1
Palabra que el Señor dirigió a Oseas, hijo de Beerí, en tiempos de Ozías, Jotán, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá, y en tiempo de Jeroboán, hijo de Joás, rey de Israel.2
Comienzo de la palabra del Señor por medio de Oseas. El Señor dijo a Oseas: — Anda, cásate con una prostituta y engendra hijos de prostitución, porque el país se ha prostituido, apartándose del Señor.3
Él fue y se casó con Gómer, hija de Dibláin, la cual concibió y le dio a luz un hijo.4 Entonces el Señor le dijo:
— Ponle de nombre Jezrael porque dentro de poco pediré cuentas a la familia de Jehú por los crímenes de Jezrael y pondré fin al Reino de Israel.5 En ese día romperé el arco de Israel en el valle de Jezrael.
6
Concibió de nuevo Gómer y dio a luz una hija. El Señor dijo a Oseas: — Ponle de nombre Lo-Rujama —es decir, No-Amada—, porque no amaré a Israel en adelante, ni lo soportaré más.7 Sin embargo a la casa de Judá la amaré y los salvaré por el honor del Señor su Dios. No los salvaré por medio de arco, espada o guerra, ni por medio de caballos o jinetes.
8
Apenas había destetado a Lo-Rujama cuando concibió y dio a luz otro hijo.9 El Señor dijo:
— Ponle por nombre Lo-Ammí —No-Mi pueblo— porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo existo para vosotros.1
Los israelitas serán tantos como la arena del mar que no se cuenta ni se mide. Y en aquel lugar no se los llamará más No-Mi-Pueblo, sino Hijos del Dios vivo.2 Los hijos de Judá y los hijos de Israel se reunirán, tendrán un solo jefe y desbordarán de la tierra porque será grande el día de Jezrael.
3 Llamad a vuestros hermanos: “Ammí” —pueblo mío—, y a vuestras hermanas: “Rujama” —amada mía—.
4
Acusad, juzgad a vuestra madre,
porque ella no es mi mujer
y yo no soy su marido;
que aparte de su persona
los signos de su prostitución
y, de entre sus senos,
las marcas de su adulterio.
5
Si no lo hace así,
la despojaré y la dejaré desnuda,
como en el día de su nacimiento;
la dejaré como un desierto,
la convertiré en tierra reseca
y la haré morir de sed.
6
Y no amaré a sus hijos,
porque son hijos de prostitución.
7
Se ha prostituido su madre,
está cubierta de vergüenza
la que los concibió. Decía:
“Me iré detrás de mis amantes,
los que me dan pan y agua,
lana y lino, aceite y bebidas”.
8
Pues bien, voy a cerrar
con espinos su camino
y a ponerle una valla
para que no encuentre el sendero.
9
Perseguirá a sus amantes,
pero no los encontrará;
los buscará y no los hallará.
Entonces dirá:
“Volveré a mi primer marido,
pues me iba mejor antes que ahora”.
10
Ella no comprendía que era yo
quien le daba el trigo,
el vino nuevo y el aceite;
y quien le facilitaba la plata y el oro
que utilizaba para hacer baales.
11
Por eso, volveré a recoger
mi trigo a su tiempo,
mi vino nuevo en su sazón,
y le quitaré mi lana y mi lino
que le di para cubrir su desnudez.
12
Entonces descubriré su infamia
delante de sus amantes
y nadie la librará de mi mano.
13
Haré cesar toda su alegría,
sus fiestas, novilunios y sábados,
y todas sus solemnidades.
14
Devastaré su viña y su higuera
de las que decía: “Son la paga
que me dieron mis amantes”.
Las convertiré en matorral
y las devorarán las bestias del campo.
15
Le pediré cuentas por los días
dedicados a los baales,
a los que quemaba incienso.
Luego se adornaba de sortijas y collares,
corría detrás de sus amantes
y se olvidaba de mí —oráculo del Señor—.
16
Pero he aquí que voy a seducirla:
la llevaré al desierto
y le hablaré al corazón.
