de confrontarnos con el Santo de Israel.

12 Por tanto, el Santo de Israel dice así: Porque desechasteis esta palabra, y confiasteis en opresión y en perversidad, y en ello os habéis apoyado;

13 por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina, extendiéndose en una pared elevada, cuya caída viene súbita y repentinamente.

14 Y se quebrará como se quiebra un vaso de alfarero, que sin misericordia lo hacen pedazos; tanto, que entre los pedazos no se halla ni un cascote para traer fuego del hogar, o para sacar agua del pozo.

15 Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no aceptasteis,

16 sino que dijisteis: No, sino que huiremos en caballos; por tanto, vosotros huiréis. Y: Sobre corceles veloces cabalgaremos; por tanto, serán veloces vuestros perseguidores.

17 Un millar huirá a la amenaza de uno; a la amenaza de cinco huiréis vosotros todos, hasta que quedéis como mástil de naufragio en la cumbre de un monte, y como enseña sobre una colina.

18

Con todo eso, Jehová aguardará para otorgaros su gracia, y, por tanto, será exaltado para compadecerse de vosotros; porque Jehová es un Dios de justicia; dichosos cuantos esperan en él.

19 Porque, oh pueblo que moras en Sión, en Jerusalén; nunca más llorarás. De cierto se apiadará de ti al oír la voz de tu clamor; te responderá, tan pronto como te oiga.

20 Y aunque os dará el Señor pan de congoja y agua de angustia, con todo, tu Maestro nunca más se te ocultará, sino que tus ojos verán a tu Maestro.

21 Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Éste es el camino, andad por él; ya sea que echéis a la mano derecha, ya sea que torzáis a la mano izquierda.

22 Entonces profanarás la cubierta de tus ídolos de plata, y el ornato de tus imágenes fundidas de oro; las rechazarás como trapo asqueroso. ¡Fuera de aquí!, les dirás.

23 Entonces dará el Señor lluvia a tu sementera, con la que hayas sembrado la tierra, y dará pan del fruto de la tierra, y será abundante y pingüe; tus ganados en aquel tiempo serán apacentados en espaciosas dehesas.

24 Tus bueyes y tus asnos que labran la tierra comerán pienso sabroso, aventado con pala y criba.

25 Y sobre todo monte alto, y sobre todo collado elevado, habrá ríos y corrientes de aguas el día de la gran matanza, cuando caerán las torres.

26 Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor, como la luz de siete días, el día que vende Jehová la herida de su pueblo, y cure la contusión de su herida.

27

He aquí que el nombre de Jehová viene de lejos; encendido su enojo y en medio de densa humareda; sus labios llenos de ira, y su lengua como fuego que consume.

28 Su aliento, cual torrente que inunda; llegará hasta el cuello, para zarandear a las naciones con criba de destrucción; y el freno estará en las quijadas de los pueblos, haciéndoles fracasar.

29 Vosotros tendréis un cántico como en la noche en que se celebra pascua; y alegría de corazón, como el que, al son de la flauta, se llega al monte de Jehová, a la Roca de Israel.

30 Y Jehová hará oír su majestuosa voz, y hará ver cómo desciende su brazo, con ira encendida y llama de fuego consumidor, con torbellino, tempestad y piedra de granizo.

31 Porque con la voz de Jehová será quebrantada Asiria; con una vara la herirá.

32 Y cada golpe de la vara justiciera que asiente Jehová sobre ella, será con panderos y con arpas; y en batalla tumultuosa peleará contra ellos.

33 Porque hace tiempo que hay un lugar de sacrificio dispuesto y preparado para el rey, profundo y ancho, cuya pira es de fuego, y mucha leña; el soplo de Jehová, como torrente de azufre, lo enciende.

31

1

¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son muy fuertes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová!

2 Pero él también es sabio, y traerá el desastre, y no retirará sus palabras. Se levantará contra la casa de los malhechores, y contra el auxilio de los que hacen iniquidad.

3 Y los egipcios son hombres, y no Dios; y sus caballos, carne, y no espíritu; de manera que al extender Jehová su mano, caerá el ayudador y caerá el ayudado, y todos a una perecerán.

4 Porque Jehová me dijo a mí de esta manera: Como el león, o el cachorro de león, ruge sobre la presa, y aunque se reúna una multitud de pastores contra él, no lo espantarán sus voces, ni se acobardará por el tropel de ellos; así Jehová de los ejércitos descenderá a pelear sobre el monte de Sión, y sobre su collado.

5 Como las aves que aletean sobre sus polluelos, así amparará Jehová de los ejércitos a Jerusalén; la librará amparándola, y la preservará rescatándola.

6 Volveos a aquel contra quien os rebelasteis profundamente, hijos de Israel.

7 Porque en aquel día arrojará cada uno de vosotros sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que para vosotros han hecho vuestras manos pecadoras.

8 Entonces caerá Asiria por espada no de varón, y la consumirá espada no de hombre; y huirá de la presencia de la espada, y sus jóvenes serán esclavos forzados.

9 Y por el terror pasará su fortaleza, y sus príncipes, presa del pánico, dejarán sus banderas, dice Jehová, cuyo fuego está en Sión, y su horno en Jerusalén.

32

1

He aquí que reinará un rey con rectitud, y los magistrados gobernarán con justicia.

2 Y será aquel varón como un escondedero contra el viento, y como un refugio contra el turbión; como arroyos de aguas en tierra de sequedad, como sombra de gran peñasco en tierra calurosa.

3 No se cerrarán entonces los ojos de los que ven, y los oídos de los que escuchan estarán atentos.

4 Y el corazón de los atolondrados comprenderá para saber, y la lengua de los tartamudos estará lista para hablar claramente.

5 El ruin nunca más será llamado generoso, ni el tramposo será llamado espléndido.

6 Porque el ruin hablará ruindades, y su corazón fabricará iniquidad, para cometer impiedad y para proferir impiedades contra Jehová, dejando vacía el alma del hambriento, y quitando la bebida al sediento.

7 Las armas del tramposo son malvadas; trama intrigas inicuas para enredar a los sencillos con palabras mentirosas, y al necesitado cuando defiende una causa justa.

8 Pero el generoso pensará generosidades, y en sus generosidades continúa firme.

9

Mujeres indolentes, levantaos, oíd mi voz; hijas confiadas, escuchad mi palabra.

10 De aquí a algo más de un año tendréis espanto, oh confiadas; porque la vendimia faltará, y la cosecha no vendrá.

11 Temblad, oh indolentes; turbaos, oh confiadas; despojaos, desnudaos, ceñid los lomos con cilicio.

12 Golpeaos el pecho en señal de duelo por los campos deleitosos, por la vid fértil,

13 por la tierra de mi pueblo en la que crecerán espinos y zarzas, y aun por todas las casas en que hay alegría en la ciudad del jolgorio.

14

Porque los palacios quedarán desiertos, quedará desierta la ciudad; las torres y fortalezas se volverán cuevas para siempre, donde descansen los asnos monteses, y los ganados tengan donde pacer;

15 hasta que sobre nosotros sea derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo fértil sea estimado por bosque.

16 Y habitará la justicia en el desierto, y en el campo fértil morará la rectitud.

17 Y el resultado de la justicia será la paz; y el producto de la rectitud, tranquilidad y seguridad para siempre.

18 Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras, y en lugares de reposo.

19 Y aunque caiga granizo sobre las cañadas del bosque y la ciudad quede del todo destruida,

20 ¡cuán dichosos seréis vosotros, sembrando junto a todas las aguas, y dejando libres al buey y al asno!

33

1

¡Ay de ti, que saqueas, y nunca fuiste saqueado; que haces deslealtad, bien que nadie contra ti la hizo! Cuando acabes de saquear, serás tú saqueado; y cuando acabes de hacer deslealtad, se hará contra ti.

2 Oh Jehová, ten misericordia de nosotros, a ti hemos esperado; sé tú el brazo de ellos en la mañana, y también nuestra salvación en tiempo de la apretura.

3 Los pueblos huyeron a la voz del estruendo; las naciones fueron esparcidas al levantarte tú.

4 Sus despojos serán recogidos como cuando recogen orugas; correrán sobre ellos como corren las langostas de una a otra parte.

5 Será exaltado Jehová, el cual mora en las alturas; llenó a Sión de justicia y de equidad.

6 Él será un fundamento estable para tus tiempos; rica provisión de salvación, de sabiduría y de conocimiento; el temor de Jehová es la llave de este tesoro.

7 He aquí que sus valientes darán voces afuera; los mensajeros de paz llorarán amargamente.

8 Las calzadas están desiertas, cesaron los caminantes; ha anulado el pacto, aborreció las ciudades, tuvo en nada a los hombres.

9 Se enlutó, enfermó la tierra; el Líbano se avergonzó, y se marchitó; Sarón se ha vuelto como desierto, y Basán y el Carmel fueron sacudidos.

10 Ahora me levantaré, dice Jehová; ahora seré exaltado, ahora seré engrandecido.

11 Concebisteis hojarascas, rastrojo daréis a luz; vuestro aliento es un fuego que os consumirá.

12 Y los pueblos serán como cal quemada; como espinos cortados que son quemados con fuego.

13

Oíd, los que estáis lejos, lo que he hecho; y vosotros los que estáis cerca, reconoced mi poder.

14 Los pecadores en Sión se asombraron, espanto sobrecogió a los hipócritas. ¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros habitará con llamaradas eternas?

15 El que camina en justicia y habla lo recto; el que rehúsa la ganancia de violencias, el que sacude sus manos para no recibir cohecho, el que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias; el que cierra sus ojos para no ver cosa mala;

16 éste habitará en las alturas; baluartes de rocas serán su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras.

17 Tus ojos verán al Rey en su hermosura; verán una tierra dilatada.

18 Tu corazón imaginará el espanto anterior, y dirá: ¿Qué es del escriba?, ¿qué del pesador del tributo?, ¿qué del que pone en lista las casas más insignes?

19 No verás ya a aquel pueblo orgulloso, pueblo de lengua difícil de entender, de lengua tartamuda que no puedes comprender.

20 Mira a Sión, ciudad de nuestras fiestas solemnes; tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud, tienda que no será desmantelada, ni serán arrancadas sus estacas, ni ninguna de sus cuerdas será rota.

21 Porque ciertamente allí será Jehová nuestro Arsenal, lugar de ríos, de arroyos muy anchos, por el cual no andará galera de remos, ni por él pasará gran nave.

22 Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará.

23 Tus cuerdas se aflojaron; no aseguran el mástil, ni entesan la vela; se repartirá entonces botín de muchos despojos; los cojos arrebatarán el botín.

24 No dirá el morador: Estoy enfermo; al pueblo que more en ella le será perdonada su iniquidad.

34

1

Acercaos, naciones, juntaos para oír; y vosotros, pueblos, escuchad. Oiga la tierra y cuanto hay en ella, el mundo y todo lo que produce.

2 Porque Jehová está airado contra todas las naciones, e indignado contra todo el ejército de ellas; las destruirá y las entregará al matadero.

3 Y los muertos de ellas serán arrojados, y de sus cadáveres se levantará hedor; y los montes se disolverán por la sangre de ellos.

4 Y todo el ejército de los cielos se disolverá, y se enrollarán los cielos como un libro; y caerá todo su ejército, como se cae la hoja de la parra, y como se cae la de la higuera.

5 Porque en los cielos se embriagará mi espada; he aquí que descenderá sobre Edom y sobre el pueblo de mi anatema en juicio.

