1

1 Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos,

2 sino que en la ley del SEÑOR se deleita, y día y noche medita en ella.

3 Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!

4 En cambio, los malvados son como paja arrastrada por el viento.

5 Por eso no se sostendrán los malvados en el juicio, ni los pecadores en la asamblea de los justos.

6 Porque el SEÑOR cuida el camino de los justos, mas la senda de los malos lleva a la perdición.

2

1 ¿Por qué se sublevan las naciones, y en vano conspiran los pueblos?

2 Los reyes de la tierra se rebelan; los gobernantes se confabulan contra el SEÑOR y contra su ungido.

3 Y dicen: «¡Hagamos pedazos sus cadenas! ¡Librémonos de su yugo!»

4 El rey de los cielos se ríe; el SEÑOR se burla de ellos.

5 En su enojo los reprende, en su furor los intimida y dice:

6 «He establecido a mi rey sobre Sión, mi santo monte.»

7 Yo proclamaré el decreto del SEÑOR: «Tú eres mi hijo», me ha dicho; «hoy mismo te he engendrado.

8 Pídeme, y como herencia te entregaré las naciones; ¡tuyos serán los confines de la tierra!

9 Las gobernarás con puño de hierro; las harás pedazos como a vasijas de barro.»

10 Ustedes, los reyes, sean prudentes; déjense enseñar, gobernantes de la tierra.

11 Sirvan al SEÑOR con temor; con temblor ríndanle alabanza.

12 Bésenle los pies, no sea que se enoje y sean ustedes destruidos en el camino, pues su ira se inflama de repente. ¡Dichosos los que en él buscan refugio!

3

1 Salmo de David, cuando huía de su hijo Absalón. Muchos son, SEÑOR, mis enemigos; muchos son los que se me oponen,

2 y muchos los que de mí aseguran: «Dios no lo salvará.» Selah

3 Pero tú, SEÑOR, me rodeas cual escudo; tú eres mi gloria; ¡tú mantienes en alto mi cabeza!

4 Clamo al SEÑOR a voz en cuello, y desde su monte santo él me responde. Selah

5 Yo me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar, porque el SEÑOR me sostiene.

6 No me asustan los numerosos escuadrones que me acosan por doquier.

7 ¡Levántate, SEÑOR! ¡Ponme a salvo, Dios mío! ¡Rómpeles la quijada a mis enemigos! ¡Rómpeles los dientes a los malvados!

8 Tuya es, SEÑOR, la salvación; ¡envía tu bendición sobre tu pueblo! Selah

4

1 Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Salmo de David. Responde a mi clamor, Dios mío y defensor mío. Dame alivio cuando esté angustiado, apiádate de mí y escucha mi oración.

2 Y ustedes, señores, ¿hasta cuándo cambiarán mi gloria en vergüenza? ¿Hasta cuándo amarán ídolos vanos e irán en pos de lo ilusorio? Selah

3 Sepan que el SEÑOR honra al que le es fiel; el SEÑOR me escucha cuando lo llamo.

4 Si se enojan, no pequen; en la quietud del descanso nocturno examínense el corazón. Selah

5 Ofrezcan sacrificios de justicia y confíen en el SEÑOR.

6 Muchos son los que dicen: «¿Quién puede mostrarnos algún bien?» ¡Haz, SEÑOR, que sobre nosotros brille la luz de tu rostro!

7 Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría, alegría mayor que la que tienen los que disfrutan de trigo y vino en abundancia.

8 En paz me acuesto y me duermo, porque sólo tú, SEÑOR, me haces vivir confiado.

5

1 Al director musical. Acompáñese con flautas. Salmo de David. Atiende, SEÑOR, a mis palabras; toma en cuenta mis gemidos.

2 Escucha mis súplicas, rey mío y Dios mío, porque a ti elevo mi plegaria.

3 Por la mañana, SEÑOR, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos, y quedo a la espera de tu respuesta.

4 Tú no eres un Dios que se complazca en lo malo; a tu lado no tienen cabida los malvados.

5 No hay lugar en tu presencia para los altivos, pues aborreces a los malhechores.

6 Tú destruyes a los mentirosos y aborreces a los tramposos y asesinos.

7 Pero yo, por tu gran amor puedo entrar en tu casa; puedo postrarme reverente hacia tu santo templo.

8 SEÑOR, por causa de mis enemigos, dirígeme en tu justicia; empareja delante de mí tu senda.

9 En sus palabras no hay sinceridad; en su interior sólo hay corrupción. Su garganta es un sepulcro abierto; con su lengua profieren engaños.

10 ¡Condénalos, oh Dios! ¡Que caigan por sus propias intrigas! ¡Recházalos por la multitud de sus crímenes, porque se han rebelado contra ti!

11 Pero que se alegren todos los que en ti buscan refugio; ¡que canten siempre jubilosos! Extiende tu protección, y que en ti se regocijen todos los que aman tu nombre.

12 Porque tú, SEÑOR, bendices a los justos; cual escudo los rodeas con tu buena voluntad.

6

1 Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Sobre la octava. Salmo de David. No me reprendas, SEÑOR, en tu ira; no me castigues en tu furor.

2 Tenme compasión, SEÑOR, porque desfallezco; sáname, SEÑOR, que un frío de muerte recorre mis huesos.

3 Angustiada está mi alma; ¿hasta cuándo, SEÑOR, hasta cuándo?

4 Vuélvete, SEÑOR, y sálvame la vida; por tu gran amor, ¡ponme a salvo!

5 En la muerte nadie te recuerda; en el sepulcro, ¿quién te alabará?

6 Cansado estoy de sollozar; toda la noche inundo de lágrimas mi cama, ¡mi lecho empapo con mi llanto!

7 Desfallecen mis ojos por causa del dolor; desfallecen por culpa de mis enemigos.

8 ¡Apártense de mí, todos los malhechores, que el SEÑOR ha escuchado mi llanto!

9 El SEÑOR ha escuchado mis ruegos; el SEÑOR ha tomado en cuenta mi oración.

10 Todos mis enemigos quedarán avergonzados y confundidos; ¡su repentina vergüenza los hará retroceder!

7

1 Sigaión de David, que elevó al SEÑOR acerca de Cus el benjaminita. ¡Sálvame, SEÑOR mi Dios, porque en ti busco refugio! ¡Líbrame de todos mis perseguidores!

2 De lo contrario, me devorarán como leones; me despedazarán, y no habrá quien me libre.

3 SEÑOR mi Dios, ¿qué es lo que he hecho? ¿qué mal he cometido?

4 Si le he hecho daño a mi amigo, si he despojado sin razón al que me oprime,

5 entonces que mi enemigo me persiga y me alcance; que me haga morder el polvo y arrastre mi honra por los suelos. Selah

6 ¡Levántate, SEÑOR, en tu ira; enfréntate al furor de mis enemigos! ¡Despierta, oh Dios, e imparte justicia!

7 Que en torno tuyo se reúnan los pueblos; reina sobre ellos desde lo alto.

8 ¡El SEÑOR juzgará a los pueblos! Júzgame, SEÑOR, conforme a mi justicia; págame conforme a mi inocencia.

9 Dios justo, que examinas mente y corazón, acaba con la maldad de los malvados y mantén firme al que es justo.

10 Mi escudo está en Dios, que salva a los de corazón recto.

11 Dios es un juez justo, un Dios que en todo tiempo manifiesta su enojo.

12 Si el malvado no se arrepiente, Dios afilará la espada y tensará el arco;

13 ya ha preparado sus mortíferas armas; ya tiene listas sus llameantes saetas.

14 Miren al preñado de maldad: Concibió iniquidad y parirá mentira.

15 Cavó una fosa y la ahondó, y en esa misma fosa caerá.

16 Su iniquidad se volverá contra él; su violencia recaerá sobre su cabeza.

17 ¡Alabaré al SEÑOR por su justicia! ¡Al nombre del SEÑOR altísimo cantaré salmos!

8

1 Al director musical. Sígase la tonada de «La canción del lagar». Salmo de David. Oh SEÑOR, soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra! ¡Has puesto tu gloria sobre los cielos!

2 Por causa de tus adversarios has hecho que brote la alabanza de labios de los pequeñitos y de los niños de pecho, para silenciar al enemigo y al rebelde.

3 Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que allí fijaste,

4 me pregunto: «¿Qué es el hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano , para que lo tomes en cuenta?»

5 Pues lo hiciste poco menos que un dios, y lo coronaste de gloria y de honra:

6 lo entronizaste sobre la obra de tus manos, todo lo sometiste a su dominio;

7 todas las ovejas, todos los bueyes, todos los animales del campo,

8 las aves del cielo, los peces del mar, y todo lo que surca los senderos del mar.

9 Oh SEÑOR, soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!

9

1 &Al director musical. Sígase la tonada de «La muerte del hijo». Salmo de David.Álef Quiero alabarte, SEÑOR, con todo el corazón, y contar todas tus maravillas.

2 Quiero alegrarme y regocijarme en ti, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo.

3 &Bet Mis enemigos retroceden; tropiezan y perecen ante ti.

4 Porque tú me has hecho justicia, me has vindicado; tú, juez justo, ocupas tu trono.

5 &Guímel Reprendiste a los paganos, destruiste a los malvados; ¡para siempre borraste su memoria!

6 Desgracia sin fin cayó sobre el enemigo; arrancaste de raíz sus ciudades, y hasta su recuerdo se ha desvanecido.

7 &He Pero el SEÑOR reina por siempre; para emitir juicio ha establecido su trono.

8 Juzgará al mundo con justicia; gobernará a los pueblos con equidad.

9 &Vav El SEÑOR es refugio de los oprimidos; es su baluarte en momentos de angustia.

10 En ti confían los que conocen tu nombre, porque tú, SEÑOR, jamás abandonas a los que te buscan.

11 &Zayin Canten salmos al SEÑOR, el rey de Sión; proclamen sus proezas entre las naciones.

12 El vengador de los inocentes se acuerda de ellos; no pasa por alto el clamor de los afligidos.

13 &Jet Ten compasión de mí, SEÑOR; mira cómo me afligen los que me odian. Sácame de las puertas de la muerte,

14 para que en las puertas de Jerusalén proclame tus alabanzas y me regocije en tu salvación.

15 &Tet Han caído los paganos en la fosa que han cavado; sus pies quedaron atrapados en la red que ellos mismos escondieron.

16 Al SEÑOR se le conoce porque imparte justicia; el malvado cae en la trampa que él mismo tendió. Higaión. Selah

17 &Yod Bajan al sepulcro los malvados, todos los paganos que de Dios se olvidan.

18 &Caf Pero no se olvidará para siempre al necesitado, ni para siempre se perderá la esperanza del pobre.

19 ¡Levántate, SEÑOR! No dejes que el hombre prevalezca; ¡haz que las naciones comparezcan ante ti!

20 Infúndeles terror, SEÑOR; ¡que los pueblos sepan que son simples mortales! Selah

10

1 Lámed ¿Por qué, SEÑOR, te mantienes distante? ¿Por qué te escondes en momentos de angustia?

2 Con arrogancia persigue el malvado al indefenso, pero se enredará en sus propias artimañas.

3 El malvado hace alarde de su propia codicia; alaba al ambicioso y menosprecia al SEÑOR.

4 El malvado levanta insolente la nariz, y no da lugar a Dios en sus pensamientos.

5 Todas sus empresas son siempre exitosas; tan altos y alejados de él están tus juicios que se burla de todos sus enemigos.

6 Y se dice a sí mismo: «Nada me hará caer. Siempre seré feliz. Nunca tendré problemas.»

7 &Pe Llena está su boca de maldiciones, de mentiras y amenazas; bajo su lengua esconde maldad y violencia.

8 Se pone al acecho en las aldeas, se esconde en espera de sus víctimas, y asesina a mansalva al inocente.

9 &Ayin Cual león en su guarida se agazapa, listo para atrapar al indefenso; le cae encima y lo arrastra en su red.

10 Bajo el peso de su poder, sus víctimas caen por tierra.

11 Se dice a sí mismo: «Dios se ha olvidado. Se cubre el rostro. Nunca ve nada.»

12 &Qof ¡Levántate, SEÑOR! ¡Levanta, oh Dios, tu brazo! ¡No te olvides de los indefensos!

13 ¿Por qué te ha de menospreciar el malvado? ¿Por qué ha de pensar que no lo llamarás a cuentas?

14 &Resh Pero tú ves la opresión y la violencia, las tomas en cuenta y te harás cargo de ellas. Las víctimas confían en ti; tú eres la ayuda de los huérfanos.

15 &Shin ¡Rómpeles el brazo al malvado y al impío! ¡Pídeles cuentas de su maldad, y haz que desaparezcan por completo!

16 El SEÑOR es rey eterno; los paganos serán borrados de su tierra.

17 &Tav Tú, SEÑOR, escuchas la petición de los indefensos, les infundes aliento y atiendes a su clamor.

18 Tú defiendes al huérfano y al oprimido, para que el hombre, hecho de tierra, no siga ya sembrando el terror.

11

1 Al director musical. Salmo de David. En el SEÑOR hallo refugio. ¿Cómo, pues, se atreven a decirme: «Huye al monte, como las aves»?

2 Vean cómo tensan sus arcos los malvados: preparan las flechas sobre la cuerda para disparar desde las sombras contra los rectos de corazón.

3 Cuando los fundamentos son destruidos, ¿qué le queda al justo?

4 El SEÑOR está en su santo templo, en los cielos tiene el SEÑOR su trono, y atentamente observa al ser humano; con sus propios ojos lo examina.

5 El SEÑOR examina a justos y a malvados, y aborrece a los que aman la violencia.

6 Hará llover sobre los malvados ardientes brasas y candente azufre; ¡un viento abrasador será su suerte!

7 Justo es el SEÑOR, y ama la justicia; por eso los íntegros contemplarán su rostro.

12

1 Al director musical. Sobre la octava. Salmo de David. Sálvanos, SEÑOR, que ya no hay gente fiel; ya no queda gente sincera en este mundo.

2 No hacen sino mentirse unos a otros; sus labios lisonjeros hablan con doblez.

3 El SEÑOR cortará todo labio lisonjero y toda lengua jactanciosa

4 que dice: «Venceremos con la lengua; en nuestros labios confiamos. ¿Quién puede dominarnos a nosotros?»

5 Dice el SEÑOR: «Voy ahora a levantarme, y pondré a salvo a los oprimidos, pues al pobre se le oprime, y el necesitado se queja.»

6 Las palabras del SEÑOR son puras, son como la plata refinada, siete veces purificada en el crisol.

7 Tú, SEÑOR, nos protegerás; tú siempre nos defenderás de esta gente,

8 aun cuando los malvados sigan merodeando, y la maldad sea exaltada en este mundo.

13

1 Al director musical. Salmo de David. ¿Hasta cuándo, SEÑOR, me seguirás olvidando? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro?

2 ¿Hasta cuándo he de estar angustiado y he de sufrir cada día en mi corazón? ¿Hasta cuándo el enemigo me seguirá dominando?

3 SEÑOR y Dios mío, mírame y respóndeme; ilumina mis ojos. Así no caeré en el sueño de la muerte;

4 así no dirá mi enemigo: «Lo he vencido»; así mi adversario no se alegrará de mi caída.

5 Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón se alegra en tu salvación.

6 Canto salmos al SEÑOR. ¡El SEÑOR ha sido bueno conmigo!

14

1 Al director musical. Salmo de David. Dice el necio en su corazón: «No hay Dios.» Están corrompidos, sus obras son detestables; ¡no hay uno solo que haga lo bueno!

2 Desde el cielo el SEÑOR contempla a los mortales, para ver si hay alguien que sea sensato y busque a Dios.

3 Pero todos se han descarriado, a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!

4 ¿Acaso no entienden todos los que hacen lo malo, los que devoran a mi pueblo como si fuera pan? ¡Jamás invocan al SEÑOR!

5 Allí los tienen, sobrecogidos de miedo, pero Dios está con los que son justos.

6 Ustedes frustran los planes de los pobres, pero el SEÑOR los protege.

7 ¡Quiera Dios que de Sión venga la salvación de Israel! Cuando el SEÑOR restaure a su pueblo, ¡Jacob se regocijará, Israel se alegrará!

15

1 Salmo de David. ¿Quién, SEÑOR, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte?

2 Sólo el de conducta intachable, que practica la justicia y de corazón dice la verdad;

3 que no calumnia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino;

4 que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al SEÑOR; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado;

5 que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobornos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás.

16

1 Mictam de David. Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio.

2 Yo le he dicho al SEÑOR: «Mi SEÑOR eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.»

3 Poderosos son los sacerdotes paganos del país, según todos sus seguidores.

4 Pero aumentarán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrientas libaciones, ni con mis labios pronunciaré sus nombres!

5 Tú, SEÑOR, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afirmado mi suerte.

6 Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido!

7 Bendeciré al SEÑOR, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia.

8 Siempre tengo presente al SEÑOR; con él a mi derecha, nada me hará caer.

9 Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de confianza.

10 No dejarás que mi vida termine en el sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel.

11 Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.

17

1 Oración de David. SEÑOR, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos.

2 Sé tú mi defensor, pues tus ojos ven lo que es justo.

3 Tú escudriñas mi corazón, tú me examinas por las noches; ¡ponme, pues, a prueba, que no hallarás en mí maldad alguna! ¡No pasarán por mis labios

4 palabras como las de otra gente, pues yo cumplo con tu palabra! Del camino de la violencia

5 he apartado mis pasos; mis pies están firmes en tus sendas.

6 A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes; inclina a mí tu oído, y escucha mi oración.

7 Tú, que salvas con tu diestra a los que buscan escapar de sus adversarios, dame una muestra de tu gran amor.

8 Cuídame como a la niña de tus ojos; escóndeme, bajo la sombra de tus alas,

9 de los malvados que me atacan, de los enemigos que me han cercado.

10 Han cerrado su insensible corazón, y profieren insolencias con su boca.

11 Vigilan de cerca mis pasos, prestos a derribarme.

12 Parecen leones ávidos de presa, leones que yacen al acecho.

13 ¡Vamos, SEÑOR, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados!

14 ¡Con tu mano, SEÑOR, sálvame de estos mortales que no tienen más herencia que esta vida! Con tus tesoros les has llenado el vientre, sus hijos han tenido abundancia, y hasta ha sobrado para sus descendientes.

15 Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me bastará con verte cuando despierte.

18

1 Al director musical. De David, siervo del SEÑOR. David dedicó al SEÑOR la letra de esta canción cuando el SEÑOR lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así: ¡Cuánto te amo, SEÑOR, fuerza mía!

2 El SEÑOR es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite!

3 Invoco al SEÑOR, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos.

4 Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron

5 Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte

6 En mi angustia invoqué al SEÑOR; clamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos!

7 La tierra tembló, se estremeció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo!

8 Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos!

9 Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones

10 Montando sobre un querubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento

11 Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba

12 De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos.

13 En el cielo, entre granizos y carbones encendidos, se oyó el trueno del SEÑOR, resonó la voz del Altísimo

14 Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga

15 A causa de tu reprensión, oh SEÑOR, y por el resoplido de tu enojo, las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra!

16 Extendiendo su mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo

17 Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo

18 En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el SEÑOR

19 Me sacó a un amplio espacio; me libró porque se agradó de mí.

20 El SEÑOR me ha pagado conforme a mi justicia; me ha premiado conforme a la limpieza de mis manos,

21 pues he andado en los caminos del SEÑOR; no he cometido mal alguno ni me he apartado de mi Dios

22 Presentes tengo todas sus sentencias; no me he alejado de sus decretos

23 He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar

24 El SEÑOR me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos.

25 Tú eres fiel con quien es fiel, e irreprochable con quien es irreprochable;

26 sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo

27 Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros

28 Tú, SEÑOR, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas

29 Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército; contigo, Dios mío, podré asaltar murallas.

30 El camino de Dios es perfecto; la palabra del SEÑOR es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refugian

31 ¿Quién es Dios, si no el SEÑOR? ¿Quién es la roca, si no nuestro Dios?

32 Es él quien me arma de valor y endereza mi camino;

33 da a mis pies la ligereza del venado, y me mantiene firme en las alturas;

34 adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce

35 Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar

36 Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean.

37 Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados

38 Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies!

39 Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes

40 Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exterminé a los que me odiaban

41 Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al SEÑOR clamaron, pero no les respondió

42 Los desmenucé. Parecían polvo disperso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles!

43 Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía

44 Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje

45 ¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios!

46 ¡El SEÑOR vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Salvador!

47 Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies.

48 Tú me libras del furor de mis enemigos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos

49 Por eso, SEÑOR, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre.

50 El SEÑOR da grandes victorias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.

19

1 Al director musical. Salmo de David. Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos

2 Un día comparte al otro la noticia, una noche a la otra se lo hace saber

3 Sin palabras, sin lenguaje, sin una voz perceptible,

4 por toda la tierra resuena su eco, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo! Dios ha plantado en los cielos un pabellón para el sol

5 Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial, se apresta, cual atleta, a recorrer el camino

6 Sale de un extremo de los cielos y, en su recorrido, llega al otro extremo, sin que nada se libre de su calor.

7 La ley del SEÑOR es perfecta: infunde nuevo aliento. El mandato del SEÑOR es digno de confianza: da sabiduría al sencillo

8 Los preceptos del SEÑOR son rectos: traen alegría al corazón. El mandamiento del SEÑOR es claro: da luz a los ojos

9 El temor del SEÑOR es puro: permanece para siempre. Las sentencias del SEÑOR son verdaderas: todas ellas son justas

10 Son más deseables que el oro, más que mucho oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal

11 Por ellas queda advertido tu siervo; quien las obedece recibe una gran recompensa.

12 ¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente!

13 Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis pecados.

14 Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh SEÑOR, roca mía y redentor mío.

20

1 Al director musical. Salmo de David. Que el SEÑOR te responda cuando estés angustiado; que el nombre del Dios de Jacob te proteja

2 Que te envíe ayuda desde el santuario; que desde Sión te dé su apoyo

3 Que se acuerde de todas tus ofrendas; que acepte tus holocaustos.Selah

4 Que te conceda lo que tu corazón desea; que haga que se cumplan todos tus planes

5 Nosotros celebraremos tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las banderas. ¡Que el SEÑOR cumpla todas tus peticiones!

6 Ahora sé que el SEÑOR salvará a su ungido, que le responderá desde su santo cielo y con su poder le dará grandes victorias

7 Éstos confían en sus carros de guerra, aquéllos confían en sus corceles, pero nosotros confiamos en el nombre del SEÑOR nuestro Dios

8 Ellos son vencidos y caen, pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos.

9 ¡Concede, SEÑOR, la victoria al rey! ¡Respóndenos cuando te llamemos!

21

1 Al director musical. Salmo de David. En tu fuerza, SEÑOR, se regocija el rey; ¡cuánto se alegra en tus victorias!

2 Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden.Selah

3 Has salido a su encuentro con ricas bendiciones; lo has coronado con diadema de oro fino

4 Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera

5 Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad

6 Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría.

7 El rey confía en el SEÑOR, en el gran amor del Altísimo; por eso jamás caerá.

8 Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborrecen

9 Cuando tú, SEÑOR, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el SEÑOR; ¡un fuego los consumirá!

10 Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los mortales, a su posteridad

11 Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversidades, ¡no se saldrán con la suya!

12 Porque tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos.

13 Enaltécete, SEÑOR, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas.

22

1 Al director musical. Sígase la tonada de «La cierva de la aurora». Salmo de David. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Lejos estás para salvarme, lejos de mis palabras de lamento

2 Dios mío, clamo de día y no me respondes; clamo de noche y no hallo reposo.

3 Pero tú eres santo, tú eres rey, ¡tú eres la alabanza de Israel!

4 En ti confiaron nuestros padres; confiaron, y tú los libraste;

5 a ti clamaron, y tú los salvaste; se apoyaron en ti, y no los defraudaste.

6 Pero yo, gusano soy y no hombre; la gente se burla de mí, el pueblo me desprecia

7 Cuantos me ven, se ríen de mí; lanzan insultos, meneando la cabeza:

8 «Éste confía en el SEÑOR, ¡pues que el SEÑOR lo ponga a salvo! Ya que en él se deleita, ¡que sea él quien lo libre!»

9 Pero tú me sacaste del vientre materno; me hiciste reposar confiado en el regazo de mi madre

10 Fui puesto a tu cuidado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre mi Dios eres tú

11 No te alejes de mí, porque la angustia está cerca y no hay nadie que me ayude.

12 Muchos toros me rodean; fuertes toros de Basán me cercan

13 Contra mí abren sus fauces leones que rugen y desgarran a su presa

14 Como agua he sido derramado; dislocados están todos mis huesos. Mi corazón se ha vuelto como cera, y se derrite en mis entrañas

15 Se ha secado mi vigor como una teja; la lengua se me pega al paladar. ¡Me has hundido en el polvo de la muerte!

16 Como perros de presa, me han rodeado; me ha cercado una banda de malvados; me han traspasado las manos y los pies.

17 Puedo contar todos mis huesos; con satisfacción perversa la gente se detiene a mirarme

18 Se reparten entre ellos mis vestidos y sobre mi ropa echan suertes.

19 Pero tú, SEÑOR, no te alejes; fuerza mía, ven pronto en mi auxilio

20 Libra mi vida de la espada, mi preciosa vida del poder de esos perros

21 Rescátame de la boca de los leones; sálvame de los cuernosde los toros.

22 Proclamaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré

23 ¡Alaben al SEÑOR los que le temen! ¡Hónrenlo, descendientes de Jacob! ¡Venérenlo, descendientes de Israel!

24 Porque él no desprecia ni tiene en poco el sufrimiento del pobre; no esconde de él su rostro, sino que lo escucha cuando a él clama.

25 Tú inspiras mi alabanza en la gran asamblea; ante los que te temen cumpliré mis promesas

26 Comerán los pobres y se saciarán; alabarán al SEÑOR quienes lo buscan; ¡que su corazón viva para siempre!

27 Se acordarán del SEÑOR y se volverán a él todos los confines de la tierra; ante él se postrarán todas las familias de las naciones,

28 porque del SEÑOR es el reino; él gobierna sobre las naciones.

29 Festejarán y adorarán todos los ricos de la tierra; ante él se postrarán todos los que bajan al polvo, los que no pueden conservar su vida

30 La posteridad le servirá; del Señor se hablará a las generaciones futuras

31 A un pueblo que aún no ha nacido se le dirá que Dios hizo justicia.

23

1 Salmo de David. El SEÑOR es mi pastor, nada me falta;

2 en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce;

3 me infunde nuevas fuerzas. Me guía por sendas de justicia por amor a su nombre.

4 Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta.

5 Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos. Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar.

6 La bondad y el amor me seguirán todos los días de mi vida; y en la casa del SEÑOR habitaré para siempre.

24

1 Salmo de David. Del SEÑOR es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan;

2 porque él la afirmó sobre los mares, la estableció sobre los ríos.

3 ¿Quién puede subir al monte del SEÑOR? ¿Quién puede estar en su lugar santo?

4 Sólo el de manos limpias y corazón puro, el que no adora ídolos vanos ni jura por dioses falsos.

5 Quien es así recibe bendiciones del SEÑOR; Dios su Salvador le hará justicia

6 Tal es la generación de los que a ti acuden, de los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob. Selah

7 Eleven, puertas, sus dinteles; levántense, puertas antiguas, que va a entrar el Rey de la gloria.

8 ¿Quién es este Rey de la gloria? El SEÑOR, el fuerte y valiente, el SEÑOR, el valiente guerrero.

9 Eleven, puertas, sus dinteles; levántense, puertas antiguas, que va a entrar el Rey de la gloria.

10 ¿Quién es este Rey de la gloria? Es el SEÑOR Todopoderoso; ¡él es el Rey de la gloria!Selah

25

1 &Salmo de David.Álef A ti, SEÑOR, elevo mi alma;

2 &Bet mi Dios, en ti confío; no permitas que sea yo humillado, no dejes que mis enemigos se burlen de mí.

3 &Guímel Quien en ti pone su esperanza jamás será avergonzado; pero quedarán en vergüenza los que traicionan sin razón.

4 &Dálet SEÑOR, hazme conocer tus caminos; muéstrame tus sendas.

5 &He Encamíname en tu verdad, ¡enséñame! Tú eres mi Dios y Salvador; Vav ¡en ti pongo mi esperanza todo el día!

6 &Zayin Acuérdate, SEÑOR, de tu ternura y gran amor, que siempre me has mostrado;

7 &Jet olvida los pecados y transgresiones que cometí en mi juventud. Acuérdate de mí según tu gran amor, porque tú, SEÑOR, eres bueno.

8 &Tet Bueno y justo es el SEÑOR; por eso les muestra a los pecadores el camino.

9 &Yod Él dirige en la justicia a los humildes, y les enseña su camino.

10 &Caf Todas las sendas del SEÑOR son amor y verdad para quienes cumplen los preceptos de su pacto.

11 &Lámed Por amor a tu nombre, SEÑOR, perdona mi gran iniquidad.

12 &Mem ¿Quién es el hombre que teme al SEÑOR? Será instruido en el mejor de los caminos.

13 &Nun Tendrá una vida placentera, y sus descendientes heredarán la tierra.

14 &Sámej El SEÑOR brinda su amistad a quienes le honran, y les da a conocer su pacto.

15 &Ayin Mis ojos están puestos siempre en el SEÑOR, pues sólo él puede sacarme de la trampa.

16 &Pe Vuelve a mí tu rostro y tenme compasión, pues me encuentro solo y afligido.

17 &Tsade Crecen las angustias de mi corazón; líbrame de mis tribulaciones

18 Fíjate en mi aflicción y en mis penurias, y borra todos mis pecados.

19 &Resh ¡Mira cómo se han multiplicado mis enemigos, y cuán violento es el odio que me tienen!

20 &Shin Protege mi vida, rescátame; no permitas que sea avergonzado, porque en ti busco refugio.

