1 ¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores,
2 sino que en la ley del SEÑOR está su deleite, y en su ley medita de día y de noche!
3 Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera.
4 No así los impíos, que son como paja que se lleva el viento.
5 Por tanto, no se sostendrán los impíos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos.
6 Porque el SEÑOR conoce el camino de los justos, mas el camino de los impíos perecerá.
1 ¿Por qué se sublevan las naciones, y los pueblos traman cosas vanas?
2 Se levantan los reyes de la tierra, y los gobernantes traman unidos contra el SEÑOR y contra su Ungido, diciendo:
3 ¡Rompamos sus cadenas y echemos de nosotros sus cuerdas!
4 El que se sienta como Rey en los cielos se ríe, el Señor se burla de ellos.
5 Luego les hablará en su ira, y en su furor los aterrará, diciendo:
6 Pero yo mismo he consagrado a mi Rey sobre Sion, mi santo monte.
7 Ciertamente anunciaré el decreto del SEÑOR que me dijo: "Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy.
8 "Pídeme, y te daré las naciones como herencia tuya, y como posesión tuya los confines de la tierra.
9 "Tú los quebrantarás con vara de hierro; los desmenuzarás como vaso de alfarero."
10 Ahora pues, oh reyes, mostrad discernimiento; recibid amonestación, oh jueces de la tierra.
11 Adorad al SEÑOR con reverencia, y alegraos con temblor.
12 Honrad al Hijo para que no se enoje y perezcáis en el camino, pues puede inflamarse de repente su ira. ¡Cuán bienaventurados son todos los que en El se refugian!
1 Salmo de David, cuando huía de su hijo Absalón. ¡Oh SEÑOR, cómo se han multiplicado mis adversarios! Muchos se levantan contra mí.
2 Muchos dicen de mí: Para él no hay salvación en Dios. (Selah)
3 Mas tú, oh SEÑOR, eres escudo en derredor mío, mi gloria, y el que levanta mi cabeza.
4 Con mi voz clamé al SEÑOR, y El me respondió desde su santo monte. (Selah)
5 Yo me acosté y me dormí; desperté, pues el SEÑOR me sostiene.
6 No temeré a los diez millares de enemigos que se han puesto en derredor contra mí.
7 ¡Levántate, SEÑOR! ¡Sálvame, Dios mío! Porque tú hieres a todos mis enemigos en la mejilla; rompes los dientes de los impíos.
8 La salvación es del SEÑOR. ¡Sea sobre tu pueblo tu bendición! (Selah)
1 Para el director del coro; para instrumentos de cuerda. Salmo de David. Cuando clamo, respóndeme, oh Dios de mi justicia. En la angustia me has aliviado; ten piedad de mí, escucha mi oración.
2 Hijos de hombres, ¿hasta cuándo cambiaréis mi honra en deshonra? ¿Hasta cuándo amaréis la vanidad y buscaréis la mentira? (Selah)
3 Sabed, pues, que el SEÑOR ha apartado al piadoso para sí; el SEÑOR oye cuando a El clamo.
4 Temblad, y no pequéis; meditad en vuestro corazón sobre vuestro lecho, y callad. (Selah)
5 Ofreced sacrificios de justicia, y confiad en el SEÑOR.
6 Muchos dicen: ¿Quién nos mostrará el bien? ¡Alza, oh SEÑOR, sobre nosotros la luz de tu rostro!
7 Alegría pusiste en mi corazón, mayor que la de ellos cuando abundan su grano y su mosto.
8 En paz me acostaré y así también dormiré; porque sólo tú, SEÑOR, me haces habitar seguro.
1 Para el director del coro; para acompañamiento de flauta. Salmo de David. Escucha mis palabras, oh SEÑOR; considera mi lamento.
2 Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque es a ti a quien oro.
3 Oh SEÑOR, de mañana oirás mi voz; de mañana presentaré mi oración a ti, y con ansias esperaré.
4 Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el mal no mora contigo.
5 Los que se ensalzan no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad.
6 Destruyes a los que hablan falsedad; el SEÑOR abomina al hombre sanguinario y engañador.
7 Mas yo, por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa; me postraré en tu santo templo con reverencia.
8 SEÑOR, guíame en tu justicia por causa de mis enemigos; allana delante de mí tu camino.
9 Porque no hay sinceridad en lo que dicen; destrucción son sus entrañas, sepulcro abierto es su garganta; con su lengua hablan lisonjas.
10 Tenlos por culpables, oh Dios; ¡que caigan por sus mismas intrigas! Echalos fuera por la multitud de sus transgresiones, porque se rebelan contra ti.
11 Pero alégrense todos los que en ti se refugian; para siempre canten con júbilo, porque tú los proteges; regocíjense en ti los que aman tu nombre.
12 Porque tú, oh SEÑOR, bendices al justo, como con un escudo lo rodeas de tu favor.
1 Para el director del coro; con instrumentos de cuerda, sobre una lira de ocho cuerdas. Salmo de David. SEÑOR, no me reprendas en tu ira, ni me castigues en tu furor.
2 Ten piedad de mí, SEÑOR, pues languidezco; sáname, SEÑOR, porque mis huesos se estremecen.
3 Mi alma también está muy angustiada; y tú, oh SEÑOR, ¿hasta cuándo?
4 Vuélvete, SEÑOR, rescata mi alma; sálvame por tu misericordia.
5 Porque no hay en la muerte memoria de ti; en el Seol, ¿quién te dará gracias?
6 Cansado estoy de mis gemidos; todas las noches inundo de llanto mi lecho, con mis lágrimas riego mi cama.
7 Se consumen de sufrir mis ojos; han envejecido a causa de todos mis adversarios.
8 Apartaos de mí, todos los que hacéis iniquidad, porque el SEÑOR ha oído la voz de mi llanto.
9 El SEÑOR ha escuchado mi súplica; el SEÑOR recibe mi oración.
10 Todos mis enemigos serán avergonzados y se turbarán en gran manera; se volverán, y de repente serán avergonzados.
1 Sigaión de David, que cantó al SEÑOR acerca de Cus, el Benjamita. Oh SEÑOR, Dios mío, en ti me refugio; sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame,
2 no sea que alguno desgarre mi alma cual león, y me despedace sin que haya quien me libre.
3 Oh SEÑOR, Dios mío, si yo he hecho esto, si hay en mis manos injusticia,
4 si he pagado con el mal al que estaba en paz conmigo, o he despojado al que sin causa era mi adversario,
5 que persiga el enemigo mi alma y la alcance; que pisotee en tierra mi vida, y eche en el polvo mi gloria. (Selah)
6 Levántate, oh SEÑOR, en tu ira; álzate contra la furia de mis adversarios, y despiértate en favor mío; tú has establecido juicio.
7 Que te rodee la asamblea de los pueblos, y tú en lo alto regresa sobre ella.
8 El SEÑOR juzga a los pueblos; júzgame oh SEÑOR, conforme a mi justicia y a la integridad que hay en mí.
9 Acabe la maldad de los impíos, mas establece tú al justo, pues el Dios justo prueba los corazones y las mentes.
10 Mi escudo está en Dios, que salva a los rectos de corazón.
11 Dios es juez justo, y un Dios que se indigna cada día contra el impío .
12 Y si el impío no se arrepiente, El afilará su espada; tensado y preparado está su arco.
13 Ha preparado también sus armas de muerte; hace de sus flechas saetas ardientes.
14 He aquí, con la maldad sufre dolores, y concibe la iniquidad y da a luz el engaño.
15 Ha cavado una fosa y la ha ahondado, y ha caído en el hoyo que hizo.
16 Su iniquidad volverá sobre su cabeza, y su violencia descenderá sobre su coronilla.
17 Daré gracias al SEÑOR conforme a su justicia, y cantaré alabanzas al nombre del SEÑOR, el Altísimo.
1 Para el director del coro; sobre Gitit. Salmo de David. ¡Oh SEÑOR, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra, que has desplegado tu gloria sobre los cielos!
2 Por boca de los infantes y de los niños de pecho has establecido tu fortaleza, por causa de tus adversarios, para hacer cesar al enemigo y al vengativo.
3 Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has establecido,
4 digo: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre para que lo cuides?
5 ¡Sin embargo, lo has hecho un poco menor que los ángeles, y lo coronas de gloria y majestad!
6 Tú le haces señorear sobre las obras de tus manos; todo lo has puesto bajo sus pies:
7 ovejas y bueyes, todos ellos, y también las bestias del campo,
8 las aves de los cielos y los peces del mar, cuanto atraviesa las sendas de los mares.
9 ¡Oh SEÑOR, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!
1 Para el director del coro; sobre Mut-laben. Salmo de David. Alabaré al SEÑOR con todo mi corazón. Todas tus maravillas contaré;
2 en ti me alegraré y me regocijaré; cantaré alabanzas a tu nombre, oh Altísimo.
3 Cuando mis enemigos retroceden, tropiezan y perecen delante de ti.
4 Porque tú has mantenido mi derecho y mi causa; te sientas en el trono juzgando con justicia.
5 Has reprendido a las naciones, has destruido al impío, has borrado su nombre para siempre jamás.
6 El enemigo ha llegado a su fin en desolación eterna, y tú has destruido sus ciudades; su recuerdo ha perecido con ellas.
7 Pero el SEÑOR permanece para siempre; ha establecido su trono para juicio,
8 y juzgará al mundo con justicia; con equidad ejecutará juicio sobre los pueblos.
9 Será también el SEÑOR baluarte para el oprimido, baluarte en tiempos de angustia.
10 En ti pondrán su confianza los que conocen tu nombre, porque tú, oh SEÑOR, no abandonas a los que te buscan.
11 Cantad alabanzas al SEÑOR, que mora en Sion; proclamad entre los pueblos sus proezas.
12 Porque el que pide cuentas de la sangre derramada, se acuerda de ellos; no olvida el clamor de los afligidos.
13 Oh SEÑOR, ten piedad de mí; mira mi aflicción por causa de los que me aborrecen, tú que me levantas de las puertas de la muerte;
14 para que yo cuente todas tus alabanzas, para que en las puertas de la hija de Sion me regocije en tu salvación.
15 Las naciones se han hundido en el foso que hicieron; en la red que escondieron, quedó prendido su pie.
16 El SEÑOR se ha dado a conocer; ha ejecutado juicio. El impío es atrapado en la obra de sus manos. (Higaion Selah)
17 Los impíos volverán al Seol, o sea, todas las naciones que se olvidan de Dios.
18 Pues el necesitado no será olvidado para siempre, ni la esperanza de los afligidos perecerá eternamente.
19 Levántate, oh SEÑOR; no prevalezca el hombre; sean juzgadas las naciones delante de ti.
20 Pon temor en ellas, oh SEÑOR; aprendan las naciones que no son sino hombres. (Selah)
1 ¿Por qué, oh SEÑOR, te mantienes alejado, y te escondes en tiempos de tribulación?
2 Con arrogancia el impío acosa al afligido; ¡que sea atrapado en las trampas que ha urdido!
3 Porque del deseo de su corazón se jacta el impío, y el codicioso maldice y desprecia al SEÑOR.
4 El impío, en la altivez de su rostro, no busca a Dios . Todo su pensamiento es: No hay Dios.
5 Sus caminos prosperan en todo tiempo; tus juicios, oh Dios, están en lo alto, lejos de su vista; a todos sus adversarios los desprecia.
6 Dice en su corazón: No hay quien me mueva; por todas las generaciones no sufriré adversidad.
7 Llena está su boca de blasfemia, engaño y opresión; bajo su lengua hay malicia e iniquidad.
8 Se sienta al acecho en las aldeas, en los escondrijos mata al inocente; sus ojos espían al desvalido.
9 Acecha en el escondrijo como león en su guarida; acecha para atrapar al afligido, y atrapa al afligido arrastrándolo a su red.
10 Se agazapa, se encoge, y los desdichados caen en sus garras.
11 Dice en su corazón: Dios se ha olvidado; ha escondido su rostro; nunca verá nada.
12 Levántate, oh SEÑOR; alza, oh Dios, tu mano. No te olvides de los pobres.
13 ¿Por qué ha despreciado el impío a Dios? Ha dicho en su corazón: Tú no lo requerirás.
14 Tú lo has visto, porque has contemplado la malicia y la vejación, para hacer justicia con tu mano. A ti se acoge el desvalido; tú has sido amparo del huérfano.
15 Quiebra tú el brazo del impío y del malvado; persigue su maldad hasta que desaparezca.
16 El SEÑOR es Rey eternamente y para siempre; las naciones han perecido de su tierra.
17 Oh SEÑOR, tú has oído el deseo de los humildes; tú fortalecerás su corazón e inclinarás tu oído
18 para vindicar al huérfano y al afligido; para que no vuelva a causar terror el hombre de la tierra.
1 Para el director del coro. Salmo de David. En el SEÑOR me refugio; ¿cómo decís a mi alma: Huye cual ave al monte?
2 Porque, he aquí, los impíos tensan el arco, preparan su saeta sobre la cuerda para flechar en lo oscuro a los rectos de corazón.
3 Si los fundamentos son destruidos; ¿qué puede hacer el justo?
4 El SEÑOR está en su santo templo, el trono del SEÑOR está en los cielos; sus ojos contemplan, sus párpados examinan a los hijos de los hombres.
5 El SEÑOR prueba al justo y al impío, y su alma aborrece al que ama la violencia.
6 Sobre los impíos hará llover carbones encendidos; fuego, azufre y viento abrasador será la porción de su copa.
7 Pues el SEÑOR es justo; El ama la justicia; los rectos contemplarán su rostro.
1 Para el director del coro; sobre una lira de ocho cuerdas. Salmo de David. Salva, SEÑOR, porque el piadoso deja de ser; porque los fieles desaparecen de entre los hijos de los hombres.
2 Falsedad habla cada uno a su prójimo; hablan con labios lisonjeros y con doblez de corazón.
3 Corte el SEÑOR todo labio lisonjero, la lengua que habla con exageración;
4 a los que han dicho: Con nuestra lengua prevaleceremos, nuestros labios nos defienden; ¿quién es señor sobre nosotros?
5 Por la desolación del afligido, por los gemidos del menesteroso, me levantaré ahora, dice el SEÑOR; lo pondré en la seguridad que anhela.
6 Las palabras del SEÑOR son palabras puras, plata probada en un crisol en la tierra, siete veces refinada.
7 Tú, SEÑOR, los guardarás; de esta generación los preservarás para siempre.
8 En torno se pasean los impíos, cuando la vileza es exaltada entre los hijos de los hombres.
1 Para el director del coro. Salmo de David. ¿Hasta cuándo, oh SEÑOR? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro?
2 ¿Hasta cuándo he de tomar consejo en mi alma, teniendo pesar en mi corazón todo el día? ¿Hasta cuándo mi enemigo se enaltecerá sobre mí?
3 Considera y respóndeme, oh SEÑOR, Dios mío; ilumina mis ojos, no sea que duerma el sueño de la muerte;
4 no sea que mi enemigo diga: Lo he vencido; y mis adversarios se regocijen cuando yo sea sacudido.
5 Mas yo en tu misericordia he confiado; mi corazón se regocijará en tu salvación.
6 Cantaré al SEÑOR, porque me ha colmado de bienes.
1 Para el director del coro. Salmo de David. El necio ha dicho en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, han cometido hechos abominables; no hay quien haga el bien.
2 El SEÑOR ha mirado desde los cielos sobre los hijos de los hombres para ver si hay alguno que entienda, alguno que busque a Dios.
3 Todos se han desviado, a una se han corrompido; no hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno.
4 ¿No tienen conocimiento todos los que hacen iniquidad, que devoran a mi pueblo como si comieran pan, y no invocan al SEÑOR?
5 Allí tiemblan de espanto, pues Dios está con la generación justa.
6 Del consejo del afligido os burlaríais, pero el SEÑOR es su refugio.
7 ¡Oh, si de Sion saliera la salvación de Israel! Cuando el SEÑOR restaure a su pueblo cautivo, se regocijará Jacob y se alegrará Israel.
1 Salmo de David. SEÑOR, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu santo monte?
2 El que anda en integridad y obra justicia, que habla verdad en su corazón.
3 El que no calumnia con su lengua, no hace mal a su prójimo, ni toma reproche contra su amigo;
4 en cuyos ojos el perverso es menospreciado, pero honra a los que temen al SEÑOR; el que aun jurando en perjuicio propio, no cambia;
5 el que su dinero no da a interés, ni acepta soborno contra el inocente. El que hace estas cosas permanecerá firme.
1 Mictam de David. Protégeme, oh Dios, pues en ti me refugio.
2 Yo dije al SEÑOR: Tú eres mi Señor; ningún bien tengo fuera de ti.
3 En cuanto a los santos que están en la tierra, ellos son los nobles en quienes está toda mi delicia.
4 Se multiplicarán las aflicciones de aquellos que han corrido tras otro dios ; no derramaré yo sus libaciones de sangre, ni sus nombres pronunciarán mis labios.
5 El SEÑOR es la porción de mi herencia y de mi copa; tú sustentas mi suerte.
6 Las cuerdas cayeron para mí en lugares agradables; en verdad mi herencia es hermosa para mí.
7 Bendeciré al SEÑOR que me aconseja; en verdad, en las noches mi corazón me instruye.
8 Al SEÑOR he puesto continuamente delante de mí; porque está a mi diestra, permaneceré firme.
9 Por tanto, mi corazón se alegra y mi alma se regocija; también mi carne morará segura,
10 pues tú no abandonarás mi alma en el Seol, ni permitirás a tu Santo ver corrupción.
11 Me darás a conocer la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; en tu diestra, deleites para siempre.
1 Oración de David. Oye, oh SEÑOR, una causa justa; atiende a mi clamor; presta oído a mi oración, que no es de labios engañosos.
2 Que mi vindicación venga de tu presencia; que tus ojos vean con rectitud.
3 Tú has probado mi corazón, me has visitado de noche; me has puesto a prueba y nada hallaste; he resuelto que mi boca no peque.
4 En cuanto a las obras de los hombres, por la palabra de tus labios yo me he guardado de las sendas de los violentos.
5 Mis pasos se han mantenido firmes en tus senderos. No han resbalado mis pies.
6 Yo te he invocado, oh Dios, porque tú me responderás; inclina a mí tu oído, escucha mi palabra.
7 Muestra maravillosamente tu misericordia, tú que salvas a los que se refugian a tu diestra huyendo de los que se levantan contra ellos.
8 Guárdame como a la niña de tus ojos; escóndeme a la sombra de tus alas
9 de los impíos que me despojan, de mis enemigos mortales que me rodean.
10 Han cerrado su insensible corazón ; hablan arrogantemente con su boca.
11 Ahora nos han cercado en nuestros pasos; fijan sus ojos para echarnos por tierra,
12 como león que ansía despedazar, como leoncillo que acecha en los escondrijos.
13 Levántate, SEÑOR, sal a su encuentro, derríbalo; con tu espada libra mi alma del impío,
14 de los hombres, con tu mano, oh SEÑOR, de los hombres del mundo, cuya porción está en esta vida, y cuyo vientre llenas de tu tesoro; se llenan de hijos, y dejan lo que les sobra a sus pequeños.
15 En cuanto a mí, en justicia contemplaré tu rostro; al despertar, me saciaré cuando contemple tu imagen.
1 Para el director del coro. Salmo de David, siervo del SEÑOR, el cual dirigió al SEÑOR las palabras de este cántico el día que el SEÑOR lo libró de la mano de todos sus enemigos, y de la mano de Saúl. Y dijo: Yo te amo, SEÑOR, fortaleza mía.
2 El SEÑOR es mi roca, mi baluarte y mi libertador; mi Dios, mi roca en quien me refugio; mi escudo y el cuerno de mi salvación, mi altura inexpugnable.
3 Invoco al SEÑOR, que es digno de ser alabado, y soy salvo de mis enemigos.
4 Los lazos de la muerte me cercaron, y los torrentes de iniquidad me atemorizaron;
5 los lazos del Seol me rodearon; las redes de la muerte surgieron ante mí.
6 En mi angustia invoqué al SEÑOR, y clamé a mi Dios; desde su templo oyó mi voz, y mi clamor delante de El llegó a sus oídos.
7 Entonces la tierra se estremeció y tembló; los cimientos de los montes temblaron y fueron sacudidos, porque El se indignó.
8 Humo subió de su nariz, y el fuego de su boca consumía; carbones fueron por él encendidos.
9 También inclinó los cielos, y descendió con densas tinieblas debajo de sus pies.
10 Cabalgó sobre un querubín, y voló; y raudo voló sobre las alas del viento.
11 De las tinieblas hizo su escondedero, su pabellón a su alrededor; tinieblas de las aguas, densos nubarrones.
12 Por el fulgor de su presencia se desvanecieron sus densas nubes en granizo y carbones encendidos.
13 El SEÑOR también tronó en los cielos, y el Altísimo dio su voz: granizo y carbones encendidos.
14 Y envió sus saetas, y los dispersó, y muchos relámpagos, y los confundió.
15 Entonces apareció el lecho de las aguas, y los cimientos del mundo quedaron al descubierto a tu reprensión, oh SEÑOR, al soplo del aliento de tu nariz.
16 Extendió la mano desde lo alto y me tomó; me sacó de las muchas aguas.
17 Me libró de mi poderoso enemigo, y de los que me aborrecían, pues eran más fuertes que yo.
18 Se enfrentaron a mí el día de mi infortunio, mas el SEÑOR fue mi sostén.
19 También me sacó a un lugar espacioso; me rescató, porque se complació en mí.
20 El SEÑOR me ha premiado conforme a mi justicia; conforme a la pureza de mis manos me ha recompensado.
21 Porque he guardado los caminos del SEÑOR, y no me he apartado impíamente de mi Dios.
22 Pues todas sus ordenanzas estaban delante de mí, y no alejé de mí sus estatutos.
23 También fui íntegro para con El, y me guardé de mi iniquidad.
24 Por tanto el SEÑOR me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la pureza de mis manos delante de sus ojos.
25 Con el benigno te muestras benigno, con el íntegro te muestras íntegro.
26 Con el puro eres puro, y con el perverso eres sagaz.
27 Porque tú salvas al pueblo afligido, pero humillas los ojos altivos.
28 Tú enciendes mi lámpara, oh SEÑOR; mi Dios que alumbra mis tinieblas.
29 Pues contigo aplastaré ejércitos, y con mi Dios escalaré murallas.
30 En cuanto a Dios, su camino es perfecto; acrisolada es la palabra del SEÑOR; El es escudo a todos los que a El se acogen.
31 Pues, ¿quién es Dios, fuera del SEÑOR? ¿Y quién es roca, sino sólo nuestro Dios,
32 el Dios que me ciñe de poder, y ha hecho perfecto mi camino?
33 El hace mis pies como de ciervas, y me afirma en mis alturas.
34 El adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar el arco de bronce.
35 Tú me has dado también el escudo de tu salvación; tu diestra me sostiene, y tu benevolencia me engrandece.
36 Ensanchas mis pasos debajo de mí, y mis pies no han resbalado.
37 Perseguí a mis enemigos y los alcancé; y no me volví hasta acabarlos.
38 Los destrocé y no pudieron levantarse; cayeron debajo de mis pies.
39 Pues tú me has ceñido con fuerza para la batalla; has subyugado debajo de mí a los que contra mí se levantaron.
40 También has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas, y destruí a los que me odiaban.
41 Clamaron, mas no hubo quién los salvara; aun al SEÑOR clamaron, mas no les respondió.
42 Entonces los desmenucé como polvo delante del viento; los arrojé como lodo de las calles.
43 Tú me has librado de las contiendas del pueblo; me has puesto por cabeza de las naciones; pueblo que yo no conocía me sirve.
44 Al oírme, me obedecen; los extranjeros me fingen obediencia.
45 Los extranjeros desfallecen, y salen temblando de sus fortalezas.
46 El SEÑOR vive, bendita sea mi roca, y ensalzado sea el Dios de mi salvación,
47 el Dios que por mí ejecuta venganza, y subyuga pueblos debajo de mí;
48 el que me libra de mis enemigos. Ciertamente tú me exaltas sobre los que se levantan contra mí; me rescatas del hombre violento.
49 Por tanto, te alabaré, oh SEÑOR, entre las naciones, y cantaré alabanzas a tu nombre.
50 Grandes victorias da El a su rey, y muestra misericordia a su ungido, a David y a su descendencia para siempre.
1 Para el director del coro. Salmo de David. Los cielos proclaman la gloria de Dios, y la expansión anuncia la obra de sus manos.
2 Un día transmite el mensaje al otro día, y una noche a la otra noche revela sabiduría.
3 No hay mensaje, no hay palabras; no se oye su voz.
4 Mas por toda la tierra salió su voz, y hasta los confines del mundo sus palabras. En ellos puso una tienda para el sol,
5 y éste, como un esposo que sale de su alcoba, se regocija cual hombre fuerte al correr su carrera.
6 De un extremo de los cielos es su salida, y su curso hasta el otro extremo de ellos; y nada hay que se esconda de su calor.
7 La ley del SEÑOR es perfecta, que restaura el alma; el testimonio del SEÑOR es seguro, que hace sabio al sencillo.
8 Los preceptos del SEÑOR son rectos, que alegran el corazón; el mandamiento del SEÑOR es puro, que alumbra los ojos.
9 El temor del SEÑOR es limpio, que permanece para siempre; los juicios del SEÑOR son verdaderos, todos ellos justos;
10 deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino, más dulces que la miel y que el destilar del panal.
11 Además, tu siervo es amonestado por ellos; en guardarlos hay gran recompensa.
12 ¿Quién puede discernir sus propios errores? Absuélveme de los que me son ocultos.
13 Guarda también a tu siervo de pecados de soberbia; que no se enseñoreen de mí. Entonces seré íntegro, y seré absuelto de gran transgresión.
14 Sean gratas las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh SEÑOR, roca mía y redentor mío.
1 Para el director del coro. Salmo de David. Que el SEÑOR te responda en el día de la angustia. Que el nombre del Dios de Jacob te ponga en alto.
2 Que desde el santuario te envíe ayuda, y desde Sion te sostenga.
3 Que se acuerde de todas tus ofrendas, y halle aceptable tu holocausto. (Selah)
4 Que te conceda el deseo de tu corazón, y cumpla todos tus anhelos.
5 Nosotros cantaremos con gozo por tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios alzaremos bandera. Que el SEÑOR cumpla todas tus peticiones.
6 Ahora sé que el SEÑOR salva a su ungido; le responderá desde su santo cielo, con la potencia salvadora de su diestra.
7 Algunos confían en carros, y otros en caballos; mas nosotros en el nombre del SEÑOR nuestro Dios confiaremos.
8 Ellos se doblegaron y cayeron; pero nosotros nos hemos levantado y nos mantenemos en pie.
9 ¡Salva, oh SEÑOR! Que el Rey nos responda el día que clamemos.
1 Para el director del coro. Salmo de David. Oh SEÑOR, en tu fortaleza se alegrará el rey, ¡y cuánto se regocijará en tu salvación!
2 Tú le has dado el deseo de su corazón, y no le has negado la petición de sus labios. (Selah)
3 Porque le sales al encuentro con bendiciones de bien; corona de oro fino colocas en su cabeza.
4 Vida te pidió y tú se la diste, largura de días eternamente y para siempre.
5 Grande es su gloria por tu salvación, esplendor y majestad has puesto sobre él.
6 Pues le haces bienaventurado para siempre; con tu presencia le deleitas con alegría.
7 Porque el rey confía en el SEÑOR, y por la misericordia del Altísimo no será conmovido.
8 Hallará tu mano a todos tus enemigos; tu diestra hallará a aquellos que te odian.
9 Los harás como horno de fuego en el tiempo de tu enojo; el SEÑOR en su ira los devorará, y fuego los consumirá.
10 Su descendencia destruirás de la faz de la tierra, y sus descendientes de entre los hijos de los hombres.
11 Aunque intentaron el mal contra ti, y fraguaron una conspiración, no prevalecerán,
12 pues tú los pondrás en fuga, apuntarás a sus rostros con tu arco.
13 Engrandécete, oh SEÑOR, en tu poder; cantaremos y alabaremos tu poderío.
1 Para el director del coro; sobre ajelet-hasahar. Salmo de David. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor?
2 Dios mío, de día clamo y no respondes; y de noche, pero no hay para mí reposo.
3 Sin embargo, tú eres santo, que habitas entre las alabanzas de Israel.
4 En ti confiaron nuestros padres; confiaron, y tú los libraste.
5 A ti clamaron, y fueron librados; en ti confiaron, y no fueron decepcionados.
6 Pero yo soy gusano, y no hombre; oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo.
7 Todos los que me ven, de mí se burlan; hacen muecas con los labios, menean la cabeza, diciendo:
8 Que se encomiende al SEÑOR; que El lo libre, que El lo rescate, puesto que en El se deleita.
9 Porque tú me sacaste del seno materno; me hiciste confiar desde los pechos de mi madre.
10 A ti fui entregado desde mi nacimiento; desde el vientre de mi madre tú eres mi Dios.
11 No estés lejos de mí, porque la angustia está cerca, pues no hay quien ayude.
12 Muchos toros me han rodeado; toros fuertes de Basán me han cercado.
13 Avidos abren su boca contra mí, como león rapaz y rugiente.
14 Soy derramado como agua, y todos mis huesos están descoyuntados; mi corazón es como cera; se derrite en medio de mis entrañas.
15 Como un tiesto se ha secado mi vigor, y la lengua se me pega al paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte.
16 Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malhechores; me horadaron las manos y los pies.
17 Puedo contar todos mis huesos. Ellos me miran, me observan;
18 reparten mis vestidos entre sí, y sobre mi ropa echan suertes.
19 Pero tú, oh SEÑOR, no estés lejos; fuerza mía, apresúrate a socorrerme.
20 Libra mi alma de la espada, mi única vida de las garras del perro.
21 Sálvame de la boca del león y de los cuernos de los búfalos; respóndeme.
22 Hablaré de tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré.
23 Los que teméis al SEÑOR, alabadle; descendencia toda de Jacob, glorificadle, temedle, descendencia toda de Israel.
24 Porque El no ha despreciado ni aborrecido la aflicción del angustiado, ni le ha escondido su rostro; sino que cuando clamó al SEÑOR, lo escuchó.
