1

1

Proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel.

2

Para aprender sabiduría e instrucción,
Para entender los dichos inteligentes,

3
Para recibir el consejo de prudencia,
Justicia, juicio y equidad;

4
Para dar sagacidad a los simples,
Y a los jóvenes inteligencia y cordura.

5
Oirá el sabio, y aumentará su saber,
Y el entendido adquirirá destreza,

6
Para entender proverbios y refranes,
Máximas de sabios, y sus dichos enigmáticos.

7

El principio de la sabiduría es el temor de Jehová;
Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.

8

Escucha, hijo mío, la reprensión de tu padre,
Y no desprecies la instrucción de tu madre;

9
Porque guirnalda de gracia serán a tu cabeza,
Y collares a tu cuello.

10
Hijo mío, si los perversos intentan seducirte,
No consientas.

11
Si te dicen: Ven con nosotros;
Pongamos asechanzas para derramar sangre,
Acechemos sin motivo al inocente;

12
Devorémoslos vivos como el Seol,
Y enteros, como los que caen en la fosa;

13
Hallaremos riquezas de toda clase,
Llenaremos nuestras casas de botín;

14
Echa tu suerte entre nosotros;
Tengamos todos una bolsa;

15
Hijo mío, no vayas de camino con ellos.
Aparta tu pie de sus veredas,

16
Porque sus pies corren hacia la maldad,
Y van presurosos a derramar sangre.

17
Porque en vano se tenderá la red
Ante los ojos mismos de un ave;

18
Pero ellos su propia sangre ponen en peligro,
Y a sus almas tienden lazo.

19
Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia,
La cual quita la vida a su propio dueño.

20

La sabiduría clama en las calles,
Alza su voz en las plazas;

21
Clama en los lugares más concurridos;
En las entradas de las puertas de la ciudad pronuncia sus discursos.

22
¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza,
Y los insolentes se complacerán en la insolencia,
Y los insensatos aborrecerán el conocimiento?

23
Volveos a mi reprensión;
He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros,
Y os daré a conocer mis palabras.

24
Por cuanto llamé, y no quisisteis oír.
Extendí mi mano, y no hubo quien atendiese,

25
Sino que desechasteis todo consejo mío
Y no aceptasteis mi reprensión,

26
También yo me reiré de vuestra desgracia,
Y me burlaré cuando os sobrevenga lo que teméis;

27
Cuando venga de repente lo que os asusta,
Y vuestra desgracia llegue como un torbellino;
Cuando sobre vosotros vengan la tribulación y la angustia.

28
Entonces me llamarán, y no responderé;
Me buscarán con afán, y no me hallarán.

29
Por cuanto aborrecieron la sabiduría,
Y no escogieron el temor de Jehová,

30
Ni quisieron mi consejo,
Y menospreciaron toda reprensión mía,

31
Comerán del fruto de su camino,
Y se hartarán de sus propios planes.

32
Porque el extravío de los ignorantes los matará,
Y la cómoda indolencia de los necios los echará a perder;

33
Mas el que me escuche, habitará confiadamente
Y vivirá tranquilo, sin temor a la desgracia.

2

1

Hijo mío, si recibes mis palabras,
Y guardas mis mandamientos dentro de ti,

2
Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría;
Si inclinas tu corazón a la prudencia,

3
Si clamas a la inteligencia,
Y a la prudencia das voces;

4
Si como a la plata la buscas,
Y la rebuscas como a tesoros,

5
Entonces entenderás el temor de Jehová,
Y hallarás el conocimiento de Dios.

6
Porque Jehová da la sabiduría,
Y de su boca nacen el conocimiento y la inteligencia.

7
Él provee de sana sabiduría a los rectos;
Es escudo para los que caminan rectamente.

8
Es el que custodia las veredas de la equidad,
Y preserva el camino de sus santos.

9
Entonces entenderás justicia, juicio
Y equidad, y todo buen camino.

10
Cuando la sabiduría entre en tu corazón,
Y la ciencia sea grata a tu alma,

11
La discreción te guardará;
Te protegerá la inteligencia,

12
Para librarte del mal camino,
De los hombres que hablan perversidades,

13
Que dejan los caminos derechos,
Para andar por sendas tenebrosas;

14
Que se alegran haciendo el mal,
Que se complacen en las perversidades del vicio;

15
Cuyas veredas son tortuosas,
Y sus caminos llenos de rodeos.

16

Serás librado de la mujer extraña,
De la ajena que halaga con sus palabras,

17
La cual abandona al compañero de su juventud,
Y se olvida del pacto de su Dios.

18
Por lo cual su casa está inclinada hacia la muerte,
Y sus veredas hacia las sombras de muerte;

19
Todos los que a ella se lleguen, no volverán,
Ni alcanzarán otra vez los senderos de la vida.

20

Así andarás por el camino de los buenos,
Y seguirás las veredas de los justos;

21
Porque los rectos habitarán la tierra,
Y los íntegros permanecerán en ella,

22
Mas los impíos serán cortados de la tierra,
Y los prevaricadores serán desarraigados de ella.

3

1

Hijo mío, no te olvides de mi enseñanza,
Y tu corazón guarde mis mandamientos;

2
Porque te añadirán largura de días y años de vida y paz.

3
Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad;
Átalas a tu cuello,
Escríbelas en la tabla de tu corazón;

4
Y hallarás gracia y buena opinión
Ante los ojos de Dios y de los hombres.

5

Fíate de Jehová con todo tu corazón,
Y no te apoyes en tu propia prudencia.

6
Reconócele en todos tus caminos,
Y él enderezará tus veredas.

7
No seas sabio en tu propia opinión;
Teme a Jehová, y apártate del mal;

8
Porque será medicina para tu cuerpo,
Y refrigerio para tus huesos.

9

Honra a Jehová con tus bienes,
Y con las primicias de todos tus frutos;

10
Y serán llenos tus graneros con abundancia,
Y tus lagares rebosarán de mosto.

11

No menosprecies, hijo mío, la reprensión de Jehová,
Ni te fatigues de su corrección;

12
Porque Jehová al que ama reprende,
Como el padre al hijo a quien quiere.

13
Dichoso el hombre que halla la sabiduría,
Y que obtiene la inteligencia;

14
Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata,
Y sus rentas mayores que las del oro fino.

15
Más valiosa es que las piedras preciosas;
Y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella.

16
Largura de días hay en su mano derecha;
En su izquierda, riquezas y honra.

17
Sus caminos son caminos deleitosos,
Y todas sus veredas paz.

18
Ella es árbol de vida para los que de ella echan mano,
Y son dichosos los que la retienen.

19

Jehová fundó la tierra con la sabiduría;
Consolidó los cielos con inteligencia.

20
Con su ciencia fueron abiertos los abismos,
Y destilan rocío los cielos.

21

Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos;
Guarda la prudencia y la reflexión,

22
Y serán vida para tu alma,
Y gracia para tu cuello.

23
Entonces andarás por tu camino confiadamente,
Y tu pie no tropezará.

24
Cuando te acuestes, no tendrás temor,
Sino que te acostarás, y tu sueño será grato.

25
No tendrás temor de pavor repentino,
Ni de la ruina que sobreviene a los impíos.

26
Porque Jehová será tu confianza,
Y él preservará tu pie de caer en la trampa.

27

No te niegues a hacer el bien a quien es debido,
Cuando esté a tu alcance el hacerlo.

28
No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve,
Y mañana te daré,
Cuando tienes contigo qué darle.

29
No intentes mal contra tu prójimo
Mientras habita confiado junto a ti.

30
No tengas pleito con nadie sin motivo,
Si no te han hecho agravio.

31
No envidies al hombre injusto,
Ni escojas ninguno de sus caminos.

32
Porque Jehová abomina al perverso;
Pero tiene sus intimidades con los rectos.

33
La maldición de Jehová está sobre la casa del impío,
Pero él bendice la morada de los justos.

34
Ciertamente él escarnece a los escarnecedores,
Y a los humildes concede su favor.

35
Los sabios heredarán honra,
Mas los insensatos recibirán ignominia.

4

1

Oíd, hijos, la enseñanza de un padre,
Y estad atentos, para que aprendáis cordura.

2
Porque os doy buena enseñanza;
No desamparéis mis instrucciones.

3
Porque yo también fui hijo de mi padre,
Preferido tiernamente de mi madre.

4
Y él me enseñaba, y me decía:
Retenga tu corazón mis razones,
Guarda mis mandamientos, y vivirás.

5
Adquiere sensatez, adquiere inteligencia;
No te olvides ni te apartes de los dichos de mi boca;

6
No la dejes, y ella te guardará;
Ámala, y te protegerá.

7
El principio de la sabiduría es: adquirir sabiduría;
Y aun a costa de todas tus posesiones adquiere inteligencia.

8
Engrandécela, y ella te engrandecerá;
Ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado.

9
Adorno de gracia pondrá sobre tu cabeza;
Corona de hermosura te regalará.

10

Oye, hijo mío, y recibe mis razones,
Y se te multiplicarán los años de vida.

11
Por el camino de la sabiduría te he encaminado,
Y por veredas derechas te he enseñado a andar.

12
Cuando camines, no se enredarán tus pasos,
Y si corres, no tropezarás.

13
Retén el consejo, no lo dejes;
Guárdalo, porque eso es tu vida.

14
No entres por la vereda de los impíos,
Ni vayas por el camino de los malos.

15
Evítalo, no pases por él;
Apártate de él, pasa de largo.

16
Porque no duermen ellos si no obran el mal,
Y pierden el sueño si no han hecho caer a alguno.

17
Pues su pan es pan de maldad, y beben vino de violencia;

18
Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora,
Que va en aumento hasta llegar a pleno día.

19
El camino de los impíos es como la oscuridad;
No saben en qué tropiezan.

20

Hijo mío, está atento a mis palabras;
Inclina tu oído a mis razones.

21
No se aparten de tus ojos;
Guárdalas en medio de tu corazón;

22
Porque son vida para los que las hallan,
Y medicina para todo su cuerpo.

23
Por encima de todo, guarda tu corazón;
Porque de él mana la vida.

24
Aparta de ti la falsedad de la boca,
Y aleja de ti la iniquidad de los labios.

25
Tus ojos miren de frente,
Y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante.

26
Examina la senda de tus pies,
Y todos tus caminos sean rectos.

27
No te desvíes a la derecha ni a la izquierda;
Aparta tu pie del mal.

5

1

Hijo mío, está atento a mi sabiduría,
Y a mi inteligencia inclina tu oído,

2
Para que guardes la reflexión,
Y tus labios conserven la ciencia.

3
Porque los labios de la mujer extraña destilan miel,
Y su paladar es más blando que el aceite;

4
Mas su fin es amargo como el ajenjo,
Aguzado como espada de dos filos.

5
Sus pies descienden a la muerte;
Sus pasos conducen al Seol.

6
Sus caminos son desviados, sin que se percate de ello,
Por no considerar el camino de vida.

7

Ahora pues, hijos, oídme,
Y no os apartéis de las razones de mi boca.

