1

1

Érase una vez un hombre llamado Job, que vivía en el país de Hus. Era justo, honrado y respetuoso de Dios, y vivía apartado del mal.

2 Tenía siete hijos y tres hijas.

3 Poseía siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas burras y muchísimos siervos. Era el más rico de los hombres de Oriente.

4 Sus hijos solían juntarse para comer, cada día en casa de uno, e invitaban a sus tres hermanas.

5 Terminados esos días de fiesta, Job los hacía venir para purificarlos; y de mañana ofrecía un holocausto por cada uno, por si habían pecado maldiciendo a Dios en su interior. Cada vez hacía Job lo mismo.

6 Un día se presentaron ante el Señor los hijos de Dios; también Satán entró con ellos.

7 El Señor preguntó a Satán:

— ¿De dónde vienes?

Satán respondió al Señor:

— Vengo de dar vueltas por la tierra; de andar por ella.

8

El Señor añadió:

— ¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él: es un hombre justo, honrado y respetuoso de Dios, y vive apartado del mal.

9

Satán contestó al Señor:

— ¿Y crees que Job respeta a Dios sin motivo?

10 Tú mismo lo has rodeado de seguridad; lo has protegido, junto con su hogar y sus pertenencias: has bendecido sus trabajos, y sus rebaños llenan el país.

11 Pero te apuesto que si extiendes tu mano y dañas sus posesiones, te maldecirá a la cara.

12

El Señor respondió a Satán:

— Haz lo que quieras con sus cosas, pero no se te ocurra tocar su persona. Satán abandonó la presencia del Señor.

13

Un día que sus hijos e hijas banqueteaban en casa del hermano mayor,

14 llegó un mensajero a casa de Job con la siguiente noticia:

— Mientras los bueyes estaban arando y las burras pastando a su lado,

15 cayeron sobre ellos unos sabeos, acuchillaron a los mozos y se llevaron el ganado. Sólo yo he podido escapar para contártelo.

16

Aún no había acabado el mensajero de hablar, cuando llegó otro con la siguiente noticia:

— Ha caído un rayo del cielo que ha quemado y consumido a las ovejas y a los pastores. Sólo yo he podido escapar para contártelo.

17

Aún no había acabado este de hablar, cuando llegó otro con la siguiente noticia:

— Una banda de caldeos, divididos en tres grupos, ha caído sobre los camellos y se los ha llevado, después de acuchillar a los mozos. Sólo yo he podido escapar para contártelo.

18

Aún no había acabado este de hablar, cuando llegó otro con la siguiente noticia:

— Estaban tus hijos y tus hijas banqueteando en casa del hermano mayor,

19 cuando un huracán que cruzaba el desierto embistió la casa por los cuatro costados; la casa se derrumbó sobre los jóvenes y los mató. Sólo yo he podido escapar para contártelo.

20

Job se levantó, se rasgó la ropa, se afeitó la cabeza, se echó por tierra

21 y dijo: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; bendito sea el nombre del Señor”.

22

A pesar de todo lo sucedido, Job no pecó ni maldijo a Dios.

2

1

Un día se presentaron ante el Señor los hijos de Dios; también Satán entró con ellos.

2

El Señor preguntó a Satán:

— ¿De dónde vienes?

Satán respondió al Señor:

— Vengo de dar vueltas por la tierra; de andar por ella.

3

El Señor añadió:

— ¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él: es un hombre justo, honrado y respetuoso de Dios, y vive apartado del mal. Pero tú me has incitado contra él para que lo aniquilara sin motivo; sin embargo, todavía persiste en su honradez.

4

Satán contestó al Señor:

— Piel por piel; cualquiera lo da todo por salvar su vida.

5 Te apuesto que si pones la mano sobre él y lo hieres en su carne y en sus huesos, te maldecirá a la cara.

6

El Señor respondió a Satán:

— Haz lo que quieras con él, pero respétale la vida.

Satán abandonó la presencia del Señor.

7

Entonces hirió a Job con llagas malignas, desde la planta del pie hasta la cabeza.

8 Job, sentado en el polvo, se rascaba con una tejuela.

9 Su mujer le dijo:

— ¿Todavía persistes en tu honradez? Maldice a Dios y muérete.

10

Job contestó:

— Hablas como una insensata. Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?

A pesar de lo ocurrido, Job no pecó con sus labios.

11

Tres amigos de Job, cuando se enteraron de las desgracias que había sufrido, llegaron desde sus respectivos países. Eran Elifaz de Temán, Bildad de Súaj y Sofar de Naamat, que se pusieron de acuerdo para ir a compartir su pena y consolarlo.

12 Lo vieron de lejos pero no lo reconocieron; entonces rompieron a llorar, se rasgaron el manto y echaron polvo sobre sus cabezas y hacia el cielo.

13 Después se sentaron junto a Job en el suelo y estuvieron siete días y siete noches; pero ninguno le decía nada, viendo su terrible sufrimiento.

3

1

1-2 Job habló por fin y maldijo así su día:

2

3
¡Muera el día en que nací
y la noche que anunció:
“Se ha concebido un varón”!

4
Que ese día se vuelva tinieblas,
que en lo alto Dios prescinda de él,
que la luz no lo ilumine.

5
Que sombrías tinieblas lo reclamen,
que se ciernan sobre él nubarrones,
que un eclipse lo llene de espanto.

6
Que la oscuridad se apodere de esa noche,
que no se sume a los días del año,
que no entre en el cómputo de los meses.

7
Que esa noche quede estéril,
que no se oigan los gritos de júbilo;

8
que la maldigan los que maldicen al Océano,
los que saben conjurar a Leviatán.

9
Que se ofusquen las estrellas de su aurora,
que espere en vano la luz,
que no vea el parpadeo del alba.

10
¿Por qué no se me cerró la salida del vientre
y se me evitó contemplar tanto dolor?

11
¿Por qué no morí dentro de las entrañas
y perecí antes de salir del vientre?

12
¿Por qué me recibió un regazo
y unos pechos me dieron de mamar?

13
Ahora descansaría en paz,
ahora dormiría tranquilo

14
con esos reyes y consejeros de la tierra
que se hacen construir mausoleos,

15
o con los nobles que abundan en oro,
que acumulan plata en sus palacios.

16
Como aborto ignorado, no existiría;
como criatura que no llega a ver la luz.

17
Allí acaba la agitación de los canallas,
allí descansan los que están exhaustos.

18
Con ellos reposan los prisioneros,
sin oír las órdenes del capataz;

19
se confunden pequeños y grandes
y el esclavo se libra de su dueño.

20
¿Por qué iluminó a un desgraciado
y dio vida a los que viven amargados,

21
esos que ansían la muerte y no aparece,
que la buscan como se busca un tesoro,

22
que disfrutarían al ver el túmulo
y se alegrarían al encontrar la tumba,

23
a quien no encuentra su camino
porque Dios le ha cerrado la salida?

24
Por pan tengo mis sollozos,
los gemidos se me escapan como agua.

25
Lo que más temía me sale al paso,
lo que más me aterraba me acontece.

26
Ya no tengo paz ni sosiego,
temo intranquilo un sobresalto.

4

1

Elifaz de Temán respondió así:

2
¿Aguantarás si te dirigen la palabra?
¿Pero quién puede frenar una respuesta?

3
Tú, que a tantos dabas lecciones,
que fortalecías los brazos débiles,

4
que animabas al vacilante con tus consejos,
que robustecías las rodillas temblorosas,

5
¿ahora que te toca, flaqueas?
¿Te llega el turno y te asustas?

6
¿No ponías tu confianza en tu piedad?
¿No ponías la esperanza en tu honradez?

7
¿Recuerdas a un inocente destruido?
¿Has visto a algún justo exterminado?

8
Yo he visto que quien cultiva maldad
y siembra desgracia, eso cosecha.

9
Echa Dios su aliento y perecen,
los consume el resoplido de su cólera.

10
Ruge el león, gruñe la fiera,
pero a los cachorros les arrancan los dientes.

11
Muere el león cuando no tiene presa,
las crías de la leona se dispersan.

12
Me llegó una palabra furtiva,
escuché su suave susurro;

13
entre pesadillas y visiones nocturnas,
cuando el sopor rinde a los humanos,

14
el terror y la agitación me atenazaron,
se estremecieron todos mis huesos.

15
Un viento rozó mi rostro,
se erizó el vello de mi cuerpo.

16
Allí estaba, no lo reconocí,
pero su imagen permanecía ante mí.
Una voz rasgó el silencio:

17
¿“Puede un mortal ser justo ante Dios,
un ser humano ser puro ante su Hacedor”?

18
Si ni siquiera confía en sus siervos,
y hasta en sus mensajeros ve defectos,

19
¿qué decir de los que moran entre adobes,
en casas construidas sobre barro?
¡Se los aplasta igual que a la polilla!

20
De la mañana al atardecer se derrumban,
desaparecen sin que a nadie le importe;

21
les arrancan los vientos de su tienda
y mueren por falta de sabiduría.

5

1

Anda, grita, a ver quién te responde,
¿a qué santo vas ahora a recurrir?

2
Al necio lo mata el despecho,
y al simple lo remata la envidia.

3
He visto a un necio echar raíces
y de pronto hundirse su morada,

4
a sus hijos metidos en problemas,
acosados en un juicio, sin defensa.

5
El hambriento devorará su cosecha
—Dios se la quitará de entre los dientes—
y el sediento beberá sus bienes.

6
Pues la desgracia no germina del polvo,
ni brota de la tierra el sufrimiento;

7
nace para el dolor el ser humano
como las chispas que se alzan volando.

8
Yo que tú apelaría a Dios,
confiaría a Dios mi causa.

9
Él hace prodigios misteriosos,
realiza maravillas sin cuento:

10
derrama lluvia sobre la tierra,
envía el agua a los campos;

11
pone a los humildes en lo alto,
en lugar seguro a los afligidos;

12
frustra los planes del astuto,
hace que fracasen sus intrigas;

13
enreda en su astucia a los sabios,
arruina los planes tortuosos;

14
en pleno día se topan con tinieblas,
van a tientas lo mismo que de noche.

15
Pero salva al pobre de lenguas afiladas,
lo libra de manos opresoras;

16
así el indigente vive con esperanza,
pues la maldad cierra su boca.

17
¡Dichoso aquel a quien Dios corrige!
No rechaces la lección del Todopoderoso,

18
porque hiere, pero pone la venda,
golpea, pero él mismo cura.

19
Seis veces te salva de apuros
y a la séptima te evita los males;

20
no te dejará morir en plena carestía,
en plena refriega te librará de la espada;

21
te pondrá a salvo del azote de la lengua,
sin miedo a que se cierna el desastre.

22
Te reirás de carestías y desastres,
no tendrás miedo a las fieras salvajes;

23
pactarás con los espíritus del campo,
tendrás paz con las bestias salvajes;

24
disfrutarás de la paz de tu tienda,
verás prosperar tus propiedades;

25
conocerás una numerosa progenie,
nutrida como la hierba del campo;

26
bajarás a la tumba ya maduro,
como manojo de trigo en sazón.

27
Hemos comprobado que todo esto es cierto;
haz caso y aprende la lección.

6

1

Job respondió así:

2
Si se pudiera calcular mi dolor
junto con mis males en una balanza,

3
pesarían más que la arena del mar;
por eso desatino al hablar.

4
Llevo clavadas en mí
las flechas del Todopoderoso;
mi garganta absorbe su veneno,
los terrores de Dios me acechan.

5
¿Rebuzna el onagro al ver la hierba?,
¿muge el buey a la vista del forraje?

6
¿Come alguien lo soso sin sal
o saca gusto al jugo de malva?

7
Lo que mi boca se negaba a comer
es ahora mi alimento de enfermo.

8
Ojalá se cumpliese mi petición
y Dios respondiese a mi esperanza:

9
que tuviese a bien triturarme
y arrancase mi trama con su mano.