25 De ti viene mi alabanza en la gran congregación; mis votos cumpliré delante de los que le temen.
26 Los pobres comerán y se saciarán; los que buscan al SEÑOR, le alabarán. ¡Viva vuestro corazón para siempre!
27 Todos los términos de la tierra se acordarán y se volverán al SEÑOR, y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti.
28 Porque del SEÑOR es el reino, y El gobierna las naciones.
29 Todos los grandes de la tierra comerán y adorarán; se postrarán ante El todos los que descienden al polvo, aun aquel que no puede conservar viva su alma.
30 La posteridad le servirá; esto se dirá del Señor hasta la generación venidera.
31 Vendrán y anunciarán su justicia; a un pueblo por nacer, anunciarán que El ha hecho esto.
1 Salmo de David. El SEÑOR es mi pastor, nada me faltará.
2 En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce.
3 El restaura mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de su nombre.
4 Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento.
5 Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos; has ungido mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del SEÑOR moraré por largos días.
1 Salmo de David. Del SEÑOR es la tierra y todo lo que hay en ella; el mundo y los que en él habitan.
2 Porque El la fundó sobre los mares, y la asentó sobre los ríos.
3 ¿Quién subirá al monte del SEÑOR? ¿Y quién podrá estar en su lugar santo?
4 El de manos limpias y corazón puro; el que no ha alzado su alma a la falsedad, ni jurado con engaño.
5 Ese recibirá bendición del SEÑOR, y justicia del Dios de su salvación.
6 Tal es la generación de los que le buscan, de los que buscan tu rostro, como Jacob. (Selah)
7 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, alzaos vosotras, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria.
8 ¿Quién es este Rey de la gloria? El SEÑOR, fuerte y poderoso; el SEÑOR, poderoso en batalla.
9 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, alzadlas, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria.
10 ¿Quién es este Rey de la gloria? El SEÑOR de los ejércitos, El es el Rey de la gloria. (Selah)
1 Salmo de David. A ti, oh SEÑOR, elevo mi alma.
2 Dios mío, en ti confío; no sea yo avergonzado, que no se regocijen sobre mí mis enemigos.
3 Ciertamente ninguno de los que esperan en ti será avergonzado; sean avergonzados los que sin causa se rebelan.
4 SEÑOR, muéstrame tus caminos, y enséñame tus sendas.
5 Guíame en tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti espero todo el día.
6 Acuérdate, oh SEÑOR, de tu compasión y de tus misericordias, que son eternas.
7 No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mis transgresiones; acuérdate de mí conforme a tu misericordia, por tu bondad, oh SEÑOR.
8 Bueno y recto es el SEÑOR; por tanto, El muestra a los pecadores el camino.
9 Dirige a los humildes en la justicia, y enseña a los humildes su camino.
10 Todas las sendas del SEÑOR son misericordia y verdad para aquellos que guardan su pacto y sus testimonios.
11 Oh SEÑOR, por amor de tu nombre, perdona mi iniquidad, porque es grande.
12 ¿Quién es el hombre que teme al SEÑOR? El le instruirá en el camino que debe escoger.
13 En prosperidad habitará su alma, y su descendencia poseerá la tierra.
14 Los secretos del SEÑOR son para los que le temen, y El les dará a conocer su pacto.
15 De continuo están mis ojos hacia el SEÑOR, porque El sacará mis pies de la red.
16 Vuélvete a mí y tenme piedad, porque estoy solitario y afligido.
17 Las angustias de mi corazón han aumentado; sácame de mis congojas.
18 Mira mi aflicción y mis trabajos, y perdona todos mis pecados.
19 Mira mis enemigos, que son muchos, y con odio violento me detestan.
20 Guarda mi alma y líbrame; no sea yo avergonzado, porque en ti me refugio.
21 La integridad y la rectitud me preserven, porque en ti espero.
22 Oh Dios, redime a Israel de todas sus angustias.
1 Salmo de David. Hazme justicia, oh SEÑOR, porque yo en mi integridad he andado, y en el SEÑOR he confiado sin titubear.
2 Examíname, oh SEÑOR, y pruébame; escudriña mi mente y mi corazón.
3 Porque delante de mis ojos está tu misericordia, y en tu verdad he andado.
4 Con los falsos no me he sentado, ni con los hipócritas iré.
5 Aborrezco la reunión de los malhechores, y no me sentaré con los impíos.
6 Lavaré en inocencia mis manos, y andaré en torno a tu altar, oh SEÑOR,
7 proclamando con voz de acción de gracias y contando todas tus maravillas.
8 Oh SEÑOR, yo amo la habitación de tu casa, y el lugar donde habita tu gloria.
9 No juntes mi alma con pecadores, ni mi vida con hombres sanguinarios,
10 en cuyas manos hay ardides inicuos, y cuya diestra está llena de sobornos.
11 Mas yo en mi integridad andaré; redímeme, y ten piedad de mí.
12 Sobre tierra firme está mi pie; en las congregaciones bendeciré al SEÑOR.
1 Salmo de David. El SEÑOR es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El SEÑOR es la fortaleza de mi vida; ¿de quién tendré temor?
2 Cuando los malhechores vinieron sobre mí para devorar mis carnes, ellos, mis adversarios y mis enemigos, tropezaron y cayeron.
3 Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque en mi contra se levante guerra, a pesar de ello, estaré confiado.
4 Una cosa he pedido al SEÑOR, y ésa buscaré: que habite yo en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del SEÑOR, y para meditar en su templo.
5 Porque en el día de la angustia me esconderá en su tabernáculo; en lo secreto de su tienda me ocultará; sobre una roca me pondrá en alto.
6 Entonces será levantada mi cabeza sobre mis enemigos que me cercan; y en su tienda ofreceré sacrificios con voces de júbilo; cantaré, sí, cantaré alabanzas al SEÑOR.
7 Escucha, oh SEÑOR, mi voz cuando clamo; ten piedad de mí, y respóndeme.
8 Cuando dijiste: Buscad mi rostro, mi corazón te respondió: Tu rostro, SEÑOR, buscaré.
9 No escondas tu rostro de mí; no rechaces con ira a tu siervo; tú has sido mi ayuda. No me abandones ni me desampares, oh Dios de mi salvación.
10 Porque aunque mi padre y mi madre me hayan abandonado, el SEÑOR me recogerá.
11 SEÑOR, enséñame tu camino, y guíame por senda llana por causa de mis enemigos.
12 No me entregues a la voluntad de mis adversarios; porque testigos falsos se han levantado contra mí, y los que respiran violencia.
13 Hubiera yo desmayado, si no hubiera creído que había de ver la bondad del SEÑOR en la tierra de los vivientes.
14 Espera al SEÑOR; esfuérzate y aliéntese tu corazón. Sí, espera al SEÑOR.
1 Salmo de David. A ti clamo, oh SEÑOR; roca mía, no seas sordo para conmigo, no sea que si guardas silencio hacia mí, venga a ser semejante a los que descienden a la fosa.
2 Escucha la voz de mis súplicas cuando a ti pido auxilio; cuando levanto mis manos hacia el lugar santísimo de tu santuario.
3 No me arrastres con los impíos ni con los que obran iniquidad, que hablan de paz con su prójimo, mientras hay maldad en su corazón.
4 Dales conforme a su obra y según la maldad de sus hechos; dales conforme a la obra de sus manos; págales su merecido.
5 Porque no tienen en cuenta los hechos del SEÑOR ni la obra de sus manos, El los derribará y no los edificará.
6 Bendito sea el SEÑOR, porque ha oído la voz de mis súplicas.
7 El SEÑOR es mi fuerza y mi escudo; en El confía mi corazón, y soy socorrido; por tanto, mi corazón se regocija, y le daré gracias con mi cántico.
8 El SEÑOR es la fuerza de su pueblo, y El es defensa salvadora de su ungido.
9 Salva a tu pueblo y bendice a tu heredad, pastoréalos y llévalos para siempre.
1 Salmo de David. Tributad al SEÑOR, oh hijos de los poderosos, tributad al SEÑOR gloria y poder.
2 Tributad al SEÑOR la gloria debida a su nombre; adorad al SEÑOR en la majestad de la santidad.
3 Voz del SEÑOR sobre las aguas. El Dios de gloria truena, el SEÑOR está sobre las muchas aguas.
4 La voz del SEÑOR es poderosa, la voz del SEÑOR es majestuosa.
5 La voz del SEÑOR rompe los cedros; sí, el SEÑOR hace pedazos los cedros del Líbano;
6 y como becerro hace saltar al Líbano; y al Sirión como cría de búfalo.
7 La voz del SEÑOR levanta llamas de fuego.
8 La voz del SEÑOR hace temblar el desierto; el SEÑOR hace temblar el desierto de Cades.
9 La voz del SEÑOR hace parir a las ciervas, y deja los bosques desnudos, y en su templo todo dice: ¡Gloria!
10 El SEÑOR se sentó como Rey cuando el diluvio; sí, como Rey se sienta el SEÑOR para siempre.
11 El SEÑOR dará fuerza a su pueblo; el SEÑOR bendecirá a su pueblo con paz.
1 Salmo. Cántico para la dedicación de la Casa. Salmo de David. Te ensalzaré, oh SEÑOR, porque me has elevado, y no has permitido que mis enemigos se rían de mí.
2 Oh SEÑOR, Dios mío, a ti pedí auxilio y me sanaste.
3 Oh SEÑOR, has sacado mi alma del Seol; me has guardado con vida, para que no descienda al sepulcro.
4 Cantad alabanzas al SEÑOR, vosotros sus santos, y alabad su santo nombre.
5 Porque su ira es sólo por un momento, pero su favor es por toda una vida; el llanto puede durar toda la noche, pero a la mañana vendrá el grito de alegría.
6 Y en mi prosperidad yo dije: Jamás seré conmovido.
7 Oh SEÑOR, con tu favor has hecho que mi monte permanezca fuerte; tú escondiste tu rostro, fui conturbado.
8 A ti, oh SEÑOR, clamé, y al Señor dirigí mi súplica:
9 ¿Qué provecho hay en mi sangre si desciendo al sepulcro? ¿Acaso te alabará el polvo? ¿Anunciará tu fidelidad?
10 Escucha, oh SEÑOR, y ten piedad de mí; oh SEÑOR, sé tú mi socorro.
11 Tú has cambiado mi lamento en danza; has desatado mi cilicio y me has ceñido de alegría;
12 para que mi alma te cante alabanzas y no esté callada. Oh SEÑOR, Dios mío, te alabaré por siempre.
1 Para el director del coro. Salmo de David. En ti, oh SEÑOR, me refugio; jamás sea yo avergonzado; líbrame en tu justicia.
2 Inclina a mí tu oído, rescátame pronto; sé para mí roca fuerte, fortaleza para salvarme.
3 Porque tú eres mi roca y mi fortaleza, y por amor de tu nombre me conducirás y me guiarás.
4 Me sacarás de la red que en secreto me han tendido; porque tú eres mi refugio.
5 En tu mano encomiendo mi espíritu; tú me has redimido, oh SEÑOR, Dios de verdad.
6 Aborrezco a los que confían en ídolos vanos; mas yo confío en el SEÑOR.
7 Me gozaré y me alegraré en tu misericordia, porque tú has visto mi aflicción; has conocido las angustias de mi alma,
8 y no me has entregado en manos del enemigo; tú has puesto mis pies en lugar espacioso.
9 Ten piedad de mí, oh SEÑOR, porque estoy en angustia; se consumen de sufrir mis ojos, mi alma y mis entrañas.
10 Pues mi vida se gasta en tristeza, y mis años en suspiros; mis fuerzas se agotan a causa de mi iniquidad, y se ha consumido mi cuerpo.
11 A causa de todos mis adversarios, he llegado a ser objeto de oprobio, especialmente para mis vecinos, y causa de espanto para mis conocidos; los que me ven en la calle huyen de mí.
12 Como un muerto soy olvidado, sin ser recordado, soy semejante a un vaso roto.
13 Porque he oído la calumnia de muchos, el terror está por todas partes; mientras traman juntos contra mí, planean quitarme la vida.
14 Pero yo, oh SEÑOR, en ti confío; digo: Tú eres mi Dios.
15 En tu mano están mis años; líbrame de la mano de mis enemigos, y de los que me persiguen.
16 Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; sálvame en tu misericordia.
17 Oh SEÑOR, no sea yo avergonzado, porque a ti clamo; sean avergonzados los impíos; que desciendan en silencio al Seol.
18 Enmudezcan los labios mentirosos, que arrogantes hablan contra el justo con soberbia y desprecio.
19 ¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has obrado para los que en ti se refugian, delante de los hijos de los hombres!
20 De las conspiraciones de los hombres tú los escondes en lo secreto de tu presencia; en un refugio los pondrás a cubierto de los enredos de las lenguas.
21 Bendito sea el SEÑOR, porque ha hecho maravillosa su misericordia para mí en ciudad asediada.
22 Y yo alarmado, decía: ¡Cortado soy de delante de tus ojos! Empero tú oíste la voz de mis súplicas cuando a ti clamaba.
23 ¡Amad al SEÑOR, todos sus santos! El SEÑOR preserva a los fieles, y retribuye plenamente a los que obran con soberbia.
24 Esforzaos, y aliéntese vuestro corazón, todos vosotros que esperáis en el SEÑOR.
1 Salmo de David. Masquil. ¡Cuán bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada, cuyo pecado es cubierto!
2 ¡Cuán bienaventurado es el hombre a quien el SEÑOR no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño!
3 Mientras callé mi pecado , mi cuerpo se consumió con mi gemir durante todo el día.
4 Porque día y noche tu mano pesaba sobre mí; mi vitalidad se desvanecía con el calor del verano. (Selah)
5 Te manifesté mi pecado, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones al SEÑOR; y tú perdonaste la culpa de mi pecado. (Selah)
6 Por eso, que todo santo ore a ti en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente, en la inundación de muchas aguas, no llegarán éstas a él.
7 Tú eres mi escondedero; de la angustia me preservarás; con cánticos de liberación me rodearás. (Selah)
8 Yo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar; te aconsejaré con mis ojos puestos en ti.
9 No seas como el caballo o como el mulo, que no tienen entendimiento; cuyos arreos incluyen brida y freno para sujetarlos, porque si no, no se acercan a ti.
10 Muchos son los dolores del impío, pero al que confía en el SEÑOR, la misericordia lo rodeará.
11 Alegraos en el SEÑOR y regocijaos, justos; dad voces de júbilo, todos los rectos de corazón.
1 Cantad de júbilo en el SEÑOR, oh justos; apropiada es para los rectos la alabanza.
2 Dad gracias al SEÑOR con la lira; cantadle alabanzas con el arpa de diez cuerdas.
3 Cantadle cántico nuevo; tañed con arte, con voz de júbilo.
4 Porque la palabra del SEÑOR es recta; y toda su obra es hecha con fidelidad.
5 El ama la justicia y el derecho; llena está la tierra de la misericordia del SEÑOR.
6 Por la palabra del SEÑOR fueron hechos los cielos, y todo su ejército por el aliento de su boca.
7 El junta las aguas del mar como un montón; pone en almacenes los abismos.
8 Tema al SEÑOR toda la tierra; tiemblen en su presencia todos los habitantes del mundo.
9 Porque El habló, y fue hecho; El mandó, y todo se confirmó.
10 El SEÑOR hace nulo el consejo de las naciones; frustra los designios de los pueblos.
11 El consejo del SEÑOR permanece para siempre, los designios de su corazón de generación en generación.
12 Bienaventurada la nación cuyo Dios es el SEÑOR, el pueblo que El ha escogido como herencia para sí.
13 El SEÑOR mira desde los cielos; El ve a todos los hijos de los hombres.
14 Desde el lugar de su morada El observa a todos los habitantes de la tierra;
15 El, que modela el corazón de cada uno de ellos; El, que todas las obras de ellos entiende.
16 El rey no se salva por gran ejército; ni es librado el valiente por la mucha fuerza.
17 Falsa esperanza de victoria es el caballo, ni con su mucha fuerza puede librar.
18 He aquí, los ojos del SEÑOR están sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia,
19 para librar su alma de la muerte, y conservarlos con vida en tiempos de hambre.
20 Nuestra alma espera al SEÑOR; El es nuestra ayuda y nuestro escudo;
21 pues en El se regocija nuestro corazón, porque en su santo nombre hemos confiado.
22 Sea sobre nosotros tu misericordia, oh SEÑOR, según hemos esperado en ti.
1 Salmo de David cuando se fingió loco delante de Abimelec, quien lo echó, y él se fue. Bendeciré al SEÑOR en todo tiempo; continuamente estará su alabanza en mi boca.
2 En el SEÑOR se gloriará mi alma; lo oirán los humildes y se regocijarán.
3 Engrandeced al SEÑOR conmigo, y exaltemos a una su nombre.
4 Busqué al SEÑOR, y El me respondió, y me libró de todos mis temores.
5 Los que a El miraron, fueron iluminados; sus rostros jamás serán avergonzados.
6 Este pobre clamó, y el SEÑOR le oyó, y lo salvó de todas sus angustias.
7 El ángel del SEÑOR acampa alrededor de los que le temen, y los rescata.
8 Probad y ved que el SEÑOR es bueno. ¡Cuán bienaventurado es el hombre que en El se refugia!
9 Temed al SEÑOR, vosotros sus santos, pues nada les falta a aquellos que le temen.
10 Los leoncillos pasan necesidad y tienen hambre, mas los que buscan al SEÑOR no carecerán de bien alguno.
11 Venid, hijos, escuchadme; os enseñaré el temor del SEÑOR.
12 ¿Quién es el hombre que desea vida y quiere muchos días para ver el bien?
13 Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño.
14 Apártate del mal y haz el bien, busca la paz y síguela.
15 Los ojos del SEÑOR están sobre los justos, y sus oídos atentos a su clamor.
16 El rostro del SEÑOR está contra los que hacen mal, para cortar de la tierra su memoria.
17 Claman los justos, y el SEÑOR los oye, y los libra de todas sus angustias.
18 Cercano está el SEÑOR a los quebrantados de corazón, y salva a los abatidos de espíritu.
19 Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas lo libra el SEÑOR.
20 El guarda todos sus huesos; ni uno de ellos es quebrantado.
21 La maldad dará muerte al impío, y los que aborrecen al justo serán condenados.
22 El SEÑOR redime el alma de sus siervos; y no será condenado ninguno de los que en El se refugian.
1 Salmo de David. Combate, oh SEÑOR, a los que me combaten; ataca a los que me atacan.
2 Echa mano del broquel y del escudo, y levántate en mi ayuda.
3 Empuña también la lanza y el hacha para enfrentarte a los que me persiguen; di a mi alma: Yo soy tu salvación.
4 Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi vida; sean puestos en fuga y humillados los que traman el mal contra mí.
5 Sean como paja delante del viento, con el ángel del SEÑOR acosándolos.
6 Sea su camino tenebroso y resbaladizo, con el ángel del SEÑOR persiguiéndolos.
7 Porque sin causa me tendieron su red; sin causa cavaron fosa para mi alma.
8 Que venga destrucción sobre él sin darse cuenta, y la red que él mismo tendió lo prenda, ¡que caiga en esa misma destrucción!
9 Y mi alma se regocijará en el SEÑOR; en su salvación se gozará.
10 Dirán todos mis huesos: SEÑOR, ¿quién como tú, que libras al afligido de aquel que es más fuerte que él, sí, al afligido y al necesitado de aquel que lo despoja?
11 Se levantan testigos malvados, y de lo que no sé me preguntan.
12 Me devuelven mal por bien para aflicción de mi alma.
13 Pero yo, cuando ellos estaban enfermos, vestía de cilicio; humillé mi alma con ayuno, y mi oración se repetía en mi pecho.
14 Como por mi amigo, como por mi hermano, andaba de aquí para allá; como el que está de duelo por la madre, enlutado me encorvaba.
15 Pero ellos se alegraron en mi tropiezo, y se reunieron; los agresores, a quienes no conocía, se juntaron contra mí; me despedazaban sin cesar.
16 Como bufones impíos en una fiesta, rechinaban sus dientes contra mí.
17 ¿Hasta cuándo, Señor, estarás mirando? Rescata mi alma de sus estragos, mi única vida de los leones.
18 En la gran congregación te daré gracias; entre mucha gente te alabaré.
19 No permitas que se regocijen a costa mía los que injustamente son mis enemigos, ni que guiñen el ojo con malicia los que sin causa me aborrecen.
20 Porque ellos no hablan paz, sino que piensan palabras engañosas contra los pacíficos de la tierra,
21 y abrieron bien grande su boca contra mí; dijeron: ¡Ajá, ajá, nuestros ojos lo han visto!
22 Tú lo has visto, SEÑOR, no calles; Señor, no estés lejos de mí.
23 Despierta y levántate para mi defensa y para mi causa, Dios mío y Señor mío.
24 Júzgame conforme a tu justicia, oh SEÑOR, Dios mío; que no se rían de mí.
25 Que no digan en su corazón: ¡Ajá, lo que queríamos! Que no digan: ¡Lo hemos devorado!
26 Sean avergonzados y humillados a una los que se alegran de mi mal; cúbranse de vergüenza y deshonra los que se engrandecen contra mí.
27 Canten de júbilo y regocíjense los que favorecen mi vindicación; y digan continuamente: Engrandecido sea el SEÑOR, que se deleita en la paz de su siervo.
28 Y mi lengua hablará de tu justicia y de tu alabanza todo el día.
1 Para el director del coro. Salmo de David, siervo del SEÑOR. La transgresión habla al impío dentro de su corazón; no hay temor de Dios delante de sus ojos.
2 Porque en sus propios ojos la transgresión le engaña en cuanto a descubrir su iniquidad y aborrecerla.
3 Las palabras de su boca son iniquidad y engaño; ha dejado de ser sabio y de hacer el bien.
4 Planea la iniquidad en su cama; se obstina en un camino que no es bueno; no aborrece el mal.
5 Tu misericordia, oh SEÑOR, se extiende hasta los cielos, tu fidelidad, hasta el firmamento.
6 Tu justicia es como los montes de Dios; tus juicios son como profundo abismo. Tú preservas, oh SEÑOR, al hombre y al animal.
7 ¡Cuán preciosa es, oh Dios, tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se refugian a la sombra de tus alas.
8 Se sacian de la abundancia de tu casa, y les das a beber del río de tus delicias.
9 Porque en ti está la fuente de la vida; en tu luz vemos la luz.
10 Continúa tu misericordia para con los que te conocen, y tu justicia para con los rectos de corazón.
11 Que no me alcance el pie del orgullo, ni me mueva la mano de los impíos.
12 Allí han caído los que obran iniquidad; han sido derribados y no se pueden levantar.
1 Salmo de David. No te irrites a causa de los malhechores; no tengas envidia de los que practican la iniquidad.
2 Porque como la hierba pronto se secarán, y se marchitarán como la hierba verde.
3 Confía en el SEÑOR, y haz el bien; habita en la tierra, y cultiva la fidelidad.
4 Pon tu delicia en el SEÑOR, y El te dará las peticiones de tu corazón.
5 Encomienda al SEÑOR tu camino, confía en El, que El actuará;
6 hará resplandecer tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía.
7 Confía callado en el SEÑOR y espérale con paciencia; no te irrites a causa del que prospera en su camino, por el hombre que lleva a cabo sus intrigas.
8 Deja la ira y abandona el furor; no te irrites, sólo harías lo malo.
9 Porque los malhechores serán exterminados, mas los que esperan en el SEÑOR poseerán la tierra.
10 Un poco más y no existirá el impío; buscarás con cuidado su lugar, pero él no estará allí .
11 Mas los humildes poseerán la tierra, y se deleitarán en abundante prosperidad.
12 El impío trama contra el justo, y contra él rechina sus dientes.
13 El Señor se ríe de él, porque ve que su día se acerca.
14 Los impíos han sacado la espada y entesado el arco, para abatir al afligido y al necesitado, para matar a los de recto proceder.
15 Su espada penetrará en su propio corazón, y sus arcos serán quebrados.
16 Mejor es lo poco del justo que la abundancia de muchos impíos.
17 Porque los brazos de los impíos serán quebrados; mas el SEÑOR sostiene a los justos.
18 El SEÑOR conoce los días de los íntegros, y su herencia será perpetua.
19 No serán avergonzados en el tiempo malo, y en días de hambre se saciarán.
20 Pero los impíos perecerán, y los enemigos del SEÑOR serán como la hermosura de los prados; desaparecen, se desvanecen como el humo.
21 El impío pide prestado y no paga, mas el justo es compasivo y da.
22 Porque los que son bendecidos por el SEÑOR poseerán la tierra, pero los maldecidos por El serán exterminados.
23 Por el SEÑOR son ordenados los pasos del hombre, y el SEÑOR se deleita en su camino.
24 Cuando caiga, no quedará derribado, porque el SEÑOR sostiene su mano.
25 Yo fui joven, y ya soy viejo, y no he visto al justo desamparado, ni a su descendencia mendigando pan.
26 Todo el día es compasivo y presta, y su descendencia es para bendición.
27 Apártate del mal y haz el bien, y tendrás morada para siempre.
28 Porque el SEÑOR ama la justicia, y no abandona a sus santos; ellos son preservados para siempre, pero la descendencia de los impíos será exterminada.
29 Los justos poseerán la tierra, y para siempre morarán en ella.
30 La boca del justo profiere sabiduría y su lengua habla rectitud.
31 La ley de su Dios está en su corazón; no vacilan sus pasos.
32 El impío acecha al justo y procura matarlo.
33 El SEÑOR no dejará al justo en sus manos, ni permitirá que lo condenen cuando sea juzgado.
34 Espera en el SEÑOR y guarda su camino, y El te exaltará para que poseas la tierra; cuando los impíos sean exterminados, tú lo verás.
35 He visto al impío, violento, extenderse como frondoso árbol en su propio suelo.
36 Luego pasó, y he aquí, ya no estaba; lo busqué, pero no se le halló.
37 Observa al que es íntegro, mira al que es recto; porque el hombre de paz tendrá descendencia.
38 Pero los transgresores serán destruidos a una; la posteridad de los impíos será exterminada.
39 Mas la salvación de los justos viene del SEÑOR; El es su fortaleza en el tiempo de la angustia.
40 El SEÑOR los ayuda y los libra; los libra de los impíos y los salva, porque en El se refugian.
1 Salmo de David. Para conmemorar. SEÑOR, no me reprendas en tu enojo, ni me castigues en tu furor.
2 Porque tus saetas se han clavado en mí, y sobre mí ha descendido tu mano.
3 Nada hay sano en mi carne a causa de tu indignación; en mis huesos no hay salud a causa de mi pecado.
4 Porque mis iniquidades han sobrepasado mi cabeza; como pesada carga, pesan mucho para mí.
5 Mis llagas hieden y supuran. A causa de mi necedad,
6 estoy encorvado y abatido en gran manera, y ando sombrío todo el día.
7 Porque mis lomos están inflamados de fiebre, y nada hay sano en mi carne.
8 Estoy entumecido y abatido en gran manera; gimo a causa de la agitación de mi corazón.
9 Señor, todo mi anhelo está delante de ti, y mi suspiro no te es oculto.
10 Palpita mi corazón, mis fuerzas me abandonan, y aun la luz de mis ojos se ha ido de mí.
11 Mis amigos y mis compañeros se mantienen lejos de mi plaga, y mis parientes se mantienen a distancia.
12 Los que buscan mi vida me tienden lazos; los que procuran mi mal hablan de mi destrucción, y traman traición todo el día.
13 Mas yo, como el sordo, no oigo; soy como el mudo que no abre la boca.
14 Sí, soy como el hombre que no oye, y en cuya boca no hay réplica.
15 Porque en ti espero, oh SEÑOR; tú responderás, Señor, Dios mío.
16 Pues dije: Que no se alegren de mí los que, cuando mi pie resbala, se engrandecen sobre mí.
17 Porque yo estoy a punto de caer, y mi dolor está continuamente delante de mí.
18 Confieso, pues, mi iniquidad; afligido estoy a causa de mi pecado.
19 Pero mis enemigos son vigorosos y fuertes; muchos son los que sin causa me aborrecen.
20 Y los que pagan mal por bien se me oponen, porque yo sigo lo bueno.
21 No me abandones, oh SEÑOR; Dios mío, no estés lejos de mí.
22 Apresúrate a socorrerme, oh Señor, salvación mía.
1 Para el director del coro, para Jedutún. Salmo de David. Yo dije: Guardaré mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca como con mordaza, mientras el impío esté en mi presencia.
2 Enmudecí y callé; guardé silencio aun acerca de lo bueno, y se agravó mi dolor.
3 Ardía mi corazón dentro de mí; mientras meditaba, se encendió el fuego; entonces dije con mi lengua:
4 SEÑOR, hazme saber mi fin, y cuál es la medida de mis días, para que yo sepa cuán efímero soy.
5 He aquí, tú has hecho mis días muy breves, y mi existencia es como nada delante de ti; ciertamente todo hombre, aun en la plenitud de su vigor, es sólo un soplo. (Selah)
6 Sí, como una sombra anda el hombre; ciertamente en vano se afana; acumula riquezas, y no sabe quién las recogerá.
7 Y ahora, Señor, ¿qué espero? En ti está mi esperanza.
8 Líbrame de todas mis transgresiones; no me hagas la burla de los necios.
9 Mudo me he quedado, no abro la boca, porque tú eres el que ha obrado.
10 Quita de mí tu plaga; por la dureza de tu mano estoy pereciendo.
11 Con castigos corriges al hombre por su iniquidad; como la polilla, consumes lo que es más precioso para él; ciertamente, todo hombre es sólo un soplo. (Selah)
12 Escucha mi oración, oh SEÑOR, y presta oído a mi clamor; no guardes silencio ante mis lágrimas; porque extranjero soy junto a ti, peregrino, como todos mis padres.
13 Aparta de mí tu mirada, para poder alegrarme, antes de que me vaya de aquí , y ya no exista.
1 Para el director del coro. Salmo de David. Al SEÑOR esperé pacientemente, y El se inclinó a mí y oyó mi clamor.
2 Me sacó del hoyo de la destrucción, del lodo cenagoso; asentó mis pies sobre una roca y afirmó mis pasos.
3 Puso en mi boca un cántico nuevo, un canto de alabanza a nuestro Dios; muchos verán esto, y temerán, y confiarán en el SEÑOR.