8
Aleja de ella tu camino,
Y no te acerques a la puerta de su casa;

9
Para que no des a los extraños tu honor,
Y tus años al cruel;

10
No sea que extraños se sacien de tus bienes,
Y el fruto de tus trabajos vaya a parar a casa del extraño;

11
Y gimas al final,
Cuando tu carne y tu cuerpo se hayan consumido,

12
Y digas: ¡Cómo desoí el consejo,
Y mi corazón menospreció la reprensión;

13
No escuché la voz de los que me instruían,
Y a los que me enseñaban no presté atención!

14
Por poco llego al colmo de la desgracia,
En medio de la sociedad y de la congregación.

15

Bebe el agua de tu misma cisterna,
Y los raudales de tu propio pozo.

16
¿Se derramarán tus fuentes por las calles,
Y tus corrientes de aguas por las plazas?

17
Sean para ti solo,
Y no para los extraños contigo.

18
Sea bendito tu manantial,
Y gózate en la mujer de tu juventud,

19
Como cierva amada y graciosa gacela.
Sus caricias te satisfagan en todo tiempo,
Y en su amor recréate siempre.

20
¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la mujer ajena,
Y abrazarás el seno de la extraña?

21
Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová,
Y él considera todas sus veredas.

22
Prenderán al impío sus propias iniquidades,
Y será retenido con las cuerdas de su pecado.

23
Él morirá por falta de corrección,
Y errará por lo inmenso de su locura.

6

1

Hijo mío, si sales fiador por tu amigo,
Si has empeñado tu palabra a un extraño,

2
Si te has ligado con las palabras de tu boca,
Y has quedado preso en los dichos de tus labios,

3
Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate,
Ya que has caído en las manos de tu prójimo;
Ve, humíllate, importuna a tu amigo.

4
No des sueño a tus ojos,
Ni a tus párpados adormecimiento;

5
Escápate como gacela de la mano del cazador,
Y como ave de la mano del que arma lazos.

6

Observa a la hormiga, oh perezoso,
Mira sus caminos, y serás sabio;

7
La cual, no teniendo capitán,
Ni gobernador, ni señor,

8
Prepara en el verano su comida,
Y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento.

9
Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir?
¿Cuándo te levantarás de tu sueño?

10
Un poco de sueño, un poco de dormitar,
Y cruzar otro poco las manos sobre el pecho;

11
Así vendrá tu necesidad como un merodeador,
Y tu pobreza como hombre armado.

12

El hombre malo, el hombre depravado,
Es el que anda en falsedad de boca;

13
Que guiña los ojos, que arrastra los pies,
Que hace señas con los dedos.

14
Perversidades hay en su corazón; anda pensando el mal.
En todo tiempo siembra discordias.

15
Pero le llegará la desgracia de repente;
Súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio.

16

Seis cosas aborrece Jehová,
Y aun siete abomina su alma:

17
Los ojos altivos, la lengua mentirosa,
Las manos derramadoras de sangre inocente,

18
El corazón que maquina pensamientos inicuos,
Los pies presurosos para correr al mal,

19
El testigo falso que habla mentiras,
Y el que siembra discordia entre hermanos.

20

Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre,
Y no rechaces la enseñanza de tu madre;

21
Átalos siempre en tu corazón,
Enlázalos a tu cuello.

22
Te guiarán cuando andes; cuando duermas, velarán por ti;
Hablarán contigo cuando despiertes.

23
Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz,
Y camino de vida las reprensiones que te instruyen,

24
Para que te guarden de la mala mujer,
De la blandura de la lengua de la mujer extraña.

25
No codicies su hermosura en tu corazón,
Ni ella te prenda con sus ojos;

26
Porque la ramera se contenta con una hogaza de pan,
Pero la adúltera va a la caza de la vida preciosa de un varón.

27
¿Tomará el hombre fuego en su seno
Sin que sus vestidos ardan?

28
¿Andará el hombre sobre brasas
Sin que sus pies se quemen?

29
Así es el que se llega a la mujer de su prójimo;
No quedará impune ninguno que la toque.

30
¿No tienen en poco al ladrón si hurta
Para saciar su apetito cuando tiene hambre?

31
Pero si es sorprendido, pagará siete veces;
Entregará todo el haber de su casa.

32
Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento;
Arruina su alma el que tal hace.

33
Heridas y vergüenza hallará,
Y su afrenta nunca será borrada.

34
Porque los celos enfurecen al marido,
Y no perdonará en el día de la venganza.

35
No aceptará ninguna indemnización,
Ni querrá perdonar, aunque multipliques los regalos.

7

1

Hijo mío, guarda mis razones,
Y atesora contigo mis mandamientos.

2
Guarda mis mandamientos y vivirás,
Y mi ley como las niñas de tus ojos.

3
Lígalos a tus dedos;
Escríbelos en la tabla de tu corazón.

4
Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana,
Y a la inteligencia llama tu parienta;

5
Para que te guarden de la mujer ajena,
Y de la extraña de palabras zalameras.

6

Porque estaba yo a la ventana de mi casa,
Mirando por la reja;
Vi entre los simples,

7
Distinguí entre los muchachos,
A un joven falto de entendimiento,

8
El cual pasaba por la calle, junto a la esquina donde ella vivía,
E iba camino de su casa,

9
A la tarde del día, cuando ya oscurecía,
En la oscuridad y tinieblas de la noche.

10

Cuando he aquí, una mujer le sale al encuentro,
Con atavío de ramera y disimulo en el corazón.

11
Bullanguera y revoltosa,
Sus pies no pueden parar en casa;

12
Unas veces está en la calle, otras veces en las plazas,
Acechando por todas las esquinas.

13
Le agarró, y le besó.
Con semblante descarado le dijo:

14
Sacrificios de paz había prometido,
Hoy he pagado mis votos;

15
Por tanto, he salido a encontrarte,
Buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado.

16
He adornado mi cama con colchas
Recamadas con cordoncillo de Egipto;

17
He perfumado mi alcoba
Con mirra, áloes y canela.

18
Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana;
Gocemos de las delicias del placer.

19
Porque mi marido no está en casa;
Se ha ido a un largo viaje.

20
Se llevó la bolsa de dinero;
Y hasta la luna llena no volverá a casa.

21

Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras,
Le obligó con la zalamería de sus labios.

22
Al punto se marchó tras ella,
Como va el buey al degolladero,
Y como el necio a las prisiones para ser castigado;

23
Como el ave que se precipita hacia el lazo,
Y no sabe que es contra vida,
Hasta que la saeta traspasa su corazón.

24

Ahora pues, hijos, oídme,
Y estad atentos a las razones de mi boca.

25
No se aparte tu corazón hacia sus caminos;
No te extravíes por sus veredas.

26
Porque a muchos ha hecho caer heridos,
Y aun los más robustos han sido muertos por ella.

27
Camino al Seol es su casa,
Que conduce a las cámaras de la muerte.

8

1

¿No clama la sabiduría,
Y da su voz la inteligencia?

2
En las alturas junto al camino,
A las encrucijadas de las veredas se para;

3
Junto a las puertas, a la entrada de la ciudad,
En el umbral de las puertas da voces:

4
Oh hombres, a vosotros clamo;
Dirijo mi voz a los hijos de los hombres.

5
Aprended, oh simples, discreción;
Y vosotros, necios, entrad en cordura.

6
Escuchad, porque hablaré cosas excelentes,
Y abriré mis labios para cosas rectas.

7
Porque mi boca hablará verdad,
Y mis labios abominan la impiedad.

8
Sinceras son todas las razones de mi boca;
No hay en ellas cosa falsa ni tortuosa.

9
Todas ellas son rectas para el que entiende,
Y razonables para los que han hallado sabiduría.

10
Recibid mi enseñanza, y no la plata;
Y ciencia antes que el oro escogido.

11
Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas;
Y todo cuanto se puede desear, no puede compararse con ella.

12
Yo, la sabiduría, habito con la cordura,
Y he hallado el conocimiento de los consejos.

13
El temor de Jehová es aborrecer el mal;
La soberbia y la arrogancia, el mal camino,
Y la boca perversa, es lo que yo detesto.

14
Conmigo está el consejo y el buen acierto;
Yo soy la inteligencia; mío es el poder.

15
Por mí reinan los reyes,
Y los príncipes decretan lo que es justo.

16
Por mí gobiernan los príncipes,
Y los magnates juzgan toda la tierra.

17
Yo amo a los que me aman,
Y me hallan los que madrugan para buscarme.

18
Las riquezas y la honra están conmigo;
Riquezas duraderas, y justicia.

19
Mejor es mi fruto que el oro, que el oro refinado;
Y mi rédito mejor que la plata acrisolada.

20
Por veredas de justicia camino,
Por en medio de sendas de rectitud,

21
Para hacer que los que me aman obtengan su heredad,
Y que yo llene sus arcas.

22
Jehová me poseía en el principio,
Ya de antiguo, antes de sus obras.

23
Eternamente tuve el principado, desde el principio,
Antes del comienzo de la tierra.

24
Antes de los abismos fui engendrada;
Antes que existiesen las fuentes de las muchas aguas.

25
Antes que los montes fuesen formados,
Antes de los collados, ya había sido yo engendrada;

26
No había aún hecho la tierra, ni los campos,
Ni los primeros elementos del mundo.

27
Cuando formaba los cielos, allí estaba yo;
Cuando trazaba un círculo sobre la faz del abismo;

28
Cuando condensaba las nubes arriba,
Cuando afianzaba las fuentes del abismo;

29
Cuando ponía al mar su estatuto,
Para que las aguas no traspasasen su mandato;
Cuando establecía los fundamentos de la tierra,

30
Con él estaba yo ordenándolo todo,
Y era su delicia de día en día,
Teniendo solaz delante de él en todo tiempo.

31
Jugueteando en la parte habitable de su tierra;
Y teniendo mis delicias con los hijos de los hombres.

32

Ahora, pues, hijos, oídme;
Dichosos los que guardan mis caminos.

33
Atended mi consejo, para que seáis sabios;
No lo menospreciéis.

34
Dichoso el hombre que me escucha,
Velando a mis puertas cada día,
Aguardando a los postes de mis puertas.

35
Porque el que me halle, hallará la vida,
Y alcanzará el favor de Jehová.

36
Mas el que me pierde, se arruina a sí mismo;
Todos los que me aborrecen aman la muerte.

9

1

La sabiduría edificó su casa,
Labró sus siete columnas.