21 &Tav Sean mi protección la integridad y la rectitud, porque en ti he puesto mi esperanza.

22 ¡Libra, oh Dios, a Israel de todas sus angustias!

26

1 Salmo de David. Hazme justicia, SEÑOR, pues he llevado una vida intachable; ¡en el SEÑOR confío sin titubear!

2 Examíname, SEÑOR; ¡ponme a prueba! purifica mis entrañas y mi corazón.

3 Tu gran amor lo tengo presente, y siempre ando en tu verdad

4 Yo no convivo con los mentirosos, ni me junto con los hipócritas;

5 aborrezco la compañía de los malvados; no cultivo la amistad de los perversos.

6 Con manos limpias e inocentes camino, SEÑOR, en torno a tu altar,

7 proclamando en voz alta tu alabanza y contando todas tus maravillas

8 SEÑOR, yo amo la casa donde vives, el lugar donde reside tu gloria.

9 En la muerte, no me incluyas entre pecadores y asesinos,

10 entre gente que tiene las manos llenas de artimañas y sobornos

11 Yo, en cambio, llevo una vida intachable; líbrame y compadécete de mí.

12 Tengo los pies en terreno firme, y en la gran asamblea bendeciré al SEÑOR.

27

1 Salmo de David. El SEÑOR es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El SEÑOR es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme?

2 Cuando los malvados avanzan contra mí para devorar mis carnes, cuando mis enemigos y adversarios me atacan, son ellos los que tropiezan y caen

3 Aun cuando un ejército me asedie, no temerá mi corazón; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza.

4 Una sola cosa le pido al SEÑOR, y es lo único que persigo: habitar en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del SEÑOR y recrearme en su templo

5 Porque en el día de la aflicción él me resguardará en su morada; al amparo de su tabernáculo me protegerá, y me pondrá en alto, sobre una roca

6 Me hará prevalecer frente a los enemigos que me rodean; en su templo ofreceré sacrificios de alabanza y cantaré salmos al SEÑOR.

7 Oye, SEÑOR, mi voz cuando a ti clamo; compadécete de mí y respóndeme

8 El corazón me dice: «¡Busca su rostro!» Y yo, SEÑOR, tu rostro busco

9 No te escondas de mí; no rechaces, en tu enojo, a este siervo tuyo, porque tú has sido mi ayuda. No me desampares ni me abandones, Dios de mi salvación.

10 Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el SEÑOR me recibirá en sus brazos.

11 Guíame, SEÑOR, por tu camino; dirígeme por la senda de rectitud, por causa de los que me acechan

12 No me entregues al capricho de mis adversarios, pues contra mí se levantan falsos testigos que respiran violencia.

13 Pero de una cosa estoy seguro: he de ver la bondad del SEÑOR en esta tierra de los vivientes.

14 Pon tu esperanza en el SEÑOR; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el SEÑOR!

28

1 Salmo de David. A ti clamo, SEÑOR, roca mía; no te desentiendas de mí, porque si guardas silencio, ya puedo contarme entre los muertos

2 Oye mi voz suplicante cuando a ti acudo en busca de ayuda, cuando tiendo los brazos hacia tu lugar santísimo

3 No me arrastres con los malvados, con los que hacen iniquidad, con los que hablan de paz con su prójimo pero en su corazón albergan maldad

4 Págales conforme a sus obras, conforme a sus malas acciones. Págales conforme a las obras de sus manos; ¡dales su merecido!

5 Ya que no toman en cuenta las obras del SEÑOR y lo que él ha hecho con sus manos, él los derribará y nunca más volverá a levantarlos.

6 Bendito sea el SEÑOR, que ha oído mi voz suplicante

7 El SEÑOR es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en él confía; de él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias.

8 El SEÑOR es la fortaleza de su pueblo, y un baluarte de salvación para su ungido

9 Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad, y cual pastor guíalos por siempre.

29

1 Salmo de David. Tributen al SEÑOR, seres celestiales, tributen al SEÑOR la gloria y el poder

2 Tributen al SEÑOR la gloria que merece su nombre; póstrense ante el SEÑOR en su santuario majestuoso.

3 La voz del SEÑOR está sobre las aguas; resuena el trueno del Dios de la gloria; el SEÑOR está sobre las aguas impetuosas

4 La voz del SEÑOR resuena potente; la voz del SEÑOR resuena majestuosa

5 La voz del SEÑOR desgaja los cedros, desgaja el SEÑOR los cedros del Líbano;

6 hace que el Líbano salte como becerro, y que el Hermón salte cual toro salvaje

7 La voz del SEÑOR lanza ráfagas de fuego;

8 la voz del SEÑOR sacude al desierto; el SEÑOR sacude al desierto de Cades

9 La voz del SEÑOR retuerce los robles y deja desnudos los bosques; en su templo todos gritan: «¡Gloria!»

10 El SEÑOR tiene su trono sobre las lluvias; el SEÑOR reina por siempre

11 El SEÑOR fortalece a su pueblo; el SEÑOR bendice a su pueblo con la paz.

30

1 Cántico para la dedicación de la casa. Salmo de David. Te exaltaré, SEÑOR, porque me levantaste, porque no dejaste que mis enemigos se burlaran de mí

2 SEÑOR mi Dios, te pedí ayuda y me sanaste

3 Tú, SEÑOR, me sacaste del sepulcro; me hiciste revivir de entre los muertos.

4 Canten al SEÑOR, ustedes sus fieles; alaben su santo nombre

5 Porque sólo un instante dura su enojo, pero toda una vida su bondad. Si por la noche hay llanto, por la mañana habrá gritos de alegría.

6 Cuando me sentí seguro, exclamé: «Jamás seré conmovido.»

7 Tú, SEÑOR, en tu buena voluntad, me afirmaste en elevado baluarte; pero escondiste tu rostro, y yo quedé confundido.

8 A ti clamo, SEÑOR soberano; a ti me vuelvo suplicante

9 ¿Qué ganas tú con que yo muera, con que descienda yo al sepulcro? ¿Acaso el polvo te alabará o proclamará tu verdad?

10 Oye, SEÑOR; compadécete de mí. ¡Sé tú, SEÑOR, mi ayuda!

11 Convertiste mi lamento en danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste de fiesta,

12 para que te cante y te glorifique, y no me quede callado. ¡SEÑOR mi Dios, siempre te daré gracias!

31

1 Al director musical. Salmo de David. En ti, SEÑOR, busco refugio; jamás permitas que me avergüencen; en tu justicia, líbrame

2 Inclina a mí tu oído, y acude pronto a socorrerme. Sé tú mi roca protectora, la fortaleza de mi salvación

3 Guíame, pues eres mi roca y mi fortaleza, dirígeme por amor a tu nombre

4 Líbrame de la trampa que me han tendido, porque tú eres mi refugio

5 En tus manos encomiendo mi espíritu; líbrame, SEÑOR, Dios de la verdad.

6 Odio a los que veneran ídolos vanos; yo, por mi parte, confío en ti, SEÑOR

7 Me alegro y me regocijo en tu amor, porque tú has visto mi aflicción y conoces las angustias de mi alma

8 No me entregaste al enemigo, sino que me pusiste en lugar espacioso.

9 Tenme compasión, SEÑOR, que estoy angustiado; el dolor está acabando con mis ojos, con mi alma, ¡con mi cuerpo!

10 La vida se me va en angustias, y los años en lamentos; la tristeza está acabando con mis fuerzas, y mis huesos se van debilitando

11 Por causa de todos mis enemigos, soy el hazmerreír de mis vecinos; soy un espanto para mis amigos; de mí huyen los que me encuentran en la calle

12 Me han olvidado, como si hubiera muerto; soy como una vasija hecha pedazos

13 Son muchos a los que oigo cuchichear: «Hay terror por todas partes.» Se han confabulado contra mí, y traman quitarme la vida.

14 Pero yo, SEÑOR, en ti confío, y digo: «Tú eres mi Dios.»

15 Mi vida entera está en tus manos; líbrame de mis enemigos y perseguidores

16 Que irradie tu faz sobre tu siervo; por tu gran amor, sálvame.

17 SEÑOR, no permitas que me avergüencen, porque a ti he clamado. Que sean avergonzados los malvados, y acallados en el sepulcro

18 Que sean silenciados sus labios mentirosos, porque hablan contra los justos con orgullo, desdén e insolencia.

19 Cuán grande es tu bondad, que atesoras para los que te temen, y que a la vista de la gente derramas sobre los que en ti se refugian

20 Al amparo de tu presencia los proteges de las intrigas humanas; en tu morada los resguardas de las lenguas contenciosas.

21 Bendito sea el SEÑOR, pues mostró su gran amor por mí cuando me hallaba en una ciudad sitiada

22 En mi confusión llegué a decir: «¡He sido arrojado de tu presencia!» Pero tú oíste mi voz suplicante cuando te pedí que me ayudaras.

23 Amen al SEÑOR, todos sus fieles; él protege a los dignos de confianza, pero a los orgullosos les da su merecido

24 Cobren ánimo y ármense de valor, todos los que en el SEÑOR esperan.

32

1 Salmo de David. Masquil. Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados

2 Dichoso aquel a quien el SEÑOR no toma en cuenta su maldad y en cuyo espíritu no hay engaño

3 Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día

4 Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano, porque día y noche tu mano pesaba sobre mí.Selah

5 Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones al SEÑOR», y tú perdonaste mi maldad y mi pecado.Selah

6 Por eso los fieles te invocan en momentos de angustia; caudalosas aguas podrán desbordarse, pero a ellos no los alcanzarán

7 Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación.Selah

8 El SEÑOR dice: «Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti

9 No seas como el mulo o el caballo, que no tienen discernimiento, y cuyo brío hay que domar con brida y freno, para acercarlos a ti.»

10 Muchas son las calamidades de los malvados, pero el gran amor del SEÑOR envuelve a los que en él confían.

11 ¡Alégrense, ustedes los justos; regocíjense en el SEÑOR! ¡canten todos ustedes, los rectos de corazón!

33

1 Canten al SEÑOR con alegría, ustedes los justos;es propio de los íntegros alabar al SEÑOR

2 Alaben al SEÑOR al son del arpa; entonen alabanzas con el decacordio

3 Cántenle una canción nueva; toquen con destreza, y den voces de alegría.

4 La palabra del SEÑOR es justa; fieles son todas sus obras

5 El SEÑOR ama la justicia y el derecho; llena está la tierra de su amor.

6 Por la palabra del SEÑOR fueron creados los cielos, y por el soplo de su boca, las estrellas

7 Él recoge en un cántaro el agua de los mares, y junta en vasijas los océanos

8 Tema toda la tierra al SEÑOR; hónrenlo todos los pueblos del mundo;

9 porque él habló, y todo fue creado; dio una orden, y todo quedó firme

10 El SEÑOR frustra los planes de las naciones; desbarata los designios de los pueblos

11 Pero los planes del SEÑOR quedan firmes para siempre; los designios de su mente son eternos.

12 Dichosa la nación cuyo Dios es el SEÑOR, el pueblo que escogió por su heredad

13 El SEÑOR observa desde el cielo y ve a toda la humanidad;

14 él contempla desde su trono a todos los habitantes de la tierra

15 Él es quien formó el corazón de todos, y quien conoce a fondo todas sus acciones

16 No se salva el rey por sus muchos soldados, ni por su mucha fuerza se libra el valiente

17 Vana esperanza de victoria es el caballo; a pesar de su mucha fuerza no puede salvar

18 Pero el SEÑOR cuida de los que le temen, de los que esperan en su gran amor;

19 él los libra de la muerte, y en épocas de hambre los mantiene con vida.

20 Esperamos confiados en el SEÑOR; él es nuestro socorro y nuestro escudo

21 En él se regocija nuestro corazón, porque confiamos en su santo nombre

22 Que tu gran amor, SEÑOR, nos acompañe, tal como lo esperamos de ti.

34

1 &Salmo de David, cuando fingió estar demente ante Abimélec, por lo cual éste lo arrojó de su presencia.Álef Bendeciré al SEÑOR en todo tiempo; mis labios siempre lo alabarán.

2 &Bet Mi alma se gloría en el SEÑOR; lo oirán los humildes y se alegrarán.

3 &Guímel Engrandezcan al SEÑOR conmigo; exaltemos a una su nombre.

4 &Dálet Busqué al SEÑOR, y él me respondió; me libró de todos mis temores.

5 &He Radiantes están los que a él acuden; jamás su rostro se cubre de vergüenza.

6 &Zayin Este pobre clamó, y el SEÑOR le oyó y lo libró de todas sus angustias.

7 &Jet El ángel del SEÑOR acampa en torno a los que le temen; a su lado está para librarlos.

8 &Tet Prueben y vean que el SEÑOR es bueno; dichosos los que en él se refugian.

9 &Yod Teman al SEÑOR, ustedes sus santos, pues nada les falta a los que le temen.

10 &Caf Los leoncillos se debilitan y tienen hambre, pero a los que buscan al SEÑOR nada les falta.

11 &Lámed Vengan, hijos míos, y escúchenme, que voy a enseñarles el temor del SEÑOR.

12 &Mem El que quiera amar la vida y gozar de días felices,

13 &Nun que refrene su lengua de hablar el mal y sus labios de proferir engaños;

14 &Sámej que se aparte del mal y haga el bien; que busque la paz y la siga.

15 &Ayin Los ojos del SEÑOR están sobre los justos, y sus oídos, atentos a sus oraciones;

16 &Pe el rostro del SEÑOR está contra los que hacen el mal, para borrar de la tierra su memoria.

17 &Tsade Los justos claman, y el SEÑOR los oye; los libra de todas sus angustias.

18 &Qof El SEÑOR está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido.

19 &Resh Muchas son las angustias del justo, pero el SEÑOR lo librará de todas ellas;

20 &Shin le protegerá todos los huesos, y ni uno solo le quebrarán.

21 &Tav La maldad destruye a los malvados; serán condenados los enemigos de los justos

22 El SEÑOR libra a sus siervos; no serán condenados los que en él confían.

35

1 Salmo de David. Defiéndeme, SEÑOR, de los que me atacan; combate a los que me combaten

2 Toma tu adarga, tu escudo, y acude en mi ayuda

3 Empuña la lanza y el hacha, y haz frente a los que me persiguen. Quiero oírte decir: «Yo soy tu salvación.»

4 Queden confundidos y avergonzados los que procuran matarme; retrocedan humillados los que traman mi ruina

5 Sean como la paja en el viento, acosados por el ángel del SEÑOR;

6 sea su senda oscura y resbalosa, perseguidos por el ángel del SEÑOR

7 Ya que sin motivo me tendieron una trampa, y sin motivo cavaron una fosa para mí,

8 que la ruina los tome por sorpresa; que caigan en su propia trampa, en la fosa que ellos mismos cavaron.

9 Así mi alma se alegrará en el SEÑOR y se deleitará en su salvación;

10 así todo mi ser exclamará: «¿Quién como tú, SEÑOR? Tú libras de los poderosos a los pobres; a los pobres y necesitados libras de aquellos que los explotan.»

11 Se presentan testigos despiadados y me preguntan cosas que yo ignoro

12 Me devuelven mal por bien, y eso me hiere en el alma;

13 pues cuando ellos enfermaban yo me vestía de luto, me afligía y ayunaba. ¡Ay, si pudiera retractarme de mis oraciones!

14 Me vestía yo de luto, como por un amigo o un hermano. Afligido, inclinaba la cabeza, como si llorara por mi madre

15 Pero yo tropecé, y ellos se alegraron, y a una se juntaron contra mí. Gente extraña, que yo no conocía, me calumniaba sin cesar

16 Me atormentaban, se burlaban de mí, y contra mí rechinaban los dientes.

17 ¿Hasta cuándo, Señor, vas a tolerar esto? Libra mi vida, mi única vida, de los ataques de esos leones

18 Yo te daré gracias en la gran asamblea; ante una multitud te alabaré.

19 No dejes que de mí se burlen mis enemigos traicioneros; no dejes que se guiñen el ojo los que me odian sin motivo

20 Porque no vienen en son de paz, sino que urden mentiras contra la gente apacible del país

21 De mí se ríen a carcajadas, y exclaman: «¡Miren en lo que vino a parar!»

22 SEÑOR, tú has visto todo esto; no te quedes callado. ¡Señor, no te alejes de mí!

23 ¡Despierta, Dios mío, levántate! ¡Hazme justicia, Señor, defiéndeme!

24 Júzgame según tu justicia, SEÑOR mi Dios; no dejes que se burlen de mí

25 No permitas que piensen: «¡Así queríamos verlo!» No permitas que digan: «Nos lo hemos tragado vivo.»

26 Queden avergonzados y confundidos todos los que se alegran de mi desgracia; sean cubiertos de oprobio y vergüenza todos los que se creen más que yo

27 Pero lancen voces de alegría y regocijo los que apoyan mi causa, y digan siempre: «Exaltado sea el SEÑOR, quien se deleita en el bienestar de su siervo.»

28 Con mi lengua proclamaré tu justicia, y todo el día te alabaré.

36

1 Al director musical. De David, el siervo del SEÑOR. Dice el pecador: «Ser impío lo llevo en el corazón.» No hay temor de Dios delante de sus ojos

2 Cree que merece alabanzas y no halla aborrecible su pecado

3 Sus palabras son inicuas y engañosas; ha perdido el buen juicio y la capacidad de hacer el bien

4 Aun en su lecho trama hacer el mal; se aferra a su mal camino y persiste en la maldad.

5 Tu amor, SEÑOR, llega hasta los cielos; tu fidelidad alcanza las nubes

6 Tu justicia es como las altas montañas; tus juicios, como el gran océano. Tú, SEÑOR, cuidas de hombres y animales;

7 ¡cuán precioso, oh Dios, es tu gran amor! Todo ser humano halla refugio a la sombra de tus alas

8 Se sacian de la abundancia de tu casa; les das a beber de tu río de deleites

9 Porque en ti está la fuente de la vida, y en tu luz podemos ver la luz.

10 Extiende tu amor a los que te conocen, y tu justicia a los rectos de corazón

11 Que no me aplaste el pie del orgulloso, ni me desarraigue la mano del impío.

12 Vean cómo fracasan los malvados: ¡caen a tierra, y ya no pueden levantarse!

37

1 &Salmo de David.Álef No te irrites a causa de los impíos ni envidies a los que cometen injusticias;

2 porque pronto se marchitan, como la hierba; pronto se secan, como el verdor del pasto.

3 &Bet Confía en el SEÑOR y haz el bien; establécete en la tierra y manténte fiel

4 Deléitate en el SEÑOR, y él te concederá los deseos de tu corazón.

5 &Guímel Encomienda al SEÑOR tu camino; confía en él, y él actuará

6 Hará que tu justicia resplandezca como el alba; tu justa causa, como el sol de mediodía.

7 &Dálet Guarda silencio ante el SEÑOR, y espera en él con paciencia; no te irrites ante el éxito de otros, de los que maquinan planes malvados.

8 &He Refrena tu enojo, abandona la ira; no te irrites, pues esto conduce al mal

9 Porque los impíos serán exterminados, pero los que esperan en el SEÑOR heredarán la tierra.

10 &Vav Dentro de poco los malvados dejarán de existir; por más que los busques, no los encontrarás

11 Pero los desposeídos heredarán la tierra y disfrutarán de gran bienestar.

12 &Zayin Los malvados conspiran contra los justos y crujen los dientes contra ellos;

13 pero el Señor se ríe de los malvados, pues sabe que les llegará su hora.

14 &Jet Los malvados sacan la espada y tensan el arco para abatir al pobre y al necesitado, para matar a los que viven con rectitud

15 Pero su propia espada les atravesará el corazón, y su arco quedará hecho pedazos.

16 &Tet Más vale lo poco de un justo que lo mucho de innumerables malvados;

17 porque el brazo de los impíos será quebrado, pero el SEÑOR sostendrá a los justos.

18 &Yod El SEÑOR protege la vida de los íntegros, y su herencia perdura por siempre

19 En tiempos difíciles serán prosperados; en épocas de hambre tendrán abundancia.

20 &Caf Los malvados, los enemigos del SEÑOR, acabarán por ser destruidos; desaparecerán como las flores silvestres, se desvanecerán como el humo.

21 &Lámed Los malvados piden prestado y no pagan, pero los justos dan con generosidad

22 Los benditos del SEÑOR heredarán la tierra, pero los que él maldice serán destruidos.

23 &Mem El SEÑOR afirma los pasos del hombre cuando le agrada su modo de vivir;

24 podrá tropezar, pero no caerá, porque el SEÑOR lo sostiene de la mano.

25 &Nun He sido joven y ahora soy viejo, pero nunca he visto justos en la miseria, ni que sus hijos mendiguen pan

26 Prestan siempre con generosidad; sus hijos son una bendición.

27 &Sámej Apártate del mal y haz el bien, y siempre tendrás dónde vivir

28 Porque el SEÑOR ama la justicia y no abandona a quienes le son fieles. El SEÑOR los protegerá para siempre, pero acabará con la descendencia de los malvados.

29 &Ayin Los justos heredarán la tierra, y por siempre vivirán en ella.

30 &Pe La boca del justo imparte sabiduría, y su lengua emite justicia

31 La ley de Dios está en su corazón, y sus pies jamás resbalan.

32 &Tsade Los malvados acechan a los justos con la intención de matarlos,

33 pero el SEÑOR no los dejará caer en sus manos ni permitirá que los condenen en el juicio.

34 &Qof Pero tú, espera en el SEÑOR, y vive según su voluntad, que él te exaltará para que heredes la tierra. Cuando los malvados sean destruidos, tú lo verás con tus propios ojos.

35 &Resh He visto al déspota y malvado extenderse como cedro frondoso

36 Pero pasó al olvido y dejó de existir; lo busqué, y ya no pude encontrarlo.

37 &Shin Observa a los que son íntegros y rectos: hay porvenir para quien busca la paz

38 Pero todos los pecadores serán destruidos; el porvenir de los malvados será el exterminio.

39 &Tav La salvación de los justos viene del SEÑOR; él es su fortaleza en tiempos de angustia

40 El SEÑOR los ayuda y los libra; los libra de los malvados y los salva, porque en él ponen su confianza.

38

1 Salmo de David, para las ofrendas memoriales. SEÑOR, no me reprendas en tu enojo ni me castigues en tu ira

2 Porque tus flechas me han atravesado, y sobre mí ha caído tu mano

3 Por causa de tu indignación no hay nada sano en mi cuerpo; por causa de mi pecado mis huesos no hallan descanso

4 Mis maldades me abruman, son una carga demasiado pesada.

5 Por causa de mi insensatez mis llagas hieden y supuran

6 Estoy agobiado, del todo abatido; todo el día ando acongojado

7 Estoy ardiendo de fiebre; no hay nada sano en mi cuerpo

8 Me siento débil, completamente deshecho; mi corazón gime angustiado.

9 Ante ti, Señor, están todos mis deseos; no te son un secreto mis anhelos

10 Late mi corazón con violencia, las fuerzas me abandonan, hasta la luz de mis ojos se apaga

11 Mis amigos y vecinos se apartan de mis llagas; mis parientes se mantienen a distancia

12 Tienden sus trampas los que quieren matarme; maquinan mi ruina los que buscan mi mal y todo el día urden engaños.

13 Pero yo me hago el sordo, y no los escucho; me hago el mudo, y no les respondo

14 Soy como los que no oyen ni pueden defenderse

15 Yo, SEÑOR, espero en ti; tú, Señor y Dios mío, serás quien responda

16 Tan sólo pido que no se burlen de mí, que no se crean superiores si resbalo.

17 Estoy por desfallecer; el dolor no me deja un solo instante

18 Voy a confesar mi iniquidad, pues mi pecado me angustia

19 Muchos son mis enemigos gratuitos; abundan los que me odian sin motivo

20 Por hacer el bien, me pagan con el mal; por procurar lo bueno, se ponen en mi contra.

21 SEÑOR, no me abandones; Dios mío, no te alejes de mí

22 Señor de mi salvación, ¡ven pronto en mi ayuda!

39

1 Al director musical. Para Jedutún. Salmo de David. Me dije a mí mismo: «Mientras esté ante gente malvada vigilaré mi conducta, me abstendré de pecar con la lengua, me pondré una mordaza en la boca.»

2 Así que guardé silencio, me mantuve callado. ¡Ni aun lo bueno salía de mi boca! Pero mi angustia iba en aumento;

3 ¡el corazón me ardía en el pecho! Al meditar en esto, el fuego se inflamó y tuve que decir:

4 «Hazme saber, SEÑOR, el límite de mis días, y el tiempo que me queda por vivir; hazme saber lo efímero que soy

5 Muy breve es la vida que me has dado; ante ti, mis años no son nada. Un soplo nada más es el mortal,Selah

6 un suspiro que se pierde entre las sombras. Ilusorias son las riquezas que amontona, pues no sabe quién se quedará con ellas.

7 »Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda? ¡Mi esperanza he puesto en ti!

8 Líbrame de todas mis transgresiones. Que los necios no se burlen de mí.

9 »He guardado silencio; no he abierto la boca, pues tú eres quien actúa

10 Ya no me castigues, que los golpes de tu mano me aniquilan

11 Tú reprendes a los mortales, los castigas por su iniquidad; como polilla, acabas con sus placeres. ¡Un soplo nada más es el mortal!Selah

12 »SEÑOR, escucha mi oración, atiende a mi clamor; no cierres tus oídos a mi llanto. Ante ti soy un extraño, un peregrino, como todos mis antepasados

13 No me mires con enojo, y volveré a alegrarme antes que me muera y deje de existir.»

40

1 Al director musical. Salmo de David. Puse en el SEÑOR toda mi esperanza; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor

2 Me sacó de la fosa de la muerte, del lodo y del pantano; puso mis pies sobre una roca, y me plantó en terreno firme

3 Puso en mis labios un cántico nuevo, un himno de alabanza a nuestro Dios. Al ver esto, muchos tuvieron miedo y pusieron su confianza en el SEÑOR.

4 Dichoso el que pone su confianza en el SEÑOR y no recurre a los idólatras ni a los que adoran dioses falsos

5 Muchas son, SEÑOR mi Dios, las maravillas que tú has hecho. No es posible enumerar tus bondades en favor nuestro. Si quisiera anunciarlas y proclamarlas, serían más de lo que puedo contar.

6 A ti no te complacen sacrificios ni ofrendas, pero me has hecho obediente; tú no has pedido holocaustos ni sacrificios por el pecado

7 Por eso dije: «Aquí me tienes —como el libro dice de mí—

8 Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad; tu ley la llevo dentro de mí.»

9 En medio de la gran asamblea he dado a conocer tu justicia. Tú bien sabes, SEÑOR, que no he sellado mis labios

10 No escondo tu justicia en mi corazón, sino que proclamo tu fidelidad y tu salvación. No oculto en la gran asamblea tu gran amor y tu verdad

11 No me niegues, SEÑOR, tu misericordia; que siempre me protejan tu amor y tu verdad

12 Muchos males me han rodeado; tantos son que no puedo contarlos. Me han alcanzado mis iniquidades, y ya ni puedo ver. Son más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón desfallece.

13 Por favor, SEÑOR, ¡ven a librarme! ¡Ven pronto, SEÑOR, en mi auxilio!

14 Sean confundidos y avergonzados todos los que tratan de matarme; huyan derrotados todos los que procuran mi mal;

15 que la vergüenza de su derrota humille a los que se burlan de mí

16 Pero que todos los que te buscan se alegren en ti y se regocijen; que los que aman tu salvación digan siempre: «¡Cuán grande es el SEÑOR!»

17 Y a mí, pobre y necesitado, quiera el Señor tomarme en cuenta. Tú eres mi socorro y mi libertador; ¡no te tardes, Dios mío!

41

1 Al director musical. Salmo de David. Dichoso el que piensa en el débil; el SEÑOR lo librará en el día de la desgracia

2 El SEÑOR lo protegerá y lo mantendrá con vida; lo hará dichoso en la tierra y no lo entregará al capricho de sus adversarios

3 El SEÑOR lo confortará cuando esté enfermo; lo alentará en el lecho del dolor.

4 Yo he dicho: «SEÑOR, compadécete de mí; sáname, pues contra ti he pecado.»

5 Con saña dicen de mí mis enemigos: «¿Cuándo se morirá? ¿Cuándo pasará al olvido?»

6 Si vienen a verme, no son sinceros; recogen calumnias y salen a contarlas.

7 Mis enemigos se juntan y cuchichean contra mí; me hacen responsable de mi mal. Dicen:

8 «Lo que le ha sobrevenido es cosa del demonio; de esa cama no volverá a levantarse.»

9 Hasta mi mejor amigo, en quien yo confiaba y que compartía el pan conmigo, me ha puesto la zancadilla.

10 Pero tú, SEÑOR, compadécete de mí; haz que vuelva a levantarme para darles su merecido

11 En esto sabré que te he agradado: en que mi enemigo no triunfe sobre mí

12 Por mi integridad habrás de sostenerme, y en tu presencia me mantendrás para siempre.

13 Bendito sea el SEÑOR, el Dios de Israel, por los siglos de los siglos. Amén y amén.

42

1 LIBRO II'>Salmos 42-72Salmo 42 &Al director musical. Masquil de los hijos de Coré. Cual ciervo jadeante en busca del agua, así te busca, oh Dios, todo mi ser

2 Tengo sed de Dios, del Dios de la vida. ¿Cuándo podré presentarme ante Dios?

3 Mis lágrimas son mi pan de día y de noche, mientras me echan en cara a todas horas: «¿Dónde está tu Dios?»

4 Recuerdo esto y me deshago en llanto: yo solía ir con la multitud, y la conducía a la casa de Dios. Entre voces de alegría y acciones de gracias hacíamos gran celebración.

5 ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!