17
Le devolveré sus viñas
y haré del valle de Acor
una puerta de esperanza;
y ella me responderá allí
como en los días de su juventud,
como el día en que salió de Egipto.
18
Y ese día —oráculo del Señor—
me llamarás “marido mío”
y nunca más “baal mío”.
19
Quitaré de su boca
los nombres de los baales
y no los recordará más.
20
En aquel día estableceré
a favor de ellos un pacto
con las bestias del campo,
con las aves que surcan el cielo
y los reptiles que se arrastran por la tierra;
en el país quebraré el arco,
la espada y la guerra
para que puedan descansar seguros.
21
Te desposaré para siempre;
te desposaré en justicia y en derecho,
con amor y con ternura.
22
Te desposaré en fidelidad
y me reconocerás como Señor.
23
Aquel día —oráculo del Señor—
me dirigiré a los cielos
que darán su respuesta a la tierra;
24
y la tierra dará el trigo,
el vino nuevo y el aceite
que serán para Jezrael.
25
Estableceré a mi pueblo en la tierra.
Amaré a Lo-Rujama —la-no-amada—,
y a Lo-Ammí —no-mi-pueblo—
le diré: “Tú eres mi pueblo”
y él responderá: “Y tú mi Dios”.
1
El Señor me dijo: — Vete de nuevo y ama a una mujer amada por otro y adúltera, porque así también el Señor ama a los israelitas, aunque ellos se vuelven a otros dioses y saborean los pasteles de pasas.2
La compré, en efecto, por quince siclos de plata y una medida y media de cebada.3 Y le dije:
— Durante mucho tiempo permanecerás conmigo sin prostituirte ni entregarte a otro hombre, y yo me portaré de la misma manera contigo.4 Porque durante mucho tiempo los israelitas estarán sin rey ni príncipe, sin sacrificios ni estelas, sin efod ni terafim.
5 Luego, buscarán de nuevo al Señor Dios y a David, su rey, y acudirán respetuosos al Señor y a sus bienes por siempre.
1
Escuchad, israelitas,2
Proliferan perjurios y mentiras,
asesinatos y robos,
adulterios y violencias;
los crímenes se multiplican.
3
Por eso el país está de luto
y todos sus habitantes languidecen;
desaparecen las aves del cielo,
las bestias del campo
e incluso los peces del mar.
4
Pero que no se acuse
ni se censure a nadie,
pues contra ti, sacerdote,
va dirigida mi querella.
5
Tú tropezarás en pleno día,
y también el profeta
tropezará contigo de noche;
perecerás junto con tu estirpe.
6
Mi pueblo perece
por falta de conocimiento;
y como tú rechazaste el conocimiento,
yo te rechazaré a ti de mi sacerdocio;
por haber olvidado la ley de tu Dios,
también yo me olvidaré de tus hijos.
7
Cuantos más eran [los sacerdotes]
más pecaban contra mí;
por eso cambiaré su gloria en infamia.
8
Se alimentan del pecado de mi pueblo,
están ávidos de sus delitos.
9
Pero pueblo y sacerdotes
correrán la misma suerte:
les pediré cuentas de su conducta
y les haré pagar sus acciones.
10
Comerán sin saciarse,
se prostituirán sin procrear,
porque han dejado de respetar al Señor.
11
La prostitución, el mosto y el vino
le han hecho perder el seso:
12
mi pueblo consulta a un madero
y se deja instruir por un leño;
un espíritu de prostitución los extravía
y se prostituyen apartándose de su Dios.
13
En la cima de las montañas
ofrecen sacrificios,
en las colinas queman incienso;
bajo la encina, el álamo y el terebinto,
—¡es tan agradable su sombra!—
se prostituyen vuestras hijas
y vuestras nueras cometen adulterio.
14
Pero no castigaré a vuestras hijas
a causa de sus prostituciones,
ni a vuestras nueras por sus adulterios;
son ellos los que se van con rameras
y ofrecen sacrificios con prostitutas sagradas;
y así es como va a la ruina
un pueblo que no entiende.