2
Mató sus víctimas, mezcló su vino,
Y puso su mesa.

3
Envió sus criadas a invitar
Desde lo más alto de la ciudad.

4
Dice a cualquier inexperto: Ven acá.
A los faltos de cordura dice:

5
Venid, comed de mi pan,
Y bebed del vino que yo he mezclado.

6
Dejad las simplezas, y viviréis,
Y andad por el camino de la inteligencia.

7

El que corrige al arrogante, se acarrea afrenta;
El que reprende al impío, se atrae oprobio.

8
No reprendas al cínico, para que no te aborrezca;
Corrige al sabio, y te amará.

9
Da al sabio, y será más sabio;
Enseña al justo, y aumentará su saber.

10
El principio de la sabiduría es el temor de Jehová,
Y la inteligencia es el conocimiento del Santísimo.

11
Porque por mí se aumentarán tus días,
Y años de vida se te añadirán.

12
Si eres sabio, para tu provecho lo serás;
Y si fueres escarnecedor, lo pagarás tú solo.

13

La insensatez es alborotadora;
Es simple e ignorante.

14
Se sienta en una silla a la puerta de su casa,
En los lugares altos de la ciudad,

15
Para llamar a los que pasan por el camino,
Que van por sus caminos derechos.

16
Dice a cualquier simple: Ven acá.
A los faltos de cordura dice:

17
Las aguas hurtadas son dulces,
Y el pan comido en oculto es sabroso.

18
Y no sabe el hombre que allí están los muertos;
Que sus convidados están en lo profundo del Seol.

10

1

Los proverbios de Salomón.
El hijo sabio alegra al padre,
Pero el hijo necio es la tristeza de su madre.

2
Los tesoros de maldad no serán de provecho;
Mas la justicia libra de muerte.

3
Jehová no dejará padecer hambre al justo;
Mas rechazará la ambición de los impíos.

4
La mano negligente empobrece;
Mas la mano de los diligentes enriquece.

5
El que recoge en el verano es hombre sensato;
El que duerme en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza.

6
Hay bendiciones sobre la cabeza del justo;
Pero la violencia cerrará la boca de los impíos.

7
La memoria del justo será bendita;
Mas el nombre de los impíos se pudrirá.

8
El sabio de corazón acepta los mandatos;
Mas el charlatán corre a su ruina.

9
El que camina en integridad anda seguro;
Mas el que pervierte sus caminos será descubierto.

10
El que guiña el ojo acarrea disgustos;
Y el necio de labios caerá.

11
Manantial de vida es la boca del justo;
Pero la boca de los impíos encubre violencias.

12
El odio despierta rencillas;
Pero el amor encubre todas las faltas.

13
En los labios del prudente se halla sabiduría;
Mas la vara es para las espaldas del falto de cordura.

14
Los sabios atesoran la sabiduría;
Mas la boca del necio es calamidad cercana.

15
Las riquezas del rico son su ciudad fortificada;
Y el terror de los pobres es su pobreza.

16
La obra del justo es para vida;
Mas el fruto del impío es para pecado.

17
Camino a la vida es guardar la instrucción;
Pero quien desecha la reprensión, yerra.

18
El que encubre el odio es de labios mentirosos;
Y el que propaga calumnia es necio.

19
En las muchas palabras no falta pecado;
Mas el que refrena sus labios es prudente.

20
Plata escogida es la lengua del justo;
Mas el corazón de los impíos es como nada.

21
Los labios del justo apacientan a muchos,
Mas los necios mueren por falta de entendimiento.

22
La bendición de Jehová es la que enriquece,
Y no añade tristeza con ella.

23
El hacer maldad es como una diversión al insensato;
Mas la sabiduría recrea al hombre de entendimiento.

24
Lo que el impío teme, eso le vendrá;
Pero a los justos les será dado lo que desean.

25
Como pasa el torbellino, así el malo no permanece;
Mas el justo permanece para siempre.

26
Como el vinagre a los dientes, y como el humo a los ojos,
Así es el perezoso para los que lo envían.

27
El temor de Jehová prolonga los días;
Mas los años de los impíos serán acortados.

28
La esperanza de los justos es alegría;
Mas la esperanza de los impíos perecerá.

29
El camino de Jehová es fortaleza para el hombre íntegro;
Pero es destrucción para los que hacen maldad.

30
El justo no será removido jamás;
Pero los impíos no habitarán la tierra.

31
La boca del justo producirá sabiduría;
Mas la lengua perversa será cortada.

32
Los labios del justo destilan benevolencia;
Mas la boca de los impíos habla perversidades.

11

1

El peso falso es abominación a Jehová;
Mas la pesa cabal le agrada.

2
Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra;
Mas con los humildes está la sabiduría.

3
La integridad de los rectos les allanará el camino;
Pero destruirá a los pecadores la perversidad de ellos.

4
No aprovecharán las riquezas en el día de la ira;
Mas la justicia libra de la muerte.

5
La justicia del perfecto enderezará su camino;
Mas el impío por su impiedad caerá.

6
La justicia de los rectos los librará;
Mas los pecadores serán atrapados en su pecado.

7
Cuando muere el hombre impío, perece su esperanza;
Y la expectación de los malos quedará burlada.

8
El justo es librado de la tribulación;
Mas el impío entra a ocupar el lugar de él.

9
El hipócrita daña con la boca a su prójimo;
Mas los justos son librados con su sabiduría.

10
Con el éxito de los justos la ciudad se alegra;
Mas cuando los impíos perecen hay fiesta.

11
Por la bendición de los rectos la ciudad será engrandecida;
Mas por la boca de los impíos será trastornada.

12
El que menosprecia a su prójimo carece de entendimiento;
Mas el hombre prudente calla.

13
El que anda en chismes divulga los secretos;
Mas el de espíritu fiel oculta las cosas.

14
Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo;
Mas en la multitud de consejeros hay seguridad.

15
Con ansiedad será afligido el que sale por fiador de un extraño;
Mas el que aborreciere las fianzas vivirá seguro.

16
La mujer agraciada retendrá el honor;
Y el hombre fuerte retendrá las riquezas.

17
A sí mismo se beneficia el hombre misericordioso;
Mas el cruel se atormenta a sí mismo.

18
El impío consigue un jornal falso;
Mas el que siembra justicia tendrá galardón firme.

19
Como la justicia conduce a la vida,
Así el que sigue el mal lo hace para su muerte.

20
Abominación son a Jehová los perversos de corazón;
Mas los de camino intachable le son agradables.

21
Tarde o temprano, el malo será castigado;
Mas la descendencia de los justos será librada.

22
Como zarcillo de oro en el hocico de un cerdo
Es la mujer hermosa, pero falta de razón.

23
El deseo de los justos es solamente el bien;
Mas lo que les espera a los impíos es el enojo.

24
Hay quienes reparten, y les es añadido más;
Y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza.

25
El alma generosa será prosperada;
Y el que saciare, él también será saciado.

26
Al que acapara el grano, el pueblo lo maldecirá;
Pero habrá bendición sobre la cabeza del que lo vende.

27
El que busca el bien se procura favor;
Mas al que busca el mal, éste le saldrá al encuentro.

28
El que confía en sus riquezas caerá;
Mas los justos reverdecerán como el follaje.

29
El que desordena su casa heredará viento;
Y el necio será siervo del sabio de corazón.

30
El fruto del justo es árbol de vida;
Y el que gana almas es sabio,

31
Ciertamente el justo será recompensado en la tierra;
¡Cuánto más el impío y el pecador!

12

1

El que ama la instrucción ama la sabiduría;
Mas el que aborrece la reprensión es un ignorante.

2
El bueno alcanzará favor de Jehová;
Mas él condenará al hombre que maquina intrigas.

3
El hombre no se afianzará por medio de la impiedad;
Mas la raíz de los justos no será removida.

4
La mujer virtuosa es corona de su marido;
Mas la desvergonzada, como carcoma en sus huesos.

5
Los pensamientos de los justos son rectitud;
Mas los consejos de los impíos, engaño.

6
Las palabras de los impíos son asechanzas para derramar sangre;
Mas la boca de los rectos los pone a salvo.

7
Dios trastornará a los impíos, y dejarán de ser;
Pero la casa de los justos permanecerá firme.

8
Según su sabiduría es alabado el hombre;
Mas el perverso de corazón será menospreciado.

9
Más vale el despreciado que tiene un criado,
Que el que se jacta, y carece de pan.

10
El justo cuida del sustento de sus bestias;
Mas el corazón de los impíos es cruel.

11
El que labra su tierra se saciará de pan;
Mas el que anda a la caza de naderías es falto de entendimiento.

12
El impío codicia la red de los malvados;
Pero la raíz de los justos dará buen fruto.

13
El impío es enredado en la prevaricación de sus labios;
Mas el justo saldrá de la tribulación.

14
El hombre será saciado de bien del fruto de su boca;
Y le será pagado según la obra de sus manos.

15
El camino del necio es derecho en su opinión;
Mas el que escucha los consejos es sabio.

16
El necio al punto da a conocer su ira;
Mas el que no hace caso de la injuria es prudente.

17
El que habla verdad declara lo que es justo;
Mas el testigo mentiroso, lo que es falso.

18
Hay hombres cuyas palabras inconsideradas son como golpes de espada;
Mas la lengua de los sabios es medicina.

19
El labio veraz permanecerá para siempre;
Mas la lengua mentirosa sólo por un momento.

20
Hay amargura en el corazón de los que piensan el mal;
Pero alegría en el de los que piensan el bien.

21
Ninguna adversidad acontecerá al justo;
Mas los impíos serán colmados de males.

22
Los labios mentirosos son abominación a Jehová;
Pero los que son sinceros alcanzan su favor.

23
El hombre cuerdo encubre su saber;
Mas el insensato publica su necedad.

24
La mano de los diligentes obtendrá el mando;
Mas la negligencia será tributaria.

25
La congoja en el corazón del hombre lo abate;
Mas la buena palabra lo alegra.

26
El justo sirve de guía a su prójimo;
Mas el camino de los impíos les hace errar.

27
El indolente ni aun asará lo que ha cazado;
Pero la diligencia es un tesoro para el hombre.

28
En el camino de la justicia está la vida;
Mas la senda del error conduce a la muerte.

13

1

El hijo sabio recibe el consejo del padre;
Mas el burlador no escucha las reprensiones.

