1 Hubo un hombre en la tierra de Uz llamado Job; y era aquel hombre intachable, recto, temeroso de Dios y apartado del mal.
2 Y le nacieron siete hijos y tres hijas.
3 Su hacienda era de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas y muchísima servidumbre; y era aquel hombre el más grande de todos los hijos del oriente.
4 Sus hijos solían ir y hacer un banquete en la casa de cada uno por turno, e invitaban a sus tres hermanas para que comieran y bebieran con ellos.
5 Y sucedía que cuando los días del banquete habían pasado, Job enviaba a buscarlos y los santificaba, y levantándose temprano, ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque Job decía: Quizá mis hijos hayan pecado y maldecido a Dios en sus corazones. Así hacía Job siempre.
6 Hubo un día cuando los hijos de Dios vinieron a presentarse delante del SEÑOR, y Satanás vino también entre ellos.
7 Y el SEÑOR dijo a Satanás: ¿De dónde vienes? Entonces Satanás respondió al SEÑOR, y dijo: De recorrer la tierra y de andar por ella.
8 Y el SEÑOR dijo a Satanás: ¿Te has fijado en mi siervo Job? Porque no hay ninguno como él sobre la tierra, hombre intachable y recto, temeroso de Dios y apartado del mal.
9 Respondió Satanás al SEÑOR: ¿Acaso teme Job a Dios de balde?
10 ¿No has hecho tú una valla alrededor de él, de su casa y de todo lo que tiene, por todos lados? Has bendecido el trabajo de sus manos y sus posesiones han aumentado en la tierra.
11 Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, verás si no te maldice en tu misma cara.
12 Entonces el SEÑOR dijo a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu poder; pero no extiendas tu mano sobre él. Y Satanás salió de la presencia del SEÑOR.
13 Y aconteció que un día en que sus hijos y sus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en la casa del hermano mayor,
14 vino un mensajero a Job y dijo: Los bueyes estaban arando y las asnas paciendo junto a ellos,
15 y los sabeos atacaron y se los llevaron. También mataron a los criados a filo de espada; sólo yo escapé para contártelo.
16 Mientras estaba éste hablando, vino otro y dijo: Fuego de Dios cayó del cielo y quemó las ovejas y a los criados y los consumió; sólo yo escapé para contártelo.
17 Mientras estaba éste hablando, vino otro y dijo: Los caldeos formaron tres cuadrillas y atacaron los camellos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada; sólo yo escapé para contártelo.
18 Mientras estaba éste hablando, vino otro y dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en la casa de su hermano mayor,
19 y he aquí, vino un gran viento del otro lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, y ésta cayó sobre los jóvenes y murieron; sólo yo escapé para contártelo.
20 Entonces Job se levantó, rasgó su manto, se rasuró la cabeza, y postrándose en tierra, adoró,
21 y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El SEÑOR dio y el SEÑOR quitó; bendito sea el nombre del SEÑOR.
22 En todo esto Job no pecó ni culpó a Dios.
1 Y sucedió que un día cuando los hijos de Dios vinieron a presentarse delante del SEÑOR, vino también Satanás entre ellos para presentarse delante del SEÑOR.
2 Y el SEÑOR dijo a Satanás: ¿De dónde vienes? Entonces Satanás respondió al SEÑOR, y dijo: De recorrer la tierra y de andar por ella.
3 Y el SEÑOR dijo a Satanás: ¿Te has fijado en mi siervo Job? Porque no hay otro como él sobre la tierra, hombre intachable, recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Y él todavía conserva su integridad, aunque tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa.
4 Respondió Satanás al SEÑOR, y dijo: ¡Piel por piel! Sí, todo lo que el hombre tiene dará por su vida.
5 Sin embargo, extiende ahora tu mano y toca su hueso y su carne, verás si no te maldice en tu misma cara.
6 Y el SEÑOR dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; pero guarda su vida.
7 Satanás salió de la presencia del SEÑOR, e hirió a Job con llagas malignas desde la planta del pie hasta la coronilla.
8 Y Job tomó un tiesto para rascarse mientras estaba sentado entre las cenizas.
9 Entonces su mujer le dijo: ¿Aún conservas tu integridad? Maldice a Dios y muérete.
10 Pero él le dijo: Como habla cualquier mujer necia, has hablado. ¿Aceptaremos el bien de Dios y no aceptaremos el mal? En todo esto Job no pecó con sus labios.
11 Cuando tres amigos de Job, Elifaz temanita, Bildad suhita y Zofar naamatita, oyeron de todo este mal que había venido sobre él, vinieron cada uno de su lugar, pues se habían puesto de acuerdo para ir juntos a condolerse de él y a consolarlo.
12 Y cuando alzaron los ojos desde lejos y no lo reconocieron, levantaron sus voces y lloraron. Cada uno de ellos rasgó su manto y esparcieron polvo hacia el cielo sobre sus cabezas.
13 Entonces se sentaron en el suelo con él por siete días y siete noches sin que nadie le dijera una palabra, porque veían que su dolor era muy grande.
1 Después abrió Job su boca y maldijo el día de su nacimiento.
2 Y Job dijo:
3 Perezca el día en que yo nací, y la noche que dijo: "Un varón ha sido concebido."
4 Sea ese día tinieblas, no lo tome en cuenta Dios desde lo alto, ni resplandezca sobre él la luz.
5 Apodérense de él tinieblas y densa oscuridad, pósese sobre él una nube, llénelo de terror la negrura del día.
6 Y en cuanto a aquella noche, apodérense de ella las tinieblas; que no se alegre entre los días del año, ni se cuente en el número de los meses.
7 He aquí, sea estéril aquella noche, no entren en ella gritos de júbilo.
8 Maldíganla los que maldicen el día, los que están listos para despertar a Leviatán.
9 Oscurézcanse las estrellas de su alba; que espere la luz mas no la tenga, que tampoco vea el rayar de la aurora;
10 porque no cerró las puertas del vientre de mi madre, ni escondió la aflicción de mis ojos.
11 ¿Por qué no morí yo al nacer, o expiré al salir del vientre?
12 ¿Por qué me recibieron las rodillas, y para qué los pechos que me dieron de mamar?
13 Porque ahora yo yacería tranquilo; dormiría, y entonces tendría descanso
14 con los reyes y los consejeros de la tierra, que reedificaron ruinas para sí;
15 o con príncipes que tenían oro, que llenaban sus casas de plata.
16 O como aborto desechado, yo no existiría, como los niños que nunca vieron la luz.
17 Allí los impíos cesan de airarse, y allí reposan los cansados.
18 Juntos reposan los prisioneros; no oyen la voz del capataz.
19 Allí están los pequeños y los grandes, y el esclavo es libre de su señor.
20 ¿Por qué se da luz al que sufre, y vida al amargado de alma;
21 a los que ansían la muerte, pero no llega, y cavan por ella más que por tesoros;
22 que se alegran sobremanera, y se regocijan cuando encuentran el sepulcro?
23 ¿Por qué dar luz al hombre cuyo camino está escondido, y a quien Dios ha cercado?
24 Porque al ver mi alimento salen mis gemidos, y mis clamores se derraman como agua.
25 Pues lo que temo viene sobre mí, y lo que me aterroriza me sucede.
26 No tengo reposo ni estoy tranquilo, no descanso, sino que me viene turbación.
1 Entonces respondió Elifaz temanita, y dijo:
2 Si alguien osara hablarte, ¿te pondrías impaciente? Pero ¿quién puede abstenerse de hablar?
3 He aquí, tú has exhortado a muchos, y las manos débiles has fortalecido.
4 Al que tropezaba tus palabras han levantado, y las rodillas débiles has robustecido.
5 Pero ahora que te ha llegado a ti, te impacientas; te toca a ti, y te desalientas.
6 ¿No es tu temor a Dios tu confianza, y la integridad de tus caminos tu esperanza?
7 Recuerda ahora, ¿quién siendo inocente ha perecido jamás? ¿O dónde han sido destruidos los rectos?
8 Por lo que yo he visto, los que aran iniquidad y los que siembran aflicción, eso siegan.
9 Por el aliento de Dios perecen, y por la explosión de su ira son consumidos.
10 El rugido del león, el bramido de la fiera y los dientes de los leoncillos son quebrantados.
11 El león perece por falta de presa, y los cachorros de la leona se dispersan.
12 Una palabra me fue traída furtivamente, y mi oído percibió un susurro de ella.
13 Entre pensamientos inquietantes de visiones nocturnas, cuando el sueño profundo cae sobre los hombres,
14 me sobrevino un espanto, un temblor que hizo estremecer todos mis huesos.
15 Entonces un espíritu pasó cerca de mi rostro, y el pelo de mi piel se erizó.
16 Algo se detuvo, pero no pude reconocer su aspecto; una figura estaba delante de mis ojos, hubo silencio, después oí una voz:
17 "¿Es el mortal justo delante de Dios? ¿Es el hombre puro delante de su Hacedor?
18 "Dios no confía ni aún en sus propios siervos; y a sus ángeles atribuye errores.
19 "¡Cuánto más a los que habitan en casas de barro, cuyos cimientos están en el polvo, que son aplastados como la polilla!
20 "Entre la mañana y la tarde son hechos pedazos; sin que nadie se dé cuenta, perecen para siempre.
21 "¿No les es arrancada la cuerda de su tienda? Mueren, mas sin sabiduría."
1 Llama ahora, ¿habrá quién te responda? ¿Y a cuál de los santos te volverás?
2 Porque el enojo mata al insensato, y la ira da muerte al necio.
3 Yo he visto al insensato echar raíces, y al instante maldije su morada.
4 Sus hijos no tienen seguridad alguna, aun en la puerta son oprimidos, y no hay quien los libre.
5 Su cosecha devoran los hambrientos, la toman aun de entre los espinos, y el intrigante ansía su riqueza.
6 Porque la aflicción no viene del polvo, ni brota el infortunio de la tierra;
7 porque el hombre nace para la aflicción, como las chispas vuelan hacia arriba.
8 Pero yo buscaría a Dios, y delante de Dios presentaría mi causa;
9 El hace cosas grandes e inescrutables, maravillas sin número.
10 El da la lluvia sobre la faz de la tierra, y envía las aguas sobre los campos.
11 Para poner en alto a los humildes, y a los que lloran levantarlos a lugar seguro,
12 El frustra las tramas de los astutos, para que sus manos no tengan éxito.
13 El prende a los sabios en su propia astucia, y el consejo de los sagaces pronto se frustra.
14 De día tropiezan con las tinieblas, y a mediodía andan a tientas como de noche.
15 Pero El salva al pobre de la espada, de sus bocas y de la mano del poderoso.
16 El desamparado, pues, tiene esperanza, y la injusticia tiene que cerrar su boca.
17 He aquí, cuán bienaventurado es el hombre a quien Dios reprende; no desprecies, pues, la disciplina del Todopoderoso.
18 Porque El inflige dolor, pero da alivio; El hiere, pero sus manos también sanan.
19 De seis aflicciones te librará, y en siete no te tocará el mal.
20 En el hambre te salvará de la muerte, y en la guerra del poder de la espada.
21 Estarás a cubierto del azote de la lengua, y no temerás la violencia cuando venga.
22 De la violencia y del hambre te reirás, y no temerás a las fieras de la tierra.
23 Pues con las piedras del campo harás tu alianza, y las fieras del campo estarán en paz contigo.
24 Y sabrás que tu tienda está segura, porque visitarás tu morada y no temerás pérdida alguna.
25 También sabrás que tu descendencia será numerosa, y tus vástagos como la hierba de la tierra.
26 En pleno vigor llegarás al sepulcro, como se hacinan las gavillas a su tiempo.
27 He aquí, esto lo hemos examinado, y así es; óyelo, y conócelo para tu bien.
1 Entonces respondió Job y dijo:
2 ¡Oh, si pudiera pesarse mi sufrimiento, y ponerse en la balanza junto con mi calamidad!
3 Porque pesarían ahora más que la arena de los mares: por eso mis palabras han sido precipitadas.
4 Porque las flechas del Todopoderoso están clavadas en mí, cuyo veneno bebe mi espíritu, y contra mí se juntan los terrores de Dios.
5 ¿Acaso rebuzna el asno montés junto a su hierba, o muge el buey junto a su forraje?
6 ¿Se come sin sal lo insípido, o hay gusto en la clara del huevo?
7 Mi alma se niega a tocar estas cosas; son para mí alimento repugnante.
8 ¡Quién me diera que mi petición se cumpliera, que Dios me concediera mi anhelo,
9 que Dios consintiera en aplastarme, que soltara su mano y acabara conmigo!