15
Si tú, Israel, te prostituyes,
que Judá no se haga culpable.
No vayáis a Guilgal,
no subáis a Bet-Avén
y no juréis diciendo: “Vive el Señor”.
16
Israel se ha vuelto obstinado
como una vaca embravecida:
¿va el Señor a pastorearlos ahora
como a corderos en la pradera?
17
Efraín se alía con los ídolos. ¡Déjalo!
18
Borrachos se entregan a la prostitución
y sus jefes se apasionan por la ignominia.
19
Un huracán los arrebatará con sus alas
y se avergonzarán de sus sacrificios.
1
Escuchad esto, sacerdotes;2
En Sitín habéis cavado una fosa,
pero yo los castigaré a todos.
3
Conozco a fondo a Efraín
y de Israel nada se me oculta.
Tú, Efraín, te has prostituido
e Israel se ha manchado.
4
Sus acciones no les permiten
convertirse a su Dios
porque dentro de ellos
hay un espíritu de prostitución
y no conocen al Señor.
5
La arrogancia de Israel
testifica contra él mismo.
Israel y Efraín tropiezan en sus faltas,
y con ellos tropieza también Judá.
6
Vienen en busca del Señor
con sus ovejas y sus vacas,
pero no lo encontrarán.
¡Se ha apartado de ellos!
7
Han traicionado al Señor,
han engendrado bastardos;
cuando llegue la luna nueva,
van a ser devorados
junto con toda su herencia.
8
Tocad el cuerno en Guibeá,
la trompeta en Ramá,
dad el grito de guerra en Bet-Avén.
¡Te atacan por la espalda, Benjamín!
9
En el día del castigo
Efraín se convertirá en ruina;
lo anuncio como algo seguro
a las tribus de Israel.
10
Los jefes de Judá
desplazan los linderos,
pero yo derramaré sobre ellos
como avalancha de agua mi furor.
11
Efraín es un opresor,
conculca el derecho
se empeña en ir tras los ídolos.
12
Seré, pues, tiña para Efraín,
carcoma para la casa de Judá.
13
Ha visto Efraín su enfermedad
y Judá es consciente de su herida.
Por eso Efraín ha acudido a Asiria
y ha enviado mensajeros al gran rey;
pero este no podrá sanaros
ni curar vuestra herida.
14
Pues yo seré león para Efraín,
un cachorro de león para Judá.
Yo mismo desgarraré la presa,
la llevaré y nadie me la quitará.
15
Me iré, volveré a mi morada,
hasta que ellos me busquen,
reconociendo su culpa.
En su angustia me buscarán.
1
“Venid, volvamos al Señor,2
Al cabo de dos días
nos devolverá la vida;
al tercero nos levantará
y viviremos en su presencia.
3
Esforcémonos en conocer al Señor;
segura como la aurora es su venida:
vendrá a nosotros como la lluvia,
como lluvia de primavera
que empapa la tierra”.
4
¿Qué haré contigo Efraín?
¿Qué haré contigo Judá?
Vuestro amor es como nube matutina,
como rocío que pronto se disipa.
5
Por eso los he golpeado
por medio de los profetas,
con mis palabras los he quebrantado
y mi juicio resplandece como luz.
6
Porque quiero amor y no sacrificio,
conocer a Dios y no holocaustos.
7
Pero ellos, como Adán,
han quebrantado la alianza
y allí me han sido infieles.
8
Ciudad de malvados es Galaad,
toda empapada de sangre.
9
Cual banda de ladrones al acecho,
así los sacerdotes en grupo
asesinan y cometen tropelías
en el camino de Siquén.
10
He visto cosas horribles
en la casa de Israel;
allí se prostituye Efraín
e Israel queda manchado.
11
También para ti, Judá,
tengo preparado un castigo
cuando me decida a cambiar
la suerte de mi pueblo.
1
Cada vez que quiero curar a Israel,2
No acaban de tener en cuenta
que yo recuerdo todas sus maldades;
ahora sus acciones los envuelven
y están presentes ante mí.