10
Me serviría por lo menos de consuelo,
aun torturado sin piedad me alegraría
pues nunca he rechazado las palabras del Santo.

11
¿Me quedan fuerzas para esperar
o tengo una meta que me impulsa a seguir?

12
¿Soy acaso fuerte como las rocas
o es acaso mi cuerpo de bronce?

13
Ya no puedo valerme por mí mismo
y no espero que alguien me auxilie.

14
El enfermo cuenta con la piedad de su amigo,
aunque no tema al Todopoderoso;

15
pero mis hermanos me engañan como un torrente,
como una rambla cuando ha pasado la riada.

16
Cuando se funde el hielo [los torrentes] bajan turbios,
crecidos con la nieve derretida;

17
pero llega el estiaje y se secan,
el calor reseca su cauce;

18
las huellas de su curso se difuminan,
desaparecen cuando penetran en el desierto.

19
Los divisan las caravanas de Temá,
los buscan los comerciantes de Sabá;

20
mas su esperanza acaba frustrada:
al llegar se sienten defraudados.

21
También vosotros sois nada,
veis un desastre y tembláis.

22
¿Acaso os he pedido algo
o me he aprovechado de vuestros bienes

23
para que me librarais de manos enemigas
o me rescataseis de manos violentas?

24
Si me explicáis las cosas, callaré;
hacedme ver en qué me he equivocado;

25
los argumentos razonados persuaden,
¿pero qué demuestran vuestras razones?

26
¡Creéis que un discurso zanja una cuestión
y que sólo es viento la voz desesperada!

27
Seríais capaces de rifaros un huérfano,
de poner precio a vuestro propio amigo.

28
Miradme ahora frente a frente,
que no he de mentiros a la cara.

29
Volved, y que no haya trampas;
volved, que sigue intacta mi honradez.

30
¿Percibís malicia en mi lengua?
¿No distingo lo que es falso cuando hablo?

7

1

El ser humano cumple un servicio en la tierra,
son sus días los de un jornalero;

2
como el esclavo, busca la sombra;
como el jornalero, espera su salario.

3
Yo he heredado meses baldíos,
me han asignado noches de agobio.

4
Me acuesto y pienso: ¿cuándo me levantaré?
La noche se alarga sin medida
y me harto de dar vueltas hasta el alba;

5
mi cuerpo está cubierto de gusanos y costras,
la piel se me rasga y supura.

6
Corren mis días con toda rapidez,
se consumen, vacíos de esperanza.

7
Recuerda que mi vida es un soplo,
que mis ojos no verán ya la dicha.

8
Los ojos que me ven no me verán,
me buscarás con la mirada y no estaré.

9
Igual que nube que pasa y se disipa
es el que baja al reino de los muertos;
ya no volverá a subir;

10
ya no regresará a su casa,
ni su morada lo reconocerá.

11
Así que no pondré freno a mi lengua,
hablará mi espíritu angustiado,
me quejaré henchido de amargura.

12
¿Soy acaso el Mar o el Dragón
para que tú me pongas un guardián?

13
Cuando pienso que el lecho será mi alivio,
que la cama adormecerá mis gemidos,

14
entonces me aterras con sueños,
entonces me atemorizas con pesadillas.

15
Preferiría morir asfixiado;
antes la muerte que vivir así.

16
¡Qué más da! Si no viviré para siempre,
déjame en paz; mis días son un soplo.

17
¿Qué es el ser humano para que de él te ocupes,
para que te muestres interesado por él,

18
para que le pases revista por la mañana
y a cada instante lo examines?

19
¿Por qué no dejas de vigilarme?
¡Ni tragar saliva me permites!

20
Si he pecado, ¿en qué te afecta,
Vigía de los humanos?
¿Por qué me conviertes en tu blanco
y me has considerado tu carga?

21
¿Por qué no perdonas mi culpa
y pasas por alto mi ofensa?
Pues pronto me acostaré en el polvo;
me buscarás, pero ya no estaré.

8

1

Bildad de Súaj respondió así:


2
¿Hasta cuándo hablarás de ese modo,
con el viento impetuoso de tus palabras?

3
¿Puede Dios trastocar el derecho,
pervertir la justicia el Todopoderoso?

4
Si tus hijos pecaron contra él,
ya los hizo cargar con su delito.

5
Mas si buscas cuanto antes a Dios,
si diriges tu súplica al Todopoderoso,

6
si eres honrado e intachable,
entonces se ocupará de ti,
te devolverá tu legítima heredad.

7
Tu pasado será insignificante
comparado con tu glorioso futuro.

8
Ve y pregunta a pasadas generaciones,
seguras en la experiencia de sus mayores.

9
Ayer nacimos, nada sabemos;
nuestra vida en este mundo es una sombra.

10
Pero ellos te enseñarán, te informarán
con máximas que brotan de su reflexión.

11
¿Brota el papiro fuera de la marisma
o prosperan los juncos si falta el agua?

12
Todavía verdes, sin ser segados,
pueden agostarse antes que otra hierba.

13
Así acaba quien se olvida de Dios,
la esperanza del malvado sucumbe;

14
su confianza no es más que un hilo;
su seguridad, una tela de araña;

15
si se apoya en ella, no lo aguanta;
si se aferra a ella, no lo sostiene.

16
Como planta lozana a pleno sol,
sus tallos brotaban por el jardín;

17
sus raíces escalaban el muro,
se adherían firmes a las tapias.

18
Pero si es arrancada de su sitio,
este la niega: “Nunca te he visto”.

19
Así acabará su existencia,
otros brotarán en su lugar.

20
Pero Dios no rechaza al honrado,
ni tiende la mano al malvado.

21
Llenará de nuevo tu boca de risas,
tus labios gritarán jubilosos.

22
Tus enemigos quedarán avergonzados,
la tienda del malvado dejará de existir.

9

1

Respondió Job:


2
Sé que las cosas son así:
que no es justo ante Dios el ser humano.

3
Si quiere litigar con él,
no le rebatirá de mil razones una.

4
Dios es sabio y poderoso,
¿quién le hace frente y queda ileso?

5
Con su cólera remueve los montes,
los desplaza y nadie lo nota.

6
Sacude la tierra en sus cimientos,
hace que vacilen sus pilares;

7
si lo ordena, el sol ya no brilla
y retiene bajo sello a las estrellas.

8
Él solo despliega los cielos
y camina sobre la espalda del Mar;

9
él ha hecho la Osa y el Orión,
las Pléyades y las Cámaras del Sur.

10
Hace prodigios inexplicables,
realiza maravillas incontables.

11
Si pasa a mi vera, no lo veo;
me roza y no me doy cuenta;

12
si apresa algo, ¿quién se lo impedirá
o quién le dirá: “qué estás haciendo”?

13
Dios no renuncia a su cólera,
a él se someten los aliados de Rahab.

14
¡Cuánto menos podré yo defenderme,
afinando argumentos contra él!

15
Aun teniendo yo razón, no respondería;
tendría que suplicar a mi adversario;

16
aunque respondiera a mi requerimiento,
no creo que atendiera a mis palabras.

17
¡Él es capaz de aplastarme por una tontería,
de multiplicar sin motivo mis heridas;

18
no me deja respirar tranquilo,
me tiene saciado de amargura!

19
Si es cuestión de fuerza,
ahí está su poder;
si se trata de justicia,
¿quién lo emplazará?

20
Aun teniendo yo razón,
su boca me condenaría;
aun siendo yo inocente,
demostraría mi culpa.

21
Pero ¿soy inocente?
Ni siquiera lo sé.
¡Desprecio mi existencia!

22
Aunque da lo mismo. Así que afirmo:
destruye igual al inocente que al culpable.

23
Si una peste matase de repente,
se burlaría del dolor del inocente.

24
Entrega un país a un malvado
y ciega los ojos de los magistrados.
¿Quién puede hacerlo, sino él?

25
Mis días corren más que un correo,
escapan sin que pueda ver la dicha;

26
se deslizan como balsas de junco,
como el águila al caer sobre la presa.

27
Si me digo: “Olvidaré la tristeza,
que la alegría cambie mi semblante”,

28
tengo miedo de lo que pueda sufrir,
pues sé que no me crees inocente.

29
Y si resulta que soy culpable,
¿qué sentido tiene luchar en vano?

30
Aunque me lavase con jabón
y frotara mis manos con sosa,

31
tú me arrastrarías por la porquería
hasta que me diera asco mi ropa.

32
No es un ser humano como yo para decirle:
“Enfrentémonos juntos en un juicio”.

33
Pero no existe un mediador
que ponga su mano entre los dos,

34
que retire su vara de mi espalda
y me libre del terror que me atenaza.

35
Si lo hubiera, le hablaría sin miedo,
pues creo que no soy culpable.

10

1

Me da asco mi existencia,
daré rienda suelta a mis quejas,
hablaré repleto de amargura.

2
Diré a Dios: “No me declares culpable;
y dime por qué eres mi adversario.

3
¿Disfrutas acaso oprimiéndome,
rechazando la obra de tus manos,
y aprobando los planes del malvado?

4
¿Son acaso tus ojos de carne
y ves las cosas lo mismo que un humano?

5
¿Es tu vida la de un simple mortal,
tu existencia la de un ser humano,

6
para que busques algo malo en mí
e indagues si tengo pecado?

7
De sobra sabes que no soy culpable,
pero nadie me librará de tus manos.

8
Tus manos me modelaron, me hicieron,
¿y ahora te vuelves y me destruyes?

9
Recuerda que me hiciste de barro
y que al polvo me vas a devolver.

10
¿No me vertiste como leche
y me cuajaste como al queso?

11
Me forraste de piel y carne,
me tejiste con huesos y tendones.

12
Me concediste el favor de la vida,
rodeaste mi existencia de atenciones.

13
Pero algo planeabas en secreto,
sé que planeabas lo siguiente:

14
si pecaba, me estarías vigilando
y no disculparías mis fallos;

15
si era culpable, ¡pobre de mí!;
si inocente, no alzaría la frente,
saciado de afrentas, harto de aflicción;

16
si tratara de mostrarme firme,
me darías caza como un león,
repitiendo tus hazañas a mi costa;

17
renovarías tu enemistad contra mí,
contra mí aumentarías tu furor
atacándome con tropas de refresco.

18
¿Para qué me sacaste del vientre?
Habría muerto sin que nadie lo viese,

19
sería como si no hubiera existido,
arrastrado del vientre a la tumba.

20
¡Qué rápida discurre mi vida!
¡Déjame! ¡Aléjate de mí!
Deja que disfrute un poco,

21
antes de que vaya al país de tinieblas,
y de sombras de muerte,
sin que pueda regresar,

22
al país lúgubre como la oscuridad,
con sombras de muertos, caótico,
donde la luz sólo es oscuridad”.

11

1

Sofar de Naamat contestó así:


2
¿Quedará sin respuesta tanta palabrería
y tendrá razón un charlatán?

3
¿Hará callar a otros tu verborrea
y te burlarás sin que nadie te contradiga?

4
Tú has dicho: “Mi conducta es limpia,
nada malo me puedes reprochar”.

5
Pero ojalá Dios te hablase,
abriese la boca para responderte:

6
te enseñaría secretos de sabiduría,
que son prodigios de habilidad.
Entonces acabarías sabiendo
que aún te perdona parte de tu culpa.

7
¿Puedes sondear la profundidad de Dios,
descubrir la perfección del Todopoderoso?

8
Es más alta que el cielo: ¿qué harás?
Más honda que el reino de los muertos:
¿qué podrás saber tú?

9
Es más larga que la tierra
y más ancha que el mar.

10
Si se presenta y encierra en prisión,
si cita a juicio, ¿quién lo impedirá?

11
Pues conoce a quienes nada valen,
cuando ve la maldad se fija bien.

12
Y es que el necio se hará sensato
cuando un asno salvaje se haga manso.

13
Pero si no vacila tu mente,
si extiendes las manos hacia él,

14
si apartas tu mano de la maldad
y no alojas en tu tienda la injusticia,

15
podrás alzar la frente sin mancilla;
te acosarán, pero no tendrás miedo;

16
podrás olvidar tu infortunio,
recordándolo como agua que pasó.

