1

1 Sueño de Mardoqueo. Convite. Sueño. El año segundo del reinado de Artajerjes(a) el gran rey, el primero de Nisán, tuvo un sueño Mardoqueo, hijo de Jairo, de Semeías, de Quisayo, de la tribu de Benjamín, hombre judío, que habitaba en Susa, la ciudad, hombre grande, sirviendo en la corte del rey. Mas era de la cautividad que cautivó Nabucodonosor rey de Babilonia, de Jerusalén, con Jeconías, el rey de la Judea. Y éste su sueño: Y he aquí voces y tumulto y truenos y temblor y conturbación sobre la tierra; y he aquí dos dragones grandes, prontos adelantáronse ambos a luchar. Y se hizo de ellos voz grande, y a la voz de ellos aprontóse toda la gente a la guerra, para guerrear contra la nación de los justos. Y he aquí día de tinieblas y calígine; tribulación y angustia, aflicción y conturbación grande sobre la tierra y conturbóse toda la gente justa, temerosos de los propios males; y se aprontaron a perecer; y clamaron a Dios. Y, al clamor de ellos, nació, al modo que, de una pequeña fuente se convierte en un río grande, con mucha agua; y luz y sol salió, y los humildes fueron exaltados, y devoraron a los gloriosos. Y, despertando Mardoqueo, el que había visto este sueño, y qué Dios había determinado hacer, teníalo en el corazón y a toda costa quería conocerlo, hasta la noche. Y reposó Mardoqueo en la corte, con Gabatá y Tarsa, los dos eunucos del rey, los que custodiaban la corte, y oyó sus consideraciones; y sus proyectos escudriñó; y supo que preparan sus manos para apoderarse de Artajerjes el rey. E informó al rey acerca de ellos; y examinó el rey a los dos eunucos, y, confesando, fueron ajusticiados. Y escribió el rey estas palabras para memorial; y Mardoqueo escribió acerca de estas palabras; y ordenó el rey a Mardoqueo servir en la corte y diole dádivas por esto. Y era Amán de Amadatí, Bugeo, de gran crédito ante la faz del rey, y buscaba cómo hacer mal a Mardoqueo y a su pueblo, por la denuncia de los dos eunucos del rey. Y aconteció después de estas palabras, que en los días de Artajerjes, este Artajerjes, dominó desde la India, a ciento veintisiete regiones.

2 En los mismos días, cuando se entronizó el rey Artajerjes en Susa, la ciudad,

3 en el tercer año, reinando él, hizo un festín a los amigos y demás gentes, y a los persas y medos gloriosos, y a los príncipes de los sátrapas.

4 Y, después de esto, él hizo muestras de las espléndidas riquezas de su reino, y de la gloria del regocijo de sus riquezas durante días ciento ochenta.

5 Pero, cuando se cumplieron los días de las bodas, hizo el rey un convite a las gentes halladas en la ciudad, por días seis, en el aula de la casa del rey,

6 adornada de bisos y cárbasos(b), tendidos en cuerdas bísinas y purpurinas, en dados áureos y argénteos, en columnas marmóreas y lapídeas; con lechos áureos y argénteos sobre pavimento de esmeraldina piedra y pínino(c); y paria piedra; y estrados diáfanos, variadamente entretejidos de flores, y en contorno rosas esparcidas.

7 Tazas áureas y argénteas, y carbunclosa ánfora, antepuesta, de talentos treinta mil; vino mucho y dulce, que el mismo rey bebía.

8 Y este convite, no según antepuesta la ley se hizo; que así quiso el rey; y ordenó a los ecónomos hacer la voluntad de él y de los hombres.

9 Y Astín, la reina hizo un convite a las mujeres en el palacio del rey Artajerjes.

10 Y en el día, el séptimo, habiéndose alegrado el rey, dijo a Amán y Bazán, y Tarra y Barazí, y Zatoltá y Abatazá y Tarabá, los siete eunucos, los servidores del rey Artajerjes, que

11 introdujeran a la reina a él, para enreyecerla y ceñirle la diadema y mostrar a los príncipes, y a las gentes la hermosura de ella; pues hermosa era.

12 Y no le escuchó la reina, para venir con los eunucos; y entristecióse el rey y se encolerizó;

13 Y, dijo el rey a sus amigos: «Según esto ha hablado Astín; haced, pues, acerca de esto una ley y juicio».

14 Y acercáronse a él Arquesayo, y Sarsatayo y Malisear, los príncipes de persas y medos, los cerca del rey, los primeros que se sientan cerca de él,

15 y le anunciaron según las leyes como se debe hacer a Astín, la reina, porque no hizo lo por el rey fue ordenado por medio de los eunucos.

16 Y dijo Mucayo al rey y los príncipes: «No al rey sólo ha agraviado Astín, la reina, sino también a todos los príncipes y capitanes del rey.

17 Puesto que se les han referido(d) las palabras de la reina, y cómo contradijo al rey. Así, pues, como contradijo al rey Artajerjes;

18 así hoy las soberanas, las demás, de los príncipes de persas y medos, oyendo al rey dicho por ella, se atreverán igualmente a menospreciar a sus maridos.