6 Me siento sumamente angustiado; por eso, mi Dios, pienso en ti desde la tierra del Jordán, desde las alturas del Hermón, desde el monte Mizar

7 Un abismo llama a otro abismo en el rugir de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas se han precipitado sobre mí.

8 Ésta es la oración al Dios de mi vida: que de día el SEÑOR mande su amor, y de noche su canto me acompañe

9 Y le digo a Dios, a mi Roca: «¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué debo andar de luto y oprimido por el enemigo?»

10 Mortal agonía me penetra hasta los huesos ante la burla de mis adversarios, mientras me echan en cara a todas horas: «¿Dónde está tu Dios?»

11 ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!

43

1 ¡Hazme justicia, oh Dios!Defiende mi causa frente a esta nación impía; líbrame de gente mentirosa y perversa

2 Tú eres mi Dios y mi fortaleza: ¿Por qué me has rechazado? ¿Por qué debo andar de luto y oprimido por el enemigo?

3 Envía tu luz y tu verdad; que ellas me guíen a tu monte santo, que me lleven al lugar donde tú habitas

4 Llegaré entonces al altar de Dios, del Dios de mi alegría y mi deleite, y allí, oh Dios, mi Dios, te alabaré al son del arpa.

5 ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!

44

1 Al director musical. Masquil de los hijos de Coré. Oh Dios, nuestros oídos han oído y nuestros padres nos han contado las proezas que realizaste en sus días, en aquellos tiempos pasados:

2 Con tu mano echaste fuera a las naciones y en su lugar estableciste a nuestros padres; aplastaste a aquellos pueblos, y a nuestros padres los hiciste prosperar.

3 Porque no fue su espada la que conquistó la tierra, ni fue su brazo el que les dio la victoria: fue tu brazo, tu mano derecha; fue la luz de tu rostro, porque tú los amabas.

4 Sólo tú eres mi rey y mi Dios. ¡Decreta las victorias de Jacob!

5 Por ti derrotamos a nuestros enemigos; en tu nombre aplastamos a nuestros agresores

6 Yo no confío en mi arco, ni puede mi espada darme la victoria;

7 tú nos das la victoria sobre nuestros enemigos, y dejas en vergüenza a nuestros adversarios

8 ¡Por siempre nos gloriaremos en Dios! ¡Por siempre alabaremos tu nombre!Selah

9 Pero ahora nos has rechazado y humillado; ya no sales con nuestros ejércitos

10 Nos hiciste retroceder ante el enemigo; nos han saqueado nuestros adversarios

11 Cual si fuéramos ovejas nos has entregado para que nos devoren, nos has dispersado entre las naciones

12 Has vendido a tu pueblo muy barato, y nada has ganado con su venta.

13 Nos has puesto en ridículo ante nuestros vecinos; somos la burla y el escarnio de los que nos rodean

14 Nos has hecho el hazmerreír de las naciones; todos los pueblos se burlan de nosotros

15 La ignominia no me deja un solo instante; se me cae la cara de vergüenza

16 por las burlas de los que me injurian y me ultrajan, por culpa del enemigo que está presto a la venganza.

17 Todo esto nos ha sucedido, a pesar de que nunca te olvidamos ni faltamos jamás a tu pacto

18 No te hemos sido infieles, ni nos hemos apartado de tu senda

19 Pero tú nos arrojaste a una cueva de chacales; ¡nos envolviste en la más densa oscuridad!

20 Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios, o tendido nuestras manos a un dios extraño,

21 ¿acaso Dios no lo habría descubierto, ya que él conoce los más íntimos secretos?

22 Por tu causa, siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero!

23 ¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes? ¡Levántate! No nos rechaces para siempre

24 ¿Por qué escondes tu rostro y te olvidas de nuestro sufrimiento y opresión?

25 Estamos abatidos hasta el polvo; nuestro cuerpo se arrastra por el suelo

26 Levántate, ven a ayudarnos, y por tu gran amor, ¡rescátanos!

45

1 Al director musical. Sígase la tonada de «Los lirios». Masquil de los hijos de Coré. Canto nupcial. En mi corazón se agita un bello tema mientras recito mis versos ante el rey; mi lengua es como pluma de hábil escritor.

2 Tú eres el más apuesto de los hombres; tus labios son fuente de elocuencia, ya que Dios te ha bendecido para siempre

3 ¡Con esplendor y majestad, cíñete la espada, oh valiente!

4 Con majestad, cabalga victorioso en nombre de la verdad, la humildad y la justicia; que tu diestra realice gloriosas hazañas

5 Que tus agudas flechas atraviesen el corazón de los enemigos del rey, y que caigan las naciones a tus pies.

6 Tu trono, oh Dios, permanece para siempre; el cetro de tu reino es un cetro de justicia

7 Tú amas la justicia y odias la maldad; por eso Dios te escogió a ti y no a tus compañeros, ¡tu Dios te ungió con perfume de alegría!

8 Aroma de mirra, áloe y canela exhalan todas tus vestiduras; desde los palacios adornados con marfil te alegra la música de cuerdas

9 Entre tus damas de honor se cuentan princesas; a tu derecha se halla la novia real luciendo el oro más fino.

10 Escucha, hija, fíjate bien y presta atención: Olvídate de tu pueblo y de tu familia

11 El rey está cautivado por tu hermosura; él es tu señor: inclínate ante él

12 La gente de Tiro vendrá con presentes; los ricos del pueblo buscarán tu favor.

13 La princesa es todo esplendor, luciendo en su alcoba brocados de oro

14 Vestida de finos bordados es conducida ante el rey, seguida por sus damas de compañía

15 Con alegría y regocijo son conducidas al interior del palacio real.

16 Tus hijos ocuparán el trono de tus ancestros; los pondrás por príncipes en toda la tierra

17 Haré que tu nombre se recuerde por todas las generaciones; por eso las naciones te alabarán eternamente y para siempre.

46

1 Al director musical. De los hijos de Coré. Canción según alamot. Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia

2 Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar;

3 aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retiemblen los montes.Selah

4 Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, la santa habitación del Altísimo

5 Dios está en ella, la ciudad no caerá; al rayar el alba Dios le brindará su ayuda

6 Se agitan las naciones, se tambalean los reinos; Dios deja oír su voz, y la tierra se derrumba.

7 El SEÑOR Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.Selah

8 Vengan y vean los portentos del SEÑOR; él ha traído desolación sobre la tierra

9 Ha puesto fin a las guerras en todos los confines de la tierra; ha quebrado los arcos, ha destrozado las lanzas, ha arrojado los carros al fuego

10 «Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Yo seré exaltado entre las naciones! ¡Yo seré enaltecido en la tierra!»

11 El SEÑOR Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.Selah

47

1 Al director musical. Salmo de los hijos de Coré. Aplaudan, pueblos todos; aclamen a Dios con gritos de alegría

2 ¡Cuán imponente es el SEÑOR Altísimo, el gran rey de toda la tierra!

3 Sometió a nuestro dominio las naciones; puso a los pueblos bajo nuestros pies;

4 escogió para nosotros una heredad que es el orgullo de Jacob, a quien amó.Selah

5 Dios el SEÑOR ha ascendido entre gritos de alegría y toques de trompeta

6 Canten salmos a Dios, cántenle salmos; canten, cántenle salmos a nuestro rey.

7 Dios es el rey de toda la tierra; por eso, cántenle un salmo solemne.

8 Dios reina sobre las naciones; Dios está sentado en su santo trono

9 Los nobles de los pueblos se reúnen con el pueblo del Dios de Abraham, pues de Dios son los imperios de la tierra. ¡Él es grandemente enaltecido!

48

1 Canción. Salmo de los hijos de Coré. Grande es el SEÑOR, y digno de suprema alabanza en la ciudad de nuestro Dios. Su monte santo,

2 bella colina, es la alegría de toda la tierra. El monte Sión, en la parte norte, es la ciudad del gran Rey.

3 En las fortificaciones de Sión Dios se ha dado a conocer como refugio seguro.

4 Hubo reyes que unieron sus fuerzas y que juntos avanzaron contra la ciudad;

5 pero al verla quedaron pasmados, y asustados emprendieron la retirada.

6 Allí el miedo se apoderó de ellos, y un dolor de parturienta les sobrevino.

7 ¡Con un viento huracanado destruiste las naves de Tarsis!

8 Tal como lo habíamos oído, ahora lo hemos visto en la ciudad del SEÑOR Todopoderoso, en la ciudad de nuestro Dios: ¡Él la hará permanecer para siempre! Selah

9 Dentro de tu templo, oh Dios, meditamos en tu gran amor.

10 Tu alabanza, oh Dios, como tu nombre, llega a los confines de la tierra; tu derecha está llena de justicia.

11 Por causa de tus justas decisiones el monte Sión se alegra y las aldeas de Judá se regocijan.

12 Caminen alrededor de Sión, caminen en torno suyo y cuenten sus torres.

13 Observen bien sus murallas y examinen sus fortificaciones, para que se lo cuenten a las generaciones futuras.

14 ¡Este Dios es nuestro Dios eterno! ¡Él nos guiará para siempre!

49

1 Al director musical. Salmo de los hijos de Coré. Oigan esto, pueblos todos; escuchen, habitantes todos del mundo,

2 tanto débiles como poderosos, lo mismo los ricos que los pobres.

3 Mi boca hablará con sabiduría; mi corazón se expresará con inteligencia.

4 Inclinaré mi oído a los proverbios; propondré mi enigma al son del arpa.

5 ¿Por qué he de temer en tiempos de desgracia, cuando me rodeen inicuos detractores?

6 ¿Temeré a los que confían en sus riquezas y se jactan de sus muchas posesiones?

7 Nadie puede salvar a nadie, ni pagarle a Dios rescate por la vida.

8 Tal rescate es muy costoso; ningún pago es suficiente.

9 Nadie vive para siempre sin llegar a ver la fosa.

10 Nadie puede negar que todos mueren, que sabios e insensatos perecen por igual, y que sus riquezas se quedan para otros.

11 Aunque tuvieron tierras a su nombre, sus tumbas serán su hogar eterno, su morada por todas las generaciones.

12 A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales; al igual que las bestias, perecen.

13 Tal es el destino de los que confían en sí mismos; el final de los que se envanecen. Selah

14 Como ovejas, están destinados al sepulcro; hacia allá los conduce la muerte. Sus cuerpos se pudrirán en el sepulcro, lejos de sus mansiones suntuosas. Por la mañana los gobernarán los justos.

15 Pero Dios me rescatará de las garras del sepulcro y con él me llevará. Selah

16 No te asombre ver que alguien se enriquezca y aumente el esplendor de su casa,

17 porque al morir no se llevará nada, ni con él descenderá su esplendor.

18 Aunque en vida se considere dichoso, y la gente lo elogie por sus logros,

19 irá a reunirse con sus ancestros, sin que vuelva jamás a ver la luz.

20 A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales; al igual que las bestias, perecen.

50

1 Salmo de Asaf. Habla el SEÑOR, el Dios de dioses: convoca a la tierra de oriente a occidente.

2 Dios resplandece desde Sión, la ciudad bella y perfecta.

3 Nuestro Dios viene, pero no en silencio; lo precede un fuego que todo lo destruye, y en torno suyo ruge la tormenta.

4 El SEÑOR convoca a los cielos y a la tierra, para que presencien el juicio de su pueblo:

5 «Reúnanme a los consagrados, a los que pactaron conmigo mediante un sacrificio.»

6 El cielo proclama la justicia divina: ¡Dios mismo es el juez! Selah

7 «Escucha, pueblo mío, que voy a hablar; Israel, voy a testificar contra ti: ¡Yo soy tu Dios, el único Dios!

8 No te reprendo por tus sacrificios ni por tus holocaustos, que siempre me ofreces.

9 No necesito becerros de tu establo ni machos cabríos de tus apriscos,

10 pues míos son los animales del bosque, y mío también el ganado de los cerros.

11 Conozco a las aves de las alturas; todas las bestias del campo son mías.

12 Si yo tuviera hambre, no te lo diría, pues mío es el mundo, y todo lo que contiene.

13 ¿Acaso me alimento con carne de toros, o con sangre de machos cabríos?

14 ¡Ofrece a Dios tu gratitud, cumple tus promesas al Altísimo!

15 Invócame en el día de la angustia; yo te libraré y tú me honrarás.»

16 Pero Dios le dice al malvado: «¿Qué derecho tienes tú de recitar mis leyes o de mencionar mi pacto con tus labios?

17 Mi instrucción, la aborreces; mis palabras, las desechas.

18 Ves a un ladrón, y lo acompañas; con los adúlteros te identificas.

19 Para lo malo, das rienda suelta a tu boca; tu lengua está siempre dispuesta al engaño.

20 Tienes por costumbre hablar contra tu prójimo, y aun calumnias a tu propio hermano.

21 Has hecho todo esto, y he guardado silencio; ¿acaso piensas que soy como tú? Pero ahora voy a reprenderte; cara a cara voy a denunciarte.

22 »Ustedes que se olvidan de Dios, consideren lo que he dicho; de lo contrario, los haré pedazos, y no habrá nadie que los salve.

23 Quien me ofrece su gratitud, me honra; al que enmiende su conducta le mostraré mi salvación.»

51

1 Al director musical. Salmo de David, cuando el profeta Natán fue a verlo por haber cometido David adulterio con Betsabé. Ten compasión de mí, oh Dios, conforme a tu gran amor; conforme a tu inmensa bondad, borra mis transgresiones.

2 Lávame de toda mi maldad y límpiame de mi pecado.

3 Yo reconozco mis transgresiones; siempre tengo presente mi pecado.

4 Contra ti he pecado, sólo contra ti, y he hecho lo que es malo ante tus ojos; por eso, tu sentencia es justa, y tu juicio, irreprochable.

5 Yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre.

6 Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría.

7 Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve.

8 Anúnciame gozo y alegría; infunde gozo en estos huesos que has quebrantado.

9 Aparta tu rostro de mis pecados y borra toda mi maldad.

10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu.

11 No me alejes de tu presencia ni me quites tu santo Espíritu.

12 Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu obediente me sostenga.

13 Así enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se volverán a ti.

14 Dios mío, Dios de mi salvación, líbrame de derramar sangre, y mi lengua alabará tu justicia.

15 Abre, Señor, mis labios, y mi boca proclamará tu alabanza.

16 Tú no te deleitas en los sacrificios ni te complacen los holocaustos; de lo contrario, te los ofrecería.

17 El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido.

18 En tu buena voluntad, haz que prospere Sión; levanta los muros de Jerusalén.

19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, los holocaustos del todo quemados, y sobre tu altar se ofrecerán becerros.

52

1 Al director musical. Masquil de David, cuando Doeg el edomita fue a informarle a Saúl: «David ha ido a la casa de Ajimélec.» ¿Por qué te jactas de tu maldad, varón prepotente? ¡El amor de Dios es constante!

2 Tu lengua, como navaja afilada, trama destrucción y practica el engaño.

3 Más que el bien, amas la maldad; más que la verdad, amas la mentira. Selah

4 Lengua embustera, te encanta ofender con tus palabras.

5 Pero Dios te arruinará para siempre; te tomará y te arrojará de tu hogar; ¡te arrancará del mundo de los vivientes! Selah

6 Los justos verán esto, y temerán; entre burlas dirán de él:

7 «¡Aquí tienen al hombre que no buscó refugio en Dios, sino que confió en su gran riqueza y se afirmó en su maldad!»

8 Pero yo soy como un olivo verde que florece en la casa de Dios; yo confío en el gran amor de Dios eternamente y para siempre.

9 En todo tiempo te alabaré por tus obras; en ti pondré mi esperanza en presencia de tus fieles, porque tu nombre es bueno.

53

1 Al director musical. Según majalat. Masquil de David. Dice el necio en su corazón: «No hay Dios.» Están corrompidos, sus obras son detestables; ¡no hay uno solo que haga lo bueno!

2 Desde el cielo Dios contempla a los mortales, para ver si hay alguien que sea sensato y busque a Dios.

3 Pero todos se han descarriado, a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!

4 ¿Acaso no entienden todos los que hacen lo malo, los que devoran a mi pueblo como si fuera pan? ¡Jamás invocan a Dios!

5 Allí los tienen, sobrecogidos de miedo, cuando no hay nada que temer. Dios dispersó los huesos de quienes te atacaban; tú los avergonzaste, porque Dios los rechazó.

6 ¡Quiera Dios que de Sión venga la salvación para Israel! Cuando Dios restaure a su pueblo, se regocijará Jacob; se alegrará todo Israel.

54

1 Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Masquil de David, cuando gente de Zif fue a decirle a Saúl: «¿No estará David escondido entre nosotros?» Sálvame, oh Dios, por tu nombre; defiéndeme con tu poder.

2 Escucha, oh Dios, mi oración; presta oído a las palabras de mi boca.

3 Pues gente extraña me ataca; tratan de matarme los violentos, gente que no toma en cuenta a Dios. Selah

4 Pero Dios es mi socorro; el Señor es quien me sostiene,

5 y hará recaer el mal sobre mis adversarios. Por tu fidelidad, SEÑOR, ¡destrúyelos!

6 Te presentaré una ofrenda voluntaria y alabaré, SEÑOR, tu buen nombre;

7 pues me has librado de todas mis angustias, y mis ojos han visto la derrota de mis enemigos.

55

1 Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Masquil de David. Escucha, oh Dios, mi oración; no pases por alto mi súplica.

2 ¡Óyeme y respóndeme, porque mis angustias me perturban! Me aterran

3 las amenazas del enemigo y la opresión de los impíos, pues me causan sufrimiento y en su enojo me insultan.

4 Se me estremece el corazón dentro del pecho, y me invade un pánico mortal.

5 Temblando estoy de miedo, sobrecogido estoy de terror.

6 ¡Cómo quisiera tener las alas de una paloma y volar hasta encontrar reposo!

7 Me iría muy lejos de aquí; me quedaría a vivir en el desierto. Selah

8 Presuroso volaría a mi refugio, para librarme del viento borrascoso y de la tempestad.

9 ¡Destrúyelos, Señor! ¡Confunde su lenguaje! En la ciudad sólo veo contiendas y violencia;

10 día y noche rondan por sus muros, y dentro de ella hay intrigas y maldad.

11 En su seno hay fuerzas destructivas; de sus calles no se apartan la opresión y el engaño.

12 Si un enemigo me insultara, yo lo podría soportar; si un adversario me humillara, de él me podría yo esconder.

13 Pero lo has hecho tú, un hombre como yo, mi compañero, mi mejor amigo,

14 a quien me unía una bella amistad, con quien convivía en la casa de Dios.

15 ¡Que sorprenda la muerte a mis enemigos! ¡Que caigan vivos al sepulcro, pues en ellos habita la maldad!

16 Pero yo clamaré a Dios, y el SEÑOR me salvará.

17 Mañana, tarde y noche clamo angustiado, y él me escucha.

18 Aunque son muchos los que me combaten, él me rescata, me salva la vida en la batalla que se libra contra mí.

19 ¡Dios, que reina para siempre, habrá de oírme y los afligirá! Selah Esa gente no cambia de conducta, no tiene temor de Dios.

20 Levantan la mano contra sus amigos y no cumplen sus compromisos.

21 Su boca es blanda como la manteca, pero sus pensamientos son belicosos. Sus palabras son más suaves que el aceite, pero no son sino espadas desenvainadas.

22 Encomienda al SEÑOR tus afanes, y él te sostendrá; no permitirá que el justo caiga y quede abatido para siempre.

23 Tú, oh Dios, abatirás a los impíos y los arrojarás en la fosa de la muerte; la gente sanguinaria y mentirosa no llegará ni a la mitad de su vida. Yo, por mi parte, en ti confío.

56

1 Al director musical. Sígase la tonada de «La tórtola en los robles lejanos». Mictam de David, cuando los filisteos lo apresaron en Gat. Ten compasión de mí, oh Dios, pues hay gente que me persigue. Todo el día me atacan mis opresores,

2 todo el día me persiguen mis adversarios; son muchos los arrogantes que me atacan.

3 Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza.

4 Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?

5 Todo el día tuercen mis palabras; siempre están pensando hacerme mal.

6 Conspiran, se mantienen al acecho; ansiosos por quitarme la vida, vigilan todo lo que hago.

7 ¡En tu enojo, Dios mío, humilla a esos pueblos! ¡De ningún modo los dejes escapar!

8 Toma en cuenta mis lamentos; registra mi llanto en tu libro. ¿Acaso no lo tienes anotado?

9 Cuando yo te pida ayuda, huirán mis enemigos. Una cosa sé: ¡Dios está de mi parte!

10 Confío en Dios y alabo su palabra; confío en el SEÑOR y alabo su palabra;

11 confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?

12 He hecho votos delante de ti, oh Dios, y te presentaré mis ofrendas de gratitud.

13 Tú, oh Dios, me has librado de tropiezos, me has librado de la muerte, para que siempre, en tu presencia, camine en la luz de la vida.

57

1 Al director musical. Sígase la tonada de «No destruyas». Mictam de David, cuando David había huido de Saúl y estaba en una cueva. Ten compasión de mí, oh Dios; ten compasión de mí, que en ti confío. A la sombra de tus alas me refugiaré, hasta que haya pasado el peligro.

2 Clamo al Dios Altísimo, al Dios que me brinda su apoyo.

3 Desde el cielo me tiende la mano y me salva; reprende a mis perseguidores. Selah ¡Dios me envía su amor y su verdad!

4 Me encuentro en medio de leones, rodeado de gente rapaz. Sus dientes son lanzas y flechas; su lengua, una espada afilada.

5 Pero tú, oh Dios, estás sobre los cielos, ¡tu gloria cubre toda la tierra!

6 Tendieron una red en mi camino, y mi ánimo quedó por los suelos. En mi senda cavaron una fosa, pero ellos mismos cayeron en ella. Selah

7 Firme está, oh Dios, mi corazón; firme está mi corazón. Voy a cantarte salmos.

8 ¡Despierta, alma mía! ¡Despierten, arpa y lira! ¡Haré despertar al nuevo día!

9 Te alabaré, Señor, entre los pueblos, te cantaré salmos entre las naciones.

10 Pues tu amor es tan grande que llega a los cielos; ¡tu verdad llega hasta el firmamento!

11 ¡Tú, oh Dios, estás sobre los cielos; tu gloria cubre toda la tierra!

58

1 Al director musical. Sígase la tonada de «No destruyas». Mictam de David. ¿Acaso ustedes, gobernantes, actúan con justicia, y juzgan con rectitud a los seres humanos?

2 Al contrario, con la mente traman injusticia, y la violencia de sus manos se desata en el país.

3 Los malvados se pervierten desde que nacen; desde el vientre materno se desvían los mentirosos.

4 Su veneno es como el de las serpientes, como el de una cobra que se hace la sorda

5 para no escuchar la música del mago, del diestro en encantamientos.

6 Rómpeles, oh Dios, los dientes; ¡arráncales, SEÑOR, los colmillos a esos leones!

7 Que se escurran, como el agua entre los dedos; que se rompan sus flechas al tensar el arco.

8 Que se disuelvan, como babosa rastrera; que no vean la luz, cual si fueran abortivos.

9 Que sin darse cuenta, ardan como espinos; que el viento los arrastre, estén verdes o secos.

10 Se alegrará el justo al ver la venganza, al empapar sus pies en la sangre del impío.

11 Dirá entonces la gente: «Ciertamente los justos son recompensados; ciertamente hay un Dios que juzga en la tierra.»

59

1 Al director musical. Sígase la tonada de «No destruyas». Mictam de David, cuando Saúl había ordenado que vigilaran la casa de David con el propósito de matarlo. Líbrame de mis enemigos, oh Dios; protégeme de los que me atacan.

2 Líbrame de los malhechores; sálvame de los asesinos.

3 ¡Mira cómo me acechan! Hombres crueles conspiran contra mí sin que yo, SEÑOR, haya delinquido ni pecado.

4 Presurosos se disponen a atacarme sin que yo haya cometido mal alguno. ¡Levántate y ven en mi ayuda! ¡Mira mi condición!

5 Tú, SEÑOR, eres el Dios Todopoderoso, ¡eres el Dios de Israel! ¡Despiértate y castiga a todas las naciones; no tengas compasión de esos viles traidores! Selah

6 Ellos vuelven por la noche, gruñendo como perros y acechando alrededor de la ciudad.

7 Echan espuma por la boca, lanzan espadas por sus fauces, y dicen: «¿Quién va a oírnos?»

8 Pero tú, SEÑOR, te burlas de ellos; te ríes de todas las naciones.

9 A ti, fortaleza mía, vuelvo los ojos, pues tú, oh Dios, eres mi protector.

10 Tú eres el Dios que me ama, e irás delante de mí para hacerme ver la derrota de mis enemigos.

11 Pero no los mates, para que mi pueblo no lo olvide. Zarandéalos con tu poder; ¡humíllalos! ¡Tú, Señor, eres nuestro escudo!

12 Por los pecados de su boca, por las palabras de sus labios, que caigan en la trampa de su orgullo. Por las maldiciones y mentiras que profieren,

13 consúmelos en tu enojo; ¡consúmelos hasta que dejen de existir! Así todos sabrán que Dios gobierna en Jacob, y hasta los confines de la tierra. Selah

14 Porque ellos vuelven por la noche, gruñendo como perros y acechando alrededor de la ciudad.

15 Van de un lado a otro buscando comida, y aúllan si no quedan satisfechos.

16 Pero yo le cantaré a tu poder, y por la mañana alabaré tu amor; porque tú eres mi protector, mi refugio en momentos de angustia.

17 A ti, fortaleza mía, te cantaré salmos, pues tú, oh Dios, eres mi protector. ¡Tú eres el Dios que me ama!

60

1 Al director musical. Sígase la tonada de «El lirio del pacto». Mictam didáctico de David, cuando luchó contra los arameos del noroeste de Mesopotamia y de Siria central, y cuando Joab volvió y abatió a doce mil edomitas en el valle de la Sal. Oh Dios, tú nos has rechazado y has abierto brecha en nuestras filas; te has enojado con nosotros: ¡restáuranos ahora!

2 Has sacudido la tierra, la has resquebrajado; repara sus grietas, porque se desmorona.

3 Has sometido a tu pueblo a duras pruebas; nos diste a beber un vino embriagador.

4 Da a tus fieles la señal de retirada, para que puedan escapar de los arqueros. Selah

5 Líbranos con tu diestra, respóndenos para que tu pueblo amado quede a salvo.

6 Dios ha dicho en su santuario: «Triunfante repartiré a Siquén, y dividiré el valle de Sucot.

7 Mío es Galaad, mío es Manasés; Efraín es mi yelmo y Judá mi cetro.

8 En Moab me lavo las manos, sobre Edom arrojo mi sandalia; sobre Filistea lanzo gritos de triunfo.»

9 ¿Quién me llevará a la ciudad fortificada? ¿Quién me mostrará el camino a Edom?

10 ¿No eres tú, oh Dios, quien nos ha rechazado? ¡Ya no sales, oh Dios, con nuestros ejércitos!

11 Bríndanos tu ayuda contra el enemigo, pues de nada sirve la ayuda humana.

12 Con Dios obtendremos la victoria; ¡él pisoteará a nuestros enemigos!

61

1 Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. De David. Oh Dios, escucha mi clamor y atiende a mi oración.

2 Desde los confines de la tierra te invoco, pues mi corazón desfallece; llévame a una roca donde esté yo a salvo.

3 Porque tú eres mi refugio, mi baluarte contra el enemigo.

4 Anhelo habitar en tu casa para siempre y refugiarme debajo de tus alas. Selah

5 Tú, oh Dios, has aceptado mis votos y me has dado la heredad de quienes te honran.

6 Concédele al rey más años de vida; que sean sus días una eternidad.

7 Que reine siempre en tu presencia, y que tu amor y tu verdad lo protejan.

8 Así cantaré siempre salmos a tu nombre y cumpliré mis votos día tras día.

62

1 Al director musical. Para Jedutún. Salmo de David. Sólo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi salvación.

2 Sólo él es mi roca y mi salvación; él es mi protector. ¡Jamás habré de caer!

3 ¿Hasta cuándo atacarán todos ustedes a un hombre para derribarlo? Es como un muro inclinado, ¡como una cerca a punto de derrumbarse!

4 Sólo quieren derribarlo de su lugar de preeminencia. Se complacen en la mentira: bendicen con la boca, pero maldicen con el corazón. Selah

5 Sólo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi esperanza.

6 Sólo él es mi roca y mi salvación; él es mi protector y no habré de caer.

7 Dios es mi salvación y mi gloria; es la roca que me fortalece; ¡mi refugio está en Dios!

8 Confía siempre en él, pueblo mío; ábrele tu corazón cuando estés ante él. ¡Dios es nuestro refugio! Selah

9 Una quimera es la gente de humilde cuna, y una mentira la gente de alta alcurnia; si se les pone juntos en la balanza, todos ellos no pesan nada.

10 No confíen en la extorsión ni se hagan ilusiones con sus rapiñas; y aunque se multipliquen sus riquezas, no pongan el corazón en ellas.

11 Una cosa ha dicho Dios, y dos veces lo he escuchado: Que tú, oh Dios, eres poderoso;

12 que tú, Señor, eres todo amor; que tú pagarás a cada uno según lo que merezcan sus obras.

63

1 Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá. Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta.

2 Te he visto en el santuario y he contemplado tu poder y tu gloria.

3 Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán.