10 Mas aún es mi consuelo, y me regocijo en el dolor sin tregua, que no he negado las palabras del Santo.
11 ¿Cuál es mi fuerza, para que yo espere, y cuál es mi fin, para que yo resista?
12 ¿Es mi fuerza la fuerza de las piedras, o es mi carne de bronce?
13 ¿Es que mi ayuda no está dentro de mí, y está alejado de mí todo auxilio?
14 Para el abatido, debe haber compasión de parte de su amigo; no sea que abandone el temor del Todopoderoso.
15 Mis hermanos han obrado engañosamente como un torrente, como las corrientes de los arroyos que se desvanecen,
16 que a causa del hielo están turbios y en los que la nieve se derrite.
17 Cuando se quedan sin agua, están silenciosos, cuando hace calor, desaparecen de su lugar.
18 Serpentean las sendas de su curso, se evaporan en la nada y perecen.
19 Las caravanas de Temán los buscaron, los viajeros de Sabá contaban con ellos.
20 Quedaron frustrados porque habían confiado, llegaron allí y fueron confundidos.
21 Ciertamente, así sois vosotros ahora, veis algo aterrador y os espantáis.
22 ¿Acaso he dicho: "Dadme algo", "De vuestra riqueza ofrecedme un soborno",
23 "Libradme de la mano del adversario", o: "Rescatadme de la mano de los tiranos"?
24 Instruidme, y yo callaré; mostradme en qué he errado.
25 ¡Cuán dolorosas son las palabras sinceras! Pero ¿qué prueba vuestro argumento?
26 ¿Pensáis censurar mis palabras, cuando las palabras del desesperado se las lleva el viento?
27 Aun echaríais suerte sobre los huérfanos, y especularíais con vuestro amigo.
28 Y ahora, tratad de mirarme y ved si miento en vuestra cara.
29 Desistid, por favor; que no haya injusticia; sí, desistid; en ello está aún mi justicia.
30 ¿Acaso hay injusticia en mi lengua? ¿No puede mi paladar discernir calamidades?
1 ¿No está el hombre obligado a trabajar sobre la tierra? ¿No son sus días como los días de un jornalero?
2 Como esclavo que suspira por la sombra, y como jornalero que espera con ansias su paga,
3 así me han dado en herencia meses inútiles, y noches de aflicción me han asignado.
4 Cuando me acuesto, digo: "¿Cuándo me levantaré?" Pero la noche sigue, y estoy dando vueltas continuamente hasta el amanecer.
5 Mi carne está cubierta de gusanos y de una costra de tierra; mi piel se endurece y supura.
6 Mis días pasan más veloces que la lanzadera, y llegan a su fin sin esperanza.
7 Recuerda, oh Dios, que mi vida es un soplo, mis ojos no volverán a ver el bien.
8 El ojo del que me ve no me verá más; tus ojos estarán sobre mí, pero yo no existiré.
9 Como una nube se desvanece y pasa, así el que desciende al Seol no subirá;
10 no volverá más a su casa, ni su lugar lo verá más.
11 Por tanto, no refrenaré mi boca, hablaré en la angustia de mi espíritu, me quejaré en la amargura de mi alma.
12 ¿Soy yo el mar, o un monstruo marino, para que me pongas guardia?
13 Si digo: "Mi cama me consolará, mi lecho atenuará mi queja",
14 entonces tú me asustas con sueños y me aterrorizas con visiones;
15 mi alma, pues, escoge la asfixia, la muerte, en lugar de mis dolores.
16 Languidezco; no he de vivir para siempre. Déjame solo, pues mis días son un soplo.
17 ¿Qué es el hombre para que lo engrandezcas, para que te preocupes por él,
18 para que lo examines cada mañana, y a cada momento lo pongas a prueba?
19 ¿Nunca apartarás de mí tu mirada, ni me dejarás solo hasta que trague mi saliva?
20 ¿He pecado? ¿Qué te he hecho a ti, oh guardián de los hombres? ¿Por qué has hecho de mí tu blanco, de modo que soy una carga para mí mismo?
21 Entonces, ¿por qué no perdonas mi transgresión y quitas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo; y tú me buscarás, pero ya no existiré.
1 Entonces respondió Bildad suhita, y dijo:
2 ¿Hasta cuándo hablarás estas cosas, y serán viento impetuoso las palabras de tu boca?
3 ¿Acaso tuerce Dios la justicia o tuerce el Todopoderoso lo que es justo?
4 Si tus hijos pecaron contra El, entonces El los entregó al poder de su transgresión.
5 Si tú buscaras a Dios e imploraras la misericordia del Todopoderoso,
6 si fueras puro y recto, ciertamente El se despertaría ahora en tu favor y restauraría tu justa condición.
7 Aunque tu principio haya sido insignificante, con todo, tu final aumentará sobremanera.
8 Pregunta, te ruego, a las generaciones pasadas, y considera las cosas escudriñadas por sus padres.
9 Porque nosotros somos de ayer y nada sabemos, pues nuestros días sobre la tierra son como una sombra.
10 ¿No te instruirán ellos y te hablarán, y de sus corazones sacarán palabras?
11 ¿Puede crecer el papiro sin cenagal? ¿Puede el junco crecer sin agua?
12 Estando aún verde y sin cortar, con todo, se seca antes que cualquier otra planta.
13 Así son las sendas de todos los que se olvidan de Dios, y la esperanza del impío perecerá,
14 porque es frágil su confianza, y una tela de araña su seguridad.
15 Confía en su casa, pero ésta no se sostiene; se aferra a ella, pero ésta no perdura.
16 Crece con vigor delante del sol, y sus renuevos brotan sobre su jardín.
17 Sus raíces se entrelazan sobre un montón de rocas; vive en una casa de piedras.
18 Si se le arranca de su lugar, éste le negará, diciendo: "Nunca te vi."
19 He aquí, este es el gozo de su camino; y del polvo brotarán otros.
20 He aquí, Dios no rechaza al íntegro, ni sostiene a los malhechores.
21 Aún ha de llenar de risa tu boca, y tus labios de gritos de júbilo.
22 Los que te odian serán cubiertos de vergüenza, y la tienda de los impíos no existirá más.
1 Entonces respondió Job y dijo:
2 En verdad yo sé que es así, pero ¿cómo puede un hombre ser justo delante de Dios?
3 Si alguno quisiera contender con El, no podría contestarle ni una vez entre mil.
4 Sabio de corazón y robusto de fuerzas, ¿quién le ha desafiado sin sufrir daño?
5 El es el que remueve los montes, y éstos no saben cómo cuando los vuelca en su furor;
6 el que sacude la tierra de su lugar, y sus columnas tiemblan;
7 el que manda al sol que no brille, y pone sello a las estrellas;
8 el que solo extiende los cielos, y holla las olas del mar;
9 el que hace la Osa, el Orión y las Pléyades, y las cámaras del sur;
10 el que hace grandes cosas, inescrutables, y maravillas sin número.
11 Si El pasara junto a mí, no le vería; si me pasara adelante, no le percibiría.
12 Si El arrebatara algo, ¿quién le estorbaría? Quién podrá decirle: "¿Qué haces?"
13 Dios no retirará su ira; bajo El quedan humillados los que ayudan a Rahab.
14 ¿Cómo puedo yo responderle, y escoger mis palabras delante de El?
15 Porque aunque yo tuviera razón, no podría responder; tendría que implorar la misericordia de mi juez.
16 Si yo llamara y El me respondiera, no podría creer que escuchara mi voz.
17 Porque El me quebranta con tempestad, y sin causa multiplica mis heridas.
18 No me permite cobrar aliento, sino que me llena de amarguras.
19 Si es cuestión de poder, he aquí, El es poderoso; y si es cuestión de justicia, ¿quién le citará?
20 Aunque soy justo, mi boca me condenará; aunque soy inocente, El me declarará culpable.
21 Inocente soy, no hago caso de mí mismo, desprecio mi vida.
22 Todo es lo mismo, por tanto digo: "El destruye al inocente y al malvado."
23 Si el azote mata de repente, El se burla de la desesperación del inocente.
24 La tierra es entregada en manos de los impíos; El cubre el rostro de sus jueces; si no es El, ¿quién será?
25 Mis días son más ligeros que un corredor; huyen, no ven el bien.
26 Se deslizan como barcos de juncos, como águila que se arroja sobre su presa.
27 Aunque yo diga: "Olvidaré mi queja, cambiaré mi triste semblante y me alegraré",
28 temeroso estoy de todos mis dolores, sé que tú no me absolverás.
29 Si soy impío, ¿para qué, pues, esforzarme en vano?
30 Si me lavara con nieve y limpiara mis manos con lejía,
31 aun así me hundirías en la fosa, y mis propios vestidos me aborrecerían.
32 Porque El no es hombre como yo, para que le responda, para que juntos vengamos a juicio.
33 No hay árbitro entre nosotros, que ponga su mano sobre ambos.
34 Que El quite de mí su vara, y no me espante su terror.
35 Entonces yo hablaré y no le temeré; porque en mi opinión yo no soy así.
1 Hastiado estoy de mi vida: daré rienda suelta a mi queja, hablaré en la amargura de mi alma.
2 Le diré a Dios: "No me condenes, hazme saber por qué contiendes conmigo.
3 "¿Es justo para ti oprimir, rechazar la obra de tus manos, y mirar con favor los designios de los malos?
4 "¿Acaso tienes tú ojos de carne, o ves como el hombre ve?
5 "¿Son tus días como los días de un mortal, o tus años como los años del hombre,
6 para que andes averiguando mi culpa, y buscando mi pecado?
7 "Según tu conocimiento ciertamente no soy culpable; sin embargo no hay salvación de tu mano.
8 "Tus manos me formaron y me hicieron, ¿y me destruirás?
9 "Acuérdate ahora que me has modelado como a barro, ¿y me harás volver al polvo?
10 "¿No me derramaste como leche, y como queso me cuajaste?
11 "¿No me vestiste de piel y de carne, y me entretejiste con huesos y tendones?
12 "Vida y misericordia me has concedido, y tu cuidado ha guardado mi espíritu.
13 "Sin embargo, tienes escondidas estas cosas en tu corazón, yo sé que esto está dentro de ti:
14 si pecara, me lo tomarías en cuenta, y no me absolverías de mi culpa.
15 "Si soy malvado, ¡ay de mí!, y si soy justo, no me atrevo a levantar la cabeza. Estoy harto de deshonra y consciente de mi aflicción.
16 "Si mi cabeza se levantara, como león me cazarías, y mostrarías tu poder contra mí.
17 "Renuevas tus pruebas contra mí, y te ensañas conmigo; tropas de relevo vienen contra mí.
18 "¿Por qué, pues, me sacaste de la matriz? ¡Ojalá que hubiera muerto y nadie me hubiera visto!
19 "Sería como si no hubiera existido, llevado del vientre a la sepultura."
20 ¿No dejará El en paz mis breves días? Apártate de mí para que me consuele un poco
21 antes que me vaya, para no volver, a la tierra de tinieblas y sombras profundas;
22 tierra tan lóbrega como las mismas tinieblas, de sombras profundas, sin orden, y donde la luz es como las tinieblas.
1 Entonces respondió Zofar naamatita, y dijo:
2 ¿Quedará sin respuesta esa multitud de palabras, y será absuelto el que mucho habla?
3 ¿Harán tus jactancias callar a los hombres? ¿Harás escarnio sin que nadie te reprenda?
4 Pues has dicho: "Mi enseñanza es pura, y soy inocente ante tus ojos."
5 Mas, ¡quién diera que Dios hablara, abriera sus labios contra ti
6 y te declarara los secretos de la sabiduría!; porque la verdadera sabiduría tiene dos lados. Sabrías entonces que Dios olvida parte de tu iniquidad.
7 ¿Descubrirás tú las profundidades de Dios? ¿Descubrirás los límites del Todopoderoso?
8 Altos son como los cielos; ¿qué harás tú? Más profundos son que el Seol; ¿qué puedes tú saber?
9 Más extensa que la tierra es su dimensión, y más ancha que el mar.
10 Si El pasa, o encierra, o convoca una asamblea, ¿quién podrá estorbarle?
11 Porque El conoce a los hombres falsos, y ve la iniquidad sin investigar.
12 Y el hombre tonto se hará inteligente cuando el pollino de un asno montés nazca hombre.
13 Si diriges bien tu corazón y extiendes a El tu mano,
14 si en tu mano hay iniquidad y la alejas de ti y no permites que la maldad more en tus tiendas,
15 entonces, ciertamente levantarás tu rostro sin mancha, estarás firme y no temerás.