19 Si, por tanto, parece al rey, fíjese un decreto real y escríbase según las leyes de los medos y persas, y para que de otra manera no se haga; ni entre ya la reina a él y el reino de ella dé el rey a mujer mejor que ella.

20 Y óigase la ley del rey, la que hiciere en su reino; y así todas las mujeres tributarán honra a sus maridos, de mendigo a rico».

21 Y plugo la palabra al rey y a los príncipes; e hizo el rey según habló Mucayo.

22 Y envió por todo el reino, lugar por lugar, según el dicho de ellos, para que hubiese temor a ellos en sus casas.

2

1 Ester hecha reina Y, después de estas palabras se calmó el furor del rey, y ya no se acordó de Astín, recordando cuanto ella habló, y como la condenó;

2 y dijeron los servidores del rey: «Búsquense, para el rey, jovencillas incorruptas, bellas de faz;

3 y constituirá el rey prefectos en todas las regiones de su reino y elijan jóvenes virginales, hermosas de faz, para Susa, la ciudad; para el gineceo y que sean entregadas al eunuco del rey, al custodio de las mujeres, para que se le dé ungimiento y el restante cuidado.

4 Y la mujer que agradare al rey, reinará en lugar de Astín». Y agradó al rey el hecho e hizo así.

5 Y un hombre había judío en Susa, la ciudad, y su nombre: Mardoqueo, el de Jairo, de Semeías, de Quisayo, de la tribu de Benjamín;

6 el que estaba cautivo desde Jerusalén a la cual había cautivado Nabucodonosor, rey de Babilonia.

7 Y tenía éste una niña adoptiva, hija de Aminadab, hermano de su padre; y su nombre era Ester; pero al transmigrar sus padres, educóla, para sí, para mujer; y era la jovencita hermosa de faz.

8 Y, cuando se oyó la orden del rey, fueron reunidas muchas jovencitas en Susa, la ciudad, bajo mano de Gaí, y fue traída Ester a Gaí, el custodio de las mujeres.

9 Y agradóle la jovencita y halló gracia ante él; y apresuróse a darle ungimiento y lo perteneciente y siete jovencitas señaladas para ella, de la casa real; y tratóla bellamente y a sus doncellas, en el gineceo.

10 Y no manifestó Ester su linaje ni su patria; pues Mardoqueo le mandara no indicar.

11 Pero cada día paseábase Mardoqueo a lo largo del aula femenina, inspeccionando qué sucedía a Ester.

12 Y éste era el tiempo de que la jovencilla entrase al rey, cuando cumplió doce meses. Pues así se cumplen los días del servicio: meses seis, siendo ungidas con óleo mirrino, y meses seis, en los aromas y en los ungüentos de las mujeres:

13 Y entonces entra al rey; y al que él dijere, la entregará, andando ella juntamente con él, desde el gineceo hasta el palacio.

14 A la tarde entra, y hacia la mañana se va al punto al gineceo, el segundo; donde Gaí el eunuco del rey, el custodio de las mujeres; ya no entra al rey, sino se la llama por nombre,

15 Mas, al cumplirse el tiempo de Ester, la hija de Aminadab, hermano de padre de Mardoqueo, para que entrase al rey, nada desdeñó(a) de lo que mandara el eunuco, el custodio de las mujeres; que estaba Ester hallando gracia delante de todos los que la miraban.

16 Y entró Ester a Artajerjes, el rey, el duodécimo mes, que es Adar, el séptimo año de su reinado.

17 Y amó el rey a Ester, y halló gracia, más que todas las doncellas, y le impuso la diadema femenina.

18 E hizo el rey un convite a todos sus amigos y a las potencias, por siete días; y exaltó las bodas de Ester, y remisión hizo a los bajo en su reino.

19 Pero Mardoqueo servía en la corte.

20 Mas Ester no manifestó la patria de ella; que así le mandara Mardoqueo, temer a Dios y hacer sus mandamientos, cuando estaba con él; y Ester no cambió su educación.

21 Y entristeciéronse los dos eunucos del rey, los príncipes de custodia de cuerpo, por haber sido adelantado Mardoqueo, y buscaban matar a Artajerjes, el rey.

22 Y avisóse a Mardoqueo la palabra, y significó a Ester, y ella reveló al rey lo de la trama.

23 Y el rey interrogó a los dos eunucos, y colgólos; y dispuso el rey poner aparte, para memorial, en la regia biblioteca acerca de la benevolencia de Mardoqueo, en encomio.

3

1 Mardoqueo y Amán Pero, después de esto, glorificó el rey Artajerjes a Amán, de Amadatí, Bugeo, y exaltóle; y sentábase primero que todos los amigos de él;

2 y todos los de la corte adorábanle; pues así ordenó el rey hacer; mas, Mardoqueo no le adoraba.