4 Te bendeciré mientras viva, y alzando mis manos te invocaré.

5 Mi alma quedará satisfecha como de un suculento banquete, y con labios jubilosos te alabará mi boca.

6 En mi lecho me acuerdo de ti; pienso en ti toda la noche.

7 A la sombra de tus alas cantaré, porque tú eres mi ayuda.

8 Mi alma se aferra a ti; tu mano derecha me sostiene.

9 Los que buscan mi muerte serán destruidos; bajarán a las profundidades de la tierra.

10 Serán entregados a la espada y acabarán devorados por los chacales.

11 El rey se regocijará en Dios; todos los que invocan a Dios lo alabarán, pero los mentirosos serán silenciados.

64

1 Al director musical. Salmo de David. Escucha, oh Dios, la voz de mi queja; protégeme del temor al enemigo.

2 Escóndeme de esa pandilla de impíos, de esa caterva de malhechores.

3 Afilan su lengua como espada y lanzan como flechas palabras ponzoñosas.

4 Emboscados, disparan contra el inocente; le tiran sin temor y sin aviso.

5 Unos a otros se animan en sus planes impíos, calculan cómo tender sus trampas; y hasta dicen: «¿Quién las verá?»

6 Maquinan injusticias, y dicen: «¡Hemos tramado un plan perfecto!» ¡Cuán incomprensibles son la mente y los pensamientos humanos!

7 Pero Dios les disparará sus flechas, y sin aviso caerán heridos.

8 Su propia lengua será su ruina, y quien los vea se burlará de ellos.

9 La humanidad entera sentirá temor: proclamará las proezas de Dios y meditará en sus obras.

10 Que se regocijen en el SEÑOR los justos; que busquen refugio en él; ¡que lo alaben todos los de recto corazón!

65

1 Al director musical. Salmo de David. Cántico. A ti, oh Dios de Sión, te pertenece la alabanza. A ti se te deben cumplir los votos,

2 porque escuchas la oración. A ti acude todo mortal,

3 a causa de sus perversidades. Nuestros delitos nos abruman, pero tú los perdonaste.

4 ¡Dichoso aquel a quien tú escoges, al que atraes a ti para que viva en tus atrios! Saciémonos de los bienes de tu casa, de los dones de tu santo templo.

5 Tú, oh Dios y Salvador nuestro, nos respondes con imponentes obras de justicia; tú eres la esperanza de los confines de la tierra y de los más lejanos mares.

6 Tú, con tu poder, formaste las montañas, desplegando tu potencia.

7 Tú calmaste el rugido de los mares, el estruendo de sus olas, y el tumulto de los pueblos.

8 Los que viven en remotos lugares se asombran ante tus prodigios; del oriente al occidente tú inspiras canciones de alegría.

9 Con tus cuidados fecundas la tierra, y la colmas de abundancia. Los arroyos de Dios se llenan de agua, para asegurarle trigo al pueblo. ¡Así preparas el campo!

10 Empapas los surcos, nivelas sus terrones, reblandeces la tierra con las lluvias y bendices sus renuevos.

11 Tú coronas el año con tus bondades, y tus carretas se desbordan de abundancia.

12 Rebosan los prados del desierto; las colinas se visten de alegría.

13 Pobladas de rebaños las praderas, y cubiertos los valles de trigales, cantan y lanzan voces de alegría.

66

1 Al director musical. Cántico. Salmo. ¡Aclamen alegres a Dios, habitantes de toda la tierra!

2 Canten salmos a su glorioso nombre; ¡ríndanle gloriosas alabanzas!

3 Díganle a Dios: «¡Cuán imponentes son tus obras! Es tan grande tu poder que tus enemigos mismos se rinden ante ti.

4 Toda la tierra se postra en tu presencia, y te cantan salmos; cantan salmos a tu nombre.» Selah

5 ¡Vengan y vean las proezas de Dios, sus obras portentosas en nuestro favor!

6 Convirtió el mar en tierra seca, y el pueblo cruzó el río a pie. ¡Regocijémonos en él!

7 Con su poder gobierna eternamente; sus ojos vigilan a las naciones. ¡Que no se levanten contra él los rebeldes! Selah

8 Pueblos todos, bendigan a nuestro Dios, hagan oír la voz de su alabanza.

9 Él ha protegido nuestra vida, ha evitado que resbalen nuestros pies.

10 Tú, oh Dios, nos has puesto a prueba; nos has purificado como a la plata.

11 Nos has hecho caer en una red; ¡pesada carga nos has echado a cuestas!

12 Las caballerías nos han aplastado la cabeza; hemos pasado por el fuego y por el agua, pero al fin nos has dado un respiro.

13 Me presentaré en tu templo con holocaustos y cumpliré los votos que te hice,

14 los votos de mis labios y mi boca que pronuncié en medio de mi angustia.

15 Te ofreceré holocaustos de animales engordados, junto con el humo de ofrendas de carneros; te ofreceré toros y machos cabríos. Selah

16 Vengan ustedes, temerosos de Dios, escuchen, que voy a contarles todo lo que él ha hecho por mí.

17 Clamé a él con mi boca; lo alabé con mi lengua.

18 Si en mi corazón hubiera yo abrigado maldad, el Señor no me habría escuchado;

19 pero Dios sí me ha escuchado, ha atendido a la voz de mi plegaria.

20 ¡Bendito sea Dios, que no rechazó mi plegaria ni me negó su amor!

67

1 Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Salmo. Cántico. Dios nos tenga compasión y nos bendiga; Dios haga resplandecer su rostro sobre nosotros, Selah

2 para que se conozcan en la tierra sus caminos, y entre todas las naciones su salvación.

3 Que te alaben, oh Dios, los pueblos; que todos los pueblos te alaben.

4 Alégrense y canten con júbilo las naciones, porque tú las gobiernas con rectitud; ¡tú guías a las naciones de la tierra! Selah

5 Que te alaben, oh Dios, los pueblos; que todos los pueblos te alaben.

6 La tierra dará entonces su fruto, y Dios, nuestro Dios, nos bendecirá.

7 Dios nos bendecirá, y le temerán todos los confines de la tierra.

68

1 Al director musical. Salmo de David. Cántico. Que se levante Dios, que sean dispersados sus enemigos, que huyan de su presencia los que le odian.

2 Que desaparezcan del todo, como humo que se disipa con el viento; que perezcan ante Dios los impíos, como cera que se derrite en el fuego.

3 Pero que los justos se alegren y se regocijen; que estén felices y alegres delante de Dios.

4 Canten a Dios, canten salmos a su nombre; aclamen a quien cabalga por las estepas, y regocíjense en su presencia. ¡Su nombre es el SEÑOR!

5 Padre de los huérfanos y defensor de las viudas es Dios en su morada santa.

6 Dios da un hogar a los desamparados y libertad a los cautivos; los rebeldes habitarán en el desierto.

7 Cuando saliste, oh Dios, al frente de tu pueblo, cuando a través de los páramos marchaste, Selah

8 la tierra se estremeció, los cielos se vaciaron, delante de Dios, el Dios de Sinaí, delante de Dios, el Dios de Israel.

9 Tú, oh Dios, diste abundantes lluvias; reanimaste a tu extenuada herencia.

10 Tu familia se estableció en la tierra que en tu bondad, oh Dios, preparaste para el pobre.

11 El Señor ha emitido la palabra, y millares de mensajeras la proclaman:

12 «Van huyendo los reyes y sus tropas; en las casas, las mujeres se reparten el botín:

13 alas de paloma cubiertas de plata, con plumas de oro resplandeciente. Tú te quedaste a dormir entre los rebaños.»

14 Cuando el Todopoderoso puso en fuga a los reyes de la tierra, parecían copos de nieve cayendo sobre la cumbre del Zalmón.

15 Montañas de Basán, montañas imponentes; montañas de Basán, montañas escarpadas:

16 ¿Por qué, montañas escarpadas, miran con envidia al monte donde a Dios le place residir, donde el SEÑOR habitará por siempre?

17 Los carros de guerra de Dios se cuentan por millares; del Sinaí vino en ellos el Señor para entrar en su santuario.

18 Cuando tú, Dios y SEÑOR, ascendiste a las alturas, te llevaste contigo a los cautivos; tomaste tributo de los hombres, aun de los rebeldes, para establecer tu morada.

19 Bendito sea el Señor, nuestro Dios y Salvador, que día tras día sobrelleva nuestras cargas. Selah

20 Nuestro Dios es un Dios que salva; el SEÑOR Soberano nos libra de la muerte.

21 Dios aplastará la cabeza de sus enemigos, la testa enmarañada de los que viven pecando.

22 El Señor nos dice: «De Basán los regresaré; de las profundidades del mar los haré volver,

23 para que se empapen los pies en la sangre de sus enemigos; para que, al lamerla, los perros tengan también su parte.»

24 En el santuario pueden verse las procesiones de mi Dios, las procesiones de mi Dios y rey.

25 Los cantores van al frente, seguidos de los músicos de cuerda, entre doncellas que tocan panderetas.

26 Bendigan a Dios en la gran congregación; alaben al SEÑOR, descendientes de Israel.

27 Los guía la joven tribu de Benjamín, seguida de los múltiples príncipes de Judá y de los príncipes de Zabulón y Neftalí.

28 Despliega tu poder, oh Dios; haz gala, oh Dios, de tu poder, que has manifestado en favor nuestro.

29 Por causa de tu templo en Jerusalén los reyes te ofrecerán presentes.

30 Reprende a esa bestia de los juncos, a esa manada de toros bravos entre naciones que parecen becerros. Haz que, humillada, te lleve barras de plata; dispersa a las naciones belicosas.

31 Egipto enviará embajadores, y Cus se someterá a Dios.

32 Cántenle a Dios, oh reinos de la tierra, cántenle salmos al Señor, Selah

33 al que cabalga por los cielos, los cielos antiguos, al que hace oír su voz, su voz de trueno.

34 Reconozcan el poder de Dios; su majestad está sobre Israel, su poder está en las alturas.

35 En tu santuario, oh Dios, eres imponente; ¡el Dios de Israel da poder y fuerza a su pueblo! ¡Bendito sea Dios!

69

1 Al director musical. Sígase la tonada de «Los lirios». De David. Sálvame, Dios mío, que las aguas ya me llegan al cuello.

2 Me estoy hundiendo en una ciénaga profunda, y no tengo dónde apoyar el pie. Estoy en medio de profundas aguas, y me arrastra la corriente.

3 Cansado estoy de pedir ayuda; tengo reseca la garganta. Mis ojos languidecen, esperando la ayuda de mi Dios.

4 Más que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin motivo; muchos son los enemigos gratuitos que se han propuesto destruirme. ¿Cómo voy a devolver lo que no he robado?

5 Oh Dios, tú sabes lo insensato que he sido; no te puedo esconder mis transgresiones.

6 SEÑOR Soberano, Todopoderoso, que no sean avergonzados por mi culpa los que en ti esperan; oh Dios de Israel, que no sean humillados por mi culpa los que te buscan.

7 Por ti yo he sufrido insultos; mi rostro se ha cubierto de ignominia.

8 Soy como un extraño para mis hermanos; soy un extranjero para los hijos de mi madre.

9 El celo por tu casa me consume; sobre mí han recaído los insultos de tus detractores.

10 Cuando lloro y ayuno, tengo que soportar sus ofensas;

11 cuando me visto de luto, soy objeto de burlas.

12 Los que se sientan a la puerta murmuran contra mí; los borrachos me dedican parodias.

13 Pero yo, SEÑOR, te imploro en el tiempo de tu buena voluntad. Por tu gran amor, oh Dios, respóndeme; por tu fidelidad, sálvame.

14 Sácame del fango; no permitas que me hunda. Líbrame de los que me odian, y de las aguas profundas.

15 No dejes que me arrastre la corriente; no permitas que me trague el abismo, ni que el foso cierre sus fauces sobre mí.

16 Respóndeme, SEÑOR, por tu bondad y tu amor; por tu gran compasión, vuélvete a mí.

17 No escondas tu rostro de este siervo tuyo; respóndeme pronto, que estoy angustiado.

18 Ven a mi lado, y rescátame; redímeme, por causa de mis enemigos.

19 Tú bien sabes cómo me insultan, me avergüenzan y denigran; sabes quiénes son mis adversarios.

20 Los insultos me han destrozado el corazón; para mí ya no hay remedio. Busqué compasión, y no la hubo; busqué consuelo, y no lo hallé.

21 En mi comida pusieron hiel; para calmar mi sed me dieron vinagre.

22 Que se conviertan en trampa sus banquetes, y su prosperidad en lazo.

23 Que se les nublen los ojos, para que no vean; y que sus fuerzas flaqueen para siempre.

24 Descarga tu furia sobre ellos; que tu ardiente ira los alcance.

25 Quédense desiertos sus campamentos, y deshabitadas sus tiendas de campaña.

26 Pues al que has afligido lo persiguen, y se burlan del dolor del que has herido.

27 Añade a sus pecados más pecados; no los hagas partícipes de tu salvación.

28 Que sean borrados del libro de la vida; que no queden inscritos con los justos.

29 Y a mí, que estoy pobre y adolorido, que me proteja, oh Dios, tu salvación.

30 Con cánticos alabaré el nombre de Dios; con acción de gracias lo exaltaré.

31 Esa ofrenda agradará más al SEÑOR que la de un toro o un novillo con sus cuernos y pezuñas.

32 Los pobres verán esto y se alegrarán; ¡reanímense ustedes, los que buscan a Dios!

33 Porque el SEÑOR oye a los necesitados, y no desdeña a su pueblo cautivo.

34 Que lo alaben los cielos y la tierra, los mares y todo lo que se mueve en ellos,

35 porque Dios salvará a Sión y reconstruirá las ciudades de Judá. Allí se establecerá el pueblo y tomará posesión de la tierra.

36 La heredarán los hijos de sus siervos; la habitarán los que aman al Señor.

70

1 Al director musical. Petición de David. Apresúrate, oh Dios, a rescatarme; ¡apresúrate, SEÑOR, a socorrerme!

2 Que sean avergonzados y confundidos los que procuran matarme. Que retrocedan humillados todos los que desean mi ruina.

3 Que vuelvan sobre sus pasos, avergonzados, todos los que se burlan de mí.

4 Pero que todos los que te buscan se alegren en ti y se regocijen; que los que aman tu salvación digan siempre: «¡Sea Dios exaltado!»

5 Yo soy pobre y estoy necesitado; ¡ven pronto a mí, oh Dios! Tú eres mi socorro y mi libertador; ¡no te demores, SEÑOR!

71

1 n ti, SEÑOR, me he refugiado; jamás me dejes quedar en vergüenza.

2 Por tu justicia, rescátame y líbrame; dígnate escucharme, y sálvame.

3 Sé tú mi roca de refugio adonde pueda yo siempre acudir; da la orden de salvarme, porque tú eres mi roca, mi fortaleza.

4 Líbrame, Dios mío, de manos de los impíos, del poder de los malvados y violentos.

5 Tú, Soberano SEÑOR, has sido mi esperanza; en ti he confiado desde mi juventud.

6 De ti he dependido desde que nací; del vientre materno me hiciste nacer. ¡Por siempre te alabaré!

7 Para muchos, soy motivo de asombro, pero tú eres mi refugio inconmovible.

8 Mi boca rebosa de alabanzas a tu nombre, y todo el día proclama tu grandeza.

9 No me rechaces cuando llegue a viejo; no me abandones cuando me falten las fuerzas.

10 Porque mis enemigos murmuran contra mí; los que me acechan se confabulan.

11 Y dicen: «¡Dios lo ha abandonado! ¡Persíganlo y agárrenlo, que nadie lo rescatará!»

12 Dios mío, no te alejes de mí; Dios mío, ven pronto a ayudarme.

13 Que perezcan humillados mis acusadores; que se cubran de oprobio y de ignominia los que buscan mi ruina.

14 Pero yo siempre tendré esperanza, y más y más te alabaré.

15 Todo el día proclamará mi boca tu justicia y tu salvación, aunque es algo que no alcanzo a descifrar.

16 Soberano SEÑOR, relataré tus obras poderosas, y haré memoria de tu justicia, de tu justicia solamente.

17 Tú, oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y aún hoy anuncio todos tus prodigios.

18 Aun cuando sea yo anciano y peine canas, no me abandones, oh Dios, hasta que anuncie tu poder a la generación venidera, y dé a conocer tus proezas a los que aún no han nacido.

19 Oh Dios, tú has hecho grandes cosas; tu justicia llega a las alturas. ¿Quién como tú, oh Dios?

20 Me has hecho pasar por muchos infortunios, pero volverás a darme vida; de las profundidades de la tierra volverás a levantarme.

21 Acrecentarás mi honor y volverás a consolarme.

22 Por tu fidelidad, Dios mío, te alabaré con instrumentos de cuerda; te cantaré, oh Santo de Israel, salmos con la lira.

23 Gritarán de júbilo mis labios cuando yo te cante salmos, pues me has salvado la vida.

24 Todo el día repetirá mi lengua la historia de tus justas acciones, pues quienes buscaban mi mal han quedado confundidos y avergonzados.

72

1 De Salomón. Oh Dios, otorga tu justicia al rey, tu rectitud al príncipe heredero.

2 Así juzgará con rectitud a tu pueblo y hará justicia a tus pobres.

3 Brindarán los montes bienestar al pueblo, y fruto de justicia las colinas.

4 El rey hará justicia a los pobres del pueblo y salvará a los necesitados; ¡él aplastará a los opresores!

5 Que viva el rey por mil generaciones, lo mismo que el sol y que la luna.

6 Que sea como la lluvia sobre un campo sembrado, como las lluvias que empapan la tierra.

7 Que en sus días florezca la justicia, y que haya gran prosperidad, hasta que la luna deje de existir.

8 Que domine el rey de mar a mar, desde el río Éufrates hasta los confines de la tierra.

9 Que se postren ante él las tribus del desierto; ¡que muerdan el polvo sus enemigos!

10 Que le paguen tributo los reyes de Tarsis y de las costas remotas; que los reyes de Sabá y de Seba le traigan presentes.

11 Que ante él se inclinen todos los reyes; ¡que le sirvan todas las naciones!

12 Él librará al indigente que pide auxilio, y al pobre que no tiene quien lo ayude.

13 Se compadecerá del desvalido y del necesitado, y a los menesterosos les salvará la vida.

14 Los librará de la opresión y la violencia, porque considera valiosa su vida.

15 ¡Que viva el rey! ¡Que se le entregue el oro de Sabá! Que se ore por él sin cesar; que todos los días se le bendiga.

16 Que abunde el trigo en toda la tierra; que ondeen los trigales en la cumbre de los montes. Que el grano se dé como en el Líbano; que abunden las gavillas como la hierba del campo.

17 Que su nombre perdure para siempre; que su fama permanezca como el sol. Que en su nombre las naciones se bendigan unas a otras; que todas ellas lo proclamen dichoso.

18 Bendito sea Dios el SEÑOR, el Dios de Israel, el único que hace obras portentosas.

19 Bendito sea por siempre su glorioso nombre; ¡que toda la tierra se llene de su gloria! Amén y amén.

20 Aquí terminan las oraciones de David hijo de Isaí. LIBRO III Salmos 73-89

73

1 Salmo de Asaf. En verdad, ¡cuán bueno es Dios con Israel, con los puros de corazón!

2 Yo estuve a punto de caer, y poco me faltó para que resbalara.

3 Sentí envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de esos malvados.

4 Ellos no tienen ningún problema; su cuerpo está fuerte y saludable.

5 Libres están de los afanes de todos; no les afectan los infortunios humanos.

6 Por eso lucen su orgullo como un collar, y hacen gala de su violencia.

7 ¡Están que revientan de malicia, y hasta se les ven sus malas intenciones!

8 Son burlones, hablan con doblez, y arrogantes oprimen y amenazan.

9 Con la boca increpan al cielo, con la lengua dominan la tierra.

10 Por eso la gente acude a ellos y cree todo lo que afirman.

11 Hasta dicen: «¿Cómo puede Dios saberlo? ¿Acaso el Altísimo tiene entendimiento?»

12 Así son los impíos; sin afanarse, aumentan sus riquezas.

13 En verdad, ¿de qué me sirve mantener mi corazón limpio y mis manos lavadas en la inocencia,

14 si todo el día me golpean y de mañana me castigan?

15 Si hubiera dicho: «Voy a hablar como ellos», habría traicionado a tu linaje.

16 Cuando traté de comprender todo esto, me resultó una carga insoportable,

17 hasta que entré en el santuario de Dios; allí comprendí cuál será el destino de los malvados:

18 En verdad, los has puesto en terreno resbaladizo, y los empujas a su propia destrucción.

19 ¡En un instante serán destruidos, totalmente consumidos por el terror!

20 Como quien despierta de un sueño, así, Señor, cuando tú te levantes, desecharás su falsa apariencia.

21 Se me afligía el corazón y se me amargaba el ánimo

22 por mi necedad e ignorancia. ¡Me porté contigo como una bestia!

23 Pero yo siempre estoy contigo, pues tú me sostienes de la mano derecha.

24 Me guías con tu consejo, y más tarde me acogerás en gloria.

25 ¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra.

26 Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; él es mi herencia eterna.

27 Perecerán los que se alejen de ti; tú destruyes a los que te son infieles.

28 Para mí el bien es estar cerca de Dios. He hecho del SEÑOR Soberano mi refugio para contar todas sus obras.

74

1 Masquil de Asaf. ¿Por qué, oh Dios, nos has rechazado para siempre? ¿Por qué se ha encendido tu ira contra las ovejas de tu prado?

2 Acuérdate del pueblo que adquiriste desde tiempos antiguos, de la tribu que redimiste para que fuera tu posesión. Acuérdate de este monte Sión, que es donde tú habitas.

3 Dirige tus pasos hacia estas ruinas eternas; ¡todo en el santuario lo ha destruido el enemigo!

4 Tus adversarios rugen en el lugar de tus asambleas y plantan sus banderas en señal de victoria.

5 Parecen leñadores en el bosque, talando árboles con sus hachas.

6 Con sus hachas y martillos destrozaron todos los adornos de madera.

7 Prendieron fuego a tu santuario; profanaron el lugar donde habitas.

8 En su corazón dijeron: «¡Los haremos polvo!», y quemaron en el país todos tus santuarios.

9 Ya no vemos ondear nuestras banderas; ya no hay ningún profeta, y ni siquiera sabemos hasta cuándo durará todo esto.

10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, se burlará el adversario? ¿Por siempre insultará tu nombre el enemigo?

11 ¿Por qué retraes tu mano, tu mano derecha? ¿Por qué te quedas cruzado de brazos?

12 Tú, oh Dios, eres mi rey desde tiempos antiguos; tú traes salvación sobre la tierra.

13 Tú dividiste el mar con tu poder; les rompiste la cabeza a los monstruos marinos.

14 Tú aplastaste las cabezas de Leviatán y lo diste por comida a las jaurías del desierto.

15 Tú hiciste que brotaran fuentes y arroyos; secaste ríos de inagotables corrientes.

16 Tuyo es el día, tuya también la noche; tú estableciste la luna y el sol;

17 trazaste los límites de la tierra, y creaste el verano y el invierno.

18 Recuerda, SEÑOR, que tu enemigo se burla, y que un pueblo insensato ofende tu nombre.

19 No entregues a las fieras la vida de tu tórtola; no te olvides, ni ahora ni nunca, de la vida de tus pobres.

20 Toma en cuenta tu pacto, pues en todos los rincones del país abunda la violencia.

21 Que no vuelva humillado el oprimido; que alaben tu nombre el pobre y el necesitado.

22 Levántate, oh Dios, y defiende tu causa; recuerda que a todas horas te ofenden los necios.

23 No pases por alto el griterío de tus adversarios, el creciente tumulto de tus enemigos.

75

1 Al director musical. Sígase la tonada de «No destruyas». Salmo de Asaf. Cántico. Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias e invocamos tu nombre; ¡todos hablan de tus obras portentosas!

2 Tú dices: «Cuando yo lo decida, juzgaré con justicia.

3 Cuando se estremece la tierra con todos sus habitantes, soy yo quien afirma sus columnas.» Selah

4 «No sean altaneros», digo a los altivos; «No sean soberbios», ordeno a los impíos;

5 «No hagan gala de soberbia contra el cielo, ni hablen con aires de suficiencia.»

6 La exaltación no viene del oriente, ni del occidente ni del sur,

7 sino que es Dios el que juzga: a unos humilla y a otros exalta.

8 En la mano del SEÑOR hay una copa de espumante vino mezclado con especias; cuando él lo derrame, todos los impíos de la tierra habrán de beberlo hasta las heces.

9 Yo hablaré de esto siempre; cantaré salmos al Dios de Jacob.

10 Aniquilaré la altivez de todos los impíos, y exaltaré el poder de los justos.

76

1 Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Salmo de Asaf. Cántico. Dios es conocido en Judá; su nombre es exaltado en Israel.

2 En Salén se halla su santuario; en Sión está su morada.

3 Allí hizo pedazos las centelleantes saetas, los escudos, las espadas, las armas de guerra. Selah

4 Estás rodeado de esplendor; eres más imponente que las montañas eternas.

5 Los valientes yacen ahora despojados; han caído en el sopor de la muerte. Ninguno de esos hombres aguerridos volverá a levantar sus manos.

6 Cuando tú, Dios de Jacob, los reprendiste, quedaron pasmados jinetes y corceles.

7 Tú, y sólo tú, eres de temer. ¿Quién puede hacerte frente cuando se enciende tu enojo?

8 Desde el cielo diste a conocer tu veredicto; la tierra, temerosa, guardó silencio

9 cuando tú, oh Dios, te levantaste para juzgar, para salvar a los pobres de la tierra. Selah

10 La furia de Edom se vuelve tu alabanza; lo que aún queda de Jamat se vuelve tu corona.

11 Hagan votos al SEÑOR su Dios, y cúmplanlos; que todos los países vecinos paguen tributo al Dios temible,

12 al que acaba con el valor de los gobernantes, ¡al que es temido por los reyes de la tierra!

77

1 Al director musical. Para Jedutún. Salmo de Asaf. A Dios elevo mi voz suplicante; a Dios elevo mi voz para que me escuche.

2 Cuando estoy angustiado, recurro al Señor; sin cesar elevo mis manos por las noches, pero me niego a recibir consuelo.

3 Me acuerdo de Dios, y me lamento; medito en él, y desfallezco. Selah

4 No me dejas conciliar el sueño; tan turbado estoy que ni hablar puedo.

5 Me pongo a pensar en los tiempos de antaño; de los años ya idos

6 me acuerdo. Mi corazón reflexiona por las noches; mi espíritu medita e inquiere:

7 «¿Nos rechazará el Señor para siempre? ¿No volverá a mostrarnos su buena voluntad?

8 ¿Se habrá agotado su gran amor eterno, y sus promesas por todas las generaciones?

9 ¿Se habrá olvidado Dios de sus bondades, y en su enojo ya no quiere tenernos compasión?» Selah

10 Y me pongo a pensar: «Esto es lo que me duele: que haya cambiado la diestra del Altísimo.»

11 Prefiero recordar las hazañas del SEÑOR, traer a la memoria sus milagros de antaño.

12 Meditaré en todas tus proezas; evocaré tus obras poderosas.

13 Santos, oh Dios, son tus caminos; ¿qué dios hay tan excelso como nuestro Dios?

14 Tú eres el Dios que realiza maravillas; el que despliega su poder entre los pueblos.

15 Con tu brazo poderoso redimiste a tu pueblo, a los descendientes de Jacob y de José. Selah

16 Las aguas te vieron, oh Dios, las aguas te vieron y se agitaron; el propio abismo se estremeció con violencia.

17 Derramaron su lluvia las nubes; retumbaron con estruendo los cielos; rasgaron el espacio tus centellas.

18 Tu estruendo retumbó en el torbellino y tus relámpagos iluminaron el mundo; la tierra se estremeció con temblores.

19 Te abriste camino en el mar; te hiciste paso entre las muchas aguas, y no se hallaron tus huellas.

20 Por medio de Moisés y de Aarón guiaste como un rebaño a tu pueblo.

78

1 Masquil de Asaf. Pueblo mío, atiende a mi enseñanza; presta oído a las palabras de mi boca.

2 Mis labios pronunciarán parábolas y evocarán misterios de antaño,

3 cosas que hemos oído y conocido, y que nuestros padres nos han contado.

4 No las esconderemos de sus descendientes; hablaremos a la generación venidera del poder del SEÑOR, de sus proezas, y de las maravillas que ha realizado.

5 Él promulgó un decreto para Jacob, dictó una ley para Israel; ordenó a nuestros antepasados enseñarlos a sus descendientes,

6 para que los conocieran las generaciones venideras y los hijos que habrían de nacer, que a su vez los enseñarían a sus hijos.

7 Así ellos pondrían su confianza en Dios y no se olvidarían de sus proezas, sino que cumplirían sus mandamientos.

8 Así no serían como sus antepasados: generación obstinada y rebelde, gente de corazón fluctuante, cuyo espíritu no se mantuvo fiel a Dios.

9 La tribu de Efraín, con sus diestros arqueros, se puso en fuga el día de la batalla.

10 No cumplieron con el pacto de Dios, sino que se negaron a seguir sus enseñanzas.

11 Echaron al olvido sus proezas, las maravillas que les había mostrado,

12 los milagros que hizo a la vista de sus padres en la tierra de Egipto, en la región de Zoán.

13 Partió el mar en dos para que ellos lo cruzaran, mientras mantenía las aguas firmes como un muro.

14 De día los guió con una nube, y toda la noche con luz de fuego.

15 En el desierto partió en dos las rocas, y les dio a beber torrentes de aguas;

16 hizo que brotaran arroyos de la peña y que las aguas fluyeran como ríos.

17 Pero ellos volvieron a pecar contra él; en el desierto se rebelaron contra el Altísimo.

18 Con toda intención pusieron a Dios a prueba, y le exigieron comida a su antojo.

19 Murmuraron contra Dios, y aun dijeron: «¿Podrá Dios tendernos una mesa en el desierto?

20 Cuando golpeó la roca, el agua brotó en torrentes; pero ¿podrá también darnos de comer?, ¿podrá proveerle carne a su pueblo?»