17
Tu vida será más luminosa que el mediodía,
tus tinieblas serán como un amanecer;

18
vivirás seguro y con esperanza,
te sentirás protegido, dormirás tranquilo;

19
descansarás libre de sobresaltos
y muchos buscarán tu favor.

20
Pero los ojos del malvado se apagan,
no podrá encontrar un refugio,
su esperanza es sólo un suspiro.

12

1

Job respondió así:


2
¡Desde luego, sois de esa gente
con la cual se agotará la sabiduría!

3
Pero también yo soy inteligente,
no me creo inferior a vosotros.
¿Quién no sabe tales cosas?

4
El hazmerreír de sus vecinos, ese soy yo;
yo, que me comunicaba con Dios.
¡El hazmerreír, siendo íntegro y honrado!

5
“¡Respondamos con burla a la desgracia
—dice quien se siente satisfecho—,
empujemos al suelo al que se tambalea!”.

6
¡Pero los bandidos habitan en paz,
viven seguros quienes provocan a Dios,
los que tienen a Dios en un puño!

7
Pregunta a las bestias y te instruirán,
a las aves del cielo y te informarán;

8
habla con los reptiles y te enseñarán,
te lo contarán los peces del mar.

9
¿Quién de todos ellos no sabe
que la mano del Señor lo hizo todo?

10
Él retiene la vida de los seres,
el aliento de todo ser humano.

11
¿No distingue el oído las palabras
y el paladar saborea la comida?

12
¿No es propia de los ancianos la sabiduría
y destaca la prudencia entre los viejos?

13
Pues él posee sabiduría y poder,
prudencia e inteligencia son suyas.

14
Si él destruye, nadie reconstruye;
si aprisiona, no hay escapatoria;

15
si retiene la lluvia, llega la sequía;
si la deja libre, se inunda la tierra.

16
Él dispone de fuerza y eficacia,
suyos son el engañado y el que engaña;

17
hace ir descalzos a los consejeros,
hace enloquecer a los magistrados;

18
deja a los reyes sin insignias,
les ata una soga a la cintura;

19
hace ir descalzos a los sacerdotes,
arruina a los que están bien situados;

20
retira la palabra a los confidentes,
deja sin discreción a los ancianos;

21
llena de desprecio a los señores,
afloja el cinturón de los robustos.

22
Revela la hondura de las tinieblas,
saca a la luz las densas sombras;

23
levanta pueblos y los destruye,
ensancha naciones y las destierra;

24
priva de su talento a los jefes,
los guía por desiertos intransitables,

25
por donde caminan a tientas y a oscuras,
tropezando lo mismo que borrachos.

13

1

Todo esto ya lo han visto mis ojos,
mis oídos lo oyeron y lo entendí.

2
Sé lo que vosotros sabéis,
no soy inferior a vosotros.

3
Pero quiero hablar con el Todopoderoso,
deseo disputar con Dios,

4
pues todo lo blanqueáis con mentiras,
parecéis médicos sin serlo.

5
¡Cuándo acabaréis de hablar
demostrando así que sois sabios!

6
A ver si escucháis mis descargos
y oís los argumentos que pronuncio.

7
¿Falseáis la realidad por defender a Dios
y sois capaces de mentir por él?

8
¿Tratáis por ventura de excusarlo
y disputáis acaso a su favor?

9
¿Qué tal si él os sondease?
¿Lo engañaríais igual que a un humano?

10
Seguro que os pediría cuentas
por ser parciales con disimulo.

11
Su majestad os dejaría aterrados,
su terror se abatiría sobre vosotros.

12
Vuestras acusaciones serían como ceniza;
vuestros argumentos, argumentos de barro.

13
Silencio, que quiero hablar,
pues pase lo que me pase,

14
voy a jugármelo todo,
pienso arriesgar mi vida.

15
Aunque quiera matarme,
no me queda otra esperanza;
quiero defenderme en su presencia;

16
con eso me sentiría salvado,
pues el malvado no comparece ante él.

17
Escuchad con atención mis palabras,
prestad oído a mi declaración;

18
tengo preparada mi defensa
y sé que soy inocente.

19
¿Alguien quiere pleitear conmigo?
Estoy dispuesto a callar y morir.

20
Concédeme sólo estas dos cosas
y permaneceré siempre en tu presencia:

21
que mantendrás tu mano lejos de mí
y que no me espantarás con tu terror.

22
Después acúsame y responderé,
o deja que me explique y tú replicarás.

23
¿Cuántos son mis errores y mis culpas?
¡Demuéstrame mis delitos y errores!

24
¿Por qué me ocultas tu rostro
y me tratas como a un enemigo?

25
¿Acosarías a una hoja volandera
o perseguirías a una paja ya agostada?

26
Anotas en mi cuenta rebeldías,
me acusas de faltas de juventud;

27
metes en cepos mis pies,
vigilas todas mis andanzas,
indagas las huellas de mis pasos.

28
¡A uno que se desgasta como un odre,
como vestido comido por la polilla!

14

1

El ser humano, nacido de mujer,
es corto de días y largo de aflicciones;

2
como brote florece y se marchita,
huye como sombra pasajera.

3
¿Y en uno así clavas los ojos
y lo llevas a juicio contigo?

4
¡Nadie hará puro lo impuro!

5
Si sus días están ya contados,
si conoces el número de sus meses
(una frontera infranqueable),

6
deja de mirarlo y que descanse,
hasta que acabe sus días de jornalero.

7
Aunque un árbol sea talado,
tiene esperanza de retoñar,
de que no le faltarán renuevos.

8
Aunque sean viejas sus raíces soterradas,
aunque agonice su tocón en el polvo,

9
reverdece cuando siente el agua,
rebrota como una planta joven.

10
Pero el ser humano, al morir, desaparece;
cuando expira el mortal, ¿dónde está?

11
Como agua evaporada en un lago,
como río que se seca y aridece,

12
el ser humano se acuesta y no se levanta;
se desgastarán los cielos y no despertará,
nadie lo espabilará de su sueño.

13
¡Ojalá me escondieras
en el reino de los muertos
oculto hasta que pase tu cólera!
¡Ojalá pusieras una fecha para acordarte de mí!

14
¿Pero puede un muerto revivir?
¡Aguardaría todo el tiempo de mi milicia,
esperando que llegase mi relevo!

15
Llamarías y yo respondería,
añorarías la obra de tus manos.

16
Seguro que contarías mis pasos,
pero no vigilarías mis errores;

17
meterías mis delitos en un saco
y cubrirías con cal mis fallos.

18
Como monte que se hunde erosionado,
como riscos desplazados de su sitio,

19
como agua que desgasta las rocas
y avenida que arrastra la tierra,
así destruyes la esperanza del mortal.

20
Lo destrozas para siempre y se va,
lo desfiguras y lo haces desaparecer.

21
Si prosperan sus hijos, no lo sabe;
si se hunden en la miseria, ni se entera.

22
Sólo siente su propio dolor,
lamenta sólo su existencia.

15

1

Elifaz de Temán respondió así:


2
¿Da un sabio respuestas vanas?
¿Llena su vientre de viento del este?

3
¿Propone argumentos inútiles,
palabras que no valen nada?

4
Peor tú, que te muestras impío
y anulas así los coloquios con Dios.

5
Tu pecado inspira tus palabras,
usas el lenguaje de la astucia.

6
Tu boca te condena, no yo;
tus labios testifican contra ti.

7
¿Eres el primogénito de la humanidad
y te engendraron antes que a las colinas?

8
¿Has asistido al consejo divino?
¿Sólo tú posees sabiduría?

9
¿Qué sabes tú que nosotros no sepamos,
qué entiendes tú que nosotros no entendamos?

10
Entre nosotros hay ancianos venerables,
más repletos de días que tu padre.

11
¿Te sabe a poco el consuelo de Dios,
las amables palabras que escuchas?

12
¿Por qué dejas que te domine la pasión
y miras con ojos desorbitados,

13
haciendo a Dios objeto de tu cólera
y lanzando esas palabras por tu boca?

14
¿Qué es el ser humano para sentirse puro,
el nacido de mujer para creerse inocente?

15
Si Dios no confía en sus santos
ni le parecen puros los cielos,

16
¿qué decir del infame y corrompido,
del ser humano que se sacia de maldad?

17
Escúchame, que quiero hablarte,
voy a decirte lo que he visto,

18
lo que han contado los sabios
y han transmitido sus antepasados,

19
aquellos a quienes entregaron el país,
cuando no había mezcla de extranjeros.

20
El malvado vive entre tormentos,
al tirano le esperan años contados;

21
le zumban los oídos con ecos de terrores,
lo asalta el Devastador mientras vive en paz.

22
Que no piense que escapará de las tinieblas,
pues está destinado a la espada;

23
desechado como pasto de buitres,
sabe que es cierta su ruina.

24
Los días tenebrosos lo aterran,
lo atenazan angustia y ansiedad,
como a un rey que se lanza al ataque.

25
Y es que alzó su mano contra Dios
e intentó retar al Todopoderoso,

26
arremetiendo directo contra él
tras la maciza panza de su escudo.

27
Aunque rebosen grasa sus carrillos
y el sebo forre sus lomos,

28
vivirá en pueblos arruinados,
en casas donde nadie habita,
destinadas a ser escombreras.

29
No se enriquecerá ni durarán sus bienes,
no crecerán sus posesiones sobre la tierra.

30
No podrá huir de la oscuridad,
una llama secará sus brotes,
el viento barrerá sus renuevos.

31
Que no confíe en su buena talla,
pues su rama acabará fracasando.

32
Antes de tiempo se marchitará,
sus ramas no reverdecerán.

33
Será viña cuyas uvas no maduran,
olivo que pierde sus flores.

34
No da frutos la casta de los impíos,
el fuego consume sus hogares.

35
Quien se preña de maldad, pare desgracia;
en su vientre se prepara la decepción.

16

1

Job respondió así:


2
Muchas cosas parecidas he oído,
vuestro consuelo sólo es agobio.

3
¿Acabará tanta palabra vana?
¿Dime qué es lo que te impulsa a replicar?

4
¿Os hablaría yo como vosotros
si por ventura estuvierais en mi lugar?
¿Os atacaría lanzando discursos
y agitaría la cabeza contra vosotros?

5
¡No! Mis palabras os confortarían,
mis labios os tranquilizarían.

6
Pero si hablo, no se alivia mi dolor;
si me callo, permanece junto a mí.

7
Ahora el dolor me tiene agotado,
(restas valor a mi testimonio

8
y me acosas).
Mi agotamiento se ha convertido en testigo
que se alza y me acusa a la cara.

9
Su cólera me ataca y me desgarra;
me enseña sus dientes rechinando
y me observa con ojos hostiles.

10
La gente se burla en mi cara,
me afrentan dándome bofetadas,
todos se alían contra mí.

11
Dios me entrega a gente injusta,
me arroja en manos de malvados.

12
Vivía yo tranquilo y me zarandeó,
me asió por la nuca y me hizo trizas;
me convirtió en su diana,

13
sus arqueros me pusieron cerco;
me atravesó las entrañas sin piedad,
regando la tierra con mi hiel.

14
Me desgarró cubriéndome de brechas,
atacándome lo mismo que un guerrero.

15
He cosido un saco a mi piel,
he enterrado en el polvo mi honor.

16
El llanto enrojece mi rostro,
mis ojos sombríos reflejan la muerte,

17
aunque no he obrado con violencia
ni es interesada mi oración.

18
¡Tierra, no cubras mi sangre!
¡Que el sepulcro no ahogue mi grito!