3
Divierten al rey con su malicia,
a los funcionarios con sus mentiras.
4
Todos ellos son adúlteros;
son como un horno ardiendo,
aunque no lo atice el panadero,
desde que la masa está preparada
hasta que llega a fermentar.
5
En la fiesta de nuestro rey
los funcionarios quedan aturdidos
por los vapores del vino,
mientras el rey no tiene reparo
en mezclarse con los agitadores.
6
Cuando estos se acercan
son como un fuego de horno,
su corazón está lleno de intrigas;
por la noche su cólera duerme,
pero al clarear el alba
se enciende como fuego ardiente.
7
Todos arden como un horno,
devoran a sus magistrados,
sucumben todos sus reyes
y ninguno de ellos clama hacia mí.
8
Efraín se alía con otros pueblos,
es un bizcocho mal cocido.
9
Extranjeros devoran su vigor,
pero él ni siquiera se entera;
las canas cubren su cabeza,
pero tampoco se entera.
10
La soberbia de Israel
testifica contra Efraín,
pero no vuelven al Señor, su Dios,
ni lo buscan a pesar de todo esto.
11
Efraín es como una paloma,
ingenua y atolondrada:
llaman a Egipto y acuden a Asiria.
12
Y mientras ellos van allí,
yo los envuelvo en mi red,
los atrapo como pájaros del cielo
y los barreré por su maldad.
13
¡Ay de ellos, pues huyeron de mí!
¡Ruina para ellos porque
se han rebelado contra mí!
¡Cómo los podré liberar
si sólo dicen mentiras contra mí!
14
No es a mí a quien invocan
cuando se lamentan en sus lechos,
cuando se hacen incisiones
y se rebelan contra mí,
en busca del trigo y el mosto.
15
Yo los había adiestrado
y había fortalecido sus brazos,
pero ellos maquinaban contra mí.
16
Se vuelven, pero no hacia lo alto;
son como un arco que falla;
sus autoridades caerán a espada
por la insolencia de su lengua.
¡Serán irrisión en el país de Egipto!
1
¡Haz sonar la trompeta2
Ellos vienen a mí gritando:
“¡Los de Israel te reconocemos como Dios!”.
3
Pero Israel ha rechazado el bien
y el enemigo lo perseguirá.
4
Han creado reyes sin contar conmigo,
han nombrado príncipes sin saberlo yo.
Con su plata y con su oro
se han fabricado ídolos
que causaron su ruina.
5
Me repugna tu becerro, Samaría;
por eso mi cólera ha estallado contra ellos.
¿Hasta cuándo permanecerán impuros?
6
Ese becerro de Samaría
es obra de un artesano israelita;
no es, por consiguiente, Dios
y terminará hecho pedazos.
7
Puesto que siembran viento,
cosecharán tempestad.
Tampoco tendrán mies
ni dará harina la espiga;
y si la da, extranjeros la devorarán.
8
Israel ha sido devorado;
ahora está entre la naciones
como un cacharro inútil.
9
Cuando acudieron a Asiria,
Efraín se compró amantes,
como asno salvaje desbocado.
10
Han sobornado a las naciones,
pero ahora yo los reuniré
y muy pronto temblarán
bajo la opresión del rey soberano.
11
Efraín pecó en muchos altares,
que sólo para pecar le sirvieron.
12
Aunque les haya prescrito mil leyes,
consideran que vienen de un extraño.
13
No cesan de ofrecer sacrificios,
de sacrificar y comer la carne;
pero el Señor no los acepta,
sino que recuerda sus pecados
y castigará sus iniquidades;
tendrán, pues, que volver a Egipto.
14
Olvidó Israel a su Creador
y se ha construido palacios.
También Judá ha multiplicado
sus ciudades fortificadas,
pero yo enviaré a esas ciudades
un fuego que devorará sus baluartes.
1
No te alegres Israel,2
Ni la era ni el lagar
los podrán sustentar;
hasta el mosto les fallará.