21 Cuando el SEÑOR oyó esto, se puso muy furioso; su enojo se encendió contra Jacob, su ira ardió contra Israel.

22 Porque no confiaron en Dios, ni creyeron que él los salvaría.

23 Desde lo alto dio una orden a las nubes, y se abrieron las puertas de los cielos.

24 Hizo que les lloviera maná, para que comieran; pan del cielo les dio a comer.

25 Todos ellos comieron pan de ángeles; Dios les envió comida hasta saciarlos.

26 Desató desde el cielo el viento solano, y con su poder levantó el viento del sur.

27 Cual lluvia de polvo, hizo que les lloviera carne; ¡nubes de pájaros, como la arena del mar!

28 Los hizo caer en medio de su campamento y en los alrededores de sus tiendas.

29 Comieron y se hartaron, pues Dios les cumplió su capricho.

30 Pero el capricho no les duró mucho: aún tenían la comida en la boca

31 cuando el enojo de Dios vino sobre ellos: dio muerte a sus hombres más robustos; abatió a la flor y nata de Israel.

32 A pesar de todo, siguieron pecando y no creyeron en sus maravillas.

33 Por tanto, Dios hizo que sus días se esfumaran como un suspiro, que sus años acabaran en medio del terror.

34 Si Dios los castigaba, entonces lo buscaban, y con ansias se volvían de nuevo a él.

35 Se acordaban de que Dios era su roca, de que el Dios Altísimo era su redentor.

36 Pero entonces lo halagaban con la boca, y le mentían con la lengua.

37 No fue su corazón sincero para con Dios; no fueron fieles a su pacto.

38 Sin embargo, él les tuvo compasión; les perdonó su maldad y no los destruyó. Una y otra vez contuvo su enojo, y no se dejó llevar del todo por la ira.

39 Se acordó de que eran simples mortales, un efímero suspiro que jamás regresa.

40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto, y lo entristecieron en los páramos!

41 Una y otra vez ponían a Dios a prueba; provocaban al Santo de Israel.

42 Jamás se acordaron de su poder, de cuando los rescató del opresor,

43 ni de sus señales milagrosas en Egipto, ni de sus portentos en la región de Zoán,

44 cuando convirtió en sangre los ríos egipcios y no pudieron ellos beber de sus arroyos;

45 cuando les envió tábanos que se los devoraban, y ranas que los destruían;

46 cuando entregó sus cosechas a los saltamontes, y sus sembrados a la langosta;

47 cuando con granizo destruyó sus viñas, y con escarcha sus higueras;

48 cuando entregó su ganado al granizo, y sus rebaños a las centellas;

49 cuando lanzó contra ellos el ardor de su ira, de su furor, indignación y hostilidad: ¡todo un ejército de ángeles destructores!

50 Dio rienda suelta a su enojo y no los libró de la muerte, sino que los entregó a la plaga.

51 Dio muerte a todos los primogénitos de Egipto, a las primicias de su raza en los campamentos de Cam.

52 A su pueblo lo guió como a un rebaño; los llevó por el desierto, como a ovejas,

53 infundiéndoles confianza para que no temieran. Pero a sus enemigos se los tragó el mar.

54 Trajo a su pueblo a esta su tierra santa, a estas montañas que su diestra conquistó.

55 Al paso de los israelitas expulsó naciones, cuyas tierras dio a su pueblo en heredad; ¡así estableció en sus tiendas a las tribus de Israel!

56 Pero ellos pusieron a prueba a Dios: se rebelaron contra el Altísimo y desobedecieron sus estatutos.

57 Fueron desleales y traidores, como sus padres; ¡tan falsos como un arco defectuoso!

58 Lo irritaron con sus santuarios paganos; con sus ídolos despertaron sus celos.

59 Dios lo supo y se puso muy furioso, por lo que rechazó completamente a Israel.

60 Abandonó el tabernáculo de Siló, que era su santuario aquí en la tierra,

61 y dejó que el símbolo de su poder y gloria cayera cautivo en manos enemigas.

62 Tan furioso estaba contra su pueblo que dejó que los mataran a filo de espada.

63 A sus jóvenes los consumió el fuego, y no hubo cantos nupciales para sus doncellas;

64 a filo de espada cayeron sus sacerdotes, y sus viudas no pudieron hacerles duelo.

65 Despertó entonces el Señor, como quien despierta de un sueño, como un guerrero que, por causa del vino, lanza gritos desaforados.

66 Hizo retroceder a sus enemigos, y los puso en vergüenza para siempre.

67 Rechazó a los descendientes de José, y no escogió a la tribu de Efraín;

68 más bien, escogió a la tribu de Judá y al monte Sión, al cual ama.

69 Construyó su santuario, alto como los cielos, como la tierra, que él afirmó para siempre.

70 Escogió a su siervo David, al que sacó de los apriscos de las ovejas,

71 y lo quitó de andar arreando los rebaños para que fuera el pastor de Jacob, su pueblo; el pastor de Israel, su herencia.

72 Y David los pastoreó con corazón sincero; con mano experta los dirigió.

79

1 Salmo de Asaf. Oh Dios, los pueblos paganos han invadido tu herencia; han profanado tu santo templo, han dejado en ruinas a Jerusalén.

2 Han entregado los cadáveres de tus siervos como alimento de las aves del cielo; han destinado los cuerpos de tus fieles para comida de los animales salvajes.

3 Por toda Jerusalén han derramado su sangre, como si derramaran agua, y no hay quien entierre a los muertos.

4 Nuestros vecinos hacen mofa de nosotros; somos blanco de las burlas de quienes nos rodean.

5 ¿Hasta cuándo, SEÑOR? ¿Vas a estar enojado para siempre? ¿Arderá tu celo como el fuego?

6 ¡Enójate con las naciones que no te reconocen, con los reinos que no invocan tu nombre!

7 Porque a Jacob se lo han devorado, y al país lo han dejado en ruinas.

8 No nos tomes en cuenta los pecados de ayer; ¡venga pronto tu misericordia a nuestro encuentro, porque estamos totalmente abatidos!

9 Oh Dios y salvador nuestro, por la gloria de tu nombre, ayúdanos; por tu nombre, líbranos y perdona nuestros pecados.

10 ¿Por qué van a decir las naciones: «¿Dónde está su Dios?» Permítenos ver, y muéstrales a los pueblos paganos cómo tomas venganza de la sangre de tus siervos.

11 Que lleguen a tu presencia los gemidos de los cautivos, y por la fuerza de tu brazo salva a los condenados a muerte.

12 Señor, haz que sientan nuestros vecinos, siete veces y en carne propia, el oprobio que han lanzado contra ti.

13 Y nosotros, tu pueblo y ovejas de tu prado, te alabaremos por siempre; de generación en generación cantaremos tus alabanzas.

80

1 Al director musical. Sígase la tonada de «Los lirios del pacto». Salmo de Asaf. Pastor de Israel, tú que guías a José como a un rebaño, tú que reinas entre los querubines, ¡escúchanos! ¡Resplandece

2 delante de Efraín, Benjamín y Manasés! ¡Muestra tu poder, y ven a salvarnos!

3 Restáuranos, oh Dios; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos.

4 ¿Hasta cuándo, SEÑOR, Dios Todopoderoso, arderá tu ira contra las oraciones de tu pueblo?

5 Por comida, le has dado pan de lágrimas; por bebida, lágrimas en abundancia.

6 Nos has hecho motivo de contienda para nuestros vecinos; nuestros enemigos se burlan de nosotros.

7 Restáuranos, oh Dios Todopoderoso; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos.

8 De Egipto trajiste una vid; expulsaste a los pueblos paganos, y la plantaste.

9 Le limpiaste el terreno, y ella echó raíces y llenó la tierra.

10 Su sombra se extendía hasta las montañas, su follaje cubría los más altos cedros.

11 Sus ramas se extendieron hasta el Mediterráneo y sus renuevos hasta el Éufrates.

12 ¿Por qué has derribado sus muros? ¡Todos los que pasan le arrancan uvas!

13 Los jabalíes del bosque la destruyen, los animales salvajes la devoran.

14 ¡Vuélvete a nosotros, oh Dios Todopoderoso! ¡Asómate a vernos desde el cielo y brinda tus cuidados a esta vid!

15 ¡Es la raíz que plantaste con tu diestra! ¡Es el vástago que has criado para ti!

16 Tu vid está derribada, quemada por el fuego; a tu reprensión perece tu pueblo.

17 Bríndale tu apoyo al hombre de tu diestra, al ser humano que para ti has criado.

18 Nosotros no nos apartaremos de ti; reavívanos, e invocaremos tu nombre.

19 Restáuranos, SEÑOR, Dios Todopoderoso; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos.

81

1 Al director musical. Sígase la tonada de «La canción del lagar». Salmo de Asaf. Canten alegres a Dios, nuestra fortaleza; ¡aclamen con regocijo al Dios de Jacob!

2 ¡Entonen salmos! ¡Toquen ya la pandereta, la lira y el arpa melodiosa!

3 Toquen el cuerno de carnero en la luna nueva, y en la luna llena, día de nuestra fiesta.

4 Éste es un decreto para Israel, una ordenanza del Dios de Jacob.

5 Lo estableció como un pacto con José cuando salió de la tierra de Egipto. Escucho un idioma que no entiendo:

6 «Te he quitado la carga de los hombros; tus manos se han librado del pesado cesto.

7 En tu angustia me llamaste, y te libré; oculto en el nubarrón te respondí; en las aguas de Meribá te puse a prueba. Selah

8 »Escucha, pueblo mío, mis advertencias; ¡ay Israel, si tan sólo me escucharas!

9 No tendrás ningún dios extranjero, ni te inclinarás ante ningún dios extraño.

10 Yo soy el SEÑOR tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto. Abre bien la boca, y te la llenaré.

11 »Pero mi pueblo no me escuchó; Israel no quiso hacerme caso.

12 Por eso los abandoné a su obstinada voluntad, para que actuaran como mejor les pareciera.

13 »Si mi pueblo tan sólo me escuchara, si Israel quisiera andar por mis caminos,

14 ¡cuán pronto sometería yo a sus enemigos, y volvería mi mano contra sus adversarios!

15 Los que aborrecen al SEÑOR se rendirían ante él, pero serían eternamente castigados.

16 Y a ti te alimentaría con lo mejor del trigo; con miel de la peña te saciaría.»

82

1 Salmo de Asaf. Dios preside el consejo celestial; entre los dioses dicta sentencia:

2 «¿Hasta cuándo defenderán la injusticia y favorecerán a los impíos? Selah

3 Defiendan la causa del huérfano y del desvalido; al pobre y al oprimido háganles justicia.

4 Salven al menesteroso y al necesitado; líbrenlos de la mano de los impíos.

5 »Ellos no saben nada, no entienden nada. Deambulan en la oscuridad; se estremecen todos los cimientos de la tierra.

6 »Yo les he dicho: “Ustedes son dioses; todos ustedes son hijos del Altísimo.”

7 Pero morirán como cualquier mortal; caerán como cualquier otro gobernante.»

8 Levántate, oh Dios, y juzga a la tierra, pues tuyas son todas las naciones.

83

1 Cántico. Salmo de Asaf. Oh Dios, no guardes silencio; no te quedes, oh Dios, callado e impasible.

2 Mira cómo se alborotan tus enemigos, cómo te desafían los que te odian.

3 Con astucia conspiran contra tu pueblo; conspiran contra aquellos a quienes tú estimas.

4 Y dicen: «¡Vengan, destruyamos su nación! ¡Que el nombre de Israel no vuelva a recordarse!»

5 Como un solo hombre se confabulan; han hecho un pacto contra ti:

6 los campamentos de Edom y de Ismael, los de Moab y de Agar,

7 Guebal, Amón y Amalec, los de Filistea y los habitantes de Tiro.

8 ¡Hasta Asiria se les ha unido; ha apoyado a los descendientes de Lot! Selah

9 Haz con ellos como hiciste con Madián, como hiciste con Sísara y Jabín en el río Quisón,

10 los cuales perecieron en Endor y quedaron en la tierra, como estiércol.

11 Haz con sus nobles como hiciste con Oreb y con Zeb; haz con todos sus príncipes como hiciste con Zeba y con Zalmuna,

12 que decían: «Vamos a adueñarnos de los pastizales de Dios.»

13 Hazlos rodar como zarzas, Dios mío; ¡como paja que se lleva el viento!

14 Y así como el fuego consume los bosques y las llamas incendian las montañas,

15 así persíguelos con tus tormentas y aterrorízalos con tus tempestades.

16 SEÑOR, cúbreles el rostro de ignominia, para que busquen tu nombre.

17 Que sean siempre puestos en vergüenza; que perezcan humillados.

18 Que sepan que tú eres el SEÑOR, que ése es tu nombre; que sepan que sólo tú eres el Altísimo sobre toda la tierra.

84

1 Al director musical. Sígase la tonada de «La canción del lagar». Salmo de los hijos de Coré. ¡Cuán hermosas son tus moradas, SEÑOR Todopoderoso!

2 Anhelo con el alma los atrios del SEÑOR; casi agonizo por estar en ellos. Con el corazón, con todo el cuerpo, canto alegre al Dios de la vida.

3 SEÑOR Todopoderoso, rey mío y Dios mío, aun el gorrión halla casa cerca de tus altares; también la golondrina hace allí su nido, para poner sus polluelos.

4 Dichoso el que habita en tu templo, pues siempre te está alabando. Selah

5 Dichoso el que tiene en ti su fortaleza, que sólo piensa en recorrer tus sendas.

6 Cuando pasa por el valle de las Lágrimas lo convierte en región de manantiales; también las lluvias tempranas cubren de bendiciones el valle.

7 Según avanzan los peregrinos, cobran más fuerzas, y en Sión se presentan ante el Dios de dioses.

8 Oye mi oración, SEÑOR, Dios Todopoderoso; escúchame, Dios de Jacob. Selah

9 Oh Dios, escudo nuestro, pon sobre tu ungido tus ojos bondadosos.

10 Vale más pasar un día en tus atrios que mil fuera de ellos; prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios que habitar entre los impíos.

11 El SEÑOR es sol y escudo; Dios nos concede honor y gloria. El SEÑOR brinda generosamente su bondad a los que se conducen sin tacha.

12 SEÑOR Todopoderoso, ¡dichosos los que en ti confían!

85

1 Al director musical. Salmo de los hijos de Coré. SEÑOR, tú has sido bondadoso con esta tierra tuya al restaurar a Jacob;

2 perdonaste la iniquidad de tu pueblo y cubriste todos sus pecados; Selah

3 depusiste por completo tu enojo, y contuviste el ardor de tu ira.

4 Restáuranos una vez más, Dios y salvador nuestro; pon fin a tu disgusto con nosotros.

5 ¿Vas a estar enojado con nosotros para siempre? ¿Vas a seguir eternamente airado?

6 ¿No volverás a darnos nueva vida, para que tu pueblo se alegre en ti?

7 Muéstranos, SEÑOR, tu amor inagotable, y concédenos tu salvación.

8 Voy a escuchar lo que Dios el SEÑOR dice: él promete paz a su pueblo y a sus fieles, siempre y cuando no se vuelvan a la necedad.

9 Muy cercano está para salvar a los que le temen, para establecer su gloria en nuestra tierra.

10 El amor y la verdad se encontrarán; se besarán la paz y la justicia.

11 De la tierra brotará la verdad, y desde el cielo se asomará la justicia.

12 El SEÑOR mismo nos dará bienestar, y nuestra tierra rendirá su fruto.

13 La justicia será su heraldo y le preparará el camino.

86

1 Oración de David. Atiéndeme, SEÑOR; respóndeme, pues pobre soy y estoy necesitado.

2 Presérvame la vida, pues te soy fiel. Tú eres mi Dios, y en ti confío; ¡salva a tu siervo!

3 Compadécete, Señor, de mí, porque a ti clamo todo el día.

4 Reconforta el espíritu de tu siervo, porque a ti, Señor, elevo mi alma.

5 Tú, Señor, eres bueno y perdonador; grande es tu amor por todos los que te invocan.

6 Presta oído, SEÑOR, a mi oración; atiende a la voz de mi clamor.

7 En el día de mi angustia te invoco, porque tú me respondes.

8 No hay, SEÑOR, entre los dioses otro como tú, ni hay obras semejantes a las tuyas.

9 Todas las naciones que has creado vendrán, Señor, y ante ti se postrarán y glorificarán tu nombre.

10 Porque tú eres grande y haces maravillas; ¡sólo tú eres Dios!

11 Instrúyeme, SEÑOR, en tu camino para conducirme con fidelidad. Dame integridad de corazón para temer tu nombre.

12 Señor mi Dios, con todo el corazón te alabaré, y por siempre glorificaré tu nombre.

13 Porque grande es tu amor por mí: me has librado de caer en el sepulcro.

14 Gente altanera me ataca, oh Dios; una banda de asesinos procura matarme. ¡Son gente que no te toma en cuenta!

15 Pero tú, Señor, eres Dios clemente y compasivo, lento para la ira, y grande en amor y verdad.

16 Vuélvete hacia mí, y tenme compasión; concédele tu fuerza a este siervo tuyo. ¡Salva a tu hijo fiel!

17 Dame una muestra de tu amor, para que mis enemigos la vean y se avergüencen, porque tú, SEÑOR, me has brindado ayuda y consuelo.

87

1 Salmo de los hijos de Coré. Cántico. Los cimientos de la ciudad de Dios están en el santo monte.

2 El SEÑOR ama las entradas de Sión más que a todas las moradas de Jacob.

3 De ti, ciudad de Dios, se dicen cosas gloriosas: Selah

4 «Entre los que me reconocen puedo contar a Rahab y a Babilonia, a Filistea y a Tiro, lo mismo que a Cus. Se dice: “Éste nació en Sión.”»

5 De Sión se dirá, en efecto: «Éste y aquél nacieron en ella. El Altísimo mismo la ha establecido.»

6 El SEÑOR anotará en el registro de los pueblos: «Éste nació en Sión.» Selah

7 Y mientras cantan y bailan, dicen: «En ti se hallan todos mis orígenes.»

88

1 Cántico. Salmo de los hijos de Coré. Al director musical. Según majalat leannot. Masquil de Hemán el ezraíta. SEÑOR, Dios de mi salvación, día y noche clamo en presencia tuya.

2 Que llegue ante ti mi oración; dígnate escuchar mi súplica.

3 Tan colmado estoy de calamidades que mi vida está al borde del sepulcro.

4 Ya me cuentan entre los que bajan a la fosa; parezco un guerrero desvalido.

5 Me han puesto aparte, entre los muertos; parezco un cadáver que yace en el sepulcro, de esos que tú ya no recuerdas, porque fueron arrebatados de tu mano.

6 Me has echado en el foso más profundo, en el más tenebroso de los abismos.

7 El peso de tu enojo ha recaído sobre mí; me has abrumado con tus olas. Selah

8 Me has quitado a todos mis amigos y ante ellos me has hecho aborrecible. Estoy aprisionado y no puedo librarme;

9 los ojos se me nublan de tristeza. Yo, SEÑOR, te invoco cada día, y hacia ti extiendo las manos.

10 ¿Acaso entre los muertos realizas maravillas? ¿Pueden los muertos levantarse a darte gracias? Selah

11 ¿Acaso en el sepulcro se habla de tu amor, y de tu fidelidad en el abismo destructor?

12 ¿Acaso en las tinieblas se conocen tus maravillas, o tu justicia en la tierra del olvido?

13 Yo, SEÑOR, te ruego que me ayudes; por la mañana busco tu presencia en oración.

14 ¿Por qué me rechazas, SEÑOR? ¿Por qué escondes de mí tu rostro?

15 Yo he sufrido desde mi juventud; muy cerca he estado de la muerte. Me has enviado terribles sufrimientos y ya no puedo más.

16 Tu ira se ha descargado sobre mí; tus violentos ataques han acabado conmigo.

17 Todo el día me rodean como un océano; me han cercado por completo.

18 Me has quitado amigos y seres queridos; ahora sólo tengo amistad con las tinieblas.

89

1 Masquil de Etán el ezraíta. Oh SEÑOR, por siempre cantaré la grandeza de tu amor; por todas las generaciones proclamará mi boca tu fidelidad.

2 Declararé que tu amor permanece firme para siempre, que has afirmado en el cielo tu fidelidad.

3 Dijiste: «He hecho un pacto con mi escogido; le he jurado a David mi siervo:

4 “Estableceré tu dinastía para siempre, y afirmaré tu trono por todas las generaciones.”» Selah

5 Los cielos, SEÑOR, celebran tus maravillas, y tu fidelidad la asamblea de los santos.

6 ¿Quién en los cielos es comparable al SEÑOR? ¿Quién como él entre los seres celestiales?

7 Dios es muy temido en la asamblea de los santos; grande y portentoso sobre cuantos lo rodean.

8 ¿Quién como tú, SEÑOR, Dios Todopoderoso, rodeado de poder y de fidelidad?

9 Tú gobiernas sobre el mar embravecido; tú apaciguas sus encrespadas olas.

10 Aplastaste a Rahab como a un cadáver; con tu brazo poderoso dispersaste a tus enemigos.

11 Tuyo es el cielo, y tuya la tierra; tú fundaste el mundo y todo lo que contiene.

12 Por ti fueron creados el norte y el sur; el Tabor y el Hermón cantan alegres a tu nombre.

13 Tu brazo es capaz de grandes proezas; fuerte es tu mano, exaltada tu diestra.

14 La justicia y el derecho son el fundamento de tu trono, y tus heraldos, el amor y la verdad.

15 Dichosos los que saben aclamarte, SEÑOR, y caminan a la luz de tu presencia;

16 los que todo el día se alegran en tu nombre y se regocijan en tu justicia.

17 Porque tú eres su gloria y su poder; por tu buena voluntad aumentas nuestra fuerza.

18 Tú, SEÑOR, eres nuestro escudo; tú, Santo de Israel, eres nuestro rey.

19 Una vez hablaste en una visión, y le dijiste a tu pueblo fiel: «Le he brindado mi ayuda a un valiente; al mejor hombre del pueblo lo he exaltado.

20 He encontrado a David, mi siervo, y lo he ungido con mi aceite santo.

21 Mi mano siempre lo sostendrá; mi brazo lo fortalecerá.

22 Ningún enemigo lo someterá a tributo; ningún inicuo lo oprimirá.

23 Aplastaré a quienes se le enfrenten y derribaré a quienes lo aborrezcan.

24 La fidelidad de mi amor lo acompañará, y por mi nombre será exaltada su fuerza.

25 Le daré poder sobre el mar y dominio sobre los ríos.

26 Él me dirá: “Tú eres mi Padre, mi Dios, la roca de mi salvación.”

27 Yo le daré los derechos de primogenitura, la primacía sobre los reyes de la tierra.

28 Mi amor por él será siempre constante, y mi pacto con él se mantendrá fiel.

29 Afirmaré su dinastía y su trono para siempre, mientras el cielo exista.

30 »Pero si sus hijos se apartan de mi ley y no viven según mis decretos,

31 si violan mis estatutos y no observan mis mandamientos,

32 con vara castigaré sus transgresiones y con azotes su iniquidad.

33 Con todo, jamás le negaré mi amor, ni mi fidelidad le faltará.

34 No violaré mi pacto ni me retractaré de mis palabras.

35 Una sola vez he jurado por mi santidad, y no voy a mentirle a David:

36 Su descendencia vivirá por siempre; su trono durará como el sol en mi presencia.

37 Como la luna, fiel testigo en el cielo, será establecido para siempre.» Selah

38 Pero tú has desechado, has rechazado a tu ungido; te has enfurecido contra él en gran manera.

39 Has revocado el pacto con tu siervo; has arrastrado por los suelos su corona.

40 Has derribado todas sus murallas y dejado en ruinas sus fortalezas.

41 Todos los que pasan lo saquean; ¡es motivo de burla para sus vecinos!

42 Has exaltado el poder de sus adversarios y llenado de gozo a sus enemigos.

43 Le has quitado el filo a su espada, y no lo has apoyado en la batalla.

44 Has puesto fin a su esplendor al derribar por tierra su trono.

45 Has acortado los días de su juventud; lo has cubierto con un manto de vergüenza. Selah

46 ¿Hasta cuándo, SEÑOR, te seguirás escondiendo? ¿Va a arder tu ira para siempre, como el fuego?

47 ¡Recuerda cuán efímera es mi vida! Al fin y al cabo, ¿para qué creaste a los mortales?

48 ¿Quién hay que viva y no muera jamás, o que pueda escapar del poder del sepulcro? Selah

49 ¿Dónde está, Señor, tu amor de antaño, que en tu fidelidad juraste a David?

50 Recuerda, Señor, que se burlan de tus siervos; que llevo en mi pecho los insultos de muchos pueblos.

51 Tus enemigos, SEÑOR, nos ultrajan; a cada paso ofenden a tu ungido.

52 ¡Bendito sea el SEÑOR por siempre! Amén y amén.

90

1 Salmo 90Oración de Moisés, hombre de Dios. Señor, tú has sido nuestro refugio generación tras generación.

2 Desde antes que nacieran los montes y que crearas la tierra y el mundo, desde los tiempos antiguos y hasta los tiempos postreros, tú eres Dios.

3 Tú haces que los hombres vuelvan al polvo, cuando dices: «¡Vuélvanse al polvo, mortales!»

4 Mil años, para ti, son como el día de ayer, que ya pasó; son como unas cuantas horas de la noche.

5 Arrasas a los mortales. Son como un sueño. Nacen por la mañana, como la hierba

6 que al amanecer brota lozana y por la noche ya está marchita y seca.

7 Tu ira en verdad nos consume, tu indignación nos aterra.

8 Ante ti has puesto nuestras iniquidades; a la luz de tu presencia, nuestros pecados secretos.

9 Por causa de tu ira se nos va la vida entera; se esfuman nuestros años como un suspiro.

10 Algunos llegamos hasta los setenta años, quizás alcancemos hasta los ochenta, si las fuerzas nos acompañan. Tantos años de vida, sin embargo, sólo traen pesadas cargas y calamidades: pronto pasan, y con ellos pasamos nosotros.

11 ¿Quién puede comprender el furor de tu enojo? ¡Tu ira es tan grande como el temor que se te debe!

12 Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría.

13 ¿Cuándo, SEÑOR, te volverás hacia nosotros? ¡Compadécete ya de tus siervos!

14 Sácianos de tu amor por la mañana, y toda nuestra vida cantaremos de alegría.

15 Días y años nos has afligido, nos has hecho sufrir; ¡devuélvenos ahora ese tiempo en alegría!

16 ¡Sean manifiestas tus obras a tus siervos, y tu esplendor a sus descendientes!

17 Que el favor del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros. Confirma en nosotros la obra de nuestras manos; sí, confirma la obra de nuestras manos.

91

1 El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso.

2 Yo le digo al SEÑOR: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío.»

3 Sólo él puede librarte de las trampas del cazador y de mortíferas plagas,

4 pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio. ¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte!

5 No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día,

6 ni la peste que acecha en las sombras ni la plaga que destruye a mediodía.

7 Podrán caer mil a tu izquierda, y diez mil a tu derecha, pero a ti no te afectará.

8 No tendrás más que abrir bien los ojos, para ver a los impíos recibir su merecido.

9 Ya que has puesto al SEÑOR por tu refugio, al Altísimo por tu protección,

10 ningún mal habrá de sobrevenirte, ninguna calamidad llegará a tu hogar.

11 Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos.

12 Con sus propias manos te levantarán para que no tropieces con piedra alguna.

13 Aplastarás al león y a la víbora; ¡hollarás fieras y serpientes!

14 «Yo lo libraré, porque él se acoge a mí; lo protegeré, porque reconoce mi nombre.

15 Él me invocará, y yo le responderé; estaré con él en momentos de angustia; lo libraré y lo llenaré de honores.

16 Lo colmaré con muchos años de vida y le haré gozar de mi salvación.»

92

1 Salmo para cantarse en sábado. ¡Cuán bueno, SEÑOR, es darte gracias y entonar, oh Altísimo, salmos a tu nombre;

2 proclamar tu gran amor por la mañana, y tu fidelidad por la noche,

3 al son del decacordio y de la lira; al son del arpa y del salterio!

4 Tú, SEÑOR, me llenas de alegría con tus maravillas; por eso alabaré jubiloso las obras de tus manos.

5 Oh SEÑOR, ¡cuán imponentes son tus obras, y cuán profundos tus pensamientos!

6 Los insensatos no lo saben, los necios no lo entienden:

7 aunque broten como hierba los impíos, y florezcan todos los malhechores, para siempre serán destruidos.

8 Sólo tú, SEÑOR, serás exaltado para siempre.

9 Ciertamente tus enemigos, SEÑOR, ciertamente tus enemigos perecerán; ¡dispersados por todas partes serán todos los malhechores!

10 Me has dado las fuerzas de un toro; me has ungido con el mejor perfume.

11 Me has hecho ver la caída de mis adversarios y oír la derrota de mis malvados enemigos.

12 Como palmeras florecen los justos; como cedros del Líbano crecen.

13 Plantados en la casa del SEÑOR, florecen en los atrios de nuestro Dios.

14 Aun en su vejez, darán fruto; siempre estarán vigorosos y lozanos,

15 para proclamar: «El SEÑOR es justo; él es mi Roca, y en él no hay injusticia.»

93

1 El SEÑOR reina, revestido de esplendor; el SEÑOR se ha revestido de grandeza y ha desplegado su poder. Ha establecido el mundo con firmeza; jamás será removido.

2 Desde el principio se estableció tu trono, y tú desde siempre has existido.

3 Se levantan las aguas, SEÑOR; se levantan las aguas con estruendo; se levantan las aguas y sus batientes olas.

4 Pero el SEÑOR, en las alturas, se muestra poderoso: más poderoso que el estruendo de las muchas aguas, más poderoso que los embates del mar.