3 Y hablaron los de la corte del rey a Mardoqueo: «Mardoqueo ¿por qué desoyes lo que por el rey es dicho?».

4 Día a día le hablaban; y no les obedecía. Y manifestaron a Amán que Mardoqueo contrariaba las palabras del rey, y manifestóles Mardoqueo que era judío.

5 Y conociendo Amán que no le adora Mardoqueo, se enfureció sobremanera,

6 y determinó borrar a todos los judíos bajo el reino de Artajerjes.

7 E hizo sorteo en año duodécimo del reinado de Artajerjes, y echó suertes día por día, y mes por mes, para perder en un día el linaje de Mardoqueo; y cayó la suerte en el catorceno del mes, que es Adar.

8 Y habló al rey Artajerjes, diciendo: «Hay una gente esparcida entre las gentes, en todo tu reino; pero las leyes de ellos son diversas de las de todas las gentes. Las leyes del rey desobedecen, y no conviene al rey dejarlos.

9 si parece al rey, decrete perderlos, y yo pasaré para el gazofilacio del rey, diez mil talentos de plata».

10 Y quitando el rey su anillo, lo puso en manos de Amán, para sellar lo escrito contra los judíos.

11 Y dijo el rey a Amán: «La plata, por cierto, ten para ti; pero de la gente úsala como quieres».

12 Y fueron llamados los escribas del rey, en mes primero, el trece, y escribieron como ordenó Amán, a los estrategos y a los príncipes de todas las regiones, desde India hasta Etiopía, a las ciento veintisiete regiones, y a los príncipes de las gentes según el habla de ellas, por Artajerjes, el rey.

13 Y se envió por carteros, al reino de Artajerjes, borrar el linaje de los judíos en día uno del mes duodécimo, que es Adar, y arrebatar los bienes de ellos. Y de la epístola, ésta es la copia: «El rey grande Artajerjes, a los que desde la India hasta la Etiopía en las ciento veintisiete regiones, son sátrapas y prefectos subordinados, esto escribe: «Aunque tenga el imperio de muchos reinos y haya subordinado toda la tierra, no he querido engreírme con la altivez del poder ensoberbecido, sino gobernar más equitativamente y con suavidad siempre asegurando a los súbditos una vida perpetuamente tranquila y disponer la quietud y seguridad del reino hasta los confines, ofreciendo renovar también la de todos los hombres que desean la paz. Pero, preguntando a mis consejeros cómo llevar esto a término Amán, por cordura, entre nosotros, distinguido, y en benevolencia invariablemente firme, en fidelidad, probado y el segundo que los regios honores ha alcanzado: nos ha manifestado que en todas las regiones, con el pueblo está mezclado cierto enemigo nuestro, por sus leyes opuesto a toda gente, y de los reyes preteriendo continuamente las ordenaciones, para no ajustarse a las medidas irreprensiblemente dictadas. Habiendo, pues, considerado que esta gente solísima está en contradicción con todo, y que siempre todo hombre(a) considera la institución de leyes peregrinas permutando, y, malévola con nuestras cosas, los pésimos consuman(b) males para esto: para impedir que el reino a firmeza no llegue. Hemos, pues, ordenado que los que se os señalan en lo escrito por Amán, el puesto sobre los negocios, y segundo padre nuestro, todos, con sus mujeres, e hijos sean de raíz exterminados por la espada de sus enemigos, sin misericordia ni perdón, el catorceno del duodécimo mes de Adar del presente año; a fin de que los antes y ahora enemigos, en un solo día, violentamente bajen al infierno por muerte violenta, y en el tiempo venidero sea nuestro gobierno firme, e imperturbable hasta el fin de las cosas».

14 Y las copias de las epístolas se publicaron en cada región, y se ordenó a todas las gentes estar prontas para ese día.

15 Y apresuróse el negocio, también en Susa; mas el rey y Amán se banqueteaban pero la ciudad se turbaba.

4

1 Consternación de los judíos. Mardoqueo y Ester deliberan. Pero Mardoqueo, sabiendo lo que pasaba, rasgó sus vestiduras y se vistió de saco y se espolvoreó con ceniza, y precipitándose por las calles de la ciudad; gritaba con voz grande: «Arrebátese a una gente que nada ha prevaricado».

2 Y vino hasta la puerta del rey, y detúvose; pues no le era lícito entrar en el aula teniendo saco y ceniza.

3 Y en toda región, donde se publicaban las letras, hubo vociferación y plañido y luto grande, para los judíos, y se echaron saco y ceniza.

4 Y entraron las doncellas y los eunucos de la reina, y anunciáronle; y conturbóse oyendo lo sucedido, y envió a que se vestimentara Mardoqueo y se quitara el saco; pero él no obedeció.

5 Mas Ester llamó a Acratayo, el eunuco de ella, que la asistía y envió a saber ella misma de Mardoqueo lo exacto.

6 --(a)

7 Y Mardoqueo le manifestó lo sucedido y la promesa que prometió Amán al rey: para el tesoro de talentos diez mil, para quien perdiese a los judíos;

8 y la copia del edicto publicado para perderlos diole para mostrar a Ester. Y díjole mandarla que entrando suplicase al rey a rogarle por el pueblo: «Acordándote de los días de tu humillación; cómo te criaste en mano mía; por esto, porque Amán, el segundo después del rey, ha hablado contra nosotros de muerte; invoca al Señor, y habla al rey acerca de nosotros, para librarnos de la muerte».