6 Llena está de sangre la espada de Jehová, cubierta está de grasa, de sangre de corderos y de machos cabríos, de sebo de riñones de carneros; porque Jehová tiene un sacrificio en Bosrá, y gran matanza en la tierra de Edom.

7 Y con ellos caerán búfalos, y toros con becerros; y su tierra se embriagará de sangre, y su polvo se engrasará de sebo.

8 Porque Jehová tiene día de venganza, un año de retribuciones en el pleito de Sión.

9 Y sus arroyos se convertirán en brea, y su polvo en azufre, y su tierra en brea ardiente.

10 No se apagará de noche ni de día, perpetuamente subirá su humo; de generación en generación será asolada, y nunca jamás pasará nadie por ella.

11 Se adueñarán de ella el pelícano y el erizo, la lechuza y el cuervo morarán en ella; y se extenderá sobre ella cordel de destrucción, y plomada de asolamiento.

12 En cuanto a sus nobles, no habrá quien sea llamado al reino; y todos sus grandes serán nada.

13 En sus alcázares crecerán espinos, y ortigas y zarzas en sus fortalezas; y serán morada de chacales, y corral para los pollos de los avestruces.

14 Las fieras del desierto se encontrarán con las hienas, y la cabra salvaje gritará a su compañero; la lechuza también tendrá allí morada, y hallará para sí lugar de reposo.

15 Allí anidará el búho, pondrá sus huevos, y sacará sus pollos, y los juntará debajo de sus alas; también se juntarán allí buitres, cada uno con su compañera.

16 Inquirid en el libro de Jehová, y leed: No faltará ninguno de ellos; ninguno faltará con su compañera; porque mi boca lo mandó, y los ha reunido el aliento de ella.

17 Y él les echó suertes, y su mano les repartió con cordel; para siempre la tendrán por heredad; de generación en generación morarán allí.

35

1

Se alegrarán el desierto y el sequedal; el yermo se gozará y florecerá como la rosa.

2 Florecerá profusamente, y se alegrará hasta lanzar gritos de júbilo; la gloria del Líbano le será dada, la hermosura del Carmel y de Sarón. Ellos verán la gloria de Jehová, la majestad de nuestro Dios.

3 Fortaleced las manos débiles, afianzad las rodillas vacilantes.

4 Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con venganza; con recompensa de Dios vendrá, y os salvará él mismo.

5 Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se destaparán.

6 Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque serán alumbradas aguas en el desierto, y torrentes en la soledad.

7 El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manantiales de agua; en la morada de los chacales se guarecerán los rebaños; será un vallado de cañas y juncos.

8 Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará el inmundo por él, sino que él mismo andará con ellos; el que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará.

9 No habrá allí león, ni subirá ninguna fiera por él; no se hallarán allí, para que lo recorran los rescatados.

10 Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sión con alegría; habrá gozo perpetuo sobre sus cabezas; tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido.

36

1

Aconteció en el año catorce del rey Ezequías, que Senaquerib rey de Asiria subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó.

2 Y el rey de Asiria envió al Rabsacés con un gran ejército desde Laquís a Jerusalén contra el rey Ezequías; y acampó junto al acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Batanero.

3 Y salió a él Eliaquim hijo de Hilcías, el mayordomo, y Sebná, el escriba, y Joá hijo de Asaf, el canciller,

4 a los cuales dijo el Rabsacés: Decid ahora a Ezequías: El gran rey, el rey de Asiria, dice así: ¿Qué confianza es ésta en que te apoyas?

5 Yo digo que el consejo y el poderío son para la guerra; lo que tú hablas no son más que palabras vacías. Ahora bien, ¿en quién confías para que te rebeles contra mí?

6 He aquí que confías en este bastón de caña frágil, en Egipto, en el cual, si alguien se apoya, se le entrará por la mano, y la atravesará. Tal es Faraón rey de Egipto para con todos los que en él confían.

7 Y si me decís: En Jehová nuestro Dios confiamos; ¿no es éste aquel cuyos lugares altos y cuyos altares hizo quitar Ezequías, y dijo a Judá y a Jerusalén: Delante de este altar adoraréis?

8 Ahora, pues, yo te ruego que canjees garantías con el rey de Asiria mi señor; yo te daré dos mil caballos, si tú puedes dar jinetes que cabalguen sobre ellos.

9 ¿Cómo, pues, podrás resistir a un capitán, aun al menor de los siervos de mi señor? No obstante, tú estás confiado en Egipto con sus carros y su gente de a caballo.

10 ¿Acaso vine yo ahora a esta tierra para destruirla sin permiso de Jehová? Jehová me dijo: Sube a esta tierra y destrúyela.

11 Entonces dijeron Eliaquim, Sebná y Joá al Rabsacés: Te rogamos que hables a tus siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos; y no hables con nosotros en lengua de Judá, a los oídos del pueblo que está sobre el muro.

12 Y dijo el Rabsacés: ¿Acaso me envió mi señor a que dijese estas palabras sólo a ti y a tu señor, y no a los hombres que están sobre el muro, condenados a comer su estiércol y beber su orina con vosotros?

13 Entonces el Rabsacés se puso en pie y gritó a gran voz en lengua de Judá, diciendo: Oíd las palabras del gran rey, el rey de Asiria.

14 El rey dice así: No os engañe Ezequías, porque no os podrá librar.

15 Ni os haga Ezequías confiar en Jehová, diciendo: Ciertamente Jehová nos librará; no será entregada esta ciudad en manos del rey de Asiria.

16 No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: Haced las paces conmigo, y salid a mí; y coma cada uno de su viña, y cada uno de su higuera, y beba cada cual las aguas de su propia cisterna,

17 hasta que yo venga y os lleve a una tierra como la vuestra, tierra de grano y de vino, tierra de pan y de viñas.

18 Mirad que no os engañe Ezequías diciendo: Jehová nos librará. ¿Acaso libraron los dioses de las naciones, cada uno a su tierra, de la mano del rey de Asiria?

19 ¿Dónde están los dioses de Hamat y de Arfad? ¿Dónde están los dioses de Sefarváyim? ¿Libraron a Samaria de mi mano?

20 ¿Qué dios hay entre los dioses de estas tierras que haya librado a su tierra de mi mano, para que Jehová libre de mi mano a Jerusalén?

21 Pero ellos callaron, y no le respondieron palabra; porque el rey así lo había mandado, diciendo: No le respondáis.

22 Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, el mayordomo, y Sebná el escriba, y Joá hijo de Asaf, el canciller, vinieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le contaron las palabras del Rabsacés.

37

1

Aconteció, pues, que cuando el rey Ezequías oyó esto, rasgó sus vestidos, y cubierto de saco vino a la casa de Jehová.

2 Y envió a Eliaquim el mayordomo, a Sebná el escriba y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de saco, al profeta Isaías hijo de Amoz.

3 Los cuales le dijeron: Así ha dicho Ezequías: Día de angustia, de castigo y de escarnio es este día; porque los hijos han llegado hasta el punto de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas.

4 Quizás oirá Jehová tu Dios las palabras del Rabsacés, al cual el rey de Asiria su señor envió para insultar al Dios vivo, y castigará las palabras que oyó Jehová tu Dios; eleva, pues, oración tú por el remanente que aún ha quedado.

5 Vinieron, pues, los siervos de Ezequías a Isaías.

6 Y les dijo Isaías: Diréis así a vuestro señor: Así ha dicho Jehová: No temas por las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria.

7 He aquí que yo pondré en él un espíritu, y oirá un rumor, y volverá a su tierra; y haré que en su propia tierra perezca a espada.

8

Vuelto, pues, el Rabsacés, halló al rey de Asiria que combatía contra Libná; porque ya había oído que se había apartado de Laquís.

9 Mas oyendo decir de Tirhaca rey de Etiopía: He aquí que ha salido para hacerte la guerra; al oírlo, envió mensajeros a Ezequías, diciendo:

10 Así diréis a Ezequías rey de Judá: No te engañe tu Dios en quien tú confías, diciendo: Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria.

11 He aquí que tú oíste lo que han hecho los reyes de Asiria a todas las tierras, que las destruyeron; ¿y escaparás tú?

12 ¿Acaso libraron sus dioses a las naciones que destruyeron mis antepasados, a Gozán, Harán, Résef y a los hijos de Eden que moraban en Telasai?

13 ¿Dónde está el rey de Hamat, el rey de Arfad, y el rey de la ciudad de Sefarváyim, de Hená y de Ivá?

14 Y tomó Ezequías las cartas de mano de los embajadores, y las leyó; y subió a la casa de Jehová, y las extendió delante de Jehová.

15 Entonces Ezequías oró a Jehová, diciendo:

16 Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra.

17 Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye todas las palabras de Senaquerib, que ha enviado a insultar al Dios viviente.

18 Ciertamente, oh Jehová, los reyes de Asiria destruyeron todas las tierras y sus comarcas,

19 y entregaron los dioses de ellos al fuego; porque no eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera y piedra; por eso los destruyeron.

20 Ahora, pues, Jehová Dios nuestro, líbranos de su mano para que todos los reinos de la tierra conozcan que sólo tú eres Jehová.

21 Entonces Isaías hijo de Amoz envió a decir a Ezequías: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Acerca de lo que me rogaste sobre Senaquerib rey de Asiria,

22 éstas son las palabras que Jehová habló respecto de él: La virgen hija de Sión te menosprecia, te escarnece; detrás de ti mueve su cabeza la hija de Jerusalén.

23 ¿A quién vituperaste, y a quién blasfemaste? ¿Contra quién has alzado tu voz, y levantado tus ojos en alto? Contra el Santo de Israel.

24 Por mano de tus siervos has vituperado al Señor, y dijiste: Con la multitud de mis carros subiré a las alturas de los montes, a las laderas del Líbano; cortaré sus altos cedros, sus cipreses escogidos; llegaré hasta sus más elevadas cumbres, al bosque de sus feraces campos.

25 Yo cavé, y bebí las aguas, y con las pisadas de mis pies sequé todos los ríos de Egipto.

26 ¿No has oído decir que desde tiempos antiguos yo lo hice, que desde los días de la antigüedad lo tengo ideado? Y ahora lo he hecho venir, a fin de que tú redujeras las ciudades fortificadas a montones de escombros.

27 Por eso, sus moradores fueron de corto poder; fueron acobardados y confusos, fueron como hierba del campo y hortaliza verde, como heno de los terrados, que antes de sazón se seca.

28 Conozco tu condición, tu salida y tu entrada, y tu furor contra mí.

29 Puesto que contra mí te airaste, y tu arrogancia ha subido a mis oídos; por eso pondré mi garfio en tu nariz, y mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste.

30

Y esto te será por señal: Comeréis este año lo que nace de suyo, y el año segundo lo que nace de suyo; y el año tercero sembraréis y segaréis, y plantaréis viñas, y comeréis su fruto.

31 Y lo que haya quedado de la casa de Judá y haya escapado, volverá a echar raíz abajo, y dará fruto arriba.

32 Porque de Jerusalén saldrá un remanente, y del monte de Sión los supervivientes. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.

33 Por tanto, así dice Jehová acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, ni arrojará ninguna saeta en ella; no vendrá delante de ella con escudo, ni levantará contra ella baluarte.