5 Dignos de confianza son, SEÑOR, tus estatutos; ¡la santidad es para siempre el adorno de tu casa!

94

1 SEÑOR, Dios de las venganzas; Dios de las venganzas, ¡manifiéstate!

2 Levántate, Juez de la tierra, y dales su merecido a los soberbios.

3 ¿Hasta cuándo, SEÑOR, hasta cuándo habrán de ufanarse los impíos?

4 Todos esos malhechores son unos fanfarrones; a borbotones escupen su arrogancia.

5 A tu pueblo, SEÑOR, lo pisotean; ¡oprimen a tu herencia!

6 Matan a las viudas y a los extranjeros; a los huérfanos los asesinan.

7 Y hasta dicen: «El SEÑOR no ve; el Dios de Jacob no se da cuenta.»

8 Entiendan esto, gente necia; ¿cuándo, insensatos, lo van a comprender?

9 ¿Acaso no oirá el que nos puso las orejas, ni podrá ver el que nos formó los ojos?

10 ¿Y no habrá de castigar el que corrige a las naciones e instruye en el saber a todo el mundo?

11 El SEÑOR conoce los pensamientos humanos, y sabe que son absurdos.

12 Dichoso aquel a quien tú, SEÑOR, corriges; aquel a quien instruyes en tu ley,

13 para que enfrente tranquilo los días de aflicción mientras al impío se le cava una fosa.

14 El SEÑOR no rechazará a su pueblo; no dejará a su herencia en el abandono.

15 El juicio volverá a basarse en la justicia, y todos los rectos de corazón lo seguirán.

16 ¿Quién se levantó a defenderme de los impíos? ¿Quién se puso de mi parte contra los malhechores?

17 Si el SEÑOR no me hubiera brindado su ayuda, muy pronto me habría quedado en mortal silencio.

18 No bien decía: «Mis pies resbalan», cuando ya tu amor, SEÑOR, venía en mi ayuda.

19 Cuando en mí la angustia iba en aumento, tu consuelo llenaba mi alma de alegría.

20 ¿Podrías ser amigo de reyes corruptos que por decreto fraguan la maldad,

21 que conspiran contra la gente honrada y condenan a muerte al inocente?

22 Pero el SEÑOR es mi protector, es mi Dios y la roca en que me refugio.

23 Él les hará pagar por sus pecados y los destruirá por su maldad; ¡el SEÑOR nuestro Dios los destruirá!

95

1 Vengan, cantemos con júbilo al SEÑOR; aclamemos a la roca de nuestra salvación.

2 Lleguemos ante él con acción de gracias, aclamémoslo con cánticos.

3 Porque el SEÑOR es el gran Dios, el gran Rey sobre todos los dioses.

4 En sus manos están los abismos de la tierra; suyas son las cumbres de los montes.

5 Suyo es el mar, porque él lo hizo; con sus manos formó la tierra firme.

6 Vengan, postrémonos reverentes, doblemos la rodilla ante el SEÑOR nuestro Hacedor.

7 Porque él es nuestro Dios y nosotros somos el pueblo de su prado; ¡somos un rebaño bajo su cuidado! Si ustedes oyen hoy su voz,

8 no endurezcan el corazón, como en Meribá, como aquel día en Masá, en el desierto,

9 cuando sus antepasados me tentaron, cuando me pusieron a prueba, a pesar de haber visto mis obras.

10 Cuarenta años estuve enojado con aquella generación, y dije: «Son un pueblo mal encaminado que no reconoce mis senderos.»

11 Así que, en mi enojo, hice este juramento: «Jamás entrarán en mi reposo.»

96

1 Canten al SEÑOR un cántico nuevo; canten al SEÑOR, habitantes de toda la tierra.

2 Canten al SEÑOR, alaben su nombre; anuncien día tras día su victoria.

3 Proclamen su gloria entre las naciones, sus maravillas entre todos los pueblos.

4 ¡Grande es el SEÑOR y digno de alabanza, más temible que todos los dioses!

5 Todos los dioses de las naciones no son nada, pero el SEÑOR ha creado los cielos.

6 El esplendor y la majestad son sus heraldos; hay poder y belleza en su santuario.

7 Tributen al SEÑOR, pueblos todos, tributen al SEÑOR la gloria y el poder.

8 Tributen al SEÑOR la gloria que merece su nombre; traigan sus ofrendas y entren en sus atrios.

9 Póstrense ante el SEÑOR en la majestad de su santuario; ¡tiemble delante de él toda la tierra!

10 Que se diga entre las naciones: «¡El SEÑOR es rey!» Ha establecido el mundo con firmeza; jamás será removido. Él juzga a los pueblos con equidad.

11 ¡Alégrense los cielos, regocíjese la tierra! ¡Brame el mar y todo lo que él contiene!

12 ¡Canten alegres los campos y todo lo que hay en ellos! ¡Canten jubilosos todos los árboles del bosque!

13 ¡Canten delante del SEÑOR, que ya viene! ¡Viene ya para juzgar la tierra! Y juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con fidelidad.

97

1 ¡El SEÑOR es rey! ¡Regocíjese la tierra! ¡Alégrense las costas más remotas!

2 Oscuros nubarrones lo rodean; la rectitud y la justicia son la base de su trono.

3 El fuego va delante de él y consume a los adversarios que lo rodean.

4 Sus relámpagos iluminan el mundo; al verlos, la tierra se estremece.

5 Ante el SEÑOR, dueño de toda la tierra, las montañas se derriten como cera.

6 Los cielos proclaman su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria.

7 Sean avergonzados todos los idólatras, los que se jactan de sus ídolos inútiles. ¡Póstrense ante él todos los dioses!

8 SEÑOR, por causa de tus juicios Sión escucha esto y se alegra, y las ciudades de Judá se regocijan.

9 Porque tú eres el SEÑOR Altísimo, por encima de toda la tierra. ¡Tú estás muy por encima de todos los dioses!

10 El SEÑOR ama a los que odian el mal; él protege la vida de sus fieles, y los libra de manos de los impíos.

11 La luz se esparce sobre los justos, y la alegría sobre los rectos de corazón.

12 Alégrense en el SEÑOR, ustedes los justos, y alaben su santo nombre.

98

1 Salmo. Canten al SEÑOR un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra, su santo brazo, ha alcanzado la victoria.

2 El SEÑOR ha hecho gala de su triunfo; ha mostrado su justicia a las naciones.

3 Se ha acordado de su amor y de su fidelidad por el pueblo de Israel; ¡todos los confines de la tierra son testigos de la salvación de nuestro Dios!

4 ¡Aclamen alegres al SEÑOR, habitantes de toda la tierra! ¡Prorrumpan en alegres cánticos y salmos!

5 ¡Canten salmos al SEÑOR al son del arpa, al son del arpa y de coros melodiosos!

6 ¡Aclamen alegres al SEÑOR, el Rey, al son de clarines y trompetas!

7 ¡Brame el mar y todo lo que él contiene; el mundo y todos sus habitantes!

8 ¡Batan palmas los ríos, y canten jubilosos todos los montes!

9 Canten delante del SEÑOR, que ya viene a juzgar la tierra. Y juzgará al mundo con justicia, a los pueblos con equidad.

99

1 El SEÑOR es rey: que tiemblen las naciones. Él tiene su trono entre querubines: que se estremezca la tierra.

2 Grande es el SEÑOR en Sión, ¡excelso sobre todos los pueblos!

3 Sea alabado su nombre grandioso e imponente: ¡él es santo!

4 Rey poderoso, que amas la justicia: tú has establecido la equidad y has actuado en Jacob con justicia y rectitud.

5 Exalten al SEÑOR nuestro Dios; adórenlo ante el estrado de sus pies: ¡él es santo!

6 Moisés y Aarón se contaban entre sus sacerdotes, y Samuel, entre los que invocaron su nombre. Invocaron al SEÑOR, y él les respondió;

7 les habló desde la columna de nube. Cumplieron con sus estatutos, con los decretos que él les entregó.

8 SEÑOR y Dios nuestro, tú les respondiste; fuiste para ellos un Dios perdonador, aun cuando castigaste sus rebeliones.

9 Exalten al SEÑOR nuestro Dios; adórenlo en su santo monte: ¡Santo es el SEÑOR nuestro Dios!

100

1 Salmo de acción de gracias. Aclamen alegres al SEÑOR, habitantes de toda la tierra;

2 adoren al SEÑOR con regocijo. Preséntense ante él con cánticos de júbilo.

3 Reconozcan que el SEÑOR es Dios; él nos hizo, y somos suyos. Somos su pueblo, ovejas de su prado.

4 Entren por sus puertas con acción de gracias; vengan a sus atrios con himnos de alabanza; denle gracias, alaben su nombre.

5 Porque el SEÑOR es bueno y su gran amor es eterno; su fidelidad permanece para siempre.

101

1 Salmo de David. Quiero cantar al amor y a la justicia: quiero, SEÑOR, cantarte salmos.

2 Quiero triunfar en el camino de perfección: ¿Cuándo me visitarás? Quiero conducirme en mi propia casa con integridad de corazón.

3 No me pondré como meta nada en que haya perversidad. Las acciones de gente desleal las aborrezco; no tendrán nada que ver conmigo.

4 Alejaré de mí toda intención perversa; no tendrá cabida en mí la maldad.

5 Al que en secreto calumnie a su prójimo, lo haré callar para siempre; al de ojos altivos y corazón soberbio no lo soportaré.

6 Pondré mis ojos en los fieles de la tierra, para que habiten conmigo; sólo estarán a mi servicio los de conducta intachable.

7 Jamás habitará bajo mi techo nadie que practique el engaño; jamás prevalecerá en mi presencia nadie que hable con falsedad.

8 Cada mañana reduciré al silencio a todos los impíos que hay en la tierra; extirparé de la ciudad del SEÑOR a todos los malhechores.

102

1 Oración de un afligido que, a punto de desfallecer, da rienda suelta a su lamento ante el SEÑOR. Escucha, SEÑOR, mi oración; llegue a ti mi clamor.

2 No escondas de mí tu rostro cuando me encuentro angustiado. Inclina a mí tu oído; respóndeme pronto cuando te llame.

3 Pues mis días se desvanecen como el humo, los huesos me arden como brasas.

4 Mi corazón decae y se marchita como la hierba; ¡hasta he perdido el apetito!

5 Por causa de mis fuertes gemidos se me pueden contar los huesos.

6 Parezco una lechuza del desierto; soy como un búho entre las ruinas.

7 No logro conciliar el sueño; parezco ave solitaria sobre el tejado.

8 A todas horas me ofenden mis enemigos, y hasta usan mi nombre para maldecir.

9 Las cenizas son todo mi alimento; mis lágrimas se mezclan con mi bebida.

10 ¡Por tu enojo, por tu indignación, me levantaste para luego arrojarme!

11 Mis días son como sombras nocturnas; me voy marchitando como la hierba.

12 Pero tú, SEÑOR, reinas eternamente; tu nombre perdura por todas las generaciones.

13 Te levantarás y tendrás piedad de Sión, pues ya es tiempo de que la compadezcas. ¡Ha llegado el momento señalado!

14 Tus siervos sienten cariño por sus ruinas; los mueven a compasión sus escombros.

15 Las naciones temerán el nombre del SEÑOR; todos los reyes de la tierra reconocerán su majestad.

16 Porque el SEÑOR reconstruirá a Sión, y se manifestará en su esplendor.

17 Atenderá a la oración de los desamparados, y no desdeñará sus ruegos.

18 Que se escriba esto para las generaciones futuras, y que el pueblo que será creado alabe al SEÑOR.

19 Miró el SEÑOR desde su altísimo santuario; contempló la tierra desde el cielo,

20 para oír los lamentos de los cautivos y liberar a los condenados a muerte;

21 para proclamar en Sión el nombre del SEÑOR y anunciar en Jerusalén su alabanza,

22 cuando todos los pueblos y los reinos se reúnan para adorar al SEÑOR.

23 En el curso de mi vida acabó Dios con mis fuerzas; me redujo los días.

24 Por eso dije: «No me lleves, Dios mío, a la mitad de mi vida; tú permaneces por todas las generaciones.

25 En el principio tú afirmaste la tierra, y los cielos son la obra de tus manos.

26 Ellos perecerán, pero tú permaneces. Todos ellos se desgastarán como un vestido. Y como ropa los cambiarás, y los dejarás de lado.

27 Pero tú eres siempre el mismo, y tus años no tienen fin.

28 Los hijos de tus siervos se establecerán, y sus descendientes habitarán en tu presencia.»

103

1 Salmo de David. Alaba, alma mía, al SEÑOR; alabe todo mi ser su santo nombre.

2 Alaba, alma mía, al SEÑOR, y no olvides ninguno de sus beneficios.

3 Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias;

4 él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión;

5 él colma de bienes tu vida y te rejuvenece como a las águilas.

6 El SEÑOR hace justicia y defiende a todos los oprimidos.

7 Dio a conocer sus caminos a Moisés; reveló sus obras al pueblo de Israel.

8 El SEÑOR es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor.

9 No sostiene para siempre su querella ni guarda rencor eternamente.

10 No nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según nuestras maldades.

11 Tan grande es su amor por los que le temen como alto es el cielo sobre la tierra.

12 Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente.

13 Tan compasivo es el SEÑOR con los que le temen como lo es un padre con sus hijos.

14 Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro.

15 El hombre es como la hierba, sus días florecen como la flor del campo:

16 sacudida por el viento, desaparece sin dejar rastro alguno.

17 Pero el amor del SEÑOR es eterno y siempre está con los que le temen; su justicia está con los hijos de sus hijos,

18 con los que cumplen su pacto y se acuerdan de sus preceptos para ponerlos por obra.

19 El SEÑOR ha establecido su trono en el cielo; su reinado domina sobre todos.

20 Alaben al SEÑOR, ustedes sus ángeles, paladines que ejecutan su palabra y obedecen su mandato.

21 Alaben al SEÑOR, todos sus ejércitos, siervos suyos que cumplen su voluntad.

22 Alaben al SEÑOR, todas sus obras en todos los ámbitos de su dominio. ¡Alaba, alma mía, al SEÑOR!

104

1 ¡Alaba, alma mía, al SEÑOR! SEÑOR mi Dios, tú eres grandioso; te has revestido de gloria y majestad.

2 Te cubres de luz como con un manto; extiendes los cielos como un velo.

3 Afirmas sobre las aguas tus altos aposentos y haces de las nubes tus carros de guerra. ¡Tú cabalgas en las alas del viento!

4 Haces de los vientos tus mensajeros, y de las llamas de fuego tus servidores.

5 Tú pusiste la tierra sobre sus cimientos, y de allí jamás se moverá;

6 la revestiste con el mar, y las aguas se detuvieron sobre los montes.

7 Pero a tu reprensión huyeron las aguas; ante el estruendo de tu voz se dieron a la fuga.

8 Ascendieron a los montes, descendieron a los valles, al lugar que tú les asignaste.

9 Pusiste una frontera que ellas no pueden cruzar; ¡jamás volverán a cubrir la tierra!

10 Tú haces que los manantiales viertan sus aguas en las cañadas, y que fluyan entre las montañas.

11 De ellas beben todas las bestias del campo; allí los asnos monteses calman su sed.

12 Las aves del cielo anidan junto a las aguas y cantan entre el follaje.

13 Desde tus altos aposentos riegas las montañas; la tierra se sacia con el fruto de tu trabajo.

14 Haces que crezca la hierba para el ganado, y las plantas que la gente cultiva para sacar de la tierra su alimento:

15 el vino que alegra el corazón, el aceite que hace brillar el rostro, y el pan que sustenta la vida.

16 Los árboles del SEÑOR están bien regados, los cedros del Líbano que él plantó.

17 Allí las aves hacen sus nidos; en los cipreses tienen su hogar las cigüeñas.

18 En las altas montañas están las cabras monteses, y en los escarpados peñascos tienen su madriguera los tejones.

19 Tú hiciste la luna, que marca las estaciones, y el sol, que sabe cuándo ocultarse.

20 Tú traes la oscuridad, y cae la noche, y en sus sombras se arrastran los animales del bosque.

21 Los leones rugen, reclamando su presa, exigiendo que Dios les dé su alimento.

22 Pero al salir el sol se escabullen, y vuelven a echarse en sus guaridas.

23 Sale entonces la gente a cumplir sus tareas, a hacer su trabajo hasta el anochecer.

24 ¡Oh SEÑOR, cuán numerosas son tus obras! ¡Todas ellas las hiciste con sabiduría! ¡Rebosa la tierra con todas tus criaturas!

25 Allí está el mar, ancho e infinito, que abunda en animales, grandes y pequeños, cuyo número es imposible conocer.

26 Allí navegan los barcos y se mece Leviatán, que tú creaste para jugar con él.

27 Todos ellos esperan de ti que a su tiempo les des su alimento.

28 Tú les das, y ellos recogen; abres la mano, y se colman de bienes.

29 Si escondes tu rostro, se aterran; si les quitas el aliento, mueren y vuelven al polvo.

30 Pero si envías tu Espíritu, son creados, y así renuevas la faz de la tierra.

31 Que la gloria del SEÑOR perdure eternamente; que el SEÑOR se regocije en sus obras.

32 Él mira la tierra y la hace temblar; toca los montes y los hace echar humo.

33 Cantaré al SEÑOR toda mi vida; cantaré salmos a mi Dios mientras tenga aliento.

34 Quiera él agradarse de mi meditación; yo, por mi parte, me alegro en el SEÑOR.

35 Que desaparezcan de la tierra los pecadores; ¡que no existan más los malvados! ¡Alaba, alma mía, al SEÑOR! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR!

105

1 Den gracias al SEÑOR, invoquen su nombre; den a conocer sus obras entre las naciones.

2 Cántenle, entónenle salmos; hablen de todas sus maravillas.

3 Siéntanse orgullosos de su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan al SEÑOR.

4 Recurran al SEÑOR y a su fuerza; busquen siempre su rostro.

5 Recuerden las maravillas que ha realizado, sus señales, y los decretos que ha emitido.

6 ¡Ustedes, descendientes de Abraham su siervo! ¡Ustedes, hijos de Jacob, elegidos suyos!

7 Él es el SEÑOR, nuestro Dios; en toda la tierra están sus decretos.

8 Él siempre tiene presente su pacto, la palabra que ordenó para mil generaciones.

9 Es el pacto que hizo con Abraham, el juramento que le hizo a Isaac.

10 Se lo confirmó a Jacob como un decreto, a Israel como un pacto eterno,

11 cuando dijo: «Te daré la tierra de Canaán como la herencia que te toca.»

12 Aun cuando eran pocos en número, unos cuantos extranjeros en la tierra

13 que andaban siempre de nación en nación y de reino en reino,

14 a nadie permitió que los oprimiera, sino que por ellos reprendió a los reyes:

15 «No toquen a mis ungidos; no hagan daño a mis profetas.»

16 Dios provocó hambre en la tierra y destruyó todos sus trigales.

17 Pero envió delante de ellos a un hombre: a José, vendido como esclavo.

18 Le sujetaron los pies con grilletes, entre hierros le aprisionaron el cuello,

19 hasta que se cumplió lo que él predijo y la palabra del SEÑOR probó que él era veraz.

20 El rey ordenó ponerlo en libertad, el gobernante de los pueblos lo dejó libre.

21 Le dio autoridad sobre toda su casa y lo puso a cargo de cuanto poseía,

22 con pleno poder para instruir a sus príncipes e impartir sabiduría a sus ancianos.

23 Entonces Israel vino a Egipto; Jacob fue extranjero en el país de Cam.

24 El SEÑOR hizo que su pueblo se multiplicara; lo hizo más numeroso que sus adversarios,

25 a quienes trastornó para que odiaran a su pueblo y se confabularan contra sus siervos.

26 Envió a su siervo Moisés, y a Aarón, a quien había escogido,

27 y éstos hicieron señales milagrosas entre ellos, ¡maravillas en el país de Cam!

28 Envió tinieblas, y la tierra se oscureció, pero ellos no atendieron a sus palabras.

29 Convirtió en sangre sus aguas y causó la muerte de sus peces.

30 Todo Egipto se infestó de ranas, ¡hasta las habitaciones de sus reyes!

31 Habló Dios, e invadieron todo el país enjambres de moscas y mosquitos.

32 Convirtió la lluvia en granizo, y lanzó relámpagos sobre su tierra;

33 derribó sus vides y sus higueras, y en todo el país hizo astillas los árboles.

34 Dio una orden, y llegaron las langostas, ¡infinidad de saltamontes!

35 Arrasaron con toda la vegetación del país, devoraron los frutos de sus campos.

36 Hirió de muerte a todos los primogénitos del país, a las primicias de sus descendientes.

37 Sacó a los israelitas cargados de oro y plata, y no hubo entre sus tribus nadie que tropezara.

38 Los egipcios se alegraron de su partida, pues el miedo a los israelitas los dominaba.

39 El SEÑOR les dio sombra con una nube, y con fuego los alumbró de noche.

40 Pidió el pueblo comida, y les envió codornices; los sació con pan del cielo.

41 Abrió la roca, y brotó agua que corrió por el desierto como un río.

42 Ciertamente Dios se acordó de su santa promesa, la que hizo a su siervo Abraham.

43 Sacó a su pueblo, a sus escogidos, en medio de gran alegría y de gritos jubilosos.

44 Les entregó las tierras que poseían las naciones; heredaron el fruto del trabajo de otros pueblos

45 para que ellos observaran sus preceptos y pusieran en práctica sus leyes. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR!

106

1 ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR! Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre.

2 ¿Quién puede proclamar las proezas del SEÑOR, o expresar toda su alabanza?

3 Dichosos los que practican la justicia y hacen siempre lo que es justo.

4 Recuérdame, SEÑOR, cuando te compadezcas de tu pueblo; ven en mi ayuda el día de tu salvación.

5 Hazme disfrutar del bienestar de tus escogidos, participar de la alegría de tu pueblo y expresar mis alabanzas con tu heredad.

6 Hemos pecado, lo mismo que nuestros padres; hemos hecho lo malo y actuado con iniquidad.

7 Cuando nuestros padres estaban en Egipto, no tomaron en cuenta tus maravillas; no tuvieron presente tu bondad infinita y se rebelaron junto al mar, el Mar Rojo.

8 Pero Dios los salvó, haciendo honor a su nombre, para mostrar su gran poder.

9 Reprendió al Mar Rojo, y éste quedó seco; los condujo por las profundidades del mar como si cruzaran el desierto.

10 Los salvó del poder de sus enemigos, del poder de quienes los odiaban.

11 Las aguas envolvieron a sus adversarios, y ninguno de éstos quedó con vida.

12 Entonces ellos creyeron en sus promesas y le entonaron alabanzas.

13 Pero muy pronto olvidaron sus acciones y no esperaron a conocer sus planes.

14 En el desierto cedieron a sus propios deseos; en los páramos pusieron a prueba a Dios.

15 Y él les dio lo que pidieron, pero les envió una enfermedad devastadora.

16 En el campamento tuvieron envidia de Moisés y de Aarón, el que estaba consagrado al SEÑOR.

17 Se abrió la tierra y se tragó a Datán; sepultó a los seguidores de Abirán.

18 Un fuego devoró a esa pandilla; las llamas consumieron a los impíos.

19 En Horeb hicieron un becerro; se postraron ante un ídolo de fundición.

20 Cambiaron al que era su motivo de orgullo por la imagen de un toro que come hierba.

21 Se olvidaron del Dios que los salvó y que había hecho grandes cosas en Egipto:

22 milagros en la tierra de Cam y portentos junto al Mar Rojo.

23 Dios amenazó con destruirlos, pero no lo hizo por Moisés, su escogido, que se puso ante él en la brecha e impidió que su ira los destruyera.

24 Menospreciaron esa bella tierra; no creyeron en la promesa de Dios.

25 Refunfuñaron en sus tiendas de campaña y no obedecieron al SEÑOR.

26 Por tanto, él levantó su mano contra ellos para hacerlos caer en el desierto,

27 para hacer caer a sus descendientes entre las naciones y dispersarlos por todos los países.

28 Se sometieron al yugo de Baal Peor y comieron de las ofrendas a ídolos sin vida.

29 Provocaron al SEÑOR con sus malvadas acciones, y les sobrevino una plaga.

30 Pero Finés se levantó e hizo justicia, y la plaga se detuvo.

31 Esto se le acreditó como un acto de justicia para siempre, por todas las generaciones.

32 Junto a las aguas de Meribá hicieron enojar al SEÑOR, y a Moisés le fue mal por culpa de ellos,

33 pues lo sacaron de quicio y él habló sin pensar lo que decía.

34 No destruyeron a los pueblos que el SEÑOR les había señalado,

35 sino que se mezclaron con los paganos y adoptaron sus costumbres.

36 Rindieron culto a sus ídolos, y se les volvieron una trampa.

37 Ofrecieron a sus hijos y a sus hijas como sacrificio a esos demonios.

38 Derramaron sangre inocente, la sangre de sus hijos y sus hijas. Al ofrecerlos en sacrificio a los ídolos de Canaán, su sangre derramada profanó la tierra.

39 Tales hechos los contaminaron; tales acciones los corrompieron.

40 La ira del SEÑOR se encendió contra su pueblo; su heredad le resultó aborrecible.

41 Por eso los entregó a los paganos, y fueron dominados por quienes los odiaban.

42 Sus enemigos los oprimieron, los sometieron a su poder.

43 Muchas veces Dios los libró; pero ellos, empeñados en su rebeldía, se hundieron en la maldad.

44 Al verlos Dios angustiados, y al escuchar su clamor,

45 se acordó del pacto que había hecho con ellos y por su gran amor les tuvo compasión.

46 Hizo que todos sus opresores también se apiadaran de ellos.

47 Sálvanos, SEÑOR, Dios nuestro; vuelve a reunirnos de entre las naciones, para que demos gracias a tu santo nombre y orgullosos te alabemos.

48 ¡Bendito sea el SEÑOR, el Dios de Israel, eternamente y para siempre! ¡Que todo el pueblo diga: «Amén»! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR! LIBRO V Salmos 107-150

107

1 Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre.

2 Que lo digan los redimidos del SEÑOR, a quienes redimió del poder del adversario,

3 a quienes reunió de todos los países, de oriente y de occidente, del norte y del sur.

4 Vagaban perdidos por parajes desiertos, sin dar con el camino a una ciudad habitable.

5 Hambrientos y sedientos, la vida se les iba consumiendo.

6 En su angustia clamaron al SEÑOR, y él los libró de su aflicción.

7 Los llevó por el camino recto hasta llegar a una ciudad habitable.

8 ¡Que den gracias al SEÑOR por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres!

9 ¡Él apaga la sed del sediento, y sacia con lo mejor al hambriento!

10 Afligidos y encadenados, habitaban en las más densas tinieblas

11 por haberse rebelado contra las palabras de Dios, por menospreciar los designios del Altísimo.

12 Los sometió a trabajos forzados; tropezaban, y no había quien los ayudara.

13 En su angustia clamaron al SEÑOR, y él los salvó de su aflicción.

14 Los sacó de las sombras tenebrosas y rompió en pedazos sus cadenas.

15 ¡Que den gracias al SEÑOR por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres!

16 ¡Él hace añicos las puertas de bronce y rompe en mil pedazos las barras de hierro!

17 Trastornados por su rebeldía, afligidos por su iniquidad,

18 todo alimento les causaba asco. ¡Llegaron a las puertas mismas de la muerte!

19 En su angustia clamaron al SEÑOR, y él los salvó de su aflicción.

20 Envió su palabra para sanarlos, y así los rescató del sepulcro.

21 ¡Que den gracias al SEÑOR por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres!

22 ¡Que ofrezcan sacrificios de gratitud, y jubilosos proclamen sus obras!

23 Se hicieron a la mar en sus barcos; para comerciar surcaron las muchas aguas.

24 Allí, en las aguas profundas, vieron las obras del SEÑOR y sus maravillas.

25 Habló Dios, y se desató un fuerte viento que tanto encrespó las olas

26 que subían a los cielos y bajaban al abismo. Ante el peligro, ellos perdieron el coraje.

27 Como ebrios tropezaban, se tambaleaban; de nada les valía toda su pericia.

28 En su angustia clamaron al SEÑOR, y él los sacó de su aflicción.

29 Cambió la tempestad en suave brisa: se sosegaron las olas del mar.

30 Ante esa calma se alegraron, y Dios los llevó al puerto anhelado.

31 ¡Que den gracias al SEÑOR por su gran amor, por sus maravillas en favor de los hombres!

32 ¡Que lo exalten en la asamblea del pueblo! ¡Que lo alaben en el consejo de los ancianos!

33 Dios convirtió los ríos en desiertos, los manantiales en tierra seca,

34 los fértiles terrenos en tierra salitrosa, por la maldad de sus habitantes.

35 Convirtió el desierto en fuentes de agua, la tierra seca en manantiales;

36 hizo habitar allí a los hambrientos, y ellos fundaron una ciudad habitable.

37 Sembraron campos, plantaron viñedos, obtuvieron abundantes cosechas.

38 Dios los bendijo y se multiplicaron, y no dejó que menguaran sus rebaños.

39 Pero si merman y son humillados, es por la opresión, la maldad y la aflicción.

40 Dios desdeña a los nobles y los hace vagar por desiertos sin senderos.

41 Pero a los necesitados los saca de su miseria, y hace que sus familias crezcan como rebaños.

42 Los rectos lo verán y se alegrarán, pero todos los impíos serán acallados.

43 Quien sea sabio, que considere estas cosas y entienda bien el gran amor del SEÑOR.

108

1 Cántico. Salmo de David. Firme está, oh Dios, mi corazón; ¡voy a cantarte salmos, gloria mía!

2 ¡Despierten, arpa y lira! ¡Haré despertar al nuevo día!