9 Y, entrando Acratayo le habló todas estas palabras.

10 Y dijo Ester a Acratayo: «Ve a Mardoqueo y di,

11 que las gentes todas del reino conocen que todo hombre o mujer que entrare al rey, en el aula interior, sin ser llamado, no tiene para él salvación, fuera del a quien extendiere el rey la áurea vara, porque sólo ese se salvará; y ya no he sido llamada a entrar al rey, en estos treinta días».

12 Y anunció Acratayo a Mardoqueo todas estas palabras de Ester.

13 Y dijo Mardoqueo a Acratayo: «Ve y dile»: «Ester, no te digas que salvarás sola en el reino, de entre todos los judíos.

14 Porque, si desoyeres en esta sazón, de otra parte vendrá auxilio y protección a los judíos; tú, empero, y la casa de tu padre, pereceréis. Y ¿quién sabe si para esta razón has sido entronizada?».

15 Y reenvió Ester al que llegó a ella, a Mardoqueo, diciendo:

16 «Caminando, congrega a los judíos, los de Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis por tres días, noche y día; y yo y mis doncellas no comeremos, y entonces entraré al rey, contra la ley, aun cuando yo debiere perecer»

17 Y, caminando Mardoqueo, hizo cuanto le mandó Ester, y rogó a Señor acordándose de todas las obras del Señor y dijo: «Señor, Señor, rey todopoderoso, pues en tu poder todo está, y no hay quien te contradiga, queriendo tú salvar a Israel; porque tú has hecho el cielo y la tierra, y todo lo maravilloso que hay(b) debajo del cielo; tú, Señor, eres de todo; y no hay quien se oponga al Señor. Tú todo conoces; tú sabes, Señor, que no en altanería, ni en soberbia, ni en vana gloria he hecho esto: de no adorar al soberbio Amán; (porque placíame besar las plantas de sus pies, para salvación de Israel) sino que hice esto por no poner gloria de hombre sobre la gloria de Dios. Y no adoraré a nadie sino a ti, mi Señor, y no lo haré en soberbia. Y ahora, Señor, el Dios, el rey, el Dios de Abrahán, apiádate de tu pueblo; porque nos miran para perdición, y han deseado perder desde principio la heredad tuya. No te desentiendas de la porción tuya que te has redimido, de tierra de Egipto. Escucha mi plegaria y reconcíliate con tu heredad y trueca nuestro llanto en regocijo; para que, viviendo, cantemos tu nombre, Señor, y no destruyas la boca de los que te loan, Señor». Y todo Israel vociferó con fuerza, porque tenían la muerte en sus ojos. Y Ester, la reina, se refugió en el Señor, en agonía de muerte abandonada, y quitándose las vestiduras de su gloria, púsose vestiduras de angustia y luto, y en vez de los soberbios perfumes, de ceniza y fimo llenó su cabeza; de polvo y ceniza, y su cuerpo humilló sobremanera; y todo sitio de su atavío de regocijo llenó de retorcidos(c) cabellos suyos. Y oró al Señor, Dios de Israel y dijo: «Señor mío, rey nuestro, tú eres sólo, ampárame a la sola que no tiene amparador sino a ti; pues el peligro está en mi mano. Yo oía, de mi linaje, de la tribu de mi familia, que tú, Señor, has tomado a Israel de todas las gentes, y a nuestros padres, de todos sus progenitores, en herencia eterna; y les has hecho, cuanto has hablado. Y ahora hemos pecado ante tu faz, y nos has entregado en manos de nuestros enemigos; por cuanto hemos glorificado a los dioses de ellos. Justo eres, Señor, y ahora no se han contentado con la amargura de nuestra servidumbre, sino puesto sus manos sobre las manos de sus ídolos, para quitar la determinación de tu boca, desvanecer la herencia tuya; obturar la boca de los que alaban; extinguir la gloria de tu casa y tu altar; y abrir la boca de las gentes para oír(d) virtudes de los vanos(e) y para ser maravillado rey carnal por el siglo. No entregues, Señor, tu cetro a los que no son; y no se rían en nuestra caída, sino vuelve su determinación contra ellos; y al que ha empezado contra nosotros, pon por ejemplo. Acuérdate, Señor, conózcasete en tiempo de nuestra tribulación; y a mí envalentona, rey de los dioses, y sobre toda dominación poderoso. Da palabra bien sonante a mi boca a faz del león, y muda el corazón de él en odio del que guerrea contra nosotros, para consumación de él y de los que sienten como él. Mas a nosotros salva en tu mano, y ampárame a la sola y que no tiene sino a ti, Señor. De todas las cosas conocimiento tienes, y sabes que he aborrecido la gloria de impíos, y abomino el lecho de incircuncisos y de todo extraño. Tú sabes mi necesidad, que abomino la señal de mi soberbia que está sobre mi cabeza en días de mi ostentación. Abomínolo como trapo de menstruo, y no lo llevo en días de mi reposo. Y no ha comido tu sierva mesa(f) de Amán; y no he glorificado simposio(g) de rey, ni bebido vino de libaciones; y no se ha regocijado tu sierva, desde el día de mi translación hasta ahora; sino en ti, Señor, Dios de Abrahán. El Dios, el fuerte sobre todos, escucha la voz de los desesperados y líbranos de mano de los malobrantes, y líbrame de mi temor».