4 Cuán bienaventurado es el hombre que ha puesto en el SEÑOR su confianza, y no se ha vuelto a los soberbios ni a los que caen en falsedad.
5 Muchas son, SEÑOR, Dios mío, las maravillas que tú has hecho, y muchos tus designios para con nosotros; nadie hay que se compare contigo; si los anunciara, y hablara de ellos, no podrían ser enumerados.
6 Sacrificio y ofrenda de cereal no has deseado; has abierto mis oídos; holocausto y ofrenda por el pecado no has requerido.
7 Entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí;
8 me deleito en hacer tu voluntad, Dios mío; tu ley está dentro de mi corazón.
9 He proclamado buenas nuevas de justicia en la gran congregación; he aquí, no refrenaré mis labios, oh SEÑOR, tú lo sabes.
10 No he escondido tu justicia dentro de mi corazón; he proclamado tu fidelidad y tu salvación; no he ocultado a la gran congregación tu misericordia y tu fidelidad.
11 Tú, oh SEÑOR, no retengas tu compasión de mí; tu misericordia y tu fidelidad me guarden continuamente,
12 porque me rodean males sin número; mis iniquidades me han alcanzado, y no puedo ver; son más numerosas que los cabellos de mi cabeza, y el corazón me falla.
13 Ten a bien, oh SEÑOR, libertarme; apresúrate, SEÑOR, a socorrerme.
14 Sean avergonzados y humillados a una los que buscan mi vida para destruirla; sean vueltos atrás y cubiertos de ignominia los que se complacen en mi mal.
15 Queden atónitos a causa de su vergüenza los que me dicen: ¡Ajá, ajá!
16 Regocíjense y alégrense en ti todos los que te buscan; que digan continuamente: ¡Engrandecido sea el SEÑOR! los que aman tu salvación.
17 Por cuanto yo estoy afligido y necesitado, el Señor me tiene en cuenta. Tú eres mi socorro y mi libertador; Dios mío, no te tardes.
1 Para el director del coro. Salmo de David. Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día del mal el SEÑOR lo librará.
2 El SEÑOR lo protegerá y lo mantendrá con vida, y será bienaventurado sobre la tierra; y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos.
3 El SEÑOR lo sostendrá en su lecho de enfermo; en su enfermedad, restaurarás su salud.
4 Yo dije: Oh SEÑOR, ten piedad de mí; sana mi alma, porque contra ti he pecado.
5 Mis enemigos hablan mal contra mí, diciendo: ¿Cuándo morirá y perecerá su nombre?
6 Y si alguno viene a verme, habla falsedades; su corazón recoge iniquidad para sí; cuando sale fuera, lo publica.
7 Todos los que me odian murmuran a una contra mí; traman hacerme daño, diciendo:
8 Una cosa del demonio ha sido derramada sobre él, así que cuando se acueste, no volverá a levantarse.
9 Aun mi íntimo amigo en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, contra mí ha levantado su calcañar.
10 Pero tú, oh SEÑOR, ten piedad de mí y levántame, para que yo les pague como se merecen.
11 Por esto sé que conmigo te complaces, porque mi enemigo no canta victoria sobre mí.
12 En cuanto a mí, me mantienes en mi integridad, y me afirmas en tu presencia para siempre.
13 Bendito sea el SEÑOR, Dios de Israel, desde la eternidad hasta la eternidad. Amén y amén.
1 Para el director del coro. Masquil de los hijos de Coré. Como el ciervo anhela las corrientes de agua, así suspira por ti, oh Dios, el alma mía.
2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente; ¿cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?
3 Mis lágrimas han sido mi alimento de día y de noche, mientras me dicen todo el día: ¿Dónde está tu Dios?
4 Me acuerdo de estas cosas y derramo mi alma dentro de mí; de cómo iba yo con la multitud y la guiaba hasta la casa de Dios, con voz de alegría y de acción de gracias, con la muchedumbre en fiesta.
5 ¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez por la salvación de su presencia.
6 Dios mío, mi alma está en mí deprimida; por eso me acuerdo de ti desde la tierra del Jordán, y desde las cumbres del Hermón, desde el monte Mizar.
7 Un abismo llama a otro abismo a la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
8 De día mandará el SEÑOR su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo; elevaré una oración al Dios de mi vida.
9 A Dios, mi roca, diré: ¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué ando sombrío por la opresión del enemigo?
10 Como quien quebranta mis huesos, mis adversarios me afrentan, mientras me dicen todo el día: ¿Dónde está tu Dios?
11 ¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez. ¡El es la salvación de mi ser, y mi Dios!
1 Hazme justicia, oh Dios, y defiende mi causa contra una nación impía; líbrame del hombre engañoso e injusto.
2 Ya que tú eres el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has rechazado? ¿Por qué ando sombrío por la opresión del enemigo?
3 Envía tu luz y tu verdad; que ellas me guíen, que me lleven a tu santo monte, y a tus moradas.
4 Entonces llegaré al altar de Dios, a Dios, mi supremo gozo; y al son de la lira te alabaré, oh Dios, Dios mío.
5 ¿Por qué te abates, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez. ¡El es la salvación de mi ser, y mi Dios!
1 Para el director del coro. Masquil de los hijos de Coré. Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado la obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos.
2 Tú con tu mano echaste fuera las naciones, y a ellos los plantaste. Afligiste a los pueblos, y a ellos los hiciste crecer.
3 Pues no por su espada tomaron posesión de la tierra, ni su brazo los salvó, sino tu diestra y tu brazo, y la luz de tu presencia, porque te complaciste en ellos.
4 Tú eres mi Rey, oh Dios; manda victorias a Jacob.
5 Contigo rechazaremos a nuestros adversarios; en tu nombre hollaremos a los que contra nosotros se levanten.
6 Porque yo no confiaré en mi arco, ni me salvará mi espada;
7 pues tú nos has salvado de nuestros adversarios, y has avergonzado a los que nos aborrecen.
8 En Dios nos hemos gloriado todo el día, y por siempre alabaremos tu nombre. (Selah)
9 Sin embargo, tú nos has rechazado y nos has confundido, y no sales con nuestros ejércitos.
10 Nos haces retroceder ante el adversario, y los que nos aborrecen tomaron botín para sí.
11 Nos entregas como ovejas para ser devorados, y nos has esparcido entre las naciones.
12 Vendes a tu pueblo a bajo precio, y no te has beneficiado con su venta.
13 Nos haces el oprobio de nuestros vecinos, escarnio y burla de los que nos rodean.
14 Nos pones por proverbio entre las naciones, causa de risa entre los pueblos.
15 Todo el día mi ignominia está delante de mí, y la vergüenza de mi rostro me ha abrumado,
16 por la voz del que me reprocha y vitupera, por la presencia del enemigo y del vengativo.
17 Todo esto nos ha sobrevenido, pero no nos hemos olvidado de ti, ni hemos faltado a tu pacto.
18 No se ha vuelto atrás nuestro corazón, ni se han desviado nuestros pasos de tu senda;
19 sin embargo, nos has quebrantado en la región de los chacales, y nos has cubierto con la sombra de la muerte.
20 Si nos hubiéramos olvidado del nombre de nuestro Dios, o extendido nuestras manos a un dios extraño,
21 ¿no se habría dado cuenta Dios de esto? Pues El conoce los secretos del corazón.
22 Pero por causa tuya nos matan cada día; se nos considera como ovejas para el matadero.
23 ¡Despierta! ¿Por qué duermes, Señor? ¡Levántate! No nos rechaces para siempre.
24 ¿Por qué escondes tu rostro y te olvidas de nuestra aflicción y de nuestra opresión?
25 Porque nuestra alma se ha hundido en el polvo; nuestro cuerpo está pegado a la tierra.
26 ¡Levántate! Sé nuestra ayuda, y redímenos por amor de tu misericordia.
1 Para el director del coro; según Sosanim. Masquil de los hijos de Coré. Canción de amor. Rebosa en mi corazón un tema bueno; al rey dirijo mis versos; mi lengua es como pluma de escribiente muy ligero.
2 Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; la gracia se derrama en tus labios; por tanto, Dios te ha bendecido para siempre.
3 Ciñe tu espada sobre el muslo, oh valiente, en tu esplendor y tu majestad.
4 En tu majestad cabalga en triunfo, por la causa de la verdad, de la humildad y de la justicia; que tu diestra te enseñe cosas tremendas.
5 Tus saetas son agudas; los pueblos caen debajo de ti; en el corazón de los enemigos del rey están tus flechas.
6 Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; cetro de equidad es el cetro de tu reino.
7 Has amado la justicia y aborrecido la iniquidad; por tanto Dios, tu Dios, te ha ungido con óleo de alegría más que a tus compañeros.
8 Todas tus vestiduras están perfumadas con mirra, áloe y casia; desde palacios de marfil te han alegrado con instrumentos de cuerda.
9 Hijas de reyes hay entre tus damas nobles; a tu diestra, en oro de Ofir, está la reina.
10 Escucha, hija, presta atención e inclina tu oído; olvídate de tu pueblo y de la casa de tu padre.
11 Entonces el rey deseará tu hermosura; inclínate ante él, porque él es tu señor.
12 Y la hija de Tiro vendrá con presentes; los ricos del pueblo suplicarán tu favor.
13 Toda radiante está la hija del rey dentro de su palacio; recamado de oro está su vestido.
14 En vestido bordado será conducida al rey; las doncellas, sus compañeras que la siguen, serán llevadas a ti.
15 Serán conducidas con alegría y regocijo; entrarán al palacio del rey.
16 En lugar de tus padres estarán tus hijos; los harás príncipes en toda la tierra.
17 Haré que tu nombre sea recordado por todas las generaciones; por tanto, los pueblos te alabarán eternamente y para siempre.
1 Para el director del coro. Salmo de los hijos de Coré, compuesto para Alamot. Cántico. Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
2 Por tanto, no temeremos aunque la tierra sufra cambios, y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares;
3 aunque bramen y se agiten sus aguas, aunque tiemblen los montes con creciente enojo. (Selah)
4 Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, las moradas santas del Altísimo.
5 Dios está en medio de ella, no será sacudida; Dios la ayudará al romper el alba.
6 Bramaron las naciones, se tambalearon los reinos; dio El su voz, y la tierra se derritió.
7 El SEÑOR de los ejércitos está con nosotros; nuestro baluarte es el Dios de Jacob. (Selah)
8 Venid, contemplad las obras del SEÑOR, que ha hecho asolamientos en la tierra;
9 que hace cesar las guerras hasta los confines de la tierra; quiebra el arco, parte la lanza, y quema los carros en el fuego.
10 Estad quietos, y sabed que yo soy Dios; exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra.
11 El SEÑOR de los ejércitos está con nosotros; nuestro baluarte es el Dios de Jacob. (Selah)
1 Para el director del coro. Salmo de los hijos de Coré. Batid palmas, pueblos todos; aclamad a Dios con voz de júbilo.
2 Porque el SEÑOR, el Altísimo, es digno de ser temido; Rey grande es sobre toda la tierra.
3 El somete pueblos debajo de nosotros, y naciones bajo nuestros pies.
4 El nos escoge nuestra heredad, la gloria de Jacob a quien El ama. (Selah)
5 Dios ha ascendido entre aclamaciones, el SEÑOR, al son de trompeta.
6 Cantad alabanzas a Dios, cantad alabanzas; cantad alabanzas a nuestro Rey, cantad alabanzas.
7 Porque Dios es Rey de toda la tierra; cantad alabanzas con armonioso salmo.
8 Dios reina sobre las naciones; sentado está Dios en su santo trono.
9 Se han reunido los príncipes de los pueblos como el pueblo del Dios de Abraham; porque de Dios son los escudos de la tierra; El es ensalzado en gran manera.
1 Cántico. Salmo de los hijos de Coré. Grande es el SEÑOR, y muy digno de ser alabado en la ciudad de nuestro Dios, su santo monte.
2 Hermoso en su elevación, el gozo de toda la tierra es el monte Sion, en el extremo norte, la ciudad del gran Rey.
3 Dios en sus palacios se dio a conocer como baluarte.
4 Pues, he aquí, los reyes se reunieron; pasaron juntos.
5 Ellos la vieron y quedaron pasmados; se aterrorizaron y huyeron alarmados.
6 Allí se apoderó de ellos un temblor; dolor como el de mujer que está de parto.
7 Con el viento solano tú destrozas las naves de Tarsis.
8 Como lo hemos oído, así lo hemos visto en la ciudad del SEÑOR de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios; Dios la afirmará para siempre. (Selah)
9 En tu misericordia, oh Dios, hemos meditado, en medio de tu templo.
10 Oh Dios, como es tu nombre, así es tu alabanza hasta los confines de la tierra; llena de justicia está tu diestra.
11 Alégrese el monte Sion, regocíjense las hijas de Judá, a causa de tus juicios.
12 Andad por Sion e id alrededor de ella; contad sus torres;
13 considerad atentamente sus murallas, recorred sus palacios, para que lo contéis a la generación venidera.
14 Porque este es Dios, nuestro Dios por siempre jamás; El nos guiará hasta la muerte.
1 Para el director del coro. Salmo de los hijos de Coré. Oíd esto, pueblos todos; escuchad, habitantes todos del mundo,
2 tanto humildes como encumbrados, ricos y pobres juntamente.
3 Mi boca hablará sabiduría, y la meditación de mi corazón será entendimiento.
4 Inclinaré al proverbio mi oído, con el arpa declararé mi enigma.
5 ¿Por qué he de temer en los días de adversidad cuando la iniquidad de mis enemigos me rodee,
6 de los que confían en sus bienes y se jactan de la abundancia de sus riquezas?
7 Nadie puede en manera alguna redimir a su hermano, ni dar a Dios rescate por él,
8 porque la redención de su alma es muy costosa, y debe abandonar el intento para siempre,
9 para que viva eternamente, para que no vea corrupción.
10 Porque él ve que aun los sabios mueren; el torpe y el necio perecen de igual manera, y dejan sus riquezas a otros.
11 Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas, y sus moradas por todas las generaciones; y a sus tierras han dado sus nombres.
12 Mas el hombre, en su vanagloria, no permanecerá; es como las bestias que perecen.
13 Este es el camino de los insensatos, y de los que después de ellos aprueban sus palabras. (Selah)
14 Como ovejas son destinados para el Seol, la muerte los pastoreará, los rectos los regirán por la mañana; su forma será para que el Seol la consuma, de modo que no tienen morada.
15 Pero Dios redimirá mi alma del poder del Seol, pues El me recibirá. (Selah)
16 No temas cuando alguno se enriquece, cuando la gloria de su casa aumenta;
17 porque nada se llevará cuando muera, ni su gloria descenderá con él.
18 Aunque mientras viva, a sí mismo se felicite (y aunque los hombres te alaben cuando prosperes),
19 irá a reunirse con la generación de sus padres, quienes nunca verán la luz.
20 El hombre en su vanagloria, pero sin entendimiento, es como las bestias que perecen.
1 Salmo de Asaf. El poderoso Dios, el SEÑOR, ha hablado, y convocado a la tierra, desde el nacimiento del sol hasta su ocaso.
2 Desde Sion, perfección de hermosura, Dios ha resplandecido.
3 Que venga nuestro Dios y no calle; el fuego consume delante de El, y a su derredor hay gran tempestad.
4 El convoca a los cielos desde lo alto, y a la tierra, para juzgar a su pueblo,
5 y dice: Juntadme a mis santos, los que han hecho conmigo pacto con sacrificio.
6 Y los cielos declaran su justicia, porque Dios mismo es el juez. (Selah)
7 Oye, pueblo mío, y hablaré; Israel, yo testificaré contra ti. Yo soy Dios, tu Dios.
8 No te reprendo por tus sacrificios, ni por tus holocaustos, que están continuamente delante de mí.
9 No tomaré novillo de tu casa, ni machos cabríos de tus apriscos.
10 Porque mío es todo animal del bosque, y el ganado sobre mil colinas.
11 Toda ave de los montes conozco, y mío es todo lo que en el campo se mueve.
12 Si yo tuviera hambre, no te lo diría a ti; porque mío es el mundo y todo lo que en él hay.
13 ¿Acaso he de comer carne de toros, o beber sangre de machos cabríos?
14 Ofrece a Dios sacrificio de acción de gracias, y cumple tus votos al Altísimo;
15 e invócame en el día de la angustia; yo te libraré, y tú me honrarás.
16 Pero al impío Dios le dice: ¿Qué derecho tienes tú de hablar de mis estatutos, y de tomar mi pacto en tus labios?
17 Pues tú aborreces la disciplina, y a tus espaldas echas mis palabras.
18 Cuando ves a un ladrón, te complaces con él, y con adúlteros te asocias.
19 Das rienda suelta a tu boca para el mal, y tu lengua trama engaño.
20 Te sientas y hablas contra tu hermano; al hijo de tu propia madre calumnias.
21 Estas cosas has hecho, y yo he guardado silencio; pensaste que yo era tal como tú; pero te reprenderé, y delante de tus ojos expondré tus delitos .
22 Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios, no sea que os despedace, y no haya quien os libre.
23 El que ofrece sacrificio de acción de gracias me honra; y al que ordena bien su camino, le mostraré la salvación de Dios.
1 Para el director del coro. Salmo de David, cuando después que se llegó a Betsabé, el profeta Natán lo visitó. Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a lo inmenso de tu compasión, borra mis transgresiones.
2 Lávame por completo de mi maldad, y límpiame de mi pecado.
3 Porque yo reconozco mis transgresiones, y mi pecado está siempre delante de mí.
4 Contra ti, contra ti sólo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos, de manera que eres justo cuando hablas, y sin reproche cuando juzgas.
5 He aquí, yo nací en iniquidad, y en pecado me concibió mi madre.
6 He aquí, tú deseas la verdad en lo más íntimo, y en lo secreto me harás conocer sabiduría.
7 Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve.
8 Hazme oír gozo y alegría; que se regocijen los huesos que has quebrantado.
9 Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis iniquidades.
10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.
11 No me eches de tu presencia, y no quites de mí tu santo Espíritu.
12 Restitúyeme el gozo de tu salvación, y sostenme con un espíritu de poder.
13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti.
14 Líbrame de delitos de sangre, oh Dios, Dios de mi salvación; entonces mi lengua cantará con gozo tu justicia.
15 Abre mis labios, oh Señor, para que mi boca anuncie tu alabanza.
16 Porque no te deleitas en sacrificio, de lo contrario yo lo ofrecería; no te agrada el holocausto.
17 Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás.
18 Haz bien con tu benevolencia a Sion; edifica los muros de Jerusalén.
19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto y el sacrificio perfecto; entonces se ofrecerán novillos sobre tu altar.
1 Para el director del coro. Masquil de David, cuando fue Doeg el edomita e informó a Saúl, diciéndole: David está en casa de Ahimelec. ¿Por qué te jactas del mal, oh poderoso? La misericordia de Dios es continua.
2 Tu lengua maquina destrucción como afilada navaja, oh artífice de engaño.
3 Amas el mal más que el bien, la mentira más que decir lo que es justo. (Selah)
4 Amas toda palabra destructora, oh lengua de engaño.
5 Pero Dios te destruirá para siempre; te arrebatará y te arrancará de tu tienda, y te desarraigará de la tierra de los vivientes. (Selah)
6 Los justos verán esto y temerán, y se reirán de él, diciendo:
7 He aquí el hombre que no quiso hacer de Dios su refugio, sino que confió en la abundancia de sus riquezas y se hizo fuerte en sus malos deseos.
8 Pero yo soy como olivo verde en la casa de Dios; en la misericordia de Dios confío eternamente y para siempre.
9 Te alabaré para siempre por lo que has hecho, y esperaré en tu nombre, porque es bueno delante de tus santos.
1 Para el director del coro; según Mahalat. Masquil de David. El necio ha dicho en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, han cometido injusticias abominables; no hay quien haga el bien.
2 Dios ha mirado desde los cielos sobre los hijos de los hombres para ver si hay alguno que entienda, alguno que busque a Dios.
3 Todos se han desviado, a una se han corrompido; no hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno.
4 ¿No tienen conocimiento los que hacen iniquidad, que devoran a mi pueblo como si comieran pan, y no invocan a Dios?
5 Donde antes no había terror, allí tiemblan de espanto, porque Dios esparció los huesos del que acampaba contra ti; tú los avergonzaste, porque Dios los había rechazado.
6 ¡Oh, si de Sion saliera la salvación de Israel! Cuando Dios restaure a su pueblo cautivo, se regocijará Jacob y se alegrará Israel.
1 Para el director del coro; con instrumentos de cuerda. Masquil de David, cuando los zifeos vinieron y dijeron a Saúl: ¿No está David escondido entre nosotros? ¡Sálvame! Oh Dios, por tu nombre, y hazme justicia con tu poder.
2 Escucha mi oración, oh Dios, presta oído a las palabras de mi boca.
3 Porque extraños se han levantado contra mí, y hombres violentos buscan mi vida; no han puesto a Dios delante de sí. (Selah)
4 He aquí, Dios es el que me ayuda; el Señor es el que sostiene mi alma.
5 El devolverá el mal a mis enemigos; destrúyelos por tu fidelidad.
6 Voluntariamente sacrificaré a ti; alabaré tu nombre, oh SEÑOR, porque es bueno.
7 Porque El me ha librado de toda angustia, y mis ojos han visto a mis enemigos derrotados .
1 Para el director del coro; con instrumentos de cuerda. Masquil de David. Escucha, oh Dios, mi oración, y no te escondas de mi súplica.
2 Atiéndeme y respóndeme; conmovido estoy en mi queja y muy conturbado,
3 a causa de la voz del enemigo, por la opresión del impío; pues echan iniquidad sobre mí, y con furia me persiguen.
4 Angustiado está mi corazón dentro de mí, y sobre mí han caído los terrores de la muerte.
5 Terror y temblor me invaden, y horror me ha cubierto.
6 Y dije: ¡Quién me diera alas como de paloma! Volaría y hallaría reposo.
7 Ciertamente huiría muy lejos; moraría en el desierto. (Selah)
8 Me apresuraría a buscar mi lugar de refugio contra el viento borrascoso y la tempestad.
9 Confunde, Señor, divide sus lenguas, porque he visto violencia y rencilla en la ciudad.
10 Día y noche la rondan sobre sus muros, y en medio de ella hay iniquidad y malicia.
11 Hay destrucción en medio de ella, y la opresión y el engaño no se alejan de sus calles.
12 Porque no es un enemigo el que me reprocha, si así fuera, podría soportarlo; ni es uno que me odia el que se ha alzado contra mí, si así fuera, podría ocultarme de él;
13 sino tú, que eres mi igual, mi compañero, mi íntimo amigo;
14 nosotros que juntos teníamos dulce comunión, que con la multitud andábamos en la casa de Dios.
15 Que la muerte los sorprenda, que desciendan vivos al Seol, porque la maldad está en su morada, en medio de ellos.
16 En cuanto a mí, a Dios invocaré, y el SEÑOR me salvará.
17 Tarde, mañana y mediodía me lamentaré y gemiré, y El oirá mi voz.
18 En paz redimirá mi alma de la guerra que hay contra mí, pues son muchos los que están contra mí.
19 Dios oirá y les responderá, El, que reina desde la antigüedad, (Selah) porque no hay cambio en ellos ni temen a Dios.
20 Aquel ha extendido sus manos contra los que estaban en paz con él, ha violado su pacto.
21 Las palabras de su boca eran más blandas que la mantequilla, pero en su corazón había guerra; más suaves que el aceite eran sus palabras, sin embargo, eran espadas desnudas.
22 Echa sobre el SEÑOR tu carga, y El te sustentará; El nunca permitirá que el justo sea sacudido.
23 Pero tú, oh Dios, los harás caer al pozo de la destrucción; los hombres sanguinarios y engañadores no vivirán la mitad de sus días; mas yo en ti confiaré.
1 Para el director del coro; según la tonada de La paloma silenciosa de los que están lejos. Mictam de David cuando los filisteos lo prendieron en Gat. Ten piedad de mí, oh Dios, porque el hombre me ha pisoteado; me oprime combatiéndome todo el día.
2 Mis enemigos me han pisoteado todo el día, porque muchos son los que con soberbia pelean contra mí.
3 El día en que temo, yo en ti confío.
4 En Dios, cuya palabra alabo, en Dios he confiado, no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?
5 Todo el día pervierten mis palabras; todos sus pensamientos contra mí son para mal.
6 Atacan, se esconden, espían mis pasos, como esperando para quitarme la vida.
7 Por causa de la iniquidad, arrójalos, en tu ira humilla a los pueblos, oh Dios.
8 Tú has tomado en cuenta mi vida errante; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿acaso no están en tu libro?
9 Entonces mis enemigos retrocederán el día en que yo te invoque. Esto sé: que Dios está a favor mío.
10 En Dios, cuya palabra alabo, en el SEÑOR, cuya palabra honro;
11 en Dios he confiado, no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?
12 Están sobre mí, oh Dios, los votos que te hice; ofrendas de acción de gracias te ofreceré.
13 Pues tú has librado mi alma de la muerte, y mis pies de tropiezo, para que yo pueda andar delante de Dios en la luz de la vida.
1 Para el director del coro; según tonada de No destruyas. Mictam de David, en la cueva, cuando huía de Saúl. Ten piedad de mí, oh Dios, ten piedad de mí, porque en ti se refugia mi alma; en la sombra de tus alas me ampararé hasta que la destrucción pase.
2 Clamaré al Dios Altísimo, al Dios que todo lo hace para mí.
3 El enviará desde los cielos y me salvará; El reprocha al que me pisotea. (Selah) Dios enviará su misericordia y su verdad.
4 Mi alma está entre leones; tengo que acostarme entre los que vomitan fuego; entre los hijos de los hombres, cuyos dientes son lanzas y saetas, y cuya lengua es espada afilada.
5 Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios; sobre toda la tierra sea tu gloria.
6 Han tendido una red para mis pasos; mi alma está abatida; han cavado una fosa delante de mí, pero ellos mismos han caído en medio de ella. (Selah)
7 Firme está mi corazón, oh Dios, mi corazón está firme; ¡cantaré y entonaré salmos!
8 ¡Despierta, gloria mía! ¡Despertad, arpa y lira! ¡A la aurora despertaré!
9 Te alabaré entre los pueblos, Señor; te cantaré alabanzas entre las naciones.
10 Porque grande, hasta los cielos, es tu misericordia, y hasta el firmamento tu verdad.
11 Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios; sobre toda la tierra sea tu gloria.
1 Para el director del coro; según tonada de No destruyas. Mictam de David. ¿Habláis en verdad justicia, oh dioses? ¿Juzgáis rectamente, hijos de los hombres?
2 No, pues en el corazón cometéis iniquidad; la violencia de vuestras manos repartís en la tierra.
3 Desde la matriz están desviados los impíos; desde su nacimiento se descarrían los que hablan mentiras.
4 Tienen veneno como veneno de serpiente; son como una cobra sorda que cierra su oído,
5 que no oye la voz de los que encantan, ni siquiera al más diestro encantador.
6 Oh Dios, rompe los dientes de su boca; quiebra las muelas de los leoncillos, SEÑOR.
7 Que se diluyan como las aguas que corren; cuando disparen sus saetas, que sean como si estuvieran sin punta.
8 Que sean como el caracol, que se deslíe según se arrastra, como los que nacen muertos, que nunca ven el sol.
9 Antes que vuestras ollas puedan sentir el fuego de los espinos, tanto los verdes como los que arden, los barrerá El con torbellino.
10 El justo se alegrará cuando vea la venganza, se lavará los pies en la sangre de los impíos;
11 y los hombres dirán: Ciertamente hay recompensa para el justo, ciertamente hay un Dios que juzga en la tierra.
1 Para el director del coro; según tonada de No destruyas. Mictam de David, cuando Saúl envió hombres y vigilaron la casa para matarlo. Líbrame de mis enemigos, Dios mío; ponme a salvo en lo alto, lejos de los que se levantan contra mí.
2 Líbrame de los que hacen iniquidad, y sálvame de los hombres sanguinarios.
3 Porque, he aquí, han puesto emboscada contra mi vida; hombres feroces me atacan, pero no es por mi transgresión, ni por mi pecado, SEÑOR.
4 Sin culpa mía, corren y se preparan contra mí. Despierta para ayudarme, y mira.
5 Tú, SEÑOR, Dios de los ejércitos, Dios de Israel, despierta para castigar a todas las naciones; no tengas piedad de ningún inicuo traidor. (Selah)
6 Regresan al anochecer, aúllan como perros, y rondan por la ciudad.
7 He aquí, se jactan con su boca; espadas hay en sus labios, pues dicen: ¿Quién oye?
8 Mas tú, oh SEÑOR, te ríes de ellos; te burlas de todas las naciones.
9 A causa de su fuerza esperaré en ti, porque Dios es mi baluarte.
10 Mi Dios en su misericordia vendrá a mi encuentro; Dios me permitirá mirar victorioso a mis enemigos.
11 No los mates, para que mi pueblo no se olvide; dispérsalos con tu poder, y humíllalos, oh Señor, escudo nuestro.
12 Por el pecado de su boca y la palabra de sus labios, sean presos en su orgullo, y por las maldiciones y mentiras que profieren.
13 Acábalos en tu furor, acábalos, para que ya no existan; para que los hombres sepan que Dios gobierna en Jacob, hasta los confines de la tierra. (Selah)
14 Regresan al anochecer, aúllan como perros, y rondan por la ciudad;
15 merodean buscando qué devorar, y si no se sacian, gruñen.
16 Pero yo cantaré de tu poder; sí, gozoso cantaré por la mañana tu misericordia; porque tú has sido mi baluarte, y un refugio en el día de mi angustia.
17 Oh fortaleza mía, a ti cantaré alabanzas; porque mi baluarte es Dios, el Dios que me muestra misericordia.
1 Para el director del coro; según la tonada de El lirio del testimonio. Mictam de David para enseñar, cuando luchó con Aram-naharaim y contra Aram-soba, y volvió Joab e hirió a doce mil edomitas en el valle de la Sal. Oh Dios, tú nos has rechazado, nos has quebrantado, te has airado. Restáuranos, oh Dios .