16 Porque olvidarás tu aflicción, como aguas que han pasado la recordarás.
17 Tu vida será más radiante que el mediodía, y hasta la oscuridad será como la mañana.
18 Entonces confiarás, porque hay esperanza, mirarás alrededor y te acostarás seguro.
19 Descansarás y nadie te atemorizará, y muchos procurarán tu favor.
20 Pero los ojos de los malvados languidecerán, y no habrá escape para ellos; su esperanza es dar su último suspiro.
1 Entonces respondió Job, y dijo:
2 En verdad que sois el pueblo, y con vosotros morirá la sabiduría.
3 Pero yo también tengo inteligencia como vosotros, no soy inferior a vosotros. ¿Y quién no sabe esto?
4 Soy motivo de burla para mis amigos, el que clamaba a Dios, y El le respondía. Motivo de burla es el justo e intachable.
5 El que está en holgura desprecia la calamidad, como cosa preparada para aquellos cuyos pies resbalan.
6 Las tiendas de los destructores prosperan, y los que provocan a Dios están seguros, a quienes Dios ha dado el poder que tienen.
7 Y ahora pregunta a las bestias, y que ellas te instruyan, y a las aves de los cielos, y que ellas te informen.
8 O habla a la tierra y que ella te instruya, y que los peces del mar te lo declaren.
9 ¿Quién entre todos ellos no sabe que la mano del SEÑOR ha hecho esto,
10 que en su mano está la vida de todo ser viviente, y el aliento de toda carne de hombre?
11 ¿No distingue el oído las palabras como el paladar prueba la comida?
12 En los ancianos está la sabiduría, y en largura de días el entendimiento.
13 En El están la sabiduría y el poder, y el consejo y el entendimiento son suyos.
14 He aquí, El derriba, y no se puede reedificar; aprisiona a un hombre, y no hay liberación.
15 He aquí, El retiene las aguas, y todo se seca, y las envía e inundan la tierra.
16 En El están la fuerza y la prudencia, suyos son el engañado y el engañador.
17 El hace que los consejeros anden descalzos, y hace necios a los jueces.
18 Rompe las cadenas de los reyes y ata sus cinturas con cuerda.
19 Hace que los sacerdotes anden descalzos y derriba a los que están seguros.
20 Priva del habla a los hombres de confianza y quita a los ancianos el discernimiento.
21 Vierte desprecio sobre los nobles y afloja el cinto de los fuertes.
22 El revela los misterios de las tinieblas y saca a la luz la densa oscuridad.
23 Engrandece las naciones, y las destruye; ensancha las naciones, y las dispersa.
24 Priva de inteligencia a los jefes de la gente de la tierra y los hace vagar por un yermo sin camino;
25 andan a tientas en tinieblas, sin luz, y los hace tambalearse como ebrios.
1 He aquí todo esto han visto mis ojos, lo ha escuchado y entendido mi oído.
2 Lo que vosotros sabéis yo también lo sé; no soy menos que vosotros.
3 Pero quiero hablar al Todopoderoso, y deseo argumentar con Dios.
4 Mas vosotros sois forjadores de mentiras; todos vosotros sois médicos inútiles.
5 ¡Quién diera que guardarais completo silencio y se convirtiera esto en vuestra sabiduría!
6 Oíd, os ruego, mi razonamiento, y prestad atención a los argumentos de mis labios.
7 ¿Hablaréis por Dios lo que es injusto y diréis por El lo que es engañoso?
8 ¿Mostraréis por El parcialidad? ¿Contenderéis por Dios?
9 ¿Os irá bien cuando El os escudriñe, o le engañaréis como se engaña a un hombre?
10 Ciertamente El os reprenderá si en secreto mostráis parcialidad.
11 ¿No os llenará de temor su majestad, y no caerá sobre vosotros su terror?
12 Vuestras máximas son proverbios de ceniza, vuestras defensas son defensas de barro.
13 Callad delante de mí para que pueda hablar yo; y venga sobre mí lo que venga.
14 ¿Por qué me he de quitar la carne con mis dientes, y poner mi vida en mis manos?
15 Aunque El me mate, en El esperaré; pero defenderé mis caminos delante de El.
16 Esta también será mi salvación, porque un impío no comparecería en su presencia.
17 Escuchad atentamente mis palabras, y que mi declaración llene vuestros oídos.
18 He aquí ahora, yo he preparado mi causa; sé que seré justificado.
19 ¿Quién contenderá conmigo?, porque entonces me callaría y moriría.
20 Sólo dos cosas deseo que hagas conmigo, y no me esconderé de tu rostro:
21 Que retires de mí tu mano, y que tu terror no me espante.
22 Entonces llámame, y yo responderé; o déjame hablar, y respóndeme tú.
23 ¿Cuántas son mis iniquidades y pecados? Hazme conocer mi rebelión y mi pecado.
24 ¿Por qué escondes tu rostro y me consideras tu enemigo?
25 ¿Harás que tiemble una hoja llevada por el viento, o perseguirás a la paja seca?
26 Pues escribes contra mí cosas amargas, y me haces responsable de las iniquidades de mi juventud.
27 Pones mis pies en el cepo, y vigilas todas mis sendas; pones límite a las plantas de mis pies,
28 mientras me deshago como cosa podrida, como vestido comido de polilla.
1 El hombre, nacido de mujer, corto de días y lleno de turbaciones,
2 como una flor brota y se marchita, y como una sombra huye y no permanece.
3 Sobre él ciertamente abres tus ojos, y lo traes a juicio contigo.
4 ¿Quién hará algo limpio de lo inmundo? ¡Nadie!
5 Ya que sus días están determinados, el número de sus meses te es conocido, y has fijado sus límites para que no pueda pasarlos.
6 Aparta de él tu mirada para que descanse, hasta que cumpla su día como jornalero.
7 Porque hay esperanza para un árbol cuando es cortado, que volverá a retoñar, y sus renuevos no le faltarán.
8 Aunque envejezcan sus raíces en la tierra, y muera su tronco en el polvo,
9 al olor del agua reverdecerá y como una planta joven echará renuevos.
10 Pero el hombre muere y yace inerte. El hombre expira, ¿y dónde está?
11 Como las aguas se evaporan del mar, como un río se agota y se seca,
12 así el hombre yace y no se levanta; hasta que los cielos ya no existan no se despertará ni se levantará de su sueño.
13 ¡Oh, si me escondieras en el Seol, si me ocultaras hasta que tu ira se pasara, si me pusieras un plazo y de mí te acordaras!
14 Si el hombre muere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi batallar esperaré hasta que llegue mi relevo.
15 Tú llamarás, y yo te responderé; anhelarás la obra de tus manos.
16 Porque ahora cuentas mis pasos, no observas mi pecado.
17 Sellada está en un saco mi transgresión, y tienes cubierta mi iniquidad.
18 Pero el monte que cae se desmorona, y se cambia la roca de su lugar;
19 el agua desgasta las piedras, sus torrentes se llevan el polvo de la tierra; así destruyes tú la esperanza del hombre.
20 Prevaleces para siempre contra él, y se va; cambias su apariencia, y lo despides.
21 Alcanzan honra sus hijos, pero él no lo sabe; o son humillados, pero él no lo percibe.
22 Mas su cuerpo le da dolores, y se lamenta sólo por sí mismo.
1 Entonces respondió Elifaz temanita, y dijo:
2 ¿Debe responder un sabio con hueca sabiduría y llenarse de viento solano?
3 ¿Debe argumentar con razones inútiles o con palabras sin provecho?
4 Ciertamente, tú rechazas el temor, e impides la meditación delante de Dios.
5 Porque tu iniquidad enseña a tu boca, y escoges el lenguaje de los astutos.
6 Tu propia boca, y no yo, te condena, y tus propios labios testifican contra ti.
7 ¿Fuiste tú el primer hombre en nacer, o fuiste dado a luz antes que las colinas?
8 ¿Oyes tú el secreto de Dios, y retienes para ti la sabiduría?
9 ¿Qué sabes tú que nosotros no sepamos? ¿Qué entiendes tú que nosotros no entendamos?
10 También entre nosotros hay canosos y ancianos de más edad que tu padre.
11 ¿Te parecen poco los consuelos de Dios, y la palabra hablada a ti con dulzura?
12 ¿Por qué te arrebata el corazón, y por qué centellean tus ojos,
13 para volver tu espíritu contra Dios y dejar salir de tu boca tales palabras?
14 ¿Qué es el hombre para que sea puro, o el nacido de mujer para que sea justo?
15 He aquí, Dios no confía en sus santos, y ni los cielos son puros ante sus ojos;
16 ¡cuánto menos el hombre, un ser abominable y corrompido, que bebe como agua la iniquidad!
17 Yo te mostraré, escúchame, y te contaré lo que he visto;
18 lo que los sabios han dado a conocer, sin ocultar nada de sus padres;
19 a ellos solos se les dio la tierra, y ningún extranjero pasó entre ellos.
20 Todos sus días el impío se retuerce de dolor, y contados están los años reservados para el tirano.
21 Ruidos de espanto hay en sus oídos, mientras está en paz, el destructor viene sobre él.
22 El no cree que volverá de las tinieblas, y que está destinado para la espada.
23 Vaga en busca de pan, diciendo: "¿Dónde está?" Sabe que es inminente el día de las tinieblas.
24 La ansiedad y la angustia lo aterran, lo dominan como rey dispuesto para el ataque;
25 porque él ha extendido su mano contra Dios, y se porta con soberbia contra el Todopoderoso.
26 Corre contra El con cuello erguido, con su escudo macizo;
27 porque ha cubierto su rostro de grosura, se le han hecho pliegues de grasa sobre sus lomos,
28 y ha vivido en ciudades desoladas, en casas inhabitables, destinadas a convertirse en ruinas.
29 No se enriquecerá, ni sus bienes perdurarán, ni su espiga se inclinará a tierra.
30 No escapará de las tinieblas, secará la llama sus renuevos, y por el soplo de su boca desaparecerá.
31 Que no confíe en la vanidad, engañándose a sí mismo, pues vanidad será su recompensa.
32 Antes de su tiempo se cumplirá, y la hoja de su palmera no reverdecerá.
33 Dejará caer su agraz como la vid, y como el olivo arrojará su flor.
34 Porque estéril es la compañía de los impíos, y el fuego consume las tiendas del corrupto.
35 Conciben malicia, dan a luz iniquidad, y en su mente traman engaño.
1 Entonces respondió Job, y dijo:
2 He oído muchas cosas como éstas; consoladores gravosos sois todos vosotros.
3 ¿No hay fin a las palabras vacías? ¿O qué te provoca para que así respondas?
4 Yo también hablaría como vosotros, si vuestra alma estuviera en lugar de mi alma. Podría hilvanar palabras contra vosotros, y mover ante vosotros la cabeza.
5 Os podría alentar con mi boca, y el consuelo de mis labios podría aliviar vuestro dolor.
6 Si hablo, mi dolor no disminuye, y si callo, no se aparta de mí.
7 Pero ahora El me ha agobiado; tú has asolado toda mi compañía,
8 y me has llenado de arrugas que en testigo se han convertido; mi flacura se levanta contra mí, testifica en mi cara.
9 Su ira me ha despedazado y me ha perseguido, contra mí El ha rechinado los dientes; mi adversario aguza los ojos contra mí.
10 Han abierto contra mí su boca, con injurias me han abofeteado; a una se aglutinan contra mí.
11 Dios me entrega a los impíos, y me echa en manos de los malvados.
12 Estaba yo tranquilo, y El me sacudió, me agarró por la nuca y me hizo pedazos; también me hizo su blanco.
13 Me rodean sus flechas, parte mis riñones sin compasión, derrama por tierra mi hiel.
14 Abre en mí brecha tras brecha; arremete contra mí como un guerrero.
15 Sobre mi piel he cosido cilicio, y he hundido en el polvo mi poder.
16 Mi rostro está enrojecido por el llanto, y cubren mis párpados densa oscuridad,
17 aunque no hay violencia en mis manos, y es pura mi oración.
18 ¡Oh tierra, no cubras mi sangre, y no haya lugar para mi clamor!
19 He aquí, aun ahora mi testigo está en el cielo, y mi defensor está en las alturas.
20 Mis amigos son mis escarnecedores; mis ojos lloran a Dios.
21 ¡Ah, si un hombre pudiera argüir con Dios como un hombre con su vecino!