34 Por el camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová.

35 Porque yo ampararé a esta ciudad para salvarla, por amor de mí mismo, y por amor de David mi siervo.

36 Y salió el Ángel de Jehová y mató a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos.

37 Entonces Senaquerib, rey de Asiria, se fue, e hizo su morada en Nínive.

38 Y aconteció que mientras adoraba en el templo de Nisroc su dios, sus hijos Adramélec y Sarézer le mataron a espada, y huyeron a la tierra de Ararat; y reinó en su lugar Esar-hadón su hijo.

38

1

En aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás.

2 Entonces volvió Ezequías su rostro a la pared, e hizo oración a Jehová,

3 y dijo: Oh Jehová, te ruego que te acuerdes ahora que he andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho lo que es recto delante de tus ojos. Y lloró Ezequías con gran llanto.

4 Entonces vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo:

5 Ve y di a Ezequías: Jehová Dios de David tu padre dice así: He oído tu oración, y visto tus lágrimas; he aquí que yo voy a añadir a tus días quince años.

6 Y te libraré a ti y a esta ciudad, de manos del rey de Asiria; y ampararé a esta ciudad.

7 Y esto te será por señal de parte de Jehová, que Jehová hará esto que ha dicho:

8 He aquí yo haré volver atrás la sombra los diez grados que ha descendido en el reloj de sol de Acaz. Y volvió el sol diez grados atrás, por los cuales había ya descendido.

9

Escritura de Ezequías rey de Judá, de cuando enfermó y sanó de su enfermedad:

10 Yo dije: A la mitad de mis días iré a las puertas del Seol; privado soy del resto de mis años.

11 Dije: No veré a JAH, a JAH en la tierra de los vivientes; ya no veré a ningún hombre con los moradores del mundo.

12 Mi morada ha sido arrancada y llevada lejos de mí, como tienda de pastor. Como tejedor he enrollado mi vida; me cortará con la enfermedad; me consumirás entre el día y la noche.

13 Esperaba yo pacientemente hasta el alba, pero como un león molió todos mis huesos; de la mañana a la noche me acabarás.

14 Como la grulla y como la golondrina me quejaba; gemía como la paloma; alzaba en alto mis ojos. Jehová, estoy en aprieto; ven en mi ayuda.

15 ¿Qué diré? El que me lo dijo, él mismo lo ha hecho. Andaré humildemente todos mis años, a causa de aquella amargura de mi alma.

16 Oh Señor, por todas estas cosas los hombres vivirán, y en todas ellas está la vida de mi espíritu; por lo cual, restabléceme tú, y haz que viva.

17 He aquí, amargura grande me sobrevino para mi bien, mas tú tuviste a bien librar mi vida del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados.

18 Porque el Seol no te exaltará, ni te alabará la muerte; ni pueden los que descienden al sepulcro esperar en tu verdad.

19 El que vive, el que vive, éste te dará alabanza, como yo hoy; el padre hará notoria tu verdad a los hijos.

20 Jehová está dispuesto a salvarme; por tanto, cantaremos con instrumentos de cuerda en la casa de Jehová todos los días de nuestra vida.

21 Y había dicho Isaías: Que traigan un emplasto de higos, y que se lo pongan en la llaga, y sanará.

22 Había asimismo dicho Ezequías: ¿Qué señal tendré de que subiré a la casa de Jehová?

39

1

En aquel tiempo, Merodacbaladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió una carta y un presente a Ezequías; porque supo que había estado enfermo, y que había convalecido.

2 Los recibió con alegría Ezequías, y les mostró la cámara de su tesoro, plata y oro, especias, ungüentos preciosos, todo su arsenal de armas, y todo lo que se hallaba en sus tesoros; no hubo cosa en su casa y en todos sus dominios, que Ezequías no les mostrase.

3 Entonces el profeta Isaías vino al rey Ezequías, y le dijo: ¿Qué han dicho esos hombres, y de dónde han venido a ti? Y Ezequías respondió: De tierra muy lejana han venido a mí, de Babilonia.

4 Dijo entonces: ¿Qué han visto en tu casa? Y dijo Ezequías: Todo lo que hay en mi casa han visto, y ninguna cosa hay en mis tesoros que no les haya mostrado.

5 Entonces dijo Isaías a Ezequías: Oye palabra de Jehová de los ejércitos:

6 He aquí vienen días en que será llevado a Babilonia todo lo que hay en tu casa, y lo que tus padres han atesorado hasta hoy; ninguna cosa quedará, dice Jehová.

7 De tus hijos que saldrán de ti, y que habrás engendrado, tomarán, y serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia.

8 Y dijo Ezequías a Isaías: La palabra de Jehová que has hablado es buena. Y añadió: Al menos, haya paz y seguridad en mis días.

40

1

Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios.

2 Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su tiempo de servicio duro es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que ha recibido de la mano de Jehová el doble por todos sus pecados.

3 Voz que clama: En el desierto, preparad el camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.

4 Todo valle sea alzado, y rebájese todo monte y collado; y lo escabroso se vuelva llano, y las breñas planicie.

5 Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado.

6 Una voz decía: ¡Grita! Y yo respondí: ¿Qué tengo que decir a voces? Que toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo.

7 La hierba se seca, y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo.

8 Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra de nuestro Dios permanece para siempre.

9 Súbete a un monte alto, tú que anuncias buenas nuevas a Sión; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de buenas nuevas a Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí a vuestro Dios!

10 He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo sojuzgará para él; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga va delante de él.

11 Como un pastor apacentará su rebaño; en su brazo recogerá los corderos, y en su seno los llevará; y pastoreará suavemente a las que amamantan.

12

¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y abarcó los cielos con su palmo, en un tercio de medida juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados?

13 ¿Quién escudriñó el Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?

14 ¿Con quién se aconsejó, y quién le instruyó, y le enseñó el camino de la justicia, y le enseñó conocimiento y le mostró la senda de la prudencia?

15 He aquí que las naciones le son como la gota de agua de un cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que las islas pesan para él como una mota.

16 Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus animales para el sacrificio.

17 Como nada son todas las naciones delante de él; y en su comparación serán estimadas como naderías y vaciedad.

18 ¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen compararéis con él?

19 El artífice prepara la imagen de talla, el orfebre le extiende el oro y el platero le funde cadenas de plata.

20 El pobre escoge, para ofrecerle, madera que no se apolille; se busca un hábil artista, que le haga una imagen de talla que no se tambalee.

21 ¿No lo sabéis? ¿No lo habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el principio? ¿No habéis aprendido cómo se fundó la tierra?

22 Él está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda hecha para morar.

23 Él convierte en nada a los poderosos, y reduce a la nada a los que gobiernan la tierra.

24 Apenas han sido plantados, apenas han sido sembrados, apenas su tallo ha echado raíz en la tierra, cuando sopla en ellos y se secan, y el torbellino se los lleva como hojarasca.

25 ¿A quién, pues, me haréis semejante o me compararéis?, dice el Santo.

26 Levantad en alto vuestros ojos, y mirad: ¿quién creó estas cosas? El que saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; por la grandeza de su fuerza, y el poder de su energía, ni una faltará.

27

¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y a mi Dios se le pasa mi derecho?

28 ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno, Jehová, el cual creó los confines de la tierra, no desfallece, ni se fatiga con cansancio? Su inteligencia es inescrutable.

29 Él da vigor al cansado, y acrecienta la energía al que no tiene fuerzas.

30 Los jóvenes se fatigan y se cansan, los valientes flaquean y caen;

31 pero los que esperan a Jehová tendrán nuevo vigor; levantarán el vuelo como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

41

1

Escuchadme, islas costeras, y esfuércense los pueblos; acérquense, y entonces hablen; reunámonos a juicio.

2 ¿Quién suscitó del oriente a uno, a cuyos pasos asiste la victoria? Entregó delante de él naciones, y le hizo enseñorearse de reyes; los entregó a su espada como polvo, como hojarasca que su arco arrebata.

3 Los siguió, pasó a salvo por un camino por donde sus pies pasan como en volandas.

4 ¿Quién hizo y realizó esto? El que llama las generaciones desde el principio. Yo Jehová, el primero, y yo el mismo con los postreros.

5 Las islas vieron, y tuvieron temor; los confines de la tierra se espantaron; se congregaron, y vinieron.

6 Cada cual ayudó a su vecino, y a su hermano dijo: ¡Ten ánimo!

7 El carpintero animó al orfebre, y el que alisaba con martillo al que batía en el yunque, diciendo: Buena está la soldadura; y lo sujetó con clavos, para que no se moviese.

8 Pero tú, Israel, siervo mío; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo;

9 tú, a quien tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te he desechado;

10 no temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios; yo te doy vigor; sí, yo te ayudaré, y siempre te sostendré con la diestra de mi justicia.

11 He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo.

12 Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no existe, aquellos que te hacen la guerra.

13 Porque yo Jehová tu Dios, soy quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo.

14 No temas, gusano de Jacob, oh vosotros los pocos de Israel; yo soy tu socorro, dice Jehová; el Santo de Israel es tu Redentor.

15 He aquí que yo te he puesto por trillo, trillo nuevo, de dientes afilados; trillarás los montes y los molerás, y reducirás a tamo los collados.

16 Los aventarás, y se los llevará el viento, y los esparcirá el torbellino; pero tú te regocijarás en Jehová, te gloriarás en el Santo de Israel.

17 Los pobres y menesterosos buscan las aguas, y no las hay; seca está de sed su lengua; yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé.

18 En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los valles; abriré en el desierto estanques de aguas, y manantiales de aguas en la tierra seca.

19 Daré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos silvestres; pondré en la soledad cipreses, pinos y bojes juntamente,

20 para que vean y conozcan, y adviertan y entiendan todos, que la mano de Jehová ha hecho esto, y que el Santo de Israel lo creó.

21

Alegad por vuestra causa, dice Jehová; presentad vuestras pruebas, dice el Rey de Jacob.

22 Tráiganlas, anúnciennos lo que ha de venir; dígannos lo que ha pasado desde el principio, y lo consideraremos; sepamos también sus postrimerías, y hacednos entender lo que ha de suceder.

23 Declaradnos lo que ha de ocurrir después, para que sepamos que vosotros sois dioses; o a lo menos haced algún bien, o algún mal, para que nos miremos atónitos y lo contemplemos juntamente.

24 He aquí que vosotros sois nada, y vuestras obras sin ningún valor; abominación es el que os escogió.

25 Del norte levanté a uno, y vendrá; del nacimiento del sol invocará mi nombre; y pisoteará príncipes como lodo, y como pisa el barro el alfarero.

26 ¿Quién lo anunció desde el principio, para que lo sepamos; o de tiempo atrás, y diremos: Es justo? Cierto, no hay quien lo declare; sí, no hay quien lo anuncie; ciertamente no hay quien oiga vuestras palabras.

27 Yo enviaré al primero que diga a Sión: ¡Miradlos, miradlos! Y a Jerusalén daré un mensajero de alegres nuevas.

28 Y miré, pero no había ninguno; y, entre éstos, ningún consejero hubo a quien yo preguntara y él me respondiera.

29 ¡He aquí todos! Las obras de ellos son vaciedad y nada; viento y confusión son sus imágenes fundidas.

42

1

He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él dictará justicia a las naciones.

2 No gritará, ni alzará su voz, ni la hará oír en las calles.

3 No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humea; de acuerdo con la verdad hará justicia.

4 No se cansará ni desmayará, hasta que establezca en la tierra justicia; y las islas esperarán sus enseñanzas.

5 Así dice Jehová Dios, Creador de los cielos, y el que los despliega; el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora sobre ella, y espíritu a los que por ella andan:

6 Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones,

7 para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas.