2 Has hecho temblar la tierra, la has hendido; sana sus hendiduras, porque se tambalea.
3 Cosas duras has hecho ver a tu pueblo; nos has dado a beber vino embriagador.
4 Has dado un estandarte a los que te temen, para que sea alzado por causa de la verdad. (Selah)
5 Para que sean librados tus amados, salva con tu diestra, y respóndeme.
6 Dios ha hablado en su santuario: Me alegraré, repartiré a Siquem, y mediré el valle de Sucot.
7 Mío es Galaad, mío es Manasés, Efraín es el yelmo de mi cabeza, Judá es mi cetro.
8 Moab es la vasija en que me lavo; sobre Edom arrojaré mi calzado; clama a gritos, oh Filistea, a causa de mí.
9 ¿Quién me conducirá a la ciudad fortificada? ¿Quién me guiará hasta Edom?
10 ¿No eres tú, oh Dios, el que nos ha rechazado? ¿No saldrás, oh Dios, con nuestros ejércitos?
11 Danos ayuda contra el adversario, pues vano es el auxilio del hombre.
12 En Dios haremos proezas, y El hollará a nuestros adversarios.
1 Para el director del coro. Sobre instrumentos de cuerdas. Salmo de David. Oye, oh Dios, mi clamor; atiende a mi oración.
2 Desde los confines de la tierra te invoco, cuando mi corazón desmaya. Condúceme a la roca que es más alta que yo.
3 Porque tú has sido refugio para mí, torre fuerte frente al enemigo.
4 Que more yo en tu tienda para siempre; y me abrigue en el refugio de tus alas. (Selah)
5 Porque tú, oh Dios, has escuchado mis votos; tú me has dado la heredad de los que temen tu nombre.
6 Tú añadirás días a los días del rey; sus años serán como muchas generaciones.
7 El reinará para siempre delante de Dios; concédele misericordia y fidelidad para que lo guarden.
8 Así cantaré alabanzas a tu nombre para siempre, cumpliendo mis votos día tras día.
1 Para el director del coro; según Jedutún. Salmo de David. En Dios solamente espera en silencio mi alma; de El viene mi salvación.
2 Sólo El es mi roca y mi salvación, mi baluarte, nunca seré sacudido.
3 ¿Hasta cuándo atacaréis a un hombre, vosotros todos, para derribarlo , como pared inclinada, como cerca que se tambalea?
4 Solamente consultan para derribarlo de su eminencia; en la falsedad se deleitan; bendicen con la boca, pero por dentro maldicen. (Selah)
5 Alma mía, espera en silencio solamente en Dios, pues de El viene mi esperanza.
6 Sólo El es mi roca y mi salvación, mi refugio, nunca seré sacudido.
7 En Dios descansan mi salvación y mi gloria; la roca de mi fortaleza, mi refugio, está en Dios.
8 Confiad en El en todo tiempo, oh pueblo; derramad vuestro corazón delante de El; Dios es nuestro refugio. (Selah)
9 Los hombres de baja condición sólo son vanidad, y los de alto rango son mentira; en la balanza suben, todos juntos pesan menos que un soplo.
10 No confiéis en la opresión, ni en el robo pongáis vuestra esperanza; si las riquezas aumentan, no pongáis el corazón en ellas .
11 Una vez ha hablado Dios; dos veces he oído esto: Que de Dios es el poder;
12 y tuya es, oh Señor, la misericordia, pues tú pagas al hombre conforme a sus obras.
1 Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá. Oh Dios, tú eres mi Dios; te buscaré con afán. Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela cual tierra seca y árida donde no hay agua.
2 Así te contemplaba en el santuario, para ver tu poder y tu gloria.
3 Porque tu misericordia es mejor que la vida, mis labios te alabarán.
4 Así te bendeciré mientras viva, en tu nombre alzaré mis manos.
5 Como con médula y grosura está saciada mi alma; y con labios jubilosos te alaba mi boca.
6 Cuando en mi lecho me acuerdo de ti, en ti medito durante las vigilias de la noche.
7 Porque tú has sido mi socorro, y a la sombra de tus alas canto gozoso.
8 A ti se aferra mi alma; tu diestra me sostiene.
9 Pero los que buscan mi vida para destruirla, caerán a las profundidades de la tierra.
10 Serán entregados al poder de la espada; presa serán de las zorras.
11 Mas el rey se regocijará en Dios; y todo el que por El jura se gloriará, porque la boca de los que dicen mentiras será cerrada.
1 Al director del coro. Salmo de David. Escucha mi voz, oh Dios, en mi queja; guarda mi vida del terror del enemigo.
2 Escóndeme de los planes secretos de los malhechores, del asalto de los obradores de iniquidad,
3 que afilan su lengua como espada, y lanzan palabras amargas como saeta,
4 para herir en oculto al íntegro; lo hieren repentinamente, y no temen.
5 Se aferran en propósitos malignos; hablan de tender trampas en secreto, y dicen: ¿Quién las verá?
6 Traman injusticias, diciendo: Estamos listos con una trama bien concebida; pues los pensamientos del hombre y su corazón son profundos.
7 Pero Dios les disparará con saeta; repentinamente serán heridos.
8 Vuelven su lengua tropezadero contra sí mismos; todos los que los vean menearán la cabeza.
9 Entonces todos los hombres temerán, y declararán la obra de Dios, y considerarán sus hechos.
10 El justo se alegrará en el SEÑOR, y en El se refugiará; y todos los rectos de corazón se gloriarán.
1 Para el director del coro. Salmo de David. Cántico. Silencio habrá delante de ti, y alabanza en Sion, oh Dios; y a ti se cumplirá el voto.
2 ¡Oh tú, que escuchas la oración! Hasta ti viene todo hombre.
3 Las iniquidades prevalecen contra mí; mas nuestras transgresiones tú las perdonas.
4 Cuán bienaventurado es el que tú escoges, y acercas a ti , para que more en tus atrios. Seremos saciados con el bien de tu casa, tu santo templo.
5 Con grandes prodigios nos respondes en justicia, oh Dios de nuestra salvación, confianza de todos los términos de la tierra, y del más lejano mar;
6 tú, el que afirma los montes con su poder, ceñido de potencia;
7 el que calma el rugido de los mares, el estruendo de las olas, y el tumulto de los pueblos.
8 Por eso los que moran en los confines de la tierra temen tus obras, tú haces cantar de júbilo a la aurora y al ocaso.
9 Tú visitas la tierra y la riegas en abundancia, en gran manera la enriqueces; el río de Dios rebosa de agua; tú les preparas su grano, porque así preparas la tierra.
10 Riegas sus surcos abundantemente, allanas sus camellones, la ablandas con lluvias, bendices sus renuevos.
11 Tú has coronado el año con tus bienes, y tus huellas destilan grosura.
12 Destilan los pastos del desierto, y los collados se ciñen de alegría.
13 Las praderas se visten de rebaños, y los valles se cubren de grano; dan voces de júbilo, sí, cantan.
1 Para el director del coro. Cántico. Salmo. Aclamad con júbilo a Dios, toda la tierra;
2 cantad la gloria de su nombre; haced gloriosa su alabanza.
3 Decid a Dios: ¡Cuán portentosas son tus obras! Por la grandeza de tu poder, tus enemigos fingirán obedecerte.
4 Toda la tierra te adorará, y cantará alabanzas a ti, cantará alabanzas a tu nombre. (Selah)
5 Venid y ved las obras de Dios, admirable en sus hechos a favor de los hijos de los hombres.
6 Convirtió el mar en tierra seca; cruzaron el río a pie; regocijémonos allí en El.
7 El domina con su poder para siempre; sus ojos velan sobre las naciones; no se enaltezcan los rebeldes. (Selah)
8 Bendecid, oh pueblos, a nuestro Dios, y haced oír la voz de su alabanza.
9 El es quien nos guarda con vida, y no permite que nuestros pies resbalen.
10 Porque tú nos has probado, oh Dios; nos has refinado como se refina la plata.
11 Nos metiste en la red; carga pesada pusiste sobre nuestros lomos.
12 Hiciste cabalgar hombres sobre nuestras cabezas; pasamos por el fuego y por el agua, pero tú nos sacaste a un lugar de abundancia.
13 Entraré en tu casa con holocaustos; a ti cumpliré mis votos,
14 los que pronunciaron mis labios y habló mi boca cuando yo estaba en angustia.
15 Te ofreceré holocaustos de animales engordados, con sahumerio de carneros; haré una ofrenda de toros y machos cabríos. (Selah)
16 Venid y oíd, todos los que a Dios teméis, y contaré lo que El ha hecho por mi alma.
17 Con mi boca clamé a El, y ensalzado fue con mi lengua.
18 Si observo iniquidad en mi corazón, el Señor no me escuchará.
19 Pero ciertamente Dios me ha oído; El atendió a la voz de mi oración.
20 Bendito sea Dios, que no ha desechado mi oración, ni apartado de mí su misericordia.
1 Para el director del coro; con instrumentos de cuerda. Salmo. Cántico. Dios tenga piedad de nosotros y nos bendiga, y haga resplandecer su rostro sobre nosotros; (Selah)
2 para que sea conocido en la tierra tu camino, entre todas las naciones tu salvación.
3 Te den gracias los pueblos, oh Dios, todos los pueblos te den gracias.
4 Alégrense y canten con júbilo las naciones, porque tú juzgarás a los pueblos con equidad, y guiarás a las naciones en la tierra. (Selah)
5 Te den gracias los pueblos, oh Dios, todos los pueblos te den gracias.
6 La tierra ha dado su fruto; Dios, nuestro Dios, nos bendice.
7 Dios nos bendice, para que le teman todos los términos de la tierra.
1 Para el director del coro. Salmo de David. Cántico. Levántese Dios; sean esparcidos sus enemigos, y huyan delante de El los que le aborrecen.
2 Como se disipa el humo, disípalos ; como la cera se derrite delante del fuego, así perezcan los impíos delante de Dios.
3 Pero alégrense los justos, regocíjense delante de Dios; sí, que rebosen de alegría.
4 Cantad a Dios, cantad alabanzas a su nombre; abrid paso al que cabalga por los desiertos, cuyo nombre es el SEÑOR; regocijaos delante de El.
5 Padre de los huérfanos y defensor de las viudas es Dios en su santa morada.
6 Dios prepara un hogar para los solitarios; conduce a los cautivos a prosperidad; sólo los rebeldes habitan en una tierra seca.
7 Oh Dios, cuando saliste al frente de tu pueblo, cuando marchaste por el desierto, (Selah)
8 tembló la tierra; también se derramaron los cielos ante la presencia de Dios; el Sinaí mismo tembló delante de Dios, el Dios de Israel.
9 Tú esparciste lluvia abundante, oh Dios, tú fortaleciste tu heredad cuando estaba extenuada.
10 Los de tu pueblo se establecieron en ella; en tu bondad, oh Dios, proveíste para el pobre.
11 El Señor da la palabra; las mujeres que anuncian las buenas nuevas son gran multitud:
12 Los reyes de los ejércitos huyen; sí huyen, y la que se queda en casa repartirá el botín.
13 Cuando os acostáis en los apriscos, sois como alas de paloma cubiertas de plata, y sus plumas de oro resplandeciente.
14 Cuando el Omnipotente dispersó allí a los reyes, nevaba en el monte Salmón.
15 Monte de Dios es el monte de Basán; monte de muchos picos es el monte de Basán.
16 ¿Por qué miráis con envidia, oh montes de muchos picos, al monte que Dios ha deseado para morada suya? Ciertamente el SEÑOR habitará allí para siempre.
17 Los carros de Dios son miríadas, millares y millares; el Señor está entre ellos en santidad, como en el Sinaí.
18 Tú has ascendido a lo alto, has llevado en cautividad a tus cautivos; has recibido dones entre los hombres, y aun entre los rebeldes, para que el SEÑOR Dios habite entre ellos.
19 Bendito sea el Señor, que cada día lleva nuestra carga, el Dios que es nuestra salvación. (Selah)
20 Dios es para nosotros un Dios de salvación, y a DIOS el Señor pertenece el librar de la muerte.
21 Ciertamente Dios herirá la cabeza de sus enemigos, la testa cabelluda del que anda en sus delitos.
22 Dijo el Señor: De Basán los haré volver; los haré volver de las profundidades del mar;
23 para que tu pie los aplaste en sangre, y la lengua de tus perros tenga la porción de tus enemigos.
24 Ellos han visto tu procesión, oh Dios, la procesión de mi Dios, mi Rey, hacia el santuario.
25 Los cantores iban delante, los músicos detrás, en medio de las doncellas tocando panderos.
26 Bendecid a Dios en las congregaciones, al SEÑOR, vosotros del linaje de Israel.
27 Allí va Benjamín, el más joven, dirigiéndolos, los príncipes de Judá con su grupo, los príncipes de Zabulón, los príncipes de Neftalí.
28 El Dios tuyo ha mandado tu fuerza; muestra tu poder, oh Dios, tú que has obrado por nosotros.
29 Por causa de tu templo en Jerusalén te traerán presentes los reyes.
30 Reprende las fieras de las cañas, la manada de toros con los becerros de los pueblos, pisoteando las piezas de plata; El ha dispersado a los pueblos que se deleitan en la guerra.
31 De Egipto saldrán mensajeros; Etiopía se apresurará a extender sus manos hacia Dios.
32 Cantad a Dios, oh reinos de la tierra; cantad alabanzas al Señor. (Selah)
33 Cantad al que cabalga sobre los cielos de los cielos, que son desde la antigüedad; he aquí, El da su voz, voz poderosa.
34 Atribuid a Dios fortaleza; su majestad es sobre Israel, y su poder está en los cielos.
35 Imponente eres, oh Dios, desde tu santuario. El Dios mismo de Israel da fortaleza y poder al pueblo. ¡Bendito sea Dios!
1 Para el director del coro; según Sosanim. Salmo de David. Sálvame, oh Dios, porque las aguas me han llegado hasta el alma.
2 Me he hundido en cieno profundo, y no hay donde hacer pie; he llegado a lo profundo de las aguas, y la corriente me anega.
3 Cansado estoy de llorar; reseca está mi garganta; mis ojos desfallecen mientras espero a mi Dios.
4 Más que los cabellos de mi cabeza son los que sin causa me aborrecen; poderosos son los que quieren destruirme, sin razón son mis enemigos, me hacen devolver aquello que no robé.
5 Oh Dios, tú conoces mi insensatez, y mis transgresiones no te son ocultas.
6 ¡No se avergüencen de mí los que en ti esperan, oh Señor, DIOS de los ejércitos! ¡No sean humillados por mí los que te buscan, oh Dios de Israel!
7 Pues por amor de ti he sufrido vituperio; la ignominia ha cubierto mi rostro.
8 Me he convertido en extraño para mis hermanos, y en extranjero para los hijos de mi madre.
9 Porque el celo por tu casa me ha consumido, y los vituperios de los que te injurian han caído sobre mí.
10 Cuando lloraba afligiendo con ayuno mi alma, eso se convirtió en afrenta para mí.
11 Cuando hice de cilicio mi vestido, me convertí en proverbio para ellos.
12 Hablan de mí los que se sientan a la puerta, y soy la canción de los borrachos.
13 Pero yo elevo a ti mi oración, oh SEÑOR, en tiempo propicio; oh Dios, en la grandeza de tu misericordia, respóndeme con tu verdad salvadora.
14 Sácame del cieno y no dejes que me hunda; sea yo librado de los que me odian, y de lo profundo de las aguas.
15 No me cubra la corriente de las aguas, ni me trague el abismo, ni el pozo cierre sobre mí su boca.
16 Respóndeme, oh SEÑOR, pues buena es tu misericordia; vuélvete a mí, conforme a tu inmensa compasión,
17 y no escondas tu rostro de tu siervo, porque estoy en angustia; respóndeme pronto.
18 Acércate a mi alma y redímela; por causa de mis enemigos, rescátame.
19 Tú conoces mi afrenta, mi vergüenza y mi ignominia; todos mis adversarios están delante de ti.
20 La afrenta ha quebrantado mi corazón, y estoy enfermo; esperé compasión, pero no la hubo; busqué consoladores, pero no los hallé.
21 Y por comida me dieron hiel, y para mi sed me dieron a beber vinagre.
22 Que la mesa delante de ellos se convierta en lazo, y cuando estén en paz, se vuelva una trampa.
23 Núblense sus ojos para que no puedan ver, y haz que sus lomos tiemblen continuamente.
24 Derrama sobre ellos tu indignación, y que el ardor de tu ira los alcance.
25 Sea desolado su campamento, y nadie habite en sus tiendas.
26 Porque han perseguido al que ya tú has herido, y cuentan del dolor de aquellos que tú has traspasado.
27 Añade iniquidad a su iniquidad, y que no entren en tu justicia.
28 Sean borrados del libro de la vida, y no sean inscritos con los justos.
29 Pero yo estoy afligido y adolorido; tu salvación, oh Dios, me ponga en alto.
30 Con cántico alabaré el nombre de Dios, y con acción de gracias le exaltaré.
31 Y esto agradará al SEÑOR más que el sacrificio de un buey, o de un novillo con cuernos y pezuñas.
32 Esto han visto los humildes y se alegran. Viva vuestro corazón, los que buscáis a Dios.
33 Porque el SEÑOR oye a los necesitados, y no menosprecia a los suyos que están presos.
34 Alábenle los cielos y la tierra, los mares y todo lo que en ellos se mueve.
35 Porque Dios salvará a Sion y edificará las ciudades de Judá, para que ellos moren allí y la posean.
36 Y la descendencia de sus siervos la heredará, y los que aman su nombre morarán en ella.
1 Para el director del coro. Salmo de David. Para conmemorar. Oh Dios, apresúrate a librarme; apresúrate, oh SEÑOR, a socorrerme.
2 Sean avergonzados y humillados los que buscan mi vida; sean vueltos atrás y cubiertos de ignominia los que se complacen en mi mal.
3 Sean vueltos atrás por causa de su vergüenza los que dicen: ¡Ajá, ajá!
4 Regocíjense y alégrense en ti todos los que te buscan; que digan continuamente: ¡Engrandecido sea Dios! los que aman tu salvación.
5 Mas yo estoy afligido y necesitado; oh Dios, ven pronto a mí. Tú eres mi socorro y mi libertador; SEÑOR, no te tardes.
1 En ti, oh SEÑOR, me refugio; jamás sea yo avergonzado.
2 Líbrame en tu justicia, y rescátame; inclina a mí tu oído, y sálvame.
3 Sé para mí una roca de refugio, a la cual pueda ir continuamente; tú has dado mandamiento para salvarme, porque tú eres mi roca y mi fortaleza.
4 Dios mío, rescátame de la mano del impío, de la mano del malhechor y del implacable,
5 porque tú eres mi esperanza; oh Señor DIOS, tú eres mi confianza desde mi juventud.
6 De ti he recibido apoyo desde mi nacimiento; tú eres el que me sacó del seno de mi madre; para ti es continuamente mi alabanza.
7 He llegado a ser el asombro de muchos, porque tú eres mi refugio fuerte.
8 Llena está mi boca de tu alabanza y de tu gloria todo el día.
9 No me rechaces en el tiempo de la vejez; no me desampares cuando me falten las fuerzas.
10 Porque mis enemigos han hablado de mí; y los que acechan mi vida han consultado entre sí,
11 diciendo: Dios lo ha desamparado; perseguidlo y apresadlo, pues no hay quien lo libre.
12 Oh Dios, no estés lejos de mí; Dios mío, apresúrate a socorrerme.
13 Sean avergonzados y consumidos los enemigos de mi alma; sean cubiertos de afrenta y de ignominia los que procuran mi mal.
14 Mas yo esperaré continuamente, y aún te alabaré más y más.
15 Todo el día contará mi boca de tu justicia y de tu salvación, porque son innumerables.
16 Vendré con los hechos poderosos de DIOS el Señor; haré mención de tu justicia, de la tuya sola.
17 Oh Dios, tú me has enseñado desde mi juventud, y hasta ahora he anunciado tus maravillas.
18 Y aun en la vejez y las canas, no me desampares, oh Dios, hasta que anuncie tu poder a esta generación, tu poderío a todos los que han de venir.
19 Porque tu justicia, oh Dios, alcanza hasta los cielos, tú que has hecho grandes cosas; oh Dios, ¿quién como tú?
20 Tú que me has hecho ver muchas angustias y aflicciones, me volverás a dar vida, y me levantarás de nuevo de las profundidades de la tierra.
21 Aumenta tú mi grandeza, y vuelve a consolarme.
22 Y yo te daré gracias con el arpa, cantaré tu verdad, Dios mío; a ti cantaré alabanzas con la lira, oh Santo de Israel.
23 Darán voces de júbilo mis labios, cuando te cante alabanzas, y mi alma, que tú has redimido.
24 También mi lengua hablará de tu justicia todo el día, porque han sido avergonzados, porque han sido humillados, los que procuran mi mal.
1 Salmo a Salomón. Oh Dios, da tus juicios al rey, y tu justicia al hijo del rey.
2 Juzgue él a tu pueblo con justicia, y a tus afligidos con equidad.
3 Traigan paz los montes al pueblo, y justicia los collados.
4 Haga él justicia a los afligidos del pueblo, salve a los hijos de los pobres, y aplaste al opresor.
5 Que te teman mientras duren el sol y la luna, por todas las generaciones.
6 Descienda él como la lluvia sobre la hierba cortada, como aguaceros que riegan la tierra.
7 Florezca la justicia en sus días, y abundancia de paz hasta que no haya luna.
8 Domine él de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra.
9 Dobléguense ante él los moradores del desierto, y sus enemigos laman el polvo.
10 Los reyes de Tarsis y de las islas traigan presentes; los reyes de Sabá y de Seba ofrezcan tributo;
11 y póstrense ante él todos los reyes de la tierra ; sírvanle todas las naciones.
12 Porque él librará al necesitado cuando clame, también al afligido y al que no tiene quien le auxilie.
13 Tendrá compasión del pobre y del necesitado, y la vida de los necesitados salvará.
14 Rescatará su vida de la opresión y de la violencia, y su sangre será preciosa ante sus ojos.
15 Que viva, pues, y se le dé del oro de Sabá, y que se ore por él continuamente; que todo el día se le bendiga.
16 Haya abundancia de grano en la tierra, en las cumbres de los montes; su fruto se mecerá como los cedros del Líbano; y los de la ciudad florezcan como la hierba de la tierra.
17 Sea su nombre para siempre; que su nombre se engrandezca mientras dure el sol, y sean benditos por él los hombres ; llámenlo bienaventurado todas las naciones.
18 Bendito sea el SEÑOR Dios, el Dios de Israel, el único que hace maravillas.
19 Bendito sea su glorioso nombre para siempre, sea llena de su gloria toda la tierra. Amén y amén.
20 Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí.
1 Salmo de Asaf. Ciertamente Dios es bueno para con Israel, para con los puros de corazón.
2 En cuanto a mí, mis pies estuvieron a punto de tropezar, casi resbalaron mis pasos.
3 Porque tuve envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de los impíos.
4 Porque no hay dolores en su muerte, y su cuerpo es robusto.
5 No sufren penalidades como los mortales, ni son azotados como los demás hombres.
6 Por tanto, el orgullo es su collar; el manto de la violencia los cubre.
7 Los ojos se les saltan de gordura; se desborda su corazón con sus antojos.
8 Se mofan, y con maldad hablan de opresión; hablan desde su encumbrada posición.
9 Contra el cielo han puesto su boca, y su lengua se pasea por la tierra.
10 Por eso el pueblo de Dios vuelve a este lugar, y beben las aguas de la abundancia.
11 Y dicen: ¿Cómo lo sabe Dios? ¿Y hay conocimiento en el Altísimo?
12 He aquí, estos son los impíos, y, siempre desahogados, han aumentado sus riquezas.
13 Ciertamente en vano he guardado puro mi corazón y lavado mis manos en inocencia;
14 pues he sido azotado todo el día y castigado cada mañana.
15 Si yo hubiera dicho: Así hablaré, he aquí, habría traicionado a la generación de tus hijos.
16 Cuando pensaba, tratando de entender esto, fue difícil para mí,
17 hasta que entré en el santuario de Dios; entonces comprendí el fin de ellos.
18 Ciertamente tú los pones en lugares resbaladizos; los arrojas a la destrucción.
19 ¡Cómo son destruidos en un momento! Son totalmente consumidos por terrores repentinos.
20 Como un sueño del que despierta, oh Señor, cuando te levantes, despreciarás su apariencia.
21 Cuando mi corazón se llenó de amargura, y en mi interior sentía punzadas,
22 entonces era yo torpe y sin entendimiento; era como una bestia delante de ti.
23 Sin embargo, yo siempre estoy contigo; tú me has tomado de la mano derecha.
24 Con tu consejo me guiarás, y después me recibirás en gloria.
25 ¿A quién tengo yo en los cielos, sino a ti? Y fuera de ti, nada deseo en la tierra.
26 Mi carne y mi corazón pueden desfallecer, pero Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre.
27 Porque he aquí, los que están lejos de ti perecerán; tú has destruido a todos los que te son infieles.
28 Mas para mí, estar cerca de Dios es mi bien; en DIOS el Señor he puesto mi refugio, para contar todas tus obras.
1 Masquil de Asaf. Oh Dios, ¿por qué nos has rechazado para siempre? ¿Por qué se enciende tu ira contra las ovejas de tu prado?
2 Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde los tiempos antiguos, la que redimiste para que sea la tribu de tu heredad, y de este monte Sion donde has habitado.
3 Dirige tus pasos hacia las ruinas eternas; todo lo que hay en el santuario lo ha dañado el enemigo.
4 Tus adversarios han rugido en medio de tu lugar de reunión; han puesto sus estandartes por señales.
5 Parece como si alguien hubiera levantado el hacha en espeso bosque.
6 Y ahora, toda su obra de talla hacen pedazos con hachas y martillos.
7 Han quemado tu santuario hasta los cimientos; han profanado la morada de tu nombre.
8 Dijeron en su corazón: Arrasémoslos por completo. Han quemado todos los santuarios de Dios en la tierra.
9 No vemos nuestras señales; ya no queda profeta, ni hay entre nosotros quien sepa hasta cuándo.
10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, blasfemará el adversario? ¿Despreciará el enemigo tu nombre para siempre?
11 ¿Por qué retiras tu mano, tu diestra? ¡Sácala de dentro de tu seno, destrúyelos !
12 Con todo, Dios es mi rey desde la antigüedad, el que hace obras de salvación en medio de la tierra.
13 Tú dividiste el mar con tu poder; quebraste las cabezas de los monstruos en las aguas.
14 Tú aplastaste las cabezas de Leviatán; lo diste por comida a los moradores del desierto.
15 Tú abriste fuentes y torrentes; tú secaste ríos inagotables.
16 Tuyo es el día, tuya es también la noche; tú has preparado la lumbrera y el sol.
17 Tú has establecido todos los términos de la tierra; tú has hecho el verano y el invierno.
18 Acuérdate de esto, SEÑOR: que el enemigo ha blasfemado, y que un pueblo insensato ha despreciado tu nombre.
19 El alma de tu tórtola no entregues a la fiera; no olvides para siempre la vida de tus afligidos.
20 Mira el pacto, SEÑOR, porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de moradas de violencia.
21 No vuelva avergonzado el oprimido; alaben tu nombre el afligido y el necesitado.
22 Levántate, oh Dios, defiende tu causa; acuérdate de cómo el necio te injuria todo el día.
23 No te olvides del vocerío de tus adversarios, del tumulto de los que se levantan contra ti, que sube continuamente.
1 Para el director del coro; según tonada de No destruyas. Salmo de Asaf. Cántico. Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias, pues cercano está tu nombre; los hombres declaran tus maravillas.
2 Cuando yo escoja el tiempo oportuno, seré yo quien juzgará con equidad.
3 Tiemblan la tierra y todos sus moradores, mas yo sostengo sus columnas. (Selah)
4 Dije a los orgullosos: No os jactéis; y a los impíos: No alcéis la frente;
5 no levantéis en alto vuestra frente; no habléis con orgullo insolente.
6 Porque ni del oriente ni del occidente, ni del desierto viene el enaltecimiento;
7 sino que Dios es el juez; a uno humilla y a otro ensalza.
8 Porque hay un cáliz en la mano del SEÑOR, y el vino fermenta, lleno de mixtura, y de éste El sirve; ciertamente lo sorberán hasta las heces y lo beberán todos los impíos de la tierra.
9 Pero yo lo anunciaré para siempre; cantaré alabanzas al Dios de Jacob.
10 Quebraré todo el poderío de los impíos, pero el poderío del justo será ensalzado.
1 Para el director del coro; con instrumentos de cuerdas. Salmo de Asaf. Cántico. Dios es conocido en Judá; grande es su nombre en Israel.
2 En Salem está su tabernáculo, y en Sion su morada.
3 Allí quebró las saetas encendidas del arco, el escudo, la espada y las armas de guerra. (Selah)
4 Resplandeciente eres, más majestuoso que los montes de caza.
5 Fueron despojados los fuertes de corazón; durmieron su sueño, y ninguno de los guerreros pudo usar sus manos.
6 A tu reprensión, oh Dios de Jacob, auriga y caballo cayeron en profundo sueño.
7 Tú, sólo tú, has de ser temido; ¿y quién podrá estar en pie en tu presencia en el momento de tu ira?
8 Hiciste oír juicio desde los cielos; temió la tierra y enmudeció
9 al levantarse Dios para juzgar, para salvar a todos los humildes de la tierra. (Selah)
10 Pues el furor del hombre te alabará; con un residuo de furor te ceñirás.
11 Haced votos al SEÑOR vuestro Dios, y cumplidlos ; todos los que están alrededor de El traigan presentes al que debe ser temido.
12 El cortará el espíritu de los príncipes; temido es por los reyes de la tierra.
1 Para el director del coro; según Jedutún. Salmo de Asaf. Mi voz se eleva a Dios, y a El clamaré; mi voz se eleva a Dios, y El me oirá.