2
Del fruto de su boca, el hombre justo comerá el bien;
Mas el alma de los prevaricadores hallará el mal.

3
El que guarda su boca, guarda su alma;
Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.

4
El alma del perezoso desea mucho, y nada alcanza;
Mas el alma de los diligentes será prosperada.

5
El justo aborrece la palabra de mentira;
Mas el impío se hace odioso e infame.

6
La justicia guarda al de perfecto camino;
Mas la impiedad trastornará al pecador.

7
Hay quienes pretenden ser ricos, y no tienen nada;
Y hay quienes pretenden ser pobres, y tienen muchas riquezas.

8
El rescate de la vida del hombre está en sus riquezas;
Pero el pobre no oye amenazas.

9
La luz de los justos es alegre;
Mas la lámpara de los impíos se apagará.

10
Ciertamente la soberbia concebirá contienda;
Mas con los que admiten consejos está la sabiduría.

11
Las riquezas mal adquiridas vendrán a menos;
Pero el que recoge con mano laboriosa, las aumenta.

12
La esperanza que se prolonga es tormento del corazón;
Pero árbol de vida es el deseo cumplido.

13
El que menosprecia el precepto perecerá por ello;
Mas el que teme el mandamiento será recompensado.

14
La instrucción del sabio es manantial de vida
Para apartarse de los lazos de la muerte.

15
El buen sentido se gana el favor;
Mas el camino de los transgresores es difícil de recorrer.

16
Todo hombre prudente procede con sabiduría;
Mas el necio manifiesta su necedad.

17
El mal mensajero acarrea desgracia;
Mas el mensajero fiel acarrea salud.

18
Pobreza y vergüenza tendrá el que menosprecia el consejo;
Mas el que guarda la corrección recibirá honra.

19
El deseo cumplido regocija el alma;
Pero apartarse del mal es abominación a los necios.

20
El que anda con sabios, sabio será;
Mas el que se junta con necios se echa a perder.

21
El mal perseguirá a los pecadores,
Mas los justos serán premiados con el bien.

22
El bueno dejará herederos a los hijos de sus hijos;
Pero la riqueza del pecador está reservada para el justo.

23
En el barbecho de los pobres hay mucho pan;
Mas hay quien lo pierde por falta de juicio.

24
El que escatima el castigo, a su hijo aborrece;
Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.

25
El justo come hasta saciar su alma;
Mas el vientre de los impíos tendrá necesidad.

14

1

La sabiduría edifica su casa;
Mas la necedad con sus manos la derriba.

2
El que camina en rectitud, teme a Jehová;
Mas el de caminos tortuosos, lo menosprecia.

3
En la boca del necio está la raíz de su soberbia;
Mas los labios de los sabios los protegerán.

4
Sin bueyes, el granero está vacío;
Mas por la fuerza del buey hay abundancia de pan.

5
El testigo verdadero no mentirá;
Mas el testigo falso hablará mentiras.

6
Busca el escarnecedor la sabiduría y no la halla;
Mas al hombre entendido la sabiduría le es fácil.

7
Deja la compañía del hombre necio,
Porque en él no hallarás labios de ciencia.

8
La ciencia del prudente está en discernir su camino;
Mas la indiscreción de los necios es engaño.

9
Los necios se mofan del pecado;
Mas los rectos disfrutan del favor de Dios.

10
El corazón conoce la amargura de su propia alma;
Y ningún extraño se entremeterá en su alegría.

11
La casa de los impíos será asolada;
Pero florecerá la tienda de los rectos.

12
Hay camino que al hombre le parece derecho;
Pero al final es un camino de muerte.

13
Aun en la risa tendrá dolor el corazón;
Y el término de la alegría es congoja.

14
De sus caminos recibirá hartura el necio de corazón;
Pero el hombre de bien estará contento del suyo.

15
El simple todo se lo cree;
Mas el avisado mira bien sus pasos.

16
El sabio teme y se aparta del mal;
Mas el insensato se muestra insolente y confiado.

17
El que fácilmente se enoja hará locuras;
Y el hombre perverso será aborrecido.

18
Los simples heredarán necedad;
Mas los prudentes se coronarán de sabiduría.

19
Los malos se inclinarán delante de los buenos,
Y los impíos a las puertas del justo.

20
El pobre es odioso aun a sus parientes;
Pero el rico tiene muchos amigos.

21
Peca el que menosprecia a su prójimo;
Mas el que tiene misericordia de los pobres es dichoso.

22
¿No yerran los que planean el mal?
Misericordia y verdad alcanzarán los que piensan el bien.

23
En toda labor hay fruto;
Mas las vanas palabras de los labios empobrecen.

24
Las riquezas de los sabios son su corona;
Pero la insensatez de los necios es infatuación.

25
El testigo verdadero libra las almas;
Mas el engañoso hablará mentiras.

26
En el temor de Jehová está la fuerte confianza;
Y esperanza tendrán sus hijos.

27
El temor de Jehová es manantial de vida
Para apartarse de los lazos de la muerte.

28
En la multitud del pueblo está la gloria del rey;
Y en la falta del pueblo la debilidad del príncipe.

29
El que tarda en airarse es grande de entendimiento;
Mas el de genio pronto, está lleno de necedad.

30
El corazón apacible es vida para el cuerpo;
Mas la envidia es carcoma de los huesos.

31
El que oprime al pobre, afrenta a su Hacedor;
Mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra.

32
Por su maldad será derribado el impío;
Mas el justo aun en su muerte tiene esperanza.

33
En el corazón del prudente reposa la sabiduría;
Pero no es conocida en el interior de los necios.

34
La justicia engrandece a las naciones;
Mas el pecado es la vergüenza de los pueblos.

35
La benevolencia del rey es para con el servidor prudente;
Mas su enojo, contra el que le avergüenza.

15

1

La blanda respuesta calma la ira;
Mas la palabra áspera hace subir el furor.

2
La lengua de los sabios adornará la sabiduría;
Mas la boca de los necios hablará sandeces.

3
Los ojos de Jehová están en todo lugar,
Mirando a los malos y a los buenos.

4
La lengua apacible es árbol de vida;
Mas la perversidad de ella es quebrantamiento del espíritu.

5
El necio menosprecia el consejo de su padre;
Mas el que guarda la corrección vendrá a ser prudente.

6
En la casa del justo hay gran provisión;
Pero turbación en las ganancias del impío.

7
La boca de los sabios esparce sabiduría;
No así el corazón de los necios.

8
El sacrificio de los impíos es abominación a Jehová;
Mas la oración de los rectos es su delicia.

9
Abominación es a Jehová el camino del impío;
Mas él ama al que sigue la justicia.

10
La reconvención es molesta al que deja el camino;
Y el que aborrece la corrección, morirá.

11
El Seol y el Abadón están delante de Jehová;
¡Cuánto más los corazones de los hombres!

12
El escarnecedor no ama al que le reprende,
Ni se junta con los sabios.

13
El corazón alegre hermosea el rostro;
Mas por el dolor del corazón el espíritu se abate.

14
El corazón inteligente busca la sabiduría;
Mas la boca de los necios se alimenta de necedades.

15
Todos los días del afligido son difíciles;
Mas el de corazón contento tiene un banquete continuo.

16
Mejor es lo poco con el temor de Jehová,
Que el gran tesoro donde hay turbación.

17
Mejor es la comida de legumbres donde hay amor,
Que de buey engordado donde hay odio.

18
El hombre iracundo promueve contiendas;
Mas el que tarda en airarse apacigua la rencilla.

19
El camino del perezoso es como seto de espinos;
Mas la vereda de los rectos, como una calzada.

20
El hijo sabio alegra al padre;
Mas el hombre necio menosprecia a su madre.

21
La necedad es alegría al falto de entendimiento;
Mas el hombre entendido endereza sus pasos.

22
Los planes son frustrados donde no hay consejo;
Mas con multitud de consejeros se realizan.

23
El hombre halla alegría en la respuesta de su boca;
Y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!

24
El camino de la vida es hacia arriba al entendido,
Para apartarse del Seol abajo.

25
Jehová asolará la casa de los soberbios;
Pero afirmará la heredad de la viuda.

26
Abominación son a Jehová los pensamientos del malo;
Mas las expresiones de los limpios son limpias.

27
Alborota su casa el codicioso;
Mas el que aborrece el soborno vivirá.

28
El corazón del justo piensa para responder,
Mas la boca de los impíos derrama malas cosas.

29
Jehová está lejos de los impíos;
Pero él oye la oración de los justos.

30
La luz de los ojos alegra el corazón,
Y la buena nueva conforta los huesos.

31
El oído que escucha las amonestaciones de la vida,
Entre los sabios morará.

32
El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma;
Mas el que escucha la corrección tiene entendimiento.

33
El temor de Jehová es escuela de sabiduría;
Y a la honra precede la humildad.

16

1

Del hombre son las disposiciones del corazón;
Mas de Jehová es la respuesta de la lengua.

2
Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión;
Pero Jehová pesa los espíritus.

3
Encomienda a Jehová tus obras,
Y se realizarán tus proyectos.

4
Todas las cosas las ha hecho Jehová para su destino peculiar,
Y aun al impío para el día malo.

5
Abominación es a Jehová todo altivo de corazón;
Ciertamente no quedará impune.

6
Con misericordia y verdad se corrige el pecado,
Y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal.

7
Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová,
Aun a sus enemigos hace estar en paz con él.

8
Mejor es lo poco con justicia
Que la muchedumbre de frutos sin derecho.

9
El corazón del hombre planea su camino;
Mas Jehová endereza sus pasos.

10
Oráculo hay en los labios del rey;
En el juicio no errará su boca.

11
Peso y balanzas justas son de Jehová;
Obra suya son todas las pesas de la bolsa.

12
Abominación es a los reyes hacer impiedad,
Porque con justicia se afianza el trono.

13
Los labios sinceros son el contentamiento de los reyes,
Y éstos aman al que habla lo recto.

14
La ira del rey es mensajero de muerte;
Mas el hombre sabio la aplacará.

15
En la alegría del rostro del rey está la vida,
Y su benevolencia es como nube de lluvia tardía.

16
Mejor es adquirir sabiduría que oro preciado;
Y adquirir inteligencia vale más que la plata.

17
El camino de los rectos se aparta del mal;
El que guarda su camino, guarda su propia vida.

18
Delante del quebrantamiento va la soberbia,
Y delante de la caída, la altivez de espíritu.

19
Mejor es humillar el espíritu con los humildes.
Que repartir despojos con los soberbios.

20
El que mide sus palabras hallará el bien,
Y el que confía en Jehová es dichoso.

21
El sabio de corazón es tenido por prudente,
Y la dulzura de labios aumenta la persuasión.

22
Manantial de vida es el entendimiento al que lo posee;
Mas la erudición de los necios es necedad.

23
El corazón del sabio hace prudente a su boca,
Y añade persuasión a sus labios.

24
Panal de miel son los dichos suaves;
Suavidad al alma y medicina para los huesos.

25
Hay camino que parece derecho al hombre,
Pero su final es camino de muerte.

26
El apetito del que trabaja, trabaja para él,
Porque su boca le estimula.

27
El hombre perverso trama el mal,
Y en sus labios hay como llama de fuego.

28
El hombre perverso levanta contienda.
Y el chismoso aparta a los mejores amigos.

29
El hombre malo lisonjea a su prójimo,
Y le hace andar por camino que no es bueno.

30
El que guiña sus ojos piensa perversidades;
El que frunce sus labios, ya efectúa el mal.

31
Corona de honra son las canas,
Cuando el anciano anda por el camino de justicia.

32
Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte;
Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.