19
Mi testigo está ahora en el cielo,
mi defensor habita en lo alto

20
—es mi grito quien habla por mí,
aguardo inquieto la respuesta divina—;

21
que juzgue entre Dios y el ser humano,
como es habitual entre mortales,

22
pues me esperan años contados
y recorreré un camino sin vuelta.

17

1

Me falta el aliento,
mis días se extinguen,
me espera la tumba.

2
Vivo rodeado de escarnios,
las provocaciones me desvelan.

3
Conviértete tú en mi garantía,
¿quién, si no, me defenderá?

4
Has cerrado su mente a la razón
y no permitirás que salgan airosos.

5
¿O eres como quien invita a sus amigos,
mientras sus hijos se ven necesitados?

6
Me ha convertido en burla de la gente,
mi cara es blanco de salivazos.

7
La agonía consume mis ojos,
mi cuerpo es sólo una sombra.

8
Los justos se espantan al verlo,
el inocente se revuelve contra el impío.

9
Pero el justo se mantiene en su camino,
el de manos limpias redobla su energía.

10
Venga, vosotros, seguid atacándome,
que no encontraré un sabio entre vosotros.

11
Mis días y mis planes han pasado,
se van desvaneciendo mis esperanzas.

12
¿Pretendéis que crea que la noche es día,
que hay luz cuando sólo hay tinieblas?

13
Únicamente espero habitar
en el reino de los muertos,
hacer mi lecho en las tinieblas,

14
llamar al sepulcro “padre mío”,
“madre” y “hermana” a los gusanos.

15
¿Dónde está mi esperanza?
¿Alguien ha visto mi dicha?

16
¿Descenderán conmigo
al reino de los muertos
y reposaremos juntos en el polvo?

18

1

Bildad de Súaj habló así:


2
¿Cuándo acabaréis con tanto discurso?
Reflexionad primero y hablemos después.

3
¿Por qué dejarnos tratar como animales?
¿O pensáis acaso que carecemos de talento?

4
Tu cólera está acabando contigo,
¿pero quedará por eso deshabitada la tierra
y serán las rocas desencajadas de su sitio?

5
La lámpara del malvado se apaga,
ya no brilla el resplandor de su hogar.

6
La luz de su tienda va menguando,
el candil que lo alumbra se extingue.

7
Pierde fuerza su pie vigoroso,
lo descarrían sus propios proyectos;

8
sus pies lo conducen a la red,
camina por encima de una malla;

9
un lazo le atrapa los tobillos,
un cepo se cierra sobre ellos;

10
un nudo se oculta en el suelo,
una trampa lo aguarda en el camino.

11
Lo rodean terrores espantosos,
lo acosan cuando intenta caminar:

12
la Desgracia lo persigue hambrienta,
el Desastre espera su traspiés;

13
la Enfermedad devora su piel,
la Muerte corroe sus miembros.

14
Arrancado del amparo de su tienda,
lo arrastran ante el Rey de los terrores.

15
El fuego se instala en su tienda,
esparcen azufre en su morada;

16
por abajo se pudren sus raíces,
por arriba se secan sus ramas;

17
su memoria se borra en el país,
se queda sin nombre en la comarca.

18
Lo llevan de la luz a las tinieblas,
acaba expulsado del mundo,

19
sin familia ni prole entre los suyos,
sin nadie que ocupe su terruño.

20
Su destino espanta al Occidente,
el terror atenaza a los de Oriente.

21
Así acaba la morada del malvado,
el lugar de quien no reconoce a Dios.

19

1

Job respondió así:


2
¿Hasta cuándo seguiréis atormentándome,
machacándome con tanta palabrería?

3
Ya me habéis humillado bastante,
me habéis atacado sin reparos.

4
Aun pensando que hubiera pecado,
sólo a mí afectaría mi culpa.

5
Pero ya que queréis prevalecer sobre mí
usando mi dolor como prueba,

6
sabed bien que Dios me ha atacado,
que me ha atrapado en sus redes.

7
Si grito “violencia”, nadie responde;
imploro “socorro”, pero no hay justicia.

8
Ha vallado mi camino y me impide pasar,
ha ocultado mi senda con densa oscuridad.

9
Me ha despojado de mi honor,
ha dejado mi cabeza sin corona.

10
Me socava por doquier y me deshago,
ha arrancado la raíz de mi esperanza.

11
Ha atizado su cólera contra mí,
me trata como a un enemigo.

12
Llegan sus tropas en masa,
construyen taludes de ataque,
asedian mi tienda por doquier.

13
Mis parientes se alejan de mi lado,
mis conocidos me tienen por extraño;

14
me abandonan vecinos y deudos,
se olvidan de mí mis invitados.

15
Mis siervas me tienen por intruso,
me tratan igual que a un extraño;

16
mi siervo no responde a mi llamada,
aunque se lo pida por favor.

17
Mi aliento repugna a mi esposa,
doy asco a mis propios hermanos.

18
Incluso los niños me desprecian;
me levanto y se burlan de mí.

19
Todos mis íntimos me detestan,
mis mejores amigos me atacan.

20
Mis huesos se pegan a la piel y a la carne,
he escapado con la piel de mis dientes.

21
¡Piedad, amigos míos, piedad,
que me ha herido la mano de Dios!

22
¿Por qué, igual que Dios, me acosáis
y no os hartáis de escarnecerme?

23
¡Ojalá se escribieran mis palabras!
¡Ojalá se grabaran en cobre,

24
con cincel de hierro y con plomo,
impresas para siempre en la roca!

25
Yo sé que vive mi Vengador,
que se alzará el último sobre el polvo,

26
que después que me arranquen la piel,
ya sin carne, podré ver a Dios.

27
Sí, yo mismo lo contemplaré;
mis ojos lo verán, no un extraño.
¡Tal ansia me consume por dentro!

28
Vosotros decís: “¿Cómo lo acosaremos?
¿Qué pretexto encontraremos contra él?”.

29
Pero temblad entonces ante la espada
(pues vuestra cólera merece la espada)
y pensad que hay un juicio por llegar.

20

1

Sofar de Naamat respondió:


2
Mi turbación me obliga a contestar,
debido a la impaciencia que siento.

3
He oído una reflexión bochornosa,
y mi inteligencia me inspira la respuesta.

4
¿No sabes tú que ya desde antaño,
desde que la humanidad existe,

5
el triunfo del malvado es pasajero,
efímera la alegría del impío?

6
Aunque su talla alcance los cielos
y su cabeza llegue a las nubes,

7
desaparece para siempre, como estiércol;
los que lo vieron preguntan: “¿Dónde está?”.

8
Vuela como un sueño pasajero,
se esfuma como visión nocturna.

9
El ojo que lo vio ya no lo ve,
su morada ya no lo contempla.

10
Sus hijos piden limosna a los mendigos,
pues tuvo que abandonar sus bienes.

11
Aunque sus huesos desborden energía,
acabarán con él en el polvo.

12
Aunque le sepa dulce la maldad
y la guarde debajo de la lengua,

13
—atento a no dejarla escapar
y reteniéndola pegada al paladar—,

14
acabará pudriéndose en su vientre,
transformada en veneno de víboras.

15
Vomitará la riqueza que devoró,
Dios hace que la eche del vientre.

16
Chupaba ponzoña de víboras,
lo matará la lengua del áspid.

17
No disfrutará de arroyos de aceite,
de torrentes de miel y requesón.

18
Devolverá sus ganancias sin catarlas,
sin gozar del fruto de sus negocios,

19
pues defraudó sin pudor al pobre,
robando casas que no construyó.

20
Su vientre no se veía satisfecho,
nada escapaba a su ambición;

21
comió sin dejar nada a los demás,
así que no durará su prosperidad.

22
En plena abundancia sucumbirá,
la mano de la desgracia lo alcanzará.

23
Para que el malvado sacie su vientre,
Dios le enviará su cólera ardiente,
como lluvia que le sirva de alimento.

24
Aunque evite el arma de hierro,
la flecha de bronce lo traspasará;

25
intentará arrancarla de su espalda,
de su hígado la punta bruñida,
pero los terrores se abatirán sobre él.

26
Lo acosan profundas tinieblas,
lo consume un fuego no atizado
que devora los restos de su tienda.

27
El cielo desvela su culpa,
la tierra, en pie, lo denuncia.

28
Un diluvio arrambla con su casa,
los torrentes del día de la cólera.

29
Esto es lo que Dios depara al malvado,
la herencia que le tiene reservada.

21

1

Job respondió así:


2
Escuchad atentos mis palabras,
concededme al menos ese consuelo.

3
Tened paciencia mientras hablo;
cuando termine, os podréis burlar.

4
¿Me quejo acaso de alguno
o pierdo la paciencia sin razón?

5
Escuchadme, quedaréis atónitos
y no sabréis qué decir.

6
Al pensarlo, me lleno de horror,
escalofríos me atenazan el cuerpo.

7
¿Por qué siguen vivos los malvados,
envejecen mientras aumenta su poder?

8
Ven a sus hijos medrar seguros,
contemplan cómo fructifican sus retoños:

9
sus casas, prósperas y tranquilas,
el castigo de Dios no los alcanza.

10
Sus toros fecundan sin fallar,
sus vacas nunca malparen.

11
Sus hijos retozan como corderos,
sus niños brincan satisfechos.

12
Cantan con liras y tambores,
se divierten al son de la flauta;

13
gozan dichosos de la vida
y bajan en paz al reino de los muertos.

14
Y eso que decían a Dios:
“¡Déjanos en paz!
No queremos conocer tus designios.

15
¿Por qué serviremos al Todopoderoso?
¿Qué sacamos en limpio con invocarlo?”.

16
¿No depende del malvado su dicha,
aunque su plan esté lejos de Dios?

17
¿Cuándo se apaga la lámpara del malvado?
¿Cuándo le sobreviene la desgracia
o la cólera divina lo colma de dolor?

18
¿Son paja acosada por el viento
o tamo que avienta el huracán?

19
¿Va a castigar Dios a sus hijos?
¡Que lo pague él y escarmiente!

20
¡Que él mismo asista a su ruina,
que absorba la cólera del Todopoderoso!

21
¿Qué le importa su hacienda una vez muerto,
cuando sus meses no puedan ya contarse?

22
¿Quién puede enseñar algo a Dios,
si sólo él es capaz de gobernar el cielo?

23
Hay quien muere en pleno vigor,
rebosante de dicha y de paz,

24
con sus lomos forrados de grasa
y jugosa la médula de sus huesos.

25
Y hay quien muere saciado de amargura,
sin haber experimentado la dicha.

26
Pero ambos se acostarán en el polvo
bajo una cubierta de gusanos.

27
Bien me sé lo que pensáis,
todo lo que tramáis contra mí.

28
Decís: “¿Dónde está la casa del soberbio,
la tienda donde moraban los impíos?”.

29
¿Por qué no preguntáis a quienes viajan
y sabréis bien lo que piensan?

30
El malvado se libra el día del desastre,
se encuentra a salvo el día de la cólera.

31
¿Quién le reprocha su conducta
o le pasa cuentas de lo que ha hecho?

32
Es conducido al cementerio,
la gente vela junto a su tumba,

33
no siente el peso de la tierra.
Tras él desfila todo el mundo,
lo precede una turba innumerable.

34
¿A qué entonces me consoláis con vaciedades?
¡Si tan sólo argumentáis con engaños!

22

1

Elifaz de Temán respondió así:


2
¿Puede un mortal ser útil a Dios
cuando apenas el sabio lo es para sí?

3
¿Le importa al Todopoderoso tu honradez?
¿Le aprovecha en algo tu recta conducta?

4
¿Crees que te castiga por tu piedad,
o te emplaza a juicio por eso?

5
¿No será por tu maldad sin límites,
por tus incontables delitos?

6
Exigías sin motivo prendas a tus hermanos,
despojabas de su ropa al desnudo;

7
no dabas agua al sediento,
negabas el pan al hambriento;

8
Como poderoso dueño del país,
arrogante habitante de él,

9
despedías a las viudas de vacío
y debilitabas los brazos de los huérfanos.