5

1 Ester ante el rey. Convida a éste y a Amán a comer con ella. Y aconteció en el día tercero, cuando cesó de orar, que se quitó las vestiduras de la servidumbre y se revistió de su gloria; y, hecha esplendorosa, invocando al de todo mirador Dios y salvador, tomó consigo las dos doncellas; y en la una se apoyaba como delicadísima, pero la otra seguía aligerando su vestimenta; y ella, sonrosada de colmo de su hermosura. Y su rostro, alegre, como amable; su corazón, empero, estrechado del temor. Y, entrando por todas las puertas, paróse delante del rey; y él estaba sentado en el trono de su reino, y de toda estola de su esplendidez revestido todo entre oro y piedras preciosas; y estaba amedrentador sobremanera. Y, alzando su semblante, encendido de gloria, en colmo de furor miró. Y cayó la reina, y demudó su color en desmayo; y reclinóse sobre la cabeza de la doncella que la precedía. Y mudó Dios el espíritu del rey en mansedumbre; y, espantado, salió de su trono, y tomóla en sus brazos hasta que se recobró. Y consolábala con palabras pacíficas, y le dijo: «¿Qué hay Ester? Yo, tu hermano; consuélate: no morirás, no. Porque el decreto es para el común de las gentes, no es para nosotros: acércate».

2 Y, levantando la áurea vara, puso sobre su cerviz, y saludóla y dijo: «Háblame». Y díjole: «Te he visto, señor, cual a un ángel de Dios y se ha conturbado mi corazón de temor de tu gloria; pues maravilloso eres, señor, y tu semblante de gracias henchido». Pero, mientras hablaba cayó en delirio; y el rey se conturbó y todo su séquito la consolaba.

3 Y dijo el rey: «¿Qué quieres Ester? ¿O cuál es tu petición? Hasta la mitad de mi reino será para ti».

4 Y dijo Ester: «Día mío señalado es hoy, si, pues parece al rey, venga él mismo y Amán al convite que haré hoy».

5 Y dijo el rey: «Apresurad a Amán, porque hagamos la palabra de Ester». Y vienen ambos al convite que dijo Ester.

6 Pero, en la bebida del vino, dijo el rey a Ester: «¿Qué hay, reina Ester? y será, cuanto pidieres».

7 Y dijo Ester: «Mi ruego y petición:

8 si he hallado gracia en los ojos del rey, venga el rey y Amán aún mañana al convite que les haré; y mañana lo haré».

9 Y salió Amán de delante del rey muy gozoso regocijado; pero, al ver Amán a Mardoqueo, al judío en el aula, se airó sobremanera.

10 Y, entrando en lo propio, llamó a los amigos y a Zosara, su mujer,

11 y mostróles sus riquezas y la gloria de que el rey le rodeó y cómo le hizo primer y regir el reino.

12 Y dijo Amán: «No ha llamado la reina con el rey, a nadie al convite sino a mí; también para mañana he sido llamado.

13 Y esto no me place, cuando veo a Mardoqueo, el judío, en el aula».

14 Y díjole Zosara, su mujer y los amigos: «Córtate madero de codos cincuenta, y al alba di al rey, y sea colgado Mardoqueo en el madero; y tú entra al convite con el rey y regocíjate». Y plugo la palabra a Amán, y preparóse el madero.

6

1 Exaltación de Mardoqueo Pero el Señor alejó el sueño del rey, aquella noche; y dijo a su servidor que le trajera las escrituras —memorias de los días, para que le leyera.

2 Y halló las escrituras, las escritas sobre Mardoqueo, cómo anunció al rey acerca de los dos eunucos del rey, al custodiar ellos y buscar echar las manos a Artajerjes.

3 Y dijo el rey: «¿Qué gloria o gracia hicimos a Mardoqueo?» Y dijeron los servidores del rey: «No le hiciste nada».

4 Pero, mientras preguntaba el rey acerca de la benevolencia de Mardoqueo, he aquí Amán en el aula. Y dijo el rey: «¿Quién está en el aula?» Pero Amán había ido a hablar al rey para colgar a Mardoqueo en el madero que preparó.

5 Y dijeron los servidores del rey: «He aquí Amán está en el aula». Y dijo el rey: «Llamadle».

6 Y dijo el rey a Amán: «¿Qué haré al hombre a quien yo quiero glorificar?». Y dijo dentro de sí Amán: «¿A quién quiere el rey glorificar sino a mí?»