33
Las suertes se echan en el regazo;
Mas de Jehová es la decisión de ellas.

17

1

Mejor es un bocado seco, y en paz,
Que la casa de contiendas llena de provisiones.

2
El siervo prudente prevalece sobre el hijo que deshonra,
Y con los hermanos compartirá la herencia.

3
El crisol para la plata, y la hornaza para el oro;
Pero Jehová prueba los corazones.

4
El malo está atento al labio inicuo;
Y el mentiroso escucha la lengua detractora.

5
El que escarnece al pobre, afrenta a su Hacedor;
Y el que se alegra de la calamidad no quedará sin castigo.

6
Corona de los viejos son los nietos,
Y la honra de los hijos, sus padres.

7
No conviene al necio la altilocuencia;
¡Cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!

8
Es el soborno talismán para el que lo practica;
Adondequiera que se vuelve, halla éxito.

9
El que cubre la falta se gana amistades;
Mas el que la divulga, aparta al amigo.

10
La reprensión aprovecha al entendido,
Más que cien azotes al necio.

11
El hombre malo no busca sino la rebelión,
Pero se enviará contra él un mensajero cruel.

12
Mejor es encontrarse con una osa a la cual han robado sus cachorros,
Que con un fatuo en su necedad.

13
El que devuelve mal por bien,
No verá alejarse de su casa la desventura.

14
El que comienza la discordia es como quien suelta las aguas;
Deja, pues, la contienda, antes que se enrede.

15
El que justifica al impío, y el que condena al justo,
Ambos son igualmente abominación a Jehová.

16
¿De qué sirve el precio en la mano del necio para comprar sabiduría,
No teniendo entendimiento?

17
En todo tiempo ama el amigo,
Y el hermano ha nacido para el tiempo de angustia.

18
El hombre falto de entendimiento presta fianzas,
Y sale por fiador en favor de su vecino.

19
El que ama la disputa, ama la transgresión;
Y el que alza demasiado la puerta busca su ruina.

20
El hombre de corazón falaz nunca hallará el bien,
Y el de lengua doble caerá en el mal.

21
El que engendra un insensato, para su tristeza lo engendra;
Y el padre de un necio no tendrá alegría.

22
El corazón alegre constituye un buen remedio;
Mas el espíritu triste seca los huesos.

23
El impío toma soborno de debajo del manto,
Para pervertir las sendas de la justicia.

24
En el rostro del entendido aparece la sabiduría;
Mas los ojos del necio vagan hasta el extremo de la tierra.

25
El hijo necio es pesadumbre para su padre,
Y amargura para la que lo dio a luz.

26
Ciertamente no es bueno condenar al justo,
Ni herir a los nobles que hacen lo recto.

27
El que ahorra palabras tiene sabiduría;
De espíritu prudente es el hombre entendido.

28
Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio;
El que cierra sus labios, por inteligente.

18

1

El hombre esquivo busca sus caprichos,
Y se irrita contra todo consejo.

2
No toma placer el necio en la inteligencia,
Sino en que su corazón se manifieste.

3
Cuando viene el impío, viene también el menosprecio,
Y con el deshonrador, la afrenta.

4
Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre;
Y arroyo que rebosa, la fuente de la sabiduría.

5
Tener respeto a la persona del impío,
Para pervertir el derecho del justo, no es bueno.

6
Los labios del necio provocan contiendas;
Y su boca llama a los azotes.

7
La boca del necio es quebrantamiento para sí,
Y sus labios son una trampa para su alma.

8
Las palabras del chismoso son como golosinas,
Que penetran hasta el fondo de sus entrañas.

9
También el que es negligente en su trabajo
Es hermano del hombre disipador.

10
Torreón fuerte es el nombre de Jehová;
A él se acogerá el justo, y estará a salvo.

11
Las riquezas del rico son su ciudad fortificada,
Y como un muro alto en su imaginación.

12
Antes del quebrantamiento se ensoberbece el corazón del hombre,
Y antes de la honra es la humildad.

13
Responder antes de haber escuchado,
Es fatuidad y oprobio.

14
El ánimo del hombre le sostiene en su enfermedad;
Mas ¿quién sostendrá al animo angustiado?

15
El corazón del entendido adquiere sabiduría;
Y el oído de los sabios busca la ciencia.

16
La dádiva del hombre le ensancha el camino
Y le conduce a la presencia de los grandes.

17
Parece tener razón el primero que aboga por su causa;
Pero viene su adversario, y le descubre.

18
La suerte pone fin a los pleitos,
Y decide entre los poderosos.

19
El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte,
Y las contiendas de los hermanos son como cerrojos de alcázar.

20
Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre;
Se saciará del producto de sus labios.

21
La muerte y la vida están en poder de la lengua,
Y el que la cuida comerá de sus frutos.

22
El que halla esposa halla el bien,
Y alcanza la benevolencia de Jehová.

23
El pobre habla con ruegos,
Mas el rico responde durezas.

24
El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo;
Y hay amigo más unido que un hermano.

19

1

Mejor es el pobre que camina en integridad,
Que el de perversos labios y fatuo.

2
El afán sin reflexión no es bueno,
Y aquel que se apresura con los pies, se extravía.

3
La insensatez del hombre tuerce su camino,
Y luego se irrita su corazón contra Jehová.

4
Las riquezas atraen a muchos amigos;
Mas el pobre se ve apartado de su amigo.

5
El testigo falso no quedará sin castigo,
Y el que habla mentiras no escapará.

6
Muchos buscan el favor del generoso,
Y cada uno es amigo del hombre que da.

7
Todos los hermanos del pobre le aborrecen;
¡Cuánto más sus amigos se alejarán de él!
Buscará palabras y no las hallará.

8
El que posee entendimiento ama su alma;
El que guarda la inteligencia hallará el bien.

9
El testigo falso no quedará sin castigo,
Y el que habla mentiras perecerá.

10
No sienta bien al necio vivir en delicias;
¡Cuánto menos al siervo ser señor de los príncipes!

11
La cordura del hombre detiene su furor,
Y es un honor para él pasar por alto la ofensa.

12
Como rugido de león es la ira del rey,
Y su favor como el rocío sobre la hierba.

13
Dolor es para su padre el hijo necio,
Y gotera continua las contiendas de la mujer.

14
La casa y las riquezas son herencia de los padres;
Mas la mujer prudente es don de Jehová.

15
La pereza hace caer en profundo sueño,
Y el alma negligente padecerá hambre.

16
El que guarda el mandamiento guarda su alma;
Mas el que menosprecia sus caminos morirá.

17
A Jehová presta el que da al pobre,
Y el bien que ha hecho, se lo recompensará.

18
Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza;
Mas no se apresure tu alma para destruirlo.

19
El iracundo pagará la pena;
Y si se lo perdonan, añadirá nuevos males.

20
Escucha el consejo, y recibe la corrección,
Para que seas sabio al final.

21
Muchos proyectos hay en el corazón del hombre;
Mas el designio de Jehová es el que se cumplirá.

22
Contentamiento es a los hombres hacer misericordia;
Y mejor es el pobre que el mentiroso.

23
El temor de Jehová es para vida,
Y con él vivirá lleno de reposo el hombre;
No será visitado por el mal.

24
El perezoso mete su mano en el plato,
Y ni aun a su boca la lleva.

25
Hiere al escarnecedor, y el simple se hará avisado;
Y corrigiendo al entendido, aprenderá la ciencia.

26
El que despoja a su padre y ahuyenta a su madre,
Es hijo que causa vergüenza y acarrea oprobio.

27
Cesa, hijo mío, de escuchar las enseñanzas
Que te apartan de las razones de sabiduría.

28
El testigo perverso se burla de la justicia,
Y la boca de los impíos encubre la iniquidad.

29
Preparados están los castigos para los escarnecedores,
Y los azotes para las espaldas de los necios.

20

1

El vino es petulante; el licor, alborotador;
Y cualquiera que por ellos yerra no es sabio.

2
Como rugido de león es la cólera del rey;
El que lo enfurece se hace daño a sí mismo.

3
Es un honor para el hombre evitar la contienda;
Mas todo insensato se enreda en ella.

4
El perezoso no ara a causa del invierno;
Pedirá, pues, en la siega, y no hallará.

5
Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre;
Mas el hombre entendido lo alcanzará.

6
Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad,
Pero un hombre veraz, ¿quién lo hallará?

7
Camina en su integridad el justo;
Sus hijos son dichosos después de él.

8
El rey que se sienta en el trono de juicio,
Con su mirar disipa todo mal.

9
¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón,
Limpio estoy de mi pecado?

10
Pesa falsa y medida falsa,
Ambas cosas son abominación a Jehová.

11
Ya con sus actos da a conocer el niño
Si su conducta va a ser limpia y recta.

12
El oído que oye, y el ojo que ve,
Ambas cosas igualmente las ha hecho Jehová.

13
No ames el sueño, para que no te empobrezcas;
Abre tus ojos, y te saciarás de pan.

14
El que compra dice: Malo es, malo es;
Mas cuando se marcha, se congratula.

15
Hay oro y multitud de piedras preciosas;
Mas los labios prudentes son joya preciosa.

16
Quítale su ropa al que salió por fiador del extraño,
Y toma prenda del que sale fiador por los extraños.

17
Sabroso es al hombre el pan de mentira;
Pero después su boca será llena de cascajo.

18
Los proyectos se sopesan con el consejo;
Y con dirección sabia se hace la guerra.

19
El que anda en chismes descubre el secreto;
No te entremetas, pues, con el suelto de lengua.

20
Al que maldice a su padre o a su madre,
Se le apagará su lámpara en oscuridad tenebrosa.

21
Los bienes que se adquieren de prisa al principio,
No serán al final bendecidos.

22
No digas: Yo me vengaré;
Espera en Jehová, y él te salvará.

23
Abominación son a Jehová las pesas falsas,
Y la balanza falsa no es buena.

24
De Jehová son los pasos del hombre;
¿Cómo, pues, entenderá el hombre su camino?

25
Lazo es al hombre hacer un voto a la ligera,
Y después de haberlo hecho, reflexionar.

26
El rey sabio avienta a los impíos,
Y hace tornar sobre ellos la maldad.

27
Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre,
La cual escudriña lo más profundo del corazón.