3
No habitarán ya más
en la tierra del Señor;
Efraín volverá a Egipto,
y un manjar impuro
tendrán que comer en Asiria.
4
No harán ofrendas de vino al Señor
y no le agradarán sus sacrificios.
Serán para ellos como pan de duelo
que hará impuro a quien lo coma;
será un pan sólo para ellos
y no se ofrecerá en el Templo del Señor.
5
¿Qué haréis el día de la solemnidad,
el día de la fiesta del Señor?
6
La devastación los ha hecho huir;
se reunirán en Egipto,
Menfis será su sepultura.
Las ortigas heredarán sus tesoros
y las zarzas invadirán sus tiendas.
7
Han llegado los días del castigo,
ha llegado el tiempo de la paga.
¡Que lo sepa Israel!
Está trastornado el profeta,
desvaría el hombre del espíritu
a causa de tu gran iniquidad,
de la enormidad de tu odio.
8
El profeta es centinela de Efraín
y está junto a mi Dios,
pero se le tienden trampas
en todos los caminos,
es odiado en el Templo de su Dios.
9
Ha llegado al colmo su corrupción,
como en los días de Guibeá;
pero Dios se acordará de su maldad
y castigará sus pecados.
10
Como uvas en el desierto,
así fue mi encuentro con Israel.
Como brevas en la higuera
así elegí a vuestros antepasados;
pero cuando llegaron a Baal Peor
se consagraron a la ignominia
y se hicieron tan abominables
como los ídolos que amaban.
11
Como pájaro que vuela
se disipa la gloria de Efraín.
No habrá nacimientos,
ni gestaciones, ni concepciones.
12
Aunque lleguen a criar hijos,
yo se los arrebataré
antes que se conviertan en hombres.
¡Ay de ellos cuando yo los abandone!
13
He visto a Efraín como palmera
en verdes prados plantada,
pero ahora tendrá que sacar a sus hijos
y entregarlos al verdugo.
14
Dales, Señor… ¿Qué les darás?
Dales un vientre que aborte
y unos pechos que no den leche.
15
Toda su perversidad
se manifestó en Guilgal;
allí llegué a odiarlos.
Por sus perversas acciones
los arrojaré de mi casa
y no los volveré a amar.
Todos sus jefes son rebeldes.
16
Efraín ha sido golpeado,
sus raíces están secas,
no producirá ya fruto.
Aunque engendren hijos,
haré que muera su fruto querido.
17
Porque no escucharon a mi Dios,
él los rechazará; entre las naciones
tendrán que andar errantes.
1
Israel era una viña frondosa,2
Tienen el corazón dividido
y ahora lo van a pagar.
El Señor romperá sus altares
y destruirá sus estelas.
3
Ahora andan diciendo:
“Nos hemos quedado sin rey
por no haber respetado al Señor;
pero, ¿qué haría por nosotros el rey?”.
4
Pronuncian discursos,
juran en falso, hacen pactos;
pero el derecho es planta venenosa
que crece en los surcos del campo.
5
Los habitantes de Samaría
tiemblan por el becerro de Bet-Avén;
el pueblo y sus sacerdotes
hacen duelo por él, por su gloria,
ahora que ha sido deportado.
6
También a él lo llevan a Asiria,
como ofrenda para el gran rey.
Efraín cargará con su vergüenza
e Israel se avergonzará de su acción.
7
Desaparecerá el rey de Samaría
como astilla que arrastra el agua.
8
Los altozanos de la iniquidad,
lugar del pecado de Israel,
serán completamente destruidos;
cardos y espinas crecerán en sus altares.
Dirán a las montañas: “Cubridnos”,
y a las colinas: “Caed sobre nosotros”.
9
Desde los días de Guibeá
has seguido pecando, Israel.
¡Han persistido en su pecado!
¿No será entonces en Guibeá
donde la guerra alcance a los inicuos?
10
Se han hecho reos de doble culpa
y seré yo quien los castigue
reuniendo pueblos contra ellos.
11
Efraín era novilla bien domada
a quien le gustaba trillar.