22 Porque cuando hayan pasado unos pocos años, me iré por el camino sin retorno.
1 Mi espíritu está quebrantado, mis días extinguidos, el sepulcro está preparado para mí.
2 No hay sino escarnecedores conmigo, y mis ojos miran su provocación.
3 Coloca, pues, contigo una fianza para mí; ¿quién hay que sea mi fiador?
4 Porque has escondido su corazón del entendimiento, por tanto no los exaltarás.
5 Al que denuncie a sus amigos por una parte del botín , a sus hijos se les debilitarán los ojos.
6 Porque El me ha hecho proverbio del pueblo, y soy uno a quien los hombres escupen.
7 Mis ojos se oscurecen también por el sufrimiento, y mis miembros todos son como una sombra.
8 Los rectos se quedarán pasmados de esto, y el inocente se indignará contra el impío.
9 Sin embargo el justo se mantendrá en su camino, y el de manos limpias más y más se fortalecerá.
10 Pero volveos todos vosotros, y venid ahora, pues no hallo entre vosotros a ningún sabio.
11 Mis días han pasado, se deshicieron mis planes, los deseos de mi corazón.
12 Algunos convierten la noche en día, diciendo: "La luz está cerca", en presencia de las tinieblas.
13 Si espero que el Seol sea mi casa, hago mi lecho en las tinieblas;
14 si digo al hoyo: "Mi padre eres tú", y al gusano: "Mi madre y mi hermana",
15 ¿dónde está, pues, mi esperanza?, y mi esperanza ¿quién la verá?
16 ¿Descenderá conmigo al Seol? ¿Nos hundiremos juntos en el polvo?
1 Entonces respondió Bildad suhita y dijo:
2 ¿Hasta cuándo estaréis rebuscando palabras? Mostrad entendimiento y entonces hablaremos.
3 ¿Por qué somos considerados como bestias, y torpes a vuestros ojos?
4 ¡Oh tú, que te desgarras en tu ira! ¿Ha de ser abandonada la tierra por tu causa, o removida la roca de su lugar?
5 Ciertamente la luz de los impíos se apaga, y no brillará la llama de su fuego.
6 La luz en su tienda se oscurece, y su lámpara sobre él se apaga.
7 Su vigoroso paso es acortado, y su propio designio lo hace caer.
8 Porque es arrojado en la red por sus propios pies, y sobre mallas camina.
9 Por el calcañar lo aprisiona un lazo, y una trampa se cierra sobre él.
10 Escondido está en la tierra un lazo para él, y una trampa le aguarda en la senda.
11 Por todas partes le atemorizan terrores, y le hostigan a cada paso.
12 Se agota por el hambre su vigor, y la desgracia está presta a su lado.
13 Devora su piel la enfermedad, devora sus miembros el primogénito de la muerte.
14 Es arrancado de la seguridad de su tienda, y se le conduce al rey de los terrores.
15 Nada suyo mora en su tienda; azufre es esparcido sobre su morada.
16 Por abajo se secan sus raíces, y por arriba se marchita su ramaje.
17 Su memoria perece de la tierra, y no tiene nombre en toda la región.
18 Es lanzado de la luz a las tinieblas, y de la tierra habitada lo echan.
19 No tiene descendencia ni posteridad entre su pueblo, ni sobreviviente alguno donde él peregrinó.
20 De su destino se asombran los del occidente, y los del oriente se sobrecogen de terror.
21 Ciertamente tales son las moradas del impío, este es el lugar del que no conoce a Dios.
1 Entonces respondió Job y dijo:
2 ¿Hasta cuándo me angustiaréis y me aplastaréis con palabras?
3 Estas diez veces me habéis insultado, ¿no os da vergüenza perjudicarme?
4 Aunque en verdad yo haya errado, mi error queda conmigo.
5 Si en verdad os jactáis contra mí, y comprobáis mi oprobio,
6 sabed ahora que Dios me ha agraviado y me ha envuelto en su red.
7 He aquí, yo grito: "¡Violencia!", pero no obtengo respuesta; clamo pidiendo ayuda, pero no hay justicia.
8 El ha amurallado mi camino y no puedo pasar, y ha puesto tinieblas en mis sendas.
9 Me ha despojado de mi honor y quitado la corona de mi cabeza.
10 Me destruye por todos lados, y perezco, y como a un árbol ha arrancado mi esperanza.
11 También ha encendido su ira contra mí y me ha considerado su enemigo.
12 Se concentran a una sus ejércitos, preparan su camino de asalto contra mí, y alrededor de mi tienda acampan.
13 El ha alejado de mí a mis hermanos, y mis conocidos están apartados completamente de mí.
14 Mis parientes me fallaron y mis íntimos amigos me han olvidado.
15 Los moradores de mi casa y mis criadas me tienen por extraño, extranjero soy a sus ojos.
16 Llamo a mi siervo, y no responde, con mi propia boca tengo que rogarle.
17 Mi aliento es odioso a mi mujer, y soy repugnante a mis propios hermanos.
18 Hasta los niños me desprecian, me levanto, y hablan contra mí.
19 Todos mis compañeros me aborrecen, y los que amo se han vuelto contra mí.
20 Mis huesos se pegan a mi piel y a mi carne, y sólo he escapado con la piel de mis dientes.
21 Tened piedad, tened piedad de mí, vosotros mis amigos, porque la mano de Dios me ha herido.
22 ¿Por qué me perseguís como Dios lo hace , y no os saciáis ya de mi carne?
23 ¡Oh, si mis palabras se escribieran, si se grabaran en un libro!
24 ¡Si con cincel de hierro y con plomo fueran esculpidas en piedra para siempre!
25 Yo sé que mi Redentor vive, y al final se levantará sobre el polvo.
26 Y después de deshecha mi piel, aun en mi carne veré a Dios;
27 al cual yo mismo contemplaré, y a quien mis ojos verán y no los de otro. ¡Desfallece mi corazón dentro de mí!
28 Si decís: "¿Cómo le perseguiremos?", y: "¿Qué pretexto hallaremos contra él?",
29 temed la espada vosotros mismos, porque el furor trae el castigo de la espada para que sepáis que hay juicio.
1 Entonces respondió Zofar naamatita, y dijo:
2 Por esto mis pensamientos me hacen responder, a causa de mi inquietud interior.
3 He escuchado la reprensión que me insulta, y el espíritu de mi entendimiento me hace responder.
4 ¿Acaso sabes esto, que desde la antigüedad, desde que el hombre fue puesto sobre la tierra,
5 es breve el júbilo de los malvados, y un instante dura la alegría del impío?
6 Aunque su presunción llegue a los cielos, y su cabeza toque las nubes,
7 como su propio estiércol perece para siempre; los que lo han visto dirán: "¿Dónde está?"
8 Huye como un sueño, y no lo pueden encontrar, y como visión nocturna es ahuyentado.
9 El ojo que lo veía, ya no lo ve, y su lugar no lo contempla más.
10 Sus hijos favorecen a los pobres, y sus manos devuelven sus riquezas.
11 Sus huesos están llenos de vigor juvenil, mas con él en el polvo yacen.
12 Aunque el mal sea dulce en su boca, y lo oculte bajo su lengua,
13 aunque lo desee y no lo deje ir, sino que lo retenga en su paladar,
14 con todo la comida en sus entrañas se transforma en veneno de cobras dentro de él.
15 Traga riquezas, pero las vomitará; de su vientre se las hará echar Dios.
16 Chupa veneno de cobras, lengua de víbora lo mata.
17 No mira a los arroyos, a los ríos que fluyen miel y cuajada.
18 Devuelve lo que ha ganado, no lo puede tragar; en cuanto a las riquezas de su comercio, no las puede disfrutar.
19 Pues ha oprimido y abandonado a los pobres; se ha apoderado de una casa que no construyó.
20 Porque no conoció sosiego en su interior, no retiene nada de lo que desea.
21 Nada le quedó por devorar, por eso no dura su prosperidad.
22 En la plenitud de su abundancia estará en estrechez; la mano de todo el que sufre vendrá contra él.
23 Cuando llene su vientre, Dios enviará contra él el ardor de su ira y la hará llover sobre él mientras come.
24 Tal vez huya del arma de hierro, pero el arco de bronce lo atravesará.
25 La saeta lo traspasa y sale por su espalda, y la punta relumbrante por su hiel. Vienen sobre él terrores,
26 completas tinieblas están reservadas para sus tesoros; fuego no atizado lo devorará, y consumirá al que quede en su tienda.
27 Los cielos revelarán su iniquidad, y la tierra se levantará contra él.
28 Las riquezas de su casa se perderán; serán arrasadas en el día de su ira.
29 Esta es la porción de Dios para el hombre impío, y la herencia decretada por Dios para él.
1 Entonces respondió Job, y dijo:
2 Escuchad atentamente mis palabras, y que sea éste vuestro consuelo para mí.
3 Tened paciencia y hablaré; y después que haya hablado, os podréis burlar.
4 En cuanto a mí, ¿me quejo yo al hombre? ¿Y por qué no he de ser impaciente?
5 Miradme, y quedaos atónitos, y poned la mano sobre vuestra boca.
6 Aun cuando me acuerdo, me perturbo, y el horror se apodera de mi carne.
7 ¿Por qué siguen viviendo los impíos, envejecen, también se hacen muy poderosos?
8 En su presencia se afirman con ellos sus descendientes, y sus vástagos delante de sus ojos;
9 sus casas están libres de temor, y no está la vara de Dios sobre ellos.
10 Su toro engendra sin fallar, su vaca pare y no aborta.
11 Envían fuera a sus pequeños cual rebaño, y sus niños andan saltando.
12 Cantan con pandero y arpa, y al son de la flauta se regocijan.
13 Pasan sus días en prosperidad, y de repente descienden al Seol.
14 Y dicen a Dios: "¡Apártate de nosotros! No deseamos el conocimiento de tus caminos.
15 "¿Quién es el Todopoderoso, para que le sirvamos, y qué ganaríamos con rogarle?"
16 He aquí, no está en mano de ellos su prosperidad; el consejo de los impíos lejos está de mí.
17 ¿Cuántas veces es apagada la lámpara de los impíos, o cae sobre ellos su calamidad? ¿Reparte Dios dolores en su ira?
18 ¿Son como paja delante del viento, y como tamo que arrebata el torbellino?
19 Decís: "Dios guarda la iniquidad de un hombre para sus hijos." Que Dios le pague para que aprenda.
20 Vean sus ojos su ruina, y beba de la furia del Todopoderoso.
21 Pues ¿qué le importa la suerte de su casa después de él cuando el número de sus meses haya sido cortado?
22 ¿Puede enseñarse a Dios sabiduría, siendo que El juzga a los encumbrados?
23 Uno muere en pleno vigor, estando completamente tranquilo y satisfecho;
24 sus ijares están repletos de grosura, húmeda está la médula de sus huesos,
25 mientras otro muere con alma amargada, y sin haber probado nada bueno.
26 Juntos yacen en el polvo, y los gusanos los cubren.
27 He aquí, yo conozco vuestros pensamientos, y los designios con los cuales me dañaríais.
28 Porque decís: "¿Dónde está la casa del noble, y dónde la tienda donde moraban los impíos?"
29 ¿No habéis preguntado a los caminantes, y no reconocéis su testimonio?
30 Porque el impío es preservado para el día de la destrucción; ellos serán conducidos en el día de la ira.
31 ¿Quién le declarará en su cara sus acciones, y quién le pagará por lo que ha hecho?
32 Mientras es llevado al sepulcro, velarán sobre su túmulo.
33 Los terrones del valle suavemente le cubrirán, y le seguirán todos los hombres, e innumerables otros irán delante de él.
34 ¿Cómo, pues, me consoláis en vano? Vuestras respuestas están llenas de falsedad.
1 Entonces respondió Elifaz temanita, y dijo:
2 ¿Puede un hombre ser útil a Dios, o un sabio útil para sí mismo?
3 ¿Es de algún beneficio al Todopoderoso que tú seas justo, o gana algo si haces perfectos tus caminos?
4 ¿Es a causa de tu piedad que El te reprende, que entra en juicio contigo?
5 ¿No es grande tu maldad, y sin fin tus iniquidades?
6 Porque sin razón tomabas prendas de tus hermanos, y has despojado de sus ropas a los desnudos.
7 No dabas de beber agua al cansado, y le negabas pan al hambriento.
8 Mas la tierra es del poderoso, y el privilegiado mora en ella.
9 Despedías a las viudas con las manos vacías y quebrabas los brazos de los huérfanos.
10 Por eso te rodean lazos, y te aterra temor repentino,
11 o tinieblas, y no puedes ver, y abundancia de agua te cubre.