7 Y dijo al rey: «Al hombre a quien el rey quiere glorificar.

8 Traigan los niños del rey viste bísina que el rey se viste, y bridón en que el rey sube,

9 y dése a uno de los amigos del rey, los gloriosos, y revista al hombre a quien el rey ama; y súbale en el bridón, y pregone por la vía de la ciudad diciendo: Así será a todo hombre a quien el rey glorifica».

10 Y dijo el rey a Amán: «Bellamente has hablado: así haz a Mardoqueo, el judío, el que sirve en el aula, y no caiga palabra tuya de las que has hablado».

11 Y tomó Amán la veste y el bridón; y vistió a Mardoqueo y subióle en el bridón, y atravesó la vía de la ciudad, y pregonó, diciendo: «Así será a todo hombre a quien el rey quiere glorificar».

12 Y volvió Mardoqueo al aula, y Amán volvió a lo propio contristado, cabizbajo.

13 Y contó Amán lo a él sucedido a Zosara, su mujer y a los amigos, y dijéronle los amigos y la mujer: «Si del linaje de judíos es Mardoqueo, has empezado a ser humillado ante él: cayendo caerás, y no podrás vengarte, no; pues el Dios viviente está con él».

14 Aun hablando ellos, vienen los eunucos, apresurando a Amán a la potación que preparó Ester.

7

1 Amán colgado Y entró el rey y Amán a beber con la reina.

2 Y dijo el rey a Ester, el segundo día, en la potación: «¿Qué hay, Ester reina, y cuál es tu ruego, y cuál es tu petición? Y séate hasta mitad de mi reino?».

3 Y respondiendo, dijo: «Si he hallado gracia en los ojos del rey, dése el alma a mi ruego, y mi pueblo a mi petición.

4 Pues hemos sido vendidos así yo, como mi pueblo en perdición y despojo y servidumbre, nosotros y nuestros hijos en muchachos y muchachas; y no oí(a); pues no digno el calumniador del aula del rey».

5 Y dijo el rey: «¿Quién es ese que se ha atrevido a hacer este hecho?».

6 Y dijo Ester: «El enemigo es Amán, el malvado éste». Y Amán conturbóse ante el rey y la reina.

7 Pero el rey se levantó del simposio al huerto; pero Amán suplicaba a la reina; pues se veía en males estar.

8 Y volvió el rey del huerto; pero Amán se había inclinado sobre el lecho, rogando a la reina. Y dijo el rey: «Conque ¿hasta a la mujer viola en mi casa?». Y Amán, oyendo, demudóse.

9 Y dijo Gugatán, uno de los eunucos, al rey: «He aquí también un madero aparejó Amán para Mardoqueo, el que habló a favor del rey; y está erigido en lo de Amán, madero de codos cincuenta». Y dijo el rey: «Crucifíquesele en él».

10 Y colgóse a Amán del madero que aparejó para Mardoqueo. Y entonces el rey se calmó del furor.

8

1 Derogación del edicto contra los judíos Y en el mismo día el rey Artajerjes donó a Ester cuanto poseía Amán, el calumniador; y Mardoqueo fue llamado por el rey porque manifestó Ester que era de casa de ella.

2 Y tomó el rey el anillo que quitó a Amán, y lo dio a Mardoqueo, y constituyó Ester a Mardoqueo sobre todo lo de Amán.

3 Y, añadiendo, habló al rey y postróse a sus plantas; y rogaba quitar la maldad de Amán, y cuanto hizo a los judíos.

4 Y extendió el rey a Ester la vara, la áurea; y se levantó Ester a asistir al rey,

5 y dijo Ester: «Si te parece y he hallado gracia en tus ojos, envíese a que se devuelvan las escrituras, las enviadas por Amán, las escritas para perder a los judíos, que están en tu reino;

6 pues ¿cómo podré ver el mal tratamiento de mi pueblo, y cómo podré salvar en la perdición de mi patria?».

7 Y dijo el rey a Ester: «Si todos los haberes de Amán te he dado y agraciado, y a él mismo he suspendido en el madero, porque las manos echó a los judíos ¿qué más buscas aún?.

8 Escribid también vosotros en mi nombre, como os parezca y sellad, con mi anillo; pues cuanto se escribe, mandando el rey, y se sella con mi anillo, no puede ser revocado».

9 Y fueron llamados los escribas en el primer mes, que es Nisán, el veintitrés del mismo año y se escribió a los judíos, cuanto mandó a los ecónomos y a los príncipes de los sátrapas, desde la India hasta la Etiopía, a ciento veintisiete sátrapas, según región y región, según el habla de ellos.

10 Y se escribió por el rey y selló con su anillo; y se enviaron las escrituras por carteros;

11 como les mandó usar de sus leyes en toda ciudad, y auxiliarles y tratar a sus contradictores y contrarios, como quieren.