10
Por eso te encuentras entre redes,
te asalta de improviso el terror,

11
la oscuridad no te permite ver,
te engullen aguas caudalosas.

12
¿No está Dios en lo alto del cielo?
¡Bajo él contempla las altas estrellas!

13
Y encima dices: “¿Qué sabe Dios?
¿Podrá ver a través de las nubes?

14
El manto de nubes no le deja ver
cuando recorre la órbita del cielo”.

15
¿Caminarás por la antigua ruta
que hollaron perversos mortales,

16
aventados antes de tiempo,
cuando la riada arrancó sus cimientos?

17
Decían a Dios: “¡Déjanos en paz!,
¿qué puede hacernos el Todopoderoso?”.

18
Y eso que colmaba sus casas de bienes.
¡Lejos de mí el consejo de los malvados!

19
Los justos se alegran al verlo,
los rectos se burlan de ellos,

20
pues sus posesiones han sido barridas,
su abundancia ha sido consumida por el fuego.

21
Reconcíliate con él y haz las paces,
de ese modo te devolverá la dicha.

22
Acepta la instrucción de su boca,
piensa siempre en lo que te dice.

23
Si vuelves al Todopoderoso con humildad,
si alejas de tu hogar la injusticia,

24
si arrojas tu oro al polvo,
el Ofir a las piedras del arroyo,

25
el Todopoderoso será tu tesoro,
será tu plata en abundancia;

26
el Todopoderoso será tu delicia,
mirarás a Dios con confianza.

27
Él escuchará tus plegarias
y podrás cumplir tus votos;

28
tendrás éxito en tus decisiones,
la luz iluminará tu camino.

29
Él humilla a los arrogantes,
el humilde encontrará un salvador;

30
incluso el culpable se verá a salvo
gracias a la pureza de tus manos.

23

1

Job respondió así:


2
También hoy me lamento y me rebelo
pues su mano multiplica mis gemidos.

3
¡Si supiera al menos dar con él,
si pudiese entrar en su morada!

4
Expondría mi causa ante él,
llenaría mi boca de razones;

5
sabría en qué términos se defiende,
entendería lo que quiere decirme.

6
¿Recurriría en el pleito a su gran fuerza?
No creo; me escucharía con atención.

7
Yo discutiría limpiamente con él
y ganaría finalmente el caso.

8
Mas voy a Oriente y no está allí;
a Occidente y no puedo distinguirlo;

9
se oculta en el Norte y no lo veo;
escondido en el Sur, no lo descubro.

10
Él, en cambio, conoce mis andanzas;
si me prueba, saldré purificado como el oro.

11
He seguido de cerca sus huellas,
firme en su camino, sin desviarme;

12
no me he apartado de las normas de su boca,
he guardado en el pecho sus decretos.

13
Pero él es firme en sus decisiones,
¿quién podrá disuadirlo?
Siempre lleva a cabo sus proyectos.

14
Seguro que ejecuta mi sentencia,
como hace en casos parecidos.

15
Por eso tengo miedo de verlo;
cuando pienso en ello, me espanto.

16
Dios me ha arrancado el valor,
me aterroriza el Todopoderoso.

17
¡Ojalá desapareciese en la tiniebla
y la oscuridad ocultase mi rostro!

24

1

Si Dios todopoderoso
se reserva tiempos de juicio,
¿por qué sus fieles no los descubren?

2
Hay personas que remueven linderos,
roban rebaños y los llevan a apacentar;

3
se llevan el asno del huérfano,
y en prenda el buey de la viuda;

4
apartan del camino a los necesitados,
los pobres de la región se esconden.

5
Hay otros que, como onagros,
viajeros de la estepa,
madrugan para iniciar su tarea,
en busca de la presa,
mientras la estepa alimenta a sus crías.

6
Espigan en el campo del inicuo,
rebuscan en la viña del malvado;

7
pasan la noche desnudos,
sin ropa alguna que ponerse,
sin abrigo, expuestos al frío.

8
La lluvia del monte los empapa;
sin refugio, se arriman a las rocas.

9
Arrancan del pecho al huérfano
y toman en prenda al hijo del pobre.

10
Andan desnudos, sin ropa;
hambrientos, acarrean gavillas.

11
Prensan aceite en el molino;
sedientos, pisan en el lagar.

12
Moribundos gimen en la ciudad,
¡gritos de auxilio de los heridos!
Pero Dios nada malo ve en ello.

13
Otros son rebeldes a la luz:
no conocen sus caminos,
no suelen andar por sus senderos.

14
El asesino madruga con el alba
para matar a pobres y necesitados;
por la noche se dedica a robar.

15
El adúltero acecha entre dos luces
y piensa que no hay quien lo vea,
pues lleva cubierto su rostro.

16
De noche asaltan casas,
de día se encierran en ellas;
ignoran lo que es la luz.

17
Para ellos la mañana es sombra,
habituados al terror de la noche.

18
Son broza que arrastra el agua,
su hacienda es maldita en la tierra,
nadie toma el sendero de su viña.

19
Sequía y bochorno derriten la nieve;
de igual modo el reino de los muertos
arrebata a los pecadores.

20
El seno materno los olvida,
son la delicia de los gusanos;
su nombre no es recordado.
¡Es tronchada como un árbol la injusticia!

21
Maltratan a la estéril sin hijos
y privan de bienes a la viuda.

22
Aunque siga el poderoso en el poder
y parezca prosperar, su vida es insegura;

23
Dios puede hacer que se sienta confiado,
pero sus ojos vigilan todos sus pasos.

24
Se encumbra un momento y ya no existe;
se abate como flor que se marchita,
se agosta lo mismo que una espiga.

25
Esto es así, ¿quién me dejará por mentiroso,
restando valor a mis argumentos?

25

1

Bildad de Súaj respondió así:


2
Dios tiene un poder temible,
impone la paz en las alturas.

3
¿Quién puede enumerar sus tropas?
¿Sobre quién no se alza su luz?

4
¿Puede ser justo el mortal ante Dios,
o puro el que ha nacido de mujer?

5
¡Si hasta la luna carece de brillo
y los astros no son puros a sus ojos!

6
¡Cuánto menos el mortal,
un gusano, el ser humano,
que sólo es una larva!

26

1

Job respondió así:


2
¡Qué bien sabes ayudar al débil!
¡Qué bien socorres al brazo sin fuerza!

3
¡Qué bien aconsejas al necio!
¡Con qué talento asesoras!

4
¿A quién van dirigidas tus razones?
¿De quién emana tu inspiración?

5
Las sombras se estremecen de miedo,
se espantan el mar y sus moradores.

6
El reino de los muertos
se encuentra desnudo ante él,
el abismo se halla al descubierto.

7
Él tendió el Septentrión sobre el vacío,
suspendió la tierra sobre la nada.

8
Él encerró las aguas en las nubes,
sin que el nublado estalle con el peso.

9
Él ocultó a las miradas su trono,
desplegando su nube ante él.

10
Él limitó con un cerco las aguas
en la frontera de la luz y las tinieblas.

11
Se tambalean las columnas del cielo,
aterradas cuando él las amenaza.

12
Con su poder dominó el Mar,
con su ingenio machacó a Rahab.

13
Su soplo desplegó los cielos,
su mano traspasó al Dragón Huidizo.

14
Esto es sólo un ejemplo de sus obras,
sólo un susurro mortecino que nos llega;
el potencial de su poder, ¿quién lo captará?

27

1

Job continuó con su discurso:


2
Por Dios, que niega mis derechos,
por el Todopoderoso,
que me colma de amargura,

3
juro que mientras respire
y el soplo de Dios aliente en mí,

4
mis labios nunca mentirán,
ni mi boca dirá falsedades.

5
No pienso daros la razón,
me mantendré íntegro hasta la muerte.

6
Me aferro a mi honradez, sin soltarla,
sin reprocharme ninguno de mis días.

7
Que mi enemigo resulte culpable
e injusto mi adversario en el tribunal.

8
¿Qué esperanza le queda al impío
cuando le arrebatan la existencia,
cuando Dios lo despoja de su vida?

9
¿Escuchará Dios sus protestas de inocencia
cuando esté desbordado por la angustia,

10
cuando suplique el favor del Todopoderoso
e invoque a Dios de continuo?

11
Os instruiré sobre el poder de Dios,
sin ocultar la verdad sobre el Todopoderoso;

12
pero si ya lo habéis comprobado,
¿a qué viene hablar inútilmente?

13
Esto es lo que Dios reserva al malvado,
la suerte que da el Todopoderoso al violento:

14
si tiene muchos hijos, la espada los abatirá,
su descendencia nunca se hartará de pan;

15
la peste enterrará a sus supervivientes,
sus viudas no plañirán por ellos.

16
Aunque acumule plata como polvo,
y almacene ropa como barro,

17
la almacenará, pero el justo la vestirá,
y el inocente disfrutará de la plata.

18
Será como de paja la casa que construya,
como la choza que edifica un vigilante.

19
Se acuesta rico, pero ya es el final;
abre sus ojos y se encuentra sin nada.

20
Como riada, los terrores se lo llevan,
la tormenta lo arrebata por la noche.

21
El viento del este lo transporta en vilo,
entre torbellinos lo arranca de su sitio;

22
lo zarandea después sin compasión
y en vano intenta rechazar sus ataques.

23
La gente bate palmas y le silba
cuando tiene que abandonar su sitio.

28

1

Existen minas de plata,
lugares donde el oro se refina.

2
El hierro se saca de la tierra,
el bronce, de la piedra fundida.

3
Allí, al límite de las tinieblas,
el ser humano rastrea lo profundo,
entre rocas oscuras y siniestras.

4
Abre galerías lejos de la gente,
olvidado, en lugares nunca hollados;
colgado, alejado de los humanos.

5
La tierra que proporciona alimentos
se trastorna con fuego subterráneo;

6
sus rocas ocultan zafiros,
sus terrones, pepitas de oro.

7
La rapaz desconoce su entrada,
el ojo del halcón no la divisa;

8
no la pisan las fieras arrogantes,
ni siquiera la atraviesan los leones.

9
El ser humano maneja el pedernal,
revuelve el vientre de las montañas;

10
excava galerías en la roca,
descubre objetos preciosos;

11
explora los hontanares de los ríos
y saca lo oculto a la luz.

12
¿Pero de dónde se saca la Sabiduría
o dónde está el yacimiento de la Inteligencia?

13
El ser humano ignora su camino,
no se halla en el mundo de los vivos.

14
Dice el Abismo: “No está en mí”;
responde el Mar: “No está conmigo”.

15
No puede comprarse con oro
ni pagarse a peso de plata;

16
no se adquiere con oro de Ofir,
con ónices preciosos o zafiros;

17
no la igualan el oro ni el vidrio,
ni se paga con vasos de oro fino;

18
nada valen el cristal y los corales,
la Sabiduría es más cara que las perlas;

19
no la iguala el topacio de Etiopía,
ni se cambia por el oro más puro.

20
¿Pero de dónde proviene la Sabiduría
o dónde está el yacimiento de la Inteligencia?

21
Se oculta a los ojos de las fieras
y se esconde de las aves del cielo.

22
Muerte y Abismo confiesan:
“Conocemos su fama de oídas”.

23
Sólo Dios encontró su camino,
sólo él descubrió su morada,

24
pues contempla los límites del orbe
y observa cuanto hay bajo el cielo.

25
Cuando señalaba su peso al viento
y definía la medida de las aguas,

26
cuando imponía su ley a la lluvia
y su ruta al relámpago y al trueno,

27
entonces la vio y la calculó,
la penetró y examinó a fondo.

28
Después dijo al ser humano:
“Venerar al Señor es sabiduría,
apartarse del mal, prudencia”.

29

1

Job continuó así su discurso:


2
¡Si pudiera revivir el pasado,
cuando Dios se ocupaba de mí,

3
cuando su lámpara
brillaba sobre mi cabeza
y su luz iluminaba mis tinieblas!