Pues bien, yo pondré el yugo
sobre su hermosa cerviz;
unciré a Efraín para que are
y, mientras Judá abre los surcos,
a Jacob le tocará rastrillar.
12
Sembrad justicia y cosecharéis amor;
preparad el barbecho para el cultivo,
porque es tiempo de buscar al Señor;
[esperad] hasta que él venga
y derrame sobre vosotros salvación.
13
Pero como sembrasteis maldad,
cosechasteis iniquidad
y comisteis el fruto de la mentira.
Porque confiaste en tu poder,
en la multitud de tus guerreros,
14
un clamor de guerra
se alza contra tu pueblo;
todas tus fortalezas serán asoladas,
como Salmán asoló a Bet-Arbel
aquel día de la batalla,
cuando, junto con sus hijos
fue estrellada la madre [contra el suelo].
15
Es lo que os acarreará Betel
a causa de vuestra extrema maldad.
Y al nacer el día, morirá el rey de Israel.
1
Cuando Israel era niño, yo lo amé2
Pero cuanto más los llamaba,
más se apartaban de mí:
ofrecían sacrificios a los Baales
y quemaban ofrendas a los ídolos.
3
Fui yo quien enseñó a andar a Efraín
sosteniéndolo por los brazos;
sin embargo no comprendieron
que era yo quien los cuidaba.
4
Con lazos humanos
y vínculos de amor los atraía.
Fui para ellos como quien alza
a un niño hasta sus mejillas;
me inclinaba hacia ellos
para darles de comer.
5
Pero rehusaron convertirse,
por lo que tendrán que volver a Egipto
y un asirio será su rey.
6
La espada arrasará sus ciudades,
socavará sus defensas
y todos serán destruidos
a causa de sus maquinaciones.
7
Mi pueblo persiste en su infidelidad;
gritan a lo alto, pero nadie los ayuda.
8
¿Cómo te trataré, Efraín?
¿Acaso te abandonaré, Israel?
¿Te trataré como traté a Adamá
o haré contigo como con Seboín?
Mi corazón está conturbado
y mis entrañas se conmueven.
9
No actuaré según mi ardiente ira,
no volveré a destruir a Efraín
porque yo soy Dios y no hombre;
soy el Santo en medio de ti
y no me voy a enfurecer.
10
Ellos seguirán al Señor
que rugirá como un león;
rugirá y sus hijos vendrán
temblando desde Occidente.
11
Como aves vendrán temblando
desde el país de Egipto,
y como palomas desde Asiria;
y yo haré que habiten en sus casas
—oráculo del Señor—.
1
Efraín me ha rodeado de mentiras2
Efraín se alimenta de aire
y corre todo el día tras el viento;
multiplica sus mentiras y violencias,
hace pactos con Asiria
y regala aceite a Egipto.
3
El Señor entabla pleito a Israel,
va a castigar la conducta de Jacob,
le va a retribuir según sus acciones.
4
Ya en el seno materno
suplantó a su hermano
y en su edad viril luchó con Dios,
5
luchó con un ángel y lo venció.
Luego lloró y pidió compasión;
Dios lo encontró en Betel
y allí habló con nosotros.
6
El Señor es Dios del universo;
su nombre es el Señor.
7
En cuanto a ti, conviértete a tu Dios,
practica el amor y el derecho
y confía siempre en tu Dios.
8
Canaán maneja pesas falsas,
pues le agrada estafar.
9
Y Efraín dice: “Me he hecho rico,
he conseguido una fortuna;
en todas mis ganancias
nadie podrá acusarme de pecado”.
10
Pero yo que soy el Señor, tu Dios,
desde que estabas en Egipto,
haré que vivas de nuevo
en tiendas de campaña
como en los días del encuentro.
11
Hablaré a los profetas,
multiplicaré sus visiones
y me expresaré en parábolas
por medio de esos profetas.
12
En Galaad se da culto a ídolos
que no son más que dioses falsos;
en Guilgal se inmolan toros
en altares que sólo son majanos
en medio de los surcos del campo.