12 ¿No está Dios en lo alto de los cielos? Mira también las más lejanas estrellas, ¡cuán altas están!
13 Y tú dices: "¿Qué sabe Dios? ¿Puede El juzgar a través de las densas tinieblas?
14 "Las nubes le ocultan, y no puede ver, y se pasea por la bóveda del cielo."
15 ¿Seguirás en la senda antigua en que anduvieron los hombres malvados,
16 que fueron arrebatados antes de su tiempo, y cuyos cimientos fueron arrasados por un río?
17 Ellos dijeron a Dios: "Apártate de nosotros" y: "¿Qué puede hacernos el Todopoderoso?"
18 El había colmado de bienes sus casas, pero el consejo de los malos está lejos de mí.
19 Los justos ven y se alegran, y el inocente se burla de ellos,
20 diciendo: "Ciertamente nuestros adversarios son destruidos, y el fuego ha consumido su abundancia."
21 Cede ahora y haz la paz con El, así te vendrá el bien.
22 Recibe, te ruego, la instrucción de su boca, y pon sus palabras en tu corazón.
23 Si vuelves al Todopoderoso, serás restaurado. Si alejas de tu tienda la injusticia,
24 y pones tu oro en el polvo, y el oro de Ofir entre las piedras de los arroyos,
25 el Todopoderoso será para ti tu oro y tu plata escogida.
26 Porque entonces te deleitarás en el Todopoderoso, y alzarás a Dios tu rostro.
27 Orarás a El y te escuchará, y cumplirás tus votos.
28 Decidirás una cosa, y se te cumplirá, y en tus caminos resplandecerá la luz.
29 Cuando estés abatido, hablarás con confianza y El salvará al humilde.
30 El librará aun al que no es inocente, que será librado por la pureza de tus manos.
1 Entonces respondió Job, y dijo:
2 Aun hoy mi queja es rebelión; su mano es pesada no obstante mi gemido.
3 ¡Quién me diera saber dónde encontrarle, para poder llegar hasta su trono!
4 Expondría ante El mi causa, llenaría mi boca de argumentos.
5 Aprendería yo las palabras que El me respondiera, y entendería lo que me dijera.
6 ¿Contendería El conmigo con la grandeza de su poder? No, ciertamente me prestaría atención.
7 Allí el justo razonaría con El, y yo sería librado para siempre de mi Juez.
8 He aquí, me adelanto, y El no está allí, retrocedo, pero no le puedo percibir;
9 cuando se manifiesta a la izquierda, no le distingo, se vuelve a la derecha, y no le veo.
10 Pero El sabe el camino que tomo; cuando me haya probado, saldré como el oro.
11 Mi pie ha seguido firme en su senda, su camino he guardado y no me he desviado.
12 Del mandamiento de sus labios no me he apartado, he atesorado las palabras de su boca más que mi comida.
13 Pero El es único, ¿y quién le hará cambiar? Lo que desea su alma, eso hace.
14 Porque El hace lo que está determinado para mí, y muchos decretos como éstos hay con El.
15 Por tanto, me espantaría ante su presencia; cuando lo pienso, siento terror de El.
16 Es Dios el que ha hecho desmayar mi corazón, y el Todopoderoso el que me ha perturbado;
17 pero no me hacen callar las tinieblas, ni la densa oscuridad que me cubre.
1 ¿Por qué no se reserva los tiempos el Todopoderoso, y por qué no ven sus días los que le conocen?
2 Algunos quitan los linderos, roban y devoran los rebaños.
3 Se llevan los asnos de los huérfanos, toman en prenda el buey de la viuda.
4 Apartan del camino a los necesitados, hacen que se escondan enteramente los pobres de la tierra.
5 He aquí, como asnos monteses en el desierto, salen con afán en busca de alimento y de pan para sus hijos en el yermo.
6 Cosechan su forraje en el campo, y vendimian la viña del impío.
7 Pasan la noche desnudos, sin ropa, y no tienen cobertura contra el frío.
8 Mojados están con los aguaceros de los montes, y se abrazan a la peña por falta de abrigo.
9 Otros arrancan al huérfano del pecho, y contra el pobre exigen prenda.
10 Hacen que el pobre ande desnudo, sin ropa, y al hambriento quitan las gavillas.
11 Entre sus paredes producen aceite; pisan los lagares, pero pasan sed.
12 Desde la ciudad gimen los hombres, y claman las almas de los heridos, pero Dios no hace caso a su oración.
13 Otros han estado con los que se rebelan contra la luz; no quieren conocer sus caminos, ni morar en sus sendas.
14 Al amanecer se levanta el asesino; mata al pobre y al necesitado, y de noche es como un ladrón.
15 El ojo del adúltero espera el anochecer, diciendo: "Ningún ojo me verá", y disfraza su rostro.
16 En la oscuridad minan las casas, y de día se encierran; no conocen la luz.
17 Porque para él la mañana es como densa oscuridad, pues está acostumbrado a los terrores de la densa oscuridad.
18 Sobre la superficie de las aguas son insignificantes; maldita es su porción sobre la tierra, nadie se vuelve hacia las viñas.
19 La sequía y el calor consumen las aguas de la nieve, y el Seol a los que han pecado.
20 La madre lo olvidará; el gusano lo saboreará hasta que nadie se acuerde de él, y la iniquidad será quebrantada como un árbol.
21 Maltrata a la mujer estéril, y no hace ningún bien a la viuda.
22 Pero El arrastra a los poderosos con su poder; cuando se levanta, nadie está seguro de la vida.
23 Les provee seguridad y son sostenidos, y los ojos de El están en sus caminos.
24 Son exaltados por poco tiempo, después desaparecen; además son humillados y como todo, recogidos; como las cabezas de las espigas son cortados.
25 Y si no, ¿quién podrá desmentirme, y reducir a nada mi discurso?
1 Entonces respondió Bildad suhita, y dijo:
2 Dominio y pavor pertenecen al que establece la paz en sus alturas.
3 ¿Tienen número sus ejércitos? ¿Y sobre quién no se levanta su luz?
4 ¿Cómo puede un hombre, pues, ser justo con Dios? ¿O cómo puede ser limpio el que nace de mujer?
5 Si aun la luna no tiene brillo y las estrellas no son puras a sus ojos,
6 ¡cuánto menos el hombre, esa larva, y el hijo del hombre, ese gusano!
1 Entonces respondió Job, y dijo:
2 ¡Qué ayuda eres para el débil! ¡Cómo has salvado al brazo sin fuerza!
3 ¡Qué consejos has dado al que no tiene sabiduría, y qué útil conocimiento has dado en abundancia!
4 ¿A quién has proferido palabras, y de quién es el espíritu que habló en ti?
5 Las sombras tiemblan bajo las aguas y sus habitantes.
6 Desnudo está el Seol ante El, y el Abadón no tiene cobertura.
7 El extiende el norte sobre el vacío, y cuelga la tierra sobre la nada.
8 Envuelve las aguas en sus nubes, y la nube no se rompe bajo ellas.
9 Oscurece la faz de la luna llena, y extiende sobre ella su nube.
10 Ha trazado un círculo sobre la superficie de las aguas, en el límite de la luz y las tinieblas.
11 Las columnas del cielo tiemblan, y se espantan ante su reprensión.
12 Al mar agitó con su poder, y a Rahab quebrantó con su entendimiento.
13 Con su soplo se limpian los cielos; su mano ha traspasado la serpiente huidiza.
14 He aquí, estos son los bordes de sus caminos; ¡y cuán leve es la palabra que de El oímos! Pero su potente trueno, ¿quién lo puede comprender?
1 Entonces Job continuó su discurso y dijo:
2 ¡Vive Dios, que ha quitado mi derecho, y el Todopoderoso, que ha amargado mi alma!
3 Porque mientras haya vida en mí, y el aliento de Dios esté en mis narices,
4 mis labios, ciertamente, no hablarán injusticia, ni mi lengua proferirá engaño.
5 Lejos esté de mí que os dé la razón; hasta que muera, no abandonaré mi integridad.
6 Me aferraré a mi justicia y no la soltaré. Mi corazón no reprocha ninguno de mis días.
7 Sea como el impío mi enemigo, y como el injusto mi adversario.
8 Porque, ¿cuál es la esperanza del impío cuando es cortado, cuando Dios reclama su alma?
9 ¿Oirá Dios su clamor, cuando venga sobre él la angustia?
10 ¿Se deleitará en el Todopoderoso? ¿Invocará a Dios en todo tiempo?
11 Os instruiré en el poder de Dios; no ocultaré lo que concierne al Todopoderoso.
12 He aquí, todos vosotros lo habéis visto; ¿por qué, entonces, obráis neciamente?
13 Esta es la porción de parte de Dios para el hombre impío, y la herencia que los tiranos reciben del Todopoderoso.
14 Aunque sean muchos sus hijos, están destinados a la espada, y sus vástagos no se saciarán de pan.
15 Sus sobrevivientes serán sepultados a causa de la plaga, y sus viudas no podrán llorar.
16 Aunque amontone plata como polvo, y prepare vestidos abundantes como el barro;
17 él los puede preparar, pero el justo los vestirá, y el inocente repartirá la plata.
18 Edifica su casa como tela de araña, o como choza que el guarda construye.
19 Rico se acuesta, pero no volverá a serlo; abre sus ojos, y ya no hay nada.
20 Le alcanzan los terrores como una inundación; de noche le arrebata un torbellino.
21 Se lo lleva el viento solano, y desaparece, pues como torbellino lo arranca de su lugar.
22 Sin compasión se arrojará contra él; ciertamente él tratará de huir de su poder.
23 Batirán palmas por su ruina, y desde su propio lugar le silbarán.
1 Ciertamente hay una mina para la plata, y un lugar donde se refina el oro.
2 El hierro se saca de la tierra, y de la piedra se funde el cobre.
3 El hombre pone fin a las tinieblas, y hasta los límites más remotos escudriña la roca que está en lobreguez y densa oscuridad.
4 Abren minas lejos de lo habitado, olvidado por el pie; suspendidos se balancean lejos de los hombres.
5 De la tierra viene el alimento, y abajo está revuelta como por fuego.
6 Sus piedras son yacimientos de zafiros, y su polvo contiene oro.
7 Senda que ave de rapiña no conoce, ni que ojo de halcón ha alcanzado a ver;
8 las orgullosas bestias no la han pisado, ni el fiero león ha pasado por ella.
9 Pone el hombre su mano en el pedernal; vuelca de raíz los montes.
10 Abre canales en las rocas, y su ojo ve todo lo preciado.
11 Detiene los arroyos para que no corran, y saca a luz lo oculto.
12 Mas la sabiduría, ¿dónde se hallará? ¿Y dónde está el lugar de la inteligencia?
13 No conoce el hombre su valor, ni se halla en la tierra de los vivientes.
14 El abismo dice: "No está en mí"; y el mar dice: "No está conmigo."
15 No se puede dar oro puro por ella, ni peso de plata por su precio.
16 No puede evaluarse con oro de Ofir, ni con ónice precioso, ni con zafiro.
17 No la pueden igualar ni el oro ni el vidrio, ni se puede cambiar por artículos de oro puro.
18 Coral y cristal ni se mencionen; la adquisición de la sabiduría es mejor que las perlas.
19 El topacio de Etiopía no puede igualarla, ni con oro puro se puede evaluar.
20 ¿De dónde, pues, viene la sabiduría? ¿Y dónde está el lugar de la inteligencia?
21 Está escondida de los ojos de todos los vivientes, y oculta a todas las aves del cielo.
22 El Abadón y la muerte dicen: "Con nuestros oídos hemos oído su fama."
23 Dios entiende el camino de ella, y conoce su lugar.
24 Porque El contempla los confines de la tierra, y ve todo bajo los cielos.
25 Cuando El dio peso al viento y determinó las aguas por medida;
26 cuando puso límite a la lluvia y camino para el rayo,
27 entonces El la vio y la declaró, la estableció y también la escudriñó.
28 Y dijo al hombre: "He aquí, el temor del Señor es sabiduría, y apartarse del mal, inteligencia."
1 Y reanudó Job su discurso, y dijo:
2 ¡Quién me diera volver a ser como en meses pasados, como en los días en que Dios velaba sobre mí;
3 cuando su lámpara resplandecía sobre mi cabeza, y a su luz caminaba yo en las tinieblas;
4 como era yo en los días de mi juventud, cuando el favor de Dios estaba sobre mi tienda;
5 cuando el Todopoderoso estaba aún conmigo, y mis hijos en derredor mío;
6 cuando en leche se bañaban mis pies, y la roca me derramaba ríos de aceite!