3 Te alabaré, SEÑOR, entre los pueblos; te cantaré salmos entre las naciones.

4 Pues tu amor es tan grande que rebasa los cielos; ¡tu verdad llega hasta el firmamento!

5 Tú, oh Dios, estás sobre los cielos, y tu gloria cubre toda la tierra.

6 Líbranos con tu diestra, respóndeme para que tu pueblo amado quede a salvo.

7 Dios ha dicho en su santuario: «Triunfante repartiré a Siquén, y dividiré el valle de Sucot.

8 Mío es Galaad, mío es Manasés; Efraín es mi yelmo y Judá mi cetro.

9 En Moab me lavo las manos, sobre Edom arrojo mi sandalia; sobre Filistea lanzo gritos de triunfo.»

10 ¿Quién me llevará a la ciudad fortificada? ¿Quién me mostrará el camino a Edom?

11 ¿No es Dios quien nos ha rechazado? ¡Ya no sales, oh Dios, con nuestros ejércitos!

12 Bríndanos tu ayuda contra el enemigo, pues de nada sirve la ayuda humana.

13 Con Dios obtendremos la victoria; ¡él pisoteará a nuestros enemigos!

109

1 Al director musical. Salmo de David. Oh Dios, alabanza mía, no guardes silencio.

2 Pues gente impía y mentirosa ha declarado en mi contra, y con lengua engañosa me difaman;

3 con expresiones de odio me acosan, y sin razón alguna me atacan.

4 Mi amor me lo pagan con calumnias, mientras yo me encomiendo a Dios.

5 Mi bondad la pagan con maldad; en vez de amarme, me aborrecen.

6 Pon en su contra a un malvado; que a su derecha esté su acusador.

7 Que resulte culpable al ser juzgado, y que sus propias oraciones lo condenen.

8 Que se acorten sus días, y que otro se haga cargo de su oficio.

9 Que se queden huérfanos sus hijos; que se quede viuda su esposa.

10 Que anden sus hijos vagando y mendigando; que anden rebuscando entre las ruinas.

11 Que sus acreedores se apoderen de sus bienes; que gente extraña saquee sus posesiones.

12 Que nadie le extienda su bondad; que nadie se compadezca de sus huérfanos.

13 Que sea exterminada su descendencia; que desaparezca su nombre en la próxima generación.

14 Que recuerde el SEÑOR la iniquidad de su padre, y no se olvide del pecado de su madre.

15 Que no les quite el SEÑOR la vista de encima, y que borre de la tierra su memoria.

16 Por cuanto se olvidó de hacer el bien, y persiguió hasta la muerte a pobres, afligidos y menesterosos,

17 y porque le encantaba maldecir, ¡que caiga sobre él la maldición! Por cuanto no se complacía en bendecir, ¡que se aleje de él la bendición!

18 Por cuanto se cubrió de maldición como quien se pone un vestido, ¡que ésta se filtre en su cuerpo como el agua!, ¡que penetre en sus huesos como el aceite!

19 ¡Que lo envuelva como un manto! ¡Que lo apriete en todo tiempo como un cinto!

20 ¡Que así les pague el SEÑOR a mis acusadores, a los que me calumnian!

21 Pero tú, SEÑOR Soberano, trátame bien por causa de tu nombre; líbrame por tu bondad y gran amor.

22 Ciertamente soy pobre y estoy necesitado; profundamente herido está mi corazón.

23 Me voy desvaneciendo como sombra vespertina; se desprenden de mí como de una langosta.

24 De tanto ayunar me tiemblan las rodillas; la piel se me pega a los huesos.

25 Soy para ellos motivo de burla; me ven, y menean la cabeza.

26 SEÑOR, mi Dios, ¡ayúdame!; por tu gran amor, ¡sálvame!

27 Que sepan que ésta es tu mano; que tú mismo, SEÑOR, lo has hecho.

28 ¿Qué importa que ellos me maldigan? ¡Bendíceme tú! Pueden atacarme, pero quedarán avergonzados; en cambio, este siervo tuyo se alegrará.

29 ¡Queden mis acusadores cubiertos de deshonra, envueltos en un manto de vergüenza!

30 Por mi parte, daré muchas gracias al SEÑOR; lo alabaré entre una gran muchedumbre.

31 Porque él defiende al necesitado, para salvarlo de quienes lo condenan.

110

1 Salmo de David. Así dijo el SEÑOR a mi Señor: «Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.»

2 ¡Que el SEÑOR extienda desde Sión el poder de tu cetro! ¡Domina tú en medio de tus enemigos!

3 Tus tropas estarán dispuestas el día de la batalla, ordenadas en santa majestad. De las entrañas de la aurora recibirás el rocío de tu juventud.

4 El SEÑOR ha jurado y no cambiará de parecer: «Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.»

5 El Señor está a tu mano derecha; aplastará a los reyes en el día de su ira.

6 Juzgará a las naciones y amontonará cadáveres; aplastará cabezas en toda la tierra.

7 Beberá de un arroyo junto al camino, y por lo tanto cobrará nuevas fuerzas.

111

1 '>¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR! Álef Alabaré al SEÑOR con todo el corazón Bet en la asamblea, en compañía de los rectos. Guímel

2 Grandes son las obras del SEÑOR;Dálet estudiadas por los que en ellas se deleitan.He

3 Gloriosas y majestuosas son sus obras;Vav su justicia permanece para siempre.Zayin

4 Ha hecho memorables sus maravillas.Jet ¡El SEÑOR es clemente y compasivo!Tet

5 Da de comer a quienes le temen;Yod siempre recuerda su pacto.Caf

6 Ha mostrado a su pueblo el poder de sus obrasLámed al darle la heredad de otras naciones.Mem

7 Las obras de sus manos son fieles y justas;Nun todos sus preceptos son dignos de confianza,Sámej

8 inmutables por los siglos de los siglos,Ayin establecidos con fidelidad y rectitud.Pe

9 Pagó el precio del rescate de su puebloTsade y estableció su pacto para siempre.Qof ¡Su nombre es santo e imponente!Resh

10 El principio de la sabiduría es el temor del SEÑOR;Shin buen juicio demuestran quienes cumplen sus preceptos. &Tav ¡Su alabanza permanece para siempre!

112

1 ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! & Álef - Dichoso el que teme al Señor,

2 Bet - el que halla gran deleite en sus mandamientos. & Guímel - Sus hijos dominarán el país; &

3 Dálet - la descendencia de los justos será bendecida. & He - En su casa habrá abundantes riquezas, &

4 Vav - y para siempre permanecerá su justicia. & Zayin -

113

1 ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR! Alaben, siervos del SEÑOR, alaben el nombre del SEÑOR.

2 Bendito sea el nombre del SEÑOR, desde ahora y para siempre.

3 Desde la salida del sol hasta su ocaso, sea alabado el nombre del SEÑOR.

4 El SEÑOR domina sobre todas las naciones; su gloria está sobre los cielos.

5 ¿Quién como el SEÑOR nuestro Dios, que tiene su trono en las alturas

6 y se digna contemplar los cielos y la tierra?

7 Él levanta del polvo al pobre y saca del muladar al necesitado;

8 los hace sentarse con príncipes, con los príncipes de su pueblo.

9 A la mujer estéril le da un hogar y le concede la dicha de ser madre. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR!

114

1 Cuando Israel, el pueblo de Jacob, salió de Egipto, de un pueblo extraño,

2 Judá se convirtió en el santuario de Dios; Israel llegó a ser su dominio.

3 Al ver esto, el mar huyó; el Jordán se volvió atrás.

4 Las montañas saltaron como carneros, los cerros saltaron como ovejas.

5 ¿Qué te pasó, mar, que huiste, y a ti, Jordán, que te volviste atrás?

6 ¿Y a ustedes montañas, que saltaron como carneros? ¿Y a ustedes cerros, que saltaron como ovejas?

7 ¡Tiembla, oh tierra, ante el Señor, tiembla ante el Dios de Jacob!

8 ¡Él convirtió la roca en un estanque, el pedernal en manantiales de agua!

115

1 La gloria, SEÑOR, no es para nosotros; no es para nosotros sino para tu nombre, por causa de tu amor y tu verdad.

2 ¿Por qué tienen que decirnos las naciones: «¿Dónde está su Dios?»

3 Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca.

4 Pero sus ídolos son de oro y plata, producto de manos humanas.

5 Tienen boca, pero no pueden hablar; ojos, pero no pueden ver;

6 tienen oídos, pero no pueden oír; nariz, pero no pueden oler;

7 tienen manos, pero no pueden palpar; pies, pero no pueden andar; ¡ni un solo sonido emite su garganta!

8 Semejantes a ellos son sus hacedores, y todos los que confían en ellos.

9 Pueblo de Israel, confía en el SEÑOR; él es tu ayuda y tu escudo.

10 Descendientes de Aarón, confíen en el SEÑOR; él es su ayuda y su escudo.

11 Los que temen al SEÑOR, confíen en él; él es su ayuda y su escudo.

12 El SEÑOR nos recuerda y nos bendice: bendice al pueblo de Israel, bendice a los descendientes de Aarón,

13 bendice a los que temen al SEÑOR, bendice a grandes y pequeños.

14 Que el SEÑOR multiplique la descendencia de ustedes y de sus hijos.

15 Que reciban bendiciones del SEÑOR, creador del cielo y de la tierra.

16 Los cielos le pertenecen al SEÑOR, pero a la humanidad le ha dado la tierra.

17 Los muertos no alaban al SEÑOR, ninguno de los que bajan al silencio.

18 Somos nosotros los que alabamos al SEÑOR desde ahora y para siempre. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR!

116

1 Yo amo al SEÑOR porque él escucha mi voz suplicante.

2 Por cuanto él inclina a mí su oído, lo invocaré toda mi vida.

3 Los lazos de la muerte me enredaron; me sorprendió la angustia del sepulcro, y caí en la ansiedad y la aflicción.

4 Entonces clamé al SEÑOR: «¡Te ruego, SEÑOR, que me salves la vida!»

5 El SEÑOR es compasivo y justo; nuestro Dios es todo ternura.

6 El SEÑOR protege a la gente sencilla; estaba yo muy débil, y él me salvó.

7 ¡Ya puedes, alma mía, estar tranquila, que el SEÑOR ha sido bueno contigo!

8 Tú me has librado de la muerte, has enjugado mis lágrimas, no me has dejado tropezar.

9 Por eso andaré siempre delante del SEÑOR en esta tierra de los vivientes.

10 Aunque digo: «Me encuentro muy afligido», sigo creyendo en Dios.

11 En mi desesperación he exclamado: «Todos son unos mentirosos.»

12 ¿Cómo puedo pagarle al SEÑOR por tanta bondad que me ha mostrado?

13 ¡Tan sólo brindando con la copa de salvación e invocando el nombre del SEÑOR!

14 ¡Tan sólo cumpliendo mis promesas al SEÑOR en presencia de todo su pueblo!

15 Mucho valor tiene a los ojos del SEÑOR la muerte de sus fieles.

16 Yo, SEÑOR, soy tu siervo; soy siervo tuyo, tu hijo fiel; ¡tú has roto mis cadenas!

17 Te ofreceré un sacrificio de gratitud e invocaré, SEÑOR, tu nombre.

18 Cumpliré mis votos al SEÑOR en presencia de todo su pueblo,

19 en los atrios de la casa del SEÑOR, en medio de ti, oh Jerusalén. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR!

117

1 ¡Alaben al SEÑOR, naciones todas! ¡Pueblos todos, cántenle alabanzas!

2 ¡Grande es su amor por nosotros! ¡La fidelidad del SEÑOR es eterna! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR!

118

1 Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre.

2 Que proclame el pueblo de Israel: «Su gran amor perdura para siempre.»

3 Que proclamen los descendientes de Aarón: «Su gran amor perdura para siempre.»

4 Que proclamen los que temen al SEÑOR: «Su gran amor perdura para siempre.»

5 Desde mi angustia clamé al SEÑOR, y él respondió dándome libertad.

6 El SEÑOR está conmigo, y no tengo miedo; ¿qué me puede hacer un simple mortal?

7 El SEÑOR está conmigo, él es mi ayuda; ¡ya veré por los suelos a los que me odian!

8 Es mejor refugiarse en el SEÑOR que confiar en el hombre.

9 Es mejor refugiarse en el SEÑOR que fiarse de los poderosos.

10 Todas las naciones me rodearon, pero en el nombre del SEÑOR las aniquilé.

11 Me rodearon por completo, pero en el nombre del SEÑOR las aniquilé.

12 Me rodearon como avispas, pero se consumieron como zarzas en el fuego. ¡En el nombre del SEÑOR las aniquilé!

13 Me empujaron con violencia para que cayera, pero el SEÑOR me ayudó.

14 El SEÑOR es mi fuerza y mi canto; ¡él es mi salvación!

15 Gritos de júbilo y victoria resuenan en las casas de los justos: «¡La diestra del SEÑOR realiza proezas!

16 ¡La diestra del SEÑOR es exaltada! ¡La diestra del SEÑOR realiza proezas!»

17 No he de morir; he de vivir para proclamar las maravillas del SEÑOR.

18 El SEÑOR me ha castigado con dureza, pero no me ha entregado a la muerte.

19 Ábranme las puertas de la justicia para que entre yo a dar gracias al SEÑOR.

20 Son las puertas del SEÑOR, por las que entran los justos.

21 ¡Te daré gracias porque me respondiste, porque eres mi salvación!

22 La piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular.

23 Esto ha sido obra del SEÑOR, y nos deja maravillados.

24 Éste es el día en que el SEÑOR actuó; regocijémonos y alegrémonos en él.

25 SEÑOR, ¡danos la salvación! SEÑOR, ¡concédenos la victoria!

26 Bendito el que viene en el nombre del SEÑOR. Desde la casa del SEÑOR los bendecimos.

27 El SEÑOR es Dios y nos ilumina. Únanse a la procesión portando ramas en la mano hasta los cuernos del altar.

28 Tú eres mi Dios, por eso te doy gracias; tú eres mi Dios, por eso te exalto.

29 Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre.

119

1 Álef Dichosos los que van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del SEÑOR.

2 Dichosos los que guardan sus estatutos y de todo corazón lo buscan.

3 Jamás hacen nada malo, sino que siguen los caminos de Dios.

4 Tú has establecido tus preceptos, para que se cumplan fielmente.

5 ¡Cuánto deseo afirmar mis caminos para cumplir tus decretos!

6 No tendré que pasar vergüenzas cuando considere todos tus mandamientos.

7 Te alabaré con integridad de corazón, cuando aprenda tus justos juicios.

8 Tus decretos cumpliré; no me abandones del todo.

9 &Bet ¿Cómo puede el joven llevar una vida íntegra? Viviendo conforme a tu palabra.

10 Yo te busco con todo el corazón; no dejes que me desvíe de tus mandamientos.

11 En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti.

12 ¡Bendito seas, SEÑOR! ¡Enséñame tus decretos!

13 Con mis labios he proclamado todos los juicios que has emitido.

14 Me regocijo en el camino de tus estatutos más que en todas las riquezas.

15 En tus preceptos medito, y pongo mis ojos en tus sendas.

16 En tus decretos hallo mi deleite, y jamás olvidaré tu palabra.

17 &Guímel Trata con bondad a este siervo tuyo; así viviré y obedeceré tu palabra.

18 Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley.

19 En esta tierra soy un extranjero; no escondas de mí tus mandamientos.

20 A toda hora siento un nudo en la garganta por el deseo de conocer tus juicios.

21 Tú reprendes a los insolentes; ¡malditos los que se apartan de tus mandamientos!

22 Aleja de mí el menosprecio y el desdén, pues yo cumplo tus estatutos.

23 Aun los poderosos se confabulan contra mí, pero este siervo tuyo medita en tus decretos.

24 Tus estatutos son mi deleite; son también mis consejeros.

25 &Dálet Postrado estoy en el polvo; dame vida conforme a tu palabra.

26 Tú me respondiste cuando te hablé de mis caminos. ¡Enséñame tus decretos!

27 Hazme entender el camino de tus preceptos, y meditaré en tus maravillas.

28 De angustia se me derrite el alma: susténtame conforme a tu palabra.

29 Manténme alejado de caminos torcidos; concédeme las bondades de tu ley.

30 He optado por el camino de la fidelidad, he escogido tus juicios.

31 Yo, SEÑOR, me apego a tus estatutos; no me hagas pasar vergüenza.

32 Corro por el camino de tus mandamientos, porque has ampliado mi modo de pensar.

33 &He Enséñame, SEÑOR, a seguir tus decretos, y los cumpliré hasta el fin.

34 Dame entendimiento para seguir tu ley, y la cumpliré de todo corazón.

35 Dirígeme por la senda de tus mandamientos, porque en ella encuentro mi solaz.

36 Inclina mi corazón hacia tus estatutos y no hacia las ganancias desmedidas.

37 Aparta mi vista de cosas vanas, dame vida conforme a tu palabra.

38 Confirma tu promesa a este siervo, como lo has hecho con los que te temen.

39 Líbrame del oprobio que me aterra, porque tus juicios son buenos.

40 ¡Yo amo tus preceptos! ¡Dame vida conforme a tu justicia!

41 &Vav Envíame, SEÑOR, tu gran amor y tu salvación, conforme a tu promesa.

42 Así responderé a quien me desprecie, porque yo confío en tu palabra.

43 No me quites de la boca la palabra de verdad, pues en tus juicios he puesto mi esperanza.

44 Por toda la eternidad obedeceré fielmente tu ley.

45 Viviré con toda libertad, porque he buscado tus preceptos.

46 Hablaré de tus estatutos a los reyes y no seré avergonzado,

47 pues amo tus mandamientos, y en ellos me regocijo.

48 Yo amo tus mandamientos, y hacia ellos elevo mis manos; ¡quiero meditar en tus decretos!

49 &Zayin Acuérdate de la palabra que diste a este siervo tuyo, palabra con la que me infundiste esperanza.

50 Éste es mi consuelo en medio del dolor: que tu promesa me da vida.

51 Los insolentes me ofenden hasta el colmo, pero yo no me aparto de tu ley.

52 Me acuerdo, SEÑOR, de tus juicios de antaño, y encuentro consuelo en ellos.

53 Me llenan de indignación los impíos, que han abandonado tu ley.

54 Tus decretos han sido mis cánticos en el lugar de mi destierro.

55 SEÑOR, por la noche evoco tu nombre; ¡quiero cumplir tu ley!

56 Lo que a mí me corresponde es obedecer tus preceptos.

57 &Jet ¡Mi herencia eres tú, SEÑOR! Prometo obedecer tus palabras.

58 De todo corazón busco tu rostro; compadécete de mí conforme a tu promesa.

59 Me he puesto a pensar en mis caminos, y he orientado mis pasos hacia tus estatutos.

60 Me doy prisa, no tardo nada para cumplir tus mandamientos.

61 Aunque los lazos de los impíos me aprisionan, yo no me olvido de tu ley.

62 A medianoche me levanto a darte gracias por tus rectos juicios.

63 Soy amigo de todos los que te honran, de todos los que observan tus preceptos.

64 Enséñame, SEÑOR, tus decretos; ¡la tierra está llena de tu gran amor!

65 &Tet Tú, SEÑOR, tratas bien a tu siervo, conforme a tu palabra.

66 Impárteme conocimiento y buen juicio, pues yo creo en tus mandamientos.

67 Antes de sufrir anduve descarriado, pero ahora obedezco tu palabra.

68 Tú eres bueno, y haces el bien; enséñame tus decretos.

69 Aunque los insolentes me difaman, yo cumplo tus preceptos con todo el corazón.

70 El corazón de ellos es torpe e insensible, pero yo me regocijo en tu ley.

71 Me hizo bien haber sido afligido, porque así llegué a conocer tus decretos.

72 Para mí es más valiosa tu enseñanza que millares de monedas de oro y plata.

73 &Yod Con tus manos me creaste, me diste forma. Dame entendimiento para aprender tus mandamientos.

74 Los que te honran se regocijan al verme, porque he puesto mi esperanza en tu palabra.

75 SEÑOR, yo sé que tus juicios son justos, y que con justa razón me afliges.

76 Que sea tu gran amor mi consuelo, conforme a la promesa que hiciste a tu siervo.

77 Que venga tu compasión a darme vida, porque en tu ley me regocijo.

78 Sean avergonzados los insolentes que sin motivo me maltratan; yo, por mi parte, meditaré en tus preceptos.

79 Que se reconcilien conmigo los que te temen, los que conocen tus estatutos.

80 Sea mi corazón íntegro hacia tus decretos, para que yo no sea avergonzado.

81 &Caf Esperando tu salvación se me va la vida. En tu palabra he puesto mi esperanza.

82 Mis ojos se consumen esperando tu promesa, y digo: «¿Cuándo vendrás a consolarme?»

83 Parezco un odre ennegrecido por el humo, pero no me olvido de tus decretos.

84 ¿Cuánto más vivirá este siervo tuyo? ¿Cuándo juzgarás a mis perseguidores?

85 Me han cavado trampas los insolentes, los que no viven conforme a tu ley.

86 Todos tus mandamientos son fidedignos; ¡ayúdame!, pues falsos son mis perseguidores.

87 Por poco me borran de la tierra, pero yo no abandono tus preceptos.

88 Por tu gran amor, dame vida y cumpliré tus estatutos.

89 &Lámed Tu palabra, SEÑOR, es eterna, y está firme en los cielos.

90 Tu fidelidad permanece para siempre; estableciste la tierra, y quedó firme.

91 Todo subsiste hoy, conforme a tus decretos, porque todo está a tu servicio.

92 Si tu ley no fuera mi regocijo, la aflicción habría acabado conmigo.

93 Jamás me olvidaré de tus preceptos, pues con ellos me has dado vida.

94 ¡Sálvame, pues te pertenezco y escudriño tus preceptos!

95 Los impíos me acechan para destruirme, pero yo me esfuerzo por entender tus estatutos.

96 He visto que aun la perfección tiene sus límites; ¡sólo tus mandamientos son infinitos!

97 &Mem ¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día medito en ella.

98 Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos porque me pertenecen para siempre.

99 Tengo más discernimiento que todos mis maestros porque medito en tus estatutos.

100 Tengo más entendimiento que los ancianos porque obedezco tus preceptos.

101 Aparto mis pies de toda mala senda para cumplir con tu palabra.

102 No me desvío de tus juicios porque tú mismo me instruyes.

103 ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Son más dulces que la miel a mi boca!

104 De tus preceptos adquiero entendimiento; por eso aborrezco toda senda de mentira.

105 Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero.

106 Hice un juramento, y lo he confirmado: que acataré tus rectos juicios.

107 SEÑOR, es mucho lo que he sufrido; dame vida conforme a tu palabra.

108 SEÑOR, acepta la ofrenda que brota de mis labios; enséñame tus juicios.

109 Mi vida pende de un hilo, pero no me olvido de tu ley.

110 Los impíos me han tendido una trampa, pero no me aparto de tus preceptos.

111 Tus estatutos son mi herencia permanente; son el regocijo de mi corazón.

112 Inclino mi corazón a cumplir tus decretos para siempre y hasta el fin.

113 Aborrezco a los hipócritas, pero amo tu ley.

114 Tú eres mi escondite y mi escudo; en tu palabra he puesto mi esperanza.

115 ¡Malhechores, apártense de mí, que quiero cumplir los mandamientos de mi Dios!

116 Sosténme conforme a tu promesa, y viviré; no defraudes mis esperanzas.

117 Defiéndeme, y estaré a salvo; siempre optaré por tus decretos.

118 Tú rechazas a los que se desvían de tus decretos, porque sólo maquinan falsedades.

119 Tú desechas como escoria a los impíos de la tierra; por eso amo tus estatutos.

120 Mi cuerpo se estremece por el temor que me inspiras; siento reverencia por tus leyes.

121 Yo practico la justicia y el derecho; no me dejes en manos de mis opresores.

122 Garantiza el bienestar de tu siervo; que no me opriman los arrogantes.

123 Mis ojos se consumen esperando tu salvación, esperando que se cumpla tu justicia.

124 Trata a tu siervo conforme a tu gran amor; enséñame tus decretos.

125 Tu siervo soy: dame entendimiento y llegaré a conocer tus estatutos.

126 SEÑOR, ya es tiempo de que actúes, pues tu ley está siendo quebrantada.

127 Sobre todas las cosas amo tus mandamientos, más que el oro, más que el oro refinado.

128 Por eso tomo en cuenta todos tus preceptos y aborrezco toda senda falsa.

129 Tus estatutos son maravillosos; por eso los obedezco.

130 La exposición de tus palabras nos da luz, y da entendimiento al sencillo.

131 Jadeante abro la boca porque ansío tus mandamientos.

132 Vuélvete a mí, y tenme compasión como haces siempre con los que aman tu nombre.

133 Guía mis pasos conforme a tu promesa; no dejes que me domine la iniquidad.

134 Líbrame de la opresión humana, pues quiero obedecer tus preceptos.

135 Haz brillar tu rostro sobre tu siervo; enséñame tus decretos.

136 Ríos de lágrimas brotan de mis ojos, porque tu ley no se obedece.

137 SEÑOR, tú eres justo, y tus juicios son rectos.

138 Justos son los estatutos que has ordenado, y muy dignos de confianza.

139 Mi celo me consume, porque mis adversarios pasan por alto tus palabras.

140 Tus promesas han superado muchas pruebas, por eso tu siervo las ama.

141 Insignificante y menospreciable como soy, no me olvido de tus preceptos.

142 Tu justicia es siempre justa; tu ley es la verdad.

143 He caído en la angustia y la aflicción, pero tus mandamientos son mi regocijo.

144 Tus estatutos son siempre justos; dame entendimiento para poder vivir.

145 Con todo el corazón clamo a ti, SEÑOR; respóndeme, y obedeceré tus decretos.

146 A ti clamo: «¡Sálvame!» Quiero cumplir tus estatutos.

147 Muy de mañana me levanto a pedir ayuda; en tus palabras he puesto mi esperanza.

148 En toda la noche no pego los ojos, para meditar en tu promesa.

149 Conforme a tu gran amor, escucha mi voz; conforme a tus juicios, SEÑOR, dame vida.

150 Ya se acercan mis crueles perseguidores, pero andan muy lejos de tu ley.

151 Tú, SEÑOR, también estás cerca, y todos tus mandamientos son verdad.

152 Desde hace mucho conozco tus estatutos, los cuales estableciste para siempre.

153 Considera mi aflicción, y líbrame, pues no me he olvidado de tu ley.

154 Defiende mi causa, rescátame; dame vida conforme a tu promesa.

155 La salvación está lejos de los impíos, porque ellos no buscan tus decretos.

156 Grande es, SEÑOR, tu compasión; dame vida conforme a tus juicios.

157 Muchos son mis adversarios y mis perseguidores, pero yo no me aparto de tus estatutos.

158 Miro a esos renegados y me dan náuseas, porque no cumplen tus palabras.

159 Mira, SEÑOR, cuánto amo tus preceptos; conforme a tu gran amor, dame vida.

160 La suma de tus palabras es la verdad; tus rectos juicios permanecen para siempre.

161 Gente poderosa me persigue sin motivo, pero mi corazón se asombra ante tu palabra.

162 Yo me regocijo en tu promesa como quien halla un gran botín.

163 Aborrezco y repudio la falsedad, pero amo tu ley.

164 Siete veces al día te alabo por tus rectos juicios.

165 Los que aman tu ley disfrutan de gran bienestar, y nada los hace tropezar.

166 Yo, SEÑOR, espero tu salvación y practico tus mandamientos.

167 Con todo mi ser cumplo tus estatutos. ¡Cuánto los amo!

168 Obedezco tus preceptos y tus estatutos, porque conoces todos mis caminos.

169 Que llegue mi clamor a tu presencia; dame entendimiento, SEÑOR, conforme a tu palabra.

170 Que llegue a tu presencia mi súplica; líbrame, conforme a tu promesa.

171 Que rebosen mis labios de alabanza, porque tú me enseñas tus decretos.

172 Que entone mi lengua un cántico a tu palabra, pues todos tus mandamientos son justos.

173 Que acuda tu mano en mi ayuda, porque he escogido tus preceptos.

174 Yo, SEÑOR, ansío tu salvación. Tu ley es mi regocijo.

175 Déjame vivir para alabarte; que vengan tus juicios a ayudarme.

176 Cual oveja perdida me he extraviado; ven en busca de tu siervo, porque no he olvidado tus mandamientos.

120

1 Cántico de los peregrinos. En mi angustia invoqué al SEÑOR, y él me respondió.

2 SEÑOR, líbrame de los labios mentirosos y de las lenguas embusteras.

3 ¡Ah, lengua embustera! ¿Qué se te habrá de dar? ¿Qué se te habrá de añadir?

4 ¡Puntiagudas flechas de guerrero, con ardientes brasas de retama!

5 ¡Ay de mí, que soy extranjero en Mésec, que he acampado entre las tiendas de Cedar!

6 ¡Ya es mucho el tiempo que he acampado entre los que aborrecen la paz!

7 Yo amo la paz, pero si hablo de paz, ellos hablan de guerra.

121

1 Cántico de los peregrinos. A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda?

2 Mi ayuda proviene del SEÑOR, creador del cielo y de la tierra.

3 No permitirá que tu pie resbale; jamás duerme el que te cuida.

4 Jamás duerme ni se adormece el que cuida de Israel.

5 El SEÑOR es quien te cuida, el SEÑOR es tu sombra protectora.

6 De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche.

7 El SEÑOR te protegerá; de todo mal protegerá tu vida.

8 El SEÑOR te cuidará en el hogar y en el camino, desde ahora y para siempre.

122

1 Cántico de los peregrinos. De David. Yo me alegro cuando me dicen: «Vamos a la casa del SEÑOR.»

2 ¡Jerusalén, ya nuestros pies se han plantado ante tus portones!

3 ¡Jerusalén, ciudad edificada para que en ella todos se congreguen!