13
Huyó Jacob a la campiña de Aram;
allí Israel sirvió por una mujer
y por ella se hizo pastor de rebaños.
14
Más tarde el Señor
sacó a Israel de Egipto
por medio de un profeta,
y por medio de un profeta lo cuidó.
15
Pero Efraín ha irritado [al Señor]
cometiendo una amarga ofensa;
así que su Señor le devolverá los agravios
y le hará pagar por sus crímenes.
1
Cuando Efraín hablaba,2
Con todo, aún siguen pecando:
con su plata se fabrican estatuas,
ídolos fundidos con destreza,
obra de expertos artesanos.
Luego dicen: “Ofrecedles sacrificios”;
y rinden homenaje a los becerros.
3
Por eso serán como nube mañanera,
como el rocío de madrugada
que al instante se disipa;
como paja que el viento
arrebata de la era,
o humo que sale por chimenea.
4
Pero yo que soy el Señor, tu Dios,
desde el país de Egipto
—tú no conoces a otro Dios
ni tienes otro salvador fuera de mí—,
5
te he conocido en el desierto,
en una tierra abrasadora.
6
Pero cuando hallaron alimento
y tuvieron ocasión de saciarse,
se les llenó de orgullo el corazón
y terminaron olvidándose de mí.
7
Seré, pues, para ellos un león,
una pantera acechando en el camino.
8
Los atacaré como una osa
cuando es privada de sus crías;
desgarraré sus entrañas,
los devoraré allí como leona,
y las bestias salvajes los destrozarán.
9
Te destruiré, Israel,
y nadie podrá evitarlo.
10
¿Dónde está ahora tu rey
para que te salve en tus ciudades?
¿Dónde, tus jueces a los que decías:
“Dame un rey y autoridades”?
11
Bien a mi pesar te di un rey
y en mi furor ahora te lo quito.
12
Anotada está la culpa de Efraín,
puesto a buen recaudo su pecado.
13
Le sobrevendrán dolores de parto,
pero es un hijo torpe que, para nacer,
no sabe colocarse a la puerta del útero.
14
¿Tendré que librarlos
del reino de los muertos,
rescatarlos del sepulcro?
¿Dónde está, muerte,
tu poder destructor?
¿Dónde tus calamidades,
reino de los muertos?
Ya no volveré a tener compasión.
15
Aunque prospere entre los suyos,
vendrá el viento del este,
el viento que el Señor
hace soplar desde el desierto,
un viento que secará las fuentes,
agotará los manantiales
y arrebatará de su tesoro
todos los objetos preciosos.
1
Pagará su culpa Samaría,2
¡Vuelve, Israel, al Señor tu Dios
pues caíste a causa de tu iniquidad!
3
Buscad las palabras oportunas
y volved al Señor diciendo:
“Perdona toda nuestra culpa
y acepta esto que es bueno
y que nosotros te ofrecemos:
las palabras de nuestros labios.
4
Asiria no puede salvarnos;
tampoco escaparemos a caballo
ni llamaremos más ‘Dios nuestro’
a las obras de nuestras manos.
Sólo en ti halla el huérfano piedad”.
5
Yo curaré su apostasía,
los amaré generosamente,
pues mi cólera ya no los afecta.
6
Seré para Israel como el rocío,
florecerá como el lirio
y sus raíces serán tan firmes
como los árboles del Líbano.
7
Sus retoños se extenderán,
tendrá el esplendor del olivo
y la fragancia del Líbano.
8
Regresarán aquellos
que habitaban a su sombra,
crecerán como el trigo,
florecerán como la vid
y como el vino del Líbano,
será famoso su recuerdo.
9
Entonces Efraín [se dirá]:
“¿Qué me importan los ídolos?”.
Y yo respondo y lo protejo,
pues soy como abeto siempre verde
y de mí procede tu fruto.
10
Que los sabios y prudentes
entiendan este mensaje:
los caminos del Señor son rectos
y por ellos caminan los justos;
los malvados, en cambio, tropiezan.