7 Cuando yo salía a la puerta de la ciudad, cuando en la plaza tomaba mi asiento,
8 me veían los jóvenes y se escondían, y los ancianos se levantaban y permanecían en pie.
9 Los príncipes dejaban de hablar y ponían la mano sobre su boca;
10 la voz de los nobles se apagaba, y la lengua se les pegaba al paladar.
11 Porque el oído que oía me llamaba bienaventurado, y el ojo que veía daba testimonio de mí;
12 porque yo libraba al pobre que clamaba, y al huérfano que no tenía quien le ayudara.
13 Venía sobre mí la bendición del que estaba a punto de perecer, y el corazón de la viuda yo llenaba de gozo.
14 De justicia me vestía, y ella me cubría; como manto y turbante era mi derecho.
15 Ojos era yo para el ciego, y pies para el cojo.
16 Padre era para los necesitados, y examinaba la causa que no conocía.
17 Quebraba los colmillos del impío, y de sus dientes arrancaba la presa.
18 Entonces pensaba: "En mi nido moriré, y multiplicaré mis días como la arena.
19 "Mi raíz se extiende hacia las aguas, y el rocío se posa de noche en mi rama.
20 "Conmigo es siempre nueva mi gloria, y mi arco en mi mano se renueva."
21 Me escuchaban y esperaban, y guardaban silencio para oír mi consejo.
22 Después de mis palabras no hablaban de nuevo, y sobre ellos caía gota a gota mi discurso.
23 Me esperaban como a la lluvia, y abrían su boca como a lluvia de primavera.
24 Yo les sonreía cuando ellos no creían, y no abatían la luz de mi rostro.
25 Les escogía el camino y me sentaba como jefe, y moraba como rey entre las tropas, como el que consuela a los que lloran.
1 Pero ahora se burlan de mí los que son más jóvenes que yo, a cuyos padres no consideraba yo dignos de poner con los perros de mi ganado.
2 En verdad, la fuerza de sus manos ¿de qué me servía? Había desaparecido de ellos el vigor.
3 De miseria y hambre estaban extenuados; roían la tierra seca de noche en desierto y desolación;
4 arrancaban malvas junto a los matorrales, y raíz de retama era su alimento.
5 De la comunidad fueron expulsados, gritaban contra ellos como contra un ladrón.
6 Moraban en valles de terror, en las cuevas de la tierra y de las peñas.
7 Entre los matorrales clamaban; bajo las ortigas se reunían.
8 Necios, sí, hijos sin nombre, echados a latigazos de la tierra.
9 Y ahora he venido a ser su escarnio, y soy para ellos refrán.
10 Me aborrecen y se alejan de mí, y no se retraen de escupirme a la cara.
11 Por cuanto El ha aflojado la cuerda de su arco y me ha afligido, se han quitado el freno delante de mí.
12 A mi derecha se levanta el populacho, arrojan lazos a mis pies y preparan contra mí sus caminos de destrucción.
13 Arruinan mi senda, a causa de mi destrucción se benefician, nadie los detiene.
14 Como por ancha brecha vienen, en medio de la tempestad siguen rodando.
15 Contra mí se vuelven los terrores, como el viento persiguen mi honor, y como nube se ha disipado mi prosperidad.
16 Y ahora en mí se derrama mi alma; días de aflicción se han apoderado de mí.
17 De noche El traspasa mis huesos dentro de mí, y los dolores que me corroen no descansan.
18 Una gran fuerza deforma mi vestidura, me aprieta como el cuello de mi túnica.
19 El me ha arrojado al lodo, y soy como el polvo y la ceniza.
20 Clamo a ti, y no me respondes; me pongo en pie, y no me prestas atención.
21 Te has vuelto cruel conmigo, con el poder de tu mano me persigues.
22 Me alzas al viento, me haces cabalgar en él, y me deshaces en la tempestad.
23 Pues sé que a la muerte me llevarás, a la casa de reunión de todos los vivientes.
24 Sin embargo ¿no extiende la mano el que está en un montón de ruinas, cuando clama en su calamidad?
25 ¿No he llorado por aquél cuya vida es difícil? ¿No se angustió mi alma por el necesitado?
26 Cuando esperaba yo el bien, vino el mal, cuando esperaba la luz, vino la oscuridad.
27 Por dentro me hierven las entrañas, y no puedo descansar; me vienen al encuentro días de aflicción.
28 Ando enlutado, sin consuelo; me levanto en la asamblea y clamo.
29 He venido a ser hermano de chacales y compañero de avestruces.
30 Mi piel se ennegrece sobre mí, y mis huesos se queman por la fiebre.
31 Se ha convertido en duelo mi arpa, y mi flauta en voz de los que lloran.
1 Hice un pacto con mis ojos, ¿cómo podía entonces mirar a una virgen?
2 ¿Y cuál es la porción de Dios desde arriba, o la heredad del Todopoderoso desde las alturas?
3 ¿No es la calamidad para el injusto, y el infortunio para los que obran iniquidad?
4 ¿No ve El mis caminos, y cuenta todos mis pasos?
5 Si he caminado con la mentira, y si mi pie se ha apresurado tras el engaño,
6 que El me pese en balanzas de justicia, y que Dios conozca mi integridad.
7 Si mi paso se ha apartado del camino, si mi corazón se ha ido tras mis ojos, y si alguna mancha se ha pegado en mis manos,
8 que yo siembre y otro coma, y sean arrancadas mis cosechas.
9 Si mi corazón fue seducido por mujer, o he estado al acecho a la puerta de mi prójimo,
10 que muela para otro mi mujer, y otros se encorven sobre ella.
11 Porque eso sería una infamia, y una iniquidad castigada por los jueces;
12 porque sería fuego que consume hasta el Abadón, y arrancaría toda mi ganancia.
13 Si he menospreciado el derecho de mi siervo o de mi sierva cuando presentaron queja contra mí,
14 ¿qué haré cuando Dios se levante? Y cuando El me pida cuentas, ¿qué le responderé?
15 ¿Acaso Aquél que me hizo a mí en el seno materno, no lo hizo también a él? ¿No fue uno mismo el que nos formó en la matriz?
16 Si he impedido a los pobres su deseo, o he hecho desfallecer los ojos de la viuda,
17 o si he comido mi bocado solo, y el huérfano no ha comido de él
18 (aunque desde mi juventud él creció conmigo como con un padre, y a la viuda la guié desde mi infancia);
19 si he visto a alguno perecer por falta de ropa, y sin abrigo al necesitado,
20 si sus lomos no me han expresado gratitud, pues no se ha calentado con el vellón de mis ovejas;
21 si he alzado contra el huérfano mi mano, porque vi que yo tenía apoyo en la puerta,
22 que mi hombro se caiga de la coyuntura, y mi brazo se quiebre en el codo.
23 Porque el castigo de Dios es terror para mí, y ante su majestad nada puedo hacer.
24 Si he puesto en el oro mi confianza, y he dicho al oro fino: Tú eres mi seguridad;
25 si me he alegrado porque mi riqueza era grande, y porque mi mano había adquirido mucho;
26 si he mirado al sol cuando brillaba, o a la luna marchando en esplendor,
27 y fue mi corazón seducido en secreto, y mi mano tiró un beso de mi boca,
28 eso también hubiera sido iniquidad que merecía juicio, porque habría negado al Dios de lo alto.
29 ¿Acaso me he alegrado en la destrucción de mi enemigo, o me he regocijado cuando el mal le sobrevino?
30 No, no he permitido que mi boca peque pidiendo su vida en una maldición.
31 ¿Acaso no han dicho los hombres de mi tienda: "¿Quién puede hallar a alguno que no se haya saciado con su carne?"
32 El forastero no pasa la noche afuera, porque al viajero he abierto mis puertas.
33 ¿Acaso he cubierto mis transgresiones como Adán, ocultando en mi seno mi iniquidad,
34 porque temí a la gran multitud, o el desprecio de las familias me aterró, y guardé silencio y no salí de mi puerta?
35 ¡Quién me diera que alguien me oyera! He aquí mi firma. ¡Que me responda el Todopoderoso! Y la acusación que ha escrito mi adversario,
36 ciertamente yo la llevaría sobre mi hombro, y me la ceñiría como una corona.
37 Del número de mis pasos yo le daría cuenta, como a un príncipe me acercaría a El.
38 Si mi tierra clama contra mí, y sus surcos lloran juntos;
39 si he comido su fruto sin dinero, o si he causado que sus dueños pierdan sus vidas,
40 ¡que en lugar de trigo crezcan abrojos, y en lugar de cebada hierba maloliente! Aquí terminan las palabras de Job.
1 Entonces estos tres hombres dejaron de responder a Job porque él era justo a sus propios ojos.
2 Pero se encendió la ira de Eliú, hijo de Baraquel buzita, de la familia de Ram. Se encendió su ira contra Job porque se justificaba delante de Dios.
3 Su ira se encendió también contra sus tres amigos porque no habían hallado respuesta, y sin embargo habían condenado a Job.
4 Eliú había esperado para hablar a Job porque los otros eran de más edad que él.
5 Pero cuando vio Eliú que no había respuesta en la boca de los tres hombres, se encendió su ira.
6 Y respondió Eliú, hijo de Baraquel buzita, y dijo: Yo soy joven, y vosotros ancianos; por eso tenía timidez y me atemorizaba declararos lo que pienso.
7 Yo pensé que los días hablarían, y los muchos años enseñarían sabiduría.
8 Pero hay un espíritu en el hombre, y el soplo del Todopoderoso le da entendimiento.
9 Los de muchos años quizá no sean sabios, ni los ancianos entiendan justicia.
10 Por eso digo: "Escuchadme, también yo declararé lo que pienso."
11 He aquí, esperé vuestras palabras, escuché vuestros argumentos, mientras buscabais qué decir;
12 os presté además mucha atención. He aquí, no hubo ninguno que refutara a Job, ninguno de vosotros que respondiera a sus palabras.
13 No digáis: "Hemos hallado sabiduría; Dios lo derrotará, no el hombre."
14 Pero él no ha dirigido sus palabras contra mí, ni yo le responderé con vuestros argumentos.
15 Están desconcertados, ya no responden; les han faltado las palabras.
16 ¿Y he de esperar porque ellos no hablan, porque se detienen y ya no responden?
17 Yo también responderé mi parte, yo también declararé lo que pienso.
18 Porque estoy lleno de palabras; dentro de mí el espíritu me constriñe.
19 He aquí, mi vientre es como vino sin respiradero, está a punto de reventar como odres nuevos.
20 Dejadme hablar para que encuentre alivio, dejadme abrir los labios y responder.
21 Que no haga yo acepción de persona, ni use lisonja con nadie.
22 Porque no sé lisonjear, de otra manera mi Hacedor me llevaría pronto.
1 Por tanto, Job, oye ahora mi discurso, y presta atención a todas mis palabras.
2 He aquí, ahora abro mi boca, en mi paladar habla mi lengua.
3 Mis palabras proceden de la rectitud de mi corazón, y con sinceridad mis labios hablan lo que saben.
4 El Espíritu de Dios me ha hecho, y el aliento del Todopoderoso me da vida.
5 Contradíceme si puedes; colócate delante de mí, ponte en pie.
6 He aquí, yo como tú, pertenezco a Dios; del barro yo también he sido formado.
7 He aquí, mi temor no te debe espantar, ni mi mano agravarse sobre ti.
8 Ciertamente has hablado a oídos míos, y el sonido de tus palabras he oído:
9 "Yo soy limpio, sin transgresión; soy inocente y en mí no hay culpa.
10 "He aquí, El busca pretextos contra mí; me tiene por enemigo suyo.
11 "Pone mis pies en el cepo; vigila todas mis sendas."
12 He aquí, déjame decirte que no tienes razón en esto, porque Dios es más grande que el hombre.
13 ¿Por qué te quejas contra El, diciendo que no da cuenta de todas sus acciones?
14 Ciertamente Dios habla una vez, y otra vez, pero nadie se da cuenta de ello.
15 En un sueño, en una visión nocturna, cuando un sueño profundo cae sobre los hombres, mientras dormitan en sus lechos,
16 entonces El abre el oído de los hombres, y sella su instrucción,
17 para apartar al hombre de sus obras, y del orgullo guardarlo;
18 libra su alma de la fosa y su vida de pasar al Seol.