28
Misericordia y verdad guardan al rey,
Y con clemencia se sustenta su trono.

29
La gloria de los jóvenes es su fuerza,
Y la hermosura de los ancianos es su vejez.

30
Las marcas de los azotes son medicina para el malo,
Porque los golpes purifican el corazón.

21

1

Como los repartimientos de las aguas,
Así está el corazón del rey en la mano de Jehová;
Adonde quiere lo inclina.

2
Todo camino del hombre es recto en su propia opinión;
Pero Jehová pesa los corazones.

3
Practicar el derecho y la justicia
Es a Jehová más agradable que los sacrificios.

4
Altivez de ojos, y orgullo de corazón,
Y pensamiento de impíos, son pecado.

5
Los pensamientos del diligente ciertamente producen ganancia;
Mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza.

6
Amontonar tesoros con lengua mentirosa
Es vanidad pasajera de hombres que buscan la muerte.

7
La rapiña de los impíos los destruirá,
Por cuanto rehúsan practicar la equidad.

8
El camino del hombre perverso es tortuoso y extraño;
Mas los hechos del limpio son rectos.

9
Mejor es vivir en un rincón del terrado
Que con mujer rencillosa en casa espaciosa.

10
El alma del impío desea el mal;
Su prójimo no halla favor en sus ojos.

11
Cuando el escarnecedor es castigado, el simple se hace sabio;
Y cuando se le amonesta al sabio, aprende ciencia.

12
El justo observa la casa del impío,
Y cómo los impíos se precipitan en la ruina.

13
El que cierra su oído al clamor del pobre,
También él clamará, y no será oído.

14
La dádiva en secreto calma el furor.
Y el don de debajo del manto, la fuerte ira.

15
Es un placer para el justo el practicar la justicia;
Mas el espanto es para los que hacen iniquidad.

16
El hombre que se aparta del camino de la sabiduría
Vendrá a parar en la compañía de los muertos.

17
Hombre menesteroso vendrá a ser el que ama el deleite,
Y el que ama el vino y los perfumes no se enriquecerá.

18
Rescate del justo es el impío,
Y por los rectos, el prevaricador.

19
Mejor es morar en tierra desierta
Que con la mujer rencillosa e iracunda.

20
Tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabio;
Mas el hombre insensato todo lo disipa.

21
El que sigue la justicia y la misericordia
Hallará la vida, la prosperidad y la gloria.

22
Toma por asalto el sabio la ciudad de los fuertes,
Y derriba la fortaleza en que ella confiaba.

23
El que guarda su boca y su lengua,
Su alma guarda de angustias.

24
Escarnecedor es el nombre del soberbio y presuntuoso
Que obra en la insolencia de su presunción.

25
El deseo del perezoso le mata,
Porque sus manos no quieren trabajar.

26
Hay quien todo el día codicia;
Pero el justo da sin escatimar.

27
El sacrificio de los impíos es abominación;
¡Cuánto más ofreciéndolo con mala intención!

28
El testigo mentiroso perecerá;
Mas el hombre que escucha, tendrá la última palabra.

29
El hombre impío endurece su rostro;
Mas el recto ordena sus caminos.

30
No hay sabiduría, ni inteligencia,
Ni consejo, contra Jehová.

31
El caballo se apareja para el día de la batalla;
Mas Jehová es el que da la victoria.

22

1

De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas,
Y la buena gracia más que la plata y el oro.

2
El rico y el pobre se encuentran;
A ambos los hizo Jehová.

3
El avisado ve el mal y se esconde;
Mas los simples pasan adelante y reciben el daño.

4
Riquezas, honor y vida
Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová.

5
Espinos y lazos hay en el camino del perverso;
El que guarda su alma, se alejará de ellos.

6
Instruye al niño en el buen camino,
Y aun cuando envejezca no se apartará de él.

7
El rico se enseñorea de los pobres,
Y el que toma prestado es siervo del que presta.

8
El que siembra iniquidad, iniquidad segará,
Y la vara de su insolencia se consumirá.

9
El ojo misericordioso será bendecido,
Porque da de su pan al indigente.

10
Echa fuera al escarnecedor, y se irá la contienda,
Y cesarán las riñas y los insultos.

11
El que ama la limpieza de corazón,
Por la gracia de sus labios tendrá la amistad del rey.

12
Los ojos de Jehová velan por la ciencia;
Mas él confunde las palabras de los prevaricadores.

13
Dice el perezoso: Hay un león afuera;
Seré muerto en plena calle.

14
Fosa profunda es la boca de la mujer extraña;
Aquel contra el cual Jehová esté airado caerá en ella.

15
La necedad está ligada en el corazón del muchacho;
Mas la vara de la corrección la alejará de él.

16
El que oprime al pobre para aumentar sus ganancias,
O que da al rico, ciertamente se empobrecerá.

17

Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios,
Y aplica tu corazón a mi sabiduría;

18
Porque es cosa deliciosa, si las guardas dentro de ti;
Y las tienes todas a punto sobre tus labios.

19
Para que pongas tu confianza en Jehová,
Te las he hecho saber hoy a ti también.

20

¿No te he escrito tres veces
En consejos y en ciencia,

21
Para hacerte saber la certidumbre de las palabras de verdad,
A fin de que vuelvas a informar fielmente a los que te enviaron?

22
No robes al pobre, porque es pobre,
Ni quebrantes en la puerta al afligido;

23
Porque Jehová defenderá la causa de ellos,
Y despojará el alma de aquellos que los despojaren.

24
No te juntes con el iracundo,
Ni te acompañes con el hombre violento,

25
No sea que aprendas sus maneras,
Y pongas trampa para tu alma.

26
No seas de aquellos que hacen tratos a la ligera,
Ni de los que salen por fiadores de deudas.

27
Si no tienes para pagar,
¿Por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?

28
No desplaces los linderos antiguos
Que pusieron tus padres.

29
¿Has visto un hombre solícito en su trabajo?
Delante de los reyes estará;
No estará delante de los de baja condición.

23

1

Cuando te sientes a comer con algún señor,
Considera bien lo que está delante de ti,

2
Y pon cuchillo a tu garganta,
Si eres dado a la gula.

3
No codicies sus manjares delicados,
Porque es pan engañoso.

4
No te afanes por hacerte rico;
Sé prudente y deja de pensar en ello.

5
¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo tan fugaces?
Porque se harán alas
Como alas de águila, que se remonta al cielo.

6
No comas pan con el avaro,
Ni codicies sus manjares;

7
Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.
Come y bebe, te dirá;
Mas su corazón no está contigo.

8
Vomitarás la parte que comiste,
Y perderás tus suaves palabras.

9
No hables a oídos del necio,
Porque menospreciará la prudencia de tus razones.

10
No desplaces el lindero antiguo,
Ni entres en la heredad de los huérfanos;

11
Porque el defensor de ellos es el Fuerte,
El cual defenderá la causa de ellos contra ti.

12
Aplica tu corazón a la instrucción,
Y tus oídos a las palabras de sabiduría.

13
No rehúses corregir al muchacho;
Porque si lo castigas con vara, no morirá.

14
Lo castigarás con vara,
Y preservarás su alma del Seol.

15
Hijo mío, si tu corazón es sabio,
También a mí se me alegrará el corazón;

16
Mis entrañas también se alegrarán
Cuando tus labios hablen cosas rectas.

17
No tenga tu corazón envidia de los pecadores,
Sino que permanezca en el temor de Jehová todo el tiempo;

18
Porque ciertamente existe un mañana,
Y tu esperanza no será cortada.

19

Escucha, hijo mío, y sé sabio,
Y endereza tu corazón al camino recto.

20
No estés con los bebedores de vino,
Ni con los engullidores de carne;

21
Porque el bebedor y el comilón empobrecerán,
Y la somnolencia hará vestir vestidos rotos.

22

Oye a tu padre, a aquel que te engendró;
Y cuando tu madre envejezca, no la menosprecies.

23
Compra la verdad, y no la vendas;
La sabiduría, la instrucción y la inteligencia.

24
Mucho se alegrará el padre del justo,
Y el que engendra al sabio se gozará con él.

25
Alégrense tu padre y tu madre,
Y gócese la que te dio a luz.

26

Dame, hijo mío, tu corazón,
Y miren tus ojos por mis caminos.

27
Porque abismo profundo es la ramera,
Y pozo angosto la extraña.

28
También ella, como robador, acecha,
Y multiplica entre los hombres los prevaricadores.

29

¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor?
¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas?
¿Para quién las heridas sin razón?
¿Para quién los ojos turbios?

30
Para los que se detienen mucho en el vino,
Para los que van buscando las mezclas alcohólicas.

31
No mires al vino cuando rojea,
Cuando resplandece su color en la copa.
Se entra suavemente;

32
Mas al fin como serpiente morderá,
Y como áspid dará dolor.

33
Tus ojos verán cosas extrañas,
Y tu corazón hablará perversidades.

34
Serás como el que yace en medio del mar,
O como el que está en la punta de un mástil.

35
Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió;
Me azotaron, mas no lo sentí;
Cuando despierte, aún volveré a pedir más.

24

1

No tengas envidia de los hombres malos,
Ni desees estar con ellos;

2
Porque su corazón piensa en robar,
Y sus labios hablan iniquidad.

3

Con sabiduría se edifica una casa,
Y con prudencia se consolida;

4
Y con ciencia se llenan las estancias
De todo bien preciado y agradable.

5
El hombre sabio es fuerte,
Y de pujante vigor el hombre docto.

6
Porque con estrategia se gana la guerra,
Y en la multitud de consejeros está la victoria.

7
Inaccesible es para el insensato la sabiduría;
En la puerta no abrirá él su boca.

8

Al que maquina hacer el mal,
Le llamarán forjador de intrigas.

9
El pensamiento del necio es pecado,
Y abominación a los hombres el escarnecedor.

10

Si eres flojo en el día de trabajo,
Tu fuerza será reducida.

11
Libra a los que son llevados a la muerte;
Salva a los que están en peligro de muerte.

12
Porque si dices falsamente: No nos dimos cuenta,
¿Acaso no lo sabrá el que pesa los corazones?
El que vigila tu vida, él lo conocerá,
Y dará al hombre según sus obras.

13

Come, hijo mío, de la miel, porque es buena,
Y el panal es dulce a tu paladar.

14
Así será a tu alma el conocimiento de la sabiduría;
Si la hallas tendrás recompensa,
Y al fin tu esperanza no se verá defraudada.