8 Yo soy Jehová; éste es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.

9 He aquí, se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas; antes de que se produzcan, os las hago saber.

10

Cantad a Jehová un cántico nuevo, su alabanza desde los confines de la tierra; los que descendéis al mar, y cuanto hay en él, las islas y los moradores de ellas.

11 Alcen la voz el desierto y sus ciudades, las aldeas donde habita Cedar; canten los moradores de Sela, y desde la cumbre de los montes den voces de júbilo.

12 Den gloria a Jehová, y declaren su alabanza en las islas.

13 Jehová saldrá como un valiente, y como hombre de guerra despertará celos; gritará, voceará, se mostrará fuerte contra sus enemigos.

14 Desde hace mucho he callado, he guardado silencio, y me he contenido; daré voces como la que está de parto, resoplando y jadeando juntamente.

15 Convertiré en soledad montes y collados, haré secar toda su hierba; tornaré los ríos en islas, y secaré los estanques.

16 Y guiaré a los ciegos por camino que no conocían, les guiaré por sendas que no habían conocido; delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz, y lo escabroso en llanura. Estas cosas son las que he decidido hacer, y no las dejaré sin realizar.

17 Serán vueltos atrás y en extremo confundidos los que confían en estatuas, y dicen a las imágenes de fundición: Vosotros sois nuestros dioses.

18

Sordos, oíd, y vosotros, ciegos, mirad para ver.

19 ¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo, como mi mensajero que envié? ¿Quién es ciego como mi escogido, y ciego como el siervo de Jehová?

20 Viendo muchas cosas, no te das cuenta; abriendo los oídos, no oyes.

21 Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y engrandecerla.

22 Mas éste es un pueblo saqueado y pisoteado; todos ellos, atrapados en cavernas y escondidos en cárceles; son puestos para despojo, y no hay quien libre; despojados, y no hay quien diga: Restaurad.

23 ¿Quién de vosotros dará oídos a esto? ¿Quién atenderá y escuchará respecto al porvenir?

24 ¿Quién dio a Jacob en botín, y entregó a Israel a los saqueadores? ¿No fue Jehová, contra quien pecamos? No quisieron andar en sus caminos, ni fueron obedientes a su ley.

25 Por tanto, derramó sobre él el ardor de su ira, y la violencia de la guerra; le puso fuego por todas partes, pero no se apercibió; le consumió, mas no reflexionó.

43

1

Pero ahora, así dice Jehová, el Creador tuyo, oh Jacob, y el Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te he rescatado; te he llamado por tu nombre; mío eres tú.

2 Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama prenderá en ti.

3 Porque yo soy Jehová, tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Sebá por ti.

4 Porque a mis ojos eres de gran estima, eres honorable, y yo te amo; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida.

5 No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu descendencia, y del occidente te recogeré.

6 Diré al norte: Da acá; y al sur: No retengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas desde los confines de la tierra,

7 todos los llamados de mi nombre; a los que para gloria mía he creado, los formé y los hice.

8 Sacad al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos que tienen oídos.

9 Congréguense a una todas las naciones, y júntense todos los pueblos. ¿Quién de ellos hay que nos dé nuevas de esto, y que nos haga oír las cosas primeras? Presenten sus testigos, y justifíquense; oigan, y digan: Verdad es.

10 Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo soy él; antes de mí no fue formado otro dios, ni lo será después de mí.

11 Yo, sí, yo soy Jehová, y fuera de mí no hay quien salve.

12 Yo anuncié, y salvé, y lo he hecho saber, y no hubo entre vosotros ningún dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, de que yo soy Dios.

13 Aun antes que hubiera día, yo soy él; y no hay quien libre de mi mano. Lo que hago yo, ¿quién lo revocará?

14 Así dice Jehová, vuestro Redentor, el Santo de Israel: Por vosotros envié a Babilonia, y haré descender como fugitivos a todos ellos, aun a los caldeos en las naves de que se gloriaban.

15 Yo soy Jehová, vuestro Santo, el Creador de Israel, vuestro Rey.

16 Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas;

17 el que saca carro y caballo, ejército poderoso; y los hace caer a una para no levantarse; fenecen, como pábilo quedan apagados.

18 No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas.

19 He aquí que yo voy a hacer una cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Aun abriré un camino en el desierto, y ríos en la soledad.

20 Las fieras del campo me honrarán, los chacales y los avestruces; porque daré aguas en el desierto y ríos en la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido.

21 Este pueblo que he creado para mí; a fin de que publique mis alabanzas.

22 Con todo, no me invocaste a mí, oh Jacob, ni te has fatigado por mí, oh Israel.

23 No me trajiste a mí los animales de tus holocaustos, ni me honraste con tus sacrificios; no te hice servir con ofrenda, ni te he fatigado a causa del incienso.

24 No compraste para mí caña aromática por dinero, ni me saciaste con la grasa de tus sacrificios, sino que pusiste sobre mí la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades.

25 Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.

26 Hazme recordar, entremos en juicio juntamente; habla tú para justificarte.

27 Tu primer padre pecó, y tus maestros prevaricaron contra mí.

28 Por tanto, yo profané a los príncipes del santuario, y puse por anatema a Jacob y por oprobio a Israel.

44

1

Ahora, pues, escucha, Jacob, siervo mío, y tú, Israel, a quien yo escogí.

2 Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, y tú, Jesurún, a quien yo escogí.

3 Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; derramaré mi Espíritu sobre tu descendencia, y mi bendición sobre cuanto nazca de ti;

4 y brotarán entre hierba, como sauces junto a las riberas de las aguas.

5 Éste dirá: Yo soy de Jehová; el otro se llamará del nombre de Jacob, y otro suscribirá con su mano: A Jehová, y se apellidará con el nombre de Israel.

6 Así dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.

7 ¿Y quién, como yo, proclamará lo venidero? Que lo declare y lo ponga en orden delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo. Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir.

8 No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo anuncié desde la antigüedad, y te lo declaré? Vosotros sois mis testigos. ¿Hay otro Dios fuera de mí? No hay otra Roca; no conozco ninguna.

9

Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y sus obras más estimadas para nada sirven; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden.

10 ¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de provecho?

11 He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, temblarán, y serán avergonzados a una.

12 El herrero forja una herramienta, trabaja en las ascuas, le da forma con los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; luego tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya.

13 El carpintero tiende la regla, lo señala con lápiz, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa.

14 Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia.

15 De él se sirve luego el hombre para hacer fuego, y toma de ellos para calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios, y lo adora; fabrica un ídolo, y se prosterna delante de él.

16 Quema en el fuego parte del leño; con parte de él, come carne; prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Ea!, me he calentado, he visto el fuego;

17 y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque tú eres mi dios.

18 No saben ni entienden; porque están cerrados sus ojos para no ver, y su corazón para no entender.

19 Ninguno reflexiona en su interior; no tiene sentido ni entendimiento para decir: Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne, y la comí. ¿Haré del resto de él una abominación? ¿Me postraré delante de un tronco de árbol?

20 De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha?

21

Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, e Israel, porque mi siervo eres. Yo te formé, siervo mío eres tú; Israel, yo no me olvidaré de ti.

22 Yo deshice como una densa nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí.

23 Cantad loores, oh cielos, porque Jehová lo hizo; gritad con júbilo, profundidades de la tierra; prorrumpid, montes, en alabanza, y el bosque, con todo árbol que en él está; porque Jehová redimió a Jacob, y en Israel será glorificado.

24 Así dice Jehová, tu Redentor, que te formó desde el vientre: Yo soy Jehová, que lo hago todo; que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo;

25 que frustro las señales de los adivinos, y enloquezco a los agoreros; que trastorno a los sabios, y desvanezco su sabiduría.

26 Yo, el que confirma la palabra de su siervo, y cumple las predicciones de sus mensajeros; el que dice de Jerusalén: Será habitada; y de las ciudades de Judá: Serán reconstruidas, y reedificaré sus ruinas;

27 que dice a las profundidades: Secaos, y haré secar tus ríos;

28 que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serán echados tus cimientos.

45

1

Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él las puertas, y las puertas no se cerrarán:

2 Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré las puertas de bronce, y haré pedazos los cerrojos de hierro;

3 y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te llamo por tu nombre.

4 Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; te puse sobrenombre, aunque no me conociste.

5 Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñí, aunque tú no me conociste,

6 para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo soy Jehová, y ninguno más que yo,

7 que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo soy Jehová, el que hago todo esto.

8

Rociad, cielos, de arriba, y las nubes destilen la justicia; ábrase la tierra, y prodúzcase la salvación y hágase brotar juntamente con la justicia. Yo, Jehová, lo he creado.

9 ¡Ay del que pleitea con su Hacedor, como el tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: Qué haces?; ¿o: Tu obra no está hecha con destreza?

10 ¡Ay del que dice a su padre: ¿Por qué engendraste?; y a una mujer: ¿Por qué diste a luz?!

11 Así dice Jehová, el Santo de Israel, y su Formador: Preguntadme de las cosas por venir; mandadme acerca de mis hijos, y acerca de la obra de mis manos.

12 Yo, sí, yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos, y mandé a todo su ejército.

13 Yo lo suscité en justicia, y enderezaré todos sus caminos; él edificará mi ciudad, y soltará mis deportados, no por precio ni por dones, dice Jehová de los ejércitos.

14 Así dice Jehová: El trabajo de Egipto, las mercaderías de Etiopía, y de los sabeos, hombres de elevada estatura, se pasarán a ti y serán tuyos; irán en pos de ti, pasarán encadenados; te harán reverencia y te suplicarán diciendo: Ciertamente en ti está Dios, y no hay ningún otro; no hay otro Dios.

15 Verdaderamente tú eres un Dios que te encubres, oh Dios de Israel, que salvas.

16 Confusos y avergonzados serán todos ellos; serán cubiertos de oprobio todos juntos los fabricadores de imágenes.

17 Israel será salvo por Jehová con salvación eterna; no os avergonzaréis ni quedaréis afrentados, por todos los siglos.

18 Porque así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano; la creó para que fuese habitada: Yo soy Jehová, y no hay otro.

19 No hablé en secreto, en un lugar oscuro de la tierra; no dije a la descendencia de Jacob: En vano me buscáis. Yo soy Jehová que hablo justicia, que anuncio rectitud.

20

Reuníos, y venid; juntaos todos los sobrevivientes de entre las naciones. No tienen conocimiento aquellos que erigen sus ídolos de madera, los que ruegan a un dios que no salva.

21 Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo; un Dios justo y Salvador; ningún otro hay fuera de mí.

22 Miradme a mí, y sed salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más.

23 Por mí mismo hice juramento, de mi boca salió palabra en justicia, y no será revocada: Que a mí se doblará toda rodilla, y jurará toda lengua.

24 Y se dirá de mí: Ciertamente en Jehová está la victoria y la fuerza; a él vendrán avergonzados todos los que contra él se enardecen.

25 En Jehová será justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel.

46

1

Se postró Bel, se abatió Nebó; sus imágenes fueron puestas sobre bestias, sobre animales de carga; esas cosas que vosotros solíais llevar, son cargadas como fardos sobre las bestias cansadas.

2 Fueron humillados, fueron abatidos juntamente; no pudieron escaparse de la carga, sino que tuvieron ellos mismos que ir en cautiverio.

3 Escuchadme, oh casa de Jacob, y todo el resto de la casa de Israel, los que sois traídos por mí desde el vientre, los que sois llevados desde la matriz.

4 Y hasta vuestra vejez yo soy el mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo hice, yo llevaré, yo soportaré y libraré.