2 En el día de mi angustia busqué al Señor; en la noche mi mano se extendía sin cansarse; mi alma rehusaba ser consolada.
3 Me acuerdo de Dios, y me siento turbado; me lamento, y mi espíritu desmaya. (Selah)
4 Has mantenido abiertos mis párpados; estoy tan turbado que no puedo hablar.
5 He pensado en los días pasados, en los años antiguos.
6 De noche me acordaré de mi canción; en mi corazón meditaré; y mi espíritu inquiere.
7 ¿Rechazará el Señor para siempre, y no mostrará más su favor?
8 ¿Ha cesado para siempre su misericordia? ¿Ha terminado para siempre su promesa?
9 ¿Ha olvidado Dios tener piedad, o ha retirado con su ira su compasión? (Selah)
10 Entonces dije: Este es mi dolor: que la diestra del Altísimo ha cambiado.
11 Me acordaré de las obras del SEÑOR; ciertamente me acordaré de tus maravillas antiguas.
12 Meditaré en toda tu obra, y reflexionaré en tus hechos.
13 Santo es, oh Dios, tu camino; ¿qué dios hay grande como nuestro Dios?
14 Tú eres el Dios que hace maravillas, has hecho conocer tu poder entre los pueblos.
15 Con tu brazo has redimido a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José. (Selah)
16 Las aguas te vieron, oh Dios, te vieron las aguas y temieron, los abismos también se estremecieron.
17 Derramaron aguas las nubes, tronaron los nubarrones, también tus saetas centellearon por doquier.
18 La voz de tu trueno estaba en el torbellino, los relámpagos iluminaron al mundo, la tierra se estremeció y tembló.
19 En el mar estaba tu camino, y tus sendas en las aguas inmensas, y no se conocieron tus huellas.
20 Como rebaño guiaste a tu pueblo por mano de Moisés y de Aarón.
1 Masquil de Asaf. Escucha, pueblo mío, mi enseñanza; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.
2 En parábolas abriré mi boca; hablaré enigmas de la antigüedad,
3 que hemos oído y conocido, y que nuestros padres nos han contado.
4 No lo ocultaremos a sus hijos, sino que contaremos a la generación venidera las alabanzas del SEÑOR, su poder y las maravillas que hizo.
5 Porque El estableció un testimonio en Jacob, y puso una ley en Israel, la cual ordenó a nuestros padres que enseñaran a sus hijos;
6 para que la generación venidera lo supiera, aun los hijos que habían de nacer; y éstos se levantaran y lo contaran a sus hijos,
7 para que ellos pusieran su confianza en Dios, y no se olvidaran de las obras de Dios, sino que guardaran sus mandamientos;
8 y no fueran como sus padres, una generación porfiada y rebelde, generación que no preparó su corazón, y cuyo espíritu no fue fiel a Dios.
9 Los hijos de Efraín eran arqueros bien equipados, pero volvieron las espaldas el día de la batalla.
10 No guardaron el pacto de Dios, y rehusaron andar en su ley;
11 olvidaron sus obras, y los milagros que les había mostrado.
12 El hizo maravillas en presencia de sus padres, en la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.
13 Dividió el mar y los hizo pasar, y contuvo las aguas como en un montón.
14 Después los guió de día con la nube, y toda la noche con un resplandor de fuego.
15 Partió las rocas en el desierto, y les dio agua tan abundante como las profundidades del océano;
16 hizo salir corrientes de la peña, e hizo descender aguas como ríos.
17 Pero aún siguieron pecando contra El, rebelándose contra el Altísimo en el desierto.
18 Y en sus corazones tentaron a Dios, pidiendo comida a su gusto.
19 Hablaron contra Dios, y dijeron: ¿Podrá Dios preparar mesa en el desierto?
20 He aquí, hirió la roca y brotaron aguas, y torrentes se desbordaron; ¿podrá también dar pan?, ¿proveerá carne para su pueblo?
21 Por tanto, al oírlo, el SEÑOR se indignó; un fuego se encendió contra Jacob, y aumentó también la ira contra Israel,
22 porque no creyeron en Dios, ni confiaron en su salvación.
23 Sin embargo, dio órdenes a las nubes arriba, y abrió las puertas de los cielos;
24 hizo llover sobre ellos maná para comer, y les dio comida del cielo.
25 Pan de ángeles comió el hombre; Dios les mandó comida hasta saciarlos.
26 Hizo soplar en el cielo el viento solano, y con su poder dirigió el viento del sur,
27 El hizo llover sobre ellos carne como polvo, aladas aves como la arena de los mares,
28 y las hizo caer en medio del campamento, alrededor de sus viviendas.
29 Comieron y quedaron bien saciados, y les concedió su deseo.
30 Antes de que hubieran satisfecho su deseo, mientras la comida aún estaba en su boca,
31 la ira de Dios se alzó contra ellos y mató a algunos de los más robustos, y subyugó a los escogidos de Israel.
32 A pesar de todo esto, todavía pecaron y no creyeron en sus maravillas.
33 El, pues, hizo terminar sus días en vanidad, y sus años en terror súbito.
34 Cuando los hería de muerte, entonces le buscaban, y se volvían y buscaban con diligencia a Dios;
35 se acordaban de que Dios era su roca, y el Dios Altísimo su Redentor.
36 Mas con su boca le engañaban, y con su lengua le mentían.
37 Pues su corazón no era leal para con El, ni eran fieles a su pacto.
38 Mas El, siendo compasivo, perdonaba sus iniquidades y no los destruía; muchas veces contuvo su ira, y no despertó todo su furor.
39 Se acordaba de que ellos eran carne, un soplo que pasa y no vuelve.
40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra El en el desierto, y le entristecieron en las soledades!
41 Tentaron a Dios una y otra vez, y afligieron al Santo de Israel.
42 No se acordaron de su poder, del día en que los redimió del adversario,
43 cuando hizo sus señales en Egipto, y sus prodigios en el campo de Zoán.
44 Convirtió en sangre sus ríos y sus corrientes, y no pudieron beber.
45 Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban, y ranas que los destruían.
46 Entregó también sus cosechas al saltamontes, y el fruto de su trabajo a la langosta.
47 Con granizo destruyó sus vides, y sus sicómoros con escarcha.
48 Entregó también al granizo sus ganados, y sus rebaños a los rayos.
49 Envió sobre ellos el ardor de su ira, furia, indignación y angustia, un ejército de ángeles destructores.
50 Preparó senda para su ira; no eximió sus almas de la muerte, sino que entregó sus vidas a la plaga,
51 e hirió a todos los primogénitos en Egipto, las primicias de su virilidad en las tiendas de Cam.
52 Mas a su pueblo lo sacó como a ovejas, como a rebaño los condujo en el desierto;
53 los guió con seguridad, de modo que no temieron, pero el mar se tragó a sus enemigos.
54 Los trajo, pues, a su tierra santa, a esta tierra montañosa que su diestra había adquirido.
55 Y expulsó a las naciones de delante de ellos; las repartió con medida por herencia, e hizo habitar en sus tiendas a las tribus de Israel.
56 Empero ellos tentaron y provocaron al Dios Altísimo, y no guardaron sus testimonios,
57 sino que se volvieron atrás y fueron desleales como sus padres; se desviaron como arco engañoso.
58 Pues le provocaron con sus lugares altos, y despertaron sus celos con sus imágenes talladas.
59 Al oírlo Dios, se indignó, y aborreció a Israel en gran manera.
60 Abandonó la morada en Silo, la tienda que había levantado entre los hombres,
61 y entregó al cautiverio su poderío, y su gloria en manos del adversario.
62 Entregó también su pueblo a la espada, y se indignó contra su heredad.
63 El fuego consumió a sus jóvenes, y no tuvieron canciones de bodas sus doncellas.
64 Sus sacerdotes cayeron a espada, y sus viudas no pudieron llorar.
65 Entonces despertó el Señor como de un sueño, como guerrero vencido por el vino,
66 e hizo retroceder a sus adversarios, poniendo sobre ellos una afrenta perpetua.
67 Desechó también la tienda de José, y no escogió a la tribu de Efraín,
68 sino que escogió a la tribu de Judá, al monte Sion que El amaba.
69 Y edificó su santuario como las alturas, como la tierra que ha fundado para siempre.
70 Escogió también a David su siervo, lo tomó de entre los apriscos de las ovejas;
71 lo trajo de cuidar las ovejas con sus corderitos, para pastorear a Jacob, su pueblo, y a Israel, su heredad.
72 Y él los pastoreó según la integridad de su corazón, y los guió con la destreza de sus manos.
1 Salmo de Asaf. Oh Dios, las naciones han invadido tu heredad; han profanado tu santo templo; han dejado a Jerusalén en ruinas.
2 Han dado los cadáveres de tus siervos por comida a las aves del cielo, la carne de tus santos a las fieras de la tierra.
3 Como agua han derramado su sangre alrededor de Jerusalén; y no hubo quien les diera sepultura.
4 Hemos sido el oprobio de nuestros vecinos, escarnio y burla de los que nos rodean.
5 ¿Hasta cuándo, SEÑOR? ¿Estarás airado para siempre? ¿Arderán como fuego tus celos?
6 Derrama tu furor sobre las naciones que no te conocen, y sobre los reinos que no invocan tu nombre.
7 Pues han devorado a Jacob, y han asolado su morada.
8 No recuerdes contra nosotros las iniquidades de nuestros antepasados; venga pronto a nuestro encuentro tu compasión, porque estamos muy abatidos.
9 Ayúdanos oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre.
10 ¿Por qué han de decir las naciones: Dónde está su Dios? Sea notoria entre las naciones, a nuestra vista, la venganza por la sangre derramada de tus siervos.
11 Llegue a tu presencia el gemido del cautivo; conforme a la grandeza de tu poder preserva a los condenados a muerte.
12 Y devuelve a nuestros vecinos siete veces en su seno la afrenta con que te han ofendido, Señor.
13 Y nosotros, pueblo tuyo y ovejas de tu prado, te daremos gracias para siempre; a todas las generaciones hablaremos de tu alabanza.
1 Para el director del coro; según la tonada a los Lirios; Testimonio. Salmo de Asaf. Presta oído, oh Pastor de Israel; tú que guías a José como un rebaño; tú que estás sentado más alto que los querubines; ¡resplandece!
2 Delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés, despierta tu poder y ven a salvarnos.
3 Restáuranos, oh Dios, y haz resplandecer tu rostro sobre nosotros , y seremos salvos.
4 Oh SEÑOR, Dios de los ejércitos, ¿hasta cuándo estarás airado contra la oración de tu pueblo?
5 Les has dado a comer pan de lágrimas, y les has hecho beber lágrimas en gran abundancia.
6 Nos haces objeto de contienda para nuestros vecinos, y nuestros enemigos se ríen entre sí.
7 Oh Dios de los ejércitos, restáuranos; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y seremos salvos.
8 Tú removiste una vid de Egipto; expulsaste las naciones y la plantaste.
9 Limpiaste el terreno delante de ella; echó profundas raíces y llenó la tierra.
10 Los montes fueron cubiertos con su sombra, y los cedros de Dios con sus ramas.
11 Extendía sus ramas hasta el mar, y sus renuevos hasta el río.
12 ¿Por qué has derribado sus vallados, de modo que la vendimian todos los que pasan de camino?
13 El puerco montés la devora, y de ella se alimenta todo lo que se mueve en el campo.
14 Oh Dios de los ejércitos, vuelve ahora, te rogamos; mira y ve desde el cielo, y cuida esta vid,
15 la cepa que tu diestra ha plantado y el vástago que para ti has fortalecido.
16 Está quemada con fuego, y cortada; ante el reproche de tu rostro perecen.
17 Sea tu mano sobre el hombre de tu diestra, sobre el hijo de hombre que para ti fortaleciste.
18 Entonces no nos apartaremos de ti; avívanos, e invocaremos tu nombre.
19 Oh SEÑOR, Dios de los ejércitos, restáuranos; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros y seremos salvos.
1 Para el director del coro; sobre Gitit. Salmo de Asaf. Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra; aclamad con júbilo al Dios de Jacob.
2 Entonad canto de alabanza, y tocad el pandero, la melodiosa lira con el arpa.
3 Tocad la trompeta en la luna nueva, en la luna llena, en el día de nuestra fiesta.
4 Porque es estatuto para Israel, ordenanza del Dios de Jacob.
5 El lo estableció por testimonio en José, cuando salió sobre la tierra de Egipto. Un lenguaje que yo no conocía, oí:
6 Yo libré su hombro de la carga, sus manos se libraron de las canastas.
7 En la angustia llamaste, y yo te rescaté; te respondí en el escondite del trueno; en las aguas de Meriba te probé. (Selah)
8 Oye, pueblo mío, y te amonestaré. ¡Oh Israel, si tú me oyeras!
9 No haya en ti dios ajeno, ni adores a dios extranjero.
10 Yo, el SEÑOR, soy tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto; abre bien tu boca y la llenaré.
11 Pero mi pueblo no escuchó mi voz; Israel no me obedeció.
12 Por eso los entregué a la dureza de su corazón, para que anduvieran en sus propias intrigas.
13 ¡Oh, si mi pueblo me oyera, si Israel anduviera en mis caminos!
14 En un momento yo subyugaría a sus enemigos y volvería mi mano contra sus adversarios.
15 Los que aborrecen al SEÑOR le fingirían obediencia, y el tiempo de su castigo sería para siempre.
16 Pero yo te alimentaría con lo mejor del trigo, y con miel de la peña te saciaría.
1 Salmo de Asaf. Dios ocupa su lugar en su congregación; El juzga en medio de los jueces.
2 ¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente y favoreceréis a los impíos? (Selah)
3 Defended al débil y al huérfano; haced justicia al afligido y al menesteroso.
4 Rescatad al débil y al necesitado; libradlos de la mano de los impíos.
5 No saben ni entienden; caminan en tinieblas; son sacudidos todos los cimientos de la tierra.
6 Yo dije: Vosotros sois dioses, y todos sois hijos del Altísimo.
7 Sin embargo, como hombres moriréis, y caeréis como uno de los príncipes.
8 ¡Levántate, oh Dios, juzga la tierra! Porque tú posees todas las naciones.
1 Cántico. Salmo de Asaf. Oh Dios, no permanezcas en silencio; no calles, oh Dios, ni te quedes quieto.
2 Porque, he aquí, tus enemigos rugen, y los que te aborrecen se han enaltecido.
3 Hacen planes astutos contra tu pueblo, y juntos conspiran contra tus protegidos.
4 Han dicho: Venid, y destruyámoslos como nación, para que ya no haya memoria del nombre de Israel.
5 Porque de corazón han conspirado a una; hacen pacto contra ti:
6 las tiendas de Edom y de los ismaelitas, Moab y los agarenos,
7 Gebal, Amón y Amalec, Filistea con los habitantes de Tiro;
8 Asiria también se ha unido a ellos; se han convertido en ayuda para los hijos de Lot. (Selah)
9 Trátalos como a Madián, como a Sísara, como a Jabín en el torrente Cisón,
10 que fueron destruidos en Endor, que quedaron como estiércol para la tierra.
11 Pon a sus nobles como a Oreb y Zeeb, y a todos sus príncipes como a Zeba y Zalmuna,
12 que dijeron: apoderémonos de los prados de Dios.
13 Oh Dios mío, ponlos como polvo en remolino; como paja ante el viento.
14 Como fuego que consume el bosque, y como llama que incendia las montañas,
15 así persíguelos con tu tempestad, y aterrorízalos con tu torbellino.
16 Cubre sus rostros de ignominia, para que busquen tu nombre, oh SEÑOR.
17 Sean avergonzados y turbados para siempre; sean humillados y perezcan,
18 para que sepan que sólo tú, que te llamas el SEÑOR, eres el Altísimo sobre toda la tierra.
1 Para el director del coro; sobre Gitit. Salmo de los hijos de Coré. ¡Cuán preciosas son tus moradas, oh SEÑOR de los ejércitos!
2 Anhela mi alma, y aun desea con ansias los atrios del SEÑOR; mi corazón y mi carne cantan con gozo al Dios vivo.
3 Aun el ave ha hallado casa, y la golondrina nido para sí donde poner sus polluelos: ¡tus altares, oh SEÑOR de los ejércitos, Rey mío y Dios mío!
4 ¡Cuán bienaventurados son los que moran en tu casa! Continuamente te alaban. (Selah)
5 ¡Cuán bienaventurado es el hombre cuyo poder está en ti, en cuyo corazón están los caminos a Sion !
6 Pasando por el valle de Baca lo convierten en manantial, también las lluvias tempranas lo cubren de bendiciones.
7 Van de poder en poder, cada uno de ellos comparece ante Dios en Sion.
8 ¡Oh SEÑOR, Dios de los ejércitos, oye mi oración; escucha, oh Dios de Jacob! (Selah)
9 Mira, oh Dios, escudo nuestro, y contempla el rostro de tu ungido.
10 Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Prefiero estar en el umbral de la casa de mi Dios que morar en las tiendas de impiedad.
11 Porque sol y escudo es el SEÑOR Dios; gracia y gloria da el SEÑOR; nada bueno niega a los que andan en integridad.
12 Oh SEÑOR de los ejércitos, ¡cuán bienaventurado es el hombre que en ti confía!
1 Para el director del coro. Salmo de los hijos de Coré. Oh SEÑOR, tú mostraste favor a tu tierra, cambiaste la cautividad de Jacob.
2 Perdonaste la iniquidad de tu pueblo, cubriste todo su pecado. (Selah)
3 Retiraste toda tu furia, te apartaste del ardor de tu ira.
4 Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación, haz cesar tu indignación contra nosotros.
5 ¿Estarás airado con nosotros para siempre? ¿Prolongarás tu ira de generación en generación?
6 ¿No volverás a darnos vida para que tu pueblo se regocije en ti?
7 Muéstranos, oh SEÑOR, tu misericordia, y danos tu salvación.
8 Escucharé lo que dirá Dios el SEÑOR, porque hablará paz a su pueblo, a sus santos; pero que no vuelvan ellos a la insensatez.
9 Ciertamente cercana está su salvación para los que le temen, para que more su gloria en nuestra tierra.
10 La misericordia y la verdad se han encontrado, la justicia y la paz se han besado.
11 La verdad brota de la tierra, y la justicia mira desde los cielos.
12 Ciertamente el SEÑOR dará lo que es bueno, y nuestra tierra dará su fruto.
13 La justicia irá delante de El, y pondrá por camino sus pasos.
1 Oración de David. Inclina, oh SEÑOR, tu oído y respóndeme, porque estoy afligido y necesitado.
2 Guarda mi alma, pues soy piadoso; tú eres mi Dios; salva a tu siervo que en ti confía.
3 Ten piedad de mí, oh Señor, porque a ti clamo todo el día.
4 Alegra el alma de tu siervo, porque a ti, oh Señor, elevo mi alma.
5 Pues tú, Señor, eres bueno y perdonador, abundante en misericordia para con todos los que te invocan.
6 Escucha, oh SEÑOR, mi oración, y atiende a la voz de mis súplicas.
7 En el día de la angustia te invocaré, porque tú me responderás.
8 No hay nadie como tú entre los dioses, oh Señor, ni hay obras como las tuyas.
9 Todas las naciones que tú has hecho vendrán y adorarán delante de ti, Señor, y glorificarán tu nombre.
10 Porque tú eres grande y haces maravillas; sólo tú eres Dios.
11 Enséñame, oh SEÑOR, tu camino; andaré en tu verdad; unifica mi corazón para que tema tu nombre.
12 Te daré gracias, Señor mi Dios, con todo mi corazón, y glorificaré tu nombre para siempre.
13 Porque grande es tu misericordia para conmigo, y has librado mi alma de las profundidades del Seol.
14 Oh Dios, los arrogantes se han levantado contra mí, y una banda de violentos ha buscado mi vida, y no te han tenido en cuenta.
15 Mas tú, Señor, eres un Dios compasivo y lleno de piedad, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad.
16 Vuélvete hacia mí, y tenme piedad; da tu poder a tu siervo, y salva al hijo de tu sierva.
17 Muéstrame una señal de bondad, para que la vean los que me aborrecen y se avergüencen, porque tú, oh SEÑOR, me has ayudado y consolado.
1 Salmo de los hijos de Coré. Cántico. En los montes santos están sus cimientos.
2 El SEÑOR ama las puertas de Sion más que todas las otras moradas de Jacob.
3 Cosas gloriosas se dicen de ti, oh ciudad de Dios: (Selah)
4 Mencionaré a Rahab y a Babilonia entre los que me conocen; he aquí, Filistea y Tiro con Etiopía; de sus moradores se dirá: "Este nació allí."
5 Pero de Sion se dirá: Este y aquél nacieron en ella; y el Altísimo mismo la establecerá.
6 El SEÑOR contará al inscribir los pueblos: Este nació allí. (Selah)
7 Entonces tanto los cantores como los flautistas, dirán: En ti están todas mis fuentes de gozo .
1 Cántico. Salmo de los hijos de Coré. Para el director del coro; sobre Mahalat Leannot. Masquil de Hemán ezraíta. Oh SEÑOR, Dios de mi salvación, de día y de noche he clamado delante de ti.
2 Llegue mi oración a tu presencia; inclina tu oído a mi clamor.
3 Porque saturada está mi alma de males, y mi vida se ha acercado al Seol.
4 Soy contado entre los que descienden a la fosa; he llegado a ser como hombre sin fuerza,
5 abandonado entre los muertos; como los caídos a espada que yacen en el sepulcro, de quienes ya no te acuerdas, y que han sido arrancados de tu mano.
6 Me has puesto en la fosa más profunda, en lugares tenebrosos, en las profundidades.
7 Ha reposado sobre mí tu furor, y me has afligido con todas tus olas. (Selah)
8 Has alejado de mí mis amistades, me has hecho objeto de repugnancia para ellos; encerrado estoy y no puedo salir.
9 Han languidecido mis ojos a causa de la aflicción; oh SEÑOR, cada día te he invocado, he extendido mis manos hacia ti.
10 ¿Harás maravillas a los muertos? ¿Se levantarán los muertos y te alabarán? (Selah)
11 ¿Se hablará de tu misericordia en el sepulcro, y de tu fidelidad en el Abadón?
12 ¿Se darán a conocer tus maravillas en las tinieblas, y tu justicia en la tierra del olvido?
13 Mas yo, a ti pido auxilio, SEÑOR, y mi oración llega ante ti por la mañana.
14 ¿Por qué, SEÑOR, rechazas mi alma? ¿Por qué escondes de mí tu rostro?
15 He estado afligido y a punto de morir desde mi juventud; sufro tus terrores, estoy abatido.
16 Sobre mí ha pasado tu ardiente ira; tus terrores me han destruido.
17 Me han rodeado como aguas todo el día; a una me han cercado.
18 Has alejado de mí al compañero y al amigo; mis amistades son las tinieblas.
1 Masquil de Etán ezraíta. Por siempre cantaré de las misericordias del SEÑOR; con mi boca daré a conocer tu fidelidad a todas las generaciones.
2 Porque dije: Para siempre será edificada la misericordia; en los cielos mismos establecerás tu fidelidad.
3 Yo he hecho un pacto con mi escogido, he jurado a David mi siervo:
4 Estableceré tu descendencia para siempre, y edificaré tu trono por todas las generaciones. (Selah)
5 Los cielos alabarán tus maravillas, SEÑOR, y también tu fidelidad en la asamblea de los santos.
6 Porque, ¿quién en el firmamento se puede comparar al SEÑOR? ¿Quién entre los hijos de los poderosos es como el SEÑOR,
7 Dios muy temido en el consejo de los santos, e imponente sobre todos los que están en su derredor?
8 Oh SEÑOR, Dios de los ejércitos, ¿quién como tú, poderoso SEÑOR? Tu fidelidad también te rodea.
9 Tú dominas la soberbia del mar; cuando sus olas se levantan, tú las calmas.
10 Tú aplastaste a Rahab como a uno herido de muerte; esparciste a tus enemigos con tu brazo poderoso.
11 Tuyos son los cielos, tuya también la tierra; el mundo y todo lo que en él hay, tú lo fundaste.
12 El norte y el sur, tú los creaste; el Tabor y el Hermón aclamarán con gozo a tu nombre.
13 Tú tienes un brazo fuerte; tu mano es poderosa, tu diestra es exaltada.
14 La justicia y el derecho son el fundamento de tu trono; la misericordia y la verdad van delante de ti.
15 ¡Cuán bienaventurado es el pueblo que sabe lo que es la voz de júbilo! Andan, SEÑOR, a la luz de tu rostro.
16 En tu nombre se regocijan todo el día, y por tu justicia son enaltecidos.
17 Porque tú eres la gloria de su potencia, y por tu gracia es exaltado nuestro poder.
18 Pues del SEÑOR es nuestro escudo, y del Santo de Israel nuestro rey.
19 Una vez hablaste en visión a tus santos, y dijiste: He ayudado a un poderoso; he exaltado a uno escogido de entre el pueblo.
20 He hallado a David mi siervo; lo he ungido con mi óleo santo,
21 y con él estará siempre mi mano; mi brazo también lo fortalecerá.
22 No lo engañará el enemigo, ni lo afligirá el hijo de maldad.
23 Sino que yo aplastaré a sus adversarios delante de él, y heriré a los que lo aborrecen.
24 Con él estarán mi fidelidad y mi misericordia, y en mi nombre será exaltado su poder.
25 Pondré también su mano sobre el mar, y su diestra sobre los ríos.
26 El clamará a mí: Mi Padre eres tú, mi Dios y la roca de mi salvación.
27 Yo también lo haré mi primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra.
28 Para siempre conservaré mi misericordia hacia él, y mi pacto le será confirmado.
29 Así estableceré su descendencia para siempre, y su trono como los días de los cielos.
30 Si sus hijos abandonan mi ley y no andan en mis juicios,
31 si violan mis estatutos y no guardan mis mandamientos,
32 entonces castigaré con vara su transgresión, y con azotes su iniquidad.
33 Pero no quitaré de él mi misericordia, ni obraré falsamente en mi fidelidad.
34 No quebrantaré mi pacto, ni cambiaré la palabra de mis labios.
35 Una vez he jurado por mi santidad; no mentiré a David.
36 Su descendencia será para siempre, y su trono como el sol delante de mí.
37 Será establecido para siempre como la luna, fiel testigo en el cielo. (Selah)
38 Pero tú lo has rechazado y desechado, contra tu ungido te has enfurecido.
39 Has despreciado el pacto de tu siervo; has profanado su corona echándola por tierra.
40 Has derribado todos sus muros; has convertido en ruinas sus fortalezas.
41 Todos los que pasan por el camino lo saquean; ha venido a ser una afrenta para sus vecinos.
42 Tú has exaltado la diestra de sus adversarios; has hecho regocijarse a todos sus enemigos.
43 Has retirado también el filo de su espada, y no le has hecho estar firme en la batalla.
44 Has hecho cesar su esplendor, y has echado por tierra su trono.
45 Has acortado los días de su juventud; lo has cubierto de ignominia. (Selah)
46 ¿Hasta cuándo, SEÑOR? ¿Te esconderás para siempre? ¿Arderá como el fuego tu furor?
47 Recuerda cuán breve es mi vida; ¡con qué propósito vano has creado a todos los hijos de los hombres!
48 ¿Qué hombre podrá vivir y no ver la muerte? ¿Podrá librar su alma del poder del Seol? (Selah)
49 ¿Dónde están, Señor, tus misericordias de antes, que en tu fidelidad juraste a David?
50 Recuerda, Señor, el oprobio de tus siervos; cómo llevo dentro de mí el oprobio de muchos pueblos,
51 con el cual tus enemigos, oh SEÑOR, han injuriado, con el cual han injuriado los pasos de tu ungido.
52 ¡Bendito sea el SEÑOR para siempre! Amén y amén.
1 Oración de Moisés, hombre de Dios. Señor, tú has sido un refugio para nosotros de generación en generación.
2 Antes que los montes fueran engendrados, y nacieran la tierra y el mundo, desde la eternidad y hasta la eternidad, tú eres Dios.
3 Haces que el hombre vuelva a ser polvo, y dices: Volved, hijos de los hombres.
4 Porque mil años ante tus ojos son como el día de ayer que ya pasó, y como una vigilia de la noche.
5 Tú los has barrido como un torrente, son como un sueño; son como la hierba que por la mañana reverdece;
6 por la mañana florece y reverdece; al atardecer se marchita y se seca.
7 Porque hemos sido consumidos con tu ira, y por tu furor hemos sido conturbados.
8 Has puesto nuestras iniquidades delante de ti, nuestros pecados secretos a la luz de tu presencia.
9 Porque por tu furor han declinado todos nuestros días; acabamos nuestros años como un suspiro.
10 Los días de nuestra vida llegan a setenta años; y en caso de mayor vigor, a ochenta años. Con todo, su orgullo es sólo trabajo y pesar, porque pronto pasa, y volamos.
11 ¿Quién conoce el poder de tu ira, y tu furor conforme al temor que se te debe?
12 Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.
13 Vuelve, SEÑOR; ¿hasta cuándo? y compadécete de tus siervos.
14 Sácianos por la mañana con tu misericordia, y cantaremos con gozo y nos alegraremos todos nuestros días.
15 Alégranos conforme a los días que nos afligiste, y a los años en que vimos adversidad.
16 Manifiéstese tu obra a tus siervos, y tu majestad a sus hijos,
17 y sea la gracia del Señor nuestro Dios sobre nosotros. Confirma, pues, sobre nosotros la obra de nuestras manos; sí, la obra de nuestras manos confirma.
1 El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente.
2 Diré yo al SEÑOR: Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confío.
3 Porque El te libra del lazo del cazador y de la pestilencia mortal.
4 Con sus plumas te cubre, y bajo sus alas hallas refugio; escudo y baluarte es su fidelidad.
5 No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día,
6 ni la pestilencia que anda en tinieblas, ni la destrucción que hace estragos en medio del día.