12 Esto es en el día uno en todo el reino de Artajerjes, el trece del duodécimo mes, que es Adar.

13 De las cuales es copia, de la epístola, lo abajo escrito: «Rey grande Artajerjes, a los, desde la India hasta la Etiopía, a ciento veintisiete satrapías, de regiones príncipes, y a los que en lo nuestro piensan, salud.» Muchos con la mayor de los bienhechores bondad más a menudo honrados, más altamente han pensado; y no sólo a los a nosotros sometidos buscan mal hacer; y la hartura no pudiendo sobrellevar, hasta contra los propios bienhechores tratan de maquinar. Y la gratitud no sólo de los hombres quitando, sino que también con las, de inusitados bienes, pompas levantados y del que todo mira siempre: Dios, la del mal odiadora sueñan evitar sentencia. Pero muchas veces también a muchos de los en potestades constituidos, de los delegados para administrar de los amigos los negocios; habiéndoles alguna solicitación, partícipes de sangres inocentes constituidos, ha envuelto en calamidades incurables, con el de la artería mentido engaño, engañando la de los gobernantes sencilla probidad.(a) Que miréis conviene (no tanto, por las antiguas que hemos indicado, historias) cuanto está ante las plantas, vosotros que investigáis: lo consumado por la de los de lo injusto mandaste, pestilencia, y que atendáis a lo de después de esto; a que el reino no turbado a todos los hombres, con paz brindaremos, no usando de mudanzas y lo que bajo la vista viene, juzgando siempre con más equitativa acogida.(b) Así, pues, Amán, de Amadatí, macedón, en realidad de verdad, ajeno a la de los persas sangre, y muy distanciado de nuestra bondad, peregrino para nosotros logra la que tenemos con toda gente filantropía, tanto que fue llamado nuestro padre y adorado por todos, la segunda del real trono persona desempeñando. No llevando, empero, la soberbia, pretendió del principado despojarnos y del espíritu; y a nuestro salvador y siempre bienhechor, Mardoqueo, y a la intachable del reino compañera, Ester, con toda la de éstos gente, por múltiples de arterías enredos, buscando para perdición.(c) Pues, por estos modos creyó cogernos solitarios, para la de los persas dominación a la de los macedones transferir. —Empero nosotros a los por tres veces malvados entregados a exterminio judíos hallamos no malhechores ser, sino por justísimas gobernarse leyes, y ser hijos del altísimo, máximo, viviente Dios, el que ha enderezado así a nosotros como a nuestros progenitores, el reino en la más hermosa disposición. Hermosamente, pues, haréis no usando las por Amán, de Amadatí, enviadas escrituras; por haber sido el mismo que esto tramó, en las puertas de Susa, crucificado con toda la familia; la condigna el todopoderoso Dios en breve, devolviéndole condena.(d) Pero la copia de esta epístola publicada en todo lugar con libertad; permitir(e) a los judíos usar sus leyes, y auxiliarles para que en los que, en tiempo de tribulación se alzaron contra ellos, así venguen el trece del duodécimo mes, Adar, el mismo día. Porque está el omnipotente Dios, en vez de perdición del elegido linaje, les ha hecho alegría(f). Y vosotros, pues, en vuestras renombradas festividades, insigne día, con todo regocijo, pasad, a fin de que ahora y después de esto, salud sea para nosotros y todos los benévolos con persas; pero, para los que traman contra nosotros memorial de la perdición. Mas toda ciudad o región doquiera la que esto no hiciere, a lanza y fuego consumida será con ira. No sólo a hombres inaccesible, sino también a las fieras y volátiles, por todo tiempo aborrecidísima, será puesta. Y las copias publíquense visiblemente en todo reino; y prontos estar(g) todos los judíos para ese día, a guerrear contra sus adversarios.

14 Ellos, pues, los jinetes salieron presurosos lo por el rey dicho a ejecutar; y se publicó el edicto también en Susa.

15 Y Mardoqueo salió vestido de la regia veste, y corona llevando áurea, y diadema, y bísino purpúreo; y viendo los de Susa regocijáronse.

16 Y para los judíos hubo luz y alegría.

17 Y por ciudad y región, donde se publicó el edicto; gozo y alegría; para los judíos, festín y alegría; y muchos de los gentiles se circuncidaron, y judaizaban, por el temor de los judíos.

9

1 Vindicta de los judíos Y así, el duodécimo mes, el trece del mes, que es Adar, en que debían cumplirse las escrituras escritas por el rey,

2 en el mismo día perecieron los adversarios de los judíos; pues nadie se opuso a ellos, temiéndolos.

3 Pues los príncipes de los sátrapas y los soberanos y los reales escribas honraban a los judíos haciendo que el temor a Mardoqueo se posaba sobre ellos.

4 Pues habíales llegado el edicto del rey de que se le nombrase(a) en todo el reino.

5 --(b)

6 Y en Susa, la ciudad, mataron los judíos a quinientos varones;

7 y a Farsanés, y Delfón, y Fasgá:

8 y a Faradatá y Bareá, y Sarbacá;

9 y a Marsimá y Rufayo y Arsayo y Zabutayo,

10 los diez hijos de Amán, de Amadatí, Bugeo, el enemigo de los judíos, y despojaron

11 en el mismo día. Y se entregó al rey el número de los perecidos en Susa.