15

Oh impío, no aceches la tienda del justo,
No saquees su morada;

16
Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse;
Mas los impíos se hundirán en la desgracia.

17

Cuando caiga tu enemigo, no te regocijes,
Y cuando tropiece, no se alegre tu corazón;

18
No sea que Jehová lo mire, y le desagrade,
Y aparte de sobre él su enojo.

19

No te exasperes por los malvados,
Ni tengas envidia de los impíos;

20
Porque para el malo no habrá buen fin,
Y la lámpara de los impíos será apagada.

21

Teme a Jehová, hijo mío, y al rey;
No provoques a ira a ninguno de los dos;

22
Porque su castigo vendrá de repente;
Y el furor de ambos, ¿quién lo podrá prever?

23

También éstos son dichos de los sabios:

Hacer acepción de personas en el juicio no es bueno.

24
El que dice al malo: Justo eres,
Los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las naciones;

25
Mas los que lo reprenden tendrán felicidad,
Y sobre ellos vendrá gran bendición.

26
Besados serán los labios
Del que responde palabras rectas.

27

Termina tus labores fuera,
Y disponlas en tus campos,
Y después edificarás tu casa.

28

No seas sin motivo testigo contra tu prójimo,
Y no lisonjees con tus labios.

29
No digas: Como me hizo, así le haré;
Daré el pago al hombre según su obra.

30

Pasé junto al campo del hombre perezoso,
Y junto a la viña del hombre falto de entendimiento;

31
Y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos,
Las ortigas habían ya cubierto su faz,
Y su cerca de piedras estaba ya destruida.

32
Miré, y reflexioné;
Lo vi, y aproveché la lección.

33
Un poco de sueño, cabeceando otro poco,
Poniendo mano sobre mano otro poco para dormir;

34
Así vendrá como vagabundo tu indigencia,
Y tu pobreza como hombre armado.

25

1

También éstos son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los varones de Ezequías, rey de Judá:

2

Gloria de Dios es encubrir un asunto;
Pero honra del rey es escudriñarlo.

3
Para la altura de los cielos, y para la profundidad de la tierra,
Y para el corazón de los reyes, no hay investigación posible.

4
Quita las escorias de la plata,
Y saldrá una alhaja para el fundidor.

5
Aparta al impío de la presencia del rey,
Y su trono se afianzará en la justicia.

6
No te alabes delante del rey,
Ni te metas en el lugar de los grandes;

7
Porque mejor es que se te diga: Sube acá,
Y no que seas humillado delante del príncipe
A quien han visto tus ojos.

8

No entres apresuradamente en pleito,
No sea que no sepas qué hacer al fin,
Después que tu prójimo te haya avergonzado.

9
Arregla tu pleito con tu vecino,
Y no descubras el secreto a otro,

10
No sea que te deshonre el que lo oiga,
Y tu infamia no pueda repararse.

11

Manzana de oro en bandeja de plata
Es la palabra dicha como conviene.

12
Como zarcillo de oro y joyel de oro fino
Es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.

13
Como refrigerio de nieve en tiempo de la siega,
Así es el mensajero fiel para los que lo envían,
Pues reconforta el alma de su señor.

14
Como nubes y vientos sin lluvia,
Así es el hombre que se jacta de falsa liberalidad.

15

Con larga paciencia se aplaca el príncipe,
Y la lengua blanda quebranta los huesos.

16
¿Hallaste miel? Come lo que te basta,
No sea que hastiado de ella la vomites.

17
Detén tu pie de la casa de tu vecino,
No sea que hastiado de ti te aborrezca.

18
Martillo y cuchillo y saeta aguda
Es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio.

19
Como diente roto y pie descoyuntado
Es la confianza en el prevaricador en tiempo de angustia.

20
El que canta canciones al corazón afligido
Es como el que quita la ropa en tiempo de frío, o el que sobre el jabón echa vinagre.

21
Si el que te aborrece tiene hambre, dale de comer pan,
Y si tiene sed, dale de beber agua;

22
Porque amontonarás ascuas sobre su cabeza,
Y Jehová te lo pagará.

23
El viento del norte engendra la lluvia,
Y la lengua detractora el rostro airado.

24
Mejor es estar en un rincón del terrado,
Que con mujer rencillosa en casa espaciosa.

25
Como el agua fresca para el alma sedienta,
Así son las buenas nuevas de lejanas tierras.

26
Como fuente turbia y manantial corrompido,
Es el justo que titubea delante del impío.

27
Comer demasiada miel no es bueno,
Ni el buscar la propia gloria es gloria.

28
Como ciudad derribada y sin muro
Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.

26

1

Como no conviene la nieve en el verano, ni la lluvia en la siega,
Así no conviene al necio la honra.

2
Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo,
Así la maldición sin motivo no llega a término.

3
El látigo para el caballo, el cabestro para el asno,
Y la vara para la espalda del necio.

4
Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad,
Para que no seas tú también como él.

5
Responde al necio como merece su necedad,
No sea que vaya a creerse que es un sabio.

6
Como el que se corta los pies y bebe su amargura,
Así es el que envía recado por mano de un necio.

7
Las piernas del cojo penden inútiles;
Así es el proverbio en la boca del necio.

8
Como quien ata la piedra en la honda,
Así hace el que da honra al necio.

9
Espinas hincadas en mano del embriagado,
Tal es el proverbio en la boca de los necios.

10
Como arquero que hiere a todos los transeúntes,
Es el que toma a sueldo insensatos y vagabundos.

11
Como perro que vuelve a su vómito,
Así es el necio que repite su necedad.

12
¿Has visto hombre sabio en su propia opinión?
Más esperanza hay del necio que de él.

13
Dice el perezoso: Hay un león en el camino;
Hay un león en la calle.

14
Como la puerta gira sobre sus quicios,
Así el perezoso da vueltas en su cama.

15
Mete el perezoso su mano en el plato;
Y se cansa de llevársela a la boca.

16
En su propia opinión el perezoso es más sabio
Que siete que sepan aconsejar.

17
El que al pasar se entremete en disputa que no le incumbe,
Es como el que toma al perro por las orejas.

18
Como el que enloquece, y echa llamas
Y saetas y muerte,

19
Tal es el hombre que engaña a su amigo,
Y dice: Ciertamente lo hice por broma.

20
Sin leña se apaga el fuego,
Y donde no hay chismoso, cesa la contienda.

21
El carbón para brasas, y la leña para el fuego;
Y el hombre rencilloso para encender contienda.

22
Las palabras del chismoso son como golosinas,
Y penetran hasta las entrañas.

23
Como escoria de plata que barniza la loza,
Son los labios lisonjeros con un corazón malo.

24
El que odia disimula con sus labios;
Mas en su interior maquina engaño.

25
Aunque hable en tono amable, no le creas;
Porque siete abominaciones hay en su corazón.

26
Aunque su odio se cubra con disimulo,
Su maldad será descubierta en la congregación.

27
El que cava foso caerá en él;
Y al que hace rodar una piedra grande, se le vendrá encima.

28
La lengua falsa atormenta al que ya es su víctima,
Y la boca lisonjera empuja hacia el precipicio.

27

1

No te jactes del día de mañana;
Porque no sabes qué dará de sí el día.

2
Alábete el extraño, y no tu propia boca;
El ajeno, y no los labios tuyos.

3
Pesada es la piedra, y la arena pesa;
Mas la ira del necio es más pesada que ambas.

4
Cruel es la ira, e impetuoso el furor;
Mas ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?

5
Mejor es reprensión manifiesta
Que amor encubierto.

6
Fieles son las heridas del que ama;
Pero importunos los besos del que aborrece.

7
El hombre saciado desprecia el panal de miel;
Pero al hambriento todo lo amargo es dulce.

8
Cual ave que se va de su nido,
Tal es el hombre que se va de su lugar.

9
El ungüento y el perfume alegran el corazón,
Y el cordial consejo del amigo consuela al hombre.

10
No dejes a tu amigo, ni al amigo de tu padre;
Y no tendrás que ir a la casa de tu hermano en el día de tu aflicción.
Mejor es el vecino cerca que el hermano lejos.

11
Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón,
Y tendré qué responder al que me agravie.

12
El avisado ve el peligro y se esconde;
Mas los simples siguen adelante y reciben el daño.

13
Quítale su ropa al que salió fiador por el extraño;
Y al que fía a una extranjera, tómale prenda.

14
El que bendice a su amigo en alta voz, en la mañana temprano,
Por maldición se le contará.

15
Gotera continua en tiempo de lluvia
Y la mujer rencillosa, son semejantes;

16
Pretender contenerla es como refrenar el viento,
O sujetar aceite con la mano derecha.

17
Hierro con hierro se aguza;
Y así el hombre aguza el rostro de su amigo.

18
Quien cuida la higuera comerá su fruto,
Y el que mira por los intereses de su señor, tendrá honra.

19
Como mirándose en el agua, el rostro responde al rostro,
Así el corazón del hombre responde al hombre.

20
El Seol y el Averno nunca se sacian;
Así los ojos del hombre nunca están satisfechos.

21
Como el crisol prueba la plata, y la hornaza el oro,
Así es para el hombre la boca del que lo alaba.

22
Aunque machaques al necio en un mortero entre granos de trigo majados con el pisón,
No se apartará de él su necedad.

23
Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas,
Y mira con cuidado por tus rebaños;

24
Porque las riquezas no duran para siempre;
Ni las diademas para perpetuas generaciones.

25
Saldrá la grama, aparecerá la hierba,
Y se segarán las hierbas de los montes.

26
Los corderos son para tus vestidos,
Y los cabritos para el precio del campo;

27
Y abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, para mantenimiento de tu casa,
Y para sustento de tus criadas.

28

1

Huye el impío sin que nadie lo persiga;
Mas el justo está confiado como un león.

2
Por la rebelión de la tierra se multiplican sus príncipes;
Mas por el hombre entendido y sabio permanece estable.

3
El hombre pobre y explotador de los pobres
Es como lluvia torrencial que deja sin pan.

4
Los que dejan la ley alaban a los impíos;
Mas los que la guardan contenderán con ellos.

5
Los hombres malos no entienden el derecho;
Mas los que buscan a Jehová entienden todas las cosas.

6
Mejor es el pobre que camina en su integridad,
Que el de perversos caminos y rico.

7
El que guarda la ley es hijo prudente;
Mas el que es compañero de libertinos avergüenza a su padre.

8
El que aumenta sus riquezas con usura y crecido interés,
Para otro que se compadecerá de los pobres las aumenta.

9
El que aparta su oído para no oír la ley,
Su oración también es abominable.

10
El que hace errar a los rectos por el mal camino,
Él caerá en su misma fosa;
Mas los intachables heredarán la dicha.

11
El hombre rico es sabio en su propia opinión;
Mas el pobre entendido lo escudriña.

12
Cuando los justos se alegran, grande es la gloria;
Mas cuando se levantan los impíos, tienen que esconderse los hombres.