5 ¿A quién me asemejaréis, y me igualaréis, y me compararéis, para que seamos semejantes?

6 Sacan oro de la bolsa, y pesan plata con balanzas, alquilan un orfebre para hacer un dios de ello; se postran y lo adoran.

7 Se lo echan sobre los hombros, lo llevan, y lo colocan en su lugar; allí se está, y no se mueve de su sitio. Le gritan, y tampoco responde, ni libra de la tribulación.

8 Acordaos de esto, y manteneos firmes; volved en vosotros, prevaricadores.

9 Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí,

10 que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mis planes permanecerán, y haré todo lo que quiero;

11 que llamo desde el oriente al ave de presa, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo haré venir; lo he decidido, y también lo haré.

12 Escuchadme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia:

13 Haré que se acerque mi justicia; no se alejará, y mi salvación no se detendrá. Y pondré salvación en Sión; mi gloria será para Israel.

47

1

Desciende y siéntate en el polvo, virgen hija de Babilonia. Siéntate en la tierra, sin trono, hija de los caldeos; porque nunca más te llamarán tierna y delicada.

2 Toma el molino y muele harina; descubre tus guedejas, y la cola de tu vestido, descubre tus piernas, pasa los ríos.

3 Será descubierta tu desnudez, y tu deshonra será vista; tomaré venganza, y no habrá quien se me resista.

4 Nuestro Redentor, Jehová de los ejércitos es su nombre, el Santo de Israel.

5 Siéntate en silencio, y entra en tinieblas, hija de los caldeos; porque nunca más te llamarán señora de reinos.

6 Me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad, y los entregué en tu mano; no les tuviste compasión, sobre el anciano agravaste mucho tu yugo.

7 Dijiste: Para siempre seré señora; y no has pensado en esto, ni te acordaste de tus postrimerías.

8 Oye, pues, ahora esto, mujer voluptuosa, tú que estás sentada confiadamente, tú que dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más; no quedaré viuda, ni sabré lo que es perder los hijos.

9 Estas dos cosas te vendrán de repente en un mismo día, pérdida de hijos y viudez; en toda su fuerza vendrán sobre ti, a pesar de la multitud de tus hechizos y de tus muchos encantamientos.

10 Porque te confiaste en tu maldad, diciendo: Nadie me ve. Tu sabiduría y tu misma ciencia te engañaron, y dijiste en tu corazón: Yo, y nadie más.

11 Vendrá, pues, sobre ti el mal, y no sabrás cómo conjurarlo; caerá sobre ti quebrantamiento, el cual no podrás remediar; y vendrá de repente sobre ti la ruina, antes de que te apercibas de ella.

12

Permanece ahora en tus encantamientos y en la multitud de tus hechizos, en los cuales te fatigaste desde tu juventud; quizá podrán aprovecharte, quizá prevalecerás.

13 Te has fatigado con tus muchos consejeros. Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cada mes te pronostican lo que vendrá sobre ti.

14 He aquí que serán como tamo; el fuego los quemará; no salvarán sus vidas del poder de la llama; no quedará brasa para calentarse, ni lumbre a la cual se sienten.

15 Así te serán aquellos con quienes te fatigaste, los que traficaron contigo desde tu juventud; cada uno irá errante por su camino, y no habrá quien te salve.

48

1

Oíd esto, casa de Jacob, los que os llamáis del nombre de Israel, los que salieron de las aguas de Judá, los que juran en el nombre de Jehová, y hacen mención del Dios de Israel, mas no en verdad ni en justicia;

2 porque de la santa ciudad se nombran, y en el Dios de Israel se apoyan; su nombre es Jehová de los ejércitos.

3 Lo que pasó, ya antes lo declaré, y de mi boca salió; lo publiqué, lo hice de pronto, y fue realidad.

4 Por cuanto conozco que eres obstinado, y barra de hierro tu cerviz, y tu frente de bronce,

5 por eso, te lo dije ya hace tiempo; antes que sucediera te lo advertí, para que no dijeras: Mi ídolo lo hizo, mis imágenes de escultura y de fundición mandaron estas cosas.

6 Lo oíste, y lo ves realizado, todo ello; ¿y no lo anunciaréis vosotros? Ahora, pues, te he hecho oír cosas nuevas y ocultas que tú no sabías.

7 Ahora han sido creadas, no en días pasados, ni antes de este día las habías oído, para que no digas: He aquí que yo lo sabía.

8 Sí, nunca lo habías oído, ni nunca lo habías conocido; ciertamente no se abrió antes tu oído; porque sabía que habías de portarte con mucha perfidia, y se te llama rebelde desde el vientre.

9 Por amor de mi nombre diferiré mi ira, y para alabanza mía la reprimiré para no destruirte.

10 He aquí te he refinado, y no como a plata; te he probado en el crisol de la aflicción.

11 Por mí, por amor de mí mismo lo haré, pues ¿cómo sería profanado mi nombre? Mi honra no la daré a otro.

12 Escúchame, Jacob, y tú, Israel, a quien llamé: Yo soy, yo soy el primero, yo también el postrero.

13 Mi mano fundó también la tierra, y mi mano derecha extendió los cielos; al llamarlos yo, comparecen todos a una.

14 Juntaos todos vosotros, y oíd. ¿Quién hay entre ellos que anuncie estas cosas? Aquel a quien Jehová amó ejecutará su voluntad en Babilonia, y su brazo estará sobre los caldeos.

15 Yo, yo hablé, y le llamé y le traje; por tanto, será prosperado su camino.

16 Acercaos a mí, oíd esto: desde el principio no hablé en secreto; desde que eso se hizo, allí estoy yo; y ahora me envió Jehová el Señor, y su Espíritu.

17

Así ha dicho Jehová, tu Redentor, el Santo de Israel: Yo soy Jehová tu Dios, que te enseña para provecho tuyo, que te encamina por el camino que debes seguir.

18 ¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Sería entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar.

19 Sería también como la arena tu descendencia, y los renuevos de tus entrañas como los granos de arena; nunca su nombre sería cortado, ni raído de mi presencia.

20 Salid de Babilonia, huid de entre los caldeos; dad nuevas de esto con voz de júbilo, publicadlo, llevadlo hasta lo postrero de la tierra; decid: Redimió Jehová a Jacob su siervo.

21 No tuvieron sed cuando los llevó por los desiertos; les hizo brotar agua de la piedra; abrió la peña, y corrieron las aguas.

22 No hay paz para los malvados, dice Jehová.

49

1

Atended, islas, y escuchad, pueblos lejanos. Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria.

2 Y puso mi boca como espada aguda, me escondió en la sombra de su mano; y me puso por saeta bruñida, me guardó en su aljaba;

3 y me dijo: Mi siervo eres, oh Israel, porque en ti me gloriaré.

4 Pero yo dije: Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas; pero mi causa está delante de Jehová, y mi recompensa con mi Dios.

5 Ahora, pues, dice Jehová, el que me formó desde el vientre para ser su siervo, para hacer volver a él a Jacob y para congregarle a Israel (porque estimado seré en los ojos de Jehová, y el Dios mío será mi fuerza);

6 dice: Muy poca cosa es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te daré por luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra.

7 Así ha dicho Jehová, Redentor de Israel, el Santo suyo, al menospreciado de los hombres, al abominado de las naciones, al siervo de los tiranos: Lo verán reyes, y se pondrán en pie; príncipes, y se postrarán por respeto a Jehová, que es fiel; el Santo de Israel, el cual te escogió.

8

Así dice Jehová: En tiempo favorable te respondí, y en día de salvación te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que vuelvas a asignar sus asoladas heredades;

9 para que digas a los presos: Salid; y a los que están en tinieblas: Mostraos. En los caminos serán apacentados, y en todas las alturas tendrán sus pastos.

10 No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirán; porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá a manantiales de aguas.

11 Y convertiré en camino todos mis montes, y mis calzadas serán levantadas.

12 He aquí, éstos vendrán de lejos; y he aquí, éstos del norte y del occidente, y éstos de la tierra de Sinim.

13 Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en alabanzas, oh montes; porque Jehová ha consolado a su pueblo, y de sus pobres se ha compadecido.

14 Pero Sión dijo: Me ha abandonado Jehová, y el Señor se ha olvidado de mí.

15 ¿Se olvidará la mujer de su niño de pecho, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Pues aunque éstas lleguen a olvidar, yo nunca me olvidaré de ti.

16 He aquí que en las palmas de las manos te tengo tatuada; delante de mí están siempre tus muros.

17 Tus hijos vendrán aprisa; tus destruidores y tus asoladores saldrán de ti.

18 Alza tus ojos alrededor, y mira: todos éstos se han reunido, han venido a ti. Vivo yo, dice Jehová, que de todos, como de vestidura de gala serás vestida; y de ellos serás ceñida como novia.

19 Porque tu tierra devastada, arruinada y desierta, ahora será demasiado estrecha por la multitud de los moradores, y tus devoradores serán apartados lejos.

20 Aun los hijos de los que fuiste privada, dirán a tus oídos: Este lugar es demasiado estrecho para mí; apártate, para que yo more.

21 Y dirás en tu corazón: ¿Quién me engendró éstos? Porque yo había sido privada de hijos y estaba sola, desterrada y errante; ¿quién, pues, crió éstos? He aquí, yo había sido dejada sola; ¿dónde estaban éstos?

22 Así dice el Señor, Jehová: He aquí, yo alzaré mi mano a las naciones, y a los pueblos levantaré mi bandera; y traerán en brazos a tus hijos, y tus hijas serán traídas a hombros.

23 Reyes serán tus ayos, y sus reinas tus nodrizas; con el rostro inclinado a tierra se postrarán ante ti, y lamerán el polvo de tus pies; y conocerás que yo soy Jehová, pues no se avergonzarán los que esperan en mí.

24 ¿Será quitado el botín al valiente? ¿Será rescatado el cautivo del victorioso?

25 Pero así dice Jehová: Ciertamente el cautivo será rescatado del valiente, y el botín será arrebatado al tirano; yo litigaré con tus litigadores, y yo salvaré a tus hijos.

26 Y a tus opresores les haré comer sus propias carnes, y con su sangre serán embriagados como con vino nuevo; y conocerá todo hombre que yo Jehová soy tu Salvador y tu Redentor, el Fuerte de Jacob.

50

1

Así dice Jehová: ¿Qué es de la carta de repudio de vuestra madre, con la cual yo la repudié? ¿O quiénes son mis acreedores, a quienes yo os he vendido? He aquí que por vuestras maldades fuisteis vendidos, y por vuestras rebeldías fue repudiada vuestra madre.

2 ¿Por qué, cuando vine, no hallé a nadie, y cuando llamé, nadie respondió? ¿Acaso se ha acortado mi mano para no redimir? ¿No hay en mí poder para librar? He aquí que con mi reprensión hago secar el mar; convierto los ríos en desierto; sus peces se vuelven fétidos por falta de agua, y mueren de sed.

3 Visto de oscuridad los cielos, y hago como cilicio su cubierta.

4 Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber cómo animar con palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios.

5 Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no me resistí, ni me volví atrás.

6 Di mis espaldas a los que me golpeaban, y mis mejillas a los que me mesaban la barba; no escondí mi rostro de injurias y de esputos.

7 Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado.

8 Cerca está de mí el que me justifica; ¿quién contenderá conmigo? Presentémonos juntos. ¿Quién es el adversario de mi causa? Acérquese a mí.