4 A ella suben las tribus, las tribus del SEÑOR, para alabar su nombre conforme a la ordenanza que recibió Israel.

5 Allí están los tribunales de justicia, los tribunales de la dinastía de David.

6 Pidamos por la paz de Jerusalén: «Que vivan en paz los que te aman.

7 Que haya paz dentro de tus murallas, seguridad en tus fortalezas.»

8 Y ahora, por mis hermanos y amigos te digo: «¡Deseo que tengas paz!»

9 Por la casa del SEÑOR nuestro Dios procuraré tu bienestar.

123

1 Cántico de los peregrinos. Hacia ti dirijo la mirada, hacia ti, cuyo trono está en el cielo.

2 Como dirigen los esclavos la mirada hacia la mano de su amo, como dirige la esclava la mirada hacia la mano de su ama, así dirigimos la mirada al SEÑOR nuestro Dios, hasta que nos muestre compasión.

3 Compadécenos, SEÑOR, compadécenos, ¡ya estamos hartos de que nos desprecien!

4 Ya son muchas las burlas que hemos sufrido; muchos son los insultos de los altivos, y mucho el menosprecio de los orgullosos.

124

1 Cántico de los peregrinos. De David. Si el SEÑOR no hubiera estado de nuestra parte —que lo repita ahora Israel—,

2 si el SEÑOR no hubiera estado de nuestra parte cuando todo el mundo se levantó contra nosotros,

3 nos habrían tragado vivos al encenderse su furor contra nosotros;

4 nos habrían inundado las aguas, el torrente nos habría arrastrado,

5 ¡nos habrían arrastrado las aguas turbulentas!

6 Bendito sea el SEÑOR, que no dejó que nos despedazaran con sus dientes.

7 Como las aves, hemos escapado de la trampa del cazador; ¡la trampa se rompió, y nosotros escapamos!

8 Nuestra ayuda está en el nombre del SEÑOR, creador del cielo y de la tierra.

125

1 Cántico de los peregrinos. Los que confían en el SEÑOR son como el monte Sión, que jamás será conmovido, que permanecerá para siempre.

2 Como rodean las colinas a Jerusalén, así rodea el SEÑOR a su pueblo, desde ahora y para siempre.

3 No prevalecerá el cetro de los impíos sobre la heredad asignada a los justos, para que nunca los justos extiendan sus manos hacia la maldad.

4 Haz bien, SEÑOR, a los que son buenos, a los de recto corazón.

5 Pero a los que van por caminos torcidos deséchalos, SEÑOR, junto con los malhechores. ¡Que haya paz en Israel!

126

1 Cántico de los peregrinos. Cuando el SEÑOR hizo volver a Sión a los cautivos, nos parecía estar soñando.

2 Nuestra boca se llenó de risas; nuestra lengua, de canciones jubilosas. Hasta los otros pueblos decían: «El SEÑOR ha hecho grandes cosas por ellos.»

3 Sí, el SEÑOR ha hecho grandes cosas por nosotros, y eso nos llena de alegría.

4 Ahora, SEÑOR, haz volver a nuestros cautivos como haces volver los arroyos del desierto.

5 El que con lágrimas siembra, con regocijo cosecha.

6 El que llorando esparce la semilla, cantando recoge sus gavillas.

127

1 Cántico de los peregrinos. De Salomón. Si el SEÑOR no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles. Si el SEÑOR no cuida la ciudad, en vano hacen guardia los vigilantes.

2 En vano madrugan ustedes, y se acuestan muy tarde, para comer un pan de fatigas, porque Dios concede el sueño a sus amados.

3 Los hijos son una herencia del SEÑOR, los frutos del vientre son una recompensa.

4 Como flechas en las manos del guerrero son los hijos de la juventud.

5 Dichosos los que llenan su aljaba con esta clase de flechas. No serán avergonzados por sus enemigos cuando litiguen con ellos en los tribunales.

128

1 Cántico de los peregrinos. Dichosos todos los que temen al SEÑOR, los que van por sus caminos.

2 Lo que ganes con tus manos, eso comerás; gozarás de dicha y prosperidad.

3 En el seno de tu hogar, tu esposa será como vid llena de uvas; alrededor de tu mesa, tus hijos serán como vástagos de olivo.

4 Tales son las bendiciones de los que temen al SEÑOR.

5 Que el SEÑOR te bendiga desde Sión, y veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.

6 Que vivas para ver a los hijos de tus hijos. ¡Que haya paz en Israel!

129

1 Cántico de los peregrinos. Mucho me han angustiado desde mi juventud —que lo repita ahora Israel—,

2 mucho me han angustiado desde mi juventud, pero no han logrado vencerme.

3 Sobre la espalda me pasaron el arado, abriéndome en ella profundos surcos.

4 Pero el SEÑOR, que es justo, me libró de las ataduras de los impíos.

5 Que retrocedan avergonzados todos los que odian a Sión.

6 Que sean como la hierba en el techo, que antes de crecer se marchita;

7 que no llena las manos del segador ni el regazo del que cosecha.

8 Que al pasar nadie les diga: «La bendición del SEÑOR sea con ustedes; los bendecimos en el nombre del SEÑOR.»

130

1 Cántico de los peregrinos. A ti, SEÑOR, elevo mi clamor desde las profundidades del abismo.

2 Escucha, Señor, mi voz. Estén atentos tus oídos a mi voz suplicante.

3 Si tú, SEÑOR, tomaras en cuenta los pecados, ¿quién, SEÑOR, sería declarado inocente?

4 Pero en ti se halla perdón, y por eso debes ser temido.

5 Espero al SEÑOR, lo espero con toda el alma; en su palabra he puesto mi esperanza.

6 Espero al SEÑOR con toda el alma, más que los centinelas la mañana. Como esperan los centinelas la mañana,

7 así tú, Israel, espera al SEÑOR. Porque en él hay amor inagotable; en él hay plena redención.

8 Él mismo redimirá a Israel de todos sus pecados.

131

1 Cántico de los peregrinos. De David. SEÑOR, mi corazón no es orgulloso, ni son altivos mis ojos; no busco grandezas desmedidas, ni proezas que excedan a mis fuerzas.

2 Todo lo contrario: he calmado y aquietado mis ansias. Soy como un niño recién amamantado en el regazo de su madre. ¡Mi alma es como un niño recién amamantado!

3 Israel, pon tu esperanza en el SEÑOR desde ahora y para siempre.

132

1 Cántico de los peregrinos. SEÑOR, acuérdate de David y de todas sus penurias.

2 Acuérdate de sus juramentos al SEÑOR, de sus votos al Poderoso de Jacob:

3 «No gozaré del calor del hogar, ni me daré un momento de descanso;

4 no me permitiré cerrar los ojos, y ni siquiera el menor pestañeo,

5 antes de hallar un lugar para el SEÑOR, una morada para el Poderoso de Jacob.»

6 En Efrata oímos hablar del arca; dimos con ella en los campos de Yagar:

7 «Vayamos hasta su morada; postrémonos ante el estrado de sus pies.»

8 Levántate, SEÑOR; ven a tu lugar de reposo, tú y tu arca poderosa.

9 ¡Que se revistan de justicia tus sacerdotes! ¡Que tus fieles canten jubilosos!

10 Por amor a David, tu siervo, no le des la espalda a tu ungido.

11 El SEÑOR le ha hecho a David un firme juramento que no revocará: «A uno de tus propios descendientes lo pondré en tu trono.

12 Si tus hijos cumplen con mi pacto y con los estatutos que les enseñaré, también sus descendientes te sucederán en el trono para siempre.»

13 El SEÑOR ha escogido a Sión; su deseo es hacer de este monte su morada:

14 «Éste será para siempre mi lugar de reposo; aquí pondré mi trono, porque así lo deseo.

15 Bendeciré con creces sus provisiones, y saciaré de pan a sus pobres.

16 Revestiré de salvación a sus sacerdotes, y jubilosos cantarán sus fieles.

17 »Aquí haré renacer el poder de David, y encenderé la lámpara de mi ungido.

18 A sus enemigos los cubriré de vergüenza, pero él lucirá su corona esplendorosa.»

133

1 Cántico de los peregrinos. De David. ¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía!

2 Es como el buen aceite que, desde la cabeza, va descendiendo por la barba, por la barba de Aarón, hasta el borde de sus vestiduras.

3 Es como el rocío de Hermón que va descendiendo sobre los montes de Sión. Donde se da esta armonía, el SEÑOR concede bendición y vida eterna.

134

1 Cántico de los peregrinos. Bendigan al SEÑOR todos ustedes sus siervos, que de noche permanecen en la casa del SEÑOR.

2 Eleven sus manos hacia el santuario y bendigan al SEÑOR.

3 Que desde Sión los bendiga el SEÑOR, creador del cielo y de la tierra.

135

1 ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR! ¡Alaben el nombre del SEÑOR! ¡Siervos del SEÑOR, alábenlo!

2 Ustedes, que permanecen en la casa del SEÑOR, en los atrios de la casa del Dios nuestro.

3 Alaben al SEÑOR, porque el SEÑOR es bueno; canten salmos a su nombre, porque eso es agradable.

4 El SEÑOR escogió a Jacob como su propiedad, a Israel como su posesión.

5 Yo sé que el SEÑOR, nuestro Soberano, es más grande que todos los dioses.

6 El SEÑOR hace todo lo que quiere en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos sus abismos.

7 Levanta las nubes desde los confines de la tierra; envía relámpagos con la lluvia y saca de sus depósitos a los vientos.

8 A los primogénitos de Egipto hirió de muerte, tanto a hombres como a animales.

9 En tu corazón mismo, oh Egipto, Dios envió señales y maravillas contra el faraón y todos sus siervos.

10 A muchas naciones las hirió de muerte; a reyes poderosos les quitó la vida:

11 a Sijón, el rey amorreo; a Og, el rey de Basán, y a todos los reyes de Canaán.

12 Entregó sus tierras como herencia, ¡como herencia para su pueblo Israel!

13 Tu nombre, SEÑOR, es eterno; tu renombre, por todas las generaciones.

14 Ciertamente el SEÑOR juzgará a su pueblo, y de sus siervos tendrá compasión.

15 Los ídolos de los paganos son de oro y plata, producto de manos humanas.

16 Tienen boca, pero no pueden hablar; ojos, pero no pueden ver;

17 tienen oídos, pero no pueden oír; ¡ni siquiera hay aliento en su boca!

18 Semejantes a ellos son sus hacedores y todos los que confían en ellos.

19 Pueblo de Israel, bendice al SEÑOR; descendientes de Aarón, bendigan al SEÑOR;

20 descendientes de Leví, bendigan al SEÑOR; los que temen al SEÑOR, bendíganlo.

21 Desde Sión sea bendito el SEÑOR, el que habita en Jerusalén. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR!

136

1 Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre.

2 Den gracias al Dios de dioses; su gran amor perdura para siempre.

3 Den gracias al SEÑOR omnipotente; su gran amor perdura para siempre.

4 Al único que hace grandes maravillas; su gran amor perdura para siempre.

5 Al que con inteligencia hizo los cielos; su gran amor perdura para siempre.

6 Al que expandió la tierra sobre las aguas; su gran amor perdura para siempre.

7 Al que hizo las grandes luminarias; su gran amor perdura para siempre.

8 El sol, para iluminar el día; su gran amor perdura para siempre.

9 La luna y las estrellas, para iluminar la noche; su gran amor perdura para siempre.

10 Al que hirió a los primogénitos de Egipto; su gran amor perdura para siempre.

11 Al que sacó de Egipto a Israel; su gran amor perdura para siempre.

12 Con mano poderosa y con brazo extendido; su gran amor perdura para siempre.

13 Al que partió en dos el Mar Rojo; su gran amor perdura para siempre.

14 Y por en medio hizo cruzar a Israel; su gran amor perdura para siempre.

15 Pero hundió en el Mar Rojo al faraón y a su ejército; su gran amor perdura para siempre.

16 Al que guió a su pueblo por el desierto; su gran amor perdura para siempre.

17 Al que hirió de muerte a grandes reyes; su gran amor perdura para siempre.

18 Al que a reyes poderosos les quitó la vida; su gran amor perdura para siempre.

19 A Sijón, el rey amorreo; su gran amor perdura para siempre.

20 A Og, el rey de Basán; su gran amor perdura para siempre.

21 Cuyas tierras entregó como herencia; su gran amor perdura para siempre.

22 Como herencia para su siervo Israel; su gran amor perdura para siempre.

23 Al que nunca nos olvida, aunque estemos humillados; su gran amor perdura para siempre.

24 Al que nos libra de nuestros adversarios; su gran amor perdura para siempre.

25 Al que alimenta a todo ser viviente; su gran amor perdura para siempre.

26 ¡Den gracias al Dios de los cielos! ¡Su gran amor perdura para siempre!

137

1 Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos, y llorábamos al acordarnos de Sión.

2 En los álamos que había en la ciudad colgábamos nuestras arpas.

3 Allí, los que nos tenían cautivos nos pedían que entonáramos canciones; nuestros opresores nos pedían estar alegres; nos decían: «¡Cántennos un cántico de Sión!»

4 ¿Cómo cantar las canciones del SEÑOR en una tierra extraña?

5 Ah, Jerusalén, Jerusalén, si llegara yo a olvidarte, ¡que la mano derecha se me seque!

6 Si de ti no me acordara, ni te pusiera por encima de mi propia alegría, ¡que la lengua se me pegue al paladar!

7 SEÑOR, acuérdate de los edomitas el día en que cayó Jerusalén. «¡Arrásenla —gritaban—, arrásenla hasta sus cimientos!»

8 Hija de Babilonia, que has de ser destruida, ¡dichoso el que te haga pagar por todo lo que nos has hecho!

9 ¡Dichoso el que agarre a tus pequeños y los estrelle contra las rocas!

138

1 Salmo de David. SEÑOR, quiero alabarte de todo corazón, y cantarte salmos delante de los dioses.

2 Quiero inclinarme hacia tu santo templo y alabar tu nombre por tu gran amor y fidelidad. Porque has exaltado tu nombre y tu palabra por sobre todas las cosas.

3 Cuando te llamé, me respondiste; me infundiste ánimo y renovaste mis fuerzas.

4 Oh SEÑOR, todos los reyes de la tierra te alabarán al escuchar tus palabras.

5 Celebrarán con cánticos tus caminos, porque tu gloria, SEÑOR, es grande.

6 El SEÑOR es excelso, pero toma en cuenta a los humildes y mira de lejos a los orgullosos.

7 Aunque pase yo por grandes angustias, tú me darás vida; contra el furor de mis enemigos extenderás la mano: ¡tu mano derecha me pondrá a salvo!

8 El SEÑOR cumplirá en mí su propósito. Tu gran amor, SEÑOR, perdura para siempre; ¡no abandones la obra de tus manos!

139

1 Al director musical. Salmo de David. SEÑOR, tú me examinas, tú me conoces.

2 Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento.

3 Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares.

4 No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, SEÑOR, ya la sabes toda.

5 Tu protección me envuelve por completo; me cubres con la palma de tu mano.

6 Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión; tan sublime es que no puedo entenderlo.

7 ¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia?

8 Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí.

9 Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar,

10 aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha!

11 Y si dijera: «Que me oculten las tinieblas; que la luz se haga noche en torno mío»,

12 ni las tinieblas serían oscuras para ti, y aun la noche sería clara como el día. ¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz!

13 Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre.

14 ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!

15 Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido.

16 Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos.

17 ¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos!

18 Si me propusiera contarlos, sumarían más que los granos de arena. Y si terminara de hacerlo, aún estaría a tu lado.

19 Oh Dios, ¡si les quitaras la vida a los impíos! ¡Si de mí se apartara la gente sanguinaria,

20 esos que con malicia te difaman y que en vano se rebelan contra ti!

21 ¿Acaso no aborrezco, SEÑOR, a los que te odian, y abomino a los que te rechazan?

22 El odio que les tengo es un odio implacable; ¡los cuento entre mis enemigos!

23 Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos.

24 Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.

140

1 Al director musical. Salmo de David. Oh SEÑOR, líbrame de los impíos; protégeme de los violentos,

2 de los que urden en su corazón planes malvados y todos los días fomentan la guerra.

3 Afilan su lengua cual lengua de serpiente; ¡veneno de víbora hay en sus labios! Selah

4 SEÑOR, protégeme del poder de los impíos; protégeme de los violentos, de los que piensan hacerme caer.

5 Esos engreídos me han tendido una trampa; han puesto los lazos de su red, han tendido trampas a mi paso. Selah

6 Yo le digo al SEÑOR: «Tú eres mi Dios. Atiende, SEÑOR, a mi voz suplicante.»

7 SEÑOR Soberano, mi salvador poderoso que me protege en el día de la batalla:

8 No satisfagas, SEÑOR, los caprichos de los impíos; no permitas que sus planes prosperen, para que no se enorgullezcan. Selah

9 Que sobre la cabeza de mis perseguidores recaiga el mal que sus labios proclaman.

10 Que lluevan brasas sobre ellos; que sean echados en el fuego, en ciénagas profundas, de donde no vuelvan a salir.

11 Que no eche raíces en la tierra la gente de lengua viperina; que la calamidad persiga y destruya a la gente que practica la violencia.

12 Yo sé que el SEÑOR hace justicia a los pobres y defiende el derecho de los necesitados.

13 Ciertamente los justos alabarán tu nombre y los íntegros vivirán en tu presencia.

141

1 Salmo de David. A ti clamo, SEÑOR; ven pronto a mí. ¡Atiende a mi voz cuando a ti clamo!

2 Que suba a tu presencia mi plegaria como una ofrenda de incienso; que hacia ti se eleven mis manos como un sacrificio vespertino.

3 SEÑOR, ponme en la boca un centinela; un guardia a la puerta de mis labios.

4 No permitas que mi corazón se incline a la maldad, ni que sea yo cómplice de iniquidades; no me dejes participar de banquetes en compañía de malhechores.

5 Que la justicia me golpee, que el amor me reprenda; pero que el ungüento de los malvados no perfume mi cabeza, pues mi oración está siempre en contra de sus malas obras.

6 Cuando sus gobernantes sean lanzados desde los despeñaderos, sabrán que mis palabras eran bien intencionadas.

7 Y dirán: «Así como se dispersa la tierra cuando en ella se abren surcos con el arado, así se han dispersado nuestros huesos a la orilla del sepulcro.»

8 En ti, SEÑOR Soberano, tengo puestos los ojos; en ti busco refugio; no dejes que me maten.

9 Protégeme de las trampas que me tienden, de las trampas que me tienden los malhechores.

10 Que caigan los impíos en sus propias redes, mientras yo salgo bien librado.

142

1 Masquil de David. Cuando estaba en la cueva. Oración. A voz en cuello, al SEÑOR le pido ayuda; a voz en cuello, al SEÑOR le pido compasión.

2 Ante él expongo mis quejas; ante él expreso mis angustias.

3 Cuando ya no me queda aliento, tú me muestras el camino. Por la senda que transito algunos me han tendido una trampa.

4 Mira a mi derecha, y ve: nadie me tiende la mano. No tengo dónde refugiarme; por mí nadie se preocupa.

5 A ti, SEÑOR, te pido ayuda; a ti te digo: «Tú eres mi refugio, mi porción en la tierra de los vivientes.»

6 Atiende a mi clamor, porque me siento muy débil; líbrame de mis perseguidores, porque son más fuertes que yo.

7 Sácame de la prisión, para que alabe yo tu nombre. Los justos se reunirán en torno mío por la bondad que me has mostrado.

143

1 Salmo de David. Escucha, SEÑOR, mi oración; atiende a mi súplica. Por tu fidelidad y tu justicia, respóndeme.

2 No lleves a juicio a tu siervo, pues ante ti nadie puede alegar inocencia.

3 El enemigo atenta contra mi vida: quiere hacerme morder el polvo. Me obliga a vivir en las tinieblas, como los que murieron hace tiempo.

4 Ya no me queda aliento; dentro de mí siento paralizado el corazón.

5 Traigo a la memoria los tiempos de antaño: medito en todas tus proezas, considero las obras de tus manos.

6 Hacia ti extiendo las manos; me haces falta, como el agua a la tierra seca. Selah

7 Respóndeme pronto, SEÑOR, que el aliento se me escapa. No escondas de mí tu rostro, o seré como los que bajan a la fosa.

8 Por la mañana hazme saber de tu gran amor, porque en ti he puesto mi confianza. Señálame el camino que debo seguir, porque a ti elevo mi alma.

9 SEÑOR, líbrame de mis enemigos, porque en ti busco refugio.

10 Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me guíe por un terreno sin obstáculos.

11 Por tu nombre, SEÑOR, dame vida; por tu justicia, sácame de este aprieto.

12 Por tu gran amor, destruye a mis enemigos; acaba con todos mis adversarios. ¡Yo soy tu siervo!

144

1 Salmo de David. Bendito sea el SEÑOR, mi Roca, que adiestra mis manos para la guerra, mis dedos para la batalla.

2 Él es mi Dios amoroso, mi amparo, mi más alto escondite, mi libertador, mi escudo, en quien me refugio. Él es quien pone los pueblos a mis pies.

3 SEÑOR, ¿qué es el mortal para que lo cuides? ¿Qué es el ser humano para que en él pienses?

4 Todo mortal es como un suspiro; sus días son fugaces como una sombra.

5 Abre tus cielos, SEÑOR, y desciende; toca los montes y haz que echen humo.

6 Lanza relámpagos y dispersa al enemigo; dispara tus flechas y ponlo en retirada.

7 Extiende tu mano desde las alturas y sálvame de las aguas tumultuosas; líbrame del poder de gente extraña.

8 Cuando abren la boca, dicen mentiras; cuando levantan su diestra, juran en falso.

9 Te cantaré, oh Dios, un cántico nuevo; con el arpa de diez cuerdas te cantaré salmos.

10 Tú das la victoria a los reyes; a tu siervo David lo libras de la cruenta espada.

11 Ponme a salvo, líbrame del poder de gente extraña. Cuando abren la boca, dicen mentiras; cuando levantan su diestra, juran en falso.

12 Que nuestros hijos, en su juventud, crezcan como plantas frondosas; que sean nuestras hijas como columnas esculpidas para adornar un palacio.

13 Que nuestros graneros se llenen con provisiones de toda especie. Que nuestros rebaños aumenten por millares, por decenas de millares en nuestros campos.

14 Que nuestros bueyes arrastren cargas pesadas; que no haya brechas ni salidas, ni gritos de angustia en nuestras calles.

15 ¡Dichoso el pueblo que recibe todo esto! ¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es el SEÑOR!

145

1 Salmo de alabanza. De David.Álef Te exaltaré, mi Dios y rey; por siempre bendeciré tu nombre.

2 &Bet Todos los días te bendeciré; por siempre alabaré tu nombre.

3 &Guímel Grande es el SEÑOR, y digno de toda alabanza; su grandeza es insondable.

4 &Dálet Cada generación celebrará tus obras y proclamará tus proezas.

5 &He Se hablará del esplendor de tu gloria y majestad, y yo meditaré en tus obras maravillosas.

6 &Vav Se hablará del poder de tus portentos, y yo anunciaré la grandeza de tus obras.

7 &Zayin Se proclamará la memoria de tu inmensa bondad, y se cantará con júbilo tu victoria.

8 &Jet El SEÑOR es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor.

9 &Tet El SEÑOR es bueno con todos; él se compadece de toda su creación.

10 &Yod Que te alaben, SEÑOR, todas tus obras; que te bendigan tus fieles.

11 &Caf Que hablen de la gloria de tu reino; que proclamen tus proezas,

12 &Lámed para que todo el mundo conozca tus proezas y la gloria y esplendor de tu reino.

13 &Mem Tu reino es un reino eterno; tu dominio permanece por todas las edades.Nun Fiel es el SEÑOR a su palabra y bondadoso en todas sus obras.

14 &Sámej El SEÑOR levanta a los caídos y sostiene a los agobiados.

15 &Ayin Los ojos de todos se posan en ti, y a su tiempo les das su alimento.

16 &Pe Abres la mano y sacias con tus favores a todo ser viviente.

17 &Tsade El SEÑOR es justo en todos sus caminos y bondadoso en todas sus obras.

18 &Qof El SEÑOR está cerca de quienes lo invocan, de quienes lo invocan en verdad.

19 &Resh Cumple los deseos de quienes le temen; atiende a su clamor y los salva.

20 &Shin El SEÑOR cuida a todos los que lo aman, pero aniquilará a todos los impíos.

21 &Tav ¡Prorrumpa mi boca en alabanzas al SEÑOR! ¡Alabe todo el mundo su santo nombre, por siempre y para siempre!

146

1 ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR! Alaba, alma mía, al SEÑOR.

2 Alabaré al SEÑOR toda mi vida; mientras haya aliento en mí, cantaré salmos a mi Dios.

3 No pongan su confianza en gente poderosa, en simples mortales, que no pueden salvar.

4 Exhalan el espíritu y vuelven al polvo, y ese mismo día se desbaratan sus planes.

5 Dichoso aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el SEÑOR su Dios,

6 creador del cielo y de la tierra, del mar y de todo cuanto hay en ellos, y que siempre mantiene la verdad.

7 El SEÑOR hace justicia a los oprimidos, da de comer a los hambrientos y pone en libertad a los cautivos.

8 El SEÑOR da vista a los ciegos, el SEÑOR sostiene a los agobiados, el SEÑOR ama a los justos.

9 El SEÑOR protege al extranjero y sostiene al huérfano y a la viuda, pero frustra los planes de los impíos.

10 ¡Oh Sión, que el SEÑOR reine para siempre! ¡Que tu Dios reine por todas las generaciones! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR!

147

1 ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR! ¡Cuán bueno es cantar salmos a nuestro Dios, cuán agradable y justo es alabarlo!

2 El SEÑOR reconstruye a Jerusalén y reúne a los exiliados de Israel;

3 restaura a los abatidos y cubre con vendas sus heridas.

4 Él determina el número de las estrellas y a todas ellas les pone nombre.

5 Excelso es nuestro Señor, y grande su poder; su entendimiento es infinito;

6 El SEÑOR sostiene a los pobres, pero hace morder el polvo a los impíos.

7 Canten al SEÑOR con gratitud; canten salmos a nuestro Dios al son del arpa.

8 Él cubre de nubes el cielo, envía la lluvia sobre la tierra y hace crecer la hierba en los montes.

9 Él alimenta a los ganados y a las crías de los cuervos cuando graznan.

10 El SEÑOR no se deleita en los bríos del caballo, ni se complace en la agilidad del hombre,

11 sino que se complace en los que le temen, en los que confían en su gran amor.

12 Alaba al SEÑOR, Jerusalén; alaba a tu Dios, oh Sión.

13 Él refuerza los cerrojos de tus puertas y bendice a los que en ti habitan.

14 Él trae la paz a tus fronteras y te sacia con lo mejor del trigo.

15 Envía su palabra a la tierra; su palabra corre a toda prisa.

16 Extiende la nieve cual blanco manto, esparce la escarcha cual ceniza.

17 Deja caer el granizo como grava; ¿quién puede resistir sus ventiscas?

18 Pero envía su palabra y lo derrite; hace que el viento sople, y las aguas fluyen.

19 A Jacob le ha revelado su palabra; sus leyes y decretos a Israel.

20 Esto no lo ha hecho con ninguna otra nación; jamás han conocido ellas sus decretos. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR!

148

1 ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR! Alaben al SEÑOR desde los cielos, alábenlo desde las alturas.

2 Alábenlo, todos sus ángeles, alábenlo, todos sus ejércitos.

3 Alábenlo, sol y luna, alábenlo, estrellas luminosas.

4 Alábenlo ustedes, altísimos cielos, y ustedes, las aguas que están sobre los cielos.

5 Sea alabado el nombre del SEÑOR, porque él dio una orden y todo fue creado.

6 Todo quedó afirmado para siempre; emitió un decreto que no será abolido.

7 Alaben al SEÑOR desde la tierra los monstruos marinos y las profundidades del mar,

8 el relámpago y el granizo, la nieve y la neblina, el viento tempestuoso que cumple su mandato,

9 los montes y las colinas, los árboles frutales y todos los cedros,

10 los animales salvajes y los domésticos, los reptiles y las aves,

11 los reyes de la tierra y todas las naciones, los príncipes y los gobernantes de la tierra,

12 los jóvenes y las jóvenes, los ancianos y los niños.

13 Alaben el nombre del SEÑOR, porque sólo su nombre es excelso; su esplendor está por encima de la tierra y de los cielos.

14 ¡Él ha dado poder a su pueblo! ¡A él sea la alabanza de todos sus fieles, de los hijos de Israel, su pueblo cercano! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR!

149

1 ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR! Canten al SEÑOR un cántico nuevo, alábenlo en la comunidad de los fieles.

2 Que se alegre Israel por su creador; que se regocijen los hijos de Sión por su rey.

3 Que alaben su nombre con danzas; que le canten salmos al son de la lira y el pandero.

4 Porque el SEÑOR se complace en su pueblo; a los humildes concede el honor de la victoria.

5 Que se alegren los fieles por su triunfo; que aun en sus camas griten de júbilo.

6 Que broten de su garganta alabanzas a Dios, y haya en sus manos una espada de dos filos

7 para que tomen venganza de las naciones y castiguen a los pueblos;

8 para que sujeten a sus reyes con cadenas, a sus nobles con grilletes de hierro;

9 para que se cumpla en ellos la sentencia escrita. ¡Ésta será la gloria de todos sus fieles! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR!

150

1 ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR! Alaben a Dios en su santuario, alábenlo en su poderoso firmamento.

2 Alábenlo por sus proezas, alábenlo por su inmensa grandeza.

3 Alábenlo con sonido de trompeta, alábenlo con el arpa y la lira.

4 Alábenlo con panderos y danzas, alábenlo con cuerdas y flautas.

5 Alábenlo con címbalos sonoros, alábenlo con címbalos resonantes.

6 ¡Que todo lo que respira alabe al SEÑOR! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR!