1

1 Palabras de Jeremías, hijo de Hilcías, de los sacerdotes que habitaban en Anatot, en la tierra de Benjamín,

2 a quien vino la palabra del SEÑOR en los días de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, en el año trece de su reinado.

3 También vino a él la palabra en los días de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, hasta el fin del año once de Sedequías, hijo de Josías, rey de Judá, hasta el destierro de Jerusalén en el mes quinto.

4 Y vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:

5 Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí, y antes que nacieras, te consagré, te puse por profeta a las naciones.

6 Entonces dije: ¡Ah, Señor DIOS! He aquí, no sé hablar, porque soy joven.

7 Pero el SEÑOR me dijo: No digas: "Soy joven", porque adondequiera que te envíe, irás, y todo lo que te mande, dirás.

8 No tengas temor ante ellos, porque contigo estoy para librarte —declara el SEÑOR.

9 Entonces extendió el SEÑOR su mano y tocó mi boca. Y el SEÑOR me dijo: He aquí, he puesto mis palabras en tu boca.

10 Mira, hoy te he dado autoridad sobre las naciones y sobre los reinos, para arrancar y para derribar, para destruir y para derrocar, para edificar y para plantar.

11 Vino entonces a mí la palabra del SEÑOR, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y yo respondí: Veo una vara de almendro.

12 Y me dijo el SEÑOR: Bien has visto, porque yo velo sobre mi palabra para cumplirla.

13 Por segunda vez vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo: ¿Qué ves tú? Y respondí: Veo una olla hirviendo que se vuelca desde el norte.

14 Y me dijo el SEÑOR: Desde el norte irrumpirá el mal sobre todos los habitantes de esta tierra.

15 Porque he aquí, llamo a todas las familias de los reinos del norte —declara el SEÑOR— y vendrán y cada uno pondrá su trono a la entrada de las puertas de Jerusalén, frente a todos sus muros alrededor y frente a todas las ciudades de Judá.

16 Y yo pronunciaré mis juicios contra ellos por toda su maldad, porque me abandonaron, ofrecieron sacrificios a otros dioses y adoraron la obra de sus manos.

17 Tú, pues, ciñe tus lomos, levántate y diles todo lo que yo te mande. No temas ante ellos, no sea que yo te infunda temor delante de ellos.

18 He aquí, yo te he puesto hoy como ciudad fortificada, como columna de hierro y como muro de bronce contra toda esta tierra: contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes y el pueblo de la tierra.

19 Pelearán contra ti, pero no te vencerán, porque yo estoy contigo —declara el SEÑOR— para librarte.

2

1 Y vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:

2 Ve y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: "Así dice el SEÑOR: 'De ti recuerdo el cariño de tu juventud, el amor de tu desposorio, de cuando me seguías en el desierto, por tierra no sembrada.

3 'Santo era Israel para el SEÑOR, primicias de su cosecha; todos los que comían de ella se hacían culpables; el mal venía sobre ellos' —declara el SEÑOR."

4 Oíd la palabra del SEÑOR, casa de Jacob, y todas las familias de la casa de Israel.

5 Así dice el SEÑOR: ¿Qué injusticia hallaron en mí vuestros padres, para que se alejaran de mí y anduvieran tras lo vano y se hicieran vanos?

6 Tampoco dijeron: ¿Dónde está el SEÑOR que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos condujo por el desierto, por una tierra de yermos y de barrancos, por una tierra seca y tenebrosa, una tierra por la que nadie pasó y donde ningún hombre habitó?

7 Yo os traje a una tierra fértil, para que comierais de su fruto y de sus delicias; pero vinisteis y contaminasteis mi tierra, y de mi heredad hicisteis abominación.

8 Los sacerdotes no dijeron: "¿Dónde está el SEÑOR?" Los que se ocupaban de la ley no me conocieron, los gobernantes se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaban por Baal, y andaban tras cosas que no aprovechan.

9 Por tanto, aún contenderé con vosotros —declara el SEÑOR— y con los hijos de vuestros hijos contenderé.

10 Pasad, pues, a las islas de Quitim y ved, enviad gente a Cedar y observad atentamente, y ved si ha habido cosa semejante:

11 ¿Ha cambiado alguna nación sus dioses, aunque ésos no son dioses? Pues mi pueblo ha cambiado su gloria por lo que no aprovecha.

12 Espantaos, oh cielos, por esto, y temblad, quedad en extremo desolados —declara el SEÑOR.

13 Porque dos males ha hecho mi pueblo: me han abandonado a mí, fuente de aguas vivas, y han cavado para sí cisternas, cisternas agrietadas que no retienen el agua.

14 ¿Es un esclavo Israel o un siervo nacido en casa? ¿Por qué se ha convertido en presa?

15 Contra él rugieron los leoncillos, rugieron fuertemente, y han hecho de su tierra una desolación; sus ciudades están quemadas, sin habitantes.

16 Incluso los hombres de Menfis y de Tafnes te han afeitado la coronilla.

17 ¿No te ha sucedido esto por haber dejado al SEÑOR tu Dios, cuando El te guiaba por el camino?

18 Y ahora, ¿qué haces en el camino a Egipto para beber las aguas del Nilo? ¿O qué haces en el camino a Asiria para beber las aguas del Eufrates?

19 Te castigará tu propia maldad, y tus apostasías te condenarán. Reconoce, pues, y ve que es malo y amargo el dejar al SEÑOR tu Dios, y no tener temor de mí —declara el Señor, DIOS de los ejércitos.

20 Porque desde hace tiempo rompí tu yugo y arranqué tus coyundas; pero dijiste: "No serviré." Porque sobre toda colina alta y bajo todo árbol frondoso te echabas como ramera.

21 Pero yo te planté como vid escogida, toda ella de simiente genuina. ¿Cómo, pues, te has vuelto delante de mí sarmiento degenerado de una vid extraña?

22 Aunque te laves con soda y uses mucho jabón, la mancha de tu iniquidad está aún delante de mí —declara el Señor DIOS.

23 ¿Cómo puedes decir: "No estoy manchada, no he ido tras los baales"? Mira tu proceder en el valle, reconoce lo que has hecho. Eres una camella joven y liviana que enreda sus pasos,

24 asna montés acostumbrada al desierto, que en su ardor olfatea el viento. En la época de su celo ¿quién la puede refrenar? Todos los que la busquen, no se tienen que fatigar, en su mes la hallarán.

25 Guarda tus pies de andar descalzos y tu garganta de la sed. Mas dijiste: "Es en vano. ¡No! Porque amo a los extraños, y tras ellos andaré."

26 Como se avergüenza el ladrón cuando es descubierto, así se ha avergonzado la casa de Israel: ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas;

27 los que dicen al leño: "Mi padre eres tú", y a la piedra: "Tú me engendraste." Porque ellos me han vuelto las espaldas, y no el rostro; pero en el tiempo de su calamidad dirán: "Levántate y sálvanos."

28 Mas ¿dónde están tus dioses, los que hiciste para ti? Que se levanten, a ver si pueden salvarte en el tiempo de tu calamidad; porque según el número de tus ciudades son tus dioses, oh Judá.

29 ¿Por qué contendéis conmigo? Todos vosotros os habéis rebelado contra mí —declara el SEÑOR.

30 En vano he herido a vuestros hijos, no han aceptado corrección. Vuestra espada ha devorado a vuestros profetas como león destructor.

31 ¡Oh generación, atended a la palabra del SEÑOR! ¿He sido yo un desierto para Israel, o una tierra de densa oscuridad? ¿Por qué dice mi pueblo: "Vaguemos libremente; no vendremos más a ti"?

32 ¿Se olvida una virgen de sus adornos, o una novia de su atavío? Pues mi pueblo me ha olvidado por innumerables días.

33 ¡Qué bien preparas tu camino para buscar amor! Por eso aun a las malvadas has enseñado tus caminos.

34 También en tus faldas se halla sangre de la vida de pobres inocentes; no los encontraste forzando la entrada. Pero a pesar de todo esto,

35 aún dices: "Soy inocente, ciertamente su ira se ha apartado de mí." He aquí, entraré en juicio contigo porque dices: "No he pecado."

36 ¿Por qué das tantas vueltas cambiando tu camino? También por Egipto serás avergonzada como fuiste avergonzada por Asiria.

37 También de allí saldrás con las manos en la cabeza; porque el SEÑOR ha desechado a aquellos en quienes confías, y no prosperarás con ellos.

3

1 Dios dice: Si un hombre se divorcia de su mujer, y ella se va de su lado y llega a ser de otro hombre, ¿volverá él a ella? ¿No quedará esa tierra totalmente profanada? Pues tú eres una ramera con muchos amantes, y sin embargo, vuelves a mí —declara el SEÑOR.

2 Alza tus ojos a las alturas desoladas y mira: ¿dónde no te has prostituido? Junto a los caminos te sentabas para ellos como el árabe en el desierto, y has profanado la tierra con tu prostitución y tu maldad.

3 Por eso fueron detenidas las lluvias, y no hubo lluvia de primavera; pero tú tenías frente de ramera, no quisiste avergonzarte.

4 ¿No acabas de llamarme: "Padre mío, tú eres el amigo de mi juventud", pensando:

5 "¿Guardará rencor para siempre? ¿Estará indignado hasta el fin?" He aquí, así has hablado, pero has hecho lo malo, y has hecho tu voluntad.

6 Y el SEÑOR me dijo en días del rey Josías: ¿Has visto lo que hizo la infiel Israel? Ella andaba sobre todo monte alto y bajo todo árbol frondoso, y allí fornicaba.

7 Y me dije: "Después que ella haya hecho todas estas cosas, volverá a mí"; mas no regresó, y lo vio su pérfida hermana Judá.

8 Y vio que a causa de todos los adulterios de la infiel Israel, yo la había despedido, dándole carta de divorcio; con todo, su pérfida hermana Judá no tuvo temor, sino que ella también fue y se hizo ramera.

9 Y sucedió que por la liviandad con que fornicó, profanó la tierra, y cometió adulterio con la piedra y con el leño.

10 A pesar de todo esto, su pérfida hermana Judá tampoco se volvió a mí de todo corazón, sino con engaño —declara el SEÑOR.

11 Y el SEÑOR me dijo: Más justa ha probado ser la infiel Israel que la pérfida Judá.

12 Ve y proclama estas palabras al norte, y di: "Regresa, infiel Israel" —declara el SEÑOR—, "no te miraré con ira, porque soy misericordioso" —declara el SEÑOR—; "no guardaré rencor para siempre.

13 "Sólo reconoce tu iniquidad, pues contra el SEÑOR tu Dios te has rebelado, has repartido tus favores a los extraños bajo todo árbol frondoso, y no has obedecido mi voz" —declara el SEÑOR.

14 "Volved, hijos infieles" —declara el SEÑOR—, "porque yo soy vuestro dueño, y os tomaré, uno de cada ciudad y dos de cada familia, y os llevaré a Sion."

15 Entonces os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con conocimiento y con inteligencia.

16 Y sucederá que en aquellos días, cuando os multipliquéis y crezcáis en la tierra —declara el SEÑOR— no se dirá más: "Arca del pacto del SEÑOR"; no les vendrá a la mente ni la recordarán, no la echarán de menos ni será hecha de nuevo.

17 En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: "Trono del SEÑOR"; y todas las naciones acudirán a ella, a Jerusalén, a causa del nombre del SEÑOR; y no andarán más tras la terquedad de su malvado corazón.

18 En aquellos días andará la casa de Judá con la casa de Israel, y vendrán juntas de la tierra del norte a la tierra que di en heredad a vuestros padres.

19 Yo había dicho: "¡Cómo quisiera ponerte entre mis hijos, y darte una tierra deseable, la más hermosa heredad de las naciones!" Y decía: "Padre mío me llamaréis, y no os apartaréis de seguirme."

20 Ciertamente, como una mujer se aparta pérfidamente de su amado, así habéis obrado pérfidamente conmigo, oh casa de Israel —declara el SEÑOR.

21 Se oye una voz sobre las alturas desoladas, el llanto de las súplicas de los hijos de Israel; porque han pervertido su camino, han olvidado al SEÑOR su Dios.

22 Volved, hijos infieles, yo sanaré vuestra infidelidad. Aquí estamos, venimos a ti, porque tú, el SEÑOR, eres nuestro Dios.

23 Ciertamente engaño son las colinas, y el tumulto sobre los montes; ciertamente, en el SEÑOR nuestro Dios está la salvación de Israel.

24 Pero lo vergonzoso consumió el trabajo de nuestros padres desde nuestra juventud: sus ovejas y sus vacas, sus hijos y sus hijas.

25 Acostémonos en nuestra vergüenza, y que nos cubra nuestra humillación; porque hemos pecado contra el SEÑOR nuestro Dios, nosotros y nuestros padres desde nuestra juventud hasta hoy, y no hemos obedecido la voz del SEÑOR nuestro Dios.

4

1 Si has de volver, oh Israel —declara el SEÑOR— vuélvete a mí. Si quitas de mi presencia tus abominaciones, y no vacilas,

2 y juras: "Vive el SEÑOR", en verdad, en juicio y en justicia, entonces se bendecirán en El las naciones, y en El se gloriarán.

3 Porque así dice el SEÑOR a los hombres de Judá y de Jerusalén: Romped el barbecho, y no sembréis entre espinos.

4 Circuncidaos para el SEÑOR, y quitad los prepucios de vuestros corazones, hombres de Judá y habitantes de Jerusalén, no sea que mi furor salga como fuego y arda y no haya quien lo apague, a causa de la maldad de vuestras obras.

5 Declarad en Judá y proclamad en Jerusalén, y decid: Tocad la trompeta en la tierra; clamad en alta voz, y decid: "Reuníos y entremos en las ciudades fortificadas."

6 Izad bandera hacia Sion; buscad refugio, no os detengáis; porque traigo del norte la calamidad, una gran destrucción.

7 Ha salido el león de la espesura, y el destructor de naciones se ha puesto en marcha; ha salido de su lugar para convertir tu tierra en desolación. Tus ciudades quedarán en ruinas, sin habitantes.

8 Por eso, vestíos de cilicio, lamentaos y gemid; porque no se ha apartado de nosotros la ardiente ira del SEÑOR.

9 Y sucederá en aquel día —declara el SEÑOR— que fallará el corazón del rey y el corazón de los príncipes; se quedarán atónitos los sacerdotes y los profetas se pasmarán.

10 Entonces dije: ¡Ah, Señor DIOS! Ciertamente has engañado en gran manera a este pueblo y a Jerusalén, diciendo: "Paz tendréis", cuando tienen la espada al cuello.

11 En aquel tiempo se dirá a este pueblo y a Jerusalén: Un viento abrasador de las alturas desoladas del desierto, en dirección a la hija de mi pueblo, no para aventar, ni para limpiar,

12 un viento demasiado fuerte para esto, vendrá a mi mandato. Ahora yo pronunciaré juicios contra ellos.

13 He aquí que él sube como las nubes, y como un torbellino sus carros; sus caballos son más ligeros que las águilas. ¡Ay de nosotros, porque estamos perdidos!

14 Lava de maldad tu corazón, Jerusalén, para que seas salva. ¿Hasta cuándo morarán dentro de ti pensamientos perversos?

15 Porque una voz lo anuncia desde Dan, y proclama el mal desde los montes de Efraín.

16 Avisadlo a las naciones: ¡Aquí están! Proclamad sobre Jerusalén: "Sitiadores vienen de tierra lejana y alzan sus voces contra las ciudades de Judá.

17 "Como guardas de campo están apostados contra ella por todos lados, porque se ha rebelado contra mí" —declara el SEÑOR.

18 Tu comportamiento y tus acciones te han traído estas cosas. Esta es tu maldad. ¡Qué amarga! ¡Cómo ha penetrado hasta tu corazón!

19 ¡Alma mía, alma mía! Estoy angustiado, ¡oh corazón mío! Mi corazón se agita dentro de mí; no callaré, porque has oído, alma mía, el sonido de la trompeta, el pregón de guerra.

20 Desastre sobre desastre se anuncia, porque es arrasada toda la tierra; de repente son arrasadas mis tiendas, en un instante mis cortinas.

21 ¿Hasta cuándo he de ver la bandera y he de oír el sonido de la trompeta?

22 Porque mi pueblo es necio, no me conoce; hijos torpes son, no son inteligentes. Astutos son para hacer el mal, pero hacer el bien no saben.

23 Miré a la tierra, y he aquí que estaba sin orden y vacía; y a los cielos, y no tenían luz.

24 Miré a los montes, y he aquí que temblaban, y todas las colinas se estremecían.

25 Miré, y he aquí que no había hombre alguno, y todas las aves del cielo habían huido.

26 Miré, y he aquí que la tierra fértil era un desierto, y todas sus ciudades estaban arrasadas delante del SEÑOR, delante del ardor de su ira.

27 Porque así dice el SEÑOR: Una desolación será toda la tierra, pero no causaré una destrucción total.

28 Por eso se enlutará la tierra, y se oscurecerán los cielos arriba, porque he hablado, lo he decidido, y no me arrepentiré, ni me retractaré de ello.

29 Al ruido de jinetes y arqueros huye toda la ciudad; entran en las espesuras y trepan por los peñascos. Toda ciudad está abandonada, y no queda en ellas morador alguno.

30 Y tú, desolada, ¿qué harás? Aunque te vistas de escarlata, aunque te pongas adornos de oro, aunque te agrandes con pintura los ojos, en vano te embelleces; te desprecian tus amantes, sólo buscan tu vida.

31 Porque oí un grito como de mujer de parto, angustia como de primeriza; era el grito de la hija de Sion que se ahogaba, y extendía sus manos, diciendo: ¡Ay ahora de mí, porque desfallezco ante los asesinos!

5

1 Recorred las calles de Jerusalén, y mirad ahora, e informaos; buscad en sus plazas, a ver si halláis algún hombre, si hay quien haga justicia, que busque la verdad, y yo la perdonaré.

2 Pues aunque digan: "Vive el SEÑOR", de cierto juran falsamente.

3 Oh, SEÑOR, ¿no buscan tus ojos la verdad? Tú los heriste, mas no les dolió; tú los consumiste, mas ellos rehusaron recibir corrección. Endurecieron sus rostros más que la roca, rehusaron arrepentirse.

4 Entonces yo dije: Ciertamente estos sólo son gente ignorante, son necios, porque no conocen el camino del SEÑOR ni las ordenanzas de su Dios.

5 Me dirigiré a los grandes y les hablaré, porque ellos sí conocen el camino del SEÑOR y las ordenanzas de su Dios. Pero también todos ellos a una habían quebrado el yugo y roto las coyundas.

6 Por tanto los herirá el león de la selva, el lobo de los desiertos los destruirá; un leopardo acecha sus ciudades, y todo el que salga de ellas será despedazado, porque son muchas sus transgresiones, y numerosas sus apostasías.

7 ¿Por qué he de perdonarte por esto? Tus hijos me han abandonado y han jurado por lo que no es Dios. Cuando los sacié, cometieron adulterio y fueron en tropel a casa de las rameras.

8 Eran caballos cebados y fogosos, cada cual relinchando tras la mujer de su prójimo.

9 ¿No he de castigar a este pueblo? —declara el SEÑOR. De una nación como ésta, ¿no he de vengarme?

10 Subid por entre sus hileras de vides y destruid, mas no hagáis destrucción total; arrancad sus sarmientos, pues no son del SEÑOR;

11 porque la casa de Israel y la casa de Judá han obrado pérfidamente conmigo —declara el SEÑOR.

12 Han mentido acerca del SEÑOR; dijeron: El no existe ; ninguna calamidad vendrá sobre nosotros, y no veremos ni espada ni hambre.

13 Los profetas son como el viento, y la palabra no está en ellos. Que así se les haga a ellos.

14 Por tanto, así dice el SEÑOR, Dios de los ejércitos: Por cuanto han hablado esta palabra, he aquí, pongo mis palabras en tu boca por fuego y a este pueblo por leña, y los consumirá.

15 He aquí, voy a traer de lejos una nación contra vosotros, oh casa de Israel —declara el SEÑOR. Es una nación fuerte, es una nación antigua, una nación cuya lengua no conoces, y no podrás entender lo que hable.

16 Su aljaba es como sepulcro abierto, todos ellos son valientes.

17 Devorará tu mies y tu pan, devorará a tus hijos y a tus hijas, devorará tus ovejas y tus vacas, devorará tus viñas y tus higueras; a espada destruirá tus ciudades fortificadas en que confías.

18 Sin embargo, aun en aquellos días —declara el SEÑOR— no llevaré a cabo una destrucción total de vosotros.

19 Y cuando te pregunten: "¿Por qué el SEÑOR nuestro Dios nos ha hecho todo esto?" Les dirás: "Así como me dejasteis y servisteis a dioses extraños en vuestra tierra, así serviréis a extranjeros en una tierra que no es vuestra."

20 Anunciad esto en la casa de Jacob y proclamadlo en Judá, diciendo:

21 "Oíd ahora esto, pueblo necio e insensible, que tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen.

22 "¿No me teméis?" —declara el SEÑOR. "¿No tembláis delante de mí, que puse la arena como frontera del mar, límite perpetuo que no traspasará? Aunque se agiten las olas, no prevalecerán; aunque rujan, no pasarán sobre ella.

23 "Pero este pueblo tiene un corazón terco y rebelde; se han desviado y se han ido.

24 "Y no dicen en su corazón: 'Temamos ahora al SEÑOR nuestro Dios, que da la lluvia a su tiempo, tanto la lluvia de otoño como la de primavera, y que reserva para nosotros las semanas establecidas de la cosecha.'

25 "Vuestras iniquidades han alejado estas cosas, y vuestros pecados os han privado del bien.

26 "Porque en mi pueblo se encuentran impíos que vigilan como cazadores al acecho; ponen trampa, atrapan hombres.

27 "Como una jaula llena de pájaros, así están sus casas llenas de engaño; por eso se engrandecieron y se enriquecieron.

28 "Han engordado y se han puesto lustrosos. También sobrepasan en obras de maldad; no defienden la causa, la causa del huérfano, para que prospere, ni defienden los derechos del pobre.

29 "¿No he de castigar por esto?" —declara el SEÑOR. "De una nación como ésta ¿no he de vengarme?"

30 Algo espantoso y terrible ha sucedido en la tierra:

31 los profetas profetizan falsamente, los sacerdotes gobiernan por su cuenta, y a mi pueblo así le gusta. Pero ¿qué haréis al final de esto?

6

1 Huid, hijos de Benjamín, de en medio de Jerusalén; tocad trompeta en Tecoa, y alzad señal sobre Bet-haquerem, porque desde el norte se asoma el mal y una gran destrucción.

2 A la hermosa y delicada hija de Sion destruiré.

3 A ella vendrán pastores con sus rebaños, levantarán sus tiendas a su alrededor, y cada uno apacentará en su lugar.

4 Preparad guerra contra ella; levantaos y ataquemos al mediodía. ¡Ay de nosotros, porque el día declina, porque se extienden las sombras del anochecer!

5 Levantaos, ataquemos de noche y destruyamos sus palacios.

6 Porque así dice el SEÑOR de los ejércitos: Cortad sus árboles, y poned sitio contra Jerusalén. Esta es la ciudad que ha de ser castigada, todo dentro de ella es opresión.

7 Como un pozo mantiene frescas sus aguas, así ella mantiene fresca su maldad. En ella se oyen violencia y destrucción; ante mí hay de continuo enfermedades y heridas.

8 Sé precavida, oh Jerusalén, no sea que mi alma se aleje de ti; no sea que yo te convierta en desolación, en tierra despoblada.

9 Así dice el SEÑOR de los ejércitos: Buscarán, rebuscarán como en una vid el remanente de Israel; vuelve a pasar tu mano como el vendimiador por los sarmientos.

10 ¿A quiénes hablaré y advertiré, para que oigan? He aquí, sus oídos están cerrados, y no pueden escuchar. He aquí, la palabra del SEÑOR les es oprobio; no se deleitan en ella.

11 Pero yo estoy lleno del furor del SEÑOR, estoy cansado de retenerlo . Derrámalo sobre los niños en la calle, y sobre la reunión de los jóvenes; porque serán apresados tanto el marido como la mujer, el viejo y el muy anciano.

12 Y sus casas serán entregadas a otros, juntamente con sus campos y sus mujeres; porque extenderé mi mano contra los habitantes de esta tierra —declara el SEÑOR.

13 Porque desde el menor hasta el mayor, todos ellos codician ganancias, y desde el profeta hasta el sacerdote, todos practican el engaño.

14 Y curan a la ligera el quebranto de mi pueblo, diciendo: "Paz, paz", pero no hay paz.

15 ¿Se han avergonzado de la abominación que han cometido? Ciertamente no se han avergonzado, ni aun han sabido ruborizarse; por tanto caerán entre los que caigan; en la hora que yo los castigue serán derribados —dice el SEÑOR.

16 Así dice el SEÑOR: Paraos en los caminos y mirad, y preguntad por los senderos antiguos cuál es el buen camino, y andad por él; y hallaréis descanso para vuestras almas. Pero dijeron: "No andaremos en él."

17 Y puse centinelas sobre vosotros, que dijeran: "Escuchad el sonido de la trompeta." Pero dijeron: "No escucharemos."

18 Por tanto, oíd, naciones, y entiende, congregación, lo que se hará entre ellos.

19 Oye, tierra: he aquí, yo traigo una calamidad sobre este pueblo, el fruto de sus planes, porque no han escuchado mis palabras, y han desechado mi ley.

20 ¿Para qué viene a mí este incienso de Sabá, y la dulce caña de una tierra lejana? Vuestros holocaustos no son aceptables, y vuestros sacrificios no me agradan.

21 Por tanto, así dice el SEÑOR: He aquí, pongo piedras de tropiezo delante de este pueblo, y tropezarán en ellas padres e hijos a una; el vecino y su prójimo perecerán.

22 Así dice el SEÑOR: He aquí, viene un pueblo de tierras del norte, y una gran nación se levantará de los confines de la tierra.

23 Empuñan arco y jabalina, crueles son, no tienen misericordia; sus voces braman como el mar, y montan a caballo como hombres dispuestos para la guerra contra ti, hija de Sion.

24 Hemos oído de su fama, flaquean nuestras manos. La angustia se ha apoderado de nosotros, dolor como de mujer de parto.

25 No salgas al campo, ni andes por el camino; porque espada tiene el enemigo, y hay terror por todas partes.

26 Hija de mi pueblo, cíñete el cilicio y revuélcate en ceniza; haz duelo como por hijo único, lamento de gran amargura, porque de pronto el destructor vendrá sobre nosotros.

27 Te he puesto como observador y como examinador entre mi pueblo, para que conozcas y examines su conducta.

28 Todos ellos son rebeldes obstinados que andan calumniando. Son hierro y bronce; todos ellos están corrompidos.

29 El fuelle sopla con furor, el plomo es consumido por el fuego; en vano se sigue refinando, pues los malvados no son separados.

30 Los llaman plata de deshecho, porque el SEÑOR los ha desechado.

7

1 Palabra que vino a Jeremías de parte del SEÑOR, diciendo:

2 Párate a la puerta de la casa del SEÑOR y proclama allí esta palabra, y di: "Oíd la palabra del SEÑOR, todos los de Judá, los que entráis por estas puertas para adorar al SEÑOR."

3 Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: Enmendad vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar.

4 No confiéis en palabras engañosas, diciendo: "Este es el templo del SEÑOR, el templo del SEÑOR, el templo del SEÑOR."

5 Porque si en verdad enmendáis vuestros caminos y vuestras obras, si en verdad hacéis justicia entre el hombre y su prójimo,

6 y no oprimís al extranjero, al huérfano y a la viuda, ni derramáis sangre inocente en este lugar, ni andáis en pos de otros dioses para vuestra propia ruina,

7 entonces os haré morar en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres para siempre.

8 He aquí, vosotros confiáis en palabras engañosas que no aprovechan,

9 para robar, matar, cometer adulterio, jurar falsamente, ofrecer sacrificios a Baal y andar en pos de otros dioses que no habíais conocido.

10 ¿Vendréis luego y os pondréis delante de mí en esta casa, que es llamada por mi nombre, y diréis: "Ya estamos salvos"; para luego seguir haciendo todas estas abominaciones?

11 ¿Se ha convertido esta casa, que es llamada por mi nombre, en cueva de ladrones delante de vuestros ojos? He aquí, yo mismo lo he visto —declara el SEÑOR.

12 Ahora pues, id a mi lugar en Silo, donde al principio hice morar mi nombre, y ved lo que hice con él a causa de la maldad de mi pueblo Israel.

13 Y ahora, por cuanto habéis hecho todas estas obras —declara el SEÑOR— y a pesar de que os hablé desde temprano y hablando sin cesar , no oísteis; os llamé, pero no respondisteis,

14 haré con la casa que es llamada por mi nombre, en la cual confiáis, y al lugar que di a vosotros y a vuestros padres, como hice con Silo.

15 Y os echaré de mi presencia, como eché a todos vuestros hermanos, a toda la descendencia de Efraín.

16 En cuanto a ti, no ruegues por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración, ni intercedas ante mí, porque no te oiré.

17 ¿No ves lo que ellos hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén?

18 Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, las mujeres preparan la masa para hacer tortas a la reina del cielo, y derraman libaciones a otros dioses para ofenderme.

19 ¿Me ofenden a mí? —declara el SEÑOR— ¿No es a sí mismos que se ofenden para su propia vergüenza?

20 Por tanto, así dice el Señor DIOS: He aquí, mi ira y mi furor serán derramados sobre este lugar, sobre los hombres y sobre los animales, sobre los árboles del campo y sobre el fruto de la tierra; arderá y no se apagará.

21 Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: Añadid vuestros holocaustos a vuestros sacrificios y comed la carne.

22 Porque yo no hablé a vuestros padres, ni les ordené nada en cuanto a los holocaustos y sacrificios, el día que los saqué de la tierra de Egipto.

23 Sino que esto es lo que les mandé, diciendo: "Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, y andaréis en todo camino que yo os envíe para que os vaya bien."

24 Mas ellos no escucharon ni inclinaron su oído, sino que anduvieron en sus propias deliberaciones y en la terquedad de su malvado corazón, y fueron hacia atrás y no hacia adelante.

25 Desde el día que vuestros padres salieron de la tierra de Egipto hasta hoy, os he enviado a todos mis siervos los profetas, madrugando cada día y enviándolos .

26 Pero no me escucharon ni inclinaron su oído, sino que endurecieron su cerviz e hicieron peor que sus padres.

27 Les dirás, pues, todas estas palabras, mas no te escucharán; los llamarás, y no te responderán.

28 Entonces les dirás: "Esta es la nación que no escuchó la voz del SEÑOR su Dios, ni aceptó corrección; ha perecido la verdad, ha sido cortada de su boca.

29 "Córtate el cabello y tíralo, y entona una endecha en las alturas desoladas; porque el SEÑOR ha desechado y abandonado a la generación objeto de su furor."

30 Porque los hijos de Judá han hecho lo que es malo ante mis ojos —declara el SEÑOR—, han puesto sus abominaciones en la casa que es llamada por mi nombre, profanándola.

31 Y han edificado los lugares altos de Tofet, que está en el valle de Ben-hinom, para quemar a sus hijos y a sus hijas en el fuego, lo cual yo no mandé, ni me pasó por la mente.

32 Por tanto, he aquí vienen días —declara el SEÑOR— cuando no se dirá más Tofet, ni valle de Ben-hinom, sino el valle de la Matanza; porque enterrarán en Tofet por no haber otro lugar.

33 Y los cadáveres de este pueblo servirán de comida para las aves del cielo y para las bestias de la tierra, sin que nadie las espante.

34 Entonces haré cesar de las ciudades de Judá y de las calles de Jerusalén la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia; porque la tierra quedará desolada.

8

1 En aquel tiempo —declara el SEÑOR— sacarán de sus tumbas los huesos de los reyes de Judá, los huesos de sus príncipes, los huesos de los sacerdotes, los huesos de los profetas y los huesos de los habitantes de Jerusalén;

2 y los esparcirán al sol, a la luna y a todo el ejército del cielo, a quienes amaron y sirvieron, y a quienes siguieron, a quienes buscaron y adoraron. No serán recogidos ni enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra.

3 Y escogerá la muerte en lugar de la vida todo el remanente que quede de este linaje malvado, los que queden en todos los lugares adonde los he arrojado —declara el SEÑOR de los ejércitos.

4 Y les dirás: "Así dice el SEÑOR: 'Los que caen ¿no se levantan? El que se desvía ¿no se arrepiente?

5 '¿Por qué entonces este pueblo, Jerusalén, se ha desviado en continua apostasía? Se aferran al engaño, rehúsan volver.

6 'He escuchado y oído, han hablado lo que no es recto; ninguno se arrepiente de su maldad, diciendo: "¿Qué he hecho?" Cada cual vuelve a su carrera, como caballo que arremete en la batalla.

7 'Aun la cigüeña en el cielo conoce sus estaciones, y la tórtola, la golondrina y la grulla guardan la época de sus migraciones; pero mi pueblo no conoce la ordenanza del SEÑOR.

8 '¿Cómo decís: "Somos sabios, y la ley del SEÑOR está con nosotros"?, cuando he aquí, la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas.

9 'Los sabios son avergonzados, están abatidos y atrapados; he aquí, ellos han desechado la palabra del SEÑOR, ¿y qué clase de sabiduría tienen?

10 'Por tanto, daré sus mujeres a otros, y sus campos a nuevos dueños; porque desde el menor hasta el mayor todos ellos codician ganancias; desde el profeta hasta el sacerdote todos practican el engaño.

11 'Y curan a la ligera el quebranto de la hija de mi pueblo, diciendo: "Paz, paz", pero no hay paz.

12 '¿Se han avergonzado de la abominación que han cometido? Ciertamente no se han avergonzado, tampoco han sabido ruborizarse; por tanto caerán entre los que caigan, en la hora de su castigo serán derribados' —dice el SEÑOR.

13 'Ciertamente los destruiré' —declara el SEÑOR—; 'no habrá uvas en la vid, ni higos en la higuera, y la hoja se marchitará; lo que les he dado, pasará de ellos.'"

14 ¿Por qué estamos aún sentados? Congregaos, y entremos en las ciudades fortificadas, y perezcamos allí, pues el SEÑOR nuestro Dios nos hace perecer y nos ha dado a beber agua envenenada, porque hemos pecado contra el SEÑOR.

15 Esperábamos paz, y no hubo bien alguno; tiempo de curación, y he aquí, terror.

16 Desde Dan se oye el resoplido de sus caballos; al sonido de los relinchos de sus corceles, tiembla toda la tierra; vienen y devoran la tierra y cuanto hay en ella, la ciudad y los que en ella habitan.

17 Porque he aquí, yo envío contra vosotros serpientes, áspides contra los cuales no hay encantamiento, y os morderán —declara el SEÑOR.

18 Mi tristeza no tiene remedio, mi corazón desfallece en mí .

19 He aquí la voz del clamor de la hija de mi pueblo desde una tierra lejana: ¿No está el SEÑOR en Sion? ¿No está su rey en ella? ¿Por qué me han provocado con sus imágenes talladas, con ídolos extranjeros?

20 Pasó la siega, terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvados.

21 Por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo estoy quebrantado; ando enlutado, el espanto se ha apoderado de mí.

22 ¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué, pues, no se ha restablecido la salud de la hija de mi pueblo?

9

1 Quién me diera que mi cabeza se hiciera agua, y mis ojos fuente de lágrimas, para que yo llorara día y noche por los muertos de la hija de mi pueblo.

2 Quién me diera en el desierto un albergue de caminantes, para dejar a mi pueblo y alejarme de ellos. Porque todos ellos son adúlteros, una asamblea de traidores.

3 Tensan su lengua como su arco; la mentira y no la verdad prevalece en la tierra; porque de mal en mal proceden, y a mí no me conocen —declara el SEÑOR.

4 Guárdese cada uno de su prójimo, y no confíe en ningún hermano; porque todo hermano obra con engaño, y todo prójimo anda calumniando.

5 Cada uno engaña a su prójimo, y no habla la verdad, han enseñado sus lenguas a hablar mentiras; se afanan por cometer iniquidad.

6 Tu morada está en medio del engaño; por causa del engaño rehúsan conocerme —declara el SEÑOR.

7 Por tanto, así dice el SEÑOR de los ejércitos: He aquí, los refinaré y los probaré, porque ¿qué más puedo hacer con la hija de mi pueblo?

8 Saeta mortífera es su lengua, engaño habla; con su boca habla cada uno de paz a su prójimo, pero dentro de sí le tiende emboscada.

9 Por estas cosas ¿no los castigaré? —declara el SEÑOR. De una nación como ésta ¿no se vengará mi alma?

10 Alzad por los montes lloro y lamentación, y una elegía por los pastos del desierto, porque han sido desolados; nadie pasa por ellos , ni se oye el bramido del ganado; desde las aves del cielo hasta las bestias han huido, se han ido.

11 Haré de Jerusalén un montón de ruinas, una guarida de chacales, y de las ciudades de Judá una desolación, sin habitante.

12 ¿Quién es el hombre sabio que entienda esto? ¿A quién ha hablado la boca del SEÑOR que pueda declararlo? ¿Por qué está arruinado el país, desolado como un desierto sin que nadie pase por él?

13 Respondió el SEÑOR: Porque han abandonado mi ley que puse delante de ellos, y no han obedecido mi voz ni andado conforme a ella,

14 sino que han andado tras la terquedad de sus corazones y tras los baales, tal como sus padres les enseñaron.

15 Por tanto, así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí, yo daré de comer ajenjo a este pueblo y le daré de beber agua envenenada.

16 Los esparciré entre naciones que no conocieron ni ellos ni sus padres, y enviaré tras ellos la espada hasta aniquilarlos.

17 Así dice el SEÑOR de los ejércitos: Considerad, llamad a las plañideras, que vengan; enviad por las más hábiles, que vengan,

18 que se apresuren y eleven una lamentación por nosotros, para que derramen lágrimas nuestros ojos y fluya agua de nuestros párpados.

19 Porque voz de lamentación se oye desde Sion: "¡Cómo hemos sido arrasados! En gran manera estamos avergonzados, porque tenemos que abandonar la tierra, porque han derribado nuestras moradas."

20 Oíd, pues, mujeres, la palabra del SEÑOR, y reciba vuestro oído la palabra de su boca; enseñad la lamentación a vuestras hijas y la endecha cada una a su vecina.

21 Porque la muerte ha subido por nuestras ventanas, ha entrado en nuestros palacios, exterminando a los niños de las calles, a los jóvenes de las plazas.

22 Di: Así declara el SEÑOR: "Los cadáveres de los hombres caerán como estiércol sobre la faz del campo, y como gavillas tras el segador, y no habrá quien las recoja."

23 Así dice el SEÑOR: No se gloríe el sabio de su sabiduría, ni se gloríe el poderoso de su poder, ni el rico se gloríe de su riqueza;

24 mas el que se gloríe, gloríese de esto: de que me entiende y me conoce, pues yo soy el SEÑOR que hago misericordia, derecho y justicia en la tierra, porque en estas cosas me complazco —declara el SEÑOR.

25 He aquí, vienen días —declara el SEÑOR— en que castigaré a todo el que esté circuncidado sólo en la carne:

26 a Egipto, a Judá, a los hijos de Amón, a Moab y a todos los que se rapan las sienes, a los que habitan en el desierto; porque todas las naciones son incircuncisas, y toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón.

10

1 Oíd la palabra que el SEÑOR os habla, oh casa de Israel.

2 Así dice el SEÑOR: El camino de las naciones no aprendáis, ni de las señales de los cielos os aterroricéis, aunque las naciones les tengan terror.

3 Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; pues un leño del bosque es cortado, lo trabajan las manos de un artífice con la azuela;

4 con plata y oro lo adornan, con clavos y martillos lo aseguran para que no se mueva.

5 Como los espantapájaros de un pepinar, sus ídolos no hablan; tienen que ser transportados, porque no andan. No les tengáis miedo, porque no pueden hacer ningún mal, ni tampoco hacer bien alguno.

6 No hay nadie como tú, oh SEÑOR; grande eres tú, y grande es tu nombre en poderío.

7 ¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones? Porque esto se te debe. Porque entre todos los sabios de las naciones, y en todos sus reinos, no hay nadie como tú.

8 Mas ellos a una son torpes y necios en su enseñanza de vanidades, pues su ídolo es un leño.

9 Plata laminada es traída de Tarsis y oro de Ufaz, obra de un artífice y de manos de un orfebre; su vestido es de violeta y púrpura; todo ello obra de peritos.

10 Pero el SEÑOR es el Dios verdadero; El es el Dios vivo y el Rey eterno. Ante su enojo tiembla la tierra, y las naciones son impotentes ante su indignación.

11 Así les diréis: Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perecerán de la tierra y de debajo de los cielos.

12 El es el que hizo la tierra con su poder, el que estableció el mundo con su sabiduría, y con su inteligencia extendió los cielos.

13 Cuando El emite su voz, hay estruendo de aguas en los cielos; El hace subir las nubes desde los extremos de la tierra, hace los relámpagos para la lluvia y saca el viento de sus depósitos.

14 Todo hombre es torpe, falto de conocimiento; todo orfebre se avergüenza de su ídolo; porque engañosas son sus imágenes fundidas, y no hay aliento en ellas.

15 Vanidad son, obra ridícula, en el tiempo de su castigo perecerán.

16 No es como ésta la porción de Jacob; porque El es el Hacedor de todo, e Israel es la tribu de su heredad; el SEÑOR de los ejércitos es su nombre.

17 Recoge del suelo tus pertenencias, tú que moras sitiada.

18 Porque así dice el SEÑOR: He aquí, en esta ocasión, tiro con honda a los habitantes de la tierra, y los afligiré para que me puedan hallar.

19 ¡Ay de mí, por mi quebranto! Mi herida es incurable. Mas yo me dije: De cierto esta es una enfermedad, y debo soportarla.

20 Mi tienda está destruida, y todas mis cuerdas rotas; mis hijos me han abandonado y no queda ninguno. No hay quien plante de nuevo mi tienda ni coloque mis cortinas.

21 Porque los pastores se han entorpecido y no han buscado al SEÑOR; por tanto, no prosperaron, y todo su rebaño se ha dispersado.

22 ¡Se oye un rumor! He aquí, viene una gran conmoción desde la tierra del norte, para convertir las ciudades de Judá en desolación, en guarida de chacales.

23 Yo sé, oh SEÑOR, que no depende del hombre su camino, ni de quien anda el dirigir sus pasos.

24 Repréndeme, oh SEÑOR, pero con justicia, no con tu ira, no sea que me reduzcas a nada.

25 Derrama furor sobre las naciones que no te conocen, y sobre los linajes que no invocan tu nombre; porque han devorado a Jacob, lo han devorado y lo han consumido, y han asolado su morada.

11

1 La palabra que vino a Jeremías de parte del SEÑOR, diciendo:

2 Oíd las palabras de este pacto, y decidlas a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén.

3 Les diréis: "Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: 'Maldito el hombre que no obedezca las palabras de este pacto

4 que mandé a vuestros padres el día que los saqué de la tierra de Egipto, del horno de hierro, diciéndoles: "Escuchad mi voz, y haced conforme a todo lo que yo os mando; y vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios",

5 para confirmar el juramento que juré a vuestros padres, de darles una tierra que mana leche y miel, como lo es hoy.'" Entonces respondí y dije: Amén, SEÑOR.

6 Y el SEÑOR me dijo: Proclama todas estas palabras en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, diciendo: "Oíd las palabras de este pacto y cumplidlas.

7 "Porque bien advertí a vuestros padres el día que los hice subir de la tierra de Egipto, y hasta hoy los he amonestado con insistencia, diciéndoles: 'Escuchad mi voz.'

8 "Pero no escucharon ni inclinaron su oído, sino que cada cual anduvo en la terquedad de su malvado corazón. Por tanto, hice caer sobre ellos todas las palabras de este pacto, que yo les mandé cumplir y no lo cumplieron."

9 Entonces el SEÑOR me dijo: Se ha descubierto una conspiración entre los hombres de Judá y entre los habitantes de Jerusalén.

10 Se han vuelto a las iniquidades de sus antepasados, los cuales rehusaron escuchar mis palabras, y se han ido tras otros dioses para servirlos. La casa de Israel y la casa de Judá han violado mi pacto, el cual hice con sus padres.

11 Por tanto, así dice el SEÑOR: He aquí, traigo sobre ellos una calamidad de la que no podrán escapar; aunque clamen a mí, no los escucharé.

12 Entonces irán las ciudades de Judá y los habitantes de Jerusalén, y clamarán a los dioses a quienes queman incienso, pero ellos ciertamente no podrán salvarlos en la hora de su aflicción.

13 Porque según el número de tus ciudades son tus dioses, oh Judá, y según el número de las calles de Jerusalén, son los altares que has levantado a lo vergonzoso, altares para quemar incienso a Baal.

14 Pero tú no ruegues por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración; porque no escucharé cuando clamen a mí a causa de su aflicción.

15 ¿Qué derecho tiene mi amada en mi casa cuando ha hecho tantas vilezas? ¿Puede la carne consagrada quitar de ti tu calamidad para que puedas regocijarte?

16 Olivo frondoso, hermoso en fruto y forma, te puso por nombre el SEÑOR. Con ruido de un gran estrépito ha prendido fuego en él, y sus ramas son inservibles.

17 El SEÑOR de los ejércitos, que te plantó, ha decretado una calamidad contra ti a causa de la maldad que la casa de Israel y la casa de Judá han hecho, provocándome al ofrecer sacrificios a Baal.

18 El SEÑOR me lo hizo saber y lo comprendí. Entonces me hiciste ver sus obras.

19 Pero yo era como un cordero manso llevado al matadero, y no sabía que tramaban intrigas contra mí, diciendo: Destruyamos el árbol con su fruto, y cortémoslo de la tierra de los vivientes, para que no se recuerde más su nombre.

20 Mas, oh SEÑOR de los ejércitos, que juzgas rectamente, que examinas los sentimientos y el corazón, vea yo tu venganza contra ellos, porque a ti he expuesto mi causa.

21 Por tanto, así dice el SEÑOR en cuanto a los hombres de Anatot que buscan tu vida, diciendo: No profetices en el nombre del SEÑOR, para que no mueras a manos nuestras;

22 así, pues, dice el SEÑOR de los ejércitos: He aquí, voy a castigarlos. Los jóvenes morirán a espada, sus hijos e hijas morirán de hambre,

23 y no quedará de ellos remanente, porque traeré una calamidad sobre los hombres de Anatot, el año de su castigo.

12

1 Justo eres tú, oh SEÑOR, cuando a ti presento mi causa; en verdad asuntos de justicia voy a discutir contigo. ¿Por qué prospera el camino de los impíos y viven en paz todos los que obran con perfidia?

2 Tú los plantas, y echan raíces; crecen, dan fruto. Cerca estás tú de sus labios, pero lejos de su corazón.

3 Pero tú me conoces, oh SEÑOR, tú me ves, y compruebas la actitud de mi corazón para contigo. Arrástralos como ovejas para el matadero y sepáralos para el día de la matanza.

4 ¿Hasta cuándo estará de luto la tierra y marchita la vegetación de todo el campo? Por la maldad de los que moran en ella han sido destruidos los animales y las aves, porque han dicho: Dios no verá nuestro fin.

5 Si corriste con los de a pie y te cansaron, ¿cómo, pues, vas a competir con los caballos? Si caes en tierra de paz, ¿cómo te irá en la espesura del Jordán?

6 Porque también tus hermanos y la casa de tu padre, también ellos te han traicionado, también ellos han dado gritos en pos de ti; no les creas aunque te digan cosas agradables.

7 He dejado mi casa, he abandonado mi heredad, he entregado a la amada de mi alma en manos de sus enemigos.

8 Mi heredad vino a ser para mí como león en la selva; rugió contra mí; por tanto, la aborrecí.

9 ¿Es acaso mi heredad para mí como ave de rapiña de varios colores? ¿Están las aves de rapiña por todos lados contra ella? Id, reunid a todas las bestias del campo, traedlas para que la devoren.

10 Muchos pastores han arruinado mi viña, han hollado mi heredad; han hecho de mi hermosa heredad un desierto desolado.

11 Fue hecha una desolación, llora sobre mí desolada; todo el país ha sido desolado, porque no hubo nadie a quien le importara.

12 Sobre todas las alturas desoladas del desierto han venido destructores, porque la espada del SEÑOR devora de un extremo de la tierra al otro; no hay paz para nadie.

13 Han sembrado trigo y han segado espinos, se han esforzado sin provecho alguno. Avergonzaos, pues, de vuestras cosechas a causa de la ardiente ira del SEÑOR.

14 Así dice el SEÑOR en cuanto a todos mis malvados vecinos que atacan la heredad que he dado en posesión a mi pueblo Israel: He aquí los arrancaré de su tierra, y a la casa de Judá la arrancaré de en medio de ellos.

15 Y sucederá que después que los haya arrancado, volveré y les tendré compasión, y los haré regresar cada uno a su heredad y cada cual a su tierra.

16 Y sucederá que si ellos de verdad aprenden los caminos de mi pueblo, jurando en mi nombre: "Vive el SEÑOR", así como ellos enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, serán restablecidos en medio de mi pueblo.

17 Pero si no escuchan, entonces arrancaré esa nación, la arrancaré y la destruiré —declara el SEÑOR.

13

1 Así me dijo el SEÑOR: Ve y cómprate un cinturón de lino y póntelo en la cintura, pero no lo metas en agua.

2 Compré, pues, el cinturón conforme a la palabra del SEÑOR, y me lo puse en la cintura.

3 Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR por segunda vez, diciendo:

4 Toma el cinturón que has comprado, que llevas a la cintura, y levántate, vete al Eufrates y escóndelo allá en una hendidura de la peña.

5 Fui, pues, y lo escondí junto al Eufrates como el SEÑOR me había mandado.

6 Y sucedió que después de muchos días el SEÑOR me dijo: Levántate, vete al Eufrates y toma de allí el cinturón que te mandé que escondieras allá.

7 Fui, pues, al Eufrates y cavé, tomé el cinturón del lugar donde lo había escondido, y he aquí, el cinturón estaba podrido; no servía para nada.

8 Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:

9 Así dice el SEÑOR: "De la misma manera haré que se pudra la soberbia de Judá y la gran soberbia de Jerusalén.

10 "Este pueblo malvado, que rehúsa escuchar mis palabras, que anda en la terquedad de su corazón y se ha ido tras otros dioses a servirles y a postrarse ante ellos, ha de ser como este cinturón que no sirve para nada.

11 "Porque como el cinturón se adhiere a la cintura del hombre, así hice adherirse a mí a toda la casa de Israel y a toda la casa de Judá" —declara el SEÑOR— "a fin de que fueran para mí por pueblo, por renombre, por alabanza y por gloria, pero no escucharon."

12 También les dirás esta palabra: "Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: 'Todo cántaro se llenará de vino.'" Y cuando ellos te digan: "¿Acaso no sabemos bien que todo cántaro ha de llenarse de vino?",

13 entonces les dirás: "Así dice el SEÑOR: 'He aquí, voy a llenar de embriaguez a todos los habitantes de esta tierra: a los reyes sucesores de David que se sientan sobre su trono, a los sacerdotes, a los profetas y a todos los habitantes de Jerusalén;

14 y los estrellaré unos contra otros, los padres con los hijos por igual' —declara el SEÑOR. 'No tendré piedad, ni lástima, ni compasión, para dejar de destruirlos.'"

15 Escuchad y prestad atención, no seáis altaneros, porque el SEÑOR ha hablado.

16 Dad gloria al SEÑOR vuestro Dios antes que haga venir las tinieblas, y antes que vuestros pies tropiecen sobre los montes oscuros, y estéis esperando la luz, y El la transforme en profundas tinieblas, la torne en lobreguez.

17 Pero si no escucháis esto, mi alma sollozará en secreto por tal orgullo; mis ojos llorarán amargamente y se anegarán en lágrimas, porque ha sido hecho cautivo el rebaño del SEÑOR.

18 Di al rey y a la reina madre: Humillaos, sentaos en el suelo , porque ha caído de vuestras cabezas vuestra hermosa corona.

19 Las ciudades del Neguev han sido cerradas, y no hay quien las abra: todo Judá ha sido llevado al destierro, llevado al cautiverio en su totalidad.

20 Alzad vuestros ojos, y ved a los que vienen del norte. ¿Dónde está el rebaño que te fue confiado, tus hermosas ovejas?

21 ¿Qué dirás cuando El ponga sobre ti (a los que tú mismo habías enseñado) a antiguos compañeros para ser cabeza tuya? ¿No te vendrán dolores como de mujer de parto?

22 Y si dices en tu corazón: "¿Por qué me han sucedido estas cosas?" Por la magnitud de tu iniquidad te han quitado las faldas y descubierto tus calcañares.

23 ¿Puede el etíope mudar su piel, o el leopardo sus manchas? Así vosotros, ¿podréis hacer el bien estando acostumbrados a hacer el mal?

24 Por tanto, os esparciré como paja arrastrada por el viento del desierto.

25 Esta es tu suerte, la porción que ya he medido para ti —declara el SEÑOR— porque me has olvidado, y has confiado en la mentira.

26 Por lo cual yo también te levantaré las faldas sobre tu rostro, para que se vea tu vergüenza.

27 En tus adulterios y en tus relinchos, en la bajeza de tu prostitución sobre las colinas del campo, he visto tus abominaciones. ¡Ay de ti, Jerusalén! ¿Hasta cuándo seguirás sin purificarte?

14

1 Lo que vino como palabra del SEÑOR a Jeremías respecto a la sequía:

2 De luto está Judá, y sus puertas languidecen, están por tierra enlutadas, y sube el clamor de Jerusalén.

3 Sus nobles enviaban a sus siervos por agua; iban a las cisternas y no hallaban agua; volvían con sus vasijas vacías. Quedaron avergonzados y humillados, y se cubrieron la cabeza.

4 El suelo está agrietado, pues no ha habido lluvia sobre la tierra; los labradores, avergonzados, se han cubierto la cabeza.

5 Porque aun la cierva en el campo ha parido, pero abandona su cría porque no hay hierba.

6 Y los asnos monteses se paran en las alturas desoladas, jadeando por aire como chacales; desfallecen sus ojos porque no hay vegetación.

7 Aunque nuestras iniquidades testifican contra nosotros, oh SEÑOR, obra por amor de tu nombre. En verdad han sido muchas nuestras apostasías, contra ti hemos pecado.

8 Tú, esperanza de Israel, Salvador suyo en tiempo de angustia, ¿por qué has de ser como forastero en la tierra, o como caminante que ha plantado su tienda para pasar la noche?

9 ¿Por qué has de ser como hombre desalentado, como guerrero incapaz de salvar? Sin embargo tú estás en medio nuestro, oh SEÑOR, y por tu nombre somos llamados; ¡no nos abandones!

10 Así dice el SEÑOR de este pueblo: ¡Cómo les ha gustado vagar! No han refrenado sus pies. El SEÑOR, pues, no los acepta; ahora se acordará El de su iniquidad y castigará sus pecados.

11 Y el SEÑOR me dijo: No ruegues por el bienestar de este pueblo.

12 Cuando ayunen, no escucharé su clamor; cuando ofrezcan holocausto y ofrenda de cereal, no los aceptaré; sino que con espada, con hambre y con pestilencia los destruiré.

13 Y yo dije: ¡Ah, Señor DIOS! He aquí, los profetas les dicen: "No veréis espada ni tendréis hambre, sino que os daré paz verdadera en este lugar."

14 Entonces el SEÑOR me dijo: Mentira profetizan los profetas en mi nombre. Yo no los he enviado, ni les he dado órdenes, ni les he hablado; visión falsa, adivinación, vanidad y engaño de sus corazones ellos os profetizan.

15 Por tanto, así dice el SEÑOR: En cuanto a los profetas que profetizan en mi nombre sin que yo los haya enviado, y que dicen: "No habrá espada ni hambre en esta tierra", a espada y de hambre esos profetas perecerán.

16 También el pueblo a quien profetizan estará tirado por las calles de Jerusalén a causa del hambre y de la espada; no habrá quien los entierre a ellos, ni a sus mujeres, ni a sus hijos, ni a sus hijas, pues derramaré sobre ellos su maldad.

17 Y les dirás esta palabra: "Viertan lágrimas mis ojos noche y día, y no cesen, porque de gran quebranto ha sido quebrantada la virgen hija de mi pueblo, de una dolorosa herida muy grave.

18 "Si salgo al campo, he aquí, muertos a espada; y si entro en la ciudad, he aquí, enfermedades por el hambre. Porque tanto el profeta como el sacerdote andan errantes en una tierra que no conocen."

19 ¿Has desechado por completo a Judá, o ha aborrecido tu alma a Sion? ¿Por qué nos has herido sin que haya curación para nosotros? Esperábamos paz, y no hubo bien alguno; tiempo de curación, y he aquí, terror.

20 Reconocemos, oh SEÑOR, nuestra impiedad, la iniquidad de nuestros padres, pues hemos pecado contra ti.

21 No nos desprecies, por amor a tu nombre, no deshonres el trono de tu gloria; acuérdate, no anules tu pacto con nosotros.

22 ¿Hay entre los ídolos de las naciones alguno que haga llover? ¿O pueden los cielos solos dar lluvia? ¿No eres tú, oh SEÑOR, nuestro Dios? En ti, pues, esperamos, porque tú has hecho todas estas cosas.

15

1 Entonces el SEÑOR me dijo: Aunque Moisés y Samuel se presentaran ante mí, mi corazón no estaría con este pueblo; échalos de mi presencia, y que se vayan.

2 Y será que cuando te digan: "¿Adónde iremos?", les responderás: "Así dice el SEÑOR: 'Los destinados para la muerte, a la muerte; los destinados para la espada, a la espada; los destinados para el hambre, al hambre, y los destinados para el cautiverio, al cautiverio.'"

3 Y pondré sobre ellos cuatro géneros de males —declara el SEÑOR—: la espada para matar, los perros para despedazar, y las aves del cielo y las bestias de la tierra para devorar y destruir.

4 Y los haré motivo de espanto para todos los reinos de la tierra, a causa de Manasés, hijo de Ezequías, rey de Judá, por lo que hizo en Jerusalén.

5 Porque, ¿quién se compadecerá de ti, oh Jerusalén? ¿Quién llorará por ti, o quién se apartará de su camino para preguntar por tu bienestar?

6 Tú me has dejado —declara el SEÑOR—, sigues retrocediendo. Extenderé, pues, mi mano contra ti y te destruiré; estoy cansado de compadecerme.

7 Los aventaré con el bieldo en las puertas del país; los privaré de hijos, destruiré a mi pueblo, pues no se arrepintieron de sus caminos.

8 Por mí sus viudas serán más numerosas que la arena de los mares. Traeré contra la madre de sus jóvenes, al destructor en pleno mediodía; de repente traeré sobre ella angustia y pavor.

9 Languidece la que dio a luz siete hijos ; exhala su alma. Se puso su sol siendo aún de día, ha sido avergonzada y humillada; a sus sobrevivientes los entregaré a la espada delante de sus enemigos —declara el SEÑOR.

10 ¡Ay de mí, madre mía, porque me diste a luz como hombre de contienda y hombre de discordia para toda la tierra! No he prestado ni me han prestado, y todos me maldicen.

11 El SEÑOR dijo: Ciertamente te libraré para bien; ciertamente haré que el enemigo te haga súplica en tiempo de calamidad y en tiempo de angustia.

12 ¿Puede alguno destrozar el hierro, el hierro del norte, y el bronce?

13 Tus riquezas y tus tesoros entregaré al saqueo, sin costo alguno, por todos tus pecados en todas tus fronteras.

14 Y haré que tus enemigos te lleven a una tierra que no conoces; porque un fuego se ha encendido en mi ira que sobre vosotros arderá.

15 Tú que lo sabes, oh SEÑOR, acuérdate de mí, atiéndeme, y véngame de mis perseguidores. Conforme a tu paciencia, no dejes que sea yo arrebatado; sabes que por ti sufro oprobio.

16 Cuando se presentaban tus palabras, yo las comía; tus palabras eran para mí el gozo y la alegría de mi corazón, porque se me llamaba por tu nombre, oh SEÑOR, Dios de los ejércitos.

17 No me senté en la asamblea de los que se divierten, ni me regocijé. A causa de tu mano, solitario me senté, porque de indignación me llenaste.

18 ¿Por qué es mi dolor perpetuo y mi herida incurable, que rehúsa sanar? ¿Serás en verdad para mí como corriente engañosa, como aguas en las que no se puede confiar?

19 Entonces dijo así el SEÑOR: Si vuelves, yo te restauraré, en mi presencia estarás; si apartas lo precioso de lo vil, serás mi portavoz. Que se vuelvan ellos a ti, pero tú no te vuelvas a ellos.

20 Y te pondré para este pueblo por muralla de bronce inexpugnable; lucharán contra ti, pero no te vencerán, porque contigo estoy yo para salvarte y librarte —declara el SEÑOR.

21 Te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la garra de los violentos.

16

1 Entonces la palabra del SEÑOR vino a mí, diciendo:

2 No tomes para ti mujer ni tengas hijos ni hijas en este lugar.

3 Porque así dice el SEÑOR acerca de los hijos e hijas nacidos en este lugar, y acerca de las madres que los dieron a luz, y de los padres que los engendraron en esta tierra:

4 De muertes crueles morirán; no serán llorados ni sepultados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra; a espada y por hambre serán acabados, y sus cadáveres servirán de comida para las aves del cielo y para las bestias de la tierra.

5 Porque así dice el SEÑOR: No entres en casa de duelo, ni vayas a lamentar, ni los consueles; pues he retirado mi paz de este pueblo —declara el SEÑOR—, la misericordia y la compasión.

6 Morirán grandes y pequeños en esta tierra; no serán enterrados, ni llorados, y nadie se sajará ni se rapará por ellos;

7 no partirán el pan en el duelo para ellos, a fin de consolarlos por el muerto, ni les darán a beber la copa de consolación por su padre o por su madre.

8 Tampoco entres en casa de banquete para sentarte con ellos a comer y beber.

9 Porque así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí, voy a hacer que desaparezca de este lugar, ante vuestros ojos y en vuestros días, la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia.

10 Y sucederá que cuando anuncies a este pueblo todas estas palabras, ellos te dirán: "¿Por qué el SEÑOR ha pronunciado toda esta gran calamidad contra nosotros? ¿Cuál es nuestra iniquidad y cuál es nuestro pecado que hemos cometido contra el SEÑOR nuestro Dios?"

11 Entonces les dirás: "Es porque vuestros padres me abandonaron" —declara el SEÑOR— "y siguieron a otros dioses y los sirvieron y se postraron ante ellos, pero a mí me abandonaron y no guardaron mi ley.

12 "Y vosotros habéis hecho peor que vuestros padres, porque he aquí, cada uno de vosotros anda tras la terquedad de su malvado corazón, sin escucharme.

13 "Por tanto, yo os arrojaré de esta tierra a una tierra que no habéis conocido, ni vosotros ni vuestros padres; y allí serviréis a otros dioses día y noche, pues no os mostraré clemencia."

14 Por tanto, he aquí, vienen días —declara el SEÑOR— cuando ya no se dirá: "Vive el SEÑOR, que sacó a los hijos de Israel de la tierra de Egipto",

15 sino: "Vive el SEÑOR, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte y de todos los países adonde los había desterrado." Porque los haré volver a su tierra, la cual di a sus padres.

16 He aquí, enviaré a muchos pescadores —declara el SEÑOR— que los pescarán; y después enviaré a muchos cazadores, que los cazarán por todo monte y por todo collado y por las hendiduras de las peñas.

17 Porque mis ojos están puestos sobre todos sus caminos, que no se me ocultan, ni su iniquidad está encubierta a mis ojos.

18 Pero primero, pagaré al doble su iniquidad y su pecado, porque ellos han contaminado mi tierra con los cadáveres de sus ídolos abominables y han llenado mi heredad con sus abominaciones.

19 ¡Oh SEÑOR, fuerza mía y fortaleza mía, refugio mío en el día de angustia! A ti vendrán las naciones desde los términos de la tierra y dirán: Nuestros padres heredaron sólo mentira, vanidad y cosas sin provecho.

20 ¿Puede hacer el hombre dioses para sí? ¡Pero no son dioses!

21 Por tanto, he aquí, voy a darles a conocer, esta vez les haré conocer mi mano y mi poder; y sabrán que mi nombre es el SEÑOR.

17

1 El pecado de Judá está escrito con cincel de hierro, con punta de diamante está grabado sobre la tabla de su corazón y en los cuernos de sus altares.

2 Como ellos se acuerdan de sus hijos, así se acuerdan de sus altares y de sus Aseras junto a los árboles frondosos, en las altas colinas.

3 Oh montaña mía en el campo, tus riquezas y todos tus tesoros entregaré al saqueo, a causa del pecado de tus lugares altos en todo tu territorio.

4 Y por tu causa harás que se pierda la heredad que yo te di; te haré servir a tus enemigos en una tierra que no conoces; porque habéis prendido un fuego en mi ira que arderá para siempre.

5 Así dice el SEÑOR: Maldito el hombre que en el hombre confía, y hace de la carne su fortaleza, y del SEÑOR se aparta su corazón.

6 Será como arbusto en el yermo y no verá el bien cuando venga; habitará en pedregales en el desierto, tierra salada y sin habitantes.

7 Bendito es el hombre que confía en el SEÑOR, cuya confianza es el SEÑOR.

8 Será como árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces junto a la corriente; no temerá cuando venga el calor, y sus hojas estarán verdes; en año de sequía no se angustiará ni cesará de dar fruto.

9 Más engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio; ¿quién lo comprenderá?

10 Yo, el SEÑOR, escudriño el corazón, pruebo los pensamientos, para dar a cada uno según sus caminos, según el fruto de sus obras.

11 Como perdiz que incuba lo que no ha puesto, es el que adquiere una fortuna, pero no con justicia, en la mitad de sus días lo abandonará, y al final será un insensato.

12 Trono de gloria, enaltecido desde el principio es el lugar de nuestro santuario.

13 Oh SEÑOR, esperanza de Israel, todos los que te abandonan serán avergonzados. Los que se apartan de ti serán escritos en el polvo, porque abandonaron al SEÑOR, fuente de aguas vivas.

14 Sáname, oh SEÑOR, y seré sanado; sálvame y seré salvo, porque tú eres mi alabanza.

15 Mira, ellos me dicen: ¿Dónde está la palabra del SEÑOR? Que venga ahora.

16 Pero yo no me he apresurado a dejar de ser tu pastor, ni el día de angustia he anhelado; tú sabes que lo que ha salido de mis labios en tu presencia está.

17 No seas para mí terror; tú eres mi refugio en el día de calamidad.

18 Sean avergonzados los que me persiguen, pero no sea yo avergonzado; sean atemorizados ellos, pero que no me atemorice yo. Trae sobre ellos el día de calamidad, y destrúyelos con doble destrucción.

19 Así me dijo el SEÑOR: Ve y ponte a la puerta de los hijos del pueblo, por la cual entran y salen los reyes de Judá, y asimismo en todas las puertas de Jerusalén,

20 y diles: "Escuchad la palabra del SEÑOR, reyes de Judá, todo Judá y todos los habitantes de Jerusalén que entráis por estas puertas:

21 "Así dice el SEÑOR: 'Guardaos, por vuestra vida, de llevar carga en día de reposo, y de meterla por las puertas de Jerusalén.

22 'Tampoco saquéis carga de vuestras casas en día de reposo, ni hagáis trabajo alguno, sino santificad el día de reposo, como mandé a vuestros padres.

23 'Sin embargo, ellos no escucharon ni inclinaron sus oídos, sino que endurecieron su cerviz para no oír ni recibir corrección.

24 'Pero sucederá que si me escucháis con atención —declara el SEÑOR— no metiendo carga por las puertas de esta ciudad en día de reposo, y santificáis el día de reposo, sin hacer en él trabajo alguno,

25 entonces entrarán por las puertas de esta ciudad reyes y príncipes que se sienten sobre el trono de David; vendrán montados en carros y caballos, ellos y sus príncipes, los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén; y esta ciudad será habitada para siempre.

26 'Vendrán de las ciudades de Judá y de los alrededores de Jerusalén, de la tierra de Benjamín, de la tierra baja, de la región montañosa y del Neguev, trayendo holocaustos, sacrificios, ofrendas de grano e incienso, y trayendo sacrificios de acción de gracias a la casa del SEÑOR.

27 'Pero si no me escucháis en cuanto a santificar el día de reposo, y traéis carga y entráis por las puertas de Jerusalén en día de reposo, entonces prenderé fuego a sus puertas, que consumirá los palacios de Jerusalén, y no se apagará.'"

18

1 Palabra que vino a Jeremías de parte del SEÑOR, diciendo:

2 Levántate y desciende a la casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras.

3 Entonces descendí a casa del alfarero, y he aquí, estaba allí haciendo un trabajo sobre la rueda.

4 Y la vasija de barro que estaba haciendo se echó a perder en la mano del alfarero; así que volvió a hacer de ella otra vasija, según le pareció mejor al alfarero hacerla.

5 Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:

6 ¿No puedo yo hacer con vosotros, casa de Israel, lo mismo que hace este alfarero? —declara el SEÑOR. He aquí, como el barro en manos del alfarero, así sois vosotros en mi mano, casa de Israel.

7 En un momento yo puedo hablar contra una nación o contra un reino, de arrancar, de derribar y de destruir;

8 pero si esa nación contra la que he hablado se vuelve de su maldad, me arrepentiré del mal que pensaba traer sobre ella.

9 Y de pronto puedo hablar acerca de una nación o de un reino, de edificar y de plantar;

10 pero si hace lo malo ante mis ojos, no obedeciendo mi voz, entonces me arrepentiré del bien con que había prometido bendecirlo.

11 Ahora pues, habla a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén, diciendo: "Así dice el SEÑOR: 'He aquí, estoy preparando una calamidad contra vosotros y tramando un plan contra vosotros. Volveos, pues, cada uno de su mal camino y enmendad vuestros caminos y vuestras obras.'"

12 Mas ellos dirán: "Es en vano; porque vamos a seguir nuestros propios planes, y cada uno de nosotros obrará conforme a la terquedad de su malvado corazón."

13 Por tanto, así dice el SEÑOR: "Preguntad ahora entre las naciones: ¿Quién ha oído cosa semejante? Algo muy horrible ha hecho la virgen de Israel.

14 "¿Faltará la nieve del Líbano de la roca agreste? ¿O se agotarán las aguas frías que fluyen de tierras lejanas?

15 "Pues bien, mi pueblo me ha olvidado, queman incienso a dioses vanos, y se han desviado de sus caminos, de las sendas antiguas, para andar por senderos, no por calzada,

16 convirtiendo su tierra en una desolación, en una burla perpetua. Todo el que pase por ella se quedará atónito y meneará la cabeza.

17 "Como viento solano los esparciré delante del enemigo; les mostraré la espalda y no el rostro el día de su calamidad."

18 Entonces dijeron: Venid y urdamos planes contra Jeremías. Ciertamente la ley no le faltará al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta. Venid e hirámoslo con la lengua, y no hagamos caso a ninguna de sus palabras.

19 Atiéndeme, oh SEÑOR, y escucha lo que dicen mis contrarios.

20 ¿Acaso se paga mal por bien? Pues han cavado fosa para mí. Recuerda cómo me puse delante de ti para hablar bien en favor de ellos, para apartar de ellos tu furor.

21 Por tanto, entrega sus hijos al hambre, y abandónalos al poder de la espada; queden sus mujeres sin hijos y viudas, sean sus maridos asesinados, heridos a espada sus jóvenes en la batalla.

22 Oiganse los gritos desde sus casas, cuando de repente traigas sobre ellos saqueadores; porque han cavado fosa para atraparme, y han escondido trampas a mis pies.

23 Pero tú, oh SEÑOR, conoces todos sus planes de muerte contra mí. No perdones su iniquidad ni borres de tu vista su pecado; sean derribados delante de ti, en el tiempo de tu ira actúa contra ellos.

19

1 Así dijo el SEÑOR: Ve y compra una vasija de barro del alfarero, y toma contigo a algunos de los ancianos del pueblo y de los ancianos de los sacerdotes;

2 y sal al valle de Ben-hinom, que está a la entrada de la puerta de los tiestos, y proclama allí las palabras que yo te diré.

3 Dirás: "Oíd la palabra del SEÑOR, reyes de Judá y habitantes de Jerusalén. Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: 'He aquí, traeré tal calamidad sobre este lugar, que a todo el que oiga de ella le retiñirán los oídos.

4 'Porque me han abandonado, han hecho extraño este lugar y han ofrecido sacrificios en él a otros dioses, que ni ellos, ni sus padres, ni los reyes de Judá habían conocido, y han llenado este lugar de sangre de inocentes,

5 y han edificado los lugares altos de Baal para quemar a sus hijos en el fuego como holocaustos a Baal, cosa que nunca mandé, ni de la cual hablé, ni me pasó por la mente;

6 por tanto, he aquí, vienen días —declara el SEÑOR— cuando este lugar no se llamará más Tofet ni valle de Ben-hinom, sino Valle de la Matanza.

7 'Y haré nulo el consejo de Judá y de Jerusalén en este lugar, y los haré caer a espada delante de sus enemigos y a mano de los que buscan su vida, y entregaré sus cadáveres por comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra.

8 'También convertiré esta ciudad en desolación y burla; todo aquel que pase por ella se quedará atónito y silbará a causa de toda su destrucción.

9 'Y les haré comer la carne de sus hijos y la carne de sus hijas, y cada uno comerá la carne de su prójimo durante el sitio y en la aflicción con que les afligirán sus enemigos y los que buscan su vida.'"

10 Entonces romperás la vasija a la vista de los hombres que te acompañen,

11 y les dirás: "Así dice el SEÑOR de los ejércitos: 'De igual manera romperé yo a este pueblo y a esta ciudad, como quien rompe una vasija de alfarero, que no se puede reparar más; y los enterrarán en Tofet por no haber otro lugar donde enterrar.

12 'Así haré con este lugar y con sus habitantes —declara el SEÑOR— poniendo esta ciudad como Tofet.

13 'Y las casas de Jerusalén y las casas de los reyes de Judá serán como el lugar de Tofet, inmundas, a causa de todas las casas en cuyos terrados ofrecieron sacrificios a todo el ejército del cielo y derramaron libaciones a otros dioses.'"

14 Y volvió Jeremías de Tofet, adonde lo había enviado el SEÑOR a profetizar, y poniéndose en pie en el atrio de la casa del SEÑOR, dijo a todo el pueblo:

15 Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: "He aquí, voy a traer sobre esta ciudad y sobre todas sus aldeas la calamidad que he declarado contra ella, porque han endurecido su cerviz para no escuchar mis palabras."

20

1 Cuando el sacerdote Pasur, hijo de Imer, que era el oficial principal en la casa del SEÑOR, oyó a Jeremías profetizar estas cosas,

2 hizo azotar al profeta Jeremías y lo puso en el cepo que estaba en la puerta superior de Benjamín, la cual conducía a la casa del SEÑOR.

3 Y al día siguiente, cuando Pasur soltó a Jeremías del cepo, Jeremías le dijo: No es Pasur el nombre con que el SEÑOR ahora te llama, sino Magor-misabib.

4 Porque así dice el SEÑOR: "He aquí, te voy a convertir en terror para ti mismo y para todos tus amigos; ellos caerán por la espada de tus enemigos, y tus ojos lo verán. Entregaré a todo Judá en manos del rey de Babilonia, y él los llevará como desterrados a Babilonia y los matará a espada.

5 "También entregaré toda la riqueza de esta ciudad, todos sus productos y cosas de gran valor, y todos los tesoros de los reyes de Judá, en manos de sus enemigos, que los saquearán, los tomarán y se los llevarán a Babilonia.

6 "Y tú, Pasur, con todos los moradores de tu casa, irás al cautiverio y entrarás en Babilonia; allí morirás y allí serás enterrado, tú y todos tus amigos a quienes has profetizado falsamente."

7 Me persuadiste, oh SEÑOR, y quedé persuadido; fuiste más fuerte que yo y prevaleciste. He sido el hazmerreír cada día; todos se burlan de mí.

8 Porque cada vez que hablo, grito; proclamo: ¡Violencia, destrucción! Pues la palabra del SEÑOR ha venido a ser para mí oprobio y escarnio cada día.

9 Pero si digo: No le recordaré ni hablaré más en su nombre, esto se convierte dentro de mí como fuego ardiente encerrado en mis huesos; hago esfuerzos por contenerlo , y no puedo.

10 Porque he oído las murmuraciones de muchos: ¡Terror por todas partes! ¡Denunciadle, denunciémosle! Todos mis amigos de confianza, esperando mi caída, dicen: Tal vez será persuadido, prevaleceremos contra él y tomaremos de él nuestra venganza.

11 Pero el SEÑOR está conmigo como campeón temible; por tanto, mis perseguidores tropezarán y no prevalecerán. Quedarán muy avergonzados, pues no han triunfado, tendrán afrenta perpetua que nunca será olvidada.

12 Oh SEÑOR de los ejércitos, que pruebas al justo, que ves las entrañas y el corazón, vea yo tu venganza sobre ellos, pues a ti he encomendado mi causa.

13 Cantad al SEÑOR, alabad al SEÑOR, porque ha librado el alma del pobre de manos de los malvados.

14 Maldito el día en que nací; el día en que me dio a luz mi madre no sea bendito.

15 Maldito el hombre que dio la noticia a mi padre, diciendo: ¡Te ha nacido un hijo varón!, haciéndolo muy feliz.

16 Sea ese hombre como las ciudades que el SEÑOR destruyó sin piedad; oiga gritos de mañana y alaridos al mediodía,

17 porque no me mató en el vientre para que mi madre hubiera sido mi sepultura, y su vientre embarazado para siempre.

18 ¿Por qué salí del vientre para ver pena y aflicción, y que acaben en vergüenza mis días?

21

1 Palabra que vino a Jeremías de parte del SEÑOR cuando el rey Sedequías lo envió a Pasur, hijo de Malquías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maasías, diciendo:

2 Consulta ahora de nuestra parte al SEÑOR, porque Nabucodonosor, rey de Babilonia, nos hace la guerra; tal vez el SEÑOR haga con nosotros conforme a todas sus maravillas, para que el enemigo se retire de nosotros.

3 Entonces Jeremías les dijo: Así diréis a Sedequías:

4 "Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: 'He aquí, yo haré volver atrás las armas de guerra que tenéis en vuestras manos, con las cuales peleáis contra el rey de Babilonia y contra los caldeos que os sitian fuera de los muros, y las reuniré en medio de esta ciudad.

5 'Y yo pelearé contra vosotros con mano extendida y brazo poderoso, y con ira, furor y gran enojo.

6 'Heriré a los habitantes de esta ciudad, y hombres y animales morirán de gran pestilencia.

7 'Y después' —declara el SEÑOR— 'a Sedequías, rey de Judá, a sus siervos, al pueblo y a los que sobrevivan en esta ciudad de la pestilencia, de la espada y del hambre, los entregaré en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, en manos de sus enemigos y en manos de los que buscan sus vidas; y él los herirá a filo de espada. No los perdonará ni les tendrá piedad ni compasión.'"

8 Y dirás a este pueblo: "Así dice el SEÑOR: 'He aquí, pongo delante de vosotros el camino de la vida y el camino de la muerte.

9 'El que se quede en esta ciudad morirá a espada, de hambre y de pestilencia; pero el que salga y se entregue a los caldeos que os sitian, vivirá, y tendrá su propia vida como botín.

10 'Porque he puesto mi rostro contra esta ciudad para mal, y no para bien' —declara el SEÑOR—. 'Será entregada en manos del rey de Babilonia, quien le prenderá fuego.'"

11 Y di a la casa del rey de Judá: "Oíd la palabra del SEÑOR:

12 Casa de David, así dice el SEÑOR: 'Haced justicia cada mañana, y librad al despojado de manos de su opresor, no sea que salga como fuego mi furor, y arda y no haya quien lo apague, a causa de la maldad de vuestras obras.

13 'He aquí, yo estoy contra ti, moradora del valle, roca de la llanura' —declara el SEÑOR— 'los que decís: "¿Quién descenderá contra nosotros? ¿Quién entrará en nuestras moradas?"

14 'Yo os castigaré conforme al fruto de vuestras obras' —declara el SEÑOR— 'y prenderé fuego en su bosque que consumirá todos sus alrededores.'"

22

1 Así dice el SEÑOR: Desciende a la casa del rey de Judá y habla allí esta palabra,

2 y di: "Escucha la palabra del SEÑOR, oh rey de Judá, que te sientas sobre el trono de David, tú, tus siervos y tu pueblo, los que entran por estas puertas.

3 "Así dice el SEÑOR: 'Practicad el derecho y la justicia, y librad al despojado de manos de su opresor. Tampoco maltratéis ni hagáis violencia al extranjero, al huérfano o a la viuda, ni derraméis sangre inocente en este lugar.

4 'Porque si en verdad observáis este mandato, entonces entrarán reyes por las puertas de esta casa, y se sentarán en el lugar de David, en su trono; entrarán montados en carros y caballos, el rey, sus siervos y su pueblo.

5 'Pero si no obedecéis estas palabras, juro por mí mismo' —declara el SEÑOR— 'que esta casa vendrá a ser una desolación.'"

6 Porque así dice el SEÑOR acerca de la casa del rey de Judá: Como Galaad eres para mí, como la cumbre del Líbano; pero ciertamente te convertiré en un desierto, como ciudades deshabitadas.

7 Designaré contra ti destructores, cada uno con sus armas, y cortarán tus cedros más selectos y los echarán al fuego.

8 Pasarán muchas naciones junto a esta ciudad, y dirá cada cual a su prójimo: "¿Por qué ha hecho así el SEÑOR a esta gran ciudad?"

9 Entonces responderán: "Porque abandonaron el pacto del SEÑOR su Dios, y se postraron ante otros dioses y les sirvieron."

10 No lloréis por el muerto ni hagáis duelo por él, llorad amargamente por el que se va, porque jamás volverá ni verá su tierra natal.

11 Porque así dice el SEÑOR acerca de Salum, hijo de Josías, rey de Judá, que reinó en lugar de su padre Josías, y que salió de este lugar: Nunca más volverá aquí;

12 sino que en el lugar adonde lo llevaron cautivo, allí morirá, y no verá más esta tierra.

13 Ay del que edifica su casa sin justicia y sus aposentos altos sin derecho, que a su prójimo hace trabajar de balde y no le da su salario.

14 El que dice: "Me edificaré una casa espaciosa con amplios aposentos altos"; y le abre ventanas, la recubre de cedro y la pinta de rojo.

15 ¿Acaso te harás rey porque compites en cedro? ¿No comió y bebió tu padre y practicó el derecho y la justicia? Por eso le fue bien.

16 Defendió la causa del pobre y del necesitado; entonces le fue bien. ¿No es esto conocerme? —declara el SEÑOR.

17 Mas tus ojos y tu corazón sólo están para tu propia ganancia, para derramar sangre inocente, y para practicar la opresión y la violencia.

18 Por tanto, así dice el SEÑOR acerca de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá: No llorarán por él: "¡Ay, hermano mío!" o "¡Ay, hermana!" No llorarán por él: "¡Ay, señor!" o "¡Ay, su gloria!"

19 Con entierro de asno, será enterrado: arrastrado y tirado fuera de las puertas de Jerusalén.

20 Sube al Líbano y clama, y da voces en Basán; clama también desde Abarim, porque han sido destruidos todos tus amantes.

21 Te hablé en tu prosperidad, pero dijiste: "No escucharé." Esta ha sido tu costumbre desde tu juventud, que nunca has escuchado mi voz.

22 A todos tus pastores arrasará el viento, y tus amantes irán al cautiverio; entonces ciertamente serás avergonzada y humillada a causa de toda tu maldad.

23 Tú que moras en el Líbano, anidada en los cedros, ¡cómo gemirás cuando te vengan los dolores, dolor como de mujer de parto!

24 Vivo yo —declara el SEÑOR— aunque Conías, hijo de Joacim, rey de Judá, fuera un anillo en mi mano derecha, aun de allí lo arrancaría.

25 Te entregaré en manos de los que buscan tu vida, sí, en manos de los que temes: en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de los caldeos.

26 Te arrojaré a ti y a la madre que te dio a luz a otro país donde no nacisteis, y allí moriréis.

27 Pero a la tierra a la cual con toda el alma anhelan volver, a ella no volverán.

28 ¿Es acaso este hombre Conías una vasija despreciada y rota? ¿Es un objeto indeseable? ¿Por qué han sido arrojados él y sus descendientes y echados a una tierra que no conocían?

29 ¡Oh tierra, tierra, tierra!, oye la palabra del SEÑOR.

30 Así dice el SEÑOR: "Inscribid a este hombre como sin hijos, hombre que no prosperará en sus días; porque ninguno de sus descendientes logrará sentarse sobre el trono de David ni gobernar de nuevo en Judá."

23

1 ¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mis prados! —declara el SEÑOR.

2 Por tanto, así dice el SEÑOR, Dios de Israel, acerca de los pastores que apacientan a mi pueblo: Vosotros habéis dispersado mis ovejas y las habéis ahuyentado, y no os habéis ocupado de ellas; he aquí, yo me ocuparé de vosotros por la maldad de vuestras obras —declara el SEÑOR.

3 Yo mismo reuniré el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las he echado, y las haré volver a sus pastos; y crecerán y se multiplicarán.

4 Pondré sobre ellas pastores que las apacentarán, y nunca más tendrán temor, ni se aterrarán, ni faltará ninguna —declara el SEÑOR.

5 He aquí, vienen días —declara el SEÑOR— en que levantaré a David un Renuevo justo; y El reinará como rey, actuará sabiamente, y practicará el derecho y la justicia en la tierra.

6 En sus días será salvo Judá, e Israel morará seguro; y este es su nombre por el cual será llamado: "El SEÑOR, justicia nuestra."

7 Por tanto, he aquí, vienen días —declara el SEÑOR— cuando no dirán más: "Vive el SEÑOR, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto",

8 sino: "Vive el SEÑOR que hizo subir y trajo a los descendientes de la casa de Israel de la tierra del norte y de todas las tierras adonde los había echado"; y habitarán en su propio suelo.

9 En cuanto a los profetas: quebrantado está mi corazón dentro de mí, tiemblan todos mis huesos; estoy como un ebrio, como un hombre a quien domina el vino, por causa del SEÑOR y por causa de sus santas palabras.

10 Porque la tierra está llena de adúlteros; porque a causa de la maldición se ha enlutado la tierra, se han secado los pastos del desierto. Pues es mala la carrera de ellos y su poderío no es recto.

11 Porque tanto el profeta como el sacerdote están corrompidos; aun en mi casa he hallado su maldad —declara el SEÑOR.

12 Por tanto, su camino será para ellos como resbaladeros; a las tinieblas serán empujados y en ellas caerán; porque traeré sobre ellos calamidad el año de su castigo —declara el SEÑOR.

13 Además, entre los profetas de Samaria he visto algo ofensivo: profetizaban en nombre de Baal y extraviaban a mi pueblo Israel.

14 También entre los profetas de Jerusalén he visto algo horrible: cometían adulterio y andaban en mentiras; fortalecían las manos de los malhechores, sin convertirse ninguno de su maldad. Se me han vuelto todos ellos como Sodoma, y sus habitantes como Gomorra.

15 Por tanto, así dice el SEÑOR de los ejércitos acerca de los profetas: "He aquí, les daré de comer ajenjo y les daré de beber agua envenenada, porque de los profetas de Jerusalén ha salido la corrupción por toda la tierra."

16 Así dice el SEÑOR de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan. Ellos os conducen hacia lo vano; os cuentan la visión de su propia fantasía, no de la boca del SEÑOR.

17 Dicen de continuo a los que me desprecian: "El SEÑOR ha dicho: 'Tendréis paz'"; y a todo el que anda en la terquedad de su corazón dicen: "No vendrá calamidad sobre vosotros."

18 Pero ¿quién ha estado en el consejo del SEÑOR, y vio y oyó su palabra? ¿Quién ha prestado atención a su palabra y la ha escuchado?

19 He aquí, la tempestad del SEÑOR ha salido con furor, un torbellino impetuoso descargará sobre la cabeza de los impíos.

20 No se apartará la ira del SEÑOR hasta que haya realizado y llevado a cabo los propósitos de su corazón. En los postreros días lo entenderéis claramente.

21 Yo no envié a esos profetas, pero ellos corrieron; no les hablé, mas ellos profetizaron.

22 Pero si ellos hubieran estado en mi consejo, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y les habrían hecho volver de su mal camino y de la maldad de sus obras.

23 ¿Soy yo un Dios de cerca —declara el SEÑOR— y no un Dios de lejos?

24 ¿Podrá alguno esconderse en escondites de modo que yo no lo vea? —declara el SEÑOR. ¿No lleno yo los cielos y la tierra? —declara el SEÑOR.

25 He oído lo que dicen los profetas que profetizan mentira en mi nombre, diciendo: "¡He tenido un sueño, he tenido un sueño!"

26 ¿Hasta cuándo? ¿Qué hay en los corazones de los profetas que profetizan la mentira, de los profetas que proclaman el engaño de su corazón,

27 que tratan de que mi pueblo se olvide de mi nombre con los sueños que se cuentan unos a otros, tal como sus padres olvidaron mi nombre a causa de Baal?

28 El profeta que tenga un sueño, que cuente su sueño, pero el que tenga mi palabra, que hable mi palabra con fidelidad. ¿Qué tiene que ver la paja con el grano? —declara el SEÑOR.

29 ¿No es mi palabra como fuego —declara el SEÑOR— y como martillo que despedaza la roca?

30 Por tanto, he aquí, estoy contra los profetas —declara el SEÑOR— que se roban mis palabras el uno al otro.

31 He aquí, estoy contra los profetas —declara el SEÑOR— que usan sus lenguas y dicen: "El SEÑOR declara."

32 He aquí, estoy contra los que profetizan sueños falsos —declara el SEÑOR— y los cuentan y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y sus presunciones, cuando yo no los envié ni les di órdenes, ni son de provecho alguno para este pueblo —declara el SEÑOR.

33 Y cuando te pregunte este pueblo, o el profeta, o sacerdote, diciendo: "¿Cuál es la profecía del SEÑOR?", les dirás: "¿Cuál profecía?" El SEÑOR declara: "Yo os abandonaré."

34 Y al profeta, al sacerdote o al pueblo que diga: "Profecía del SEÑOR", traeré castigo sobre tal hombre y sobre su casa.

35 Así diréis cada uno a su prójimo y cada uno a su hermano: "¿Qué ha respondido el SEÑOR? ¿Qué ha hablado el SEÑOR?"

36 Y no os acordaréis más de la profecía del SEÑOR, porque la palabra de cada uno le será por profecía, pues habéis pervertido las palabras del Dios viviente, del SEÑOR de los ejércitos, nuestro Dios.

37 Así dirás al profeta: "¿Qué te ha respondido el SEÑOR? ¿Qué ha hablado el SEÑOR?"

38 Pero si decís: "¡Profecía del SEÑOR!", entonces así dice el SEÑOR: "Por cuanto habéis dicho esta palabra: '¡Profecía del SEÑOR!', habiendo yo enviado a deciros: 'No digáis: "¡Profecía del SEÑOR!"'",

39 por tanto, he aquí, ciertamente me olvidaré de vosotros y os echaré de mi presencia, junto con la ciudad que os di a vosotros y a vuestros padres;

40 y pondré sobre vosotros oprobio eterno y humillación eterna que nunca será olvidada.

24

1 El SEÑOR me mostró dos cestas de higos colocadas delante del templo del SEÑOR después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, desterró a Jeconías, hijo de Joacim, rey de Judá, y a los oficiales de Judá junto con los artesanos y herreros de Jerusalén, y los llevó a Babilonia.

2 Una cesta tenía higos muy buenos, como los primeros higos maduros; y la otra tenía higos muy malos, que de podridos no se podían comer.

3 Entonces el SEÑOR me dijo: ¿Qué ves, Jeremías? Y dije: Higos; los higos buenos son muy buenos, y los malos, muy malos, que de podridos no se pueden comer.

4 Y vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:

5 Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: "Como a estos higos buenos, así consideraré como buenos a los desterrados de Judá que yo he echado de este lugar a la tierra de los caldeos.

6 "Porque pondré mis ojos sobre ellos para bien, y los traeré de nuevo a esta tierra; los edificaré y no los derribaré, los plantaré y no los arrancaré.

7 "Y les daré un corazón para que me conozcan, porque yo soy el SEÑOR; y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, pues volverán a mí de todo corazón.

8 "Pero como a los higos malos que de podridos no se pueden comer —así dice el SEÑOR— de la misma manera abandonaré a Sedequías, rey de Judá, a sus oficiales, al remanente de Jerusalén que queda en esta tierra y a los que habitan en la tierra de Egipto.

9 "Los haré motivo de espanto y de calamidad para todos los reinos de la tierra, de oprobio y refrán, de burla y maldición en todos los lugares adonde los dispersaré.

10 "Y enviaré sobre ellos espada, hambre y pestilencia hasta que sean exterminados de la tierra que les di a ellos y a sus padres."

25

1 Palabra que vino a Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá, en el año cuarto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá (éste era el primer año de Nabucodonosor, rey de Babilonia),

2 la cual el profeta Jeremías habló a todo el pueblo de Judá y a todos los habitantes de Jerusalén, diciendo:

3 Desde el año trece de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, hasta hoy, en estos veintitrés años ha venido a mí la palabra del SEÑOR, y os he hablado repetidas veces, pero no habéis escuchado.

4 Y el SEÑOR os envió repetidas veces a todos sus siervos los profetas (pero no escuchasteis ni inclinasteis vuestro oído para oír),

5 diciendo: "Volveos ahora cada cual de vuestro camino y de la maldad de vuestras obras, y habitaréis en la tierra que el SEÑOR os dio a vosotros y a vuestros padres para siempre;

6 no vayáis tras otros dioses para servirles y postraros ante ellos, no me provoquéis a ira con la obra de vuestras manos, y no os haré ningún mal."

7 Pero no me habéis escuchado —declara el SEÑOR— de modo que me provocasteis a ira con la obra de vuestras manos para vuestro propio mal.

8 Por tanto, así dice el SEÑOR de los ejércitos: "Por cuanto no habéis obedecido mis palabras,

9 he aquí, mandaré a buscar a todas las familias del norte —declara el SEÑOR— y a Nabucodonosor, rey de Babilonia, siervo mío, y los traeré contra esta tierra, contra sus habitantes y contra todas estas naciones de alrededor; los destruiré por completo y los haré objeto de horror, de burla y de eterna desolación.

10 "Y haré cesar de ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, el sonido de las piedras de molino y la luz de la lámpara.

11 "Toda esta tierra será desolación y horror, y estas naciones servirán al rey de Babilonia setenta años.

12 "Después que se hayan cumplido los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a esa nación por su iniquidad —declara el SEÑOR— y a la tierra de los caldeos la haré una desolación eterna.

13 "Y traeré sobre esa tierra todas las palabras que he hablado contra ella, todo lo que está escrito en este libro que Jeremías ha profetizado contra todas las naciones.

14 "(Pues también a ellos los harán esclavos muchas naciones y grandes reyes, y les pagaré conforme a sus hechos y conforme a la obra de sus manos)."

15 Porque así me ha dicho el SEÑOR, Dios de Israel: Toma de mi mano esta copa del vino del furor, y haz que beban de ella todas las naciones a las cuales yo te envío.

16 Y beberán y se tambalearán y enloquecerán a causa de la espada que enviaré entre ellas.

17 Entonces tomé la copa de la mano del SEÑOR, e hice beber de ella a todas las naciones a las cuales me envió el SEÑOR:

18 a Jerusalén y a las ciudades de Judá, a sus reyes y a sus príncipes, para ponerlos por desolación, horror, burla y maldición, como hasta hoy;

19 a Faraón, rey de Egipto, a sus siervos, a sus príncipes y a todo su pueblo;

20 a todos los extranjeros, a todos los reyes de la tierra de Uz, a todos los reyes de la tierra de los filisteos (es decir, Ascalón, Gaza, Ecrón y al remanente de Asdod);

21 a Edom, a Moab y a los hijos de Amón;

22 a todos los reyes de Tiro, a todos los reyes de Sidón y a los reyes de las costas que están más allá del mar;

23 a Dedán, a Tema, a Buz y a todos los que se rapan las sienes;

24 a todos los reyes de Arabia y a todos los reyes de los extranjeros que habitan en el desierto;

25 a todos los reyes de Zimri, a todos los reyes de Elam y a todos los reyes de Media;

26 a todos los reyes del norte, los de cerca y los de lejos, los unos con los otros, y a todos los reinos del mundo que están sobre la faz de la tierra. El rey de Sesac beberá después de ellos.

27 Y les dirás: "Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: 'Bebed, embriagaos, vomitad, caed y no os levantéis a causa de la espada que yo enviaré entre vosotros.'"

28 Y sucederá que si rehúsan tomar la copa de tu mano para beber, les dirás: "Así dice el SEÑOR de los ejércitos: 'Ciertamente vais a beber.

29 'Porque he aquí que comienzo a causar mal en esta ciudad que se llama por mi nombre, ¿y quedaréis vosotros sin castigo alguno? No quedaréis sin castigo, porque llamo a la espada contra todos los habitantes de la tierra' —declara el SEÑOR de los ejércitos."

30 Tú, pues, profetizarás contra ellos todas estas palabras, y les dirás: "El SEÑOR rugirá desde lo alto, y dará su voz desde su santa morada; rugirá fuertemente contra su rebaño. Dará gritos como los que pisan las uvas contra todos los habitantes de la tierra.

31 "Ha llegado el estruendo hasta el fin de la tierra, porque el SEÑOR tiene un pleito contra las naciones; entra en juicio contra toda carne; a los impíos, los entrega a la espada" —declara el SEÑOR.

32 Así dice el SEÑOR de los ejércitos: He aquí, el mal va de nación en nación, y una gran tempestad se levanta de los confines de la tierra.

33 Y los muertos por el SEÑOR en aquel día estarán desde un extremo de la tierra hasta el otro. No los llorarán, ni los recogerán, ni los sepultarán; serán como estiércol sobre la faz de la tierra.

34 Gemid, pastores, y clamad; revolcaos en ceniza , mayorales del rebaño; porque se han cumplido los días de vuestra matanza y de vuestra dispersión, y caeréis como vaso precioso.

35 No habrá huida para los pastores, ni escape para los mayorales del rebaño.

36 Se oye el sonido del clamor de los pastores, y el gemido de los mayorales del rebaño, porque el SEÑOR está destruyendo sus pastos,

37 y son silenciados los rebaños apacibles a causa de la ardiente ira del SEÑOR.

38 Ha dejado como león su guarida, porque su tierra se ha convertido en horror por el furor de la espada opresora, y a causa de su ardiente ira.

26

1 Al comienzo del reinado de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra del SEÑOR, diciendo:

2 Así dice el SEÑOR: "Ponte en el atrio de la casa del SEÑOR, y habla a todas las ciudades de Judá que vienen a adorar en la casa del SEÑOR todas las palabras que te he mandado decirles. No omitas ni una palabra.

3 "Tal vez escuchen y cada uno se vuelva de su mal camino, y yo me arrepienta del mal que pienso hacerles a causa de la maldad de sus obras."

4 Les dirás: "Así dice el SEÑOR: 'Si no me escucháis, para andar en mi ley que he puesto delante de vosotros,

5 escuchando las palabras de mis siervos los profetas que os he enviado repetidas veces, pero no los habéis escuchado,

6 entonces pondré esta casa como Silo, y esta ciudad la pondré por maldición para todas las naciones de la tierra.'"

7 Y los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías decir estas palabras en la casa del SEÑOR.

8 Cuando Jeremías terminó de decir todo lo que el SEÑOR le había mandado que hablara a todo el pueblo, lo apresaron los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, diciendo: De cierto, morirás.

9 ¿Por qué has profetizado en nombre del SEÑOR, diciendo: "Esta casa será como Silo y esta ciudad quedará desolada sin habitante alguno?" Y todo el pueblo se congregó contra Jeremías en la casa del SEÑOR.

10 Y cuando los jefes de Judá oyeron estas cosas, subieron de la casa del rey a la casa del SEÑOR, y se sentaron a la entrada de la puerta Nueva de la casa del SEÑOR.

11 Y los sacerdotes y los profetas hablaron a los jefes y a todo el pueblo, diciendo: ¡Sentencia de muerte para este hombre!, porque ha profetizado contra esta ciudad, como habéis oído con vuestros propios oídos.

12 Entonces Jeremías habló a todos los jefes y a todo el pueblo, diciendo: El SEÑOR me ha enviado a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad todas las palabras que habéis oído.

13 Ahora bien, enmendad vuestros caminos y vuestras obras, y oíd la voz del SEÑOR vuestro Dios, y el SEÑOR se arrepentirá del mal que ha pronunciado contra vosotros.

14 En cuanto a mí, he aquí estoy en vuestras manos; haced de mí como mejor y más recto sea a vuestros ojos.

15 Pero sabed bien que si me matáis, sangre inocente echaréis sobre vosotros y sobre esta ciudad y sobre sus habitantes; porque en verdad el SEÑOR me ha enviado a vosotros para hablar en vuestros oídos todas estas palabras.

16 Dijeron los jefes y todo el pueblo a los sacerdotes y a los profetas: Que no haya sentencia de muerte para este hombre, porque en nombre del SEÑOR nuestro Dios nos ha hablado.

17 Y se levantaron algunos de los ancianos del país y hablaron a toda la asamblea del pueblo, diciendo:

18 Miqueas de Moréset profetizó en días de Ezequías, rey de Judá, y habló a todo el pueblo de Judá, diciendo: "Así ha dicho el SEÑOR de los ejércitos: 'Sion será arada como un campo, Jerusalén se convertirá en un montón de ruinas, y el monte del santuario será como los lugares altos de un bosque.'"

19 ¿Acaso le dieron muerte Ezequías, rey de Judá, y todo Judá? ¿No temió él al SEÑOR y suplicó el favor del SEÑOR, y el SEÑOR se arrepintió del mal que había pronunciado contra ellos? Nosotros, pues, estamos cometiendo un gran mal contra nosotros mismos.

20 Y hubo también un hombre que profetizó en el nombre del SEÑOR, Urías, hijo de Semaías de Quiriat-jearim, el cual profetizó contra esta ciudad y contra esta tierra palabras semejantes a todas las de Jeremías.

21 Cuando el rey Joacim y todos sus valientes y todos los jefes oyeron sus palabras, el rey procuró matarlo; pero Urías se enteró, tuvo miedo, huyó y se fue a Egipto.

22 Entonces el rey Joacim envió hombres a Egipto: a Elnatán, hijo de Acbor, y a otros hombres con él, a Egipto.

23 Y trajeron a Urías de Egipto y lo llevaron al rey Joacim, quien lo mató a espada y echó su cadáver a la fosa común.

24 Pero la mano de Ahicam, hijo de Safán, estaba con Jeremías, de manera que no fue entregado en manos del pueblo para que le dieran muerte.

27

1 Al principio del reinado de Sedequías, hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra de parte del SEÑOR a Jeremías, diciendo:

2 Así me ha dicho el SEÑOR: Hazte coyundas y yugos y póntelos al cuello,

3 y envía palabra al rey de Edom, al rey de Moab, al rey de los hijos de Amón, al rey de Tiro y al rey de Sidón por medio de los mensajeros que vienen a Jerusalén a ver a Sedequías, rey de Judá.

4 Y ordénales que digan a sus señores: "Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel, así diréis a vuestros señores:

5 'Yo hice la tierra, los hombres y los animales que están sobre la faz de la tierra con mi gran poder y con mi brazo extendido, y la doy a quien me place.

6 'Y ahora yo he puesto todas estas tierras en manos de mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, siervo mío, y también las bestias del campo le he dado para que le sirvan.

7 'Y todas las naciones le servirán a él, a su hijo, y al hijo de su hijo, hasta que llegue también la hora a su propia tierra; entonces muchas naciones y grandes reyes lo harán su siervo.

8 'Y sucederá que la nación o el reino que no sirva a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y que no ponga su cerviz bajo el yugo del rey de Babilonia, con espada, con hambre y con pestilencia a esa nación castigaré' —declara el SEÑOR— 'hasta que yo la haya destruido por su mano.

9 'Vosotros, pues, no escuchéis a vuestros profetas, a vuestros adivinos, a vuestros soñadores, a vuestros agoreros ni a vuestros hechiceros que os hablan, diciendo: "No serviréis al rey de Babilonia."

10 'Porque ellos os profetizan mentira, para alejaros de vuestra tierra, y para que yo os expulse y perezcáis.

11 'Pero la nación que ponga su cerviz bajo el yugo del rey de Babilonia y le sirva, la dejaré en su tierra' —declara el SEÑOR— 'y la cultivará y habitará en ella.'"

12 Y a Sedequías, rey de Judá, hablé palabras como éstas, diciendo: Poned vuestra cerviz bajo el yugo del rey de Babilonia, y servidle a él y a su pueblo, y viviréis.

13 ¿Por qué habéis de morir, tú y tu pueblo, por la espada, el hambre y la pestilencia, tal como ha hablado el SEÑOR de la nación que no sirva al rey de Babilonia?

14 No escuchéis, pues, las palabras de los profetas que os hablan, diciendo: "No serviréis al rey de Babilonia", porque os profetizan mentira.

15 Yo no los he enviado —declara el SEÑOR— y ellos profetizan mentira en mi nombre, para que yo os expulse y perezcáis vosotros y los profetas que os profetizan.

16 Y hablé a los sacerdotes y a todo este pueblo, diciendo: Así dice el SEÑOR: No escuchéis las palabras de vuestros profetas que os profetizan, diciendo: "He aquí, los utensilios de la casa del SEÑOR serán devueltos en breve de Babilonia", porque ellos os profetizan mentira.

17 No los escuchéis; servid al rey de Babilonia y viviréis. ¿Por qué ha de convertirse en ruinas esta ciudad?

18 Mas si ellos son profetas, y si la palabra del SEÑOR está con ellos, que supliquen ahora al SEÑOR de los ejércitos para que los utensilios que quedan en la casa del SEÑOR, en la casa del rey de Judá y en Jerusalén, no sean llevados a Babilonia.

19 Porque así dice el SEÑOR de los ejércitos acerca de las columnas, del mar, de las basas y de los demás utensilios que quedan en esta ciudad,

20 los cuales no tomó Nabucodonosor, rey de Babilonia, cuando llevó al destierro a Jeconías, hijo de Joacim, rey de Judá, de Jerusalén a Babilonia con todos los nobles de Judá y de Jerusalén.

21 Sí, así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel, acerca de los utensilios que quedan en la casa del SEÑOR, en la casa del rey de Judá y en Jerusalén:

22 "A Babilonia serán llevados, y allí quedarán hasta el día en que yo los visite" —declara el SEÑOR—. "Entonces los traeré y los restituiré a este lugar."

28

1 Y sucedió que el mismo año, al principio del reinado de Sedequías, rey de Judá, en el año cuarto, en el mes quinto, el profeta Hananías, hijo de Azur, que era de Gabaón, me habló en la casa del SEÑOR en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo, diciendo:

2 Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: "He quebrado el yugo del rey de Babilonia.

3 "Dentro de dos años haré volver a este lugar todos los utensilios de la casa del SEÑOR, que Nabucodonosor, rey de Babilonia, tomó de este lugar y llevó a Babilonia.

4 "Y a Jeconías, hijo de Joacim, rey de Judá, y a todos los desterrados de Judá que fueron a Babilonia, yo los haré volver a este lugar" —declara el SEÑOR— "porque romperé el yugo del rey de Babilonia."

5 El profeta Jeremías respondió al profeta Hananías en presencia de los sacerdotes y en presencia de todo el pueblo que estaba de pie en la casa del SEÑOR;

6 y el profeta Jeremías dijo: Amén, así lo haga el SEÑOR. Confirme el SEÑOR tus palabras, que has profetizado para que sean devueltos los utensilios de la casa del SEÑOR y vuelvan todos los desterrados de Babilonia a este lugar.

7 Pero oye ahora esta palabra que voy a hablar a tus oídos y a oídos de todo el pueblo:

8 Los profetas que fueron antes de mí y antes de ti desde la antigüedad, profetizaron guerra, calamidad y pestilencia contra muchas tierras y contra grandes reinos.

9 Si un profeta profetiza paz, cuando la palabra del profeta se cumpla, entonces ese profeta será conocido como el que el SEÑOR en verdad ha enviado.

10 Entonces el profeta Hananías quitó el yugo del cuello del profeta Jeremías y lo rompió.

11 Y Hananías habló en presencia de todo el pueblo, diciendo: Así dice el SEÑOR: "De esta manera romperé el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, dentro de dos años, del cuello de todas las naciones." Y el profeta Jeremías se fue por su camino.

12 Entonces vino a Jeremías la palabra del SEÑOR, después que Hananías había roto el yugo del cuello del profeta Jeremías, diciendo:

13 Ve y habla a Hananías, diciendo: "Así dice el SEÑOR: 'Has roto yugos de madera, pero en su lugar harás yugos de hierro.'

14 "Porque así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: 'Yugo de hierro he puesto sobre el cuello de todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y le servirán. Y le he dado también las bestias del campo.'"

15 Y el profeta Jeremías dijo al profeta Hananías: Escucha ahora, Hananías, el SEÑOR no te ha enviado, y tú has hecho que este pueblo confíe en una mentira.

16 Por tanto, así dice el SEÑOR: "He aquí, te voy a quitar de sobre la faz de la tierra. Este año morirás, porque has aconsejado la rebelión contra el SEÑOR."

17 Y murió el profeta Hananías aquel mismo año, en el mes séptimo.

29

1 Estas son las palabras de la carta que el profeta Jeremías envió desde Jerusalén al resto de los ancianos del destierro, a los sacerdotes, a los profetas y a todo el pueblo que Nabucodonosor había llevado al destierro de Jerusalén a Babilonia.

2 (Esto sucedió después de salir de Jerusalén el rey Jeconías y la reina madre, los oficiales de la corte, los príncipes de Judá y de Jerusalén, los artífices y los herreros.)

3 La carta fue enviada por mano de Elasa, hijo de Safán, y de Gemarías, hijo de Hilcías, a quienes Sedequías, rey de Judá, envió a Babilonia, a Nabucodonosor, rey de Babilonia, diciendo:

4 Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel, a todos los desterrados que envié al destierro de Jerusalén a Babilonia:

5 "Edificad casas y habitadlas, plantad huertos y comed su fruto.

6 "Tomad mujeres y engendrad hijos e hijas, tomad mujeres para vuestros hijos y dad vuestras hijas a maridos para que den a luz hijos e hijas, y multiplicaos allí y no disminuyáis.

7 "Y buscad el bienestar de la ciudad adonde os he desterrado, y rogad al SEÑOR por ella; porque en su bienestar tendréis bienestar."

8 Porque así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: "No os engañen vuestros profetas que están en medio de vosotros, ni vuestros adivinos, ni escuchéis los sueños que sueñan.

9 "Porque os profetizan falsamente en mi nombre; no los he enviado" —declara el SEÑOR.

10 Pues así dice el SEÑOR: "Cuando se le hayan cumplido a Babilonia setenta años, yo os visitaré y cumpliré mi buena palabra de haceros volver a este lugar.

11 "Porque yo sé los planes que tengo para vosotros" —declara el SEÑOR— "planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza.

12 "Me invocaréis, y vendréis a rogarme, y yo os escucharé.

13 "Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón.

14 "Me dejaré hallar de vosotros" —declara el SEÑOR— "y restauraré vuestro bienestar y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os expulsé" —declara el SEÑOR— "y os traeré de nuevo al lugar de donde os envié al destierro."

15 Por cuanto habéis dicho: "El SEÑOR nos ha levantado profetas en Babilonia"

16 (pues así dice el SEÑOR acerca del rey que se sienta sobre el trono de David, y acerca de todo el pueblo que habita en esta ciudad, vuestros hermanos que no fueron con vosotros al destierro),

17 así dice el SEÑOR de los ejércitos: "He aquí, yo envío contra ellos la espada, el hambre y la pestilencia, y los pondré como higos reventados que de podridos no se pueden comer.

18 "Los perseguiré con la espada, con el hambre y con la pestilencia, y los haré motivo de espanto para todos los reinos de la tierra, para que sean maldición, horror, burla y oprobio entre todas las naciones adonde los he arrojado,

19 porque no han escuchado mis palabras" —declara el SEÑOR— "que les envié repetidas veces por medio de mis siervos los profetas; pero no escuchasteis" —declara el SEÑOR.

20 Oíd, pues, la palabra del SEÑOR, vosotros todos los desterrados, a quienes he enviado de Jerusalén a Babilonia.

21 Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel, acerca de Acab, hijo de Colaías, y acerca de Sedequías, hijo de Maasías, que os profetizan mentira en mi nombre: "He aquí, los entregaré en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y él los matará delante de vuestros ojos.

22 "Y de ellos será tomada esta maldición por todos los desterrados de Judá que están en Babilonia, diciendo: 'Que el SEÑOR te haga como a Sedequías y como a Acab, a quienes el rey de Babilonia asó al fuego.'

23 "Porque obraron neciamente en Israel, cometieron adulterio con las mujeres de sus prójimos y hablaron en mi nombre palabras falsas que no les mandé. Yo soy el que sabe y soy testigo —declara el SEÑOR."

24 Y a Semaías el nehelamita hablarás, diciendo:

25 Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: "Por cuanto has enviado cartas en tu nombre a todo el pueblo que está en Jerusalén, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maasías, y a todos los sacerdotes, diciendo a Sofonías :

26 'El SEÑOR te ha puesto por sacerdote en lugar del sacerdote Joiada, para estar encargado en la casa del SEÑOR de todo demente que profetice, a fin de que lo pongas en el cepo y la argolla.

27 'Pues entonces ¿por qué no has reprendido a Jeremías de Anatot que os profetiza?

28 'Porque él nos ha enviado un mensaje a Babilonia, diciendo: "El destierro será largo; edificad casas y habitadlas, plantad huertos y comed su fruto."'"

29 Y el sacerdote Sofonías leyó esta carta a oídos del profeta Jeremías.

30 Entonces vino la palabra del SEÑOR a Jeremías, diciendo:

31 Envía un mensaje a todos los desterrados, diciendo: "Así dice el SEÑOR acerca de Semaías el nehelamita: 'Por cuanto Semaías os ha profetizado sin que yo lo haya enviado, y os ha hecho confiar en una mentira',

32 por tanto, así dice el SEÑOR: 'He aquí, voy a castigar a Semaías el nehelamita y a su descendencia; no tendrá a nadie que habite en medio de este pueblo, ni verá el bien que voy a hacer a mi pueblo' —declara el SEÑOR— 'porque ha predicado rebelión contra el SEÑOR.'"

30

1 Palabra que vino a Jeremías de parte del SEÑOR, diciendo:

2 Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: "Escribe en un libro todas las palabras que te he hablado.

3 "Porque, he aquí, vienen días", —declara el SEÑOR— "cuando restauraré el bienestar de mi pueblo, Israel y Judá." El SEÑOR dice: "También los haré volver a la tierra que di a sus padres, y la poseerán."

4 Estas son las palabras que el SEÑOR habló acerca de Israel y de Judá:

5 Porque así dice el SEÑOR: "He oído voces de terror, de pánico, y no de paz.

6 "Preguntad ahora, y ved si da a luz el varón. ¿Por qué veo a todos los hombres con las manos sobre sus lomos, como mujer de parto y se han puesto pálidos todos los rostros?

7 "¡Ay! porque grande es aquel día, no hay otro semejante a él; es tiempo de angustia para Jacob, mas de ella será librado.

8 "Y acontecerá en aquel día" —declara el SEÑOR de los ejércitos— "que quebraré el yugo de su cerviz y romperé sus coyundas, y extraños no lo esclavizarán más,

9 sino que servirán al SEÑOR su Dios, y a David su rey, a quien yo levantaré para ellos.

10 "Así que tú no temas, siervo mío Jacob" —declara el SEÑOR— "ni te atemorices, Israel; porque he aquí, te salvaré de lugar remoto, y a tu descendencia de la tierra de su cautiverio. Y volverá Jacob, y estará tranquilo y seguro, y nadie lo atemorizará.

11 "Porque yo estoy contigo" —declara el SEÑOR— "para salvarte; pues acabaré con todas las naciones entre las que te he esparcido, pero no acabaré contigo, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo."

12 Porque así dice el SEÑOR: "Incurable es tu quebranto, y grave tu herida.

13 No hay quien defienda tu causa; para una llaga hay cura, pero no hay mejoría para ti.

14 "Todos tus amantes te han olvidado, ya no te buscan; porque con herida de enemigo te han herido, con castigo de hombre cruel, por lo grande de tu iniquidad y lo numeroso de tus pecados.

15 "¿Por qué gritas a causa de tu quebranto? Tu dolor es incurable. Por lo grande de tu iniquidad y lo numeroso de tus pecados, te he hecho esto.

16 "Por tanto, todos los que te devoran serán devorados, y todos tus adversarios, todos ellos, irán al cautiverio; todos los que te saquean serán saqueados, y a todos los que te despojan los daré al despojo.

17 "Porque yo te devolveré la salud, y te sanaré de tus heridas" —declara el SEÑOR— "porque te han llamado desechada, diciendo: 'Esta es Sion, nadie se preocupa por ella.'"

18 Así dice el SEÑOR: "He aquí, restauraré el bienestar de las tiendas de Jacob, y tendré misericordia de sus moradas; será reedificada la ciudad sobre sus ruinas, y el palacio se asentará como estaba.

19 "Saldrá de ellos canto de acción de gracias y voz de los que se divierten; los multiplicaré y no disminuirán, los honraré y no serán menospreciados.

20 "Y serán sus hijos como antes, su congregación delante de mí será confirmada, y castigaré a todos sus opresores.

21 "Será su guía uno de ellos, su gobernante de en medio de ellos saldrá, y lo haré acercarse y él se llegará a mí; porque ¿quién se atrevería a arriesgar su vida para llegarse a mí?" —declara el SEÑOR.

22 "Y vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios."

23 He aquí, la tempestad del SEÑOR con furor ha salido; una tempestad devastadora descargará sobre la cabeza de los malvados.

24 La ardiente ira del SEÑOR no se aplacará hasta que haya hecho y cumplido los propósitos de su corazón; en los postreros días entenderéis esto.

31

1 En aquel tiempo —declara el SEÑOR— yo seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellos serán mi pueblo.

2 Así dice el SEÑOR: Ha hallado gracia en el desierto el pueblo que escapó de la espada, Israel, cuando iba en busca de su reposo.

3 Desde lejos el SEÑOR se le apareció, diciendo: Con amor eterno te he amado, por eso te he atraído con misericordia.

4 De nuevo te edificaré, y serás reedificada, virgen de Israel; de nuevo tomarás tus panderos, y saldrás a las danzas con los que se divierten.

5 De nuevo plantarás viñas en los montes de Samaria; los plantadores las plantarán y las disfrutarán.

6 Porque habrá un día en que clamarán los guardas en la región montañosa de Efraín: "Levantaos y subamos a Sion, al SEÑOR nuestro Dios."

7 Porque así dice el SEÑOR: Gritad con alegría por Jacob, y dad voces por la primera de las naciones; proclamad, dad alabanza, y decid: "Oh SEÑOR, salva a tu pueblo, al remanente de Israel."

8 He aquí, yo los traigo del país del norte, y los reuniré de los confines de la tierra, entre ellos los ciegos y los cojos, la mujer encinta y también la que está dando a luz; una gran compañía volverá acá.

9 Con llanto vendrán, y entre súplicas los guiaré; los haré andar junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque soy un padre para Israel, y Efraín es mi primogénito.

10 Oíd, naciones, la palabra del SEÑOR, anunciad en las costas lejanas, y decid: El que dispersó a Israel lo reunirá, y lo guardará como un pastor a su rebaño.

11 Porque el SEÑOR ha rescatado a Jacob, y lo ha redimido de manos más fuertes que él.

12 Vendrán y gritarán de júbilo en lo alto de Sion, y radiarán de gozo por la bondad del SEÑOR: por el grano, por el vino y por el aceite, y por las crías de las ovejas y de las vacas. Su alma será como huerto regado, y nunca más languidecerán.

13 Entonces la virgen se alegrará en la danza, y los jóvenes y los ancianos a una; cambiaré su duelo en gozo, los consolaré y los alegraré de su tristeza.

14 Y llenaré con abundancia el alma de los sacerdotes, y mi pueblo se saciará de mi bondad —declara el SEÑOR.

15 Así dice el SEÑOR: Se oye una voz en Ramá, lamento y llanto amargo. Raquel llora por sus hijos; rehúsa ser consolada, por sus hijos que ya no existen.

16 Así dice el SEÑOR: Reprime tu voz del llanto, y tus ojos de las lágrimas; hay pago para tu trabajo —declara el SEÑOR—, pues volverán de la tierra del enemigo.

17 Y hay esperanza para tu porvenir —declara el SEÑOR—, los hijos volverán a su territorio.

18 Ciertamente he oído a Efraín lamentarse: "Me has castigado, y castigado fui como becerro indómito. Hazme volver para que sea restaurado, pues tú, SEÑOR, eres mi Dios.

19 "Porque después que me aparté, me arrepentí, y después que comprendí, me di golpes en el muslo; me avergoncé y también me humillé, porque llevaba el oprobio de mi juventud."

20 ¿No es Efraín mi hijo amado? ¿No es un niño encantador? Pues siempre que hablo contra él, lo recuerdo aún más; por eso mis entrañas se conmueven por él, ciertamente tendré de él misericordia —declara el SEÑOR.

21 Levanta para ti señales, coloca para ti majanos; presta atención a la calzada, al camino que anduviste. Vuelve, virgen de Israel, vuelve a estas tus ciudades.

22 ¿Hasta cuándo andarás errante, hija infiel? Porque el SEÑOR ha creado algo nuevo en la tierra: la mujer rodeará al hombre.

23 Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: Otra vez hablarán esta palabra en la tierra de Judá y en sus ciudades, cuando yo restaure su bienestar: "El SEÑOR te bendiga, morada de justicia, monte santo."

24 Y morarán juntamente en ella Judá y todas sus ciudades, los labradores y los que van con los rebaños.

25 Porque yo he de satisfacer al alma cansada y he de saciar a toda alma atribulada.

26 En esto me desperté y miré, y mi sueño me resultó agradable.

27 He aquí, vienen días —declara el SEÑOR— en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombre y de simiente de animal.

28 Y como velé sobre ellos para arrancar y para derribar, para derrocar, para destruir y para traer calamidad, así velaré sobre ellos para edificar y para plantar —declara el SEÑOR.

29 En aquellos días no dirán más: "Los padres comieron uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen dentera",

30 sino que cada cual por su propia iniquidad morirá; los dientes de todo hombre que coma uvas agrias tendrán dentera.

31 He aquí, vienen días —declara el SEÑOR— en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto,

32 no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, mi pacto que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos —declara el SEÑOR;

33 porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días —declara el SEÑOR—. Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.

34 Y no tendrán que enseñar más cada uno a su prójimo y cada cual a su hermano, diciendo: "Conoce al SEÑOR", porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande —declara el SEÑOR— pues perdonaré su maldad, y no recordaré más su pecado.

35 Así dice el SEÑOR, el que da el sol para luz del día, y las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, el que agita el mar para que bramen sus olas; el SEÑOR de los ejércitos es su nombre:

36 Si se apartan estas leyes de mi presencia —declara el SEÑOR— también la descendencia de Israel dejará de ser nación en mi presencia para siempre.

37 Así dice el SEÑOR: Si los cielos arriba pueden medirse, y explorarse abajo los cimientos de la tierra, también yo desecharé toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron —declara el SEÑOR.

38 He aquí, vienen días —declara el SEÑOR— en que la ciudad será reedificada para el SEÑOR, desde la torre de Hananeel hasta la puerta del Angulo.

39 Y el cordel de medir saldrá más allá, directamente hasta la colina de Gareb, y girará hasta Goa.

40 Y todo el valle de los cadáveres y de las cenizas, y todos los campos hasta el arroyo Cedrón, hasta la esquina de la puerta de los Caballos hacia el oriente, serán santos al SEÑOR. La ciudad no será arrancada ni derribada nunca jamás.

32

1 Palabra que vino a Jeremías de parte del SEÑOR en el año décimo de Sedequías, rey de Judá, que fue el año dieciocho de Nabucodonosor.

2 En aquel tiempo el ejército del rey de Babilonia tenía sitiada a Jerusalén, y el profeta Jeremías estaba encerrado en el patio de la guardia, que estaba en la casa del rey de Judá,

3 porque Sedequías, rey de Judá, lo había encerrado, diciendo: ¿Por qué profetizas, diciendo: "Así dice el SEÑOR: 'He aquí, voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia, y él la tomará;

4 y Sedequías, rey de Judá, no escapará de la mano de los caldeos, sino que ciertamente será entregado en manos del rey de Babilonia que hablará con él cara a cara, y sus ojos verán sus ojos;

5 y él llevará a Sedequías a Babilonia, y allí estará hasta que yo lo visite' —declara el SEÑOR— 'si peleáis contra los caldeos, no tendréis éxito'"?

6 Y Jeremías dijo: Vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:

7 "He aquí, Hanameel, hijo de tu tío Salum, viene a ti, diciendo: 'Cómprate el campo que tengo en Anatot, porque tú tienes el derecho de rescate para comprarlo.'"

8 Y vino a mí Hanameel, hijo de mi tío, al patio de la guardia conforme a la palabra del SEÑOR, y me dijo: "Te ruego que compres el campo que tengo en Anatot, que está en la tierra de Benjamín, porque tú tienes el derecho de posesión y el rescate es tuyo; cómpralo para ti." Entonces supe que esta era la palabra del SEÑOR.

9 Y compré a Hanameel, hijo de mi tío, el campo que estaba en Anatot, y le pesé la plata, diecisiete siclos de plata.

10 Firmé la escritura y la sellé, llamé testigos y pesé la plata en la balanza.

11 Luego tomé la escritura de compra, la copia sellada con los términos y condiciones, y también la copia abierta;

12 y di la escritura de compra a Baruc, hijo de Nerías, hijo de Maasías, en presencia de Hanameel, hijo de mi tío, en presencia de los testigos que firmaron la escritura de compra y en presencia de todos los judíos que se encontraban en el patio de la guardia.

13 Y di orden a Baruc en presencia de ellos, diciendo:

14 "Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: 'Toma estas escrituras, esta escritura de compra sellada y esta escritura abierta, y ponlas en una vasija de barro para que duren mucho tiempo.'

15 "Porque así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: 'De nuevo se comprarán casas, campos y viñas en esta tierra.'"

16 Entonces oré al SEÑOR, después de haber dado la escritura de compra a Baruc, hijo de Nerías, diciendo:

17 "¡Ah, Señor DIOS! He aquí, tú hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido; nada es imposible para ti,

18 que muestras misericordia a millares, pero que castigas la iniquidad de los padres en sus hijos después de ellos, oh grande y poderoso Dios, el SEÑOR de los ejércitos es su nombre;

19 grande en consejo y poderoso en obras, cuyos ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar a cada uno conforme a sus caminos y conforme al fruto de sus obras.

20 "Tú realizaste señales y portentos en la tierra de Egipto hasta este día, y en Israel y entre los hombres, y te has hecho un nombre, como se ve hoy.

21 "Y sacaste a tu pueblo Israel de la tierra de Egipto con señales y portentos, con mano fuerte y con brazo extendido y con gran terror,

22 y les diste esta tierra, que habías jurado dar a sus padres, tierra que mana leche y miel.

23 "Y ellos entraron y tomaron posesión de ella, pero no obedecieron tu voz ni anduvieron en tu ley; no hicieron nada de todo lo que les mandaste hacer; por tanto tú has hecho venir sobre ellos toda esta calamidad.

24 "He aquí, los terraplenes de asalto han llegado a la ciudad para tomarla, y la ciudad va a ser entregada en manos de los caldeos que pelean contra ella, por causa de la espada, el hambre y la pestilencia; lo que habías hablado ha venido a ser, y he aquí, tú lo estás viendo.

25 "Y tú me has dicho, oh Señor DIOS: 'Cómprate el campo con dinero, y llama testigos'; aunque la ciudad sea entregada en manos de los caldeos."

26 Entonces vino palabra del SEÑOR a Jeremías, diciendo:

27 He aquí, yo soy el SEÑOR, el Dios de toda carne, ¿habrá algo imposible para mí?

28 Por tanto, así dice el SEÑOR: He aquí, entregaré esta ciudad en mano de los caldeos y en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y él la tomará.

29 Y entrarán los caldeos que atacan esta ciudad, prenderán fuego a la ciudad y la quemarán, junto con las casas en las que han ofrecido incienso a Baal sobre sus terrazas y han derramado libaciones a otros dioses para provocarme a ira.

30 Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá sólo han hecho lo malo ante mis ojos desde su juventud; ciertamente los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con la obra de sus manos —declara el SEÑOR.

31 Porque motivo de mi ira y de mi furor ha sido esta ciudad para mí, desde el día en que la edificaron hasta hoy, de modo que será quitada de mi presencia

32 por todo el mal que los hijos de Israel y los hijos de Judá hicieron para provocarme a ira, ellos, sus reyes, sus jefes, sus sacerdotes, sus profetas, los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén.

33 Ellos me dieron la espalda, y no el rostro; aunque les enseñaba, enseñándoles una y otra vez, no escucharon ni aceptaron corrección,

34 sino que pusieron sus abominaciones en la casa que es llamada por mi nombre, profanándola.

35 Y edificaron los lugares altos de Baal que están en el valle de Ben-hinom, para hacer pasar por el fuego a sus hijos y a sus hijas en honor de Moloc, lo cual no les había mandado, ni me pasó por la mente que ellos cometieran esta abominación, para hacer que Judá pecara.

36 Ahora pues, así dice el SEÑOR, Dios de Israel, en cuanto a esta ciudad de la cual vosotros decís: "Va a ser entregada en mano del rey de Babilonia por la espada, por el hambre y por la pestilencia."

37 He aquí, los reuniré de todas las tierras a las cuales los he echado en mi ira, en mi furor y con gran enojo, y los haré volver a este lugar y los haré morar seguros.

38 Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios;

39 y les daré un solo corazón y un solo camino, para que me teman siempre, para bien de ellos y de sus hijos después de ellos.

40 Haré con ellos un pacto eterno, por el que no me apartaré de ellos, para hacerles bien, e infundiré mi temor en sus corazones para que no se aparten de mí.

41 Me regocijaré en ellos haciéndoles bien, y ciertamente los plantaré en esta tierra, con todo mi corazón y con toda mi alma.

42 Porque así dice el SEÑOR: "Como he traído a este pueblo toda esta gran calamidad así he de traer sobre ellos todo el bien que les prometo.

43 "Y se comprarán campos en esta tierra de la cual decís vosotros: 'Es una desolación, sin hombres ni animales; entregada está en mano de los caldeos.'

44 "La gente comprará campos por dinero, firmarán y sellarán escrituras y llamarán a testigos, en la tierra de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén, en las ciudades de Judá, en las ciudades de la región montañosa, en las ciudades de la llanura y en las ciudades del Neguev, porque restauraré su bienestar" —declara el SEÑOR.

33

1 Vino la palabra del SEÑOR a Jeremías por segunda vez, mientras él estaba aún detenido en el patio de la guardia, diciendo:

2 Así dice el SEÑOR que hizo la tierra, el SEÑOR que la formó para establecerla; el SEÑOR es su nombre:

3 "Clama a mí, y yo te responderé y te revelaré cosas grandes e inaccesibles, que tú no conoces."

4 Porque así dice el SEÑOR, Dios de Israel, acerca de las casas de esta ciudad y acerca de las casas de los reyes de Judá que han sido derribadas para hacer defensas contra los terraplenes de asalto y contra la espada:

5 "Mientras ellos vienen a pelear contra los caldeos y a llenarlas con los cadáveres de los hombres que herí en mi ira y en mi furor, pues yo había escondido mi rostro de esta ciudad a causa de toda su maldad,

6 he aquí, yo le traeré salud y sanidad; los sanaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad.

7 "Restauraré el bienestar de Judá y el bienestar de Israel y los reedificaré como eran al principio.

8 "Los limpiaré de toda la maldad que cometieron contra mí, y perdonaré todas las iniquidades con que pecaron contra mí y con las que se rebelaron contra mí.

9 "Y la ciudad será para mí un nombre de gozo, de alabanza y de gloria ante todas las naciones de la tierra, que oirán de todo el bien que yo le hago, y temerán y temblarán a causa de todo el bien y de toda la paz que yo le doy."

10 Así dice el SEÑOR: "En este lugar, del cual decís vosotros: 'Es una desolación, sin hombres y sin animales', en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén que están desoladas, sin hombres, sin habitantes y sin animales, se oirá de nuevo

11 voz de gozo y voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, la voz de los que dicen: 'Dad gracias al SEÑOR de los ejércitos, porque el SEÑOR es bueno, porque para siempre es su misericordia'; y de los que traen ofrenda de acción de gracias a la casa del SEÑOR. Porque restauraré el bienestar de esta tierra como fueron al principio" —dice el SEÑOR.

12 Así dice el SEÑOR de los ejércitos: "En este lugar desolado, sin hombres y sin animales, y en todas sus ciudades, habrá de nuevo morada de pastores que hagan descansar sus rebaños.

13 "En las ciudades de la región montañosa, en las ciudades de la llanura, en las ciudades del Neguev, en la tierra de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá, volverán a pasar las ovejas bajo las manos del que las cuenta" —declara el SEÑOR.

14 "He aquí, vienen días" —declara el SEÑOR— "en que cumpliré la buena palabra que he hablado a la casa de Israel y a la casa de Judá.

15 "En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar de David un Renuevo justo, y El hará juicio y justicia en la tierra.

16 "En aquellos días estará a salvo Judá, y Jerusalén morará segura, y este es el nombre con el cual será llamada: el SEÑOR, justicia nuestra."

17 Porque así dice el SEÑOR: "Nunca le faltará a David quien se siente sobre el trono de la casa de Israel;

18 y a los sacerdotes levitas nunca les faltará quien en presencia mía ofrezca holocausto, queme ofrendas de cereal y prepare sacrificios todos los días."

19 Y vino palabra del SEÑOR a Jeremías, diciendo:

20 Así dice el SEÑOR: "Si pudierais romper mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de modo que el día y la noche no vinieran a su tiempo,

21 entonces también se podría romper mi pacto con mi siervo David, y él no tendría hijo para reinar sobre su trono con los sacerdotes levitas, mis ministros.

22 "Como no se puede contar el ejército del cielo, ni se puede medir la arena del mar, así multiplicaré la descendencia de mi siervo David y de los levitas que me sirven."

23 Y vino palabra del SEÑOR a Jeremías, diciendo:

24 ¿No has observado lo que este pueblo ha hablado, diciendo: "Las dos familias que el SEÑOR escogió, las ha desechado"? Desprecian a mi pueblo, ya no son una nación ante sus ojos.

25 Así dice el SEÑOR: "Si no permanece mi pacto con el día y con la noche, y si no he establecido las leyes del cielo y de la tierra,

26 entonces desecharé la descendencia de Jacob y de mi siervo David, para no tomar de su descendencia quien gobierne sobre la descendencia de Abraham, de Isaac y de Jacob. Pero yo restauraré su bienestar y tendré de ellos misericordia."

34

1 Palabra que vino a Jeremías de parte del SEÑOR, cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, y todo su ejército y todos los reinos de la tierra que estaban bajo su dominio y todos los pueblos peleaban contra Jerusalén y contra todas sus ciudades, diciendo:

2 Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: "Ve y habla a Sedequías, rey de Judá, y dile: 'Así dice el SEÑOR: "He aquí, yo entrego esta ciudad en manos del rey de Babilonia, y él le prenderá fuego.

3 "Y tú no escaparás de su mano, sino que ciertamente serás capturado y entregado en su mano; tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, y él te hablará cara a cara, y a Babilonia irás."'"

4 Sin embargo, oye la palabra del SEÑOR, oh Sedequías, rey de Judá. Así dice el SEÑOR acerca de ti: "No morirás a espada;

5 en paz morirás. Como quemaron especias por tus padres, los reyes anteriores que te precedieron, así quemarán especias por ti, y con '¡Ay, señor!' harán lamento por ti": Porque yo he hablado la palabra —declara el SEÑOR.

6 Entonces habló el profeta Jeremías a Sedequías, rey de Judá, todas estas palabras en Jerusalén

7 mientras el ejército del rey de Babilonia peleaba contra Jerusalén y contra todas las ciudades que quedaban en Judá, es decir, Laquis y Azeca, pues sólo éstas quedaban como ciudades fortificadas entre las ciudades de Judá.

8 Palabra que vino a Jeremías de parte del SEÑOR, después que el rey Sedequías había hecho un pacto con todo el pueblo que había en Jerusalén para proclamarles libertad:

9 que cada uno debía poner en libertad a su siervo y a su sierva hebreos, para que nadie retuviera a un judío, hermano suyo, en servidumbre.

10 Y obedecieron todos los oficiales y todo el pueblo que habían entrado en el pacto, de que cada uno dejara en libertad a su siervo y cada uno a su sierva, de modo que nadie los mantuviera más en servidumbre; obedecieron y los pusieron en libertad.

11 Pero después se arrepintieron y volvieron a tomar a los siervos y a las siervas a quienes habían dejado en libertad, y los redujeron a servidumbre como siervos y como siervas.

12 Entonces vino la palabra del SEÑOR a Jeremías, diciendo:

13 Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: "Yo hice un pacto con vuestros padres el día que los saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre, diciendo:

14 'Al cabo de siete años cada uno de vosotros pondrá en libertad al hermano hebreo que le fue vendido y que le ha servido por seis años, y lo enviará libre de junto a sí; pero vuestros padres no me escucharon, ni inclinaron su oído.

15 'Aunque recientemente os habíais arrepentido y habíais hecho lo que es recto ante mis ojos, cada uno proclamando libertad a su prójimo, habiendo hecho un pacto delante de mí en la casa que es llamada por mi nombre,

16 ahora os habéis vuelto atrás y profanado mi nombre, y cada uno ha tomado de nuevo a su siervo y cada uno a su sierva, a quienes habíais dejado libres según su deseo, y los habéis reducido a servidumbre como siervos y como siervas.'"

17 Por tanto, así dice el SEÑOR: "Vosotros no me habéis obedecido proclamando libertad cada uno a su hermano y cada uno a su prójimo. He aquí, proclamo contra vosotros libertad" —declara el SEÑOR— "a la espada, a la pestilencia y al hambre; y haré de vosotros motivo de espanto para todos los reinos de la tierra.

18 "Y entregaré a los hombres que han transgredido mi pacto, que no han cumplido las palabras del pacto que hicieron delante de mí, cuando cortaron en dos el becerro y pasaron entre los pedazos,

19 a los oficiales de Judá, a los oficiales de Jerusalén, a los oficiales de la corte, a los sacerdotes y a todo el pueblo de la tierra que pasaron entre los pedazos del becerro;

20 y los entregaré en manos de sus enemigos y en manos de los que buscan su vida. Sus cadáveres servirán de comida para las aves del cielo y para las bestias de la tierra.

21 "Y a Sedequías, rey de Judá, y a sus oficiales los entregaré en manos de sus enemigos, en manos de los que buscan su vida y en manos del ejército del rey de Babilonia, que se ha retirado de vosotros.

22 "He aquí, daré órdenes" —declara el SEÑOR— "y los haré volver a esta ciudad, y pelearán contra ella, la tomarán y le prenderán fuego; y haré de las ciudades de Judá una desolación sin habitantes."

35

1 Palabra que vino a Jeremías de parte del SEÑOR en los días de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, diciendo:

2 Ve a la casa de los recabitas, habla con ellos, llévalos a la casa del SEÑOR, a una de las cámaras, y dales a beber vino.

3 Entonces tomé a Jaazanías, hijo de Jeremías, hijo de Habasinías, y a sus hermanos, a todos sus hijos y a toda la casa de los recabitas,

4 y los llevé a la casa del SEÑOR, a la cámara de los hijos de Hanán, hijo de Igdalías, hombre de Dios, la cual estaba cerca de la cámara de los oficiales, que estaba encima de la cámara de Maasías, hijo de Salum, guarda del umbral.

5 Entonces puse delante de los hombres de la casa de los recabitas jarras llenas de vino y tazas, y les dije: Bebed vino.

6 Mas ellos dijeron: No beberemos vino, porque Jonadab, hijo de Recab, nuestro padre, nos ordenó, diciendo: "No beberéis vino jamás, ni vosotros ni vuestros hijos.

7 "No edificaréis casa, ni sembraréis simiente, ni plantaréis viña, ni poseeréis ninguna, sino que habitaréis en tiendas todos vuestros días, para que viváis muchos días en la tierra donde sois peregrinos."

8 Y nosotros hemos obedecido la voz de Jonadab, hijo de Recab, nuestro padre, en todo lo que él nos mandó de no beber vino en todos nuestros días, ni nosotros, ni nuestras mujeres, ni nuestros hijos, ni nuestras hijas,

9 y de no edificarnos casa en donde morar, y de no tener viña, ni campo, ni sementera.

10 Hemos habitado solamente en tiendas, y hemos obedecido y hecho conforme a todo lo que nos mandó nuestro padre Jonadab.

11 Pero sucedió que cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, subió contra la tierra, dijimos: "Venid y huyamos a Jerusalén ante el ejército de los caldeos y ante el ejército de Aram." Por eso habitamos en Jerusalén.

12 Entonces vino palabra del SEÑOR a Jeremías, diciendo:

13 Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: "Ve y di a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén: '¿No aprenderéis a escuchar mis palabras?' —declara el SEÑOR.

14 'Las palabras de Jonadab, hijo de Recab, que mandó a sus hijos de no beber vino, son guardadas. Por eso no beben vino hasta hoy, porque han obedecido el mandato de su padre. Pero yo os he hablado repetidas veces, con todo no me habéis escuchado.

15 'También os he enviado a todos mis siervos los profetas, enviándolos repetidas veces, a deciros: "Volveos ahora cada uno de vuestro mal camino, enmendad vuestras obras y no vayáis tras otros dioses para adorarlos, y habitaréis en la tierra que os he dado, a vosotros y a vuestros padres; pero no inclinasteis vuestro oído, ni me escuchasteis.

16 "Ciertamente los hijos de Jonadab, hijo de Recab, han guardado el mandato que su padre les ordenó, pero este pueblo no me ha escuchado."'"

17 Por tanto así dice el SEÑOR, Dios de los ejércitos, el Dios de Israel: "He aquí, traigo sobre Judá y sobre todos los habitantes de Jerusalén toda la calamidad que he pronunciado contra ellos, porque les hablé, pero no escucharon, y los llamé, pero no respondieron."

18 Entonces Jeremías dijo a la casa de los recabitas: Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: "Por cuanto habéis obedecido el mandato de vuestro padre Jonadab, guardando todos sus mandatos y haciendo conforme a todo lo que él os ordenó,

19 por tanto, así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: 'A Jonadab, hijo de Recab, no le faltará hombre que esté delante de mí todos los días.'"

36

1 Y sucedió que en el año cuarto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra a Jeremías de parte del SEÑOR, diciendo:

2 Toma un rollo y escribe en él todas las palabras que te he hablado acerca de Israel, acerca de Judá y acerca de todas las naciones, desde el día que te hablé, desde los días de Josías, hasta hoy.

3 Tal vez la casa de Judá oiga toda la calamidad que pienso traer sobre ellos, y se vuelva cada uno de su mal camino; entonces perdonaré su iniquidad y su pecado.

4 Llamó, pues, Jeremías a Baruc, hijo de Nerías, y Baruc escribió al dictado de Jeremías, en un rollo, todas las palabras que el SEÑOR le había hablado.

5 Y Jeremías dio órdenes a Baruc diciendo: Estoy detenido; no puedo entrar en la casa del SEÑOR.

6 Ve, pues, y lee en el rollo que has escrito al dictado mío, las palabras del SEÑOR a oídos del pueblo, en la casa del SEÑOR un día de ayuno. Y también las leerás a oídos de todos los de Judá que vienen de sus ciudades.

7 Tal vez su súplica llegue delante del SEÑOR, y todos se vuelvan de su mal camino, porque grande es la ira y el furor que el SEÑOR ha pronunciado contra este pueblo.

8 Y Baruc, hijo de Nerías, hizo conforme a todo lo que el profeta Jeremías le había mandado, y leyó en el libro las palabras del SEÑOR, en la casa del SEÑOR.

9 Y en el año quinto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, en el mes noveno, proclamaron ayuno delante del SEÑOR a todo el pueblo en Jerusalén y a todo el pueblo que vino de las ciudades de Judá a Jerusalén.

10 Y Baruc leyó en el libro las palabras de Jeremías a oídos de todo el pueblo en la casa del SEÑOR, en la cámara de Gemarías, hijo del escriba Safán, en el atrio superior, a la entrada de la puerta Nueva de la casa del SEÑOR.

11 Al oír Micaías, hijo de Gemarías, hijo de Safán, todas las palabras del SEÑOR que estaban en el libro,

12 descendió a la casa del rey, a la cámara del escriba. Y he aquí, estaban sentados allí todos los oficiales: el escriba Elisama, Delaía, hijo de Semaías, Elnatán, hijo de Acbor, Gemarías, hijo de Safán, Sedequías, hijo de Ananías, y todos los demás oficiales.

13 Y Micaías les declaró todas las palabras que había oído cuando Baruc leyó en el libro a oídos del pueblo.

14 Entonces todos los oficiales enviaron a Jehudí, hijo de Netanías, hijo de Selemías, hijo de Cusi, a decir a Baruc: Toma en tu mano el rollo en el que has leído a oídos del pueblo y ven. Y Baruc, hijo de Nerías, tomó el rollo en su mano y fue a ellos.

15 Y le dijeron: Siéntate ahora, y léenoslo. Y Baruc se lo leyó.

16 Y sucedió que cuando oyeron todas las palabras, se miraron unos a otros atemorizados, y dijeron a Baruc: Ciertamente haremos saber al rey todas estas palabras.

17 Y preguntaron a Baruc, diciendo: Cuéntanos ahora cómo escribiste todas estas palabras. ¿Fue al dictado suyo?

18 Baruc les respondió: El me dictó todas estas palabras y yo las escribí con tinta en el libro.

19 Entonces los oficiales dijeron a Baruc: Ve, escóndete, tú y Jeremías, y que nadie sepa donde estáis.

20 Y entraron al atrio donde estaba el rey, después de haber depositado el rollo en la cámara del escriba Elisama, y contaron a oídos del rey todas las palabras.

21 Entonces envió el rey a Jehudí a buscar el rollo, y éste lo tomó de la cámara del escriba Elisama. Y Jehudí lo leyó al rey y a todos los oficiales que estaban junto al rey.

22 Y el rey estaba sentado en la casa de invierno (era el mes noveno), y había un brasero encendido delante de él.

23 Y sucedía que después que Jehudí había leído tres o cuatro columnas, el rey lo cortaba con el cuchillo del escriba y lo echaba al fuego que estaba en el brasero, hasta terminar con todo el rollo en el fuego que estaba en el brasero.

24 Ni el rey ni ninguno de sus siervos que oyeron todas estas palabras tuvieron temor ni rasgaron sus vestiduras.

25 Y aunque Elnatán y Delaía y Gemarías rogaron al rey que no quemara el rollo, él no les hizo caso.

26 Luego el rey ordenó a Jerameel, hijo del rey, a Seraías, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de Abdeel, prender al escriba Baruc y al profeta Jeremías, pero el SEÑOR los escondió.

27 Entonces vino la palabra del SEÑOR a Jeremías, después que el rey había quemado el rollo y las palabras que Baruc había escrito al dictado de Jeremías, diciendo:

28 Vuelve a tomar otro rollo y escribe en él todas las palabras que antes había en el primer rollo que quemó Joacim, rey de Judá.

29 Y a Joacim, rey de Judá, dirás: "Así dice el SEÑOR: 'Tú has quemado este rollo, diciendo: "¿Por qué has escrito en él que ciertamente vendrá el rey de Babilonia y destruirá esta tierra, y hará desaparecer de ella a hombres y animales?"'

30 "Por tanto, así dice el SEÑOR acerca de Joacim, rey de Judá: 'No tendrá quien se siente sobre el trono de David, y su cadáver quedará tirado al calor del día y a la escarcha de la noche.

31 'Lo castigaré, a él, a su descendencia y a sus siervos por su iniquidad, y traeré sobre ellos, sobre los habitantes de Jerusalén y sobre los hombres de Judá toda la calamidad que les he anunciado, sin que ellos escucharan.'"

32 Entonces Jeremías tomó otro rollo y se lo dio al escriba Baruc, hijo de Nerías, y éste escribió en él al dictado de Jeremías todas las palabras del libro que Joacim, rey de Judá, había quemado en el fuego, y aun se le añadieron muchas palabras semejantes.

37

1 Y Sedequías, hijo de Josías, a quien Nabucodonosor, rey de Babilonia, había hecho rey en la tierra de Judá, reinó en lugar de Conías, hijo de Joacim.

2 Pero ni él, ni sus siervos, ni el pueblo de la tierra escucharon las palabras que el SEÑOR había hablado por medio del profeta Jeremías.

3 Y el rey Sedequías envió a Jucal, hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maasías, a decir al profeta Jeremías: Ruega ahora por nosotros al SEÑOR nuestro Dios.

4 Y Jeremías entraba y salía en medio del pueblo, porque todavía no lo habían puesto en la cárcel.

5 Entretanto, el ejército de Faraón había salido de Egipto, y cuando los caldeos que tenían sitiada a Jerusalén oyeron la noticia acerca de ellos, levantaron el sitio de Jerusalén.

6 Entonces vino la palabra del SEÑOR al profeta Jeremías, diciendo:

7 Así dice el SEÑOR, Dios de Israel: "Así diréis al rey de Judá, que os envió a mí para consultarme: 'He aquí, el ejército de Faraón que salió en vuestra ayuda, volverá a su tierra de Egipto.

8 'Y volverán los caldeos y pelearán contra esta ciudad, la capturarán y le prenderán fuego.'"

9 Así dice el SEÑOR: "No os engañéis, diciendo: 'Ciertamente los caldeos se apartarán de nosotros', porque no se apartarán.

10 "Pues aunque hubierais derrotado a todo el ejército de los caldeos que peleaba contra vosotros, y sólo quedaran heridos entre ellos, se levantaría cada uno en su tienda, y prenderían fuego a esta ciudad."

11 Y sucedió que cuando el ejército de los caldeos levantó el sitio de Jerusalén por causa del ejército de Faraón,

12 Jeremías salió de Jerusalén para ir a la tierra de Benjamín a tomar allí posesión de una propiedad en el pueblo.

13 Estando él a la puerta de Benjamín, había allí un capitán de la guardia que se llamaba Irías, hijo de Selemías, hijo de Hananías, el cual apresó al profeta Jeremías, diciendo: Tú vas a pasarte a los caldeos.

14 Pero Jeremías dijo: ¡No es verdad! No voy a pasarme a los caldeos. Sin embargo él no le hizo caso. Apresó, pues, Irías a Jeremías y lo llevó a los oficiales.

15 Y los oficiales se enojaron contra Jeremías y lo azotaron, y lo encarcelaron en la casa del escriba Jonatán, la cual habían convertido en prisión.

16 Entró, pues, Jeremías en el calabozo, es decir, en la celda abovedada; allí permaneció Jeremías muchos días.

17 Y el rey Sedequías envió a sacarlo, y en su palacio el rey le preguntó secretamente, y le dijo: ¿Hay palabra del SEÑOR? Y Jeremías respondió: La hay. Y añadió: En manos del rey de Babilonia serás entregado.

18 Dijo también Jeremías al rey Sedequías: ¿En qué he pecado contra ti, o contra tus siervos, o contra este pueblo para que me hayas puesto en prisión?

19 ¿Dónde, pues, están vuestros profetas que os profetizaban, diciendo: "El rey de Babilonia no vendrá contra vosotros, ni contra esta tierra"?

20 Mas ahora, te ruego que escuches, oh rey mi señor; venga ahora mi súplica delante de ti, y no me hagas volver a la casa del escriba Jonatán, no sea que muera yo allí.

21 Entonces el rey Sedequías ordenó que pusieran a Jeremías en el patio de la guardia y le dieran una torta de pan al día de la calle de los panaderos, hasta que se acabara todo el pan en la ciudad. Y permaneció Jeremías en el patio de la guardia.

38

1 Y oyeron Sefatías, hijo de Matán, Gedalías, hijo de Pasur, Jucal, hijo de Selemías, y Pasur, hijo de Malquías, las palabras que Jeremías hablaba a todo el pueblo, diciendo:

2 Así dice el SEÑOR: "El que se quede en esta ciudad morirá a espada, de hambre o de pestilencia, pero el que se pase a los caldeos, vivirá y tendrá su vida por botín y seguirá viviendo."

3 Así dice el SEÑOR: "Ciertamente esta ciudad será entregada en manos del ejército del rey de Babilonia, y él la tomará."

4 Entonces dijeron los oficiales al rey: Den muerte ahora a este hombre, porque él desanima a los hombres de guerra que quedan en esta ciudad y a todo el pueblo diciéndoles tales palabras; pues este hombre no busca el bien de este pueblo, sino el mal.

5 Y el rey Sedequías dijo: He aquí, él está en vuestras manos; pues el rey nada puede hacer contra vosotros.

6 Tomando ellos a Jeremías, lo echaron en la cisterna de Malaquías, hijo del rey, que había en el patio de la guardia, y bajaron a Jeremías con cuerdas. En la cisterna no había agua, sino lodo, y Jeremías se hundió en el lodo.

7 Al oír Ebed-melec el etíope, eunuco del palacio del rey, que habían echado a Jeremías en la cisterna, estando el rey sentado a la puerta de Benjamín,

8 salió Ebed-melec del palacio real y habló al rey, diciendo:

9 Oh rey, mi señor, estos hombres han obrado mal en todo lo que han hecho al profeta Jeremías echándolo en la cisterna; morirá donde está a causa del hambre, porque no hay más pan en la ciudad.

10 Entonces el rey ordenó al etíope Ebed-melec, diciendo: Toma bajo tu mando tres hombres de aquí, y saca al profeta Jeremías de la cisterna antes que muera.

11 Ebed-melec tomó a los hombres bajo su mando, entró en el palacio del rey al lugar debajo del cuarto del tesoro y tomó de allí ropas raídas y trapos viejos, y con sogas los bajó a Jeremías en la cisterna.

12 Y el etíope Ebed-melec dijo a Jeremías: Ponte ahora estas ropas raídas y trapos bajo tus brazos, debajo de las sogas; y así lo hizo Jeremías.

13 Tiraron de Jeremías con las sogas y lo subieron de la cisterna. Y quedó Jeremías en el patio de la guardia.

14 Entonces el rey Sedequías mandó traer ante sí al profeta Jeremías a la entrada tercera que había en la casa del SEÑOR; y dijo el rey a Jeremías: Voy a preguntarte una cosa; no me ocultes nada.

15 Y Jeremías dijo a Sedequías: Si te la hago saber, ¿no es cierto que me matarás? Y si te doy un consejo, no me escucharás.

16 Pero el rey Sedequías juró en secreto a Jeremías, diciendo: Vive el SEÑOR, que nos dio esta vida, que ciertamente no te mataré ni te entregaré en manos de esos hombres que buscan tu vida.

17 Y Jeremías dijo a Sedequías: Así dice el SEÑOR, Dios de los ejércitos, el Dios de Israel: "Si en verdad te pasas a los oficiales del rey de Babilonia, entonces vivirás, y esta ciudad no será incendiada, y vivirás, tú y tu casa.

18 Pero si no te pasas a los oficiales del rey de Babilonia, esta ciudad será entregada en manos de los caldeos; ellos la incendiarán y tú no escaparás de su mano."

19 Entonces dijo el rey Sedequías a Jeremías: Tengo temor de los judíos que se han pasado a los caldeos, no sea que me entreguen en sus manos y me maltraten.

20 Pero Jeremías dijo: No te entregarán. Te ruego que escuches la voz del SEÑOR en lo que te digo, y te irá bien y vivirás.

21 Mas si sigues rehusando pasarte, esta es la palabra que el SEÑOR me ha mostrado:

22 "He aquí, todas las mujeres que quedan en el palacio del rey de Judá, serán llevadas a los oficiales del rey de Babilonia, y ellas dirán: 'Te han engañado y han prevalecido contra ti; tus buenos amigos, mientras tus pies estaban hundidos en el lodo, se volvieron atrás.'

23 "Y todas tus mujeres y tus hijos serán llevados a los caldeos, y tú no escaparás de sus manos, sino que serás apresado por la mano del rey de Babilonia, y esta ciudad será incendiada."

24 Entonces Sedequías dijo a Jeremías: Que nadie sepa de estas palabras, y no morirás.

25 Pero si los oficiales se enteran de que he hablado contigo, y vienen a ti y te dicen: "Dinos ahora lo que dijiste al rey y lo que el rey te dijo, no nos lo ocultes, y no te mataremos",

26 tú les dirás: "Presentaba al rey mi súplica de que no me hiciera volver a la casa de Jonatán, a morir allí."

27 Luego vinieron todos los oficiales a Jeremías y lo interrogaron. Y él les informó conforme a todas estas palabras que el rey le había ordenado; y no volvieron a preguntarle, ya que de la conversación no se sabía nada.

28 Así Jeremías quedó en el patio de la guardia hasta el día en que Jerusalén fue tomada.

39

1 Y aconteció que Jerusalén fue tomada en el año noveno de Sedequías, rey de Judá, en el décimo mes, cuando vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitiaron.

2 En el año undécimo de Sedequías, en el mes cuarto, a los nueve días del mes, se abrió brecha en el muro de la ciudad.

3 Y entraron todos los oficiales del rey de Babilonia y se sentaron en la puerta Central: Nergal-sarezer, Samgar-nebo, Sarse-quim el Rabsaris, Nergal-sarezer el Rabmag y todos los demás oficiales del rey de Babilonia.

4 Y sucedió que cuando los vieron Sedequías, rey de Judá, y todos los hombres de guerra, huyeron y salieron de la ciudad de noche por el camino del jardín del rey, por la puerta entre los dos muros; y se fueron por el camino del Arabá.

5 Pero el ejército de los caldeos los persiguió, y alcanzaron a Sedequías en los llanos de Jericó; lo apresaron y lo llevaron a Ribla en la tierra de Hamat, donde Nabucodonosor, rey de Babilonia, dictó sentencia contra él.

6 Entonces el rey de Babilonia degolló a los hijos de Sedequías ante sus ojos en Ribla; también el rey de Babilonia degolló a todos los nobles de Judá.

7 Después sacó los ojos a Sedequías y lo ató con grillos de bronce para llevarlo a Babilonia.

8 Y los caldeos prendieron fuego al palacio del rey y a las casas del pueblo y derribaron los muros de Jerusalén.

9 Y en cuanto al resto del pueblo que quedaba en la ciudad, a los desertores que se habían pasado a él, y los demás del pueblo que quedaban, Nabuzaradán, capitán de la guardia, los llevó cautivos a Babilonia.

10 Pero a algunos de los más pobres del pueblo que no tenían nada, Nabuzaradán, capitán de la guardia, los dejó en la tierra de Judá, y aquel día les dio viñas y campos.

11 Y dio órdenes Nabucodonosor, rey de Babilonia, a Nabuzaradán, capitán de la guardia, respecto a Jeremías, diciendo:

12 Tómalo y vela por él, y no le hagas daño alguno; sino que harás con él conforme a lo que él mismo te diga.

13 Entonces dio órdenes Nabuzaradán, capitán de la guardia, juntamente con Nebusazbán el Rabsaris, y Nergal-sarezer el Rabmag, y todos los oficiales principales del rey de Babilonia;

14 y enviaron a sacar a Jeremías del patio de la guardia y lo pusieron al cuidado de Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, para que lo llevara a casa. Y se quedó en medio del pueblo.

15 Y la palabra del SEÑOR había venido a Jeremías mientras estaba detenido en el patio de la guardia, diciendo:

16 Ve y habla al etíope Ebed-melec, diciendo: "Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: 'He aquí, traigo mis palabras sobre esta ciudad para mal y no para bien; y se cumplirán delante de ti en aquel día.

17 'Pero yo te libraré en aquel día' —declara el SEÑOR— 'y no serás entregado en manos de los hombres que temes.

18 'Porque ciertamente te libraré, y no caerás a espada; antes bien, tendrás tu vida por botín, porque confiaste en mí' —declara el SEÑOR."

40

1 Palabra que vino a Jeremías de parte del SEÑOR después que Nabuzaradán, capitán de la guardia, lo había dejado libre en Ramá, cuando lo había tomado estando él encadenado entre todos los desterrados de Jerusalén y Judá que iban deportados a Babilonia.

2 Tomó, pues, el capitán de la guardia a Jeremías, y le dijo: El SEÑOR tu Dios decretó esta calamidad contra este lugar,

3 y el SEÑOR la ha traído y hecho tal como había dicho. Porque vosotros pecasteis contra el SEÑOR y no escuchasteis su voz, por tanto os ha sucedido esto.

4 Mas ahora, he aquí, hoy te libro de las cadenas que están en tus manos. Si te parece bien venir conmigo a Babilonia, ven, y yo te cuidaré; pero si te parece mal venir conmigo a Babilonia, no te preocupes. Mira, toda la tierra está delante de ti; ve adonde mejor y más conveniente te parezca ir.

5 Como Jeremías aun no se volvía, le dijo: Vuelve a Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, a quien el rey de Babilonia ha puesto para gobernar sobre las ciudades de Judá, y quédate con él en medio del pueblo; y si no, ve adonde te parezca más conveniente ir. Entonces el capitán de la guardia le dio una ración de alimentos y un regalo, y lo dejó ir.

6 Jeremías fue entonces a Gedalías, hijo de Ahicam, en Mizpa, y se quedó con él en medio del pueblo que había quedado en la tierra.

7 Y todos los capitanes de las tropas que estaban en el campo, ellos y sus hombres, oyeron que el rey de Babilonia había puesto a Gedalías, hijo de Ahicam, para gobernar la tierra, y que le había encomendado los hombres, mujeres y niños y los más pobres de la tierra que no habían sido deportados a Babilonia.

8 Fueron, pues, a Gedalías en Mizpa, junto con Ismael, hijo de Netanías, y Johanán y Jonatán, hijos de Carea, y Seraías, hijo de Tanhumet, y los hijos de Efai netofatita, y Jezanías, hijo de un maacateo, ellos y sus hombres.

9 Entonces Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, les juró a ellos y a sus hombres, diciendo: No temáis servir a los caldeos; quedaos en la tierra y servid al rey de Babilonia, y os irá bien.

10 Y he aquí, por mi parte, yo me quedaré en Mizpa para estar en lugar vuestro delante de los caldeos que vengan a nosotros; pero en cuanto a vosotros, recoged vino y frutos de verano y aceite, y guardadlos en vuestras vasijas, y habitad en vuestras ciudades que habéis tomado.

11 Asimismo todos los judíos que estaban en Moab, y entre los hijos de Amón, y en Edom, y los que estaban en todos los demás países, oyeron que el rey de Babilonia había dejado un remanente en Judá y que había puesto para gobernar sobre ellos a Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán.

12 Entonces todos los judíos regresaron de todos los lugares adonde habían sido dispersados, y vinieron a la tierra de Judá, a Gedalías en Mizpa, y recogieron vino y frutos de verano en gran abundancia.

13 Y Johanán, hijo de Carea, y todos los capitanes de las tropas que estaban en el campo vinieron a Gedalías en Mizpa,

14 y le dijeron: ¿Sabes que Baalis, rey de los hijos de Amón, ha enviado a Ismael, hijo de Netanías, para quitarte la vida? Pero Gedalías, hijo de Ahicam, no les creyó.

15 Entonces Johanán, hijo de Carea, habló en secreto a Gedalías en Mizpa, diciendo: Déjame ir a matar a Ismael, hijo de Netanías, y nadie lo sabrá. ¿Por qué te ha de quitar la vida y se dispersen así todos los judíos que se han reunido en torno a ti, y perezca el remanente de Judá?

16 Pero Gedalías, hijo de Ahicam, dijo a Johanán, hijo de Carea: No hagas eso, porque es mentira lo que dices de Ismael.

41

1 Y en el mes séptimo fue Ismael, hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la familia real, y uno de los oficiales principales del rey, junto con diez hombres, adonde estaba Gedalías, hijo de Ahicam, en Mizpa. Y mientras comían pan juntos allí en Mizpa,

2 se levantó Ismael, hijo de Netanías, y los diez hombres que estaban con él, e hirieron a espada a Gedalías, hijo de Ahicam, hijo de Safán, y mataron al que el rey de Babilonia había puesto para gobernar sobre la tierra.

3 Ismael mató también a todos los judíos que estaban con él, es decir, con Gedalías, en Mizpa, y a los hombres de guerra caldeos que se encontraban allí.

4 Y sucedió que al siguiente día del asesinato de Gedalías, cuando nadie lo sabía aún,

5 ochenta hombres vinieron de Siquem, de Silo y de Samaria, con las barbas rapadas, las vestiduras rasgadas y cubiertos de incisiones, y con ofrendas de cereal e incienso en sus manos, para llevarlos a la casa del SEÑOR.

6 Entonces Ismael, hijo de Netanías, salió a su encuentro desde Mizpa, llorando mientras iba; y cuando los encontró, les dijo: Venid a Gedalías, hijo de Ahicam.

7 Y sucedió que cuando entraron en la ciudad, Ismael, hijo de Netanías, y los hombres que con él estaban, los degollaron y los echaron en la cisterna.

8 Pero diez hombres que se encontraban entre ellos, dijeron a Ismael: No nos mates; pues tenemos escondidos en el campo, depósitos de trigo, cebada, aceite y miel. Y él se contuvo y no los mató como a sus compañeros.

9 Y la cisterna donde Ismael había echado todos los cadáveres de los hombres que él había matado por causa de Gedalías, era la que el rey Asa había hecho por causa de Baasa, rey de Israel; Ismael, hijo de Netanías, la llenó de muertos.

10 Después Ismael tomó cautivo a todo el resto del pueblo que estaba en Mizpa, a las hijas del rey y a todo el pueblo que había quedado en Mizpa, a los cuales Nabuzaradán, capitán de la guardia, había puesto bajo el mando de Gedalías, hijo de Ahicam. Los tomó, pues, cautivos Ismael, hijo de Netanías, y fue a pasarse a los hijos de Amón.

11 Y oyó Johanán, hijo de Carea, y todos los capitanes de las tropas que estaban con él de todo el mal que había hecho Ismael, hijo de Netanías.

12 Entonces tomaron a todos sus hombres y fueron a pelear contra Ismael, hijo de Netanías, y lo encontraron junto al gran estanque que está en Gabaón.

13 Y sucedió que cuando todo el pueblo que estaba con Ismael vio a Johanán, hijo de Carea, y a los capitanes de las tropas que estaban con él, se alegraron.

14 Y todo el pueblo al que Ismael llevaba cautivo a Mizpa dio la vuelta y regresó y se fue con Johanán, hijo de Carea.

15 Pero Ismael, hijo de Netanías, escapó de Johanán con ocho hombres y se fue con los hijos de Amón.

16 Entonces Johanán, hijo de Carea, y todos los capitanes de las tropas que estaban con él tomaron de Mizpa a todo el resto del pueblo que él había recobrado de Ismael, hijo de Netanías, después que éste había matado a Gedalías, hijo de Ahicam, es decir, a los hombres de guerra, las mujeres, los niños y los eunucos, que había traído de Gabaón.

17 Y fueron y se quedaron en Gerut-quimam, que está junto a Belén, a fin de ir y entrar en Egipto,

18 a causa de los caldeos, porque les temían, ya que Ismael, hijo de Netanías, había matado a Gedalías, hijo de Ahicam, a quien el rey de Babilonia había puesto para gobernar la tierra.

42

1 Entonces se acercaron todos los capitanes de las tropas, Johanán, hijo de Carea, Jezanías, hijo de Osaías, y todo el pueblo desde el menor hasta el mayor,

2 y dijeron al profeta Jeremías: Llegue ahora ante ti nuestra súplica, y ruega al SEÑOR tu Dios por nosotros, por todo este remanente, porque quedamos pocos de muchos que éramos, como pueden ver tus ojos,

3 para que el SEÑOR tu Dios nos indique el camino por donde debemos ir y lo que debemos hacer.

4 Entonces el profeta Jeremías les dijo: Os he oído. He aquí, voy a orar al SEÑOR vuestro Dios conforme a vuestras palabras, y todas las palabras que el SEÑOR os responda, yo os las declararé. No os ocultaré palabra alguna.

5 Y ellos dijeron a Jeremías: Que el SEÑOR sea un testigo veraz y fiel contra nosotros si no obramos conforme a toda palabra que el SEÑOR tu Dios te mande para nosotros.

6 Sea buena o mala, escucharemos la voz del SEÑOR nuestro Dios a quien te enviamos, para que nos vaya bien cuando escuchemos la voz del SEÑOR nuestro Dios.

7 Y sucedió que al cabo de diez días, vino la palabra del SEÑOR a Jeremías.

8 Entonces llamó a Johanán, hijo de Carea, y a todos los capitanes de las tropas que estaban con él, y a todo el pueblo desde el menor hasta el mayor,

9 y les dijo: Así dice el SEÑOR, Dios de Israel, a quien me enviasteis para presentar delante de El vuestra súplica:

10 "Si os quedáis en esta tierra, entonces os edificaré y no os derribaré, os plantaré y no os arrancaré, porque estoy arrepentido del mal que os he hecho.

11 "No temáis al rey de Babilonia, a quien teméis; no le temáis" —declara el SEÑOR— "porque yo estoy con vosotros para salvaros y libraros de su mano.

12 "También tendré compasión de vosotros, para que él tenga compasión de vosotros y os restaure a vuestra tierra.

13 "Pero si decís: 'No nos quedaremos en esta tierra', no obedeciendo así la voz del SEÑOR vuestro Dios,

14 diciendo: 'No, sino que iremos a la tierra de Egipto, donde no veremos guerra, ni oiremos el sonido de la trompeta, ni tendremos hambre de pan, y allí nos quedaremos';

15 en este caso, oíd la palabra del SEÑOR, remanente de Judá. Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: 'Si os obstináis en entrar en Egipto, y entráis para residir allí,

16 entonces sucederá que la espada que vosotros teméis, os alcanzará allí en la tierra de Egipto, y el hambre que os preocupa, os seguirá de cerca allí en Egipto, y allí moriréis.

17 'Así pues, todos los hombres que se obstinen en ir a Egipto para residir allí, morirán a espada, de hambre y de pestilencia; no les quedará sobreviviente ni quien escape del mal que voy a traer sobre ellos.'"

18 Porque así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: Como se derramó mi ira y mi furor sobre los habitantes de Jerusalén, así se derramará mi furor sobre vosotros cuando entréis en Egipto. Y seréis motivo de maldición, de horror, de imprecación y de oprobio; y no veréis más este lugar.

19 El SEÑOR os ha hablado, remanente de Judá: No entréis en Egipto. Sabedlo bien, que hoy lo he declarado contra vosotros.

20 Porque os engañáis a vosotros mismos, pues fuisteis vosotros los que me enviasteis al SEÑOR vuestro Dios, diciendo: Ruega por nosotros al SEÑOR nuestro Dios, y lo que el SEÑOR nuestro Dios diga, nos lo haces saber y lo haremos.

21 Y hoy os lo he declarado, pero no habéis escuchado la voz del SEÑOR vuestro Dios, ni en cosa alguna de lo que El me ha enviado a decir os.

22 Ahora pues, sabedlo bien, que moriréis a espada, de hambre y de pestilencia en el lugar adonde deseáis ir a residir.

43

1 Pero sucedió que cuando Jeremías terminó de hablar a todo el pueblo todas las palabras del SEÑOR su Dios, es decir, todas estas palabras con las cuales el SEÑOR su Dios le había enviado,

2 Azarías, hijo de Osaías, y Johanán, hijo de Carea, y todos los hombres arrogantes dijeron a Jeremías: Es mentira lo que dices. El SEÑOR nuestro Dios no te ha enviado a decir: "No debéis entrar en Egipto para residir allí";

3 sino que Baruc, hijo de Nerías, te incita contra nosotros para entregarnos en mano de los caldeos, a fin de que nos maten o nos deporten a Babilonia.

4 No obedeció, pues, Johanán, hijo de Carea, ni ninguno de los capitanes de las tropas, ni nadie del pueblo, la voz del SEÑOR, de quedarse en la tierra de Judá,

5 sino que Johanán, hijo de Carea, y todos los capitanes de las tropas, tomaron a todo el remanente de Judá que había vuelto de todas las naciones a las cuales habían sido dispersados, para residir en la tierra de Judá,

6 a hombres, mujeres y niños, a las hijas del rey y a toda persona que Nabuzaradán, capitán de la guardia, había dejado con Gedalías, hijo de Ahicam y nieto de Safán, y también al profeta Jeremías y a Baruc, hijo de Nerías,

7 y entraron en la tierra de Egipto (pues no escucharon la voz del SEÑOR) y se adentraron hasta Tafnes.

8 Entonces vino la palabra del SEÑOR a Jeremías en Tafnes, diciendo:

9 Toma en tus manos piedras grandes y escóndelas en la mezcla en la terraza de ladrillo que está a la entrada del palacio de Faraón en Tafnes, a vista de los judíos,

10 y diles: "Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: 'He aquí, enviaré a traer a Nabucodonosor, rey de Babilonia, siervo mío, y pondré su trono sobre estas piedras que he escondido, y él extenderá su pabellón sobre ellas.

11 'Vendrá y herirá la tierra de Egipto; los que sean para la muerte, a la muerte, los que para el cautiverio, al cautiverio, y los que para la espada, a la espada.

12 'Y prenderá fuego a los templos de los dioses de Egipto, los quemará, y se llevará cautivos a sus ídolos. Y se envolverá de la tierra de Egipto como el pastor se envuelve con su capa, y saldrá de allí en paz.

13 'También quebrará los obeliscos de Heliópolis, que está en la tierra de Egipto, y prenderá fuego a los templos de los dioses de Egipto.'"

44

1 Palabra que vino a Jeremías para todos los judíos que moraban en la tierra de Egipto, los que moraban en Migdol, en Tafnes, en Menfis y en la tierra de Patros, diciendo:

2 Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: "Vosotros habéis visto toda la calamidad que he traído sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá, y que he aquí, hoy están en ruinas y no hay en ellas morador,

3 a causa de la maldad que ellos cometieron para provocarme a ira, quemando constantemente sacrificios y sirviendo a otros dioses que no habían conocido, ni ellos, ni vosotros, ni vuestros padres.

4 "Con todo, os envié a todos mis siervos los profetas repetidas veces, diciendo: 'No hagáis ahora esta cosa abominable que yo aborrezco.'

5 "Pero no escucharon ni inclinaron su oído para apartarse de su maldad, para dejar de quemar sacrificios a otros dioses.

6 "Por tanto, se derramó mi ira y mi furor y ardió en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que fueron convertidas en ruinas y en desolación, como lo están hoy.

7 "Ahora pues, así dice el SEÑOR Dios de los ejércitos, el Dios de Israel: '¿Por qué os hacéis un daño tan grande a vosotros mismos cortando de entre vosotros a hombre y mujer, niño y lactante de en medio de Judá, sin que os quede remanente,

8 provocándome a ira con la obra de vuestras manos, quemando sacrificios a otros dioses en la tierra de Egipto, adonde habéis entrado a residir, de modo que seáis exterminados y vengáis a ser maldición y oprobio entre todas las naciones de la tierra?

9 '¿Habéis olvidado las maldades de vuestros padres, las maldades de los reyes de Judá y las maldades de sus mujeres, vuestras propias maldades y las maldades de vuestras mujeres, que cometieron en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén?

10 'Pero hasta hoy no se han humillado, ni han temido, ni han andado en mi ley ni en mis estatutos que puse delante de vosotros y delante de vuestros padres.'"

11 Por tanto, así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: "He aquí, volveré el rostro contra vosotros para mal, y para destruir a todo Judá.

12 "Y quitaré el remanente de Judá que ha decidido entrar en la tierra de Egipto para residir allí, y serán acabados en la tierra de Egipto; caerán a espada, por el hambre serán acabados. Tanto el pequeño como el grande morirán a espada y de hambre; seréis motivo de maldición, de horror, de imprecación y de oprobio.

13 "Y castigaré a los que moran en la tierra de Egipto, como he castigado a Jerusalén, con espada, con hambre y con pestilencia.

14 "Y no quedará quien escape ni quien sobreviva del remanente de Judá que ha entrado en la tierra de Egipto para residir allí, para luego volver a la tierra de Judá a la cual añoran volver a fin de morar allí, porque ninguno volverá, excepto algunos fugitivos."

15 Entonces todos los hombres que sabían que sus mujeres quemaban sacrificios a otros dioses, junto con todas las mujeres que estaban presentes, una gran multitud, y todo el pueblo que moraba en la tierra de Egipto, en Patros, respondieron a Jeremías, diciendo:

16 En cuanto al mensaje que nos has hablado en el nombre del SEÑOR, no vamos a escucharte,

17 sino que ciertamente cumpliremos toda palabra que ha salido de nuestra boca, y quemaremos sacrificios a la reina del cielo, derramándole libaciones, como hacíamos nosotros, nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. Entonces teníamos bastante alimento, prosperábamos y no veíamos mal alguno.

18 Pero desde que dejamos de quemar sacrificios a la reina del cielo y derramarle libaciones, carecemos de todo, y por la espada y por el hambre hemos sido acabados.

19 Y, dijeron las mujeres, cuando nosotras quemábamos sacrificios a la reina del cielo y le derramábamos libaciones, ¿acaso sin saberlo nuestros maridos le hacíamos tortas con su imagen y le derramábamos libaciones?

20 Entonces Jeremías habló a todo el pueblo, a hombres y a mujeres, a todo el pueblo que así le respondía, diciendo:

21 En cuanto a los sacrificios que habéis quemado en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y vuestros príncipes y el pueblo de la tierra, ¿no se ha acordado el SEÑOR de ellos, y no ha venido esto a su mente?

22 El SEÑOR no pudo soportar más, a causa de la maldad de vuestras obras y a causa de las abominaciones que habíais cometido; por eso vuestra tierra fue convertida en ruinas, objeto de horror y maldición, sin habitantes, como está hoy.

23 Porque quemasteis sacrificios y pecasteis contra el SEÑOR y no obedecisteis la voz del SEÑOR ni anduvisteis en su ley, ni en sus estatutos, ni en sus testimonios, por tanto, os ha sobrevenido esta calamidad, como sucede hoy.

24 Entonces Jeremías dijo a todo el pueblo y a todas las mujeres: Oíd la palabra del SEÑOR, todo Judá, los que estáis en la tierra de Egipto:

25 Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: "Vosotros y vuestras mujeres habéis hablado con vuestra boca y lo habéis realizado con vuestras manos, diciendo: 'Ciertamente cumpliremos los votos que hemos hecho de quemar sacrificios a la reina del cielo y de derramarle libaciones.' ¡Id a cumplir vuestros votos! ¡Poned por obra vuestros votos!"

26 Pero oíd la palabra del SEÑOR, todo Judá, los que habitáis en la tierra de Egipto: "He aquí, he jurado por mi gran nombre" —dice el SEÑOR— "que nunca más será invocado mi nombre en toda la tierra de Egipto por boca de ningún hombre de Judá, diciendo: 'Vive el Señor DIOS.'

27 "He aquí, velo sobre ellos para mal y no para bien, y serán acabados todos los hombres de Judá que están en la tierra de Egipto por la espada y por el hambre hasta que sean totalmente exterminados.

28 "Y los que escapen de la espada, pocos en número, volverán de la tierra de Egipto a la tierra de Judá. Entonces sabrá todo el remanente de Judá que ha ido a la tierra de Egipto para residir allí, qué palabra ha de permanecer, si la mía o la de ellos.

29 "Y esta será la señal para vosotros" —declara el SEÑOR— "de que os voy a castigar en este lugar, para que sepáis que ciertamente mis palabras permanecerán para mal contra vosotros."

30 Así dice el SEÑOR: "He aquí, entregaré a Faraón Hofra, rey de Egipto, en manos de sus enemigos, en manos de los que buscan su vida, así como entregué a Sedequías, rey de Judá, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su enemigo, que buscaba su vida."

45

1 Palabra que habló el profeta Jeremías a Baruc, hijo de Nerías, cuando éste escribió estas palabras en un libro al dictado de Jeremías, en el año cuarto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, diciendo:

2 Así dice el SEÑOR, Dios de Israel, acerca de ti, oh Baruc:

3 "Tú dijiste: '¡Ay, infeliz de mí!, porque el SEÑOR ha añadido tristeza a mi dolor. Cansado estoy de gemir y no he hallado reposo.'"

4 Así le dirás: "Así dice el SEÑOR: 'He aquí, lo que he edificado, lo derribo, y lo que he plantado, lo arranco, es decir, toda esta tierra.'

5 "Pero tú, ¿buscas para ti grandes cosas? No las busques; porque he aquí, voy a traer calamidad sobre toda carne" —declara el SEÑOR— "pero a ti te daré tu vida por botín en todos los lugares adonde vayas."

46

1 Palabra del SEÑOR que vino al profeta Jeremías acerca de las naciones.

2 A Egipto, acerca del ejército de Faraón Necao, rey de Egipto, que estaba junto al río Eufrates en Carquemis, al cual derrotó Nabucodonosor, rey de Babilonia, en el año cuarto de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá:

3 Preparad escudo y broquel, y avanzad hacia la batalla.

4 Aparejad los caballos, montad los corceles y presentaos con los yelmos puestos. Bruñid las lanzas, vestíos las corazas.

5 ¿Pero qué es lo que veo? Están aterrados, retroceden, y sus valientes están deshechos; en la huida buscan refugio sin mirar atrás. Hay terror por todas partes —declara el SEÑOR.

6 Que no huya el ligero, ni escape el poderoso; en el norte, junto al río Eufrates, han tropezado y caído.

7 ¿Quién es éste que sube como el Nilo, cuyas aguas se agitan como ríos?

8 Egipto sube como el Nilo, cuyas aguas se agitan como ríos, pero El ha dicho: Subiré y cubriré esa tierra; ciertamente destruiré la ciudad y sus habitantes.

9 Subid, caballos, y corred furiosos, carros, para que avancen los poderosos: Etiopía y Put, que manejan escudo, y los de Lud, que manejan y entesan el arco.

10 Porque aquel día es para el Señor, DIOS de los ejércitos, día de venganza, para vengarse de sus enemigos; la espada devorará y se saciará y se empapará con su sangre; pues habrá una matanza para el Señor, DIOS de los ejércitos, en la tierra del norte, junto al río Eufrates.

11 Sube a Galaad y consigue bálsamo, virgen, hija de Egipto. En vano has multiplicado los remedios; no hay curación para ti.

12 Han oído las naciones de tu afrenta, y tu clamor llena la tierra; porque guerrero con guerrero ha tropezado, y a una han caído ambos.

13 Palabra que el SEÑOR habló al profeta Jeremías acerca de la venida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, para herir la tierra de Egipto:

14 Anunciad en Egipto y hacedlo oír en Migdol, hacedlo oír también en Menfis y en Tafnes; decid: "Ponte en pie y prepárate, porque la espada ha devorado a los que te rodean."

15 ¿Por qué han quedado postrados tus valientes? No se mantienen en pie porque el SEÑOR los ha derribado.

16 Han tropezado muchas veces; en verdad, han caído uno sobre otro. Entonces dijeron: "Levántate y volvamos a nuestro pueblo y a nuestra tierra natal, ante la espada opresora."

17 Allí gritaron: "Faraón, rey de Egipto, es sólo un gran ruido; ha dejado pasar el tiempo señalado."

18 Vivo yo —declara el Rey cuyo nombre es el SEÑOR de los ejércitos — que ciertamente como se destaca el Tabor entre los montes, o el Carmelo junto al mar, uno ha de venir.

19 Prepara tu equipaje para el destierro, hija que moras en Egipto, porque Menfis será convertida en desolación, incendiada y despoblada.

20 Novilla hermosa es Egipto, mas un tábano del norte viene; ya viene.

21 Sus mercenarios también son en medio de ella como becerros engordados; porque también ellos se han vuelto atrás, y a una han huido, no resistieron; porque el día de su ruina ha venido sobre ellos, la hora de su castigo.

22 Se oye su sonido como el de una serpiente, pues el enemigo avanza como un ejército; con hachas, como leñadores, vienen contra ella.

23 Talan su bosque —declara el SEÑOR— aunque sea impenetrable, aunque sean más numerosos que las langostas, innumerables.

24 Es avergonzada la hija de Egipto, es entregada al poder del pueblo del norte.

25 Dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí, castigaré a Amón de Tebas, a Faraón y a Egipto junto con sus dioses y sus reyes; a Faraón y a los que en él confían.

26 Y los entregaré en manos de los que buscan su vida, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de su siervo. Mas después será habitado como en los días de antaño —declara el SEÑOR.

27 Pero tú no temas, siervo mío Jacob, ni te atemorices, Israel; porque he aquí, te salvaré de lugar remoto, y a tu descendencia de la tierra de su cautiverio. Y volverá Jacob, y estará tranquilo y seguro, y nadie lo atemorizará.

28 Tú no temas, siervo mío Jacob —declara el SEÑOR— porque yo estoy contigo; pues acabaré con todas las naciones adonde te he expulsado, pero no acabaré contigo, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo.

47

1 Palabra del SEÑOR que vino al profeta Jeremías acerca de los filisteos, antes que Faraón conquistara Gaza.

2 Así dice el SEÑOR: He aquí que suben aguas del norte y se convierten en torrente desbordante, que inunda la tierra y su plenitud, la ciudad y los que en ella habitan; clamarán los hombres, y gemirá todo habitante de la tierra

3 a causa del sonido de los cascos de sus corceles, del estruendo de sus carros y del estrépito de sus ruedas. No se vuelven los padres para cuidar a sus hijos, por la debilidad de sus brazos,

4 a causa del día que viene para destruir a todos los filisteos, para exterminar de Tiro y de Sidón a todo aliado que quede; porque el SEÑOR destruirá a los filisteos, al remanente de la costa de Caftor.

5 Le ha sobrevenido la calvicie a Gaza, desolada ha sido Ascalón. Remanente de su valle, ¿hasta cuándo te sajarás?

6 ¡Ay, espada del SEÑOR! ¿Hasta cuándo estarás inquieta? Vuélvete a tu vaina, reposa y cálmate.

7 ¿Cómo puede estar quieta, cuando el SEÑOR le ha dado órdenes? Contra Ascalón y contra la costa del mar, allí la ha asignado.

48

1 Acerca de Moab. Así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: ¡Ay de Nebo, porque ha sido destruida! Quiriataim ha sido avergonzada, ha sido tomada; la altiva fortaleza ha sido avergonzada y destrozada.

2 Ya no hay alabanza para Moab, en Hesbón han tramado mal contra ella: "Venid y quitémosla de entre las naciones." También tú, Madmena, serás silenciada, la espada te seguirá.

3 Voz de clamor desde Horonaim: "Devastación y gran destrucción."

4 Moab está quebrantada, sus pequeños dejan oír gritos de angustia.

5 Porque la cuesta de Luhit con llanto continuo la suben; porque a la bajada de Horonaim se oyen gritos angustiosos de destrucción.

6 Huid, salvad vuestras vidas, sed como un enebro en el desierto.

7 Por cuanto pusiste tu confianza en tus ganancias y en tus tesoros, también tú serás conquistada, y Quemos saldrá al destierro junto con sus sacerdotes y sus príncipes.

8 Vendrá el destructor de cada ciudad, y ninguna ciudad escapará; también el valle será devastado, y la meseta será destruida, como ha dicho el SEÑOR.

9 Dad alas a Moab, para que se escape; sus ciudades serán una desolación, sin que nadie habite en ellas.

10 Maldito el que hace la obra del SEÑOR con engaño; maldito el que retrae su espada de la sangre.

11 Reposado ha estado Moab desde su juventud, ha estado tranquilo sobre su sedimento; no ha sido vaciado de vasija en vasija, ni ha ido al destierro; por eso retiene su sabor, y su aroma no ha cambiado.

12 Por tanto, he aquí, vienen días —declara el SEÑOR— cuando le enviaré a trasvasadores que lo trasvasarán; vaciarán sus vasijas y harán pedazos sus cántaros.

13 Y Moab se avergonzará de Quemos, como la casa de Israel se avergonzó de Betel, su confianza.

14 ¿Cómo podéis decir: "Somos poderosos guerreros, y hombres valientes para la guerra"?

15 Es destruido Moab, el devastador ha subido a sus ciudades; la flor de sus jóvenes desciende a la matanza, —declara el Rey, cuyo nombre es el SEÑOR de los ejércitos.

16 La ruina de Moab pronto vendrá, y su calamidad se ha apresurado mucho.

17 Llorad por él, todos los que habitáis a su alrededor, y todos los que sabéis su nombre. Decid: "¡Cómo se ha roto el poderoso cetro, el báculo glorioso!"

18 Desciende de tu gloria, siéntate en tierra reseca, moradora hija de Dibón, porque el destructor de Moab ha subido contra ti, para destruir tus fortalezas.

19 Párate junto al camino y vela, moradora de Aroer; pregunta al que huye y a la que escapa, y di: "¿Qué ha sucedido?"

20 Avergonzado está Moab porque ha sido destrozado. Gemid y clamad; anunciad junto al Arnón que Moab ha sido destruido.

21 También ha venido juicio sobre la llanura, sobre Holón, sobre Jahaza y contra Mefaat,

22 contra Dibón, contra Nebo y contra Bet-deblataim,

23 contra Quiriataim, contra Bet-gamul y contra Bet-meón,

24 contra Queriot, contra Bosra y contra todas las ciudades de la tierra de Moab, las lejanas y las cercanas.

25 El cuerno de Moab ha sido cortado y quebrado su brazo —declara el SEÑOR.

26 Embriagadle, porque se ha vuelto arrogante con el SEÑOR; Moab se revolcará en su vómito, y será también objeto de burla.

27 ¿Y no fue Israel objeto de burla para ti? ¿O fue sorprendido entre ladrones? Porque cada vez que hablas de él, te burlas.

28 Abandonad las ciudades y morad en las peñas, moradores de Moab, sed como paloma que anida más allá de la boca de la caverna.

29 Hemos oído del orgullo de Moab (es muy orgulloso), de su soberbia, de su orgullo, de su arrogancia y de su altivez.

30 Yo conozco su cólera —declara el SEÑOR— pero es inútil; sus vanas jactancias nada consiguen.

31 Por tanto, gemiré por Moab, sí, por todo Moab clamaré; sollozaré por los hombres de Kir-hares.

32 Más que el llanto por Jazer lloraré por ti, viña de Sibma. Tus sarmientos pasaron el mar, llegaron hasta el mar de Jazer; sobre tus frutos de verano y sobre tu vendimia ha caído el destructor,

33 y fueron quitados la alegría y el regocijo del campo fértil, de la tierra de Moab. He hecho que se acabe el vino de los lagares; nadie con gritos los pisará, y si hay gritos no serán gritos de júbilo.

34 El clamor de Hesbón llega hasta Eleale y hasta Jahaza; levantaron su voz, desde Zoar hasta Horonaim y hasta Eglat-selisiya; porque también las aguas de Nimrim se secarán.

35 Y haré desaparecer de Moab —declara el SEÑOR— al que ofrece sacrificios en lugar alto y al que quema incienso a sus dioses.

36 Por tanto, mi corazón gime por Moab como una flauta; mi corazón gime también como una flauta por los hombres de Kir-hares, ya que perdieron la abundancia que se había producido.

37 Porque toda cabeza está rapada y toda barba rasurada; en todas las manos hay sajaduras y sobre los lomos cilicio.

38 En todas las terrazas de Moab y en sus calles todo es lamentación, porque he quebrado a Moab como a vaso indeseable —declara el SEÑOR.

39 ¡Cómo ha sido destrozado! ¡Cómo ha gemido! ¡Cómo ha vuelto la espalda Moab avergonzado! Moab será, pues, objeto de burla y de terror para todos los que lo rodean.

40 Porque así dice el SEÑOR: He aquí, como águila volará veloz, y extenderá sus alas contra Moab.

41 Ha sido tomada Queriot y las fortalezas han sido ocupadas; será el corazón de los valientes de Moab en aquel día como el corazón de una mujer de parto.

42 Y Moab será destruido, dejará de ser pueblo porque se engrandeció contra el SEÑOR.

43 Terror, foso y lazo vienen sobre ti, morador de Moab —declara el SEÑOR.

44 El que huya del terror caerá en el foso, y el que suba del foso caerá en el lazo; porque yo traeré sobre él, sobre Moab, el año de su castigo —declara el SEÑOR.

45 A la sombra de Hesbón se paran sin fuerzas los fugitivos; pues ha salido fuego de Hesbón, y una llama de en medio de Sehón, que ha consumido las sienes de Moab y los cráneos de los hijos del tumulto.

46 ¡Ay de ti, Moab! Ha perecido el pueblo de Quemos; porque tus hijos han sido tomados en cautiverio, y tus hijas en cautividad.

47 Pero restauraré el bienestar de Moab en los postreros días —declara el SEÑOR. Hasta aquí, el juicio de Moab.

49

1 Acerca de los hijos de Amón. Así dice el SEÑOR: ¿No tiene hijos Israel? ¿No tiene heredero? ¿Por qué, pues, Milcom se ha apoderado de Gad y su pueblo se ha establecido en sus ciudades?

2 Por tanto, he aquí, vienen días —declara el SEÑOR— en que haré que se oiga el grito de guerra contra Rabá de los hijos de Amón, y será convertida en montón de ruinas, y sus ciudades serán incendiadas. Entonces se apoderará Israel de los que lo poseían —dice el SEÑOR.

3 Gime, Hesbón, porque Hai ha sido destruida. Clamad, hijas de Rabá, ceñíos de cilicio y lamentaos, corred de un lado a otro por entre los muros, porque Milcom irá al destierro junto con sus sacerdotes y sus príncipes.

4 ¡Cómo te jactas de los valles! Tu valle se desvanece, hija infiel, la que confía en sus tesoros, diciendo: "¿Quién vendrá contra mí?"

5 He aquí, traigo sobre ti terror —declara el Señor, DIOS de los ejércitos— de todos tus alrededores; y seréis lanzados cada uno delante de sí, y no habrá quien reúna a los fugitivos.

6 Pero después restauraré el bienestar de los hijos de Amón —declara el SEÑOR.

7 Acerca de Edom. Así dice el SEÑOR de los ejércitos: ¿No hay ya sabiduría en Temán? ¿Se ha perdido el consejo de los prudentes? ¿Se ha corrompido su sabiduría?

8 Huid, volved, morad en las profundidades, habitantes de Dedán, porque la ruina de Esaú traeré sobre él al momento de castigarlo.

9 Si vinieran a ti vendimiadores, ¿no dejarían rebuscos? Si vinieran ladrones de noche, sólo destruirían hasta que les bastara.

10 Pero yo he despojado totalmente a Esaú, he descubierto sus escondrijos y no podrá esconderse. Ha sido destruida su descendencia, sus hermanos y vecinos, y él ya no existe.

11 Deja a tus huérfanos, yo los conservaré con vida; que tus viudas confíen en mí.

12 Pues así dice el SEÑOR: He aquí, los que no estaban condenados a beber la copa, ciertamente la beberán, ¿y serás tú absuelto por completo? No serás absuelto, sino que ciertamente la beberás.

13 Porque por mí he jurado —declara el SEÑOR— que Bosra será motivo de horror, de oprobio, de ruina y de maldición; todas sus ciudades se convertirán en ruinas perpetuas.

14 He oído un mensaje de parte del SEÑOR, y un mensajero es enviado entre las naciones, diciendo: Reuníos y venid contra él, y levantaos para la guerra.

15 Pues he aquí, pequeño te he hecho entre las naciones, menospreciado entre los hombres.

16 En cuanto al terror que infundías, te ha engañado la soberbia de tu corazón; tú que vives en las hendiduras de las peñas, que ocupas la cumbre del monte. Aunque hagas tu nido tan alto como el del águila, de allí te haré bajar —declara el SEÑOR.

17 Y Edom se convertirá en objeto de horror; todo el que pase por él se quedará atónito y silbará a causa de todas sus heridas.

18 Como en la destrucción de Sodoma y Gomorra y de sus ciudades vecinas —dice el SEÑOR— nadie habitará allí, ni residirá en él hijo de hombre.

19 He aquí que uno subirá como león de la espesura del Jordán contra el pastizal de perenne verdor, y en un instante lo haré huir de él, y al que sea escogido nombraré sobre él. Porque ¿quién es como yo y quién me citará a juicio? ¿Quién es el pastor que me podrá resistir?

20 Por tanto, oíd el plan que el SEÑOR ha trazado contra Edom, y los designios que ha decretado contra los habitantes de Temán: ciertamente los arrastrarán, aun a los más pequeños del rebaño; ciertamente a causa de ellos hará una desolación de su pastizal.

21 Al estruendo de su caída tiembla la tierra; hay un clamor. Hasta el mar Rojo se oye su voz.

22 He aquí, se remonta, vuela veloz como un águila y extiende sus alas contra Bosra. En aquel día el corazón de los valientes de Edom será como el corazón de una mujer de parto.

23 Acerca de Damasco. Avergonzadas están Hamat y Arfad. Porque han oído malas noticias están desalentadas. Hay ansiedad como en el mar que no se puede calmar.

24 Desamparada está Damasco; se ha vuelto para huir, y el pánico se ha apoderado de ella; angustia y dolores la oprimen como a mujer de parto.

25 ¿Cómo es que no ha sido abandonada la ciudad alabada, la ciudad de mi regocijo?

26 Por eso sus jóvenes caerán en sus calles, y todos los hombres de guerra serán silenciados en aquel día —declara el SEÑOR de los ejércitos.

27 Y prenderé fuego al muro de Damasco que consumirá los palacios de Ben-adad.

28 Acerca de Cedar y de los reinos de Hazor, que derrotó Nabucodonosor, rey de Babilonia. Así dice el SEÑOR: Levantaos, subid a Cedar y destruid a los hijos del oriente.

29 Sus tiendas y sus rebaños serán tomados; las cortinas de sus tiendas, todos sus bienes y sus camellos se los llevarán, y gritarán el uno al otro: "¡Terror por todas partes!"

30 Escapaos, huid; morad en las profundidades, habitantes de Hazor —declara el SEÑOR—, porque Nabucodonosor, rey de Babilonia, ha concebido un plan contra vosotros, ha trazado un designio contra vosotros.

31 Levantaos, subid contra una nación tranquila, que vive confiada —declara el SEÑOR. No tiene puertas ni cerrojos; viven solitarios.

32 Sus camellos serán el despojo, y la multitud de sus ganados el botín; esparciré a todos los vientos a los que se rapan las sienes, y de todos lados les traeré su ruina —declara el SEÑOR.

33 Y Hazor será guarida de chacales, una desolación para siempre; nadie habitará allí, ni residirá en ella hijo de hombre.

34 Palabra del SEÑOR que vino al profeta Jeremías acerca de Elam al comienzo del reinado de Sedequías, rey de Judá, diciendo:

35 Así dice el SEÑOR de los ejércitos: "He aquí, quebraré el arco de Elam, lo mejor de su fortaleza.

36 "Y traeré sobre Elam los cuatro vientos desde los cuatro extremos del cielo, y a todos estos vientos los esparciré; no habrá nación adonde no vayan los expulsados de Elam.

37 "Destrozaré a Elam delante de sus enemigos y delante de los que buscan sus vidas; traeré sobre ellos calamidad, el ardor de mi ira" —declara el SEÑOR— "y enviaré tras ellos la espada hasta que los haya acabado.

38 "Entonces pondré mi trono en Elam, y allí destruiré al rey y a los príncipes" —declara el SEÑOR.

39 "Pero sucederá en los postreros días que restauraré el bienestar de Elam" —declara el SEÑOR.

50

1 Palabra que el SEÑOR habló acerca de Babilonia, la tierra de los caldeos, por medio del profeta Jeremías:

2 Anunciadlo entre las naciones y hacedlo oír; levantad estandarte, hacedlo oír. No lo ocultéis, sino decid: "Ha sido tomada Babilonia, está avergonzado Bel, destrozado Merodac; han sido avergonzadas sus imágenes, destrozados sus ídolos."

3 Porque ha subido contra ella una nación del norte que hará de su tierra objeto de horror, y no habrá habitante en ella. Tanto hombres como animales habrán huido, se habrán ido.

4 En aquellos días y en aquel tiempo —declara el SEÑOR— vendrán los hijos de Israel, ellos junto con los hijos de Judá; vendrán andando y llorando, y al SEÑOR su Dios buscarán.

5 Preguntarán por el camino de Sion, hacia donde volverán sus rostros; vendrán para unirse al SEÑOR en un pacto eterno que no será olvidado.

6 Ovejas perdidas ha venido a ser mi pueblo; sus pastores las han descarriado, haciéndolas vagar por los montes; han andado de monte en collado y han olvidado su lugar de descanso.

7 Todos los que los hallaban, los devoraban; y sus enemigos han dicho: "No somos culpables, porque ellos han pecado contra el SEÑOR, morada de justicia, el SEÑOR, esperanza de sus padres."

8 Huid de en medio de Babilonia, y salid de la tierra de los caldeos; sed como machos cabríos al frente del rebaño.

9 Porque he aquí, yo hago despertar y subir contra Babilonia una horda de grandes naciones de la tierra del norte, que se alinearán para la batalla contra ella; desde allí será llevada cautiva. Sus flechas serán como de diestro guerrero que no vuelve con las manos vacías.

10 Y Caldea se convertirá en botín; todos los que la saqueen se saciarán —declara el SEÑOR.

11 Porque os alegráis, porque os regocijáis, saqueadores de mi heredad, porque saltáis como novilla trilladora y relincháis como caballos sementales,

12 vuestra madre se avergonzará en gran manera, será humillada la que os dio a luz. He aquí, será la última de las naciones: desierto, sequedal y yermo.

13 A causa del enojo del SEÑOR, no será habitada, sino que estará desolada toda ella; todo el que pase por Babilonia se quedará atónito y silbará a causa de todas sus heridas.

14 Poneos en orden contra Babilonia en derredor, todos los que entesáis el arco; tirad contra ella, no escatiméis las flechas, porque ha pecado contra el SEÑOR.

15 Alzad grito de guerra contra ella en derredor. Se ha rendido, caen sus columnas, son derribadas sus murallas. Porque esta es la venganza del SEÑOR: tomad venganza de ella; como ella ha hecho, así haced con ella.

16 Exterminad de Babilonia al sembrador y al que maneja la hoz en tiempo de la siega; ante la espada opresora, cada uno volverá a su pueblo, cada uno huirá a su tierra.

17 Rebaño descarriado es Israel; los leones lo han ahuyentado. Primero lo devoró el rey de Asiria, y después Nabucodonosor, rey de Babilonia, quebró sus huesos.

18 Por tanto, así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: "He aquí, castigaré al rey de Babilonia y a su tierra, como castigué al rey de Asiria.

19 "Y volveré a traer a Israel a su pastizal, y pacerá en el Carmelo y en Basán, y se saciarán sus deseos en la región montañosa de Efraín y en Galaad.

20 "En aquellos días y en aquel tiempo" —declara el SEÑOR— "se buscará la iniquidad de Israel, pero no habrá ninguna, y los pecados de Judá, pero no se hallarán; porque perdonaré a los que yo haya dejado como remanente."

21 Sube contra la tierra de Merataim, contra ella y contra los habitantes de Pecod. Mátalos y destrúyelos —declara el SEÑOR— y haz conforme a todo lo que te he ordenado.

22 ¡Estruendo de guerra en el país, y gran destrucción!

23 ¡Cómo ha sido cortado y quebrado el martillo de toda la tierra! ¡Cómo se ha convertido Babilonia en objeto de horror entre las naciones!

24 Babilonia, te puse lazo, y fuiste atrapada, y tú no te diste cuenta; has sido sorprendida y apresada porque te pusiste a provocar al SEÑOR.

25 El SEÑOR ha abierto su arsenal y ha sacado las armas de su indignación, porque esta es obra del Señor, DIOS de los ejércitos, en la tierra de los caldeos.

26 Venid contra ella desde los últimos confines; abrid sus graneros, convertidla en montones y destruidla por completo; que no le quede nada.

27 Pasad a espada todos sus novillos; que desciendan al matadero. ¡Ay de ellos, porque ha llegado su día, la hora de su castigo!

28 Se oye la voz de los fugitivos y evadidos de la tierra de Babilonia anunciando en Sion la venganza del SEÑOR nuestro Dios, la venganza de su templo.

29 Reclutad arqueros contra Babilonia, a todos los que entesan el arco; acampad contra ella por todos lados, que no haya escape. Dadle el pago conforme a su obra; conforme a todo lo que ha hecho, así haced con ella; porque se ha vuelto insolente contra el SEÑOR, contra el Santo de Israel.

30 Por tanto sus jóvenes caerán en sus calles, y todos sus hombres de guerra serán silenciados en aquel día —declara el SEÑOR.

31 He aquí, estoy contra ti, arrogante, —declara el Señor, DIOS de los ejércitos— porque ha llegado tu día, la hora en que te castigaré.

32 Y la arrogante tropezará y caerá sin que nadie la levante; y prenderé fuego a sus ciudades, el cual devorará todos sus alrededores.

33 Así dice el SEÑOR de los ejércitos: Oprimidos están los hijos de Israel y los hijos de Judá a una; todos los que los tomaron cautivos los han retenido, se han negado a soltarlos.

34 Pero su Redentor es fuerte, el SEÑOR de los ejércitos es su nombre; defenderá su causa con energía para traer reposo a la tierra y turbación a los habitantes de Babilonia.

35 Espada contra los caldeos —declara el SEÑOR— y contra los habitantes de Babilonia, contra sus oficiales y sus sabios.

36 Espada contra los impostores, y se volverán necios. Espada contra sus valientes, y serán destrozados.

37 Espada contra sus caballos y contra sus carros, y contra todos los extranjeros que están en medio de ella, y serán como mujeres. Espada contra sus tesoros, y serán saqueados.

38 Sequía sobre sus aguas, y se secarán; porque es una tierra de ídolos, y se vuelven locos por sus horribles ídolos.

39 Por tanto, allí vivirán las fieras del desierto junto con las hienas, también vivirán avestruces en ella; nunca más será habitada ni poblada por generación y generación.

40 Como cuando Dios destruyó a Sodoma, a Gomorra y a sus ciudades vecinas —declara el SEÑOR— ningún hombre habitará allí, ni residirá en ella hijo de hombre.

41 He aquí, un pueblo viene del norte, una gran nación, y muchos reyes se levantarán de los confines de la tierra.

42 Empuñan arco y jabalina; son crueles y no tienen misericordia. Su voz ruge como el mar, y a caballo van montados, alineados como un solo hombre para la batalla contra ti, hija de Babilonia.

43 Ha oído el rey de Babilonia noticias de ellos, y flaquean sus manos; la angustia se ha apoderado de él, agonía como de mujer de parto.

44 He aquí que uno subirá como león de la espesura del Jordán a un pastizal de perenne verdor, y en un instante le haré huir de él, y al que sea escogido nombraré sobre él. Porque ¿quién es como yo y quién me citará a juicio? ¿Quién es el pastor que me podrá resistir?

45 Por tanto, oíd el plan que el SEÑOR ha trazado contra Babilonia, y los designios que ha decretado contra la tierra de los caldeos; ciertamente los arrastrarán, aun a los más pequeños del rebaño; ciertamente a causa de ellos hará una desolación de su pastizal.

46 Al grito de ¡Babilonia ha sido tomada!, la tierra tiembla y el clamor se oye entre las naciones.

51

1 Así dice el SEÑOR: He aquí, levanto contra Babilonia y contra los habitantes de Leb Camay el espíritu de un destructor.

2 Y enviaré extranjeros a Babilonia que la aventarán y vaciarán su tierra; porque estarán contra ella por todos lados el día de su tribulación.

3 Que no entese el entesador su arco, ni se levante con su coraza; no perdonéis a sus jóvenes; entregad a la destrucción todo su ejército.

4 Caerán muertos en la tierra de los caldeos, y traspasados en sus calles.

5 Porque no ha sido abandonado Israel ni Judá por su Dios, el SEÑOR de los ejércitos, aunque su tierra está llena de culpa delante del Santo de Israel.

6 Huid de en medio de Babilonia, y salve cada uno su vida. No perezcáis por su culpa, pues este es el tiempo de la venganza del SEÑOR; El le dará su pago.

7 Copa de oro ha sido Babilonia en la mano del SEÑOR, que embriagaba toda la tierra. De su vino bebieron las naciones; se enloquecieron, por tanto, las naciones.

8 De repente cae Babilonia y se hace pedazos. Gemid por ella, traed bálsamo para su dolor; quizá se cure.

9 Quisimos curar a Babilonia, pero no ha sanado; dejadla, y vayamos cada cual a su tierra, porque ha llegado al cielo su juicio, se ha elevado hasta las nubes.

10 El SEÑOR ha sacado a la luz nuestra justicia; venid y contemos en Sion la obra del SEÑOR nuestro Dios.

11 Afilad las flechas, llenad las aljabas; el SEÑOR ha despertado el espíritu de los reyes de Media, porque su plan contra Babilonia es destruirla; porque esta es la venganza del SEÑOR, la venganza de su templo.

12 Levantad bandera contra los muros de Babilonia; reforzad la guardia, apostad centinelas, preparad emboscadas; porque el SEÑOR ha decidido, y también ejecutará lo que habló acerca de los habitantes de Babilonia.

13 Oh, tú, que moras junto a muchas aguas, rica en tesoros, ha llegado tu fin, el término de tu codicia.

14 El SEÑOR de los ejércitos ha jurado por sí mismo: Ciertamente te llenaré de hombres como langostas, y entonarán contra ti gritos de victoria.

15 El es el que hizo la tierra con su poder, el que estableció el mundo con su sabiduría, y con su inteligencia extendió los cielos.

16 Cuando emite su voz, hay tumulto de aguas en los cielos, y hace subir las nubes desde los confines de la tierra. El produce los relámpagos para la lluvia, y saca el viento de sus depósitos.

17 Toda la humanidad es necia, falta de conocimiento; se avergüenza todo orfebre de sus ídolos, porque sus imágenes fundidas son engaño, y no hay aliento en ellas.

18 Vanidad son, obra ridícula; en el tiempo de su castigo perecerán.

19 No es como estas cosas la porción de Jacob; porque El es el Hacedor de todo, y de la tribu de su heredad; el SEÑOR de los ejércitos es su nombre.

20 El dice: Eres mi maza, mi arma de guerra; contigo destrozaré naciones, contigo destruiré reinos,

21 contigo destrozaré el caballo y a su jinete, contigo destrozaré al carro y al que lo conduce,

22 contigo destrozaré al hombre y a la mujer, contigo destrozaré al viejo y al joven, contigo destrozaré al mancebo y a la virgen,

23 contigo destrozaré al pastor y su rebaño, contigo destrozaré al labrador y su yunta y contigo destrozaré a los gobernadores y a los magistrados.

24 Y pagaré a Babilonia y a todos los habitantes de Caldea todo el mal que han hecho en Sion delante de vuestros ojos —declara el SEÑOR.

25 He aquí, yo estoy contra ti, monte destructor, que destruyes toda la tierra —declara el SEÑOR. Extenderé mi mano contra ti, te haré rodar desde las peñas y te reduciré a monte quemado.

26 Y no tomarán de ti piedra angular, ni piedra para cimientos, pues desolación eterna serás —declara el SEÑOR.

27 Levantad señal en la tierra, tocad trompeta entre las naciones. Reunid las naciones contra ella, convocad contra ella los reinos de Ararat, Mini y Asquenaz; nombrad contra ella capitán, haced subir caballos como langostas erizadas.

28 Reunid a las naciones contra ella, a los reyes de Media, a sus gobernadores, a todos sus magistrados y a toda la tierra de su dominio.

29 La tierra tiembla y se retuerce, porque se cumplen los designios del SEÑOR contra Babilonia de hacer de la tierra de Babilonia una desolación, sin habitantes.

30 Han dejado de luchar los valientes de Babilonia, permanecen en las fortalezas; se han agotado sus fuerzas, se han vuelto como mujeres; han sido incendiadas sus moradas, rotos están sus cerrojos.

31 Un correo corre al encuentro de otro y un mensajero al encuentro de otro, para decirle al rey de Babilonia que su ciudad ha sido tomada de un extremo al otro;

32 también los vados han sido ocupados, y quemados a fuego los juncos, y los guerreros están aterrados.

33 Porque así dice el SEÑOR de los ejércitos, el Dios de Israel: La hija de Babilonia es como una era al tiempo de ser hollada; dentro de poco, le llegará el tiempo de la siega.

34 Me ha devorado y aplastado Nabucodonosor, rey de Babilonia, me ha dejado como vaso vacío, me ha tragado como un monstruo, ha llenado su estómago de mis delicias, me ha expulsado.

35 Caiga sobre Babilonia la violencia hecha a mí y a mi carne —dirá la moradora de Sion. Caiga mi sangre sobre los habitantes de Caldea —dirá Jerusalén.

36 Por tanto, así dice el SEÑOR: He aquí, yo defenderé tu causa, y ejecutaré tu venganza; secaré su mar y haré que se sequen sus manantiales.

37 Y Babilonia se convertirá en escombros, en guarida de chacales, en objeto de horror y de burla, sin habitantes.

38 A una como leones rugirán, gruñirán como cachorros de león.

39 Cuando entren en calor, les serviré su banquete y los embriagaré, para que se diviertan, duerman un sueño eterno y no despierten —declara el SEÑOR.

40 Los haré bajar como corderos al matadero, como carneros y machos cabríos.

41 ¡Cómo ha sido tomada Sesac, y arrebatada la gloria de toda la tierra! ¡Cómo se ha convertido Babilonia en objeto de horror entre las naciones!

42 El mar ha subido sobre Babilonia; con la multitud de sus olas ha sido cubierta.

43 Sus ciudades se han convertido en desolación, en sequedal y yermo; una tierra en la cual nadie habita, y por la cual ningún hijo de hombre pasa.

44 Y castigaré a Bel en Babilonia, sacaré de su boca lo que se ha tragado, y no afluirán más a él las naciones. Aun la muralla de Babilonia caerá.

45 Salid de en medio de ella, pueblo mío, y salve cada uno su vida del ardor de la ira del SEÑOR.

46 Y que no desmaye vuestro corazón, ni temáis al rumor que se oirá en la tierra; porque el rumor vendrá un año, y después otro rumor en otro año, y habrá violencia en la tierra con gobernante contra gobernante.

47 Por tanto, he aquí, vienen días en que castigaré a los ídolos de Babilonia; será avergonzada toda su tierra, y todos sus muertos caerán en medio de ella.

48 Entonces gritarán de gozo sobre Babilonia el cielo y la tierra y todo lo que en ellos hay, porque del norte vendrán a ella destructores —declara el SEÑOR.

49 Ciertamente caerá Babilonia por los muertos de Israel, como también por Babilonia han caído los muertos de toda la tierra.

50 Los que escapasteis de la espada, partid, no os detengáis; acordaos desde lejos del SEÑOR, y venga Jerusalén a vuestra memoria.

51 Estamos avergonzados porque hemos oído la afrenta; la ignominia ha cubierto nuestros rostros, porque extranjeros han entrado en los santuarios de la casa del SEÑOR.

52 Por tanto, he aquí, vienen días —declara el SEÑOR— en que castigaré a sus ídolos, y por toda su tierra gemirán los heridos de muerte.

53 Aunque Babilonia ascienda a los cielos, y aunque fortifique en lo alto su baluarte, de mi parte llegarán destructores a ella —declara el SEÑOR.

54 ¡Clamor de gritos desde Babilonia, y de gran destrucción de la tierra de los caldeos!

55 Porque el SEÑOR destruirá a Babilonia, y hará desaparecer de ella su gran bullicio. Bramarán sus olas como muchas aguas; resonará el estruendo de sus voces.

56 Porque viene contra ella, contra Babilonia, el destructor, sus valientes serán apresados, quebrados están sus arcos; porque Dios de retribuciones es el SEÑOR, ciertamente dará la paga.

57 Yo embriagaré a sus príncipes y a sus sabios, a sus gobernantes, a sus magistrados y a sus valientes, y dormirán un sueño eterno y no despertarán —declara el Rey cuyo nombre es el SEÑOR de los ejércitos.

58 Así dice el SEÑOR de los ejércitos: La ancha muralla de Babilonia será totalmente arrasada, y sus altas puertas quemadas; los pueblos habrán trabajado en vano, y las naciones sólo para el fuego se habrán fatigado.

59 Mensaje que el profeta Jeremías mandó a Seraías, hijo de Nerías, hijo de Maasías, cuando fue con Sedequías, rey de Judá, a Babilonia en el año cuarto de su reinado. (Seraías era jefe de abastecimientos.)

60 Escribió, pues, Jeremías en un solo rollo toda la calamidad que había de venir sobre Babilonia, es decir, todas estas palabras que han sido escritas acerca de Babilonia.

61 Y Jeremías dijo a Seraías: Tan pronto llegues a Babilonia, lee en voz alta todas estas palabras,

62 y di: "Oh SEÑOR, tú has hablado acerca de este lugar, de destruirlo hasta que no quede morador en ella, ya sea hombre o animal, sino que desolación eterna será."

63 Y tan pronto termines de leer este rollo, le atarás una piedra y lo arrojarás en medio del Eufrates,

64 y dirás: "Así se hundirá Babilonia y no se levantará más, por la calamidad que traeré sobre ella; extenuados sucumbirán ." Hasta aquí las palabras de Jeremías.

52

1 Sedequías tenía veintiún años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. El nombre de su madre era Hamutal, hija de Jeremías, de Libna.

2 El hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR conforme a todo lo que había hecho Joacim.

3 Por causa de la ira del SEÑOR sucedió esto en Jerusalén y en Judá, hasta que El los echó de su presencia. Y Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia.

4 Y aconteció que en el año noveno de su reinado, en el mes décimo, a los diez días del mes, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, él y todo su ejército, contra Jerusalén y acamparon contra ella, y edificaron un muro de asedio alrededor de ella.

5 Y la ciudad estuvo bajo sitio hasta el año once del rey Sedequías.

6 En el mes cuarto, a los nueve días del mes, cuando se agravó el hambre en la ciudad y no había alimento para el pueblo,

7 se abrió brecha en la ciudad, y todos los hombres de guerra huyeron y salieron de la ciudad de noche por el camino de la puerta entre los dos muros que había junto al jardín del rey, a pesar de que los caldeos estaban alrededor de la ciudad, y se fueron por el camino del Arabá.

8 Pero el ejército de los caldeos persiguió al rey y alcanzó a Sedequías en los llanos de Jericó, y todo su ejército se dispersó de su lado.

9 Entonces capturaron al rey y lo trajeron al rey de Babilonia en Ribla en la tierra de Hamat, y allí él lo sentenció.

10 Y el rey de Babilonia degolló a los hijos de Sedequías ante sus ojos y también degolló a todos los príncipes de Judá en Ribla.

11 Después sacó los ojos a Sedequías, y el rey de Babilonia lo ató con grillos de bronce y lo llevó a Babilonia y lo puso en prisión hasta el día de su muerte.

12 Y en el mes quinto, a los diez días del mes, siendo el año diecinueve del rey Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, que estaba al servicio del rey de Babilonia.

13 Y quemó la casa del SEÑOR, la casa del rey y todas las casas de Jerusalén; prendió fuego a toda casa grande.

14 Y todo el ejército de los caldeos que estaba con el capitán de la guardia derribó todas las murallas alrededor de Jerusalén.

15 Entonces Nabuzaradán, capitán de la guardia, llevó al destierro a algunos de los más pobres del pueblo, al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, a los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia, y al resto de los artesanos.

16 Pero Nabuzaradán, capitán de la guardia, dejó a algunos de los más pobres de la tierra para que fueran viñadores y labradores.

17 Y los caldeos rompieron en pedazos las columnas de bronce que estaban en la casa del SEÑOR, también las basas y el mar de bronce que estaban en la casa del SEÑOR, y llevaron todo su bronce a Babilonia.

18 Se llevaron además los calderos, las palas, las despabiladeras, los tazones, los cucharones y todos los utensilios de bronce que se usaban en el servicio del templo .

19 El capitán de la guardia también se llevó los cuencos, los braseros, los tazones, los calderos, los candelabros, los cucharones y los tazones de libación, lo que era de oro puro y lo que era de plata pura.

20 En cuanto a las dos columnas, el mar, los doce toros de bronce que estaban debajo del mar y las basas que el rey Salomón había hecho para la casa del SEÑOR, no era posible calcular el peso del bronce de todos estos objetos.

21 Respecto a las columnas, la altura de cada columna era de dieciocho codos, y tenía doce codos de circunferencia y cuatro dedos de espesor, y era hueca.

22 Y había sobre ella un capitel de bronce; la altura de cada capitel era de cinco codos, con una malla y granadas sobre el capitel, rodeándolo, todo de bronce. Y la segunda columna era igual, con las granadas.

23 Y había noventa y seis granadas que pendían; el total de las granadas era de cien en la malla alrededor.

24 Entonces el capitán de la guardia tomó a Seraías, el principal sacerdote, y a Sofonías, el segundo sacerdote, y a los tres oficiales del templo.

25 También tomó de la ciudad a un oficial que estaba encargado de los hombres de guerra, a siete de los consejeros del rey que se hallaban en la ciudad, al escriba del comandante del ejército que reclutaba al pueblo de la tierra, y a sesenta hombres del pueblo que se hallaban dentro de la ciudad.

26 Nabuzaradán, capitán de la guardia, los tomó y los llevó al rey de Babilonia en Ribla.

27 Entonces el rey de Babilonia los hirió y les dio muerte en Ribla en la tierra de Hamat. Así fue llevada Judá al destierro lejos de su tierra.

28 Este es el pueblo que Nabucodonosor llevó al destierro: en el año séptimo, tres mil veintitrés judíos;

29 en el año dieciocho de Nabucodonosor, ochocientas treinta y dos personas de Jerusalén;

30 en el año veintitrés de Nabucodonosor, Nabuzaradán, capitán de la guardia, llevó al destierro a setecientos cuarenta y cinco judíos; en total fueron cuatro mil seiscientas personas.

31 Y en el año treinta y siete del destierro de Joaquín, rey de Judá, en el mes doce, a los veinticinco días del mes, Evil-merodac, rey de Babilonia, en el año primero de su reino, favoreció a Joaquín, rey de Judá, y lo sacó de la cárcel.

32 Y le habló amigablemente y puso su trono por encima de los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia.

33 Joaquín se quitó sus vestidos de prisión y comió siempre en la presencia del rey , todos los días de su vida;

34 y para su sustento, se le dio de continuo una ración de parte del rey de Babilonia, una porción para cada día, todos los días de su vida hasta el día de su muerte.