7 Aunque caigan mil a tu lado y diez mil a tu diestra, a ti no se acercará.
8 Con tus ojos mirarás y verás la paga de los impíos.
9 Porque has puesto al SEÑOR, que es mi refugio, al Altísimo, por tu habitación.
10 No te sucederá ningún mal, ni plaga se acercará a tu morada.
11 Pues El dará órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te guarden en todos tus caminos.
12 En sus manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra.
13 Sobre el león y la cobra pisarás; hollarás al cachorro de león y a la serpiente.
14 Porque en mí ha puesto su amor, yo entonces lo libraré; lo exaltaré, porque ha conocido mi nombre.
15 Me invocará, y le responderé; yo estaré con él en la angustia; lo rescataré y lo honraré;
16 lo saciaré de larga vida, y le haré ver mi salvación.
1 Salmo. Cántico para el día de reposo. Bueno es dar gracias al SEÑOR, y cantar alabanzas a tu nombre, oh Altísimo;
2 anunciar por la mañana tu bondad, y tu fidelidad por las noches,
3 con el decacordio y con el arpa, con la música sonora de la lira.
4 Porque tú, oh SEÑOR, me has alegrado con tus obras, cantaré con gozo ante las obras de tus manos.
5 ¡Qué grandes son tus obras, oh SEÑOR, cuán profundos tus pensamientos!
6 El hombre torpe no tiene conocimiento, y el necio no entiende esto:
7 que cuando los impíos brotaron como la hierba, y florecieron todos los que hacían iniquidad, sólo fue para ser destruidos para siempre.
8 Mas tú, oh SEÑOR, excelso eres eternamente.
9 Porque he aquí, tus enemigos, SEÑOR, porque he aquí, tus enemigos perecerán; serán esparcidos todos los que hacen iniquidad.
10 Pero tú has exaltado mi poder como el del búfalo; he sido ungido con aceite fresco.
11 Mis ojos satisfechos han mirado a los que me acechaban, y oyen mis oídos de los malhechores que se levantan contra mí.
12 El justo florecerá como la palma, crecerá como cedro en el Líbano.
13 Plantados en la casa del SEÑOR, florecerán en los atrios de nuestro Dios.
14 Aun en la vejez darán fruto; estarán vigorosos y muy verdes,
15 para anunciar cuán recto es el SEÑOR, mi roca, y que no hay injusticia en El.
1 El SEÑOR reina, vestido está de majestad; el SEÑOR se ha vestido y ceñido de poder; ciertamente el mundo está bien afirmado, será inconmovible.
2 Desde la antigüedad está establecido tu trono; tú eres desde la eternidad.
3 Los torrentes han alzado, oh SEÑOR, los torrentes han alzado su voz; los torrentes alzan sus batientes olas.
4 Más que el fragor de muchas aguas, más que las poderosas olas del mar, es poderoso el SEÑOR en las alturas.
5 Tus testimonios son muy fidedignos; la santidad conviene a tu casa, eternamente, oh SEÑOR.
1 Oh SEÑOR, Dios de las venganzas, oh Dios de las venganzas, ¡resplandece!
2 Levántate, Juez de la tierra; da su merecido a los soberbios.
3 ¿Hasta cuándo los impíos, SEÑOR, hasta cuándo los impíos se regocijarán?
4 Charlan, hablan con arrogancia; todos los que hacen iniquidad se vanaglorían.
5 Aplastan a tu pueblo, SEÑOR, y afligen a tu heredad.
6 Matan a la viuda y al extranjero, y asesinan a los huérfanos.
7 Y dicen: El SEÑOR no lo ve, ni hace caso el Dios de Jacob.
8 Haced caso, torpes del pueblo; necios, ¿cuándo entenderéis?
9 El que hizo el oído, ¿no oye? El que dio forma al ojo, ¿no ve?
10 ¿No reprenderá el que castiga a las naciones, el que enseña conocimiento al hombre?
11 El SEÑOR conoce los pensamientos del hombre, sabe que son sólo un soplo.
12 Bienaventurado el hombre a quien corriges, SEÑOR, y lo instruyes en tu ley;
13 para darle descanso en los días de aflicción, hasta que se cave una fosa para el impío.
14 Porque el SEÑOR no abandonará a su pueblo, ni desamparará a su heredad.
15 Porque el juicio volverá a ser justo, y todos los rectos de corazón lo seguirán.
16 ¿Quién se levantará por mí contra los malhechores? ¿Quién me defenderá de los que hacen iniquidad?
17 Si el SEÑOR no hubiera sido mi socorro, pronto habría habitado mi alma en el lugar del silencio.
18 Si digo: Mi pie ha resbalado, tu misericordia, oh SEÑOR, me sostendrá.
19 Cuando mis inquietudes se multiplican dentro de mí, tus consuelos deleitan mi alma.
20 ¿Puede ser aliado tuyo un trono de destrucción, que planea el mal por decreto?
21 Se unen contra la vida del justo, y condenan a muerte al inocente.
22 Pero el SEÑOR ha sido mi baluarte, y mi Dios la roca de mi refugio.
23 El ha hecho volver sobre ellos su propia iniquidad, y los destruirá en su maldad; el SEÑOR, nuestro Dios, los destruirá.
1 Venid, cantemos con gozo al SEÑOR, aclamemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.
2 Vengamos ante su presencia con acción de gracias; aclamémosle con salmos.
3 Porque Dios grande es el SEÑOR, y Rey grande sobre todos los dioses,
4 en cuya mano están las profundidades de la tierra; suyas son también las cumbres de los montes.
5 Suyo es el mar, pues El lo hizo, y sus manos formaron la tierra firme.
6 Venid, adoremos y postrémonos; doblemos la rodilla ante el SEÑOR nuestro Hacedor.
7 Porque El es nuestro Dios, y nosotros el pueblo de su prado y las ovejas de su mano. Si oís hoy su voz,
8 no endurezcáis vuestro corazón como en Meriba, como en el día de Masah en el desierto,
9 cuando vuestros padres me tentaron, me probaron, aunque habían visto mi obra.
10 Por cuarenta años me repugnó aquella generación, y dije: Es un pueblo que se desvía en su corazón y no conocen mis caminos.
11 Por tanto, juré en mi ira: Ciertamente no entrarán en mi reposo.
1 Cantad al SEÑOR un cántico nuevo; cantad al SEÑOR, toda la tierra.
2 Cantad al SEÑOR, bendecid su nombre; proclamad de día en día las buenas nuevas de su salvación.
3 Contad su gloria entre las naciones, sus maravillas entre todos los pueblos.
4 Porque grande es el SEÑOR, y muy digno de ser alabado; temible es El sobre todos los dioses.
5 Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos, mas el SEÑOR hizo los cielos.
6 Gloria y majestad están delante de El; poder y hermosura en su santuario.
7 Tributad al SEÑOR, oh familias de los pueblos, tributad al SEÑOR gloria y poder.
8 Tributad al SEÑOR la gloria debida a su nombre; traed ofrenda y entrad en sus atrios.
9 Adorad al SEÑOR en vestiduras santas; temblad ante su presencia, toda la tierra.
10 Decid entre las naciones: El SEÑOR reina; ciertamente el mundo está bien afirmado, será inconmovible; El juzgará a los pueblos con equidad.
11 Alégrense los cielos y regocíjese la tierra; ruja el mar y cuanto contiene;
12 gócese el campo y todo lo que en él hay. Entonces todos los árboles del bosque cantarán con gozo
13 delante del SEÑOR, porque El viene; porque El viene a juzgar la tierra: juzgará al mundo con justicia y a los pueblos con su fidelidad.
1 El SEÑOR reina; regocíjese la tierra; alégrense las muchas islas.
2 Nubes y densas tinieblas le rodean, justicia y derecho son el fundamento de su trono.
3 Fuego va delante de El, y quema a sus adversarios en derredor.
4 Sus relámpagos iluminaron el mundo; la tierra vio y se estremeció.
5 Como cera se derritieron los montes ante la presencia del SEÑOR, ante la presencia del Señor de toda la tierra.
6 Los cielos proclaman su justicia, y todos los pueblos han visto su gloria.
7 Sean avergonzados todos los que sirven a imágenes talladas, los que se glorían en los ídolos; adórenle todos los dioses.
8 Oyó Sion esto y se alegró, y las hijas de Judá se han regocijado a causa de tus juicios, oh SEÑOR.
9 Porque tú eres el SEÑOR, el Altísimo sobre toda la tierra, muy excelso sobre todos los dioses.
10 Los que amáis al SEÑOR, aborreced el mal; El guarda las almas de sus santos; los libra de la mano de los impíos.
11 Luz se ha sembrado para el justo, y alegría para los rectos de corazón.
12 Justos, alegraos en el SEÑOR, y alabad su santo nombre.
1 Salmo. Cantad al SEÑOR un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas, su diestra y su santo brazo le han dado la victoria.
2 El SEÑOR ha dado a conocer su salvación; a la vista de las naciones ha revelado su justicia.
3 Se ha acordado de su misericordia y de su fidelidad para con la casa de Israel; todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios.
4 Aclamad con júbilo al SEÑOR, toda la tierra; prorrumpid y cantad con gozo, cantad alabanzas.
5 Cantad alabanzas al SEÑOR con la lira, con la lira y al son de la melodía.
6 Con trompetas y sonido de cuerno, dad voces ante el Rey, el SEÑOR.
7 Ruja el mar y cuanto contiene, el mundo y los que en él habitan.
8 Batan palmas los ríos; a una canten jubilosos los montes
9 delante del SEÑOR, pues viene a juzgar la tierra; El juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con equidad.
1 El SEÑOR reina, estremézcanse los pueblos; sentado está sobre los querubines, tiemble la tierra.
2 El SEÑOR es grande en Sion, y exaltado sobre todos los pueblos.
3 Alaben tu nombre grande y temible; El es santo.
4 El poder del Rey ama la justicia; tú has establecido la equidad; has hecho juicio y justicia en Jacob.
5 Exaltad al SEÑOR nuestro Dios, y postraos ante el estrado de sus pies; El es santo.
6 Moisés y Aarón estaban entre sus sacerdotes, y Samuel entre los que invocaron su nombre; ellos clamaron al SEÑOR, y El les respondió.
7 Les habló en la columna de nube; guardaron sus testimonios, y el estatuto que El les dio.
8 Oh SEÑOR, Dios nuestro, tú les respondiste; fuiste para ellos un Dios perdonador, mas también vengador de sus malas obras.
9 Exaltad al SEÑOR nuestro Dios, y postraos ante su santo monte, porque santo es el SEÑOR nuestro Dios.
1 Salmo de acción de gracias. Aclamad con júbilo al SEÑOR, toda la tierra.
2 Servid al SEÑOR con alegría; venid ante El con cánticos de júbilo.
3 Sabed que El, el SEÑOR, es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos y ovejas de su prado.
4 Entrad por sus puertas con acción de gracias, y a sus atrios con alabanza. Dadle gracias, bendecid su nombre.
5 Porque el SEÑOR es bueno; para siempre es su misericordia, y su fidelidad por todas las generaciones.
1 Salmo de David. La misericordia y la justicia cantaré; a ti, oh SEÑOR, cantaré alabanzas.
2 Prestaré atención al camino de integridad. ¿Cuándo vendrás, Señor, a mí? En la integridad de mi corazón andaré dentro de mi casa.
3 No pondré cosa indigna delante de mis ojos; aborrezco la obra de los que se desvían; no se aferrará a mí.
4 El corazón perverso se alejará de mí; no conoceré maldad.
5 Destruiré al que en secreto calumnia a su prójimo; no toleraré al de ojos altaneros y de corazón arrogante.
6 Mis ojos estarán sobre los fieles de la tierra, para que moren conmigo; el que anda en camino de integridad me servirá.
7 El que practica el engaño no morará en mi casa; el que habla mentiras no permanecerá en mi presencia.
8 Cada mañana destruiré a todos los impíos de la tierra, para extirpar de la ciudad del SEÑOR a todos los que hacen iniquidad.
1 Plegaria de uno que sufre, cuando desmaya y expone su queja ante el SEÑOR. Oh SEÑOR, escucha mi oración, y llegue a ti mi clamor.
2 No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina hacia mí tu oído; el día en que te invoco, respóndeme pronto.
3 Porque mis días han sido consumidos en humo, y como brasero han sido quemados mis huesos.
4 Mi corazón ha sido herido como la hierba y se ha secado, y hasta me olvido de comer mi pan.
5 A causa de la intensidad de mi gemido mis huesos se pegan a la piel.
6 Me parezco al pelícano del desierto; como el búho de las soledades he llegado a ser.
7 No puedo dormir; soy cual pájaro solitario sobre un tejado.
8 Mis enemigos me han afrentado todo el día; los que me escarnecen han usado mi nombre como maldición.
9 Porque cenizas he comido por pan, y con lágrimas he mezclado mi bebida,
10 a causa de tu indignación y de tu enojo; pues tú me has levantado y me has rechazado.
11 Mis días son como sombra que se alarga; y yo me seco como la hierba.
12 Mas tú, SEÑOR, permaneces para siempre, y tu nombre por todas las generaciones.
13 Tú te levantarás y tendrás compasión de Sion, porque es tiempo de apiadarse de ella, pues ha llegado la hora.
14 Ciertamente tus siervos se deleitan en sus piedras, y se apiadan de su polvo.
15 Y las naciones temerán el nombre del SEÑOR, y todos los reyes de la tierra, tu gloria.
16 Porque el SEÑOR ha edificado a Sion, y se ha manifestado en su gloria.
17 Ha considerado la oración de los menesterosos, y no ha despreciado su plegaria.
18 Esto se escribirá para las generaciones futuras; para que un pueblo aún por crear alabe al SEÑOR.
19 Pues El miró desde su excelso santuario; desde el cielo el SEÑOR se fijó en la tierra,
20 para oír el gemido de los prisioneros, para poner en libertad a los condenados a muerte;
21 para que los hombres anuncien en Sion el nombre del SEÑOR, y su alabanza en Jerusalén,
22 cuando los pueblos y los reinos se congreguen a una para servir al SEÑOR.
23 El debilitó mis fuerzas en el camino; acortó mis días.
24 Dije: Dios mío, no me lleves en la mitad de mis días; tus años son por todas las generaciones.
25 Desde la antigüedad tú fundaste la tierra, y los cielos son la obra de tus manos.
26 Ellos perecerán, pero tú permaneces; y todos ellos como una vestidura se desgastarán, como vestido los mudarás, y serán cambiados.
27 Pero tú eres el mismo, y tus años no tendrán fin.
28 Los hijos de tus siervos permanecerán, y su descendencia será establecida delante de ti.
1 Salmo de David. Bendice, alma mía, al SEÑOR, y bendiga todo mi ser su santo nombre.
2 Bendice, alma mía, al SEÑOR, y no olvides ninguno de sus beneficios.
3 El es el que perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus enfermedades;
4 el que rescata de la fosa tu vida, el que te corona de bondad y compasión;
5 el que colma de bienes tus años, para que tu juventud se renueve como el águila.
6 El SEÑOR hace justicia, y juicios a favor de todos los oprimidos.
7 A Moisés dio a conocer sus caminos, y a los hijos de Israel sus obras.
8 Compasivo y clemente es el SEÑOR, lento para la ira y grande en misericordia.
9 No contenderá con nosotros para siempre, ni para siempre guardará su enojo .
10 No nos ha tratado según nuestros pecados, ni nos ha pagado conforme a nuestras iniquidades.
11 Porque como están de altos los cielos sobre la tierra, así es de grande su misericordia para los que le temen.
12 Como está de lejos el oriente del occidente, así alejó de nosotros nuestras transgresiones.
13 Como un padre se compadece de sus hijos, así se compadece el SEÑOR de los que le temen.
14 Porque El sabe de qué estamos hechos, se acuerda de que somos sólo polvo.
15 El hombre, como la hierba son sus días; como la flor del campo, así florece;
16 cuando el viento pasa sobre ella, deja de ser, y su lugar ya no la reconoce.
17 Mas la misericordia del SEÑOR es desde la eternidad hasta la eternidad, para los que le temen, y su justicia para los hijos de los hijos,
18 para los que guardan su pacto y se acuerdan de sus preceptos para cumplirlos.
19 El SEÑOR ha establecido su trono en los cielos, y su reino domina sobre todo.
20 Bendecid al SEÑOR, vosotros sus ángeles, poderosos en fortaleza, que ejecutáis su mandato, obedeciendo la voz de su palabra.
21 Bendecid al SEÑOR, vosotros todos sus ejércitos, que le servís haciendo su voluntad.
22 Bendecid al SEÑOR, vosotras todas sus obras, en todos los lugares de su dominio. Bendice, alma mía, al SEÑOR.
1 Bendice, alma mía, al SEÑOR. SEÑOR, Dios mío, cuán grande eres; te has vestido de esplendor y de majestad,
2 cubriéndote de luz como con un manto, extendiendo los cielos como una cortina.
3 El es el que pone las vigas de sus altos aposentos en las aguas; el que hace de las nubes su carroza; el que anda sobre las alas del viento;
4 que hace de los vientos sus mensajeros, y de las llamas de fuego sus ministros.
5 El estableció la tierra sobre sus cimientos, para que jamás sea sacudida.
6 La cubriste con el abismo como con un vestido; las aguas estaban sobre los montes.
7 A tu reprensión huyeron; al sonido de tu trueno se precipitaron.
8 Se levantaron los montes, se hundieron los valles, al lugar que tú estableciste para ellos.
9 Pusiste un límite que no pueden cruzar, para que no vuelvan a cubrir la tierra.
10 El hace brotar manantiales en los valles, corren entre los montes;
11 dan de beber a todas las bestias del campo, los asnos monteses mitigan su sed.
12 Junto a ellos habitan las aves de los cielos, elevan sus trinos entre las ramas.
13 El riega los montes desde sus aposentos, del fruto de sus obras se sacia la tierra.
14 El hace brotar la hierba para el ganado, y las plantas para el servicio del hombre, para que él saque alimento de la tierra,
15 y vino que alegra el corazón del hombre, para que haga brillar con aceite su rostro, y alimento que fortalece el corazón del hombre.
16 Los árboles del SEÑOR se sacian, los cedros del Líbano que El plantó,
17 donde hacen sus nidos las aves, y la cigüeña, cuya morada está en los cipreses.
18 Los montes altos son para las cabras monteses; las peñas son refugio para los tejones.
19 El hizo la luna para medir las estaciones; el sol conoce el lugar de su ocaso.
20 Tú ordenas la oscuridad y se hace de noche, en ella andan todas las bestias del bosque.
21 Rugen los leoncillos tras su presa, y buscan de Dios su comida.
22 Al salir el sol se esconden, y se echan en sus guaridas.
23 Sale el hombre a su trabajo, y a su labor hasta el atardecer.
24 ¡Cuán numerosas son tus obras, oh SEÑOR! Con sabiduría las has hecho todas; llena está la tierra de tus posesiones.
25 He allí el mar, grande y anchuroso, en el cual hay un hervidero innumerable de animales tanto pequeños como grandes.
26 Allí surcan las naves, y el Leviatán que hiciste para jugar en él.
27 Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a su tiempo.
28 Tú les das, ellos recogen; abres tu mano, se sacian de bienes.
29 Escondes tu rostro, se turban; les quitas el aliento, expiran, y vuelven al polvo.
30 Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra.
31 ¡Sea para siempre la gloria del SEÑOR! ¡Alégrese el SEÑOR en sus obras!
32 El mira a la tierra, y ella tiembla; toca los montes, y humean.
33 Al SEÑOR cantaré mientras yo viva; cantaré alabanzas a mi Dios mientras yo exista.
34 Séale agradable mi meditación; yo me alegraré en el SEÑOR.
35 Sean consumidos de la tierra los pecadores, y los impíos dejen de ser. Bendice, alma mía, al SEÑOR. ¡Aleluya!
1 Dad gracias al SEÑOR, invocad su nombre; dad a conocer sus obras entre los pueblos.
2 Cantadle, cantadle alabanzas; hablad de todas sus maravillas.
3 Gloriaos en su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan al SEÑOR.
4 Buscad al SEÑOR y su fortaleza; buscad su rostro continuamente.
5 Recordad las maravillas que El ha hecho, sus prodigios y los juicios de su boca,
6 oh simiente de Abraham, su siervo, hijos de Jacob, sus escogidos.
7 El es el SEÑOR nuestro Dios; sus juicios están en toda la tierra.
8 Para siempre se ha acordado de su pacto, de la palabra que ordenó a mil generaciones,
9 del pacto que hizo con Abraham, y de su juramento a Isaac.
10 También lo confirmó a Jacob por estatuto, a Israel como pacto eterno,
11 diciendo: A ti te daré la tierra de Canaán como porción de vuestra heredad.
12 Cuando eran pocos en número, muy pocos, y forasteros en ella,
13 y vagaban de nación en nación, y de un reino a otro pueblo,
14 El no permitió que nadie los oprimiera, y por amor a ellos reprendió a reyes, diciendo:
15 No toquéis a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas.
16 Y llamó al hambre sobre la tierra, quebró todo sustento de pan.
17 Envió a un hombre delante de ellos, a José, vendido como esclavo.
18 Con grillos afligieron sus pies, él mismo fue puesto en cadenas,
19 hasta que su predicción se cumplió; la palabra del SEÑOR lo puso a prueba.
20 El rey envió, y lo soltó, el soberano de los pueblos, lo puso en libertad.
21 Lo puso por señor de su casa, y administrador sobre todos sus bienes,
22 para que encarcelara a sus príncipes a voluntad suya, y a sus ancianos enseñara sabiduría.
23 También Israel entró en Egipto, así peregrinó Jacob en la tierra de Cam.
24 E hizo que su pueblo se multiplicara mucho, y los hizo más fuertes que sus adversarios.
25 Cambió el corazón de éstos para que odiaran a su pueblo, para que obraran astutamente contra sus siervos.
26 Envió a Moisés su siervo, y a Aarón a quien había escogido.
27 Estos hicieron las maravillas de Dios entre ellos, y prodigios en la tierra de Cam.
28 Mandó tinieblas e hizo que se oscureciera, pero ellos no prestaron atención a sus palabras.
29 Convirtió sus aguas en sangre, e hizo morir sus peces.
30 Pululó su tierra de ranas hasta en las alcobas de sus reyes.
31 El habló, y vinieron enjambres de moscas y mosquitos por todo su territorio.
32 Les dio granizo por lluvia, y llamas de fuego en su tierra.
33 Devastó también sus vides y sus higueras, y destrozó los árboles de sus territorios.
34 El habló, y vinieron langostas, y orugas sin número;
35 que devoraron toda la vegetación de su país, y se comieron el fruto de su suelo.
36 También hirió de muerte a todo primogénito de su tierra; las primicias de todo su vigor.
37 Pero a ellos los sacó con plata y oro, y entre sus tribus no hubo quien tropezara.
38 Egipto se alegró cuando se fueron, porque su terror había caído sobre ellos.
39 Extendió una nube para cubrirlos, y fuego para iluminarlos de noche.
40 Pidieron, y les mandó codornices, y los sació de pan del cielo.
41 Abrió la roca, y brotaron las aguas; corrieron como un río en tierra seca.
42 Porque se acordó de su santa palabra dada a Abraham su siervo,
43 y sacó a su pueblo con alegría, y a sus escogidos con gritos de júbilo.
44 También les dio las tierras de las naciones, y poseyeron el fruto del trabajo de los pueblos,
45 a fin de que guardaran sus estatutos, y observaran sus leyes. ¡Aleluya!
1 ¡Aleluya! Dad gracias al SEÑOR, porque es bueno; porque para siempre es su misericordia.
2 ¿Quién puede relatar los poderosos hechos del SEÑOR, o expresar toda su alabanza?
3 Bienaventurados los que guardan el juicio, los que practican la justicia en todo tiempo.
4 Acuérdate de mí, oh SEÑOR, en tu bondad hacia tu pueblo; visítame con tu salvación,
5 para que yo vea la prosperidad de tus escogidos, para que me regocije en la alegría de tu nación, para que me gloríe con tu heredad.
6 Nosotros hemos pecado como nuestros padres, hemos hecho iniquidad, nos hemos conducido impíamente.
7 Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas; no se acordaron de tu infinito amor, sino que se rebelaron junto al mar, en el mar Rojo.
8 No obstante, los salvó por amor de su nombre, para manifestar su poder.
9 Reprendió, pues, al mar Rojo, y se secó; y los condujo por las profundidades, como por un desierto.
10 Los salvó de mano del que los odiaba, y los redimió de mano del enemigo.
11 Las aguas cubrieron a sus adversarios, ni uno de ellos escapó.
12 Entonces creyeron en sus palabras, y cantaron su alabanza.
13 Pero pronto se olvidaron de sus obras; no esperaron su consejo.
14 Tuvieron apetitos desenfrenados en el desierto, y tentaron a Dios en las soledades.
15 El les concedió lo que pedían, pero envió una plaga mortal sobre ellos.
16 Cuando en el campamento tuvieron envidia de Moisés, y de Aarón, el santo del SEÑOR,
17 la tierra se abrió y tragó a Datán, y se cerró sobre el grupo de Abiram.
18 Un fuego ardió contra su grupo, la llama consumió a los impíos.
19 Hicieron un becerro en Horeb, y adoraron una imagen de fundición;
20 cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come hierba.
21 Se olvidaron de Dios su Salvador, que había hecho grandes cosas en Egipto,
22 maravillas en la tierra de Cam, y cosas asombrosas en el mar Rojo.
23 El dijo que los hubiera destruido, de no haberse puesto Moisés, su escogido, en la brecha delante de El, a fin de apartar su furor para que no los destruyera.
24 Aborrecieron la tierra deseable, no creyeron en su palabra,
25 sino que murmuraron en sus tiendas, y no escucharon la voz del SEÑOR.
26 Por tanto, les juró abatirlos en el desierto,
27 y esparcir su simiente entre las naciones, y dispersarlos por las tierras.
28 Se unieron también a Baal-peor, y comieron sacrificios ofrecidos a los muertos.
29 Le provocaron, pues, a ira con sus actos, y la plaga se desató entre ellos.
30 Entonces Finees se levantó e intervino, y cesó la plaga.
31 Y le fue contado por justicia por todas las generaciones para siempre.
32 También le hicieron enojarse en las aguas de Meriba, y le fue mal a Moisés por culpa de ellos,
33 puesto que fueron rebeldes contra su Espíritu, y él habló precipitadamente con sus labios.
34 No destruyeron a los pueblos, como el SEÑOR les había mandado,
35 sino que se mezclaron con las naciones, aprendieron sus costumbres,
36 y sirvieron a sus ídolos que se convirtieron en lazo para ellos.
37 Sacrificaron a sus hijos y a sus hijas a los demonios,
38 y derramaron sangre inocente, la sangre de sus hijos y de sus hijas, a quienes sacrificaron a los ídolos de Canaán, y la tierra fue contaminada con sangre.
39 Así se contaminaron en sus costumbres, y fueron infieles en sus hechos.
40 Entonces se encendió la ira del SEÑOR contra su pueblo, y El aborreció su heredad.
41 Los entregó en mano de las naciones, y los que los aborrecían se enseñorearon sobre ellos.
42 Sus enemigos también los oprimieron, y fueron subyugados bajo su poder.
43 Muchas veces los libró; ellos, sin embargo, fueron rebeldes a su consejo, y se hundieron en su iniquidad.
44 Sin embargo, El vio su angustia al escuchar su clamor;
45 y por amor a ellos se acordó de su pacto, y se arrepintió conforme a la grandeza de su misericordia.
46 Les hizo también objeto de compasión en presencia de todos los que los tenían cautivos.
47 Sálvanos, oh SEÑOR, Dios nuestro, y reúnenos de entre las naciones, para dar gracias a tu santo nombre, y para gloriarnos en tu alabanza.
48 Bendito sea el SEÑOR, Dios de Israel, desde la eternidad y hasta la eternidad. Y todo el pueblo diga: Amén. ¡Aleluya!
1 Dad gracias al SEÑOR, porque El es bueno; porque para siempre es su misericordia.
2 Díganlo los redimidos del SEÑOR, a quienes ha redimido de la mano del adversario,
3 y los ha reunido de las tierras, del oriente y del occidente, del norte y del sur.
4 Vagaron por el desierto, por lugar desolado, no hallaron camino a ciudad habitada;
5 hambrientos y sedientos, su alma desfallecía en ellos.
6 Entonces en su angustia clamaron al SEÑOR, y El los libró de sus aflicciones;
7 y los guió por camino recto, para que fueran a una ciudad habitada.
8 Den gracias al SEÑOR por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos de los hombres.
9 Porque El ha saciado al alma sedienta, y ha llenado de bienes al alma hambrienta.
10 Moradores de tinieblas y de sombra de muerte, prisioneros en miseria y en cadenas,
11 porque fueron rebeldes a las palabras de Dios y despreciaron el consejo del Altísimo;
12 humilló pues, sus corazones con trabajos, tropezaron y no hubo quien los socorriera.
13 Entonces en su angustia clamaron al SEÑOR y El los salvó de sus aflicciones;
14 los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte y rompió sus ataduras.
15 Den gracias al SEÑOR por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos de los hombres.
16 Porque El rompió las puertas de bronce e hizo pedazos las barras de hierro.
17 Por causa de sus caminos rebeldes, y por causa de sus iniquidades, los insensatos fueron afligidos.
18 Su alma aborreció todo alimento, y se acercaron hasta las puertas de la muerte.
19 Entonces en su angustia clamaron al SEÑOR y El los salvó de sus aflicciones.
20 El envió su palabra y los sanó y los libró de la muerte.
21 Den gracias al SEÑOR por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos de los hombres.
22 Ofrezcan también sacrificios de acción de gracias y pregonen sus obras con cantos de júbilo.
23 Los que descienden al mar en naves y hacen negocio sobre las grandes aguas,
24 ellos han visto las obras del SEÑOR y sus maravillas en lo profundo.
25 Pues El habló, y levantó un viento tempestuoso que encrespó las olas del mar.
26 Subieron a los cielos, descendieron a las profundidades, sus almas se consumían por el mal.
27 Temblaban y se tambaleaban como ebrios, y toda su pericia desapareció.
28 Entonces en su angustia clamaron al SEÑOR y El los sacó de sus aflicciones.
29 Cambió la tempestad en calma y las olas del mar callaron.
30 Entonces se alegraron porque las olas se habían aquietado, y El los guió al puerto anhelado.
31 Den gracias al SEÑOR por su misericordia y por sus maravillas para con los hijos de los hombres.
32 Exáltenle también en la congregación del pueblo, y alábenle en la reunión de los ancianos.
33 El convierte los ríos en desierto y los manantiales en secadales;
34 la tierra fértil en salinas, por la maldad de los que moran en ella.