19 El hombre es castigado también con dolor en su lecho, y con queja continua en sus huesos,
20 para que su vida aborrezca el pan, y su alma el alimento favorito.
21 Su carne desaparece a la vista, y sus huesos que no se veían, aparecen.
22 Entonces su alma se acerca a la fosa, y su vida a los que causan la muerte.
23 Si hay un ángel que sea su mediador, uno entre mil, para declarar al hombre lo que es bueno para él,
24 y que tenga piedad de él, y diga: "Líbralo de descender a la fosa, he hallado su rescate";
25 que su carne se vuelva más tierna que en su juventud, que regrese a los días de su vigor juvenil.
26 Entonces orará a Dios, y El lo aceptará, para que vea con gozo su rostro, y restaure su justicia al hombre.
27 Cantará él a los hombres y dirá: "He pecado y pervertido lo que es justo, y no es apropiado para mí.
28 "El ha redimido mi alma de descender a la fosa, y mi vida verá la luz."
29 He aquí, Dios hace todo esto a menudo con los hombres,
30 para rescatar su alma de la fosa, para que sea iluminado con la luz de la vida.
31 Pon atención, Job, escúchame; calla, y déjame hablar.
32 Si algo tienes que decir, respóndeme; habla, porque deseo justificarte.
33 Si no, escúchame; calla, y te enseñaré sabiduría.
1 Entonces prosiguió Eliú, y dijo:
2 Oíd, sabios, mis palabras, y vosotros los que sabéis, prestadme atención.
3 Porque el oído distingue las palabras, como el paladar prueba la comida.
4 Escojamos para nosotros lo que es justo; conozcamos entre nosotros lo que es bueno.
5 Porque Job ha dicho: "Yo soy justo, pero Dios me ha quitado mi derecho.
6 "¿He de mentir respecto a mi derecho? Mi herida es incurable, sin haber yo cometido transgresión."
7 ¿Qué hombre es como Job, que bebe el escarnio como agua,
8 que va en compañía de los que hacen iniquidad, y anda con hombres perversos?
9 Porque ha dicho: "Nada gana el hombre cuando se complace en Dios."
10 Por tanto, escuchadme, hombres de entendimiento. Lejos esté de Dios la iniquidad, y del Todopoderoso la maldad.
11 Porque El paga al hombre conforme a su trabajo, y retribuye a cada cual conforme a su conducta.
12 Ciertamente, Dios no obrará perversamente, y el Todopoderoso no pervertirá el juicio.
13 ¿Quién le dio autoridad sobre la tierra? ¿Y quién ha puesto a su cargo el mundo entero?
14 Si El determinara hacerlo así, si hiciera volver a sí mismo su espíritu y su aliento,
15 toda carne a una perecería, y el hombre volvería al polvo.
16 Pero si tienes inteligencia, oye esto, escucha la voz de mis palabras.
17 ¿Gobernará el que aborrece la justicia? ¿Y condenarás al Justo poderoso,
18 que dice a un rey: "Indigno", a los nobles: "Perversos";
19 que no hace acepción de príncipes, ni considera al rico sobre el pobre, ya que todos son obra de sus manos?
20 En un momento mueren, y a medianoche se estremecen los pueblos y pasan, y los poderosos son quitados sin esfuerzo.
21 Porque sus ojos observan los caminos del hombre, y El ve todos sus pasos.
22 No hay tinieblas ni densa oscuridad donde puedan esconderse los que hacen iniquidad.
23 Porque El no necesita considerar más al hombre, para que vaya ante Dios en juicio.
24 El quebranta a los poderosos sin indagar, y pone a otros en su lugar.
25 Pues El conoce sus obras, de noche los derriba y son aplastados.
26 Como a malvados los azota en un lugar público,
27 porque se apartaron de seguirle, y no consideraron ninguno de sus caminos,
28 haciendo que el clamor del pobre llegara a El, y que oyera el clamor de los afligidos.
29 Cuando está quieto, ¿quién puede condenarle?; y cuando esconde su rostro, ¿quién puede contemplarle?; esto es, tanto nación como hombre,
30 para que no gobiernen hombres impíos, ni sean lazos para el pueblo.
31 Porque ¿ha dicho alguno a Dios: "He sufrido castigo, ya no ofenderé más;
32 enséñame lo que no veo; si he obrado mal, no lo volveré a hacer?"
33 ¿Ha de retribuir El según tus condiciones, porque tú has rehusado? Porque tú tienes que escoger y no yo, por tanto, declara lo que sabes.
34 Los hombres entendidos me dirán, y también el sabio que me oiga:
35 "Job habla sin conocimiento, y sus palabras no tienen sabiduría.
36 "Job debe ser juzgado hasta el límite, porque responde como los hombres perversos.
37 "Porque a su pecado añade rebelión; bate palmas entre nosotros, y multiplica sus palabras contra Dios."
1 Entonces continuó Eliú, y dijo:
2 ¿Piensas que esto es justo? Dices: "Mi justicia es más que la de Dios."
3 Porque dices: "¿Qué ventaja será para ti? ¿Qué ganaré yo por no haber pecado?"
4 Yo te daré razones, y a tus amigos contigo.
5 Mira a los cielos y ve, contempla las nubes, son más altas que tú.
6 Si has pecado, ¿qué logras tú contra El? Y si tus transgresiones son muchas, ¿qué le haces?
7 Si eres justo, ¿qué le das, o qué recibe El de tu mano?
8 Para un hombre como tú es tu maldad, y para un hijo de hombre tu justicia.
9 A causa de la multitud de opresiones claman los hombres ; gritan a causa del brazo de los poderosos.
10 Pero ninguno dice: "¿Dónde está Dios mi Hacedor, que inspira cánticos en la noche,
11 que nos enseña más que a las bestias de la tierra, y nos hace más sabios que las aves de los cielos?"
12 Allí claman, pero El no responde a causa del orgullo de los malos.
13 Ciertamente el clamor vano no escuchará Dios, el Todopoderoso no lo tomará en cuenta.
14 Cuánto menos cuando dices que no le contemplas, que la causa está delante de El y tienes que esperarle.
15 Y ahora, porque El no ha castigado con su ira, ni se ha fijado bien en la transgresión,
16 Job abre vanamente su boca, multiplica palabras sin sabiduría.
1 Entonces continuó Eliú, y dijo:
2 Espérame un poco, y te mostraré que todavía hay más que decir en favor de Dios.
3 Traeré mi conocimiento desde lejos, y atribuiré justicia a mi Hacedor.
4 Porque en verdad no son falsas mis palabras; uno perfecto en conocimiento está contigo.
5 He aquí, Dios es poderoso pero no desprecia a nadie , es poderoso en la fuerza del entendimiento.
6 No mantiene vivo al impío, mas da justicia al afligido.
7 No aparta sus ojos del justo, sino que, con los reyes sobre el trono, los ha sentado para siempre, y son ensalzados.
8 Y si están aprisionados con cadenas, y son atrapados en las cuerdas de aflicción,
9 entonces les muestra su obra y sus transgresiones, porque ellos se han engrandecido.
10 El abre sus oídos para la instrucción, y ordena que se vuelvan del mal.
11 Si escuchan y le sirven, acabarán sus días en prosperidad y sus años en delicias.
12 Pero si no escuchan, perecerán a espada, y morirán sin conocimiento.
13 Mas los impíos de corazón acumulan la ira; no claman pidiendo ayuda cuando El los ata.
14 Mueren en su juventud, y su vida perece entre los sodomitas de cultos paganos.
15 El libra al afligido en medio de su aflicción, y abre su oído en tiempos de opresión.
16 Entonces, en verdad, El te atrajo de la boca de la angustia, a un lugar espacioso, sin limitaciones, en lugar de aquélla; y lo que se puso sobre tu mesa estaba lleno de grosura.
17 Pero tú estabas lleno de juicio sobre el malvado; el juicio y la justicia se apoderan de ti.
18 Ten cuidado, no sea que el furor te induzca a burlarte; no dejes que la grandeza del rescate te extravíe.
19 ¿Te protegerán tus riquezas de la angustia, o todas las fuerzas de tu poder?
20 No anheles la noche, cuando los pueblos desaparecen de su lugar.
21 Ten cuidado, no te inclines al mal; pues has preferido éste a la aflicción.
22 He aquí, Dios es exaltado en su poder, ¿quién es maestro como El?
23 ¿Quién le ha señalado su camino, y quién le ha dicho: "Has hecho mal"?
24 Recuerda que debes ensalzar su obra, la cual han cantado los hombres.
25 Todos los hombres la han visto; el hombre desde lejos la contempla.
26 He aquí, Dios es exaltado, y no le conocemos; el número de sus años es inescrutable.
27 Porque El atrae las gotas de agua, y ellas, del vapor, destilan lluvia,
28 que derraman las nubes, y en abundancia gotean sobre el hombre.
29 ¿Puede alguno comprender la extensión de las nubes, o el tronar de su pabellón?
30 He aquí, El extiende su relámpago en derredor suyo, y cubre los abismos del mar.
31 Pues por estos medios El juzga a los pueblos, y da alimento en abundancia.
32 El cubre sus manos con el relámpago, y le ordena dar en el blanco.
33 Su trueno anuncia su presencia; también el ganado, respecto a lo que se levanta.
1 Ante esto también tiembla mi corazón, y salta de su lugar.
2 Escuchad atentamente el estruendo de su voz, y el rugido que sale de su boca.
3 Bajo todos los cielos lo suelta, y su relámpago hasta los confines de la tierra.
4 Tras él, ruge una voz; truena El con su majestuosa voz, y no retiene los relámpagos mientras se oye su voz.
5 Maravillosamente truena Dios con su voz, haciendo grandes cosas que no comprendemos.
6 Porque a la nieve dice: "Cae sobre la tierra", y al aguacero y a la lluvia: "Sed fuertes."
7 El sella la mano de todo hombre, para que todos conozcan su obra.
8 La fiera entra en su guarida, y permanece en su madriguera.
9 Del sur viene el torbellino, y del norte el frío.
10 Del soplo de Dios se forma el hielo, y se congela la extensión de las aguas.
11 También El carga de humedad la densa nube, y esparce la nube con su relámpago;
12 aquélla gira y da vueltas por su sabia dirección, para hacer todo lo que El le ordena sobre la faz de toda la tierra.
13 Ya sea por corrección, o por el mundo suyo, o por misericordia, El hace que suceda.
14 Escucha esto, Job, detente y considera las maravillas de Dios.
15 ¿Sabes tú cómo Dios las establece, y hace resplandecer el relámpago de su nube?
16 ¿Sabes tú la posición de las densas nubes, maravillas del perfecto en conocimiento,
17 tú, cuyos vestidos están calientes cuando la tierra está en calma a causa del viento del sur?
18 ¿Puedes con El extender el firmamento, fuerte como espejo de metal fundido?
19 Enséñanos qué le hemos de decir a Dios; no podemos ordenar nuestro argumento a causa de las tinieblas.
20 ¿Habrá que contarle que yo quiero hablar? ¿O debe un hombre decir que quiere ser tragado?
21 Ahora los hombres no ven la luz que brilla en el firmamento; pero pasa el viento y lo despeja.
22 Del norte viene dorado esplendor: majestad impresionante alrededor de Dios.
23 Es el Todopoderoso; no le podemos alcanzar; El es grande en poder, y no pervertirá el juicio ni la abundante justicia.
24 Por eso le temen los hombres; El no estima a ninguno que se cree sabio de corazón.
1 Entonces el SEÑOR respondió a Job desde el torbellino y dijo:
2 ¿Quién es éste que oscurece el consejo con palabras sin conocimiento?
3 Ciñe ahora tus lomos como un hombre, y yo te preguntaré, y tú me instruirás.
4 ¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los cimientos de la tierra? Dímelo, si tienes inteligencia.
5 ¿Quién puso sus medidas?, ya que sabes, ¿o quién extendió sobre ella cordel?
6 ¿Sobre qué se asientan sus basas, o quién puso su piedra angular
7 cuando cantaban juntas las estrellas del alba, y todos los hijos de Dios gritaban de gozo?
8 ¿O quién encerró con puertas el mar, cuando, irrumpiendo, se salió de su seno;
9 cuando hice de una nube su vestidura, y de espesa oscuridad sus pañales;
10 cuando sobre él establecí límites, puse puertas y cerrojos,
11 y dije: "Hasta aquí llegarás, pero no más allá; aquí se detendrá el orgullo de tus olas"?