4
¡Aquellos días de mi otoño,
cuando Dios era un íntimo en mi tienda,

5
cuando sentía al Todopoderoso conmigo
y todos mis hijos me rodeaban!

6
Cuando lavaba mis pies en leche
y la roca me daba arroyos de aceite.

7
Cuando iba a la puerta de la ciudad
y, al tomar asiento en la plaza,

8
los jóvenes se escondían al verme,
los ancianos se ponían de pie;

9
la gente principal callaba,
tapándose la boca con la mano;

10
enmudecía la voz de los notables,
se les pegaba la lengua al paladar.

11
La gente que me oía me felicitaba,
quien lo veía se ponía de mi parte;

12
yo libraba al pobre suplicante,
al huérfano carente de ayuda;

13
recibía la gratitud del moribundo,
devolvía la alegría a las viudas.

14
La justicia me cubría como un vestido,
me arropaba lo mismo que un manto,
y el derecho me servía de turbante.

15
Yo era ojos para el ciego,
era pies para los cojos;

16
era padre de los pobres,
abogado de extranjeros.

17
Rompía los colmillos del malvado
y arrancaba la pieza de sus dientes.

18
Pensaba: “Moriré en mi nido,
prolongaré mi vida como el Fénix,

19
con mis raíces a la orilla del agua
y el rocío de la noche en mi ramaje;

20
mi prestigio irá en aumento
y mi arco se reafirmará en mi mano”.

21
La gente me escuchaba expectante,
en silencio, esperando mi consejo;

22
nada añadían cuando yo terminaba,
recibían mis palabras como rocío;

23
me esperaban como a lluvia temprana,
boquiabiertos al agua de primavera.

24
Les sonreía y no daban crédito,
los animaba la luz de mi rostro.

25
Les mostraba el camino y los guiaba,
lo mismo que un rey ante sus tropas;
los guiaba y se dejaban conducir.

30

1

Pero ahora se burlan de mí
muchachos más jóvenes que yo,
a cuyos padres no habría puesto
al frente de los perros de mi rebaño.

2
La fuerza de sus brazos no servía,
pues estaban carentes de vigor.

3
Agotados por la hambruna y la miseria,
andaban royendo por la estepa,
de noche, en desolada soledad;

4
buscaban armuelle entre las matas,
comían raíces de retama.

5
Aislados de la vida en sociedad,
ahuyentados lo mismo que ladrones,

6
vivían en taludes de barrancas,
en grutas y en grietas de la roca;

7
aullaban metidos en la maleza,
refugiados debajo de espinos.

8
¡Gente villana y sin nombre,
expulsada a golpes del país!

9
Pero ahora me sacan coplas,
convertido en tema de sus burlas;

10
se alejan de mí, me aborrecen,
e incluso me escupen al pasar.

11
Dios me ha debilitado y afligido,
por eso me humillan desenfrenados.

12
A mi derecha se alza una chusma
que hace que mis pasos flaqueen,
que piensa el modo de exterminarme.

13
Deshacen mi sendero,
traman con afán mi ruina,
nadie les pone freno;

14
irrumpen como por ancha brecha,
al asalto, en medio del estruendo.

15
Se desatan contra mí los terrores,
se llevan como viento mi dignidad,
como nube se disipa mi prestigio.

16
Entretanto mi vida se diluye:
me tocan jornadas de aflicción,

17
la noche perfora mis huesos,
pues no duerme el dolor que me roe.

18
[Dios] me agarra violento por la ropa,
me sofoca con el cuello de la túnica,

19
me arroja por tierra, en el fango,
confundido con el barro y la ceniza.

20
Te pido auxilio y no respondes;
me presento ante ti y no haces caso.

21
Te has convertido en mi verdugo
y tu potente brazo se ceba en mí.

22
Me arrebatas a lomos del viento,
sacudido indefenso por el huracán.

23
Ya sé que me devuelves a la muerte,
donde todos los vivos se dan cita.

24
¿No tendí yo la mano al necesitado
que me pedía ayuda angustiado?

25
¿No lloré por el que vive en apuros?
¿No mostré compasión por el indigente?

26
Esperaba la dicha y llegó el fracaso;
anhelaba la luz y vino la oscuridad.

27
Me hierven las entrañas sin parar,
esperando jornadas de aflicción.

28
Mi vida discurre sombría, sin sol;
pido auxilio, de pie ante la asamblea.

29
Convertido en pariente de chacales
comparto la amistad con avestruces.

30
Mi piel ha quedado curtida,
mis huesos arden por la fiebre.

31
Mi lira está afinada para el duelo,
mi flauta acompaña a plañideras.

31

1

Yo hice un pacto con mis ojos
de no fijarme en doncella.

2
¿Qué suerte nos reserva Dios allá arriba,
qué herencia nos guarda
el Todopoderoso en lo alto?

3
¿No reserva el desastre al criminal
y no le espera el fracaso al malhechor?

4
¿No vigila mi conducta
y observa mis andanzas?

5
¿Caminé acompañado del embuste
y han corrido mis pies tras la mentira?

6
Que me pese en balanza sin trampa
y así comprobará Dios mi integridad.

7
Si aparté mis pasos del camino,
guiado por los caprichos de mis ojos;
si se pegó alguna mancha a mis manos,

8
¡que otro devore mi sembrado,
que me arranquen mis retoños!

9
Si cedí a la atracción de otra mujer,
acechando a la puerta del vecino,

10
¡que mi esposa muela para otro,
que un extraño se acueste con ella!

11
Pues sería un caso de infamia,
una ofensa que reclama justicia:

12
un fuego que consumiría hasta el Abismo,
que devoraría mi hacienda de raíz.

13
Si denegué su derecho al esclavo
o a la esclava, que pleiteaban conmigo,

14
¿qué haré cuando Dios se levante,
qué responderé cuando me interrogue?

15
¿No los hizo en el vientre como a mí
y no nos formó en el seno el mismo Dios?

16
Si me cerré al débil necesitado
o a la viuda consumida por el llanto;

17
si comí el pan en soledad
sin querer compartirlo con el huérfano

18
(yo que desde joven lo cuidé como un padre
y lo guié desde el día en que nació);

19
si vi a un transeúnte sin vestido
o a un pobre sin nada que ponerse

20
y no me lo agradecieron sus cuerpos,
calientes con la lana de mis ovejas;

21
si alcé la mano contra el huérfano
contando con el apoyo del tribunal,

22
¡que se me salga el hombro de la espalda,
que se me rompa el brazo por el codo!

23
Me aterra el castigo de Dios,
nada podría frente a su majestad.

24
No puse en el oro mi confianza
ni llamé “seguridad” al oro fino;

25
no me complacía en mi inmensa riqueza,
en la fortuna conseguida con mis manos.

26
No miré al sol en su esplendor
ni a la luna en su curso luminoso,

27
dejándome seducir en secreto
y enviándoles un beso con la mano.

28
También sería una ofensa criminal,
una traición al Dios Altísimo.

29
No disfruté con la ruina del enemigo,
ni gocé cuando la desgracia lo abatió;

30
tampoco permití que mi lengua pecara
pidiendo su muerte con maldiciones.

31
Cuando los de mi casa decían:
“¡Quién pudiera saciarse de su carne!”,

32
el forastero no durmió al sereno,
porque abrí mis puertas al viajero.

33
No oculté mi pecado como Adán,
ni escondí mi delito en mi interior;

34
no he guardado silencio
ni he dejado de salir a la calle
por miedo a la opinión de los demás,
por temor al desprecio de mi gente.

35
¡Ojalá hubiera quien me escuchara!
¡Aquí está mi firma!
¡Que responda el Todopoderoso!
¡Que mi rival redacte su alegato!

36
Juro que lo llevaré sobre el hombro
o ceñido como una diadema.

37
Le daría cuenta de mis pasos,
saldría a su encuentro como un príncipe.

38
Si mis campos me recriminan algo
y sus surcos lloran al unísono,

39
por comer sus frutos sin pagarlos
y dejar sin su jornal a los braceros,

40
¡que en vez de trigo produzcan espinas;
en vez de cebada, ortigas!

Fin de las palabras de Job.

32

1

Aquellos tres hombres ya no respondieron a Job, convencidos de que se consideraba inocente.

2 Pero Elihú, hijo de Baraquel, del clan de Ram, natural de Buz, se indignó contra Job, porque pretendía tener razón frente a Dios.

3 También se indignó contra los tres compañeros, porque, al no encontrar respuesta, habían dejado a Dios por culpable.

4 Elihú había esperado en silencio mientras hablaban con Job, porque eran mayores que él;

5 pero, al ver que ninguno de los tres daba una respuesta convincente,

6 Elihú, hijo de Baraquel el buzita, intervino molesto en los siguientes términos:

Yo soy joven, vosotros ya viejos;
por eso, intimidado, he evitado
exponeros todo lo que sé.

7
Yo pensaba: “Que hable la edad,
los muchos años enseñan sabiduría”.

8
Pero lo que hace perspicaz al ser humano,
es el espíritu que infunde el Todopoderoso;

9
pues los años no dan sabiduría,
ni la vejez procura discernimiento.

10
Por eso os pido que me escuchéis,
pues quiero exponeros mi saber.

11
He esperado mientras hablabais,
escuchaba atento vuestras razones,
cómo afinabais los argumentos.

12
Me iba fijando con atención,
pero ninguno refutaba a Job,
ninguno desmentía sus cargos.

13
No digáis: “¡Dimos con una sabiduría
que sólo Dios, no los humanos, puede refutar!”.

14
Como no ha argumentado contra mí,
no lo refutaré con vuestras razones.

15
Ahí están, perplejos, sin respuesta;
sus argumentos los han abandonado.

16
He esperado a que acabaran de hablar,
y ahí están, plantados, sin respuesta.

17
Pero quiero hacer mi aportación;
expondré mi saber, desde luego,

18
pues estoy repleto de palabras,
preñado de un aliento incontenible.

19
Mi vientre es un odre nuevo
que el vino sin escape revienta.

20
Hablaré y me quedaré tranquilo,
abriré mi boca y responderé.

21
Con nadie seré parcial,
a nadie voy a adular.

22
Primero porque no sé adular;
además mi Creador me destruiría.

33

1

Escucha, Job, mis palabras;
presta oído a lo que digo:

2
Ya comienzo a abrir la boca;
mi lengua y mi paladar
empiezan a formar palabras.

3
Hablaré con corazón sincero,
mis labios dirán la pura verdad.

4
El soplo de Dios me formó,
el Todopoderoso me hizo vivir.

5
Contéstame, si eres capaz;
permanece firme frente a mí.

6
Para Dios, yo soy como tú;
modelado también con arcilla.

7
No te voy a llenar de terror,
ni pienso ensañarme contigo.

8
Tú declaraste ante mí
(yo mismo oí tus palabras):

9
“Soy puro, sin un delito;
soy inocente, sin culpa.

10
Es Dios quien busca excusas,
quien me tiene por enemigo

11
y pone cepos a mis pies
controlando todos mis pasos”.

12
Pues te digo que no tienes razón:
si es más grande Dios que el ser humano,

13
¿por qué te atreves a acusarlo
de no responder a tus razones?

14
Dios habla de muchas formas,
aunque no sepamos verlo:

15
en sueños o visiones nocturnas,
cuando cae el sopor sobre nosotros
y el sueño nos invade en la cama.

16
Abre entonces el oído a las personas
e inculca en ellas sus advertencias:

17
para impedir que cometan maldad
y protegerlas del orgullo humano;

18
para impedirles que caigan en la fosa,
que su vida atraviese el Canal.

19
Prueba al ser humano en el dolor
con la agonía incesante de sus miembros,

20
hasta que acaba detestando la comida
y le repugna su manjar favorito.

21
Puedes ver cómo su cuerpo se consume,
sus huesos, antes ocultos, aparecen;

22
su existencia se acerca a la tumba,
su vida al lugar de los muertos.

23
Pero si tiene un ángel junto a él,
un mediador entre mil,
que pueda defender su honradez,

24
suplicará piedad en su favor:
“Líbralo de bajar a la fosa,
he encontrado quien rescate su vida”.

25
Entonces su cuerpo retoñará,
volverá a sus años lozanos.

26
Dios escuchará sus plegarias,
podrá ver su rostro con alegría,
pues le ha devuelto su integridad.

27
Luego proclamará delante de todos:
“Me equivoqué y pervertí el derecho,
pero no me ha pagado como merecía.

28
Me ha librado de bajar a la fosa,
mi existencia está abierta a la luz”.

29
Dios suele hacer todo esto
una y mil veces al ser humano,

30
para librar su vida de la fosa
e inundarlo de la luz de la vida.

31
Escucha, Job, presta atención;
calla mientras estoy hablando.

32
Si tienes argumentos, contéstame;
habla, que deseo darte la razón.

33
Pero, si no los tienes, atiende;
calla y te enseñaré sabiduría.

34

1

Elihú continuó con su discurso:


2
Escuchad, sabios, mis palabras;
prestadme atención los doctos,

3
pues el oído distingue las palabras
lo mismo que la boca los sabores.

4
Pongámonos de acuerdo en lo que es justo;
aclaremos entre nosotros lo que es bueno.

5
Job ha dicho: “Soy inocente,
pero Dios anula mi derecho.

6
¿Voy a mentir sobre mi caso?
Me hieren de muerte sin culpa”.

7
¿Hay por ventura alguien como Job,
que beba sarcasmos como agua?

8
Anda acompañado de malhechores,
busca la sociedad de los malvados,

9
y dice: “Nada se consigue
buscando el favor de Dios”.

10
Escuchadme, quienes sois sensatos:
¡Lejos de Dios la maldad,
lejos del Todopoderoso la injusticia!

11
Paga a cada uno según sus acciones,
trata a los humanos según su conducta.

12
Está claro que Dios no actúa con maldad,
que el Todopoderoso no pervierte el derecho.

13
¿Quién le encargó del cuidado de la tierra
y le confió la custodia del universo?

14
Si decidiera por propia voluntad
retirar su espíritu y su aliento,

15
perecerían todos los vivientes,
volverían los humanos al polvo.

16
Si tienes conocimiento, escucha;
presta atención a mis palabras.

17
¿Podría gobernar quien odia la justicia?
¿Vas a condenar al que es justo y poderoso,

18
al que puede llamar a un rey “canalla”
o tratar de “bandidos” a los nobles?

19
¿Al que no tiene preferencia por los príncipes,
ni favorece al grande contra el débil,
porque todos han sido creados por él?

20
Todos mueren de pronto, a medianoche;
se alborota la gente y desaparecen;
el tirano es derribado sin esfuerzo.

21
Dios vigila la conducta humana,
controla cualquier comportamiento;

22
no hay sombra ni densa tiniebla
que pueda ocultar al malvado.

23
No es el ser humano quien decide
cuándo ha de comparecer ante el Dios

24
que destruye a los poderosos sin indagar
y establece a otros en su lugar.

25
Como Dios conoce bien sus acciones,
de noche los trastorna y destruye;

26
les paga su maldad azotándolos
en un lugar donde la gente los vea,

27
por haberle sido desleales,
por haber ignorado sus designios,

28
provocando ante él el grito del pobre,
haciéndole oír el gemido del necesitado.

29
Si Dios guarda silencio,
¿quién condenará al malvado?
Si oculta su rostro, ¿quién podrá verlo?
Pero él vigila a personas y países,

30
para evitar que prevalezca un impío
y someta al pueblo a su capricho.

31
Si alguien reconoce ante Dios:
“Me he enorgullecido, no lo haré más;

32
enséñame tú lo que yo no puedo ver;
si algo malo he hecho, no reincidiré”,

33
¿debería [Dios] castigar, en tu opinión,
cuando tú rechazas su criterio?
Eres tú quien debe decidir, no yo;
demuestra todo lo que sabes.

34
Si la gente sensata me escuchara,
si los sabios me oyesen, dirían:

35
“Job no argumenta con sensatez;
sus palabras carecen de sentido.

36
Debería ser examinado hasta el extremo,
pues responde igual que los malvados;

37
se empeña en seguir pecando,
se burla de nosotros,
multiplica sus palabras contra Dios”.

35

1

Elihú continuó su discurso:


2
¿Crees que es justo afirmar:
“Tengo razón contra Dios”?

3
O decir: “¿Qué más le da?
¿qué saco yo con no pecar?”.

4
Voy a responder a tus argumentos
y, de paso, a los de tus amigos.

5
Contempla atento el cielo,
fíjate en las nubes tan altas.

6
¿Qué mal le causas a Dios cuando pecas
o en qué le afectan tus numerosos delitos?

7
Si eres honrado, ¿qué le das
o qué recibe de tu mano?

8
Tu maldad afectaría a alguien como tú;
tu honradez, a los seres humanos.

9
La gente protesta bajo la dura opresión,
pide socorro ante el poder del tirano;

10
pero no dice: “¿Dónde está mi Hacedor,
que llena la noche de cantos de júbilo

11
y nos hace más sabios
que las bestias de la tierra,
más inteligentes que las aves del cielo?”.

12
Algunos protestan, pero no responde;
el orgullo de los malvados tiene la culpa.

13
Dios no escucha falsedades,
el Todopoderoso no hace ni caso.

14
Y menos cuando dices: “No lo veo,
le he expuesto mi causa y espero”.

15
Pero como su cólera no estalla
ni parece prestar atención al delito,

16
Job abre su boca y echa viento,
multiplicando palabras sin sentido.

36

1

Elihú siguió diciendo:


2
Ten paciencia y te convenceré,
pues aún quedan razones en favor de Dios.

3
Espigaré mi saber en el pasado,
demostraré que mi Creador tiene razón.

4
Mis palabras no son vanas, desde luego;
ante ti tienes ciencia consumada.

5
Dios es poderoso y no vacila,
poderoso y de firmes decisiones.

6
No permite que viva el malvado,
sino que hace justicia al afligido;

7
no aparta sus ojos de los justos:
los pone junto a reyes, en sus tronos,
los entroniza y exalta para siempre.

8
Pero si Dios los carga de cadenas
y los ata con sogas de aflicción,

9
es para denunciar sus acciones,
sus delitos nacidos del orgullo;

10
hace que ellos escuchen su advertencia,
los conmina a dejar el pecado.

11
Si escuchan y saben ser dóciles,
su vida se colmará de prosperidad,
el bienestar acompañará su existencia;

12
si no escuchan, cruzarán el Canal;
morirán repletos de ignorancia.

13
La mente del impío almacena cólera,
cuando Dios lo encadena no pide socorro;

14
su vida se consume en plena juventud,
muere a la edad de los hieródulos.

15
Pero salva al afligido con la aflicción,
lo instruye mediante el sufrimiento.

16
Te arrancaría de las fauces de la angustia,
llevándote a un lugar sin agobios, espacioso,
a una mesa con platos sustanciosos.

17
Pero tu causa es propia de un culpable,
el pleito y el derecho te obsesionan.

18
No te dejes seducir por la riqueza,
ni un soborno sustancioso te corrompa:

19
de nada servirá ante la angustia
todo el poder de tus riquezas.

20
No suspires porque llegue esa noche
en que la gente desaparece de su sitio.

21
Cuidado con volver a la maldad,
que por ella probaste la aflicción.

22
¡Qué sublime y poderoso es Dios!
¿Hay maestro que se le pueda comparar?

23
¿Quién se atreverá a calificar su conducta
o podrá acusarlo de obrar mal?

24
Acuérdate de ensalzar sus obras,
pues todos las han alabado;

25
toda la humanidad las contempla,
los mortales las perciben de lejos.

26
Dios es sublime, incomprensible;
incalculable el número de sus años.

27
Atrae hacia sí las gotas de agua,
las filtra de su fuente como lluvia,

28
la lluvia que destilan las nubes,
que riega copiosa a los humanos.

29
¿Quién conoce las dimensiones de su nube
o el fragor que retumba en su tienda?

30
El Altísimo despliega su relámpago,
que ilumina la profundidad del mar.

31
De este modo alimenta a los pueblos,
les regala sustento en abundancia.

32
Oculta el relámpago en sus manos,
lo dirige directo hacia el blanco.

33
El Altísimo habla con su trueno,
su cólera provoca la tormenta.

37

1

Ante esto se estremece mi corazón,
salta incluso fuera de su sitio.

2
Escuchad atentos el fragor de su voz,
el estruendo que sale de su boca;

3
envía su rayo por debajo del cielo
y alcanza los confines de la tierra;

4
truena tras él su voz,
resuena de forma majestuosa;
después de escuchar su voz,
ninguno le sigue la pista.

5
Atruena Dios con su voz prodigiosa,
hace maravillas que ignoramos.

6
Ordena a la nieve: “Cae a tierra”,
y al aguacero: “Llueve con fuerza”;

7
de esta manera frena el trabajo humano
para que todos reconozcan sus obras.

8
Las fieras se encierran en sus cuevas,
permanecen ocultas en sus guaridas.

9
La tormenta sale de su cámara,
traen el frío los vientos del norte;

10
sopla Dios y se forma el hielo,
se congela la superficie del agua.

11
Carga las nubes de humedad,
mientras el nubarrón disemina su rayo,

12
que gira de uno a otro lado,
conducido por él alrededor,
para cumplir así sus órdenes
por toda la superficie del orbe.

13
Es [Dios] quien hace que descargue
sobre su tierra el nubarrón,
como azote o bien como favor.

14
Escucha esto tranquilo, Job;
piensa en las maravillas de Dios.

15
¿Sabes cómo se lo ordena Dios
y el rayo brilla desde su nube?

16
¿Sabes cómo equilibra las nubes,
maravilla de ciencia consumada?

17
Tú, que te agobias debajo de la ropa
cuando el solano aletarga la tierra,

18
¿puedes tender como él el firmamento,
sólido como espejo de metal fundido?

19
Dinos lo que hemos de aconsejarle,
no podemos discutir a oscuras.

20
¿Ha de ser informado cuando hablo
o hay que comunicarle lo que otro dice?

21
A veces no se puede ver el sol,
oculto como está entre nubarrones,
pero el viento se mueve y los disipa.

22
Llegan del norte resplandores de oro,
rodea a Dios terrible majestad;

23
nos es inalcanzable el Todopoderoso,
sublime en poder y equidad;
es justo, no viola el derecho.

24
Por eso, mortales, respetadlo,
que él no teme a los sabios.

38

1

El Señor se dirigió a Job desde la tormenta:


2
¿Quién es ese que confunde mis designios
pronunciando tales desatinos?

3
Si tienes agallas, cíñete los lomos;
te preguntaré y tú me instruirás.

4
¿Dónde estabas cuando cimenté la tierra?
Dímelo tú, si tanto sabes.

5
¿Sabes quién diseñó sus dimensiones
o le aplicó la cinta de medir?

6
¿Dónde se asienta su basamento
o quién colocó su piedra angular

7
mientras aclamaban los astros matutinos
y los vitoreaban los hijos de Dios?

8
¿Quién clausuró el mar con una puerta,
cuando salía impetuoso de su seno;

9
cuando le puse nubes por mantillas
y nubes de tormenta por pañales;

10
cuando determiné sus límites
poniéndole puertas y cerrojos,

11
y le dije: “De aquí no pasarás,
aquí se estrellará el orgullo de tus olas”?

12
¿Has mandado alguna vez a la mañana
o has señalado su puesto a la aurora

13
para que agarre la tierra por los bordes
y sacuda de ella a los malvados;

14
para marcarla como arcilla bajo el sello
y darle color como a un vestido;

15
para negar la luz a los malvados
y hacer trizas el brazo sublevado?