35 Transforma el desierto en estanque de aguas, y la tierra seca en manantiales;
36 en ella hace morar a los hambrientos, para que establezcan una ciudad donde vivir,
37 y siembren campos, planten viñas, y recojan una cosecha abundante.
38 Los bendice también y se multiplican mucho, y no disminuye su ganado.
39 Cuando son disminuidos y abatidos por la opresión, la calamidad y la aflicción,
40 vierte desprecio sobre los príncipes, y los hace vagar por un yermo sin camino.
41 Pero al pobre levanta de la miseria y lo pone seguro en alto, y multiplica sus familias como un rebaño.
42 Los rectos lo ven y se alegran, pero toda iniquidad cierra su boca.
43 ¿Quién es sabio? Que preste atención a estas cosas, y considere las bondades del SEÑOR.
1 Cántico. Salmo de David. Mi corazón está firme, oh Dios; cantaré, cantaré alabanzas, aun con mi alma.
2 ¡Despertad, arpa y lira! ¡A la aurora despertaré!
3 Te alabaré entre los pueblos, SEÑOR; te cantaré alabanzas entre las naciones.
4 Porque grande, por encima de los cielos, es tu misericordia; y hasta el firmamento tu verdad.
5 Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios, sobre toda la tierra sea tu gloria.
6 Para que sean librados tus amados, salva con tu diestra, y respóndeme.
7 Dios ha hablado en su santuario: Me alegraré, repartiré a Siquem y mediré el valle de Sucot.
8 Mío es Galaad, mío es Manasés, Efraín es el yelmo de mi cabeza, Judá es mi cetro.
9 Moab es la vasija en que me lavo; sobre Edom arrojaré mi calzado; sobre Filistea lanzaré gritos.
10 ¿Quién me conducirá a la ciudad fortificada? ¿Quién me guiará hasta Edom?
11 ¿No eres tú, oh Dios, el que nos ha rechazado? ¿No saldrás, oh Dios, con nuestros ejércitos?
12 Danos ayuda contra el adversario, pues vano es el auxilio del hombre.
13 En Dios haremos proezas, y El hollará a nuestros adversarios.
1 Para el director del coro. Salmo de David. Oh Dios de mi alabanza, no calles.
2 Porque contra mí han abierto su boca impía y engañosa; con lengua mentirosa han hablado contra mí.
3 Me han rodeado también con palabras de odio, y sin causa han luchado contra mí.
4 En pago de mi amor, obran como mis acusadores, pero yo oro.
5 Así me han pagado mal por bien, y odio por mi amor.
6 Pon a un impío sobre él, y que un acusador esté a su diestra.
7 Cuando sea juzgado, salga culpable, y su oración se convierta en pecado.
8 Sean pocos sus días, y que otro tome su cargo;
9 sean huérfanos sus hijos, y viuda su mujer;
10 vaguen errantes sus hijos, y mendiguen, y busquen el sustento lejos de sus hogares en ruinas.
11 Que el acreedor se apodere de todo lo que tiene, y extraños saqueen el fruto de su trabajo.
12 Que no haya quien le extienda misericordia, ni haya quien se apiade de sus huérfanos;
13 sea exterminada su posteridad, su nombre sea borrado en la siguiente generación.
14 Sea recordada ante el SEÑOR la iniquidad de sus padres, y no sea borrado el pecado de su madre.
15 Estén continuamente delante del SEÑOR, para que El corte de la tierra su memoria;
16 porque él no se acordó de mostrar misericordia, sino que persiguió al afligido, al necesitado y al de corazón decaído para matarlos .
17 También amaba la maldición, y ésta vino sobre él; no se deleitó en la bendición, y ella se alejó de él.
18 Se vistió de maldición como si fuera su manto, y entró como agua en su cuerpo, y como aceite en sus huesos.
19 Séale como vestidura con que se cubra, y por cinto con que se ciña siempre.
20 Sea esta la paga del SEÑOR para mis acusadores, y para los que hablan mal contra mi alma.
21 Mas tú, oh DIOS, Señor, por amor de tu nombre hazme bien; líbrame, pues es buena tu misericordia;
22 porque afligido y necesitado estoy, y mi corazón está herido dentro de mí.
23 Voy pasando como sombra que se alarga; soy sacudido como la langosta.
24 Mis rodillas están débiles por el ayuno, y mi carne sin gordura ha enflaquecido.
25 Me he convertido también en objeto de oprobio para ellos; cuando me ven, menean la cabeza.
26 Ayúdame, SEÑOR, Dios mío, sálvame conforme a tu misericordia;
27 y que sepan que esta es tu mano, que tú, SEÑOR, lo has hecho.
28 Maldigan ellos, pero tú bendice; cuando se levanten, serán avergonzados, mas tu siervo se alegrará.
29 Sean vestidos de oprobio mis acusadores, y cúbranse con su propia vergüenza como con un manto.
30 Con mi boca daré abundantes gracias al SEÑOR, y en medio de la multitud le alabaré.
31 Porque El está a la diestra del pobre, para salvarlo de los que juzgan su alma.
1 Salmo de David. Dice el SEÑOR a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
2 El SEÑOR extenderá desde Sion tu poderoso cetro, diciendo: Domina en medio de tus enemigos.
3 Tu pueblo se ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder; en el esplendor de la santidad, desde el seno de la aurora; tu juventud es para ti como el rocío.
4 El SEÑOR ha jurado y no se retractará: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.
5 El Señor está a tu diestra; quebrantará reyes en el día de su ira.
6 Juzgará entre las naciones, las llenará de cadáveres, quebrantará cabezas sobre la ancha tierra.
7 Beberá del arroyo en el camino; por tanto El levantará la cabeza.
1 ¡Aleluya! Daré gracias al SEÑOR con todo mi corazón, en la compañía de los rectos y en la congregación.
2 Grandes son las obras del SEÑOR, buscadas por todos los que se deleitan en ellas.
3 Esplendor y majestad es su obra, y su justicia permanece para siempre.
4 Ha hecho sus maravillas para ser recordadas; clemente y compasivo es el SEÑOR.
5 Ha dado alimento a los que le temen; recordará su pacto para siempre.
6 Ha hecho conocer a su pueblo el poder de sus obras, al darle la heredad de las naciones.
7 Las obras de sus manos son verdad y justicia, fieles todos sus preceptos.
8 Son afirmados para siempre jamás, ejecutados con verdad y rectitud.
9 El ha enviado redención a su pueblo, ha ordenado su pacto para siempre; santo y temible es su nombre.
10 El principio de la sabiduría es el temor del SEÑOR; buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; su alabanza permanece para siempre.
1 ¡Aleluya! Cuán bienaventurado es el hombre que teme al SEÑOR, que mucho se deleita en sus mandamientos.
2 Poderosa en la tierra será su descendencia; la generación de los rectos será bendita.
3 Bienes y riquezas hay en su casa, y su justicia permanece para siempre.
4 Luz resplandece en las tinieblas para el que es recto; El es clemente, compasivo y justo.
5 Bien le va al hombre que se apiada y presta; arreglará sus asuntos con juicio.
6 Porque nunca será sacudido; para siempre será recordado el justo.
7 No temerá recibir malas noticias; su corazón está firme, confiado en el SEÑOR.
8 Su corazón está seguro, no temerá, hasta que vea vencidos a sus adversarios.
9 Con liberalidad ha dado a los pobres; su justicia permanece para siempre; su poder será exaltado con honor.
10 Lo verá el impío y se irritará; rechinará los dientes y se consumirá; el deseo de los impíos perecerá.
1 ¡Aleluya! Alabad, siervos del SEÑOR, alabad el nombre del SEÑOR.
2 Bendito sea el nombre del SEÑOR desde ahora y para siempre.
3 Desde el nacimiento del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del SEÑOR.
4 Excelso sobre todas las naciones es el SEÑOR; su gloria está sobre los cielos.
5 ¿Quién es como el SEÑOR nuestro Dios, que está sentado en las alturas,
6 que se humilla para mirar lo que hay en el cielo y en la tierra?
7 El levanta al pobre del polvo, y al necesitado saca del muladar,
8 para sentarlos con príncipes, con los príncipes de su pueblo.
9 Hace habitar en casa a la mujer estéril, gozosa de ser madre de hijos. ¡Aleluya!
1 Cuando Israel salió de Egipto, la casa de Jacob de entre un pueblo de lengua extraña,
2 Judá vino a ser su santuario, Israel, su dominio.
3 Lo miró el mar, y huyó; el Jordán se volvió atrás.
4 Los montes saltaron como carneros, y los collados como corderitos.
5 ¿Qué te pasa, oh mar, que huyes, y a ti, Jordán, que te vuelves atrás,
6 a vosotros, montes, que saltáis como carneros, y a vosotros, collados, que saltáis como corderitos?
7 Tiembla, oh tierra, ante la presencia del Señor, ante la presencia del Dios de Jacob,
8 que convirtió la roca en estanque de agua, y en fuente de aguas el pedernal.
1 No a nosotros, SEÑOR, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu fidelidad.
2 ¿Por qué han de decir las naciones: ¿Dónde está ahora su Dios?
3 Nuestro Dios está en los cielos; El hace lo que le place.
4 Los ídolos de ellos son plata y oro, obra de manos de hombre.
5 Tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven;
6 tienen oídos, y no oyen; tienen nariz, y no huelen;
7 tienen manos, y no palpan; tienen pies, y no caminan; no emiten sonido alguno con su garganta.
8 Se volverán como ellos, los que los hacen, y todos los que en ellos confían.
9 Oh Israel, confía en el SEÑOR; El es tu ayuda y tu escudo.
10 Oh casa de Aarón, confiad en el SEÑOR; El es vuestra ayuda y vuestro escudo.
11 Los que teméis al SEÑOR, confiad en el SEÑOR; El es vuestra ayuda y vuestro escudo.
12 El SEÑOR se ha acordado de nosotros; El nos bendecirá; bendecirá a la casa de Israel; bendecirá a la casa de Aarón.
13 El bendecirá a los que temen al SEÑOR, tanto a pequeños como a grandes.
14 El SEÑOR os prospere, a vosotros y a vuestros hijos.
15 Benditos seáis del SEÑOR, que hizo los cielos y la tierra.
16 Los cielos son los cielos del SEÑOR; pero la tierra la ha dado a los hijos de los hombres.
17 Los muertos no alaban al SEÑOR, ni ninguno de los que descienden al silencio.
18 Pero nosotros bendeciremos al SEÑOR desde ahora y para siempre. ¡Aleluya!
1 Amo al SEÑOR, porque oye mi voz y mis súplicas.
2 Porque a mí ha inclinado su oído; por tanto le invocaré mientras yo viva.
3 Los lazos de la muerte me rodearon, y los terrores del Seol vinieron sobre mí; angustia y tristeza encontré.
4 Invoqué entonces el nombre del SEÑOR, diciendo: Te ruego, oh SEÑOR: salva mi vida.
5 Clemente y justo es el SEÑOR; sí, compasivo es nuestro Dios.
6 El SEÑOR guarda a los sencillos; estaba yo postrado y me salvó.
7 Vuelve, alma mía, a tu reposo, porque el SEÑOR te ha colmado de bienes.
8 Pues tú has rescatado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas, mis pies de tropezar.
9 Andaré delante del SEÑOR en la tierra de los vivientes.
10 Yo creía, aun cuando decía: Estoy muy afligido.
11 Dije alarmado: Todo hombre es mentiroso.
12 ¿Qué daré al SEÑOR por todos sus beneficios para conmigo?
13 Alzaré la copa de la salvación, e invocaré el nombre del SEÑOR.
14 Cumpliré mis votos al SEÑOR, sí, en presencia de todo su pueblo.
15 Estimada a los ojos del SEÑOR es la muerte de sus santos.
16 ¡Ah, SEÑOR! Ciertamente yo soy tu siervo, siervo tuyo soy, hijo de tu sierva; tú desataste mis ataduras.
17 Te ofreceré sacrificio de acción de gracias, e invocaré el nombre del SEÑOR.
18 Al SEÑOR cumpliré mis votos, sí, en presencia de todo su pueblo,
19 en los atrios de la casa del SEÑOR, en medio de ti, oh Jerusalén. ¡Aleluya!
1 Alabad al SEÑOR, naciones todas; alabadle, pueblos todos.
2 Porque grande es su misericordia para con nosotros, y la fidelidad del SEÑOR es eterna. ¡Aleluya!
1 Dad gracias al SEÑOR, porque El es bueno; porque para siempre es su misericordia.
2 Diga ahora Israel: Para siempre es su misericordia.
3 Diga ahora la casa de Aarón: Para siempre es su misericordia.
4 Digan ahora los que temen al SEÑOR: Para siempre es su misericordia.
5 En medio de mi angustia invoqué al SEÑOR; el SEÑOR me respondió y me puso en un lugar espacioso.
6 El SEÑOR está a mi favor; no temeré. ¿Qué puede hacerme el hombre?
7 El SEÑOR está por mí entre los que me ayudan; por tanto, miraré triunfante sobre los que me aborrecen.
8 Es mejor refugiarse en el SEÑOR que confiar en el hombre.
9 Es mejor refugiarse en el SEÑOR que confiar en príncipes.
10 Todas las naciones me rodearon; en el nombre del SEÑOR ciertamente las destruí.
11 Me rodearon, sí, me rodearon; en el nombre del SEÑOR ciertamente las destruí.
12 Me rodearon como abejas; fueron extinguidas como fuego de espinos; en el nombre del SEÑOR ciertamente las destruí.
13 Me empujaste con violencia para que cayera, pero el SEÑOR me ayudó.
14 El SEÑOR es mi fortaleza y mi canción, y ha sido salvación para mí.
15 Voz de júbilo y de salvación hay en las tiendas de los justos; la diestra del SEÑOR hace proezas.
16 La diestra del SEÑOR es exaltada; la diestra del SEÑOR hace proezas.
17 No moriré, sino que viviré, y contaré las obras del SEÑOR.
18 El SEÑOR me ha reprendido severamente, pero no me ha entregado a la muerte.
19 Abridme las puertas de la justicia; entraré por ellas y daré gracias al SEÑOR.
20 Esta es la puerta del SEÑOR; los justos entrarán por ella.
21 Te daré gracias porque me has respondido, y has sido mi salvación.
22 La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la piedra principal del ángulo.
23 Obra del SEÑOR es esto; admirable a nuestros ojos.
24 Este es el día que el SEÑOR ha hecho; regocijémonos y alegrémonos en él.
25 Te rogamos, oh SEÑOR: sálvanos ahora; te rogamos, oh SEÑOR: prospéranos ahora.
26 Bendito el que viene en el nombre del SEÑOR; desde la casa del SEÑOR os bendecimos.
27 El SEÑOR es Dios y nos ha dado luz; atad el sacrificio de la fiesta con cuerdas a los cuernos del altar.
28 Tú eres mi Dios, y gracias te doy; tú eres mi Dios, yo te exalto.
29 Dad gracias al SEÑOR, porque El es bueno; porque para siempre es su misericordia.
1 Alef. ¡Cuán bienaventurados son los de camino perfecto, los que andan en la ley del SEÑOR!
2 ¡Cuán bienaventurados son los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón le buscan!
3 No cometen iniquidad, sino que andan en sus caminos.
4 Tú has ordenado tus preceptos, para que los guardemos con diligencia.
5 ¡Ojalá mis caminos sean afirmados para guardar tus estatutos!
6 Entonces no seré avergonzado, al considerar todos tus mandamientos.
7 Con rectitud de corazón te daré gracias, al aprender tus justos juicios.
8 Tus estatutos guardaré; no me dejes en completo desamparo.
9 Bet. ¿Cómo puede el joven guardar puro su camino? Guardando tu palabra.
10 Con todo mi corazón te he buscado; no dejes que me desvíe de tus mandamientos.
11 En mi corazón he atesorado tu palabra, para no pecar contra ti.
12 Bendito tú, oh SEÑOR; enséñame tus estatutos.
13 He contado con mis labios de todas las ordenanzas de tu boca.
14 Me he gozado en el camino de tus testimonios, más que en todas las riquezas.
15 Meditaré en tus preceptos, y consideraré tus caminos.
16 Me deleitaré en tus estatutos, y no olvidaré tu palabra.
17 Guímel. Favorece a tu siervo, para que viva y guarde tu palabra.
18 Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley.
19 Peregrino soy en la tierra, no escondas de mí tus mandamientos.
20 Quebrantada está mi alma anhelando tus ordenanzas en todo tiempo.
21 Tú reprendes a los soberbios, los malditos, que se desvían de tus mandamientos.
22 Quita de mí el oprobio y el desprecio, porque yo guardo tus testimonios.
23 Aunque los príncipes se sienten y hablen contra mí, tu siervo medita en tus estatutos.
24 También tus testimonios son mi deleite; ellos son mis consejeros.
25 Dálet. Postrada está mi alma en el polvo; vivifícame conforme a tu palabra.
26 De mis caminos te conté, y tú me has respondido; enséñame tus estatutos.
27 Hazme entender el camino de tus preceptos, y meditaré en tus maravillas.
28 De tristeza llora mi alma; fortaléceme conforme a tu palabra.
29 Quita de mí el camino de la mentira, y en tu bondad concédeme tu ley.
30 He escogido el camino de la verdad; he puesto tus ordenanzas delante de mí.
31 Me apego a tus testimonios; SEÑOR, no me avergüences.
32 Por el camino de tus mandamientos correré, porque tú ensancharás mi corazón.
33 He. Enséñame, oh SEÑOR, el camino de tus estatutos, y lo guardaré hasta el fin.
34 Dame entendimiento para que guarde tu ley y la cumpla de todo corazón.
35 Hazme andar por la senda de tus mandamientos, porque en ella me deleito.
36 Inclina mi corazón a tus testimonios y no a la ganancia deshonesta.
37 Aparta mis ojos de mirar la vanidad, y vivifícame en tus caminos.
38 Confirma a tu siervo tu palabra, que inspira reverencia por ti.
39 Quita de mí el oprobio que me causa temor, porque tus juicios son buenos.
40 He aquí, anhelo tus preceptos; vivifícame por tu justicia.
41 Vav. Venga también a mí tu misericordia, oh SEÑOR, tu salvación, conforme a tu palabra.
42 Y tendré respuesta para el que me afrenta, pues confío en tu palabra.
43 No quites jamás de mi boca la palabra de verdad, porque yo espero en tus ordenanzas.
44 Y guardaré continuamente tu ley, para siempre y eternamente.
45 Y andaré en libertad, porque busco tus preceptos.
46 Hablaré también de tus testimonios delante de reyes, y no me avergonzaré.
47 Y me deleitaré en tus mandamientos, los cuales amo.
48 Levantaré mis manos a tus mandamientos, los cuales amo, y meditaré en tus estatutos.
49 Zain. Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me has hecho esperar.
50 Este es mi consuelo en la aflicción: que tu palabra me ha vivificado.
51 Los soberbios me insultaron en gran manera, sin embargo, no me he apartado de tu ley.
52 Me acuerdo de tus ordenanzas antiguas, oh SEÑOR, y me consuelo.
53 Profunda indignación se ha apoderado de mí por causa de los impíos que abandonan tu ley.
54 Cánticos para mí son tus estatutos en la casa de mi peregrinación.
55 Por la noche me acuerdo de tu nombre, oh SEÑOR, y guardo tu ley.
56 Esto se ha hecho parte de mí: guardar tus preceptos.
57 Jet. El SEÑOR es mi porción; he prometido guardar tus palabras.
58 Supliqué tu favor con todo mi corazón; ten piedad de mí conforme a tu promesa.
59 Consideré mis caminos, y volví mis pasos a tus testimonios.
60 Me apresuré y no me tardé en guardar tus mandamientos.
61 Los lazos de los impíos me han rodeado, mas no me he olvidado de tu ley.
62 A medianoche me levantaré para darte gracias por tus justas ordenanzas.
63 Compañero soy de todos los que te temen, y de los que guardan tus preceptos.
64 La tierra, oh SEÑOR, está llena de tu misericordia; enséñame tus estatutos.
65 Tet. Bien has obrado con tu siervo, oh SEÑOR, conforme a tu palabra.
66 Enséñame buen juicio y conocimiento, pues creo en tus mandamientos.
67 Antes que fuera afligido, yo me descarrié, mas ahora guardo tu palabra.
68 Bueno eres tú, y bienhechor; enséñame tus estatutos.
69 Los soberbios han forjado mentira contra mí, pero de todo corazón guardaré tus preceptos.
70 Su corazón está cubierto de grasa, pero yo me deleito en tu ley.
71 Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda tus estatutos.
72 Mejor es para mí la ley de tu boca que millares de piezas de oro y de plata.
73 Yod. Tus manos me hicieron y me formaron; dame entendimiento para que aprenda tus mandamientos.
74 Que los que te temen, me vean y se alegren, porque espero en tu palabra.
75 Yo sé, SEÑOR, que tus juicios son justos, y que en tu fidelidad me has afligido.
76 Sea ahora tu misericordia para consuelo mío, conforme a tu promesa dada a tu siervo.
77 Venga a mí tu compasión, para que viva, porque tu ley es mi deleite.
78 Sean avergonzados los soberbios, porque me agravian con mentira; pero yo en tus preceptos meditaré.
79 Vuélvanse a mí los que te temen y conocen tus testimonios.
80 Sea íntegro mi corazón en tus estatutos, para que no sea yo avergonzado.
81 Caf. Mi alma desfallece por tu salvación; en tu palabra espero.
82 Mis ojos desfallecen esperando tu palabra, mientras digo: ¿Cuándo me consolarás?
83 Aunque he llegado a ser como odre al humo, no me olvido de tus estatutos.
84 ¿Cuántos son los días de tu siervo? ¿Cuándo harás juicio contra mis perseguidores?
85 Fosas me han cavado los soberbios, los que no están de acuerdo con tu ley.
86 Todos tus mandamientos son fieles; con mentira me han perseguido; ¡ayúdame!
87 Casi me destruyen en la tierra, mas yo no abandoné tus preceptos.
88 Vivifícame conforme a tu misericordia, para que guarde el testimonio de tu boca.
89 Lámed. Para siempre, oh SEÑOR, tu palabra está firme en los cielos.
90 Tu fidelidad permanece por todas las generaciones; tú estableciste la tierra, y ella permanece.
91 Por tus ordenanzas permanecen hasta hoy, pues todas las cosas te sirven.
92 Si tu ley no hubiera sido mi deleite, entonces habría perecido en mi aflicción.
93 Jamás me olvidaré de tus preceptos, porque por ellos me has vivificado.
94 Tuyo soy, Señor, sálvame, pues tus preceptos he buscado.
95 Los impíos me esperan para destruirme; tus testimonios consideraré.
96 He visto un límite a toda perfección; tu mandamiento es sumamente amplio.
97 Mem. ¡Cuánto amo tu ley! Todo el día es ella mi meditación.
98 Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos, porque son míos para siempre.
99 Tengo más discernimiento que todos mis maestros, porque tus testimonios son mi meditación.
100 Entiendo más que los ancianos, porque tus preceptos he guardado.
101 De todo mal camino he refrenado mis pies, para guardar tu palabra.
102 No me he desviado de tus ordenanzas, porque tú me has enseñado.
103 ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!, más que la miel a mi boca.
104 De tus preceptos recibo entendimiento, por tanto aborrezco todo camino de mentira.
105 Nun. Lámpara es a mis pies tu palabra, y luz para mi camino.
106 He jurado, y lo confirmaré, que guardaré tus justas ordenanzas.
107 Estoy profundamente afligido; SEÑOR, vivifícame conforme a tu palabra.
108 Te ruego aceptes las ofrendas voluntarias de mi boca, oh SEÑOR, y enséñame tus ordenanzas.
109 En peligro continuo está mi vida, con todo, no me olvido de tu ley.
110 Los impíos me han tendido lazo, pero no me he desviado de tus preceptos.
111 Tus testimonios he tomado como herencia para siempre, porque son el gozo de mi corazón.
112 He inclinado mi corazón para cumplir tus estatutos por siempre, y hasta el fin.
113 Sámec. Aborrezco a los hipócritas, empero amo tu ley.
114 Tú eres mi escondedero y mi escudo; en tu palabra espero.
115 Apartaos de mí, malhechores, para que guarde yo los mandamientos de mi Dios.
116 Sostenme conforme a tu promesa, para que viva, y no dejes que me avergüence de mi esperanza.
117 Sostenme, para estar seguro, y que continuamente preste atención a tus estatutos.
118 Has rechazado a todos los que se desvían de tus estatutos, porque su engaño es en vano.
119 Como escoria has quitado de la tierra a todos los impíos, por tanto amo tus testimonios.
120 Mi carne se estremece por temor a ti, y de tus juicios tengo miedo.
121 Ayin. He practicado el juicio y la justicia; no me abandones a mis opresores.
122 Sé fiador de tu siervo para bien; que no me opriman los soberbios.
123 Desfallecen mis ojos por tu salvación, y por la promesa de tu justicia.
124 Haz con tu siervo según tu misericordia, y enséñame tus estatutos.
125 Yo soy tu siervo, dame entendimiento para que conozca tus testimonios.
126 Es tiempo de que actúe el SEÑOR, porque han quebrantado tu ley.
127 Por tanto, amo tus mandamientos más que el oro, sí, más que el oro fino.
128 Por tanto, estimo rectos todos tus preceptos acerca de todas las cosas, y aborrezco todo camino de mentira.
129 Pe. Maravillosos son tus testimonios, por lo que los guarda mi alma.
130 La exposición de tus palabras imparte luz; da entendimiento a los sencillos.
131 Abrí mi boca y suspiré, porque anhelaba tus mandamientos.
132 Vuélvete a mí y tenme piedad, como acostumbras con los que aman tu nombre.
133 Afirma mis pasos en tu palabra, y que ninguna iniquidad me domine.
134 Rescátame de la opresión del hombre, para que yo guarde tus preceptos.
135 Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo, y enséñame tus estatutos.
136 Ríos de lágrimas vierten mis ojos, porque ellos no guardan tu ley.
137 Tsade. Justo eres tú, SEÑOR, y rectos tus juicios.
138 Has ordenado tus testimonios con justicia, y con suma fidelidad.
139 Mi celo me ha consumido, porque mis adversarios han olvidado tus palabras.
140 Es muy pura tu palabra, y tu siervo la ama.
141 Pequeño soy, y despreciado, mas no me olvido de tus preceptos.
142 Tu justicia es justicia eterna, y tu ley verdad.
143 Angustia y aflicción han venido sobre mí, mas tus mandamientos son mi deleite.
144 Tus testimonios son justos para siempre; dame entendimiento para que yo viva.
145 Cof. He clamado con todo mi corazón; ¡respóndeme, SEÑOR! Guardaré tus estatutos.
146 A ti clamé; sálvame, y guardaré tus testimonios.
147 Me anticipo al alba y clamo; en tus palabras espero.
148 Mis ojos se anticipan a las vigilias de la noche, para meditar en tu palabra.
149 Oye mi voz conforme a tu misericordia; vivifícame, oh SEÑOR, conforme a tus ordenanzas.
150 Se me acercan los que siguen la maldad; lejos están de tu ley.
151 Tú estás cerca, SEÑOR, y todos tus mandamientos son verdad.
152 Desde hace tiempo he sabido de tus testimonios, que para siempre los has fundado.
153 Resh. Mira mi aflicción y líbrame, porque no me olvido de tu ley.
154 Defiende mi causa y redímeme; vivifícame conforme a tu palabra.
155 Lejos está de los impíos la salvación, porque no buscan tus estatutos.
156 Muchas son, oh SEÑOR, tus misericordias; vivifícame conforme a tus ordenanzas.
157 Muchos son mis perseguidores y mis adversarios, pero yo no me aparto de tus testimonios.
158 Veo a los pérfidos y me repugnan, porque no guardan tu palabra.
159 Mira cuánto amo tus preceptos; vivifícame, SEÑOR, conforme a tu misericordia.
160 La suma de tu palabra es verdad, y cada una de tus justas ordenanzas es eterna.
161 Sin. Príncipes me persiguen sin causa, pero mi corazón teme tus palabras.
162 Me regocijo en tu palabra, como quien halla un gran botín.
163 Aborrezco y desprecio la mentira, pero amo tu ley.
164 Siete veces al día te alabo, a causa de tus justas ordenanzas.
165 Mucha paz tienen los que aman tu ley, y nada los hace tropezar.
166 Espero tu salvación, SEÑOR, y cumplo tus mandamientos.
167 Mi alma guarda tus testimonios, y en gran manera los amo.
168 Guardo tus preceptos y tus testimonios, porque todos mis caminos están delante de ti.
169 Tau. Llegue mi clamor ante ti, SEÑOR; conforme a tu palabra dame entendimiento.
170 Llegue mi súplica delante de ti; líbrame conforme a tu palabra.
171 Profieran mis labios alabanzas, pues tú me enseñas tus estatutos.
172 Que cante mi lengua de tu palabra, porque todos tus mandamientos son justicia.
173 Pronta esté tu mano a socorrerme, porque tus preceptos he escogido.
174 Anhelo tu salvación, SEÑOR, y tu ley es mi deleite.
175 Viva mi alma para alabarte, y que tus ordenanzas me ayuden.
176 Me he descarriado como oveja perdida; busca a tu siervo, porque no me olvido de tus mandamientos.
1 Cántico de ascenso gradual. En mi angustia clamé al SEÑOR, y El me respondió.
2 Libra mi alma, SEÑOR, de labios mentirosos, y de lengua engañosa.
3 ¿Qué se te dará, y qué se te añadirá, oh lengua engañosa?
4 Agudas flechas de guerrero, con brasas de enebro.
5 ¡Ay de mí, porque soy peregrino en Mesec, y habito entre las tiendas de Cedar!
6 Demasiado tiempo ha morado mi alma con los que odian la paz.
7 Yo amo la paz, mas cuando hablo, ellos están por la guerra.
1 Cántico de ascenso gradual. Levantaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?
2 Mi socorro viene del SEÑOR, que hizo los cielos y la tierra.
3 No permitirá que tu pie resbale; no se adormecerá el que te guarda.
4 He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel.
5 El SEÑOR es tu guardador; el SEÑOR es tu sombra a tu mano derecha.
6 El sol no te herirá de día, ni la luna de noche.
7 El SEÑOR te protegerá de todo mal; El guardará tu alma.
8 El SEÑOR guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.
1 Cántico de ascenso gradual; de David. Yo me alegré cuando me dijeron: Vamos a la casa del SEÑOR.
2 Plantados están nuestros pies dentro de tus puertas, oh Jerusalén.
3 Jerusalén, que está edificada como ciudad compacta, bien unida,
4 a la cual suben las tribus, las tribus del SEÑOR, (lo cual es ordenanza para Israel) para alabar el nombre del SEÑOR.
5 Porque allí se establecieron tronos para juicio, los tronos de la casa de David.
6 Orad por la paz de Jerusalén: Sean prosperados los que te aman.
7 Haya paz dentro de tus muros, y prosperidad en tus palacios.
8 Por amor de mis hermanos y de mis amigos diré ahora: Sea la paz en ti.
9 Por amor de la casa del SEÑOR nuestro Dios procuraré tu bien.
1 Cántico de ascenso gradual. A ti levanto mis ojos, ¡oh tú que reinas en los cielos!
2 He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de su señor, como los ojos de la sierva a la mano de su señora, así nuestros ojos miran al SEÑOR nuestro Dios hasta que se apiade de nosotros.
3 Ten piedad de nosotros, oh SEÑOR, ten piedad de nosotros, porque muy hartos estamos de desprecio.
4 Harta en extremo está nuestra alma del escarnio de los que están en holgura, y del desprecio de los soberbios.
1 Cántico de ascenso gradual; de David. Si el SEÑOR no hubiera estado a nuestro favor, —diga ahora Israel—
2 si el SEÑOR no hubiera estado a nuestro favor cuando los hombres se levantaron contra nosotros,
3 vivos nos hubieran tragado entonces cuando su ira se encendió contra nosotros;
4 entonces las aguas nos hubieran anegado, un torrente hubiera pasado sobre nuestra alma,
5 hubieran pasado entonces sobre nuestra alma las aguas impetuosas.
6 Bendito sea el SEÑOR, que no nos ha entregado como presa de los dientes de ellos.
7 Nuestra alma ha escapado cual ave del lazo de los cazadores; el lazo se rompió y nosotros escapamos.
8 Nuestro socorro está en el nombre del SEÑOR, que hizo los cielos y la tierra.
1 Cántico de ascenso gradual. Los que confían en el SEÑOR son como el monte Sion, que es inconmovible, que permanece para siempre.
2 Como los montes rodean a Jerusalén, así el SEÑOR rodea a su pueblo desde ahora y para siempre.
3 Pues el cetro de la impiedad no descansará sobre la tierra de los justos, para que los justos no extiendan sus manos para hacer el mal.
4 Haz bien, SEÑOR, a los buenos, y a los rectos de corazón.
5 Mas a los que se desvían por sus caminos torcidos, el SEÑOR los llevará con los que hacen iniquidad. Paz sea sobre Israel.
1 Cántico de ascenso gradual. Cuando el SEÑOR hizo volver a los cautivos de Sion, éramos como los que sueñan.
2 Entonces nuestra boca se llenó de risa, y nuestra lengua de gritos de alegría; entonces dijeron entre las naciones: Grandes cosas ha hecho el SEÑOR con ellos.
3 Grandes cosas ha hecho el SEÑOR con nosotros; estamos alegres.
4 Haz volver, SEÑOR, a nuestros cautivos, como las corrientes en el sur.
5 Los que siembran con lágrimas, segarán con gritos de júbilo.
6 El que con lágrimas anda, llevando la semilla de la siembra, en verdad volverá con gritos de alegría, trayendo sus gavillas.
1 Cántico de ascenso gradual; de Salomón. Si el SEÑOR no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el SEÑOR no guarda la ciudad, en vano vela la guardia.
2 Es en vano que os levantéis de madrugada, que os acostéis tarde, que comáis el pan de afanosa labor, pues El da a su amado aun mientras duerme.
3 He aquí, don del SEÑOR son los hijos; y recompensa es el fruto del vientre.
4 Como flechas en la mano del guerrero, así son los hijos tenidos en la juventud.
5 Bienaventurado el hombre que de ellos tiene llena su aljaba; no será avergonzado cuando hable con sus enemigos en la puerta.
1 Cántico de ascenso gradual. Bienaventurado todo aquel que teme al SEÑOR, que anda en sus caminos.
2 Cuando comas del trabajo de tus manos, dichoso serás y te irá bien.
3 Tu mujer será como fecunda vid en el interior de tu casa; tus hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa.
4 He aquí que así será bendecido el hombre que teme al SEÑOR.
5 El SEÑOR te bendiga desde Sion, veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida,
6 y veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz sea sobre Israel!
1 Cántico de ascenso gradual. Muchas veces me han perseguido desde mi juventud, —diga ahora Israel—
2 muchas veces me han perseguido desde mi juventud, pero no han prevalecido contra mí.
3 Sobre mis espaldas araron los aradores; alargaron sus surcos.
4 El SEÑOR es justo; ha cortado las coyundas de los impíos.
5 Sean avergonzados y vueltos atrás todos los que odian a Sion.
6 Sean como hierba en los techos, que se seca antes de crecer.
7 Con la cual el segador no llena su mano, ni el recogedor de gavillas sus brazos.
8 Y no les digan los que pasan: La bendición del SEÑOR sea sobre vosotros; os bendecimos en el nombre del SEÑOR.
1 Cántico de ascenso gradual. Desde lo más profundo, oh SEÑOR, he clamado a ti.
2 ¡Señor, oye mi voz! Estén atentos tus oídos a la voz de mis súplicas.
3 SEÑOR, si tú tuvieras en cuenta las iniquidades, ¿quién, oh Señor, podría permanecer?
4 Pero en ti hay perdón, para que seas temido.
5 Espero en el SEÑOR; en El espera mi alma, y en su palabra tengo mi esperanza.
6 Mi alma espera al Señor más que los centinelas a la mañana; sí, más que los centinelas a la mañana.
7 Oh Israel, espera en el SEÑOR, porque en el SEÑOR hay misericordia, y en El hay abundante redención;
8 El redimirá a Israel de todas sus iniquidades.
1 Cántico de ascenso gradual; de David. Señor, mi corazón no es soberbio, ni mis ojos altivos; no ando tras las grandezas, ni en cosas demasiado difíciles para mí;
2 sino que he calmado y acallado mi alma; como niño destetado en el regazo de su madre, como niño destetado reposa en mí mi alma.
3 Espera, oh Israel, en el SEÑOR, desde ahora y para siempre.
1 Cántico de ascenso gradual. Acuérdate, SEÑOR, de David, de toda su aflicción;
2 de cómo juró al SEÑOR, y prometió al Poderoso de Jacob:
3 Ciertamente no entraré en mi casa, ni en mi lecho me acostaré;
4 no daré sueño a mis ojos, ni a mis párpados adormecimiento,
5 hasta que halle un lugar para el SEÑOR, una morada para el Poderoso de Jacob.
6 He aquí, oímos de ella en Efrata; la hallamos en los campos de Jaar.
7 Entremos a sus moradas; postrémonos ante el estrado de sus pies.
8 Levántate, SEÑOR, al lugar de tu reposo; tú y el arca de tu poder.
9 Vístanse de justicia tus sacerdotes; y canten con gozo tus santos.
10 Por amor a David tu siervo, no hagas volver el rostro de tu ungido.
11 El SEÑOR ha jurado a David una verdad de la cual no se retractará: De tu descendencia pondré sobre tu trono.
12 Si tus hijos guardan mi pacto, y mi testimonio que les enseñaré, sus hijos también ocuparán tu trono para siempre.
13 Porque el SEÑOR ha escogido a Sion; la quiso para su habitación.
14 Este es mi lugar de reposo para siempre; aquí habitaré, porque la he deseado.
15 Su provisión bendeciré en abundancia; de pan saciaré a sus pobres.
16 A sus sacerdotes también vestiré de salvación, y sus santos darán voces de júbilo.
17 Allí haré surgir el poder de David; he preparado una lámpara para mi ungido.
18 A sus enemigos cubriré de vergüenza, mas sobre él resplandecerá su corona.
1 Cántico de ascenso gradual; de David. Mirad cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía.
2 Es como el óleo precioso sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, que desciende hasta el borde de sus vestiduras.
3 Es como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí mandó el SEÑOR la bendición, la vida para siempre.
1 Cántico de ascenso gradual. He aquí, bendecid al SEÑOR todos los siervos del SEÑOR, los que servís por la noche en la casa del SEÑOR.
2 Alzad vuestras manos al santuario y bendecid al SEÑOR.
3 Desde Sion te bendiga el SEÑOR, que hizo los cielos y la tierra.
1 ¡Aleluya! Alabad el nombre del SEÑOR; Alabadle, siervos del SEÑOR,
2 los que estáis en la casa del SEÑOR, en los atrios de la casa de nuestro Dios.
3 ¡Aleluya!, porque el SEÑOR es bueno; cantad alabanzas a su nombre, porque es agradable.
4 Porque el SEÑOR ha escogido a Jacob para sí, a Israel para posesión suya.
5 Porque yo sé que el SEÑOR es grande, y que nuestro Señor está sobre todos los dioses.
6 Todo cuanto el SEÑOR quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos.
7 El hace subir las nubes desde los extremos de la tierra, hace los relámpagos para la lluvia y saca el viento de sus depósitos.
8 Hirió a los primogénitos de Egipto, tanto de hombre como de animal.
9 Envió señales y prodigios en medio de ti, oh Egipto, sobre Faraón y todos sus siervos.
10 Hirió a muchas naciones y mató a reyes poderosos;
11 a Sehón, rey de los amorreos, a Og, rey de Basán, y a todos los reinos de Canaán;
12 y dio sus tierras en herencia, en herencia a Israel su pueblo.
13 Tu nombre, SEÑOR, es eterno; tu memoria, SEÑOR, por todas las generaciones.
14 Porque el SEÑOR juzgará a su pueblo, y tendrá compasión de sus siervos.
15 Los ídolos de las naciones son plata y oro, obra de manos de hombre.
16 Tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven;
17 tienen oídos, y no oyen; tampoco hay aliento en su boca.
18 Los que los hacen serán semejantes a ellos, sí, todos los que en ellos confían.
19 Oh casa de Israel, bendecid al SEÑOR; oh casa de Aarón, bendecid al SEÑOR;
20 oh casa de Leví, bendecid al SEÑOR; los que teméis al SEÑOR, bendecid al SEÑOR.
21 Bendito desde Sion sea el SEÑOR, quien mora en Jerusalén. ¡Aleluya!
1 Dad gracias al SEÑOR porque El es bueno, porque para siempre es su misericordia.
2 Dad gracias al Dios de dioses, porque para siempre es su misericordia.
3 Dad gracias al Señor de señores, porque para siempre es su misericordia.
4 Al único que hace grandes maravillas, porque para siempre es su misericordia.
5 Al que con sabiduría hizo los cielos, porque para siempre es su misericordia.
6 Al que extendió la tierra sobre las aguas, porque para siempre es su misericordia.
7 Al que hizo las grandes lumbreras, porque para siempre es su misericordia:
8 el sol para que reine de día, porque para siempre es su misericordia;
9 la luna y las estrellas para que reinen de noche, porque para siempre es su misericordia.
10 Al que hirió a Egipto en sus primogénitos, porque para siempre es su misericordia;
11 y sacó a Israel de en medio de ellos, porque para siempre es su misericordia,
12 con mano fuerte y brazo extendido, porque para siempre es su misericordia.
13 Al que dividió en dos partes el mar Rojo, porque para siempre es su misericordia,
14 e hizo pasar a Israel por en medio de él, porque para siempre es su misericordia;
15 mas a Faraón y a su ejército destruyó en el mar Rojo, porque para siempre es su misericordia.
16 Al que condujo a su pueblo por el desierto, porque para siempre es su misericordia;
17 al que hirió a grandes reyes, porque para siempre es su misericordia;
18 y mató a reyes poderosos, porque para siempre es su misericordia;
19 a Sehón, rey de los amorreos, porque para siempre es su misericordia,
20 y a Og, rey de Basán, porque para siempre es su misericordia;
21 y dio la tierra de ellos en heredad, porque para siempre es su misericordia,
22 en heredad a Israel su siervo, porque para siempre es su misericordia.
23 El que se acordó de nosotros en nuestra humillación, porque para siempre es su misericordia,
24 y nos rescató de nuestros adversarios, porque para siempre es su misericordia.
25 El que da sustento a toda carne, porque para siempre es su misericordia.
26 Dad gracias al Dios del cielo, porque para siempre es su misericordia.
1 Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos y llorábamos, al acordarnos de Sion.
2 Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas.
3 Pues allí los que nos habían llevado cautivos nos pedían canciones, y los que nos atormentaban nos pedían alegría, diciendo: Cantadnos alguno de los cánticos de Sion.
4 ¿Cómo cantaremos la canción del SEÑOR en tierra extraña?
5 Si me olvido de ti, oh Jerusalén, pierda mi diestra su destreza.
6 Péguese mi lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no enaltezco a Jerusalén sobre mi supremo gozo.
7 Recuerda, oh SEÑOR, contra los hijos de Edom el día de Jerusalén, quienes dijeron: Arrasadla, arrasadla hasta sus cimientos.
8 Oh hija de Babilonia, la devastada, bienaventurado el que te devuelva el pago con que nos pagaste.
9 Bienaventurado será el que tome y estrelle tus pequeños contra la peña.
1 Salmo de David. Con todo mi corazón te daré gracias; en presencia de los dioses te cantaré alabanzas.
2 Me postraré hacia tu santo templo, y daré gracias a tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad; porque has engrandecido tu palabra conforme a todo tu nombre.
3 En el día que invoqué, me respondiste; me hiciste valiente con fortaleza en mi alma.
4 Todos los reyes de la tierra te alabarán, SEÑOR, cuando hayan oído los dichos de tu boca.
5 Y cantarán de los caminos del SEÑOR, porque grande es la gloria del SEÑOR.
6 Porque el SEÑOR es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo conoce de lejos.
7 Aunque yo ande en medio de la angustia, tú me vivificarás; extenderás tu mano contra la ira de mis enemigos, y tu diestra me salvará.
8 El SEÑOR cumplirá su propósito en mí; eterna, oh SEÑOR, es tu misericordia; no abandones las obras de tus manos.
1 Para el director del coro. Salmo de David. Oh SEÑOR, tú me has escudriñado y conocido.
2 Tú conoces mi sentarme y mi levantarme; desde lejos comprendes mis pensamientos.
3 Tú escudriñas mi senda y mi descanso, y conoces bien todos mis caminos.
4 Aun antes de que haya palabra en mi boca, he aquí, oh SEÑOR, tú ya la sabes toda.
5 Por detrás y por delante me has cercado, y tu mano pusiste sobre mí.
6 Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; es muy elevado, no lo puedo alcanzar.
7 ¿Adónde me iré de tu Espíritu, o adónde huiré de tu presencia?
8 Si subo a los cielos, he aquí, allí estás tú; si en el Seol preparo mi lecho, allí estás tú.
9 Si tomo las alas del alba, y si habito en lo más remoto del mar,
10 aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra.
11 Si digo: Ciertamente las tinieblas me envolverán, y la luz en torno mío será noche;
12 ni aun las tinieblas son oscuras para ti, y la noche brilla como el día. Las tinieblas y la luz son iguales para ti.
13 Porque tú formaste mis entrañas; me hiciste en el seno de mi madre.
14 Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien.
15 No estaba oculto de ti mi cuerpo, cuando en secreto fui formado, y entretejido en las profundidades de la tierra.
16 Tus ojos vieron mi embrión, y en tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados, cuando no existía ni uno solo de ellos.
17 ¡Cuán preciosos también son para mí, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos!
18 Si los contara, serían más que la arena; al despertar aún estoy contigo.
19 ¡Oh Dios, si tú hicieras morir al impío! Por tanto, apartaos de mí, hombres sanguinarios.
20 Porque hablan contra ti perversamente, y tus enemigos toman tu nombre en vano.
21 ¿No odio a los que te aborrecen, SEÑOR? ¿Y no me repugnan los que se levantan contra ti?
22 Los aborrezco con el más profundo odio; se han convertido en mis enemigos.
23 Escudríñame, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis inquietudes.
24 Y ve si hay en mí camino malo, y guíame en el camino eterno.
1 Para el director del coro. Salmo de David. Líbrame, oh SEÑOR, de los hombres malignos; guárdame de los hombres violentos,
2 que traman maldades en su corazón; que cada día provocan guerras.
3 Aguzan su lengua como serpiente; veneno de víbora hay bajo sus labios. (Selah)
4 Guárdame, SEÑOR, de las manos del impío; protégeme de los hombres violentos, que se han propuesto hacerme tropezar.
5 Los soberbios han ocultado trampa y cuerdas para mí; han tendido red al borde del sendero; me han puesto lazos. (Selah)
6 Dije al SEÑOR: Tú eres mi Dios; escucha, oh SEÑOR, la voz de mis súplicas.
7 Oh DIOS, Señor, poder de mi salvación, tú cubriste mi cabeza en el día de la batalla.
8 No concedas, SEÑOR, los deseos del impío; no hagas prosperar sus malos designios, para que no se exalten. (Selah)
9 En cuanto a los que me rodean, que la malicia de sus labios los cubra.
10 Caigan sobre ellos carbones encendidos; sean arrojados en el fuego, en abismos profundos de donde no se puedan levantar.
11 Que el hombre de mala lengua no permanezca en la tierra; que al hombre violento lo persiga el mal implacablemente.
12 Yo sé que el SEÑOR sostendrá la causa del afligido, y el derecho de los pobres.
13 Ciertamente los justos darán gracias a tu nombre, y los rectos morarán en tu presencia.
1 Salmo de David. Oh SEÑOR, a ti clamo, apresúrate a venir a mí. Escucha mi voz cuando te invoco.
2 Sea puesta mi oración delante de ti como incienso, el alzar de mis manos como la ofrenda de la tarde.
3 SEÑOR, pon guarda a mi boca; vigila la puerta de mis labios.
4 No dejes que mi corazón se incline a nada malo, para practicar obras impías con los hombres que hacen iniquidad, y no me dejes comer de sus manjares.
5 Que el justo me hiera con bondad y me reprenda; es aceite sobre la cabeza; no lo rechace mi cabeza, pues todavía mi oración es contra las obras impías.
6 Sus jueces son lanzados contra los costados de la peña, y oyen mis palabras, que son agradables.
7 Como cuando se ara y se rompe la tierra, nuestros huesos han sido esparcidos a la boca del Seol.
8 Porque mis ojos miran hacia ti, oh DIOS, Señor; en ti me refugio, no me desampares.
9 Guárdame de las garras de la trampa que me han tendido, y de los lazos de los que hacen iniquidad.
10 Caigan los impíos en sus propias redes, mientras yo paso a salvo.
1 Masquil de David, cuando estaba en la cueva. Plegaria. Clamo al SEÑOR con mi voz; con mi voz suplico al SEÑOR.
2 Delante de El expongo mi queja; en su presencia manifiesto mi angustia.
3 Cuando mi espíritu desmayaba dentro de mí, tú conociste mi senda. En la senda en que camino me han tendido una trampa.
4 Mira a la derecha, y ve, porque no hay quien me tome en cuenta; no hay refugio para mí; no hay quien cuide de mi alma.
5 A ti he clamado, SEÑOR; dije: Tú eres mi refugio, mi porción en la tierra de los vivientes.
6 Atiende a mi clamor, porque estoy muy abatido; líbrame de los que me persiguen, porque son más fuertes que yo.
7 Saca mi alma de la prisión, para que yo dé gracias a tu nombre; los justos me rodearán, porque tú me colmarás de bendiciones.
1 Salmo de David. Oh SEÑOR, escucha mi oración, presta oído a mis súplicas, respóndeme por tu fidelidad, por tu justicia;
2 y no entres en juicio con tu siervo, porque no es justo delante de ti ningún viviente.
3 Pues el enemigo ha perseguido mi alma, ha aplastado mi vida contra la tierra; me ha hecho morar en lugares tenebrosos, como los que hace tiempo están muertos.
4 Y en mí languidece mi espíritu; mi corazón está consternado dentro de mí.
5 Me acuerdo de los días antiguos, en todas tus obras medito, reflexiono en la obra de tus manos.
6 A ti extiendo mis manos; mi alma te anhela como la tierra sedienta. (Selah)
7 Respóndeme pronto, oh SEÑOR, porque mi espíritu desfallece; no escondas de mí tu rostro, para que no llegue yo a ser como los que descienden a la sepultura.
8 Por la mañana hazme oír tu misericordia, porque en ti confío; enséñame el camino por el que debo andar, pues a ti elevo mi alma.
9 Líbrame de mis enemigos, oh SEÑOR; en ti me refugio.
10 Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen Espíritu me guíe a tierra firme.
11 Por amor a tu nombre, SEÑOR, vivifícame; por tu justicia, saca mi alma de la angustia.
12 Y por tu misericordia, extirpa a mis enemigos, y destruye a todos los que afligen mi alma; pues yo soy tu siervo.
1 Salmo de David. Bendito sea el SEÑOR, mi roca, que adiestra mis manos para la guerra, y mis dedos para la batalla.
2 Misericordia mía y fortaleza mía, mi baluarte y mi libertador, escudo mío en quien me he refugiado, el que sujeta a mi pueblo debajo de mí.
3 Oh SEÑOR, ¿qué es el hombre para que tú lo tengas en cuenta, o el hijo del hombre para que pienses en él?
4 El hombre es semejante a un soplo; sus días son como una sombra que pasa.
5 Oh SEÑOR, inclina tus cielos y desciende; toca los montes para que humeen.
6 Despide relámpagos y dispérsalos; lanza tus flechas y confúndelos.
7 Extiende tu mano desde lo alto; rescátame y líbrame de las muchas aguas, de la mano de extranjeros
8 cuya boca habla falsedad y cuya diestra es diestra de mentira.
9 Oh Dios, un cántico nuevo te cantaré; con arpa de diez cuerdas cantaré alabanzas a ti,
10 el que da la victoria a los reyes, el que rescata a David su siervo de espada maligna.
11 Rescátame y líbrame de la mano de extranjeros, cuya boca habla falsedad, y cuya diestra es diestra de mentira.
12 Sean nuestros hijos en su juventud como plantíos florecientes, y nuestras hijas como columnas de esquinas labradas como las de un palacio.
13 Estén llenos nuestros graneros, suministrando toda clase de sustento, y nuestros rebaños produzcan miles y diez miles en nuestros campos.
14 Esté cargado nuestro ganado, sin fracasos y sin pérdida, y no haya gritos en nuestras calles.
15 Bienaventurado el pueblo a quien así le sucede; bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el SEÑOR.
1 Salmo de Alabanza; de David. Te exaltaré mi Dios, oh Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre.
2 Todos los días te bendeciré, y alabaré tu nombre eternamente y para siempre.
3 Grande es el SEÑOR, y digno de ser alabado en gran manera; y su grandeza es inescrutable.
4 Una generación alabará tus obras a otra generación, y anunciará tus hechos poderosos.
5 En el glorioso esplendor de tu majestad, y en tus maravillosas obras meditaré.
6 Los hombres hablarán del poder de tus hechos portentosos, y yo contaré tu grandeza.
7 Ellos proclamarán con entusiasmo la memoria de tu mucha bondad, y cantarán con gozo de tu justicia.
8 Clemente y compasivo es el SEÑOR, lento para la ira y grande en misericordia.
9 El SEÑOR es bueno para con todos, y su compasión, sobre todas sus obras.
10 SEÑOR, tus obras todas te darán gracias, y tus santos te bendecirán.
11 La gloria de tu reino dirán, y hablarán de tu poder,
12 para dar a conocer a los hijos de los hombres tus hechos poderosos, y la gloria de la majestad de tu reino.
13 Tu reino es reino por todos los siglos, y tu dominio permanece por todas las generaciones.
14 El SEÑOR sostiene a todos los que caen, y levanta a todos los oprimidos.
15 A ti miran los ojos de todos, y a su tiempo tú les das su alimento.
16 Abres tu mano, y sacias el deseo de todo ser viviente.
17 Justo es el SEÑOR en todos sus caminos, y bondadoso en todos sus hechos.
18 El SEÑOR está cerca de todos los que le invocan, de todos los que le invocan en verdad.
19 Cumplirá el deseo de los que le temen, también escuchará su clamor y los salvará.
20 El SEÑOR guarda a todos los que le aman, pero a todos los impíos destruirá.
21 Mi boca proclamará la alabanza del SEÑOR; y toda carne bendecirá su santo nombre eternamente y para siempre.
1 ¡Aleluya! Oh alma mía, alaba al SEÑOR.
2 Alabaré al SEÑOR mientras yo viva; cantaré alabanzas a mi Dios mientras yo exista.
3 No confiéis en príncipes, ni en hijo de hombre en quien no hay salvación.
4 Su espíritu exhala, él vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos.
5 Bienaventurado aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el SEÑOR su Dios,
6 que hizo los cielos y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; que guarda la verdad para siempre;
7 que hace justicia a los oprimidos, y da pan a los hambrientos. El SEÑOR pone en libertad a los cautivos.
8 El SEÑOR abre los ojos a los ciegos, el SEÑOR levanta a los caídos, el SEÑOR ama a los justos.
9 El SEÑOR protege a los extranjeros, sostiene al huérfano y a la viuda, pero trastorna el camino de los impíos.
10 El SEÑOR reinará para siempre, tu Dios, oh Sion, por todas las generaciones. ¡Aleluya!
1 ¡Aleluya! Porque bueno es cantar alabanzas a nuestro Dios, porque agradable y apropiada es la alabanza.
2 El SEÑOR edifica a Jerusalén; congrega a los dispersos de Israel;
3 sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas.
4 Cuenta el número de las estrellas, y a todas ellas les pone nombre.
5 Grande es nuestro Señor, y muy poderoso; su entendimiento es infinito.
6 El SEÑOR sostiene al afligido y humilla a los impíos hasta la tierra.
7 Cantad al SEÑOR con acción de gracias; cantad alabanzas con la lira a nuestro Dios,
8 el que cubre de nubes los cielos, el que provee lluvia para la tierra, el que hace brotar la hierba en los montes.
9 El da su alimento al ganado y a la cría de los cuervos cuando chillan.
10 No se deleita en la fuerza del caballo, ni se complace en las piernas ágiles del hombre.
11 El SEÑOR favorece a los que le temen, a los que esperan en su misericordia.
12 ¡Alaba al SEÑOR, oh Jerusalén! ¡Alaba a tu Dios, oh Sion!
13 Porque ha reforzado los cerrojos de tus puertas; ha bendecido a tus hijos dentro de ti.
14 El hace la paz en tus fronteras; te sacia con lo mejor del trigo.
15 Envía sus órdenes a la tierra; su palabra corre velozmente.
16 Manda la nieve como lana; esparce la escarcha cual ceniza.
17 Arroja su hielo como migas de pan; ¿Quién puede resistir ante su frío?
18 Envía su palabra y los derrite; hace soplar su viento y el agua corre.
19 Declara su palabra a Jacob, y sus estatutos y sus ordenanzas a Israel.
20 No ha hecho así con ninguna otra nación; y en cuanto a sus ordenanzas, no las han conocido. ¡Aleluya!
1 ¡Aleluya! Alabad al SEÑOR desde los cielos; alabadle en las alturas.
2 Alabadle, todos sus ángeles; alabadle, todos sus ejércitos.
3 Alabadle, sol y luna; alabadle, todas las estrellas luminosas.
4 Alabadle, cielos de los cielos, y las aguas que están sobre los cielos.
5 Alaben ellos el nombre del SEÑOR, pues El ordenó y fueron creados;
6 los estableció eternamente y para siempre, les dio ley que no pasará.
7 Alabad al SEÑOR desde la tierra, monstruos marinos y todos los abismos;
8 fuego y granizo, nieve y bruma; viento tempestuoso que cumple su palabra;
9 los montes y todas las colinas; árboles frutales y todos los cedros;
10 las fieras y todo el ganado; reptiles y aves que vuelan;
11 reyes de la tierra y todos los pueblos; príncipes y todos los jueces de la tierra;
12 jóvenes y también doncellas; los ancianos junto con los niños.
13 Alaben ellos el nombre del SEÑOR, porque sólo su nombre es exaltado; su gloria es sobre tierra y cielos.
14 El ha exaltado el poder de su pueblo, alabanza para todos sus santos, para los hijos de Israel, pueblo a El cercano. ¡Aleluya!
1 ¡Aleluya! Cantad al SEÑOR un cántico nuevo: su alabanza en la congregación de los santos.
2 Alégrese Israel en su Creador; regocíjense los hijos de Sion en su Rey.
3 Alaben su nombre con danza; cántenle alabanza con pandero y lira.
4 Porque el SEÑOR se deleita en su pueblo; adornará de salvación a los afligidos.
5 Regocíjense de gloria los santos; canten con gozo sobre sus camas.
6 Sean los loores de Dios en su boca, y una espada de dos filos en su mano,
7 para ejecutar venganza en las naciones, y castigo en los pueblos;
8 para atar a sus reyes con cadenas, y a sus nobles con grillos de hierro;
9 para ejecutar en ellos el juicio decretado: esto es gloria para todos sus santos. ¡Aleluya!
1 ¡Aleluya! Alabad a Dios en su santuario; alabadle en su majestuoso firmamento.
2 Alabadle por sus hechos poderosos; alabadle según la excelencia de su grandeza.
3 Alabadle con sonido de trompeta; alabadle con arpa y lira.
4 Alabadle con pandero y danza; alabadle con instrumentos de cuerda y flauta.
5 Alabadle con címbalos sonoros; alabadle con címbalos resonantes.
6 Todo lo que respira alabe al SEÑOR. ¡Aleluya!