12 Y dijo el rey a Ester: «Han perdido los judíos en Susa la ciudad, quinientos varones; pero en el contorno ¿cómo crees que han procedido? ¿Qué, pues, pides aún, y te será dado?»

13 Y dijo Ester al rey: «Dése a los judíos proceder así mañana, para colgar a los diez hijos de Amán».

14 Y lo concedió así; y permitió a los judíos de la ciudad colgar los cuerpos de los hijos de Amán.

15 Y juntáronse los judíos en Susa el catorce de Adar, y mataron a trescientos varones; pero nada despojaron;

16 pero los demás judíos, los que había en el reino, se juntaron y auxiliáronse y se defendieron de los contrarios, pues mataron de ellos a cincuenta mil el trece de Adar; y nada despojaron.

17 Y reposaron el catorce del mismo mes, y pasáronlo día de reposo con regocijo y alegría.

18 Y los judíos de Susa, la ciudad, juntáronse también el catorce y reposaron; y pasaron el quince con regocijo y alegría.

19 Por esto los judíos, los dispersos en toda región, la de fuera, pasan el catorce de Adar, día bueno, con alegría, enviando porciones cada uno al prójimo.

20 Y escribió Mardoqueo estas palabras en una carta que envió a los judíos, cuantos había en el reino de Artajerjes, a los de cerca y a los de lejos;

21 para que instituyeran estos días, buenos, y celebraran el catorce y el quince de Adar;

22 (pues en estos días reposaron los judíos, de sus enemigos); y el mes en que hubo trueque para ellos (el que era Adar) de llanto en gozo, y de tristeza en buen día, celebraran entero; días buenos de bodas y alegría, enviando porciones a los amigos y a los mendigos.

23 Y aceptaron los judíos, según les escribió Mardoqueo:

24 cómo Amán de Amadatí, el macedón, guerreaba contra ellos, según tiró decreto y suerte de aniquilarlos;

25 y cómo entró al rey, pidiendo que colgara a Mardoqueo; mas cuantos males intentó traer sobre los judíos, sobre él vinieron, y fue colgado él mismo y sus hijos en los maderos.

26 Por esto fueron llamados estos días fruraí(c), por las suertes, pues en la lengua de ellos se llaman fruraí, por las palabras de esta epístola, y cuánto padecieron por esto y cuánto les aconteció;

27 y estableció; y tomaron los judíos sobre sí, y sobre su simiente y sobre los agregados a ellos; ni a la verdad de otra suerte procederán. Y estos días, memorial perfecto, por generación y generación, y ciudad, y patria y región.

28 Y estos días de los fruraí celebrados serán por todo el tiempo, y la memoria de ellos no desfallecerá, no, de las generaciones.

29 Y escribió Ester, la reina, hija de Aminadab, y Mardoqueo, el judío, cuanto hicieron y el afianzamiento de la epístola de los fruraí.

30 --

31 (9:30) Y Mardoqueo y Ester, la reina, estatuyeron(d) para sí de por sí, y entonces(e) estatuyendo, a causa de la salvación suya, también el consejo(f) de ellos.

32 (9:31) Y Ester con palabra estatuyó por el siglo; y fue escrito para memorial.

10

1 El sueño de Mardoqueo Y dispuso el rey tributos sobre el reino, así de la tierra como del mar.

2 Y su poder y fortaleza; sus riquezas y la gloria de su reino; están escritos en el libro de los reyes de persas y medos para memorial.

3 Pero Mardoqueo desempeñaba el cargo más importante del reino, después del rey Artajerjes, y grande era en el reino y glorificado por los judíos, y amado, narraba su educación a toda su gente. Y dijo: «De Dios ha venido esto; pues acuérdome del sueño que vi acerca de estas palabras; pues no ha pasado de ellas palabra alguna. La pequeña fuente, la que se hizo río, y era luz y sol y agua mucha, —Ester es el río con la que se casó el rey e hizo reina; y los dragones, yo soy y Amán; empero las gentes reunidas para borrar el nombre de los judíos y la gente mía, éste es Israel, los que clamaban a Dios y fueron salvos. Y salvó el Señor a su pueblo, y nos libró el Señor de todos estos males; he hizo Dios las señales grandes las que no han sido en las gentes. Por esto hizo suertes dos: una para el pueblo de Dios, y una para todas las gentes. Y vinieron estas dos suertes a hora y sazón, y a día de juicio, delante de Dios y a todas las gentes. Y acordóse Dios de su pueblo y justificó a su heredad. Y serán para ellos estos días en el mes de Adar, el catorce y el quince del mes, con reunión y gozo y alegría, delante de Dios, por generación por el siglo, en su pueblo de Israel. (11:1) Envío del libro de Ester al Egipto y al mundo helénico. El año cuarto reinando Ptolomeo y Cleopatra trajo Dositeo, que decía ser sacerdote y levita y Ptolomeo, su hijo, la presente epístola(a) de los fruraís que dijeron ser y haber interpretado Lisímaco, de Ptolomeo, el de Jerusalén.