13
El que encubre sus pecados no prosperará;
Mas el que los confiesa y se enmienda alcanzará misericordia.

14
Dichoso el hombre que siempre teme a Dios;
Mas el que endurece su corazón caerá en el mal.

15
León rugiente y oso hambriento
Es el príncipe impío sobre el pueblo pobre.

16
El príncipe falto de entendimiento multiplicará la extorsión;
Mas el que aborrece la avaricia prolongará sus días.

17
El hombre cargado con la sangre de alguno
Huirá hasta el sepulcro, y nadie le detendrá.

18
El que camina en integridad será salvo;
Mas el de perversos caminos caerá en alguno de ellos.

19
El que labra su tierra se saciará de pan;
Mas el que sigue a los ociosos se llenará de pobreza.

20
El hombre sincero tendrá muchas bendiciones;
Mas el que se apresura a enriquecerse no quedará impune.

21
Hacer acepción de personas no es bueno;
Hasta por un bocado de pan peca el hombre.

22
Se apresura a ser rico el avaro,
Y no sabe que le ha de sobrevenir la indigencia.

23
El que reprende al hombre, hallará después mayor estima
Que el que lisonjea con la lengua.

24
El que roba a su padre o a su madre, y dice que no es maldad,
Compañero es de los bandidos.

25
El altivo de ánimo suscita contiendas;
Mas el que confía en Jehová será prosperado.

26
El que confía en su propio corazón es necio;
Mas el que camina en sabiduría será librado.

27
El que da al pobre no tendrá pobreza;
Mas el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones.

28
Cuando los impíos se alzan, se esconden los hombres;
Mas cuando perecen, los justos se multiplican.

29

1

El hombre que reprendido endurece la cerviz,
De repente será quebrantado, y no habrá para él medicina.

2
Cuando los justos dominan, el pueblo se alegra;
Mas cuando domina el impío, el pueblo gime.

3
El hombre que ama la sabiduría alegra a su padre;
Mas el que frecuenta las rameras perderá los bienes.

4
El rey afianza su país por medio de la justicia;
Mas el que lo carga de impuestos lo destruye.

5
El hombre que lisonjea a su prójimo,
Tiende un lazo delante de sus pasos.

6
En la transgresión del hombre malo, hay lazo;
Mas el justo cantará y se alegrará.

7
Conoce el justo la causa de los pobres;
Mas el impío no entiende sabiduría.

8
Los hombres escarnecedores ponen la ciudad en llamas;
Mas los sabios calman la ira.

9
Si el hombre sabio disputa con el necio,
Que se enoje o que se ría, no tendrá reposo.

10
Los hombres sanguinarios aborrecen al íntegro,
Mas los rectos van en busca de su persona.

11
El necio da rienda suelta a toda su ira,
Mas el sabio al fin la sosiega.

12
Si un gobernante hace caso de palabras mentirosas,
Todos sus servidores serán impíos.

13
El pobre y el opresor se encuentran;
Jehová alumbra los ojos de ambos.

14
El rey que juzga con verdad a los desvalidos,
Afianza su trono para siempre.

15
La vara y la corrección dan sabiduría;
Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.

16
Cuando los impíos son muchos, mucha es la transgresión;
Mas los justos verán la ruina de ellos.

17
Corrige a tu hijo, y te dará descanso,
Y dará alegría a tu alma.

18
Sin profecía el pueblo se desenfrena;
Mas el que guarda la ley es dichoso.

19
El siervo no se corrige con palabras;
Porque entiende, mas no hace caso.

20
¿Has visto a un hombre ligero en sus palabras?
Más esperanza hay del necio que de él.

21
El siervo mimado desde la niñez por su amo,
A la postre será su heredero.

22
El hombre iracundo levanta contiendas,
Y el furioso peca muchas veces.

23
La soberbia del hombre le abate;
Pero el humilde de espíritu recibe honores.

24
El cómplice del ladrón aborrece su propia alma;
Pues oye la imprecación y no lo denuncia.

25
El que teme a los hombres caerá en el lazo;
Mas el que confía en Jehová será puesto en lugar seguro.

26
Muchos buscan el favor del príncipe;
Mas de Jehová viene el juicio de cada uno.

27
Abominación es a los justos el hombre inicuo;
Y abominación es al impío el de caminos rectos.

30

1

Palabras de Agur, hijo de Jaqué, el de Massá; la profecía que dijo el varón a Itiel, a Itiel y a Ucal.

2

Ciertamente más rudo soy yo que ninguno,
Ni tengo entendimiento de hombre.

3
Yo ni aprendí sabiduría,
Ni conozco la ciencia del Santo.

4
¿Quién subió al cielo, y descendió?
¿Quién encerró los vientos en sus puños?
¿Quién ató las aguas en un paño?
¿Quién afirmó todos los términos de la tierra?
¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si lo sabes?

5

Toda palabra de Dios es limpia;
Él es escudo a los que en él esperan.

6
No añadas nada a sus palabras, para que no te reprenda,
Y seas hallado mentiroso.

7

Dos cosas te pido;
No me las niegues antes que muera:

8
Aparta de mí falsedad y mentira;
No me des pobreza ni riquezas;
Concédeme mi diaria ración de pan;

9
No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?
O que siendo pobre, hurte,
Y profane el nombre de mi Dios.

10
No calumnies al siervo ante su señor,
No sea que te maldiga, y sufras el castigo.

11

Hay gente que maldice a su padre
Y a su madre no bendice.

12
Hay gente pura en su propia opinión,
Si bien no se ha limpiado de su inmundicia.

13
Hay gente cuyos ojos son altivos
Y cuyos párpados están levantados en alto.

14
Hay gente cuyos dientes son espadas, y sus muelas cuchillos,
Para devorar a los pobres de la tierra, y a los menesterosos de entre los hombres.

15

La sanguijuela tiene dos hijas que dicen: ¡Dame!, ¡dame!
Tres cosas hay que nunca se sacian;
Y una cuarta que nunca dice: ¡Basta!

16
El Seol, la matriz estéril,
La tierra que no se sacia de aguas,
Y el fuego que jamás dice: ¡Basta!

17

El ojo que escarnece a su padre
Y menosprecia la enseñanza de la madre,
Los cuervos de la cañada lo saquen,
Y lo devoren los hijos del águila.

18
Tres cosas me son ocultas;
Y una cuarta que no comprendo:

19
El rastro del águila en el aire;
El rastro de la culebra sobre la peña;
El rastro de la nave en medio del mar;
Y el rastro del hombre en la doncella.

20

El proceder de la mujer adúltera es así:
Come, y limpia su boca
Y dice: No he hecho nada malo.

21

Por tres cosas tiembla la tierra,
Y la cuarta no la puede soportar:

22
Por el siervo cuando reina;
Por el necio cuando se sacia de pan;

23
Por la mujer desdeñada cuando se casa;
Y por la sierva cuando suplanta a su señora.

24

Cuatro cosas son de las más pequeñas de la tierra,
Pero son más sabias que los sabios:

25
Las hormigas, multitud sin fuerza,
Y en el verano preparan su comida;

26
Los damanes, multitud sin poder,
Y ponen su casa en la piedra;

27
Las langostas, que no tienen rey,
Y salen todas por escuadrones;

28
La araña que se coge con sus patas,
Y está en palacios de rey.

29

Tres cosas hay de hermoso andar,
Y la cuarta pasea muy bien:

30
El león, fuerte entre todos los animales,
Que no retrocede ante nada;

31
El brioso caballo; asimismo el macho cabrío;
Y el rey, al frente de su ejército.

32

Si neciamente has procurado enaltecerte,
O si has pensado hacer mal,
Pon el dedo sobre tu boca.

33
Ciertamente el que bate la leche sacará mantequilla;
El que se suena fuerte las narices sacará sangre;
Y el que provoca la ira causará contienda.

31

1

Palabras de Lemuel rey de Massá; el oráculo con que le enseñó su madre.

2

¿Qué, hijo mío?; ¿y qué, hijo de mi vientre?
¿Y qué, hijo de mis deseos?

3
No des a las mujeres tu fuerza,
Ni tus caminos a lo que destruye a los reyes.

4
No es para los reyes, oh Lemuel, no es para los reyes beber vino,
Ni para los príncipes los licores;

5
No sea que bebiendo olviden la ley,
Y perviertan el derecho de todos los afligidos.

6
Dad el licor fuerte al desfallecido,
Y el vino a los de amargado ánimo.

7
Beban, y olvídense de su necesidad,
Y de su miseria no se acuerden más.

8
Abre tu boca a favor del mudo
En el juicio de todos los desvalidos.

9
Abre tu boca, juzga con justicia,
Y defiende la causa del pobre y del menesteroso.

10

Mujer virtuosa, ¿quién la hallará?
Porque su valía sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.

11
El corazón de su marido confía en ella,
Y no carecerá de ganancias.

12
Le aporta ella dicha y no desventura
Todos los días de su vida.

13
Busca lana y lino,
Y con ánimo alegre trabaja con sus manos.

14
Es como nave de mercader;
Trae de lejos sus provisiones.

15
Se levanta cuando todavía es de noche
Y da comida a su familia
Y labor a sus criadas.

16
Observa una finca, y la compra,
Y planta una viña del fruto de sus manos.

17
Ciñe con fuerza sus lomos,
Y esfuerza sus brazos.

18
Ve que van bien sus negocios;
Su lámpara no se apaga de noche.

19
Aplica su mano al huso,
Y sus palmas sostienen la rueca.

20
Alarga su palma al pobre,
Y extiende sus manos al menesteroso.

21
No tiene temor de la nieve por su familia,
Porque toda su familia está vestida de trajes forrados.

22
Ella se hace tapices;
De lino fino y púrpura es su vestido.

23
Su marido es conocido en las puertas,
Cuando se sienta con los ancianos de la tierra,

24
Hace telas, y las vende,
Y da ceñidores al mercader.

25
Fuerza y honor son su vestidura;
Y sonríe ante el porvenir.

26
Abre su boca con sabiduría,
Y la instrucción bondadosa está en su lengua.

27
Vigila los caminos de su familia,
Y no come el pan de balde.

28
Se levantan sus hijos y la llaman dichosa;
Y su marido también la alaba:

29
Muchas mujeres se mostraron virtuosas;
Mas tú las sobrepasas a todas.

30
Engañosa es la gracia, y vana la hermosura;
La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada.

31
Dadle del fruto de sus manos,
Y alábenla en las puertas sus hechos.