16
¿Has penetrado en las fuentes del Mar
o paseado por la hondura del Abismo?

17
¿Te han enseñado las puertas de la Muerte
o has visto los portales de las Sombras?

18
¿Has examinado las dimensiones de la tierra?
Cuéntamelo, si lo sabes todo.

19
¿Dónde está la casa de la luz
y dónde viven las tinieblas?

20
¿Podrías guiarlas a su país
o indicarles el camino de casa?

21
Lo sabrás, pues ya habías nacido:
¡tienes tantísimos años!

22
¿Has entrado en los silos de la nieve
y observado los depósitos del granizo

23
que reservo para la hora de la angustia,
para el día de la guerra y del combate?

24
¿Por dónde se difunde la luz,
por dónde se dispersa el viento del este?

25
¿Quién ha excavado un canal al aguacero
y ha abierto un camino al rodar de los truenos,

26
para que llueva en tierras despobladas,
en el desierto no habitado por humanos;

27
para que empape la estepa desolada
y brote un vergel en el páramo?

28
¿Quién es el padre de la lluvia
o quién engendra el rocío?,

29
¿de qué vientre sale el hielo
o quién pare la escarcha del cielo,

30
cuando el agua se endurece como piedra
y se atasca la faz del Abismo?

31
¿Puedes atar los lazos de las Pléyades
o soltar las riendas de Orión,

32
hacer salir a su hora al Zodíaco,
guiar a la Osa y a sus crías?

33
¿Conoces las leyes que rigen el cielo
y haces que se cumplan en la tierra?

34
¿Puedes dar órdenes a las nubes
para que envíen sobre ti un chaparrón?

35
¿Usas como mensajeros a los rayos,
que acuden y te dicen: “A tus órdenes”?

36
¿Quién dio sabiduría al dosel de nubes
y puso perspicacia en mi tienda celeste?

37
¿Quién sabe enumerar las nubes
e inclina los cántaros del cielo,

38
cuando el polvo se funde en una masa
y se pegan los terrones entre sí?

39
¿Le cazas la presa a la leona
o sacias el hambre de sus crías,

40
cuando se encierran en sus guaridas
o acechan agazapados en la maleza?

41
¿Quién da de comer al cuervo
cuando sus crías graznan a Dios
y aletean nerviosas por el hambre?

39

1

¿Sabes cuándo paren las rebecas
o has asistido alguna vez al parto de las ciervas?

2
¿Has contado sus meses de gestación
y conoces el tiempo en que paren,

3
cuando, acurrucadas, echan a sus crías,
y expulsan fuera a sus hijos?

4
Sus cachorros crecen sanos,
se hacen adultos en el campo,
se van y ya no regresan.

5
¿Quién deja en libertad al onagro
o desata al asno salvaje,

6
al que di la estepa por morada,
la tierra reseca por hogar?

7
Se ríe del bullicio del pueblo,
no escucha la voz del arriero.

8
Busca su pasto en los montes,
rastrea cualquier hierba tierna.

9
¿Crees que el búfalo te prestará un servicio
y pasará la noche en tu establo?

10
¿Lo atarías al arado en la besana
y rastrillaría el campo labrado tras de ti?

11
¿Te fiarías de su fuerza descomunal,
hasta cederle el peso de tus tareas?

12
¿Le confiarías la cosecha del cereal
y su acarreo después de la trilla?

13
El avestruz aletea con arrogancia,
como si tuviese alas de cigüeña.

14
Pero pone sus huevos en el suelo
y deja que se incuben en la arena

15
sin pensar que pueden ser pisados
o aplastados por una fiera salvaje.

16
Se muestra cruel con sus pollos,
igual que si no fuesen suyos;
no le importa fatigarse en vano.

17
Es que Dios le negó sabiduría,
no le dio su porción de inteligencia.

18
Mas, cuando se alza encabritada,
se ríe del caballo y del jinete.

19
¿Le das tú al caballo su brío
o le cubres el cuello de crines?

20
¿Le haces saltar como langosta?
Su relincho provoca terror,

21
piafa inquieto en el valle,
se lanza impetuoso al ataque.

22
Se burla del miedo, no teme;
nunca retrocede ante las armas,

23
aunque silben las flechas alrededor
o lanzas y venablos centelleen.

24
Devora su ruta nervioso y con estrépito,
nadie lo sujeta cuando suena la trompeta;

25
responde a la trompeta con relinchos,
ventea de lejos la batalla,
el grito de guerra de los jefes.

26
¿Enseñas a volar al halcón,
cuando despliega sus alas hacia el sur?

27
¿Acaso porque tú lo ordenas,
remonta el águila su vuelo
y hace su nido en los riscos?

28
Construye su hogar en la roca,
se oculta en repisas rocosas;

29
desde allí otea a sus presas,
sus ojos las divisan de lejos.

30
Sus crías se alimentan de sangre;
se deja ver donde hay un cadáver.

40

1

El Señor siguió diciendo a Job:


2
¿Quiere el censor discutir con el Todopoderoso?
El que critica a Dios, que responda.

3

Job respondió al Señor:


4
Me siento pequeño, ¿qué contestaré?
Me taparé la boca con la mano.

5
Hablé una vez, no insistiré;
hablé dos veces, nada añadiré.

6

El Señor replicó a Job desde la tormenta:


7
Si tienes redaños, cíñete los lomos;
te preguntaré y tú me instruirás:

8
¿Pretendes acaso violar mi derecho,
condenarme para salir tú absuelto?

9
¿Tienes un brazo poderoso como Dios
y es potente tu voz como la suya?

10
¡Pues vístete de gloria y majestad,
rodéate de gloria y esplendor;

11
da rienda suelta a tu cólera
y abate con tu mirada al soberbio;

12
hunde con tu mirada al arrogante
y machaca a los malvados donde estén;

13
entiérralos juntos en el polvo,
mételos a todos en el calabozo!

14
Entonces yo también te alabaré:
“Tu diestra te ha dado la victoria”.

15
Ahí tienes a Behemot,
a quien creé, igual que a ti;
come hierba, lo mismo que el buey.

16
Fíjate en la dureza de sus lomos,
en la fuerza de los músculos del vientre;

17
empina su cola como un cedro,
se traban los nervios de sus muslos;

18
sus huesos parecen tubos de bronce,
sus miembros, hierro forjado.

19
Es primicia de las obras de Dios,
su Hacedor lo amenazó con la espada.

20
Los montes le pagan tributo,
junto a él retozan las bestias.

21
Se tumba arropado por los lotos,
oculto en los carrizos de la marisma;

22
los lotos le proporcionan sombra,
los sauces del río lo protegen.

23
No le asusta que el río se desborde,
que un Jordán le llegue hasta el hocico.

24
¿Quién será capaz de atraparlo
o taladrarle con ganchos la nariz
mientras él está vigilante?

25
¿Pescarías con anzuelo a Leviatán
y sujetarías su lengua con cuerdas?

26
¿Le pasarías un junco por la nariz
y traspasarías su mandíbula con garfios?

27
¿Te va a dirigir ruegos insistentes
o calmarte con voz suplicante?

28
¿Haría un contrato contigo,
para ser tu siervo de por vida?

29
¿Vas a jugar con él como con un pájaro,
atándolo para que tus hijas se diviertan?

30
¿Lo pondrían en venta los pescadores
y se lo disputarían los mercaderes?

31
¿Le traspasarías la piel con arpones,
la cabeza con artes de pesca?

32
Si le has puesto la mano encima,
te acordarás del combate
y no volverás a intentarlo.

41

1

No esperes atraparlo, que es inútil;
su sola presencia causa terror;

2
¡nadie es capaz de provocarlo!
¿Quién, pues, será capaz de hacerme frente?

3
¿Quién me ha venido con regalos
para que deba yo recompensarle?
¡Si todo bajo el cielo es mío!

4
¿No hice que callara su arrogancia,
su firme palabra y su alegato?

5
¿Quién le abrió el manto de su piel
y penetró por su doble coraza?

6
¿Quién abrió las puertas de sus fauces,
tachonadas de dientes espantosos?

7
Su lomo son hileras de escudos,
bien apretados y sellados;

8
sus piezas se unen tan trabadas
que ni el aire se filtra entre ellas;

9
se sueldan unas con otras,
formando un bloque compacto.

10
Su estornudo proyecta destellos,
sus ojos parpadean como el alba.

11
Sus fauces lanzan antorchas,
proyectan chispas de fuego;

12
de su hocico sale una humareda,
como caldero que hierve atizado;

13
su aliento enciende carbones,
arroja llamaradas por su boca.

14
Su fuerza está en su cuello,
ante él tiembla el espanto.

15
Son compactos los pliegues de su carne;
como pegados a su cuerpo, ni se mueven.

16
Su corazón es duro como la roca,
resistente como piedra de moler.

17
Su majestad asusta a los dioses;
cuando oyen su estrépito, retroceden.

18
De nada sirve la espada contra él,
tampoco dardo, lanza o jabalina.

19
El hierro es paja para él,
madera podrida el bronce.

20
No hay flecha que lo ponga en fuga,
las piedras de la honda son como paja.

21
Paja le parece el mazo,
se ríe del silbar de las saetas.

22
Su vientre son lastras afiladas,
que arrastra como trillo por el lodo.

23
Hace hervir las aguas profundas,
convierte el mar en pebetero.

24
Deja tras de sí un surco luminoso,
una blanca cabellera en el Abismo.

25
Nadie lo iguala en la tierra,
pues es criatura sin miedo.

26
Se enfrenta a los más altivos,
es el rey de todas las bestias.

42

1

Job respondió al Señor:


2
Reconozco que todo lo puedes,
que ningún proyecto se te resiste.
[Dijiste:]

3
“¿Quién es ese que confunde mis designios
pronunciando tales desatinos?”.
Sí, hablé de cosas que no sabía,
de maravillas que superan mi comprensión.
[Dijiste:]

4
“Escucha y déjame hablar;
te preguntaré y tú me instruirás”.

5
Te conocía sólo de oídas,
pero ahora te han visto mis ojos;

6
por eso, me retracto y me arrepiento,
tumbado en el polvo y la ceniza.

7

Cuando el Señor terminó de decir esto a Job, se dirigió a Elifaz de Temán:

— Estoy enfadado contigo y con tus dos compañeros, porque no habéis hablado de mí como hay que hablar, al contrario de como lo ha hecho mi siervo Job.

8 Así que tomad siete novillos y siete carneros, id donde está mi siervo Job y ofrecedlos por vosotros en holocausto. Mi siervo Job intercederá por vosotros, yo le haré caso y no os trataré como merece vuestra audacia, por no haber hablado de mí como hay que hablar, al contrario de como lo ha hecho mi siervo Job.

9

Elifaz de Temán, Bildad de Súaj y Sofar de Naamat hicieron lo que el Señor ordenó, y el Señor mostró su favor a Job.

10

Cuando Job intercedió en favor de sus compañeros, el Señor cambió su suerte y duplicó todas sus posesiones.

11 Vinieron a visitarlo sus hermanos y hermanas, junto con viejos conocidos; comieron con él en su casa, se lamentaron y lo consolaron de la desgracia que el Señor le había enviado. Cada uno le regaló una suma de dinero y un anillo de oro.

12

El Señor bendijo a Job al final de su vida más aún que al principio. Se hizo con catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil borricas.

13 Tuvo siete hijos y tres hijas:

14 la primera se llamaba Paloma; la segunda, Acacia; y la tercera, Azabache.

15 No había en toda la comarca mujeres más hermosas que las hijas de Job. Su padre las hizo herederas, igual que a sus hermanos.

16

Job vivió ciento cuarenta años más y conoció a sus hijos, a sus nietos y a sus biznietos.

17 Murió anciano tras una larga vida.