12 ¿Alguna vez en tu vida has mandado a la mañana, y hecho conocer al alba su lugar,
13 para que ella eche mano a los confines de la tierra, y de ella sean sacudidos los impíos?
14 Ella cambia como barro bajo el sello; y como con vestidura se presenta.
15 Mas se quita la luz a los impíos, y se quiebra el brazo levantado.
16 ¿Has entrado hasta las fuentes del mar, o andado en las profundidades del abismo?
17 ¿Te han sido reveladas las puertas de la muerte, o has visto las puertas de la densa oscuridad?
18 ¿Has comprendido la extensión de la tierra? Dímelo, si tú sabes todo esto.
19 ¿Dónde está el camino a la morada de la luz? Y la oscuridad, ¿dónde está su lugar,
20 para que la lleves a su territorio, y para que disciernas los senderos de su casa?
21 ¡Tú lo sabes, porque entonces ya habías nacido, y grande es el número de tus días!
22 ¿Has entrado en los depósitos de la nieve, o has visto los depósitos del granizo,
23 que he reservado para el tiempo de angustia, para el día de guerra y de batalla?
24 ¿Dónde está el camino en que se divide la luz, o el viento solano esparcido sobre la tierra?
25 ¿Quién ha abierto un canal para el turbión, o un camino para el rayo,
26 para traer lluvia sobre tierra despoblada, sobre un desierto sin hombre alguno,
27 para saciar la tierra desierta y desolada, y hacer brotar las semillas de la hierba?
28 ¿Tiene padre la lluvia? ¿Quién ha engendrado las gotas de rocío?
29 ¿Del vientre de quién ha salido el hielo? Y la escarcha del cielo, ¿quién la ha dado a luz?
30 El agua se endurece como la piedra, y aprisionada está la superficie del abismo.
31 ¿Puedes tú atar las cadenas de las Pléyades, o desatar las cuerdas de Orión?
32 ¿Haces aparecer una constelación a su tiempo, y conduces la Osa con sus hijos?
33 ¿Conoces tú las ordenanzas de los cielos, o fijas su dominio en la tierra?
34 ¿Puedes levantar tu voz a las nubes, para que abundancia de agua te cubra?
35 ¿Envías los relámpagos para que vayan y te digan: "Aquí estamos?"
36 ¿Quién ha puesto sabiduría en lo más íntimo del ser , o ha dado a la mente inteligencia?
37 ¿Quién puede contar las nubes con sabiduría, o inclinar los odres de los cielos,
38 cuando el polvo en masa se endurece, y los terrones se pegan entre sí?
39 ¿Puedes cazar la presa para la leona, o saciar el apetito de los leoncillos,
40 cuando se agachan en sus madrigueras, o están al acecho en sus guaridas?
41 ¿Quién prepara para el cuervo su alimento, cuando sus crías claman a Dios, y vagan sin comida?
1 ¿Conoces tú el tiempo en que paren las cabras monteses? ¿Has observado el parto de las ciervas?
2 ¿Puedes contar los meses de su gestación, o conoces el tiempo en que han de parir?
3 Se encorvan, paren sus crías, y se libran de sus dolores de parto.
4 Sus crías se fortalecen, crecen en campo abierto; se van y no vuelven a ellas.
5 ¿Quién dejó en libertad al asno montés? ¿Y quién soltó las ataduras del asno veloz,
6 al cual di por hogar el desierto, y por morada la tierra salada?
7 Se burla del tumulto de la ciudad, no escucha los gritos del arriero.
8 Explora los montes buscando su pasto, y anda tras toda hierba verde.
9 ¿Consentirá en servirte el búfalo, o pasará la noche en tu pesebre?
10 ¿Puedes atar al búfalo con coyundas para el surco, o rastrillará los valles en pos de ti?
11 ¿Confiarás en él por ser grande su fuerza y le confiarás tu labor?
12 ¿Tendrás fe en él de que te devolverá tu grano, y de que lo recogerá de tu era?
13 Baten alegres las alas del avestruz, ¿acaso con el ala y plumaje del amor?
14 Porque abandona sus huevos en la tierra, y sobre el polvo los calienta;
15 se olvida de que algún pie los puede aplastar, o una bestia salvaje los puede pisotear.
16 Trata a sus hijos con crueldad, como si no fueran suyos; aunque su trabajo sea en vano, le es indiferente;
17 porque Dios le ha hecho olvidar la sabiduría, y no le ha dado su porción de inteligencia.
18 Pero cuando se levanta en alto, se burla del caballo y de su jinete.
19 ¿Das tú al caballo su fuerza? ¿Revistes su cuello de crines?
20 ¿Le haces saltar como la langosta? Terrible es su formidable resoplido;
21 escarba en el valle, y se regocija en su fuerza; sale al encuentro de las armas.
22 Se burla del temor y no se acobarda, ni retrocede ante la espada.
23 Resuena contra él la aljaba, la lanza reluciente y la jabalina.
24 Con ímpetu y furor corre sobre la tierra; y no se está quieto al sonido de la trompeta.
25 Cada vez que la trompeta suena, como que dice: "¡Ea!", y desde lejos olfatea la batalla, las voces atronadoras de los capitanes y el grito de guerra.
26 ¿Acaso por tu sabiduría se eleva el gavilán, extendiendo sus alas hacia el sur?
27 ¿Acaso a tu mandato se remonta el águila y hace en las alturas su nido?
28 En la peña mora y se aloja, sobre la cima del despeñadero, lugar inaccesible.
29 Desde allí acecha la presa; desde muy lejos sus ojos la divisan.
30 Sus polluelos chupan la sangre; y donde hay muertos, allí está ella.
1 Entonces continuó el SEÑOR y dijo a Job:
2 ¿Podrá el que censura contender con el Todopoderoso? El que reprende a Dios, responda a esto.
3 Entonces Job respondió al SEÑOR y dijo:
4 He aquí, yo soy insignificante; ¿qué puedo yo responderte? Mi mano pongo sobre la boca.
5 Una vez he hablado, y no responderé; aun dos veces, y no añadiré más.
6 Entonces el SEÑOR respondió a Job desde la tormenta y dijo:
7 Ciñe ahora tus lomos como un hombre; yo te preguntaré, y tú me instruirás.
8 ¿Anularás realmente mi juicio? ¿Me condenarás para justificarte tú?
9 ¿Acaso tienes tú un brazo como el de Dios, y truenas con una voz como la suya?
10 Adórnate ahora de majestad y dignidad, y vístete de gloria y de esplendor.
11 Derrama los torrentes de tu ira, mira a todo soberbio y abátelo,
12 mira a todo soberbio y humíllalo, y pisotea a los impíos donde están.
13 Escóndelos juntos en el polvo; átalos en el lugar oculto.
14 Entonces yo también te confesaré que tu mano derecha te puede salvar.
15 He aquí ahora, Behemot, al cual hice como a ti, que come hierba como el buey.
16 He aquí ahora, su fuerza está en sus lomos, y su vigor en los músculos de su vientre.
17 Mueve su cola como un cedro; entretejidos están los tendones de sus muslos.
18 Sus huesos son tubos de bronce; sus miembros como barras de hierro.
19 Es la primera de las obras de Dios; que sólo su hacedor le acerque su espada.
20 Ciertamente alimento le traen los montes, y todas las bestias del campo retozan allí.
21 Bajo los lotos se echa, en lo oculto de las cañas y del pantano.
22 Lo cubren los lotos con su sombra; los sauces del arroyo lo rodean.
23 Si el río ruge, él no se alarma; tranquilo está, aunque el Jordán se lance contra su boca.
24 ¿Lo capturará alguien cuando está vigilando? ¿Perforará alguien su nariz con garfios?
1 ¿Sacarás tú a Leviatán con anzuelo, o sujetarás con cuerda su lengua?
2 ¿Pondrás una soga en su nariz, o perforarás su quijada con gancho?
3 ¿Acaso te hará muchas súplicas, o te hablará palabras sumisas?
4 ¿Hará un pacto contigo? ¿Lo tomarás como siervo para siempre?
5 ¿Jugarás con él como con un pájaro, o lo atarás para tus doncellas?
6 ¿Traficarán con él los comerciantes? ¿Lo repartirán entre los mercaderes?
7 ¿Podrás llenar su piel de arpones, o de lanzas de pescar su cabeza?
8 Pon tu mano sobre él; te acordarás de la batalla y no lo volverás a hacer.
9 He aquí, falsa es tu esperanza; con sólo verlo serás derribado.
10 Nadie hay tan audaz que lo despierte; ¿quién, pues, podrá estar delante de mí?
11 ¿Quién me ha dado algo para que yo se lo restituya? Cuanto existe debajo de todo el cielo es mío.
12 No dejaré de hablar de sus miembros, ni de su gran poder, ni de su agraciada figura.
13 ¿Quién lo desnudará de su armadura exterior? ¿Quién penetrará su doble malla?
14 ¿Quién abrirá las puertas de sus fauces? Alrededor de sus dientes hay terror.
15 Sus fuertes escamas son su orgullo, cerradas como con apretado sello.
16 La una está tan cerca de la otra que el aire no puede penetrar entre ellas.
17 Unidas están una a la otra; se traban entre sí y no pueden separarse.
18 Sus estornudos dan destellos de luz, y sus ojos son como los párpados del alba.
19 De su boca salen antorchas, chispas de fuego saltan.
20 De sus narices sale humo, como de una olla que hierve sobre juncos encendidos.
21 Su aliento enciende carbones, y una llama sale de su boca.
22 En su cuello reside el poder, y salta el desaliento delante de él.
23 Unidos están los pliegues de su carne, firmes están en él e inamovibles.
24 Su corazón es duro como piedra, duro como piedra de molino.
25 Cuando él se levanta, los poderosos tiemblan; a causa del estruendo quedan confundidos.
26 La espada que lo alcance no puede prevalecer, ni la lanza, el dardo, o la jabalina.
27 Estima el hierro como paja, el bronce como madera carcomida.
28 No lo hace huir la flecha; en hojarasca se convierten para él las piedras de la honda.
29 Como hojarasca son estimadas las mazas; se ríe del blandir de la jabalina.
30 Por debajo tiene como tiestos puntiagudos; se extiende como trillo sobre el lodo.
31 Hace hervir las profundidades como olla; hace el mar como redoma de ungüento.
32 Detrás de sí hace brillar una estela; se diría que el abismo es canoso.
33 Nada en la tierra es semejante a él, que fue hecho sin temor.
34 Desafía a todo ser altivo; él es rey sobre todos los hijos de orgullo.
1 Entonces Job respondió al SEÑOR, y dijo:
2 Yo sé que tú puedes hacer todas las cosas, y que ningún propósito tuyo puede ser estorbado.
3 "¿Quién es éste que oculta el consejo sin entendimiento?" Por tanto, he declarado lo que no comprendía, cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no sabía.
4 "Escucha ahora, y hablaré; te preguntaré y tú me instruirás."
5 He sabido de ti sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven.
6 Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza.
7 Y sucedió que después que el SEÑOR habló estas palabras a Job, el SEÑOR dijo a Elifaz temanita: Se ha encendido mi ira contra ti y contra tus dos amigos, porque no habéis hablado de mí lo que es recto, como mi siervo Job.
8 Ahora pues, tomad siete novillos y siete carneros, id a mi siervo Job y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros. Porque ciertamente a él atenderé para no hacer con vosotros conforme a vuestra insensatez, porque no habéis hablado de mí lo que es recto, como mi siervo Job.
9 Y Elifaz temanita y Bildad suhita y Zofar naamatita fueron e hicieron tal como el SEÑOR les había dicho; y el SEÑOR aceptó a Job.
10 Y el SEÑOR restauró el bienestar de Job cuando éste oró por sus amigos; y el SEÑOR aumentó al doble todo lo que Job había poseído.
11 Entonces todos sus hermanos y todas sus hermanas y todos los que le habían conocido antes, vinieron a él y comieron pan con él en su casa; se condolieron de él y lo consolaron por todo el mal que el SEÑOR había traído sobre él. Cada uno le dio una moneda de plata, y cada uno un anillo de oro.
12 El SEÑOR bendijo los últimos días de Job más que los primeros; y tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas.
13 Y tuvo siete hijos y tres hijas.
14 Llamó a la primera Jemina, a la segunda Cesia y a la tercera Keren-hapuc.
15 Y en toda la tierra no se encontraban mujeres tan hermosas como las hijas de Job; y su padre les dio herencia entre sus hermanos.
16 Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos y a los hijos de sus hijos, hasta cuatro generaciones.
17 Y murió Job, anciano y lleno de días.