9 He aquí que Jehová el Señor me ayudará; ¿quién hay que me condene? He aquí que todos ellos se desgastarán como ropa de vestir, serán comidos por la polilla.

10 ¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, que obedece a la voz de su siervo? Aunque ande en tinieblas y carezca de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios.

11 He aquí, todos vosotros que encendéis fuego, y os rodeáis de teas; andad a la luz de vuestro fuego, y de las teas que encendisteis. De mi mano os vendrá esto; en dolor yaceréis.

51

1

Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis a Jehová. Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados.

2 Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo, lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué.

3 Ciertamente consolará Jehová a Sión; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Jehová; se hallarán en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto.

4 Estad atentos a mí, pueblo mío, y prestadme oído, nación mía; porque de mí saldrá la ley, y mi justicia para luz de los pueblos.

5 Inminente, cercana está mi justicia, ha salido mi salvación, y mis brazos juzgarán a los pueblos; a mí me esperarán los de las islas, y en mi brazo pondrán su esperanza.

6 Alzad a los cielos vuestros ojos, y mirad abajo a la tierra; porque los cielos se desvanecerán como humo, y la tierra se desgastará como ropa de vestir, y de la misma manera perecerán sus moradores; pero mi salvación será para siempre, mi justicia no será abolida.

7 Escuchadme, los que conocéis justicia, el pueblo en cuyo corazón está mi ley. No temáis afrenta de hombre, ni desmayéis por sus ultrajes.

8 Porque como a vestidura se los comerá la polilla, como a lana se los comerá el gusano; pero mi justicia permanecerá perpetuamente, y mi salvación por todas las generaciones.

9 Despiértate, despiértate, vístete de poder, oh brazo de Jehová; despiértate como en el tiempo antiguo, en las generaciones pasadas. ¿No eres tú el que quebrantó a Ráhab, y el que atravesó al dragón?

10 ¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo; el que transformó en camino las profundidades del mar para que pasaran los rescatados?

11 Ciertamente volverán los redimidos de Jehová; volverán a Sión cantando, y habrá gozo perpetuo sobre sus cabezas; rebosarán gozo y alegría, y el dolor y el gemido huirán.

12 Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que ha de morir, y del hijo de hombre, destinado a fenecer como heno?

13 Y ya te has olvidado de Jehová tu Hacedor, que extendió los cielos y echó los cimientos de la tierra; y todo el día temes continuamente del furor del opresor, cuando se dispone para destruir. Pero ¿en dónde está el furor del opresor?

14 El preso agobiado será libertado pronto; no morirá en la mazmorra, ni le faltará su pan.

15 Porque yo soy Jehová tu Dios, que agito el mar y hago bramar sus olas; su nombre es Jehová de los ejércitos.

16 Y en tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra de mi mano te he cubierto, al extender los cielos y echar los cimientos de la tierra, y decir a Sión: Pueblo mío eres tú.

17

Despierta, despierta, levántate, oh Jerusalén, que bebiste de la mano de Jehová el cáliz de su ira; porque el cáliz del aturdimiento bebiste hasta las heces.

18 De todos los hijos que dio a luz, no hay quien la guíe; ni quien la tome de la mano, de todos los hijos que crió.

19 Estas dos cosas te han acontecido. ¿Quién se dolerá de ti?: asolamiento y quebrantamiento, hambre y espada. ¿Quién te consolará?

20 Tus hijos se desmayaron, están tendidos en las encrucijadas de todos los caminos, como antílope en la red, llenos de la indignación de Jehová, de la reprensión de tu Dios.

21 Oye, pues, ahora esto, afligida, ebria, mas no de vino:

22 Así dice Jehová tu Señor, y tu Dios, el cual aboga por su pueblo: He aquí, he quitado de tu mano el cáliz del aturdimiento, las heces del cáliz de mi ira; nunca más lo beberás.

23 Yo lo pondré en mano de tus angustiadores, que dijeron a tu alma: Inclínate, y pasaremos por encima de ti. Y tú pusiste tu espalda como suelo, y como camino, para que pasaran.

52

1

Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sión; vístete tus ropas de gala, oh Jerusalén, ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti el incircunciso ni el inmundo.

2 Sacúdete el polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sión.

3 Porque así dice Jehová: De balde fuisteis vendidos; por tanto, sin dinero seréis rescatados.

4 Porque así dijo el Señor, Jehová: Mi pueblo descendió a Egipto en otro tiempo, para morar allí, y después el asirio lo oprimió sin razón.

5 Y ahora ¿qué hago aquí, dice Jehová, viendo que mi pueblo ha sido llevado sin motivo? Y los que en él se enseñorean, se jactan con escarnio, dice Jehová, y continuamente es blasfemado mi nombre todo el día.

6 Por tanto, mi pueblo conocerá mi nombre, y comprenderá asimismo en aquel día, que yo mismo que hablé, he aquí que estoy presente.

7 ¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae buenas nuevas, del que publica salvación, del que dice a Sión: Tu Dios reina!

8 ¡Escucha! Tus atalayas alzan la voz, juntamente dan voces de júbilo; porque ojo a ojo verán que Jehová retorna a Sión.

9 Prorrumpid a una en gritos de júbilo, y cantad, soledades de Jerusalén; porque Jehová ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén.

10 Jehová desnudó su santo brazo ante los ojos de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios.

11 Apartaos, apartaos, salid de ahí, no toquéis cosa inmunda; salid de en medio de ella; purificaos los que lleváis los utensilios de Jehová.

12 Porque no saldréis a la desbandada, ni iréis huyendo; porque Jehová irá delante de vosotros, y el Dios de Israel será vuestra retaguardia.

13

He aquí que mi siervo será prosperado, será engrandecido y exaltado, y será puesto muy en alto.

14 Así como se asombraron de ti muchos (de tal manera fue desfigurado su aspecto que no parecía hombre, y su figura no era como la de los hijos de los hombres),

15 así sorprenderá él a muchas naciones; los reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado, y comprenderán lo que jamás habían oído.

53

1

¿Quién ha dado crédito a nuestro mensaje?, ¿y a quién se ha revelado el brazo de Jehová?

2 Creció como un retoño delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay apariencia en él, ni hermosura como para que le miremos, ni atractivo como para que nos deleitemos en él.

3 Fue despreciado y desechado de los hombres; varón de dolores y experimentado en quebranto; como uno ante quien se esconde el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.

4 Ciertamente él llevó nuestras enfermedades, y soportó nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.

5

Mas él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por sus llagas fuimos nosotros curados.

6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; y Jehová cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros.

7 Fue oprimido, aunque se humilló a sí mismo, y no abrió su boca; como un cordero que es llevado al matadero, y como una oveja que delante de sus trasquiladores está muda, tampoco él abrió su boca.

8 Por arresto y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.

9 Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.

10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá descendencia, vivirá por largos días, y lo que plazca a Jehová se cumplirá por su mano.

11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.

12 Por tanto, yo le daré parte entre los grandes, y con los poderosos repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, e intercedido por los transgresores.

54

1

Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; prorrumpe en canciones y gritos de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová.

2 Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no escatimes; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas.

3 Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda; y tu descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas.

4 No temas, pues no serás confundida; y no te avergüences, porque no serás afrentada, sino que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud, y de la afrenta de tu viudez no volverás a acordarte.

5 Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado.

6 Porque como a mujer abandonada y triste de espíritu te llamó Jehová; y la esposa de la juventud, ¿puede ser repudiada?, dice tu Dios.

7 Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con gran compasión.

8 En un arranque de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dice Jehová tu Redentor.

9 Porque esto me será como en los días de Noé; pues así como juré que nunca más las aguas de Noé pasarían sobre la tierra, así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te amenazaré.

10 Porque los montes se apartarán, y los collados serán sacudidos, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene compasión de ti.

11 Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo; he aquí que yo te cimentaré con piedras de turquesa, y sobre zafiros te fundaré.

12 Tus baluartes haré de rubíes, tus puertas de piedras de turquesa, y toda tu muralla de piedras preciosas.

13 Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos.

14 En justicia serás consolidada; estarás lejos de la opresión, porque no temerás, y del terror, porque no se acercará a ti.

15 Si alguno conspira contra ti, lo hará sin mí; el que contra ti conspire, delante de ti caerá.

16 He aquí que yo hice al herrero que sopla las ascuas en el fuego, y que saca la herramienta para su obra; y yo he creado al destructor para destruir.

17 Ningún arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Ésta es la herencia de los siervos de Jehová, y la recompensa que obtendrán de mí, dice Jehová.

55

1

A todos los sedientos: Venid a las aguas; y a los que no tienen dinero: Venid, comprad y comed. Sí, venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.

2 ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro jornal en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed de lo bueno, y se deleitará vuestra alma con lo más sustancioso.

3 Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros un pacto eterno, las misericordiosas y firmes promesas hechas a David.

4 He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por caudillo a las gentes.

5 He aquí, llamarás a naciones que no conociste, y naciones que no te conocían correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel porque te ha honrado.

6 Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.

7 Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá compasión de él, y a nuestro Dios, el cual será amplio en perdonar.

8 Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice Jehová.

9 Pues así como los cielos son más altos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.

10 Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,

11 así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que realizará lo que me place, y cumplirá aquello para lo que la envié.

12 Porque con alegría saldréis, y con paz seréis conducidos; los montes y los collados prorrumpirán en cánticos de júbilo delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso.

13 En lugar de la zarza crecerá el ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá el mirto; y será a Jehová por memorial, por señal eterna que nunca será borrada.

56

1

Así dice Jehová: Guardad la equidad, y practicad la justicia; porque mi salvación está a punto de llegar; y mi justicia, de manifestarse.

2 Dichoso el hombre que hace esto, y el hijo de hombre que se aferra a ello; que guarda el sábado sin profanarlo, y que guarda su mano de hacer nada malo.

3 Y el extranjero que sigue a Jehová no hable diciendo: Me apartará ciertamente Jehová de su pueblo. Ni diga el eunuco: He aquí, yo soy un árbol seco.

4 Porque así dice Jehová: A los eunucos que guarden mis sábados, y escojan lo que yo quiero, y se mantengan firmes en mi pacto,

5 yo les daré lugar en mi casa, y dentro de mis muros un monumento y un nombre mejor que el de hijos e hijas; nombre perpetuo les daré, que nunca perecerá.

6 Y a los extranjeros que sigan a Jehová para servirle, y que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos; a todos los que guarden el sábado sin profanarlo, y se mantengan firmes en mi pacto,

7 yo los llevaré a mi santo monte, y los alegraré en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos.

8 Dice Jehová el Señor, el que reúne a los dispersos de Israel: Aún juntaré otros con él, además de sus congregados.

9 Todas las bestias del campo, todas las fieras del bosque, venid a devorar.

10 Sus atalayas son todos ciegos, son ignorantes; todos ellos son perros mudos, no pueden ladrar; deliran, se acuestan, amigos de dormir.

11 Y esos perros comilones son insaciables; y esos mismos son pastores que no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado.

12 Venid, dicen, tomemos vino, embriaguémonos de licor; y será el día de mañana como éste, o mucho más excelente.

57

1

Perece el justo, y no hay quien piense en ello; y los piadosos son arrebatados, y no hay quien entienda que de delante de la aflicción es recogido el justo.

2 Entra en la paz; descansan en sus lechos todos los que andan rectamente.

3 Mas vosotros llegaos acá, hijos de la hechicera, linaje del adúltero y de la fornicaria.

4 ¿De quién os estáis burlando? ¿Contra quién ensancháis la boca, y sacáis la lengua? ¿No sois vosotros hijos de pecado, generación mentirosa,

5 que os enfervorizáis con los ídolos, debajo de todo árbol frondoso, que sacrificáis los hijos en los valles, debajo de los peñascos?

6 En las piedras lisas del valle está tu parte; ellas, ellas son tu suerte; y a ellas derramaste libación, y ofreciste presente. ¿Acaso me voy a calmar con estas cosas?

7 Sobre monte alto y empinado pusiste tu cama; allí también subiste a ofrecer sacrificio.

8 Y tras la puerta y el umbral pusiste tu emblema; porque a otro, y no a mí, te descubriste, y subiste, y ensanchaste tu cama, e hiciste con ellos pacto; amaste su cama dondequiera que veías el gesto de su mano.

9 Y fuiste al rey con ungüento, y multiplicaste tus perfumes, y enviaste tus embajadores lejos, y los hiciste bajar hasta la profundidad del Seol.

10 Te cansaste de tanto caminar, pero no dijiste: Me rindo; hallaste nuevo vigor en tu mano; por tanto, no te desalentaste.

11 ¿De quién te asustaste y temiste, que has faltado a la fe, y no te has acordado de mí, ni te vino al pensamiento? ¿No es porque he guardado silencio desde tiempos antiguos, por lo que nunca me has temido?

12 Yo voy a denunciar tu justicia y tus obras, que no te aprovecharán.

13 Cuando clames, que te libren todos tus ídolos; pero a todos ellos se los llevará el viento, un soplo los arrebatará; mas el que en mí confía poseerá la tierra y heredará mi santo monte.

14 Entonces se dirá: Allanad, allanad; barred el camino, quitad los tropiezos del camino de mi pueblo.

15 Porque así dice el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el de espíritu contrito y humilde, para reavivar el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.

16 Porque no contenderé para siempre, ni para siempre me enojaré; pues desmayaría ante mí el espíritu, y las almas que yo he creado.

17 Por la iniquidad de su codicia me enojé, y le herí, escondí mi rostro y me indigné; y él siguió rebelde por el camino de su corazón.

18 He visto sus caminos; pero le sanaré, y le guiaré, y le daré consuelo a él y a sus enlutados;

19 produciré fruto de labios: Paz, paz al que está lejos y al cercano, dijo Jehová; y lo sanaré.

20 Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo.

21 No hay paz, dice mi Dios, para los malvados.

58

1

Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su transgresión, y a la casa de Jacob sus pecados.

2 Que me buscan cada día, y aparentan deleitarse en saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me piden justos juicios, y les agrada acercarse a Dios.

3 ¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por enterado? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y explotáis a todos vuestros trabajadores.

4 He aquí que para contiendas y debates ayunáis, y para dar de puñetazos al desvalido; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto.

5 ¿Es tal el ayuno que yo escogí, que por un día aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como un junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis a esto ayuno, y día agradable a Jehová?

6 ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las cadenas de maldad, soltar las coyundas del yugo, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?

7 ¿No es que partas tu pan al hambriento, y a los pobres errantes albergues en tu casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?

8 Entonces brotará tu luz como el alba, y tu curación se echará de ver rápidamente; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.

9 Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitas de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar maldad;

10 y si repartes tu pan al hambriento, y sacias al alma afligida, en las tinieblas brotará tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía.

11 Jehová te guiará continuamente, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan.

12 Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de muchas generaciones levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para poblados.

13

Si retrajeres a causa del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia; y al día santo de Jehová, honorable; y lo honrares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu negocio, ni hablando de él,

14 entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te alimentaré con la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado.

59

1

He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha endurecido su oído para oír;

2 pero vuestras iniquidades han hecho separación entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no escucharos.

3 Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios pronuncian mentira, y vuestra lengua habla maldad.

4 No hay quien litigue con justicia, ni quien defienda su causa con lealtad; confían en vanidad, y hablan mentiras; conciben maldades, y dan a luz iniquidad.

5 Incuban huevos de áspides, y tejen telas de arañas; el que come de sus huevos, muere; y si los aplastan, salen víboras.

6 Sus telas no servirán para vestir, ni de sus tejidos serán cubiertos; sus obras son obras de iniquidad, y actos de violencia hay en sus manos.

7 Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar la sangre inocente; sus pensamientos son pensamientos de iniquidad; desolación y destrucción hay en sus caminos.

8 No conocen el camino de paz, ni hay justicia en sus pasos; sus veredas son torcidas; cualquiera que por ellas va, no conoce paz.

9 Por esto se alejó de nosotros la justicia, y no nos alcanzó la rectitud; buscamos luz, y he aquí tinieblas; resplandores, y andamos en oscuridad.

10 Palpamos la pared como ciegos, y andamos a tientas como los sin ojos; tropezamos a mediodía como si fuera al anochecer; estamos en lugares oscuros como los muertos.

11 Gruñimos como osos todos nosotros, y gemimos lastimeramente como palomas; esperamos justicia, y no la hay; salvación, y se alejó de nosotros.

12 Porque nuestras transgresiones se han multiplicado delante de ti, y nuestros pecados testifican contra nosotros; porque con nosotros están nuestras iniquidades, y conocemos nuestros pecados:

13 el prevaricar, renegar de Jehová, y el apartarse de seguir en pos de nuestro Dios; el hablar de opresión y rebelión, el concebir y proferir de corazón palabras de falsedad.

14 Al juicio recto se le ha hecho retirarse, y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la rectitud no pudo entrar.

15 Y la verdad se echa de menos, y el que se apartó del mal fue puesto en prisión; y lo vio Jehová, y desagradó a sus ojos que no se hiciese justicia.

16 Y vio que no había hombre, y se maravilló de que no hubiera quien intercediese; por eso su propio brazo lo salvó, y su misma justicia le sostuvo.

17 Pues de justicia se vistió como de una coraza, con yelmo de salvación en su cabeza; tomó ropas de venganza por vestidura, y se cubrió de celo como de manto;

18 conforme a sus obras les va a retribuir: con ira a sus enemigos, y con el pago a sus adversarios; el pago dará a los de las islas.

19 Y temerán desde el occidente el nombre de Jehová, y desde el nacimiento del sol su gloria; porque vendrá como torrente impetuoso, empujado por el soplo de Jehová.

20 Y vendrá el Redentor a Sión, y a los que se conviertan de la iniquidad en Jacob, dice Jehová.

21 Y éste será mi pacto con ellos, dice Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dice Jehová, desde ahora y para siempre.

60

1

Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha amanecido sobre ti.

2 Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.

3 Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu amanecer.

4 Alza tus ojos alrededor y mira, todos ésos se han juntado, y vienen a ti; tus hijos vienen de lejos, y tus hijas son llevadas en brazos.

5 Entonces verás, y resplandecerás; se maravillará y ensanchará tu corazón, porque se habrá vuelto a ti la multitud del mar, y las riquezas de las naciones habrán venido a ti.

6 Gran caravana de camellos te cubrirá; dromedarios de Madián y de Efá; todos vendrán de Sebá; traerán oro e incienso, y proclamarán las alabanzas de Jehová.

7 Todo el ganado de Cedar será juntado para ti; carneros de Nebayot estarán a tu servicio; serán ofrecidos con agrado sobre mi altar, y glorificaré la casa de mi gloria.

8 ¿Quiénes son éstos que vuelan como nubes, y como palomas a sus ventanas?

9 Ciertamente a mí esperarán los de las islas, y las naves de Tarsis las primeras, para traer a tus hijos de lejos, su plata y su oro con ellos, por el nombre de Jehová tu Dios, y por el Santo de Israel, que te ha glorificado.

10 Hijos de extranjeros edificarán tus muros, y sus reyes te servirán; porque en mi ira te azoté, mas en mi buena voluntad tendré compasión de ti.

11 Tus puertas estarán de continuo abiertas; no se cerrarán de día ni de noche, para que a ti sean traídas las riquezas de las naciones, y conducidos a ti sus reyes.

12 Porque la nación o el reino que no te sirva perecerá; tales naciones serán del todo asoladas.

13 La gloria del Líbano vendrá a ti, cipreses, pinos y bojes juntamente, para embellecer el lugar de mi santuario; y yo honraré el lugar de mis pies.

14 Y vendrán a ti humillados los hijos de los que te afligieron, y a las pisadas de tus pies se encorvarán todos los que te escarnecían, y te llamarán la Ciudad de Jehová, Sión del Santo de Israel.

15 En vez de estar abandonada y aborrecida, tanto que nadie pasaba por ti, haré que seas una lozanía eterna, el gozo de muchas generaciones.

16 Y mamarás la leche de las naciones, del pecho de los reyes mamarás; y conocerás que yo Jehová soy el Salvador tuyo; y el Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob.

17 En vez de bronce traeré oro, y por hierro plata, y por madera bronce, y en lugar de piedras hierro; y pondré paz por tu gobierno, y justicia por tus magistrados.

18 Nunca más se oirá en tu tierra violencia, desolación ni destrucción en tu territorio, sino que a tus muros llamarás Salvación, y a tus puertas Alabanza.

19 El sol nunca más te servirá de luz para el día, ni el resplandor de la luna te alumbrará, sino que Jehová te será por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu gloria.

20 No se pondrá jamás tu sol, ni menguará tu luna; porque Jehová te será por luz perpetua, y los días de tu luto se habrán acabado.

21 Y tu pueblo, todos ellos serán justos, para siempre heredarán la tierra; renuevos de mi plantío, obra de mis manos en la que gloriarme.

22 El más pequeño vendrá a ser toda una tribu; el menor, una nación fuerte. Yo Jehová, a su tiempo apresuraré su cumplimiento.

61

1

El Espíritu del Señor Jehová está sobre mí, porque me ha ungido Jehová, para llevar buenas nuevas a los pobres, para vendar a los quebrantados de corazón, para proclamar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;

2 para proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de la venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran;

3 para ordenar que a los afligidos de Sión se les dé diadema en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alabanza en lugar de espíritu abatido; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.

4 Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones.

5 Y extranjeros apacentarán vuestras ovejas, y los extraños serán vuestros labradores y vuestros viñadores.

6 Mas vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros de nuestro Dios seréis llamados; comeréis las riquezas de las naciones, y con su gloria os adornaréis.

7 Por cuanto vuestra vergüenza fue doble, y ellos se regocijaron diciendo: La confusión es su herencia; por eso también en sus tierras poseerán doble honra, y tendrán perpetuo gozo.

8 Porque yo Jehová soy amante del derecho, aborrecedor del latrocinio y del crimen; por tanto, les daré lealmente su recompensa, y haré con ellos un pacto perpetuo.

9 Y la descendencia de ellos será conocida entre las naciones, y sus renuevos en medio de los pueblos; todos los que los vean, reconocerán que son el linaje que Jehová ha bendecido.

10 En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me ha revestido con vestiduras de salvación, me ha rodeado de manto de justicia, como un novio se pone una diadema y como una novia se adereza con sus joyas.

11 Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su semilla, así Jehová el Señor hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones.

62

1

Por amor de Sión no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación brille como una antorcha.

2 Entonces verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová señalará.

3 Y serás corona de adorno en la mano de Jehová, y diadema real en la mano de tu Dios.

4 Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada; sino que serás llamada Hefzi-bá, y tu tierra, Beulá; porque Jehová tiene su deleite en ti, y tu tierra será desposada.

5 Pues como un joven se desposa con una virgen, se desposarán contigo tus hijos; y como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo tu Dios.

6 Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que hacéis que Jehová recuerde, no reposéis,

7 ni le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra.

8 Juró Jehová por su mano derecha, y por su poderoso brazo: Que jamás daré tu trigo por comida a tus enemigos, ni beberán los extraños el vino que es fruto de tu trabajo;

9 sino que los que lo cosechan lo comerán, y alabarán a Jehová; y los que lo vendimian, lo beberán en los atrios de mi santuario.

10 Pasad, pasad por las puertas; barred el camino al pueblo; allanad, allanad la calzada, quitad las piedras, alzad pendón a los pueblos.

11 He aquí que Jehová ha hecho oír hasta lo último de la tierra: Decid a la hija de Sión: He aquí tu Salvador viene; he aquí su recompensa con él, y delante de él su paga.

12 Y les llamarán Pueblo Santo, Redimidos de Jehová; y a ti te llamarán Buscada, Ciudad no desamparada.

63

1

¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosrá, con vestidos rojos?, ¿ése que es hermoso en su vestido, que marcha en la grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, poderoso para salvar.

2 ¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas como del que ha pisado en el lagar?

3 He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas.

4 Porque el día de la venganza que estaba en mi corazón, y el año de mis redimidos han llegado.

5 Miré, y no había quien ayudara, y me asombré de que no hubiera quien apoyase; así que me salvó mi brazo, y me sostuvo mi ira.

6 Y con mi ira hollé los pueblos, y los embriagué en mi furor, y derramé en tierra su sangre.

7

De las misericordias de Jehová haré mención, de las alabanzas de Jehová, conforme a todo lo que Jehová nos ha otorgado, y de la grandeza de sus beneficios hacia la casa de Israel, que les ha hecho según sus misericordias, y según la multitud de sus bondades.

8 Porque dijo: Ciertamente son mi pueblo, hijos que no obrarán con falsedad; y fue él su Salvador.

9 En toda angustia de ellos él fue también angustiado, y el ángel de su presencia los salvó; en su amor y en su clemencia los redimió, los levantó y los trajo, todos los días de la antigüedad.

10 Mas ellos fueron rebeldes, y contristaron su Santo Espíritu; por lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos.

11 Mas luego se acordó de los días antiguos, de Moisés y de su pueblo, diciendo: ¿Dónde está el que les hizo subir del mar con el pastor de su rebaño?, ¿dónde el que puso en medio de ellos su Santo Espíritu,

12 el que hizo que el brazo de su gloria marchase a la derecha de Moisés; el que dividió las aguas delante de ellos, haciéndose así un nombre perpetuo,

13 el que los condujo por los abismos, como un caballo por el desierto, sin que tropezaran?

14 El Espíritu de Jehová los llevó a descansar como al ganado que desciende al valle; así guiaste a tu pueblo, para hacerte un nombre glorioso.

15

Mira desde el cielo, y contempla desde tu santa y gloriosa morada. ¿Dónde está tu celo, y tu poder, la conmoción de tus entrañas y tus piedades, que ahora se han cerrado para mí?

16 Pues tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos reconoce; tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre.

17 ¿Por qué, oh Jehová, nos has hecho errar de tus caminos, y endureciste nuestro corazón a tu temor? Vuélvete por amor de tus siervos, por las tribus de tu heredad.

18 Por poco tiempo poseyó tu pueblo tu lugar santo; nuestros enemigos han hollado tu santuario.

19 Hemos venido a ser como aquellos sobre los cuales nunca gobernaste, como aquellos que nunca fueron llamados por tu nombre.

64

1

¡Oh, si rasgases los cielos, y descendieras, y a tu presencia se derritiesen los montes,

2 como prende el fuego en la enramada, fuego que hace hervir las aguas, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las naciones temblasen a tu presencia!

3 Cuando, haciendo cosas terribles cuales nunca esperábamos, descendiste, fluyeron los montes delante de ti.

4 Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto, oh Dios, fuera de ti, que obra así en favor del que en él espera.

5 Sales al encuentro del que con alegría hace justicia, de los que se acuerdan de ti en tus caminos; he aquí, tú te enojaste porque pecamos; en los pecados hemos perseverado por largo tiempo; y ¿seremos salvos?

6 Todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapos de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades, como el viento, nos llevaron.

7 Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti; pues escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades.

8 Ahora, pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros.

9 No te enojes sobremanera, Jehová, ni tengas perpetua memoria de la iniquidad; he aquí, mira ahora, pueblo tuyo somos todos nosotros.

10 Tus santas ciudades están desiertas, Sión es un desierto, Jerusalén una desolación.

11 Nuestra casa santa y hermosa, en la cual te alabaron nuestros padres, fue consumida al fuego; y todas nuestras cosas más estimadas han sido destruidas.

12 ¿Te estarás quieto, oh Jehová, ante estas cosas? ¿Callarás, y nos afligirás sobremanera?

65

1

Me he dejado encontrar por los que no preguntaban por mí; fui hallado por los que no me buscaban. Dije a gente que no se llamaba por mi nombre: Heme aquí, heme aquí.

2

Extendí mis manos todo el día a un pueblo rebelde, el cual anda por camino que no es bueno, en pos de sus pensamientos;

3 un pueblo que en mi rostro me provoca de continuo a ira, sacrificando en huertos, y quemando incienso sobre ladrillos;

4 que se sientan en los sepulcros, y pasan la noche en antros; que comen carne de cerdo, y en sus ollas hay caldo de cosas abominables;

5 que dicen: Estate en tu lugar, no te acerques a mí, porque soy más santo que tú; éstos son humo en mi nariz, fuego que arde todo el día.

6 He aquí que escrito está delante de mí; no callaré, sino que recompensaré, y daré el pago en su seno

7 por vuestras iniquidades, dice Jehová, y por las iniquidades de vuestros padres juntamente, los cuales quemaron incienso sobre los montes, y sobre los collados me afrentaron; por tanto, yo les mediré el pago de sus obras pasadas y se lo pondré en su seno.

8 Así ha dicho Jehová: Como cuando alguno halla mosto en un racimo, y dice: No lo desperdicies, porque hay bendición en él; así haré yo por mis siervos, que no los destruiré a todos.

9 Sacaré descendencia de Jacob, y de Judá un heredero de mis montes; y mis escogidos poseerán por heredad la tierra, y mis siervos habitarán allí.

10 Y será Sarón para habitación de ovejas, y el valle de Acor para majada de vacas, para mi pueblo que me buscó.

11 Pero vosotros los que dejáis a Jehová, que olvidáis mi santo monte, que ponéis una mesa para la Fortuna, y suministráis libaciones para el Destino;

12 yo también os destinaré a la espada, y todos vosotros os arrodillaréis al degolladero; por cuanto llamé, y no respondisteis; hablé, y no oísteis, sino que hicisteis lo que es malo delante de mis ojos, y escogisteis lo que me desagrada.

13 Por tanto, así dice el Señor Jehová: He aquí que mis siervos comerán, y vosotros tendréis hambre; he aquí que mis siervos beberán, y vosotros tendréis sed; he aquí que mis siervos se alegrarán, y vosotros seréis avergonzados;

14 he aquí que mis siervos cantarán por júbilo del corazón, y vosotros clamaréis por la pesadumbre del corazón, y aullaréis por el quebrantamiento de espíritu.

15 Y dejaréis vuestro nombre por maldición a mis escogidos: ¡el Señor Jehová te matará! Pero a sus siervos los llamará por otro nombre.

16 El que sea bendecido en la tierra, en el Dios del Amén será bendecido; y el que jure en la tierra, por el Dios del Amén jurará; porque las angustias primeras serán olvidadas, y porque quedarán escondidas de mis ojos.

17

Porque he aquí que yo crearé unos nuevos cielos y una nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni vendrá más al pensamiento.

18 Mas gozaos y alegraos para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo voy a crear en Jerusalén alegría; y en su pueblo, gozo.

19 Y me alegraré sobre Jerusalén, y me gozaré en mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de llanto, ni voz de lamento.

20 No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el más joven morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito.

21 Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas.

22 No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de un árbol añoso serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán de la obra de sus manos.

23 No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos.

24 Y antes que me llamen, responderé yo; mientras aún estén hablando, yo habré oído.

25 El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No harán más daño ni destruirán en todo mi santo monte, dice Jehová.

66

1

Así dice Jehová: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo?

2 Pues mi mano hizo todas estas cosas, y así es como todas estas cosas vinieron a ser, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.

3 El que sacrifica buey es como si matase a un hombre; el que sacrifica oveja, como si degollase un perro; el que hace ofrenda, como si ofreciese sangre de cerdo; el que quema incienso, como si bendijese a un ídolo. Y porque escogieron sus propios caminos, y su alma amó sus abominaciones,

4 también yo escogeré para ellos escarnios, y traeré sobre ellos lo que temieron; porque llamé, y nadie respondió; hablé, y no oyeron, sino que hicieron lo que era malo delante de mis ojos, y escogieron lo que me desagrada.

5 Oíd la palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su palabra: Vuestros hermanos que os aborrecen, y os echan fuera por causa de mi nombre, dijeron: Que Jehová sea glorificado, para que podamos ver vuestra alegría. Pero ellos serán confundidos.

6 Voz de tumulto viene de la ciudad, voz del templo, la voz de Jehová que da el pago a sus enemigos.

7 Antes que estuviese de parto, dio a luz; antes que le viniesen dolores, dio a luz un hijo varón.

8 ¿Quién oyó cosa semejante?, ¿quién vio tal cosa? ¿Es dado a luz un país en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sión estuvo de parto, dio a luz sus hijos.

9 Yo que hago dar a luz, ¿no haré nacer?, dice Jehová. Yo que hago engendrar, ¿impediré el nacimiento?, dice tu Dios.

10 Alegraos con Jerusalén, y gozaos con ella, todos los que la amáis; llenaos con ella de gozo, todos los que hacéis duelo por ella;

11 para que maméis y os saciéis de los pechos de sus consolaciones; para que bebáis copiosamente con deleite de la abundancia de su gloria.

12 Porque así dice Jehová: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río, y la gloria de las naciones como un torrente que se desborda; y mamaréis, y en brazos seréis traídos, y sobre las rodillas seréis mimados.

13 Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo.

14 Y cuando veáis esto, se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos reverdecerán como el césped; y la mano de Jehová para con sus siervos será conocida, y se enojará contra sus enemigos.

15 Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros serán como un torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego.

16 Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y serán muchos los que Jehová matará.

17 Los que se santifican y los que se purifican para ir a los huertos, siguiendo uno que está en medio, los que comen carne de cerdo, abominación y ratón, juntamente serán talados, dice Jehová.

18 Porque yo conozco sus obras y sus pensamientos; tiempo vendrá en que yo juntaré a todas las naciones y lenguas; y vendrán, y verán mi gloria.

19 Y haré entre ellos una señal, y enviaré de los escapados de ellos a las naciones, a Tarsis, a Fut y Lud que disparan arco, a Tubal y a Jabán, a las islas lejanas que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre las naciones.

20 Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, por ofrenda a Jehová, en caballos, en carros, en literas, en mulos y en camellos, a mi santo monte de Jerusalén, dice Jehová, al modo que los hijos de Israel traen la ofrenda en utensilios limpios a la casa de Jehová.

21 Y tomaré también de ellos para sacerdotes y para levitas, dice Jehová.

22 Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre.

23 Y sucederá que de mes en mes, y de sábado en sábado, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová.

24 Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a todo hombre.